valles josé, teoría de la narrativa

71
7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 1/71 N U E Y O S H 1 S P A N 1 S M O .  S· · . . .

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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N U E Y O S H 1 S P A N 1 S M O.

 

S· 

· .

. .

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NUEVOS HISPANISMOS José R Valles Calatrava

DIRECTOR:

Julio

Ortega

Brown University)

Ded icada a la

producción

crítica hispanista a ambos lados del Atlántico,

esta sene se propone:

• Acoger prioritariamente a la nueva promoción de hispanistas que, a

com ienzos del siglo XXI hereda y renueva las tradiciones académicas y

críticas, y empieza a forjar, gracias a su vocación dialógica, un horizonte

disciplinario menos autoritario y más democrático

· • Favorecer el espacio plural e inclusivo de trabajos que, además de calidad

analítica, documental y conceptual, demuestren voluntad innovadora y

exploratoria

• Proponer una b i ~ l i o t e c del pensar literario actual dedicada al ensayo

reflexivo, las lenguas transfronterizas, los estudios interdisciplinarios y

atlánticos, al debate y a

l

interpretación,

donde

una generación de relevo

crítico despliegue su teoría y práctica de la lectura.

1 -

 

1

TEORÍ

DE L

N RR TIV

UNA

PERSPECTIVA SISTEMÁTICA

IBEROAMERI C

ANA

- VERVUERT - 200

Page 3: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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Nationalbibliografie; detailed bibliograplúc data are avai lable on the Internet

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Fax: +49 69 597 87

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www.ibero-americana.net

ISBN 978-84-8489-386-8 Iberoamericana)

ISBN 978-3-86527-424-3 Vervuert)

Depósito Legal:

S

1.003-2008

Diseño de cubierta: Carlos Zamora

Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

ÍNDICE

CAPITULO l LA NARRATIVA COMO MODALIDAD DISCURSIVA . . . . . . 11

l. La narrat iva

no

literaria y sus conexiones con la literaria . . . .

11

1 1 l a narrativa natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

12

1.2.

l a

narrativa verboicónica:

cómic

cine .

. . .

. . . . . . . . .

1.3. La narración histórica e informativa

. .

..

.

2. La narrativa literaria

. . . . . . . . . . . . . .

..

 

.. .

CAPITULO 11 Los GÉNEROS NARRATIVOS ..

  •

.. .   . .

l.

Géneros

narrativos

menores

. . . . . .

 

1 1 . Géneros

menores de

carácter

épico

. .. . .. .

 

1.2. Géneros

menores

de

carácter

narrativo

. . .

2. La epopeya

y

la épica . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .

..

.

 

2.1. Principales teorías

sobre

la épica . . .. .

2.2. La epopeya . . . . . . . . . .

 

_ .. .

3. El

cuento

la novela

cona . . . . . . .

.

  . . . .

.

3.1. El

cuento

popu

lar

. . . . . . . . . . .

..

. . . . . .

.

. . . .

.

 

3.2. El

cuento

literario .. . . . . . . . . . .

 

. . . . . .

3.

3

El

microrrelato

. La novela

corta

. .

.

. . . .

 

4.

La

novela

. . . . .

.

. . . .

. . . . .

. . . . . . . . . .

. .

..

.

. . . .

.

 

.. . .

4.1.

Denominaciones

y definiciones . ..

 

. .

4.2. La novela frent e a la épica . .. . .. . . . . .. . . . . . .

 

. .

4.3. Del grado

cero de

la novela a la novela actual .

 

4.4. La novela actual y la renovac

ión de

las técnicas narra

tivas . . .

..

. . . . . .

.. . . . . . . . . . . . . . . . .

· ·

. . .

· · · - · · · · ·

4.

5

Características

de

la novela .. .

. . . . . .

. .. .. . ..

. . .

. . . .

4.6. Tipologías

y

sub géneros novelescos

CAPITULO II I

 

EL TEXTO NARRATIVO

l . El texto narrativo y sus estratos .

 

15

19

24

31

32

33

36

37

39

44

46

47

48

53

55

56

57

60

63

66

70

77

77

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1.1. E l texto

narrativo

. .

1.2. Los estratos del texto

narrativo

2 Lenguaje

estructuras

técnicas en el

texto narrativo

.

2.1. El lenguaje literario en el texto

narrativo

.

 

.

2.2.

Estructuras y

técnicas en el texto

narrativo

.

3.

Características fundamentales del

texto narrativo

. . .

3.1. La dimensión ideocultural social . .

3.2. La transdiscursividad : .

3.3. La ficcionalidad .

..  

.

 

.   .

80

84

88

89

102

115

115

128

132

3.4. Otros rasgos de l texto narrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

CAPITULO IV. ELEMENTOS DEL TEXTO NARRATIVO . . . . . . . . . . . . . . 145

l . Los acontecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

1 J

Acontecí

miemos acción.

Motivos funciones como

representaciones sintácticas de los acontecimientos . . . 145

1.2. La lógica narrativa y la estructura del relato: secuencias

orga

ni zac

ión

tensión narrativa

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154

2 Los personajes ; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160

2.1. Papeles funcionales de los personajes . . . . . . . . . . . . . . . 161

2.2. La identidad actuación de los personajes . . . . . . . . . . . 167

3. El espacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178

3.1. Principales aportaciones teóricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178

3.2. El

espacio como

marco: el

lugar

el

ámbito de actua-

ción . Relaciones con los aco ntecimientos persona jes . . 188

3.3. Presentación organización discursiva del espacio . . . . . 194

4 El

tiempo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198

4.1. Escritura lectura y tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

4.2.

Organización temporal del

relato: la

temporalización

. . 202

5

La visión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

5.1. El punto de vista. . .   .

 

207

5.2. La focalizac i

ón

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

6 La narración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

6.1. La

voz

el

narrador

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

6.2. Registro tipología del

discurso narrativo

. . . . . . . . . . . 227

7 Autor lector intratextuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233

7.1. El autor implícito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233

7.2. E l lector imp lícito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238

CAPITULO

V

LA COMUNICACIÓN NARRATIVA 243

1 El autor

y

el l

ector

empírico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

1.1. El autor

empír

ico .

 

. .

1.2. E l lector empírico . . .  

2 El proceso comunicativo de la narrativa .

 

2.1 La

comunicación

literaria: principales teorías .

 

.

2.2. Las situa ciones comunicativas del texto narrativo .

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .   .   • ·

243

253

259

260

263

269

Page 5: Valles José, Teoría de la narrativa

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C PÍTULO

LA NARRATIVA

COMO

MODALIDAD

DISCURSIVA

1.

LA NARRATIVA NO LITERARIA Y SUS CONEXIO NES CO N

LA

LITERARIA

En l _n

sentido especializado, el

término

de narrativa cubre dos acep

ciones básicas: en primera instancia, el género natural o

fundamental,

el modo textual que, juntoa otros tipos discursivos básli;os como la

lírica o la dramática, constituye desde la antigüedad -con numerosas

vacilaciones, indefiniciones y redefiniciones- la estructura

tripartita

de los géneros literarios; en segundo término, el

discurso

marcado y

caracterizado

por

el acto

de

relatar, de contar

( decir

o e

scribir una

. historia o cómo ha

ocurrido

cierto suceso", afirma

de n rr r

el

ic-

cionario de

so de Moliner). Es este último

sentido

el que permite

considerar como modelos discursivos de tipo narrativo -

aunque

de

carácter

no

literario- a ciertos tipos de relato que,

como

los conversa

cionales, fílmicos, históricos o informativos,

poseen

una

función

y

estructura

narrativa -el acto y el modo de narrar-,-s i bien con sus

finalidades y especificidades propias.

Un

concepto como el

de

narratividad

que podría definirse

glo

balmente como l serie de cualidades intrínsecas y

propias

de los tex

tos narrativos y que en

principio

ha sido acuñado en referencia fun

damenta _a la narrativ_ literaria (cuyo carácter deriva

antes que nada

de su ontológica

dimensión

ficcional y de su

institucionalización

y

determinación sociocultural

como

tal 'literatura'), es

totalmente

váli

do

para marcar globalmente

como 'narrativos'

a

todos

esos tipos

de

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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12

TEORÍA DE LA NARRATIVA

modalidades textuales.

Así, Greimas

describe

la

narrati

v

idad

en un

primer momento como

el

proceso

discursivo

constituido por

una

sucesión

de

estados y

transformaciones

que permiten observar

la apa

rición de diferencias

y la producción

de

sentido

en un

texto a cuyo

nivel de superficie

pertenece , para redefinida

después, en su

sentido

de

narratividad generalizada

como

el

principio organizador de todo

discurso

(Greimas,

1979). El Grupo de

Entrevernes

(1979

  la entien

de, en la línea

de

la primera descripción

de Greimas,

como "el fenó

meno

de

sucesión de estados y de transformaciones, inscrito

en

el

discurso y responsable de la producción de sentido . Prince (1987),

en cambio, ofrece otra

concepción

donde se hace

present

e el papel

de

la

cooperación

interpretativa lectora

en

la producción del

sentido,

puesto

que, después de definirla

como

el

conjunto

de

propiedades

que

caracterizan

a la

narrativa

y

la distinguen de

la

no-narrativa,

las

características

formales

y

contextuales

que

convierten

a la narrativa

en más o

menos narrativa

añade que

el

grado de narratividad de un texto depende en parte de

la

medida en

que la narrativa concreta

la

expectativa del receptor, representando totali

dades orientadas tempoxalmente (prospectivamente de inicio a fin

y

retrospectivamente de fin a principio), que comprenden cualquier con

flicto y están constituidas por situaciones y sucesos discretos, específicos

y concretos, totalidades significativas

en

términos de un proyecto y de

un universo humano o humanizado .

1.1. La narrativa natural

La

actividad

narrativa,

en

tanto que hecho puramente

relator, es

una

de

las

manifestaciones

más

antiguas

y se liga primordialmente a la

dimensión

de

la comunicación

lingüística

básica. El relato natural,

esto es, la

narración conversacional

es un

fenómeno tan

antiguo, tan

necesario,

tan

básico

y tan permanente y duradero como la

propia

comunicación

lingüística

interpersonal

y por ello, se

encuentra

mar

cado por

sus

propias

características lingüísticas, comunicativas

y

socioculturales: el predominio de la

función

referencial y -casi siem

pre- del

pasado,

la

identificación

hablante/narrador y oyente/narra

tario, la comunicación oral e in praesentia -verbalidad, paraverbali

dad y directo- la

conceptuación sociocultural

y metalingual

LA

NARRATIVA

COMO MODALIDAD DISCURSIVA 13

(Mignolo, 1978: 47)

de

actividad

verbonatural

y no

cultural,

primaria

y

no

artística.

Ya Labov (1978: 29S) se

ocupó

de los

relatos conversacionales

e

intentó determinar

su

estructura

general a

partir de

la elección de

una

serie de narraciones

sobre

situaciones cotidianas en Harlem, estable

ciendo

primero

el

modelo estructural de narración natural (prólogo,

orientación

o presentación, acción envolvente, valoración, resolución

y

coda

o epílogo, siendo los

términos

3 y 5 los verdaderamente narra

tivos y los únicos ·imprescindibles) y llegando finalmente a definir la

narrativa conversacional

como

un método de recapitulación de

la

experiencia pasada

que

consiste en

hacer corresponder a una secuencia de acontecimientos -supuestamente-

reales una secuencia idéntica de

pr

oposicione s verbales.

El concepto de narrativa nqtural ha sido utilizado así

por

van

Dijk

(1974) y

Pratt

(1977)

para

referirse

al

relato

verbal

generado

espontá

neamente en

la

comunicación conversacional

cotidiana -por

ejemplo,

lo que hizo

el hablante el día anterior-; de este modo, los relatos

con

versacionales se opondrían por

su

condición natural a los relatos

que

-como

los

literarios escritos- tienen un

carácter

elaborado ,

aparte de

aparecer en

contextos

propios

de

la narración artística. La

narrativa natural es, pues, un

fenómeno antiquísimo

y puede relacio

narse

con el propio nacimiento de

la

narrativa

literaria,

también

oral

en

su origen

-mitos, relatos épicos- y en

muchas

de las realizaciones

que han

sobrevivido hasta

nuestros mismos

días -cuentos orales-.

De hecñno,van Dijk esboza

un

esquema de los

distintos

tipos de

textos narrativos,

que

entiende

como formas

básicas"

de

la

comuni

cación textual,

situando

en un primer escalón la narrativa natural, en

el

siguiente

los textos

narrativos

semiliterarios que

tienen

otro fin e

intención (mitos, sagas, leyendas,

cuentos populares, etc.)

y por últi

mo, en el tercero, las narraciones complejas y literarias

(novela, cuen

to

literario), lo que cabe

representar

así:

C literaria

B semiliteraria

NARRATIVA:

A) natural

Page 7: Valles José, Teoría de la narrativa

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14

TEORÍA DE

LA

NARRATIVA

Escribe van Dijk (1983: 154) al respecto:

Tras las narraciones 'naturales' aparecen en segundo lugar los textos

narrativos que apuntan hacia otro tipo de contexto, como las anécdotas,

mitos, cuentos populares, las sagas, leyendas, etc. y en tercer lugar, las

narraciones frecuentemente mucho

más

complejas, que generalmente cir

cunscribimos al concepto de 'literatura': cuentos, novelas, etc.

Las posibilidades modales o r g ~ n i z t i v s de la narrativa conversa

cional o natural se pueden relacionar fundamentalmente con aquello

que, considerado en una perspectiva de capacidad mental o compe

tencia universal e innata y de tipos

de

estructuración del pensamien

to, denominó formas simples André Jolles. Según

él

Einfache For-

men 1930), estas serían una serie de modelos mentales universales

primarios y previos a su posible actualización lingüística,

una

espe

cie de principio estructurador del pensamiento humano al expresarse

en lenguaje" (Scholes, 1974: 69),

que

se

distinguirían

de las

formas

literarias porque estas últimas serían creaciones yerbales, conscientes,

individuales e irrepetibles. Las formas simples podrían ser

-básica

mente- puras, actualizadas o referidas, según respectivamente corres

pondan a esos modelos universales pregenéricos y prelingüísticos, a

su realización linguoverbal concreta y a su construcción en una obra

literaria determinada: así, la

forma

mito , el relato mítico del mino

tauro y

el

cuento de Borges La

casa

de Asterión

1

• De otro lado, en lo

relativo a sus posibilidades de modelo organizador concreto del pen

samiento y de las posibles actualizaciones lingüísticas y literarias pos

teriores, Jolles distingue y define

distintos

tipos de formas simples:

caso, chiste, cuento, dicho, enigma, leye

nda,

memorabile,

mito

y

saga

(Scholes, 1974: 69-70).

Estas formas simples se relacionan por su misma definición - men

tales, universales

y

preliterarias- con las distintas posibilidades orga

nizativas y constructivas que puede tener la narrativa natural, más

allá de su ejercicio primario de

mero relato

conversacional

sobre

hechos sucedidos o a suceder al hablante, donde, sin duda, primaría

una dimensión

predominantemente

realista y veridictoria antes que

1

Obsérvese

la

relación de esta tripartición

con el

modelo organizativo trimembre

de van Dijk.

LA

NARRATIVA

COMO MODALIDAD DISCURSIVA

15

ficcional y verosímil y

una

función lingüística/referencial antes que

literaria/poética. Efectivamente, en numerosos casos,

el

relato oral

conversacional, acercándose ya

mucho a lo

que serían los géneros

literarios narrativos básicos -orales, anónimos y folklóricos (cuentos,

leyendas, romances, poemas épicos, mitos, etc.)-, puede adoptar for

mas cuasiliterarias o

literarias

(dependiendo de

la

sanción que

las

cambiantes

pautas

socioculturales efectúen

del

mismo

en cada

momento):

el

relato de una anécdota, la narración de un caso memo

rable la formulación y respuesta de

un

enigma,

l contar

un chiste.

P;ro, independientemente de

la

narrativa literaria -oral o escri_ta

popular

o autora - y en otro nivel distinto al del relato c o n v e r s a c ¡ ~ -

nal natural, existen otras modalidades narrativas, distinguidas genén

ca y socioculturalmente de las literarias aunque

con muchos puntos

de contacto entre ellas, que conviene mencionar también, aunque en

absoluto con pretensiones de exhaustividad sino con fines propedéu

ticos, deslindadores y ejemplificadores. Se trata,

principalmente,

de

narraciones

artísticas verboicónicas

pero

no

estrictamente literanas

-como

el cine,

l

cómic e incluso ciertos relatos televisuales- y de las

narraciones

de carácter y finalidad primordialmente informativa

-noticia, crónica o

reportaje-

. Conviene recordar a e.ste respecto

cómo l número 8 de la mítica revista Communications

cfr.

Barthes

et alii,

1966), además de distintos trabajos de reputados narratólogos

franceses sobre diversos

aspectos

de la

narración

literaria,

incluía

estudios sobre

l

chiste, la noticia, el film y el mito

como

relatos fir

mados respectivamente por Violette Morin, Jules Gritti, Christian

Metz

y A. J. Greimas.

1.2. La narrativa verboicónica: cómic

y

cine

Entre

las fórmulas narrativas artísticas

no

literarias, dado

que

la tele

visión comparte

-en

lo que afecta a su dimensión narrativa-las pecu

liaridades fílmicas, de stacan fundamentalmente dos

modalidades

de

carácter verboicónico, que integran la imagen con la palabra: l cine Y

el cómic.

El término

cómic,

de origen inglés, se ha

a c i m ~ t a d o

en España,

donde también se denomina metonímicamente tebeo; es sinónimo

referencial de

la

denominación hispanoamericana de historieta o tira

Page 8: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 8/71

16 TEORÍA DE

LA NARRATIVA

cómica,

la

italiana de

fumetti

o la francesa/

portuguesa

de bande des

inée desenhada.

Designa

una

modalidad narrati va básicamente icóni

ca, de extensión variable y organizada

formalmente

en

viñetas

escéni

cas -como si fueran fotogramas dibujados-, en las que se integran,

como soporte

expresivo fundamental,

la

imagen

gráfica pintada

y

usualmente,

un

texto

verbal

-en

los

llamados

bocadillos-

y

que

está

elaborada

con procedimientos

técnicos y

reproductivos

específicos.

A estos últimos procedimientos

concretos

se refiere Reis (1987: 42-

43)

al

indicar

que

"desde un

punto

de vista

semionarrativo, importa

subrayar, en términos genéricos, que la narrativa de cómic resulta de

la articulación de un conjunto de contenidos diegéticos (personajes,

acciones, espacios)

con un

conjunto

de procedimientos

discursivos

(tratamientos temporales, perspectivación narrativa),

completados

por

opciones compositivas que inciden en la

economía

del relato en

su globalidad

(por

ejemplo, montaje)" .

El cómic surge en

Estados Unidos

a fines del siglo XIX,

de modo

muy

ligado al

desarrollo

de la

prensa,

y

progresivamente

va

adqui

riendo un desarrollo formal,

téc

nico

y

consumístico que provoca

también

su

difusión autónoma en historias narrativas

cada vez más

amplias y específicas, llegando a generar, particularmente

para

un

público

infantil de distintas épocas y países, personajes inolvidables .

Este éxito mundial ha auspiciado la particular ligazón del cómic

con

la narrativa literaria y especialmente con la narrativa fílmica y televi

sual en

numerosas

y continuas adaptaciones en

una doble

dirección:

transducciones

del

cómic

al cine (Flash Gordon, Batman X M en,

etc.) y a la inversa, realizaciones fílmicas basadas en el

dibujo

y

-actua:Jmente-los procedimientos

infográficos

que en

origen eran

textos narrativos literarios

(los

cuentos

de

la

Cenicienta

o la

Bella

Durmiente llevados inicialmente al dibujo animado por Walt Dis

ney, por ejemplo).

El caso del cine es, tanto en su identidad como en sus relaciones

con la narrativa literaria y siempre refiriéndonos exclusivamente al

llamado cine narrativo-, aún más complejo que el anterior. En primer

lugar

-aunque tampoco es

ajeno a tal cuestión

el cómic-, por el

dise

ño de diferentes

objetos

de

estudio cine dependiendo no

solo del

marco teórico explícito o implícito desde el que se segrega y la pers

pectiva que se

adopte

(histórica, semiótica, estética, psicológica,·eco

nómica, etc.) sino del mismo

estatuto

disciplinar desde

el que

se

abor-

LA NARRATIVA

COMO MODALIDAD DISCURSIVA

17

da (crítica, historia, teoría).

En

segundo término y en vinculación con

el

anterior, por

la

cantidad de estudios teóricos, críticos e históricos

que versan sobre este arte. En tercera instancia, por la propia existen

cia

-en la

medida en que se puede hablar de un lenguaje literari o espe

cífico- de

un

lenguaje

cinematográfico

concreto, marcado

por

la

coaptación de una pluralidad heterogénea de códigos

(técnico

-narra

tivos, lingüísticos, cinésico-proxémicos, exclusivamente fílmicos), de

unos signos singulativos (iconos) y de unas operaciones específicas

previas (rodaje, filmación, montaje) conducentes a la presentación del

texto fílmico final.

Pero lo que nos interesa aquí no es adentrarnos en las singularida

des de la teoría, técnica o historia bien del

hecho cinematográfico

o

bien del hecho fílmico, sino únicamente

apuntar

la

condición

de dis

curso artístico narrativo no literario del cine -c on tanto

mayor

grado

de narratividad

cuanto

más ficcional y alejada de la

mimesis

directa

sea la peücula- y en conexión con lo anterior, marcar las imbricacio

nes existentes entre la narrativa fílmica y la literaria,

muy

particular

mente4a novela.

En

este sentido, cabe aludir a

dos

aspectos esenciales

de sus relaciones:

el

concerniente al transvase de

determinadas

técni

cas narrativas y el referido a las adaptaciones transductivas

lntergené

ricas de novela y cine; y

es

que las interinfluencias entre distintas

artes, tanto en

el

plano directo de la intertextualidad

como

en

el

de las

adaptaciones las técnicas procedimientos constructivos, ha sido

una constante -como demuestra la propia existencia de la

Estética

en la historia de

la

escritura artística.

En el terreno de las conexiones entre las distintas técnicas narrati

vas,

el

cine debe sin

duda mucho

y

no

solo

en

la

inspiración

de sus

historias o en

la

importancia de

la

lectura novelística

como

elemento

formativo-

a

la

narrativa literaria,

mucho

más antigua,

canónicamente

fijada y socioculturalmente instituida. Determinadas pel Culas han uti

lizado técnicas narrativas pri marias como base de su diseño y cons

trucción: así, el paralelismo o

el

contraste,

la construcción

en escalera

o en anillo,

y

particularmente el suspense o retardación -piénsese en

Hitchcock-,

a las que ya se referían los formalistas rusos y fundamen

talmente

S}:ili.lovski

(192?a). Más importante aún es la presencia

en el

cine de la llamada "cámara subjetiva", tomada de la tradicional focali

zación interna o de personaje propia de la narrativa literaria; l primer

caso del uso de esta técnica duran te toda

una

película se produce en

La

Page 9: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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18

TEORÍA DE LA NARRATIVA

dama de lago de 1946 de Roben Montgomery, donde la cámara se

instala en

los ojos del detective,

que,

al

margen de sus apariciones

como narrador, no se ve nunca cuando actúa

como

protagonista sino

cuando en un par

de ocasiones se refleja brevemente

en un

espejo.

Pero, a la inversa, la narrativa literaria, sobre todo la novela, tam

bién se ha hecho eco

muy

frecuentemente de las distintas técnicas fíl

micas y de otras artes visuales

-incluso el

cómic-.

Ocurre

así particu

larmente con

el

montaje, concepto procedente de

la cinematografía

que

designa la

concatenación, ordenación

y ritmo de Jos

distintos

planos y

secuencias

de una película o

de

las viñetas de un cómic y

que, en la novela, se refiere a la adjunción por parte del

autor -como

si de un montador se tratase- de fragmentos secuenciales que inte

gran la organización sintáctica discursiva de los diversos episodios de

la historia, empleado por

poner

un caso en Como agua para chocola-

te de

Laura Esquive . Ocurre así particularmente

también

en la llama

da

"focalización externa literaria

-la

visión desde fuera de Pouillon

y Todorov (1966, 1973 ),

The camera

de Friedman (1955) o

el

modo

cinematográfico

db Villanueva (1989)-,

que

designa la perspectiva

narrativa puramente conductual y objetivista,

tomada

de la represen

tación pura, carente

de

introspección, evaluación y matices éxtrana

rrativos

de

la cámara fotográfica o cinematográfica; en El halcón mal-

tés (1929) de

Hammett

por ejemplo -como en otras de sus novelas y

cuentos- no solo se aprecia este tipo de representación objetivista de

origen fílmico sino también la influencia del cómic

en

la descripción

del rostro de Spade

(construido

por el ensamblaje del trazo de tres

uves )

o

en

la

misma ralentización

o

deceleración

de la velocidad

temporal (en

l fragmento del

puñetazo

del detective a Kayro)

que

puede

vincularse

con

la

denominada

en cine

cámara

lenta".

En el campo

de las adaptaciones intergenéricas,

uno

de los fenó

menos que integran el caso de las transformaciones textuales o trans

ducciones

junto con la hipertextualidad y la traducción, se evidencian

también múltiples relaciones entre la narrativa verboicónica

no

litera

ria y la narrativa literaria,

sobre

todo entre cine y novela . Existen

multitud de

relatos literarios, algunos de ellos

conspicuos

y de fácil

recuerdo, que han sido

transmutados,

a través del guión literario y

luego del técnico, a narraciones fílmicas

El nombre de la rosa

de

Eco

y Jean Jacques Annaud, por ejemplo); también

son

posibles, aunque

más raras, las adaptaciones inversas, es decir, los guiones literarios

LA

NARRATIVA

COMO MODALIDAD DISCURSIVA

9

originales de películas o series televisivas Brigada Central de Juan

Madrid)

que

luego han sido

acomodados

y reescritos

como

novelas.

Son, pues, múltiples los casos de imbricaciones transtextuales, téc

nicas

y

de lenguajes específicos

producidos

entre

las

artes

visuales

narrativas

y

la narrativa literaria. Aparte de las vinculaciones ya cita

das,

quedan aún otras

correlaciones menos palpables

pero no menos

ciertas: la iconicidad en la literatura, la presencia del narratario fílmi

co representado y aludido mediante la voz en off, la similitud del rea

lizador cinematográfico

y

el narrador novelesco o del montador

y

de

un determinado tipo de ensamblaje o construcción del texto narrati

vo, los papeles del lector/espectador

y

del

autor/director

- guionista

montador, etc.

1.3. La narración histórica e informativa

Ya

en

la Poética

de Aristóteles cfr. González, 1987: 59-60) la

historia

se distingue de la poesía no tanto por el carácter versal

de

la

última

cuanto, fundamentalmente, por el carácter

de

veracidad de la primera

frente al de verosimilitud de la segunda, porque

una cuenta lo que

ha ocurrido y otra lo que podría ocurrir . Esta diferenciación aristo

télica, coherente

tanto

con su sistematización de los

discursos como

con el propio origen etimológico del

término

historia

(vinculado

a

histor,

testigo, pero también a

historeo,

saber o conocer), es

práctica

mente la misma que se ha mantenido en la conceptuación

sociocultu

ral de las modalidades discursivas hasta nuestros días: la historia sería

un discurso atenido a la verdad

de

los hechos p;sidos, más o menos

remotos.

Y sin embargo,

el propio

carácter de relato del

discurso

histórico,

sus evidentes conexiones

con

modelos

y

fórmulas

narrativas litera

rias, su a-neutralidad ideológica y enraizamiento teórico explícito o

implícito, su papel cultural

y

su vinculación

con determinados len

guajes o discursos ideosociales y políticos, la

propia reconstitución

del

objeto

de estudio

por

cada perspectiva teórica antes

que

la exis

tencia fija de unos hechos pasados independientes de la visión, cues

tionan fuertemente esa idea general dominante. Ya Ricoeur (1980: 57-

58)

advertía

de las fuertes

homologías

existentes entre el relato

histórico

y el

relato literario:

Page 10: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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20

TEORÍA

DE

LA NARRATIVA

La historia la ficción se refieren ambas a la acción humana, aunque

lo

hagan con dos pretensiones referenciales diferentes. Solamente la historia

puede articular

la

pretensión referencial de acuerdo con

las

reglas de la

evidencia común a todo el cuerpo de las ciencias ( ..) Las narrativas de

ficción pueden cultivar una pretensión referencial

de

otro tipo, de acuer

do con

la

referencia desdoblada del discurso poético. Esta pretensión

referencial no es sino

la

pretensión de redescribir

la

realidad según

las

estructuras simbólicas

de

la ficción.

Pero dejando al margen las propias dudas sobre tal conceptuación .

tradicional de la historia aportadas

por

algunas de las investigaciones

más recientes

sobre

el papel de la metodología y teoría de la historia

(Foucault, 1969; Ricoeur, 1983; White, 1987) -que exceden las

pre

tensiones

de

este

trabajo-

y

situándonos

tan solo en

el ámbito

antes

aludido de la historiografía clásica, cabe señalar cómo esta ya estable

ce

notorias relaciones con

la

narrativa (Calame,

1986: 69-84;

Ruiz

Montero,

1998: 328-329),

incorpora numerosos elementos

noveles

cos (Fusillo, 1989: '58) y hasta ofrece una dimensión retórica y emoti

va en la historia trágica helenística (Alsina, 1991: 444).

-

La

historia

en

tanto

que relato, ya desde su

primer

cultivo, ofrece

pues numerosos contactos y relaciones con la narrativa·literaria. Estas

conexiones,

que

se han ido fortaleciendo paulatinamente con

el

trans

curso

del

tiempo

y

el

desarrollo

de

la

historia

y la novela, se hacen

mucho

más patentes cuando se piensa en géneros historiográficos de

aún más marcada dimensión narrativa,

como

los anales o las crónicas

por ejemplo. Pero tampoco la narración literaria se ha mantenido al

margen de la historia (no en balde

el

mismo Diccionario de autoridades

de 1734 define a la novela

como historia

fingida ); esta

cuestión

se

aprecia principalmente en el cultivo de la llamada novela histórica, un

género de filiación romántica (vinculado a la idealización del pasado, la

búsqueda de la identidad nacional y el

retorno

a los orígenes) que ha

tenido un notable resurgimiento mundial, del que sobran conspicuos

ejemplos, en las postrimería s del siglo

XX.

Con fronteras difusas y desdi

bujadas salvo

por

las majadas socioculturales dominantes,

la

historia

y

la

novela histórica sufren un nuevo auge que las vincula también en lo que

Villanueva (1987: 37) calificó de proyección tr ªscendente del pasado .

Las

modalidades

o géneros

de

la

inform ción constituyen tam

bién relatos, como bien advirtieron ya, entre otros, Jules

Gritti

cfr.

