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Lecturas para la Semana de Oración nº 381 · año 31 · septiembre 2006

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Lecturas para laSemana de Oración

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Ofrenda especial para la Semana de Oración

otra pensé que podía utilizar aquel tiem-po para realizar una encuesta sobre re-ligión. Fui de casa en casa pidiendo a lagente que respondiera algunas pregun-tas, pero nadie estaba interesado. Final-mente llegué a un bloque de viviendas yllamé al timbre. Una joven muy amableabrió la puerta y me invitó a pasar. Nossentamos en la mesa de la cocina y co-mencé a hacerle las preguntas de la en-cuesta. Durante la conversación, me dicuenta de que estaba buscando la ver-dad. »¡Me siento tan agradecido a Dios por dar-me energías aquella tarde! Cuando nosunimos a él, él nos ayuda a emplear nues-tro tiempo de manera eficaz. A veces esdescorazonador ir de puerta en puerta yser rechazado constantemente, pero el es-fuerzo merece la pena. De este modo ca-da día aprendo a confiar en Dios y a de-jar que sea él quien me guíe.»Gracias, Dios mío, por permitirme rea-lizar esta labor. Os animo a todos a tra-bajar como pioneros de Misión Global ycolaborar con nosotros en compartir elevangelio con todo el mundo, persona porpersona. Ningún otro trabajo nos ayudatanto a crecer en nuestra confianza y de-pendencia de Dios».

4. Dios tiene muchas maneras de acer-car a sus hijos a él. Nos llega otra ex-periencia desde Bélgica, donde MisiónGlobal está actualmente llevando acabo un proyecto.«Una cálida mañana de sábado una mu-jer entró en una iglesia de habla portugue-

Al finalizar un año más la semana de oración tenemos nuevamente laoportunidad de presentar nuestras ofrendas ante Dios. Para muchospuede tratarse simplemente de un buen hábito; pero, en realidad, sig-nifica mucho más que eso. Las ofrendas de la semana de oración son

la expresión de nuestra gratitud a Dios por las muchas bendiciones que recibi-mos. ¿No es la Ley de Dios una ley de amor? Él nos rodea con su gracia, la cualno podemos dejar de ver, y llena nuestros corazones de una paz que el mundono puede dar. En Cristo encontramos descanso y quietud, y miramos hacia elfuturo sin temor.

¿Guardaremos egoístamente aquello que nos llena de alegría, que da sentidoa nuestras vidas y nos ofrece una esperanza? ¿No sentimos la urgencia de com-partir nuestra experiencia espiritual con las personas que nos rodean y las de tie-rras lejanas?

Con nuestros recursos podemos alcanzar a nuestros vecinos, pero las ofren-das de la semana de oración se utilizan para enviar misioneros a regiones en lasque todavía no han oído el maravilloso mensaje de Jesucristo.

Para este programa de Misión Global se ha puesto a disposición de la divisiónla cantidad de 650.000 € procedentes de las ofrendas de la semana de oración ydestinados al desarrollo de 81 proyectos. Está programa está diseñado para abrirnuevas misiones en territorios sin presencia adventista dentro de los países deesta división.

Este es un breve resumen del amplio trabajo de Misión Global:1. Predicación del evangelio en Markdorf (Alemania) que incluye trabajo puer-

ta a puerta, reuniones para el estudio de la Biblia, campañas evangelizadorasy seminarios sobre religión. El objetivo es ayudar a las personas a sellar su pac-to con Dios a través del bautismo.

2. En la Unión Alemana del Norte, concretamente en Grossäschen, existe ungrupo de misioneros. Además de haber trabajado ya con éxito con niños, jó-venes y conquistadores, el equipo busca llegar a otras personas.

3. Un misionero en Austria explica: «Cuando leí el anuncio de un puesto como pio-nero de Misión Global en la publicación adventista alemana sentí en mi interiorque era una respuesta a mis oraciones. Poco después de completar mis estudios par-tí hacia allí con el deseo de trabajar para Dios. Es maravilloso ver cómo personasque antes nunca habían querido saber nada de Jesús decidían ahora seguirle. »Un viernes por la tarde había terminado el trabajo planificado para el día y mequedaba una hora libre antes del comienzo del sábado. Me preguntaba qué po-día hacer con aquel tiempo. Por una parte, quería ir a casa y descansar, pero por

PETER R. KUNZE

Tesorero de la División Euroafricana.

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

rA sep. 2006 [495] · 3

S U M A R I O

4 PRIMER SÁBADOEva, el comienzo de la esperanza

7 DOMINGOMoisés, la esperanza postergada

9 LUNESRahab, la esperanza adoptada

11 MARTESDaniel, la esperanza vindicada

13 MIÉRCOLESMaría, la esperanza desafiada

16 JUEVESPablo, la esperanza como experiencia

18 VIERNESJuan, la esperanza revelada

20 SEGUNDO SÁBADOJesús, nuestra esperanza viviente

24Semana de Oración para los menores

REVISTA ADVENTISTA: Órgano oficial de la Iglesia Adventista

del Séptimo Día de España

nº 381 · año 31 · septiembre 2006

Director de la Revista, Alberto F. Guaita;

Director general de Safeliz, César Maya;

Editor, Luis González; Redacción, Raquel Carmona,

Juan Fernando Sánchez, Mónica Díaz;Diseño y maquetación,

José Mª Weindl, Isaac Chía; Procesos informáticos, Javier Zanuy;

Producción, Martín González; Envíos, Juan José Reta;

Suscripciones, Mª Teresa TelloPublicidad, [email protected]

Impresión: IBERGRAPHI 2002 Mar Tirreno, 7, 28830

San Fernando de Henares (Madrid)Depósito Legal: M-32.993-1974

Pradillo, 6 - Pol. Ind. La Mina · E-28770Colmenar Viejo, Madrid (España)

tel. [+34] 91 845 98 77fax [+34] 91 845 98 [email protected]

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sa en Bruselas. El pastor José de Matos la reconoció.Era Anna, a quien había conocido en Londres. Ellahabía estado enfrentando muchos problemas por te-ner una relación más estrecha con Dios.»Cuando el pastor se había ido de Londres pensó quenunca volvería a ver a los miembros de aquella igle-sia, pero estaban siempre presentes en sus pensa-mientos y oraciones. Seis años después, Anna entra-ba por las puertas de su pequeña iglesia adventistaen Bruselas. Se había casado con un belga y parecíaser realmente feliz. Le contó al pastor que se habíabautizado y que vivía cerca de la iglesia.»Anna se siente como en casa con ese grupo de cre-yentes. Aunque se encuentra muy lejos de sus fami-liares y seres queridos, ha hallado una familia en lafe, a la que se siente unida en Cristo».Muchas gracias por vuestras ofrendas en el últi-

mo sábado de la semana de oración.

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De vez en cuando, trato de imaginar cómo habrá sido la vida en el jar-dín del Edén antes de la dañina presencia del pecado en este mun-do. El relato bíblico es breve, pero muy rico. Presupone una perfectaarmonía, plenitud y regocijo en toda la creación, y sugiere claramen-

te que Eva y Adán eran criaturas curiosas. Esa curiosidad los debió de haber in-ducido a recorrer el Jardín, con el fin de explorar las maravillas de la creación.El ambiente era ideal para el desarrollo del potencial con el que Dios los habíadotado. Su diaria experiencia era de constante crecimiento junto al Señor y en-tre sí. Implicaba la realización de nuevas posibilidades y el descubrimiento denuevos aspectos de su propia personalidad.

En el relato, Eva aparece como la más curiosa de ambos. Adán, en cambio, dala impresión de que era tranquilo. Su voz se escuchó brevemente cuando se en-contró con Eva (Gén. 2: 23). Se conocieron en compañía del Señor. Después deese encuentro, los hechos y la voz de Eva predominan.

La necesidad de una esperanza salvadoraLa historia da a entender que Eva salió a dar un paseo sola (Gén. 3: 1); los re-

sultados implican que en la unidad hay fortaleza. Salió en un recorrido de in-vestigación, tratando de satisfacer la curiosidad con que Dios la había dotado.Entabló una conversación con la serpiente... y llegó a una encrucijada crítica.Todos nosotros llegamos a esas encrucijadas en nuestro diario existir; son mo-mentos profundamente significativos, que ejercerán una profunda influencia enel futuro de nuestras vidas.

La serpiente sugirió que, en las actuales circunstancias, ella no tenía un futu-ro que le permitiera desarrollar la plenitud de su potencial. Le insinuó que suviaje era una caminata en círculos, que no la conduciría a ninguna parte. Sugi-rió que su viaje en este planeta conducía, “por designio divino”, hacia la nada;que su vida se iba a volver aburrida, debido a las restricciones de Dios al desa-rrollo de su potencial (vers. 3-5). Su empresa de desarrollo propio en unión conDios era, a la vista del enemigo, una fantasía.

Eva arguyó inteligentemente acerca de la integridad de Dios y la función queles había asignado a su esposo y a ella (vers. 2, 3). Estaba satisfecha con la natu-raleza y los objetivos de su vida. Pero, aparentemente, también empezó a cavi-lar acerca de la naturaleza de ese nuevo viaje que le estaba proponiendo la ser-piente. Esta la tentó a iniciar un viaje por su cuenta, que le permitiera realizarsu potencial sin la presencia inoportuna y restrictiva del Creador. El destino deeste nuevo viaje era apasionante: sería como Dios (vers. 5). Por fin, dio el primer

paso de este viaje al alargar la mano y co-mer del fruto prohibido (vers. 6). Un sim-ple paso, con consecuencias inimagina-bles.

La decisión de Eva significaba que sehabía hecho cargo de su propia vida contotal independencia de Dios. Había co-menzado un capítulo de su existencia ra-dicalmente nuevo; lamentable, por lo de-más. Su esposo se le unió. Ambos selanzaron hacia lo desconocido por sucuenta... para comprender poco despuésque su nuevo viaje los llevaba a la muer-te. Habían iniciado un trayecto hacia lacompleta autodestrucción, separados deDios (la Fuente de la vida), del amor y dela paz.

Entonces se oyó la voz de Dios, que pa-seaba por el Jardín (vers. 8). Les habló pa-ra hacerles entender la gravedad de su con-dición. Caminó solo, porque ya susdestinos no eran los mismos; caminó porel sendero que había trazado para Eva ypara Adán, y que ellos habían abandona-do para avanzar por el propio. El nuevorumbo de Eva se había convertido en al-go temible, de quebranto social y espiri-tual, y de muerte.

El comienzo de la esperanza

La última palabra de Dios para noso-tros jamás es de condenación. Nos buscacon juicio y salvación mientras estamosperdidos. Pero la decisión es nuestra. Co-mo consecuencia de su infinito amor y suinagotable gracia, ofreció a nuestros pri-

Eva, el comienzo de la esperanza

Sólo Dios provee esperanza para nuestro peregrinaje.

JAN PAULSENPresidente mundial de la Asociación General de los adventistasdel séptimo día, cuya sede se encuentra en Silver Spring,Maryland (EE.UU.).

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

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meros padres esperanza (vers. 15); era loque necesitaban. Es la necesidad más ur-gente de los seres humanos rebeldes. Es-ta esperanza no es una mera expresión dedeseos o la elucubración de un sueño quejamás se va a convertir en realidad. ¡Cla-ro que no! Es la configuración de un glo-rioso futuro diseñado por Dios para no-sotros. No es el resultado de nuestraspropias acciones, sino del poder redentory creador de Dios, garantizado por la so-lidez de sus promesas y su poder.

Dios sembró esperanza en los corazo-nes desolados de Eva y de Adán. No erauna expectativa que sencillamente aguar-daba que Dios hiciera algo en favor deellos en el futuro: esa esperanza está en-raizada en las promesas de Dios, y sus pro-mesas siempre tienen, además, un efec-to sobre el presente de la experienciahumana. La esperanza como anticipaciónnos hace sentir su presencia en nuestracondición actual. La esperanza que Dios

ofreció a Eva y Adán tuvo un inmediatoefecto en ambos: creó enemistad contralos poderes mortales del mal. Esta espe-ranza, gracias al poder de Dios, introdu-jo en la desesperada condición de la pa-reja un odio profundo hacia el poderesclavizador que tiene el pecado. Dios ha-bía decidido preservar la libertad huma-na, y no permitió que el enemigo los so-metiera totalmente.

La esperanza presupone la libertad delhombre; la capacidad de elegir qué viajeva a seguir y a qué destino quiere llegar.Dios estaba ofreciendo a Eva y a Adán laposibilidad de escoger una vez más su fu-turo, su destino final. La esperanza de unfuturo junto a Dios había comenzado aliberarlos del poder dominante del peca-do.

La naturaleza de esta esperanza es im-portante para este relato. Su contenido noera simplemente una abstracta idea reli-giosa que se esperaba que ellos entendie-

ran y preservaran. La esperanza que Diosofreció a Eva y Adán era una Persona. Enrealidad, ¡esa esperanza era esa Persona!Dios les anunció: «Él aplastará» a la ser-piente, la fuente de la muerte y el vacia-miento del sentido de la vida (vers. 15).Esta esperanza está contenida en el pro-nombre “él”; el Descendiente de la mujerque es también el Hijo de Dios. En con-secuencia, la concreción de esta esperan-za no iba a ser el triunfo de una idea so-bre otras, sino el de una Persona sobretodo lo que amenaza la personalidad talcomo Dios la creó.

El viaje natural de los seres humanosconduce inexorablemente a la muerte. Pe-ro Dios les fijó a Eva y a Adán un objeti-vo durante su viaje en un mundo de pe-cado y de muerte; los llevaría al másglorioso de los encuentros, a un nuevodestino; un reencuentro. En lugar de con-fusión y muerte, cada ser humano podríaviajar, si lo deseaba, hacia una reunión

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con el Hijo de Dios, nuestra única espe-ranza. Eva y Adán abrazaron esta esperan-za, y permitieron a Dios que les cambia-ra la ropa que ellos se habían hecho porotra confeccionada por él (vers. 21).

Un viaje de esperanzaAllí, delante de Dios, Eva comenzó un

viaje de esperanza. Su viaje la llevaría porterrenos difíciles, lleno de profundos sen-timientos de culpa y soledad, por la ex-periencia de ver que uno de sus hijos qui-taría la vida al otro, y presenciar tambiénlas consecuencias de la muerte a su alre-dedor. ¡Pero la esperanza la sostendría! Sa-

bía que lo que estaba observando y expe-rimentando no sería la condición perma-nente de su existencia. Algo glorioso ven-dría. La esperanza había calado hondo ensu presente vivencia, y le otorgaba nuevovalor en medio del conflicto contra el mal.Esta nueva esperanza también le daba li-bertad para oponerse a las concupiscen-cias de la pecaminosa naturaleza caída;para rechazar los planes del enemigo; pa-ra decidir viajar junto con Dios. ¡Podíavislumbrar un glorioso destino!

El Señor le aclaró a Eva que la esperan-za que estaba aguardando con tantas an-sias se cumpliría en la Persona de su des-cendiente, de un Hijo suyo. Solo podemosimaginarnos las elevadas expectativas queesta promesa debió haber producido ensu corazón. Cuando estaba esperando asu primer hijo, probablemente creyó quese trataba del Prometido (ver. Gén. 4: 1).Pero no fue así. La esperanza supera lasfrustraciones y nos conserva aguardandoalgo mejor. La expectativa mantiene vi-brante la esperanza, porque implica la po-sibilidad de que en cualquier momentose pueda cumplir. Uno de los peligros másserios que enfrentamos es la pérdida denuestro sentido de expectativa. Cuandoeso ocurre, empezamos a perder el signi-ficado de nuestra esperanza y corremos elriesgo de deslizarnos lentamente por elcamino de la muerte. La esperanza debevivir con expectativa; con una firme con-vicción; con la seguridad de que las pro-mesas de Dios son seguras y que se pue-den concretar en cualquier momento,cuando él lo determine.

En su viaje de esperanza, a Eva se leunieron sus numerosos descendientes.Ella no sabía mucho de una larga espera.El plan divino requería que la venida delHijo de Dios, la encarnación de la espe-

ranza, ocurriera en un momento determi-nado del gran conflicto cósmico (Gál. 4:4). El Niño prometido nació de una mu-jer. En el mismo lugar en el que el peca-do tuvo acceso a la raza humana, dentrodel mismo ser de una mujer, Dios entrómediante el misterio de la encarnación,y sembró allí la realidad de la Esperanzadivina para todo el mundo. ¡Qué inmen-so privilegio concedió Dios a Eva! En elmismo lugar en el que ocurriera la Caída,Dios comenzó el misterio de la redención.

