social la interacción

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La interacción social Brígida Maestres Useche M. Carmen Peñaranda Cólera P08/80500/00573

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La interacciónsocial Brígida Maestres UsecheM. Carmen Peñaranda Cólera P08/80500/00573

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 8

1. El problema de la interacción social: tres conceptos

explicativos.......................................................................................... 9

1.1. De la metáfora mecánica a la pregunta sobre la sociabilidad ..... 9

1.2. La interacción social como explicación mecánica/conductual ... 11

1.3. La interacción social como explicación atribucional/

cognitiva/comunicacional ........................................................... 12

1.4. La interacción social como explicación discursiva/contextual ... 14

2. Las relaciones interpersonales, la agresividad y el

altruismo: ilustraciones sobre la interacción social................. 16

2.1. Las relaciones interpersonales: una teorización sobre lo

íntimo .......................................................................................... 16

2.1.1. La atracción interpersonal como punto de partida en

las relaciones interpersonales ........................................ 17

2.1.2. La intromisión de lo público en el debate de/sobre lo

íntimo ............................................................................ 20

2.2. El eje agresión–altruismo en la dinámica interaccional .............. 21

2.2.1. La violencia y la agresividad ......................................... 21

2.2.2. El altruismo o comportamiento prosocial ..................... 25

2.2.3. La mirada socioconstruccionista en el eje agresión –

altruismo ........................................................................ 31

Resumen....................................................................................................... 34

Propuestas de reflexión........................................................................... 37

Glosario........................................................................................................ 38

Bibliografía................................................................................................. 39

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Introducción

Presentación:�La�relevancia�del�concepto�de�interacción�social�en�el�ám-

bito�de�la�psicología�social

La noción de "interacción social" es, quizás, una de las conceptualizaciones

de las ciencias sociales que más se inmiscuye en las situaciones cotidianas de

nuestras vidas.

Una conversación de amigos en el bar de la universidad; hablar sobre la res-

puesta que nos dio el profesor; pedirle al camarero un descafeinado de máqui-

na corto de leche y que éste nos lo dé sin rechistar; coquetear con el/la de la

mesa de al lado; quedar y hacer el amor; jugar al fútbol con los amigos; asistir a

la reunión de la escalera; comunicar nuestro desacuerdo por arreglar la facha-

da y lograr el consenso de los demás; contárselo a una amiga por teléfono, y

a otra por chat; intervenir en una pelea en el metro y salir con un golpe en la

cara; explicarle al policía que no tuvimos nada que ver en ésta y que nos crea;

explicarle cómo es el dolor al médico de urgencias; negociar en el trabajo la

baja laboral; discutir, seguir discutiendo... etcétera, etcétera.

En éstas y otras situaciones, que tienen en común la particularidad de ser re-

laciones-entre-personas, es donde participan los estudios sobre la "interacción

social" a fin de decirnoslo siguiente:

Si una persona y otra persona entablan relaciones entre sí, el hecho de

que estas relaciones se produzcan de una manera y no de otra, y que den

lugar a unos productos y no a otros, se debe a una dinámica particular

de co-coordinación que se desarrolla en el interior de estas relaciones.

Llamaremos "estudios sobre interacción social", al campo de estudio es-

pecífico en las ciencias sociales, que tiene por objeto de estudio la�di-

námica�que�se�desarrolla-entre-las-personas siempre que entre éstas

se establece una relación.

El desarrollo del concepto de interacción social ha sido, de esta manera, una

tarea si no compartida, al menos sí obligada para todas las ciencias sociales. Ca-

da una desde sus propias formulaciones (economía, sociología, antropología,

psicología social) ha tenido que conceptualizar el cómo de las relaciones-en-

tre-las-personas, en el intento por precisar el "qué" de su objeto particular de

observación/investigación.

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Por ello, la psicología social también tiene una historia que contar en el desa-

rrollo de este concepto. Si, como veíamos en el primer módulo, su historia

ha sido la trayectoria de su diferenciación en "psicología social psicológica",

"psicología social sociológica" y "psicología social construccionista", la trayec-

toria del concepto pareciera haber corrido igual suerte. Esto es, en tanto que

cada corriente proporciona una definición específica de los protagonistas de

la interacción social (organismos, personas, sujetos) así como de sus produc-

tos (conductas, acciones, discursos), la definición/explicación de la dinámica

interaccional cobra matices consecuentes.

Pero la relevancia de la definición del concepto de interacción social en psi-

cología social es aún más sustancial que en el caso de otras disciplinas cientí-

fico-sociales. Esto se debe a que el nivel de análisis específico que establecen

los estudios sobre interacción social es, al mismo tiempo, el nivel de análisis

que define el punto de vista y/u objeto de la psicología social. Dado que esto

es así, los estudios en psicología social podrían comprenderse también como

estudios sobre la interacción social. No obstante, el reconocimiento de esta

afirmación no está tan generalizada en el interior de la disciplina. Lo que más

destaca en ella como estudios sobre "interacción social" son las investigacio-

nes vinculadas a los ámbitos de análisis de las relaciones interpersonales, la

violencia y la agresión, y el altruismo y comportamiento prosocial. Al ser és-

tos también parte de la historia que tiene que contar nuestra disciplina en los

estudios sobre interacción social, prestaremos atención en este módulo a sus

formulaciones más relevantes.

Introducción

A partir de nuestra presentación de la noción de interacción social, podemos

interrogarnos sobre, ¿cuáles son los mecanismos que intervienen en su cons-

titución según las ciencias sociales?, ¿cuáles son los problemas u objetos de

investigación que ha planteado comúnmente la psicología social para el estu-

dio de la interacción social?

Con miras a responder estos interrogantes, hemos estructurado este módulo

en dos partes: en primer lugar, hablaremos del problema de la interacción

social y, en segundo lugar, de las relaciones interpersonales, la agresividad y el

altruismo como si de ilustraciones sobre la interacción social se trataran.

En la primera parte, ofrecemos herramientas conceptuales para comprender el

concepto de interacción social como una problemática de las ciencias socia-

les. En este sentido, el hilo conductor de esta parte lo constituye un recorrido

por tres formas de comprender la interacción social en las ciencias sociales

y, específicamente, en la psicología social (teorías del aprendizaje, teorías de

la atribución y teorías discursivistas), de cuyo desarrollo obtendremos tres di-

mensiones de este concepto que nos ayudarán en la formulación de la proble-

mática. Estas dimensiones son:

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1) La dimensión mecánica/conductual

2) La dimensión atributiva/cognitiva/comunicacional

3) La dimensión discursiva/contextual

En la segunda parte, y como ya hemos mencionado, nos aproximaremos a las

temáticas clásicas que la psicología social ha tratado para ilustrar diferentes

formas de interacción social. Estas temáticas son las relaciones interpersona-

les, la violencia y/o agresividad y el altruismo o comportamiento prosocial.

En el caso de las relaciones interpersonales, os presentamos un recorrido por

las teorizaciones sobre las relaciones de intimidad más tradicionales en los es-

tudios que se han elaborado en este campo, y un cuestionamiento crítico de

las mismas a la luz de las herramientas conceptuales que nos ofrecen las pers-

pectivas discursivas para los estudios sobre interacción social, en el sentido de

reflexionar sobre cómo lo público se inmiscuye en el ámbito de lo privado y

en las relaciones de intimidad.

En el caso de los estudios sobre agresividad y altruismo, tomamos como punto

de partida un enfoque dicotómico que vincula ambas temáticas a la luz de un

eje común que las presenta como los polos opuestos de la dinámica interaccio-

nal. Transitamos, desde aquí, por las diferentes explicaciones que se han ela-

borado sobre este tipo de comportamientos, así como por los factores que in-

tervienen en su conceptualización, para acabar proponiendo una lectura que

ponga su énfasis en el carácter interpersonal y relacional de ambos tipos de

comportamientos. En este sentido, la incorporación de la dimensión sociohis-

tórica así como la relevancia de los significados se articulan como herramien-

tas que nos permitirán deconstruir el sentido pretendidamente universal que

la psicología social atribuye con frecuencia a estas prácticas y hacerlas inteli-

gibles como prácticas relativas a un contexto determinado.

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Objetivos

Los objetivos básicos que debe conseguir el estudiante cuando finalice este

módulo didáctico son los siguientes:

1. Conocer la relevancia de la noción de interacción social como un proble-

ma fundamental de la psicología social.

2. Comprender el concepto de interacción social y las dimensiones que lo

constituyen a partir de las herramientas conceptuales que nos ofrecen las

diferentes perspectivas teóricas que lo han trabajado.

3. Aproximarnos a las temáticas que la psicología social ha trabajado tradi-

cionalmente como formas de interacción social, esto es, las relaciones in-

terpersonales, la violencia y la agresividad, y el altruismo y comportamien-

to prosocial.

4. Comprender las explicaciones que se han elaborado sobre estas temáticas

desde las diferentes perspectivas teóricas de la psicología social.

5. Conocer los factores y dimensiones psicosociales implicados en estas for-

mas de interacción social.

6. Analizar los efectos e implicaciones del uso y aplicación de las perspectivas

teóricas en las diferentes temáticas de la interacción social.

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1. El problema de la interacción social: tres conceptosexplicativos

Uno de los mayores acuerdos en los estudios sobre interacción social se en-

cuentra contenido en esta afirmación: la vida social se genera, reproduce,

transforma y muere en la escena de cada interacción social.

Este valor�funcional�que atribuimos a la interacción social nos permitirá dejar

de lado otras discusiones sobre "lo social", para enfocarnos exclusivamente en

los procesos que discurren dentro de los límites marcados por la interacción

social.

Podemos denominar estos procesos, límites�contextuales�y/o�dimen-

siones�del�sentido�de�la�interacción�social, para significar:

• El�espacio: toda interacción social discurre en un espacio, sea éste

de significado físico, virtual o imaginario.

• El� tiempo: toda interacción discurre en un tiempo determinado,

sea éste de significado lineal, simultáneo o narrativo.

• La�sociabilidad:�toda interacción es social si sus componentes (dos

o más organismos, personas o sujetos) poseen capacidad de acción,

para influenciar y ser influenciados.

Sobre esta última dimensión (la sociabilidad), es donde se edifica el problema

de la interacción social. De hecho, las páginas que siguen a continuación, no

son más que tres intentos de la psicología social de dar respuesta a la pregunta

sobre la construcción de la sociabilidad en el seno de la interacción social.

Con lo cual, antes de comenzar a estudiarlas, nos dedicaremos a formular la

pregunta.

1.1. De la metáfora mecánica a la pregunta sobre la sociabilidad

Cuando en las ciencias sociales se nos habla de "interacción social", en reali-

dad, se está haciendo uso de una metáfora que procede de la física mecánica.

"Lo social"

Conviene recordar, sin embar-go, que la definición de "lo so-cial" no se agota en la defini-ción de "interacción social".Otras cosas están por fuera deésta aun cuandoen ésta inter-vengan. Éste es el caso, porejemplo, de la memoria social.

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Metáfora mecánica asociada a la sociabilidad

Si observamos por instantes el mecanismo que posibilita el movimiento en una bicicleta,encontraremos algunas claves de esta metáfora: dos engranajes adheridos a cada rueda,vinculados entre sí por una cadena, y propulsados por un tercer engranaje colocado enel centro de los otros dos, al cual se encuentran adheridos los pedales. Cuando los utili-zamos, la fuerza que imprimimos a la palanca que hacen los pedales sobre el engranajecentral provoca (en simultáneo) que el engranaje central y la cadena se pongan en mo-vimiento, activando consigo el movimiento de los otros dos engranajes.