LA

NARRATIVA

COMO MODALlDAD DISCURSIVA

21

Barthes et alii 1966) o

el

mismo Francisco Ayala (1970). La diferen

cia fundamental de estos relatos con respecto a las narraciones litera

rias o a

otras

artísticas

no

literarias

estriba fundamentalmente

en su

carencia de dimensión ficcional y máxima referencialidad y mimetis

mo con

respecto a

la

realidad. Si bien la novela o el cine

pueden

llegar

en

algunos casos

-autobiografías,

novelización

de

casos reales,

docu

mentales,

etc.-

a minimizar la dimensión ficcional y la narratividad

en beneficio de una mimesis

una

representación realista máxima,

el

relato informativo -incluso

el

de

mayor

componente subjetivo- se

caracteriza precisamente

por

su

centramiento en lo que

Albaladejo

(1986, 1991) ha denominado el mundo de lo verdadero , esto es,

por

el

predominio

de

la

función referencial antes

que

de la

poética, por el

máximo grado de mimesis antes

que

.de ficcionalidad, por la supuesta

acentuación de la veracidad y objetividad

2

antes que de la verosimili

tud, la subjetividad y la imaginación,

por

su atención a la inmediatez,

la

ñovedad y el

interés general antes que a la propia escritura, en suma

por

ser

un

relato de y

sobre

hechos (actuales y noticiables,

novedosos

e interesantes). Es este último, también,

un

factor

que

diferencia

pri

mordialmente a la información de la historia.

Como en el caso anteriormente visto del cine y el cómic, la narra

tiva informativa

posee también

determinados

códigos

específicos

(lingüísticos, icónicos y gráficos/infográficos), determinadas técnicas

compositivas organizaciones formales (columnas y

módulos,

espa

cios o páginas, secciones, titulares//eads/cuerpos, etc.), determinadas

pautas

profesionales

de

escritura y estilo

(objetividad

y veracidad

informativa, construcción de la noticia mediante la famosa regla

de

las 6

W

atención a ia novedad, interés y actualidad, etc.), determina

dos medios

de

reproducción

y

creación de diferentes situaciones

comunicativas (básicamente prensa, radio y televisión)

y

determina

dos géneros o modalidades textuales

concretas

del macrogénero

informativo (fundamentalmente

noticia, información,

crónica

y

reportaje),

que se

distinguen entre

principalmente

(Valles, 1991)

2

El relato informativo , en la medida en que es tal y en la medida en que

está

mediado

y manipulado subjetivamente

-sin entrar

en los casos también existentes de

falsificación consciente-,

constituye también una

narración

que

no solo

contribuye

a

crear

opinión

sino, asimismo

como l

lenguaje, a modelar nuestra visión de

la

reali

dad y a instalarse, siendo un sustituto sígnico, en el lugar de la propia realidad que

representa.

Page 11: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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22

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

por

el

mayor

o

menor

grado de

actualidad

del

tema,

la

mayor

o

menor extensión, la mayor o menor

elaboración

estilística, la mayor

o menor presencia de la subjetividad del narrador, la mayor o menor

minuciosidad narrativa y descriptiva, la

elaboración

directa o de

archivo y el relato en tercera o

primera

persona.

Pero tampoco

aquí,

como

en

el

caso

anteriormente

visto,

nos

inte

resan tanto las singularidades de l narrativa informativa cuanto sus

posibles relaciones transtextuales

y de procedimientos técnico-com

positivos con la narrativa literaria.

En las conexiones temáticas y textuales de

la información

y la lite

ratura, la narrativa, sobre todo la novela, ha

tenido

una fuerte inci

dencia de toda índole en el relato periodístico:

estilos

y formas de

escritura, procedimientos técnicos y artificios retóricos, temas e ideas,

todo ello ha empapado

fuertemente

al escritor periodístico,

que

siem

pre

ha encontrado en la literatura

un modelo canónico

y

un

cauce

de

inspiración

de

su escritura. Tan es así que la prensa, ya desde sus mis

mos inicios dieciochescos y

decimonónicos, cuando

por

razones téc

nicas y

de velocidad de circulación de

la información estaba mucho

más vinculada a la modalidad

de

la opinión que de la información,

cedía

grandes

espacios para el debate, la información, el

juicio

o la

misma

práctica

literaria; la

modalidad

más específica y sobresaliente

que resultó de este interés fue el

surgimiento de

la crítica

literaria,

como discurso periodístico específico dedicado a enjuiciar determi

nadas

obras

literarias concretas, esto es, como un metadiscurso o

metatexto (Genette, 1982) que dobla y glosa el texto literario directo.

La actividad de la crítica periodística, aunque

relegada cada

vez a

menos páginas y menos frecuentes, si bien acusando una notoria pér

dida

de

poder

e influencia formativa y publicitaria ante los discursos

comerciales

y mediáticos

cada vez más potentes,

continúa

aún su

andadura

generalmente vinculada ·a

suplementos

semanales,

ya ni

siquiera

monográficamente

literarios

sino

artísticos o culturales.

Por otro

lado,

también la

atracción,

el

interés público y la crecien

te trascendencia de la información han influido en los temas y en la

constitución

de novelas

y

hasta de géneros

narrativos

particulares.

Acaso

la muestra más conocida sea la de la

novela A sangre fría

de

Truman Capote -también periodista-, tan basad_a y ajustada a las

noticias

de

los diarios

sobre

un

crimen

real y estilísticamente,

con

un

lenguaje y técnicas tan vinculadas a la narrativa informativa, que la

LA NARRATIVA COMO MODALIDAD DISCURSIVA

23

crítica

elaboró a partir de ella la noción de Jaction

(de

Jact hecho

real), frente al usual

nombre de fiction

con

que

se alude

usualmente

a

la literatura y particularmente a la narrativa.

Asimismo, en el

caso

de

la novela policiaca

por

ejemplo, es bien

conocido

el caso de cómo

dos

de las novelas cortas de Poe

Los

crímenes de la calle Morgue y El

misterio de Marie

Roget

suponen una ficcionalización literaria de

dos

crónicas periodísticas de sucesos; esta misma

modalidad informa

tiva fue la responsable de la creación

de toda

la tradición de las

cau

sas célebres , que ha

desembocado

en la

novelización más

actual

de

crímenes

reales famosos, del mismo modo que, más recientemente,

las noticias y

el

consiguiente interés de la población sobre las guerras,

el espionaje o el terrorismo

han

auspiciado el surgimiento y

desarro

llo

de

las submodalidades

de

la

novela de

aventuras

denominadas

bélicas,

de

espionaje o de terroristas .

Pero

además de las conexiones transtextuales, los procedimientos

técnicos y constructivos de la narrativa literaria e informativa se han

hecho

mutuamente

presentes en el

otro

campo. La novela le

ha pres

tado a la información sobre

todo

ideas, pautas, estilos y artificios de

escritura,

pero

también la focalización interna que se hace

patente

en

determinadas crónicas o entrevistas, su capacidad

integradora

e

inter

textualizadora que se aprecia, por ejemplo, en las citas -no

solo

lite-.

rarias- o algunas técnicas básicas (paralelismo, contraste, estructura

circular) y procedimientos narrativos usuales (anacronías temporales,

formas

de

caracterización

de

personajes, descripción

de

espacios, etc.)

que

aparecen

en la construcción del

cuerpo

de

ciertas

noticias o de

otros

géneros periodísticos.

De

otra parte, también la técnica periodística se ha

hecho

patente

en la

escritura

literaria

narrativa.

No

se

trata

únicamente

de

la fre

cuente

inserción

de determinados

textos

periodísticos

-reales o ficti

cios- dentro de numerosas novelas, llegando incluso en

algunos

casos

(el Libro de Manuel de Cortázar) a yuxtaponerse w n otros

elemen

tos

heterogéneos

en

una

construcción

de montaje

o

de collage sino

de la incidencia de la técnica periodística en la escritura novelesca. Así

ocurre con el objetivismo, la

introducción del

argot y

el uso

de la

cláusula breve que cimentan,

junto

a la focalización externa, l des

carnado estilo de

Hammett,

que se apoya asimismo sin

duda

en la

técnica periodística

tanto

como en

l

cine mudo y

otras artes

visuales

y la propia tradición

estadounidense

del

relato

popular previo

de

Page 12: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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24

TEORÍA

DE

LA

NARRATIVA

aventuras criminales. Así ocurre, igualmente y sobre todo,

con la

téc

nica del reportaje, frecuentada ya en la narrativa

europea

desde

mediados de siglo

3

y

que

puede apreciarse

perf

ectamente en

La

ver-

dad sobre el caso Savolta

de

Eduardo Mcndoza.

2. LA

NARRATIVA LITERARIA

Referirse a la narrativa literaria significa, inevitablemente, aludir a sus

difere

ncias

con

respecto a los

otros

grandes géneros literarios, esta- .

blecer su factor específico con respecto a la lírica y la dramática.

No es este lugar, sin embargo, para en trar en todas las cuestiones

relativas al propio

concepto

de

"gé

n

ero"

y a los elementos fund a

mentalmente formales , temáticos o discursivos que han servido para

formular

la

estructura tripartita

básica y

definir

cada

uno

de los

modelos

primordiales de los

denominados

géneros u n d a m e n t a ~ e s

géneros naturales, tipos o modalidades discursivas (lírica, dramátic a,

narrativa). Su enunciación terminológica directa por Cascales, basán

dose va en la división e ideas al respecto de

Minturno

y con las for

m u l ~ i o n e s precedentes más o menos

indirectas

y asistematizadas de

a

República

platónica, la

Poética

aristotélica y

la Epist la ad Pisones

} '

horaciana, se ha aclimatado fuertemente en la concepción sociocultu

ral occidental de la literatura, particularmente tras su iteración y sis

tematización en todos los tratados poéticos clasicistas, su reconoci

miento

como formas

naturales" por

Goethe, su

organización

en

relación a la estructura dialéctica (objetivo 1 subjetivo 1objetivo-sub

jetivo)

por

Hegel y hasta su formulación

como

entidades evolutivas,

mutantes y adaptables,

por

Brunetiere.

En el

siglo

xx,

no

obstante, el desarrollo de

la teoría literaria ha

venido a replantear

no

solo muchas de las nociones en que se basaba

esta articulación trimembre sino incluso su

propia

constitución, aña

diéndose

en algunos casos un cuarto género o redefiniéndose los

caracteres de los tres básicos.

Lo cierto

es

que

la diversidad de crite-

J

Es famosa la

polémica

que, particularm

ente

so

bre

l reportaje,_ el montaj:

'

o tr as

té cnicas narrativas, tuvo en

Das Wort

Lukács,

Jefensor

del real

crmco

del

empleo de tales procedimientos en la novela expresionista -

-en

tamo que

máxima cum

bre del simbolismo

y

l modernismo-, con Bloch

y

tamb•en con Brecht (Gallas, 1971 .

LA

NARRATIVA

COMO MODALIDAD

DISCURSIVA

25

rios utilizados para la definición

de

los géneros (diégesis / mimesis,

o bj e ivolsu bjet ivo, natural h istó rico, existencial idad/ ficc ionalid ad,

autorallinterpers onal, etc.), la propia dificultad de adscribí r exclusiva

y hasta preemincntemente las categorías de épico, dramático o narra

tivo a los tres géneros,

la

necesaria dis tinción entre los

modelos

insti

tucional e históricamente

instituidos aunque mutantes

y

los conjun

tos definidos por similitudes discursivas no siempre ni exclusivas ni

patentes (los géneros/tipos de Todorov), las desdibujadas fronteras

de cualquier tipología de clases

de

textos" sobre todo en .relación a

la heterogeneidad, canibalización y transgenerización e intergeneri

zación de

numerosos

textos

literarios concretos,

la

propia

realidad

histórica v normativamente cambiante de los textos

y

géneros litera

rios, la misma separación de la Poética y la Literatura en el

campo

de ·

los géneros no esconden la utilidad y operatividad de una clasifica

ción válida

y

necesaria, siempre

que

esquive los riesgos de lo canóni

co y lo m a ~ i q u e

Por

eso, Genette (1979: 84-85) considera muy acer

tadamente

-sobre todo si

le

sumamos el componente institucional y

sociocultural que me parece fundamental para entender

no solo

estas

categorías tan li

ga

das al

estudio

y la

consideración de lo que

sea la

propia literatur

a

sino

incluso su

enraizamiento y construcción

del

objeto 'gé nero ' de forma vinculada a determinados marcos teóricos e

ideoculturales- que los géneros son divisiones clasificatorias

de

las

obras literaria

s,

obtenidas mediante la

determinación de

conjuntos

diferenciados por la combinación de rasgos temáticos, discursivos

formales .

Aceptando, pues, desde esta perspectiva y con tales matizaciones

y reservas,

el

esta us de la narrativa (o épico-narrativa)

como

género,

habría que precisar entonces cuáles serían las peculiaridades

de

toda

índole

que

permiten su

propia

identidad y caracterización

como

clase

textual. Intentando esbozar estas singularidades y deslindar lo especí

ficamente narrativo, Kurt Spang (1993: 104-105) esboza el siguiente

inventario de rasgos, que aquí se

exponen

resumidos: a)

la

situación

básica subyacente del relato de una historia

por

alguien; b) la existen

cia de

un

narrador; e)

la

condición ficcional de la historia y el narra

dor; d) la posibilidad exclusiva de

narrar

la subjetividad ajena; e) la

"reducción a la palabra , esto es, la presencia de un lenguaje literario

esencial y básicamente verbal;

f

la

objetividad,

la

"sugestión

de lo

real ;

g

el carácter diferido de la comunicación narrativa.

Page 13: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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26

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

Mieke

Bal (1987: 16), por su parte, indica que los rasgos que posee

idealmente todo el

corpus de

textos narrativos serían las

de tener

dos

tipos de portavoces, uno de los cuales juega un

papel en

la

fábula

y

otro

no narrador y autor), la de poseer

tres

estratos

descriptibles

texto,

historia y fábula) y la

de tener

un

contenido narrativo

consis

tente

en

una

serie

de

acontecimientos

conectados que

causan o expe

rimentan los actores.

La base de la teoría hegeliana sobre la objetividad y la expresión

de la

totalidad

del mundo

mediante

la

representación de

una acción

particular subyace en

la idea de

Aguiar

e Silva

sobre la

narrativa

como

·

representación literaria de la

interacción

del

hombre

con

el mundo,

con su

medio histórico,

social y físico; Aguiar, además,

caracteriza

a

la narrativa

por

dos

factores fundamentales, la presencia de

un

narra

dor y la presencia

de una historia

ficcional,

que

la diferenciarían

tanto

de

la dramática (solo historia)

como de

la lírica

ninguno de

los dos).

Especifica

de

este modo A guiar (1988: 599) su tesis [y

traduzco]:

El texto narrativo literario se caracteriza fundamentalmente por su radi

cal de presentación - un narrador, explícitamente individuado o reduci

do

a 'grado cero' de individuación, funciona en todos los textos narrati

vos como una instancia enunciadora que cuenta una historia- y

por

relatar una secuencia de acontecimientos ficcionales, originados o sufri

dos por agentes ficcionales, antropomórficos o no, individuales o colecti

vos, situándose tales sucesos

y

tales agentes en

el

espacio

de

un mundo

posible.

Respecto a lo planteado por estos teóricos de

un

modo muy general y

si

ntético,

p

articularmente

por

Spang, cabe

hacer

algunas precisiones

4

que en absoluto niegan sus asertos pero sí tienden a mostrar su com

plejidad.

El

narrador

es

una entidad

intratextual y ficcional

que -intervenga

en la historia contada o no, esté identificado o no, ceda la palabra y

respete más o menos

escrupulosamente

los

discursos

ajenos o no- se

relaciona

con

otras

entidades intratextuales -autor implícito y narra

tario,

su

correlato-

y extratextuales -autor empírico- y opera esen-

4

Todos

estos aspectos serán examinados de forma más detenida en los lugares

pertinentes

de este trabajo.

LA

NARRATIVA

COMO

MODALIDAD

DISCURSIVA 27

cialmente mediante actividades diversas

que

filtran, median y

organi

zan la información no solo

de

modo

narrativo

registros,

voces,

dis

cursos, palabras)

sino de

modo representativo focalización, selec

ción, omisión o

sobreabundancia

de

informaciones, veracidad o

engaño, etc.)

La historia o

contenido narrativo básico no

es

solo

una

articula

ción de una

serie de

acontecimientos experimentados

por

los

actores

durante

unos ciertos lapsos de

tiempo

y en

ciertos lugares

sino

un

material diegético

que discursivamente)

se transmite verbosimbóli

camente, se estructura y organiza mediante

determinadas

técnicas,

permite tener en metadiégesis otras historias internas o enclavadas o

ser una sucesión hilativa de ellas, se

cuenta

y hace ver

selectivamente

de

uno u otro modo: piénsese en el ya

citado

relato de

Borges

La c s

de Asterión

como versión

sorprendente

del

mito

del minotauro .

La dimensión ficcional, el pacto narrativo y la construcción de un

mundo posible no niegan ni la posibilidad

de

ficcionalización e inser

ción

en

el

texto

de espacios o seres

procedentes

de la

realidad

física ni

tampoco la capacidad

de referencialidad

indirecta y

de

representa

ción/alusión a la realidad

por

el texto narrativo (lo

que Ricoeur

lla

maba-la redescripción

de

la realidad según las

estructuras

simbólicas

de la ficción : muy

evidentemente,

el

ejemplo

ya

citado

de A s re

fría , así como de su relación

-c o

nforme o

disconforme-

con

deter

minadas pautas

y

nociones ideoculturales

y determinados len guajes

sociales (ideología e ideologemas, sociolectos e ideolectos, etc.)

Narrar la subjetividad ajena no es sino

un

simulacro

al

que otor

gamos

carta de veracidad en los textos narrativos, sobre

todo

por las

posibilidades ofrecidas por la

focalización

omnisciente o cero y en

función

de

los pactos implícit os epistémicos y de la

veridicción

s ~ e -

mos que

ningún

narrador es Dios, aunque el enunciador

y

los lecto-

res juguemos a ese

juego);

tampoco es una característica s i n g u l r ~

1 d 1 . b

aunque SJ

muy

usua-

e

os textos narrativos,

puesto que

tam

ten r----{

la lírica y

la

dramática

permiten,

a través de la

voz

del

hablant

e lírico (1)

o

de un

personaje, el

simulacro

del

conocimiento

del universo

psíqui---o

co

ajeno. 2

Finalmente,

tampoco

la situación

comunicativa diferida,

la comu-

3

nicación in absentia,

marcada

por

la

escritura, los pac_ os

narrativos

y J

la distancia espaciotemporal entre

emisor/receptor,

es la única que s ~

da -si

bien

sí es la más

frecuente-

en la transmisión de los textos

U

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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  8

TEORÍA

DE

LA NARRATIVA

narrativos;

la comunicación

in praesentia

y la escenificación y para

verbalidad se dan en la transmisión oral

de textos

narrativos y el

nuevo

hipertexto derivado de las situaciones comunicativas telemáti

cas ofrece también otras particularidades destacables.

En general,

sin

embargo, como

puede

apreciarse, estas tres

opinio

nes,

que

desglosan de

modo

más o

menos detenido

las

particularida

des

del

texto narrativo,

coinciden en la atribución

de

un papel

esen

cial a la

existenciasinguladora

de

dos

elementos: un

hablante

y lo

que

dice, el narrador y la historia. Pero,

recogiendo

los anteriores plante

amientos y ampliándolos

desde

la distinción tripartita de Genette

entre historia/narración/relato (entendiendo el primer y tercer térmi

no en el

mismo sentido en que

le da el

teórico

francés), se

podría

estar

ya

cerca de establecer

una

configuración, si bien esquemática e inicial,

de lo que caracteriza y define a la

narrativa

literaria.

Partiendo

de

tales

antecedentes,

la narrativa literaria podría definirse

de

un

modo

propedéutico a partir de la inclusión de un

tercer

factor, el relato

-el

cómo

dice, la

estructuración verbosimbólica- junto

a los

dos

elemen

tos singulativos y

diferenciaclores

básicos

del

hecho narrativo: el

narrador y la

historia -el quién y

el

qué,

el que dice

y lo

que dice-.

De este modo, el narrador, lo narrado y

lo

narrante se articularían

para constituir

el esquema

mínimo

que definiría, de

un

modo sencillo

y básico (aunque dentro de un sistema más complejo de

pautas

y

con

ceptos pragmáticos

ideoestéticos y socioculturales), la narrativa como

el relato de una historia por un narrador:

y es

justamente

la combina

ción

de estos elementos la que, de

manera fundamental,

caracteriza al

género narrativo y lo diferencia de los otros géneros fundamentales o

naturales:

DISCURSO

HISTORI

N RR DOR

(cómo)

(qué)

(quién)

GÉNERO

DRAMÁTICO

no

GÉNERO

lÍRICO

no

no

GÉNERO N RR TIVO

-

 

-

Esta

definición general de la narrativa

como "relato

de

una histo

ria por un narrador", no obstante debe ser

-como

decía- desglosada,

1

l

LA NARRATIVA COMO MODALIDAD

DISCURSIVA

9

matizada y enriquecida: justamente al análisis y

estudio

del texto

narrativo, de sus estratos y componentes intratextuales

(acción,

lugar,

tiempo, actores, narración, representación, implicitud autora y lecto

ra ), de sus rasgos usuales (polifonía y plurilingüismo, ficcionalidad,

sugestión

de lo

real y referencialidad, isotopí as,

mediación ideocultu

ral,

transdiscursividad,

etc.),

de

los

géneros narrativos (epopeya,

novela,

cuento

y

otros

géneros menores),

de la

comunicación narrati

va

(autor

y lector

empírico,

comunicación básica

in absentia

pacto

narrativo, texto

oral, texto escrito

e hipertexto), de

su lenguaje,

estructura

y técnicas, etc., se destinan las páginas siguientes de este

trabajo, que pretende justamente ofrecer un

panorama

sistemático

del texto narrativo y de

las

teorías y

conceptos

más

relevantes

genera

dos sobre

el mismo.

Page 15: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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C PÍTULO

LOS GÉNEROS

NARRATIVOS

Poco antes me he referido a las modalidades discursivas o clases de

textos establecidas en función de determinadas homologías

morfoes

tructurales,

temáticas o discursivas,

esto

es, a

los llamados

géneros

naturqles géneros fundame ntales o tipos -lírica, dramática y narrati

va-, para considerar los elementos diferenciadores y característicos

del macrogénero que aquí nos ocupa.

Procede ahora examinar los llamados géneros históricos clases de

textos que, sin localizarse fuera de las modalidades discursivas f unda

mentales, tienen una identidad

y

una singularidad determinada por

las afinidades dadas entre determinadas obras literarias de una misma

época o, incluso, de varias de ellas. Son agrupaciones textuales que

cumplen, según Raíble cfr.

Garrido,

1994 y 2000), la triple función

semiótica en relación con el autor (modelo), el receptor (horizonte de

expectativas) y

la

sociedad (señal),

pero

que, además, de

alguna

mane

ra, suponen una serie de complicaciones primordial aunque no exclu

sivamente referenciales, temáticas y morfoestructurales

que

se super

ponen

e imponen a la

propia escritura literaria, una

especie

de

invitación a la forma en palabras de Claudio Guillén o un elemen

to sistematizador de la referencialidad y un elemento normativizador

de la propia sistematización en palabras de

Pozuelo

(1988: 75).

En el caso que nos ocupa, se trata de los tres grandes géneros his

tóricos -epopeya, cuento y novela-, además de toda una serie de for

mas m e n o ~ e s también bien instituidas sociocultural e

históricamente

y bien definidas formal, estructural o temática mente,

que

pueden ads-

Page 16: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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32

TEORÍA DE

LA NARRATIVA

cribirse

esencialmente

bien

a la

tendencia

épica bien a la línea más

puramente

narrativa.

Particularmente

junto

a esos tres grandes géneros históricos,

con

vendrá

aludir

a los denominados subgéneros, ya fundamentales, ya

históricos: la novela épica, lírica, dramática o

la

novela de acción, per

sonaje, espacio, etc. en el

primer

caso; la novela psicológica, experi

mental,

barroca,

policiaca

o

de ciencia

-ficción, por

ejemplo, en

el

segundo

estas últimas, distinciones efectuadas según criterios epoca- ·

les, estilísticos o temáticos principalmente).

l

GÉNEROS NARRATIVOS MENORES

Es una convención ya tradicional en

el

campo de la teoría literaria la

distinción entre

géneros

mayores

y

menores;

en muchas ocasiones,

intentando apoyarse

en un criterio formal y más palpable, esta dife

renciación se ha transfigurado

en

la

oposición entre

géneros largos y

breves. 1

Se trata, en principio y en ambos c:;asos de una dicotomía clasifica

toria

mucho

menos fUHda-mentada y ajustada a la realidad architex

tual que los conceptos de género fundamental, género histórico

o

subgénero -que ya

presentan

suficientes

problemas,

como se ha

visto-,

porque se basa solo en un criterio estrictamente tipificador y

un

interés

operativo, que

vincula

no textos,

sino distintas clases

de

textos, y lo hace

no tanto

por sus afinidades

internas

o por su naci

miento y

desarrollo histórico,

cuanto por su

importancia

mayo

res/menores) o ext ensión {largos/breves).

Por

ello,

l

uso de

estas nociones,

requiere un

cierto

cuidado para

ni caer

en

un

normativismo

riguroso ni

confundir

una conveniencia

meramente clasificat-oria con un concepto general fundado sobre rea

lidades textuales, sobre todo cuando la propia adscripción de algunos

géneros

-por

ejemplo, el

cuento-

a

uno

u

otro

ámbito,

el

de los géne

ros

mayores

o menores, es variable.

Así

pues,

con

las salvedades y

precauciones indicadas, este trabajo mantiene esta distinción clasifi

catoria por

causas

operativas

y

organizativas:

en el espacio

de

los

géneros mayores, se hará referencia más detenida a los tres géneros

narrativos

-epopeya,

cuento y novela, incluyendo la novela corta- d 

mayor

importancia y cultivo; en

el campo de

los géneros menores y a

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

33

partir

de ahora, se aludirá

muy

brevemente a otras modalidades tex

tuales de

menor

trascendencia y

duración, que

se vinculan preemi

nentemente

bien a la

corriente

épica

mito, poema

épico,

cantar de

gesta, balada, saga, edda, romance, lai bien a la

puramente

narrativa

parábola, fábula, apólogo,

enxiemplo, leyenda,fabliau,

facecia,

nove-

lla, patraña, romanzi, etc.)

La inmensa mayoría

de

estos géneros menores o breves ofrecen

unas

peculiaridades comunes

y bien

perfiladas

y se

vinculan

muy

directamente

con

los tipos de formas simples caso, chiste,

cuento,

dicho, enigma, leyenda,

memorabile, mito

y saga)

distinguidas por

Jolles y ya examinadas.

A excepción del cuento literario, que simboliza la máxima

con

densación y brevedad narrativa en

el

mundo actual de

la rapidez

y la

fugacidad, acentuada aún más en el caso del

microrrelato

o

micro

cuento recuérdese

el

caso extremo y bien

conocido

de

El dinosaurio

de Monterroso), todos

el-los

tienen su origen en

un

pasado alejado de

la contemporaneidad y en muchas ocasiones, no ya medieval sino

esclavista, no ya centenario sino milenario. Por ello, su posible

prác

tica en otros momentos de la historia y en diferentes lenguas, culturas

y naciones los ha hecho evolucionar o desarrollarse de

modo

distinto.

Por ello también, su presentación actual se ofrece normalmente en

ciclos, repertori os y compilaciones -de su

momento

o

posteriores-

o

bien en narraciones enmarcadas o enhebradas Shklovski, 1925a).

Asimismo, la práctica totalidad

de

estos géneros -salvo l

poema

épico-

se caracterizan por su brevedad. Este hecho complica una serie

de rasgos comunes a todos ellos: la condensación estructural, la linea

lidad

nudearización

de la acción, la

reducción temporal,

la limita

ción actoral y caracterizativa, la singularización narrativa y

la

simple

za técnica, la frecuente activación de mecanismos de tensión o

intensidad narrativa,

el predominio

del

modo

narrativo

sobre

el diá

logo y la descripción.

1.

l.

Géneros menores e carácter épico

Aparte de la epopeya, la variante épica de la modalidad textual épico

narrativa reúne una

serie de

tipos de relatos en

los

que

se narran

acciones de héroes o guerreros,

que

representan los ideales de una

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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34

TEORÍA DE LA

NARRATIVA

clase privilegiada aristocrática o guerrera y

que

se asocian

con

los orí

genes,

símbolos

y

destinos

de toda una colectividad sociopolítica

humana.

Son, pues,

usualmente,

géneros vinculados a

estructuras

sociales esclavistas o feudales, de rígida y poco maleable

organiza

ción, impregnadas

por

una ideología marcada por la visión mítica o

sagrada del

mundo,

donde las

pautas

de ideologización e incultura

ción tienen que ver fundamentalmente con l circulación oral y popu

lar

de

la información. Se trata asimismo de relatos en los

que el

mate- ·

rial folklórico, la variación y el f r a g m e n t a r i s ~ o la oralidad y el

carácter popular se encuentran en la base -directa o

indirecta-

de .

estos textos.

En

un

sentido antropológico,

el mito

constituye uno de los

nudos

articulatorios y entrelazados que operan en las culturas caracteriza

das

por una

estructura mítica

de

su visión del

mundo,

representación

de la realidad ligada a los sistemas pre-esclavistas y esclavistas y otras

estructuras sociales antiguas o primitivas; de ese modo, el mito es una

forma correspondiente

al

papel

de la

ideología en

las

sociedades

modernas. Como ya puso de manifiesto Lévi-Strauss existen_nume

rosos

mitos comunes

o similares en las distintas

culturas

el padre

creador, el descenso a los infiernos, etc.) que son susceptibles de ser

descompuestos y analizados tanto por su funcionamiento estructural

Lévi-Strauss diferencia dentro del

mito

el

armazón, el

mensaje y el

código y Greimas ha seguido ese esquema para observar sus vincula

ciones con

el

cuento tradicional)

como

mediante sus unidades míticas

o

mitemas.

De ese estudio -Cassirer,

Chase,

Eliade, Dumézil- se

ocupa hoy la mitología, una disciplina de la antropología.

Pero en l sentido literario

que

aquí nos interesa, el mito, definido

por

Aristóteles

como

relato fabuloso y

por

Platón

simplemente

como

un relato, ajeno a la búsqueda

de

la verdad de la filosofía, rela tivo a

los dioses y a los héroes, es una antiquísima forma alegórica de relato

y

por

ello, para la teoría de la narrativa actual, el término

mito

se

emplea

fundamentalmente como narración oral, tradicional y popu

lar

de un suceso, relativo a dioses y héroes, acaecido en un mundo

anterior

o distinto l

orden

presente y vinculado a una representación

mítica de la realidad y el universo por ejemplo, el ya citado de Teseo

el minotauro). En esa dirección, los mitos de las primitivas teogoní

as y cosmogonías suelen hacerse presentes de forma patente e Ínter

textual en las epopeyas, en las que se encastran y que originan, como

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

35

demuestra l propia acepción de fábula

mythos que

le otorga Aris

tóteles en su Poética.

El

mundo

medieval, con su

estructura

social feudovasallática y

l

importancia de la nobleza y de los guerreros, su ideología predomi

nantemente sacralizante y su organización política en reinos, hereda

de

forma directa

el

discurso épico de las sociedades esclavistas adap

tándolo a las nuevas circunstancias.

