qué es una psicopatologia

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La palabra “psicopatología” es reconocida como el estudio de las causas y naturaleza de las enfermedades mentales (DRAE, 2014) y por ello, se desprende que lo psicopatológico apunta a qué es lo que entendemos como enfermedad mental. En las siguientes líneas pretenderemos exponer que la noción de psicopatología, contraria a la creencia ordinaria, no es un término rígido, sino más bien un término flexible que va cambiando de acuerdo al contexto sociohistórico en el que se esté inserto. En la actualidad, es pues lo patológico considerado una enfermedad, a veces asociada a la locura, caracterizada por presentar una conducta atípica, que se escapa de la norma y por ello indeseada. La idea de enfermedad mental, per se, le convierte en un término altamente maleable debido a que habita y es propio del mundo de lo mental, siendo éste (lo mental) un término sometido a subjetividades y cambios continuamente a través del tiempo y las sociedades. Sin duda, el término “psicopatológico” pretendería, y en ello no hay discusión, apuntar a un problema. Es una forma de encasillar un conflicto, comúnmente reconocido como una enfermedad o trastorno. De esta forma llegamos a la conclusión evidente de que algo “psicopatológico” para nuestra sociedad corresponde a algo reprochable y que genera una contrariedad dentro de la normalidad o lo entendido como aceptable; un concepto negativo, que asigna a los individuos una forma de discapacidad social, asociada usualmente a un mal funcionamiento mental. Corresponde entonces, como ya hemos dejado en evidencia a un problema, a un problema que nace en la sociedad y que por tanto se manifiesta día a día en nuestra vida diaria.

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ensayo sobre que es lo entendido como psicopatologico en la sociedad actual.

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Page 1: qué es una psicopatologia

La palabra “psicopatología” es reconocida como el estudio de las causas y naturaleza de las enfermedades mentales (DRAE, 2014) y por ello, se desprende que lo psicopatológico apunta a qué es lo que entendemos como enfermedad mental.

En las siguientes líneas pretenderemos exponer que la noción de psicopatología, contraria a la creencia ordinaria, no es un término rígido, sino más bien un término flexible que va cambiando de acuerdo al contexto sociohistórico en el que se esté inserto. En la actualidad, es pues lo patológico considerado una enfermedad, a veces asociada a la locura, caracterizada por presentar una conducta atípica, que se escapa de la norma y por ello indeseada.

La idea de enfermedad mental, per se, le convierte en un término altamente maleable debido a que habita y es propio del mundo de lo mental, siendo éste (lo mental) un término sometido a subjetividades y cambios continuamente a través del tiempo y las sociedades.

Sin duda, el término “psicopatológico” pretendería, y en ello no hay discusión, apuntar a un problema. Es una forma de encasillar un conflicto, comúnmente reconocido como una enfermedad o trastorno. De esta forma llegamos a la conclusión evidente de que algo “psicopatológico” para nuestra sociedad corresponde a algo reprochable y que genera una contrariedad dentro de la normalidad o lo entendido como aceptable; un concepto negativo, que asigna a los individuos una forma de discapacidad social, asociada usualmente a un mal funcionamiento mental. Corresponde entonces, como ya hemos dejado en evidencia a un problema, a un problema que nace en la sociedad y que por tanto se manifiesta día a día en nuestra vida diaria.

Es entonces una psicopatología un problema social. Fuller y Myers (1941a, 1941b) definieron un problema social como “una condición que se establece como tal por un número considerable de personas como una desviación de las normas sociales habituales” (Clemente M, 1997, p.16). Por lo tanto esta condición se establece únicamente debido al consenso de un grupo, y por ello depende netamente de cual sea el grupo que le designe.

La cultura y el contexto social influirán, por lo tanto, de manera directa en lo que se entenderá como psicopatológico. Clemente (1997) declara que toda costumbre o convención social “debe ser evaluada dentro del contexto en el que se manifiesta y produce” (p.22). Por ello, lo que será entendido como normal, y que por lo tanto, sentara la base para lo que es una psicopatología (disrupción de la norma), variará de acuerdo a los cánones que se encuentran previamente establecidos en una sociedad y cultura dada; ya que son estos los que establecen las pautas a seguir

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para cada persona y que generan, al mismo tiempo, expectativas de lo que son conductas “deseadas” y conductas “no deseadas”, dando vida a lo que se entiende como “conductas normales”. No obstante, como ya hemos mencionado, estas conductas no son siempre universales, pues aquel comportamiento que se corresponda con lo esperable y aceptado en determinada sociedad, no será el mismo que el de otra sociedad distinta (por ejemplo sociedades occidentales/ sociedades orientales). Variará de acuerdo a su cultura, creencias y contexto.

Lo que sí se hace común para toda sociedad, es que esa conducta socializada como “normal” será aquella que se atenga más fielmente a las normas y valores asignados como positivos para cada sistema social, por lo que mientras más típico es el comportamiento, más socialmente aceptado será éste. En este punto se consideraría como “anormalidad” aquello que escapa a las reglas, aquellas excepciones que no se identifican con un patrón cultural a fin, lo que luego es clasificado por el sentido común como patología. Así lo expresa Merton (2002) al declarar que “la conducta desviada puede considerarse sociológicamente como un síntoma de disociación entre los objetivos culturales y los medios sociales para conseguirlos”. (p.55)

Entonces, podemos afirmar que todo aquello que designa a una psicopatología proviene de un previo acuerdo común dentro de cada sociedad particular de forma que no nos es posible hablar de éstas en general.