Pero el viaje prosigue. Nuestra esperan-za avanza hacia su total realización en lasegunda venida de Cristo. Nosotros, asícomo Eva, estamos inmersos en un viajede esperanza; hemos hecho de su viaje,nuestro viaje. Es un viaje en común.

En todo el mundo el pueblo de Diosestá viajando en la misma dirección, conla misma previsión de regocijo. Todos nosencontramos en un viaje de esperanza;todos esperamos su pronta consumación;todos compartimos esta esperanza. Todosestamos vislumbrando nuestro hogar ce-lestial.

«Morar para siempre en el hogar de losbenditos, llevar en la mente, el cuerpo y el es-píritu no las oscuras marcas del pecado y lamaldición, sino la perfecta semejanza del Crea-dor, y durante las edades sin fin avanzar ensabiduría, conocimiento y santidad, para ex-plorar siempre nuevos campos de pensamien-to, para encontrar siempre nuevas maravillasy nuevas glorias, para crecer siempre en la ca-pacidad de conocer, de disfrutar y de amar, ysabiendo que todavía hay más allá un gozo,un amor y una sabiduría infinitos, este es elobjetivo hacia el cual señala la esperanza cris-tiana» (My Life Today, pág. 361).

Si usted todavía no ha abrazado esta es-peranza, lo invito hoy a venir y a unirsecon nosotros en este viaje de esperanza.

Preguntas para compartir

1. ¿Por qué es tan importante la esperanza en la experiencia humana? 2. ¿Qué quiere decir la declaración: “Esa Persona es nuestra esperanza”? 3. ¿Cómo nos libera la esperanza?

La esperanza

presupone la libertad

del hombre,

la capacidad de elegir

qué viaje va a seguir

y a qué destino quiere

llegar. Dios estaba

dando a Eva y a Adán

la posibilidad

de escoger una vez

más su futuro,

su destino final.

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Moisés,la esperanza postergadaAprendió a confiar en Dios durante los años solitarios y difíciles en que pastoreaba.

BRUCE MANNERSPastor de la Iglesia de Avondale en Cooranbong,

Nueva Gales del Sur (Australia).

Moisés. Este nombre se ha convertido en sinónimo de fortaleza,ya que él llegó a ser «uno de los dirigentes de más influencia y for-taleza que haya vivido».1 Tomó un montón de rudos esclavos ylos convirtió en una nación; tomó a los fabricantes de ladri-

llos de Faraón y contribuyó a que llegaran a ser una comunidad sofisticaday multifacética. Condujo con éxito a esos hijos e hijas de Abraham desde unade las regiones más áridas de la tierra hasta los límites de un país que fluíaleche y miel: la Tierra Prometida.

Moisés. Podría no haber sido jamás famoso. Nacido como extranjero enEgipto, probablemente podría haber sido, al nacer, un niño más sacrificadoal dios del río; pero su madre lo ocultó por tres meses. Al no poder esconder-lo más, lo colocó en una arquilla de juncos entre las cañas de las márgenesdel río en el que la hija de Faraón tomaba su baño.

Moisés. Era un nombre extranjero; no el que sus padres habrían elegido.Pero, cada vez que él oía su nombre, que significa «sacado de las aguas» (Éxo.2: 10), recordaba el milagro que le salvó la vida. El milagro de haber sido sa-cado del río por la hija de Faraón y adoptado en el seno de la familia Real.

Moisés. Cuarenta años después, su nombre apenas era conocido entre losmiembros de su propio pueblo; pero eso no era lo importante. Llegó hastaellos en nombre de Otro: el «Yo Soy», «Jehová, el Dios de vuestros padres; el Diosde Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob» (Éxo. 3: 14, 15).

Moisés había llegado a ser el mensajero de Dios, un mensajero de espe-ranza.

Mensajero de esperanzaCuarenta años antes, Moisés bien podría haber sacado a su pueblo de Egip-

to, si lo hubieran apoyado. Les había demostrado su lealtad al dar muerte aun egipcio (Éxo. 2: 12). Él estaba listo; ellos no. «Él pensaba que sus hermanoscomprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habíanentendido así» (Hech. 7: 25). Moisés comprendió cuál era la voluntad de Diospara su vida, pero todavía tenía que aprender los caminos del Señor. El Altí-simo ciertamente no consideraba que era tiempo de que él fuera el conduc-tor; todavía no.

Nacido como esclavo, formado como príncipe, Moisés necesitó pasar cua-renta años en el desierto y por un encuentro personal con Dios antes de es-tar preparado para conducir al pueblo del Señor. Entonces, en Tierra Santa,apareció vacilante. Su razonamiento fue extraordinariamente moderno, muy

parecido a las excusas que nosotros em-plearíamos hoy.

«¿Quién soy yo para hacer lo que tú me pi-des? Además, ¿quién eres tú? ¿Por qué tendrí-an que creerme ellos? No sé qué decir» (Éxo.3: 11, 13; 4: 1, 19). Y, finalmente: «¡Señor,por favor, envía a otro!» (Éxo. 4: 13).

Su sentido de incapacidad era la señalde que estaba habilitado para ser el líderde Dios, porque sabía que no lo podríahacer con sus propias fuerzas. Recuerden:Moisés había sido muy bien preparadocomo príncipe de Egipto. Había sido bieneducado en las artes, las ciencias, la estra-tegia y la diplomacia; por lo tanto, podríahaber intentado organizar un ejército conesos destartalados israelitas, para desafiarel poder de Egipto.

El plan de Dios era diferente: Moiséssería el conductor, pero la estrategia esta-ría a cargo del Señor. En primer lugar, sinembargo, Moisés era el mensajero del Al-tísimo; un mensajero de advertencias pa-ra Faraón y los egipcios, y un mensajerode esperanza para los israelitas.

Nosotros, los mensajeros de esperan-za modernos, haríamos bien en tomar no-ta de cuán dependiente de Dios era Moi-sés. Escuchen la promesa del Señor: «Yosoy Jehová; y yo os sacaré de debajo de lastareas pesadas de Egipto, y os libraré de suservidumbre, y os redimiré con brazo exten-dido, y con juicios grandes; y os tomaré pormi pueblo y seré vuestro Dios[...]. Y os me-teré en la tierra por la cual alcé mi mano ju-rando que la daría a Abraham, a Isaac y aJacob» (Éxo 6: 6-8).

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN DO

MIN

GO

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¡La redención y la Tierra Prometida!Nada ha cambiado. Estas son las prome-sas de Dios, susurradas en el Jardín des-pués de la Caída, reafirmadas con clari-dad y vinculadas con la geografía terrenaen el Éxodo, selladas con sangre en el Cal-vario y comunicadas en alta voz por lostres ángeles de Apocalipsis 14.

Este es nuestro mensaje. La redención de los israelitas estuvo

asegurada. Las plagas pusieron en eviden-cia la superioridad de Dios sobre los dio-ses egipcios y fortalecieron la fe de los he-breos. Llegó la noche de la Pascua y ellosestaban prontos, con todo preparado,mientras esperaban en «la feliz esperanzade la libertad»,2 para comenzar el viaje ala Tierra Prometida. Los primogénitos fue-ron protegidos de la muerte por la sangredel cordero que había sido aplicada sobrelas puertas de sus casas.

La sangre del Cordero da vida. En lasangre del Cordero de Dios encontramosnuestra esperanza.

Un viaje de esperanzaLibres al fin, los esclavos israelitas sa-

lieron de Egipto «como un ejército victorio-so» (Éxo. 12: 36). Había comenzado elviaje de la esperanza; estaban caminan-do rumbo a Sion, o al menos con esa di-rección.

Para protegerlos de la posibilidad de te-ner que combatir contra enemigos, el Se-ñor los condujo al desierto. El viaje ten-dría muchos atajos, y sería bastante máslargo de lo que habían anticipado. PeroDios estaría con ellos; podían verlo en lacolumna de nube.

Pero se llenaron de temor cuando el ejér-cito de Faraón los arrinconó en el Mar Ro-jo. La duda invadió el campamento cuan-

do perdieron de vista al Señor en presen-cia del enemigo. Anhelaban lo que tenían,no lo que Dios les había prometido. «Esmejor ser esclavos en Egipto que enfrentar lamuerte en el desierto», era su clamor (Éxo.14: 11, 12). Habían perdido la esperanza.

Moisés respondió con una orden deque no hicieran nada. «Estad firmes (qué-dense quietos), y ved la salvación que Jeho-vá hará hoy con vosotros» (vers. 13). No hayesperanza en ninguna otra parte. Estoyseguro de que ustedes ya han pasado poresto; sé que sí. Cuando no se puede hacernada, hay que dejar que Dios obre.

Cuando cruzaron milagrosamente elMar Rojo, fueron bautizados (1 Cor. 10:2) y librados del enemigo. Supieron queya no tenían nada que temer respecto delpoder de Egipto. De modo que se regoci-jaron. Se alegraron y celebraron la liber-tad que habían encontrado en Dios. Laesperanza ciertamente merece una cele-bración.

En el Monte Sinaí se formó una nación,se desarrolló un sacerdocio y se instituyóun pacto de amor. Recién salvados, Dioslos guió por medio de Moisés a tener unarelación plena con él y los unos con losotros. Moisés escribió las instrucciones pa-ra que no las olvidaran.

¡Entonces estaban listos para entrar enla Tierra Prometida! Pero el temor demo-ró por cuarenta años esa entrada. Cuan-do vieron los desafíos del viaje, Egipto lespareció atrayente.

Nosotros, los que hemos abandonadola tierra del enemigo, debemos entenderque el viaje no siempre será fácil, y que loque hemos dejado atrás a veces nos pue-de parecer atrayente. Pero, si volvemos,caeremos de nuevo en la esclavitud. De-lante está la Tierra Prometida, y el Señorestá con nosotros.

Descansemos en laesperanza

Moisés murió a la vista de la Tierra Pro-metida. ¡A la vista de la Tierra Prometida!

Dios lo sepultó en las áridas laderas delMonte Pisga. Ningún monumento marcael lugar de su tumba; ni esfinge ni pirá-mide. Él eligió algo mejor que todo lo queEgipto le podía ofrecer.

«(Moisés) voluntariamente trocó los mo-numentos y las alabanzas terrenales, los ador-nos, el poder y los placeres por una recom-pensa en un reino invisible. Lo cambió todo,hasta el último centavo, por una relación conel Dios viviente. Fue el mejor negocio que ja-más se haya hecho. Lo que perdió, lo podríahaber retenido de todos modos; pero lo queganó no lo podrá perder jamás».3

Murió, pero con esperanza, y se cuen-ta entre los que esperan tener una «me-jor resurrección» (Heb. 11: 35). Y, al pare-cer, probó la realidad de la resurrecciónantes que otros (Judas 9; Mat. 17: 3).

Debemos reconocer que es posible queno veamos el cumplimiento de la espe-ranza durante nuestra vida. Pero esa po-sibilidad no disminuye nuestra esperan-za, porque el sueño de la muerte es comouna noche durante la cual aguardamos laaurora de la resurrección.

En su discurso final a los israelitas, Moi-sés les dio un himno lleno de promesaspara al futuro (Deut. 32). Después, en Apo-calipsis 15, encontramos el himno de Moi-sés y del Cordero; un himno de adoracióny de victoria. Deseamos entonar ese him-no, porque entonces nuestra esperanza secumplirá. Y, no importa que estemos des-cansando en la tumba o que estemos vi-vos en ocasión de la venida de Jesús.

Hasta entonces, continuaremos siendolos mensajeros de esperanza de Dios mien-tras viajamos rumbo a la Tierra Prometida.

Referencias

1 Lorin Woolfe, The Bible on Leadership: From Moses

to Matthew. Managements Lessons for Contemporary

Leaders [La Biblia y el liderazgo: Desde Moisés has-

ta Mateo. Lecciones relativas a la administración

para líderes contemporáneos], Nueva York: AMA-

CON, 2002, pág. 71.

2 Elena White, Patriarcas y profetas, Buenos Aires:

ACES, 1985, pág. 284.

3 Charles R. Swindoll, Moses: A Man of Selfless Dedi-

cation [Moisés: un hombre de abnegada dedica-

ción], Nashville: Word Publishing, 1999, pág. 366.

Preguntas para compartir

1. Cuando Dios, poderoso como es, está dispuesto a librar a su pueblo,¿por qué necesita de un ser humano? ¿Qué lección podemos obtenerde esto?

2. ¿Que es lo que más lo atrae de la vida y la experiencia de Moisés? ¿Conqué aspectos de su vida se identifica más?

3. ¿Qué podemos aprender de la vida de Moisés, personal y corporativa-mente, al hacer frente a los desafíos de la vida actual?

53] · 9rA sep. 2006 [501] · 9

Rahab,la esperanza adoptada¿Puede algo bueno salir de allí?

GEOFFREY MBWANA Pastor, maestro y administrador en diferentes áreas.

Actualmente es presidente de la División del África Centro-Oriental.

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

LUN

ES

«Una de las mayores fortalezas de la tierra, la grande y rica

ciudad de Jericó, se hallaba frente a ellos, a poca distancia desu campamento de Gilgal. [...] Esta ciudad orgullosa, cuyospalacios y templos eran morada del lujo y del vicio, desafia-

ba al Dios de Israel desde sus macizos baluartes. Jericó era una de las sedes prin-cipales de la idolatría, y se dedicaba especialmente al culto de Astarté, diosa dela luna. Allí se concentraban todos los ritos más viles y degradantes de la religiónde los cananeos» (Patriarcas y profetas, pág. 521). Dios le había dado esta or-den a Moisés: «Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová Dios te da porheredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que las destruirás completamen-te: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jeho-vá tu Dios te lo ha mandado» (Deut. 20: 16, 17). Jericó era, en ese momento,la primera ciudad importante que debían conquistar los israelitas al entraren la Tierra Prometida. Jericó y todos sus habitantes estaban condenados ala total destrucción.

Encuentro de esperanza: semilla de esperanzaEn la ciudad vivía Rahab, una ramera cuya casa estaba construida sobre

el muro de Jericó; posiblemente era una posada, puesto que atendía huéspe-des. También fabricaba telas de lino teñido, ya que en el techo de su casa te-nia ramas de lino, que probablemente extendía allí para que se secaran. De-bido a que era prostituta, se puede pensar que la despreciaban, la rechazaban,no la querían y vivía aislada en medio de la comunidad en cuyo núcleo mo-raba. Se puede decir que su vida era de pura desesperanza; que estaba llenade desesperación. Las manchas de su vida, resultado de su manera de vivir,permanecieron y perduran hasta el día de hoy, ya que cada vez que se la men-ciona siempre se dice “Rahab, la ramera”. Como todos los demás habitantesde Jericó, había oído hablar de cómo el Dios de Israel conducía a su puebloy le concedía victorias sobre las naciones que les habían hecho frente en suviaje desde Egipto. Habían oído hablar también acerca de la apertura del MarRojo unos cuarenta años antes, y de los terribles juicios que cayeron sobrelos egipcios justo antes del éxodo. La historia de su viaje y de los milagros deDios era bien conocida por todos en Jericó (Jos. 2: 10). Temían por su vida,ya que los israelitas estaban ahora a pocos kilómetros de allí.

Los informes relativos al Dios de Israel suscitaron un tremendo temor de-fensivo entre los habitantes de Jericó; no querían someterse al señorío delDios de Israel. El temor de Rahab era, aparentemente, distinto. Los informes

describían a un Dios con quien a ella lehabría gustado relacionarse; su temor erasi ese Dios la aceptaría. Por medio de es-tas historias se había sembrando una se-milla de esperanza en su vida. Mientrasmás se repetían, el hambre de Dios crecíaen intensidad en su alma.

Su creciente pasión por pertenecer alDios de Israel se puso en evidencia cuan-do los espías entraron en la ciudad. Esosextranjeros indeseados eran una amena-za para los habitantes de Jericó, pero Ra-hab les dio la bienvenida en su casa, a ries-go de padecer el escarnio, la ira y el odiode sus conciudadanos. Interpretó el he-cho de que los espías eligieran su casa co-mo la oportunidad de su vida para satis-facer los profundos anhelos de su alma:sus ansias de formar parte de la sociedady de gozar la salvación del Dios de Israel.Por eso, cuando los atemorizados y desa-fiantes soldados de Jericó entraron en sucasa en busca de los espías, ella camuflóla realidad y dijo: «Es verdad que unos hom-bres vinieron a mí, pero no supe de dóndeeran. [...] Siendo ya oscuro, esos hombres sesalieron, y no sé adónde han ido» (vers. 4,5). Se había dispuesto a esconder a esosespías, aunque ese acto implicara una trai-ción a su país.