La mecánica nos dice que el movimiento que realiza un engranaje se coordina con elmovimiento que realiza el otro engranaje, gracias a la cadena que vincula a ambos enuna relación de causación. Esto es, que el movimiento de una rueda es la condición delmovimiento de la otra rueda, y a la inversa. La mecánica nos dice, al respecto, que elmovimiento de las ruedas es el producto de su interacción.

El pensamiento mecánico o mecanicista (en atención al uso de la metáfora)

dominó por mucho tiempo la escena de las ciencias humanas. El gran empe-

ño era explicar el movimiento que dibujan nuestras relaciones con los demás

como si de una gran maquinaria social se tratase.

En este empeño, por ejemplo, trabajó la llamada "psicología estímulo-respues-

ta" (Watson) en su afán por encontrar, en el campo del mundo visible de los or-

ganismos, las causas de nuestra conducta en los estímulos del ambiente. Tam-

bién lo fue el de Pavlov, aun cuando ya fue capaz de aventurarse sin saberlo

al problema de la interacción social. Descubrió que las respuestas de un orga-

nismo pueden ser condicionadas en atención a una combinación de factores.

Incluso ésta fue la obsesión de B. F. Skinner, a pesar de habernos legado más

herramientas para plantear este problema. El autor nos decía:

"(...) En vez de mirar hacia dentro para ver qué cruzó la brecha cuando el hombre fuecreado, ¿por qué no construir una máquina que se comporta como un hombre y ver quédebe ponérsele para hacerla funcionar? (...) Así como la vida explica el movimiento, éstesignifica vida, las máquinas que parecen vivas porque se mueven sin ser movidas tienenuna larga historia (...)".

B. F. Skinner (1979). Contingencias de reforzamiento. Un análisis teórico (p. 254-256). Mé-xico: Trillas.

El problema de la sociabilidad se presenta para las ciencias sociales cuando, en

uso de la metáfora mecánica, descubre:

1) Que el movimiento de dos o más personas es diferente e impredecible el

uno respecto del otro. Por tanto, la relación no es de causación sino de coor-

dinación entre ellas.

2) Que el vínculo o "cadena" que coordina el movimiento entre las personas

es invisible, siendo necesaria su inferencia de la situación.

En este sentido, el problema de la interacción social consistiría en cómo ex-

plicar el vínculo que hace posible la sociabilidad.

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1.2. La interacción social como explicación mecánica/

conductual

El legado de Skinner para los estudios sobre interacción social fue, sin duda,

descubrir que las relaciones entre un estímulo y una respuesta (entre la acción

de un individuo A y un individuo B) no eran causales sino relativas (contin-

gentes) a la aparición de un tercer elemento que consolida esta relación. Se

trata de un reforzador que, a modo de respuesta del ambiente, aparece o des-

aparece para incentivar o desincentivar la relación entre la conducta de un

individuo A respecto a la conducta del individuo B.

El modo de condicionamiento de la interacción era de carácter funcional, es

decir, las respuestas del medio intervenían a modo de reforzadores�positivos

o�negativos�de la conducta de los organismos que aparecía frente a estímulos

determinados.

El legado en cuestión es, entonces, que nuestra conducta (en vez de orientarse

en términos de causación, como en la mecánica más tradicional) se orienta

hacia�un�futuro�que�aún�no�está, esto es, aventura su respuesta a la aparición

de un reforzador. En los estudios sobre interacción social, sin embargo, a esta

"aventura" hacia el futuro se le domina expectativa.

Si se coloca en el medio a otro organismo con capacidad de conducta, a una

persona que se relaciona con otra persona, esta teoría nos dice que la conduc-

ta de cada cual opera para la conducta del otro a modo de reforzadores. Por

ejemplo, un aplauso si estamos actuando, un beso si estamos llorando, un fa-

vor ("favor con favor se paga"), etc. De este modo, operamos en la interacción

sobre la base de una expectativa de "recompensa".

Ésta es la idea que recupera, precisamente, la llamada teoría�del�inter-

cambio�social. Para Homans (1950), los individuos somos egoístas, en

tanto nos orientamos por las expectativas de maximización de benefi-

cios al menor coste. No obstante, según Homans, en nuestras relaciones

con los demás, tejemos un vínculo cooperativo, esto es, fundamos�ór-

denes�de�intercambio�de�beneficios mutuos.

El legado de las teorías de la conducta será recuperado fundamentalmente para

la psicología social de la mano de la llamada teoría�del�aprendizaje�social.

Bandura (1970) aseguraba que el condicionamiento mutuo de las conductas,

que se produce en la interacción social a consecuencia del reforzamiento que

ejerce la conducta de cada cual sobre la conducta del otro, no sólo se lleva

a cabo mediante una intervención funcional del reforzador. Para este autor,

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la�observación de la conducta de los demás, ya no como reforzadores sino

como modelos, también interviene en nuestro mutuo condicionamiento de

la conducta.

Por tanto, el vínculo de sociabilidad que se establece entre las conduc-

tas es funcional cuando el reacomodo constante de nuestras conductas

se da por reforzamiento mutuo. El vínculo es, además, observacional

cuandoel mutuo condicionamiento se realiza por la observación de la

conducta del otro como modelo.

Pero esta idea de Bandura implica que la expectativa que albergamos frente a

la conducta de los otros procede de una operación cognitiva. Veamos en qué

consiste.

1.3. La interacción social como explicación atribucional/

cognitiva/comunicacional

¿Cómo se configuran las expectativas en la interacción social? La respuesta

que nos ofrece la corriente que inaugura Heider (1958) en su obra The Psycho-

logy of Interpersonal Relations, descansa en las potencialidades del concepto de

atribución�social.

Según Heider, adjudicar a los demás propiedades, intenciones, motiva-

ciones o explicaciones de sus acciones, se denomina atribución. Y según

este autor, atribuimos a los otros:

• la capacidad de observación,

• la capacidad de conciencia,

• la capacidad de acción.

Aunque en sus formulaciones más clásicas, la idea de atribución atiende al

concepto de percepción, otras formulaciones nos advierten que siempre atri-

buimos a los demás aquello que vemos en nosotros mismos.

Figura 1. Grabado de Escher.

Una buena ilustración de la atribución la podemos ver en el grabado de Escher.

En la medida en que estamos hablando de interacción social, tenemos que

pensar que el ejercicio de atribución es doble. Es decir, cuando dos personas

se observan mutuamente, ocurre un juego de atribución en ambos sentidos.

Si la atribución del otro como observador fuera el único proceso de atribución

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© FUOC • P08/80500/00573 13 La interacción social

que se da en nuestras interacciones, éstas no se producirían. Nos quedaríamos

anonadados los unos frente a los otros en medio de tanta infinitud, como si

del juego de los espejos confrontados se tratase.

Figura 2. Foto de Angela Bonadies (sin título)

La mujer que se observa en el espejo a través de su cámara ve cómo su propio reflejo es visto por la mujer sentada en el suelo,quien, a su vez, ve cómo su reflejo es visto por la mujer de la cámara mientras la ve.

¿Qué es entonces aquello que desencadena nuestras acciones? Sobre lo que

más enfatizan los estudios sobre atribución social no es tanto sobre el proce-

so de la observación del otro como observador, sino sobre la atribución que

hacemos del otro como poseedor de motivaciones, acciones e intenciones. En

las teorías de la atribución esto se llama atribución�causal.

Así, cuando nos enfocamos mutuamente, suponemos que el otro actuará de

alguna manera, pensamos que tiene interés hacerlo porque esto le repercutirá

en algo positivo, creemos que le interesamos, etc. De todos modos, como no

tenemos certeza de cuál será su acción, anticipamos�posibilidades.

De este cálculo de alternativas anticipadas, fabricamos un esquema�de�expec-

tativas1, dentro del amplio espectro que componen las posibilidades de actua-

ción del otro. De su parte, el otro condicionará a su vez su respuesta a aquello

que anticipe de nuestro propio comportamiento. Ambos tienen la conciencia

de que el otro está realizando este cálculo.

(1)Esquema de expectativas

El juego de ajedrez nos puede ayudar a ilustrar la configuración de este ordenamientode expectativas. Si conocemos las reglas del juego, sabemos perfectamente cuáles son lasalternativas de nuestro contrincante en cada jugada. Este contrincante, a su vez, tambiénconoce las nuestras. Con lo cual, en este juego es común anticiparse a las jugadas delos otros cada vez que nos toca jugar y, como a la inversa también sucede, se crea unaespecie de hilo invisible entre las anticipaciones de unos y de otros que dan lugar a estacomunicación entre los pensamientos de cada cual.

Pero las expectativas de nuestras interacciones más habituales no suelen ser

meras anticipaciones de un juego de ajedrez, ya que en nuestra vida cotidiana,

ni las posibilidades son tan infinitas, ni las reglas son tan explícitas como en

el propio juego de ajedrez.

De esta manera, a nuestro juego de anticipaciones mutuas se le suma, para

nutrirlo, el conocimiento que extraemos de la propia relación que establece-

mos con los otros, en un ir y venir de confirmación�o�desconfirmación�de

las�expectativas,que se almacenan en nuestra memoria a fin de poder utilizar

este conocimiento en otra oportunidad.

Lectura recomendada

La teoría de la atribución hasido trabajada por diversosautores. Para ampliar sobreeste tema, os recomendamosla lectura:M. Hewstone y C. Antaki(1990). La teoría de la atribu-ción y explicaciones sociales.En M. Hewstone, W. Stroe-be, J. P. Codol y G. M. Step-henson (Dir.). (1990). Intro-ducción a la Psicología Social.Una perspectiva europea (p.120-147). Barcelona: Ariel.

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© FUOC • P08/80500/00573 14 La interacción social

La coordinación de nuestras acciones, en el seno de una interacción so-

cial, resulta del vínculo que se establece entre los esquemas de expecta-

tivas de cada cual, y del conocimiento que se adquiere de la relación en

el incesante proceso de confirmación/desconfirmación de las expecta-

tivas en la acción de los demás.

El hilo invisible, que se extiende entre nosotros a propósito de este modelo

de interacción, se entiende como comunicación. Pero, al ser la comunicación

un proceso que opera en un medio lingüístico, el debate en torno a la confor-

mación del contenido de las expectativas se abre entre quienes apuestan por

el estudio del proceso comunicativo y quienes apuestan por realizar estudios

sobre el lenguaje.

1.4. La interacción social como explicación discursiva/

contextual

Las reflexiones de Mead acerca de la necesidad de emprender el estudio del

lenguaje se infieren de su tesis sobre el nacimiento2 del mismo.

(2)Nacimiento del lenguaje

Si el gesto es aquello que vemos en los otros, la respuesta a nuestro gesto en el gestodel otro crea el significado. Por tanto, si el símbolo�es un gesto con significado, quieredecir que nuestra interacción es, en realidad, una relación entre�símbolos, y no entreconductas, mentes o sistemas de comunicación.

La conclusión inicial, según esta perspectiva, es que no podemos estar

fuera del lenguaje. Con lo cual, nuestras interacciones no son más que

acontecimientos�del�lenguaje,�ocasiones�en�las�cuales�éste�se�renueva

a�sí�mismo.

