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Lecd6 n 6 La ciudad del Renacimiento Hubiera sido 16gico pen sarque en el Renacimiento, cuando el mund o se expande con ansiedad de nue vas reaiizaciones, wando el hombre se liberil de tantos vfnculos tradiciona les, cuando la crftica da nuevas alas al pensa mi ento ycualldo se revisan tantas costumbres preteritas, se produjeril una hon- da transformacion en his ciudades de los hombres. Sin em- bargo. en realidad nada 0 casi nada de estn pasa. «El Renadmiento es sobre todo un mov imi c nl o inl clcclual. En el campo del urbaniS IllO sus primeras contribucioncs re- sultan insignificantes si se las compara con la arquitectura del mi smo periodo y con las escenognificas reaii7.aciones, can los gran des tclones del fondo dcl ult imo barroco» I. En efecto, poco representan las realizaciones y hasta las ideas urbanCsticas del quinientos si se la s compara can el ca- mino recorrido por la arquitectura en esa misma Clapa. La arquilectura, mo\'ida por los estudios human fs ticos, par la restauracion de la antigiiedlld , por el analisis de las ruinas c1asicas y por el casi descubrimiento de lo s codices viI rubia- nos, emprende una rennvaci6n total de sus planteamientos, de sus credos esteticos y de sus forma s. La revo lu cion no se haec con cl animo de des lerrar 10 viejo, porque el hombre '"'

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Page 1: Lecd6n6 La ciudad del Renacimiento - URLbiblio3.url.edu.gt/publiclg/biblio_sin_paredes/fac... · Felipe II condujoa 13 fundacion de Philippeville, ohra del in gcniero Sebastian van

Lecd6 n 6 La ciudad del Renacimiento

Hubiera sido 16gico pensarque en el Renacimiento, cuando el mundo se expande con ansiedad de nuevas reaiizaciones, wando el hombre se liberil de tantos vfnculos tradiciona les, cuando la crftica da nuevas alas al pensa miento ycualldo se revisan tantas costumbres preteritas, se produjeril una hon ­da transformacion en his ciudades de los hombres. Sin em­bargo. en realidad nada 0 casi nada de estn pasa.

«El Renadmiento es sobre todo un movimicnlo inlclcclual. En el campo del urbaniSIllO sus primeras contribucioncs re­sultan insignificantes si se las compara con la arquitectura del mismo periodo y con las escenognificas reaii7.aciones, can los gran des tclones del fondo dcl ult imo barroco» I.

En efecto, poco representan las realizaciones y hast a las ideas urbanCsticas del quinientos si se las compara can el ca­mino recorrido por la arquitectura en esa misma Clapa. La arquilectura, mo\'ida por los estudios human fs ticos, par la restauracion de la antigiiedlld , por el analisis de las ruinas c1asicas y por el casi descubrimiento de los codices viI rubia­nos, emprende una rennvaci6n total de sus planteamientos, de sus credos esteticos y de sus formas. La revolucion no se haec con cl animo de deslerrar 10 viejo, porque el hombre

'"'

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110 I_U _' ION'

51! sienle con fuerzas de alumbrar alga suyo enleramentc Illoderno, sino poriI'll' Iv /llitig liO debe SlIpemr (/ [0 I,jejo. La 3ntiguo, la antigUcdnd cMsica, es para cl hombre del Renaci­micnto alga que no liene edad po rque Teprescnla un ahsolu-10, un ideal [naeeesible y siemprevalido. Porque esa antigue­d3d se habia 01\' id3do, 5C habia sumergido en cJ cursa de 13 hisloriacomo cilprichosoGuadiana, cl hombre habia vivido en 13 oscuridad. Ahon volviaa la luz.

En que mcdida eI hombre del HCllilcimicTlto se sienec asi­mi smo como un hombre e nteralll e nlC modcrna, C0l11 0 un hombre recien nacido 0 como un hombre rcsllcitado, vuella ala Juz antigua, es un lerna de indagaci6n l11u)' sabroso, cjer­cicio de crit ica hist6rica de las ideas de alto POriI.' inteleclual. Hasta ahora la signi licacion misma de la pa labra Renac i­miento inclinaba a IOdo este movimiento en un sentido res­taurador. Sin embargo, nadie olvida la01po(o que aquel10s hombres, que se considcraban a sf mismos puntuales y obje­tivos restauradores de 10 ant igua, abrian cauces de novedad que el los mismos no sospechaban.

Para Jos~ Antonio Maraval1la insc ripc ion .. Omnia nova pl acct,. que puso Guillermo Doncd cuando ter.n ino e n 1542 la sillerfa del coro de la iglesia del convento de San Marcos, en Leon, es como 1a «dara divisa de un personaje renacentista, eslO CS, ((l 1ll0 manifeslaci6n del espiritu in­nova dar, Iibre e in saciable, del RenacimientQ)fl. EI arqui ­tecto e hisloT iadOT Leona rdo Benevolo reco rdaba en un trabajo suyo. al que luego nos referiremos. que en las jam­bas del palac io arzobispal de Mex ico rue g rabada esta fra se del Apocalipsis:

Dixitllui sc(fclm/ ill Iilroll() IIOWI lucia (llllllia".