Así, las baladas aparte de bailes y composiciones líricas autorales

más recientes de tono sentimental o nostálgico

evocativo)

son

narraciones épicas, referidas a héroes medievales, que mezclan haza

ñas guerreras históricas y legendarias y

que

constituyen

un fondo

folklórico y popular extendido

por

todo el norte de

Europa:

Inglate

rra, los Volksballade germánicos, los folkvisor suecos o los folkeviser

noruegos y daneses, etc. Las sagas constituyen relatos épicos en prosa

generalmente anónimos, destinados a cantar las hazañas de determi

nadas familias nobiliarias o reales y

de

sus respectivos

pueblos; con

un

origen islandés primitivo y

un

indudable parentesco con

baladas y

cantares de gesta, las sagas se generalizarán

también

por gran parte

del norte del continente. Estas tienen su paralelo en los extensos poe

mas épico-narrativos en verso difundidos por todo el ámbito germá

nico denominados

eddas, como el

ciclo de Teodorico, de Gudrum o

de Sigfrido y Los Nibelungos.

Es evidente l fuerte parentesco con la épica germánica de toda l

épica románica que, en lo referido a las hazañas

de guerreros

heroi

cos cuenta fundamentalmente

con

tres ciclos narrativos

de

poemas

caballerescos:

el

ciclo

bretón Arturo, Perceval, Lancelot),

el ciclo

grecorromano Alejandro, Tebas, Troya, Roma) y el ciclo carolingio

Carlomagno, Fierabrás, Roland).

Una

de sus

modalidades

más defi

nidas en

l

ámbito románico

es

la de los cantares de gesta hispánicos

o las chansons galas el Cantar de Mío

Cid

o La Chanson

de

Roland ,

narraciones versales

de

tipo épico, también

centradas

en las hazañas

de un héroe-guerrero medieval.

Desgajados de los cantares de gesta según Menéndez Pidal, apare

cen en l península hispánica los

romances,

series de

versos

octosíla

bos asonantados en los que predomina la

narración

épica del Cid,

fronterizos, de Pedro el

Cruel,

etc.),

aunque otros

se especializan en

motivos líricos y novelescos. Un caso relativamente

parecido

aunque

previo es el de los lais franceses los de María de Francia, h. 1175),

Page 18: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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  6 TEORÍA DE LA NARRATIVA

breves poemas narrativos de carácter cortés y caballeresco y origina

dos en las leyendas tradicionales o romances del ciclo artúrico.

En cambio, los poemas épicos, serios o

incluso

burlescos La

Araucana

de Ercilla frente a

La gatomaquia

de

Lope

de Vega), cons

tituyen relatos épicos en verso mucho más recientes

que

las epopeyas

y

toda

la

épica

medieval,

respondiendo

ya a los ideales

heroicos

o

imperiales

de

las naciones

modernas

y al

intento

de legitimación de

sus hazañas

guerreras.

La Gierusalemne Liber

ata

de Tasso

abre

el .

cultivo de este género,

heredero

directo de

la

epopeya, en el que tam

bién se encuentran, entre otros, la ya citada Araucana de Alonso de

Ercilla y

Os Lusiadas

de Camoens.

1.2.

Géneros menores de carácter narrativo

Los géneros fundamentales

de

la tendencia narrativa -de los

que

me

ocuparé más

adelante- son

el

cuento,

la novela

corta

y la novela, esta

última

con

una

gran variedad de subgéneros tem áticos, históricos y

estilísticos.

Junto

a ellos, existen

toda

una serie de modalidades narra

tivas menores, subgéneros históricos bien definidos y de antiguo cul

tivo

-grecorromano

o

medieval-, que

conviene,

al menos, enunciar

en este lugar.

Del

mundo

antiguo proceden directamente

la

parábola y la fábula.

La primera, la parábola, es

de origen oriental

y designa

un tipo

de

relato en prosa de estructura alegórica, propósito ilustrativo o ejem

plificador

-significa

comparación

en

griego-

y finalidad didáctica,

básicamente moral o religiosa (así las de los Evangelios). La fábula,

iniciada

por

Esopo

en Grecia

y

aclimatada

por

Fedro

en

el

ámbito

romano,

tiene

un

largo

recorrido que

incluye

su

cultivo

y

práctica

mucho más reciente en las literaturas occidentales (Lafontaine, Sama

niego, Quiroga); se

trata

de relatos,

usualmente

escritos en verso y

con cierto tono humorístico o irónico, caracterizados

por

el empleo

simbólico

como

personajes de animales

dotados

de

atributos huma

nos y

por tener siempre

un in moral

usualmente,

la cierra

una

moraleja ).

La Edad

Media propició

la aparición de diversos tipos de relatos,

normalmente

de

origen oriental y

propósito

didáctico.

Muy

vin-cula

do

con la fábula se encuentra el apólogo, cuento corto en prosa de

LOS GÉNEROS NARRATIVOS

7

finalidad didáctico-moral, tono serio y base alegórica (el

Sendebar,

por ejemplo), absolutamente cercano al enxiemplo, término medieval

con el que se designaban precisamente unos breves relatos alegóricos

y morales que servían para ilustrar y demostrar

una

máxima o conse

jo

Libro de os exemplos por abe, el Conde Lucanor)

y

que

se mues

tran muy semejantes al apólogo. Las leyendas son relatos orales, de

origen y transmisión popular, basados en hechos históricos o religio

sos, reales o ficticios, pero siempre magnificados y

tamizados

por el

imaginario colectivo popular; su cultivo nace en la

Edad Media

vin

culándose a temas religiosos o patrióticos e históricos y renace fuer

temente con

el

Romanticismo, que

recoge y fija

literariamente por

escrito muchas de estas tradiciones. Otro tono es el

que

se aprecia en

los fabliaux franceses de los siglos XII a X

IV,

narraciones cortas de

tono

jocoso

y burlesco y fin

humorístico

y paródico (la avaricia,

el

amor cortés, etc.) escritas en octosílabos.

En el Renacimiento se mantienen este tipo de relatos breves de

carácter divertido

y fin

cómico,

a veces

chistes

y a veces

pequeños

cuentos acabados con un

refrán o

sentencia, en

las

facecias, unas

anécdotas o relatos chistosos (así, las recogidas por Chevalier). Los

romanzi son

narraciones extensas

en

prosa derivadas

de

los

po

emas y

ciclos caballerescos medievales y caracterizadas por la

libertad com

positiva y las escenas fantasiosas

-mitológicas,

caballerescas,

etc.-;

constituyen la base de

la

creación de la novela actual y

generaron

gran

polémica en

el

momento de su aparición (así la

habida

con

el Orlando

furioso de Ariosto, similar a la española sobre los libros de caballería).

También de origen italiano, la

novella

(el

Decamerón, el Heptamerón,

los uentos

de Canterbu¡·y,

las Novelas

ejemplares),

es un tipo de

narración breve en

prosa

-

similar

a la

novela

corta

y

germen

de la

actual

novela-

caracterizada por su concisión,

estructura

rígida -nor

malmente enmarcada o enhebrada- y estilo objetivo; las patrañas (el

Patrañuela

de Timoneda) son una forma especial

de

aclimatación de

la misma en España.

2.

L A EPOPEYA Y

LA

ÉPICA

Una

primera

distinción que conviene hacer antes de abordar lo que

sean la epopeya y

el

poema épico

como

géneros mayores

de

la modali-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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38

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

dad discursiva fundamental épico-narrativa

es

la existente entre esta y

lo

épico.

Lo épico es una categoría estética, transtextual y común a

todas las artes

por

tanto, que se opone a otras que se sitúan en el mismo

plano (lo trágico o lo dramático, por ejemplo)

por

su oposición inten

sa en cuanto a la tensión, su dinamismo y

posibilidad

del

héroe

de

modificar el

mundo,

su

expansión

grandiosa, su exaltación del héroe

como hombre individualizado y su seguridad o certidumbre interior

(Souriau, 1990: 508). La épica, en cambio, se inscribe en un género fun

damental, denominado

épico-narrativo,

que

se halla de

terminado

esencialmente

por

la presencia en- el mismo de

un

narrador y una his

toria -que vertebra unos acontecimientos experimentados por unos

actores en

un

tiempo y

un

espacio- verbalmente referida, esto es, por

ser básicamente un relato de una historia por parte de un narrador .

Pero, a diferencia de la tendencia estrictamente narrativa (novela,

cuento, etc.), la épica constituye una modalidad relatora específica

que

se nuclea en

torno

a

determinados

géneros históricos específicos,

sean estos mayores (epopeya,

poema

é

pico)

o menores (mitos, bala

das, sagas, eddas

cantares de gesta,

lais

romances),

y

que

aparece

como

un discurso fundamental y propio de las sociedades esclavistas

o feudales. En este sentido, diferenciand o con Zumthor (1983: 1OS la

epopeya -forma poética cultural mente condicionada y variable- de la

épica -como discurso

narrativo

relativamente estable-, puede afir

marse que todas las modalidades épicas comparten una serie de ras

gos comunes:

a la existencia previa de unos relatos orales y populares que cons

tituyen el material épico

-el

epas

que

luego tematizan, versionan,

formalizan y hasta fijan escriturariamente determinados textos y cla

ses de textos épicos;

b) la aparición de estos discursos en unas sociedades con una divi

sión social del trabajo muy marcada y unas condiciones de explota

ción y extracción de plusvalía acusadas,

que

tienen en la guerra y la

conquista

una de sus actividades básicas y

en

la clase o estamentos

guerreros una de las peanas de

su

estructura social y que adoptan una

estructura mítica o

sacralizante

en la base de su

concepción

del

mundo;___

e) el funcionamiento ideológicamente conforme de estos textos y

clases de textos, en el sentido de legitimar

no

solo las hazañas guerre-

 

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

39

ras y su valor de simbolización popular sino también en el sentido

imbricar

las actuaciones

de

los héroes/guerreros

con

la presenCia

efectiva de lo sobrenatural y lo religioso (dioses/Dios) en el mundo;

d) la construcción prioritaria de estos discursos de modo directa

mente

encaminado al recitado, a la oralidad en

el sentido

que le da

Zumthor

a este término: la escenificación además de la verbalidad, la

copresencia de emisor y receptores, la variación textual;

nos

encon

traríamos así con distintos tipos de transmisores de este tipo de tex

tos épico-orales: los aedos griegos, los

bardos

celtas, los scopas ingle

ses, los

guslari

eslavos, los

skalds

escandinavos, los trovadores Y

juglares franceses y españoles; y finalmente . , .

e) el diseño de un material diegético de determmadas caractensu

cas permanentemente iteradas: una historia llena de acontecimientos

guerreros y aristeías o hazañas bélicas, protagonizada por un ser

superior

al resto y con un cronotopo

que

reactualiza l

pasado para

construir

un mundo donde lo sobrenatural se constituye en lo real;

un

narrador que necesita una perspectiva omnisciente

y

una

actitud o

posición de admiración de rodillas- ante el héroe/g uerrero.

2.1.

Principales teorías sobre l épica

Ya

en

La

República Platón alude a los géneros literarios y esboza

uria tipología oponiendo la

diégesis

o palabra directa del

?oeta

a la

mimesis

0

reproducción de las palabras de otros [persona¡es]

mismo:

el

discurso directQ. del poeta o lírica, que Platón asocia al dJtJ

rambo· la ficción desarrollada enteramente por

imitación,

donde el

poeta

oculta

tras los

personajes,

que

reserva a la

dramática

; la

narración mixta (diégesis/mimesis), que

incorpora

relato puro

Ypar

tes dramáticas en la cesión desembragada de la voz a los personajes,

representada por la epopeya. Resume así Platón la cuestión:

Hay

una

especie de

fi

cciones poéticas

que

se

desarro

llan

enteramente

por

imitación; en este apartado

entran

la tragedia( .. ) y la

comedia.

Otra clase

de

ellas

emplea

la

narración hecha

por el propio

poeta;

procedimiento

que puede encontrarse particularment

e en los

ditirambos.

Y, finalmente,

una

tercera

reúne ambos

sistemas y se

encuentra

en las

epopeyas Yotras

poesías (Platón 1988: 166 ).

Page 20: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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40 TEORÍA DE LA NARRATIVA

Dentro de

las modalidades narrativas,

Aristóteles no

hace en su

Poética alusión al mito, diferencia muy sintéticamente la epopeya de

las narraciones históricas sobre todo por el carácter de veracidad de

estas últimas (a estas

dos

modalidades relatoras nos referiremos más

despacio posteriormente) y apenas hace alguna breve referencia a los

poemas

narrativos

de

carácter

burlesco

y a sus

metros

yámbicos

con

el Margites atribuido

a

Homero.

El único género narrativo

abordado

detenidamente

en la Poéti

ca -y brevemente

en

comparación

con la

tragedia- es la epopeya, a la que dedica específicamente los capítulos

23 y 24 y a la que se refiere también en

el

capítulo 5

para

señalar sus

similitudes y diferencias co n la tragedia y en el 26

para

intentar

demostrar, frente a Platón,

la superioridad

de esta última con respec

to a la epopeya, que resume fundamentalmente en alcanzar mejor su

fin mimético.

Si

la

epopeya

tiene en

común con

la tragedia el

objeto

de la imitación, mimesis de acciones nobles y elevadas, se diferencia,

en cambio,

por

su

forma

de imitación narrativa, por usar un

metro

uniforme que debe ser

el

hexámetro heroico,

por

ser

más

extensa

temporalmente

(cap. 5), por

carecer de

una

unidad de lugar

al ser

narración y por dar más cabida que la tragedia al elemento maravillo

s

aunque deba, no obstante, ser

planteado

verosímilmente (cap. 24).

La epopeya, además, posee cuatro de los componentes de la tragedia

-quedan fuera la melopeya y el espectáculo-: su pensamiento y elo

cución

deben

ser bellos y brillantes,

sobre todo

en las partes carentes

de acción y de caracteres; estos últimos,

que

distingue claramente de

los personajes como actuantes, suponen los rasgos ·psicoestéticos que

deben poseer los personajes (bondad, conveniencia o decoro, seme

janza

y constancia:); la fábula, por fin, término

español con

el

que

suele traducirse

el

originario

de

mitos  y que,

como

indica

Guerrero

(1998: 30), se refiere a la estructuración de los hechos

que

abarca, a

la par, su diseño y su contenido. Verdadero principio arkhe) y alma

psuche) de la poesía , debe ser también dramática, girar en torno a

una acción única, disponerse en principio, medio y fin y tener peripe

cias, reconocimiento y desgracias .

Las tres grandes poéticas clasicistas europeas, sucesivamente vin

culadas entre sí, la Boileau

en

Francia, Muratori en Italia y Luzán

en España, mantienen la rigidez, normativismo y racionalismo aristo

télicos en su

tratamiento

tratadístico

de

la épica. Voltaire escribió

su

Essai sur la poésie épique haciendo una historia de la épica, realizando

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

41

un análisis comparativo entre la inglesa y la francesa y defendiendo la

necesidad de adecuar

el

género a la literatura

moderna

para justificar

su

futuro poema épico

la Henriada

cuyo protagonista no

era

un

héroe sino

el

rey Enrique IV

y

en

el

siglo XVIIJ, ya

Humboldt

elabora

sti teoría sobre la objetividad de la épica (Wellek, 1954-1986, IV: 401)

como obra de arte que

no

atiende al yo

creador

ni al público

sino

a la

plasmación de una idea objetivada, factor este sin el que una obra de

arte deja de serlo.

Goethe y Schiller en su Uber Epische und Dramatische Dic htung

defienden todavía la separación de

géneros

y

caracterizan

a la épica

en oposición a la dramática, aunque proclaman la tendencia de todos

los modelos macrodiscursivos a acercarse a esta última,

cuyo paradig

ma encuentran en el relato

enteramente

dramatizado de

la

novela

epistolar. Las diferencias esenciales se encuentran no solo en la acción

y las voces narrativas sino en la disposición temporal: la épica presen-

- ta la actividad, la tragedia el

sufrimiento;

en aquella el rapsoda no

aparece en

el

poema, mientras que en esta requiere la

intervención

de

actores como individuos determinados; la épica narra un

hecho

como

completamente

pasado, mientras

la

dramática

lo sitúa como comple

tamente presente . Schiller, además,

que proclamaba

como

suprema

poesía una síntesis épico-trágica, se ocupó del Wilhelm Meister y del

Hermann

und

Dorothea y avanzó en su definición al sostener que la

acción, que constituye la finalidad

de

la dramática, es

únicamente un

medio en la épica y que esta está sujeta a la categoría de la sustancia

frente a la dramática, ligada a la de causalidad.

Friedrich

Schlegel, que rechaza frente a

Aristóteles

la relación

entre épica y tragedia, considera, de forma parecida a

Goethe

y Schi

ller, que la epopeya tiene una estructura muy distinta al

drama,

pues

empieza

in medias res

y

que tampoco

trata de acciones libres ni exi

gencias de la fatalidad sino

de

hechos,

contingentes

y casuales.

En

la

Carta sobre la novela esboza

una

historia del

género

y rechaza la

novela realista inglesa para

defender

la

de carácter

fantástico, el

roman, y alabar el ingenio de un

Ariosto

o

Cervantes.

Según él, la

novela no tiene que ver con la épica, pues mientras esta es objetiva,

impersonal

y

heroica,

la

novela roman es subjetiva,

irónica

y fan

tástica; Schlegel eleva así al roman, que considera

como

un macrogé

nero en el que caben romances, mitos, novelas, cantares, relatos caba

llerescos

(Domínguez

Caparrós, 1982: 103)

y, en suma, todas

las

Page 21: Valles José, Teoría de la narrativa

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42

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

narraciones fantásticas, a un rango superior a la épica y dramática

como síntesis poética más perfecta y

moderna.

Su

hermano August

Wilhelm considera que la épica tiene

como

finalidad lo objetivo y lo

desapasionado, permite la intervención del azar, se caracteriza por la

serenidad e imparcialidad de la representación de la acción y se dife

rencia

por

todo

ello también

de

la

dramática,

que

relaciona con

un

grupo

escultórico acabado frente a la épica, más parecida a un bajo

rrelieve, que por naturaleza presenta a las figuras de perfil y no tiene

límites fijos (Wellek, 1954-1986, III: 63-64).

- Como los anteriores, también Schelling repudia la novela realista

y

solo

considera novelas perfectas el Quijote y el Wilhelm M eister ya

que

solo en ellas se conjuntarían objetividad, ironía e intervención del

azar y lo imaginativo;

todo

esto distancia también la novela

-el

rom n de

la novella que entiende relatos breves de estilo lírico agru

pados en torno a un centro común. La épica, en cambio, es indiferen

te al

tiempo, constituye una imagen de

la

historia

al centrarse en la

acción,

supone una

visión objetiva de

un

poeta

desligado de su

yo,

se

relaciona esencialmente con la pintura -la lírica lo haría con la música

y la dramática con la

escultura-

e incluye

subgéneros como

la elegía,

el idílio, la sátira y la poesía didáctica, el más elevado.

Tras las alusiones de filósofos como Schleiermacher o Schopen

hauer

a la división triádica de

géneros,

será Hegel

quien consagre

definitivamente

esa

distinción

mediando entre los planteamientos

clasicistas y los criterios románticos). Hegel opone los tres macrogé

neros -épica,

lírica y dramática- como

expresión

de lo objetivo,

lo

subjetivo y la síntesis de los anteriores y señala asimismo que ese

es

el

orden de su aparición. Pero

si para Hegel

la épica representa lo obje

tivo y expresa

el

espíritu de la edad heroica en

que

nació pese a

haber

sido compuesta de modo individual, esta ya no tiene cabida en el

mundo moderno, más

fragmentado

e

individualizado

y sin ideales

heroicos generales compartidos; su sustituto en el mundo actual sería

la novela, epopeya de la decadencia acorde con una situación más

materialista, individualizada y dividida que, al

surgir

en

un mundo

como el presente que ·carece de un estado poético, aparece

como no

arte, como prosa que es

pura

imitaci ón (Wellek, 1954-1986, ll: 370).

Apoyándose en las tesis hegelianas en su primera etapa, la

Teoría

de l novela (1920) de Lukács es

un

intento de relaci onar la trayecto

ria de los géneros con las diversas concepciones del mundo.

Si

Hegel

LOS GÉNEROS NARRATIVOS 43

pensaba que la novela era la epopeya de la decadencia , la

conclu

sión implícita del trabajo de Lukács se parece enormemente a esta

pues, aunque reconoce la permanencia esencial de las leyes del género

épico

-como

de

la

lírica y

dramática-

a través de la

historia, plantea

que los cambios histórico-filosóficos modifican asimismo las formas

estéticas, alteran

el

patrón del género en consonancia con tales cam

bios. Si a la época clásica correspondía la

epopeya (como expresión

de totalidad de vida con un sentido objetivo general) y en el futu

ro

otro

mundo podría volver a hacer

surgir

la épica, la actual situa

ción del

momento

histórico marca

que

sea la novela (cuya finalidad

sería descubrir la

totalidad secreta de

l

vida

y su sentido subjetivo e

individual,

centrada en un individuo enfrentado al mundo como

correspondencia con la sociedad burguesa dividida en clases) la for ma

estética correspondiente y que la épica haya desaparecido para ceder

el lugar a

una

forma literaria absolutamente nueva: la novela

(Lukács, 1920:

41

, que supone una actualización formal exigida

por

las nuevas condiciones del género épico.

Por

otra

parte, Bajtín, como ya había

hecho

Hegel al aclarar la

inviabilidad de la épica en el mundo contemporáneo y señalar el

carácter de heredera moderna y distinta de aquella de la novela,

pro

fundiza en esta contraposición épica/novela.

Para

él, no solo

la epo

peya, sino todos los grandes géneros clásicos se han formado antes de

la edad de la escritura y el libro y están delimitados por

unos

cánones

y normas; la novela,

al

contrario, al margen de ser un género en pro

ceso

de

formación, convivir difícilmente

con

otros géneros aunque

los sincretice y luchar por la supremacía con ellos,

es más

joven

que

la

escritura

y

el

libro,

y

solo

ella está

adaptada

orgánica

mente

a las nuevas

formas de recepción muda,

es decir, a la

lectura. Pero,

lo que es más importante, la novela

-a

diferencia de otros géneros- no

cuenta con

tales modelos:

solo determinados

modelos de

novela son

his

tóricamente

duraderos;

pero

no

el

canon del género

como tal

(Bajtín,

1941: 449-450).

Frente a la epopeya, pues, que se instalaría en el pasado absoluto por

la

distancia

épica, la

novela

se

ubicaría en

el

presente,

carecería de

modelos architextuales instituidos, sincretizaría y asumiría transfor

mándolos

otros

géneros y adoptaría como

tema

básico la

realidad

Page 22: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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44

TEORÍA DE LA NARRATIVA

inmediata,

por

lo

que podría evolucionar constantemente en conso

nancia

con

la realidad histórica Bajtín, 1941: 449-485) .

2.2.

La epopeya

El género histórico

mayor

y primordial de

la

tendencia épica lo cons

tituye, sin duda,

la

epopeya, tipo discursivo extendido

por

muchas de

las sociedades esclavistas y que, en su canibalización e intertextuali

zación

de

diversos relatos orales cosmogónicos y mitológicos,

pre

senta algunos contactos genéticos: Dumézil 1977), por ejemplo, ha

encontrado

la recurrencia del tema de los tres pecados del

guerrero

en epopeyas indias, griegas y escandinavas o la de la iniciación del

·guerrero en narraciones irlandesas, latinas, indias e iraníes.

Sin embargo, aunque en su proveniencia de los ciclos épicos ante

riores recitados

públicamente

y transmitidos de generación

en

gene

ración, en su

emparentamiento

con

los

mitos

y

leyendas orales de

orígenes remotos y sagrados,

en

su aparición

protohistórica

en las

literaturas

nacionales

y en

su propia entidad

genérica derivada

de

su dimensión temática de narraciones centradas en historias de héro

es que

representan

gestas de un pueblo todas las

epopeyas

tengan

relación, las diferencias son notables

no

ya entre

la

épica de

Hesíodo

y la de

Homero

-lo

que

ha llevado a Notopoulos o Pavese a

distin

guir

una

escuela épica jónica y otra continental

respectivamente

representadas por ambos escritores

(Alsina, 1991: 423-424

)- sino

incluso

entre

la misma Ilíada y la Odisea. Las diferencias se hacen

aún

más

patentes

si

pensamos

en

obras

previas

como

el

Gilgamesh

mesopotámico

o

el

Mahabharata y

el

Ramayana

hindúes

y

posterio

res

como

Los Nibelungos en Alemania, el Kalevala finés o incluso la

misma Eneida latina -pese a su modelo homérico-, por no hablar de

la épica

burlesca también existente

en

Grecia y sobre todo, de

los

poemas épicos renacentistas, ya heroicos e histórico-imperiales Gie-

rusalemne Liberata, Os Lusiadas, La Araucana), ya religiosos Para-

dise Lost, La Cristiada), ya paródicos Le lutrin, La gatomaquia).

Pese a las notorias diferencias textuales, un género tan canónico e

instituido

como

la epopeya ofrece determinadas características

comu

nes, incluyendo

las

expuestas más arriba sobre los géneros épicos en su

conjunto. Así, Souriau 1990) ha destacado su organización poemática,

LOS GÉNEROS NARRATIVOS

45

carácter narrativo, amplia extensión, centramiento en uno o varios héro

es, acción fuerte y exigencia de lo sobrenatural. También

Garrido

1994)

y principalmente Spang 1993),

entre otros,

inciden en sus

constantes

narrativas: lenguaje y forma, narrador, héroe, espacio

y

tiempo, etc.

A la hora, pues, de intentar enunciar los rasgos fund ment les de

l

epopeya,

aquí

expuestos de forma más

propedéutica

y caracteriza

dora que exhaustiva, convendrá fijarse en los siguientes:

A) Extensión histórica. Sociedades antiguas esclavistas, feudales),

con una

clase aristocrática o

guerrera

y

una

-

estructura

social, como

advierte Auerbach 1942: 9-54),

muy

diferenciada e inamovible.

B) Papel social.

Legitimación de

las

estructuras sociales, de

las

actuaciones militares previas y de la concepción del

mundo

mítica o

sagrada

como

realmente

presente

en

el mundo descrito. Simboliza

ción en

el

héroe de los intereses y valores

comunitarios.

C)

Material diegético. lntertextualización

de

relatos míticos o

histórico-militares,

de

origen usualmente oral y colectivo,

y

transdis

- cursivización en formas ficcionales literarias.

D) Situación comunicativa. Vinculación con l recitado oral,

solemne y público

por

especialistas.

E) Forma y lenguaje. Versos épicos, largos y pausados. Cláusulas

paratácticas amplias y equilibradas, abundantes en

modismos,

estere

otipos y epítetos épicos. Estructura

-cuantitativa-

integrada por títu

lo, proposición, invocación y narración.

F) El narrador. Focalización omnisciente,

tono

admirativo posi

ción de rodillas ante el héroe), objetividad y ausencia de parábasis

narrativa, desembrague vocal

para

parlamentos largos.

G) La historia narrada.

Actantes:

Un

héroe guerrero, superior

al

-resto

y símbolo

colec

tivo o comunitario. Presencia, más o

menos

evidente, de fuer

zas sobrenaturales, divinas o religiosas dioses).

Funciones: Acontecimientos cardinales

de tipo

bélico, gestas

guerreras realizadas por l

héroe

aristeías).

Acción única con

peripecias, a n ~ l _ ó r i s i s y desgracias, según Aristóteles.

Espacio:

Un mundo

simbólico, real o mítico,

cercano

o

remoto,

pero

siempre

presentado como

realidad

acabada

e

inamovible.

Presencia del viaje

como

tránsito entre lugares geográficos.

Page 23: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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46

TEORÍA

DE

LA

NARRATIVA

Tiempo:

Recuperación

y reactualización del

pasado histórico

previO.

3.

EL

CUENTO Y LA NOVELA CORTA

Son numerosos los literatos y estudiosos que, desde una u

otra

pers

pectiva, han abundado en las notas que singularizan al cuento y lo

aproximan como

forma narrativa breve al poema: la emoción,

la con

densación, la sugerencia, etc. Pero,

si

se quieren tener en cuenta todas

las posibilidades literarias

que se concitan bajo el mismo término de

cuento (cuyo

origen etimológico

se

encuentra

en el término

latino

computare

origen del doblete español

computar

y contar , son

muchos más los rasgos definitorios y las claves

constructivas

que

habría que considerar en un modelo narrativo que posee, por su

misma diversidad de fórmulas literarias y amplia trayectoria

-y

cultivo

histórico,

una

notable

indefinición en sus marcas de género: temas

muy diversos, fines heterogéneos, origen folklór·ico o autora , len

guaje oral o escrito, son algunos de los polos en torno a los que gira el

relato ficcional breve.

Intentando

precisamente establecer una tipolo

gía que permita la clasificación de las distintas posibilidades narrati

vas

que

se reúnen en el género cuentístico,

Carmen

Bobes (1993 : 43)

establece cuatro

oposiciones

.fundamentales: forma de transmisión

-oral escrita-, autor

-anónimo/

conocido-,

mundo

ficcional -fantás

tico/verosímil- y origen del tema -tradicional/original-.

Por este motivo y la añadidura de su larguísima trayectoria histó

rica,

con

sus

consiguientes

modificaciones,deuna parte el

cuento

posee notorias similitudes o relaciones con otras modalidades narra

tivas literarias breves (mitos, leyendas, fábulas, patrañas, apólogos,

etc.) e

incluso con

el propio

relato

conversacional,

con

la

narrativa

natural que hunde sus raíces -como el mismo cuento- en los albores

de la actividad comunicativa humana, y de otra, no ofrece

tampoco

unos

lindes absolutamente definidos y nítidos respecto a otras

moda

lidades narrativas más extensas (novela corta y novela), por no citar

además su capacidad de intertextualización en estos últimos géneros.

Convi.e.ru.:..así, en primer lugar, diferenciar entre

dos fórmulas

narrativas básicas -cuento popular y

cuento literario-

opuestas por

su origen temático, desarrollo histórico, forma de transmisión y auto-

LOS

GÉNEROS

NARRATIVOS

47

ría,

que

es también, en cierta medida y con otras razones interesantes,

la idea de Gonzalo Sobejano (1985: 88)

sobre

la oposición entre el

cuento fabulístico y el cuento tradicional, así llamados por semejarse

respectivamente a la fábula y a la novela.

3.1. El

cuento popular

El llamado cuento popular

es

una forma narrativa, ficcional y breve,

caracterizada por su carácter anónimo y su vinculación a la

transmi

sión oral.

Hay

que tener en cuenta que la importancia de la oralidad

para este tipo narrativo no implica solo una verbalidad, sino, más bien

en el sentido de Zumthor (1983, 1987), una práctica escénica del rela

to

en la

que

la enunciación verbal se coapta

con

dimensiones cinésicas

y proxémicas y

se

sitúa en un esquema pragmático de comunicación

in praesentia; asimismo, la anonimia no implica la imposibilidad de

versiones prosísticas o versificadas posteriore s o de reescritura narra

tiva ulterior basada en

historias populares

trad-icionales (Perrault,

Andersen) ni,

por

supuesto, excluye los repertorios y compilaciones

de

cuentos folklóricos elaborados en casi

todos

los países cuando

el

romanticismo revitaliza el gusto por los mismos.

Los orígenes del cuento popular, muy relacionado

con el mito

y la

leyenda, se pierden en los albores de los tiempos: la primera referen

cia escritura

es la

del papiro egipcio del siglo

XIII

a.c.