Con frecuencia vemos o leemos un compendio de tratados, de formulaciones

teóricas, de modelos, que intentan formalizar nuestras interacciones en torno

a esquemas o gramáticas de expectativas fijas, como si de esquemas comunes

a todas las situaciones de nuestras vidas se tratase. Son comunes, al respecto,

los tratados sobre la felicidad, las teorizaciones sobre el amor, la autoayuda,

los manuales de urbanidad, etc., pero también otros escenarios de nuestras vi-

das, incluso las instituciones. Hacerlos parecer como verdaderos, como racio-

nales, como inherentes al comportamiento humano para constreñir/encau-

zar nuestros encuentros. Estos modelados tienen, por tanto, una función en

nuestro lenguaje: convertir los acontecimientos del lenguaje en�discurso.

Los manuales de urbanidad

El ejemplo de los manuales de urbanidad es muy característico: hasta los años setentase usaban estos manuales en la enseñanza obligatoria en España para "preparar" a lasniñas al buen desempeño de las labores del hogar". De esta manera, se forjaría en lasniñas una subjetividad, que marcaría desde joven las coordenadas de la preferencia de

Lectura complementaria

Para ampliar sobre la idea dellenguaje:M. Foucault (1966/1984). Laspalabras y las cosas. Madrid:Siglo XXI.

Page 15: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 15 La interacción social

su interacción familiar. Para resumir, tendría que ser "buena ama de casa" y una "buenamadre".

Llamaremos, por tanto, encuentros�discursivos a nuestras interaccio-

nes para significar la coordinación por constricción/encauzamiento

del lenguaje en la escena de nuestros encuentros. En otras palabras, lla-

maremos discurso�al conjunto de prácticas lingüísticas que mantienen,

promueven y regulan relaciones sociales (Iñiguez, 2003).

Mirar una conversación bajo estas premisas supone que las coordenadas de la

interacción que mencionábamos al comienzo, son, en realidad, una construc-

ción del discurso:

• El�espacio: lo delimita la significación que de éste construyamos en la

relación.

• El�tiempo: lo delimita la significación del mismo hallada en el discurso.

• La�sociabilidad: lo delimita la construcción de sujetos que habite en nues-

tros discursos.

Resignificar las coordenadas del sentido de nuestras interacciones implica re-

conocer que las significaciones que nutren nuestros contextos son un produc-

to de la historicidad de nuestros encuentros recogidos en la memoria social.

El amor, como tantos otros códigos de interacción social, tiene una historia

que contar dentro de la historia de las situaciones del mundo. Su historia será

la de la emergencia de su nombre y la de la generalización de sus significados:

como símbolo relacional, como metáfora de la unión entre dos personas, como

economía epistolar, como argumento de la vida en pareja, como constricción

del sexo al espacio de lo permitido, como flores y poemas, como actualmente

chats y páginas tipo "match.com", como todo lo que ha sido y será en lo sucesivo

y como lo que no podemos ver en nuestro pasado y en nuestro futuro porque

los códigos de nuestra memoria y de devenir están sujetos a encauzamientos

y constricciones.

Veremos a continuación las historias de tres temas en sus procesos de cons-

trucción en la psicología social. Veremos cómo –desde los ojos que nos mues-

tra nuestra perspectiva discursiva– los temas se han ido construyendo como

naturalizados o como verdaderos; y así veremos, al criticarlos, cómo pueden

ser vistos si se les otorga estatus de contingencia, de discurso, de construcción

social.

Ved también

Sobre la psicología discursivatrataremos más ampliamenteen el módulo dedicado a "Lanaturaleza y organización

Lectura complementaria

Para ampliar sobre la psicolo-gía discursiva os remitimos ala lectura:L. Iñiguez (2003). Análisisdel Discurso. Manual para lasCiencias Sociales. Barcelona:Editorial UOC.

Page 16: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 16 La interacción social

2. Las relaciones interpersonales, la agresividad y elaltruismo: ilustraciones sobre la interacción social

2.1. Las relaciones interpersonales: una teorización sobre lo

íntimo

Uno de los intentos "más atrevidos" por teorizar y construir modelos sobre

nuestros encuentros y vinculaciones más habituales lo tenemos en el campo

de estudio que lleva por título "relaciones interpersonales". En los orígenes de

este campo de estudio siempre ha habido un interés por separarse del llamado

comportamiento individual y/o intraindividual y trascender su foco de aná-

lisis hacia un nivel de análisis superior: el llamado nivel�interpersonal. Las

relaciones interpersonales han permitido, de este modo, incorporar el criterio

de lo�íntimo en los estudios sobre interacción social.

En este sentido, el debate ha versado sobre dónde poner el acento a la hora

de discriminar entre modos de encuentros que pueden ser o no connotados

como interpersonales. Para ello, se han ofrecido dos criterios que, lejos de ser

excluyentes desde el punto de vista definitorio de la relación, operan más bien

como ejes complementarios: éstos son, la frecuencia�de�la�interacción y la

intimidad�establecida en la misma.

A continuación, aunque de forma breve, prestaremos especial atención al ne-

xo de la intimidad, ya que son las clasificaciones que consideran este aspecto

las que más priman o las que se han erigido como más relevantes a la hora de

definir modos o escenarios de relaciones interpersonales. Pero ¿qué se entien-

de exactamente por intimidad?

La intimidad puede ser entendida como ese proceso por el cual dos o

más personas mantienen una relación donde se da una influencia mu-

tua, de interdependencia –de manera que la conducta de una persona

afectará a la otra– y donde ambas partes se involucran de manera con-

junta en la realización de actividades, en el compartir sentimientos, ex-

periencias, etc., de manera continuada.

Una de las propuestas de conceptualización de las relaciones interpersonales

apuesta por una escala que varía según el grado de intimidad entre las personas

(Argyle, 1990). En este sentido, serían las relaciones con los compañeros de

trabajo las que menor grado de intimidad presentan (donde el propio carácter

del contexto –un contexto laboral– influye de forma considerable: coopera-

ción, competición, roles y posiciones que se ocupan, intereses confrontados,

Page 17: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 17 La interacción social

etc.), pasando por las relaciones de amistad y las de parentesco (primer esce-

nario donde establecemos vínculos afectivos y sentimientos de apego) hasta

llegar a las relaciones de pareja, donde el grado de intimidad es máximo. Y es

sobre este último tipo de relaciones, las de pareja, sobre las que más literatura

se ha escrito y más estudios se han llevado a cabo, siendo el amor uno de los

temas que más interés ha despertado en nuestra disciplina.

En este sentido, las relaciones amorosas permiten ilustrar los procesos que in-

tervienen en la consolidación, desarrollo y disolución de las relaciones inter-

personales, procesos que ponen de manifiesto el poder de transformación in-

herente a todo proceso de interacción social.

De todos modos, esta forma de entender las relaciones interpersonales en tér-

minos de gradación respecto a la intimidad no deja de ser paradójica en el

mundo en que vivimos. ¿Acaso no podemos mantener una relación igualmen-

te íntima con nuestra pareja que con una buena amiga? ¿Sólo podemos hablar

de familia cuando nos vincula una relación sanguínea? ¿No se pueden consi-

derar a algunos amigos como si fueran parte de "nuestra familia"?

Las clasificaciones que se ofrecen con frecuencia en los diferentes manuales de

psicología social y se centran, mayoritariamente, en las relaciones amorosas o

de pareja, no responden, a nuestro parecer, a la complejidad que caracteriza el

campo de las relaciones interpersonales, siendo necesaria la incorporación de

otras miradas que nos permitan deconstruir esa forma más "normativizada" de

comprender y aproximarnos a las relaciones interpersonales. Esto lo veremos

en el último punto de este apartado, no sin antes hacer un breve recorrido por

los procesos mediante los cuales emerge una relación de intimidad.

2.1.1. La atracción interpersonal como punto de partida en las

relaciones interpersonales

En nuestro día a día, vamos estableciendo contacto y conversación con perso-

nas que se cruzan en los diferentes espacios que conforman nuestro quehacer

cotidiano: en el trabajo, en la universidad, en el ascensor de nuestro edificio,

etc. De una mirada, de un intercambio de palabras o del hecho de sentarse

todos los días al lado de la misma persona, puede iniciarse una relación. La

atracción�interpersonal se ha conceptualizado como uno de los primeros pa-

sos para el establecimiento de una relación. Pasemos a continuación a indagar

sobre los factores que intervienen en estos procesos de atracción interpersonal.

1)�Proximidad�física

La proximidad física parece decisiva a la hora de relacionarnos con los otros,

ya que posibilita tanto la accesibilidad como la construcción de cierta fami-

liaridad.

Lecturas recomendadas

Para ampliar sobre el desa-rrollo, consolidación y diso-lución de las relaciones depareja, así como sobre otrosconceptos que se despren-den del propio concepto deintimidad –amor, confian-za, compromiso, estabilidad,apego, etc.– os recomenda-mos las siguientes lecturas:S. S. Brehm (1984). Las rela-ciones íntimas. En S. Mosco-vici. Psicología Social. Volumen1. Influencia y cambio de acti-tudes. Individuos y Grupos (p.211-236). Barcelona: Paidós,1985.J. M. Fernández Dols et al.(2004). Relaciones íntimas,atracción y amor. En J. M.Fernández Dols et al. Trata-do de Psicología Social. Volu-men II: Interacción Social (p.99-120). Madrid: Síntesis.

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© FUOC • P08/80500/00573 18 La interacción social

Experimento sobre proximidad física

Festinger, Schachter y Back (1950) elaboraron un estudio donde compararon las relacio-nes de amistad surgidas en un edificio de apartamentos y las surgidas en casas unifami-liares (dispuestas en forma de "U"). De los que vivían en el edificio de apartamentos,aquellos que vivían cerca de los buzones eran los más populares, por encontrarse en unlugar de "paso obligado". Por otro lado, aquellos que vivían en casas unifamiliares peroque no disponían de entrada por un patio central, tenían menos relación con los vecinos.

Como puede verse en este experimentado realizado por Festinger, Schachter y

Back, aquellos que en contextos de proximidad cuentan con una mayor acce-

sibilidad a los otros, son personas que tienen mayor facilidad para interaccio-

nar con otras personas y, de este modo, establecer contactos y/o relaciones. En

este sentido, no nos sorprende en absoluto que busquemos nuestras relaciones

en aquellas personas con las que compartimos lugar de trabajo o estudio, con

las que vivimos cerca (en el mismo edificio, en el mismo barrio, en la misma

ciudad), etc.

De la proximidad física también se desprende la familiaridad. Zajonc (1968)

explica que la influencia de la familiaridad en la atracción se explica en térmi-

nos de mera exposición. Es decir, las personas desarrollamos sentimientos más

positivos hacia aquéllos a los que vemos con más frecuencia. Algunos estudios

apuntan a que el hecho de que alguien nos sea familiar, nos proporciona ma-

yor seguridad, seguridad que se traduce, a su vez, en mayor atracción.

Nuevos modos de relación a propósito de las TIC

A pesar de que la proximidad física se articula como un elemento importante, siendo másfácil que nos sintamos atraídos por aquellas personas que tenemos más próximas a noso-tros, el impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) estáampliando los escenarios posibles de interacción, ya que posibilitan el establecimientode relaciones en la distancia a través de la virtualidad. Las tecnologías están permitien-do que las distancias se acorten y se compriman y que los tiempos para superarlas seancada vez menores. El correo electrónico supera la velocidad de la carta y los sistemas decontacto sincrónicos (como por ejemplo, el Messenger) permiten interacciones cotidianascon los amigos. Los chats se articulan como espacios de "ligue", donde la gente establecesus primeros contactos y donde juega y negocia con la atracción y las identidades enlínea. En este sentido, entre otros, la tecnología está afectando a nuestra vida cotidiana,constituyendo nuevas formas de vida, donde el espacio físico ya no es el único escenariodonde establecer relaciones, sino que los espacios virtuales también se articulan comolugares donde establecer contactos y construir relaciones.