Eso quieTe decir que los prolagonislas de la gran empresa colonial americana eran conscientes de la nueva situacion en que se hallaban.

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III

Pero, de todas Illaneras, que la labor ercadora de los hom­bres del Rcnacimk"nlo dependia, en gran medida, de [as ejemplos de 13 antiguedad que los sustcntaban, es un hecho tan insoslayablccomo puede scre1 de In novedad que impri­mian a sus interpretaciones. Posiblementc una prucba de 10 que dedmos 13 lencmasen la enorme riqucza y variedad de la arquitcelu ra renacentista , en (ontrasle con la pohrez3 y falta de ingeniu de las realizaciones urbanis ticas. Para suslen­tar su ohm interpret:ltivo-creadora los arquiteclos renacentis­las len ian lodos los monumcntos de la .mtigtiedad romana a su aka nee. Podian medirlos, dibujarlos, considera rlos y en muchas casos reconstruirlos idealmentc, )'3 que era una ventaja la ruina de muchos para espo[ear su imaginaci6n. 5i [3 arquite<:tura d :l.sica se hubiera sepu[tado del tod o se la hu· biera tragado la tierra y s610 hubiera quedado el c6dice de Vitrubio. verdadero texto sagrado para aquellos arquitectos. la arquitectura del Renacimiento no hubiera sido la que lleg6 a ser. En ca mbio. losejemplos del u rbanismo antig uo habian desaparecido, estaban sepu\tados como en Pompeya, yadan en lejanas comarcas como la Mauritania. la Numid ia, la Cj.

re naica 0 en los paises greco-o rienta les que habfa n caido bajo eI yugo otomano. No habia en que apoyarse.

Qucdaban algunos pasajes rmis bien oscu ros del texto vi· trubiano, que ademas por ca recer de figu ras resu ltaba n me· nos expres ivos. En cllibro I,capitulos VIII , IX Y X, aparece ladescripci6n de 10 que debe ser una ciudad que cumpla los requ isitos basicos de la doclrina vi trubiana: firmitas. utili· (as. vem lSfClS. De aqui nacera la ciudad -ideal del Re naci · mienlo. creaci6 n mas intelect ual que real, que vcndra a ser una consec uenci a mas del pensamielllo ul6pico renacen· tista.

Para Vitrubio III co nsideracio n prindpal que debe presi­diI" ellrazado de las ciudades reside en defendcrlas de los vjentos predom inantes ... Los ,·jentos. segun la opinion de al­gunos. s610 son ( uatro, a saber: solallo. que sopla del lado del

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/12 lEC' . I()N6

levante equinoccial: auster, dcllado del mediadia; javol/ills, del !ado Jc ponicnlc, y septl! lIl rio. dcllado IIOrie. Pero los que han invcstigado con mas cuidado las difcrcllcias de los " jentos han sefialado ocho, particularmentc Andr6nico Cyrrhestcs. que a CS IC proposito canst ruya en Atcnas una to­rre de m;irmoi de figura octogona que lenia en cada cara In imagen de uno de los vjenlos en el lado o puesto de dande so­plaba,)4. ConseclIcnlcmentc la torre o(lOgooal aleniensc, la llamada l orre de los Vicntos, que no (onoeleron los Ira ta­distas del Rcnacimicnto}' que ahara conoce cualquier alum­node Hista ria del Arlc, prefigura en su (orma In ciudad ideal de Vitrubio y, a partirde ella, ta del Rcnacimicnto.

Se Irata , pues, de una dudad cuya planta cs un oct6gono rodeado de mUnillas. Cad a lienzo de murall:. se opone a un vienlo. En los angulos del oCl6gono, lorres circular.:s lIluy salientes. Las razones de indole militar se suman a las cons i­deraciones meteorol6gicas. La figura de la ciudad no puede ser cuadrada ni (ormada pur lingulos muy s:.lienles. Debe ser un r.:cinto para poder ver al cnemigo desde ,'arios luga­res; lo.~ a ngulos avan7.ados no son propios para la clefensa y son mlis favorables a los si t illdo res que a los sil iados5

Las torres deben ser redonda so de varias lados; porque si son cuadradas pronto son arruinadas par las maqu inas de guerra, y los arielcs rompen fac ilrnente los allgulos; mien­Iras qUi.· en la form;\ redonda, las piedras, tall:.das como cu­nas, resisten mejor a los golpes que no puedcn empujarlas masque hacia eI cent rob.

Dc est~· modo queda sancio nada como idcalmentc perfec­ta la ciudad poligonal de ocho a mas lados que tiende a una orgtlllizac i6n circular en ultimo termi no y que, par I;UlIO, posee un centro. I: renle a la ciudad regular del final de la Edad j\·lcdia deperimetro rCClangula r, las Hpicas .. bastidas,., la ciudad regular dd Renacimienlo adopt a Ia planta insc ri­biblecn un drcu lo.

Hast a aquf lodo va bien en la inh: rpretaci6n del texto de

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L~ C l ll l'~ 1l DEL R l'N~C I.\\I I:Nl" 113

Vitrubio. EI escollo se produce cuando se trata de la disposi­ci6n de las calles en cJ interior de ese peri metro. EI tcxto del arqlliteclo romano no esta claro y s610 hubieran podido es­clarecerlo del lodo las figuras que se han perdido.

