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AÑO DE LA FE 2012 2013 La Iglesia de la Arquidiócesis de Medellín que se proyecta ISSN: 2248-8162 Octubre de 2012 / No. 11 VIDA CONSAGRADA AL SERVICIO DE LA MISIÓN CONTINENTAL La hermana Cecilia hace parte del equipo de religio- sos y laicos al servicio de la Misión Continental de la Arquidiócesis de Medellín, y allí, como discípula misionera, esta religiosa pone todos sus dones y cualidades a este gran proyecto de Iglesia hacia la Nueva Evangelización. DECIR “CREO” EN EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA Si bien toda acción sagrada se convierte en procla- mación de la fe, en la celebración litúrgica se tienen dos formas rituales para que esta sea confesada. La primera se expresa con el Símbolo de la fe, también llamado Profesión de fe o Credo, y la segunda con las respuestas a las promesas de fe bautismales o su renovación. Acogemos, con alegría y esperanza, en nuestra Arquidiócesis la iniciativa de Su Santidad Benedicto XVI de celebrar un Año de la Fe, que irá desde el 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013. Sentimos, como ha señalado el Papa en su Carta Apostólica “Porta Fidei”, que también para nosotros la puerta de la fe está abierta y nos introdu- ce en un camino que dura toda la vida. El Santo Padre ha nombrado al Arzobispo de Mede- llín, mons. Ricardo Tobón Restrepo, como Padre sinodal de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sinodo de los Obispos que tendrá lugar en el Vatica- no del 7 al 28 de octubre de 2012, y cuyo tema será “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. P.3 P.14 P.5 P.6 PROGRAMACIÓN EN LA ARQUIDIÓCESIS DE MEDELLÍN SÍNODO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN P.6 Desde el próximo 11 de octubre hasta el 24 de noviembre de 2013 viviremos el “Año de la fe”, para el cual ha convocado el Santo Padre Benedicto XVI a toda la Iglesia Cató- lica. La justificación para este año podemos encontrarla en la constata- ción insistente que hace el Papa: la Iglesia sufre una crisis de fe. Por tanto, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, para que se convierta en algo que nos pertenece y nos sostiene en el camino de la existencia. ¿PARA QUÉ UN “AÑO DE LA FE”? P.2

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Periódico Arquidiocesano Misión

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AÑO DE LA FE 20122013La Iglesia de la Arquidiócesis de Medellín que se proyecta

ISSN: 2248-8162

Octubre de 2012 / No. 11

VIDA CONSAGRADA AL SERVICIO DE LA MISIÓN CONTINENTALLa hermana Cecilia hace parte del equipo de religio-sos y laicos al servicio de la Misión Continental de la Arquidiócesis de Medellín, y allí, como discípula misionera, esta religiosa pone todos sus dones y cualidades a este gran proyecto de Iglesia hacia la Nueva Evangelización.

DECIR “CREO” EN EL ESPÍRITUDE LA LITURGIASi bien toda acción sagrada se convierte en procla-mación de la fe, en la celebración litúrgica se tienen dos formas rituales para que esta sea confesada. La primera se expresa con el Símbolo de la fe, también llamado Profesión de fe o Credo, y la segunda con las respuestas a las promesas de fe bautismales o su renovación.

Acogemos, con alegría y esperanza, en nuestra Arquidiócesis la iniciativa de Su Santidad Benedicto XVI de celebrar un Año de la Fe, que irá desde el 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013. Sentimos, como ha señalado el Papa en su Carta Apostólica “Porta Fidei”, que también para nosotros la puerta de la fe está abierta y nos introdu-ce en un camino que dura toda la vida.

El Santo Padre ha nombrado al Arzobispo de Mede-llín, mons. Ricardo Tobón Restrepo, como Padre sinodal de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sinodo de los Obispos que tendrá lugar en el Vatica-no del 7 al 28 de octubre de 2012, y cuyo tema será “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

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PROGRAMACIÓN EN LA ARQUIDIÓCESIS DE MEDELLÍN

SÍNODO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

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Desde el próximo 11 de octubre hasta el 24 de noviembre de 2013 viviremos el “Año de la fe”, para el cual ha convocado el Santo Padre Benedicto XVI a toda la Iglesia Cató-lica. La justificación para este año podemos encontrarla en la constata-ción insistente que hace el Papa: la Iglesia sufre una crisis de fe. Por tanto, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, para que se convierta en algo que nos pertenece y nos sostiene en el camino de la existencia.

¿PARA QUÉ UN“AÑO DE LA FE”?

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CONSEJO DE REDACCIÓN: + Monseñor Ricardo Tobón (Arzobispo de Medellín), Pbro. Juan Pablo Cardona (Director), Pbro. Germán Bustamante (Redacción), Pbro. Luis Fernando Arroyave, Pbro. Elías Lopera, Pbro. Alexander Pareja, Henry Horacio Cháves y Mauricio Agudelo.DISEÑO: Departamento de diseño, Arquidiócesis de Medellín.

¿PARA QUÉ UN “AÑO DE LA FE”?

Año 2 / No. 11

Desde el próximo 11 de octubre hasta el 24 de noviembre de 2013 viviremos el “Año de la fe”, para el cual ha convocado el Santo Padre Benedicto XVI a toda la Iglesia Católica. La justificación para este año podemos encontrarla en la constatación insistente que hace el Papa: la Iglesia sufre una crisis de fe. Por tanto, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, para que se convierta en algo que nos pertenece y nos sostiene en el camino de la exis-tencia. Este año se orienta, por consiguiente, a purificar, fortale-cer y difundir nuestra fe. Debemos llegar a ser capaces de vivir de modo nuevo nuestra relación con Dios y de testimoniar juntos la presencia del Dios vivo, para dar al mundo el sentido y la esperan-za que necesita. La urgente renovación de la Iglesia, a la que desde el comienzo de su pontificado está llamando también Benedicto XVI, debe partir de una seria experiencia de fe. El Papa lo ha dicho, si la fe no adquie-re nueva vitalidad, con una convic-ción profunda y una fuerza real gracias al encuentro personal con Jesucristo, todas las demás refor-mas son ineficaces. Este inaplaza-ble encuentro personal y comunita-rio con Cristo, que haga nuevas nuestra vida y nuestra Iglesia, exige exponer la fe en toda su pureza e integridad, celebrar la Liturgia con dignidad y con prove-cho, lograr la armonía gozosa que debe haber entre fe y razón, entre fe y vida. Por eso, el Año de la fe ha quedado encuadrado dentro de una invitación a comprometernos en los caminos de la nueva evangelización. Dado que el Año de la fe se ha convocado con motivo del quincua-gésimo aniversario de la apertura

Acogemos, con alegría y esperanza, en nuestra Arquidiócesis la iniciativa de Su Santidad Benedicto XVI de celebrar un Año de la Fe, que irá desde el 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013. Sentimos, como ha señalado el Papa en su Carta Apos-tólica “Porta Fidei”, que también para nosotros la puerta de la fe está abierta y nos introduce en un camino que dura toda la vida. Sabemos que este año, en último término, es una nueva invitación a la conversión personal y pastoral y una oportunidad para la renovación de la vida y misión de nuestra Iglesia particular. Siguiendo las orientaciones del Santo Padre y las indicaciones que han llegado de la Curia Romana, señalo algunos elementos para la celebración del Año de la Fe en nues-tra Arquidiócesis, dejando a las parro-quias la posibilidad de adaptar y enriquecer esta propuesta.

Algunos criterios para vivir el Año de la FeDebemos empeñarnos para que el Año de la Fe, más que llenar un calendario de celebraciones y activi-dades, corresponda a un propósito serio de crecimiento en la fe personal y comunitaria, que produzca coheren-cia en nuestra vida y que incida en nuestra realidad social. Debemos integrar el Año de la Fe armoniosamente en el año litúrgico, que con una pedagogía maravillosa nos hace vivir la fe en la experiencia del tiempo. A través de los diversos períodos litúrgicos, de las grandes solemnidades y, especialmente, del domingo, lograremos los objetivos del Año de la Fe no como algo sobreaña-dido, sino como la experiencia cons-tante de la entrega de nuestra vida al Dios que nos salva.Debemos entender que la celebra-ción del Año de la Fe no exige una acción pastoral paralela a la que ya tenemos prevista dentro de los Programas de Pastoral. Al contrario, la especial experiencia de la fe que nos proponemos vivir nos facilitará realizar mejor los objetivos, las metas

Arzobispo de Medellín

+Ricardo Tobón Restrepo

y las actividades que nos hemos propuesto. Debemos proponernos vivir la expe-riencia de la fe y proclamar lo que creemos en un clima festivo de alegría, de fraternidad y de esperanza, como verdadero anuncio del Reino de Dios en el mundo.Debemos esforzarnos porque el Año de la Fe potencie, de diversas maneras, la comunión y la unidad en la familia arqui-diocesana. Debe ayudarnos, concreta-mente, a integrarnos pastoralmente siguiendo las orientaciones estableci-das. Así se vivificarán los diversos ministerios y carismas que cada uno ha recibido, pero conservando en todos la unidad del Espíritu, que crece y se edifica en la caridad. Debemos vivir el Año de la Fe en gozosa comunión con la Iglesia de Roma y demás Iglesias del mundo. Por tanto, estaremos atentos a recibir y seguir las instrucciones, los temas y recomendaciones que, a lo largo del año, nos proponga el Santo Padre. Así mismo, estaremos dispuestos a apro-vechar diversas experiencias espiri-tuales o pastorales que se realicen en otras diócesis.