2)�El�atractivo�físico

Diferentes investigaciones han demostrado que, efectivamente, la belleza pa-

rece influir de manera decisiva en la formación de amistades y relaciones. Co-

mo apuntan diferentes estudios, en los momentos iniciales de las relaciones,

el atractivo físico puede importar más que la propia forma de ser o la inteli-

gencia de la persona. Este factor, de todos modos, irá cediendo su importancia

a otros rasgos conforme avanza la relación (como, la bondad, la inteligencia,

el altruismo, las ideas políticas, las creencias religiosas, etc.).

Algunos autores como Feingold (1990) hacen referencia a la existencia de un

estereotipo sobre el atractivo físico, que viene a decir que "lo bello es bueno".

Es decir, hay una construcción social del estereotipo que nos lleva a pensar que

cuando alguien es atractivo, también es inteligente, competente, bondadoso.

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© FUOC • P08/80500/00573 19 La interacción social

Esta expectativa positiva puede facilitar enormemente la conducta de acerca-

miento y/o la sensación de atracción hacia esa persona. No podemos obviar

la influencia mediática en la reproducción de este estereotipo. Por ejemplo,

en los cuentos infantiles: un simple vistazo a las producciones de dibujos ani-

mados de la factoría Disney nos muestra cómo se repite la imagen de los/as

protagonistas guapos, inteligentes, buenos, nobles, etc. Al tiempo que los/as

malos/as suelen ser feos, perversos y torpes. Este estereotipo tiene, de todos

modos, sus limitaciones: no olvidemos que, en nuestra sociedad, circula tam-

bién la imagen de que los guapos y guapas son poco inteligentes.

De todos modos, no está de más decir que la belleza es algo "relativo", y que

no sólo está influenciada por los gustos subjetivos de cada quien, sino sobre

todo, por las épocas y las modas. El patrón de belleza de los años cincuenta

poco tiene que ver con el modelo de belleza actual que, por ejemplo, ensalza la

extrema delgadez. En este sentido, los medios de comunicación, la publicidad

y los patrones de moda contribuyen de forma importante a la hora de deter-

minar qué es bello y, por ende, qué es susceptible de ser atractivo.

3)�Semejanzas�en�actitudes�y�opiniones

Aunque la belleza sea un factor importante en la aparición de la atracción, hay

otros aspectos que también intervienen y que, además, se constituyen como

elementos necesarios para que una relación se consolide. En este sentido, el

hecho de compartir opiniones, creencias, valores, afectos, etc., puede aumen-

tar la atracción que sintamos hacia otra persona.

Y, ¿por qué la semejanza contribuye a la atracción? Desde las teorías de la

comparación y del refuerzo social, la similitud es importante, ya que compro-

bar que el otro tiene puntos de vista parecidos a los nuestros nos hace sentir

más seguros, pues de hecho validan nuestros propios puntos de vista. Por ello,

existe una tendencia a relacionarnos más con personas con las que compar-

timos formas de ver y entender la vida que con aquellas que cuestionan la

validez de las mismas.

Desde otras posiciones, se cuestiona esta relevancia de la similitud, partiendo

de esa idea tan común de que "polos opuestos se atraen". Esta idea no tiene

por qué entenderse como opuesta a la anterior, ya que ambas pueden operar

de forma y en momentos diferentes: mientras que la semejanza se refiere al

hecho de compartir actitudes, creencias y opiniones, la complementariedad se

articula más bien en términos de necesidades. En este sentido, mientras que la

similitud nos serviría para explicar las relaciones de amistad, la complementa-

riedad parece estar presente en relaciones más profundas como las relaciones

de pareja.

Ved también

Sobre esta idea, volveremos enel módulo de "Naturaleza y or-ganización de las actitudes",cuando trabajemos las teoríasde la consistencia de las actitu-des.

Page 20: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 20 La interacción social

2.1.2. La intromisión de lo público en el debate de/sobre lo

íntimo

Una de las primeras críticas que se pueden hacer a los estudios sobre relacio-

nes interpersonales, y específicamente a los estudios sobre el amor, es el "ses-

go heterosexual" que los caracteriza. Aunque se han comenzado a elaborar in-

vestigaciones sobre el "amor homosexual", todavía nos encontramos en una

etapa muy inicial. Con esto, no queremos decir que el "amor homosexual"

sea diferente al "amor heterosexual", ni mucho menos. Simplemente creemos

que la consideración de "otras formas de amar" podría romper con esa mirada

más hegemónica y "normalizada" de lo que son las relaciones de pareja y/o

afectivas que impera en nuestra sociedad y así romper también con esa forma

de producir conocimiento en el seno de nuestra disciplina. En cierto modo,

incorporar estas formas de relación que se están haciendo más visibles en la

actualidad puede contribuir a deconstruir esa mirada "occidental" y "heterose-

xual" sobre lo que significa estar en pareja.

Por ello, creemos fundamental la incorporación de la dimensión sociohistórica

en nuestro estudio sobre las relaciones interpersonales, sobre todo en lo que

se refiere a la semántica y a los significados que han nutrido históricamente

el llamado "vínculo amoroso" o a la intimidad. Amar, cuidar, compartir, etc.

son dimensiones de la intimidad que no emergen en un vacío social, sino

que adquieren su sentido y significado en el contexto donde se producen. Lo

que la gente quiere, espera y necesita en términos de afectos y amor es una

construcción social compleja, que varía histórica y culturalmente.

¿Qué es ser un buen padre o una buena madre?

¿De quién se es padre? Si comparamos lo que se considera en la actualidad ser un buenpadre y en la Roma Imperial, veremos que la cosa ha cambiado considerablemente. Enla Roma Imperial, la consanguinidad no era una condición necesaria para la filiaciónpaterna, y menos para el amor filial. Será el catolicismo quien construya una funciónpara este amor.

Desde la crítica que se desprende de la perspectiva discursiva, podríamos re-

lativizar lo que se entiende por intimidad, por atracción interpersonal, etc.

Tradicionalmente, lo íntimo se ha vinculado con la concepción moderna del

ámbito privado (circunscrito a la familia/hogar) y lo que consideramos atrac-

ción interpersonal estaría sujeta al seguimiento de normas, patrones, valores,

etc. (encargadas, a su vez, de regular nuestra intimidad).

Pero los discursos sobre la intimidad y sobre vida privada están afectados por

las historias públicas, por aquellas que pululan en simultáneo por todos los

hogares, dependientes de ser escuchadas y recontadas en la cotidianidad de

las personas y que condicionan el qué y el cómo de lo íntimo. La exposición

continuada a modelos sociales (personajes de televisión y de películas, prota-

gonistas de novelas, etc.) nos aporta una información importante sobre las re-

laciones interpersonales y, en concreto, sobre los sistemas de interpretación y

las representaciones que hacemos de las relaciones amorosas: aprendemos los

Lectura recomendada

Recomendamos la lectura dellibro:M. Foucault (1978). Historiade la Sexualidad. Volumen 1.La voluntad de Saber. Madrid:Siglo XXI.En él encontraremos unacomprensión fascinante sinduda de cómo el sexo en laépoca victoriana se vio confi-nado a la alcoba, pero cómoeste confinamiento, lejos dehacerlo desaparecer de lo pú-blico, generó en este ámbitotoda una producción de dis-cursos sobre la sexualidad.

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© FUOC • P08/80500/00573 21 La interacción social

cánones de belleza, a atraer y ser atraídos por los demás, a conocer los com-

portamientos esperados en una situación determinada, el significado de éstos

según los gestos, las consecuencias del comportamiento, etc.

En este sentido, desde la perspectiva discursiva, para producir un saber sobre

lo íntimo deberíamos preguntarnos qué se entiende por intimidad, así como

por los discursos y prácticas que habitamos para construir nuestra intimidad

en contextos concretos de producción.

2.2. El eje agresión–altruismo en la dinámica interaccional

A continuación, nos centraremos en otras dos temáticas sobre las que nuestra

disciplina ha prestado especial atención como ilustraciones de interacción so-

cial: la violencia y la agresividad, por un lado, y el altruismo o comportamien-

to prosocial, por otro.

En vez de abordarlas como si de temáticas independientes se tratasen, hemos

preferido darles un tratamiento en términos de dicotomía, no porque enten-

damos que una temática pueda definirse en función de la otra, sino porque

ambas podrían plantearse como los polos "opuestos" en una dinámica inter-

accional: mientras que la agresión rompe y perturba las relaciones sociales, el

altruismo las cohesiona (Fernández Villanueva, 2003).

2.2.1. La violencia y la agresividad

Un simple vistazo a la prensa diaria seguro nos muestra varias noticias relacio-

nadas con la violencia: tan solo de enero a mayo del 2006, hemos asistido a las

consecuencias de la guerra de Irak, a diferentes casos de violencia de género

o malos tratos a niños, represiones policiales en las manifestaciones estudian-

tiles en Francia, enfrentamientos entre policía y jóvenes en algunas ciudades

españolas a partir de la celebración del "macrobotellón", vandalismo urbano

como consecuencia de las celebraciones de las victorias de equipos de fútbol,

etc. Como vemos, la violencia y la agresión están presentes en nuestra vida

cotidianamente.

Veamos a continuación las diferentes explicaciones que se han ofrecido sobre

los comportamientos agresivos, no sin antes ofrecer una definición de ambos

conceptos.

Sobre la definición de violencia y agresión

Uno de los primeros problemas que nos encontramos cuando nos aproxima-

mos al tema de la violencia y la agresividad tiene que ver con su propia defi-

nición, ya que aquello que consideramos como acto agresivo está construido

Lectura complementaria

Un excelente texto para com-pletar la visión que presenta-remos sobre la violencia y laagresividad y el altruismo, yque además incorpora la di-mensión sociohistórica en elestudio de ambas temáticas,es:I. Martín Baró (1983/1996).Acción e Ideología. PsicologíaSocial desde Centroamérica (p.359-422). El Salvador: UCAEdiciones.

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© FUOC • P08/80500/00573 22 La interacción social

por diferentes aspectos y factores, además de ser el resultado de un proceso

de interpretación social y cultural (lo que para unos puede ser una agresión,

no lo es para otros).

Las diferentes perspectivas que se han dedicado al estudio de la violencia y de

la agresividad nos ofrecen visiones parciales y limitadas de estos fenómenos, ya

que ponen su énfasis en unos aspectos pero no en otros, ofreciendo, por tanto,

definiciones diferentes de lo que se considera violencia y/o agresividad. De

todos modos, comenzaremos definiendo de forma genérica ambos conceptos.

La violencia es definida como aquel comportamiento que opera a través

de la fuerza y que va en contra de lo que se considera razonable y justo.

La agresión, por otro lado, es la acción mediante la cual se pretende

causar daño a otra persona.

De estas definiciones, se desprende que el concepto de violencia es más

general que el de agresión, ya que abarca cualquier acto donde hay un

uso de la fuerza. En cambio, la agresión es más bien una forma de vio-

lencia, en la que hay una intención de hacer daño a otra persona.