Tcniendo en cuenta la direcci6n de los vienlos, que es la maxima preocupaci6n del tnltadista, ,'se situan las calles de tal suerle <jue los vientos atacando sobre los angulos que elIas formen se rompan y se disipen»7. Eslo ha dado Illgar a que algunos comentaristascomo Daniell3arbaro yel mismo Perrault situen denlro del oct6gono ulla red de calles a es­cuadra can los ejes principales girados convenientementc para que no co incidan con la dirccci6n de los vientos princi­pales.

Eslo da lugar a las soluciones de ciudad ideal de Francesco di Giorgio Martini, Catta neo, Scamozzi, eIC., que denlro de una planta poligonal siluan una ciudad en damero. Pero como la forma poligonal del perfmetro conduce, por logica geometrica, ilia disposici6n radial, no fahan entre los trata­distas del Rcn3cimiento estas solueiones que dan lugar a la tipka ciudad radio-concenlrica. Tanto Francesco di Giorgio Martini8 C0ll10 Antonio Averlino el Filarete, en su ut6pica ciudad bautizada COil cl nombrc de Sforzinda en honor de los Sforza", }' fray Giocondo trazaron ciudades asi <jue trata­ban de seguir el ideal vitrubiano. Giorgio Vasari il Giovanc, en un ingenioso esquema que seconserva en la colecci6n de disenos de los Uffizi, trata de sumar las wntajas dellrazado reticular y el radio conccnlrico i<l.

Todo este movimiento tc6rico y especulativo apenas produce las realizaeiones que hubieran sido de esperar. Es evidente que las ciudades de Europa habian quedado fija ­das en \a Edad Media y que mlly pacos y muy circllnsta n­eiales centros urban os se fundan ex 1101'0 . Por eso adquie­ren especial prestigio ciudades como Palma nova, naeidas en cl momenta oportuno como consecucncia de una nece­sidad militar.

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""ll'

Fig. 31. l.a cimhld id~al de Vitrubio, SCb'lin 13 cdici6n COlllcntada de Da­nid lIaTham.

Para prolegersede In amcna1.a turea, el7 de oClubrcde \539, anivcrsario de la batalla de Lepanto, 51' pOlle la prirncra piedra de la forlaic7..a de Palma Nuova en 1a froowra oriental de In Re­publica vcncciana. La ciudad es un poligono de nu{'ve ladas con una plaza exagonal en su centro de la que salen seis calles principalcs que conducen a Ires puerlas y tres baiuarles. A los seis alros baluartes conducen calles que no dcscmbocan en la pla;r..3 sino en el primer aoilla concentrico. 01 ros dos anillos concentrkos completan el esquema. Es e11l1<is completo y per­fecto de una ciudad cstelar, el mayor alarde por conseguir una ciudad scgtin los esquemas ideales del Renacirniento.

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LACIIJ I,Af>I)I·1 HNACI"'E",O 115

fig. 32. Palmanova. (Rasmussen, 1iJwIIs <Ulfl nuildillgs.)

Mas tarde, quiza siguiendo los preceptos de los libros de ArqllitcClum de Scamozzi, se levantaron en Sicilial:lsciuda ­des de Gf:llllmichele), de Avola despues de i:ls destrucciones del terremoto de 1686.

Otrasciudades mi litaresdel tipode P:llmanova, pero mu­cho menos import antes. se originaron COOlO consecllencia de [as luchas entre los reyes de Francia y de 1:1 Casa de Aus­tria. La vieja ciudad de Vitry-en-I'erthois, destruida par las armas imperiales, (ue reconstruida en ot ro emplazamiento par Francisco I y se denomino Vilry-le-Fran~ois. Esobradel ingeniero boloi'ies Girolamo Marini, y al esquema reticular

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simplest' une una gran plaza central atravesada poT las callcs fundamenlales en su cent roo

Una rcct ifi caci6n de fro nteras en tiempos de Enrique II y Felipe II condujoa 13 fundacion de Philippeville, ohra del in ­gcniero Sebastian van Nor en. Los trabajos se iniciaron e n 1555. Su planta es penlagonal. A 1a gran plaza cent ral . e ua ­d rada. co nvergen dic7. ( altes.

Pero ent re todas la ciudad que mas de cerca sigue el ejem­p10 de Palma nova es la plaza fuerte hola ndesa de Coewor­den (1597), su rgida COli a lms nlUchas al indcpcndi zarse los Paiscs Ilajos dcl No rte.

Pierre Lavedan agTup" pOT su condicion de ciudades d u­cales las de Livorno. Nancy y Charlevi lle ll • En las dos prime­ras sc Irata de unos V:lstos programas de ampliad6n de pc­q ucrlOs nudeo ... an tiguos. Sus Irazados regulares, donde p redo mina III esc ulld ra, q uedan envueltos por fortifi caeio ­IlCS poligonalcscon podcrosos basliones.