Seis objetivos para la celebra-ción del Año de la FeSiguiendo las intenciones del Santo Padre al convocarnos para el Año de la Fe y de acuerdo con nuestras espe-ciales necesidades, propongo estos objetivos:Lograr, como primer fin del Año de la Fe, que toda nuestra Iglesia particular alcance una exacta conciencia de su fe, para purificarla, confirmarla y anunciar-la. Se trata, en síntesis, de vivir una sincera conversión al Señor y trabajar aún más una profunda renovación de toda la comunidad arquidiocesana.Continuar con mayor impulso, según lo propuesto por la Misión Continental, la formación de discípulos misioneros a partir de un encuentro personal con Cristo, para llegar, con una nueva evangelización, a la renovación de nuestra Iglesia particular a fin de que sea signo creíble en la sociedad y,

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del Concilio Vaticano II y en la cele-bración de los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa nos ha señalado, como una tarea trans-versal y concreta para todo lo que se haga en este año, el estudio atento, la correcta interpretación y la aplicación eclesial de estos dos textos fundamentales. Es necesa-rio que nos apliquemos seriamen-te a esta tarea, pues tanto los documentos del Concilio como el Catecismo, que son de una excepcional importancia para vivir nuestra fe, para renovar nuestra Iglesia y para salir a evangelizar la nueva sociedad que está emer-giendo, son prácticamente desco-nocidos por la gran mayoría o, cuando más, han sido objeto sólo de una lectura superficial. Desde el primer párrafo de la Carta con la que el Santo Padre nos convoca para este año indica que la puerta de la fe está siempre abierta y que atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Luego, nos da unos elementos esenciales de la fe como vida en comunión con Dios, como respuesta del corazón que se deja plasmar por la gracia, como itinerario que va desde el bautismo hasta la entrada en la vida eterna, como incorporación al misterio de amor que es la Trinidad. Es muy importante subrayar que la fe es una vida durante la cual establecemos una relación personal con Dios y logramos un crecimiento que nos lleva hasta la vida eterna. Entre-mos, pues, personal y comunita-riamente, con responsabilidad y con alegría, en este Año de la fe.

especialmente, para los que se han alejado y perdido la fe.Reflexionar los documentos del Concilio Vaticano II y confrontar con ellos la vida, la organización y la acción pastoral de nuestra Arquidió-cesis. Así mismo, dar una especial difusión al Catecismo de la Iglesia Católica, importante instrumento para transmitir la fuerza y la belleza de nuestra fe.Darle mayor vigor a los cuatro campos en los que se desarrollan los Programas Pastorales establecidos, a fin de lograr fortalecer los procesos de iniciación cristiana, acompañar a los jóvenes en su camino de fe, vivir la liturgia y especialmente la Eucaris-tía como misterio de nuestra fe y establecer pequeñas comunidades que acompañen un progresivo anun-cio, vivencia y celebración de la fe.Empeñarnos todos, especialmente los sacerdotes y religiosos, en crecer en la fe. Este momento de la Iglesia nos pide un esfuerzo serio de santidad y un propósito decidido de ser verdade-ros testigos de la fe. Para ello, debe-mos ayudarnos mutuamente a crecer en la comunión con Dios por la oración, por la escucha permanente

11 de Octubre: Solemne adoración eucarística en todas las parroquias, comunidades religiosas y seminarios, para vivir en unión con el Santo Padre la apertura del Año de la Fe y pedir las bendiciones divinas para este tiempo de gracia. 14 de octubre: Comentar en las Eucaristías de este domingo, en todas las parroquias, el mensaje de la Carta Apostólica Porta Fidei, con la que el Papa Benedicto XVI ha convocado el Año de la Fe.21 de Octubre: En este en que se recuerda especialmente a la Beata Laura Montoya, proponerla como modelo de creyente y de misionera. A partir de este domingo, a lo largo del Año de la Fe, se procurará comentar la Palabra del Señor aprovechando, del modo que resulte más oportuno, los ricos contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica y de las homilías y catequesis del Papa Benedicto XVI. 28 de Octubre: Con el Mes de las Misiones impulsar un más amplio aprove-chamiento de los medios de comunicación (redes sociales, televisión, radio, periódicos, carteleras, plegables) durante este año para dar a conocer el contenido de nuestra fe, para responder a inquietudes frecuentes de los fieles y, sobre todo, para mostrar la importancia de vivir, celebrar y anunciar nuestra fe. Esto exige la producción de subsidios adecuados.29 de Octubre: A partir de esta fecha, acoger, reflexionar y divulgar las proposiciones que señale el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangeli-zación, como orientaciones importantes en el proceso de la formación en la fe10 de Noviembre: Jornada de reflexión y oración en Plaza Mayor para celebrar los 50 años de inicio del Concilio Vaticano II y proponernos acoger su espíritu y su enseñanza en orden a un crecimiento de nuestra fe. 19 de noviembre: A partir de esta fecha, iniciar los Retiros Espirituales del Clero de este año con un especial enfoque a la respuesta de fe que es preciso darle a Dios que nos llama a una profunda unión con Él y nos envía a realizar su proyecto de salvación.1 de Diciembre: Se inicia el ciclo C del Año Litúrgico en el que se medita el Evangelio según San Lucas. Evangelio de la oración, de la misericordia, del Espíritu Santo.Celebración de las primeras Vísperas de Adviento en la Catedral y en las Vicarías de Zona, para dar inicio al Año Litúrgico y al Adviento en el que vemos a Isaías, a Juan el Bautista, a José y a María como modelos de fe.8 de Diciembre: Aprovechar la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María para aprender la respuesta de fe que da Nuestra Señora a los desig-nios salvíficos de Dios.16 de Diciembre: Aprovechar el ambiente de la Novena de Navidad para acrecentar la fe en la encarnación del Señor y su presencia entre nosotros. Orientar en este sentido el Movimiento Navideño Infantil, la Navidad Joven y las Catequesis en familia.25 de Diciembre: Celebrar con especial fervor el misterio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, redescubriendo la alegría de aceptar y comunicar la fe en la encarnación del Hijo de Dios.30 de Diciembre: Solemnidad de la Sagrada Familia. Motivar las familias a que sean verdaderas Iglesias domésticas y transmitan la fe cristiana.

Otras propuestasPoner el mayor empeño para que la Eucaristía de cada Domingo sea una verdadera experiencia de fe para la comunidad y ayudar a que cada persona agradezca y asuma la fe que profesa en la proclamación del Símbolo Apostólico.Darle especial énfasis a las fiestas patronales de las parroquias, resal-tando la vida y el testimonio de fe del santo o santa a quien está encomen-dada la comunidad parroquial.Según las necesidades de cada parroquia, escoger tres o cuatro situaciones concretas en las que se debe ver la incidencia de nuestra fe y recordarlas permanentemente a los fieles; por ejemplo, la unidad de la familia, la responsabilidad en el trabajo, la paz y reconciliación en el barrio, la participación en la vida parroquia, la solidaridad con los enfermos y los pobres.Si se ve posible y conveniente, cada parroquia podría programar una acción caritativa especial en este Año de la Fe, pues la fe se evidencia en las obras.

Acoger y aprovechar el Centro Arqui-diocesano de Nueva Evangelización, que empezará próximamente a pres-tar sus servicios como observatorio de la nueva evangelización, como escuela de nuevos evangelizadores y como instrumento para el diálogo entre fe y culturas.Convendría que en las Vicarías de Zona y en los Arciprestazgos se informara periódicamente sobre las diversas iniciativas que tienen éxito en las distintas parroquias para repli-carlas si se ve oportuno.Se podría pensar, como un fruto del Año de la Fe, en la posibilidad de unir fuerzas y recursos para construir o adecuar un centro de evangeliza-ción, que responda a nuestras nece-sidades pastorales.

Los invito a todos a la responsabili-dad y a la generosidad para vivir y aprovechar todas las oportunidades que nos ofrece este Año de la Fe. Concluyo con las palabras del Papa Benedicto XVI en Porta Fidei: “Con-fiemos a la Madre de Dios, proclama-da «bienaventurada porque ha creído», este tiempo de gracia”.

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PROGRAMACIÓN 2012

Espere en la próxima edición la programación para el año 2013

de la Palabra, por el sacramento de la penitencia y la dirección espiritual, por la celebración de la Eucaristía como centro de nuestra vida, por el creci-miento en la caridad pastoral y por la disponibilidad misionera.Fortalecer el servicio de la caridad en la Arquidiócesis y en todas las parro-quias, pues la fe sin obras está muerta. Hacernos, por consiguiente, más solidarios con las necesidades de los pobres, apoyar las institucio-nes de pastoral social que tenemos y trabajar con más empeño en la promoción humana y en la reconcilia-ción dentro de nuestra sociedad.

Sugerencias para la progra-mación del Año de la FeSin recargar inútilmente cuanto hacemos, se procurará en todas las parroquias, casas de formación, comunidades religiosas e institucio-nes eclesiales, según las necesida-des y posibilidades, realizar un progra-ma que permita vivir los propósitos del Año de la Fe. Se establecen especial-mente los siguientes momentos.

Queridos Hermanos en el Episcopado:

Con profundo gozo les doy la más cordial bienvenida a este encuentro de comunión con el Obispo de Roma y Cabeza del Colegio Episcopal. Agradezco las amables palabras de Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, con las cuales me ha hecho presente el afecto de los obispos, presbíteros, diáconos, comunidades religiosas y fieles laicos colombianos, así como las grandes líneas de la tarea pasto-ral que se está llevando a cabo en sus Iglesias particulares, que peregrinan en medio de las persecu-ciones del mundo y de los consuelos de Dios (cf. Lumen Gentium, 8).Su visita a los sepulcros de los prínci-pes de los Apóstoles, como bien lo saben, constituye un momento impor-tante para la vida de las circunscripcio-nes eclesiásticas de las que son pastores, porque consolida los víncu-los de fe y comunión que los unen al Sucesor de san Pedro y al entero cuerpo eclesial. También para el Papa esta es una ocasión de profundo significado, ya que en ella se expresa su solicitud por todas las Iglesias. Que su presencia en Roma sea, pues, una oportunidad para avivar la unidad efectiva y afectiva con el Pastor de la Iglesia Universal y también entre ustedes mismos, de modo que se intensifique en todos, y refuerce positi-vamente entre los fieles, aquel ideal que identifica a la comunidad eclesial desde sus inicios: «Tenía un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32).La historia de Colombia está indele-blemente marcada por la profunda fe católica de sus gentes, por su amor a la Eucaristía, su devoción a la Virgen María y el testimonio de caridad de insignes pastores y laicos. El anuncio del Evangelio ha fructificado entre ustedes con abun-dantes vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, en la disponibili-dad mostrada para la misión ad gentes, en el surgimiento de movi-mientos apostólicos, así como en la vitalidad pastoral de las comunida-des parroquiales. Junto a esto, ustedes mismos han constatado