Sobre las explicaciones de la violencia y de la agresión

Las explicaciones que se han elaborado sobre el porqué del comportamiento

violento y/o agresivo han sido muy diversas. En primer lugar, contamos con las

teorías internalistas y/o innatistas (entre las que se encuentran el psicoanálisis,

la sociobiología y la etología) que defienden que el ser humano es agresivo por

naturaleza y que la agresión tiene un carácter instintivo y adaptativo.

En este sentido, creemos interesante señalar que el hecho de naturalizar la

agresividad y obviar los factores sociales e históricos que intervienen en los

comportamientos agresivos, nos puede llevar a una legitimación de este tipo

de comportamientos. Como apuntan Domènech e Iñiguez (2002), las conse-

cuencias sociales, políticas e ideológicas de este tipo de explicaciones son muy

claras, sobre todo si atendemos al carácter inevitable que caracteriza al instinto

y a los comportamientos que de él se desprenden y que complica, a su vez, las

posibles modificaciones de este tipo de comportamientos.

Sobre el psicoanálisis

Algunos autores, como Con-cepción Fernández Villanueva,apuntan que la consideracióndel psicoanálisis como teoríainnatista responde a una in-terpretación incorrecta de suspostulados, interpretación queresponde a la marginación quehan sufrido los planteamientospsicoanalíticos.

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© FUOC • P08/80500/00573 23 La interacción social

A continuación, nos centraremos en dos de las teorías con más relevancia en

el estudio de la violencia y la agresividad: la teoría de la frustración-agresión

y la teoría del aprendizaje social.

La teoría�de�la�frustración-agresión�supone uno de los intentos de ofrecer

una explicación del comportamiento agresivo a partir de la integración de ele-

mentos internos y externos, es decir, provenientes de las teorías internalistas

(principalmente de las formulaciones psicoanalíticas desarrolladas por Freud)

y del auge de las ambientalistas.

Esta teoría fue elaborada por un grupo interdisciplinario de psicólogos del Ins-

tituto de Relaciones Humanas de la Universidad de Yale, formado por Dollard,

Doob, Miller, Mowrer y Sears. La teoría parte de dos supuestos: la agresión es

siempre el resultado de una frustración y la frustración conduce ineludible-

mente a la agresión. La agresión se genera a partir de una pulsión interna que,

a partir de un elemento externo que impide la realización de una determinada

acción, genera una frustración que produce, a su vez, una conducta agresiva.

La acumulación de frustraciones será la que desencadene la agresión y ésta la

que elimine la frustración y nos devuelva a un estado inicial (Dollard et al.,

1939).

Esta agresión puede dirigirse hacia el exterior (es decir, hacia la persona que

generó la frustración) o hacia el interior del propio individuo. Esta teoría tam-

bién afirma que se puede dar un desplazamiento�de� la�agresión, es decir,

que la agresión puede dirigirse hacia una segunda persona que no tiene que

ver con la frustración pero que, por ejemplo, guarda cierta similitud con el

agente de la agresión. El nuevo "blanco" de la agresión suele ser alguien de

estatus inferior (cuya condición "inferior" garantiza, hasta cierto punto, que

no responda con represalias al actor de la agresión) o alguien sobre el que es

"socialmente aceptable" descargar esta agresividad (como puede ocurrir con

un grupo minoritario).

Este planteamiento inicial fue sometido a dos reformulaciones: la primera, de

mano de los propios miembros del grupo, postuló que, aunque la frustración

es siempre la causa de la agresión, su efecto no siempre tiene que ser un com-

portamiento agresivo, sino que esta frustración puede ser canalizada a través

de otros tipos de respuestas (por ejemplo, nuestras frustraciones pueden deri-

var en llanto, apatía, tristeza, etc.).

Lectura recomendada

Para recuperar esta visión psi-cosocial del psicoanálisis, osrecomendamos la lectura si-guiente:C. Fernández Villanueva(2003). Posibilidades de unapsicología social psicoanalíti-ca. En C. Fernández Villanue-va. Psicologías Sociales en elumbral del siglo XXI. Madrid:Editorial Fundamentas.

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© FUOC • P08/80500/00573 24 La interacción social

La segunda reformulación fue planteada por Leonard Berkowitz, quien afirma

que, aunque la frustración pueda generar cierta predisposición para los actos

agresivos, éstos también pueden surgir de otras causas, como por ejemplo,

por la adquisición de hábitos agresivos. Este autor también destacó el papel

de los estímulos externos que hacen las veces de señales que nos avisan si se

puede o no materializar un comportamiento agresivo (por ejemplo, una señal

de este tipo sería la presencia de armas). El "plus" de esta propuesta se basa en

la "socialización" de las tendencias agresivas, es decir, no basta con la suma de

un factor situacional y una tendencia pulsional, sino que se tiene que pasar

por el filtro de un contexto social, que requiere de la interpretación de los

significados atribuidos a estas señales (Martín Baró, 1983).

Las normas sociales

El papel de las normas socia-les no sólo nos lleva a afirmarque la agresión es un compor-tamiento antinormativo, sinoque también nos ofrece unalectura en términos de atribu-ciones. Al aplicar las mismasnormas, se creará un consen-so sobre el carácter violento deuna determinada situación.

Para la teoría�del�aprendizaje�social (Bandura, 1976), la agresividad se apren-

de tal y como aprendemos el resto de pautas de comportamiento. En este sen-

tido, las teorías del aprendizaje social postulan que los comportamientos agre-

sivos se adquieren tanto por experiencia directa como por aprendizaje vicario

(aprendizaje por observación de modelos).

Respecto a la experiencia directa, los comportamientos agresivos se adquieren

de acuerdo con los mismos principios generales del aprendizaje (refuerzo, cas-

tigo, extinción, etc.) y, por lo tanto, podemos encontrar estímulos que produ-

cen respuestas agresivas, respuestas que si son reforzadas, pueden aparecer de

forma permanente cada vez que aparezca ese estímulo en situaciones pareci-

das.

El aprendizaje vicario funciona a partir de la observación de modelos, modelos

que nos proporcionan información sobre la adecuación de un determinado

comportamiento en una determinada situación y sobre sus consecuencias, de

manera que vamos adquiriendo representaciones simbólicas que nos sirven

de guía para realizar ejecuciones apropiadas.

De todos modos, Bandura defiende que no todo lo que se aprende, se ejecuta. Es

decir, las personas podemos aprender y adquirir la capacidad para comportar-

nos de forma agresiva, pero este aprendizaje no tiene por qué materializarse en

una acción agresiva. Para que se materialice una conducta agresiva, ésta tiene

que tener un valor funcional para nosotros, es decir, que antes de ejecutar una

conducta agresiva, evaluaremos las consecuencias de dicha conducta y deci-

diremos si este comportamiento aprendido es finalmente ejecutado o no. Por

ello, es totalmente plausible que una persona aprenda un comportamiento, lo

conozca, sepa cómo ejecutarlo pero no realice dicha conducta.

¿Fomentan los videojuegos las conductas agresivas?

En la línea del debate sobre los efectos de la televisión en la posible conducta agresivade los niños, se discute en la actualidad sobre el impacto análogo de los videojuegos,especialmente aquellos con contenido violento, en niños y adolescentes.

La polarización de opiniones también está presente en este caso y tampoco hay acuerdo:mientras que algunos estudios apuntan que la exposición a videojuegos violentos pre-dispone a los niños a actuar de manera agresiva a corto plazo, otras investigaciones, en

Lectura complementaria

Para ampliar sobre el papeldelas normas, podéis consultar:J. Muñoz (1990). El papel delas normas en la definiciónde la agresión. Boletín de Psi-cología, 26,33-51.

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© FUOC • P08/80500/00573 25 La interacción social

cambio, apuntan que esta relación no ha sido todavía demostrada y, como dice Bandura,el sólo hecho de estar expuestos y conocer este tipo de comportamientos agresivos noimplica que los niños vayan a reproducirlos.

En la línea de mostrar las posibilidades de los videojuegos, especialmente como herra-mientas educativas y de entretenimiento, se están desarrollando proyectos que preten-den relativizar los efectos nocivos de los que tanto se habla. En este sentido, podemosdestacar el trabajo realizado por el grupo de investigación JovenTIC, que ha colaboradoen la creación de una página web educativa sobre videojuegos (http://www.uoc.edu/in3/joventic/) y la asociación Marinva (http://www.marinva.es/cat/), que se dedica al dise-ño y realización de productos educativos (especialmente infantiles), y de propuestas decomunicación, dinamización y ocio, donde el juego y las tecnologías tienen un papelfundamental.

Sobre estas dos teorías también se han elaborado ciertas críticas, y es que, a

pesar de que ambas extraen las causas de la violencia del interior de los indi-

viduos y reconocen la influencia del contexto, continúan permaneciendo li-

gadas a la inmediatez de los estímulos.

Martín Baró (1983) señala que el hecho de aprender o inhibir un comporta-

miento agresivo no es un proceso mecánico, sino que en este proceso entran

en juego condicionantes de orden social. En este sentido, puede ser especial-

mente interesante examinar no sólo cómo se aprende o desencadena la vio-

lencia, sino indagar sobre qué tipos de violencia se desencadenan o aprenden,

contra quién se dirige esta violencia, y qué efectos tiene la misma sobre una

realidad concreta. Sobre estos aspectos, regresaremos en la parte final de este

apartado, cuando recuperemos la mirada que nos ofrece el construccionismo

social al respecto.

2.2.2. El altruismo o comportamiento prosocial

13 de noviembre de 2002. El buque Prestige que transporta 77.000 toneladas

de fuel, sufre un accidente frente a las costas de Muxía. Seis días después se

hunde, partido en dos, con más de 60.000 toneladas de combustible en sus

tanques. Tras la catástrofe, miles de voluntarios se acercan a las costas gallegas

para ayudar en las labores de limpieza. Los medios hablan de cómo los volun-

tarios conforman una marea blanca que intenta frenar el avance del conocido

"chapapote", es decir, de la marea negra.

Figura 3. La marea blanca.

Voluntarios colaborando en la limpieza de la costa gallega tras el derrame de "chapapote" producido por el Prestige.

Con frecuencia, y ante catástrofes como la de nuestro ejemplo, no podemos

evitar sorprendernos al observar a personas que ofrecen su ayuda de manera

desinteresada. Pero las personas no sólo ofrecemos nuestra ayuda en situacio-

nes de emergencia, sino que también lo hacemos en nuestra vida cotidiana.

Page 26: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 26 La interacción social

A continuación pasaremos a hablar del altruismo y/o comportamiento proso-

cial, entendiéndolo como un comportamiento de signo contrario a la agresión,

siendo sus efectos la cohesión y el mantenimiento de las relaciones sociales.

Sobre la definición de altruismo y comportamiento prosocial

Consideramos que una�conducta�es�altruista cuando de forma voluntaria se

pretende beneficiar a otras personas, sin esperar por ello recompensas a corto

o largo plazo. De este modo, se pone el acento en la intención�de la persona

que ejecuta la acción y en la ausencia�de�la�anticipación�de�beneficios.

Por otro lado, el concepto de conducta�prosocial o conducta de ayuda com-

parte los dos primeros supuestos de la anterior definición pero, a diferencia

del altruismo, sólo tiene en cuenta los efectos, con independencia de los mo-

tivos que dan lugar a dicha conducta de ayuda. De este modo, una conducta

altruista la podemos englobar dentro de las conductas prosociales o de ayuda,

pero no a la inversa, es decir, no toda conducta prosocial tiene que ser nece-

sariamente altruista.

