la gualdra no 16, lunes 19 de septiembre de 2011

8
SUPLEMENTO CULTURAL DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN NÚMERO 16 - 19 DE SEPTIEMBRE DE 2011 - AÑO 1

Upload: la-jornada-zacatecas

Post on 08-Mar-2016

245 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

TRANSCRIPT

Page 1: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

SUPLEMENTO CULTURAL DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍNNÚMERO 16 - 19 DE SEPTIEMBRE DE 2011 - AÑO 1

Page 2: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

La semana pasada conmemoramos el 201 aniversario de la proclamación de nuestra independencia. Esta semana, celebramos el Día Internacional de la Paz. Bajo el lema “Paz y democracia: haz que tu voz se oiga”, por trigésima ocasión celebrare-mos este 21 de septiembre un día que ha pasado desapercibido para la gran mayo-ría de nosotros. Fue en el año 2001, cuando la Asamblea General de la ONU en su Quin-cuagésimo quinto período de sesiones, emitió una resolución que retomaba otra anterior - 36/67, de 30 de noviembre de 1981- en la que se menciona lo siguiente: “Deseando señalar a la atención los objetivos del Día Internacional de la Paz y, por ende, fijar una fecha para su observancia cada año que se distinga del día de apertura del período ordinario de sesiones de la Asamblea General, 1. Decide que, con efecto a partir del quincuagésimo séptimo período de sesiones de la Asam-blea General, se observe el Día Internacio-nal de la Paz el 21 de septiembre de cada año, fecha que se señalará a la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz; 2. Declara que el Día Internacional de la Paz se observará en adelante como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una ce-sación de hostilidades durante todo ese Día; 3. Invita a todos los Estados Miem-bros, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, a las organizaciones regionales y no gub ernamentales y a los particulares, a conmemorar de manera adecuada el Día Internacional de la Paz realizando, entre otras cosas, actividades educativas y de sensibilización de la opi-nión pública, y a colaborar con las Nacio-nes Unidas en el establecimiento de una cesación del fuego a nivel mundial. 111a. sesión plenaria. 7 de septiembre de 2001”. ¿Cuántos de nosotros conoce-mos a cabalidad las disposiciones de la ONU? ¿Cuántos estaremos dispuestos a fomentar una cultura de la paz? Esta paz que tanto necesitamos y que vemos a la distancia como si nunca hubiera existido, como si no nos perteneciera. En la Gual-dra pasada, ya varios ciudadanos mexica-

nos, expresaron su profunda consterna-ción por lo que sucede en nuestra patria, vimos cómo lo coincidente es el miedo, la desesperanza y el amor a nuestra tierra. Lo desafortunado ha sido hasta ahora que en una postura egoísta, hemos delegado la responsabilidad casi total a las instituciones gubernamentales para que sean éstas quienes solucionen nues-tra situación. Sucede casi lo mismo en las escuelas, en la que los padres dejan a los profesores que sean ellos quienes eduquen y formen a sus hijos, cuando la responsabilidad debe ser compartida. Lo sociedad civil debe empode-rarse, debe encontrar la manera de inci-dir en las decisiones que nos afectan a to-dos. Los seres humanos tenemos la gran virtud de unirnos para trabajar en pro de un proyecto en común cuando es necesa-rio. Tenemos además la capacidad de dia-logar, de analizar los diferentes discursos para extraer de ellos lo conveniente y lo que no lo es. Celebremos este Día Interna-cional de la Patria con acciones primero al interior de nuestra casa. Promovamos el cese al fuego, a la violencia en nuestras calles. Luchemos por que este país sea más justo, digámosle no a la discrimina-ción, a la violencia, a la desigualdad entre los géneros; contribuyamos con nuestras acciones cotidianas a fomentar una edu-cación cívica que nos rescate de este caos que estamos viviendo. El 16 de septiembre presencié el desfile militar y vi cómo la gente al paso de los soldados les aplaudía y los vitorea-ba. Qué bien que haya gente honesta y buena dispuesta a dar la vida por la paz. Qué triste que nos crucemos de brazos a contemplar pasivamente cómo estos hombres y mujeres hacen su trabajo, mientras nosotros no hacemos lo que nos corresponde como ciudadanos. El amor no se demuestra con palabras. Se demuestra con acciones. Las acciones para la paz entonces deberán es-tar encaminadas a dialogar, a negociar, a sensibilizar, a construir. No es difícil.

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira Saade / Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas /Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada Lazarín /Dir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade Trinidad /Diseño

Juan Carlos Villegas /Ilustraciones

[email protected]

Jánea Estrada Lazarín / [email protected]