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también los efectos devastadores de una creciente secularización, que incide con fuerza en los modos de vida y trastorna la escala de valores de las personas, socavan-do los fundamentos mismos de la fe católica, del matrimonio, de la familia y de la moral cristiana. A este respecto, la infatigable defen-sa y promoción de la institución familiar sigue siendo una prioridad pastoral para ustedes. Por ello, en medio de las dificultades, les invito a no retroceder en sus esfuerzos y a seguir proclamando la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida (cf. Discurso en la clausura del V Encuentro Mundial de las Familias, Valencia, 8 de julio de 2006). El Plan Global (2012 – 2020) de la Conferencia Episcopal de Colom-bia traza como objetivo general «promover procesos de nueva evangelización que formen discípu-los misioneros, animen la comu-nión eclesial e incidan en la socie-dad desde los valores del Evange-lio» (cf. n. 5.1). Acompaño con mi oración este propósito, que ya tuve la oportunidad de comentar al inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, pidiendo a Dios que, al llevarlo a cabo, los

ministros de la Iglesia no se cansen de identificarse con los sentimientos de Cristo, Buen Pastor, saliendo al encuentro de todos con sus mismas entrañas de misericordia, para ofrecerles la luz de su Palabra. Así, el dinamismo de renovación interior llevará a sus compatriotas a revitalizar su amor al Señor, fuente de la que podrán surgir caminos que infundan una firme esperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla en cada ambiente (cf. Discurso Inaugural, 2).Con espíritu paterno, consagren lo mejor de su ministerio a los presbíteros, diáconos y religiosos que están bajo su cuidado. Denles la atención que necesita su vida espiritual, intelectual y material, para que puedan vivir fiel y fecundamente su ministerio. Y si fuese necesaria, no ahorren con ellos la oportuna, clarificante y caritativa corrección y orientación. Pero, sobre todo, sean para ellos modelo de vida y entrega a la misión recibida de Cristo. Y no dejen de privilegiar el cultivo de las vocaciones y la formación inicial de los candidatos a las órdenes sagradas o a la vida religiosa, ayudándoles a discernir la verdad de la llamada de Dios, para que respondan a ella con generosidad y rectitud de intención. A este respecto, será oportuno que, siguiendo las orientaciones del Magisterio, propicien la revisión de los conte-nidos y métodos de su formación, con el deseo de que ella responda a los desafíos de la hora presente y a las necesidades y urgencias del Pueblo de Dios. Igualmente, es importante el fomento de una acertada pastoral juvenil, por medio de la cual las nuevas generaciones perciban con nitidez que Cristo las busca y desea ofrecerles su amistad (cf. Jn 15, 13-15). Él dio su vida para que tengan vida abundante, para que su corazón no se deje arrastrar por la mediocridad o por propuestas que acaban dejando el vacío y la tristeza tras de sí. Él desea ayudar a cuantos tienen el futuro por delante a realizar sus más nobles aspiraciones, para que aporten una savia fecunda a la sociedad, y así ésta avance por las sendas de la salvaguarda del medio ambiente, del ordenado progreso y la real solidaridad.A pesar de algunos signos esperanzadores, la violencia continúa trayendo dolor, soledad, muerte e injusticia a muchos hermanos en Colombia. Al mismo tiempo que reconozco y agradezco la misión pastoral que, muchas veces en lugares llenos de dificultades y peligros, se está realizando en favor de tantas personas que sufren inicuamente en su amada Nación, les animo a seguir contribuyendo a la tutela de la vida humana y al cultivo de la paz, inspirándose para ello en el ejemplo de nuestro Salvador y suplicando humil-demente su gracia. Siembren Evangelio y cosecharán reconciliación, sabien-do que, donde llega Cristo, la concordia se abre camino, el odio cede paso al perdón y la rivalidad se transforma en fraternidad.Queridos hermanos en el Episcopado, al asegurarles una vez más mi cerca-nía y benevolencia, los encomiendo a cada uno de ustedes a la protección materna de María Santísima, en su advocación de Nuestra Señora del Rosa-rio de Chiquinquirá. Que ella interceda por los ministros ordenados, los religiosos, las religiosas, los seminaristas, los catequistas y los fieles de cada una de sus arquidiócesis y diócesis, acrecentando en todos el deseo de amar y servir a su divino Hijo. A todos imparto de corazón una afectuosa Bendición Apostólica, prenda de copiosos favores celestiales.

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Discurso del Santo Padre Benedicto XVIal segundo grupo de obispos de Colombia en visita “Ad Limina Apostolorum”Sala del Consistorio del palacio pontificio de Castelgandolfo. Lunes 10 de septiembre de 2012

S.S Benedicto XVI

Un grupo de sacerdotes de la Arquidió-cesis de Medellín se reunieron entre el 16 y el 21 de septiembre en Ibiza, España para celebrar y compartir las diferentes experiencias pastorales en las comunidades donde cada uno de los integrantes lleva a cabo su labor de anunciar a Cristo. Este encuentro contó con la presencia del Arzobispo Monse-ñor Ricardo Tobón Restrepo, Monse-ñor Vicente Juan Segura, Obispo de la Diócesis de Ibiza, y el vicario de misio-nes el Presbítero Orlando de Jesús Ramírez.

El salmo 125 dice: “Porque al ir se va llorando, llevando las semi-llas, mas al volver se vuelve cantan-do, trayendo las gavillas”. Este acercamiento se da en medio de un ambiente fraterno; recopilar estas experiencias anima a seguir adelante, llena de fortaleza los corazones, y ratifica lo maravilloso que es el anuncio del Evangelio. Dios dijo: “Donde este mi servi-dor, allí estaré yo”. Sea esta una gran oportunidad para dar gracias a todos los hermanos sacerdotes de nuestra

Arquidiócesis, que oran por cada uno de nosotros, día a día el Señor nos da la fuerza necesaria para seguir la misión que ha sido encomendada. Concluimos que el anuncio de la Buena Nueva del Evangelio, es obediencia, es una forma más consciente, libre y generosa, al mandato de nuestro Señor: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación, y recuerden que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 17-20). Damos gracias a los Presbíteros: Álvaro González, Juan Fernando Gómez, Sergio Alberto Pérez, de los cuales recibimos un especial recibimien-to en Ibiza, agradecemos su generosi-dad, Dios les pague y les bendiga. Queridos hermanos en el sacerdo-cio, como nos decía el Señor Arzobispo en este encuentro “Hay que hacer silencio para escuchar a Dios” Cada uno de nosotros por una elección, hemos sido llamados desde el bautismo a participar de la gracia de Dios, de su plan de salvación que se realiza en Cristo. Que bueno que cada uno se concientizara de la necesidad de dar un poco de nuestra vida y de nuestro tiempo a la misión “ad gentes”, así muchos descubrirán el sentido de la

existencia y descubrirán también a Cristo como el mejor camino a seguir para alcanzar la salvación. Animémonos, oremos para que el Señor nos encuentre dignos para la misión “ad gentes”; no dejemos de orar por las misiones, por la vocaciones sacerdotales y religiosas, cuenten siem-pre con nuestra oración y amistad. Recuerden: “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre”. Somos sacerdotes de Cristo, “Él nos ha elegi-do, no por lo que somos, sino a pesar de lo que somos”. Que todo el bien que hacemos como misioneros, contri-buya a la gloria de nuestro Señor y a la felicidad de todos nuestros hermanos. Que la Arquidiócesis de Medellín, se sienta orgullosa de nuestra presencia misionera en el exterior, porque lo hace-mos en el nombre de Jesucristo, somos servidores y anunciadores del Evange-lio. Es una Misión que se vive y se recibe a través de la Iglesia y con la Iglesia. Que el Señor les bendiga siempre, y les recordamos con cariño.

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Si bien toda acción sagrada se convier-te en proclamación de la fe, en la celebración litúrgica se tienen dos formas rituales para que esta sea confe-sada. La primera se expresa con el Símbolo de la fe, también llamado Profesión de fe o Credo, y la segunda con las respuestas a las promesas de fe bautismales o su renovación. En la celebración de la Misa, luego de la homilía, en los domingos y en determinadas fiestas, viene indicado que se debe hacer profesión de fe, con el llamado Símbolo Niceno-Constantinopolitano, o también con el Símbolo de los Apóstoles El Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA), establece que en la etapa del catecumenado, el celebrante, junto con la comunidad de fieles, haga el rito de la Entrega del Símbolo recitan-do el Credo ante el candidato que se prepara para el bautismo, para poner así de manifiesto las grandes obras realizadas por Dios para la salvación de los hombres e iluminar así la fe del catecúmeno. Luego en la preparación inmediata al sacramento, el elegido

hace solemnemente la Recitación del Símbolo que ha aprendido y aceptado, de tal manera que la fe que confiesa con los labios y profesa en el corazón lo lleve a cumplir con las obras la voluntad de Dios, e incluso lo enseñe. Ulterior-mente en el rito del Bautismo, antes de proceder a la ablución con el agua, el que va hacer bautizado es interrogado por el celebrante con una de las fórmu-las de la Renuncia y sucesivamente con la triple pregunta de la Profesión de fe dimitiendo así explícitamente a Satanás y comprometiéndose con la palabra dada a servir fielmente a Dios en la Iglesia. La liturgia de la Confirmación comienza con la renovación de las promesas del bautismo y la profesión de fe de los confirmandos. En la celebra-ción de la Primera Comunión se conce-de la posibilidad de realizar las renun-cias al mal y la renovación de la fe para evidenciar así la unidad de este sacra-mento con los otros dos que conforman juntos la Iniciación cristiana. En la Unción de enfermos, cuando las condi-ciones lo permiten, y el sacramento es

precedido por la Penitencia y seguido por el Viático, se aconseja que el fiel haga la profesión de fe bautismal, con la que aviva y actualiza la fe que recibió en el Bautismo y la proclame ante la Iglesia. En la Vigilia Pascual acabado el rito bautismal, si lo hay, o después de la bendición del agua, los fieles son invita-dos a renovar las promesas del bautis-mo y después, son asperjados con agua bendita. De este modo se recuerda sacramentalmente cada año el propio bautismo, la alianza con Dios, el renaci-miento en Cristo y su Espíritu; el sacra-mento en que se renace al ser introducido-injertado por primera vez en el misterio pascual. Los diálogos de la renuncia y de la profesión de fe son los mismos que en la celebración del bautismo. En esa noche no se dice el Credo. Por otra parte, cuando se ha de admitir a la plena comunión con la Iglesia católica a alguien que fue bauti-zado válidamente, el ritual establece que éste ha de realizar ante la asam-blea litúrgica la profesión de fe, recitan-do igualmente el Símbolo Niceno-Constantinopolitano. El renovado ritual de exorcismo prescribe aun hoy la recitación del Símbo-lo de la fe durante este sacramental.

