a reflexion sobre voluntad, versión final

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  • A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo

    Reflexiones sobre la Voluntad

    Jorge Milans

    " La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de una voluntad frrea." Mahatma Gandhi No estamos aqu porque seamos perfectos sino perfectibles. No hemos sido invitados a ingresar a la Orden por nuestras eventuales virtudes visibles, sino porque algn Hermano ha visto en nosotros potencialidades, que quizs nosotros siquiera intuimos. Y ha entendido que quizs pueda ayudar a que las descubramos primero y las desarrollemos despus. La pregunta es si estamos realmente dispuestos a cambiar. No formalmente, sino realmente. En eso consiste la iniciacin. En un antes y un despus. Iniciacin a la que concurrimos la mayora de las veces - casi sin darnos cuenta, sin saber, hasta minimizando o sobre dimensi-onando el hecho. Sea bajo un enorme manto de curiosidad, incredulidad y hasta con cierto temor; sea con una idealizacin que la realidad nunca tendr la capacidad de satisfacer. Por eso hoy les propongo procesarla, observarla, desde otro punto de vista, desde otro ngulo. No desde la resistencia o la indiferencia al cambio, sino desde la intencin, la predisposicin al cambio; teniendo en cuenta adems, que el cambio en si, no implica beneficio alguno y

  • en principio solo perdida de la situacin actual. El objeto de modificar algo, de poner en movimiento algo, es alterar su status quo. Aspiramos a que sea para bien, pero nada indica en lo inmediato que as sea o pueda ser. Menos an que si este cambio se insina, pueda permanecer o revertir. En todo caso, quizs esto dependa, entre otras consideraciones, de si las fuerzas que actan en este proceso son externas o internas. A grosso modo podemos aventurar que si son externas, son ajenas a nosotros y por tanto es muy factible o probable no tengamos incidencia sobre ellas. Son factores que no controlamos. Nos son ajenos, pese a nuestra interaccin con el medio; a que somos parte del medio o la "circunstancia" que nos rodea y completa. Si son internas, todo parece indicar que dependen en su totalidad de nosotros. En todo caso quizs se trate de tomar conciencia de ello y ver luego que curso se les quiere dar. Por ejemplo: si la vida fuera un sueo, se tratara de despertar. Habr que ver si lo hacemos porque un factor externo as no los impone o porque nuestro reloj interno as lo resuelve. Si la vida fuera un sueo, quizs esta metfora de la iniciacin fuera bastante adecuada, por lo menos explcita. Pero la vida no es un sueo, aunque necesitemos dormir para vivir. Peridicamente nuestra vida se compone de tiempos de sueos para que se sucedan los de vigilia, esos en los que estamos consientes de todo y nos damos cuenta de las cosas, es decir tiempos en los que "somos". En todo caso, esto ltimo tambin nos sirva para tejer otra metfora y es la que refiere a nuestro mtodo de morir para nacer. Morir a la vida profana para nacer a la vida inicitica, cosa que como veremos, tambin se reitera y repite en esta otra vida, en bsqueda de la verdad. Entre estos dos umbrales pues, discurre esta experiencia, que como una vacuna no nos inmuniza al instante; y quizs en algunos no pueda hacerlo jams. Pero una vez inoculados, nuestro organismo tiene que hacer lo suyo, tiene que realizar su tarea biolgica. El mazo representa la voluntad y el cincel la inteligencia. Estas son las dos primeras herramientas que se nos dan para comenzar nuestro trabajo una vez iniciados. Mejor

