la gualdra no 1 6 de junio de 2011

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La exposición fotográfica de Eduardo Román Quezada “Historias Intervenidas” es una colección de 21 fotografías en blanco y negro y 5 más –intervenidas por el pintor Alfonso López Monreal-. Permanecerá en exhibición hasta el día 10 de junio de 2011, en el Vestíbulo del Teatro Fernando Calderón. Pág. 4 y 5

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La Gualdra No 1 6 de junio de 2011

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La exposición fotográfica de Eduardo Román Quezada “Historias Intervenidas” es una colección de 21 fotografías en blanco y negro y 5 más –intervenidas por el pintor Alfonso López Monreal-. Permanecerá en exhibición hasta el día 10 de junio de 2011, en el Vestíbulo del Teatro Fernando Calderón. Pág. 4 y 5

La gualdra en las construcciones antiguas es también lla-mada la viga madre; es de entre todas las vigas que so-portan la techumbre, la más grande de todas ellas, la que sostiene a las demás para que éstas no cedan al peso de la losa. De esta manera, la gualdra es al techo lo que los castillos son a los cimientos de un edificio. ¿Qué es lo que nos sostiene en tiempos tan aciagos como los que esta-mos viviendo? ¿Qué es lo que impide que el techo de esta sociedad termine por venirse abajo? Sin lugar a dudas: nuestra cultura. Al tratar de definir el concepto nos encontra-mos con la problemática de su polivalencia semántica. El conflicto radica en la relación entre “cultura” y “sociedad” y en la imposibilidad de crear una frontera divisoria entre ambas. Cada una de las vertientes analíticas, sea la so-ciológica, antropológica o filosófica, categoriza la cultura acorde a su perspectiva particular, por ende, su compren-sión obliga a un enfoque multidisciplinario para su análi-sis e interpretación. Desde la perspectiva semiótica, la cultura se plantea como la interpretación simbólica de todos los elementos constitutivos de la sociedad. Puede ser expre-sada tanto como un producto susceptible de ser descifra-do y como un instrumento capaz de modificar el entorno de la sociedad donde se generó. Los símbolos constituyen un elemento conformador y explicativo de la existencia del hombre, del sentido que se otorga a su cotidianeidad y que la hace digerible y sustancialmente transmisible a la posteridad. El ser humano no ha dejado de evolucionar, se adapta continuamente a su entorno y, por lo tanto, la cultura también se modifica constantemente. Clifford Geertz en La interpretación de las culturas, afirma que “La cultura está situada en el entendimiento y en el cora-zón de los hombres”. Comprender y transformar la cultura implican el entender que el cambio forma parte de la estructura que conforma y contextualiza la existencia, la creación y la actividad humanas. La sociología, la filosofía y la an-tropología aportan elementos y perspectivas de análisis que ayudan a esta comprensión. Identificar lo que es per-manente y estable en el hombre ha sido y sigue siendo objeto de debate. Este conflicto de percepciones no deja de ser enriquecedor porque es parte del mismo proceso de cambio de conocimientos, limitaciones y percepcio-nes humanas y, finalmente, es parte también de la cultura y de su continua evolución. ¿Qué es cultura, entonces? Todo: el lenguaje, el vestido, la gastronomía… Las bellas artes como la pintura, la literatura, el teatro, la escultura, el cine, la música, etc., son manifestaciones artísticas y culturales que han ido evolucio-nando desde siempre, pues en ellas es inmanente el cambio.

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

El suplemento cultural La gualdra, gracias al in-terés de los directivos de La Jornada Zacatecas, inicia con el primer lunes de junio con mucha energía y con la inten-ción de ganarse el interés permanente de sus lectores. Pre-tendemos que aquí, estimado lector, encuentre usted un espacio de regocijo y gozo literario-visual, un lugar para recordar que el mundo es mucho más que sus problemas y vicisitudes. En este primer número contamos con la colabo-ración de generosos amigos que han aceptado sumarse a la aventura gualdriana: Iván Martínez, talentoso zacatecano dedicado a la investigación y crítica musical nos regala un artículo sobre Ramón López Velarde y su relación con la música; Mateo Estrada Gaviria comparte con nosotros una hoja de su diario en el que narra en tiempo presente sus andanzas por el pasado de Zacatecas. Las páginas centrales están dedicadas a la vida y obra de uno de los más representativos fotógrafos en Zacatecas, Eduardo Román Quezada -Torque-; un texto y una entrevista autoría del artista visual Miguel Ángel Ortiz Bonilla, así como fotografías del autor podrán apreciarse en esta sección. La portada del suplemento es una imagen del fotógrafo intervenida por el pintor zacatecano Alfonso López Monreal. Andrea S. anticipa lo que será su colum-na Castillo de sal si puedes, dedicada al fomento de la lectura y que compartirá con Esther C. en próximos números. Armando García, dramaturgo, coreógrafo y director teatral oriundo de Trancoso, realiza un análisis de la situación actual del teatro en provincia. Eduardo Campech, promotor de lectura, nos in-vita de manera persuasiva a que seamos buenos lectores. Marcelo Sada nos obsequia una reseña del libro Lettres à Hélène de Louis Althusser (1918-1990). En la contraporta-da tenemos la colaboración de cine de Antonio Villarreal, y empezamos también con el espacio Río de Palabras dedi-cado a la creación literaria; inaugura esta sección Mariana Terán, quien recuerda al buen amigo Jorge Salmón Ríos, poeta que anticipó su viaje -seguramente es él quien guía a Caronte ahora-. Las ilustraciones de La gualdra son auto-ría de Juan Carlos Villegas. En el próximo número tendremos nuevos cola-boradores -locales y foráneos- y nuevos temas. Anticipo desde ahora la participación de José Antonio Mac Gregor, creador del Sistema Nacional de Capacitación y Profesio-nalización de Promotores y Gestores Culturales; conocere-mos también un poco más sobre la vida y obra del Mtro. Jesús Reyes Cordero; un cuento de Vicente Soriano Tlachi, y… más sorpresas.Sean ustedes bienvenidos.

