suplemento voy diario río negro | artículo 19 | 14-mar-2014

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En el tren del cielo 19

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En el trendel cielo

19

RÍO NEGRO VIERNES 14 DE MARZO DE 20146

• Las salidas en temporada baja se hacen sólo los sábados. En abril yjulio también se realizan durante la semana.• La salida del tren es desde la estación “Salta” (en Ameghino yBalcarce) a las 7:05 y regresa al mismo lugar a las 23:40.• El almuerzo no está incluido (para los que no quieran llevar unavianda existe la opción de comer un menú fijo arriba del tren)• Para más información visitar www.trenalasnubes.com.ar

JIMENA SÁNCHEZ

[email protected]

En Salta capital nos invitaron al “Tren a las Nubes”. Dejamos las b

Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer laArgentina de sur a norte en bicicleta.

Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com.

Son las 6 de la mañana. A pesarde nuestro estado de somno-lencia, estamos bien despiertospara vivir esta nueva experienciaen las nubes. Entramos cami-nando muy despacio a la bole-tería de la estación de trenes deSalta, retiramos los boletos, cru-zamos una puerta y lo vemos.Ahí está él, dándonos la bienve-nida con su bocina, 9 vagones yun traje naranja, blanco y ama-rillo. Subimos al vagón 4506 ycaminamos hacia nuestrosasientos 3 y 4D. Mientras levan-tamos las ventanillas, un moto-rista que recorre los pasillos nosdice: “¡Buen día! Feliz viaje” ycomo si lo hubiéramos ensayado,los dos le respondemos con unasonrisa al mismo tiempo.Faltan minutos para la tan espe-rada partida y dentro del vagón,se escuchan los sonidos de lascámaras sacándole fotos a la ve-dette del día desde todos los án-gulos posibles. Un folclore sal-teño saluda a unas españolasque revolucionan el tranquilo

clima del 4506 por no saberdónde sentarse. ¿De qué otrolado del mundo vendrán a Saltapara viajar por las nubes?, pienso.Giramos la cabeza y se asomanunos ojos japoneses a través dela ventana, luego espían el vagóny se acomodan a pocos metrosnuestro. Vemos el reloj y ya sonlas 7 am. La bocina vuelve asonar, señal de que el viaje está apor empezar.

UN VIAJE SIN IGUALUna vez en movimiento, el trenestá empecinado en atravesartodas las nubes que cubren elcielo.Estamos seguros de que el sol enalgún momento dejará de jugar alas escondidas: a lo largo del díavamos a pasar por 20 estaciones,29 puentes, 21 túneles, 13 via-ductos y de los 1.200 metros dealtura (donde está la ciudad deSalta) vamos a llegar a los 4.200,el punto más alto del recorrido enel viaducto La Polvoril la. Pormedio de un audio que noscuenta por dónde estamos pa-sando y la historia de este ferro-carri l , nos enteramos que elnombre artístico “Tren a las

/ lavidadeviaje

DATOS ÚTILES

En el

Nubes” surgió durante la filma-ción de un documental en la dé-cada del 60. Cuando la locomo-tora estaba en las alturas, unchorro a vapor salió y formó unagran nube que quedó suspen-dida en el aire. Después de veresa escena nadie lo podía llamarde otra manera.Abrimos la ventana y nos que-damos escuchando el sonido delas vías. Justo cuando estamosatravesando las Yungas (la selvade la montaña), empieza elprimer zig-zag. En el momentoen el que estaban construyendoel camino, no contaban con elpresupuesto necesario para crearun sistema de cremalleras (lo queutil izan los ferrocarri les paratrepar), entonces se decidió quela mejor forma de vencer la pen-diente era que el tren cambie devías en un mismo lugar, sin girar.Con este plan, sube hasta com-pletar 838 metros de recorrido,cambia a una vía paralela y sigueascendiendo pero esta vez retro-cediendo, luego pasa por untúnel para completar la maniobraavanzando de frente y cuandotermina el zigzagueo, gana casi56 metros. Esta maniobra se re-pite más adelante una vez más yjunto con los rulos (otra genia-lidad para vencer la montaña),hacen que esta obra sea única ensu especie.Los paisajes van mutando deselvas a desiertos y de montañasa mesetas. El clima húmedo se

“Los paisajes vanmutando de selvas adesiertos y de montañasa mesetas

San Antonio de los Cobres está a los 3.775 metros sobre el nivel del mar.