Gritarle al cielo nuestra patriaen pedazos

Por Gabriel Luévano

Cartas a la Patria por:Héctor Lazarín

Mateo Estrada GaviriaRonaldo Monreal

Vicente Soriano Tlachi

La narrativa de la violencia v.s. el discurso de la paz

Por Cristina Ávila-Zesatti

Sobre (y bajo) el orden del crimenPor Nelson Guzmán

Castillo de sal si puedesPor Andrea Sampedro

Las manipuladas comparacionesPor Eduardo Campech Miranda

Agenda Cultural Septiembre 2011

3

4

5

8

6

7

Page 3: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

Hace un año pasé un coraje de aquéllos, en los que te das cuenta que la patria te ha hecho distinto, intencionalmente, con el único propósito de engrandecer a la mayoría, y por lo tanto, a ella mis-ma. Así funcionan las cosas. En sep-tiembre no hay memoria en el pueblo de México; los gritos, las aclamaciones, los colores chillones tergiversan hasta sus últimas consecuencias, la noción del triunfo, que a todas luces, nunca ha sido otra cosa que una quimera, perpetuada en las imágenes insurgen-tes. Digo que hace un año asistí a una comida en casa de singulares y alegres anfitriones. Una “Comida Mexicana”. No soy demasiado asiduo a las reunio-nes de ese tipo, pero “no seas amarga-do” me dije. Y ese día llegue de los pri-meros, con mi habitual indumentaria, distraído y con el indubitable deseo de regalar sonrisas descaradas, por el simple placer de hacerlo. Sin embargo, habían pasado por alto indicarme un pequeñísimo e indolente detalle. Debía asistir caracterizado. ¿Perdón? Sí Ga-briel, debe venir de “mexicano”. Quise ser cortés, decirle: “me conocen, yo no puedo venir como me piden”. Pero ni tiempo tuve cuando ya me querían meter un sayal por la cabeza. Natural-mente me resistí. Pensé en irme, farfu-llando barbajanerías, pero dos razones me contuvieron. La primera, daban pozole, una de las pocas cosas que dan sentido a la vida, la segunda, no la diré, pues no tiene la menor importancia

(como la tenía para mí en ese enton-ces) en esta historia. “Aunque sea déje-se pintar unos bigotes, no sea sangrón”. Accedí. Entré y comí a la manera de los goliardos de la Edad Media, sin llena-dera. No obstante, lo que vieron mis ojos ese día me dejó verdaderamente perplejo. Las mujeres, desfachatadas y gritonas, ataviadas con vestidos vario-pintos, trenzas postizas, carrilleras, co-menzaron a protagonizar lúbricos bai-les con música disco. Los hombres, de bigotes como yo, sentados en cofradía ridícula, hablaban de dinero. Los mu-chachitos, vestidos como para bailable de primaria, porfiaban por que les de-jaran poner a Lady Gaga en la rocola. El infierno, créanme. Pero lo que más me llamó la atención, era un grupo de ancianas, verdaderas carantoñas, es-cuálidas y pintadas en exceso, que me veían y de vez en cuando se acercaban diciéndome: ¡Qué guapo¡ ¡Usted sí que parece un hacendado¡ Ése fue el colmo. La comida no valía eso. Hacendado yo, que no he poseído nada más que libros, uno que otro beso y cientos de instan-tes huecos. Me despedí, casi llorando de rabia ante las risas de las mujeres, pero no sin decirle un pequeño cum-plido a una de las ancianas. “Y usted, querida, es la imagen misma de lo úni-co que los mexicanos hemos conocido en estos doscientos años”. Me miraba expectante, prediciendo una galante-ría. “La muerte”, dije yo, y salí a paso redoblado.

No dudo que a todos nos guste el jolgorio. La palabra en sí es curiosamente agradable. Pero eso no significa, que en los velorios po-demos llegar como en la canción de Chava Flores, convirtiendo en fiesta el sufrimiento ajeno. Vivimos, nadie me dejará mentir, un velorio que no termina. Un velorio enorme, voraz, que de nuevo, los gritos hipócritas del quince de septiembre se encargarán de contradecir. Lo han dicho todos y me uno a la consigna: No hay nada que festejar. Ni los miles de muertos, ni el abuso, ni la mediocridad. La conmemoración, bueno, eso es otra cosa, pero igual, puede efec-tuarse de otra manera. “Debe venir de mexicano”, me dijeron. Y yo me pre-gunto, si ellos saben que este país ha sido cuna de personajes que han re-volucionado los campos de las artes, la ciencia y la cultura. Ellos también mexicanos, por lo que hicieron y no por cómo iban vestidos. Y algo impor-tantísimo, nunca fueron seres ajenos a la necesidad de sentirse humanos, libres e íntegros. Uno de ellos, del que hago recuerdo hoy, no fue ajeno tam-poco, al humor. Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), que representa un cami-no distinto, literario, de abordar la con-ciencia y el saber histórico. Este escri-tor, nacido en Guanajuato, en un estilo paródico y con una destreza poco vista, recrea los capítulos más importantes de la historia de México. En novelas como

Los pasos de López (1982) o Los relám-pagos de agosto (1964), Ibargüengoitia destroza la cara alegre de la Indepen-dencia y Revolución respectivamente. El humor, oscuro y mordaz, con el que el guanajuatense dota sus obras, cau-san un delectable desconcierto en el lector, ya que nos muestra una visión alterna para el recuento de los acon-tecimientos históricos. Gran parte de las carcajadas que recuerdo haber te-nido al leer, provienen de la lectura de esas novelas donde personajes como Matías Chandón o el cura Periñón, fungen como parodias de los denomi-nados “padres de la patria”, Hidalgo y Allende. Los fatales errores que come-tieron los insurgentes, el hecho de no tomar la Ciudad de México cuando se podía por ejemplo, son narrados en franca intención de derrumbar lo más dañino de los mitos populares. Otras obras de Ibargüengoi-tia son también fascinantes: Las muer-tas (1977), basado en la brutal histo-ria de las Poquianchis, Maten al león (1962), una divertida historia sobre los intentos de asesinar a un dictador o Estas ruinas que ves (1975), una de-liciosa sátira provinciana. La posibili-dad de pasar un buen rato, con litera-tura de excelsa calidad, está en manos del lector. Ibargüengoitia es una op-ción para aquéllos que están cansados de los discursos enfermamente enco-miásticos, que año tras año venimos escuchando. Creo que hay otras ma-neras para sentirnos orgullosos de lo que ha dado este país, recordando por ejemplo la labor de personajes como Zapata y Juárez, sin caer en el júbilo exacerbado, o lo que dejaron en vida eruditos como Alfonso Reyes y Juan José Arreola. Asimismo, en la lectura de próceres de nuestras letras como Sor Juana, Rulfo, Luis Guzmán, que como el mismo Ibargüengoitia, no se callaron frente a la ignominia. La crí-tica y la lectura son un camino para emancipar verdaderamente nuestros pasos, para no ser parte del mismo juego que parece ensalzar hasta las cumbres del festejo, la violencia que hoy nos despedaza. El otro camino, lo hemos ido recorriendo durante años, y nos lleva, anualmente, a gritar al son del olvido, nombres cascados por el tiempo, viendo los juegos artificia-les que opacan los otros gritos, los de aquéllos que nos ven desde abajo, ex-tendiéndonos sus manos, queriendo los salvemos de ese insalvable olvido, el de la muerte.