Charlevill e. fu ndaci 6 n de Carlos de GOllzaga , d uque de Neve rs y de Rethel , principe de Mantua y de Monferral. es q uiza la mas bella dudad regular de los primeros anos dd si­glo XV II , un poco poslerior, por tanto, a las de Livo rno y Na ncy, que son de los ullimos anosdelsiglo XV I. En eSla ciu ­dad la intcncio n eSlclica cs p redominante, como afi rma La­vcdan , y la gra n plaza ducal con sus angulos ccrrados cs una pieza de gran a rtc urba no. La compara en cierlo modo a Frcudcnstadt, construida po r eI g ran d uque Federico I de WUrlemberg pa ra acoger a los prolestantes fra nccses refu­giados. La eno rmc plaza casi alcanza a ser un cuarto de la eiu­dad . Sus angulos son cer rados y las edificaciones forman sim­ples cr ujias de cllsas uniformes con punliagudas cubicrtas. Sigue sicndo una urba nizad6n inlcresantisima. Podria ll1 os cilllr IllUChliS 01,\5 ciudades de nueva fundaci6 n, peTO en eSla breve sinlcsis [enemos quecenirnos a 10 mas earaclerislico.

En gr.m parle lil aCI jvidad urbanistica durante los siglos xv Y x v I se refiere a refo rmas en eI inter ior de las vie;as ciuda-

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des que, en general, alteran rnuy poco 13 cstructura gencral. Mienlras el pcnsamicnto ut6pico clabora geometricas ciu­dades ideales, In vida se descilvuelvc cn los viejos ambientes medievales, en las plazas irregularcs y pintorescas y cnias es­trechas y torluosas callejuelas de 01 ros tiempos. La aperlufa de algunas nuevas calles con edificios solemnes y uniformes ysobre todo 13 (r{'acion de nuevas plazas regulares Deasi re­gulares. para seT"ir de marco a un monumcnto destacado, para homar 13 estatua de un rey 0 de un principe 0 para re ­presentaciones 0 festejos publicos St)n las cmprcsns urbanas mas favorecidas que luego el peTfodo barrococontinuara to­davia en mayorescaJa.

Leon Baptista Alberti se De u" .. del problema de la arqui­tectura urbana en va rios pasajes de su obra De re flf!tiifiCtltQ­ria con un criterio mas bien eck"ctico. Anticipa eI principio moderno de la jerarquia de las calles y piensa que las princi­pales deben ser amplias. rt~c t a s, flanqucadas todas elias de edificios de la misma altura. En cambio acepta que las calles secundarias sean curvas para a cada paso poder ver nuevas formasde edificios. Sebastiano Serl ioexpresa la convenien ­cia de que delante de loda fabrica monumental exista una plaza cuadrada 0 que estc relacionada en sus d imensiones mediante una proporcionalidad simple con eJ frentedeJ mo­numento.

Estas ideas de los tratadistas fructifican en calles de traza­do recliHneo y de acompasada y unifo rme arquiteclura como la Via Julia, de Roma, 0 en las g randes alineaciones que trazara Six:to V (1585-1590) en d plano de la ciudad eterna. La obra urbanistica de eSle papa es de las mas consi­derablcs que se han lIevado a cabo para sistematizar una grande y antigua ciudad . Dos imporlanles rad iaciones, una con vert ice en 10, Puerta del P6poln y olm en Sllnta Marfa Mayor, cruzan la ciudad con una red de diagonales que in­!entan reuni r los puntos mas signilk ativos y sobre todo las basilicas mayon'S par medio de alineaciones reclas. En los

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1/,

FiS· JJ. ta Roma de SiX1U V. l'lJIl(. Jl' NoW,

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I_A ClVVAIJ ['hI. Ml:NACIMILSTO 119

cent ros }' cruces de perspectivas se colocaron obeliscos. Es, con vislas a las grandes peregrinaciones, una obra de urba~ nismo eSh~tico-religioso. EI baron Haussman n hara algo muy parecido con OlroS propositos, pero casi tres siglos des­pues.

Fig. 34. Vcnecia. Plaza de San Marcos. (Dib. del autor. )

Una calle de Genova expresa los ideales renacentistas en materia de urbanismo: cs la Via Nuova trazada}' constru ida por Galeazzo Alessi . Estc arquitccto levant61a mayoria de los importantes palacios que bordean tan encu mbrada calle, residencia de la opulenta nobleza genovesa.

Muchas fueron, tambien, las plazas ital ianas que siguien­do los principios renacentistas si rvieron para da r lustre y magnificencia a las Illas nobles ciudades. La plaza de San Marcos de Venecia se completa en el Renaci miento con la decisiva co ntribuci6n de Sansovino; la arm6nica plaza de Pienza, que pudo sen 'ir de inspiracion a la del Campidoglio; la plaza Far nese de Roma se traza para servir de at rio al magnifico pahICio del mismo nombre; la de la Annu nziata de Florencia es un be\lisimo ejempJo de plaza porticada; la

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Fig. 35. Vig.::vano (ltalla). Gran Plaza. (Dib. del autor.)