  • dicho una vez realizada la ceremonia de iniciacin, que como ya hemos tratado de sealar, es bastante distinto a la iniciacin en si misma. Mazo, herramienta pesada y grande, que requerir y requiere mucho esfuerzo, un gran esfuerzo como es el de disponernos a labrar nuestra piedra bruta. Es decir a tratar de entrever en realidad quienes somos; y disponernos, al amparo de la inteligencia, a tratar de mejorarnos. Eliminar todo aquello que nos hace mezquinos, seres menores, que de hecho ya lo sabemos, pero tratamos de obviar u ocultar mimetitanzandolo con el resto de nuestra materia. Forma bruta, amorfa, piedra bruta sin trabajar, sin la menor mella de un esfuerzo por superarnos. Pero no es que no hayamos usado la inteligencia para llegar hasta aqu. Todo lo contrario, la hemos utilizado justificndonos hasta aceptar las cosas tal cual estn. Que no quiere decir que estn bien, ni que no sean mejorables, y mucho menos an que estemos dispuestos a analizar, revisar, rever las cosas y a nosotros mismos. Es decir, darnos la oportunidad de conocer y conocernos en la simple aspiracin a la verdad, quizs lo ms prximo a la sabidura. Todo lo cual de hecho implica cambio, dinmica, accin. Es decir hacer, desbastar o si lo prefieren construir. La voluntad y la inteligencia aspirando a la sabidura. He ah los misterios que nos convocan. Nada ms oculto que nuestro propio ser, nuestros ms recnditos sentimientos, miedos, anhelos y pasiones; a los cuales y por el hecho simple de vivir dejamos simplemente sin atender, los dejamos estar, negndonos el ser. Y as pasa la vida, la otra vida, la del tiempo real. Por eso hay que disponerse - y de una forma nada sencilla o simple - a intentar participar en el proceso para transfrmalo, profundizarlo, conocerlo o aproximarnos a su conocimiento. Sin esta disposicin, que solo se podr llevar adelante con la voluntad, nada es posible. Ms de una vez hemos escuchado la mxima de que masonera es cambio. Bien el principio del cambio es la disposicin a que este exista y su objeto es la voluntad de que este se concrete. He aqu porque la herramienta inicial es la voluntad; que debe estar al servicio de la inteligencia. Voluntad e inteligencia aplicadas a la bsqueda de la verdad, que en definitiva es lo que nos convoca.

  • Pero volvamos al origen, a la voluntad, a ese deseo transformado en firme decisin en pro de hacer algo, alcanzar algo, intentar por todos los medios a mi alcance verificar la certeza o no de un presupuesto que me ha convocado. El relativismo absurdo e inconducente no radica en que me d igual no hacer nada; sino en que el resultado de mi accin me sea absolutamente prescindente. No importando su resultado, me d igual, me sea indiferente. Por otro lado, nada le es indiferente a la voluntad humana, porque su simple proceso implica la posibilidad de la concrecin o el fracaso, del xito o el yerro. No aplicamos la voluntad prescindiendo de un motivo. El motivo nos convoca y la voluntad persigue el fin de alcanzarlo. Y este fin no nos es indiferente. Su obtencin o no, marca la diferencia entre el cambio o la permanencia, entre la transformacin o la continuidad sin alteraciones. Casi que me atrevo a aventurar la existencia de una voluntad biolgica, basada en el hecho de preservar la vida y mejorar sus condiciones. Parece ser una ruta invisible y ancestral para cuyo recorrido la inteligencia es su mejor medio. Hasta dnde pues el instinto y desde donde la voluntad? Esto parece estar solo separado por las aspiraciones del hombre. En este sentido lo biolgico parece estar unido a lo instintivo y la simblico, el hecho humanzate, metafsico, a la voluntad. De alguna manera esta hace a la propia condicin humana, quizs a veces partiendo de un anlisis racional, quizs otras partiendo de una simple intuicin que le anticipa cierta probabilidad. La voluntad entendida as no solo es el elemento transformador sino su propio combustible. Se consume en su propio fin, en su propio objeto. Visto as, es casi como la vida. O expresado de otra forma, la vida en si mismo, parece ser un acto de voluntad, un hecho volitivo, lo cual, por lo menos a priori, descalifica la opcin de un hecho arbitrario, descartando la casualidad y reivindicando la causalidad. He querido reflexionar sobre la primer herramienta que se nos entrega y esta es mi aproximacin al tema, que an con sus limitaciones, espero pueda servir para estimular la

  • reflexin de otros y ayudar a la bsqueda de todos; en particular de los mandiles blancos. Mi voluntad cierta en estos hechos, es la de manejar honestamente el fruto de mis reflexiones (que no dudo no tienen nada de nuevas) pero en lo personal no dejan de sorprenderme. Una actitud tan indudablemente humana como la voluntad, parece sin embargo anticipar cierta duda sobre su propio origen. La vida parece ser obra de una voluntad que la desea y determina. Se entiende de suyo entonces nuestra invocacin al GADU como forma de nominar esta "voluntad", ratificando desde el inicio nuestro vnculo personal, directo e indivisible, con l. De ah que el "que as sea" ya no nos pertenezca sino que nos explique. Jorge Milans / MM . Log. Salvador Allende N 187 - Montevdeo !!