Fotografía Rulex Karamazov / www.flickr.com/photos/rulex_karamazov/

Por Gabriel Luévano

Page 4: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

En estos momentos de incertidumbre, histeria colectiva, desencanto y desalien-to, ya no es necesario jurar “exhalar en tus aras su aliento”; en todo lugar y a cada momento, tus hijos emiten su último suspiro tocados por las balas del crimen, asesinados por la miseria y el hambre, que los han conducido a formar parte de la banda de guerra que, “el clarín con su bélico acento, los convoca a lidiar con va-lor”; este clarín de guerra que ha surgido de este gobierno nacional prepotente y soberbio. Ya no eres la “Suave Patria, ala-zana y pajarera” que orgullosamente des-cribiera el vate jerezano, ya no se percibe en tu suelo “el santo olor de la panadería” como parte de lo cotidiano. Pero ahora,

Héctor Lazarín //Pabellón de Arteaga, Aguascalientes //58 años // profesor

Ronaldo Monreal // D. F. // 39 años // actor, director y profesor de teatro

Vicente Soriano Tlachi // profesor universitario nacido en Cholula, Puebla //Testigo de Jehová

diario de mateo // Mateo Estrada Gaviria

Amiga Patria:

Te he nombrado desde niño, en la es-cuela dijeron que te honré al desfilar un lunes cargando a tu hermana la bandera, al paso del tiempo aprendí que estás en todos lados (sí, como Dios) y he creci-do reconociéndote en muchas partes del suelo que piso diario y de mi vida... Te llamo “amiga” por confian-zudo, porque eso he aprendido, entre otras cosas, de ti, para ti, por ti. Ahora te menoscaban los que se creen dueños del país que pariste y sólo te recuerdan

Fue en la graduación de primaria cuan-do dejé de saludar a la bandera. Recuerdo que mis compañeros dijeron que estaba loco. Me infundieron temor con sus gro-serías, pero permanecí todo el tiempo en posición de firmes. Terminada la ceremo-nia, fui presa de su curiosidad, entonces les diría que era estudiante de la Biblia y solamente era a Jehová Dios a quien debía rendirle servicio sagrado. Entonces, no te-nía tantos argumentos como hasta ahora, ya con una maestría a cuestas. A veces creo que por eso viví malas experiencias duran-te la secundaria: maestros que intentaban en vano alzar mi brazo derecho para ha-cer el saludo, compañeros que me propi-naban patadas y baquetazos (en las nalgas y brazos) por no saludar a la bandera. Mi salvación llegaría cuando gané un primer lugar de Historia a nivel regional, pues el director vio la posibilidad de ir tras el pre-mio estatal y nacional, por lo que permi-

Hola, Patria:

Gracias por agregarme en tu grupo de fa-cebook. Ah, Patria, qué gusto el reencuen-tro. No es momento de recordar la última vez que nos distanciamos, no tiene caso. Porque ahora tengo en mente la primera vez que nos tratamos. Fue en la primaria “Miguel Hidalgo”, en el viejo edificio de la avenida Juárez, en la colonia Madero. Era el segundo lunes de septiembre. Hicimos equipo para redactar la biografía de los hi-jos de México, de los que no tienen calle, como Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Teodosio Lares, Joaquín Belloc y Plutarco Elías Calles. Compramos estampitas, como las que obsequian en las papitas. Trascribimos los supuestos comu-nes. Luego, cada lunes nos encontramos en el patio terroso de la escuela, junto al asta de la bandera añosa. Ahora recuerdo que un chiqui-llo, del que nunca supe su nombre (el que se parecía a Osvaldo Benavides), fue el primero que me habló de ti. “Patria es rica como Slim y pobre como niño de la colo-nia Bocanegra; vieja como los chichimecas, cabezona como los olmecas, culta como los mayas, morenita como la Malinche, depor-tista como Christian Mijares; guapa como Ximena Navarrete… Patria… Patria…” En noviembre de ese año desfi-lamos por el pueblo. Me tocó ir en el ca-rro alegórico que tenía tu nombre. A ti te vistieron con un vestido blanco y una capa roja. En la cabeza traías una diadema de princesa Walt Disney. Yo fui ataviado de indígena (obvio, soy moreno, delgado y de

Sergio Mayorga

Patria mía, venerada, es el momento de recordar: “Creo en ti, como en el vérti-ce de un juramento”; “¡Ay, fiesta bonita!, que hasta el alma grita, con todas sus fuerzas: ¡viva Aguascalientes!”; “Yo soy de San Luis Potosí, donde el águila paró y su estampa dibujó, en el lienzo nacio-nal”; “Vamos a Tabasco, que Tabasco es un edén”; “Que tienen todos ustedes un orgullo: el gran orgullo de ser de Mazat-lán”; “Qué lindo es Tepic y todo Nayarit, Tacuara la orgullosa donde crecí feliz...” Y así hasta terminar el recorrido por todo el territorio nacional, vasto en tradiciones, costumbres, artesanías, bailes, gastrono-mía, bellos paisajes, pueblos autóctonos, flora y fauna únicos en el mundo. ¡Méxi-co, creo en ti!