En el plano jurídico-eclesiástico, igualmente está establecido que quien va a asumir ciertos oficios, dignidades o cargos debe emitir personalmente la profesión de fe con la fórmula del Símbolo Niceno-Constantinopolitano y prestar además el juramento de fideli-dad con la fórmula indicada, como afirmación y aceptación de la fe en la tradición y el magisterio de la Iglesia, distinguiendo las diferentes actuaciones magisteriales, y la obediencia a las legítimas autoridades (cf. CIC 833). Por tanto, esta claro que cada una de estas fórmulas para decir “creo” en la celebración no se emplean indistinta-mente a gusto personal del ministro ordenado, o por el carácter subjetivo de la asamblea litúrgica, sino que su uso esta prescrito concretamente en los libros litúrgicos, según el rito que viene realizado. «Quien dice "Yo creo", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión en la fe necesi-ta un lenguaje común de la fe, normati-vo para todos y que nos una en la misma confesión de fe» (CEC 185).

P. GabrielJaimeMolina

P. FredyGuiralAcevedo

6 [email protected]

Es una religiosa de las Hermanas Dominicas de la Presentación, una comunidad de origen francés, funda-da por Marie Poussepin, cuyo caris-ma es estar al servicio de la caridad en las obras de educación, salud y promoción humana en el campo y en la ciudad. La hermana Cecilia hace parte del equipo de religiosos y laicos al servicio de la Misión Continental de la Arquidiócesis de Medellín, y allí, como discípula misionera, pone todos sus dones y cualidades a este gran proyecto de Iglesia hacia la Nueva Evangelización. Como buena paisa y envigadeña, proviene de una familia numerosa y muy cristiana, que se caracteriza por su tesón y empuje. Tiene 66 años de vida y 43 años de religiosa, es una mujer muy cualificada en procesos de forma-ción en catequesis, pastoral y Biblia, que pone generosamente todos sus conocimientos y experiencia al servi-cio de esta tarea eclesial; es una gran exponente de las verdades de la fe, las cuales comunica con propiedad, sencillez y amor de Iglesia; es recia en su carácter y firme en sus propósitos. Cabe anotar aquí, que la vida religiosa es el seguimiento evan-gélico de Cristo; es seguir a Cristo de una manera radical según el Evangelio, en pobreza, castidad y obediencia, en comunidad de vida

fraterna y apostólica. Por eso los religiosos en la Iglesia deben

ser hombres y mujeres del pueblo, que desde su

vocación y carismas específicos aportan su

pobreza y riqueza, su identidad y

profesión, su idiosincrasia y misión a la tarea evangelizadora.

P. JuanCarlosIsazaVelásquez

O.P.

Invito a los religiosos y religiosas a colaborar siempre con los obispos trabajando unidos a ellos, que son los responsables de

la pastoral y los exhorto a la obediencia sincera a la autoridad de la Iglesia.

…a tener como objetivo único la santidad, de acuerdo con las enseñanzas de sus fundadores.

S.S Benedicto XVI, discurso inaugural en Aparecida Brasil

VIDA CONSAGRADA AL SERVICIO DE LA MISIÓN CONTINENTAL

Nos dice el documento de Aparecida que “Los pueblos de América Latina y El Caribe esperan mucho de la vida consagrada, especialmente de su testimonio y aporte para fundar en Cristo una nueva sociedad”. (n. 224). Nos alegra mucho tener en nuestro equipo de Misión Continental a las hermanas de la Presentación, porque la colaboración que ellas prestan, en una labor sencilla pero profunda, enriquece y engrandece la tarea prioritaria de hacer que muchos vivan de verdad el Reino de Dios y su justicia. Hoy queremos resaltar el compromiso de la religiosa Ana Cecilia, que como dicen sus propias hermanas de comunidad, ella es una “Misionera comprometida con el anuncio de la Palabra entre los más pobres en sitios de frontera”. Ha sido superiora de muchas comunidades locales y ha participado en la formación de postulantes y novicias, profesas y laicos Dominicos de la Presentación. Ha sido siempre una estudiosa apasionada de las Sagradas Escrituras. La hermana Cecilia trabajó varios años en el Centro Arquidiocesano de Perdón y Reconciliación en Medellín. Actualmente, coordina la Comisión Técnico Pastoral en la Provincia de Medellín que apoya los diferentes frentes de la pastoral, y también hace parte del Equipo Base de la Misión Continental en nuestra Arquidiócesis. Con gran respeto quisiera hacer un llamado urgente y necesario a toda la vida consagrada que camina en nuestra Arquidiócesis de Medellín, hombres y mujeres, a que haya un redescubrimiento de la dimensión profética de la vida religiosa y una inserción mayor en el pueblo de Dios y en la vida arqui-diocesana. “Los consagrados y consagradas, en comunión con los Pastores, están llamados a ser espacios de anuncio explícito del Evangelio, principal-mente a los más pobres, como lo han hecho desde el inicio de la evangeliza-ción. Así colaborarán en la formación de cristianos discípulos misioneros y de una sociedad justa y humana” (D.A. n. 217). Y además a estar muy unidos en el gran proyecto de Dios: La Comunión, “La vida consagrada está llamada a ser experta en comunión dentro y fuera de la Iglesia. Su misión está inserta en la Iglesia particular y en comunión con el obispo. Para ello hay que crear cauces de colaboración y conocimiento mutuos” (D.A. n. 218). Que el testimonio de entrega de la hermana Ana Cecilia y de otros religio-sos que han obedecido y escuchado el llamado de nuestro Pastor, Monseñor Ricardo Tobón, a trabajar por la Nueva Evangelización, nos sirva a todos y en especial a los religiosos y religiosas para que como discípulos misioneros de Jesucristo respondamos de manera desinteresada y comprometida con este acontecimiento eclesial: somos parte de una Iglesia que nos necesita, somos don de Dios que ha de entregarse, somos Iglesia Misionera.

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La nave / La Iglesia el árbol maestro / la cruz el monigrama / IHS el sol / la Eucaristía

Sobre un campo cuadrado, enmar-cado, se representa simbólicamente una barca –imagen de la Iglesia- en navegación sobre olas apenas insinuadas gráficamente cuyo árbol maestro es una cruz que iza las velas con signos dinámicos que realizan el monograma de Cristo; el fondo de las velas es un sol que asociado al monograma hace referencia también a la eucaristía.

Significado del logoTipsitos de fe

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Durante el recorrido por la vida nos hemos encontrado con personas que tienen trastorno del humor, si es que no somos nosotros mismos. Sus comportamientos se caracterizan por:

Ser poco o nada colaboradoresHostilesSiempre a la defensiva o atacan-do a los otrosSus sentimientos hacia sí mismo son de inutilidad, tonto, indeciso, sin autoconfianzaCon sentimientos de culpa agobiadoresDelirios de arruinadosSe sienten desamparados, desprotegidos, no tienen esperanzasCon poca energía, siempre cansadosSu movimiento o forma de hablar es lentoNo tienen proyecto de vida, ni a corto ni a largo plazoNo les provoca comer, excepto carbohidratos (dulces, chocola-tinas, harinas), por eso aumen-tan de peso.Tampoco tienen deseos sexua-lesEl sueño está alterado, cuando se acuestan rápidamente se duermen para despertar muy pronto y no volver a recuperar el sueño, solo lo logran en el preci-so momento que es la hora de levantarseMucha dificultad de dar del cuerpo Ven la vida como cuando uno se mira en un espejo empañado

Al convertirse estos sentimientos negativos en un estilo de vida, un modo de ser, de estar, entonces podemos decir que la persona está enferma. Y esta enfermedad se llama depresión, melancolía. O sea la incapacidad de experimentar placer. Para los médicos basta cuatro de estos factores que enumeré y que tengan un periodo de más de dos semanas de haber tomado posesión en el paciente. Existen dos tipos de depresión. Una de ellas se caracteriza por periodos alterados de alegría para

P. RafaelPosadaSoto

[email protected]

luego pasar a la tristeza. Esta varie-dad es llamada “Bipolar” o “Maniaco Depresiva”. Es más común en las mujeres que en los hombres. El episodio de la alegría es más corto que el de la depresión. Es muy raro que se dé única-mente el periodo de la alegría sin seguir el periodo de la tristeza. Los episodios de la alegría van desde: leve, moderado e intenso. (Pero decir leve no significa que el tono de la alegría pase desapercibido y que no afecte al paciente ni a su entorno familiar y social). El tono de la emo-ción se sube para luego bajar, igual como se sube la espuma de la cerveza para luego bajar.Sus manifestaciones son:

Aparece una exaltación a la vitalidad, no hay qué, ni quién los canse y/o detenga, si lo detienen se pone agresivoFuga de ideasUn impulso inagotable a hablar y a moverseUna exagerada confianza en sus propias capacidadesEl enfermo tiene hacia sí mismo una desmesurada autoestimaCreen poseer en el área de su profesión una gran cantidad de conocimientos por encima de sus colegas o compañeros de trabajoHallarse en magnificas relacio-nes con personas importantesHacen lo imposible por tomarse fotos o tener algo en común con personas distinguidas en su medio o en el mundo