Sin embargo, si bien, evidentemente, lo que se corresponde con una conducta desviada varía de acuerdo a cada cultura y se adecua a un contexto determinado. Existen también ciertos comportamientos ecuménicos designados como psicopatológicos mediante convenciones universales. Estas convenciones no son más que normas generales de lo que es o no aceptable para cualquier sociedad existente. Por ejemplo, la delincuencia es considerada universalmente como un acto reprochable, y penalizado por la ley por lo que es sancionado y, de común acuerdo, se le considera como un problema, tanto en nuestro país como en cualquier otro. Y, dada la tendencia a nominar aquellos problemas que se presentan de manera recurrente en la sociedad actual, se ha psicopatologizado este y otros comportamientos problemáticos presentes en las sociedades (en este caso concreto: cleptomanía), además de asociársele con otros trastornos reconocidos universalmente como psicopatológicos. El tema de la delincuencia es solo para ejemplificar con uno de los tantos comportamientos que se han asociado a psicopatologías en nuestra y otras sociedades de manera más o menos universal.

Por ello si bien podemos decir que lo entendido como psicopatológico varía de acuerdo a la cada sociedad, es decir, que es un término cambiante o polisémico.

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También debemos destacar que existen acepciones en donde éste se convierte en un término universal y fijo. Sin embargo, estas acepciones son específicas, rescatándose así la primacía de la flexibilidad dentro del uso de este término.

Para esclarecer un poco este aspecto, daremos otro ejemplo, uno que es altamente polémico en la actualidad, como lo es tema de la pedofilia, ya que en ésta y otras culturas es considerada a todas luces como un trastorno psicopatológico, no obstante en otras culturas no existe tal nominación siendo un comportamiento legal y un acto aprobado institucionalmente.

Hoy en día la psicopatología, como ya hemos contextualizado, se debe a un conflicto caracterizado por una anomia. Y ésta, a su vez, se basada en los regímenes de poder imperantes en la sociedad que pretenden dirigir las conductas y establecer caminos aceptables mediante la normalización, Clemente (1997) menciona acerca de esto que “muchos problemas sociales se deben al ejercicio del poder y al uso de la autoridad, tanto como fuerzas que van a incrementar los propios problemas, como elementos necesarios para su control y si es posible reducción” (p.20). Para ello, hoy en día se recurre a un mecanismo ya mencionado por Foucault: la Disciplina. Es a través de ésta donde se manifiesta en sí, el poder de la norma y por tanto, el poder de los márgenes de normalidad versus anormalidad. La disciplina es entonces el mecanismo por excelencia que intenta homogenizar y anular o modificar los comportamientos que se alejen de lo establecido. “El castigo disciplinario tiene por función reducir las desviaciones. Debe, por lo tanto, ser esencialmente correctivo.” (Foucault, 2000, p.110).

Es entonces creado el concepto de psicopatológico en nuestra sociedad, tanto anterior como actual, por el poder de las normas y sus eventuales desviaciones. Y esto a su vez tendrá implicaciones que repercutirán en el individuo.

Una cuestión interesante respecto a lo anterior es que, siendo la sociedad quien crea estas normas, no podemos estar seguros de que los parámetros establecidos culturalmente no sean en sí mismos los precursores de la desviación conductual, debido a las limitaciones que estos implican y por el control inconsciente o indirecto que estos ejercen en toda índole de la vida. Sin ir más lejos podemos darnos cuenta que estamos insertos en un mecanismo disciplinario que intenta replicar conductas deseadas socialmente desde que nacemos; en el núcleo familiar, en los establecimientos educacionales, incluso en los medios de comunicación masiva, siendo estas instituciones las encargadas de trasferir la norma y promover la disciplina. Merton (2002) avala esta noción al declarar que “los padres trasmiten los valores y fines de los grupos a que pertenecen… y las escuelas son, por supuesto, los agentes oficiales de la transmisión de los valores

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prevalecientes.”(p.58). Entonces, es quizás las misma presión social la que nos hace vulnerables a padecer las patologías que esta mismas crean.

“La división constante de lo normal y de lo anormal, a que todo individuo está sometido, prolonga hasta nosotros y aplicándolos a otros objetos distintos, la marcación binaria y el exilio del leproso; la existencia de todo un conjunto de técnicas y de instituciones que se atribuyen como tarea medir, controlar y corregir a los anormales, hace funcionar los dispositivos disciplinarios a que apelaba el miedo de la peste.”(Foucault, 2000, p. 121).

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Referencias Bibliográficas

- Clemente, M. (1997) Capitulo 1: Los problemas sociales, qué son y cómo se modifican. Psicología Social Aplicada. (p. 11-28). Madrid: Pirámide.

- Foucault, Michel (2000) Disciplina. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. (p.82-138). Madrid: Siglo Veintiuno.

- Merton, Robert K. (2002) Estructura Social y anomia. Teoría y estructura sociales /4a. ed. (p. 51-85). México: Fondo de Cultura Económica.

- Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española (23ªed.). Consultado en: http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae

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¿Qué es lo entendido como “psicopatológico” por las personas en nuestra sociedad?

Por: María Fernanda Passalacqua

y Harim Pérez.