(Patria, Patria, tus hijos te juran) Entrañable Patria mía:

en “días festivos” para justificar seguir-te mancillando. Sé que andas escondida porque no te gusta lo que ves, que se repite la historia, que esperas que haga-mos algo y nosotros te esperamos... Creo que nos estamos esperando mutuamen-te para componer estas cosas, te lo digo clarito: Tú dices cuando... danos señas para desde nuestras trincheras luchar contigo por ti para ti de ti... Sé que sabes que no creo en Dios, pero en ti sí.

Un hijo más de Tonantzin.

tió que se me dejará en el salón esa media hora, bajo el pretexto esgrimido de prepa-rar los ases. Ya durante la preparatoria y la licenciatura no tuve problemas, ni siquiera cuando saqué la cartilla. Ahora con 36 años encima, sé que el principal símbolo de fe y objeto central de adoración del nacionalismo es la bandera, y se han diseñado curiosas formas litúrgicas para ‘saludar’ a la ban-dera, para ‘saludar con’ la bandera, para ‘bajar’ la bandera y para ‘enarbolar’ la bandera. Los hombres se descubren la ca-beza cuando pasa; y en alabanza a la ban-dera los poetas escriben odas y los niños cantan himnos. Pero yo, que desde hace años no le saludo, la contemplo desde donde esté con el respeto que se merece. No moriría por ella, ¡no!, mas sería capaz de dar mi vida por los indígenas, por los marginados y todos aquéllos que claman por justicia.

Patria:

aspecto inocente como FO). Aunque me parecía más a un niño que iba a la ceremo-nia de su primera comunión. Por cierto, ambos usamos la misma ropa el doce de diciembre, cuando peregrinamos de la lo-gia Fortaleza de Guerrero al santuario de la virgen de Guadalupe. Cómo agradezco, todavía lo hago, que me incluyeran en esa ocasión, porque en esa época yo era pres-biteriano (siempre he sido minoría).Javier fue el segundo que me hablo de ti. Lo hizo a la hora del recreo, cuando compar-tíamos un durito de harina con harta salsa valentina. Era el día de la bandera. En esa ceremonia usamos la más pinche combi-nación de un uniforme escolar: el pantalón era verde soldado, de poliéster; la camisa era blanca de manga corta; ¡y el suéter de color rojo! Lo usé porque declamaría un fragmento de la Sueva Patria. Hay ocasiones, cuando entra a un templo, que recito partes del poema, lo que me suena a letanía de rosario: “Trueno de nuestras nubes, que nos baña/ de locu-ra, enloquece a la montaña, / requiebra a la mujer, sana al lunático, / incorpora a los muertos, pide el Viático, / y al fin derrumba las madererías/ de Dios, sobre las tierras la-brantías. / Trueno del temporal: oigo en tus quejas/ crujir los esqueletos en parejas…” Patria, yo no tengo, de verdad no tengo reclamos ni deudas contigo. Final-mente soy un lector de prensa extranjera, un televidente del 8º mandamiento, un chelero sabatino con box… ha, soy un ciudadano.

* (Desde la casa azul, en el Lete)

Page 5: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

Hace aproximadamente un mes, recibí una invitación para participar en un ta-ller de crónica periodística. El título del curso, sin embargo, me dejó sumamente impresionada, pues lo que allí se preten-día enseñar a los asistentes, era nada más y nada menos que “Las narrativas de la Narco-cultura”. Como reacción inmediata, no pude sino preguntarme: ¿es el narco una cultura? Y tristemente, he de reconocer que sí, que ciertamente lo es, y peor aún: que en México estamos totalmente in-mersos en ella, así como estamos también invadidos por una perniciosa ‘cultura de la violencia’. Y esto no es necesariamente lo peor. Lo peor es que lejos de combatir esa negativa invasión cultural, la mayoría de nosotros parece invitarla a formar par-te fundamental de nuestra vida. Pero no nos equivoquemos. La ‘cultura de la violencia’ en México no es nueva, bien al contrario, es y ha sido his-tóricamente aceptada, tolerada e incluso, fomentada. Si aceptamos que la cultura “es el conjunto de rasgos distintivos, espi-rituales, materiales, intelectuales y afecti-vos que caracterizan a una sociedad”, en-tonces, por más que nos duela, hemos de reconocer que el nuestro, es un país vio-lento, y lo es en muchos sentidos y desde hace mucho tiempo.