La esperanza había llamado a su puer-ta, y aquella mujer desesperada se aferróde ella.

Podría haber impedido que esa genteentrara en su casa; o podría haber apro-vechado la oportunidad de ganar el favorde los que la despreciaban al entregar los

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espías. Pero ellos habían venido como es-pías, y ella se convirtió en su informantecuando les dijo: «El temor de vosotros hacaído sobre nosotros, y todos los moradoresdel país ya han desmayado por causa de vo-sotros» (vers. 9). Los hombres y las muje-res de Jericó sufrían los dolores del temora la muerte; habían perdido el valor y lapaz. La esperanza, por otra parte, hizo deRahab una mujer valiente, audaz y pací-fica. La indujo a hacer lo que otros en Je-ricó creían imposible. La esperanza la li-beró del temor.

La fe: un árbol de esperanza

Rahab se aferró de la oportunidad quese le presentó, y declaró sin ambages: «Séque Jehová os ha dado esta tierra» (vers. 9).Rahab permitió que la semilla de la es-peranza se desarrollara en ella hasta con-vertirse en un árbol de fe en el Dios deIsrael.

La esperanza llamó a su puerta, y la de-sesperada se aferró de ella.

Rahab demostró su fe y su esperanzapor lo siguiente:• Instó a los espías a que juraran por el

Dios de Israel y no por los dioses queella había servido toda su vida. ComoJacob, no los dejó ir si no la bendecí-an. Con audacia, les hizo formular unapromesa imposible: «Yo les salvé la vi-da; salven la mía también». Imposible,porque los espías sabían que la ordende Dios era que nadie quedara con vi-da allí. Pero la esperanza hizo de ellauna mujer persistente.

• Su esperanza de salvación por mediodel Dios de Israel se manifestó por supedido de salvación para ella y su fa-milia. Creía que el Dios de Israel salvaa los que deciden ser salvos. Esta espe-ranza le dio el valor de extender a otrosla salvación también.

• Su insistencia en una “señal segura”pone de manifiesto su fe en que el Se-ñor Dios de Israel es digno de confian-za y cumple sus promesas.

El cumplimiento: los frutos de la esperanza

La esperanza hizo que la obediencia deRahab fuera voluntaria y un deleite a lavez; esperar era un gran gozo para ella. An-tes de salir, los espías recompensaron a Ra-hab al aceptar su pedido: «Nuestra vida res-ponderá por la vuestra» (vers. 24). La fe deRahab tuvo su compensación; los espíasle prometieron que serían responsables sise perdía algún miembro de su familia. Pe-ro insistieron en que se cumpliera la otraparte del trato: la obediencia.

Por eso, con mucha esperanza, Rahabbajó a los espías por medio de una cuer-da, por la parte externa del muro sobreel que estaba su casa, les indicó por dón-de debían ir para estar seguros, ató a laventana el cordón de grana, invitó a sucasa a los demás miembros de su familiay esperó paciente pero felizmente el cum-plimiento de las promesas de Dios. Creoque cada vez que veía el cordón de gra-na atado a la ventana se sentía más espe-ranzada.

La esperanza llamó a su puerta, y la de-sesperada se aferró de ella, se abrazó deella y la vivió.

El séptimo día Israel rodeó la ciudad porúltima vez. Al caer los muros, los dos espí-as prontamente cumplieron las órdenes deJosué, y salvaron la vida de Rahab y losmiembros de su familia. Mientras todos pe-recieron en Jericó, Rahab y su familia ha-llaron gracia ante los ojos de Jehová. Su es-peranza obtuvo recompensa, y conservaronla vida. «Por fe Rahab, la ramera, no pereciójuntamente con los desobedientes, habiendorecibido a los espías en paz» (Heb. 11: 31).

Además de esta bendición, Rahab fuetotalmente adoptada por la familia de Is-rael, con derecho a casarse con un israe-lita. Esto la ubica en la línea genealógicaque llega no solo hasta el rey David, sinotambién hasta Jesús mismo, el Mesías deRahab. Forma parte del trío de mujeresque figuran en el árbol genealógico de Je-sús (Mat. 1: 5, 6).

¡Qué viaje! La esperanza la llevó, espi-ritualmente, desde Jericó hasta Canaán;desde una vida de prostitución hasta lle-gar a ser uno de los antepasados del Mesí-as; desde enemiga del Reino a ciudadanadel Reino. Para esta ramera sin esperanza,el viaje comenzó con algunas historias deesperanza. Se sembró una semilla de espe-ranza en su corazón, que creció y llegó aser un gran árbol de fe; y la esperanza queella abrazó obtuvo una gran recompensa.

¿Se aferra usted fielmente todavía a es-ta esperanza?

Preguntas para compartir

1. ¿Qué persona conoce usted que podría beneficiarse ahora mismo conuna historia de esperanza?

2. ¿Qué historias acerca de Dios se podrían compartir, para brindar espe-ranza?

3. ¿Cómo deberíamos vivir para que los demás vieran en nosotros la espe-ranza que hemos adoptado?

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Daniel,la esperanza vindicada

Hay batallas que se pueden perder, pero la guerra se puede ganar.

BREMPONG OWUSU-ANTWIVicerrector de la Universidad Adventista del África,

con sede en Nairobi (Kenya).

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN MA

RTES

En 2005, el equipo de fútbol de Ghana, los Estrellas Negras, calificópara competir en el campeonato mundial de Alemania. Practicaronmucho, pero fracasaron en su primer partido. No obstante, no per-dieron la esperanza. Creían que, aunque una batalla no había dado

resultado, todavía estaban en condiciones de ganar la guerra.Además de entrenarse con esmero, el equipo introdujo algunos cambios,

tales como nombrar a un nuevo director técnico y cambiar de posición a al-gunos jugadores. Esta combinación funcionó, y cuando terminó el campeo-nato estaban calificados. Los Estrellas Negras perdieron una batalla al prin-cipio pero, motivados por la esperanza, al fin ganaron la guerra.

El relato bíblico acerca del viaje de Daniel también demuestra que es po-sible perder una batalla pero al final ganar la guerra. Vamos a examinar des-de tres perspectivas cómo funcionó la esperanza en la experiencia de Daniel:su vida durante el cautiverio, su vida diaria en Babilonia y Medo-Persia, ycuáles eran sus aspiraciones mientras estaba allí.

Jerusalén: esperanza para las batallas perdidasEn el año 605 a.C. Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sus ejércitos, sitia-

ron y tomaron Jerusalén (Dan. 1: 2). Después de la toma de la ciudad, Nabu-codonosor llevó a Babilonia a muchos cautivos judíos y algunos objetos deltemplo de Dios. Mientras avanzaban custodiados por insensibles lanceros ybajo estricta vigilancia militar, a los cautivos les parecía que todo se habíaperdido: los paganos habían derrotado al pueblo de Dios.

Moisés les había repetido a los israelitas, muchas veces, que si desobedecíanlos mandamientos de Dios serían llevados en cautiverio (Deut. 28: 36, 64; Dan.9: 5, 6); y, cuando llegó el momento, Dios los entregó en manos de los paga-nos. Se sentían derrotados, desesperados y desanimados. Pero Daniel, uno delos cautivos, creía que aunque una batalla se había perdido todavía se podía ga-nar la guerra. Todavía había esperanza de perdón, liberación y restauración.

Como prisionero, Daniel enfrentó la desesperanza, y aun en medio de ellase aferró del Dios de la esperanza. ¿No había dicho el Señor, acaso: «Si pe-cáis, y os envío al exilio y os arrepentís, yo volveré atrás, y os perdonaré, yos traeré de vuelta a Jerusalén» (Lev. 26: 40-45; 2 Crón. 7: 13-15)?

Nuestras circunstancias pueden ser tétricas; nuestras condiciones desas-trosas; nuestra situación nos puede parecer desesperada; pero si el Dios om-nipotente tiene todo bajo control, hay esperanza: y la esperanza inspira cons-tancia (1 Tes. 1: 3).

Una esperanza actual para los desafíos de todos los días

Cuando Daniel llegó a Babilonia, dosincidentes le mostraron cómo funciona-ba la esperanza frente a los desafíos quetenía que enfrentar todos los días comosirviente en tierra extraña. El primero fuela tentación a compartir la mesa del Rey.

Daniel y otros jóvenes cautivos que ha-bían sido seleccionados, debían preparar-se para servir al Rey. Se les asignó «raciónpara cada día, de la provisión de la comidadel rey, y del vino que él bebía» (Dan. 1: 5).Muchos de los jóvenes cautivos se debie-ron haber sentido felices de participar dela comida del Rey, pero en Daniel 1: 8 le-emos: «Daniel propuso en su corazón no con-taminarse con la porción de la comida delrey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tan-to, al jefe de los eunucos que no se le obliga-se a contaminarse». Sabía que Dios habíaprohibido esos alimentos a su pueblo por-que previamente habían sido ofrecidos alos ídolos y porque no eran buenos parasu salud. Él también estaba al tanto de:1. Con una buena base bíblica, podía con-

trarrestar los falsos conceptos que seles querían imponer.

2. Aunque le cambiaran el nombre, nocambiaría de Dios ni dejaría de ser le-al a él.

3. Los efectos de lo que comemos sobrenuestra claridad mental, nuestra capa-cidad de resistir la tentación y de dis-tinguir entre el bien y el mal son direc-tos. Por eso, mientras que la mayoría

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de sus compatriotas, que compartíansu religión, se conformaron con las co-modidades que les ofrecían las condi-ciones de vida impuestas por los babi-lonios, Daniel decidió ser fiel a Dios ya sus leyes. Era perfectamente conscien-te de que esta actitud le podía acarrearla muerte, pero confiaba en que el Se-ñor era capaz de protegerlo de esa po-sibilidad.Ciertamente el Altísimo honró la fe de

Daniel. Al cabo de diez días de abstener-se de ingerir la comida del Rey, Daniel ysus tres amigos tenían mejor aspecto queaquellos que la habían comido. Además,en ocasión del examen final después detres años de estudios, se decidió que Da-niel y sus amigos eran diez veces mejo-res que los que no habían sido fieles aDios.

En una segunda situación, Daniel, unfuncionario de alto rango en ese momen-to, había sido elegido para ocupar el cargode primer ministro. Sus colegas, inducidos

por la envidia y los celos, convencieron alRey para que promulgara «un edicto real ylo confirmes, que cualquiera que en el espaciode treinta días demande petición de cualquierdios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echadoen el foso de los leones» (Dan. 6: 7).

¿Recurriría Daniel a su posición políti-ca y a su diplomacia a fin de salir del pa-so? Siguió manifestando la misma eviden-te esperanza de antes al seguir orando a suDios tres veces al día, como de costumbre.

A instancias de sus colegas y ante la de-sazón del Rey, Daniel fue arrojado al fosode los leones. Una vez más se cumplió suesperanza: el Señor libró a Daniel de losleones.

Dios puede proteger y sostener a losque esperan en él. El profeta Isaías lo ex-presó de este modo: «No se avergonzaránlos que esperan en mí» (Isa. 49: 23).

Daniel prevaleció sobre los desafíos detodos los días, porque confiaba en el Diosal que conocía personalmente gracias asu diaria comunión con él. No dejaría quenada, ni siquiera la muerte en el foso delos leones, lo apartara de esto.

¿Cuánto tiempo dedica usted a la co-munión con Dios y al estudio de su Pala-bra? Algo importante con respecto a la es-peranza es que debe haber una relaciónreal con su Origen y un conocimiento ver-dadero de él. Daniel los tenía, y por esoprevaleció. Nosotros también podemosprevalecer si tenemos una firme relaciónpersonal con el Origen de la esperanza.

La esperanza de un mañana mejor

Daniel se había salvado del foso de losleones. Sus enemigos habían sido destrui-dos. Se lo había ascendido y prosperabaen Medo-Persia. Pero ese Imperio no erasu hogar. El Señor le reveló en visión losplanes que tenía para su pueblo, y con

ello infundió esperanza en el corazón deDaniel y en el de los lectores de su libro.Al profeta se le señaló un glorioso futuro,en el que se consumarán los propósitosdivinos con respecto a la raza humana.Vio la venida del Mesías, Jesucristo, y sumuerte expiatoria en favor de los hom-bres (Dan. 9: 23-27), su obra intercesoraen el Santuario Celestial (8: 9-14), y el mo-mento en que ocurrirá el Juicio y se to-mará la resolución final en cuanto al con-flicto cósmico.

En la visión, se le dice a Daniel que eltiempo del fin todavía no había llegado.Pero se anima al pueblo de Dios a aferrar-se de la esperanza del triunfo final del Se-ñor sobre sus enemigos. Habrá momentosen los que las fuerzas del mal aparente-mente ganan, al oprimir y perseguir a lossantos, pero su liberación es segura.

El libro de Daniel habla de esperanzaen medio del conflicto y la persecución.La historia podría indicar que los aconte-cimientos están fuera de control, y los rei-nos del mundo pueden aparecer comotriunfantes unos sobre los otros, sin tenerun propósito definitivo para el futuro. Pe-ro Daniel nos dice que efectivamente Diosestá a cargo de todo y conduce los acon-tecimientos del mundo hacia su objetivofinal, a saber, el establecimiento del Rei-no de Dios en la tierra.

Esta esperanza tiene como centro la ve-nida del prometido Mesías, a quien Dios leentregará el Reino eterno.

El mundo en que vivimos puede pare-cer fuera de control y en estado de caos,pero nuestra esperanza nos asegura queno es así. Ciertamente Dios está obrandoen medio de este aparente caos para con-cretar nuestra esperanza. Sigamos alen-tándola mediante el estudio de la espe-ranza de Daniel, que es en efecto laesperanza adventista.

Preguntas para compartir

1. ¿Ha habido momentos en los que usted se ha sentido desesperado y sinsalida? ¿Cómo enfrentó esos sentimientos? ¿Manifestó Dios finalmenteque está controlando la situación?

2. Cuando usted pierde una batalla, ¿tiende a renunciar o sigue insistien-do hasta ganar la guerra? ¿Le ha ayudado este devocional a cambiar superspectiva al enfrentar desafíos y aparentes derrotas? Si es así, ¿de quémaneras?

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María,la esperanza desafiada

El honor de ser la madre del Mesías no la preparó para el dolor de perderlo.

TERESA REEVE Profesora de Nuevo Testamento

en el Seminario Teológico Adventistade la Universidad Andrews (EE.UU.).

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN MIER

COLES

Era una jovencita más sin trascendencia, y su lugar de origen tambiéncarecía de importancia. Las Escrituras presentan a María sin ningúnestruendo, y lo único que dicen es que era la novia de José, el car-pintero. Sin duda, ella no tenía razón alguna ni oportunidades de es-

perar algo mejor. La constante lucha por la supervivencia en las rudas coli-nas que rodeaban a Nazaret la mantenía muy ocupada acarreando agua,cuidando de las cosechas, preparando alimentos, trabajando en la rueca y te-jiendo.

Pero, al concurrir a la sinagoga cada sábado, María oía cosas que la acom-pañaban toda la semana. Al leer la Ley podía recordar cómo había redimidoDios a su pueblo en el pasado, y al leer los profetas debió haberse conmovi-do con las profecías respecto de la futura redención y del Juicio. Algunos, in-cluso, insistían en que esa redención se iba a manifestar pronto, con la lle-gada del Mesías, el Ungido, el enviado por Dios. “¿Será posible –debió haberpensado– que yo vea ese día?”

El anuncio y la llegada de la esperanzaNada podría haber preparado a María para la súbita aparición del ángel

portador de un inimaginable mensaje de Dios. Su primera reacción fue detotal confusión, cuando el ángel le aseguró que gozaba del favor de Dios. Loque siguió, carecía totalmente de sentido para esa joven virgen soltera. Leprometió: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo». Y siguió diciendocosas que le convirtieron la mente en un torbellino. «Este será grande, y serállamado hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el reino de David su padre; y rei-nará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Luc. 1: 30-33).

Un torrente de emociones debió haber invadido el alma de María: temor,espanto, alegría... y una corriente de luminosa esperanza para un futuro querepentinamente estaba al alcance de la mano, y en el que no se había atre-vido ni siquiera a soñar antes. «¿Cómo será esto?», preguntó (vers. 34). Peroel ángel le aseguró que así sería.