Jánea Estrada Lazarín / [email protected]

Editorial Contenido

DirectorioCarmen Lira Saade

Dir. GeneralRaymundo Cárdenas Vargas

Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade TrinidadDiseño

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

No.1Suplemento cultural - 6 de junio de 2011 - No.1 - Año.1

Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria

Pág. 3

Eduardo Román Quezada, Torquepor Miguel Ángel Ortiz Bonilla (MAO)

Pág. 4

Teatro en el interior del paíspor Armando García Martínez

… en ellos leyese el hijo pródigo, López Velardey la música por Iván Martínez

Castillo de sal si puedes por Andrea Sampedro

Pág. 6

Invitación a la lectura por Eduardo Campech Miranda

Cosas vistas aquí y allá por Marcelo Sada

Pág. 7

A Jorge Salmón por Mariana Terán

52 Muestra Internacional de Cinepor Antonio Villarreal Álvarez

Pág. 8

No. 1 - Año. 16 de junio de 2011

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… en ellos leyese el hijo pródigoLópez Velarde y la música

Diario de Mateo6 de junio

Por Iván Martínez*

Por Mateo Estrada Gaviria

* Zacatecano, se formó en la UNAM y realizó sus estudios previos en la UAZ, donde conoció al clarinetista Luis Humberto Ramos –a quien considera su principal mentor-. Dirige la revista L’Orfeo y está al frente de L’Orfeo Radio en Código DF, que se transmite todos los lunes en internet a las 19:00 Hrs. [email protected]

1. Luis de la Rosa (1805-1856). Nacido en Pinos; murió en la Ciudad de México. Aunque situado como político (diputado, secretario de estado y diplomático), fue también un escritor de alto calado en la prensa del siglo XIX.2. Jesús González Ortega (1822-1881). Nacido en una hacienda de Fresnillo; murió en la ciudad de Saltillo. Si bien fue reconocido como militar de la Guerra de Reforma, antes y después fue un lector de la prensa del siglo XIX. Una importante cantidad de libros de la actual biblioteca Elías Amador (cita museo Pedro Coronel) fueron de su propiedad.3. Berenice Reyes Herrera (1984). Nacida en Huejúcar; vive en Zamora. Escribe una historia literaria y de la literatura de la región San Luis Potosí-Aguascalientes-Zacatecas. Ramón López Velarde es la guía de su investigación.4. De Roberto Caracciolo (1425-1495). Franciscano, predicador que emula a Bernardino de Siena. Organizó procesiones para hacer frente a los estragos de la peste.5. Antonio Sandoval. Es uno de los primeros franciscanos que anduvo en el actual territorio de Zacatecas.6. Miguel Miramón (1831-1867). Apoyó al emperador Maximiliano. En la Guerra de Reforma fue derrotado por Jesús González Ortega. Fue presidente de la República.

El punto de partida puede ser la primavera de 1921: una mañana, un ensayo. El concierto que se preparaba era el primero en el que Carlos Chávez, de apenas 21 años, presentaría al público sus obras. Transcribe José Antonio Alcaraz en 1961: “Deseaba yo ardientemente que algunos maes-tros me avalaran con su presencia […] Un amigo sabía de mis deseos y me dijo, ‘yo voy a llevar a Ramón a uno de tus ensayos’. Una mañana, fines de abril o principios de mayo, a medio ensayo vi entrar a López Velarde al salon-cito en que estaba yo ensayando, paré la ejecución y me dirigí a él, con una emoción paralizadora lo saludé, le dije mi alegría de verlo, y seguí ensayando, porque lo que yo quería era que él oyera mi música. Tomó asiento y escu-chó en esa actitud, impasible y cortés, muy suya; después de un largo rato se levantó y yo fui hacia él; al despedirse me dijo, ‘Carlos, me alegro de haber venido’. No hizo ma-yor comentario ni yo lo esperaba: su sola presencia me hizo sentirme orgulloso”. Más tarde, en un ensayo de 1992, el mismo Al-caraz los iguala al hablar de la búsqueda por una identi-dad nacional: “Sabemos, por ejemplo, que hubo un no-tario payo de Zacatecas, cristiano, derechista, salido del seminario y que fue un maderista empedernido que se llamaba Ramón López Velarde, quien le dio al clavo a lo que este país puede ser. Entre Chávez y López Velarde