Describir la violencia sin embargo, no es entenderla. Y cualquier problema para resolverse, precisa primero ser compren-dido. Para esto sí que hacen falta nuevas narrativas, nuevas expresiones. Nuevos enfoques que nos encaminen realmente a terminar con la cultura de la violencia, porque es imposible desterrar el miedo sin nuevas fórmulas para enfrentarlo. Esto es precisamente lo que pretende la llamada ‘Cultura de Paz’, un término oficialmente adoptado por Na-ciones Unidas a partir de 1999, y que concibe “una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan todo tipo de manifestación violenta”. Su principal promotor es el ex Secretario General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, un hombre de ciencia convencido de que la paz, y no la violencia, es el distintivo y principal aspiración de todo ser humano. ¿Es posible la paz para México? Aún inmersos como estamos en nuestra particular cultura al estilo mexicano, ésta es sin duda la pregunta que todos nos ha-cemos, no una, sino varias veces al día. La respuesta a la cuestión es afirmativa, pero también condicional, pues antes los mexicanos deberíamos comprender a cabalidad una de las más certeras definiciones de este anhelado concepto: “La paz es en realidad mucho

Por Cristina Ávila-Zesatti*

La cultura no sólo se refiere a las artes. La cultura se refiere también a los modos de vivir y relacionarse, a la econo-mía, a la música, la publicidad, a los me-dios de comunicación y los sistemas de valores que nos rodean… ¿No era hasta hace poco el macho mexicano con pisto-la y tequila, nuestro arquetipo nacional, exaltado en canciones y películas? ¿No es hasta la fecha, la mujer convertida en ob-jeto sexual, lo que más vende en anuncios y concursos? ¿No son nuestra pobreza, nuestra injusticia y nuestras crisis, distin-tivos históricos del país? La violencia que enfrentamos actualmente en México es pues, muy pro-bablemente, el resultado de nuestra cultu-ra: la infección visible y dolorosa de viejas heridas que nos hemos infligido a noso-tros mismos, y que hemos ignorado hasta el día de hoy, cuando nos asustan porque las vemos y las sentimos sangrar. Las narrativas de la narco-cul-tura son las narrativas de la violencia. Personalmente no creo que sea necesario aprenderlas. Nuestros medios informati-vos ya se encargan del tema. Basta con ver cómo Televisa o Televisión Azteca ‘post-producen y musicalizan’ la tragedia, o cómo los diarios y revistas se inclinan por titulares ‘pegadores’ para (mal) describir la realidad que nos rodea

más que la ausencia de guerra […] es la ausencia de las condiciones y factores que permiten la guerra, la inician, la incitan y la mantienen”. Ciertamente, las políticas gu-bernamentales tienen su gran parte de responsabilidad. Y no solamente las po-líticas actuales, sino de mucho, mucho tiempo atrás. Otra parte recae en los me-dios de comunicación, en las escuelas y los profesores y por supuesto, en nuestra responsabilidad como ciudadanos. To-dos hemos fomentado y a veces hasta disfrutado de las expresiones culturales violentas. Por eso, si queremos, verdade-ra y genuinamente dejar atrás el miedo y el dolor, es preciso que hagamos nuestro el lema del ‘Manifiesto 2000’, el año que inauguró el Decenio por una Cultura de Paz, donde se afirma que “la paz está en nuestras manos”. México atraviesa sin duda por una interesante encrucijada, un momento histórico que exige de todos nosotros –y no sólo de los gobernantes- un nuevo dis-curso cultural, una nueva sintaxis social y una renuncia a cualquier tipo de violen-cia. Es preciso pues, imponer en nuestros actos y palabras un discurso cotidiano de paz, y no acostumbrarse jamás a la terri-blemente común narrativa de guerra.

* Es periodista especializada en temas internacionales y en el llamado ‘Periodismo de Paz’.Fundadora y editora general del medio digital Corresponsal de Paz (www.corresponsaldepaz.org) 1 Federico Mayor Zaragoza fue por cierto quien en 1993 otorgó a Zacatecas el nombramiento como ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.J. Kalvellido

Page 6: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

JUEVES 22 y 29Tradicional Concierto

Banda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y Ortega

Plazuela Goitia19:00 horas

SÁBADO 24Restauración Virtual del

Antiguo Templo de San Agustín21:00 horas

DOMINGO 25Tradicional Concierto

Orquesta Típica de ZacatecasDir. Florentino Raygoza

Casa Municipal de C ulturaEntrada libre / 18:00 horas

Coordina: Casa Municipal de Cultura

INSTITUTO ZACATECANODE CULTURA

Talleres de DanzaBallet Clásico – Blanca AlatorreDanza Contemporánea – Mauro CháirezDanza Flamenca – Ángeles ValleDanza Jazz – Susana AlemánDe lunes a viernesDe 16:00 a 21:00 horasDe septiembre 2011 a junio 2012

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO “MANUEL FELGUÉREZ”

Taller de pintura abstracta y contempo-ráneaNiños de 7 a 12 añosTodos los sábados de 10:00 a 12:00 horasDel 3 de septiembre al 15 de octubre

JUEVES 22Inauguración Exposición de PinturaAmor a la Tierra: Imágenes de la Revolu-ción Mexicana. De Jeannie WilliamsMuseo Toma de Zacatecas. 18:00 horas

Inauguración Exposición de PinturaContranatura. De Manolo MarínCasa Municipal de Cultura de Zacatecas20:00 horas

VIERNES 23Taller – Exposición de PatchcraftQuality. ColectivaCasa Municipal de Cultura de Zacatecas10:00 horas

Inauguración Galería Verde MatizInauguración Exposición Multidisciplina-ria. Péndulos MúltiplesColectivaCalle Aquiles Serdán 118Centro Histórico. 20:00 horas

Inauguración Exposición de PinturaSigno y EspírituDe José Luis BustamanteMuseo Pedro Coronel20:00 horas

Inauguración InstalaciónMomentumGrupo NegroAntiguo Templo de San Agustín20:00 horas

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUÉREZ

Exposición de pinturaFrisas Pinturas Objetos

De Oscar GutmanSala de Exposiciones Temporales I

Visitas guiadas Grupos escolares Lunes, miércoles, jueves y viernes de 10h00 a 12h00 horas, previa cita 924

37 05

Visitas guiadas para familias.Domingos de 10h00 a 13h00 horas, pre-via cita 924 37 05, según disponibilidad, entrada gratuita para los zacatecanos.

