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En los albores del siglo XXI el mun-do está sufriendo una gran transfor-

mación, no sólo de la mano de la revo-lución tecnológica, que está cambiando de forma radical y definitiva nuestra forma de contemplar la realidad y de re-lacionarnos los unos con los otros, sino también en muchos otros paradigmas que hasta la fecha parecían incuestiona-bles. Las relaciones internacionales, el mundo científico, la comunicación... En definitiva, nuestra forma de vida está su-friendo grandes cambios, en muchos ca-sos influidos por el advenimiento de una

nueva conciencia, más global, holística e integrativa.

Quizás uno de los campos donde más se deja sentir esta nueva forma de observar

Entrevista

Entrevista a Eric Rolf, escritor y terapeuta espiritual

Ha sido uno de los precursores de lo que se ha conocido como “Medicina del Alma”, y afirma que la vida nos susurra constantemente a través de metáforas y de símbolos, que incluyen todos los acontecimientos de nuestra vida.

La Medicina del Alma

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y entender la realidad del ser humano, sea el terreno de la salud y sus cada vez más estrechas relaciones con la espiri-tualidad. De hecho, técnicas como la meditación están empezando a ser con-

sideradas seriamente por muchos espe-

cialistas médicos como precursoras de una buena salud, no sólo psicológica sino también física. Sin duda, nuestro invitado de hoy puede ser considera-

do, con pleno derecho, como uno de los protagonistas e impulsores de esta nueva visión de la salud ligada a la es-

piritualidad, habiendo dado forma a un

sistema de relación con nuestro cuerpo que tiene en cuenta esa gran verdad ya

esgrimida por nuestros antecesores en el camino del Conocimiento, es decir, que el cuerpo y el alma no sólo son dos realidades inseparables, sino que ade-

más se interrelacionan de forma admi-rable. Efectivamente, estamos hablando de Eric Rolf.

Ha sido uno de los precursores de lo que se ha conocido como «Medicina del Alma», que más tarde ha derivado en la Biodescodificación, una técnica que re-

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RC laciona los síntomas físicos de la enfer-

medad y el lugar del cuerpo donde se manifiestan, con ciertos mensajes que el alma está intentando transmitirnos. Pero Eric Rolf ha sido además una per-sona de gran inspiración para muchos otros. Ya en el año 1974 fue nomina-do para el Premio Geni junto con Uri Geller y Olaf Jobanson, habiendo co-laborado además con empresas líderes como la NASA, Exxon, Telefónica de Suecia, Young & Rubican y otras. Tam-bién una larga lista de famosos artistas han solicitado sus consejos, como por ejemplo John Lenon, Yoko Ono, Carlos Santana y Paul Simon, entre otros.

Actualmente Eric Rolf está dedicado a divulgar estos conocimientos mediante publicaciones, charlas y cursos a em-presas y particulares, principalmente en países como España, Suecia y Estados Unidos, con la finalidad de contribuir al bienestar de nuestros semejantes.

Con él vamos a hablar de su actual visión de la espiritualidad, de nuestra relación con el alma y de los sutiles mensajes que esta intenta transmitir-nos.

En sus trabajos usted afirma que la vida nos habla constantemente… ¿cómo?

A través de la parte más profunda y más misteriosa de cada uno de noso-tros, porque la vida no es sólo lo que ocurre en nuestro exterior, sino sobre todo se refiere a nuestro interior, don-de podemos descubrir paisajes más bellos y más excelsos que los que nos ofrece la naturaleza. En esto podemos ver la unidad de la vida. Pero si uno observa su vida cotidiana más como una metáfora espiritual que como algo real, entonces surge un sentido más profundo y trascendente, por-que empezamos a escuchar a la vida

Poseemos más sentidos de percepción que los cinco sentidos objetivos. De hecho, el ser humano posee cinco sentidos externos y diez internos.

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susurrar mensajes que de otra forma no podríamos captar. Viktor Frankl, el famoso psiquiatra austríaco y un ser humano de una gran profundidad, decía que «el ser humano, más que la realización busca el sentido», algo muy parecido a la orientación que es-toy dando actualmente a mi trabajo, que resumo en la siguiente frase: «Te-ner sentido, una nueva visión del ser humano». En esta nueva visión desta-co la intuición como nuestro principal sistema operativo.

La intuición como un sentido que nos conecta con nuestra Alma, con la parte más profunda de nosotros mismos, supongo…

Si, porque tenemos muchos más senti-dos de percepción que nuestros senti-dos objetivos. Aristóteles ya decía que tenemos nueve sentidos y en mi últi-mo libro afirmo que tenemos quince, cinco externos y diez internos, como por ejemplo, el saber, la identidad au-téntica o el sentido del humor.