rcgularidad de las 1:0nstrucdoncs sc Jleva al maximo en 13 plaza grande de Vigcvano, ciudad predilcct3 de Ludovico it Mora. Pero nada comparable a la plaza del Campidoglio pre­parada en 1536 para la llegada de Carlos V tl Iloma. «Miguel Angel-ha clicha Giovannoni-, adelantandoscal tiempo con su genio. imagin6 csta autentka obra maestra»ll, que 5610 fue terminada un siglo mas tarde, pero, (osa rara, con una absoluta fidelidad a la idea miguelangelesca. El sentido de unidad y de organica correspondcncia entre las partes, pro­pias del barraco, csta ya presente en 13 poderosa concepci6n del genio. El resta de Europa tardara algun tiempo en seguir

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LA CIUl>Afl t> H . ~ESA<.JMIIiSTO J1/

las enscnanzas de halia y ornamcntar sus ciudadcs con gran­des plazas de espectacular y ordenada arquilcctu ra, con calles y composiciones de un rango estetico superior. Francia, por ejemplo, que en los siglos XVII Y XVIII sera la nacion que dc­mOSlrara una mayor capacidad de creacion urbanfstica, que­da por el momenta muy por debajo de IIalia en este aspecto. Espana, sin embargo. a fines del siglo XVI ydebido a la cons­tante afici6n de Felipe II por elevar la arquiteclura a un plano de severa grandeza y rigor conceptual, consigue l1evar a cabo algunas creaciones de fuerte originalidad. Pa r un lado, los con­juntos reales 0 nobiliarios y, por Olro, las plazas mayores regu­lares represenlan 10 mas mnovador en eI urbanismo filipense.

EI Escorial es el mcjor conjunto. Las cnormes dimensio­nes del monasterio obliga n a o rg:m izar el enl orno, lonjas,

. • f. . ~. . '

~ .... Fig. 36. Picou. Plaza de 13 Catcdrn l. (Giovannoni, Questioll i di arrlJitet· lura.)

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122 U X:CIOS6

fig. 37. Homa. Plaza del Campidoglio. Como ell las 1'131.a.> dl' Vcncda y l'iclIl.a, los ~d ificios latcraJcs divcrgen hada cJ l'dificio cenl ral. (Rasmus­sen, Pp. cit.)

dependencias y jardines, con criterio urbanistico. Lasorde­nanzas en escuadra revelan la pervivencia de tradiciones medievales e isiamicas. Felipe II dio mucha importancia a los jardines de sus residencias - El Escorial, Balsain, Aran­jucz, Madrid-. yel trato con los jardineros Ie producia gran contento.

Un a residencia nobiliaria de gran importancia es la del duquc de Lerma eilia villa de su nombre. Con el palacio se agrupan una seriede conventosde fundaci6n ducal comuni-

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I_A e n ; !)A!) !)H I(L NAC!MJESTO I2J

cados con la casa senorial por corredores cubiertos, algunos de gran longitud. Aunque se trata de una r('ulizacion de los primeros anos del siglo XVII, por su dep('nd('ncia, en cuanto a ('slilo, de la obra escurialense, puede considerarse conse­cu('ncia direcla del herrerianismo. Palacio y conventos pri n­cipales constituyen una composicion continua del desarro­llo lineal, con la particularidad de que allernan los bloques edificados con espacios abiertos en forma de plazas. compa­ses y atrios. La orga nizacion es muy libre y mas que las ideas de simctria renacenlista predomina la trad ici6 n c;\sti za es­pa nola. En su conjunto parece una alcazaba rnusu lmana en 10 alto de una eminencia que permite hermosas vistas sobre la vega del Arlanza yel campo!3.

Fig. 38. Monas!erio de El Escoria!' Encuadre urhanis lico. (Dih. del au!or. )

Las plazas mayores regulares m('reccn consideraci6n es­pecial ('ilia historia del urbanismo espano!. Sus precedentes se pierden cn las innu merables plazas rnedicvales de espacio cerrado. Plazas catalanas y leva ntinas generalrncnte con so­portales (armados con arcos de pied ra tiellclI rclac i6n con

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/24 LEC(;ION6

Fig. 39. Lerma. Palaciu ducal)' plazas. (Dib. del autor.)

las del atro lado de los Pirineos, con las bastidas francesas, con plazas como 1a de Montauban (rccollstruida en el siglo XVII) . Las plazas castell anas sustituyen los soportales pe­treos por porticos de pies dercchos de madera, generalmen­Ie rollizos, que soportaban dinteles de madera. Un a de las

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I.A CIUDAD DEL RENACIMlENTO 125

mas antiguas debio ser la de Valladolid, posiblemente del reinado de don Juan II. Hubo de serde las primeras que sir­vieron para cspectaculos, festejos y acontecimientos ptibli­cos. En ella fuedecapitado, en 1453, don Alvaro de Luna. Su­frio un desvastador incendio en 1561 y fuc rcstaurada por Felipe II. Mucho mas modestas, pero derivadas de la de Va­lladolid, todavia subsisten las de Villalon, Tordesillas y Arandade Duerol~.