Los dos

herma-

nos y

el

primer repertorio conocido, el Panchatantra indio. Con teo

rías que lo conectan a los relatos míticos de los que ya habla Platón y

a las leyendas más antiguas, independientemente de la discusión sobre

su surgimiento a

la

vez en varios lugares o

en

un

solo

centro

del

que

se expande a distintos territorios, su creación y transmisión, con fines

didácticos o lúdicos, puede vincularse ciertamente a la

narrativa

natu

ral, al mismo arte del relato conversacional.

La

propia

evolución del material y la forma cuentística -desde la

oralidad a la escritura, desde el

anonimato

a la autoría, desde el fol

klore a la literatura- y su paulatina reevaluación

sociocultural,

que

llegó a su

cumbre

con

el romanticismo,

ha generad<;> la proclividad

intertextual que muestra para insertarse en

otros

géneros y narracio

nes mayores, de la que ya da cuenta Lida (1976) rastreando las nume

rosísimas apariciones en la lite ratura española de motivos populares.

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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48

TEORÍA DE LA NARRATIVA

En tal

sentido,

hasta cierto

punto, como

hace Ayala (1970),

puede

hablarse del

nacimiento

de la novela

moderna

a

partir

de

no

solo las

integraciones

sino

las

transformaciones

del

cuento

:

también

Bajtín

(1937-38) mencionó cómo aspectos constitutivos

de

la novela actual,

como

la carnavalización y

el

dialogismo, se

encuentran ya

presentes

en determinados relatos del mundo clásico

-Petronio,

Apuleyo- que

desarrollan lo mágico, lo

erótico-picaresco

y lo fantástico y Lukács .

(1920)

planteó que

el cuente

prerrenacentista

italiano -Boccaccio

anticipa el universo de la novela al

quebrar

la cosmovisión medieval e

imponer la burguesa, la del comerciante inteligente y sin prejuicios.

El elenco

temático

y de formas de este

cuento

tradicional es

muy

variado; Stith

Thompson

(1958) los ha clasificado en cuentos de hadas

o maravillosos, reales, heroicos, leyendas locales, cuentos etiológicos,

de animales, fábulas morales y chistes. André

o

les (1930), en su estu

dio de las

formas simples

distingue toda una serie de posibilidades de

construcción

universal y prelingüística del pensamiento

que

se actua

lizarían hasta llegar a su materialización literaria: una

de

ellas

es

justa

mente el cuento y btras (mito, leyenda, memorabile anécdota, etc.)

guardan una

evidente

conexión con

él. El

propio

análisis del

cuento

popular ha

propiciado algunos de los avances narratológicos más des

tacados: tan

solo

en el ámbito del formalismo ruso, es el caso del aná

lisis

de Shklovski

(1925a)

de

las

distintas

técnicas

-enhebramiento,

enmarcamiento, antítesis, paralelismo, retardación,

etc.-

de construc

ción del relato corto, o de la conocida Morfología del cuento (1928)

de

Propp, que

veía en la iteración permanente y

ordenada

de uria serie

de invariantes funcionales el esquema compositivo del cuento mara

villoso ruso.

3.2. l

cuento literario

Con sus raíces en el cuento popular, pero sin su transmisión oral ni

variantes textuales,

el cuento

literario pertenece

al discurso

de la

auto

ría y al mundo de la escritura. Bajo este nombre se concitan distintas

formas narrativas que, sin demarcación exacta, reciben diferentes

nombres -y

diferentes

sentidos-

en la historia, lenguas y teorías: el

ejemplo o el apólogo medieval, el cuento o la

patraña

renacentistas

españoles, la

novella

italiana, los

contes

y

fabliaux

franceses, los

tales

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS 49

o

short stories

ingleses son ejemplos de las variedades

tanto

relatoras

como

de nomenclaturas del

cuento

firmado.

Pero el cuento literario surge manifiestamente, a partir

de

la reeva

luación romántica, ya en el siglo

XIX,

y ha sido cultivado desde

enton

ces por numerosos y destacados autores como, en el ámbito hispáni

co, Bécquer, Clarín,

Quiroga,

Borges, Cortázar,

Rulfo

o

Monterroso,

etc. entre una prolija y relevante nómina. Se trata en este caso de

una

narración ficcional que tiene en la autoría la invención original la

escritura la fijación de unos límites textuales precisos

y pe1

·manentes

y

la creación de una situación comunicativa diferida

las marcas que lo

identifican como

ejercicio

narrativo moderno

y

diferenciado

del

cuento popular.

Muchos

de los cuentistas se

han ocupado

del

estatuto teórico

y

escritura) del cuento,

fundamentalmente

de

lo

que sea y de cómo

escribirlo mejor, de sus peculiaridades

como

género y de las técnicas

y procedimientos compositivos del mismo. Una

completísima

rela

ción de estas aportaciones puede verse en la compilación de Zavala

(1993-1997, 3 vols .,

que reúne textos

de,

entre

otros,

Poe, Chejov,

Quiroga, Borges, Bioy, Monterroso,

Hemingway,

Piglia,

Maupas

sant, Conázar,

O Connor,

Moravia

y

muchos otros).

Se

incluirán

aquí

tan solo

algunas referencias al

cuento hechas por los mismos

cuentistas y en textos particularmente famosos.

Poe,

uno

de los

primeros

maestros del

género,

considera

que

el

cuento

debe tener

una

sintaxis c o n d e n s ~ d y depurada de acuerdo

con la idea preestablecida que se quiere transmitir, esto es, una deter

minada

unidad de efecto .

Esta

no

respondería

tanto

a una

determina

da habilidad narrativa (que también, por la necesidad de brevedad,

depuración

y

condensación) cuanto

a la

capacidad para transmitir

puramente una idea preestablecida, lo que vincula al cuento -

como

el

- poema y frente a

la

novela-

a la razón y la inteligencia, al

descubrir

antes que

al

narrar o

al

describir propio de

la

novela cfr. Zavala, 1993,

: 17). Ernest Hemingway enunció una técnica -general

para

la narra

tiva pero especialmente aplicable al

cuento- que denominó principio

del iceberg:

un texto

puede

revelar

-y

conviene que revele- tan

solo

una mínima parte

de

lo sabido y conocido por su autor. Se trata

de

un

principio

de síntesis y

condensación

comp_Qsjtiva que

estimula,

mediante el juego dialéctico de la elisión/ alusión, la plurisignificación

y la ambigüedad textual así

como

la actividad lectora} a la hora de

Page 25: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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50

TEORÍA DE LA NARRATIVA

rellenar esos aún mayores vacíos textuales generados

como

conse

cuencia

de los

mayores

silencios autorales

cfr.

Zavala, 1997,

:

28).

Julio

Cortázar,

en fin, ha enunciado la

tesis de

la

apertura

del

cuento,

de su

capacidad de sugerencia a partir de la

condensación

y la síntesis.

Tras oponer el cine y la novela a la fotografía y el cuento, escribe

Cor

tázar

cfr.

Zavala, 1993,

1:

308-309):

( .. ) el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una

imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solo valgan por

sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector

como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y

la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de

la

anécdota visual o

literaria contenidas en

la

foto o en el

cuento(

) El cuentista sabe que no

puede proceder acumulativamente, que no tiene

por

aliado

al

tiempo;

su

único recurso es trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba

o hacia abajo del espacio literario. esto, que así expresado parece una

metáfora, expresa sin embargo lo esencial del método. El tiempo del

cuento

y el

espacio,del cuento tienen que estar condensados, sometidos a

una alta presión espiritual y formal para provocar esa apertura a que-me

refería antes.

Precisamente la relación del

cuento con

l novela

y

con el

poema

constituye un síntoma

de

esa posición relativamente fronteriza del

género,

sin duda

una forma narrativa

pero

con notables diferencias

respecto

a

la

novela y

con indudables contactos con la

lírica.

Efectivamente, numerosos cuentistas

-Poe,

O'Connor, García

Pavón, Matute,

etc.- han

insistido

en las

conexiones

del cuento y

el

poem lírico;

cabría

decir

casi

igual

de

la pintura

-Ballard-

o

de

la

fotografía

-Cortázar-.

El

cuento, como

el

poema,

la

pintura

o la

foto

grafía, están no

solo marcados

por su

instantaneidad

o

brevedad

sino

apresados por la necesaria limitación de lo representado en

unos

már

genes

temporalmente momentáneos o espacialmente

reducidos; lo

relatado, lo

sentido, lo fotografiado

o lo pintado

son

reos

de una

celda

que no

admite más

de

un preso. El cuento, así, narra una sola idea,

atiende a una sola cuestión esencial, ofreciendo un

único

e intenso

efecto y

depurando

el

relato

de

otros

elementos (como decía Poe), _

eludiendo

aunque aludiendo textualmente a otros elementos del para- _

digma

lingüístico, experiencia

o cultural y a

los

conocimientos del

escritor (como decía Hemingway), abriendo desde la sugerencia nue-

l

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

51

vos y

enormes

vacíos textuales y horizontes

de

apertura hacia la

coo

peración interpretativa lectora (como

decía Cortázar). Obligada

mente

restringido en su extensión,

el

cuento construye textualmente

una

diégesis o historia narrativa cerrada, intensa, esencial y condensa

da a la par

que

se ofrece como abierto, extenso, sugestivo y evocador

en su

estrategia

de lectura:

por

eso

dice Luis Mateo Díez

(1992: 64)

que

si en la poesía se

encuentra

el grado límite

de

la expresión litera

ria, es en el

cuento donde puede

alcanzarse el

grado

límite

de

la expre

sión narrativa .

Estas claves -condensación narrativa, intensificación de la suge- ·

rencia y

brevedad- permiten también

diferenciar el cuento

y

la

nove-

la, las dos

formas

narrativas modernas primordiales que,

de

otra

parte,

tantos

rasgos del género narrativo

comparten

(un cuento es una

novela depurada de ripios, escribe Quiroga en su "Decálogo del per

fecto

cuentista").

Sin

embargo,

las

diferencias

son

más

numerosas e

igualmente importantes. Ya

Baquero

(1967: 133-136) planteaba cómo

la

brevedad

y la

condensación

del

cuento

y la

amplitud

y

morosidad

de la novela son diferencias

menores

con

respecto a la propia índole

de

los

argumentos,

dado

que extender

por

ejemplo

¡Adiós, Cordera

supondría acabar

con

la-intensidad y el aliento poético del cuento

de

Clarín.

Mary Louise Pratt (1981),

tras considerar que

la

novela

y el

cuento

son géneros correlativos

con

un elevado número

de

elementos

pertenecientes

a la

intersección de

ambos conjuntos,

establece

que

existen asimismo ciertos espacios

de

diferencia, en concreto

ocho:

la

novela

cuenta

una vida, el cuento solo

un

fragmento; el cuento singu

lariza un acontecimiento, la novela

enlaza

varios; el

cuento representa

lo particular, la novela ofrece totalidades; la

novela

es un texto autó

nomo,

los cuentos se

pueden enlazar en

series o colecciones; el

cuen

to es activo en

la

introducción de

temas

nuevos, la novela actúa sobre

un campo

temática-consolidado;

el cuento

favorece

la presencia de

registros lingüísticos

propios

de la

oralidad,

la

novela

en

general no;

son distintas las tradiciones narrativas del cuento y la novela; el cuen

to

es

resultado

de

una

técnica .productiva

de origen

artesanal, la nove

la suele considerarse

un objeto artístico

y creativo pleno.

Las opiniones

de

los cuentistas y los puntos de encuentro y

desen

cuentro

del

cuento

con el

poema

y

la novela

han

incidido

ya en

muchas de

las

características

textuales del

cuento

en general,

al mar-

 

gen

ya de su

autoría,

modelo comunicativo, origen

y forma

de trans-

Page 26: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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52

TEORÍA

DE

LA NARRATIVA

misión.

De

hecho,

la narratología, fundamentalmente la

de

sesgo for

mal o estructural, ha

incidido

siempre en la búsqueda de

unas

deter

minadas peculiaridades internas del género,

considerando

no sufi

cientemente pertinente ni

significativo

el criterio extensional de la

brevedad,

sin

duda fundamental pero

no exclusivo.

Se ha

incidido

así

permanentemente, aplicando

el

modelo

novelís

tico a su análisis, en la

condensación de

los

componentes estructura

les, su

elementalismo

según Eijenbaum. Bonheim 1982) desarrolla

mucho más esta tesis al

plantear

como rasgos constitutivos del cuen

to: la

concentración

y linealidad

de

la acción,

eliminando

la posibili

dad

de acciones secundarias y

buscando

una acción nuclear; la reduc

ción

del

número de personajes

y

de

la caracterización

actoral;

la

preponderancia del modo

narrativo frente

al

dramático

y la

descrip

ción; la

reducción

y linealidad

temporal;

la singularización narrativa.

Pozuelo 1998) plantea acertadamente

cómo,

pese

a las posibles e

importantes

renovaciones técnicas

sufridas

por el cuento

literario

en

este siglo, hay una

estabilidad

del género que deriva de su estructura

arquetípica

de

reconocimiento , de permanencia de su estructura

elemental básica.

En

relación a estos mecanismos

sintéticos

de los

componentes

estructurales narrativos, en La

metamorfosis

del cuento Peri-Rossi

cfr.

Zavala,

1996: 73-78) se

hace eco de algunos de los destacados

planteamientos sobre

su capacidad

de condensación y

su

forma .de

significar: su

similitud con la pintura para Ballard y con el poema

para

Poe, las teorías de la unidad de efecto de este

último

y del princi-

pio del iceberg

de Hemingway,

su forma de operar

mediante

selección

en oposición al

método de

la acumulación

(de

tiempos, puntos l -

vista, espacios, voces, etc.) propio

de

la novela.

Se podría, en consecuencia, sintetizar todo lo dicho hasta ahora

estableciendo como rasgos fundamentales del

cuento:

A) la necesaria

distinción d el cuento popular

y

el literario

a partir

básicamente de

su distinto

origen

(popular/individual), parentesco

(narrativa natural, mitos,

leyendas

./literatura), trayectoria

histórica

(permanente/desde el XIX),

forma de

transmisión (oralidad/escritu

ra), tema tradicional/original) y autor

(anónimo/conocido);

B) la breve extensión,

que debe tenerse

en

cuenta

no tanto por su

capacidad

distintiva propia cuanto por haberse instalado dentro

de

LOS GÉNEROS NARRATIVOS

53

las pautas

pragmáticas

socioculturales occidentales,

dentro de

la

metalengua, como un elemento definidor del género y así lo refleja la

variedad

y vacilación

terminológica para designarlo en

las

distintas

lenguas) que también opera, con sus variaciones culturales e históri

cas,

respecto

a

otros

géneros y respecto a

la

misma consideración de

los

discursos

literarios;

C) su surgimiento como una idea,

una

emoción o una impresión

única y singular y su

elaboración

tendiendo primordi lmente

a

l

intención preestablecida

de

comunicar

es

idea,

lo

que obliga a la sín

tesis, a la esencialidad, a la intensidad, a la depuración y a la

omisión

como

requerimientos

compositivos, a la par que activa

inversamente

la

capacidad

de

sugerencia y evocación cercanía

al

poema, a la

foto

grafía y a la pintura);

D) a

consecuencia de lo anterior,

la

orientación

sinecdóquica

-podríamos decir-

de

su

mensaje literario,

centrado en lo parcial

antes

que

en la totalidad, en el fragmento

de

vida antes que en la vida,

en la

anécdota

antes

que

en la historia, en el

acontecimiento

antes

que

en

el proceso

de la acción cuento/novela); y

E) su caracterización textual por l economía discursiva

y l

con-

densación

de l

historia narrativa,

fundamentalmente mediante:

la singularidad y nuclearización de la acción,

eliminando

acon

tecimientos irrelevantes y acciones secundarias,

la abreviación y linealidad temporal,

la minimización del

diseño

y configuración espacial,

la

reducción

del

número

de

personajes y de la caracterización

actoral,

la preponderancia del modo narrativo frente al diálogo y la des

cripción.

3.3.

El microrrelato. La novela corta

El microrrelato, también denominado microcuento o

cuento

hiper

breve,

constituye una formulación

de la

narrativa breve

en la

que

se

extreman, hasta llegar a

su máxima

expresión,

todos

los rasgos que

singularizan al propio cuento y

supone

una modalidad de la narrativa

literaria especialmente adecuada para el acelerado ritmo de vida

de

las

Page 27: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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5

TEORÍA DE

LA NARRATIVA

sociedades actuales y de los nuevos modos de comunicación privile

giados (de masas y electrónicos), lo

que

explica su creciente y amplio

éxito actual en todos los países.

Nacido

algo entrado

el

siglo (asen

tada ya la escritura del cuento literario y con lazos con el poema en

prosa o visual, la greguería y

el epigrama),

con

autores como

Julio

Torri, el colombiano Luis Vidales o el venezolano Ramos Sucre, el

microrrelato

se

desarrolla con escritores

como Monterroso o

Max

Aub y como Cortázar o Italo Calvino, hasta llegar en nuestros días a

constituir

no

solo

un

género

especialmente leído

sino

también culti

vado

por

algunos importantes escritores reconocidos y por muchísi

mos autores no profesionales, los cuales, animados por los muchos y

diversos concursos y formas de publicación (periódicos, páginas web)

y el escaso esfuerzo y tiempo de su elaboración, han fortalecido enor

memente el auge de esta variante narrativa.

La brevedad extensional, sintetización expresiva y economía narra

tiva, la condensación de

todos

los elementos

de

la historia narrada, la

atención sinecdóquica a lo parcial antes que a lo total, la enfatización

de los mecanismos de tensión e intensidad narrativa., la acentuación de

la capacidad de evocación y sugerencia (ligadas al poema, la fotografía

o la pintura), son caracteres compartidos

por el

cuento y

el

microrre

lato, pero que aparecen particularmente potenciados en este último.

Cabría

añadir

aún el reforzamiento de los mecanismos de alusión

transtextual, la mayor abrupción final y la frecuentísima composición

mediante técnicas bien definidas

y

basadas en procedimientos retóri

co-estilísticos comunes (la antítesis, los juegos de palabras, la elipsis,

etc.) como características que definen esta submodalidad narrativa,

varlame

del

cuento

en

grado máximo; recuérdese l dinosaurio

de

Monterroso:

cuando despertó, e l dinosaurio todavía estaba allí .

Asimismo, todas las características anteriormente destacadas en el

cuento literario son igualmente válidas para la

novela

corta, un géne

ro

que

encuentra

mucho

más parentesco con este que con la propia

novela. Así lo vio ya Shklovski (1925a) al relacionar las distintas téc

nicas y procedimientos compositivos

comunes

a los relatos cortos, al

cuento y a la novella o novela corta (anillo, encuadramiento, para

lelismo, escalera, antítesis, etc.). En lo mismo han incidido numero

sos críticos, entre ellos

Baquero Goyanes

1966: 60), quien, recogien

do

una idea de Pardo Bazán, plantea

que la

novela corta

es

un

cuento

largo y considera que están unidos ambos por plantearse -frente a la

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

SS

novela, similar a una sinfonía- como una nota

emocional única

y

emitida de una sola vez, más o menos sostenida, según su extensión,

pero, por decirlo así, indivisible .

En su estudio sobre las novelas cortas de Clarín, Sobejano (1985)

establece una serie de peculiaridades que son extensivas al género: es

más extensa que .el cuento y tiene una composición concentrada, se

narra

un

suceso notable y memorable

como

acontecimiento

clave, se

enfatiza un tema a través de motivos que lo repiten y marcan, hay un

giro decisivo respecto al destino de

un

personaje, surge en ocasiones

un

objeto-símbolo con una función radiante y-aparece un real

ce intensivo .

Y es que, efectivamente, son comunes en el cuento y la novela

corta

toda una

serie de rasgos: la condensación de la historia narrativa

y de sus componentes estructurales (menor número y profundidad

de caracterización

de

los personajes, concentración de la acción,

reducción de descripciones, reflexiones y digresiones, simplificación

de las cuestiones relativas a la voz y la focalización, etc.), el uso de

determinadas técnicas narrativas, el

centramiento sinecdóquico de

la

estructura referencial en la parte antes que en el

todo

-frente a la

novela-, la transmisión de una única y singular idea,

emoción

o ima

gen a cuya pretensión tiende toda la construcción discursiva. Tan solo

esa mayor extensión, esa expansión discursiva, diferencia del cuento a

la novela corta, lo cual tampoco resulta

tan

baladí, dado que el factor

de la longitud textual, aun siendo impreciso, se erige en una concep

tuación pragmática sociocultural que se convierte en

decisivo

a la

hora de la clasificación de esta y otras modalidades.

La novela corta como tal corresponde, además, al concepto italia

no prerrenacentista de

novella

(relacionado

con novo: nuevo,

recuér

dense el Decamerón y las Novelas ejemplares cervantinas) y es a par

tir

de

fines de la

Edad Media

-y en oposición

al-predominio del

cuento en

la

inmensa mayoría de este

periodo- cuando

se

comienza

a

canonizar como género y se extiende su uso.

4.

LA

NOVELA

La novela

es

hoy la modalidad narrativa literaria

fundamental

y privi

legiada

por

su cultivo y lectura,

no

solo

con

respecto al

cuento

y a la

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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56

TEORÍA

DE LA

NARRATIVA

novela

corta

-que no tanto-

sino

a todos los

géneros

literarios. La

historia de su éxito, sin embargo, no ha estado exenta de juicios mora

les y estéticos profundamente negativos hacia ella, polémicas y com

petencia con otros géneros narrativos y no narrati_vos hasta qu_e se

inicia su despegue en

el

siglo XIX,

con

la novela realista y naturalista,

y se producen sus actualizaciones y transformaciones técnicas y dis

cursivas, ya como género triunfante, en el siglo

XX.

4.1.

Denominaciones y definiciones

El

término

utilizado en el

ámbito

hispánico para designar esta varie

dad narrativa

es

el de novela (frente a los de otras lenguas: roman en

francés y alemán, romanzo en italiano, nov el en inglés). El

nombre,

que proviene del italiano rwvella designaba primero en el

sigl_o X

VI la

narración corta, pasando finalmente

a especializarse-y

refenrse

a la

narración extensa en su sentido actual. Sin

embargo,

el término de

novela, en relación al a dificultad de su estatuto, a su función moral y

educativa, a sus excesos imaginativos y fantásticos (recuérdense las

polémicas italiana y española sobre los romanzi y los libros de caba

llería), a su carencia de reconocimiento como gén ero canónico en la

mayoría de las

po

éticas, a su mismo deslinde

con

respecto a la histo

ria, no acaba de especializarse

absolutamente

hasta finales del siglo

xvm: todavía

es

frecuente encontrar el subtítulo de historia fingida  

en las mismas novelas en español hasta la mitad de ese siglo, momen

to en que empieza a imponerse y fijarse definitivamente su denomi -

nación actual. --

Las innumerables definiciones de novela han discurrido parejas a

la misma imposibilidad de acotación de un

género

sincretizador,

mutante y multiforme, de enorme variedad funcional, formal, técnica

y temática, carente de un esquema genérico canónico (su dominio es

la licencia

según Caillois), caracterizada de un modo global

por

representar ficcionalmente las complejas y diversas relaciones del

hombre con la sociedad y la historia.

Ya en

1670

escribía Daniel Huet que las novelas eran ficciones de

aventuras amorosas escritas en prosa

con

arte, para

el

placer y la ins

trucción de los lectores y el Marqués de Sade opinaba,

un

siglo des

pués en su Jdée sur le roman que se llama novela a la obra fabulosa

'

LOS GÉNEROS NARRATIVOS

57

compuesta a partir de las más singulares aventuras de la vida de los

hombres ; en este mismo siglo, sin embargo, Diderot dejaba constan

cia

de

la negativa consideración social que se tenía del género:

por

novela se entendía hasta

hoy

un tejido de acontecimientos

quiméri

cos y frívolos cuya lectura era peligrosa para el gusto y para las cos

tumbres cfr. Bourneuf-Ouellet, 1972: 32).

La mayoría de las referencias a la novela del siglo

XIX,

ya marcadas

por el despegue y l auge

det

género primero con el realismo y des

pués con el naturalismo, inciden en su capacidad de representar la

realidad y la vida: un espejo que se pasea a lo largo de

un camino

para Stendhal, una imagen de la vida para Galdós, una representa

ción

poética del hombre analizado en su relación

con

la vida social

para Belinski. Más canónica es la definición de Campillo en

1881:

novela

es

una

narración

ordenada

y

completa de

sucesos ficticios,

pero verosímiles, dirigida a deleitar por medio de la belleza .

A partir de entonces y en el siglo

XX

han proliferado enormemen

te -al igual que los

estudios-los

intentos, de

todo

signo, desde todos

los intereses y a partir de todas las perspectivas, de definir o caracteri

zar

la novela. Y no solo por los teóricos, críticos o historiadores

de

la

literatura,

también (como

ya ocurriera

en el siglo XIX) por

parte

de

los mismos novelistas, preocupados por el estatuto teórico que tiene

aquello que están practicando.

4.2. La novela frente a la épica

En la historia de la conceptuación -fundamentalmente tratadística

de

la

novela, ocupa un lugar especial

el

de su incardinación

dentro

del

género épico.

A diferencia de la épica, la novela, aún no cultivada en el mundo

griego en vida de Aristóteles, no aparece en la Poética ni tampoco en

otros

destacados tratados -Epistula .. De sublime- del mundo clásico

o del mundo medieval. Las poéticas renacentistas y clasicistas (pese al

surgimiento tanto de las novelas cortas como de la propia novela con

Cervantes, pese a su creciente e imparable éxito de difusión y lect--I:H a,

pese a las polémicas creadas con los romanzi los libros de caballería y

la misma novela en general), con la

Philosophia

ntiqua

Poetica

de El

Pinciano como una de las notables excepciones,

optan

bien por igno-

Page 29: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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58

TEORÍA DE LA NARRATIVA

rarla bien

por

inscribirla

como

una variedad

moderna

del género

épico.

Y será

ya fundamentalmente el Romanticismo

el

encargado

de

empezar

a

marcar

las diferenci as

entre

la

modalidad

épica del

género

narrativo y la

novela

vid. Valles, 2004: 11-51, y

el epígrafe

2.2.1. de

este trabajo).

En

su

trabajo El narrador

(1936)

Benjamín plantea que

el relato

oral como forma primigenia y

verdadera

sustentada en

la

voz y la

memoria se

encuentra

en crisis ante el aislamiento del autor y la liga

zón a la escritura

de

la novela:

Benjamín

opone

la narración relato

efectuado

por

transmisión

oral,

centrado

en la

voz

y

conservado

en la

memoria, derivado

de

la capacidad humana

de

transmisión

de

expe

riencias, apoyado en la

sabiduría

y los consejos y próximo a la verdad

por su cualidad

de

ser

eternamente

transmisible,

que

está

en trance

de

desaparición en el mundo

moderno,

y la novela primer signo que

puso

en crisis

la narración

y

que

se

distancia de

ella

por

su

vincula

ción con

el

libro

y la

escritura

y por el aislamiento del autor cfr. Fer

nández Martorell,

992: 164-166).

Las ideas lukacsianas en torno a este

tema

vid.

2.2.1),

sirvieron

de

base a Goldmann (1964), para

quien

la novela muestra estéticamente

el

enfrentamiento de

un

héroe

en la

búsqueda de

unos valores

autén

ticos

con

el universo en

el

que actúa y

que

se le opone,

en correspon

dencia

con una

sociedad individualista

progresivamente tendente

hacia el

mercantilismo

y

el

predominio del valor

de cambio,

hacia la

cosificación:

(

..

)

la

novela

se

caracter.iz.a como

l

historia de una búsqueda

de

valores

auténticos de un modo degradado, en una sociedad degradada, degrada

ción que en

lo

tocante

al

protagonista se manifiesta principalmente por

la

mediatización,

la

reducción

de los

valores auténticos [o sea, los que

el

pro

tagonista concibe implícitamente como tales] en el nivel implícito su

desaparición en tanto que realidades manifiestas (Goldmann, 1964: 23).

Así, la novelística de Malraux estaría

en

consonancia

con un

momento

histórico

del capitalismo en que entra en disolución el

indi

viduo

y

consecuentemente la búsqueda de valores

por

el héroe nove

lesco; las

novelas sin

personaje

de

Robbe-Grillet, que muestran un

mundo donde el

sujeto ha sido eliminado

en

beneficio

del

objeto,

se

corresponderían con el capitalismo caracterizado por

la cosificación

LOS

GÉNEROS

NARRATIVOS 59

absoluta, por la sustitución

de

la iniciativa individual por los mismos

mecanismos

internos del

propio sistema socioeconómico.

Por otra parte, también Bajtín (1941) profundiza en

esta

contra

posición

épica/novela. Para

él, no solo la epopeya, sino todos los

grandes géneros clásicos se

han

formado

n t e ~ de

la

edad

de la escri

tura y el

libro

y

están

delimitados

por

unos cánones y normas; la

novela, al contrario, al margen

de ser un

género en

proceso de

forma

ción, convivir difícilmente

con

otros

géneros

aunque los sincretice y

luchar

por la supremacía

con

ellos,

es

más joven que

la

escritura y el libro, solo ella está adaptada orgáni

camente a las nuevas formas de recepción muda, es decir, a la lectura.

Pero, lo que es más importante,

la

novela -a diferencia de

otros

géne

ros- no cuenta con tales modelos: solo determinados modelos de novela

son históricamente duraderos;

pero

no

el

canon del género como tal

(Bajtín, 1941 ).

Frente

a la epopeya, pues,

que

se instalaría en el

pasado absoluto

por la distancia épica, la novela se ubicaría

en

el

presente,

carecería de

modelos

architextuales

instituidos, sincretizaría

v

asumiría transfor

mándolos otros

géneros

adoptaría como

tem

 a

básico

la

realidad

inmediata, por lo

que podría evolucionar

constantemente en

conso

nancia

con

la realidad histórica.

Así lo resume el teórico ruso

(Bajtín,

1941: 483):

El

pasado absoluto,

la

tradición, la distancia jerárquica no jugaron nin

gún papel

en

el proceso de constitución de

la

misma [la novela) como

género( ..

); la

novela

se

formó precisamente en

el

proceso de destrucción

de la distancia épica,

en

el

proceso de familiarización cómica del mundo

y del hombre, de rebajamiento del objeto de representación artística

hasta

el nivel de la

realidad contemporánea, imperfecta cambiante

1

La

novela

no se

edificó -ya desde

el

principio-

en

la imagen alejada del pasa

do absoluto, sino en

la

zona

de

contacto directo con

esa

contemporanei-

1

Obsérvese que la idea de Bajtín plantea la novela como un

modo

cómico y

podría rellenar

~ ~ ~ o m p l e t

(pese a la cita del

M argites

como epopeya baja) propues

ta aristotélica de los modos de representar: tragedia y epopeya lo elevado, comedia -y

novela-lo

bajo. Ya Fielding, en su prefacio ajoseph Andrews escribía en

el

mismo

sentido y a propósito de la nueva novela realista inglesa del siglo

XVIll: now a comic

romance

s

a comic epic poem in prose.

Page 30: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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60

TEORÍA DE LA NARRATIVA

dad imperfecta. En su base está

la

experiencia personal y la libre ficción

creadora.