La alegría de estos enfermos es contagiosa, aunque a la larga, su verborrea, actividad desenfrenada, ocurrencias chistosas y eróticas, terminan por hacerse intolerantes; por otra parte su exagerada confian-za en sí mismos y su falta completa de inhibiciones los conducen a cometer errores gravísimos y dispa-ratados en los negocios, cometen toda clase de desenfrenos en el terreno sexual, pierden el pudor, a causa de ello hay mucho embarazo no deseado y paternidad irrespon-sable, quiebras económicas, divor-cios, aparecen matrimonios, etc. Para después entrar en un cuadro

de depresión agobiados por la culpa y la vergüenza a causa de los com-portamientos anteriores. El segundo tipo de depresión es unipolar, no tiene periodo de alegría únicamente tristeza. La causa de la depresión tanto unipolar como bipo-lar son multifactoriales, entre ellas:La más común estrés, por perdida de trabajo, de libertad, fracasos económicos, desengaño amoroso, duelo por la muerte de un ser queri-do, víctima de injusticias, acciden-tes, daños morales, malas noticias, desplazamientos forzados. Cómo ignorar que en nuestra ciudad no hay depresión si todas estas condi-ciones de vida la ha vivido nuestra población. La herencia es otro factor que contribuye en la enfermedad. El gen responsable parece estar en el cromosomas 11. Factores bioquímicos, esta enfermedad tiene un desequilibrio en una sustancia química producida en el cerebro (serotonina). Esta sustancia ayuda a conciliar el sueño, regula el consumo de carbo-hidratos (dulces, harinas, chocola-tes), mejora el estado de ánimo, ayuda a relajarnos, mejora la concentración, reduce los estados de agresividad, enojo, contribuye al apetito sexual, y cuando el cuerpo no produce la suficiente serótina produce todos los efectos contra-rios. Existe otra causa que es esta-cional, uno de los elementos que forma la serotonina necesita de la luz solar. Personas que viven donde hay estaciones durante el invierno se deprimen. Entre nosotros perso-nas que heredaron la depresión con personalidad vulnerable al fracaso, con baja autoestima, fácilmente se deprimen si viven en lugares fríos, lluviosos o encerrados con poca luz solar. También el posparto contribuye a la depresión. Muchas madres entre los 2 o 3 días después del parto presentan un estado de ánimo de tristeza inexplicable con llanto, irritabilidad y ansiedad. Hay enfermedades que dan depresión entre ellas: lupus, hipoti-roidismo, la esclerosis múltiple, problemas cardiacos, algunos tipos

de cáncer como el carcinoma de la cabeza del páncreas, ulcera, colitis, y cualquier enfermedad que se prolongue por mucho tiempo. Existen drogas que producen depresión si se abusa de ellas, como los corticoides, analgésicos y antiinflamatorios. Y un dolor crónico también da depresión. Cuando vamos donde el médico solo le hablamos de los síntomas físicos, rara vez le hablamos de las emociones. Tanto el médico como el enfermo pasan por alto el estado de ánimo y se deja a la persona sufriendo, con riesgos de suicidio, abortar el trabajo, el estudio. Si a un enfermo orgánico le dio depresión, la recuperación de la enfermedad se hace muy difícil, pierden defensas y el paciente no es colaborador. Y si esta enfermedad tiene dolores se hace mucho más intenso el dolor. Generalmente muchos de estos pacientes acuden donde el sacerdo-te por los sentimientos de culpa que viven, debido a los errores que cometen, su pérdida de fe y de esperanzas, la agresividad y las faltas morales. Por esto considero importante que el sacerdote identifi-que el cuadro de la depresión, y así mismo, a quien la está sufriendo y/o familiares, amigos para que lo remi-tan al médico. A los médicos les digo que uste-des centran su atención en la enfer-medad orgánica y pasan por alto la detección de la depresión. Recuer-den que la depresión no solo requie-re tratamiento por su razón de ser sino porque ésta afecta desfavora-blemente el curso de la enfermedad que se está tratando. El psicólogo tiene mucho que hacer aquí escuchando al paciente y aplicando la psicoterapia indicada. El tratamiento adecuado es interdisciplinario: El sacerdote en lo espiritual por los indicadores que di en la parte moral y los sentimientos de culpa; el psicológico por las emo-ciones negativas y el médico por la parte fisiológica como el control de la serotonina que se maneja con medicamento. Con este enfoque recuperamos una vida placentera, donde se beneficia la persona, la familia y la sociedad.

(AMADO NERVO)

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San Luis Beltrán nació el 1 de enero de 1526 en Valencia España. Fue bauti-zado en la misma pila que san Vicente Ferrer. Ambos eran parientes, aunque vivieron épocas diferentes. Su padre era un notario del Reino de Valencia y gozaba de mucha fama y reconoci-miento, su madre Juana Ángela era una mujer buena y cristiana. Este hombre es de temperamento aventu-rero y buen lector. En plena juventud sale camino de Santiago, ya que sabía de la tradición de los peregrinos que buscaban por este medio gracias especiales de Dios, pero un familiar cuando lo ve en pleno “camino” le obliga a volver a la casa paterna. El regaño de su padre sirve de poco, porque luego parte al convento de los padres dominicos cuyo estilo de vida quiere llevar. Su padre quiere impedir tal decisión y lo logra. Pero a los 18 años de edad, Luis vuelve al convento, su padre ya no logra impedir tal deci-sión y al final recibió el hábito de santo

P. Alexander ParejaBotero

Domingo, en el convento de Valencia, de manos de fray Juan Micó. Después el destacado obispo santo Tomás de Villanueva le confirió la ordenación sacerdotal en 1547. Al final su padre exclama: «Hijo mío, una de las cosas que en esta vida me ha dado más pena ha sido verte fraile; y lo que hoy más me consuela es que lo seas». Fray Luis supo de la necesidad de predicadores en América, por lo que se unió a una misión que se emprendía en el año de 1561 que venía a Carta-gena, no sin antes vencer las oposicio-nes de los familiares y amigos que no deseaban que se marchara. Cuenta la historia que el 2 de abril de 1562 salió de Sanlúcar de Barrameda, por el clima se refugiaron en Cádiz, algunos días y después siguieron su trayecto-ria, llegó la misión a mediados de julio de 1562. Los frailes fueron recibidos en el convento de San José y luego asignaron a fray Luis a las doctrinas de Tubará, Mompox, Santa Marta, Cipa-cua, Paluato, Usiacurí, Turbaco, Maha-tes, Malombo y Barnoa. Dios le conce-dió a este hombre grandes carismas especiales tales como el don de lenguas, por su capacidad para la predicación, el de profecía y el de hacer milagros. Gracias a estos dones y a la gracia de Dios, tuvo nuestro santo un contun-dente éxito en la evangelización de los indígenas. Bautizó alrededor de unos

quince mil naturales. Era el tiempo de hacer cristianos en grandes masas. Su influencia se hizo sentir desde Maracai-bo hasta el Istmo de Panamá. También les predicó a los caribes, quienes lo intentaron matar, visitó además las Islas Vírgenes y San Vicente. Fray Luis Beltrán sufría mucho al ver la mala conducta de los españoles. Trató de señalarles sus errores y les pidió que no maltrataran a los indíge-nas. Los colonizadores y los naturales que no querían aceptar el cristianismo, lo calumniaron, le mataron a su mona-guillo Luisito e intentaron envenenar al dominico con una bebida, pero al momento que hizo la señal de la cruz se rompió el recipiente. El método misionero de San Luis era muy simple. Cuando todo se ponía en contra, cuando fallaba su salud, cuando ya no podía más, cuando los indios no se convertían, unas cuantas horas o días de oración y de disciplinas introducían en su miserable acción la acción de Cristo, y todo iba adelante con frutos increíbles. Fray Luis se metía por campos y montes, caminos y selvas, como un pobre de Dios, «sin bolsa ni alforja» (Lc 10,4), confiado a la Providencia, a lo que le diesen para comer, y nunca quiso aceptar aquellos regalos, dinero o alimen-tos que muchas veces querían darle para que pudiera seguir adelante más seguro.

Después de un largo tiempo de aventuras apostólicas Fray Luis está ya al final de su tiempo en América. Su salud, realmente, está hecha una miseria, luego de algunas dificultades que surgieron fray Luis pidió al padre General licencia para regresar a España, y la obtuvo. Muere el 9 de Octubre de 1581 El papa Paulo V beatificó a fray Luis el 19 de julio de 1608 y Clemente X lo canonizó el 12 de abril de 1671. Alejandro VIII lo nombró patrono del Reino de Nueva Granada y el capítulo provincial de Colombia lo nombró su titular el 21 de noviembre de 1953. Su fiesta se celebra el 9 de octubre.

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Qué gran diferencia existe entre el pensamiento de Dios y el pensamiento de los hombres; entre la disposición de Jesús y la de los discípulos; entre lo que Jesús hizo por nosotros y nuestras propias aspiraciones. Hay mucha diferen-cia como la hay entre querer mandar y querer servir, o entre querer dominar o querer rescatar al otro aún entregando la propia vida. Casi siempre resulta más pretencioso el mandar, el dominar, el querer estar por encima de los demás y el querer ocupar los mejores puestos.

“¿Y tú qué puesto quieres ocupar?”... acostumbramos pregun-tar a los niños cuando aún ni siquie-ra saben muy bien lo que es «ser mayor». A veces pretendemos respuestas rápidas e inmediatas y caemos en el engaño de creer que ser personas es tener prestigio, poder, que todos se fijen en uno... cuando el niño responde que quiere ser médico, astronauta, futbolista... está diciendo que entiende que para los mayores lo realmente importante

es tener una posición de prestigio, un nivel social elevado o ganar los millones. Cuando los discípulos de Jesús se ponen delante para expresarle la petición sobre sus deseos Él les da su respuesta. Podemos ver también reflejada en la escena cuántas veces nos ponemos postrados ante El para pedirle tantas cosas, tantas aspira-ciones, tantas necesidades como nos hemos creado. Y la respuesta de Jesús será tan clara como la que les da a sus discípulos: primero, la cruz; y después, ese proyecto de vida tan hermoso pero tan difícil: vivir desde el servicio permanente al otro. En un lenguaje sencillo y delicado podríamos preguntarnos ¿Que signifi-ca ser servicial? varias serian las respuestas: estar atento a las necesi-dades del otro; dar sin esperar recom-pensa ni agradecimiento; estar alegres cuando hacemos algo; abrir bien los ojos para descubrir las nece-sidades del hermano; saber escuchar; compartir hasta el más pequeño esfuerzo del otro.

Los otros discípulos presentan una actitud más negativa y a lo mejor en eso no nos fijamos, se ponen rabiosos, se indignan, como si aque-llos dos hubiesen pretendido robarles el puesto. En realidad ocurre que ven que las aspiraciones de sus compañe-ros chocan con las suyas propias... y ahí surge la envidia y el rencor. Nadie se pelea por ocupar la posición de esclavo de los demás, casi nadie pelea por barrer la iglesia, casi nadie pelea por los puestos más malos del estadio, ni del bus. Las luchas, las envidias y los odios entre los hombres surgen siempre por los puestos de poder. Ahí es donde surge el conflicto. Y ahí es donde puede que también nos encontremos con nuestros propios conflictos. En tu trabajo, en tus estudios, en tus amistades... párate a pensar cuántas veces la envidia es en realidad ese gusanito interior que va comiéndote y que te está provocando esos sentimientos que te impiden vivir al otro como un hermano y sentirle como un rival.

“Los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan le dijeron a Jesús: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: No sabéis lo que pedís”.

San Marcos, cap. 10.