El hotel es cómodo. No se le ven estrellas, pero está lim-pio. El baño tiene más de dos toallas. Al salir, lo primero que veo son las rejas de catedral (jajá, quiero despertar con el sonar de sus campanas). Quién sabe si Luis de la Rosa1 rezó o escuchó misa allí. Menos sé de González Ortega2 (ambos vivieron en Puebla). Por cierto, el profe escribe una novela donde ellos son los personajes principales. Obviamente utiliza la inteligencia de Berenice3 para hacerlo. Sermones cuadragesimales de poenitentia es un incunable impresionante.4 El profe no se equivocó sobre las anotaciones en el ejemplar. No comenté al curador de la Biblioteca que hago la revisión para ampliar un manus-crito que hizo el dueño inicial del libro.5 Las letras son pe-

hay un equivalente de esta lucidez enorme […] Creo que entre ellos hay una identidad profunda”. En ese mismo ensayo, describe una imagen que señala la devoción que hasta sus últimos días guardó Chávez al poeta: “Cuando lo visité en su casa en Nueva York, ya casi al final de su vida, en ese edificio frente al Lincoln Center, el único li-bro que vi sobre su piano era el de las obras completas de López Velarde”. Lo que siguió a ese temprano año de 1921, tan importante en la vida de Chávez, fecha del encargo de José Vasconcelos para su ballet El fuego nuevo con el que comenzó la más grande influencia que haya tenido músi-co en este país, no es sino prueba de esa fiel devoción que religiosamente mantuvo y supo transmitir. No tan cómodo en su producción vocal y con cierta proclividad a la pluma de Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer, Chávez brindó lugar espe-cial a López Velarde: Tierra mojada para coro, oboe y cor-no inglés, de la que también publicó una versión a capella y Todo… all… –versión bilingüe del poema “Todo”-. Tras él, resalta la veneración de sus alumnos, sobre todo Blas Galindo, de quien Novo anotara en sus crónicas un “triunfo estruendoso” al estreno de su cantata La Suave Patria, en la inauguración del actual edificio del Conserva-torio Nacional en 1949; tampoco se pueden olvidar sus can-ciones Fuensanta y Uno es mi fruto (poema “Todo”).

queñas, disformes y con presión marcada. Leer, reflexionar, extraer, escribir, reflexionar. Un halo de la vida está ahí. Atrás de la catedral encontré un cyber lleno de extranjeros (güeros, al menos). 45 pesos exactos: 10 pesos. Tomé cinco victorias en El Correo. ¡Una cantina frente a catedral! La botana es pedacería de carne de mer-cado público. La comí por cortesía. Frente a él está Secret, pero es lunes… Estaré en Puebla hasta terminar la trascripción. Mañana iré a misa de ocho, quiero ver la lápida de Miguel Miramón.6 He mensajeado con F. O. todo el día. Ayer me llamó cursi, se enojó porque le dije que no opinaré acerca de su actual relación…Foto Samuel Iván Muñoz

Ramón López Velarde

Ferviente lopezvelardiano, Alcaraz también hizo lo propio y dejó dos versiones a El Retorno maléfico, la primera de 1975 para mezzosoprano, narrador e ins-trumentos de juguete; y luego en 1990 para voz hablada, piano y cuatro instrumentos de percusión. Una búsqueda de mayor trascendencia podría continuar este breve recuento con la musicalización de Miguel Bernal Jiménez a “La saltapared”, los corales de Luis Sandi con textos de “La Suave Patria” o el par de can-ciones del pianista zacatecano Alfonso Vázquez.

Eduardo Román Quezada, TorquePor Miguel Ángel Ortiz Bonilla (MAO)

En un principio era la oscuridad, y tam-bién algunos dioses. No todos. En esa oscuridad Eros surgió como necesidad, como puente entre los que no se conocen y entre las materias para poder estar jun-tas para procrear, ser. De la oscuridad-caos está él, pri-mero en nacer.El que da la fuerza para que las cosas y las bestias y los seres se atraigan para que lo que está separado sea unido. En la oscuridad del tiempo todo es un punto de plata. Y entre el papel y la volun-tad del encuentro están estas formas sobre el papel. Designio de la luz para transfor-mar lo que ella ha tocado y lo que no en formas. Negros, blancos, grises. Todo en la caja negra es luz. Y de eros lo erótico, lo que per-tenece al perverso alado. Y ha hecho que las materias se reúnan, ha transformado la genealogía de los humanos y ha hecho po-sible que lo inesperado sea cotidiano. En-tonces esta unión de materias, este proceso de trabajo no sólo es para el apareamiento, sino que constituye una fuerza primigenia que hace que las cosas puedan estar en co-rrelación con sí mismas y con lo otro de una manera más o menos armónica.