Lugareñosofreciendosus tejidos.

RÍO NEGROVIERNES 14 DE MARZO DE 2014 7

bicis y nos fuimos a vivir esta alucinante experiencia que llega a los 4.200 metros de altura

Fotos: Andrés Calla

¿Qué más puedopedir?

En el viaducto La Polvorilla, a 4.200 metros de altura.

frío y corre muchísimo viento,donde todo es extremo y la Ruta40 atraviesa una de las zonasmás desérticas en su recorrido. Apesar de ver la dificultad del ca-mino, no podemos evitar sentir latentación de querer transitar esetramo en bicicleta, así que ha-cemos una nota mental: aventu-rarnos por ese camino de tierra,altura e historias en un tiempo ysin tanto peso.Empezamos a rodear uno de lospueblos más raros que vimoshasta ahora por su ubicación yclima. En medio de la soledad deldesierto viven personas con vi-cuñas y alpacas, sus únicas com-pañías, en construcciones bajasde adobe, casi sin árboles, sinplazas, sin todo eso que estamosacostumbrados a ver. Así de ex-traño (y alto) es San Antonio delos Cobres.Al llegar a la penúltima parada, lalocomotora que desde un prin-

l tren del cielo

Las alpacasforman partede la familia.

Conocimos una Salta diferente en sus paisajes de altura.

SALTA

cipio estaba delante de todo,pasa a estar detrás del últimovagón. Con sig ilosos movi-mientos, se mueve de un lugar aotro para lograr su último obje-tivo: llegar al viaducto La Polvo-rilla a los 4200 metros sobre elnivel del mar. Frenamos unos mi-nutos y donde menos esperamosver gente, señoras y nenes seacercan a las ventanas del trencargados de ponchos, gorros ymedias en un fugaz intento porvender sus tejidos.

EMOCIÓN EN LAS NUBESMuy despacio el Tren a las Nubesavanza hacia el viaducto La Pol-vorilla, el más alto del ramal y delmundo, con 63 metros de alto y224 de ancho. Sentimos emo-ción, vértigo, adrenalina. Noso-tros desde el cielo y la 40 alláabajo, esperando que volvamosen poco tiempo. Todos los pasa-jeros bajamos del tren en la úl-tima estación y cantamos elHimno Nacional Argentino, mien-tras la bandera celeste y blancaflamea junto a la Whipala, el em-blema de los pueblos originarios.A la vuelta, parece que el tren vamás despacio de lo normal. Ya laeuforia de la ida se calmó y mepierdo (o me encuentro) en mispensamientos. Empiezo a pensarsobre aquello que llamamos“vida” mientras la vida está en-frente mío en ese atardecer demontaña. Y empiezo a conversarcon ella, sin voces, sólo con pes-tañeos y miradas. Susurrándome,me aconseja que no desperdicieni un minuto de la vida, quecante, que baile, que me des-peine, que ría, que llore de ale-gría, que viva. Porque para esoexiste y existo. Porque para esoexisten estos viajes a las nubes:para perdernos, encontrarnos yrecordar que el cielo también sepuede vivir en la tierra.

queda en la ciudad mientras queel aire seco va ganando altura.Los colores sufren una metamor-fosis de verdes a pasteles. Antesemejante belleza no podemosquedarnos quietos: caminamoshasta el último vagón para ver elviboreo del tren en cada una de

las curvas.Llegamos al sol a los 2.000 me-tros y el camino se envuelve enun aura que todos logramos ver.El tren avanza a 35 km/hora, ve-locidad suficiente para que cadauno elija la cara que más le gustade tan inmenso paisaje y para

que formemos un puente imagi-nario de sonrisas con las per-sonas que viven en los puebloscercanos a las vías.Ya vamos casi siete horas de viajey llegamos a la Puna, esa mesetade alta montaña donde los rayosdel sol sólo iluminan, donde hace