Los momentos que pasó María con el ángel son únicos y descollantes enla historia humana. Pero la mayor parte de nosotros también, en medio dela rutina de nuestras vidas ordinarias, recordamos los momentos en que losamantes planes de Dios llegaron a ser innegablemente personales. Momen-tos cuando Dios descorrió el velo de neblina de las preocupaciones cotidia-nas, para irrumpir en nuestras vidas con el inconfundible llamamiento que

no nos atrevimos a rechazar; con resplan-decientes promesas de su presencia, quehabríamos sido insensatos si las hubiéra-mos resistido. Y, como María, respondi-mos agradecidos, temerosos, confiados:“Sí”; a menudo sin la más mínima ideade los compromisos que estábamos asu-miendo.

A medida que su cuerpo se engrosa-ba, poco a poco María se conformó conla experiencia por la que estaba pasan-do. En una visita a su también bienaven-turada prima Elisabet, se maravilló porla notable consideración de Dios haciaella y otros humildes miembros de supueblo. Estalló en alabanza hacia aquelque acudía en auxilio de su pueblo, talcomo lo había prometido. A lo largo delos agonizantes días de las dudas de Jo-sé, sobrevivió gracias a esta esperanza,aferrándose tenazmente del vívido re-cuerdo del ángel y de sus conmovedoraspalabras.

El nacimiento del Prometido, su hijoJesús, la llevó en triunfo en medio del do-lor y la vergüenza del establo. La expe-riencia de tener a Jesús en brazos y con-templar su rostro perfecto, redujo a lainsignificancia incluso las maravillosashistorias de los pastores, los magos y losjustos que el Señor eligió para que cele-braran el nacimiento de su Hijo. A menu-do, María debió detenerse y revisar suspensamientos y sus experiencias, para tra-tar de comprender la dulce niñez de suHijo, y la realidad de su papel como Hijode Dios y Rey eterno (Luc. 2: 19).

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Otros incómodos pensamientos de-bieron haber formado parte de sus cavi-laciones. ¿Dónde estaba la bienvenidaque merecía el Rey Salvador? ¿Por quéenvió Dios pastores y gente insignifican-te en lugar de los dirigentes de su pue-blo? Estas preguntas no se disiparoncuando Jesús se desarrolló. Aunque suscrecientes sabiduría e inteligencia le cau-saron alegría, María luchaba con la amar-gura que experimentó al descubrir quesu Hijo se apartaba en cierto modo deella y de José, para unirse a su Padre ce-lestial (Luc. 2: 46-50). Pero se fortaleció

para lo inevitable: para el momento enque él se fuera de casa con el propósitode cumplir la obra que Dios le había en-comendado.

Aunque él se quedó con ella durantetreinta maravillosos años, no fue fácilcuando su amado Hijo le dijo adiós y sa-lió de la aldea. Después lo vio en ocasio-nes, por cierto, porque él estableció su se-de cerca, junto al lago, en Capernaum. Amenudo su corazón se llenaba de satisfac-ción cuando oía a los viajeros hablar acer-ca de sus notables milagros y sus hermo-sas enseñanzas.

María se regocijaba por la obra que él es-taba haciendo. Pero, aunque él siempre eraamable cuando la veía, echaba de menoslos momentos que habían pasado juntos.Con seguridad nunca se imaginó cómo lotendría que dejar ir. El llamado y la prome-sa de Dios, descubrió ella, no siempre songarantía de un sendero libre de sufrimien-tos, construido de acuerdo con los propiosdeseos y experiencias. Aun cuando la espe-ranza de la salvación prometida por Jesúsparecía imposible o distante, María se afe-rraba de la promesa del ángel y de la fide-lidad del Dios que lo había enviado.

rA sep. 2006 [507] · 15

La esperanza crucificadaNoticias acerca de declaraciones de Je-

sús, cada vez más perturbadoras, le llega-ron a María junto con informes de cre-cientes conflictos con los dirigentesreligiosos. La visita de Jesús a Nazaret fuedesastrosa, con la gente –algunos de ellosamigos y parientes de María– dispuesta adespeñarlo. ¿Cómo podría cumplir él sumisión, cuando circulaban rumores acer-ca de que lo estaban buscando para darlemuerte? Luchó para dominar su pánico,cuando se enteró de que estaba viniendohacia Jerusalén.

María se encontraba en aquella ciudadpara la Pascua, cuando le llegaron noti-cias de que Jesús había sido arrestado. Im-potente como era, solo podía orar y co-rrer a su lado. Mientras todavía estabalejos, se dio cuenta de que sus oracionesno surtirían el efecto deseado. Recortán-dose contra el cielo de Jerusalén se erguí-an tres horribles cruces romanas. En elmedio, reconoció la preciosa forma de suAmado, de su Hijo. Torrentes tenebrososse agolparon a su alrededor cuando se acer-có a sus ensangrentados pies. Por un mo-mento el horror se disipó cuando él, diri-giéndole la mirada, le dijo: «Mujer, este estu hijo». Y al amigo que estaba junto a ella,le repitió: «Hijo, esta es tu madre» (Juan19: 26, 27). Esta última muestra de bon-dad la llenó de gratitud; pero el abruma-dor peso del horror cayó de nuevo sobreella cuando él pronunció sus últimas pa-labras y murió.

De alguna manera María logró que al-guien la alejara de la cruz y la llevara através de las calles de Jerusalén a una hu-milde morada, donde gente bondadosahizo todo lo que pudo para que se sintie-ra cómoda. Pero no tenía consuelo; su Hi-jo ya no existía. En esos momentos, cuan-do la realidad forzó su entrada, el dolorde su corazón amenazaba inundarla. Unavida de amor, de sueños y de esperanzasse había destruido en un momento. Y eleterno trono de David, ¿dónde estaba?¿Y la salvación que Dios había prometi-do? ¿Había fallado ella en algo? ¿Habíafallado Dios? Al seguir los caminos delSeñor, aparentemente María había desem-bocado en la pesadilla de la muerte de to-dos sus sueños. En la Cruz, como a tan-tos otros a lo largo de los siglos, se le pidióa María que renunciara a todas sus expec-

Preguntas para compartir

1. La primera venida de Jesús se anunció a muchas generaciones antes deque sucediera. Pero, cuando por fin ocurrió, pasó inadvertida para la ma-yor parte del pueblo de Dios. Haga una lista de cinco razones por las cua-les esto ocurrió. Haga otra con cinco consejos para que esto no ocurracuando venga por segunda vez.

2. ¿En qué sentidos puede María ser un modelo para nosotros? ¿Cómo re-fleja su experiencia la nuestra?

3. Al pueblo de Dios se le pide a veces que soporte varios tipos de quebran-tos. ¿Qué lecciones de la vida de María nos ayudan a hacerlo?

tativas humanas para permitir que Diosobrara en su vida; y ella esperaba desola-da ante él.

La esperanza viviente¿Podemos imaginar, acaso, el gozo ine-

fable, el estremecimiento de alegría quese debió haber apoderado de María antela certidumbre de que Jesús verdadera-mente se había levantado de entre losmuertos? ¡La muerte de sus sueños no ha-bía sido, ciertamente, la muerte de laspromesas de Dios! Con los ojos de la ima-ginación, podemos verla mientras danzade alegría como si aún fuera una joven-cita. Todas las dudas y las recriminacio-nes que abrumaban su corazón se disol-vieron. En lugar de todo ello, experimentóuna profunda paz, más vasta y más sere-na que todo lo que jamás hubiera cono-cido.

Al reunirse regularmente con los após-toles y otros creyentes, María escuchó sushistorias, estudió las Escrituras que Jesúsle había señalado, y oró pidiendo su sabi-duría y su conducción. La alborada delentendimiento invadió su corazón: lamuerte de su Hijo, lejos de ser la eviden-cia del fracaso de las promesas de Dios,en realidad era una completa victoria: lasalvación de la muerte misma. Tampocola desanimó el hecho de que hubiera de-saparecido con las nubes de los cielos. Seregocijó porque él pudo ocupar entoncessu lugar al lado de su verdadero Padre, pa-ra poner a disposición de todos los queacudieran a él con fe una vida verdaderaque no tendrá fin. María no sabía qué ledeparaba el futuro, pero Jesús había pro-

metido que estaría con ellos siempre, y eltriunfo de su muerte prevalecería. Él lohabía prometido.

La lucha por la que tuvo que pasar Ma-ría durante esos oscuros días, en que suesperanza primero fue desafiada y despuésse hizo pedazos, es la lucha por la que to-do creyente debe pasar, en mayor o me-nor escala. Cuando Dios le habló a Maríapor medio del ángel, también le aseguróque nosotros gozamos del favor del Señor.Tal como a María, nos ha llamado a ocu-par un lugar especial en su servicio. Talcomo ocurrió con María, en nuestras vi-das habrá momentos en que aparente-mente no tendrán sentido los lugares pordonde Dios nos conduce.

En esos momentos, no tendremos otrasolución sino someter nuestros vanos in-tentos de manejar nuestras vidas, y aban-donar toda posesión terrenal que creamosque tenemos derecho a poseer. Solo en es-te vacío de la entrega a nuestro Señormuerto y resucitado podremos descubrirla verdadera paz y la auténtica libertad.Únicamente en él podremos encontrar elpleno perdón y el amor insondable queanhelan nuestros corazones.

Aferrémonos de nuestra esperanza enla viviente presencia de Cristo cuandonuestra dedicación a él parezca acarrear-nos solo pobreza y dolor. Aferrémonos aella cuando el servicio que comenzamospara él esté empantanado en el fracaso yla desesperanza. Recordemos que su amornos rodea y que su brazo nos fortalece. Y,cuando amanezca, cuando lo veamos ca-ra a cara, descubriremos que valía la pe-na haberlo hecho.

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Pablo, la esperanza experimentada

La esperanza puede ser a la vez una palabra y una realidad.

GABRIELE STANGLJefa de capellanes del Hospital Adventista Waldfriede en Berlín.Fundó el primer programa de atención a bebés abandonados.

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

JUEV

ES

En el instante justo cuando llegué a casa después de un largo día de tra-bajo, recibí la noticia de que Susana acababa de morir. ¡Era tan joven! Yla noticia había sido tan inesperada. La enfermera de la guardia me in-formó que todo había sucedido antes de que se pudiera poner en con-

tacto conmigo. “¡Debería haber visto qué feliz se sentía! ¡Nunca vimos morir anadie con semejante sonrisa!”

Los recuerdos de las últimas seis semanas pasaron en segundos por mi men-te. Susana era fuerte. A pesar de eso, en poco tiempo el cáncer se había extendi-do por todo su organismo. Como enfermera, sabía que el pronóstico era malo.Pero conscientemente puso su confianza en Dios, dispuesta a aceptar cualquierplan que él tuviera para ella. Un ungimiento, muchas conversaciones pastora-les y telefónicas llenaron esas pocas últimas semanas. Gracias a Dios, era eviden-te que ella no iba a permitir que su enfermedad la deprimiera; todo lo contra-rio. Había crecido con la convicción inquebrantable de la esperanza de laresurrección; nada le daba mayor consuelo. En su condición desesperada, se con-virtió en un fanal de esperanza. Su muerte puso de manifiesto de qué maneranos fortalecen la gracia y el amor de Dios. Tenía una paz con aquel Señor queestá a disposición de todos los que participan de la gracia divina, que nos hacejustos ante Dios por medio de Cristo. Para Susana, las promesas del Altísimo eranplenamente seguras.

La esperanza: un caso de estudioEl apóstol Pablo describió bien lo que los cristianos experimentamos en es-

te mundo de pecado y muerte: «Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos enlas tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prue-ba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios hasido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Rom.5: 3-5).

Cualquiera que haya hecho semejante declaración debió haber tenido algu-na experiencia en estos asuntos. Saulo, lleno de fe, llevaba una vida “justa”, tra-bajaba duramente para conservar su condición ante Dios. «Hebreo de hebreos; encuanto a ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justi-cia de la ley, irreprensible» (Fil. 3: 5, 6).

Pero, en el camino a Damasco ocurrió algo que le dio vuelta la vida y se lapuso cabeza abajo: se encontró con Jesús. La gloria que rodeaba al Hijo de Dioslo encegueció; pero su entendimiento se iluminó con tal resplandor, que pudocomprender cuán necesaria era su entrega a Jesucristo. Comprendió que sola-

mente Cristo lo podría liberar de la cargadel pecado; que solo él podía renovar suvida y proporcionarle nuevos objetivosaquí, en la tierra. Se llenó de desespera-ción al recordar todo lo que les había cau-sado a los seguidores de Cristo; pero la es-peranza renació cuando pensó en elCrucificado que se había levantado de losmuertos y le había otorgado la esperanzade la vida eterna. Desde ese momento, noquiso saber otra cosa «sino a Jesucristo y aéste crucificado» (1 Cor. 2: 2).

En el camino a Damasco, Saulo se con-virtió en Pablo; llegó a ser una nueva cria-tura. Las buenas noticias que descubrióeran que Cristo ya había provisto todo loque necesitaba; que podría enfrentar elfuturo con confianza, como un amado yredimido Hijo de Dios.

Cuando Jesús se encuentra con noso-tros, cuando toca nuestros corazones, todocambia. De repente entendemos, por la fe,que Dios se hizo uno de nosotros en Jesu-cristo. Pagó por nuestros pecados en la Cruz.¡Y resucitó! ¡Y vive! No se le escatimó esteconocimiento a Pablo. Le entregó de todocorazón su vida a su Señor, y se unió a loscreyentes, que lo ayudaron y lo sostuvie-ron en su nueva vida. Los primeros cristia-nos fortalecieron la fe de Pablo, le habla-ron de Cristo y de su amor, y lo ayudaronde muchas maneras a ponerse “de pie”.

La esperanza y la iglesiaLa esperanza necesita un firme funda-

mento para que no se disipe ni falle. En miexperiencia con mujeres que decidieron

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abandonar a sus bebés después de haber da-do a luz, continuamente me he tenido queenfrentar con este importante hecho: nobasta con que hayan encontrado un lugardonde puedan hablar de sus problemas ohallar a alguien en quien puedan confiar.Necesitan un firme fundamento; un cola-borador capaz de apoyarlas con palabras ycon hechos. Alguien que las ayude a en-contrar el auxilio que necesitan, y que lesdé un espacio de seguridad y cuidado enmomentos de inseguridad.

Pudimos ayudar a una mujer que aban-donó a su niño luego del parto, pero quedespués regresó a buscarlo. Un año mástarde, me confió: “Ahora tengo valor yconfianza en mi vida. Tengo esperanza, ysoy fuerte, como nunca lo fui antes”.

La gente que comienza a vivir su nue-va fe necesita de otros cristianos que, pormedio de su propia experiencia en la fe,los puedan animar y fortalecer. La fe con-templa el futuro, pero sus raíces se en-cuentran en el presente y en el pasado. Sedebe vivenciar la experiencia; y todos no-sotros maduramos gracias a ella. Porqueconocemos a Dios por propia experien-cia, podemos reconocer su amor y su cui-dado en nuestras vidas diarias. Siemprepodemos confiar en sus promesas, aunfrente a la incertidumbre del futuro.

Pablo experimentó todo esto. Ananíasacudió, por pedido de Jesús, para auxiliar-lo (Hech. 9: 10-19). Por medio de él, Diosle dio una nueva perspectiva para su vi-da, llena del Espíritu Santo y plenamen-te equipada para su servicio. La meta dePablo: estar con Jesús, era la fuerza queimpulsaba su obra. Este anhelo le otorgóla capacidad de superar sus experienciasmás difíciles. Jesús, y nadie más ni nadamás, era la base de la bien fundada espe-ranza de Pablo. Cuando el Señor le reve-ló cuánto tendría que sufrir por el nom-bre de Cristo (Hech. 9: 16), el apóstol norechazó el llamado. Por el contrario, estolo indujo a sumergirse más profundamen-te en la Palabra de Dios. Por eso escribiólo siguiente: «Pero una cosa hago: olvidadociertamente lo que queda atrás, y extendién-dome a lo que está adelante, prosigo a la me-ta» (Fil. 3: 13).

Este es el Pablo que conocemos: alegre,esperanzado, capaz de soportar el sufri-miento, fuerte, paciente, lleno del poderdel Espíritu Santo. Un hombre que se ha-

bía consagrado a Dios plenamente y de to-do corazón, y que aún hoy nos consuelay nos infunde confianza cuando nos ex-horta diciéndonos: Sed «gozosos en la es-peranza; sufridos en la tribulación; constan-tes en la oración» (Rom. 12: 12). Así noshabla a través de los milenios. El que en-tonó himnos de alabanza mientras se ha-llaba encadenado era consciente, en me-dio de las tribulaciones, de que tenía«esperanza en Dios [...] que ha de haber re-surrección de los muertos, así de justos comode injustos» (Hech. 24: 15). La luz que viocuando se encontró con Jesús se convirtióen la firme convicción de que «las afliccio-nes del tiempo presente no son comparablescon la gloria venidera que en nosotros ha demanifestarse» (Rom. 8: 18).

