suplemento voy diario río negro | articulo 6 | 13-dic-2013

3
Rumbo al refugio 6 Cerro Lindo del

Upload: la-vida-de-viaje

Post on 24-Mar-2016

223 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

Rumbo al refugio

6

Cerro Lindodel

RÍO NEGRO VIERNES 13 DE DICIEMBRE DE 20138

Rumbo al re

JIMENA SÁNCHEZ

[email protected]

En El Bolsón,dejamos las bicisy fuimos acaminar por lamontaña. Luegode 12 km ensubida, llegamosa otro lugar decuento en laPatagonia.

Fotos: Andrés Calla

TE RECOMENDAMOS

• Antes o después de subir el cerro Lindo, descansar en el camping delrío Azul, a sólo 6 km de El Bolsón, camino a Lago Puelo.• Probar el riquísimo helado de canela (y todos los que puedan) enJauja | Av. San Martín 2867.• Visitar la feria de artesanos en la plaza Pagano.• Recorrer el Bosque Tallado, en una de las laderas del cerro Piltriqui-trón, a pocos kilómetros del centro de El Bolsón.

Uno de los regalos de El Lindo: ver este cielo.

Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer laArgentina de sur a norte en bicicleta.

Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com.

Me desperté por el aroma a pantostado. No sabía dónde estabaexactamente hasta que salí delestado de ensueño para pasar alde vigilia. La noche anterior dor-mimos en una cabañita frente alrío Azul, a la que se llega cru-zando una pasarela que conectaal camping con el mismo nombreen El Bolsón, al sur de Río Negro.Los dueños del lugar nos invi-taron a pasar una noche en la ca-baña, que a pesar de ser chiquita,es muy cómoda y tiene lo justo ynecesario para vivir: una cocina agas, una pava, un mueble hechode madera con algún que otroelemento de cocina y frascos concafé, avena y azúcar; una mesacon un cajón, algunos cubiertos ytres sillas de madera. Subiendouna pequeña escalera, se llega aldormitorio donde hay un colchónde dos plazas con un acolchadode plumas en el piso y al lado,otros dos colchones (por si haymás visitas). Eso es todo.Desayunamos las sabrosas tos-tadas con mermelada de man-zana junto con mate cocido yleche. Después de ordenar, sa-limos en dirección al cerro Lindo.Tanto nos hablaron que no nospodíamos ir de El Bolsón sin co-nocerlo de cerca. La aventura deldía tenía un objetivo: subir elcerro 12 km cruzando arroyos ylagunas, hasta llegar a un refugiode montaña. Es decir, pasar de los250 metros de altura en los queestábamos, a los 1.500.

Son las 9 de la mañana y no se venada en el horizonte. Una neblinatapa todo a nuestro alrededor y elrocío se siente en el aire. No bienempezamos a caminar, unbosque de árboles frondosos,ramas caídas y rocas aparecen enescena. La primera subida es muyempinada pero continuamos. Elaire puro llena nuestros pul-mones y nos alienta a seguir,pero la inclinación es cada vezmayor. A medida que avanzamos,

las paradas para recuperar unpoco el aliento se repiten cada 10minutos.El camino se vuelve mucho másamigable después de cruzar va-rios arroyos y una laguna con ár-boles de colores ocres, amarillosy naranjas alrededor. Seguimoscaminando y en un momento, elcerrado bosque que nos acompa-ñaba se abre. Vemos un pequeñosendero en dirección a un nuevoarroyo y sin darnos cuenta, cru-

No bien cruzamos la cortina de neblina, un bosque frondoso y un largo camino empinad

/ lavidadeviaje

La laguna de los Juncos en otoño. Con ustedes, Julio el refugiero. Así de simpático es el refugio

RÍO NEGROVIERNES 13 DE DICIEMBRE DE 2013 9

zamos miradas con una vaca a laque le interrumpimos su al-muerzo.Frenamos para ver todo en de-talle: el cielo bien azul, los ár-

boles colmados de hojas ma-rrones, el sonido del agua… todolo que contemplamos es comotomado de un cuento. Seguimoscaminando sobre un colchón de

hojas y a unos metros vemos uncartel que dice “Refugio Cordille-rano Cerro Lindo”. Y sí, no puedeser más lindo: el refugio, el lugar,la cascada detrás, el olor a leña,

fugio del cerro Lindo

do nos estaban esperando.