Fig. 40. Tordcsillas. Plaza porticada. (Dib. de! autor. )

Con la restauracion por Felipe II de la Plaza Mayor de Va­lladolid, segun trazas del maestro mayor Francisco de Sala­manca, se puede decir que nace la primcra plaza mayor regu­lar espanola. jLastima que algunas edificaciones del siglo XIX

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(entre ellas 1a Casa Consisloriai) hayan destruido su anti­gua unidad! No es todavfa en teram enlc ccrrada, pues las calles no cnlran bajo arcos, como en las que lienen facha­das continuas. La Plaza Mayor de Madrid tampoco era ce­rrada hasla [a reforma iniciada por Juan de VHlanueva a fi ­nes del sigJo XVIII.

La Plaza Mayor de Madrid, consecucncia de la Antigua del ArrabOl\, para cuya Illcjora habfa dado (TaZaS Juan de I-k­rrera, se rcgula rizo en tiempos de Felipe III. Las obras co­menzaron en 1617 y se abri6 al publico en 1620 con m Olivo de las fiestas de canonizacion de San Isidro. Su arquitccto fue Juan Gomez de Mora.

I' ig. ·11. Madrid. P1Bl3 Mayor. (Oib. del autor.)

La Plaza Mayor de Tokdo, la del Zocodover, no Ilcgo a complctarse. La de Leon, menos ceJcbrada pero de las mas completas Y ilpropiadas,cs de 1677. La de Salamanca, la per­la de las plazas mayores espaftolas, es pOT su cronologi3 y es-

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LA ell·nAl> III I MI ""C1M1L'"TtI 117

Iilo crcaci6n del barroco, peru no podemos separa rla del conjunlo de las plazas milyores por ser la culminaci6n de 10-das ellilS.

Se conslruro entre 1729 y 1733 Y ya es enleramenll' cerra­da, con las calles penelrando en su recinto bajo magnificos arcos. Por tanto, se lagra una reclusi6n perfecta, una plaza separada y C0ll10 auscnle de la circulation, que se evila para que nada perlurbe su senlido de lugar dcslinado a feslejos y agora publ ica.

La tendencia. tan espa iiola, a eslOs espacios redusos y en franca contradicc ion con c1 tejido via rio de la ciudad. ;'1'0-

dni tener lU I antecedente en los pat ius ce rrados de las Illez­quilas?

De lodas maneras. el mismo criterio prt'side excepcional ­menle una pla7.a de Paris, la Place Ro)'ale 0 Plaza de los Vos­gas. Es casi cOlllemporanea, con menos d ... diez ailos de dife­reneia, de I" P!:lza Mayor de Madrid, y urbanfsticamente queda cerca, pero al margen de una arteria import.ulte - Ia Rue Saini Anloine-, como la de Madrid, queda al margen de la Calle Mayor. EI deseo de escapar de las lineas de ci rcula­cion esevidenle.

En Francia d caso de la plaza de los Vosgos no prospera porque las plazas de Mausart pcnsadas con un conceplo cs­cenograficu. Illily barroco, son olm cosa.

En cambio. la plaza rt..'cl usa es la plaza espanola por exec­lencia, como lanlos ejemplos 10 demuestran. Podemos citar la plaza de la Corredera de Cordoba, las populares de Telll ­bleque y Al magro, las neochisicilS de Viloria, San Scbasl ian_ Bilbao y Sev illa, y la Plaza Real de Barcelona y la de Guipuz­toaen San SebaSlian del siglo XIX.

Aunque debemos han:r hon or a los ITllbajos de Torres Balbas, de Luis Cervera y de Robert Ricard", eJ lema de las plazas mayores espaiwlas en su conju llio es todavia incdito.

Para Ic rlllinar esta lecci6n hay que reconoeer que muchas de las ideas urbanislicas del Renacimienlo. que no pasa ron

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de doct rina, utopia 0 cjercicio ideal del intelecto en los pai­ses de Europa dande se o riginaron, tuvieron su campo de realizacion real en America en la iogente obra de coloniza­ci{m espanola.

" La cultura del Rcnacimicnto camhi a las wnd icio nes mentales del proyccto arquitectonico - ha dicha Leo nardo 8coevolo-, pero no logra cambia r de 1a misma forma -por una serie de razoncs.la~ cuales aqui no es posiblc tralar-Ia pnictica de las intervencioncs urbanisticas.»

«En cambia - dice eI mismo autoT-, el esquema urbano ideado en America en las primeras decadas del 500 y con­so lidado por la ley de 1573 es el unico modelo de ci udad producido por la cultura rcnace ntista y co nt roJado en 10-

£las sus consccucncias cjccu tivas. Estc rnodelo co ntinua fu ncionando porcuatro siglos, ya sea en Am erica co mo en o t ros lugares, y despues de se r generalizado en e1 cuadro de la cultum neoc1asica servin) como base para 1:1 mas grande transformaci6n de la epoca moderna: la colon iza­cion y la urbanizaci6n de los Estados Unidos de Amer i­ca»I <> .

America es la tierra virge n donde la utopia no es utopia, dande es una posibilid,ld real. Como ha dicho Eugenio Imazl7

, «la presencia de America ha hecho surgir la utopfa, ha hecho posible eI viaje de Hitlodeo, compaii ero imagina­rio de Americo Vespucio. La obra de Tomas Moro nacida, en 1516, del impacto producido por el descubrimienlo y colo­nizacion de America renuye luego sobre el nuevo continente y sirve de guia para algunas de sus empresas. Es la utopia en aceion». Un estudio del historiador mexieano Silvio Zabala se titula La Utopia lie TCH1l1is Mora en la Nueva Esparia ( 1937) . Entreotras cosas se a[ude a la influencia de Ja utopia de Moro en [as hospita[cs fundados par don Vasco de Qui­roga.