A modo de resumen, podemos decir que las conductas altruistas son

aquellas que cumplen los requisitos siguientes: "que beneficie, de he-

cho, a otros, que sea voluntaria y que su autor no anticipe beneficios

externos" (Morales, 1994, p. 444).

Las conductas prosociales y/o de ayuda, en cambio, se refieren a cual-

quier conducta que supone un beneficio para otra persona, con inde-

pendencia de los motivos que dan lugar a dicha ayuda (Fernández Dols

et al., 2004).

Sobre las explicaciones del comportamiento altruista y de ayuda

Las explicaciones que se han elaborado desde la psicología social sobre el por-

qué del comportamiento altruista y/o prosocial provienen también de dife-

rentes corrientes de la disciplina. Como ocurrió con la temática de la agresi-

vidad, encontramos explicaciones que ubican las causas de este tipo de com-

portamientos en el interior del individuo: mientras que el psicoanálisis lo ha-

ce en términos de sentimientos de culpa, tendencias autodestructivas o para

la resolución de conflictos internos (Ortiz, 1994), la etología postula que el

altruismo persigue la conservación y reproducción de los componentes gené-

ticos mediante la protección de los individuos emparentados y próximos. De

esta manera, el altruismo sería un acto "egoísta", ya que, desde el punto de

vista de la evolución de la especie, favorece la supervivencia de los genes pro-

pios frente a otros.

Lectura complementaria

Para ampliar sobre las ex-plicaciones internalistas delcomportamiento altruista,podéis consultar:M. J. Ortiz (1994). El Altruis-mo. En J. F. Morales (Coord.),Psicología Social (p. 443-464).Madrid: Mc Graw Hill.

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© FUOC • P08/80500/00573 27 La interacción social

De forma más específica, recuperaremos a continuación las explicaciones ela-

boradas desde la teoría del intercambio social, la teoría del aprendizaje social

y la teoría de sistemas.

La teoría�del�intercambio�social, que tiene una visión economicista y racio-

nalista del ser humano, entiende que nuestras conductas son el resultado del

cálculo entre costes y beneficios. La aplicación de esta teoría al ámbito del

comportamiento altruista no deja de ser paradójica, ya que el comportamiento

altruista, como hemos visto en su definición, se caracteriza por la no anticipa-

ción de beneficios externos para el donante de ayuda. Por lo tanto, desde esta

teoría habría que matizar la definición de altruismo, ya que no nos encontra-

mos frente a una acción desinteresada, sino que el altruismo es una conducta

instrumental que busca la satisfacción de ciertas exigencias e intereses propios.

Desde esta teoría, el resultado final de ofrecer ayuda a otra persona está pre-

cedido por un cálculo de los costes y beneficios (que pueden ser tanto mate-

riales como simbólicos) que comporta la realización de dicha conducta, en el

sentido que intentaremos minimizar los costes y maximizar los beneficios y

en función de ello, tomaremos la decisión de ofrecer ayuda o no.

Del mismo modo que apuntamos cuando hablamos de la agresividad, la teoría

del�aprendizaje�social también explica los comportamientos altruistas a par-

tir de la experiencia directa o de la observación de modelos. En este sentido,

Bandura también incorpora determinados mecanismos cognitivos del apren-

dizaje social que nos permiten establecer relaciones entre nuestras conductas y

las consecuencias de éstas, de manera que podemos regular nuestros compor-

tamientos con independencia de los refuerzos que obtenemos directamente

de nuestra experiencia, pudiendo recuperar la información obtenida de la ob-

servación del modelo justo cuando tenemos que tomar una decisión respecto

a la ejecución de una conducta de ayuda.

Por último, el enfoque�funcionalista�de�sistemas analiza las acciones como

parte de una estructura o sistema social, de manera que éstas sólo tienen sen-

tido en el interior del mismo, siendo las normas sociales las que regulan y de-

finen el carácter de nuestros comportamientos. Aunque retomaremos el tema

de las normas sociales en el último módulo de este material (cuando trabaje-

mos el proceso de normalización), en este punto vamos a retomar los tres tipos

de normas que están presentes en nuestra toma de decisiones sobre la presta-

ción de ayuda: la norma de responsabilidad social, la norma de reciprocidad

y la norma de justicia o equidad.

1) La norma�de�responsabilidad�social prescribe que la gente debe ayudar

a aquellas personas que dependan ellas, especialmente en aquellos casos en

los que existe una dependencia personal. Esta norma de responsabilidad es

transmitida como parte de los valores de nuestra sociedad y cuenta con un

importante arraigo en nuestra cotidianeidad.

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© FUOC • P08/80500/00573 28 La interacción social

2) La norma�de�reciprocidad postula que las personas solemos ayudar a aque-

llas personas que nos han ayudado previamente. Sería como una especie de in-

tercambio mutuo de ayuda entre los que ofrecen la ayuda y los que la reciben.

3) Por último, la�norma�de�justicia�o�equidad defiende que las personas te-

nemos que mantener un balance equilibrado entre aquello que aportamos y

los resultados que obtenemos y lo que aportan y obtienen las personas con

las que nos relacionamos. Si el equilibrio se rompe, esta falta de equidad pue-

de producir malestar; malestar que se intentará compensar restableciendo el

equilibrio, ya sea, por ejemplo, compensando a la víctima por el daño produ-

cido, o elaborando justificaciones que reduzcan la disonancia cognitiva.

Además de estos tres tipos de normas, otros autores incorporan las normas

personales�en este tipo de explicaciones (Schwartz, 1977). Estas normas per-

sonales se refieren a esa interiorización que cada uno de nosotros hace de las

normas sociales durante el proceso de socialización, de acuerdo con los crite-

rios propios y los valores y reglas que caracterizan el contexto donde está ubi-

cado. Por ello, estas normas no responden a estas regularidades sociales, por

lo que no caben expectativas al respecto.

Sobre los factores que intervienen en la prestación de ayuda

A continuación, os presentamos una clasificación sobre los diferentes factores

y elementos que intervienen en la toma de decisiones respecto a la ejecución

de ayuda.

1)�Respecto�al�contexto�social�donde�se�da�la�ayuda

Uno de los ejemplos más utilizados por los psicólogos sociales para ilustrar

el comportamiento altruista (en este caso, la ausencia de) es el caso de Kitty

Genovese. Esta joven fue asesinada en Nueva York en presencia de treinta per-

sonas que no hicieron nada para ayudarla (y cuando lo hicieron –llamaron a

la policía– ya era demasiado tarde). Este suceso será el principio del interés de

Darley y Latané por los procesos que intervienen en la prestación de ayuda a

otras personas. Una de sus primeras conclusiones fue que, al contrario de lo

que se puede pensar, la�presencia�de�otras�personas�en�una�situación�donde

se�requiere�ayuda,�puede�inhibir�la�propia�decisión�de�ayudar. Veamos un

resumen de uno de sus experimentos:

El experimento del interfono

"En uno de los experimentos los sujetos oían, a través de un interfono, que otro de lossujetos estaba sufriendo un ataque epiléptico aparentemente grave; el mero hecho de sa-ber que otros sujetos estaban oyendo a la víctima inhibió la conducta de ayuda. El 100%de los sujetos del grupo de control, que oyeron a la víctima y creían que no había ningu-na persona escuchando, intentaron ayudar y su reacción fue rápida (un promedio de 52segundos). El 85% de los sujetos que creyeron que había otro testigo intervinieron (conun tiempo medio de 93 segundos) y, por último, sólo el 62% de los sujetos que creyeronque había otros 4 testigos intervinieron (tras esperar un promedio de 166 segundos). Lasentrevistas postexperimentales y la observación de los sujetos mostraron, sin embargo,que los sujetos que no ayudaban a las víctimas no eran, ni mucho menos, testigos fríos e

El desarrollo moral

Algunos autores como MartínBaró (1983) postulan que losprincipios que rigen el com-portamiento moral son idén-ticos a los que rigen las accio-nes prosociales. Para ampliaresta visión, podéis consultar elapartado sobre "Cooperación ysolidaridad" del libro anterior-mente mencionado de dichoautor.

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© FUOC • P08/80500/00573 29 La interacción social

indiferentes. En muchos casos manifestaban un indudable malestar y sincera preocupa-ción. ¿Por qué, entonces, la ausencia de ayuda?".

Fernández Dols et al. (2004). Altruismo y conducta de ayuda. En Fernández Dols et al.Tratado de Psicología Social. Volumen II: Interacción Social (p. 54). Madrid: Síntesis.

Latané y Darley (1970), en su intento de explicar por qué la presencia

de otros observadores inhibe la conducta de ayuda, hacen referencia a

tres procesos:

a)�Inhibición�por�la�audiencia: la presencia de otros observadores pue-

de inhibir nuestra conducta por miedo a equivocarnos y hacer el ridícu-

lo o a ser juzgados negativamente por nuestra conducta.

b)�Influencia�social: en aquellas situaciones de emergencia (o en situa-

ciones ambiguas), en las que no sabemos cómo comportarnos, solemos

prestar atención a lo que hacen los otros con el fin de elaborar una in-

terpretación adecuada y orientar nuestro comportamiento. Si permane-

cemos a la expectativa de que los otros intervengan y esta acción no

se produce, puede darse una situación de pasividad colectiva. Es lo que

Latané y Darley denominan ignorancia�pluralista.

c)�Difusión�de�la�responsabilidad: cuando nos encontramos solos fren-

te a una situación que requiere de nuestra ayuda, únicamente nos que-

da ayudar o ver cómo la persona sufre. En estos casos, y como únicos

responsables de la situación, seguramente ayudaremos. En los casos en

los que el número de personas presentes es mayor, se puede producir

una difusión de la responsabilidad propia, al creer que serán los otros

los que ayudarán o estarán a punto de hacerlo, facilitando, de esta for-

ma, la ausencia de acción. Esta situación se da especialmente cuando los

costes de la ayuda son altos y disminuye cuando la situación responsa-

biliza directamente a uno de los observadores, ya sea por su posición

de autoridad o porque es percibido con mayor competencia que el resto

de los observadores.

2)�Respecto�al�donante�de�ayuda

Hay varios factores vinculados a la persona que ofrece la ayuda que intervie-

nen en el proceso de decisión. A continuación, veremos algunos de ellos. En

primer lugar, el donante de ayuda tiene que disponer de recursos que le per-

mitan ofrecer dicha ayuda. La no disposición de estos recursos puede afectar

de forma directa al proceso de toma de decisiones. Por ejemplo, si disponemos

de tiempo es más probable que ofrezcamos nuestra ayuda que si no se dispone

de él.

El componente�afectivo es otro de los factores que se ha estudiado respecto

a la prestación de ayuda. Por ejemplo, el estado�de�ánimo parece influir en

el sentido que si uno está de buen humor, puede sentirse más motivado para

prestar ayuda que si no lo está. Otros afectos también parecen estar presentes:

Lectura recomendada

Para ampliar sobre este as-pecto, os recomendamos lalectura del experimento delbuen�samaritano de JohnDarley y Daniel Batson:J. M. Darley y C. D. Batson(1973). From Jerusalem to Je-richo: a study of situationaland dispositional variables inhelping behavior. Journal ofPersonality and Social Psycho-logy, 27, 100-108.

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© FUOC • P08/80500/00573 30 La interacción social

el mero hecho de anticipar sentimientos de culpa, vergüenza, satisfacción, etc.

Pueden ejercer un papel importante en el proceso de toma de decisiones sobre

el ejercicio de la ayuda.