Yo siempre digo que el ser humano es como el «Hombre Invisible», pues estamos constituidos por un 99% de energía, vibración y conciencia, y la parte material es la menos importan-te. Sucede lo mismo con todo el uni-verso. Así que nuestro trabajo consis-te en conocer a ese hombre invisible, ya que finalmente es lo que le da sen-tido a ese 1% que nosotros somos ca-paces de percibir, que evidentemente también tiene su valor y no debemos menospreciarlo, pero debemos tener una visión lo más amplia posible.

Usted afirma que el sentido del hu-mor es muy importante, ¿verdad?

Así es, porque la risa nos libera de muchas tensiones. Cuando reímos sinceramente se produce una relajación completa del cuerpo y entramos de forma automática en el estado cerebral «alpha», que es el que se produce en la meditación. Suelo decir que en el comienzo de los tiempos Dios rió, y todo el universo y nosotros mismos somos como las ondas expansi-vas de esa risa primordial. La risa es una de las pocas cosas que siempre es algo totalmente nuevo y fresco, algo muy au-téntico. Nunca he visto a alguien reír y decir: «me estoy riendo igual que me reí el jueves pasado». El ego puede resistir casi cualquier desafío, excepto la risa. Cuando reímos podemos contemplar los problemas desde otra perspectiva, así que debemos cultivar el sentido del humor, pues no solo es un bálsamo que ayuda a vivir, sino que nos conecta con la alegría interior.

Cuando conocemos y usamos los sen-tidos interiores, como el sentido del humor, que nos dan acceso a esos pai-sajes espirituales de los que he hablado antes, llegamos a un punto en el que somos capaces de reconocer un código de comunicación con nosotros mismos,

La vida nos habla través de la parte más profunda y más misteriosa de cada uno de nosotros, porque la vida no es sólo lo que ocurre en nuestro exterior, sino sobre todo se refiere a nuestro interior. Lo externo es tan sólo un reflejo.

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RC un código secreto en el que cada órgano

corporal no sólo tiene una función fisio-lógica, sino que también es un sentido interno. Por ejemplo, los riñones tienen que ver con nuestras relaciones, sobre todo con personas muy cercanas, como nuestros hermanos o amigos íntimos, y podemos utilizar ese «especialista» en relaciones que son los riñones para ex-plorar cómo funcionan las relaciones en nuestra vida, simplemente aprendiendo a escucharlos. Es como afinar un instru-mento de música, sólo que en este caso afinamos nuestra intuición, es decir, la escucha interior. La vida nos habla me-diante el lenguaje de las metáforas y los símbolos.

La vida como metáfora de comunica-ción con el Alma, con nosotros mis-mos… ¿Esta comunicación, también se manifiesta en la enfermedad?

Efectivamente, porque la enfermedad es una llamada de atención de la vida, que siempre nos habla en voz baja, en susurros, pero cuando enfermamos es como si esa voz silenciosa y suave fuera subiendo el tono de voz hasta que fi-nalmente nos grita. Nos está llamando la atención. Ese grito es la enfermedad, pero también se puede manifestar de otras formas, como un accidente de co-che o un evento de otro tipo que nos obliga a reflexionar y meditar sobre ello. En realidad lo que nos sucede tiene más sentido como metáfora, como símbolo, que como suceso concreto.

Hablando de la enfermedad, es muy importante observar «dónde» está ubi-cada, en qué parte de nuestro cuerpo, pues eso está diciéndonos claramente con qué área de nuestra vida está re-lacionada. El cuerpo se puede dividir en distintas zonas. Cada zona refleja

Es muy importante observar en qué parte de nuestro cuerpo se encuentra la enfermedad, pues indica con qué área de nuestra vida está relacionada.

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metáforas relacionadas entre sí, aunque cada órgano en esa zona también refleja una metáfora más específica y concreta. Cada órgano representa un área especí-fica de nuestra vida. Tener un dolor en un órgano es como decir que esa parte de nuestra vida, de nosotros mismos, está intentando llamarnos la atención. Cuando le prestamos atención a esa parte de nuestra vida y aceptamos los cambios indicados, el cuerpo se cura rápidamente, a veces de forma instan-tánea. En este sentido, y uniéndolo al acto de escuchar a la vida del que hemos hablado anteriormente, podríamos de-cir que sólo existe una enfermedad, una especie de sordera espiritual.

Muy interesante. Pero, ¿podemos comunicarnos nosotros con la vida de la misma manera?

Por supuesto, por que estamos inmer-sos en un océano de creatividad, de ex-presión y de comunicación. La vida es eso, expresión. Cuando uno habla con la vida, en sus periodos de meditación o de oración, toma inconscientemente una postura humilde en la que le dice a la vida: «yo no sé, pero quiero saber». Ese es el comienzo de la sabiduría.