La primera eiudad americana trazada con rigor yconccp-10 geometr ico es Santo Domingo, fundada en 1496 segun un

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1.11 ClUUAU UU_ RE"'AC!MI~NTO 129

plano que recuerda el de las villas promovidas en la Peninsu­la d urante el reinado de los Reyes Cat6licos. Las primeras fundaciones de ciudades en la segunda decada del siglo XVI,

como La Habana, Guatemala, Ca mpeche y Panama, siguen la misma linea. Planossencillos ypracticos tra7..adosa cordel y adaptadosallugar. Viene luego la conquisla de Mexico y la considcraci6n de la posible influencia de la vieja Tenochtit ­Jan sabre la ciudad fundada por Cortes. Sin embargo, el sen­ci llo plano ajedrezado no ind ica aportaciones nuevas 0 de otro tipo. El hecho de que losgrandesedificios publicos, ca­tedral, audiencia, palacio, etc., estuvieran en cI mismo cen­tro ceremonial azteca no es bastante pa ra imprimir caracler a un nuevo concepto urbano.

En eI ana 1573, cuando las experiencias american as se h:m cumplido en gran parte, Felipe II promulga las famosas Leyes de indias, que acaso sean la primera legislaci6n urba­!listica que conoce el mundo. De aqui y de 10 sabio de sus providencias viene su cnorme, su trascendenlal inleres. Jun-10 con las ideas propias del Renacimiento,junto con las ine­ludibles gOlas vitrubianas, aparece tambien el peso de la ex­pedencia pniclica. En cstas leyes se consagra eI plano regular ajedrezado, con 10 que no se hace sino consolidar una rcalidad.

Una de las Leyes de Ind ias o rdena ((que siempre se Ileve hecha la planta dellugar que se ha de fundar"l~. Respecto a Irazado, la planta se dividiria por plazas, calles y solares «a cordel )' regia ... a comenzando desde la plaza Mayor, y sacan­do desde ella las calles a las puertas y caminos principaies, y dexando tanto comp,ls abierlO, que aunque la poblaci6n vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proscguir y di­latarenla misma forma»I~.

EI plano de la ci udad americana es el resultado deconju ­gar las ideas humanlSli cas con la tradici6n del plan o de ciudad militar adoptado en la Edad Media en todo el Occi­dente europeo para las nuevas poblaciones. «En Espa na,

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paIs de remoto desa r rollo urbano. no abunda mucha. pero se encuenlTa su traza. mas 0 me nos deformada, segtio la pc rfecci6 n de su replanteo y las modjficaciones posterio­res, en varias vi ll as nava r ras creadas en los siglos XII Y XIIl

(Puente 13 Reina, Sa ngiicsa, Viana, etc.) en la castellana Briv iesca y. sa bre lodo, en ot ras fu nd:ldas del siglo XII a1 XIV en 13 plana de Castello n (Castellon, Villa rreal, Almc­nara , Nules). Como an tecedentes mas pr6ximos de las americanas, !enemos las nacidas en el r{'inado de los Reyes C3161ic05: Foncea (LllgroflO ), Puerto Real (Cadiz) y Santa Fe (Granada); las do~ liltima s deben su arigen a iniciativa personal de esos monan:as. Santa Fe se fundO. como es bien sabido, para sc rvir de campamcnlo militar fren te a Granada. El plano regula r de IOdas elias licnl' sulejana as­ce nd encia en tos ca ll1palllenlos romanOs, cuya tradici6n debi6 de conserva rs(· en ta mayoria de tos lemponl les de ta Edad Media por ralOlU.'S pragmaticas. En cI reinado de Fe­lipe II las nuevas poblaciones de la Sierra de lacn. como Mancha Real y Valdepcnas de laen, entonces fundadas, 10 fueron tambien con tra7.ado geometrico, que aUIl conserva su nucleo primitivo. Dicho phlno facililaba 130 defensa: en Ia plaza cen tral estaban los edificios de gobierno. y las calles reClas que desde ell ;1 p:lrtiun a las pu crtas pcrmitian una buena vigila ncia y acudir con refuerzos ra pid:llllente a aquel de los cuutro ingresos en riesgo de ser forzudo ,.lO. No cabeduda que la preocupaci6n de la dcfensu mililar eSlaba tambien omnipresentI' en todas las especulaciones ideales del Rellacimiento.

En los t razadosde lasciudades de Hispanoanuhica flO en­cont ramos ni variedad gra nde. ni deseo expreso de consc­gui r olra cosa mas que resultados practicos, faci[idad de re­planteo. distribuci6n y defellsa. No hallamos la variedad de [os esquemas especulalivos de [os traladislas del Renaci­mienlo ni su deseo de bclleza arquetipica. Tampoco evolu­cionaron durante el siglo XVIII siguiendo las nove-dades eu-

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ropeas de la ciudad barroea. La cuaclrfcuJa se habra extendi­do con tan universal y unanime aceptaci6n que no seconsi­dcraha conveniente ninguna rnuclanza.