Así como las imágenes que se su-ceden a través del tiempo, las formas que se hacen patentes en los negativos análogos o digitales están siendo dilucidadas por la ma-teria misma, y un segundo antes y después por el ojo del observador-cazador-fotógrafo. Es entonces cuando el misterio de la oscu-ridad se nos revela. Se ve y se toca. Y en la oscuridad del viejo laboratorio alquímico las aguas hacen que las formas aparezcan. La mecánica para la elaboración de una imagen fotográfica es hasta cierto punto sencilla, básica. Preparar, ocultar y revelar, sin embargo estas cuestiones básicas de la mecánica de la imagen se van transfor-mando en un sinnúmero de encrucijadas, significados, en un número ilimitado de posibilidades de encuentro que el buen Eros puede proporcionar. La imagen fotográfica es siempre un encuentro entre la oscuridad y la luz, una relación de opuestos que al es-tar en conjunción hacen posible lo visible. Mundo de contingencias y de opuestos. Ya de inicio el truco de la caja negra es sorpren-dente y misterioso. Sin tener un mapa del territorio completo podemos buscar los indicios del misterio de la luz y las sombras en fotogra-fías. En este caso la indagación es a pro-pósito del misterio en la obra de Eduardo Román. La figura femenina que aparece con una máscara en primera instancia pa-rece que se oculta, que borra su identidad de las miradas indiscretas de los mirones

moralistas y lascivos, hecho que se confirma al conocer el entorno social pero que no es todo el acontecimiento visual. La máscara hace que ella se trasmute en el ser cornudo de naturaleza ambigua, en el poder y la su-misión, ni humano ni natural, un intersticio entre las posibilidades de los cuerpos vistos y deseados de las naturalezas ad infinitum. La serie de fotografías de Eduar-do Román -Torque- dan testimonio del en-cuentro entre las naturalezas de cómo Eros construye un mundo de seres que pueden ser visibles y extraordinarios. La fotografía de Torque se va trasformando con las miradas propias y con el tiempo. Se diluyen las posi-bilidades de la imagen estática y con el uso de las nuevas tecnología los discursos visuales se apropian de nuevos caminos que quieren lle-gar a un mismo lugar, en donde se encuentra el primer misterio de la sorpresa y fascina-ción por la oscuridad, la luz y la imagen. Eduardo Román Quezada nació el 26 de enero de 1952 en Juchipila, Zaca-tecas. Estudió en la UAZ en las licenciaturas de derecho, economía y humanidades y en el taller de fotografía de la UAZ; posterior-mente, fue coordinador del mismo. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y Director de Difusión Cultural de la UAZ. Tiene 23 exposiciones individuales y 34 colectivas. Su más reciente exposición “Historias Intervenidas”, puede apreciarse actualmente en el vestíbulo del Teatro Fer-nando Calderón.

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No. 1 - Año. 16 de junio de 2011

EntrevistaNos encontramos con Eduardo en “La Casa del Artista”. Nos cuenta que llega a Zacatecas a la edad de 18 años, en 1971. Comenta que uno de los acontecimientos más importan-tes en su formación como creador, fue la participación en la Compañía de Alberto Huerta, a quien considera un gran promotor de las artes en el Estado.

EDUARDO: Bajo la dirección de Huerta, participé como actor en va-rias obras de Jodorowsky y Samuel Beckett. Ahí tuve una escuela for-midable pues siempre Alberto nos inculcaba la cuestión de la lectura. Y ésa fue mi primera conmoción.

MAO: De hecho, “Torque”… viene de esa época…

EDUARDO: Sí, porque representé a Tomás de Torquemada en una obra de teatro, entonces se me quedó ese apelativo de por vida.

MAO: En México estaba muy fuer-te el teatro pánico con Jodorowsky, y el maestro Huerta es una de las personas que introdujo este tipo de teatro. ¿En qué te ayudó el teatro, el ser actor?

EDUARDO: Creo que Huerta es el único director de teatro en Zacatecas. Como director… de su grupo salie-ron muchos que después se formaron como tales, pero no tienen su forma-ción… Con él aprendimos a ver el mundo desde otra perspectiva. Sin embargo, hacer teatro fue muy bue-no, pero no me llenaba… fui actor, asistente de dirección… hacíamos de todo, tramoya, luces, todo. Pero no me llenaba mucho, entonces, se em-pezaron a crear varios talleres y así fue como me metí al taller de foto.

MAO: ¿Algo de la familia te llevó al ambiente artístico?

EDUARDO: Mi padre fue boticario toda su vida, hacía medicamentos y menjurjes en la casa. De ahí empecé a tomar ciertas inquietudes, ya cuan-do me metí a la fotografía me acordé de que preparaba las probetas, me-día, hacía las cosas. Y de mi madre… pues ella siempre ha sido muy culta, siempre ha leído, siempre escribía muy bien, era una mujer más o me-nos preparada. Pero ese ambiente no me llenó, entonces tuve que salir.