FOTOTECA DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA

La Huella, una imagen legítimaDe Ma. de Lourdes Corzo Valdez. Permanencia: 25 de septiembre

Alquimistas. Colectiva

Permanencia: 9 de octubre

GALERIA ARROYO DE LA PLATAExposición colectiva y venta permanenteManuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Emilio Carrasco, Juan Manuel de la Rosa, Luís Felipe de la Torre, Francisco

de Santiago, Ismael Guardado, Jesús Reyes Cordero, Tarsicio Pereyra, Luís

Enrique Gutiérrez, Javier Cortez, Ángeles Perelló, Pedro Valtierra, Armando Ezequiel

Haro, Eduardo Román Quezada, Juan Carlos Villegas, Enrique Barajas Pro.

DOMINGO 25

VERBENA CULTURAL DE OTOÑOMúsica y Danza

Flamenco AndanteCabal y Fuego - San Luis Potosí

Dir. Jorge MartínezTassarba - Zacatecas

Dir. Gerardo VallePlazuela Goitia

19:00 horas

MIÉRCOLES 28Bellas Artes a todas partes

Lectura en voz alta: “Leo… luego existo” GUILLERMO MURRAY - Actor

Casa Municipal de Cultura de ZacatecasEntrada libre / 19:00 horas

Coordinan: Instituto Nacional de Bellas Artes, Casa Municipal de Cultura de Zacatecas e Instituto Zacatecano de

Cultura “Ramón López

IRMA VALERIO GALERÍASExposición colectiva y venta permanen-

te: Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Francisco de Santiago,Mario Martín del Campo, Jazzamoart,

Sergio Garval, Luis Filcer, Benjamín Do-mínguez, José Luis Bustamante, Ismael Guardado, Georgina Gómez, Gabriela Suárez del Real, Emilio Carrasco, Rito

Sampedro, Rita Gallé, Carmen Alarcón, Enrique Barajas Pro, José Esteban

Martínez, Jorge Vallejo.

MUSEOGRABADOExposición y venta de obra gráfica:

Francisco Toledo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Alberto Castro

Leñero.Museo de Arte Abstracto “Manuel

Felguérez”De lunes a sábado de 10h00 a 17h00

Tel: 492.103.04.07www.museograbado.com

MUNOExhibición y venta de obra gráfica:Bem Dierckx, Marcelo Balzaretti,

Plinio Ávila, Ernesto Morales, Adam Leech.

Objetos de diseñadores mexicanosTacuba 128, centro histórico

De lunes a sábado de 12h00 a 21h00 horas

Tel. 492.126.56.32www.muno.com.mx

CENTRO CULTURAL CIUDADELA DEL ARTE

Talleres de MúsicaGuitarra y Trompeta - Antonio Ramírez Zacarías. De 8:00 a 10:00 horasDe agosto 2011 a junio 2012

Talleres de LiteraturaEnsayo - Mtro. Sigifredo Esquivel MarínSábados de 17:00 a 20:00 horasPoesía - Mtro. Javier Acosta EscareñoSábados de 11:00 14:00 horas

Segunda Parte del Seminario de PoesíaDr. Veremundo Carrillo TrujilloDel 19 de septiembre a noviembreDe 17:00 a 20:00 horasCuota de recuperación $300.00

MUSEO ZACATECANOTaller de LiteraturaCrítica de Arte - Mtra. Sonia ViramontesViernes de 10:00 a 13:00 horas

Seminario en FilosofíaPensar sobre: El mito, la religión, Dios la muerte, el ser mortal.Modalidad VirtualMtro. Guillermo Rivera ArteagaSeptiembre, Octubre y Noviembre de 2011.Inscripciones: [email protected]. (Nota importante: al momento de la inscripción se informará el lugar donde se llevará a cabo).

VIERNES 30Inauguración Exposición Multidiscipli-naria. El Arte del SouvenirColectiva – Los FresnillensesCasa Municipal de Cultura de Zacatecas18:30 horas

Inauguración Exposición InterdisciplinariaYoruba Soy, Congo CarabalíDe Renny CastilloSala Alejandro NavaCentro Cultural Ciudadela del Arte. 19:30 horas

Inauguración Galería Mitos Art GalleryInauguración Exposición de PinturaDe Rafael Ordoñez y Emilio CarrascoAv. Juárez Plaza Comercial Interior 1Centro Histórico. 20:00 horas

En exhibición:Cálculo PictóricoDe Jorge LunaMuseo Francisco Goitia20:00 horasPermanencia: Hasta noviembre

Impropiaciones De Abraham MascorroRayón Espacio Multidisciplinario20:00 horas

Page 7: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

La corte está hondamente corrompida;Lujosos ropajes

y riquezas sin cuento,a esos hay que llamarlos gobernantes de bandoleros.