Darío Villanueva, en "Historia, realidad y ficción en el discurso

narrativo", vincula también

las

teorías hegeliana

y

lukacsiana de

la

novela

como evolución

de

la

epopeya

y las opone a la idea

de

Ricoeur

en Tiempo y narración de

marcar las conexiones

entre

historia y

to, indicando la

posible mediación de

la

historiografía

en el

surgi

miento de la

novela

desde la epopeya y ejemplificándolo con los

libros de caballería españoles que se presentan como crónicas. Bobes,

finalmente, señala los rasgos más generales

que

distancian a la novela

moderna

de

la epopeya:

1

la temática reducida a la de un mundo visto en

forma

parcial, indivi

dualizado; 2) la elección de temas de la vida ordinaria; 3)

la

temporalidad

situada en el presente y

con

ambiente contemporáneo; 4) la presencia de

personajes sin grandeza( ..) a los que se somete a las pruebas necesarias

para

mostrar

su valor o

l

sistema de valores que pre

si

de su conducta; 5

la falta de toda tr;scendencia religiosa (Bobes, 1993: 66).

4.3 . Del grado cero de l novela a l novela actual

Dos han sido las

posiciones

fundamentales a la hora

de abordar

y

datar el origen de la novela. Mientras las teorías evolucionistas han

fijado su nacimiento

en

la época clásica

-Grecia

y Roma- y

han

lan

teado

su

resurgimiento renacentista

y

su despegue

en el

realismo,

otras

teorías, sin dejar de reconocer la influencia de otras escrituras

narrativas (fundamentalmente el

cuento

y la novela corta),

han vincu

lado

más bien su aparición en las sociedades burguesas de los

últimos

siglos a determinadas razones sociales, normalmente en relación con

la decadencia o pérdida

de

la modalidad

épica,

privilegiada

en

las

sociedades esclavistas y feudovasalláticas.

La

"archinovela tardohelénica" (García Gua ,

1976), iniciada en

Grecia en el siglo a.C. continuada en Roma hasta el siglo d.C.,

muestra

un primitivo y

reiterado patrG.n-narrativo marcado

por

la

organización episódica, el narrador omnisciente y la usual temática

amorosa y estructura

de

aventuras (viajes, conflictos, peligros), como

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS 61

Leucipa

y

Clitofonte

de

Aquiles Tacio; una

variante

satírica que ape

nas

cambia

el modelo narrativo que se dio

en

Roma con

El satiricón

de Petronio o El asno de oro de Apuleyo

2

.

La narrativa medieval ofrece,

de

un lado y al margen del cuento

moralizante, la pervivencia del género épico

modificado

y adaptado a

las nuevas realidades feudales: chansons o cantares de gesta, poemas

caballerescos de

los ciclos

romano, artúrico

o

carolingio, balad

as,

sagas y eddas, romances; de otro, empieza a surgir en

Francia

en el

siglo XII, v

inculándose

a la

escritura

y al uso de la lengua romance,

una

nuev a práctica narrativa (María de Francia, Chrétien

de Troyes)

de

corte

amoroso y caballeresco, precedente

de

las más

tardías nove

las caballerescas Tirant lo Blanc, Amadís) y sentimentales Cárcel

de

amor

de

San

Pedro)

.

El

prerrenacimiento

y el renacimiento

empiezan

a cambiar

ya

los

patrones compositivos y las mismas formas del género, a establecer

un punto

de

inflexión hacia la constitución

de

la novela

moderna

que

se

sintomatiza

en las virulentas polémicas y negativos juicios

sobre

la

novela. El

modelo

de la narrativa

corta

del Decamerón, la

irrupción

de los romanzi, llenos de elementos fantásticos Orlando furioso), y la

aparición

de la narrativa satírico-hiperbólica

Pantagruel)

suponen

nuevos

modelos,

que alternan con otros

ya

existentes

y

en

boga

(novela caballeresca

y

sentimental)

y otras

formas novelescas

de

nuevo

cuño (novelas pastoriles

y,

en

España, también moriscas)

que

alteran

menos

las pautas compositivas del género. Así, frente a las for

mas

narrativas más

tradicionales

y antiguas

de

los poemas épicos

Araucana, Os Lusiadas, Paradise Lost, Christiada,

Gatomaquia

y

de los relatos de carácter histórico (particularmente los de

In3ías:

Inca

2

Precisamente, Bajtín estudió en relación a su concepto de "cronoropo" la novela

grecorromana, en la que distinguió tres tipos esenciales, añadiendo

agudamente

o.rra

modalidad

- la biográfica- a las clásicamente reconocidas: la novela

griega de

tema

amoroso

y peripecias

por distintos

espacios

geog

ráfic

os

a la que llama

"novela de

avent

ura

s

y

de

la

prueba"

y

que

se

caracterizaría

por

l

crono

t

opo

del "mundo ajeno

durante el tiempo

de la aventura", la novela satíri ca latina

que

d

enomina

" novela de

aventuras costumbrisra" y singul ariza en presentar solo los breves momen Os excep

cionales e insóliros de la vida humana personal y privada en una serie temporal con

creta e irrevers ible y la que llama "novela biográfica" por

unir el

tiempo biográfico

con la imagen del hombre que-re·corre su camino de la vida centrada en l cronoropo

real del

"ágora

" y en la que habla desde la Apología de Sócrates y Fedón

de

Platón

hasta

Las confesiones

de San Agustín

vid.

Bajtín, 1937-1938: 237-298).

Page 31: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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62

TEORÍA DE LA NARRATIVA

Garcilaso, Bernal, Acosta, De las Casas, Sahagún), surge una novela

picaresca Laza rillo, Buscón, Guzmán, Gil Bias de Lesage, Simplicissi

mus de Grimmelshause n, incluso el posterior Penquillo Sarmiento de

Fernández de Lizardi) que rompe con el planteamiento de un mundo

idealizado y fosilizado, hace irrumpir sociolectos alternativos y críti

cos con respecto a la realidad circundante

(Cros,

1975), se muestra

pesimista o crítica respecto a la realidad y enfrenta y

opone el

perso

naje, desde su propia narración autodiegética, al universo novelesco.

La cuestión culmina con el

Quijote,

pues

es

ya comúnmente acep

tado

que Cervantes fue el creador de la novela mode rna, un raro

inventor (Biasco, 1998), y el Quijote una especie de grado cero de

tal novela moderna.

La primitiva

parodia

de

la novela caballeresca

rompía su

hilván

episódico

y excesos fantásticos

con

el

propósito

vertebrador y unitario, la consonancia y la verosimilitud, pero, sobre

todo, aportaba otras notables novedades: la intertextualización inte

grada de textos literarios de toda índole, la metanovela o reflexión

sobre la propia escritura narrativa, la transdiscursivización de socio

leeros y lenguajes distintos y dialógicamente opuestos, la ironía y la

distancia narrativa aportada por

el

juego del desdoble de narrador, la

crítica del mundo y de las instituciones mostrando un

protagonista

enfrentado y desajustado, la trascendente simbolización en determi

nados personajes de los valores y tipos humanos.

El siglo

XVlll

aporta la salida en Francia

de una

novela de análisis

psicológico e

intimista

Las amistades peligrosas

de Lados,

Manan

Lescaut de Prevost

y

sobre

todo,

La Princesa de Cleves de Mme.

de

La Fayette) y de tono crítico respecto a la moral y religión tradicional

Cándido

de

Voltaire, La filosofía en el tocador de Sade), que se des

arrolla

de

modo paralelo a la gran novela realista inglesa -ya novel-

 Tom ]ones de Fielding, Los viajes de ulliver de Swift, Robinson

Crusoe

de Defoe,

El vicario de Wakefield

de Goldsmith). Aparece,

además,

una

modalidad que expresa bien el giro hacia la subjetividad,

el intimismo y la psicología de la nueva nárrativa: la novela epistolar

Pamela

de

Richardson, Nueva Eloísa de Rousseau),

que

abre ya la

línea de la novela

sentimental

prerromántica Pablo y Virginia de

Saint-Pierre, Werther de Goethe, C_ mandá de

Mera

L

El

romanticismo,

desde su apuesta simbólica por

lo

nacional, lo

pasado y lo subjetivo, abre cinco líneas novelescas prioritarias: la

novela de formación o bildungsroman Wilhelm Meister de

Goethe,

1

-r

LOS

GÉNEROS NARRATIVOS

63

Emilio de Rousseau, La educación sentimental de Flaubert), la novela

gótica Los misterios

de

Udolfo de Radcliffe, El castillo

de Otranto

de

Walpole, Melmoth el errabundo de Maturin), la novela de terror Drá

cula de Stoker, Frankenstein de Mary Shelley, relatos irracionalistas de

Poe, también fundador

de la

vertiente contraria,

la

novela

policial

racionalista, aparecida a mediados del siglo), la novela histórica (Wal

ter Scott,

Hugo,

Dumas, Manzoni, Gil y Carrasco, Palma) y las deno

minadas novelas nacionales que permitieron, sucesivamente

en

distin

tos momentos y en distintos lugares como Latinoamérica, establecer a

partir

de ellas símbolos colectivos ideológico-sentimentales de las nue

vas naciones Doña Bárbara, María, Amalia, El Zarco; cfr. Sommer,

2004).

El romanticismo, además, auspic ió el

surgimiento

de

cuadros

costumbristas y novelas melodramáticas folletinescas: precisamente

dos

novedades editoriales del XIX, los folletines o novelas

de

folletín

feuilleton) publicadas en los periódicos y las novelas por entregas

three-decker),

constituyen dos muestras del éxito de la novela popu

lar y su masivo consumo y alcance ya en estos momentos.

Pero

serán

el

Realismo y

el

Naturalismo

los

movimientos que

sig

nificativamente consagren la práctica de la novela, la fijación e insti

tucionalización de la palabra novelesca, además de preocuparse siem

pre por

su estatuto te

ór

ico y técnica. El afán mimético y estilo realista

en la representación del mundo, la complejidad en la caracterización

de los personajes, la longitud y morosidad narrativa, las descripcio

nes ilustrativas minuciosas, se instauran a lo largo del siglo XIX y

prin

cipios del

XX

a través de las novelas de Balzac, Stendhal, Zola, Spiel

hagen,

Dickens,

Tolstoi, Dostoyevski, de Quiroz, Galdós,

Clarín, Blasco Ibáñez, Azuela o Quiroga.

4.4. La novela actual

y

la renovación de

las

técnicas narrativa s

El siglo

XX

hará aparecer nuevas formas de concebir la novela, nuevos

modelos escriturales del género, nuevas técnicas narrativas y formas

de composición.

El

descentramiento

del mundo y del texto, la

invención

en el

mundo y en el texto, el cambio acelerado en el mundo y en l texto, la

dispersión, fragmentación y sobreabundancia

de informaciones

en

el

mundo y

en el

texto, la expansión demográfica en el mundo y en los

Page 32: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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64 TEORÍA

DE LA

NARRATIVA

textos. Son muchas más las analogías entre

el

desarrollo histórico del

siglo XX y una evolución de la novela que se caracteriza por la perma

nente renovación

de las técnicas y de los

procedimientos

narrativos

-surgida desde la

pretensión rupturista

y

experimental-,

pero tam

bién por

la

evidente consagración

de la

novela -cifras

de

edición

y

venta, premios, desarrollo de la novela popuJa·

r-

y por la internacio

nalización geográfica y lingüística de su cultivo.

La rotura

de

la sintaxis tradicional, de la organización y disposi

ción

clásica del material narrativo

y

de las formas

de narrar

y repre

sentar

el

mundo

hará

sustituir la

lineal itinerancia del viaje épico de

Ulises por la caótica ordenación del pensamiento en el día cotidiano

de Leopold Bloom,

el

enorme

resumen temporal de un siglo de

Epi

sodios nacionales

españoles por la representación al ralentí de

dos

minutos

en

doscientas páginas (L agrandissement

de

Claude Mau

riac),

el

determinismo omniexplicativo de

La taberna por el

universo

absurdo y la

opresión indeterminada de El castillo, el Crusoe que

construye

el mundo y a sí mismo en una isla desierta por

el

musiliano

hombre

sin

atributos,

la

sucesión ordenada de hechos experimenta

dos por actores por

la

informe

alternancia de textos

de heterogénea

procedencia (Libro de Manuel)

o por

permanentes

juegos verbales y

experimentos lingüísticos (Larva), la exigencia de un texto unitario

por

la aspiración intratextual de

la

novela a ser

muchos

libros

Uuego

de cartas de Aub,

hipernovela).

Son estos solo algunos

pocos

ejemplos de la

transformación

técni

ca, lingüística y diegética de la novela en este siglo,

una transforma

ción

que,

si hubiera que

sintetizarla

en

una

única

palabra,

podría

hacerse

muy convenientemente

con

la

de

expansión.

Expansión geográfica y lingüística. En la nueva era de la informa

ción y la comunicación electrónica, la novela ha sido el género litera

rio

que más

ha cruzado

las

fronteras culturales

y

geopolíticas. El

signo

de la novela,

sobre

todo a

partir de

la

segunda mitad

de este

siglo, es la internacionalización de su

cultivo

y lectura, su enorme

expansión lingüística,

cultural y geográfica,

aquello

que

llamó

las

polinarrativas

Carlos

Fuentes

en su

Geografía de

l novel (1993 .

Expansión

comercial y lectora . El

aumento de

la tasa demográfica

y,

fundamentalmente,

de

los índices culturales y de alfabetización,

el

desarrollo

de la edición y la distribución como

una empresa

-cada

vez más transnacional,

además-

ha generado

una

ampliación estricta-

LOS

GÉNEROS

NARRATIVOS

65

mente cuantitativa del número de autores y de lectores de la novela

-acaso ahora en un cierto retroceso ante la mayor ocupación del espa

cio de ocio por otros medios-, del

número

de ejemplares editados de

ciertas novelas y novelistas, del número de premios que fomentan su

escritura

y

publicación, también

del

número de novelas vendidas:

muy

alto según qué títulos y escritores, según qué

subgéneros

temáti

cos

(novela histórica, policiaca,

rosa,

del

oeste, de ciencia-ficción,

etc.) y según qué formatos y diseños populares y qué características

editoriales (libros de bolsillo,

pulps, dime novels,

libritos de quiosco,

best-sellers, etc.)

Expansión

temática y estilística.

La mundialización

-mejor

que

globalización- de todos los procesos informativos y también litera

rios, la enorme influencia de las nuevas artes y sus

nuevos

lenguajes,

temas y técnicas,

la

proliferación de nuevas

teorías

artísticas (psicoa

nálisis, lingüística, marxismo, fenomenología, etc.) y de nuevos

hori

zontes

epistemológicos, el

impacto de

la técnica y

de

la

revolución

informativa y electrónica son algunos de los factores que conducen a

un permanente replanteamiento temático y estilístico de la novela en

tal centuria.

Continúa

la novela más tradicional,

fundamentalmente

ligada a las fórmulas de la literatura popular y _a la variedad temática

de las intrigas (novela policiaca o de aventuras, realista

de

acción o de

personaje, histórica .. ; aparecen la novela de ciencia-ficción, la nove

la rosa heredando

la

estructura melodramática del relato sentimental,

la novela de espionaje, las novelas de la revolución, indigenistas y de

dictador (Valle, Asturias, Sábato, Roa, Carpentier, García Márquez,

Vargas Llosa) en Hispanoamérica. Surgen asimismo nuevas

tenden

cias estilísticas narrativas: la novela existencial Sartre, Camus), la

novela experimental

Cortázar, J. Goytisolo, Fuentes)

y el nouve u

rom n (Sollers, C.

Mauriac, Robbe-Grillet,

Butor), la

metanovela

preocupada del propio estatuto de su escFitura Gide, L.

Goytisolo),

la novela rupturista y de vanguardia (Proust, Joyce, Weiss), la novela

del absurdo (Kafka, Musil),

el

realismo crítico y el realismo mágico

(García Márquez, Vargas Llosa), la novela esteticista,

la novela urba

na, la novela autobiográfica .. en fin, toda una

profusión

de

corrien

tes y variantes estilísticas y lingüísticas, difícilmente resumibles y

- hasta deslindabfeS, que hacen de la novela del siglo

XX un verdadero

y

complejo mosaico,

de

prolija

reconstrucción

e

ilustrado

fundamen

talmente por la diversidad y la renovación.

Page 33: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 33/71

66

TEORÍA

DE

LA NARRATlVA

Expansión de arquitectura

y técnicas narrativas (vid. Valles, 2003:

175-177 y el epígrafe 3.2.2). Muy ligada con la cuestión anterior, muy

marcada

por el

influjo

de los lenguajes y

procedimientos constructi

vos

de

otras artes y en la base de las nuevas corrientes novelescas, se

encuentra

la

evidente renovación

de

las

técnicas

y mecanismos de

organización

y

construcción

de la novela. De este modo, se

han

replanteado

o

inventado

distintos

procedimientos que

afectan

allen

gu_aje y las grafías

anagramas, lipogramas, escritura aleatoria, con-

mutaciones

N l

o restricciones, palindromías, sinsentidos, etc.), a la

composición

y

yuxtaposición de

elementos discursivos (collage; mon-

taje, omisión, reportaje, construcción en abismo o relato especular,

pastiche,

etc.),

a la temporalización reducción temporal, ucronía,

ralentización,

etc.), a la lógica secuencial y efectos pragmáticos sobre

el

lector

suspense), a la presentación del espacio forma espacial,

co

sis-

mo, etc.), a las tipologías

discursivas

monólogo interior o flujo de

conciencia, diálogo abruptivo, coloquialismo,

novela

dramatizada

lírica, etc.), a la

representación

y la focalización perspectivismo, tra-

tamient o pictórico, focalización externa

y

modalización cinematográ-

fica),

o a las nuevas formas

de

comunicación narrativa

hipertexto,

novelas interactivas),

entre otros.

4.5.

Características de

l

novela

Pero, al margen

de

la historia del género, al margen

del análisis

socioempírico

del negocio

de

la novela, al margen

incluso de

su pro

pia dimensión técnica, a la hora de plantearse el estudio de los rasgos

peculiares de la novela desde

una

perspectiva narratológica,

según

Reis y

Lo

pes ( 1987: 183 ),

lo que interesa a ésta son [los siguientes) aspectos: los elementos y cate

gorías que entran directamente en

la

estructuración de

la

novela, sus rela

ciones genológicas con otros géneros narrativos, su diversificación en

subgéneros narrativos, y también su capacidad de modelización de lo real

y de representación ideológica. De este modo, la cuestión previa que ha

de proponer es

la

d ~ l estatuto de la

a u t o _ j ~ y de

la enunciación de la nove

la cuestión que naturalmente conduce a

las

relaciones autor/narrador.

La

novela

es

enunciada por un narrador, entidad ficcional instituida

por el

autor empírico; pero al instituir

al

narrador,

el

autor avanza opciones que

LQS GÉNEROS NARRATIVOS 67

se traducen en estrategias narrativas definidas:

la

situación narrativa per

filada,

los

criterios de representación establecidos, son, entre otros, pará

metros que interfieren en la configuración del universo diegérico que

integ ra la novela.

Y ciertamente, cabe hablar de la existencia de una serie de caracte

rísticas

peculiares

del

género novelesco

comúnmente

reconocidas.

Sin

emb

argo, ni estas son invariables -sino

que están

sujetas a la raíz

histórica de cada género novelesco y

de

su propia trayectoria- ni

tam

poco

son

universales -dependen del diseño

de

cada objeto de

cono

cimiento

por el mismo

marco teórico

desde el que se segrega-.

Tanto

Belinski (Valles y

Davidenko,

2000) como Baroja, y en cierta medida

Ortega aunque con un planteamiento más relativista y

perspectivísti

co, se refieren al carácter

mutante,

sincrético e integrador de la nove

la,

que

también recoge

el

propio Bajtín. CaiÍlois decía

que

la

novela

se

caracteriza esencialmente por la licencia ; también Villanueva (1989: -

9-1O expresa muy

claramente

esa insumisión

respecto

a

lo

estable

cido

y

tendencia

a

la

libertad

de esta

modalidad

narrativa:

La novela es el reino de la libertad, libertad de contenido y lib ertad de

forma, y por naturaleza resulta ser proteica y abierta. La única regla qu e

cumple es la de transgredirlas todas, y este aserto debe figurar

en

el pre

ámbulo de toda exposición sobre el comentario o lec tura crítica de la

novela.

La novela se muestra así como

un

género

abierto,

proteico,

inter

texrualizador y transgresor: la

amplitud,

la

mutación,

la absorción de

otras

formas y textos y la ruptura

son

los ejes de coordenadas del

género.

En un

sentido general

y común a todo el género fundamental o

natural épico-narrativo, la novela se caracteriza, en

primera

instancia

y como ya se había dicho, por

constituir

el relato de una historia por

un narrador:

la posesión de ambos rasgos (historia , narrador + es

la que precisamente delimita la narrativa de la dramática (historia +,

narrador-) y de la lírica

(historia-,

narrador-). Por

lo

tanto, se hace

patente en ella: de una parte, la presencia de determinados elementos

de la historia o material_diegético

(acontecimientos,

actores,

tiempo,

espacio); de

otra,

una serie

de

rasgos

vinculados

a la actividad enun

ciadora (narración

-voz,

registro, discursos, narrador-,

visión

-foca-

Page 34: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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68

TEORÍA DE LA NARRATIVA

lización,

punto

de

vista-

e instancias intratextuales -autor y lector

implícito-)

que configuran y

transforman,

discursiva y

verbosimbóli

camente,

esa

historia dada en un

específico e irrepetible relato o dis

curso concreto.

A ellos

habría que añadir

otras características más o

menos

comu

nes a otros

géneros

literarios y modalidades discursivas señaladas por

diferentes

teóricos: la dimensión ficcional y la capacidad de referen

cialidad

de

la realidad, la

vinculación

a la

escritura

y a

la comunica

ción diferida conllevando un determinado pacto narrativo, la trans

discursivización

y

transtextualización,

la

configuración isotópica,

el

plurilingüismo

y la polifonía, la capacidad transductiva.

No

son estos, sin

embargo,

los elementos que pueden

considerar

se como

peculiarmente definitorios

de esta modalidad.

Desde nuestro

punto

de vista,

a los

rasgos

antes citados

propios

del macrogénero

narrativo y del mismo texto

literario,

cabría añadir algunas orienta

ciones

específicas

de

los

mismos.

Carmen

Bobes intenta justamente

plantear de qué forma se

plantean

peculiar y permanentemente tales

rasgos en el

texto

ndvelesco:

a

su

discurso polifónico;

b

la presencia de unas determinadas unidades

sintácticas funciones, actantes, cronotopo); e un esquema que mantiene

en unas determinadas relaciones

esas

categorías organizándolas

en

torno

a

la

unidad dominante, que,

por

tanto, podrá ser de

un

tipo preferente

mente funcional, actancial o cronotópico; d) un hecho, que genera unos

valores semánticos porque orienta todas

las

unidades sintácticas,

sea

cual

sea la dominante, hacia un sentido: la presencia en toda novela de un

narrador que sirve de

ce

ntro para establecer un

punto

de

vi

sta, unas

voces, unas distancias un tono narrativo Bobes, 1993: 25).

Y,

como se

ha

visto, Bajtín, oponiendo a la épica -marcada por la dis

tancia y reverencia del

pasado absoluto-

la novela,

entiende que

esta

se ubica en el presente, carece de modelos architextuales instituidos,

sincretiza y

asume

-transformándolos-

otros géneros

y

adopta como

tema básico la realidad inmediata, por lo que

puede evolucionar cons

tantemente en consonancia

con

la realidad histórica. Tres son los ele

mentos definitorios de este género para el

teórico

ruso:

1 la tridimensionalidad estilística, relacionada con la conciencia plurilin

güe que se realiza en ella;

2)

la transformación radical en la novela

de

las

LOS GÉNEROS NARRATIVOS 69

coordenadas temporales de la imagen literaria; 3) una nueva zona

de

construcción de la imagen literaria en la novela, zona de máximo contac

to con el presente contemporaneidad) imperfecto Bajtín, 1941: 456).

Podrían, así, señalarse

entonces

como características particularmente

asociadas al género novela las siguientes:

A) La

vinculación

de la

misma a la escritura ya

desde

su

constitu

ción en el mundo clásico y en su misma

formulación medieval

-desde

el siglo XII: no en balde, como se ha visto, Benjamín opone precisamen

te en este

sentido

la novela a la narración.

Esta conexión

permanente

entre

novela

escritura/lectura

implica

otras cuestiones

relativas

al

acto pragmático

-

comunicativo: la distancia

física espacio-temporal

entre autor y lector empíricos, esto es, la generación de una

situación

comunicativa

in absentia

o diferida; la existencia de un

tiempo

y un

espacio distintos

para

ambos, que marcan

el proceso de,

en palabras

de Ricoeur

1983-84 ,

l

prefiguración

y la

refiguración de la mime

sis; el

funcionamiento de un

pacto narrativo-comunicativo

implícito

entre autor/lector.

B)

La

particular orientación

de

todo el

material

diegético

de

la

historia

sucesos, actores, espacio y tiempo)

por

un

narrador 

que lo

organiza, mediante un(

os)

determinado(s) modo(s) de

representar y

contar, en

un

relato

que

se manifiesta discursi-vamente

en una

estruc

turación

y

ordenación

verbosimbólica

determinada.

C) El plurilingüismo

y

l polifonía

que

indicaba Bajtín,

esto

es, la

frecuente presencia discursiva de

distintos

lenguajes y distintas voces

en el texto narrativo,

la

transdiscursivización de los

enunciados

y len

guajes

sociales que se concitan en el relato junto con las distintas

voces

que

los sostienen.

D) Desde el punto de vista del contenido, la extensa, compleja y

totalizadora

representación artístico-ficcional y simbólica e las rela

ciones del hombre con su entorno social e histórico

o, en palabras de

Reis y

Lopes

1987: 182),

modelizar

en registro ficcionallos conflic

tos, las tensiones

el

devenir del Hombre

inscrito

en la Historia y en

la Sociedad

. Este rasgo

concuerda en

cierto modo

con

las ideas

sobre

la novela

de

Lukács representación

de

la

totalidad

secreta de la vida),

de Goldmann enfrentamiento

entre el personaje

y

el universo nove

lesco en correspondencia con la situación concreta del capitalismo),

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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70

TEORÍA DE LA NARRATIVA

de

Bajtín (representación

artística de la realidad contemporánea,

imperfecta y cambiante), de Ricoeur

(pretensión

de redescribir la rea

lidad según las estructuras simbólicas de la ficción) y del

propio

Ayala

(la búsqueda de respuestas a una serie de preguntas radicales del hom

bre, necesitadas

de

una respuesta

antropocéntrica

tras la quiebra de la

sacralización y la fe medievales).

4.6. Tipologías y subgéneros novelescos

La

enorme

variedad formal, técnica y estilística de la novela ha gene

rado numerosos intentos

de

clasificación

de

sus variantes diegéticas y

discursivas, numerosas propuestas de establecimiento

de

una

tipolo

gía

de

la

novela.

Se citarán aquí únicamente algunas de las más desta

cadas .

A) Algunos

intentos

clasificatorios han partido

de

la

mayor

o

menor

relevancia d e uno de los componentes diegéticos

de la novela.

Así,

es

ya

clásica la

propuesta de Edwin Muir quien, después de

advertir-de la permeabilidad de su propia distinción,

que

apoya en la

representación de la

acción

predominante

en el

tiempo

o en el espa

cio (Muir, 1928: 106), diferencia

entre

la novela dramática ,

donde

predomina

la acción y la peripecia, la novela de personaje , centrada

en la atención en un actor principal, y

la

crónica o novela

de

época,

marcada por ofrecer un retrato histórico desde

la

vertebración

del

tiempo

y el espacio (Muir, 1928: 7-1 07).

De forma muy similar, Kayser fracciona la novela en

de

acción o

acontecimiento ,

de personaje

y

de espacio

3

, según

la

preemi

nencia

que adopte

en ella cualquiera

de

estos elementos: en la

prime

ra, los sucesos narrativos ocupan el primer plano y predomina el inte

rés por la intriga, desplazándose a un segundo nivel la descr ipción

de

lugares o los mismos personajes (la novela bizantina,

W.

Scott); en la

3

El propio Kayser, además de citar la división de Muir arriba referida, menciona

también

otras

clasificaciones generales

y

sustentadas en

l

material diegético a las

que

reconoce un enorme parecido con la su ya propia : en concreto, la de..Petsch entre nove

la de

evolución

y de incidentes y la de Müller entre novela de transformacio-

nes ,

de

alma y de situaciones (Kayser, 1948: 482). .

1

LOS

GÉNEROS

NARRATIVOS

71

segunda, el análisis psicológico del personaje

constituye

el

centro

de

atención Quijote, Werther); en la tercera, el

marco histórico

o los

ambientes sociales se muestran como núcleo fundamental (Balzac,

Zola, Stendhal) (Kayser, 1948: 482-489).

Baquero Goyanes, haciéndose eco de las dos divisiones anteriores,

reduce acertadamente las fórmulas a dos básicas y extremas, entre las

que

se

podrían

situar

un

sinfín

de

variantes intermedias:

la novela de

acción y la psicológica (Baquero, 1966: 69-70).

Norman Friedman, apoyándose

en

determinados

componentes

del texto poético descritos por Aristóteles, utiliza

también

este crite

rio para establecer un catálogo de la novela en función del concepto

de

intriga, entendida

esta desde

una

perspectiva

temática

y

como

la

transformación de una determinada situación hacia

una

mejoría o una

degradación. Friedman clasifica así las novelas en 7

intrigas de destino

-de acción, melodramática, trágica, de sanción, sentimental, de admi

ración

i

cínica-,

4 intrigas de personaje -de maduración, de enmien

da, de

pruebas

y de degradación- y 3 intrigas de

pens miento

-de

educación,

de

revelación y afectiva- (Friedman, 1975).

B

Otras

tipologías se sustentan fundamentalmente en criterios de

tipo lingüístico o discursivo, en su más amplio sentido. Así, Mijaíl Baj

tín (1929), oponiendo el dialogismo de las novelas de

Dostoievski

al

monologismo

de los relatos de Tolstoi, establecía

el carácter plu

rilingüístico y polifónico que caracterizaba a la novela, que se defini

ría así básicamente

como una

variedad .

polifónica , marcada por

la

copresencia de distintos discursos y voces en el más amplio

sentido

-incluido el social-

de

estos términos . Bajtín,

además,

relaciona con

el

plurilingüismo

y la

palabra

bivocal los

dos principales tipos de

novela, el testimonial (novela hagiográfica, confesional, de aventu

ras, etc.) y el pedagógico (autobiografía, sátira de costumbres, for

mativa, etc.) (Bajtín, 1934-35: 187).

Carmen Bobes (1993: 94), que ha considerado

justamente

tal poli

fonía

como

un rasgo configurador de

la

novela, ha

establecido

asimis

mo una distinción entre novela épica, dramática y lírica,

apoyada

en

la

mayor

o

menor

cercanía de esta

modalidad

a

los

tres

grandes

macrogéneros literarios o géneros naturales.