12 3ACERCA DE LOS

PRIMEROS PUESTOS

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Aún en los momentos más aciagos es preciso mantener la confianza en un mejor mañana, como motor para encarar el reto cotidiano de levantarnos y echar a andar el mundo, de ejercer el paso por esta tierra y dejar en ella nuestra simiente. Ese hilo de esperanza es el que vuelve a tejer nuestra sociedad de cara a la negociación política entre el estado colombiano y la guerrilla, que comienza ahora de manera oficial. Y comienza, entre otras cosas, con el reclamo de cientos de fami-lias para que haya verdad y se sepa qué pasó con sus secuestra-dos, con el pesimismo de muchos y hasta con el afán de algunos de que se repitan fracasos. Pero a pesar de las incertidumbres hay que tener presente que la paz siempre será una buena noticia. Es el mensaje esencial de la nueva

época. Por eso, a riesgo de pare-cer ilusos, debemos apostarle siempre a esa ilusión sin perder la perspectiva ni caer en la ingenui-dad. Entender que la paz es una urgencia y que desde lo cotidiano podemos y debemos aportarle, porque se trata de una construc-ción permanente y colectiva. Es obvio que no será fácil. Si lo fuera ya estaría hecho. Son muchos los intereses que corren en contra. También es claro que el camino estará lleno de piedras, es lo menos que puede esperarse cuando se avanza con el enemigo. Justamente por lo distintos que somos, por las heridas abiertas, por la dificultad que entraña, es que hay que aportarle a la negocia-ción. Pero como han advertido algunos, no se puede olvidar que no se están negociando con amigos en un ámbito privado, sino

todo lo contrario, con enemigos sangrientos en el campo de lo público. Eso implica mantener la templanza y esforzarse por perma-necer en la mesa hasta que haya acuerdo, no dejarse tentar por el odio ni vencer por la crítica. La apuesta es cambiar la certeza diaria del odio y la guerra por la incertidumbre de una paz a la que hay que alimentar todos los días como un mandato perentorio y un compromiso con las siguientes generaciones. Responsabilidad de época, sobre todo para quienes tienen el encargo de negociar en esas condiciones, sin suspensión previa de hostilidades como sería lo deseable. Pero también una responsabilidad social compartida para imaginar un escenario más amable detrás de la cortina del proceso. Es preciso para todos mantener la ilusión y entender sin rodeos que el asunto será complejo y que aún si termina con la firma de un acuerdo de paz, no significa que al día siguiente viviremos en un

paraíso de ríos de miel. En ese momento soñado se hará más necesario el apoyo de la sociedad organizada, las ONG, la iglesia y la comunidad internacional para poner a funcionar el talento y cons-truir la paz. Mejor dicho, la anhela-da firma no será el fin sino el comienzo de la paz, y eso requiere el compromiso de todos los mati-ces y todas las ideologías, para edificar desde la diferencia, bajo el entendido de que la paz no es la ausencia de conflictos sino la deci-sión de asumirlos con inteligencia.

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La paz sea con nosotros

HenryHoracioChaves

Viktor Emil Frankl, estando a las puertas del campo de concentra-ción Auschwitz, fue despojado de todo cuanto llevaba consigo. Ahora sólo le quedaba su existen-cia literalmente desnuda y, con ella, algo que jamás podrían quitarle, “su libertad interior”; es, entonces, cuando decide que no se suicidará en su cautiverio y que hará todo lo posible para salvarse dignamente (Restrepo Ancízar, V. E. Frankl y la teoría logo-terapéutica, Medellín, UPB, 2002, pp. 29-30). De igual manera, en un acto de honestidad personal es factible que, para cualquiera de nosotros, un encuentro a profundidad con “mi desnudez personal” opere un cambio radical y provechoso. Pero, mi capacidad de decidir, mi libertad de voluntad, puede orientarse de dos maneras: Mirando hacia afuera o mirando hacia el interior. Y, aunque parece muy evidente que, el ser humano, necesita hacer silencio para escucharse, que nece-sita encontrarse a solas consigo mismo para responder a los básicos interrogantes de su vida, que sólo el que mira su interior logra comprome-terse con su realización y con el camino hacia su plenitud de vida, el hombre de hoy, a veces, está muy saturado de exterior y muy empobre-cido de interior. El hombre requiere dirigir su mirada hacia la profundidad de su ser y de su existir para percatarse de su más genuina verdad, la verdad sobre sí mismo, en el seno fecundo de su propia realidad. ¿Por qué?

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Porque, el hombre que mira hacia el interior, no se pregunta simplemente por la existencia de los otros o por la existencia de las cosas sino que se interroga por su propia naturaleza, por la razón de su existencia, por su razón de ser y por su personal com-promiso en su paso por el mundo; no se pregunta tanto por lo que es capaz de hacer cuanto por lo que está llamado a ser, por lo que está llama-do a hacer, por “su misión o tarea de vida”, por su “Proyecto de vida”. Por supuesto que, mirar hacia nuestra realidad fundamental, exige una gran sutileza y un gran valor; implica una muy sabia actitud para leer nuestro ser y nuestro existir, para leer nuestra vida como “don” y como “tarea o misión”. Es por esto que, este fértil encuentro consigo, mismo, configura un reto que asusta, y muchas veces, se evade; la idea de meditar, reflexionar, analizar, interro-garse a sí mismo, en total desnudez personal, puede aturdir a muchos. En un mundo cada vez más diseñado para distraernos, el silencio y la quie-tud espiritual humana o religiosa se dificultan, y fácilmente, optamos por escapar del más fundamental conoci-miento de sí mediante el ruido y las ocupaciones frenéticas. Por eso, a veces, evitamos hacernos las preguntas de absoluta e inaplazable necesidad acerca de quiénes somos verdaderamente pues agobia el miedo a descubrir que existe otra

No basta oír con atención la Palabra de Dios, es necesario, también compren-derla, aplicarla a la vida. Las mismas situaciones de injusticia e irrespeto, tan comunes en el tiempo de Jesús, acon-

realidad distinta de la externa y que compromete nuestra existencia. En los siglos XX y XXI, la ciencia se ha desbocado en un desarrollo explosivo y, cada vez, apunta más a convertirse en el dios de muchos y muchísimos. Lo que antes era un sueño para los científicos ahora son amplios saltos para la prosperidad biológica, psicológica y social pero, también, pueden conducir a olvidar o aplazar las preguntas fundamenta-les del hombre y a lastimar su huma-nidad; podemos correr el riesgo de que, cada vez más, se satisfagan mayor número de necesidades pero se frustre, finalmente, al hombre en su humanidad, en su capacidad de buscar y encontrar su sentido de vida, en su capacidad y responsabili-dad para asumir el sentido de su existencia. No por satisfacer maravillosa-mente sus necesidades psicofísicas el hombre da respuesta, necesaria-mente, a sus necesidades más humanas y religiosas. La ciencia va llevando al hombre a conocer o el inmenso espacio o el pequeño átomo pero, no necesariamente, lo ha conducido a explorar y conocer su propio mundo interior, a comprome-terse desde su propio mundo interior con su mundo externo, físico y humano. Vale preguntarse: ¿Qué antropología, qué visión de hombre, acompaña a la ciencia? No por revo-

P. AncízarRestrepoToro

P. Carlos MarioHincapiéPérez

la vida. Es Jesucristo, ese testigo que nos habla por boca del predicador, persona como nosotros, con valores y defectos. De igual manera, el cristiano auténtico, presta atención al mensaje transmitido por la Biblia y lo actualiza. La persona que nos habla en nombre de Dios, nos transmite el mensaje de Dios. La Homilía expuesta con claridad y sencillez, integra los acontecimien-tos bíblicos, a los hechos de la vida concreta de la comunidad y expone lo esencial del mensaje. La homilía es una conversación de familia; presenta a la comunidad la

propuesta de Jesucristo, para la vida concreta. Aplica el mensaje a las necesida-des de cambio; incentiva el esfuerzo de la conversión personal y de expe-riencia comunitaria según los valores del Reino. En todo caso, la homilía es una invitación de Dios, a través del sacerdo-te, a seguir el camino del Evangelio que, nos llama a la conversión, a tomar la vida con seriedad y luchar todos los días, por hacer presente, en este mundo, los valores del Reino de Dios.

tecen hoy, en situaciones parecidas. Es el sacerdote el que se encarga de explicar el sentido de los mensajes del Evangelio. Son esos mensajes, impregnados de verdades, los que nos orientan e indican el camino que hemos de seguir. Denuncian situaciones y actitu-des contrarias a la vida cristiana. El verdadero cristiano, escucha, compren-de y se esfuerza por practicar la Palabra de Jesucristo, transmitida por los textos bíblicos. La homilía invita a la conversión, al cambio de vida; es el anuncio de la conversión, mediante el testimonio de

Encontrarme conmigo mismo, con mi realidad íntima personal, debe:

Despertar gratitud y no egolatría.Generar alteridad y no narcisismo.Estimular voluntad de servicio (solidaridad) y no egoísmo posesivo.Despertar humildad objetiva contra soberbia por presunción.Engendrar, espontáneamente, princi-pios de vida ética y moral. Fecundar mi sentido de vida y comprometerme con mi proyecto de vida.Colocarme responsablemente ante a mí, ante el otro y ante el OTRO.

lucionar el mundo extrapsíquico, el mundo exterior al hombre, se revolu-ciona el mundo intrapsíquico, el mundo interior del hombre (Cfr. Cury Augusto Jorge, El maestro de los maestros, Bogotá, Paulinas, 2003, pp. 56-58). Un hombre que sólo soporta su vida sobre valores externos es tan débil como un edificio sin fundamen-tos. Así como no son renunciables la libertad y la responsabilidad, tampo-co es posible renunciar a la propia identidad y a la capacidad de dirigir con auténtica libertad y responsabili-dad la propia vida. Los valores exter-nos y universales están llamados a ser luces o guías para explorar los valores rectores de mi vida.