De todos modos, han sido los estudios sobre la empatía los más destacados en

este sentido. La empatía es esa capacidad que tenemos de ponernos en el lugar

del otro y poder experimentar y vivenciar su misma emoción o sentimiento.

Por lo tanto, el hecho de empatizar con el sufrimiento del otro puede aumentar

nuestra tendencia a ayudar a los demás (Hoffman, 1981). De todos modos,

hay quien hace una lectura de este sentimiento de empatía diferente, teniendo

como objetivo la reducción del propio malestar personal y remitiéndonos a

razones más bien egoístas.

Para terminar, haremos referencia a los procesos�de�atribución que el donan-

te de ayuda elabora sobre la persona que necesita esta ayuda, es decir, el tipo

de interpretaciones que elaboramos sobre las causas de la necesidad de la per-

sona que necesita ayuda. Si las atribuciones son internas a la persona, ésta se

erige como responsable de su propia situación, siendo menos probable que

se ejecute la ayuda. En cambio, si las atribuciones son externas, se reduce la

responsabilidad de la persona, y es posible que se ayude más.

Sobre las atribuciones

Pensad, por ejemplo, que vemos cómo una persona se cae bajando del tren. Si observamosque esa persona lleva bastón, seguramente haremos una atribución externa, liberándolede la responsabilidad de su caída. En cambio, si observamos que la persona está bajolos efectos del alcohol, haremos una atribución interna, erigiéndole como responsablede la misma. ¿Creéis que emitiremos el mismo tipo de conducta de ayuda frente a unaatribución que frente a la otra?

3)�Respecto�al�receptor�de�ayuda

Tal y como vimos en el apartado de las relaciones interpersonales, elementos

como el atractivo físico o la similitud percibida respecto al receptor de ayuda

nos pueden contribuir a que ayudemos más a esa persona. Los estereotipos de

género también parecen estar presentes en las interacciones establecidas para

ofrecer ayuda. Hay quien piensa que las mujeres necesitamos más ayuda que

los hombres y por eso es relativamente fácil que en una situación donde una

mujer necesita ayuda, se reproduzca este estereotipo y un hombre se ofrezca a

ayudarle. Al contrario, un hombre podría mostrarse violentado si una mujer

le presta su ayuda.

También tenemos que tener en cuenta cómo la respuesta del receptor de ayuda

puede ser un factor relevante a la hora de ofrecer esta ayuda (Morales, 1994). A

priori podemos pensar que recibir ayuda siempre es algo positivo, pero puede

ser que no sea percibido del mismo modo para el receptor de la misma. Recor-

demos la norma de reciprocidad: puede ser que el mero hecho de sentir que

"debemos algo a alguien" o el hecho de no disponer de recursos suficientes

para responder recíprocamente provoque tensión en el receptor de ayuda.

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© FUOC • P08/80500/00573 31 La interacción social

Por otro lado, el hecho de recibir ayuda puede tener un impacto negativo so-

bre el autoconcepto del receptor, en el sentido de sentirse inferior, no autosu-

ficiente, etc., o percibirse de manera negativa, bien porque se vive como una

manipulación, bien porque aceptar esa ayuda puede crear una alianza inde-

seable con alguien que no nos gusta. Todos estos motivos pueden provocar

que la persona necesitada de ayuda muestre sus reticencias a recibirla o se nie-

gue a ello y que, a partir de la percepción de dicha circunstancia, optemos por

no ofrecer esta ayuda.

2.2.3. La mirada socioconstruccionista en el eje agresión –

altruismo

Llegados a este punto, sólo nos queda volcar los elementos que nos aporta la

psicología social construccionista y la psicología discursiva en el estudio de las

agresiones y el altruismo. Esta mirada se desmarca tanto de aquellas explica-

ciones que remiten a la naturaleza interna de estos comportamientos, como

de aquellas que enfatizan en el carácter externo de los mismos, y pone su én-

fasis en el carácter�interpersonal�e�interactivo de la agresión (Muñoz, 1990)

y del altruismo. Desde esta mirada, el interés se centra en comprender los re-

cursos interpretativos y demás significaciones contingentes al propio contex-

to de producción de este tipo de prácticas.

Lectura recomendada

Para hacer una lectura de laagresión desde una miradarelacional e interactiva, osrecomendamos el siguientetexto:Amélie Mummendey (Ed.).(1984). Social Psychology ofAggression. From IndividualBehavior to Social Interaction.Berlin: Springer-Verlag.

Para ilustrar las posibilidades de esta mirada, vamos a retomar el caso de Kitty

Genovese a partir de la relectura que Frances Cherry realizó del mismo en su

libro «The "stubbom particulars" of Social Psychology» y del análisis elaborado por

Miquel Domènech y Lupicinio Iñiguez donde recuperan la importancia del

contexto de interpretación en la significación de un comportamiento violento

y/o altruista.

Releyendo el caso de Kitty Genovese

Como ya hemos visto, Kitty Genovese fue violada y asesinada en una calle de

Nueva York en presencia de unas treinta y siete personas. El caso fue objeto

de portadas de periódicos y de múltiples interpretaciones. Desde la psicología

social se habló de "ausencia de ayuda en presencia de observadores", convir-

tiéndose en un ejemplo paradigmático de los estudios sobre el altruismo.

Pero Frances Cherry, en un excelente ejercicio de interrogación sobre el proce-

so de construcción de significados que se puso en marcha para que tal hecho

se convirtiera en un ejemplo del comportamiento de ayuda, nos ofrece una

interpretación diferente. Cherry constituye este mismo acontecimiento, ya no

como una ilustración del comportamiento altruista o "ausencia de", sino como

un caso de violencia de género. Para ello, Cherry hace su relectura desde dos

momentos sociohistóricos diferentes y, por lo tanto, desde dos contextos de

interpretación también diferentes. Veamos el resultado:

Lectura complementaria

Miquel Domènech e Lu-picinio Iñiguez (2002).Laconstrucción social dela violencia. Athenea Di-gital, 2. Disponible en<http://antalya.uab.es/athe-nea/num2/domenech.pdf>

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© FUOC • P08/80500/00573 32 La interacción social

Sobre los contextos de interpretación

América, años sesenta. En este contexto poco se dice o se hace respecto a la violencia degénero, es decir, no existe un discurso de denuncia ni de intervención en este aspecto.En el ámbito sociohistórico, y con estas herramientas interpretativas, el acontecimientose construyó, como hemos visto, como un caso de emergencia en el que nadie intervienepara ayudar.

América, años ochenta. Tanto la incorporación de la cuestión de género en los experi-mentos sobre los comportamientos de ayuda, como las reivindicaciones del movimientofeminista (con su respectiva constitución de un campo de estudio denominado relacionessexo/género), contribuyen a la creación de un contexto social más sensible a la violenciahacia las mujeres. En este nuevo escenario, se articula un nuevo contexto interpretativoque, aplicado sobre el caso de Kitty, nos permite hacer una lectura diferente del sucesocomo un caso de violencia de género.

Este ejemplo nos permite corroborar que, efectivamente, la consideración de

la dimensión sociohistórica en la comprensión de un determinado hecho o

acción es fundamental, ya que justamente son estas herramientas conceptua-

les e interpretativas las que nos proporcionan el marco en el que interpretar

los hechos.

A modo de conclusión

Por lo tanto, la dimensión sociohistórica nos permite entender los comporta-

mientos violentos y/o altruistas, no a partir de sus significaciones individua-

les, sino inseridos en su propio contexto de producción. Contexto que no sólo

hace las veces de escenario donde se da un comportamiento determinado, sino

que se establece como un marco de valores y normas donde se crean las con-

diciones de posibilidad para llevar a cabo un tipo de comportamiento u otro.

Al reconocer su carácter relacional y su ubicación en un contexto normativo,

ponemos de manifiesto que la palabra agresión o altruismo están conectadas

con formas lingüísticas, y no sólo con conductas observables. En este sentido,

Gergen (1984) apuntaba cómo esto nos lleva al ámbito de los discursos y del

análisis de los mismos y que, el carácter individual o grupal de la agresión,

por ejemplo, no depende tanto de las características físicas de la acción en

cuestión, sino del contexto lingüístico donde el término se ubica.

Siguiendo esta línea, retomemos ahora el ejemplo con el que comenzábamos

el apartado del altruismo, es decir, el caso del Prestige en el que, frente a una si-

tuación de emergencia, miles de voluntarios ofrecieron su ayuda para limpiar

las costas gallegas. A primera vista, nos encontramos frente a un caso de com-

portamiento de ayuda pero, si atendemos al escenario discursivo, este primer

significado queda relativizado y ampliado a otros significados que se despren-

den del contexto sociohistórico y político en el que tuvo lugar.

Podríamos hacer referencia, en primer lugar, al significado que tienen las rías

para los/as gallegos/as. Durante semanas, asistimos a la particular "batalla" de

los pescadores y voluntarios por "salvar" las rías del chapapote y es en este sen-

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© FUOC • P08/80500/00573 33 La interacción social

tido en el que no sólo se hace evidente el comportamiento de ayuda, sino que

nos remite constantemente al significado compartido de las rías en términos

de tradición, del valor del paisaje como forma de vida, etc.

En segundo lugar, el "efecto llamada" que movilizó a miles de personas para,

en un principio, ejercer esa ayuda, sufrió una transformación posteriormente,

convirtiendo el propio hecho de ayudar o no ayudar en un posicionamiento

político, en un estar a favor o en contra del partido del gobierno o del partido

de la oposición, en una reivindicación o crítica a unas posturas u otras. Es de-

cir, lo que en principio se articuló como comportamiento de ayuda pasó a sig-

nificarse de otras formas: como sentimiento, como posicionamiento político,

como reivindicación, etcétera. De nuevo, es a este tipo de análisis al que nos

invitan las perspectivas discursivas y sociocontruccionistas.

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© FUOC • P08/80500/00573 34 La interacción social

Resumen

Como hemos enfatizado a lo largo de este módulo, las significaciones que

median nuestras interacciones son el fruto de una construcción social. En este

sentido, en la medida en que este trabajo ha sido fruto de una interacción

social, debemos decir que también ha estado mediado por los mismos procesos

a los que hemos hecho referencia. El producto presentado, por ende, debemos

comprenderlo como un discurso que ha emergido del campo significativo que

nos ha arropado en su elaboración: el universo lingüístico de los estudios sobre

interacción social en el ámbito de la psicología social.

Desde este universo lingüístico, hemos optado por presentar el tema de la in-

teracción social, más que como un concepto, como un problema común y aún

no resuelto en las ciencias sociales. Es decir, que sea una problemática más que

un concepto nos permite comprenderlo como uno más de esos códigos que

median nuestras interacciones, cargado de historicidad y, por tanto, abierto a

futuros y pasados intentos de resolución.

Hemos mostrado, de esta manera, tres intentos de la psicología social por for-

mular y resolver el problema de la sociabilidad (que como hemos apuntado,

es el problema de la interacción social). De la explicación mecánica/conduc-

tual, hemos destacado los elementos que activan la mecánica del condiciona-

miento de la conducta en interacción, el rol funcional de los reforzadores, y el

intercambio de conductas de reforzamiento como vínculo de sociabilidad. De

la explicación atribucional/cognitiva/comunicacional, hemos destacado el rol

de las atribuciones en el proceso de construcción de las expectativas que nos

orientan en las escenas de la interacción social. Del mismo modo, también

hemos hecho referencia a los procesos de mutua anticipación como produc-

tos del conocimiento que adquirimos en la incesante dinámica de confirma-

ción-desconfirmación de la expectativa, y del hilo comunicacional que de es-

to se genera como vínculo de sociabilidad. De la explicación discursiva/con-

textual, hemos destacado el rol constitutivo del lenguaje en la escena de la

interacción social, así como el papel de los significados en la configuración de

las coordenadas del contexto, de los discursos en la conformación del vínculo

de sociabilidad.