Desde esa postura la vida responde a nuestras preguntas, se establece un diálogo fascinante que es muy simi-lar a la relación que puede haber entre un maestro y su discípulo. El maestro siempre responde a nuestras cuestiones de mil y una formas diferentes, creati-vas, simbólicas, a través de nuestra vida cotidiana, de nuestras relaciones, de lo que nos sucede, pero debemos estar abiertos interiormente a ello, pues sólo

así podremos acceder a esos niveles de conciencia donde se encuentran todas las respuestas. Siempre que hay una pre-gunta, existe una respuesta.

¿Necesitamos cultivar la escucha, más que la palabra o la expresión propia?

Las dos cosas son importantes, cada una en su justo valor. Sin embargo la escucha interior, es decir, mantener una actitud receptiva hacia la vida, es muy importante. Hay un símbolo que me gusta mucho y que he utilizado en alguno de mis libros, formado por dos orejas unidas por su parte inte-rior, que forman un corazón. Simbo-liza esa escucha interior e íntima de la vida desde las profundidades de no-sotros mismos. El corazón es nuestra tercera oreja. En realidad todos los sentidos incluyen a los demás. Pode-mos tocar con la vista, escuchar con el corazón o hablar con un gesto o con nuestro silencio. Por tanto, ese «escu-char» incluye todos los sentidos. El Universo es una sola y consciente to-talidad que está en constante y creati-va comunicación con cada una de sus partes o aspectos. El hombre, como parte de ello, es también una unidad

La enfermedad es una llamada de atención de la vida, que siempre nos habla en voz baja, en susurros, pero cuando enfermamos es como si esa voz silenciosa y suave fuera subiendo el tono de voz hasta que finalmente nos grita.

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donde todo se refleja en todo, pero básicamente venimos a este mundo a escuchar, sentir y dar.

En este sentido me imagino que cultivar la meditación y desarrollar la intuición es algo importante, ¿verdad?

Por supuesto, es algo fundamental. Yo hablo de ello como los «alimentos del alma», por que es lo que mejor define esas prácticas. Suelo decir que el alma no puede enfermar, pero hay que ali-mentarla. En primer lugar tenemos la respiración consciente, que es la base de todo; luego están la meditación, la oración, etc., pero también otras prác-ticas muy importantes como la creati-vidad consciente, desarrollar el senti-do del humor, escuchar buena música, ser consciente de las metáforas de la vida y otras. Así que la alimentación del alma es fundamental, porque si esa área de nuestra vida funciona bien, todo lo demás irá mucho mejor. Por supuesto, esto no quiere decir que de-bamos desatender las necesidades de nuestro cuerpo físico. Como en todo, siempre debe haber un equilibrio en-tre lo físico y lo metafísico, entre el cuerpo y el alma, pues en ello reside la clave de una vida sana.

De hecho usted afirma en uno de sus trabajos que la comida es en rea-lidad una metáfora emocional.

Así es. Podemos hablar de los alimen-tos como metáfora, de la misma forma que hemos hablado anteriormente de ese código secreto del cuerpo. La carne, el pescado, la fruta, etc., poseen su pro-pio simbolismo. Una expresión popular dice que: «Somos lo que comemos», pero se podría decir mejor que somos lo que no comemos, pues lo que real-mente ingerimos al comer es la metáfo-ra de los alimentos, es decir, lo que estos simbolizan, que a la vez representan lo que nos permitimos sentir. En este as-pecto, debemos abrir nuestros horizon-tes y aprender a descubrir otros sabores en nuestra alimentación, por que la vida es fundamentalmente sabor. Vivir es sa-borear, sentir, degustar, pues todos esos actos requieren de una gran concien-cia. El sabor es lo que realmente nos alimenta. Por eso debemos comer des-pacio y sin prisa, disfrutando de cada bocado, percibiendo la sutileza de cada sabor. Si tenemos prisa, no deberíamos comer, sino solamente beber líquidos. Eso sería mucho más saludable para nosotros. En uno de mis libros titula-do «Enseñanzas: El Camino del Sabor» se explican en profundidad todas estas cuestiones, pues el sabor es un puente entre lo material y lo no material.

En este sentido, imagino que los ali-mentos naturales juegan un impor-tante papel…

Por supuesto. Debemos cuidar en ex-tremo la calidad de lo que comemos,

Evolucionar conscientemente significa cultivar la respiración, la meditación y la intuición, pero también desarrollar el sentido del humor, escuchar buena música y ser consciente de las metáforas de la vida, entre otras cosas.