MAO: Has tenido mucha relación con escritores, con poetas; ellos han usado tus imágenes, una relación muy intensa en ese sentido…

EDUARDO: Sí, muy intensa. Tam-bién estuve un tiempo en el taller de literatura Revueltas, luego me salí, sigo escribiendo, pero no me interesa tanto publicar eso, escribo poesía. Aunque también haces poesía, haces teatro con la imagen, lo que tú quieras, historias.

MAO: En esa relación del teatro como espacio, el teatro como movimiento corporal, luego la poesía como imá-genes, como metáforas, todo eso va aglutinando una forma de creación. La creación como experiencia. Esa experiencia tiene problemas técnicos al tratar de ponerla en la materia, ahí es donde entra la reflexión del artista, donde entra la creatividad.

EDUARDO: En la creatividad va im-plícita la reflexión… Tienes que re-volucionarte para crear, y ya cuando tienes todo ese proceso y estás seguro entonces sí dices: pues ya, lo hago.

MAO: ¿Hay alguna etapa de cuando iniciaste a hoy en día que te haya in-

teresado más? ¿Algo que te haya mo-vido más? ¿Una de las imágenes?

EDUARDO: Sí. Puede ser… Todavía no he podido resolver el tema sobre el desnudo, es muy difícil, he hecho algunos pero aún no me llenan ésos. Es difícil en muchos aspectos, es de las dificultades más grandes que no he podido superar.

MAO: Eso es una investigación del cuerpo, pero también de la mente; la fotografía de desnudo es profundísi-ma, creo que últimamente, o desde que se ha ampliado esta posibilidad de la fotografía con las nuevas tecno-logías, se ha banalizado el desnudo.

EDUARDO: Sí. Toda la foto en gene-ral, o todos los medios visuales; pintan en la computadora, hacen muchas co-sas con ella; no digo que sea malo, sino que no hacen esfuerzan su creatividad, más reflexiva pues… más interior…

MAO: ¡Y tenemos otra dificultad! Que las chicas tengan que mostrarse.EDUARDO: Desgraciadamente… las que ven son amistades, que saben del trabajo de uno y saben que uno es éti-co, profesional en ese sentido.

MAO: ¿Qué posición toma el fotó-grafo como espectador?

EDUARDO: Yo me acuerdo perfec-tamente bien cuando a la mitad de mi vida laboral dando clases en el taller de foto, me di cuenta de que me esta-ba retroalimentando de las cosas que hacían mis alumnos, les explicaba y ellos en enseñaban sus cosas, ¿y esto? (les preguntaba). O me platicaban de su vida y así, había mucha comuni-cación entre mis alumnos y yo, no era una educación muy formal, de enseñanza-aprendizaje, sino que platicábamos de todo. Ese tipo de situaciones te retroalimentan siempre.

MAO: ¿Qué crees que te dio el taller universitario y qué es lo que te quitó estar fuera de él?

EDUARDO: No solamente el taller, sino la misma Universidad; a mí me dio todo, yo estoy muy agradecido porque ahí me formé, soy un univer-sitario de corazón.

MAO: ¿Grabamos todo?

EDUARDO: ¡Ya no vuelvo a repetir..!

Foto cortesía de Alejandro Ortega Neri

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No considero la provincia como un lugar marginal o de me-nores posibilidades o condiciones para que el hecho teatral se manifieste y proyecte con sus encuentros y logros, como sucede en las ciudades capitales de mayor tradición en el ejercicio escénico. El Maestro Gilberto Guerrero, dice atina-damente: “El mal teatro se puede hacer en París, en Nueva York o Londres, y también se puede hacer un excelente tra-bajo teatral en cualquier lugar de provincia de cualquier país del mundo”. Yo estoy totalmente de acuerdo y debo añadir que existen el talento, las posibilidades, recursos y condicio-nes para hacerlo. Por qué entonces las pocas noticias en el suceso teatral del país o lo intermitente de los logros, por qué no sucede nada en algunos espacios donde existe inclu-so una gran tradición y acervo del ejercicio teatral. Distingo el teatro amateur y el teatro profesional como dos posibilidades definitivas, la óptica de mi reflexión está encaminada al teatro profesional como una actividad necesaria e indispensable. Cuando digo profesional, me refiero a la realización, fomento y proyección del hecho escénico, con actores, directores, escritores, escenógrafos, productores y promotores que vivan de y para el teatro. Pro-fesionales que enfrenten día a día la exploración y el estudio de una tarea tan compleja y difícil como lo es la tarea del hombre al enfrentarse en el espejo del teatro para develar el paradigma de la condición humana a través del hechizo y la magia del teatro. No hablo de ese teatro profesional que se exporta a la provincia con titulares tan exquisitos como “Los monó-logos del pene”, “Chiquita pero picosa”, “Miembros al aire”,