Frente

a

la novela dra

mática y la lírica, respectivamente próximas al diálogo escénico y al

intimismo,

la

novela épica sería la variante más

apegada

al

uso tra

dicional y convencional de la forma narrativa,

con

mucho el

predo-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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72

TEORÍA DE LA NARRATIVA

minante; la novela dramática , por su parte, sigue señalando Bobes,

frente al uso tradicional y convencional de la inserción de fragmentos

escénicos de diálogo en la novela, llega al extremo de presentar toda

una novela dialogada donde desaparece

absolutamente

el narrador

para activar en máximo grado

el

modo dramático,

el

showing

en

tanto que

la novela lírica" se aproximaría al tipo lírico

no

solo por

su presencia de la

subjetividad

autora

sino

por la

mayor

intensidad

verbal, por el centramiento del lenguaje en sí mismo y

por el

estricto

discernimiento de los asuntos, personajes y peripecias.

De

modo parecido, al

partir

del concepto de registro,

Genette

(1972) introduce la

oposición

entre relato de

acontecimientos

/ de

palabras, sustentada en la noción de distancia

y

hasta cierto punto, en

las distinciones

-que

rechaza

porque

para él lo que hay siempre en la

base narrativa es un

relato-

de diégesis/ mimesis y de showingltelling.

Para el teórico francés, la

distinción entre relato

de acontecimien

tos y relato

de

palabras" se apoya no tanto en la primacía del relato

del narrador o

el directo de

los

personajes, esto

es, en la activación

respectiva dominante del

modo

narrativo o del dramático, cuanto en

la

capacidad de

representar ambos

respectivamente acciones o pala

bras, hechos objetivos o fenómenos de la conciencia y

la

voz.

C) Finalmente, otros criterios clasificatorios

se

apoyan

en la

forma en

que

se plantean

determinados componentes narrativos

para

distinguir diversas posibilidades novelescas.

Ocurre

así con las distinciones operadas a

partir

del

modo en que

se

estructura

el tiempo en la novela. Jean

Onimus

divide las novelas

según las cinco manifestaciones de la

duración

temporal en ellas: la

duración

lineal"

cuando no

se

el orden

natural

de

los aconte

cimientos narrados, la

duración

múltiple si se hacen presentes a la

vez en alternancia las duraciones simultáneas

de

diversos individuos

o

grupos,

la

duración íntima cuando el tiempo

físico

objetivo

se

sustituye por el tiempo psicológico o vivido, subjetivo -aquí habría

que

colocar el monólogo interior y el flujo de la conciencia-, la

duración abierta

y la

penetración

en el

pasado

si la novela se

construye

desde la analepsis o

retrospección temporal

(Villanueva,

1977: 35-36; Delgado, 1973: 72). El propio

Genette

(1972) establece

t r s dos clasificaciones de los relatos en relación a

otros

criterios

de

carácter temporal. Partiendo de la frecuencia o relaciones de repe

tición entre elementos de la historia y del relato, distingue el relato

LOS

GÉNEROS

NARRATIVOS

73

singulativo", el "repetitivo" y

el

"iterativo";

considerando

las formas

del tiempo de la

narración que

marca la

posición temporal

de la

instancia

narrativa

con respecto

a la

historia

que

cuenta,

diferencia

entre

"relato anterior",

ulterior , simultáneo

e

intercalado .

Otras tipologías se basan en el papel del personaje central en las

novelas

o,

mejor, del héroe. Así,

para Lukács

(1920),

todavía

en su

etapa de fuerte influencia hegeliana, el héroe

de

la novela

contempo

ránea

sería

siempre-un sujeto problemático

o

en conflicto con

el

mundo

y podría clasificarse en

el

que se evade de la realidad ( nove

las de idealismo abstracto"),

el

que rechaza la realidad y actúa al mar

gen de o

contra

ella ("novela s del romanticismo

de

la ilusión ) y el

que

decide aprender e integrarse ("novelas de

aprendizaje ).

Para la

mitocrítica de Frye (1957) también las obras ficcionales pueden clasi

ficarse

según

las capacidades de

obrar

del

héroe con respecto

a las

nuestras, generándose así cinco grandes posibilidades de relatos: el

relato mítico con héroe superior por naturaleza a otros y al entor

no, l relato romántico" con personaje

propio de

lo maravilloso

que

es superior

en

grado al resto y al entorno,

el relato

supramimético

cuando el héroe es superior al resto de personajes pero no al entorno,

el " relato inframimético

cuando

está en nivel

de

absoluta igualdad

y l relato irónico si el hombre es inferior a los demás en

poder

o

inteligencia.

Por último,

también las modalidades lógicas

de

la

novela han

hecho aparecer distintas divisiones de la misma.

En

Narrative

Semantics

(1976), DoleZel,

apoyándose en

las

modalidades de

Greimas -aléticas, deónticas, epistémicas y veridictorias- y

en

la lógi

ca modal, considera que, en la medida en

que un

relato

simple cuenta

a

partir

de un operador modal, es posible diferenciar

cuatro

grandes

tipos de

dominios

narrativos de los relatos simples a

partir

de las

cuatro

modalidades posibles: el relato alético contará el

paso de

una

imposibilidad a

una

posibilidad o al revés;

el relato deóntico

narrará el paso de una prohibición a un permiso o viceversa; el rela

to axiológico

contará el paso

de un estado insatisfactorio

a

otro

satisfactorio o al revés; el relato epistémico" narrará el

paso

de una

ignorancia a un conocimiento o vicevel"sa.

Muy

vincillada a la tipología de la novela se encuentra la cuestión

de los subgéneros novelescos, esto es, de las distintas clases discursi

vas de novela, caracterizadas fundamentalmente

por

aspectos

temáti-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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74

TEORÍA

DE

LA NARRATIVA

cos, estilísticos o culturales y constituidas en una trayectoria histórica

(subgéneros históricos).

La diversidad de los subgéneros históricos de la novela se acopla

con

la misma diversidad de

propuestas

de

distinción de

los mismos.

La riqueza de variedades novelescas se une aquí con la propia hetero

geneidad de su cultivo

en

distintas naciones

y

momentos

históricos y

con la heterogeneidad de marcos teóricos y de modelos culturales

que hacen que

uno

u otro crítico,

de uno

u otro origen y raíz lingüís

tica y cultural, privilegien la diferencia de unos u otros subgéneros

aunque se compartan

muchos modelos comunes

o

especialmente

famosos: así ocurre, por poner solo un ejemplo, con las distincione s

de

Hawthorn y Estébanez Calderón,

ambos

mezclando

además

modalidades diferenciadas desde distintos criterios -epocales, temáti

cos y estilísticos-. El

primero

realiza un inventario de

tipos

de nove

la" en

el que

describe sucesivamente la novela picaresca, la epistolar,

el three-decker (entregas en tres volúmenes), la novela histórica, la

regional,

la satírica,

l

bildungsroman

(novela

de

formación),

l

rom n clef en clave), la novela de tesis, la novela-río, la novela góti

ca, el folletín, la ciencia-ficción, la novela postmoderna, el

nouve u

roman,

la metaficción, la novela fantástica, la sobreficción, el realismo

mágico, elfaction (aproximadamente "factición", un relato de hechos

históricos

propuesto por

Truman

Capote

·uniendo los términos

fact

y

fiction) y la novela postcolonial

(Hawthorn,

1985: 53 -65 . El segundo

pospone

en su

Diccionario

a la novela las siguientes formas: novela de

aprendizaje, de aventuras, bizantina, caballeresca, cortesana, de cos

tumbres, documental, por entregas, epistolar, erótica, de espionaje,

estructural, existencialista, experimental, galante,

de

folletín, gótica,

histórica, del lenguaje, lírica, morisca, naturalista, negra, neorrealista,

objetivista, del oeste, pastoril, picaresca, policiaca, psicológica, realis

ta, romántica, rosa, sentimental, social, de suspense, de terror y de

tesis (Est ébanez , 1996: 752-765).

Aunque la variedad de tipos novelescos es

enorme,

si bien todos

se determinan

como

subgéneros históricos

por

el momento de su sur

gimiento y su propia trayectoria y pese a que ciertamente hay un sin

cr( tismo de f c t o r ~ u _ _ _ r i t e r i o s

que

los caracterizan y permiten cata

logarlos, sería conveniente -con tales reservas- establecer, al menos,

un

determinado

orden según

cuál sea el

criterio fundamental

para

organizar la clasificación. Con mayor pretensión de ordenación que

LOS GÉNEROS NARRATIVOS 75

de exhaustividad en su deslinde y

número

y siguiendo los inventarios

anteriores, podría plantearse lo siguiente:

A) Un primer criterio evidente es el de índole temática, que privi

legia la iteración y recurrencia de asuntos primordiales

comunes

a la

hora

de fijar determinadas

modalidades

discursivas.

Entrarían

aquí,

por

ejemplo, las novelas de acción, de aprendizaje, de aventuras, béli

cas, biográficas/autobiográficas, bizantinas, caballerescas, de clave, de

ciencia-ficción, cortesanas, de costumbres, eróticas/galantes, de espa

cio, de espionaje, góticas, históricas, moriscas, negras, novelas-río,

del oeste, pastoriles, picarescas, policiacas/criminales, psicológicas/de

personaje, religiosas, rosas, sentimentales, sociales, de terror, de tesis.

B)

Un

segundo criterio alude básicamente a los modelos de edi

ción y distribución de las mismas, sobre todo en lo concerniente a la

llamada

paraliteratura :

folletín,

novela folletinesca,

novela

por

entregas, three-decker, pulp, dime novel, novela

de

quiosco, novela

barata, de masas, etc.

El término de paraliteratura fue propuesto por Marc Angenot

(1975), dadas las connotaciones

pe

yora tivas

de

los nombres más

usuales de infraliteratura, subliteratura o literatura popular de masas,

para referirse al "conjunto de la producción escrita u oral no estricta

mente informativa

que

determinadas razones ideológicas o sociológi

cas mantienen

al

margen del ámbito de la cultura literaria oficial en

una

determinada sociedad". Aunque la noción no está estrictamente

reservada a la narrativa

cómic underground,

fotonovelas, telenovelas,

etc.), sí que es en esta macromodalidad discursiva, y sobre

todo

en la

novela, donde

la

institución literaria

y l

canon suele

situar

preferen

temente determinadas

majadas

separatorias en función del criterio

cualitativo del género o de la mayoría de sus obras (novela rosa, del

oeste, de ciencia-ficción, de terror, policial, etc.). Esta conceptuación,

sin embargo, no solo

es

evaluativa y, por ello, discutible,

sino

socio

histórica,

por

lo que ofrece rasgos de discrecionalidad vista sincróni

camente y de mutabilidad

contemplada diacrónicamente:

se puede

observar así

el

cambio de consideración de determinadas modalida

des narrativas (el romance, el folletín, la

novela

negra, sea en su

variante de thriller, tough story o crook story), incluso en el sentido

indicado

por

Shklovski (1925b) de que se conviertan en hegemónicos

determinados géneros considerados en un determinado momento

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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76 TEORÍA DE LA NARRATIVA

histórico

como

populares o plebeyos:

el

caso de la misma novela, sin

ir más lejos.

C Un tercer

criterio

responde al

privilegio del

componente

lin

güístico-estilístico y discursivo, recogiendo principalmente la

reno

vación técnica en el relato contemporáneo: novela esteticista, estruc

tural, experimental, del lenguaje, nouve u roman, novela polifónica,

novela épica/lírica/dramática, novela ensimismada, metaficción, etc.

D Un

cuarto criterio

permite un

catálogo

determinado

por el

grado de ficcionalidad y/o mimetismo novelesco: realismo, realismo

mágico, novela objetivista, documental, fantástica, idealista, utópica,

factición ifaction , sobreficción , etc.

E)

Por

último,

un

criterio histórico de base epoca] o estético-cul

tural permite una quinta ordenación. Desde la perspectiva epoca],

cabe hablar

de

la novela clásica, medieval,

contemporánea, decimo

nónica, dd siglo XVIII, de la Edad de Oro, etc. Desde el punto de vista

estético-cultural,

se

acuñan

las

denominaciones de

novela

barroca,

renacentista,

costumbrista,

realista,

romántica,

vanguardista, pero

también las

de

novela moderna,

postmoderna

o postcolonial.

1

J

C P Í T U L O III

L TEXTO NARRATIVO

Una

vez examinadas las singul aridades de la

narrativa

literaria y

sus relaciones con otras modalidades narrativas no literarias, así como

los rasgos de la épico-narrativa

como

género fundamental o natural

y

sus principales géneros históricos (epopeya,

cuento

y novela), proce

de referirse ahora al texto narrativo

como

tal. Se aludirá así, en prime

ra instancia, a los distintos planteamientos, definiciones y visiones del

texto narrativo y a sus planos o estratos; se pasará después, en segun

do término,

a revisar las peculiari dades del lenguaje

narrativo

y las

formas estructurales y técnicas compositivas propias de esta clase de

textos; finalmente

1

se plantearán algunas de las características funda

mentales del texto narrativo, en concreto su dimensión ideocultural y

social,

la

ficcionalidad,

la

transdiscursividad y

otras cuestiones

(isoto

pías, ambigüedad, carnavalización, transducción, etc:)

l EL

TEXTO

NARRATIVO

Y

SUS ESTRATOS

En su sentido

etimológico

(la textus: tejido), el

texto

se refiere

al

soporte

material (manuscrito, impreso, hipertexto) de

un determina

do

mensaje

y

asimismo y sinecdóquicamente,

al

propio mensaje tex

tualizado en ese soporte,

e n t e n i ~

como una estructura o tejido.

Son n u m e r o ~ ~ s sin embargo, los teóricos que se han fijado en este

concepto, por lo que

no

resulta pertinente

aquí

-lo

que

se

pretende

es

aludir

a las especificidades del texto narrativo-

establecer

más

que

Page 39: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 39/71

78

TEORÍ

DE L N RR TIV

algunos breves

puntos de

vista destacables

al

respecto. Para Hjelms

lev

el texto

es cualquier

enunciado coherente,

desde

el

más simple

al

más complejo. La lingüística textual considera que el texto posee una

compleja estructura -que

no

consiste solo en una sumación y

ordena

ción de frases-, por lo que Petofi plantea que la estructura verbal del

texto está integrada

por

dos componentes

fundamentales,

el

fonotex

tual y

el

gramatical,

y

a su vez,

el primero

por

el componente

eufoné

tico y el rítmico y el segundo por el fonológico-fonético (o grafémico

en textos escritos) y

el

sintáctico-semántico. Beaugrande y

Dressler

1

ntroduction to Text Linguistics,

1981) señalan las siete característi

casque

debe cumplir

-para la

lingüística

textual-

un(os) enunciado(s)

para ser considerado

como

un texto: cohesión, coherencia, intencio

nalidad, aceptabilidad, situacionalidad, informatividad e intertextua

lidad cfr.

Hawthorn,

2000: 360). Según Genette, un texto es un

todo

cerrado,

ordenado, coherente,

justificado,

que

tiene

un equilibrio

y

unas tensiones internas y lazos

con

otros sistemas externos textuates.

Dole2ello

define

como un sistema semiótico altamente organizado,

de

producción

significante, creativa e imaginativa. Villanueva (1989)

considera que es todo enunciado o

conjunto

de enunciados dotados

de

coherencia

que pueden

ser analizados; más concretamente, fijación

verbal de

un

discurso .

Lotman

(1970), en

una

de las más complejas y

vigentes teorizac iones sobre el mismo, además de caracterizar el texto

artístico

por

su inscripción

cultural

y

constitución

lingüística

como

sistema

modelizador

secundario, considera

que

tienen

el

carácter de

texto todos los enunciados verbales que poseen una función comu

nicativa y que se inscriben en

una

cultura, pero, además y

por

ello,

considera no ya un conjunto de textos sino, en sum;r, un texto a la

propia

cultura

.

Para Jenaro Talens conviene diferenciar

el

espacio

textual o forma material y fijada de la textualidad entre unos límites

más o menos precisos,

que

es objetiva y

portadora de

significación,

y

el texto , cada

una de

las

constituciones

en

sentido subjetivo

de

aquel a partir de cada operación lectora. La teoría de la transtextuali

dad ha

planteado

las inevitables relaciones

-más

o

menos

patentes

que se dan entre un texto y otros (Genette, 1982) e incluso, entre este

y otros enunciados culturales (Segre, 1982).

Como p u e d e ~ r e c i a r s e son

muy

diferentes

los

conceptos de

texto aquí incluidos. No se trata únicamente de una variedad de

opi

niones, sino de

concebir

el texto

de modo

distinto desde las distintas

EL TEXTO

N RR TIVO 79

perspectivas teóricas de

partida,

es decir, de construir un nuevo y

diferente objeto de

conocimiento

desde cada

marco

teórico. Mig

nolo

(1978: 56-57) da cuenta

de cómo,

bajo el

término texto,

aparecen

actualmente varias concepciones fundamentales

-casi

todas enuncia

das arriba-, al menos: la del

texto como

sinónimo

injustificado

de

obra literaria, la del texto

como construcción abstracta

y

compleja

en

la lingüística del texto, la

posición

cercana a Lacan de

Kristeva

al

entender

el

texto como la práctica que

pene

en juego la situación del

sujeto en la lengua la de la semiótica soviética

que

considera

no

solo

la inscripción cultural del texto sino a la misma

cultura

como

un

macrotexto. A partir de ahí,

Mignolo, adhiriéndose

en

general

a esta

última posición, define el texto

como toda

forma discursiva verbo

simbólica, que

se

inscribe en el sistema secundario y que, además, es

conservada en una cultura ,

para

pasar inmediatamente, privilegian

do

-en el sentido lotmaniarw-- el carácter

modalizador

y

secundario

del lenguaje literario y su

inscripción

y

funcionamiento cultural,

a

afirmar

que

lo literario, en consecuencia,

es

solo

un

caso panicular del texto:

lo

litera

rio se define por un conjunto de motivaciones (normas) que hacen posi

ble

la

producción recuperaci ón de textos en

cuanto estructuras verbo

simbólicas en función cultural ( Mignolo, 1978: 56 57).

Asumiendo las tesis lotmanianas reorientadas

por Mignolo sobre

el lenguaje literario como sistema modelizador secundario (estructu

ras verbo-simbólicas) y su

dimensión cultural

y añadiendo otros

conceptos que -a nuestro entender-

también

operan en la caracteri

zación de un

texto

literario

como

la

coherencia,

la

delimitación,

la

pluricodificación, la

transdiscursividad,

la significación

objetiva

del

espacio textual y la dimensión comunicativa, podríamos intentar

describir el

texto literario

por

nuestra parte como

aquel

enunciado

o conjunto de ellos que constituye un todo organizado coherente

policodificado

y

pluriisotópico,

que

está

delimitado

e internamente

estructurado, que conecta con otros textos, enunciados ideoculturales

y sistemas e instituciones externas y que, utilizando

un

lenguaje lite-

rario específico y funcionando dentro de una cultura, se mue5tra corno

portador

de significación y

se

inscribe en

un

determinado proceso

comunicativo.

Page 40: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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80

TEOR A

DE

LA

NARRATIVA

l.

. El

texto narrativo

Pero

lo que

aquí

interesa

particularmente

es

atender

a las especifici

dades del texto narrativo en tanto que taL

En

ese sentido y teniendo

en

cuenta

la

formulación anterior,

cabe

plantear

el

texto narrativo

como

aquel

texto

literario delimitado

por

el relato de

una

historia por

un narrador; también Bal (1977: 13) considera que un texto narrati

vo

será aquel en

que

un agente relate

una

narración . De este

modo

,

el texto narrativo, como modalidad

específica del

texto l i t r r i

se

caracterizaría por configurarse como: a) la fijación textual de un dis

curso (relato);

b) la

constitución

del

mismo mediante una serie de

operaciones narrativas y codificadoras específicas en su enunciación

(narrador/narración); e) la

determinada

representación, en a) y

mediante b ),

de un

material diegético (historia).

El desarrollo de la semiótica ha

aportado

algunos interesantes y

novedosos planteamientos so bre el funcionamiento

singular

del texto

narrativo, de los

que

conviene

dar

cuenta

en

este epígrafe.

Así,

Roland

Barriles estableció

primero

en

S Z

(1970)

la

distinción

entre

textos

legibles

y

escribibles,

entre aquellos

textos que

reclaman

un

lector-consumidor desde su significado cerrado -por ejemplo una -

novela de

Julio Verne-

y los textos abiertos

que constituyen una

gala

xia de significantes sin jerarquía de niveles

y

por ello, exigen un lec

tor-productor

de sentido y desconciertan asimismo al crítico, que se

ve obligado a generar arbitrariamente su significado -así

el

nouveau

roman

(Barthes, 1970; Culler, 1975; Eagleton, 1983; Selden, 1985).

Poco

después,

el propio Banhes

(1973) redefiniría esta

oposición

con

sus conceptos

de

texto de placer/texto de goce, oposición planteada

en

El

placer del texto (1973) para diferenciar

el

efecto estético

de con

fortabilidad de

la

lectura y funcionamiento

conforme

de los textos

tradicionales

placer)

frente

al

disfrute generado por la dificultad de

lectura y

el

cuestionamiento de las convenciones estéticas y sociocul

turales

propios

de los textos más

modernos

y experimentales

goce):

así la oposición entre la novela realista y el nouveau

roman.

El

texto

de placer

sería, pues, "aquel

que

contenta, llena,

provoca

euforia( ..)

ligado a

una

práctica 'c_

onfortable'

de la lectura ;

el texto de goce

o

fruición, como

también.se ha

traducido-

sería, en cambio, aquel que

nos coloca

en

estado de privación, el

que desconsuela( ..

), hace vaci

lar las bases históricas, culturales, psicológicas del lector, la consisten-

EL TEXTO NARRATIVO

81

cia

de

sus

gustos,

de

sus valores

y sus

recuerdos, sitúa

su crisis en

relación con el lenguaje".

Las

diferenciaciones de Barthes son

similares a la

marcada por

Umberto

Eco al referirse

-frente

a la obra

cerrada-

a la

obra abierta,

término propuesto, como nombre de uno de

sus

libros

(1962),

para

referirse a la proclividad estructural para

la

cooperación

interpretati

va lectora de la obra literaria.

Eco

considera

que no

solo la ambigüe

dad o polisemia es característica de

la obra

literaria sino, además, una

pretensión autora y

una

finalidad de la misma en

busca

de la imple

mentación del sentido por

el

lector; así Eco piensa que, aparte de ser

cerrada en tanto que organismo estructurado

y

ajustado, una

obra

artística es asimismo

abierta

dado

que

se dirige directamente hacia la

interpretac ión lectora (marcada por cada lector concreto) e incluso

hacia

la

ejecución lectora (marcada

por

cada nueva lectura concreta).

Más adelante (1979), Eco desarrollará mucho más estos planteamien

tos, aplicándolos además de

modo

directo

al texto narrativo, con

sus

conceptos de

autor modelo y lector modelo.

También

es

parecida

la

noción

de

texto parabólico, acuñada por

B.

Herrnstein

Smith

para

definir una obra

-s obre todo narrativa-

esencialmente

abierta,

sus

ceptible de

permitir multitud de

lecturas y

aproximaciones,

del

mismo modo

que una antena parabólica capta

multitud

de

señales.

En El

texto de

l

novela

(1970), analizando la

obrajehan de Sain-

tré

de

Antaine

de la Sale, Julia Kristeva expone

sus concepciones

de

la

narrativa

y,

entre otras distinciones, nociones teóricas

y

pautas

metodoló gicas, diferencia el texto novelesco,

el

enunciado novelesco

y el complejo

narrativo. El

texto novelesco

es un

aparat_Q translin

güístico

que

redistribuye

el orden de

la lengua,

poniendo

e;;-relación

una palabra

comunicativa

apuntando

a una

información directa, con

distintos tipos de enunciados anteriores o sincrónicos ; se

trata

pues

de una práctica semiótica o significante que engloba la totalidad nove

lesca y que integra múltiples enunciados. El

enunciado novelesco

sería

el segmento discursivo por el que se expresan las distintas instancias

del discurso (autor, 'personajes', cte.)", una

operación

o

movimiento

que constituye los argumentos de la operación creadora de palabras o

series

de

palabras en

el

texto.

Cada enunciado

se

podría descomponer

a su vez en múltiples

complejos narrativos, que corresponderían

a las

distintas unidades lingüísticas de las frases tradicionales

-sintagma

nominal o

prédicado

y

proposiciones complejas-:

las

categorías pri-

Page 41: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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82

TEORÍ DE

L N RR TIV

marias serían el verbo (adjunto predicativo), el adjetivo (adjunto cali

ficativo),

el identificador

(indicador

espacial,

temporal

o

modal

unido

a

un

predicado) y el sujeto o actante .

En ese

mismo libro

(1970)

y en Semiótica

(1978), la

propia

Julia

Kristeva,

a partir

de

las influencias de la gramática generativa y las

teorías

psicoanalíticas lacanianas,

introduce

en

su

propuesta

del

semanálisis la

oposición entre

fenotexto y genotexto. El

fenotexto

es la superficie fenomenológica del enunciado o del texto basada en

un

código,

es decir, manifestada, como actuación,

en

las

estructuras

lingüísticas; ahí aparecen los actores, las citas o plagios y las situacio

nes narrativas en correspondencia respectiva con las facetas de gene

rador de actantes, intertextualidad y generador de complejos narrati

vos del genotexto. Este, el

genotexto,

es la

operación con

y desde la

cual, como

competencia

narrativa, se genera el

fenotexto,

pero es

también

el

lugar sobredeterminado

del inconsciente, el espacio

en

el

cual

puede sorprenderse la significación como

práctica,

porque es

aquí

donde

se articula

el

sujeto de la enunciación; así,

el

genotexto es

un territorio hetero

 

géneo: por

una parte, campo de estructuración

verbal o mecanismo generador de los signos y sus articulaciones, por

otra, en tanto que el inconsciente es para Lacan el reverso del mismo

lenguaje,

campo

de la práctica del sujeto e s i n d i d ~ y

enfrentado

a

lo

otro

y al objeto .

Otro es el

sentido que, desde

la

perspectiva

sociocrítica, otorga

Cros

(1998, 1990), analizando la película

Ciudadano Kane,

a los

con

ceptos de genotexto

y fenotexto,

para

los

que rechaza

expresamente

el

sentido

que les otorga Kristeva y los vincula más

con

los conceptos

geográficos

de

genotipo y fenotipo .

Para

Cros, el

genotexto

es

tan solo una abstracción, que en realidad

no

existe más

que como

reconstrucción del analista de las diferentes manifestaciones textuales

reales, efectivas y concretas a las que denomina fenotextos; el geno-

texto,

en

cambio,

sería

una

enunciación

estructurante -en

la

medida

en que rige los

fenotextos-, no

gramaticalizada -dado que

no

tiene

manifestación textual expresa- y conceptual -ya

que

se vincula a los

procesos semánticos e ideológicos que operan

como

base del texto-:

el genotexto sería, pues, en suma, el conjunto de las latencias semánt i

cas

de

un

mismo enunciado. Una

aplicación

de

estos

conceptos

-así

como de otros utilizados por la sociocrítica (no consciente, media

ción, trazado ideológico, etc.)-

a

numerosos textos

de

novelistas

J

EL

TEXTO N RR TIVO

83

españoles actuales

puede

apreciarse en

el volumen

colectivo

coordi

nado por Bussiere-Per rin (1998).

Por

último, apoyándose

en

una doble diferenciación de la signifi

cación y el sentido y del texto y del lector, Jenaro Talens

y

J M. Com

pany distinguen

entre

el espacio te xtual, que remite

al

objeto dado,

como lugar

portador

de la significación objetiva, y el

texto,

relaciona

do con

el receptor,

como

sentido subjetivo

que

se

otorga

a ese lugar y

que

se constituye diferentemente en cada lectura; Borges ilustró lite

raria y magistralmente esta cuestión de la retextualización y creación

del

sentido por la

lectura

rearen

su metaficción,

Pierre Menard, autor

del Quijote,

que hace a un lector real

autor

del

texto

actualizado. De

los tres posibles espacios textuales

-con unos

límites precisos de

prin

cipio y fin,

como

propuesta abierta a diversas posibilidades de orga

nización y fijación o sin ningún tipo predeterminado de organización

o de

fijación-la

novela se inscribiría en el

primero

de ellos, estaría

previamente fijado como espacio textual entre dos límites (Talens,

1986: 21-22).

Nuestra caracterización inicial del

texto

narrativo

supra)

como

aquel texto literario delimitado

por

el relato de

una

historia

por

un

narrador

conllevaba

-siguiendo

a

Genette-

tres rasgos (relato,

narra

ción, historia) que configuran la textualidad

1

propiamente narrativa y

que

cabe ahora desarrollar aquí.

A) El texto -o, mejor, el espacio

textual-

narrativo se muestra, en

primer

lugar,

como

la fijación

textual

de

un

discurso

narrativo

(el

relato). Desde

este punto de vista, el

texto constituye una materiali

dad especialmente ordenada, compuesta y delimitada,

formulada

en

un

específico lenguaje literario (model izador secundario) e inscrita

en

un determinado

sistema sociocultural: las estructuras

verbo-simbóli

cas, los procedimientos estructurales y técnicas compositivas, las rela

ciones transdiscursivas o transtextuales -culturales y literarias- y la

dimensión

ideocultural, l carácter ficcional y otros rasgos (isotopí as,

1

Puede oponerse la

t

 

tualidad,

como rasgo y singularidad específica del texto

literario en general, a

la

textura,

término procedente de las artes plásticas y referido a

las

características superficiales y no estructurales de una pintura, que ha

sido

también

aplicado en teoría literaria - Ransom,

Mignolo-

para designar el

conjunto de

peculiari

dades

que

diferencian a un texto

dado

de todos los demás de

su

misma u otra especie.

Page 42: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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8

TEORÍA DE

LA NARRATIVA

versatilidad transductiva,

plurilingüismo

polifonía, ambigüedad,

etc.) se

muestran aquí como elementos

de necesaria

referencia para

conocer el funcionamiento específico del texto literario. Además, en

la medida en que este se inscribe en un determinado proceso pragmá

tico y comunicativo, obliga a hacer patente los principales elementos

de ese esquema:

el autor

y

el lector

empírico,

la

situación comunicati

va (texto

oral/texto escrito/hipertexto,

pacto narrativo) y los meca

nismos mercantiles de edición, producción y consumo.

B)

Una

serie

de

operaciones mediadoras vinculadas a la posición

y actitud

de

la enunciación

narrativa

(el

narrador), que

sirven tanto

para configurar el relato textualmente fijado (A) como para represen

tar de una

determinada

forma

concreta el

material diegético de

la

his

toria (C). Se trata, fundamentalmente, de todas

las

operaciones vincu

ladas a los códigos narrativos

(voz,

registro, narrador/narratario,

estrategias y modalidades discursivas,

embrague

/

desembrague)

y a

los

representativos

(focalización, punto de vista),

pero

también a

otras instancias intratextuales como

el

autor

y el

lector implícito

-modelo,

en términos de

Eco-.

C)

El material diegético

historia)

según aparece

textualmente

representado en el relato a

partir de la

enunciación del narrador.

Se

trata

de la especial ordenación, disposición, configuración, diseño y forma

de presentación de los cuatro elementos primordiales de cualquier dié

gesis: los sucesos (acontecimientos y papeles funcionales, secuencias,

estructura de la acción,

intensidad

o gradación, etc.), los personajes

(actantes/actores/personajes),

el

tiempo (momento

/

periodo/diseño

temporal, orden, duración y frecuencia, formas de temporalización) y

el espacio (lugar, ámbito de actuación y diseño espacial, descripción).