Esperanza para hoyUna querida anciana dijo, antes de so-

meterse a una operación: “No le tengo

miedo a esta cirugía. Me he puesto en lasmanos de Dios, en las que he estado to-da mi vida. Cuando me anestesien, mequedaré dormida. Al despertar veré a laenfermera, o el amado rostro de Jesús. ¿Porqué tendría que temer?”

Pablo también poseía esta misma se-guridad en Cristo. Su viaje de esperanzallegó a su apogeo cuando declaró, al fi-nal de su vida: «Porque yo ya estoy paraser sacrificado, y el tiempo de mi partida es-tá cercano. He peleado la buena batalla, heacabado la carrera, he guardado la fe. Porlo demás, me está guardada la corona dejusticia, la cual me dará el Señor, juez jus-to, en aquel día; y no sólo a mí, sino tam-bién a todos los que aman su venida» (2Tim. 4: 6-8).

Sin duda, Pablo aprobaría las palabrasde ese gran himno adventista, que debe-ría ser el lema de todo miembro de igle-sia: “¡Tenemos esta esperanza!”

Preguntas para compartir

1. ¿Quién, en su vida, ha sido un modelo de esperanza en Cristo? ¿Cómose manifestó la esperanza de esa persona?

2. Responda brevemente: ¿Cómo llegó usted a entender que su rela-ción con Dios dependía de su fe en la justicia de Cristo y no en la su-ya propia?

3. ¿Cómo pueden demostrar los cristianos, aquí y ahora, su esperanzaen la vida eterna? ¿Qué formas debería tomar esa esperanza? Mencionepor lo menos cinco.

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Juan,la esperanza revelada

En medio del exilio y la soledad, el epóstol encontró esperanza para todos.

JAMES CRESS Secretario de la Asociación Ministerialde la Asociación General.

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

VIE

RN

ES

Este anciano era el último que quedaba, y estaba completamente solo.Tenía casi 100 años, y todos sus compañeros se habían esfumado. Su herma-

no Santiago sufrió el martirio; fue el primero de los doce que murió por su fe.Pablo había sido decapitado. Pedro fue crucificado cabeza abajo, y Tomás desa-pareció, posiblemente allá lejos, en el oriente de la India. ¿Quién podría saberadónde habían ido a parar todos los demás?

En ese momento, cerca de setenta años después de la resurrección, Juan, elúnico apóstol que quedaba vivo, estaba exiliado en una isla, que a la vez era unpenal, que se llamaba Patmos: una horrenda protuberancia de roca volcánicaubicada en el mar Egeo, a pocos kilómetros de la costa del Asia Menor.

Demasiado mayor para las labores de un campo de prisioneros, simplementeahí estaba, ya que hasta los rudos romanos no esperaban que ese anciano produ-jera mucho. Lo dejaron ahí, abandonado, junto a sus recuerdos y sus anhelos.

Gracias a su aguda memoria, Juan podía recordar muy bien cómo Andrés yél habían oído primero a Juan el Bautista, que predicaba acerca del Redentor queestaba por venir; cómo se había unido primero al ministerio de Jesús y, a conti-nuación, junto con su hermano Santiago, Pedro y Andrés, había aceptado su in-vitación para ser discípulos de tiempo completo del Salvador, quien los habíallamado a dejar sus redes para convertirse en pescadores de hombres.

Se acordó con remordimiento de su antigua impaciencia provocada por el he-cho de que el Reino, que él estaba seguro Jesús iba a establecer pronto, en reali-dad avanzaba a paso de tortuga. Estaba listo, y hasta ansioso, de derribar todoobstáculo o derrotar a cualquier enemigo que se interpusiera en el camino de larápida ascensión del Señor y su conquista del poder. Juan había manifestado másde una vez su impetuosa disposición, como por ejemplo cuando reprendió a unindividuo que trabajaba en el nombre de Jesús sin haber abrazado formalmen-te el discipulado (Luc. 9: 49). O cuando sugirió que cayera fuego del cielo paradestruir la aldea que había rechazado el pedido de Jesús de permanecer en ella(vers. 52-56). Y él, junto con su hermano, no vaciló en promoverse, cuando lesolicitaron a su madre que pidiera a Jesús que reservara para ellos los puestosmás importantes en el Reino que creían que muy pronto se iba a establecer.

Pero el Reino no había llegado; incluso la misma oración del Señor: «Vengatu reino» no se había cumplido. Y solo bastaba que alguien contemplara el deso-lado océano para reconocer que la voluntad de Dios en la tierra era violada per-

manentemente. Si así no hubiera sido,Juan no habría estado aislado consumien-do su existencia en el exilio cuando ha-bía podido estar predicando y enseñandoen las iglesias del continente, donde ha-bía servido con tanta fidelidad.

El carácter de Juan se había suavizado,subyugado y transformado con el tiem-po. El guerrero preparado para el comba-te se había convertido en un pastor biendispuesto que amaba a Jesús por encimade todo, y a sus seguidores con toda el al-ma. En efecto, eso era lo que hacía del exi-lio en Patmos algo tan amargo para él: suseparación del pueblo de Dios. Cuántoanhelaba predicar, enseñar, animar, visi-tar, bautizar, fundar y fortalecer iglesias.Pero nada de eso ocurría. Ellos estabanallá, y él estaba aquí. Completamente so-lo... y se sentía solo.

Pero su fe nunca vaciló. Era fácil paraJuan cavilar acerca de si Jesús había olvi-dado su promesa de volver. Recordaba esasdeclaraciones tan reconfortantes y quebrindaban tanta seguridad, como porejemplo: «Vendré otra vez, y os tomaré a mímismo; para que donde yo estoy, vosotrostambién estéis» (Juan 14: 3). Y esta otra:«Ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver»(16: 22).

Pero la realidad era evidente: Jesús nohabía regresado. Día tras día solitarios,Juan permanecía solo. Nadie venía a ver-lo; nadie le escribía; nadie lo visitaba.

Pero, un día, algo ocurrió: ¡Jesús vi-no! Era sábado, y Juan estaba en profun-da comunión con el Espíritu Santo, re-

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flexionando acerca del prometido Díadel Señor y de la bendita esperanza delmomento en que todas las cosas buenasserían restauradas. «Yo estaba en el Espí-ritu en el día del Señor, y oí detrás de míuna gran voz como de trompeta, que decía:Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y elúltimo. Escribe en un libro lo que ves, y en-víalo a las siete iglesias que están en Asia»(Apoc. 1: 10, 11).

¡Jesús había cumplido su promesa! ¡Ha-bía vuelto! El clamor del solitario corazónde Juan había sido oído y contestado: Je-sús estaba allí. Esa desolada isla-cárcel setransformó, en un instante, en una cate-dral paradisíaca de alabanza, gracias a lapresencia de Jesús. Las pruebas y las tri-bulaciones que habían encorvado el cuer-po de Juan y habían subyugado su espíri-tu, quedaron relegadas en el olvido antela presencia del Señor. Los largos y difíci-les años de lucha quedaron olvidados fren-te a la suprema alegría de ver a Jesús denuevo. Y el Señor trajo buenas noticias,no solo para Juan, sino también para to-do el pueblo de Dios de todas partes. Je-sús le mostró a Juan maravillosas verda-des, le encargó que las escribiera y lasenviara a las iglesias. Buenas nuevas. ¡Lasbuenas nuevas del evangelio! Las nuevasde su regreso.

No sabemos por cuánto tiempo perma-neció Jesús con Juan ese sábado, allí enPatmos. No sabemos si recibió el mensa-je en una sola visión o en una sucesiónde visiones. Lo que sí sabemos es que Juantomó de nuevo su pluma y comenzó a es-cribir las palabras de Dios para su pueblo.

Al escribir desde la ventajosa posiciónde alguien que había pasado por algunosde los más dramáticos momentos de lahistoria del Gran Conflicto, Juan podíacontar cómo el poder de Jesús había de-rrotado a Satanás y a sus demonios. Pero,al escribir acerca de la futura edad oscuray de sus hechos aún más tenebrosos, bienpodría haberse sentido abrumado al veri-

ficar que el mal casi vencía al bien, y queel odio casi derrotaba al amor. Las bestiasy los demonios conspirarían junto con lospoderes y los principados terrenales conel propósito de entronizar el mal y elimi-nar la justicia del corazón de los hombres.Pero, finalmente, el pueblo de Dios, fun-dado en su Palabra y fortalecido por suEspíritu, estaría preparado para el regresodel Hijo de Dios. Jesús volvería. ¡Rey dereyes y Señor de señores! ¡Creador, Reden-tor, Restaurador y Amigo!

Pero un día la visión terminó. No ha-bía ya nada más que escribir. Promesas,predicciones, profecías, preparativos, to-do lo que se le había encomendado a Juanque comunicara estaba listo, para adver-tir a las iglesias y amonestar al mundo.

La visión culminaría con el gloriosotriunfo del amor eterno de Dios. Los ata-ques del mal serían derrotados con la vic-toria definitiva de Cristo. Una vez más, laarmonía reinaría en el universo. Dios ylos hombres se volverían a unir en una re-lación inquebrantable y eterna. La espe-ranza resplandecería por medio de la fe-licidad plenamente realizada.

«Y no habrá más maldición; y el tronode Dios y del Cordero estará en ella, y sussiervos le servirán, y verán su rostro, y sunombre estará en sus frentes. No habrá allímás noche; y no tienen necesidad de luz delámpara, ni de luz del sol, porque el Señor

Dios los iluminará; y reinarán por los siglosde los siglos» (Apoc. 22: 33-35). Piense enesto: no habrá más pecado, ni pesar, nimuerte, ni dolor, ni lágrimas ni separa-ciones. ¡No habrá más noche!

«He aquí yo vengo pronto, y mi galardónconmigo, para recompensar a cada uno se-gún sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega,el principio y el fin, el primero y el último [...].Yo Jesús he enviado mi ángel para daros tes-timonio de estas cosas en las iglesias. Yo soyla raíz y el linaje de David, la estrella res-plandeciente de la mañana» (vers. 12-16).

Y entonces termina el mensaje: «El que da testimonio de estas cosas, di-

ce: “Ciertamente vengo en breve”. Amén; sí,ven, Señor Jesús» (vers. 20).

Pero observen con cuidado, por fa-vor: hay un versículo más. El libro notermina con el clamor de ese corazón so-litario:

«¡Sí, ven, Señor Jesús!» Termina con lavisión referente a que otros, más allá de esemomento, gente de otras edades y otros si-tios, también oirían y aceptarían el llama-miento. Y a esos individuos que surgirían entodos los años subsiguientes y en todos loslugares, el solitario apóstol Juan, renovadoy reanimado por la visita personal de Jesúsen su exilio solitario, ofrece esperanza paratodos los viajeros: «La gracia de nuestro Se-ñor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén»(vers. 21).

Preguntas para compartir

1. ¿Quién, en su vida, ha sido un modelo de esperanza en Cristo? ¿Cómo semanifestó la esperanza de esa persona?

2. Responda brevemente: ¿Cómo llegó usted a entender que su relacióncon Dios dependía de su fe en la justicia de Cristo y no en la suya pro-pia?

3. ¿Cómo pueden demostrar los cristianos, aquí y ahora, su esperanza enla vida eterna? ¿Qué formas debería tomar esa esperanza? Mencione porlo menos cinco.

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ELENA WHITEUna de las pioneras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.Su obra sigue siendo una voz profética entre los adventistas.

LECTURAS PARA LA SEMANA DE ORACIÓN

SEG

UN

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DO

Jesús,nuestra esperanza viviente

No importa cuáles sean las dificultades, podemos fijar la vista en algo más allá.

«Ycomo Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario

que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que enél cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal maneraamó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que to-

do aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3: 14-16).Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto rumbo a Canaán, acarrea-

ron sobre sí los juicios de Dios al murmurar y al quejarse. Los mordieron las ve-nenosas serpientes del desierto y, como consecuencia, murieron. Un mensajerorecorrió el campamento con la noticia de que se había provisto un remedio. Cris-to ordenó que se levantara una serpiente de bronce, y los que quisieran, con so-lo mirarla, conseguirían sanidad.

Cuando se anunció este [mensaje], algunos de los enfermos y de los que es-taban muriendo no lo aceptaron. Por todas partes se oían estas palabras en elcampamento: “Es imposible que yo me sane, porque estoy muy mal. Es posibleque los que no están tan mal como yo miren y se sanen”. Otros creían disponerde remedios propios capaces de curar las ponzoñosas mordeduras de las serpien-tes; pero solo se sanaron los que aceptaron el mensaje y miraron a la serpiente.Esa serpiente representa a Cristo.

El pecado ha envenenado al hombre; pero se ha provisto un remedio para laraza caída en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Toda esperan-za de salvación que tengamos fuera de Cristo es vana.

No podemos deshonrar más a nuestro Salvador que cuando dudamos de quenos pueda salvar. No importa cómo haya sido nuestra vida de transgresión, noimporta cuán profundas sean las manchas de nuestro pecado, hay Alguien quees capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que acuden a Dios por medio de él.

Jesús es el remedio del pecado. Podemos ser inteligentes, pero la inteligen-cia humana es incapaz de idear un camino de salvación; podemos disponer deposesiones terrenales, pero no servirán para rescatarnos de los pecados de nues-tras almas.

La salvación es un don Dios por medio de Cristo, y la promesa es: «Todo aquelque en él cree, no se perderá, sino tendrá vida eterna».

Una fe nominal no basta No basta que tengamos una fe nominal. Debemos tener una fe capaz de apro-

piarse del poder que da vida a nuestras almas. Sufrimos una gran pérdida cuan-do no ejercemos una fe sencilla y viviente en Cristo. Deberíamos poder decir:“Él es mi Salvador; murió por mí; considero que es mi Salvador en todo, y vi-

vo”. Debemos mirar a Cristo cada día. De-bemos considerarlo nuestro ejemplo entodas las cosas. Esto es fe [...].

Honramos a nuestro Señor y Maestrocuando depositamos plena fe en él. Si notenemos confianza en el mensaje que nosenvió, estaremos en una situación simi-lar a la de los israelitas que recibieron lasmordeduras de las serpientes venenosaspero que no quisieron mirar para vivir. Siaceptamos el mensaje de amor que nosllega por medio de invitaciones, exhorta-ciones y reprensiones, eso será vida y sa-nidad para nuestras almas.

No nos deberíamos satisfacer con na-da menos que una íntima relación conCristo. Se nos ofrece libertad y salvación,y deberíamos aferranos de las preciosaspromesas de Dios por medio de una fe vi-viente. Pero si solamente creemos en par-te, si no manifestamos en nuestra expe-riencia el poder de una fe viviente queobra por medio del amor y purifica el al-ma, no alcanzaremos a satisfacer las ex-pectativas de nuestro Señor y Maestro. Je-sús dijo: «Sin mí, nada podéis hacer»; perosi él mora en nosotros y nosotros en él,podemos hacerlo todo con el poder de sufuerza. Deberíamos confiar en él así co-mo los niños confían en sus padres terre-nales. Deberíamos sentir tal amor por él,que no podamos traicionar su confianzaen nosotros o desconfiar de él en ningu-na circunstancia. Deberíamos tener un co-nocimiento de la verdad que es en Jesús.

Deberíamos ser como la afligida mujerque se abrió camino entre la multitud,

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ansiosa por tocar el borde del manto deCristo. Su toque no fue casual: era el toquede la fe; porque de Cristo salió virtud y lasanó. Aunque la multitud se agolpaba yoprimía al Salvador, él reconoció el toquede la fe. Se dio vuelta y preguntó: «¿Quiénes el que me ha tocado? [...] Entonces, cuan-do la mujer vio que no había quedado oculta,vino temblando, y postrándose a sus pies, ledeclaró delante de todo el pueblo por qué cau-sa le había tocado y cómo al instante habíasido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sal-vado; ve en paz» (Luc. 8: 45-48).1

Jesús les dio esperanza a los desesperados

Hay momentos en que Cristo les dirá alos que están a su servicio y cuyas energíasse han desgastado: «Venid vosotros aparte aun lugar desierto, y descansad un poco» (Mar.6: 31). Tenemos el registro de que en unaocasión, después de una incesante labor,nuestro Redentor se recostó, con un atadode sogas por almohada, y se quedó profun-damente dormido en el bote de los pesca-dores. Su naturaleza humana, exhausta, cla-maba por descanso y sueño [...]