La lectura siempre ha formado una parte importan-te de mi vida, para mí leer es conocer otras ciudades, países, planetas, galaxias, universos, dimensiones, sin la necesidad de salir de mi casa. Aquí radica lo maravilloso de la lectura. Al leer nuestro panorama se amplía, lo cual le da a la lectura cierto poder subversivo. Se ha dedicado mucho tiempo a crear métodos para leer, esto hasta cierto punto es extremadamente contra-dictorio, porque el acto de leer tiene en sí mismo una disposición natural de caos, de indisciplina, de anarquía, de libertad. El escritor Gabriel Zaid dijo alguna vez: “¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se

o las comedias de boulevard de una clase globalizada que nos permita ver los “Monólogos de la vagina”, y curarnos en salud pensando que somos personas de mente abierta, cosmopolitas de la clase mundial del buen gusto y que nos empatamos con la globalización de la clase media pretencio-sa y conformista. No creo que esto sea buen teatro, y mucho menos que ése sea el teatro profesional que se deba hacer y ver en provincia. Yo hablo del otro teatro, de aquél que puede ser congruente con la búsqueda primigenia del ori-gen del teatro; hablo del fin último y objetivo principal del teatro griego: reflejar la intimidad del ser humano para el encuentro del hombre con el hombre mismo. Los aspectos que no permiten la profesionaliza-ción pueden ser multifactoriales; las excusas y pretextos también pueden servir para mitigar la responsabilidad de los hacedores de teatro en provincia. En mi opinión, si hay algo en lo que podemos reflexionar observando las caren-cias, la irregularidad y la falta de encuentros y proyección de los espacios teatrales en el interior del país (salvo contadas y honrosas excepciones) es sin duda la falta de profesionali-zación de la práctica teatral. Perdónenme, pero el teatro en atril es una de las aberraciones más alejadas del complejo hecho escénico, la improvisación y los ensayos de dos se-manas y tres días pertenecen a la medianía y amateurismo del teatro. El buen teatro, exige tiempo, preparación, pasión, entrega y disciplina, conceptos que en el vértigo de nuestros tiempos parece que se olvidan. Será el confort de la burocratización de los hacedo-res de teatro lo que los hace olvidar el principio y fin del teatro.

ha leído? Nada. Decir: Yo sólo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero, ¿no es quizá eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían de enseñarnos? Ser igno-rantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser simplemente ignorantes. Para llegar a ser igno-rantes inteligentes”. De la misma manera el cine, la música y et-cétera (con todo lo que puede existir en esa palabra, como escribía Benedetti) también propician que lle-guemos a ser esos ignorantes inteligentes. Con esta columna intentaré incitarlos a buscar, a leer, a escu-char… y a leer con responsabilidad y desenfado.

Teatro en el interior del país

Castillo de sal si puedes

No. 1 - Año. 16 de junio de 2011

teatralidades

Por Armando García Martínez*

Por Andrea S*

* Nació en Trancoso, Zac. Coreógrafo, dramaturgo, actor y director de teatro. Egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, alumno de Héctor Mendoza, Luis de Tavira, Ludwick Margules, Julio Castillo y René Pereyra. Es maestro investigador de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea y del Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

* Zacatecana, estudiante de Letras y lectora compulsiva.

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Juan Carlos Villegas, “El desaguisado” (detalle), tinta / papel.

Juan Carlos Villegas, “Los tres amantes de Lupe” (detalle), tinta / papel.

Hasta hace casi un año mi hijo de diez años (en ese enton-ces), mostraba poca atracción por el futbol. De hecho, un par de años atrás, al preguntarle por un grupo de amigos, a los cuales había dejado de mencionar en nuestras con-versaciones, respondió que ellos se iban a jugar futbol y a él le aburría. Llegó el verano del 2010 y con él toda la mercadotecnia mundialista, el imperio del futbol en todo su esplendor, la absurda esperanza de ser campeones del mundo. Mi hijo no fue inmaculado a tal avalancha. A partir de ahí lo invadió una fiebre por el balompié: juega, compra publicaciones especializadas, mira programas de televisión, habla y aprende de futbol… respira, come, suda futbol. ¿Qué sucedió en unos meses? Sencillamente ex-perimentó el placer del futbol. De hecho aún sigue apren-diendo ese placer: la frustración de la derrota, el enojarse porque su equipo favorito comete errores, y todas esas emociones que provoca el deporte más practicado del mundo. Eso mismo hay que hacer en la promoción y

El libro Lettres à Hélène de Louis Althusser (1918-1990), recién publicado en francés, contiene 720 páginas de car-tas dirigidas por el filósofo a su esposa Helena Rytmann desde antes de la segunda guerra, hasta 1980, año en que la estranguló. El diario Le Monde dedicó la semana anterior un amplio espacio a comentarlo y J. Birnbaum estudia ahí mismo la relación interna en Althusser entre filosofía y neurosis, que ahora comento. En este caso el “éxtasis por la destrucción” apa-rece siempre aquí y allá en las cartas. Existe en ellas una dialéctica entre creación y destrucción que les da poder literario. Todo transcurre como si la destrucción del cón-yuge y de sí mismo fuera la única forma de sostener la pareja, de fundar el amor. Por ello no será extraño para el lector saber que después de treinta años de tal tipo de cartas a su esposa, terminará por asesinarla. Luis Althusser judío francés de origen ruso, ca-tólico radical convertido al marxismo científico, miem-bro de la resistencia y expulsado del Partido Comunista, místico absoluto -apasionado por el texto, más que por el sexo-; escribe pacientemente a su mujer sus tempes-tades interiores, sus conversaciones con el siquiatra, los efectos de los antidepresivos, su experiencia con los electrochoques. Sus “demonios interiores” al final ganaron poco a poco la batalla. La crisis parece originarse en 1961. La escritura se vuelve delirante. La lengua es tomada por asalto. La metamorfosis de Helena en su imaginación se