Son todos ellos elementos consustanciales y

coactuantes

en el

texto narrativo -a

los

que nos referiremos

más

adelante

de

forma

individual- y que, por tanto, resultan de necesaria referencia a la hora

de caracterizar el mismo.

1.2.

Los estratos del texto narrativo

Pero en el texto narrativo se

han

señalado, además, por numerosos

teóricos diversos estratos, entendiendo por

tales los

distintos pla-

EL TEXTO NARRATIVO 85

nos

de

elaboración, disposición y presentación narrativa del mate

rial diegético que se ofrecen en

el

texto y que se encuentran organi

zados - pese a su evidente indisolubilidad- en

una oposición

binaria

o

ternana

.

La distinción entre la

ordenación

lógica del material y

su

organi

zación literaria planteada

por

los formalistas rusos ha

constituido

indudablemente una de las aportaciones

de

mayor éxito y continui

dad en

la

crítica de este siglo. Esta distinción, que

supone

únicamente

una diferenciación teórica por cuanto en el texto realmente son inse

parables y simultáneos, recoge la ya clásica entr e ardo naturalis

y

ardo

poeticus oponiendo la fábula, el

contenido

sobre el que se

narra, la

historia

de base sobre la

que

se construye el

texto

narrativo, y la

trama

-sjuiet

literalmente sujeto - o disposición literaria real, efec

tiva y concreta de los materiales de la fábula en el

texto

narrativo.

La

primera

noción, pues, en

tanto que

relación

lógico-temporal

de

los acontecimientos o motivos , marca la virtualidad de la narración

y su abstracción mental, correspondiendo al

plano profundo

o, si se

quiere, la "inveAtio" retórica; la segunda,

como ordenación

literaria

efectiva de los mismos,

supone

la actualización

de

la primera

como

realidad discursiva concreta y se relaciona con la dispositio . Escri=

be Tomashevski (1925: 202):

Llamamos

trama [fábula] al

conjunto

de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados lo

largo de la obra. La trama podría exponerse de

una

manera pragmáti

ca, siguiendo

el

orden natural, o sea

el

orden cronológico

y

causal de

los acontecimientos,

independientemente

del

modo

en

que

han sido

dispuestos e introducidos en

la

obra. La trama se

opone

al

argumento

[sujeto], el cual, aunque está

constituido

por los mismos aconteci

mientos, respeta en cambio

su

orden

de aparición

en

la obra

y la

secuencia de las informaciones que nos lo presentan.

En

una palabra:

la trama es lo que ha ocurrido efectivamente;

el argumento

es

el modo

en que

el

lector se ha enterado de lo sucedido".

Aunque

tanto Tomashevski

como

Shklovski comparten los mis

mos

criterios

generales de esta distinción,

hay sin embargo

diferen

cias de mentalidades (Ambrogio, 1975) que hacen que

para el

último

el

sjuiet

no

sea solo

la ordenación

ar fstica de la

materia por narrar

sino asimismo

la

totalidad de los recursos -que

ya vimos-

utilizados

en la narración concreta

de

la fábula (Erlich, 1955 ).

Además,

si los

procedimientos

y

técnicas narrativas expuestas por Shklovski se cen-

Page 43: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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86

TEORÍ

DE L N RR TIV

traban en la organización del sujeto, los análisis de Tomashevski de

los motivos y ulteriormente, los

de Propp de

las

funciones

se

ligan más bien al estudio de la fábula. En su

Teoría de

la

prosa

Shklovski (1925b: 178) afirma: El concepto de trama [sujeto) se con

funde muy a menudo con la descripción de los acontecimientos, con

aquello que

propongo

llamar convencionalmente fábula.

En

realidad,

la fábula no es otra cosa

que

el material para realizar la trama. De esta

manera la trama de

vgeni

Onegin no es la relación amorosa entre

Onegin

y Tatiana, sino la elaboración formal de esta fábula mediante

la inserción de digresiones que la interrumpen .

La

distinción

entre plotlstory

se debe a Forster, a

partir

de una de

sus conferencias dictadas en el Trinity College y luego publicadas

conjuntamente

en

el

volumen

Aspectos de la

novela (1927);

aunque

ciertamente ambos conceptos se vinculan y

corresponden

de modo

general con el de fabula/trama de los formalistas rusos o el de histo

ria/discurso de los estructuralistas, se

oponen

fundamentalmente por

la

ordenación

temporal/causal de los acontecimientos

y

además, tie

nen un origen más intuitivo y una formulación menos precisa y ela

borada. Para

Forster

la

story

sería la secuencia de los hechos

tempo

ralmente ordenados; provocarían en el lector el deseo de saber lo que

va a suceder, interrogándose a sí mismo

con

preguntas como ¿y des

pués? , ¿y luego? El plot sería, en cambio, la estructura narrativa

de los hechos desde una perspectiva causal, la configuración lógica de

la historia en la novela; el

plot

provocaría un efecto estético mediante

las técnicas narrativas de montaje y composición y generaría asimis

mo

la participación de

la

memoria y la inteligencia del lector.

En

la narratología estructuralista tiene especial importancia la

división historialdiscurso

que

recogía la distinción de los formalistas

rusos entre fábula y sujeto, entre ordenación lógica causotemporal de

los acontecimientos y su disposición literaria concreta. Ya el

propio

Benveniste distinguía en sus Problemas de lingüística general entre

dos sistemas

distintos y complementarios,

el de la

historia y el

del

discurso, a partir del uso de los tiempos verbales que tienen referen

cia al momento del suceso (indefinido) o al del habla (presente, preté-

____ri to perfecto) y de otras formas (pronombres personales de primera y

segunda persona, deícticos)

que

también aluden solo

al

tiempo

del

discurso, y sobre todo, por la necesaria presencia de una voz narrati

va en el campo del discurso (Culler, 1975).

EL TEXTO

N RR TIVO

87

Todorov distingue asimismo entre historia y discurso, entre lo que

se cuenta y

cómo

se cuenta, y los relaciona respectivamente con la

oposición formalista entre fábula y sujeto

(Fokkema-Ibsch,

1981) y

la retórica de inventio y dispositio. La

obra

literaria es historia en la

medida

en

que representa una realidad en la

que ocurren

unos acon

tecimientos e intervienen unos personajes, y es discurso al ser referi

da

la

historia

por un narrador que la

organiza de

una determinada

manera. Escribe Todorov: Es historia en

el

sentido de que evoca una

cierta

realidad, acontecimientos

que

habrían sucedido, personajes

que, desde este punto de vista, se

confunden

con los de la

vida

real.

( ..

Pero

la

obra es al

mismo

tiempo

discurso: existe

un

narrador que

relata la historia y frente a él un lector que la recibe. A este nivel,

no

son los acontecimientos referidos los que cuentan, sino el

modo

en

que

el

narrador nos los hace conocer (Todorov, 1966: 157). La histo

ria, además, recogería los planos semánticos -lo que representa el

relato-

y sintáctico

-relaciones entre

las

unidades narrativas- de

la

obra; el discurso, en cambio, se conectaría

con

el

plano verbal

-pro

piedades estilísticas y

punto

de vista-. El conocido caso de los Ejerci-

cios de estilo

de

Raymond

Quenau, donde una

misma

historia se

cuenta de 99 formas diferentes puede ilustrar esta distinción narrato

lógica entre historia/discurso.

En Figures (1972), Genette replanteará las oposiciones binarias

formuladas por los formalistas, Benveniste o Todorov separando la

segunda -sujeto o discurso- en dos niveles y

proponiendo

dis.tinguir

así tres planos distintos dentro del discurso narrativo: la historia o argu

mento que se cuenta, el

relato

-ya textual y

concreto-

de ese

argumen

to y la narración O--disposición concreta del relato a través del narrador,

que

a su vez se relacionarían

con

las principales categorías

derivadas

del verbo -tiempo, modo y voz-

al

definir las dos primeras las relacio

nes entre la historia y el relato y operar la voz en las conexiones entre la

narración y los otros dos niveles (Genette, 1972; Scholes, 1974; Selden,

1985). La historia, pues, es expuesta en un relato concreto a partir de la

actuación mediadora y transformadora de la narración.

La distinción historia/discurso ha tenido numerosas aplicaciones y

ha sido objeto de distintos replanteamientos. Fuera del ámbito francés,

Darío

Villanueva (1989) o Samuel

Chatman

(1978)

mantienen

la distin

ción de dos estratos en

el

texto narrativo,

el

qué o historia y el cómo o

discurso, correspondientes a los planos del contenido y la forma,

con

Page 44: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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88

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

una cobertura muy similar a la de la

oposición de Prince

entre narra-

ted narrating,

lo narrado y lo narrante. Los semióticos

Cesare

Segre y

M•

C. Bobes presentan una parecida propuesta organizativa de los

niveles narrativos textuales triple. Segre, que entiende qúe la cronología

y la causalidad estructuran la intriga y alteran la fábula, relacionando el

texto narrativo y sus estratos con

el

contexto cultural y los papeles del

emisor

y el receptor, distingue (además del modelo narrativo o forma .

más general

de

exposición

de un

relato sin

alterar

sus_conexiones) la

fábula

- el

contenido,

o

mejor

sus elementos esenciales,

colocado

en

un orden lógico y

cronológico -, la

intriga - el

contenido

del texto en ,

el

mismo

orden en que se presenta - y el

discurso

- el texto narrativo

significante -

(Segre, 1974, 1985). Bobes diferencia en un

sentido

pura

mente metodológico la

historia,

o conjunto de motivos, el

argumento,

o forma y orden en que se exponen los motivos y el discurso, o signos

lingüísticos que los expresan (Bobes, 1993: 50-51 y

141

.

Otra perspectiva distinta es la

de

Greimas (1991) que

delimita

el

objeto

y niveles

procedimentales

del análisis semiótico,

distinguiendo

en el

texto

el nivel de manifestación o del

lenguaje-objeto

(el conjun

to significante

que

aparece en el

texto

y se analiza) y el nivel descrip

tivo

o

de

la gramática narrativa (elementos del metalenguaje

semióti

co utilizado

en la descripción); este último estaría integrado por dos

subniveles:

el nivel de superficie o discursivo , a

su vez

conformado

por l componente narrativo (encadenamiento de estados y transfor

maciones) y l componente

discursivo (encadenamiento de

figuras y

efectos

de

sentido), y

el

nivel profundo o semiótico,

integrado

por un

primer

y un

segundo plano

de

organización.

Si intentamos sistematizar las distintas

propuestas

de estratos

narrativos

diferenciadas

por

los más

importantes teóricos,

se

podría

elaborar el cuadro de la página siguiente, que amplía el ofrecido

por

Fludernik (1993: 62) y recoge

Hawthorn

(2000: 336):

2.

LENGUAJE, ESTRUCTURAS Y TÉCNICAS EN

EL

TEXTO

NARRATIVO

El estrato textual narrativo del

discurso

o relato implica, en su propia

constitución y

entre otras

cosas, la existencia de una serie

de estructu

ras

verbo-simbólicas

y de

procedimientos estructuradores

y compo-

i

1

l

TEÓRICOS

EL

TEXTO

NARRATIVO

ESTRATOS TEXTUALES NARRATIVO S

(términos y conceptos)

Orden

Orden Orden Texto

en

89

Narración

cronológ.

causal literario

páginas

(enunciación)

TOMASHEVSKI

fábula

trama (su i

et)

FORSTER

historia trama -

 swry) plot)

BENVENISTE, historia

discurso

TODOROV,

CHATMAN

GENETTE

historia

relato narración

BAL

fábula

historia

texto

RIMMON-

historia ·

texto

narración

KENAN

PRINCE

narr:Wo narran te

-

SEGRE fábula intriga

discurso

BOBES

historia ar

g

umento discurso

sitivos del

propio

texto, esto es, un

uso determinado

del

lenguaje

lite

rario

y las formas y técnicas narrativas

que

diseñan el

relato

en el

orden y modo en que se nos presenta. Nos referiremos prim.ero, pues,

a

lo que denomina Villanueva

(1989)

form extern

( el estilo

o

envoltura

verbal del

texto

literario o novelístico ), esto es, al lenguaje

literario,

y, después, a

lo

q-ue llama el mismo teórico

form a interna

( la estructura

de

un

texto literario en general y

novelístico

en

parti

cular ), es decir, a la estructura y técnicas narrativas.

~ J . El lenguaje literario en el texto narrativo

Son

fundamentales -aunque no

exclusivamente-

los modelos teóri

cos

inmanentes

los

que

se

han

ocupado

de

forma especial

del

lengua-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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90

TEORÍ

DE

L N RR TIV

je literario y sus relaciones y diferencias con

respecto

a la lengua

común . Se repasarán aquí de forma rápida y sintética (para ampliar

esta cuestión, vid. Valles, 2004) algunas de las contribuciones más

destacadas a la teoría del lenguaje literario en su funcionamiento par

ticular en el texto narrativo.

El formalismo

ruso, que

entendía

como objeto

de la ciencia lite

raria la literariedad -literaturnost- lo que de específico y particulaJ;"

tiene

el

hecho

verbal literario, ya concibió asimismo la lengua litera

ria

como

algo distinto de la usual fundamentalmente en función de lo

que

se llamó

extrañamiento

o

desautomatización.

Este concepto par

ticularmente codificado por Tomashevski (1925) y Shklovski (1925b)

supone

la

característica singular

y específica del

lenguaje literario

frente al convencional o usual, pues si este

último

se caracteriza por

su automatización o algebrización, por su uso codificado y con fina

lidad básicamente comunicativa, el

prion

ostranenia

el

efecto de

extrañamiento o desautomatización (tb. singularización y desfamilia

rización) convierte al lenguaje literario en algo nuevo, imprevisible,

diferente a la c o m ~ n i c c i ó n

común

o estándar, ya

que

con

él

la lengua

se somete a otros procedimientos técnicos y estilísticos para conver

tirse en algo distinto -el lenguaje literario- y con

un

fin distinto -lite

rario, y

no

comunicativo-; según

Jakobson

mediante l extrañamien

to, "la palabra se siente como tal palabra y no como simple sustituto

del objetivo de signado ni

como

explosión emotiva".

Aparte

de este concepto

de

extrañamiento

-el que

aquí nos intere

sa-, la aportación del formalismo ruso a la teoría de la narrativa fue

particularme

nte interesante,

amplia e

influyente:

los m o t v o ~ y las

funciones, el skaz como procedimiento narrativo, los estratos textua

les

de

la

fábula

y la

trama -sjuiet-

los

estudios

sobre las

distintas

modalidades narrativas, la preocupación por los recursos y técnicas

narrativas, etc. son algunas de las cuestiones

-las

cuales se abordarán

en los apartados oportunos- que sobre este tema preocuparon a los

formalistas rusos y en las

que

dejaron una huella y

una

herencia aún

hoy

muy

estimable.

También la estilística, así la genética o individual como la funcio

nal, ha incidido en la dimensión lingüística del hecho literario, funda

mentalmente a partir de

que {;Oll

Hatzfeld, Dámaso Alonso o Amado

Alonso

y con Levin o Riffaterre, entre

otros,

se vinculen los plantea

mientos estilísticos con las aportaciones respectivas del estructuralis-

1

EL TEXTO N RR TIVO

91

mo y la gramática generativa.

Si

la estilística, en general, vincula los

fenómenos lingüísticos de orden estilístico (desvíos, estilo, etc.) con

la dimensión psicoafectiva autora , resulta lógico

que

globalmente no

tienda a realizar estudios narrativos en su vertiente architextual sino

que conciba más bien las obras narrativas en su vertiente de

obra

lite

raria textual y autoralmente individuada.

Sin embargo, frente a esa posición de negar la existencia de géne

ros que ya se aprecia en Croce, Karl Vossler en su temprano estudio

comparado de

los estilos de La Fontaine y

Ariosto

(1905)

ya

recono

ce que, pese a las diferencias estilísticas generadas por los

distintos

países y periodos históricos, aparecen en ambos autores una serie de

rasgos estilísticos similares que considera derivados de la presencia en

los dos de un mismo espíritu sencillo y humilde de fabulista (Wah

nón, 1991: 79). En otro de sus trabajos, Poesía y prosa Vossler incide

no ya en la existencia de un espíritu común de género sino en la dife

rencia de

dos

tipos básicos de organización del enunciado

que

no solo

se distinguen

por

su forma exterior sino también

interiormente como

ámbito de dos estilos generales fundamentales: el poético, que tende=

ría a lo psicológico y lírico y

otorgaría un papel

subsidiario a la

estructura sintáctica al estar

sometida

a ordenaciones

rítmicas

y

métricas, y el prosaico,

donde

primaría la trascendencia del pensa

miento lógico y l énfasis en la propia estructura sintáctica como ele

mento de logificación (Vossler, 1968).

Un sentido menos hegeliano y más plenamente genético es el que

prima en los distintos estudios sobre textos narrativos de Leo Spitzer,

que abordan

individualmente el estilo y

el

desvío lingüístico

de

cada

creación autora , como se aprecia en sus

trabajos

sobre

distintas

modalidades narrativas españolas

-Cantar

de Mío Cid

romance

del

Conde

Arnaldos o el Quijote- recogidos en Estilo y estructura en

l

literatura española

(1980). Así, en su análisis del

Quijote

este crítico

se opone a la idea unamuniana de la influencia del espíritu español en

la creación de la novela y apuesta

por el

papel del autor y su logro

artístico de convenir las ideas filosóficas renacentistas en poesía. Spit

zer destaca también el carácter de la obra de libro para niños, su papel

de novela

crítica o "contranovela" crítica y escéptica que

abre

la

moderna narrativa y utiliza una técnica novedosa para

poner

fin a las

novelas de caballería desde la misma novela caballeresca y

la

cuestión

de

cómo la novela

cervantina sienta

el problema del libro y

de

las

Page 46: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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92

TEORÍ DE L

N RR TIV

nuevas pautas culturales de lectura y visión del

mundo

frente a las del

mundo medieval.

En

relación

con

esta obra, Spitzer plantea además

en este

trabajo

cómo la novelística se

constituye

como

un

género

nuevo

y

desconocido

por los

cánones

clásicos,

anárquico y funda

mentalmente, híbrido, surgido tanto de su enraizamiento con la poe

sía, con el esfuerzo

por

llegar al arte puro en un nostálgico anhelo de

la belleza épica, como de un factor extrapoético, de una tendencia a

enquistarse en la vida.

Otra

de las grandes aportaciones al estudio del lenguaje literario

corresponde

Mijaíl Bajtín que

incorporó

las teorías sociológicas más .

que al formalismo (Selden, 1985: 25) a la propia. lingüística, sobre

todo con

las consideraciones sociolingüísticas del lenguaje

como plu

ralidad de discursos - sociales, profesionales, generacionales, etc.-,

para

efectuar

una

interesante y original combinación teórica aplicada

al

estudio

de

los textos narrativos

que

aún

hoy ofrece

una

vigencia

inusual en otros modelos contemporáneos.

Si ya

Medvedev

proponía una poética sociológica de base

mar

xista, a

partir

de la cual sería posible conciliar la realidad específica de

la literatura con el reflejo del horizonte ideológico no ya solo en el

terreno

del

contenido

sino

de

la totalidad de la obra (Sánchez

Tri

gueros, 1996a)

y-

Voloshinov planteaba la inseparabilidad de lo ideo

lógico y lo sígnico y el papel social dinámico y activo de los discursos

en El signo ideológico y

l

filosofía de lenguaje (1930), Bajtín estable

cerá como uno de sus conceptos básicos el del plurilingüismo en la

novela.

El plurilingüismo no solo desecha la abstracción saussureana

de

la

langue frente a la realidad de la parole , sino que además no

con

sidera esta como

un

acto

puramente

individual

sino

social, pues

para

Bajtín el lenguaje está

saturado

ideológicamente ya que la lengua

en cada

uno

de los momentos de su proceso de formación no solo se

estratifica en dialectos lingüísticos en el sentido exacto de la palabra

( .. )sino también

-y

ello es esencial- en lenguajes ideológico-sociales:

de grupos sociales, 'profesionales',

'de

género', lenguajes de las gene

raciones,

etc.

(Bajtín, 1934-1935: 88-89). Este

plurilingüismo

tiene

cabida en la novela que, así, no se muestra como un uso particular e

individual del lenguaje

sino como un

reflejo de_b _diversidad de dis

cursos sociales, como una muestra construida por la copresencia dia

léctica

de diversos lenguajes socioideológicos de

grupos sociales,

--

EL TEXTO N RR TIVO

93

generacionales, sexuales, profesionales, etc.;

el plurilingüismo pene

traría

en la

novela esencialmente a

partir

de la

reproducción humorís

tico-paródica, del autor convencional del habla escrita o del

narrador

del habla oral, del habla de los héroes y de los géneros intercalados

Jbíd.:

118-141).

Puesto que

el plurilingüismo

es el

discurso ajeno

a

la lengua

ajena y sirve de expresión refractada de las intenciones del autor, su

palabra es esencialmente bivocal. Este concepto bajtiniano de bivoca

lidad Ibíd.: 141-142),

menos conocido que otros,

hace

alusión

a la

dualidad de sentidos e intenciones, la refractada del

autor

y

la

directa

del hablante en

la

narración,

que

se concitan en tal palabra y resulta, a

nuestro entender, de capital importancia para

entender

la

implicitud

autoraJ2 en el texto narrativo.

Con

el mismo plurilingüismo se

encuentran íntimamente relacionadas

tanto

la polifonía, la presencia

d:

numerosas voces en la narración como, y especialmente, el dialo

  i s m o ~

En Problemas de la poética de Dostoievski (1929) Bajtín opone el

monologismo de las novelas de Tolstoi, donde las diferentes voces se

subordinan

al

propósito

controlador del

autor

y

una

sola

visión

del

mundo

- w eltanschauung-, al dialogismo

que

se da en las novelas

de

Dostoievski (Brioschi-Girolamo, 1984: 220; Selden, 1985: 26 ), al con

traste libre e independiente de palabras y concepciones

de los perso

najes sin supeditarlas a las del autor, a que estos no sean

solo

objetos

del universo del autor, sino sujetos de su propio mundo significante

(Bajtín, 1929), en suma a la convivencia plural y dispar -dialéctica- en

el texto narrativo de distintos lenguajes, dis cursos y voces.

Así, frente a la organización jerárquica y de sumisión a

uno

domi

nante de los distintos discursos en el

monologismo,

el dialogismo

implicaría una convivencia paratáctica y dialéctica -en

confrontación

pero con autonomía- de los diversos discursos,

lenguajes

y voces

(pluridiscursividad, plurilinguismo, polifonía) que se concitan en la

obra literaria y muy particular mente, novelesca.

Como indica

Villa

nueva (1989) el dialogismo comporta asimismo tres aspectos muy

2

será, más adelante, Wayne

C.

Booth quien en

Retórica de la ficción

esta

blezca dcftnlttvamenrc

el

concepto de autor implícito -o

implicado,

implied

author- , de alguna forma este ya había sido inruido y prefigurado -aunque no analiza-

do ni definitivamente formalizado- por Bajtín. ·

Page 47: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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94

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

similares a los

ya

destacados: la

heterofonía

o multiplicidad de

voces;

la heterología o alternancia

de

tipos

discursivos

entendidos

como variantes lingüísticas individuales; y la heteroglosia o presencia

de distintos niveles de campo .

Aunque

para

el

teórico ruso el dialogismo surge

de

una

propen

sión

inherente

y una tendencia natural

de

todo

discurso

vivo,

ya

que

en su camino

este se

encuentra con

el

discurso ajeno

y se

confronta

con él en una

interacción

llena de tensiones, es la novela el género que

-como

también

destaca Kristeva- mejor lo introduce y hace

de

él

una

de sus enseñas

y peculiaridades

en su evolución,

sobre todo a partir .

de

Dostoievski,

si bien ya podían

encontrarse precedentes

dialógicos

en

Rabelais,

Cervantes

y Sterne y en la misma

subversión

del discur

so

autoritatio propiciado por

las

formas

burlescas, satíricas y

carna

valescas

de

la sátira menipea o el

diálogo

renacentista.

La polifoní alude,

en primera

instancia,

a la

multitud de

voces

que

se concitan en el

texto narrativo,

por

lo

que aparecería como un

fenómeno de uso

individual

de

la

lengua

en relación al social del

plu

rilingüismo

{ B a j t í n ~

1934-35: 82).-Sin

embargo,

en

su íntima conexión

con el plurilingüismo y la

dialogización,

se muestra,

no

ya

como

un

mero abanico

de

voces distintas,

sino

como

una

singularidad noveles

ca que

define a la novela

moderna por su integración de

los

distintos

discursos, lenguajes y voces

sociales

{en toda la dimensión de

este

último término). Explica así Bajtín su concepto de polifonía y de

novela

polifónica:

La pluralidad de voces y conciencias independientes e inconfundibles, la

auténtica polifonía de voces autónomas, viene a ser

en

efecto, la caracte

rística principal de las novelas de Dostoievski ( .. )Los héroes principales

de Dostoievski, efectivamente, son, según

la

misma intención artística del

autor, no solo objetos de su discurso, sino sujetos de dicho discurso con

significado

directo(

.. ) Dostoievski es creador de la novela polifónica.

Llegó a formar un género novelesco fundamentalmente nuevo. Es

por

eso que su obra no llega a caber

en

ningún marco, no se somete a ningu

no de los esquemas histórico-literarios de los que acostumbramos aplicar

a los fenómenos de

la

novela europea. En sus obras aparece

un

héroe cuya

voz está formada de

la

misma manera_como se constituye_la·del autor en

una novela de tipo común. El discurso del héroe acerca del mundo y de sí

mismo es autónomo como el discurso normal del autor, no aparecesome

tido a su imagen objetivizada como una de sus características, pero tam-

EL TEXTO NARRATIVO

95

poco es portavoz del autor, tiene una excepcional independencia

en

la

estructura de la obra, parece sonar aliado del autor y combina de una

manera especial con éste y con las voces igualmente independientes de

otros héroes (Bajtín, 1929: 16-17).

Las_deas b ~ j t i n i a n ~ s

sobre

el dialogismo, el

plurilingüismo

y

la poli

f ~ m a

han

s1do

aphcadas

por

numerosísimos críticos

al

campo

de

la

hteratura,

pero son asimismo extensibles, por

su

dimensión

sociodis

cursiva, a otros distintos campos de la realidad social:

política, cultu

r ~ s en contacto,

urbanismo, medios

de comunicación, etc.

Así, por

e¡emplo, demostrándolo.en distintas novelas peruanas, Julio

Ortega

{1997: 58-6 0)

ha

tipificado los distintos discursos que se entrecruzan

_ oponen dialógicamente para constituir de

modo

diverso

y contra

no aunque

coexistente

-básicamente

como

sociolectos

e idiolectos

una ciudad como Lima:

el

discurso

de Lima

como centro el discurso

de Lima

como

centro vacío, l discurso de Lima criolla, el discurso de

la cultura

popular,

el discurso especializado y el

discurso literario.

Las teorías lingüísticas se han

centrado en

el análisis del

fenómeno

literario

desde

la perspectiva

de su condición

lingüística y en ocasio

nes, de

su

dimensión estilística. Especial

contribución

a la

cuestión

del_ enguaje literario han efectuado los trabajos de la

lingüística

gene

r a u v o ~ t r a n s f o r m a c i o n a l la lingüística textual y el funcionalismo glo

semauco.

En el campo de la teoría literaria

derivada

del funcionalismo glo

semático, cuyas aportaciones

más

interesantes

se centran en el

estu

d ~ o del

texto

poemático, cabe citar

particularmente

el trabajo Sustan-

cz s

y form s

de contenido en l

n rr tiv

{1979)

de

Gregorio

Salvador, que propone un

modelo

de aplicación a

la

teoría de

la

narra

tiva de la

propuesta hjelmsleviana sobre la división en sustancia

y

forma de los

planos

de la

expresión

y del contenido e insiste en la

necesidad

de no confundir

los elementos propios

de

la

sustancia

con

los correspondientes a la forma

pues,

del mismo modo que el uso

e _ s p e c ~ f i c o de la lengua en un texto

(forma

de la expresión) debe

dis

tmgUirse

de

la misma

lengua

{sustancia), también

serían

diferencia

bies, aunque se relacionen, ambas cuestiones en el plano del conteni

A la

sustancia

corresponderían

aspectos

temáticos

{novela

picaresca,

policiaca, etc

.)

que permitenestablecer clasificaciones

o

referencias a cuestiones extraliterarias (ideología, costumbres, cono-

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96

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

cimiento, realidad) que

son

formalizados en su

contenido de

manera

distinta en cada novela. También pertenecerían a

la

sustancia del con

tenido constantes estructurales

como

el espacio, el tiempo y el perso

naje; los

dos

últimos serían los únicos ingredientes

absolutamente

imprescindibles e ineludibles en la épica ya

que

ambos -a diferencia

del espacio- se

constituirían

asimismo en

concretas

e individuales

formas

de contenido

en cada relato.

Igualmente

sería necesario dife

renciar los aspectos relativos a la forma de la expresión y del conteni

do: el

otro gran pilar

de la

forma

del

contenido,

el

perspectivismo

o

punto de vista,

podría

distinguirse así de la

persona

gramatical

con

creta

del

relato, factor relacionado básicamente con la forma

de

expresión Salvador, 1979: 259-265).

La línea de la gramática generativa, sustentada en las teorías de

Chomsky

y

la

aplicación fundamental al estudio literario

de

los con

ceptos lingüísticos de

competencia/actuación

y

estructura

profun- .

da/superficial,

ha encontrado

en los

trabajos

de

Hendricks

e

Ihwe

y

en los de Thorne y Ohmann sobre el estilo los desarrollos más impor

tantes del análisis del texto narrativo,

aunque

su influencia se

ha

deja

do sentir también en diversas teorías semióticas narrativas

como

la de

Kristeva.

Dentro de una

estilística generativa

-cabe

citar

aquí el intento

de

conformación

de

una

semioestilística de

Blanchard, fusión de los plan

teamientos semióticos greimasianos con la estilística funcional, tanto

Thorne como Ohmann intentan determinar los principales rasgos del

estilo de

un

autor estudiando las transformaciones operadas desde la

estructura

profunda

a

la

superficial.

En el

trabajo de 1970 de J

P. Thor

ne

Gramática Generati lFa

y

análisis estilístico,

donde, enlazando con el

intento de distinción de Samuel Levin y su teoría de los

emparejamien-

tos, diferencia poesía y

prosa

en función

sobre todo

de las regularida

des fonológicas y gramaticales y la

mayor

frecuencia de oraciones

agramaticales en la primera, Thorne relaciona l carácter lingüístico

repetitivo de

la

estructura

profunda

con el clima de

la

agitación nervio

sa de un pasaje del novelista americano Raymond Chandler.

Ohmann,

que ha dedicado más atención a la prosa analizando dis

tintos fragmentos narrativos

donde

intenta estudiar el estilo de

un

autor como

elección de determinadas formulaciones verbales Abad,

1985: 588), se

ocupa

de J.

Conrad

en

Literature s Sentence

1966) y

de fragmentos

textuales de Faulkner,

Hemingway,

Henry James y

l

TEXTO NARRATIVO

97

D. H. Lawrence en

Generative Grammars

and

the Concept

of

Lite-

rary Style

1964 .