Lao Tse

Por Nelson Guzmán*

Se sabe que en algunas islas de poline-sia, durante el periodo que sucedía a la muerte de un rey, cuando su cuer-po era objeto de la descomposición, la sociedad experimentaba una suerte de contagio de la violencia que había to-mado posesión del hombre que encar-naba la autoridad y que mientras vivía, sustentaba el signo del equilibrio y del orden. La descomposición que atribu-laba al rey (pensemos que la línea en-tre la vida y la muerte no era como la nuestra y por tanto que la muerte era algo así como una terrible enfermedad que afectaba a un vivo) se extendía al conjunto de la sociedad que él repre-sentaba y tras su deceso los mayores desórdenes acontecían en ella: los jó-venes violaban, mataban y robaban desencadenando los mayores actos de transgresión concebibles, hasta el mo-mento en que la descomposición cesa-ba y los huesos del rey emblanquecían para dejar al descubierto una apacible osamenta inofensiva. Poco después de que el mo-vimiento ilustrado se desarrollara en Francia, en pleno siglo de la luces, la revolución instauró, tras la decapita-ción de Luis XVI, lo que uno de los hombres liberados de la Bastilla —el admirable y terrible Donatien de Sade— llamó el orden del crimen, que ahora conocemos como el terror y que según Pierre Klossowski es la ley que rige nuestros días. Rasgo notable que el siglo de las luces, cumbre ideológica de la arrogancia europea, tuviera una conducta semejante a la de los poline-sios que consideraría primitivos. Hace unos años, todo el mundo fue testigo de una situación si-milar cuando el nueve de abril de 2003 las tropas estadounidenses tomaron por asalto las calles de Bagdad y tras el inmediato colapso del aparato estatal iraquí, reinó el desorden y la anarquía entre la población durante las siguien-tes semanas. Todo esto nos ilustra algo: le-jos de que ángeles habiten el corazón de los hombres, nuestras conductas sólo se contienen cuando alguna quimera nos hace confiar en el orden de la sociedad. Liberados de ella, los humanos dan

muestras de sus más arraigadas tenden-cias: la violencia y el crimen. Lo anterior nos permite en-tender que, lejos de ser actos inhuma-nos o incomprensibles, los aconteci-mientos que en años recientes vienen azotando a nuestro país, son perfecta-mente comprensibles si observamos el trasfondo del sistema de poderes que encarna el estado mexicano y que bien podemos concebir ya como una farsa. De acuerdo con Max Weber, toda autoridad puede constituirse como tal sólo si en ella la coerción o la legitimación se imponen a la sociedad que rige. Sea una autoridad tradicio-nal (fundada en sus mitos), carismáti-ca (que se sustenta en la seducción del gobernante al pueblo) o racional (que toma como principio la racionalidad del aparato estatal), todas tienen que legitimarse en función de la ideología que las sustenta. En ese sentido, un sistema político democrático está, a diferen-cia de los anteriores que se sostenían ya en la autoridad tradicional (como polinesia y Francia) o en la carismá-tica (Irak), sustentado en un supuesto orden racional que toma como eje la distribución representativa del poder y la eficacia de la administración. El atentado sufrido en la ciudad de Monterrey el 25 de agosto pone al descubierto algo que tiene en realidad años mostrando sus sínto-mas. El crimen que impera en nuestra sociedad es cada vez más el reflejo de la ilegitimidad del estado mexicano, cuyo tono fundamental en los distin-tos niveles de gobierno es la instaura-ción de un estado de crimen, en el que el fraude, la corrupción y los intereses particulares de muchos gobernantes penetran todas las facciones políticas.Visto desde esta perspectiva, resulta paradójica la rabia (real o simulada) que Felipe Calderón mostró hacia estos acontecimientos en el mensaje difundido tras ellos, pues no se trata sólo de la impotencia o de la falta de eficacia de las instituciones, sino de la falta de legitimidad misma, a la que él como un ejecutivo federal, cuya elección fue todo menos transparen-

te, ha contribuido y por consiguiente todo el enojo que ostentaba debía, si quisiera ser consecuente, también di-rigirlo contra sí mismo Un riesgo notable es que por parte de la población se percibe el clamor de una autoridad que pueda legitimarse frente al estado de crimi-nalidad que priva; el peligro estriba en que esa demanda pueda llegar a te-ner como sustento la instauración del orden de la fuerza (incluso no faltarán ya las voces de mentalidad colonialis-ta que suponen que los mexicanos no somos los más adecuados para go-bernarnos) que acabe finalmente con esta situación. No debemos olvidar: el cri-men organizado es más la consecuen-cia que la causa de la falta de legitimi-dad del estado mexicano. Es lo que el clamor popular dicta cuando atribuye como responsables de acontecimien-tos como el ocurrido en el Casino Ro-yale a quienes dirigen el país.

Esa responsabilidad no es una metáfora. Si en las sociedades que he-mos referido al inicio de este artículo, la muerte del rey era el signo de la licencia del crimen, en una sociedad como la nuestra, el crimen imperante es el signo de una muerte invisible, el de la racio-nalidad de nuestras instituciones. De ahora en adelante, cada acto de corrup-ción (del estado o de la sociedad civil) debe tomarse como participando del mismo orden que los crímenes que tan-to nos aterran. Lo peor de todo es que evitar la corrupción puede significar ya estar fuera del orden. Porque finalmente aún no nos es factible saber si el estado actual de cosas deberá esperar a que suceda con nuestro orden político como suce-día con la muerte de los reyes poline-sios: que termine de descomponerse y muestre al fin su osamenta desnuda.* Ensayista y profesor universitario. [email protected]