No. 1 - Año. 16 de junio de 2011

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literatura

Por Eduardo Campech Miranda*

Por Marcelo Sada*

* Es pasante en Economía, promotor de lectura, ha impartido capacitaciones y publicado artículos en torno a la lectura en diversos estados del país y con CONACULTA. No cuenta ni con títulos nobi-liarios y mucho menos académicos. Aficionado de las Chivas del Guadalajara y Sabinero de religión. [email protected]

* Nació en Monterrey y ha vivido más de 20 años en Zacatecas. Filósofo de profesión y profesor universitario de tiempo completo. Está terminando un doctorado en filosofía en la Universidad Veracruzana, en Xalapa.

fomento de la lectura: compartir la experiencia lectora. Seguramente el futbol no le llamó la atención en tanto se lo platicaban, miraba sin entender cómo se corría por un balón. Pero la situación cambió cuando jugó y sintió en car-ne propia el esfuerzo realizado para poder ganar (así sea una “cascarita” se requiere esfuerzo). Eso mismo es la lectura. Podríamos, como lo hacen muchos, elogiar a la lectura como una de las actividades más edificantes, gratificantes y placenteras de realizar… pero sólo eso: platicarlo. Repetir como loros las virtudes de la lectura y evitar hasta donde sea posible experimentarlo en carne propia, temerle a los libros como a un enemigo o una má-quina de tortura medieval. Absurdo, pero cierto. He sido testigo, aquí en Zacatecas hace algunos años, cómo un instructor del Programa Nacional de Lectura, en plena capacitación, doblaba el libro como si fuera una revista o un periódico y mojaba la yema de su dedo índice para dar vuelta a la página. El que es tragón, se le conoce por la

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Invitación a la lectura

Cosas vistas aquí y allá

manera de agarrar el taco; el que es lector, por la manera de tomar el libro. Y me refiero al “lector”, no como un adjetivo o una categoría que inculque una falsa superioridad frente a quien no lee. Sino al ser humano común y corriente que hace de la lectura una de sus múltiples ocupaciones, como lo puede ser el correr, el salir a charlar y tomar un café, el orar. Cada uno de estos actos constituye parte de la vida de quien lo realiza. La lectura no puede ser de otra manera. Debe contagiarse, transmitirse como se transmi-te la pasión por el futbol, por cocinar, por los autos; se comparte como tantas otras pasiones y gustos que son tan grandes que no caben en un solo individuo. Desconfiemos de quienes nos prohíben fumar con un puro en la boca y una cajetilla de cigarros en su poder. También desconfiemos de quienes obligan a leer esgrimiendo las virtudes de la lectura, y en cada palabra delaten su condición no lectora.

desencadena. Ella es ahora su confidente, su hermana de infortunio, la camarada en la misma locura. Pasión y crueldad se entremezclan progresando en su epistolario. Sus amantes dominan su imaginación. Su mujer es secuestrada simbólicamente. Sin embargo, acepta confesar el daño a su mujer a lo largo de 35 años de pareja, borracho de vacío, salta a lo imposible de nom-brar. Podar de su vida a Helena, lo que cumplió el 16 de noviembre de 1980.

Esta obsesión con el vacío está tan presente en su relación afectiva, como en su filosofía; donde todo con-cepto está de antemano vaciado de su interior. Al parecer los dos Althusser, el teórico y el loco no eran sino uno, sin ruptura o discontinuidad alguna. Ambos aspectos de la misma persona, reunidos por el éxtasis del abismo. El saqueo de las relaciones es el único capaz de fundar una nueva alianza. La destrucción fue el único acto de crea-ción, la última prueba de amor, para Louis y Hèléne.

No. 1 - Año. 16 de junio de 2011cine

Río de palabras

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La Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Na-cional es una buena oportunidad para los cinéfilos de ver buen cine, películas que muchas veces no alcanzan a llegar a las salas comerciales. Durante muchos años los zacatecanos pudimos disfrutar de estas muestras gracias a la asociación civil PROMOCULZA de nues-tros amigos Delia García, Lisandro Félix y Manuel Meza, entre otros miembros de la asociación. Recuer-do sus batallas para conseguir las salas de exhibición y nuestro peregrinar anual por los diferentes cines de la ciudad, ahora inexistentes. La estafeta fue reto-mada luego por la Cineteca de Zacatecas, la cual, por circunstancias que desconozco, no nos pudo traer la Muestra 52. En vista de tales circunstancias pensé que tal vez la mayoría de los filmes ya estarían en formato digital, por lo que me di a la tarea de buscarlos; pude adquirir 16 películas programadas en la Muestra 52, por lo que el Cineclub Universitario ha programado su ciclo del mes de junio con el título de “52 Muestra Internacional de Cine, la Muestra que no llegó”. El ci-clo comenzó el 1 de junio y esta semana tendremos tres funciones: El Cineclub Universitario tiene su sede en el Audiovisual del Museo de Ciencias, ubicado en el segundo patio del edificio de la rectoría de la UAZ; las funciones serán a las seis de la tarde, con una coopera-ción por función de $10.00, con entrada libre para los universitarios con credencial. Las primeras diez per-sonas que lleguen a la función con este suplemento, entrarán gratis.