¡Contemplad al Salvador! ¡Cuán apre-miantes eran las necesidades que clama-ban por satisfacción! Al sanar y enseñaren el Templo, al explicar las Escrituras enlas calles, en los atajos, en sus caminatas,esos asuntos tan urgentes no le dejabantiempo para el reposo. Los oprimidos atra-ían su simpatía, consolaba a los dolien-tes, les daba esperanza a los desesperados,y sanaba las heridas y las magulladuras

que el pecado había producido. Anduvohaciendo bienes.2

El cristiano no debe vivir para esta vi-da presente. Debemos buscar a Jesús, quepor medio de una muerte ignominiosaabrió una vía de escape para nosotros. Ca-da cual debe aferrarse de la esperanza quese nos ofrece por medio del evangelio, siqueremos tener vida eterna. Usted debe-ría preguntarse: “¿Cuánto estoy dispues-to a sacrificar por la verdad?” Antes deque conteste esta pregunta, quisiera lle-varlo a la vida que Jesús vivió por usted,y al sacrificio que hizo en su favor. Cuan-do usted contempla a aquel a quien suspecados clavaron en la cruz que se levan-tó en el Calvario, contrito de corazón de-positará todo a sus pies. Cuando recorda-mos cuánto ha costado nuestra salvación,podemos estar seguros de que la vida eter-na vale todo lo que podamos dar.

Satanás vendrá de muchas maneras pa-ra tentar al alma y apartarla de Cristo. Pri-mero le dirá que usted es bastante buenoy que no necesita una obra de reforma ensu vida. Le sugerirá que solo ha cometidounos pocos errores que están contrarresta-dos por todas las buenas cosas que ha he-cho. Si le puede hacer creer que usted havivido la clase de vida que él sugiere, serácomo una cadena con eslabones débilesque no sirve para nada. Un pecado del queno se haya arrepentido basta para cerrarlelas puertas del cielo. Jesús tuvo que moriren la cruz del Calvario porque el hombreno se podía salvar mientras tuviera una so-la mancha de pecado. Su única esperanza

reside en que mire a Cristo y viva. Vino asalvar hasta lo sumo a todos los que acu-den e él; y es plenamente capaz de hacertodo lo que se dispuso a hacer en su favor.Nos levantará de la degradación en que he-mos caído a causa del pecado.3

Jesús, nuestro MediadorCuando usted se acerca a la Cruz de

Cristo, descubre un amor sin paralelo.Cuando por la fe capta el significado deese sacrificio, se ve como pecador, conde-nado por la Ley quebrantada. Esto es arre-pentimiento. Cuando usted acude con co-razón humilde, encuentra perdón, porqueCristo aparece siempre de pie junto al al-tar, mientras ofrece el sacrificio por los pe-cados del mundo. Es ministro en el ver-dadero Tabernáculo que el Señor levantó,y no el hombre.

Las simbólicas sombras del Tabernácu-lo de los judíos ya no tienen virtud alguna.Ya no se necesita hacer una expiación dia-ria ni anual, pero el sacrificio expiatorio deun mediador es esencial porque siempre seestán cometiendo pecados. Jesús está ofi-ciando en la presencia de Dios, ofreciendosu sangre derramada como la de un corde-ro inmolado. Jesús presenta su ofrenda porcada ofensa y cada error del pecador.

Cristo, nuestro Mediador, y el EspírituSanto, están constantemente intercedien-do en favor del hombre, pero el Espírituno aboga por nosotros como lo hace Cris-to, que presenta su sangre derramada des-de la fundación del mundo. El Espíritu obraen nuestros corazones al presentar nues-

usted debe estar a menudo en comunióncon Dios por medio de la oración. El ene-migo le puede decir que Dios no lo escu-cha; pero debe descansar en su promesade que escucha la oración del alma con-trita. Que sus peticiones asciendan conti-nuamente a Jesús, y crea que él lo oye, yél lo oirá y lo liberará de toda prueba ytentación. El apóstol dijo: «Para que some-tida a prueba vuestra fe, mucho más precio-sa que el oro, el cual aunque perecedero seprueba con fuego, sea hallada en alabanza,gloria y honra cuando sea manifestado Jesu-cristo» (1 Ped. 1: 7).5

La venida del Señor ha sido en todotiempo la esperanza de sus verdaderosdiscípulos. La promesa que hizo el Salva-dor al despedirse en el Monte de los Oli-vos, de que volvería, iluminó el porvenirpara sus discípulos al llenar sus corazo-nes de una alegría y una esperanza quelas penas no podían apagar ni las prue-bas disminuir. Entre los sufrimientos ylas persecuciones, «el aparecimiento en glo-ria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucris-to» era la «esperanza bienaventurada»[...].En la isla peñascosa de Patmos, el discí-pulo amado oyó la promesa: «Ciertamen-te vengo en breve». Y su anhelante respues-ta expresa la oración que la iglesia exhalódurante toda su peregrinación: «¡Ven, SeñorJesús!» (Apoc. 22: 20).6

Referencias

1 The Signs of the Times [Las Señales de los Tiempos]

(10 de marzo de 1890).

2 Manuscript Releases, t. 10, págs. 349, 350.

3 The Signs of the Times (17 de marzo de 1890).

4 Mensajes selectos, t. 1, págs. 343, 344.

5 The Signs of the Times (17 de marzo de 1890).

6 El conflicto de los siglos, pág. 347.

Cuando ustedacude con corazón

humilde, encuentra perdón,

porque Cristoaparece siempre

de pie junto al altar,mientras ofrece

el sacrificio por los pecados

del mundo. Es ministro

en el verdaderoTabernáculo que el Señor levantó, y no el hombre.

22 · [514] rA sep. 2006

tras oraciones y nuestra penitencia, nues-tra alabanza y nuestras acciones de gracias.La gratitud que fluye de nuestros labios esel resultado del hecho de que el Espíritupulsa las cuerdas del alma en santos recuer-dos, y despierta la música del corazón.

Los servicios religiosos, las oraciones, laalabanza, la penitente confesión del peca-do ascienden del verdadero creyente co-mo incienso hasta el Santuario celestial;pero, al pasar por los canales corruptos dela humanidad quedan tan contaminados,que a menos que se los purifique con san-gre jamás serán de valor ante Dios. No as-cienden con pureza inmaculada, y a me-nos que el Intercesor, que está a la diestrade Dios, los presente purificados por su jus-ticia, no serán aceptables al Señor. Todo elincienso de los tabernáculos terrenales de-be ser humedecido con las purificadorasgotas de la sangre de Cristo. Él sostiene an-te el Padre el incensario de sus propios mé-ritos, en los cuales no hay mancha de co-rrupción terrenal. Él junta en ese incensariolas oraciones, las alabanzas y las confesio-nes de su pueblo, y les añade su propia jus-ticia inmaculada. Entonces, con el perfu-me de los méritos de la propiciación deCristo, el incienso asciende hasta Dios enforma total y plenamente aceptable.4

Satanás trata de interponerse entre no-sotros y Cristo, pero lo debemos alejar alhablar con fe y al exaltar el poder de Je-sús para salvarnos. ¿No deberíamos darlos pasos necesarios sin demora en estesentido? ¿No deberíamos demostrar queno tememos confiar en nuestro Salvadortanto en las tinieblas como en la luz? [...]

Esperanza en la prontavenida de Cristo

Jesús lo ama, y cuando las pruebas abru-men su alma como seguramente lo harán,

Preguntas para compartir

1. La autora dice: «Toda esperanza de salvación que tengamos fuera de Cristo esvana». ¿Qué significado le da usted a esta declaración, tanto para la iglesiaen general como para usted mismo?

2. ¿Qué mensaje tiene esta lectura para (a) los que se sienten justos y autosu-ficientes, y (b) para los que padecen un crónico sentimiento de indignidad?¿Cuál es la actitud correcta que se debe tener?

3. ¿De qué manera afectó su vida cristiana el mensaje de la segunda venida deCristo? ¿Cuán personal es este acontecimiento para usted?

24 · [518] rA sep. 2006

MotivaciónMuestre un cartel bien grande con la

palabra ESPERANZA escrita en él. Luego,pregunte: “¿Qué significa para ustedes es-ta palabra?” Explique lo que significa es-peranza: desear con gran expectativa ob-tener algo; esperar algo; anticipar.

HistoriaSantiago salió rápidamente de la escue-

la. El aire frío del invierno se sentía muyagradable en la cara. El invierno era su épo-ca favorita del año. ¡Había tantas cosas di-vertidas para hacer! El suelo estaba cubier-to de nieve fresca. Su mamá llegaría a lacasa dos horas después, y Santiago estabaplanificando caminar hasta su casa con Jo-sué y Roberto, sus dos amigos. Vivía en unpueblo pequeño y había muchas cosas in-teresantes para ver y hacer en el camino.

–¡Eh, Santi! –gritaron sus amigos.Josué y Roberto ya estaban preparan-

do bolas de nieve. Santiago corrió a pro-tegerse detrás del árbol y comenzó a ar-mar su propio montón de bolas de nieve.Entonces, comenzó la diversión.

–Pasemos por el parque hoy. –Sí, la laguna está congelada, y puedo

ganarles a los dos a cruzarla hasta el otrolado –dijo Roberto mientras recogía suslibros y comenzaba a caminar en direc-ción de su casa.

–Bueno, chicos –respondió Santiago–,mi mamá dijo que la laguna parecía segu-ra, pero que a veces puede ser engañosa.Me dijo que no me acercara a la laguna.

–Yo vi la laguna esta mañana, y a míme pareció que estaba bien congelada –res-pondió Roberto.

–Vamos, Santi –dijo Josué–. Podemospasar por al lado. No vamos a jugar unacarrera para cruzarla.

Santiago vacilaba. Él sabía lo que ha-bía indicado su mamá, y quería obedecer-

le. Pero darle una mirada no haría nin-gún daño.

–¡Bueno, vamos! –respondió Santiagomientras comenzaba a correr–. ¡El últimoes huevo podrido!

Cuando los chicos llegaron a la laguna,el panorama era digno de verse. El hielo dela superficie brillaba con el sol del atarde-cer. Era realmente tentadora la idea de pa-tinar sobre su superficie lisa; de hecho, va-rios niños se habían puesto los patines parahielo y estaban comenzando a deslizarsesobre la laguna.

Santiago, Josué y Roberto miraban. Te-nían muchas ganas de unirse a los demássobre la laguna, pero todos sabían que de-bían obedecer la advertencia de la mamáde Santi.

Santiago, Josué y Roberto debían ele-gir: podían obedecer a la Sra. Martín o acep-tar el desafío y cruzar corriendo la laguna.De pronto, alguien gritó:

–¡El hielo se está quebrando! ¡Salgandel hielo!

En ese mismo momento, un niño ca-yó en las frías aguas de la laguna.

–¡Socorro!Todos querían salvar al niño que esta-

ba en el lago, pero el hielo era demasiadopeligroso como para acercarse. Pronto pu-dieron escuchar la sirena de los bomberosa la distancia, y en solo unos minutos losbomberos estaban allí con su larga escale-ra, para rescatar al niño que se estaba con-gelando. El niño estaba a salvo. Santiago,Josué y Roberto inclinaron sus cabezas yelevaron una oración de gratitud a Jesús.

Santiago le agradeció a Dios por unamadre sabia y amante, y por los bombe-ros que salvaron al niño que se estaba aho-gando. Pensó también en Jesús, y agrade-ció al Padre por enviar a su único Hijo amorir para que él pudiera ser salvo, auncuando a veces hacía malas elecciones.

Versículo para memorizar «Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único,

para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tengavida eterna» (Juan 3: 16, DHH).

¡¡SSóólloo uunnaammiirraaddaa !!

PRIMER SÁBADO

¿Recuerdan a Eva, la primera mujer ymadre del mundo? Eva hizo una mala elec-ción. Decidió darle “solo una mirada” alárbol prohibido. Pronto, Eva fue engaña-da por Satanás, que estaba disfrazado co-mo una hermosa serpiente que hablaba.Comió el fruto prohibido, desobedecien-do a Dios. Sí, Eva pecó; y por causa de sudesobediencia todos tenemos que morir.Poco después, ella y su esposo, Adán, tu-vieron que abandonar el Jardín del Edén.Pero Dios la perdonó; Dios le dio esperan-za a Eva. Dios le hizo una promesa. Le di-jo a Eva que él enviaría a Jesús, su amadoHijo, a morir a la tierra para salvarla a ellay a todos nosotros, que hacemos malaselecciones. Por la promesa hecha a Eva, no-sotros también tenemos la esperanza dever a Jesús y de estar en el cielo con él al-gún día.

AplicaciónDa una mirada a tu vida, y haz una lis-

ta de las malas elecciones que has hecho.¿No has dicho la verdad? ¿Te has copia-do en algún examen? Haz luego una lis-ta de las victorias que hayas obtenido es-ta semana y cuenta una de ellas a uncompañero del grupo.

Para conversar1. ¿Por qué es difícil hacer buenas elec-

ciones?2. ¿Cuáles son los beneficios de poner

nuestra esperanza en Jesús al hacer elec-ciones?

ActividadHagamos un “copo de nieve” que pue-

das colgar en tu dormitorio, con la pala-bra “ESPERANZA” de un lado y el versí-culo para memorizar (Juan 3: 16) del otro.Puedes decorar tu copo de nieve con bri-llantina, si lo deseas.

quiso ayudarlo. Dios lo llamó para quefuera el conductor de los israelitas parasacarlos de Egipto. Él debía guiarlos a laTierra Prometida; una tierra que podríanllamar suya.

¿Llegó Moisés a la Tierra Prometida?No, porque se enojó y no siguió las ins-trucciones de Dios. Pero, aunque Moisésno llegó a ver la Tierra Prometida de Ca-naán, no perdió su esperanza en Dios. Lue-go de su muerte, Dios lo levantó de la tum-ba y lo llevó a vivir con él al cielo. ¡Suesperanza solo se demoró un poco más!

Jesús nos aseguró que ha preparado unlugar para nosotros y que vendrá otra vezpara llevarnos a vivir con él. No dejen queesta esperanza se debilite.

AplicaciónHaz una lista de cosas que puedes ha-

cer para ser un mensajero de esperanza.Compártelas con un amigo. Luego, hazotra lista de cosas que debes evitar, si quie-res llevar buenas noticias a otras perso-nas.

Para conversar1. Si Dios te ha llamado para ser un men-

sajero de esperanza, ¿qué preparaciónnecesitas?

2. ¿Qué cualidades puedes aprender deMoisés que pueden ayudarte a ser unbuen mensajero?

3. ¿De qué manera puedes compartir es-ta esperanza con tus amigos y vecinos,como lo hizo Franco?

ActividadPrepara un “diario” solamente de bue-

nas noticias. Puedes titularlo ESPERAN-ZA. Escribe breves notas, y haz dibujos pa-ra ilustrar esas noticias.

Versículo para memorizar «No se angustien ustedes. Confíen en Dios y confíen también

en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; sino fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lu-

gar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevar-los conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a es-

tar» (Juan 14: 1-3, DHH).

EE llMMeennssaa jjeerroo

DOMINGO

MotivaciónDivida a los niños en grupos de tres o

de cuatro. Entrégueles papeles grandes ymarcadores. Pida a cada grupo que escri-ba diferentes nombres de mensajeros. Po-drían buscar en la historia y mencionarmensajeros de la antigüedad, como elmensajero griego que llevaba las noticiasacerca de los ataques militares, etc. Peguelos carteles alrededor de la sala. Luego pre-gunte a los niños: “¿En qué se diferenciallevar mensajes hoy que en la antigüedad?¿Qué preferirías ser, un mensajero actualo uno de los tiempos antiguos? ¿Por qué?”

HistoriaFranco tenía solo 12 años de edad, pe-

ro quería un trabajo. Había tantas cosasque necesitaba, y no tenía dinero paraellas. Sus padres le habían aclarado quetendría que ganarse el dinero para podercomprarlas. Así que, solicitó un trabajocomo repartidor de diarios. Tendría queentregar los diarios todas las tardes y eldomingo de mañana, y así se ganaría eldinero que quería.

–¡Franco, levántate! –llamó la mamá–.Debes entregar todos los diarios antes delas seis de la mañana. Es domingo.