"Si faltaran en su plantcamiento exigencias refinadas de canictcrestetico. hubo, sin embargo, unaclaracoincidencia de 10 que debra de ser el cor31.60 vital y representativo, 10 que modernamente liamariamos eI centro dvico de la ciudad. alrededor de la plaza mayor. Revelaron los colonizadores una visi6n clara de las fundones y significaci6n de dicha plaza, hasta el punto de pader afirmarse que eI interes urha­nisl ico de los trazados se concentra en dicho lugaf represen­tativo. Sin las plazas mayo res y los monumentales ed ificios que las roclean les faltarC3 a las ciudades hispanoamerica­nas eI caracter y la sugesti6n que hoy producen. En cste as­pecto su peran incluso a las de la metr6poli, en las que no suele darse la plaza como un factor preponderante ydomi­nador. Tienen mas semejanzas con aquellas ciudades de halia cuya plaza 10 es todo. (Fl orencia, con su plaza de la Signoria; Siena con la del Pallio; Venecia con la deSan Mar­cos; Bolonia con la de Sa n Petronio; Verona, con 1a plaza delle Erbe, etc. )>>21.

En media de la monotonf" del urbanismo americano po­demos, sin embargo, establecer una cierta tipologia y clasi­ficar sus ciudades en cinco grandes grupos:

I." Cilldadcs irrcgll/arcs: Algunas muy ant iguas fundadas si n plan preestablecido. Ciudades en parajes de accidentada topografia: Ixmiquilpan (Mexico), Loja (Ecuador); ciuda­des mineras como Potosi ( Bolivia), Guanajuato (Mex ico), etcetera.

2.° Ciudadcsscmirregll/ares: Muynumerosas. Produclo de la adaptaci6n de Ia rlgida cuadrfcula a las condiciones dellu­gar, a las leyes del creci mienlo, etc.

3.° Cilldades regu/ares: Son la inmensa mayoda y las que definen el urbanismo hispanoamericanoen cuanto tal.

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Fig. 42. Truxillo (Peru). plano. (PlrurOJ Jf' ciulladt~ IbetOllmtrlcuWIJ y Fi­fipinas.)

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Fig. 43. Porlo~lo (I'anama). plano. (PI",lOs de r illdadeslbenHmluira_ lias y Filipinus.)

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4," Cil/d(lI/es fortijiwf/tlS lie IrazlItio regular: Aunquc aea­bamos de aludir a 13 (alia en America de trazados regulares poligonales 0 eslrellados, (recuenles en los Iratadislas (mu­cho mcnos en la realidad ) del Re nacimicnto, a veces razones

Fi~. 4-1 . l.ima (Peni). Parle eenlnll. ]' ):1110 del padre Nolasco. l.a unifor­mitlad dd ca.serio r su ro.:~ ahur,\ pcrmile que dcstaquen las iglcsiJS r rnonum\'ntos.

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militares y 13 mayor cull ura (cen ie:l de los macsi ros de Ira for ­tificaci6n (Antonel li, Fomento, etc.) hicieron que surgict3n algunasque recucrdan los moddos ;Ialianos. Ei mejorcjem­plo cs Truxillo ( Peru), con una fortificaci6n poligonai de quince lados >' qu ince baluartcs insa ita en un elegantc 6\'3-10. E[ trazado de calles no es radioconCClltrico sino cuadr ;­culaf. La ciudad nueva de POrlobclo presenta un pla no regu­lar fortiftC3do de dcgante Iraza. Rcctangu13r con un angulo acharla nado.

5." Casos sil1gu/afcs: Algunas d udadcs, rarisi mas, no ti(' ­nen plaza: La CUllccpci6n de Tu cUlmin, Nuestra Senora de Luja n (A rgentina ). Algunas, (01110 San Juan Bautista de 13 Rivera (Argentina), Panama, Sa nta Clara (Cuba). Portobelo (Panamal, tienen sus calles princi pales descmhocando a Ia pla7..3 en los cent ros de sus lados. Snluci6n muy rara porque la plaza siempre st' produce por diminacion de una de las cuadras del damero.

rvlucho se ha alll'rado por cnsa nches, ampl iaciones y re­formas interiores cl plano de las ci udades hispanoamcrica ­nas, pero mucho mas grave ha sido la renovaci6n de su anti ­guo caserio. proporcionado, armonioso.]]cno de car-icIer )' del mas original estilo, para Susliluirlo por o lro, despropor­donado, falto de gracia, sin unidad ni scnl ido. Las Leyes de Indias de acuerdo con la estetica del Renacimiento aconse­jan q ue en ]a ciudad lodas las casas ~sean de una forma"l~ . es dedr, conser\,cn una gran unidad. l'lasta haec.' poco asi CTall lasciudadesgrandes ypequenasde Hispanoamcrica, un de · chado de un idad . a rmonia y g racia que aho ra 5610 podentos imaginar repasando las viejas lilografias y algun quc Oiro amari lIento dague r rOI ipo.