40. los amos del tiempo

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La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla. correo electrónico: [email protected]. blog: lacinematecasevilla.wordpress.com twitter: @la_cinemateca. facebook: www.facebook.com/lacinematecasevilla hojas de sala: issuu.com/cinematecasevilla Mayo 2012 40 Los amos del tiempo (Les Maîtres du temps) Francia-Suiza-Hungria-RDA, 1982, 78’ D: René Laloux. G: René Laloux, Jean Giraud, Jean-Patrick Manchette (Novela: Stefan Wul). Mú: Jean-Pierre Bourtayre, Pierre Tardy, Christian Zanesi. P: Pannonia / Société Suisse de Radiodiffusion et Télévision (SSR) / Südwestfunk (SWF) / TF1 Films Productions / Télécip / Westdeutscher Rundfunk (WDR). Pr: 1982: Fantafestival: Premio a mejor película infantil, 1983: Premio Saturn a mejor película animada De nuevo Laloux traslada a la pantalla otro libro de Wul, L’Orphelin de Perdide, bajo el epígrafe de Los amos del tiempo que, a diferencia de sus anteriores películas, navega por las pautas de la Space opera, subgénero de ciencia-ficción que engloba relatos de viajes espaciales. Pero en esta ocasión, como ya se ha dicho, le presta sus servicios Moebius, seudónimo bajo el que se oculta Jean Giraud con cuyo nombre real había firmado excelentes comics caso de la serie del teniente Blueberry, como bien es sabido. De las imágenes caricaturescas de Topor al trazo estilizado, casi minimalista, a la vez que sobrio, del ilustrador francés que, dicho sea de paso, se adapta a la perfección a las características de la historia. Perdide es un planeta en el que se ha extraviado el niño Piel tras sufrir un accidente la nave en la que viajaba con su padre. Pero el progenitor, antes de morir, envía un mensaje de socorro por medio de un intercomunicador a su amigo Jaffar. Éste es un piloto mercenario que, en esos momentos, transporta al destronado y codicioso príncipe Matton, que ha huido con su hermana y parte del tesoro de sus antiguos dominios. Perseguidos por la policía de la Alianza Reformada Interplanetaria, Jaffar hace una escala en otro planeta, Devil´s Ball, donde vive el viejo Silbad, con el objetivo de solicitar su ayuda para llevar a cabo el rescate del pequeño. Sobre una serie de grabados de modas de la época de la Revolución Francesa, Charles Baudelaire escribe en El pintor de la vida moderna (1863): “Esos trajes, que hacen reír a mucha gente irreflexiva, a esa gente grave sin verdadera gravedad, presentan un encanto de naturaleza doble, artístico e histórico. A menudo son bellos e ingeniosamente dibujados; pero lo que en la misma medida tiene tanta importancia para mi, y lo que me hace feliz encontrar en todos o en casi todos, es la moral y la estética de la época”. Y es de este modo como, en mi opinión, hay que ver Los amos del tiempo. Hay productos cuya frescura y consistencia se han ido desvaneciendo con el paso de los años y, al someterlos a una nueva revisión, algunos acaban hundiéndose. Pero hay otros que, por sus cualidades intrínsecas, logran evitar el naufragio, aunque la huella del tiempo les haya abierto algunas vías de agua. Y una de esas cualidades es precisamente la ingenuidad, condimento que normalmente proporciona entrañables sensaciones en el espectador asegurando, como poco, una confabuladora comunión con la misma. ¿Acaso no ocurre lo mismo con la saga galáctica de George Lucas aunque, en este caso, continúan siendo excelentes films, en especial las tres inaugurales?. Desconozco el libro de Wul, pero al filme de Laloux le sucede algo parecido a lo expuesto en el párrafo anterior: en cuestiones narrativas, la propia aventura está impregnada de esa ingenuidad que, unida a la originalidad de los dibujos de Moebius, hacen agradable su visión. Aunque la imprevisible paradoja temporal que se desvela al final de la película acaba restando nervio a la peripecia del rescate que, por otro lado, ocupa prácticamente la totalidad del metraje. Y eso que dicha paradoja, a pesar de lo insólito de su proposición, no trasciende más allá de un simple planteamiento y la presencia, únicamente al término de la historia, de los seres que la han originado apenas va más allá de lo testimonial. http://lamiradadealbert.wordpress.com