Franco abrió un ojo y miró el reloj. ¡Lascuatro de la mañana! ¡Qué hora horriblepara levantarse! Luego pensó en la bici-cleta nueva que quería, y rápidamente selevantó y se dirigió al garaje, donde teníaque enrollar los diarios, asegurarlos conuna bandita elástica y cargarlos en su vie-ja bicicleta para hacer el reparto.

Cada tarde, Franco volvía rápido de laescuela para entregar los diarios antes dehacer sus tareas. No hace falta decir queno tenía tiempo para ningún deporte. Pe-ro valía la pena. Ahora tenía una billete-

ra nueva y su propio dinero para poneren ella.

Un día, mientras Franco preparaba losdiarios, se puso a leer algunas de las no-ticias. Para su sorpresa, la mayoría de lashistorias eran de MALAS NOTICIAS. Fran-co comenzó a pensar: “Soy un mensaje-ro de MALAS NOTICIAS”.

Esa idea lo molestó durante varios dí-as. No le gustaba ser un mensajero de ma-las noticias. “Yo quiero ser un mensajerode BUENAS NOTICIAS”, razonaba. “¿Có-mo puedo hacer eso?”

Franco recordó haber visto a su mamápreparando un diario llamado “Las bue-nas noticias”, para su clase de Primariosde la Escuela Sabática. También recordóhaber escuchado a su mamá cantando:“La buena noticia es que Dios proveyó uncamino”.

–¡Eso es! Voy a poner algo de buenasnoticias en cada diario que reparta.

¡Y eso es exactamente lo que hizo! Fran-co fue a la librería cristiana con su mamáy buscó algo que contara las buenas no-ticias de Jesús. Quería que la gente supie-ra que Jesús era su Salvador. Finalmente,Franco encontró un pequeño folleto quepodía insertar en cada uno de los diarios,al poner la banda elástica alrededor deellos. Franco creía en Jesús y esperaba eldía en que pudiera verlo; también queríacompartir esta maravillosa esperanza conla gente de su vecindario.

Un personaje de la Biblia también fuellamado “mensajero de esperanza” paramucha gente. Su nombre era Moisés. ¿Pue-den decirme algo acerca de Moisés?

¡Sí! Estuvo escondido en un canastocuando era bebé. Fue criado por la hija deFaraón y llegó a ser un príncipe adopta-do. Vio que su pueblo era maltratado, y

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26 · [520] rA sep. 2006

Versículo para memorizar «Por su amor nos había destinado a ser adoptados

como hijos suyos por medio de Jesucristo» (Efe. 1: 5, DHH).

AAddooppttaaddaa

LUNES

MotivaciónTrate de conseguir una foto de una fa-

milia con hijos adoptados (o mejor trai-ga a la clase una familia real que usted co-nozca y que tenga hijos adoptados). Hable(o pida a la familia que lo haga) acerca deesa experiencia. ¿Puede alguien explicarqué significa ser adoptado? ¡Sí! Significaser aceptado voluntariamente en otra fa-milia. Presente luego: “¿Cómo te sentirí-as si te aceptara una familia llena deamor?”

HistoriaKatia estaba jugando feliz con su veci-

na Lei, cuando oyeron el sonido de sire-nas por allí cerca.

–Debe ser un incendio –le dijo a Lei.Katia y Lei estaban tan concentradas

jugando con sus muñecas, que no se die-ron cuenta de que había patrulleros, am-bulancias y gente muy ocupada en el lu-gar del accidente. Había sucedido unchoque de cuatro autos allí cerca, y esoestaba produciendo un gran embotella-miento de tránsito.

Un rato después, Katia escuchó que laSra. Wong, la mamá de Lei, la llamaba ur-gente:

–¡Katia, Katia! –llamaba la Sra. Wong–.Ven rápido. Algo terrible les ha ocurridoa tu mamá y a tu papá.

Dejando todo de lado, Katia corrióhasta el portón de entrada para encon-trarse con la Sra. Wong. Su corazón la-tía rápidamente, y sus manos se estabanenfriando.

“¿Qué podrá haberles sucedido a ma-má y a papá?”, pensó Katia solemne-mente.

En cuestión de horas, a Katia le in-formaron que su mamá, su papá y suhermano habían muerto en el acciden-te. Esa noche se quedó dormida lloran-do. ¿Qué pasaría con ella ahora? ¿Quiénla cuidaría? Después de todo, ¡solo te-nía 7 años!

Sí, Katia se había convertido en huér-fana. Pero dos semanas después, el tío Juany la tía Sara llegaron para ayudar a Katiaa empacar sus cosas.

–¿Adónde voy a ir? –preguntó Katia,con una mirada de curiosidad.

–Te vamos a llevar a nuestra casa, Ka-tia. Tú te vas a convertir en parte de nues-tra familia. Podrás compartir el dormito-rio con tu prima Gina. ¿Te gustaría eso?–sonrió el tío Juan.

–¡Te vamos a adoptar! –anunció emo-cionada la tía Sara.

–¿De veras? –exclamó Katia mientraslas lágrimas corrían por sus mejillas–. ¿Mevan a querer como la quieren a Gina?

Y así fue como Katia fue a vivir con eltío Juan y la tía Sara. Ellos la amaban co-mo si fuera su propia hija.

Katia asistió a la escuela adventista. To-do en esta escuela le resultaba raro: la for-ma en que los otros chicos se vestían yhablaban, la manera en que actuaban.

La escuela también tenía clases espe-ciales de Biblia, y todos asistían al culto ala mañana e iban a la iglesia el sábado.

¿Pueden adivinar qué pasó con Katia?¡Sí! Katia aprendió a conocer a Jesús. Suvida comenzó a cambiar. Ella se hizo ad-ventista del séptimo día.

Hay muchas personas que no cono-cen a Jesús; la Biblia menciona a Rahabcomo una de ellas. Ella no conocía a Je-

sús, pero había escuchado hablar del Diosde Israel. Se arriesgó para salvar a dos es-pías israelitas cuando el rey de Jericó qui-so arrestarlos.

Los espías le trajeron el mensaje de es-peranza, y ella lo aceptó.

Cuando los muros de Jericó se derrum-baron, todo fue destruido. ÚnicamenteRahab y su familia se salvaron, porque ellaobedeció la instrucción de los espías deatar un cordón rojo a su ventana.

Ella aceptó al Dios de Israel y fue adop-tada en la familia de los israelitas.

Rahab llegó a ser un antepasado de Da-vid, quien fue antepasado de Jesús.

AplicaciónHaz una lista de cosas que puedes ha-

cer para ayudar a niños huérfanos. ¿Puedes visitarlos, o hacerte amigo de

uno de ellos? ¿Quizá puedes orar con ellos? ¿Puedes compartir tus juguetes y tu ro-

pa con ellos? Muestra tu lista al pastor y a la maes-

tra de Escuela Sabática, para ver si puedenhacer los arreglos para ir a visitar un or-fanato.

Para conversar1. Cuando eres adoptado en la familia de

Jesús, ¿cómo debes vivir tu vida?2. ¿Cómo puedes ayudar a los niños huér-

fanos a ser adoptados por Jesús?

ActividadPida que los niños trencen lana roja y

formen un largo cordón que les recuerdeque Dios también se interesa en aquellosque no lo conocen.

ningún daño, pues Dios sabe que soy ino-cente y que no he hecho nada malo con-tra Su Majestad» (Dan. 6: 22, DHH).

Daniel vivió hasta llegar a ser muy an-ciano, y sirvió a tres reyes. Su paciencia ysu confianza en Dios eventualmente de-rrotaron a sus enemigos malvados, y Da-niel fue promovido al cargo más alto deBabilonia.

AplicaciónHaz una lista con nombres de perso-

nas que están enfrentando pruebas aho-ra, y ora por cada una de ellas.

Quizás algunas personas estén en pri-sión por su fe.

Quizás un tío tuyo no puede conseguirtrabajo porque se niega a trabajar en sá-bado.

Quizás un amigo está enfermo.Practica orar dos o tres veces por día.

Para conversar1. ¿Por qué es importante mantener un

espíritu de confianza durante los mo-mentos difíciles?

2. ¿De qué manera puede una personapermanecer fiel a Dios cuando está su-friendo pruebas y dificultades?

3. Si te juzgaron mal o te acusaron injus-tamente, ¿cómo manejarías esa situa-ción?

ActividadEscribe en un diario de oración los

nombres de amigos que están pasando di-ficultades, y ora por ellos.

Envía una tarjeta para comunicar a al-guien que está pasando por problemasque estás orando por él o ella.

Recorta un corazón en una cartulinaroja, y escribe de un lado un versículo quedé esperanza, y pega una figura de Jesúsdel otro lado.

Versículo para memorizar «Por su amor nos había destinado a ser adoptados

como hijos suyos por medio de Jesucristo» (Efe. 1: 5, DHH).

LLiibbeerraaddooaall ff iinn

MARTES

MotivaciónProvea a los niños tiras de papel de

color y pídales que escriban en ellas prue-bas que algunas personas enfrentan ensus vidas. Por ejemplo, ¿alguna vez losacusaron a ellos o a alguna persona queconocen de algo que no habían hecho?¿Saben de alguien que fue a la cárcel porcreer en Jesús? Pídales que compartansus respuestas. Luego, pregunte: “¿Cómoles parece que se sentirían si los acusa-ran falsamente y todo pareciera sin es-peranza?”

HistoriaSe había desatado una guerra civil en

Sri Lanka. Dos grupos religiosos estabanpeleando y matándose entre ellos. To-dos estaban bajo sospecha; de hecho, na-die se animaba a salir de su casa sin ne-cesidad.

Aun los cristianos que iban a adorar ala iglesia estaban bajo sospecha.

Una noche, el joven pastor Alex esta-ba en su casa preparando su sermón parael culto del sábado, cuando se escucharonfuertes golpes en la puerta.

–¡Abran! –gritaba la gente que estabafuera de la casa–. ¡Abran!

Todos los que estaban en la casa se que-daron juntos, nerviosos, mientras el pas-tor Alex abría la puerta. Varias personasvestidas con uniformes militares y de po-licía entraron. Comenzaron a acusar a Alexde esconder enemigos del otro grupo re-ligioso en su casa, y de ayudarlo a escaparpor medio de la iglesia.

–¡No! ¡No! ¡Yo no hice eso! –contestóAlex en voz alta–. ¡Debe haber un error!¡Yo soy cristiano!

Todo sucedió tan rápidamente, que an-tes de que se diera cuenta Alex había sidoarrestado y encarcelado en un pueblo leja-no. Estaba lejos de su familia, en una cel-

da húmeda y sucia, llena de animalitos quese arrastraban por ella. Pero el pastor Alexrecordaba las promesas de Dios de que li-braría a sus hijos.

Siguió orando todos los días, confian-do en Jesús y hablando de Jesús a los de-más prisioneros. Más adelante, consiguióuna Biblia con la que pudo estudiar conlos otros prisioneros.

¿Saben cuánto tiempo estuvo Alex enla cárcel? ¡Más de quince largos años! Pe-ro nunca abandonó la esperanza de queDios estaba gobernando los sucesos y lolibraría. Ayudó a muchos prisioneros avolverse seguidores de Jesús, y fueron bau-tizados en la cárcel.

¡Dios no olvidó a Alex! En el año 2000,Alex fue liberado de la prisión.

¿Se acuerdan de Daniel? ¿Pueden ima-ginarse cómo se sintió Daniel cuando en-frentó muchos momentos difíciles en suvida?

Era solo un muchacho cuando fue lle-vado prisionero a Babilonia. Tuvo que de-jar a su mamá y a su papá e ir a un paísextraño, sin conocer su idioma ni sus cos-tumbres. ¡Parecía que no había ningunaesperanza! Pero Daniel permaneció fiel aJesús. No olvidó lo que sus padres le ha-bían enseñado. No olvidó honrar a Diosen su vida diaria, incluyendo la comidaque comía.

Eventualmente, Daniel y sus tres ami-gos fueron calificados como los más sa-bios de Babilonia. Dios le concedió sabi-duría para interpretar el sueño del reyNabucodonosor. Fue promovido a minis-tro bajo el extenso reinado de este pode-roso rey.

Una vez más, cuando fue acusado injus-tamente y arrojado al foso de los leones,Daniel pudo decir con firmeza:

«Mi Dios envió su ángel, el cual cerró laboca de los leones para que no me hicieran

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28 · [522] rA sep. 2006

Versículo para memorizar «María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados» (Mat. 1: 21, DHH).

LL aaeessppeerraannzzaaddee MMaarrííaa

MIERCOLES

MotivaciónTraiga un moisés para bebés lleno de

objetos que necesitan los bebés. Pida a los niños que los identifiquen y

conversen acerca del uso de cada cosa. Hablen acerca de la emoción de tener

un nuevo hermanito o hermanita. Pregúnteles: “¿Qué preparativos hizo

tu mamá antes de tener el bebé?”

Historia(Padres y maestros: lean Lucas 2: 1 al

6 y Lucas 1: 26 al 35, antes de presentarel tema de hoy.)

¿Cuántos de ustedes tienen un bebé encasa? Los bebés son muy especiales, ¿noes cierto?

Una vez al año todo el mundo piensaen un bebé muy especial. ¿Puede decirmealguien quién es ese bebé? ¡Sí! Es el bebéJesús.

Hoy quiero que pensemos especialmen-te en María, la mamá del bebé Jesús. LaBiblia nos dice que Gabriel, un ángel deDios, fue enviado a anunciar a María quetendría al bebé Jesús (Luc. 1: 26-35).

María no estaba casada, y este sería suprimer bebé. ¿Piensan que tenía miedo?Yo creo que estaba asombrada y asustada.

El ángel le dijo a María que no tuvieratemor; que ella había sido elegida por Diosy que su bebé sería muy especial.

El ángel también le dijo a María quellamara “Jesús” al bebé. ¿Saben qué le res-pondió María al ángel? ¡Sí! Le dijo queella era la sierva de Dios y que haría to-do lo que el ángel le había indicado quehiciera.

María estaba muy feliz de haber sidoelegida para servir a Dios y para tener unpequeño bebé tan especial, llamado Jesús.Lucas 1: 46 al 55 dice que María estabatan contenta, que alabó a Dios en voz al-ta para que todos pudieran oírla.

¿Saben por qué estaba tan emociona-da María? ¡Porque sabía que Jesús sería elSalvador del mundo!

Dios la había elegido a ella para cui-dar de aquel que nos salvaría a todos deSatanás.

María hizo todo lo que Dios le pidióque hiciera. Cuidó muy bien al pequeñoJesús, y le enseñó a amar y honrar a Dios,y a amar a los que lo rodeaban.

Ella lo vio crecer hasta llegar a ser unhombre, y lo dejó ir para cumplir con sumisión de enseñar y sanar a los que lo ro-deaban.

María siempre fue consciente de quiénera Jesús y cuál era su misión aquí, en es-ta tierra.

En la Biblia hay muchas historias decuando Jesús vivió en esta tierra.

“¿Puede alguien decirme qué le pasóa Jesús?” (Permita que los niños respon-dan).

Sí, hombres malos mataron a Jesús col-gándolo sobre una cruz. ¿Cómo creen quese sintió María? Tenía el corazón destro-zado.

Aunque María sabía que Jesús había ve-nido aquí a salvar al mundo del enemi-go, su corazón estaba, sin embargo, muydolorido. María todavía era la madre deJesús.

Pero ella creía en las promesas de Dios,

y sabía que Dios era más fuerte que Sa-

tanás.

¿Permaneció Jesús en la tumba? ¡No!

Jesús se levantó de la tumba y, cuando lo

hizo, selló la esperanza del cielo para to-

dos los que creemos en él.

María, su madre, debió haber cantado

de gozo cuando se enteró de que su hijo

Jesús había vencido al maligno que cau-

sa la muerte.

¡El amor de Jesús por nosotros es nues-

tra esperanza! Jesús nos espera en el cielo,

donde es Rey de todo el cielo y la tierra.

AplicaciónEscribe tres cosas que le dirías a un ami-

go o un vecino acerca de tu esperanza en

Jesús.

Quizá quieras contarle que ama a to-

dos, o que vendrá nuevamente.

Aparta un momento para hacer esa vi-

sita.

Para conversar1. ¿Había alguna otra manera en que Dios

podría salvarnos sin que Jesús murie-

ra?

2. ¿Qué significa para nosotros la resu-

rrección de Jesús?

ActividadAnime a los niños a hacer una cruz sen-

cilla como señalador, para llevar en sus

Biblias. Pídales que escriban las palabras

AMOR y ESPERANZA sobre la cruz.

toles y con los creyentes a lo largo de va-rios años, finalmente creyeron que su con-versión era genuina. Tenía “fuego” por Je-sucristo, e hizo varios viajes misionerosrecorriendo Asia Menor para predicar es-ta esperanza de salvación.