La poesía es la mejor manera de ser y por eso podemos estar. Nací en 1964. Cuando todos us-tedes tenían por lo menos siete años más que yo. Cuando tuve cinco años escuché en la consola de mi mamá Let it be. El disco se repetía una y otra vez hasta que entendí el inglés sin entender una sola palabra. La aguja caía siempre atinada para no rayarse. Vivía en Torreón, desde ahí es-cuché el rock mexicano; después, gracias a mis padres, me supe que existían Joan Manuel Serrat, Miguel Hernández y So-ledad Bravo. Era la omnipresencia de la palabra. Siempre miré a mi generación de arriba con extremo respeto: a mis primos, mis hermanos, mis padres, mis abuelos.

Lunes 6, Submarino, Dinamarca-Suecia, 2010. Dir. Thomas Vinterberg, Vinterberg, Dir. de Festen, La celebración (1998) y fundador junto con Lars von Trier del movimiento Dog-ma 95, buscó recuperar los orígenes de su cine a través de un filme narrativo y no falto de subversión, en el que dos hermanos mar-cados por una infancia dura y desgraciada, se vuelven a ver en el funeral de su madre. El título de la película hace alusión al juego que consiste en meter la cabeza debajo del agua el mayor tiempo posible antes de sacarla de nuevo para respirar.

Miércoles 8, La mirada invisible, Argentina, 2010. Dir. Diego Lerman. Ubicada en plena decadencia de la dictadura militar que azotó a Argentina entre 1976 y 1983, es una adapta-ción al cine del thriller psicosexual de Martín Kohan Ciencias Morales, ganador del premio Herralde, 2007. Marita, joven supervisora de conducta en el prestigioso Colegio Nacional de Buenos Aires, podría ser a simple vista uno más de los fríos personajes creados por las circunstancias opresoras de la dictadura. Sin embargo, detrás de su hermética apariencia y extrema rectitud se oculta una fragilidad insospechada.

Viernes 10, Los gatos persas (Kasi az gorbehaye irani khabar nadareh), Irán, 2009. Dir. Bahman Ghobadi. Del autor de Las tortugas pueden volar, llega este retrato del mundo del rock underground de Irán, un país en el que sólo es permitido tocar música tradicional. Rodado en la clandestinidad y con una banda sonora que recorre toda la producción del país árabe, Bah-man Ghobadi presenta un trabajo político sobre la censura, a partir de las aventuras de Negar y Ashkan, quienes buscan comprar visados en el mercado negro de Teherán para poder volar a Londres y presentarse a un concierto que ya tienen agendado.

52 Muestra Internacional de Cine

A Jorge Salmón

Por Antonio Villarreal Álvarez*

Por Mariana Terán

* Nació en Jalpa, Ingeniero Civil por la UAZ. Museógrafo, divulgador de la ciencia y cinéfilo de corazón, actualmente es el Coordinador Académico del Museo Universitario de Ciencias.

Cuando llegué a Zacatecas esa generación seguía arriba con sus uto-pías. Escuchaba en la radio al Oso Me-dina, su voz la seguía siempre de cerca. Cuando llegaba al Acrópolis seguía es-cuchándola. Me preguntaba, ¿qué este hombre es omnipresente? El Acrópolis fue la continuación del profesor Rober-to Almanza, a quien no conocí. Yo, por lo menos quiero seguirle otros cincuen-ta años, a ver si se deja y cumplimos juntos el siglo. Hace muchos años veo a la ge-neración que me precede. Admiro su capacidad de crear utopías. De pelear por sus ideales. De asumir su praxis política. A veces los es-

cucho y me frustra no ser parte de ellos. El 68 fue mi sueño. Los imaginé al lado de los Días y los años, de Las noches de Tlaltelolco, de Elena Poniatowska, del siempre dosfilos de Sampedro. Ayer acompañé a Jorge Salmón, quiero aprender de su generación, de su palabra y compromiso. Siempre estará en la sombra la sabiduría de Sampedro. Por lo menos así lo entiendo y lo felicito por haberle entregado a Jorge Salmón uno de los preciados elefantes de dosfilos. Me siento absolutamente bene-ficiada de haber conocido a Jorge Sal-món, a Virginia Gamboa y a su espíritu solidario de enfrentar la vida con tanta solidaridad y hermosura.