Mi desnudez personal

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En el diccionario y en el lenguaje coloquial, trabajo es la obra, resultado de la actividad humana; es el esfuerzo aplicado a las cosas por un agente; es ocupación retribuida. En clave antropo-lógica y sociológica, Erich Fromm define el trabajo en su libro Marx y su concepto de hombre como “la autoexpresión del hombre, expresión de sus facultades físicas y mentales individuales” para salir de sí mismo y frente a otros y con otros concretar esa energía en obras o bienes de uso y de cambio que afectan tanto lo personal como lo social. Con esta acción el hombre enfrenta los desafíos de la naturaleza, de la socie-dad, de la vida y responde transformán-dolos. El trabajo, entonces, vuelve al hombre más humano, más persona humana. Pero aquí se trata de un traba-jo liberador, creativo, responsable, pues también hay un trabajo alienante, humi-llante y empobrecedor. La dignidad del trabajador y, por lo tanto de su trabajo están inscritos en lo más íntimo de nuestra personalidad y en el modo de ser social como bien se señala en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia en el numeral 272: “El trabajo humano no solamente proce-de de la persona, sino que está también esencialmente ordenado y finalizado a

EquipoPastoral

Profesional

ella”. Sobre este mismo tema Juan Pablo II en la Encíclica sobre el Trabajo Humano, afirma que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo, al indicar que «la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo realizado por el hombre —aunque fuera el trabajo “más corriente”, más monótono en la escala del modo común de valorar, e incluso el que más margina—, sigue siendo siem-pre el hombre mismo”. En el horizonte secular la OIT (Organización Internacional del Traba-jo), organismo de las Naciones Unidas creado en 1919 y agregado como agen-cia especial a ésta en 1946, que funge como “la institución mundial responsa-ble de la elaboración y supervisión de las Normas Internacionales del Traba-jo”, viene recientemente abogando por el trabajo decente a causa de la precari-zación (“se refiere a la inseguridad, incertidumbre y la falta de garantía de condiciones socioeconómicas mínimas y suficientes para una supervivencia digna que afecta a los trabajadores y repercute en su entorno familiar y

social”) del mismo debido a que en la actualidad, como antes, se siguen anteponiendo las cosas sobre las perso-nas. Precisamente su director de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, el chileno Juan Somavía (1999) introdu-jo el concepto de trabajo decente, queriendo aludir con ello a “un concepto propuesto por la Organización Internacio-nal del Trabajo para establecer las carac-terísticas que debe reunir una relación laboral para considerar que cumple los estándares laborales internacionales, de manera que el trabajo se realice en condi-ciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana.” Alejarse de tales estándares significa el desconocimiento de los derechos humanos y del libre desarrollo del trabajador en concordan-cia con su vocación humana que implica ser más plenamente humano (digno, pacífico, demócrata, solidario y feliz). Este año la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se llevó a cabo el 7 de octubre, propuso hacer un énfasis específico al Trabajo Juvenil, ya que los jóvenes hacen también parte de esta

problemática especial en la que, según la OIT, se prevé que el número de desempleados en 2012 sea de 200 millones y que aumente hasta alcanzar los 206 millones en 2016. En este marco de ideas, la Iglesia apoya y acoge este tipo de iniciativas tendientes a humanizar y dignificar la realidad del trabajo porque considera “el trabajo clave de la cuestión social”, como lo exponía muy bien Juan Pablo II en la Laborem Exercens. La invitación es que todos aboguemos para que en nuestra sociedad no sólo haya trabajo, sino Trabajo Decente. Seamos sensi-bles, pues, a la realidad de tantos traba-jadores en el mundo y en Colombia que enfrentan condiciones laborales muy precarias y unámonos a esta campaña que nos llama a comprometernos a favor de un trabajo digno, la defensa de los derechos de los trabajadores y la promoción de una legislación que favorezca el trabajo decente.

PARA TODOS

departamento de la pastoral de las comunicaciones

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Desde tiempo inmemorial la inmensa mayoría de los fieles cristianos tiene una noción, que aún perdura hoy, considerar la Liturgia como un conjun-to de ceremonias, cantos, ritos y rúbricas que el celebrante realiza durante la celebración de todos los actos eclesiales. Tanto las conclusio-nes del Concilio Vaticano II como las exigencias de nuestro tiempo piden, con todo rigor, reemplazar la anterior percepción por el verdadero espíritu litúrgico, verdadero camino a Dios. La Sagrada Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y la fuente de donde emana toda su fuerza (Concilio Vaticano II). Cumbre, vale decir, es el contacto auténtico con el Señor. Fuente, pues el Señor está presente en medio de la Iglesia. De todo ello se desprende que el objetivo del Vaticano II no es solamente cambiar ritos, textos y acciones, sino promover en los fieles

una educación que tenga la sagrada Liturgia como su cumbre y su fuente. Surge entonces una pregunta: ¿existe de verdad un auténtico Espíri-tu Litúrgico? Si la respuesta es afirma-tiva, ¿de dónde proviene? En el aula conciliar de diciembre 4 de 1963 Su Santidad Pablo Sexto expresó: “Dios en primer lugar, la Liturgia fuente prima-ria de nuestra comunicación con Dios”, y esa comunicación con Dios debe alejarnos de todo cuanto en el mundo nos rodea para conceder al Supremo Dios asilo permanente en nuestra alma. Así cuando el corazón se levanta a los misterios celebrados busca la compren-sión de de estos misterios y los aprove-cha de un modo maravilloso. Pero la pregunta persiste: ¿de dónde surge ese espíritu litúrgico? Veamos, el celebrante en actitud orante, de entrega permanente a Dios, alejado de toda superficialidad, brota expontáneamente un espíritu de

ESPÍRITU LITÚRGICOverdadera oración al Padre Dios. Los fieles que asisten al acto, contagiados por aquella entrega libre de toda adversidad, penetran en su corazón la sublimidad de la oración y brota en ellos un sentido de solemneadoración-que unido al espíritu del celebrante forma un acto solemne de unidad en adoración, reconocimiento y santifica-ción al nombre de Dios, conformando así el fundamento de la Liturgia, que significa simplemente hacerse Dios presente entre nosotros. A todo ello lo llamamos Espíritu Litúrgico que debe fomentar el sentido de lo sagrado y hacerlo resplandecer. Cierto es también que las celebra-ciones litúrgicas muchas veces se arriesgan a ceder al formalismo, a la rutina, incluso a terribles vacíos que rayan con la vulgaridad, si no están animadas de un auténtico espíritu contemplativo que busque lo sagrado a través de lo sensible y externo. En

un verdadero cristiano todo ello debe evitarse, pues como Juan Pablo II no dice: “puesto que la Liturgia es el ejercicio del Sacerdocio de Cristo, es necesario mantener constantemente viva la afirmación del discípulo ante la presencia misteriosa de que Cristo ES EL SEÑOR”. Cuando aún era Cardenal, el actual Pontífice Benedicto XVI afirmó: “Debemos recuperar la dimensión de lo sagrado en la liturgia porque la Liturgia no es festival, no es placente-ra. La liturgia es el hacerse presente del Dios entre nosotros, es la zarza ardiente y es la alianza de Dios con el hombre en Jesucristo muerto y Resu-citado”. Cuántas cosas más podríamos decir sobre el fundamento de la sagra-da Liturgia. Bástenos por ahora lo antes escrito, buscando con ello que todos nuestros actos litúrgicos estén revestidos del verdadero sentido de reconocimiento y adoración al Padre Dios, que se hace presente de verdad en nuestro diario vivir. Para ÉL TODA ADORACIÓN Y GLORIA.

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La Fundación Arquidiocesana Banco de Alimentos es una institución sin ánimo de lucro que presta un servicio humanitario, con el objetivo de contribuir desde el mejoramiento alimentario y nutricional al bienes-tar de las personas en situación de vulnerabilidad, niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y enfermos, atendidos por diferentes instituciones sociales y programas parroquiales en el departamento de Antioquia. Recolectamos y recuperamos alimentos y otros productos de la industria y el comercio, evitando así el desperdi-cio, luego se realiza un proceso de selección para que puedan ser distribuidos de manera organizada y digna entre los beneficiarios. Actualmente canalizamos más de 97 toneladas mensuales de alimentos, que nos permite atender más de 200 entidades sociales que benefician en promedio 20.000 personas al mes. Nuestra visión es atender en el 2015 a 70.000 perso-nas. Para eso contamos con proyec-tos de alto impacto social, además garantizamos un adecuado manejo de los recursos de los proyectos que llevamos a cabo, para hacer

M. RodrigoDurangoEscobar

El matrimonio rato y consumado, al que le hemos dado la característica de indisolubilidad por su propia naturaleza, puede ser objeto de estudio en cuanto a su validez original si la convivencia establecida por razón de la esencia misma matrimonial no ha cumplido sus objetivos propios de bienestar de los cónyuges y de procreación de los hijos; esto puede suceder cuando los proble-mas que se presentan tienen sus raíces de manera grave en la estructuración de la personalidad de uno o de los dos contrayentes. Sin embargo la Iglesia, mediante los tribunales eclesiásticos, tiene la tarea de salvaguardar primero la unidad e indisolubilidad del matrimo-nio teniendo en cuenta el respeto a la palabra dada y sólo por causas graves y bien probadas llegar a la declaración de nulidad de los matrimonios. Lo decía el Beato Juan Pablo II en su discurso a la Rota Romana el 29 de enero de 1982: “Vuestra primer tarea al servicio del amor será reconocer el pleno valor del matrimonio, respetar de la mejor

manera posible su existencia, proteger a quienes éste ha unido en una sola familia. Será por consiguiente por motivaciones válidas, por hechos probados que se podrá poner en duda su existencia y declararlo nulo. El primer deber que os incumbe es el respeto del hombre que ha dado su palabra, ha expresado su consentimiento y ha hecho casi una entrega total de sí mismo”. Cuando el tribunal eclesiástico encuentra causales suficientes median-te un estudio acucioso y ponderado, la Iglesia entra a declarar nulo el matrimo-nio, es decir, a afirmar con certeza moral que quienes contrajeron el matri-monio lo hicieron de una manera inváli-da por no tener las capacidades requeri-das para celebrar un contrato con las características sociales, psicológicas y

espirituales de un matrimonio. Como explicamos en un artículo anterior no se trata de anular porque la Iglesia no tiene este poder sino de declarar que fue celebrado inválidamente. Mientras se llega a esta declaración el matrimonio es considerado putativo para la Iglesia por haberse celebrado de buena fe al menos por uno de los cónyuges (c.1061 § 3), es decir, con una consideración formal de validez ante la comunidad porque, como el matrimonio, según el código de Derecho canónico “goza del favor del derecho” (c.1060) hay que tenerlo por válido mientras no se pruebe lo contrario. Para llegar a estas conclusiones la Iglesia opta por uno de tres caminos, definidos en su sabiduría mediante su experiencia de siglos y determinados claramente en sus cánones: uno son los impedimentos dirimentes que se

refieren a inhabilidades perpetuas o temporales de la persona; otro son los defectos o vicios de consentimiento que afectan la voluntad o la inteligencia restando la capacidad suficiente para contraer; y el último son los defectos de forma canónica que aparecen en el momento en que la celebración matri-monial se hace sin los requisitos indispensables para que la Iglesia considere oficialmente válido el matri-monio. Nos vamos a proponer estudiar-los en las próximas entregas, así sea brevemente, para que puedan tener idea más clara de las razones que tiene la Iglesia para declarar la nulidad de los matrimonios y buscar caminos de salva-ción para quienes se encuentran en dificultades irreversibles con su compro-miso matrimonial.

nulidad matrimonialLas causas de

de Antioquia un mejor departamento y Colombia un país con menos flagelo del hambre. Así nos convertimos en el enlace entre empresas y particulares que quieren ayudar a quienes lo nece-sitan y al mismo tiempo creamos conciencia entre productores y distri-buidores para disminuir el desperdicio de alimentos. Para seguir con el mejoramiento y cobertura de nuestra Fundación, requerimos aumentar la capacidad instalada; Por ello adquirimos una nueva sede con los requerimientos legales para el manejo y transforma-ción de alimentos. ¿Cómo pueden ayudarnos?, donándonos alimentos aptos para el consumo humano, artículos de hogar, vestuario y aseo, generando alianzas e integrando esfuerzos para generar redes de apoyo y con dinero, adquiriendo Bonos alimenta-rios y aportes directos en la Cuenta de Ahorros de Bancolombia N° 02126634032. Con su aporte ayuda no sólo a combatir el hambre, también a promover la construcción de una sociedad más justa, más humana y más próspera y así con esta ayuda entregar muchas mas esperanzas.