Pablo sufrió muchas dificultades por Je-sús, pero no le importó. Más bien siguióalentando a los cristianos en todas partes aque llevaran «los unos las cargas de losotros» (Gál. 6: 2), para ser todos uno en Cris-to Jesús. La vida y el ministerio de Pablo le-vantaron la esperanza de que «ahora Cris-to ha resucitado de los muertos» (1 Cor. 15:20), y que debemos «llegar a la meta y ga-nar el premio que Dios nos llama a recibirpor medio de Cristo Jesús» (Fil. 3: 14).

AplicaciónOfrécete a dar un testimonio en la igle-

sia o en la clase de Escuela Sabática acer-ca de cómo Jesús cambió tu vida despuésde que elegiste seguirlo. Comparte con unamigo de la escuela el gozo y la esperan-za de creer en Jesús.

Para conversar1. Si eres cambiado por Jesús, ¿significa

eso que no te meterás nunca más enproblemas?

2. Supón que alguien te dijera: “He inten-tado muchas veces dejar de fumar, pe-ro no he tenido éxito”. ¿Qué le dirías?¿Cómo puedes ayudarlo a encontraresperanza en Jesús?

ActividadPide a tu mamá o a la maestra de Es-

cuela Sabática que te ayude a organizaruna fiesta para un amigo que ha acepta-do a Jesús. Decora la sala con dibujos yrecortes. Preparen comida. Invita a tu ami-go a mencionar un cambio que Jesús loayudó a cumplir en su vida después de ha-berlo aceptado.

Versículo para memorizar «El que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; lo que ahora hay, es nuevo» (2 Cor. 5: 17, DHH).

PPaabblloo ,,ttrraannssffoorrmmaaddoo

ddee ddeennttrroohhaacciiaa aaffuueerraa

JUEVES

MotivaciónMuestre algunos recortes de diario que

hablen de dos adolescentes condenados.Incentive a los niños a que identifiquen lascosas malas que hicieron. Luego, pídalesque escriban varias maneras en las que pue-den ayudar a estos jóvenes a cambiar susmalos caminos. ¿Quién puede ayudarlos?

HistoriaOsmán esperaba con ansias poder asis-

tir al colegio secundario Ridgewood. Se ha-bía cambiado de una pequeña escuela decampo a la ciudad en que su papá habíaconseguido un nuevo trabajo. Siempre eramejor vivir en la ciudad; por lo menos, esoera lo que pensaba Osmán. La vida en laciudad sería mucho más interesante, conmuchas cosas divertidas para hacer.

Se hizo de nuevos amigos en el cole-gio, y ellos lo invitaron a hacer muchascosas emocionantes que nunca antes ha-bía realizado. Por supuesto, las fiestas es-taban muy buenas, y hasta probó un po-co de cerveza. ¡Por fin estaba creciendo!

Una tarde, estaba guardando sus cosasen la mochila antes de volver a su casa,cuando su amigo Hosni lo llamó.

–¡Ey, Os! ¿Quieres hacer algo diferenteesta noche? –lo invitó Hosni.

–¿Cómo ser qué? –respondió Osmáncon una mirada de curiosidad.

–Ven y ve por ti mismo. Encuéntranosen el lugar de siempre –le respondió Hos-ni mientras salía corriendo por la puerta.

Esa noche, los cinco “mosqueteros”, co-mo se llamaban a sí mismos, se juntaronpara probar una droga muy dañina. Al prin-cipio pensaron que era emocionante y di-

vertido. Pasaron muchas otras noches pro-bando otras drogas que les daban.

Después de seis meses, Osmán se habíahecho tan adicto a estas drogas, que comen-zó a robar dinero a sus padres para com-prarlas. Pronto, sus notas escolares comen-zaron a bajar, y comenzó a faltar a clasesvarias veces por semana. Osmán y Hosnidelinquieron y luego fueron puestos en li-bertad condicional. Una noche, los dos mu-chachos robaron un supermercado y se lle-varon cientos de dólares.

Pero el crimen no vale la pena. Prontofueron arrestados y acusados en la corte.Fueron enviados a un centro de detenciónjuvenil, para que les dieran ayuda especial.Allí fue donde conocieron a Gerardo, unconsejero cristiano, quien les habló acercade Jesús. Solamente Jesús podía ayudarlosa cambiar sus caminos pecaminosos. Allítuvieron mucho tiempo para leer libros re-ligiosos y estudiar la Biblia.

Un año más tarde, llegó el día feliz enque Osmán entregó su vida a Jesús. Sabíaque las cosas no serían fáciles, pero creíaque «Todo lo puedo en Cristo que me for-talece» (Fil. 4: 13); de hecho, Osmán se sen-tía como un hombre nuevo. ¡Había sidocambiado de adentro hacia afuera!

De manera similar, cuando Saulo se en-contró con Jesús en el camino a Damasco,le entregó su vida. Llegó a ser el apóstol Pa-blo. En lugar de perseguir a los cristianos,Pablo llegó a ser un hombre transformadocuando le dio su vida a Jesús. Pablo descu-brió que la esperanza en Jesucristo era emo-cionante, y cambió su misión y las metaspara su vida. No le interesaba la fama niser popular entre sus amigos.

Sin embargo, muchos cristianos en laiglesia sospechaban de Pablo al principio.¿Estaría realmente triste por sus pecados?Quizás era un truco para matar a más cris-tianos. Pero, al ver a Pablo comprometi-do en el trabajo junto con los demás após-

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30 · [524] rA sep. 2006

Versículo para memorizar «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva... Vi la santa ciudad...

descender del cielo, de Dios» (Apoc. 21: 1, 2).

LL aaeessppeerraannzzaaddee JJuuaann

VIERNES

MotivaciónMuestre láminas de niños con discapa-

cidades. Pida a los niños que identifiquenlos distintos tipos de discapacidades: pér-dida auditiva, ceguera, pérdida del habla.Luego, pregunte: “¿Cómo te sentirías si tu-vieras una discapacidad física? ¿Cómo temanejarías con ella en la escuela y en otroslugares públicos?”

HistoriaBrian estaba sentado en su silla de rue-

das cerca de la ventana que daba al oes-te. La cálida luz del sol marcaba líneas so-bre su manta. Hacía frío afuera, pero Brianestaba abrigado por el sol y por la mantaque su tía Luisa le había regalado. Le gus-taba sentarse junto a la ventana y obser-var a los niños de la escuela que subían alos ómnibus de transporte escolar despuésde las clases.

Todo estaba en silencio en la casa.Brian estaba solo. Su mamá y su papá tra-bajaban fuera de la casa, y su hermanamayor todavía no había llegado de la es-cuela.

Brian tenía 10 años, y podía cuidarsea sí mismo la mayor parte del tiempo. Ha-bía aprendido a operar su silla de ruedasmotorizada, y la casa estaba construida detal manera que podía ir a cualquier parteque quisiera.

Tenía una maestra que iba a darle cla-ses desde las 13 hasta las 15 cada día du-rante el año escolar. Aunque las piernasde Brian estaban torcidas por la poliomie-litis, era inteligente y aprendía rápida-mente.

Su familia no vivía cerca de una escue-la de iglesia, y sus padres no querían queBrian fuera a la escuela pública de su ciu-dad. Tenían la esperanza de lograr queBrian y su hermana entraran en la escue-la de iglesia, y estaban tratando de solu-cionar el problema del transporte.

Pero, mientras tanto, a veces se sentíasolitario en su casa.

Aunque Brian no podía caminar, ama-ba a Dios. Aceptaba su incapacidad sincuestionar a Dios.

Brian confiaba en Dios y sabía que élpodía utilizarlo, a pesar de su discapaci-dad, para dar un testimonio a todos losque lo rodeaban.

También sabía que algún día iría al cie-lo a vivir con Dios y con Jesús. Cuandolo hiciera, sabía que podría correr comoel viento y perseguir a los leoncillos mien-tras jugaran con él.

Brian mantenía esta esperanza, que to-dos tenemos, en su corazón: que Jesús mu-rió para salvarnos y que nos llevará a vi-vir con él al cielo.

¿Recuerdan a Juan, el amado, uno delos discípulos de Jesús? Él también estabasolo en la isla de Patmos. Fue enviado allípor predicar acerca de la esperanza de sal-vación.

Pero Juan no se desanimó, porque Je-sús se le apareció para fortalecer su espe-ranza en él y en la iglesia.

Recibió muchas visiones acerca de lasegunda venida de Jesús, el cielo nuevo yla Tierra Nueva, donde «enjugará Dios to-da lágrima de los ojos... Y ya no habrámuerte, ni habrá más llanto, ni clamor,

ni dolor; porque las primeras cosas pasa-

ron» (Apoc. 21: 4).

El apóstol Juan fue grandemente re-

confortado al recordar todos estos her-

mosos mensajes que Dios le comunicó.

Podemos estar seguros de que esta es-

peranza de encontrarnos nuevamente

con Jesús en la Tierra Nueva pronto se-

rá una realidad.

AplicaciónPide a tu mamá que te lleve a visitar

un hospital de niños.

Habla con diferentes niños acerca de

la esperanza de la venida de Jesús y del

cielo.

Si es posible, llévales un CD con histo-

rias bíblicas y anímalos a escucharlo.

Para conversar1. ¿Qué le contestarías a otro niño si él te

dijera, por ejemplo: “¿Si hay un Dios,

por qué no me ayudó a poder ver?”

2. ¿Cómo puedes desarrollar una actitud

positiva y ser alegre?

3. ¿Qué cosa te gustaría hacer cuando lle-

gues al cielo?

ActividadPida a los niños que hagan un dibujo

referente a la historia de hoy.

Converse con los niños acerca de sus

dibujos, y luego péguelos en la pared.

Pídales también que recorten un cora-

zón de papel, y escriban “Dios es amor”

de un lado y “Yo amo a Dios” del otro.

rA sep. 2006 [525] · 31

había perdonado sus pecados porque Jesúshabía muerto por él. Y, gracias a esa muer-te, Roberto sabía que Dios siempre lo per-donaría cuando se lo pidiera de corazón.¡Ese era el regalo de Dios para él!

Roberto se puso de pie y pasó al fren-te cuando el pastor preguntó si alguienquería entregar su corazón a Jesús. Su co-razón estaba lleno de amor, paz y espe-ranza. Había encontrado ese “algo” quehabía estado buscando toda su vida.

Sí, Jesús murió por cada uno de noso-tros. Su vida no tuvo pecado de ningúntipo. Él vino de buena voluntad como unpequeño bebé, y vivió aquí como noso-tros lo hacemos. Él volverá pronto nue-vamente a esta tierra, para llevar a todoslos que lo aman a vivir con él. ¡Jesús esnuestra esperanza viva! ¿Te gustaría en-tregarle tu corazón hoy?

AplicaciónEscribe tu nombre en la Tarjeta de De-

cisión indicando que quieres seguir a Je-sús, quien te da esperanza. Canten juntosla canción “He decidido seguir a Cristo”.Cuenta a tus padres y al pastor que quie-res bautizarte y ser hijo de Jesús.

Para conversar1. Si continuamos viviendo una vida de

pecado, ¿cómo podemos hacer un cam-bio total para responder a Jesús?

2. Si encuentras gozo y paz en Jesús co-mo la esperanza de vida, ¿cómo pue-des intencionalmente hacer que otrosconozcan esta esperanza?

ActividadAprende y canta algún canto que ha-

ble de la próxima venida de Jesús. Cánta-lo con el resto de tus compañeros de cla-se de Escuela Sabática.

Versículo para memorizar «No se angustien ustedes. Confíen en Dios y con-fíen también en mí. En la casa de mi Padre haymuchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo noles hubiera dicho que voy a prepararles un lugar.Y después de irme y de prepararles un lugar, ven-

dré otra vez para llevarlos conmigo, para que uste-des estén en el mismo lugar en donde yo voy a es-

tar» (Juan 14: 1-3, DHH).

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SEGUNDO SÁBADO

MotivaciónEsconda algunas “cosas ricas” con ante-

lación. Luego, dé a los niños dos minutospara buscarlas. Cuando se acaben, pregun-te: “¿Les resultó fácil la búsqueda? ¿Cómose sintieron cuando estaban buscando lascosas ricas y no podían encontrar ningu-na? ¿Con cuántas ganas buscaron?”

HistoriaRoberto Lang pasó apresuradamente al

lado de la puerta de la Escuela Sabática. Es-taba visitando la iglesia por primera vez.Recordaba vagamente haber escuchado ha-blar acerca de Jesús muchos años atrás.Ahora, su vida estaba hecha un desbara-juste, y buscaba algo que lo ayudara a me-jorarla. Lo habían invitado muchas vecesa visitar la Iglesia Adventista del SéptimoDía cerca de su casa, pero no había respon-dido hasta hoy. Siguió al diácono hasta unaclase especial para los visitantes adultos.Tenía un poco de temor, pero había llega-do hasta aquí y ahora no podía retroceder.

–¡Pase! –dijo la mujer jovial que le ha-blaba, y que debías ser la maestra–. ¡Esta-mos felices de que esté aquí!

–Mi nombre es Clara Ricks. Estamos es-tudiando Mateo, capítulo 1, comenzan-do con el versículo 18. Estamos estudian-do la vida de Jesús.

Al final de la clase, Roberto se llevó laBiblia que la Srta. Ricks le había ofrecido.Se quedó para el sermón y, al salir, allí es-taba la Srta. Ricks nuevamente.

–¿Roberto? –dijo tocándole el brazo–.¿Le gustaría acompañarnos a una comi-da deliciosa que fue preparada para nues-tros visitantes?

Roberto vaciló.

–Bueno... La Srta. Ricks lo interrumpió:–Es usted bienvenido. Venga; déjeme

presentarle a Carlos y a Melisa.Pronto, “ir a la iglesia” se convirtió nue-

vamente en parte de la vida de Roberto.Disfrutaba de los nuevos amigos que ha-bía hecho. Le gustaban los sermones queescuchaba cada semana. Le agradaba es-pecialmente la Srta. Ricks, que parecía seruna persona muy agradable. Le gustabala música. Pero lo que más disfrutaba eraescuchar, estudiar y aprender de Jesús, suSalvador y mejor amigo.

Cuando la maestra de la clase de Pri-marios pidió voluntarios para ayudar enla dramatización de Semana Santa, Rober-to respondió al llamado. Tenía talento pa-ra pintar. Ayudó a construir la escenogra-fía, y a menudo se quedaba para observara los niños que practicaban la historia dePascuas. La parte más fascinante, para Ro-berto, era cuando Jesús salía de la tumbay el coro de niños cantaba acerca de suvictoria sobre la muerte. Roberto había es-tudiado con respecto a la crucifixión y elentierro de Jesús, pero no se había senti-do conmovido hasta ahora, cuando tomóconciencia de que Jesús había muerto porél. No importa qué clase de vida había vi-vido, Jesús lo amaba igual. Los ojos de Ro-berto se llenaban de lágrimas cada vez quelos niños cantaban. Su corazón se llenóde esperanza al saber que Jesús había pre-parado un lugar para él en el cielo.

El día del programa de Pascua, Robertose sentó atrás. Podía ver y escuchar a los ni-ños, pero no quería que nadie observara suemoción. Su corazón estaba lleno de gozopor Jesús, su Salvador. Él sabía que Dios le

MARGARET TAGLAVORE, directora de Ministeriosdel Niño de la Unión Sudeste, en Texas (EE.UU.).

Según la Biblia, el resumen de toda la Ley es el amor. Sin embargo, son muchos los quehan visto en ella solo prohibiciones. El doctorBadenas examina con profundidad, en este libro,los valores de la Ley, dando acertadas respuestas a inquietantes preguntas como: ✓ ¿Qué valor tiene hoy la Ley?✓ ¿Finalizó con Cristo la vigencia de la Ley?✓ ¿Cómo armonizar la Ley y la gracia?

Jesús nos invita: «Sed pues vosotros perfectos comovuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5: 48).

✓ ¿Cuál es el sentido de “perfección” en la Biblia?:¿absoluto?, ¿relativo?, ¿de otro orden?

✓ ¿Podemos alcanzar esa perfección aquí y ahora?El autor da la única respuesta autorizada a estas inquietudeshumanas: la de las Sagradas Escrituras. Así que con la lecturade este libro podremos saber qué “perfección” nos pide real-mente el Creador y nos desvela el secreto para alcanzarla.

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