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Page 1: 40. Los amos del tiempo

La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla.

correo electrónico: [email protected]. blog: lacinematecasevilla.wordpress.com twitter: @la_cinemateca. facebook: www.facebook.com/lacinematecasevilla hojas de sala: issuu.com/cinematecasevilla Mayo 2012

40

Los amos del tiempo (Les Maîtres du temps)

Francia-Suiza-Hungria-RDA, 1982, 78’

D: René Laloux. G: René Laloux, Jean Giraud, Jean-Patrick Manchette (Novela: Stefan Wul). Mú: Jean-Pierre Bourtayre, Pierre Tardy, Christian Zanesi. P: Pannonia / Société Suisse de Radiodiffusion et Télévision (SSR) / Südwestfunk (SWF) / TF1 Films Productions / Télécip / Westdeutscher Rundfunk (WDR). Pr: 1982: Fantafestival: Premio a mejor película infantil, 1983: Premio Saturn a mejor película animada

De nuevo Laloux traslada a la pantalla otro libro de Wul, L’Orphelin de Perdide, bajo el epígrafe de Los amos del tiempo

que, a diferencia de sus anteriores películas, navega por las pautas de la Space opera, subgénero de ciencia-ficción que engloba relatos de viajes espaciales. Pero en esta ocasión, como ya se ha dicho, le presta sus servicios Moebius, seudónimo bajo el que se oculta Jean Giraud con cuyo nombre real había firmado excelentes comics caso de la serie del teniente Blueberry, como bien es sabido. De las imágenes caricaturescas de Topor al trazo estilizado, casi minimalista, a la vez que sobrio, del ilustrador francés que, dicho sea de paso, se adapta a la perfección a las características de la historia.

Perdide es un planeta en el que se ha extraviado el niño Piel tras sufrir un accidente la nave en la que viajaba con su padre. Pero el progenitor, antes de morir, envía un mensaje de socorro por medio de un intercomunicador a su amigo Jaffar. Éste es un piloto mercenario que, en esos momentos, transporta al destronado y codicioso príncipe Matton, que ha huido con su hermana y parte del tesoro de sus antiguos dominios. Perseguidos por la policía de la Alianza Reformada Interplanetaria, Jaffar hace una escala en otro planeta, Devil´s

Ball, donde vive el viejo Silbad, con el objetivo de solicitar su ayuda para llevar a cabo el rescate del pequeño.

Sobre una serie de grabados de modas de la época de la Revolución Francesa, Charles Baudelaire escribe en El pintor de la vida moderna (1863): “Esos trajes, que hacen reír a mucha gente irreflexiva, a esa gente grave sin verdadera gravedad,

presentan un encanto de naturaleza doble, artístico e histórico. A menudo son bellos e ingeniosamente dibujados; pero lo que en la misma medida tiene tanta importancia para mi, y lo que me hace feliz encontrar en todos o en casi todos, es la moral y la estética de la época”. Y es de este modo como, en mi opinión, hay que ver Los amos del tiempo. Hay productos cuya frescura y consistencia se han ido desvaneciendo con el paso de los años y, al someterlos a una nueva revisión, algunos acaban hundiéndose. Pero hay otros que, por sus cualidades intrínsecas, logran evitar el naufragio, aunque la huella del tiempo les haya abierto algunas vías de agua. Y una de esas cualidades es precisamente la ingenuidad, condimento que normalmente proporciona entrañables sensaciones en el espectador asegurando, como poco, una confabuladora comunión con la misma. ¿Acaso no ocurre lo mismo con la saga galáctica de George Lucas aunque, en este caso, continúan siendo excelentes films, en especial las tres inaugurales?. Desconozco el libro de Wul, pero al filme de Laloux le sucede algo parecido a lo expuesto en el párrafo anterior: en cuestiones narrativas, la propia aventura está impregnada de esa ingenuidad que, unida a la originalidad de los dibujos de Moebius, hacen agradable su visión. Aunque la imprevisible paradoja temporal que se desvela al final de la película acaba restando nervio a la peripecia del rescate que, por otro lado, ocupa prácticamente la totalidad del metraje. Y eso que dicha paradoja, a pesar de lo insólito de su proposición, no trasciende más allá de un simple planteamiento y la presencia, únicamente al término de la historia, de los seres que la han originado apenas va más allá de lo testimonial.

http://lamiradadealbert.wordpress.com