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El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II, con el fin de mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de esa gran expe-riencia de encuentro de Iglesia. La palabra “sínodo” es derivada de los términos griegos que expresan la idea de “caminar juntos”. Un Sínodo es un encuentro religioso o asamblea en la que unos obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente informa-ción y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplica-ción universal. El próximo sínodo se reunirá del 7 al 28 de octubre del 2012 siendo la XIII Asamblea General Ordinaria, que tendrá como tema de reflexión "La nueva evangelización para la transmi-sión de la fe cristiana". El sínodo está formado por un número indeterminado de obispos elegidos, unos directamente por el Papa según los criterios que considere él conveniente, otros por las Conferen-cias Episcopales y otros en represen-tación de los institutos religiosos clericales El sínodo no cumple función repre-sentativa alguna, sino que tiene el carácter de órgano consultivo no deliberante, salvo que el Papa le otorgue tal función y apruebe sus conclusiones. El Sínodo es presidido por el Papa, aunque puede delegar la presidencia en un obispo o cardenal. El órgano permanente del sínodo es la Secretaría General, cuya tarea se centra en la elaboración de los textos y documenta-ción que servirá de base para los estudios de la Asamblea.

La Pastoral Infantil de la Arquidiócesis de Medellín, el Secretariado para la Familia, Entrelineas y La Universidad Pontificia Bolivariana realizaron el VI Seminario Arquidiocesano de Infancia, el 2 de octubre el presente año, que tuvo como tema principal escuchemos a los niños en sus derechos: Los niños y niñas tenemos derecho a la integri-dad, protección, custodia y cuidado personal. Durante el encuentro se tuvieron diversas miradas: por parte de la Iglesia estuvo mons. Hugo Torres Marín, Obispo Auxiliar, por parte de la UPB compartieron Jazmín Zapata Pabón (abogada y docente) y Daniel Cardona Lema (Psicologo Clínico) y por la Alcaldía de Medellín se presentó Víctor Andrade Garzón, comisario de Familia.Igualmente durante este Seminario se premió el IV Concurso Infantil de Cuento: "un cuento por la vida" cuya ganadora fue Mariana Tangarife Hoyos de 9 años de edad por la categoría A con el cuento "Gabi y la familia incondi-cional" y Mariana García Mejía, de 13 años de edad por la categoría B, con el cuento La historia de Pablo.

SÍNODO VI Seminario Arquidiocesano de Infancia

Ordenación de diáconos permanentesDE LA NUEVAEVANGELIZACIÓN

Tres hermanos fueron ordenados como Diáconos Permanentes el pasado 28 de Septiembre del 2012 por imposición de manos de Mons. Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Mede-llín en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Los ordenados son los siguientes: Juan Fernando Acevedo Mejía, Jhon Antonio Castrillón Bustamante y Luis Albeiro Muñoz Suescún. Oremos por estos hermanos nues-tros, sus esposas y familias. Oremos, también, por sus parroquias de origen y por la Escuela Diaconal Pablo VI para la Formación al Diaconado Permanente. El diácono permanente es un hombre casado que tiene la misión de colaborar con el ministerio del Obispo y

del presbítero. Su carisma radica en animar a los cristianos en su propia vocación de servicio, tanto en el orden de la solidaridad como de la evangeli-zación y edificación de la comunidad eclesial. Este ministerio si bien tiene su origen en los primeros siglos de la Iglesia, fue restablecido en el Concilio Vaticano II (1962-1965). A partir de ese momento, se subraya el valor del servi-cio que presta el diácono. Asimismo, se responde a las exigencias pastora-les actuales, como es la ayuda a los sacerdotes y la necesidad de una cercanía de éstos al pueblo fiel, y, finalmente, la Iglesia se enriquece con la ordenación, el compromiso estable y la función litúrgica de los diáconos.

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El mes anterior proponíamos como tarea leer “las Cartas Católicas”, sólo si realizamos las tareas sugeridas crecemos en el conocimiento de la Palabra de Dios. Recordemos que en nuestras parroquias tenemos personas muy capacitadas para resolver dudas, especialmente el cura párroco; en la vida de fe las vacilaciones e incertidumbres no se solucionan satisfactoriamente con pastores o guías de sectas sino con el primer responsable de cuidar nuestra fe: el párroco.

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Motivación

1 Pedro 1,13-16

sólo viene el bien. Para superarlas es indispensable tener dominio de sí mismo y conocerse, también hay que seguir fielmente las enseñanzas de la Palabra de Dios. En la segunda parte, Santiago habla de la vida de la comunidad cristiana enfatizando 3 aspectos: 1) Igualdad de todos los miembros de la comunidad, sin favori-tismos y menos guiándose por la posesión de riquezas, la discrimina-ción daña la comunión. 2) La buena conducta (dominio de la lengua y buen uso del conocimiento en benefi-cio de todos). 3) Vida libre de envidias y ambiciones (no juzgar, confiar en la providencia de Dios, compartir los bienes y no perjudicar a nadie).

La Carta de San Judas era ya admiti-da por la mayoría de las iglesias como Escritura inspirada por el Espíritu Santo desde el año 200. Su autor se llama “hermano del Señor” (v.1), lo importante no es quién la escribió sino el mensaje y propósito de la carta. El autor quiere animar a unas comunida-des cristianas que enfrentaban diver-sos problemas como la blasfemia, la impiedad y el desenfreno, alertando sobre las desviaciones de algunos integrantes de la comunidad que olvidaban las enseñanzas recibidas, a éstos el autor los llama “alucinados en sus delirios”. Para corregir esas desviaciones San Judas propone la fidelidad a las enseñanzas, la vida de oración y fe en el Espíritu Santo, la corrección fraterna y el amor miseri-cordioso.

La Primera Carta de San Pedro es atribuida a este apóstol por San Ireneo, probablemente la carta fue utilizada por San Clemente de Roma y con certeza por San Policarpo. La carta fue escrita en Roma, según la tradición de la Iglesia, allí murió San Pedro mártir hacia el año 64 (quizá 67) durante la persecución de Nerón. La carta está dirigida a las comunida-des de la región de Asia Menor y trata

Lectura de la Palabra de Dios 1explicación 2

en primer lugar de las comunidades cristianas como herederas de la salvación, Cristo es el fundamento del nuevo pueblo de Dios, los creyentes son “las piedras vivas”. Posteriormente la carta afirma que las comunidades de fe son el signo de la salvación, este estilo de vida se caracteriza: por tener una conducta ejemplar en la vida familiar y social, ser buenos ciudadanos y hacer el bien. Todo se resume en ser verdaderos seguidores (discípulos) de Cristo, viviendo en el amor, la comunión, libres de pasiones y desenfrenos, practicando el servi-cio y la hospitalidad en la espera del Señor.

La Segunda Carta de San Pedro trata sobre los fundamentos de la vida de la comunidad cristiana, los peligros que ésta enfrenta (los falsos profetas) y la espera de la venida del Señor (escatología), sobre este tema las cartas de Pedro, Pablo y otros escritos del Nuevo Testamento ponen de manifiesto que el tiempo de la venida del Señor es incierto (no sabemos cuándo, aunque muchas sectas predican el final de los tiempos); la actitud fundamental es la vigilancia, una buena conducta y vivir con piedad buscando la santidad.

La Primera, Segunda y Tercera Carta de San Juan hacen parte de esta colección de cartas que denominamos “católicas” y aunque ya estudiamos el Evangelio de San Juan y en la próxima edición veremos el libro del Apocalipsis, de estas cartas destaquemos la enseñanza de que Dios es luz, y por lo tanto, la comunidad cristiana es camino de luz y es la familia de los hijos de Dios, comu-nidad de fe y de amor.

CARTAS CATÓLICAS

Tema 11

3Tareas del CursoBíblico y acciones para la VidaPara el próximo mes leer el Libro del Apocalipsis

P.

Las 7 “Cartas Católicas” están dirigi-das a todos los creyentes, recorde-mos que “católico” significa “univer-sal”; el término es utilizado en el siglo II por San Ignacio de Antioquía.

Sólo a finales del siglo IV La carta de Santiago fue aceptada plenamente en las iglesias de oriente y occidente, una vez reconocida se identificó como autor a Santiago “el hermano del Señor” (Mc. 6, 3; Mt. 13, 55) quien desempeñó un papel muy importante en la Iglesia de Jerusalén (Hch. 12, 17; 15, 13,21). La Carta de Santiago comienza con una breve introducción en la que se presenta al autor, saludos y destinatarios de la carta. Tiene 2 partes: primero presenta el valor didáctico de las pruebas (tribulaciones, dificultades) en cuanto contribuyen a fortalecer la fe, por lo tanto, hay que aceptar las pruebas con alegría; además las tribulaciones que proceden del interior de la perso-na se originan en la propia fragilidad humana y no en Dios porque de Dios

IntroducciónLa denominación “católicas” significa que estas cartas no estaban dirigidas a una persona o comunidad en particular sino a todos los cristianos. Estas 7 cartas o epístolas fueron reunidas rápidamente en una colección aunque son de distintos autores: Santiago, Judas, Pedro y Juan.