Con todas estas herramientas, y en particular desde aquellas suministradas por

las explicaciones discursivas, hemos emprendido la tarea de la exposición crí-

tica de los temas y factores que en psicología social se suelen destacar en sus

intentos por definir y modelar el ámbito de las "relaciones interpersonales". En

cuanto a las definiciones, hemos destacado el rol que se atribuye a la noción

de intimidad en la definición de este tipo de relaciones. Hemos advertido có-

mo, desde cierta definición de lo íntimo, la disciplina ha elaborado jerarquías

en el modo de relacionarnos con los demás según el grado de intimidad que

Page 35: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 35 La interacción social

establezcamos. Hemos tenido la oportunidad además, de exponer que, para

los estudios en psicología social, estas relaciones surgen por la intervención de

factores tales como: la proximidad física, el atractivo físico, la semejanza, etcé-

tera. Asimismo hemos podido reflexionar críticamente sobre estos factores así

como sobre las jerarquías atribuidas a nuestras relaciones íntimas, en el senti-

do de poner a prueba, o al menos entre signos de interrogación, la idea que

defiende que los grados de intimidad se correspondan necesariamente con los

diferentes modos de relación (amistad, familiar, pareja). De la misma manera,

hemos advertido que la relevancia que se otorga a unos u otros factores varía

de contexto en contexto, siendo la dimensión sociohistórica de las relaciones

interpersonales aquella encargada de certificarnos, en definitiva, cómo y en

virtud de qué nos relacionamos con los demás en términos de intimidad. Por

ello, hemos avanzado modos de preguntar sobre la intimidad desde una mi-

rada construccionista, y ensayado alguna respuesta respecto al modo en que

se puede comenzar a cuestionar la manera de comprender la intimidad que

se presume universal y circunscrita al ámbito privado. Tuvimos ocasión, en

este sentido, de apreciar cómo las relaciones que se establecen bajo códigos de

intimidad, se encuentran atravesadas por discursos públicos que intentan, al

definirla y reglamentarla, generar prácticas sociales consecuentes.

En la misma línea hemos presentado los estudios realizados en la psicología

social sobre los temas de la agresividad y el altruismo. De estos últimos temas,

fundamentales en los estudios sobre interacción social en psicología social,

hemos avanzado la posibilidad de comprenderlos de manera conjunta, como

un eje significativo dual a través del cual las prácticas sociales pueden signi-

ficarse de manera agresiva o altruista, dependiendo del contexto de significa-

ción que arrope a este eje. Esta manera de entender los temas de la agresión

y el altruismo es, desde el comienzo, una exposición crítica al trato separado

que suele darse a estos temas en el campo de la disciplina: especialistas en

agresión, por una parte, y especialistas en altruismo por la otra. No obstante

la crítica, hemos mostrado cada tema por separado para poder centrarnos en

aquello que se ha dicho de cada uno de manera específica.

En el caso de la agresión/violencia, hemos presentado cómo se las define, ad-

virtiendo sobre la mayor amplitud del concepto de violencia en relación con

el carácter más restringido que se le suele atribuir al de agresión. Ambos se

refieren, no obstante, al tema del daño sobre el otro en la interacción. Hemos

transitado, además, por las teorías explicativas de estas conductas (internalis-

tas, frustración/agresión, aprendizaje social), en un intento por formular y re-

formular la cuestión: ¿Somos agresivos por naturaleza? ¿Hay factores del am-

biente que intervienen en este comportamiento o simplemente aprendemos

a ser agresivos? Al pensar críticamente las respuestas de cada corriente, hemos

incorporado reflexiones sobre el papel de las normas y del contexto en gene-

ral, en la definición y encauzamiento de nuestros comportamientos violentos

y/o agresivos.

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© FUOC • P08/80500/00573 36 La interacción social

Otro tanto hemos hecho con el llamado comportamiento altruista/prosocial.

Hemos presentado la diferencia entre las definiciones de conducta de ayuda

y conducta prosocial, que en psicología social se entiende como la diferencia

entre comportarnos con expectativas de recompensa (prosocial) o no alber-

garlas (altruismo). Hemos destacado, además, los factores que suelen atribuir-

se en psicología social como causa de la conducta de ayuda. Al respecto, nos

hemos referido a los factores atribucionales asociados a estereotipos sociales,

junto con los factores asociados a la atribución por difusión de la responsabi-

lidad. De los últimos, destacamos el experimento que nos muestra cómo la

conducta de ayuda es menos probable cuando la responsabilidad de hacerlo se

diluye entre quienes presencian una situación de emergencia. En el caso de los

primeros, destacamos el ejemplo que nos muestra cómo, de las explicaciones

que hagamos de por qué alguien necesita ayuda, se desprende nuestra decisión

de ayudar o no ayudar. Recordad nuestro ejemplo sobre el hombre que se ha

caído en el tren: ¿le prestaremos la misma ayuda si creemos que necesita un

bastón que si está borracho? Ésta sería la cuestión.

Con miras a cerrar el eje agresión-altruismo, hemos destacado las potenciali-

dades de la mirada construccionista a partir de la relectura del caso de Kitty

Genovese, como ejemplo paradigmático del comportamiento de ayuda. En

este sentido, destacamos cómo el contexto de interpretación es vital en la de-

finición de los comportamientos, ya sean de ayuda o de agresión. Para ello,

comparamos los escenarios significativos en los que se interpretó como "au-

sencia de ayuda" y se reinterpretó como "violencia de género", con el fin de

ilustrar que, efectivamente, el contexto nos proporciona las herramientas para

definir y entender el mismo fenómeno de un modo u otro.

Finalmente, al exponeros este módulo como una construcción que reivindica

una mirada crítica, os invitamos también a tenerla ahora en las actividades

que os presentamos a continuación.

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© FUOC • P08/80500/00573 37 La interacción social

Propuestas de reflexión

• Escoged tres revistas de actualidad dirigidas a hombres y mujeres, a hetero y homose-xuales (tipo Cosmopolitan, Woman, Vogue, Zero, Men's Health, GQ, Primera línea, etc.) yelaborad un análisis sobre el tratamiento que del concepto de intimidad se realiza en es-tos medios. En este sentido, podéis reflexionar sobre los términos en los que se habla deintimidad, sobre qué regularidades o singularidades se encuentran, sobre qué discursoso mensajes circulan, y sobre si encontráis diferencias en el tratamiento de la temática enfunción del público a quienes van dirigidas, etc.

• Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están creando nuevos espa-cios de establecimiento de relaciones. Reflexionemos a continuación sobre nuestra pro-pia experiencia como usuarios de tecnologías (como estudiantes de la UOC, como usua-rios de telefonía móvil, del Messenger o del chat) y en cómo éstas están presentes ennuestras relaciones cotidianas. En este sentido, ¿creéis que las relaciones mediadas porTIC son diferentes a las que establecéis presencialmente? ¿Qué posibilidades creéis queabren las nuevas tecnologías en el establecimiento y consolidación de las relaciones in-terpersonales?

• El debate sobre el impacto que los videojuegos pueden tener en nuestros jóvenes está degran actualidad. Desde algunos focos del debate, se cuestiona que realmente el impac-to sea negativo y se destacan las posibilidades de este tipo de juegos. Leed la siguienteafirmación de Sherry Turkle y reflexionad sobre las posibilidades que según esta autoratendrían los juegos de simulación. En esta línea, ¿cómo podrían entenderse estos espa-cios y qué potencialidades nos pueden ofrecer en el cuestionamiento de nuestra propiarealidad?

Cita

"los juegos de simulación no son objetos para pensar sobre el mundo real, sino paraprovocar nuestra reflexión sobre cómo el mundo real se ha convertido a sí mismo en unjuego de simulación."

Sherry Turkle (1995/1997). La vida en la pantalla. La construcción de la identidad en la erade Internet (p. 91). Barcelona: Paidós.

• Uno de los temas contemporáneos con los que podemos trabajar sobre el comportamien-to altruista tiene que ver con la solidaridad. Y quizás una de las formas más "mediáticas"de practicar el altruismo es el apadrinamiento de niños/as del "tercer mundo". A partir delsiguiente eslogan, intentad explicar este comportamiento de ayuda desde las diferentesteorías y factores que hemos explicado en relación con el concepto de altruismo. En estalínea, reflexionad sobre cómo se construye la idea de ayuda al donante y al receptor dela misma en este contexto de apadrinamiento. Pensad también qué tipo de discursos ysignificados se manejan en torno a esta forma de ayuda y qué implicaciones ideológicaspodría tener el hecho de participar en este tipo de acciones.

Children International (www.children.org)

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regalos y tarjetas para su cumpleaños, Pascua y Navidad.Puede apadrinar al niño que ve en esta página o utilizar el sistema de búsqueda paraencontrar un niño que sea como usted desee.

Page 38: social La interacción

© FUOC • P08/80500/00573 38 La interacción social

Glosario

agresión  Forma de violencia que tiene como intención causar daño a otra persona, ya seafísico, psicológico y/o simbólico.

altruismo  Acción voluntaria que tiene como objetivo beneficiar a otras personas, sin laanticipación de beneficios o recompensas a corto o largo plazo.

atracción interpersonal  Factor que interviene de manera positiva en los procesos inicia-les del establecimiento de las relaciones interpersonales.

atribución social  Adjudicación a otros de las explicaciones (causas, motivaciones e inten-ciones) de sus propios comportamientos.

comportamiento prosocial  Comportamiento voluntario que tiene como objetivo bene-ficiar a otra persona, con independencia de los motivos que dan lugar a dicha ayuda.

difusión de responsabilidad  Efecto que se produce cuando, en una situación de emer-gencia en la que se requiere ayuda y estando presentes otros observadores y testigos, se diluyela sensación de responsabilidad que uno asume como propia, atribuyéndose/distribuyéndoseesta responsabilidad entre los otros observadores presentes en la situación.

discurso  Conjunto de prácticas lingüísticas que mantienen, promueven y regulan relacio-nes sociales.

interacción  Movimiento que dibujan dos o más cuerpos, cuando la energía que transportaa cada uno se conjuga con la de los otros para generar un campo de fuerzas coordinadasentre sí.

interacción social  Relaciones de coordinación que se establecen entre dos o más organis-mos, personas o sujetos.

intimidad  Proceso por el cual dos o más personas mantienen una relación donde se dauna influencia mutua, de interdependencia, y donde ambas partes se involucran de maneraconjunta en la realización de actividades, en la compartición de sentimientos, experiencias,etc., de manera continuada.

relaciones interpersonales  Objeto de análisis en la psicología social que designa el cam-po de estudio sobre lo íntimo.

violencia  Comportamiento que opera a través de la fuerza y que va en contra de lo quese considera razonable y justo.

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© FUOC • P08/80500/00573 39 La interacción social

Bibliografía

Bibliografía básica

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Hewstone, M., Stroebe, W., Codol, J. P., y Stephenson, G. M. (Dir.). (1990). Introducción a laPsicología Social. Una perspectiva europea. Barcelona: Ariel.

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