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del agua que bebemos y del aire que res-piramos. Esto no sólo está relacionado con nuestra salud, sino que es un tema clave dentro de la espiritualidad, pues cuanto más conectamos con nuestra naturaleza interior, más fuerte se hace el vínculo con la madre naturaleza, y al re-vés, cuanto más nos unimos a la madre naturaleza más en contacto podemos estar con nosotros mismos, con nues-tra propia naturaleza espiritual. Cuando somos conscientes de la importancia de este hecho, y valoramos por ejemplo la pureza del agua, del aire o incluso el silencio, ya que el ruido es otra forma de polución, entonces entramos en un nivel de vida más elevado, más alegre y más en armonía con la naturaleza. Yo suelo decir que evolucionar consciente-mente es ecológico.

En este mundo de metáforas y sím-bolos, parece que las relaciones fa-miliares pueden llegar a representar algo mucho más profundo que las relaciones en sí mismas…

Las personas que se encuentran a nues-tro alrededor son para nosotros como espejos, que reflejan ciertos aspectos de nosotros mismos que generalmente nos pasan desapercibidos, y es la forma que

El sabor es lo que realmente nos alimenta. Por eso debemos comer despacio y sin prisa, disfrutando de cada bocado, percibiendo la sutileza de cada sabor. Si tenemos prisa, no deberíamos comer, sino solamente beber líquidos.

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tiene la vida de que seamos conscien-tes de ello, tanto de lo que nos gusta de los demás como de lo que nos disgus-ta. Estar atentos a nuestras relaciones e intentar comprenderlas es otra forma de establecer esa comunicación interior con la vida.

Dentro de nuestras relaciones per-sonales, ¿qué papel juegan nuestros padres y abuelos?

En esta dimensión dual en la que vivi-mos, lo que llamamos «relación» tiene que ser algo más fundamental, pues desde que llegamos a este mundo todo es relación. De esta forma, nuestras re-laciones más cercanas son donde más debemos profundizar. En mi libro «La Medicina del Alma» afirmo que nues-tros verdaderos padres son nuestros abuelos, y eso establece un nuevo marco de relación, tanto espiritual como física que nos conecta permanentemente con

nuestros abuelos, aunque ya no estén físicamente con nosotros. Hay muchas culturas, sobre todo orientales, que rin-den un respeto especial a los ancestros, y esto no es por casualidad.

De hecho usted dedicó su primer li-bro a su padre…

Si, porque fue el primer sanador espiri-tual que conocí. Él era barbero de pro-fesión, pero tenía alma de médico o de psicólogo. La gente acudía a él para cor-tarse el pelo y la barba, pero al mismo tiempo le contaban sus problemas y él les daba buenos consejos que les ayuda-ban en muchos asuntos de su vida. Lo hacía de forma natural. Para mi ha sido una referencia constante en ese sentido.

Volvamos al interesante concepto de la Vida como un espejo. ¿Podría am-pliar un poco más este concepto?

Cuando vemos algo en los demás que no nos gusta, que rechazamos, en reali-dad estamos viendo algo que está den-tro de nosotros mismos, algo propio, y la vida nos está ayudando a reconocerlo mostrándolo como un reflejo en otra persona. Si no fuera algo propio que está sin asumir, no nos resultaría nega-tivo en absoluto, seríamos indiferentes a ello. Pero afortunadamente eso no es así, por que la meta final de todos los caminos espirituales es la autoacepta-ción. En cierta medida es un objetivo que nunca se alcanza plenamente, pero llega un momento en el que uno hace de la autoaceptación su centro de re-lación con los demás, y eso ya es un gran triunfo. El amor no es algo que se hace. Es lo que somos, somos amor, así

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que no podemos amarnos a nosotros mismos. Sólo podemos aceptarnos a niveles más y más profundos. El Maes-tro Jesús decía que: «lo que haces a los demás me lo haces a mi», porque en realidad no hay diferencia entre tú y yo, más que superficialmente. Vivir desde la autoaceptación es ser consciente de esa gran verdad, por que nos libera. Por eso, cuando rechazamos algo en los de-más, en realidad es algo nuestro que no tenemos asumido o que estamos obser-vándolo desde un contexto equivocado, porque el contexto es lo que finalmente da sentido a las cosas.

Para terminar, ¿le gustaría decir algo a los lectores de la Revista Rosa-Cruz?

Les animaría a contemplar la vida como una metáfora, como un símbolo, pues constituye uno de los mayores ejerci-cios espirituales que podemos realizar, y uno de los más iluminadores en ese antiguo sendero universal del «conócete a ti mismo».s

Suelo decir que el alma no puede enfermar, pero hay que alimentarla, por ejemplo a través de la respiración consciente, la oración, la meditación o la buena música, porque si esas áreas de nuestra vida funcionan bien, todo lo demás irá mucho mejor.

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