Fotografía Rulex Karamazov / www.flickr.com/photos/rulex_karamazov/

Page 8: La Gualdra No 16, lunes 19 de septiembre de 2011

El próximo domingo se cumpli-rán 39 años de la muerte de Ale-jandra Pizarnik, escritora argen-tina; se suicidó cuando tenía sólo 36 años. De ella nos queda (entre otras cosas) un maravilloso lega-do de poesía. Hay un libro de Alejan-dra Pizarnik que se llama Árbol de Diana, es un librito de cuarenta y dos páginas que contiene treinta y ocho poemas cortos y un prólogo escrito por Octavio Paz. Desde el título podemos ver a qué nos enfrentamos: Árbol de Diana, no es un árbol cual-quiera, es el árbol de la diosa de la caza, -la siempre virgen- Artemis para los griegos y Diana en la mi-tología romana, una de las diosas principales en la cultura helénica. Octavio Paz dice en el prólogo “El árbol de Diana es uno de los atri-butos masculinos de la deidad fe-menina. Algunos ven en esto una confirmación suplementaria del

Desde hace algunos meses ven-go escuchando propuestas para legislar la lectura, desde hacerla obligatoria hasta leyes estatales, a imagen y semejanza de la federal. Y entre las argumentaciones llama mi atención un dato que manejan contundentemente: el porcentaje de población lectora de naciones como Japón, principalmente, y al-gunos países nórdicos. A mi juicio es una analo-gía tramposa y amañada (a pesar de respaldar una iniciativa a favor de la lectura). Y lo es, sencillamen-te, porque el indicador de lectura se presenta como un dato aislado, sin relación alguna con las condi-ciones socioeconómicas, políticas, culturales, educativas, y hasta de seguridad pública de los países citados. Como si la formación de lectores dependiera sólo de una ley, de un buen propósito de políticas públicas; dejando de lado otros as-pectos igualmente trascendentes. También la considero así porque casualmente esos per-sonajes que hablan a favor de la lectura (como dice Juan Domingo Argüelles: “queriendo que leamos

origen hermafrodita de la materia gris y, acaso, de todas las materias”. Así empezamos a leer los poemas, que podrían formar uno solo, pero están separados, son diferentes entre sí y al mismo tiempo iguales, es una Alejandra enamorada, una desenamorada, una con esperanza, otra desespe-ranzada, una que es mujer, una que es hombre, así vemos a una Alejandra que es ella pero a la vez es muchas y todas son una sola. De esta manera mien-tras leemos, Alejandra se va con-virtiendo ante nuestros ojos en Diana, la cazadora, la amazona, la virgen, la niña, el hombre. Es necesario leer cual-quier cosa que haya escrito Ale-jandra Pizarnik, para comprender lo que estoy diciendo, es imposi-ble leer algo de su autoría y quedar impasible, porque descubrimos que cambiamos, que todo cambia, que nada permanece.

como finlandeses, pero viviendo y comiendo como mexicanos”), no apelan a la comparación de prácti-cas primermundistas, como la re-nuncia por ineptitud, la cárcel por corrupción, entre otras situaciones. El lamentable suceso del casino regiomontano es sólo el botón de muestra (también está la Guardería ABC, y muchos casos más). Los responsables adminis-trativa, gubernamental o institu-cionalmente se aferran al cargo que ostentan de forma desesperada y cínica. Y ahí no valen las compara-ciones con otros lares, ahí impera la política a la mexicana. No estoy en contra de propuestas a favor de la lectura. Siempre (o casi siempre) serán bienvenidas las propuestas que mejoren la calidad de vida de la ciudadanía (y lamento decir que la lectura por sí misma y como práctica aislada quizá no pueda hacerlo), que abran espacios de de-sarrollo personal, social y humano. Lo que molesta, lo que irrita, lo que ofende, como promotor de lectura, como bibliotecario público y, pri-mordialmente, como ciudadano

El fin es que un poema haga que se nos pongan los vellos de punta, el querer leer con una linterna debajo de las sábanas, el comprender y no juzgar, el saber que las dualidades existen y que puedes ser hombre y mujer, adulto y niño si así lo deseas.

Por Andrea Sampedro

Por Eduardo Campech Miranda*

mexicano es que se enarbole la bandera de la lectura con fines que poco tienen que ver con ella. Si en su carácter de le-gisladores, de servidores públicos piensan que con argumentos y propuestas, como las menciona-das, han cumplido con el país y con su responsabilidad cívica y so-cial, deben reconsiderar su postu-ra y sentir vergüenza a flor de piel por ocupar cargos que están muy lejos de sus posibilidades y límites personales, profesionales, éticos (cuando sea el caso). De respaldar a individuos cuya filosofía se resu-me en la frase “Vivir fuera del pre-supuesto, es vivir en el error”. La ausencia de compro-miso queda latente en un antepro- * [email protected]

yecto de ley estatal de alguna en-tidad federativa mexicana. Dicho documento plantea unas especies de brigadas de promotores de lec-tura. ¿Quiénes las conformarían? Palabras más, palabras menos, la respuesta es: quien quiera hacerlo, pero principalmente, estudiantes, amas de casa, desempleados. Ade-más de promotores de lectura, bibliotecarios públicos, mediado-res de Salas de Lectura. Lamenta-blemente, en ninguna línea hace alusión a la profesionalización del promotor de lectura (o media-dor, como se quiera llamar). Eso no importa, lo primordial es que quieran hacerlo. Lo demás, es lo de menos…

Por esto les recomiendo, tomando como pretexto el ani-versario de su muerte, lean todos a Alejandra Pizarnik, siempre con responsabilidad y desenfado. Les dejo para que empie-cen uno de sus poemas que encon-tramos en el libro mencionado:

Para Alfredo Valadez, con mi reconocimiento

Fotografía Rulex Karamazov / www.flickr.com/photos/rulex_karamazov/