o de El Lindo. Los colores cambiaron después de la lluvia y el viento. Amanecer camino a la cumbre del cerro Lindo. Lali, pequeña laguna a pocos minutos del refugio.

los colores de otoño… lugares asíde mágicos existen y uno de ellosestá en El Bolsón.Entramos en el refugio pensandoque nos íbamos a encontrar conJulio, el refugiero, pero no encon-tramos a nadie. La casa, hecha depiedras, nos parece bastante sim-pática y bien de montaña, unlugar que espera visitantes que leden más vida de la que tiene,porque creo que si esa casa ha-blara, tendría mucho para contar.Salimos al “jardín” con dos re-vistas de montañismo y a lospocos minutos, entra a la casa ungrupito de 5 chicos de más omenos 17 años. Escuchamos quelos saluda una persona con una

voz mucho más gruesa y al ra-tito sale Julio a darnos labienvenida, que como ima-ginábamos, estaba dur-miendo una siesta en el pisode arriba. El refugiero es un

señor de 50 y pico de años conalma de 20. Su cara, algo arru-gada por el tiempo, transmite ale-gría. Su barba, demuestra el pasodel tiempo. Su expresión, diceque donde está, es feliz. Su his-toria de vida, confirma quesiempre se puede empezar una yotra vez.Él quiere que estemos cómodos,por eso nos separa dos colchonespara poder dormir lo más placen-teramente posible. Nos señaladónde colgar las mochilas, nosinvita mate con tortas fritas y nosrecomienda que vayamos a veruna laguna a pocos metros dedonde estamos.A la vuelta, vemos a otro señor deunos 50 años que viene concen-trado en su paso. Con dos bas-tones y una mochila bastante pe-sada, entra al refugio y seacomoda. Es Charly, el por-teador. En su mochila lleva 50 ki-logramos de comida para Julio departe de los dueños del campingdel río Azul que lo aprovisionande comida. No podemos creerque un señor tan flaco y con mu-chos años más que nosotros,haya hecho el mismo camino consemejante peso en la espalda.La noche empezó a caer y en elrefugio terminamos siendo 15personas. Bajo la luz de las velas,cada uno hizo su comida, char-

RÍO NEGRO

“Ustedes son los que ledan vida al refugio, loescuchamos decir. Estacasa de montaña sindudas tiene vida propia

lamos un poco y Julio, como sifueran las 4 de la tarde, seguíacontando chistes y desparra-mando su alegría. Él nunca sabecuándo va a llegar una persona nitampoco cuál va a ser su idioma,pero se comunica con todos a sumanera. “Ustedes son los que ledan vida al refugio”, lo escu-chamos decir. Esta casa de mon-taña sin dudas tiene vida propia.Todos estamos cansados, así quesubimos las escaleras de maderapara acostarnos. Una leve lloviznaacompaña una noche bastanteparticular con gente de nacionali-dades e idiomas diferentes. Alotro día amaneció bastante nu-blado y mientras desayunamos,decidimos hacer cumbre para verdesde las alturas a Lago Puelo,Chile y la cordillera de los Andes.Antes de salir, Julio nos dibuja unmapa en la tierra con sus pies,nos muestra cómo es el caminoque tenemos que hacer y empe-zamos a escalar unas rocas. Lle-gamos a una gran laguna llamadaLali, seguimos caminando por unsendero llano y, sin verlo, piso unpozo que me dobla el pie y giroen el aire a lo “Matrix”. Al vernosbajar más rápido que lo previsto,Julio empieza a hacer chistespero cuando le contamos lo queme pasó sale corriendo a buscargasas y medicamentos para quepueda bajar los 12 km de regresoal camping sin problemas. Habráque volver para hacer cumbre,para escuchar más chistes deJulio, para ver ya no el otoño delLindo, sino el invierno o el ve-rano. Habrá que volver, otra vez, aese refugio de cuento.

(En la próxima entrega, “Descu-briendo Bariloche”