En

este

último trabajo, considerando

las

distintas

transformaciones de la estructura

profunda

a la superficial,

Ohmann

argumenta que

las transformaciones de relativización

-supresión

de

que

y

ser

en beneficio de determinantes postnominales, conjuntivas y

comparativas- determinan

la dificultad e ininteligibilidad

del

estilo

de Faulkner, dominado

por

la

complejidad de

la

subordinación,

y

estudia s i m i ~ m o

las frases encajadas de

Henry James,

la

supresión

como

base transformadora en D. H. Lawrence y la pronominaliza

ción y el estilo indirecto como operaciones transformadoras básicas

que marcan la prosa de Hemingway Paz Gago, 1993: 92).

William O. Hendricks, que recibe una mayor influencia de la crí

tica estructuralista, se liga a la lingüística generativa

por su concep

ción de la estructura narrativa como

estructura

subyacente.

En

su

Semiología del discurso narrativo

1973 ), en

concreto en

el

capítulo

en que analiza una parte de

La feria de

l s

tinieblas de

Ray

Bradbury

y en el cuento de Ambrose Bierce Aceite de perro,

Hendricks

plantea

que

la base del texto narratiyo

es

esta

estructura subyacente que

difie

re del texto narrativo en sí por cuanto este contiene

tanto narración

como

exposición, descripción y metanarración o

comentario, porque

algunas narraciones pueden presentar el modo dramático o expresio

nes directas de los

personajes

y

porque

la misma

narración pura

se

presenta y detalla en diversos grados; para

determinar

la estructura

subyacente, se necesitan, pues, unas operaciones de normalización

que, separando los elementos no narrativos y

reconvirtiendo

los no

explícitamente narrativos, presenten la serie de acontecimientos

que

conforman la

narración pura,

que

lleven del texto al

relato puro (Hen

dricks, 1973: 182-183; Meijer, 1981: 181). Escribe

Hendricks: Entre

las

operaciones de normalización

necesarias

se

encuentran

las

siguientes: El material

narrativo propiamente dicho debe separarse

del descriptivo y expositivo. El diálogo (en estilo directo) se debe

interpretar

y relacionar

como

acción, es decir: se

debe determinar qué

acción representa el habla de

un

personaje. La narración minuciosa y

detallada de un acontecimiento o

episodio

se

debe condensar, mien

tras

que

la narración global

de

otros episodios se

debe expandir

en

ciertas ocasiones para

que

se pongan de manifiestOTos

modelos

simé

tricos (Hendricks, 1973: 182-183 ). Más adelante, en he

semiolin-

guistic Theory ofNarrative Structures

1980),

pretendiendo

fijar

aún

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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9

TEORÍ

DE L N RR TIV

la

estructura

narrativa en relación con

el

lenguaje del

discurso narra

tivo e introduciendo ya

otras

referencias que

empiezan

a conducirlo a

la semiolingüística, Hendricks se apoya especialmente en los plantea

mientos hjelmslevianos sobre la superposición de dos sistemas en el

sistema

complejo de la

semiótica

connotativa

verbal

para esquemati

zar, en tres niveles superpuestos e internamente organizados en plano

de

la expresión y

de contenido,

las relaciones

entre

la

estructura

lin

güística, determinada por el lenguaje del texto -1- , y la estructura

narrativa, constituida

por personajes

y trama

-2- de

un lado y

tema

-3- de otro.

Jens Ihwe, en cambio, propone en On the Foundations

of

a Gene

ral Theory

of Narrative St

·ucture

(

1974)

el término

narrativics

para

designar la teoría general de la estructura narrativa y distingue dentro

de

ella su

estructura, integrad

a

por el

lenguaje teorético y el

descripti

vo, y su objeto, conformado por la competencia y la actuación narra

tiva y textualmente dividido

-a partir de

las aportaciones de la

lin

güística

textual-

en la macroestructura que determina la coherencia

global y la

microestructura

u

organización

textual concreta,

que

esta

ría abierta ya a las variaciones estilísticas.

La lingüística textual, desarrollada desde las bases de la gramática

generativo-transformacional y las aportaciones del estructuralismo,

el formalismo y la

Poética y

Retórica clásicas, ha

propuesto

un

mode

lo de análisis textual qu e co mbina fructíferamente la lingüística con la

crítica literaria

sustentándose

en los trabajos

primeros de fundamen

to generativo de Van Dijk y los ulteriores de Janos Petofi que des

arrollan el modelo lingüístico-textual.

Con respecto al texto narrativo,

conviene

citar primeramente el

trabajo Action Action

Description and

Narrative (1974)

de

T. Van

Dijk,

en el

que

se diferencia

entre

narrativa natural y artificial

puesto

que si bien ambas describen acciones, la

primera

se refiere a

eventos

presentados como realmente acontecidos mientras la segunda atribu

ye los hechos a

mundo

s

posibles

distintos al

de

nuestra experiencia

(Eco, 1979: 100).

En

seg

undo término,

resulta

de

capital

importancia

el concepto de macroestructura, planteado por Van Dijk en Algunos

aspectos de

la

gramática del texto (1972)

y

en Texto y contexto (1977)

y en relación

al

complementario

de microestructura, que designa

la

representación abstracta de la estructura global de significación de

un texto , que

articularía, en un

diagrama

descendente, otras macro-

EL TEXTO N RR TIVO 99

es

tructuras o representaciones semánticas

de

las frases del texto, y

una serie de frases que

conformarían

la

superficie

textual o microes

tructura

mediando entre ambas las

secuencias

o

conjuntos

de frases

que forman un

bloque consistente.

La noción de macroestructura

ha

sido asimismo utilizada

y des

arrollada

por la TeSWeST

de Janos Petofi

(1979) que plantea

que

la

base textual o

dimensión macroestructural

del

texto

es el resultado

del inventario de representaciones semánticas del texto vertebradas

en el mismo mediante un bloque de informaciones que establece y

regula la naturaleza y el orden

de

las transfOrm aciones y que relacio

na a través del

componente

léxico la

Gramática

Textual y

l

Semánti

ca del Mundo.

También la semiótica se ha interesado

profundamente por

la

dimensión del lenguaje literario -así como por otros tipos de lengua

jes específicos de otros sistemas artísticos: pictórico,

fílmico,

etc.-,

concibiéndolo siempre en una

dimensión

no

ya de

especificidad y

diferencia sino de distinción con respecto al lenguaje usual. La apor

tación posiblemente más valiosa a este

respecto desde

este

ámbito

es

la efectuada

por

la Semiótica de la Cultura,

particularmente

con la

noción de sistema

modelizador

secundario de Loúnan, que resalta,

aparte de su dimensión comunicativa y su

inscripción

en el

macrotex

to cultural, el carácter secundario del lenguaje artístico al estar cons

truido

sobre

el

natural

o primario

-resultando

pues distinto

de

él-,

así como su faceta de modelización de una visión del mundo en rela

ción con otros textos, códigos y normas más

amplios

(Lotman, 1970;

Talens, 1978; Cáceres, 1997).

En los planteamientos

de

Lotman sobre el lenguaje artístico se

basa

Mignolo (1978),

quien,

al definir -como vimos

más

arriba- el

texto

literario

como toda

forma discursiva

verbo-simbólica, que

se

inscribe en el sistema secundario y que, además, es conservada en una

cultura ,

restringe

el concepto

de sistema

secundario

lotmaniano

desde el lenguaje artístico exclusivamente al literario,

reconoce

el

carácter

esencialmente comunicativo

del

lenguaje literario que ya

había planteado Lotman y enfatiza la dimensión y el papel de la cul

tura

en

el

funcionamiento del texto y del propio lenguaje literario.

Asimismo Segre se ha ocupado de esta cuestión y

reconocido

la

influencia de las ideas lotmanianas y bajtinianas.

En

el

mismo

lugar

donde diferencia modelo narrativo/fábula/intriga/discurso

como

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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100 TEORÍ DE L

N RR TIV

planos del

texto

narrativo, ofrece en

una

relectura de Bajtín las

posi

bilidades discursivas de l

palabra

novelesca. Segre (1985) establece

ahí una tipología del entrecruzamiento de discursos (del autor, de los

narradores

y de los personajes) y de la equivalencia u

oposición de

miras que actualiza la relación

entre

el autor y los mediadores que

éste imagina y hace actuar y hablar en la novela (palabra directa/pala

bra objetiva o del personaje representado/palabra orientada a la pala

bra ajena).

Integrando los planteamientos semióticos marxistas, la sociocrí

tica ha indagado también en

el

lenguaje literario interesándose parti

cularmente en la transdiscursivización de los lenguajes sociales en el

texto narratiVO.

Así,

en 1deología y genética textual. El caso del 'Buscón'

(1975)

Edmond Cros

analiza al final un fragmento inicial de la novela picares

ca quevediana

operando metodológicamente con el

examen los siste

mas de signos y de combinaciones de signos en sus funcionamientos

autónomos

sin conexión con el enunciado antes de

comparar

entre sí

los

dos

niveles (enu

1

nciado/semiológico) para

tratar de

llegar así a la

estructura profunda del texto, a las instancias que desvelan el funcio

namiento

textual en

el que

se

introducen distintos recursos

sociales

diferentes y contrapuestos

Rodríguez

Puértolas, 1984: 238); advir

tiendo esa pluralidad de discursos,

Cros

llega a

la

conclusión de

que

el

texto de Quevedo, donde Pablos intenta acceder a una situación social

superior, no funciona tanto como expresión de los intereses nobiliarios

del

autor cuanto como

manifestación

de

los

propios

conflictos sociales

producidos en la sociedad castellana del momento,

como

escritura que

hace visible en los sentidos-contrapuestos de los distintos recursos esos

conflictos sociales. Cros abunda más en la cuestión de las homolo

gías sociales/textuales (1980, 1990) con conceptos como

el

de

genotex

to fenotexto

-ya vistos- o el de

ideosema (vid.

3.3.1 .

Las teorías sociocríticas de Zima se aplican a

la

novela en

L'ambi

valence romanesque. Proust,

Kafka, Musil (1980)

L'indifférence

romanesque. Sartre, Moravia, Camus

(1982).

En el primer

libro Zima

analiza las novelas

La búsqueda

del

tiempo perdido, El proceso

y El

hombre sin atributos

observando

cómo

todas ellas critican las ideolo

gías correspondientes a los distintos

sociolectos

que intertextualizan

mediante

la ambivalencia,

que

se

sitúa

en la base de la ironía y del

carácter fragmentario y técnicamente

novedoso

del relato para

poner

EL TEXTO N RR TIVO

101

de relieve la autoexclusión, la contingencia y el dogmatismo de esas

ideologías.

En el

segundo trabajo, siguiendo

un método riguroso que

primero establece la situación sociolingüística de part ida, después des

cribe la forma de intertextualizar la obra los distintos sociolectos y

finalmente explica cómo la indiferencia articula

el

universo semán

tico y las estructuras narrativas (Linares, 1996 ), Zima plantea cómo a

partir de la desvinuación y descrédito de los valores en el mundo con

temporáneo, en las obras de Sartre, Moravia y Camus opera una indi

ferencia que conduce a que no se desarrolle narrativamente el proble

ma de la verdad de la historia ni el intento de descubrir la realidad del

universo o de los personajes

por

parte del protagonista.

En

este somero esbozo de las teorías

que

se han ocupado de la

narrativa desde la perspectiva de su carácter lingüístico y estilístico,

no

podría faltar una referencia final a la

retórica,

que, ya

desde

la

antigüedad,

se define

como el arte encargado de

la

construcción

correcta y elegante de los discursos orientados hacia un fin persuasi

vo. Además de comprender tres tipos de elocuencia (el discurso judi

cial,

el

deliberativo y el epideíctico , la tradición grecolatina reconoce

cinco partes en la retórica:

a)

nventio

o

heuresis:

hallazgo de las ideas;

b)

Dispositio

o

taxis:

ordenación de lo

que

se ha hallado;

e)

Elocutio o·lexis:

organización del discurso con elegancia;

d)

Memoria

o

mneme:

memorización del discurso; y

e)

Actio

o

pronuntatio)

o

hipócrisis:

preparación de

los

gestos y

entonaciones adecuados al discurso.

Interesa aquí destacar, sobre

todo,

la tipificación de la

narratio

o

narración (siguiendo al exordio y precediendo a la argumentación y

el

epílogo) como la

parte

discursiva central

concebida como

exposi

ción de hechos, que para instr uir debe deleitar, que debe caracterizar

se

por

la brevedad, claridad y verosimilitud

y que

debe

corresponder

a

una

serie de circunstancias

-extraídas

de los

loci- para ser com

pleta:

quis, quid, cur, ubi, quando,

quemadmodum,

quibus

adminicu-

lis? (Mortara, 1988: 76-84).

Contemporáneamente,

se habla de

neorretórica

o

nueva

retórica

para referirse a su uso actual, básicamente entendido en dos direccio

nes:

1 como

disciplina que, en relación

con

la poética,

estudia el fun-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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102

TEORÍ DE L

N RR TIV

cionamicnto

del discurso como elemento

caracterizado

por la

pre

sencia de

una

serie de fi g

ur as

retóricas -Barthes y

Genette

en algún

momento y fundamentalmente el grupo mi y la teoría de las metá

boles  expuesta en su

Rh étori

que

Générale

de 1970-; 2) en su sentido

originario de discurso

persuasivo -el

Tratado de l argumentación

de

Perelman y Olbrechts-Tyteca-.

2.2.

Estructuras y técnicas en

el

texto narrativo

Mieke Bal (1977: 126) considera técnicas narrativas

todas

las técni

cas usadas para

contar

un a historia  .

En

este sentido amplio

y como

plante

a la

propia

teórica, sería

una

técnica la focalización

de

un

per

sonaje, pero

también

el propio

proceso de

transformación de un

actante

en él. El

mismo criterio

se

impone en

la

definición

de

Haw

thorn

(1985: 153):

All information relating to the manipulation of narrative in the work:

clues about the values or personality of narrator; voice and perspective;

what the narrator doesn't know; changes of narrator

or

narrative pers

pective; narrative intrusion

or

comment. Telling and showing . Dif

ferences between story a

nd

plot.

De

acuerdo con los planteamientos anteriores, podría decirse que las

técnicas narrativas son el

conjunto

de

procedimientos

y operaciones

narrativas que transforman la historia en un relato .

Esto

implicaría

la actividad de

un narrador

-y, en ocasiones

de un

autor

implícito-,

cuya enunciación activa determinadas elecciones

dentro

de los códi

gos

y

el lenguaje narrativo (temporalización, focalización, modalidad

discursiva, registro, metadiégesis, persona narrativa, caracterización,

espacialización y descripción, etc.)

para

hacer

que una

historia sea

discursivamente expuesta de

una -y no

de otra-

forma

y también tex

tualmente organizada y presentada de una

forma

determinada.

Dentro

de estos procedimientos y operaciones narrativas, la críti

ca y la teoría de la narrativa ha destacado algunas formas de estructu

rar

y

componer

los relatos especialmente relevantes y usuales, sobre

todo

-y como se ha visto- a partir de la renovación fundamentalmen

te técnica

aportada

por

el

cultivo de la novela en

el

siglo XX.

EL TEXTO N RR TIVO

103

La

morfología

alemana y rusa de principios del siglo

XX ya

se fijó

en algunos de estos procedimientos constructivos. Así, Otmar Schis

sel

replanteó narrativamente

los

conceptos retóricos de dispositio

y

compositio,

asignando al primero el

orden

lógico de lós acontecimien

tos y

al

segundo la estructuración artística de la materia narrativa, y

distinguió

dos posibles

estructuras

de

composición

novelesca: la

simetría, con

sus variantes del paralelismo y la

contraposición, que

se

basa en la repetición ordenada, y la

gradación,

que

puede

ser concén

trica o analítica, y que responde al principio estructurador de ubicar

el

elemento principal en el

centro

o al final del esquema compositivo.

Bernard Seuffert profundizó en el papel de la composición o sistema

estructurado

narrativo

que

afectaría, según él, a los dos

constituyen

tes narrativos básicos, los personajes agentes y la acción,

encontrando

en

la

estructuración de esta última

dos

técnicas narrativas

primordia

les, las formas de anillo y de marco cfr. Bobes, 1993; Valles, 1994).

Pero

fue fundamentalmente

el formalismo ruso

el

que desarrolló

este aspecto de l construcción narrativa.

Así, Shklovski, en La

construcción de

l nouvelle y

de

l

novela

(1925a), alude a la cimentación de algunos motivos

de

las

nouvelles

en procedimientos

como

el retruécano, la contracción, el contraste o

el

paralelismo y

comenta

las técnicas constructivas

de

la

construcción

circular

o

en anillo

-

identidad

de

motivos

en el principio y

fin-,

el

encuadramiento

-

un

relato

corto que

engloba a

otros-

o

el enhebra-

miento

un

conjunto

de 'nouvelles', cada

una de

las cuales

forma un

todo, se suceden y se reúnen por un personaje común - (Brioschi

Girolamo, 1984: 231;

Domínguez Caparrós,

1982:

XXI,

7; Shklovski,

1925a: 127-146). Esp ec ial interés tienen también la técnica de la

retar-

dación,

dilación o suspensión de índole sintagmática que frena la

acción

y

retrasa el clímax (Valles, 1992a) y que para Shklovski operaba

en

todos

los tipos

de prosa

narrativa, y

el desnudamiento del artificio

o

revelación de los recursos

-  técnicas entrecomilladoras en palabras

de Erlich (1955: 355)-, una explicitación y desvelamiento

del

procedi

miento utilizado con

fines

paródicos

o

de pastiche que comentó

Shklovski en O

teorii

prozy a

propósito

del

Tristram Shandy

(1925b .

Por

su parte, Tomashevski en su Teoría de l literatura (1928) se

refiere a la

forma en que

se

intertextualizan

los

cuentos

en algunas

novelas e incide básicamente

en

tres

formas de

la

novela :

la

escalo-

nada

o

en cadena

(también sarta)

-yuxtaposición de relatos

enlaza-

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104

TEORÍA

DE LA

NARRATIVA

dos mediante procedimientos

como

los falsos desenlaces, misterios o

viajes-, la estructura en ronde (también circular, enmarcada o en ani

llo) -ampliación de un cuento marco dentro del que se insertan otros

que solo retrasan su

desenlace-

o la

construcción paralela -narración

de

diversas

historias de personaje

o

grupos de personajes

expuestas

sucesiva y recurrentemente- (Tomashevski, 1928; M.

Rodríguez

Pequeño,

1995; Sullá, 1996).

En

la estética

de

Mijaíl

Bajtín

(1924 ),

mientras

las

formas arqui

tectónicas

designan la identidad, especificidad y autosuficiencia pura

mente artística del

objeto estético

(el

contenido

del análisis estético,

esto es, el contenido de la actividad

estética dirigido

hacia la

obra

artística), las

formas compositivas

serían las estructuras externas y téc

nicas

que permiten

la realización del

objeto

estético:

Entender

el

objeto estético en su especificidad puramente artística, así

como también su estructura, a la que vamos a llamar a partir de ahora

arquitectura

del

objeto

estético( .. . Entender la

obra

material, externa,

como

la realizadora del objeto estético,

como

el

aparato técnico de

la

rea

lización estética( ..) A la es tructura de la obra, entendida teleológicamen

te como realizadora del objeto estético, la

vamos

a llamar composici ón

de

la

obra (Bajtín, 1924: 23

 .

En

sus

Aspectos de l nov ela

(1927)

el

novelista ingles E. M.

Fors

ter

ya incluía en

uno

de sus capítulos

(Pattern)

la referencia al necesa

rio plan

de composición

y diseño

estructural

de la

obra

literaria.

En

Estados Unidos, Joseph Frank

observaba

que

gran

parte

de

la

litera

tura

contemporánea

se caracteriza por lo que llama

forma

espacial

-spatial form-

(1945),

por

un efecto de

adjunción

de escenas

-como

en

un

mosaico o

puzle-

que

mediante diversos procedimientos simu

lan estar cronológicamente desubicadas y ofrecen un efecto solo de

espacia lización,

por

la socavación de la inherente consecutividad del

lenguaje forzando al lector a percibir los elementos no en su desarro

llo

temporal sino

en

su

y

uxtaposición

espacial,

principalmente

mediante

la supresión

de los conectivos causales y temporales (Smit

ten, 1981 . Como ejemplo de esta organización discursiva de concen

tración en l tiempo de acciones que se

yuxtaponen

en

el

espacio·

y no

pueden ser percibidas en su consecutividad temporal sino solo espa

cial

por

el lector, Frank cita el

Ulises

de Joyce, una escena

- les

comí-

 

EL TEXTO NARRATIVO 105

ces

agricoles -

de

Madame Bovary donde

la acción se simultanea en

tres planos y la obra de

Djuna

Barnes Nightwood cuya carencia de

acción y

continuas

alusiones a imágenes

y

símbolos se entretejen en

una trama espacial

y

no en una fábula

desarrollada

en el tiempo .

Baquero Goyanes se apoyó tanto

en

Forster como

en

Frank para

ana

lizar

las técnicas y estructuras de la novela contemporánea en tres

capítulos de su Estructuras de l novela actua/1970: 89-108, 205-218,

219-234) .

La práctica novelística del

nouveau roman supuso, después

de las

vanguardias, toda una renovación de la escritura novelesca

que

abrió

paso al experimentalismo

técnico y lingüístico

y que

se

caracterizó

justamente

por emplear numerosos

procedimientos compositivos

y

técnicas narrativas nuevas. Pero, junto a la puesta en práctica narrati

va de estas técnicas, numerosos autores

como Butor

o

Robbe-Grillet,

se preocuparon de teorizar su uso y observar su plasmación en deter

minadas novelas. Desde entonces, se generalizó

aún

más la

preocupa

ción

por

estos procedimientos constructivos

(por

ejemplo, el

OuLi

Po con

l

empleo

de las técnicas

de

la

restricción

o el

N+7),

recuperando la herencia del intento de renovación narrativa caracte

rístico

de

la novelística del siglo

XX intento que

se

remonta

a James y

Spielhagen

y

que adquiere con

Proust

y Joyce su gran

punto de

infle

xión. Puede decirse, de un

modo

general pero también bastante justo,

que la historia de la novela de tal centuria es la historia de su propia

búsqueda en

pos

de nuevas formas y procedimientos narrativos .

A la hora de referirse a las técnicas narrativas

actuales

conven

drá, pues, dada

su

multiplicación diversidad, proceder de forma

ordenada, citando, en primer lugar, únicamente las más relevantes y

novedosas

y

agrupando, en

segunda

instancia, estos

procedimientos

en función de su efecto

primordial sobre determinados elementos

o

aspectos del relato.

A) Técnicas vinculadas a la estructuración textual

• Las técnicas observadas por los formalistas rusos

-en

concreto por

Shklovski Tomashevski-, que se acaban de exponer, siguen estando

vigentes y se utilizan todavía en el análisis y

estudio

del

relato. En

nuestro

país y

contemporáneamente, por ejemplo, Carmen Bobes

Page 53: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 53/71

106

TEORÍA

DE LA NARRATIVA

(1993)

plantea

cómo algunos cuentos utilizan una técnica envolvente

o

de

anillo,

pues

terminan

como

empiezan

-sería

la

arquitectura cir

cular

de que hablaba Baquero

Goyanes-;

otros tienen técnica

lineal

ya

que

siguen un desarrollo sucesivo, generalmente

cronológico de

los hechos;

otros

ofrecen una disposición

paralela porque

narran dos

historias de significado contrario

o

de sentido equivalente; otros

siguen

una

técnica escalonada

introduciendo

motivos cada vez más .

mtensos, etc.

• Con el

enmarcamiento

de los formali_stas, se relaciona lo que

Genette

(1972)

ha llamado metadiégesis

y

otros teóricos -Reis

o

Villanueva,

por ejemplo-

han

denominado hipodiégesis.

Es una técni

ca muy

frecuente que

designa una

narración secundaria

enclavada

-en un

estrato superior- dentro

de la

primaria

o diégesis y aparece

cuando un personaje intradiegético asume también el papel de narra

dor

de

tal historia enmarcada.

Cuando,

en algún caso, no aparece

explícitamente el narrador secundario intradiegético y su relato meta

diegético aparece vinculado al

narrador

primario, se habla de narra-

 

ión

pseudodiegética o

pseudodiégesis.

• También ofrece conexión

con

ellas la técnica

de

la

inversión

o,

en palabras de Dupriez (1991),

el

flip-flop

es decir, el cambio de sig

nificación

producido

por una sustitución simétrica de cualquier

índo

le (sintáctica, semántica, etc.),

que ilustra citando una historia de

O'Henry en la que una sirvienta que desea ser millonaria encuentra a

una

heredera

que

quiere ser camarera. Se trata de un

concepto

seme

jante al de la estructura narrativa metaforizada en

un

reloj de arena

por

E.M.

Forster

(1927),

citando

la

novela ais

de

Anatole France,

donde

se

da una

inversión final de papeles

de

los

dos protagonistas

principales con la dialéctica del pecador y

el

religioso y la salvación y

la

condena.

• La

construcción en ab ismo

es

un sintagma proveniente de

la

heráldica -pieza central del escudo que reproduce en reducción con

céntrica la

forma

del

propio escudo- que

aplicó a la

literatura

en su

Diario

(1930)

André

Gide

mise en abyme

para referirse a la

inser

ción de una historia dentro de otra que la recubre, como ocurriría en

la-escena

de HamleLen que

se representa

-como teatro

en

el teatro

la escena del asesinato del rey.

Concepto muy

similar al de encuadra

miento

de

los formalistas rusos,

al

de metadiégesis de

Genette

y a las

metáforas

de

la estructura narrativa que la vinculan geométricamente

1

EL TEXTO NARRATIVO

107

con la línea espiral o las cajas chinas, la construcción en

abismo

se

muestra como

el

desarrollo

de

una acción dentro de

los

límites de

otra que

se genera usualmente mediante la conversión de un persona

je intradiegético en narrador de una historia enmarcada

-metadiége

sis- dentro de

aquella en que actúa. El

cuento

Continuidad de los

parques de Cortázar -citado

por

Genette a propósito de la metalep

sis-, donde

el

inicio y final coinciden

con

la lectura

de una

novela

por

un hombre intercalando la narración de una escena de la

propia

nove

la

sobre

el

encuentro

de dos amantes y la salida

de

ella

para matar al

marido (el

propio

lector), podría ser un buen

botón

de

muestra

.

• Muy parecida a

la

técnica anterior, es la del llamado texto

espejo

o

relato especular.

Según Dallenbach (1977) es relato especular

todo

espejo

interno

en que se refleja

el conjunto

del relato,

por

duplicación

simple, repetida o espaciosa( .. ; reflejo

es todo enunciado que

remite

al enunciado, a la enunciación o al código

del relato .

• El

montaje

es un concepto

procedente

de la

cinematografía,

y

particularmente usado en el cine y el cómic, que designa la concate

nación, ordenación

y

ritmo de

los

distintos planos

y

secuencias de

una película o de

las

viñetas de un cómic.

En

el

campo

de la narrativa

literaria, se entiende por tal a la organización sintáctica

discursiva

de

.los diversos episodios de la historia, por lo que

remite

a los procedi -

mientos y técnicas de composición narrativa. Así, por

ejemplo,

en

Como agua para chocolate

de Laura Esquive , la novela se

monta

con

una

técnica

de

disposición y organización sintáctica

de los

episodios

paratáctica, similar e iterativa: cada capítulo, correspondiente a un

mes del año, se abre con una receta ~ o s ingredientes y

manera

de

hacerse" dan paso ya al discurso y la vÜZ del narrador

que,

a su vez,

inicia el relato de la historia en cada capítulo.

Un

caso especial del mismo sería el que en

otro

lugar (Valles, 2007:

552) he

denominado

montaje

abierto

o inacabable, que se vincula,

muy particularmente y auspiciando

la

máxima interactividad,

con

las

hipernovelas electrónicas y con los

textos diseminados. Estos

últimos

muestran

un texto, escrito y materialmente fijado aunque no en el

formato de libro, integrado

por

múltiples subtextos

independientes

y

simultáneos, carentes de

orden

y secuencialidad

- lo que también

se

ha denominado

escritura aleatoria-;

se permite así el

montaje

abierto,

esto es, la inacabable e irrepetible reconstrucción del texto por el lec

tor, la ordenación nueva y diferente del material textual en cada acto

Page 54: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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108

TEORÍ DE

L N RR TIV

de

lectura.

Este

tipo

de texto

y

esta técnica han

sido

empleadas

en

novelas experimentales como Los desafortunados

de

B.

S

Johnson, El

castillo de los destinos cruzados

de

Italo Calvino o, antes que ambas,

en 1964, en el juego de Cartas de Max Aub, 106 naipes apócrifamen

te

ilustrados por

Torres

Campalans que

tienen en su reverso distintas

epístolas que reconstruyen fragmentaria, poliédrica y hasta contra

dictoriamente

la

identidad del recientemente fallecido Máximo

Ballesteros.

• El collage es un

término

y

concepto

tomado de las artes plásti

cas y alusivo al pegado de

distintos

materiales

de

distinto origen,

forma y color

en

una superficie. Se ha

utilizado

en teoría de la narra

tiva

para

aludir a la técnica

consistente

en el ensamblaje textual de

textos gráficos -e icónicos- de distinta y variada procedencia, y pri

mordial -aunque

no

exclusivamente- de otras obras

literarias. Es

un

fenómeno, pues, característico de la anti-novela, que está claramente

vinculado

a la transdiscursividad y a la transtextualidad así como a las

técnicas del montaje y del pastiche, y que se define por yuxtaponer,

más

o

menos ordenadam ente, fragmentos,

citas y

textos de origen

literario y extraliterario como medio

de construcción

fundamental

de

una nueva obra. En España y dentro del experimentalismo,

Larva

de

J

ulián

Ríos recurre en ciertas ocasiones a

esta

técnica

de

yuxtaposi

ción textual

fotografías,

dibujos,

textos

de otras fuentes informati

vas, publicitarias o literarias, caligramas).

• El pastiche es, como técnica narrativa,

muy similar

al collage y

consiste en el entremezclamiento

en

un fragmento narrativo o

una

novela

de

elementos -verbales, técnicos, genéricos, etc.- originarios

de distintas procedencias integrándolos

e

intertextualizándolos para

provocar un efecto de extrañamiento.

En

el Libro de Manuel de Cor

tázar, a la

propia

historia

narrada

y

dispuesta textualmente de

forma

convencional se superpone

todo

un aparato de materiales multigené

ricos y de distinto origen principalmente noticias y artículos perio

dísticos pero también

diagramas,

reproducción de teletipos,

textos

musicales

y

algún poema, esquemas,

una especie

de diccionario de

acrónimos, metagrafías diversas, etc.) que

permanentemente

quie

bran

la linealidad

de la

lectura para crear

experimentalmente

un efec

to de yuxtaposición

distinta

de

textos diversos

que remedan

la

propia

pluralidad y heterogeneidad

de

las informaciones que circulan a tra

vés

de

los

medios de comunicación

en

el

mundo

moderno.

J

EL

TEXTO N RR T I VO

B)

Técnicas

vincu l adas a la temporal ización y

espacialización

109

Darío

Villanueva 1977) considera

que hay

tres

grandes formas reno

vadoras

de

tratamiento del tiempo en la novela contemporánea:

• La primera,

la

ruptura de linealidad,

se

produce con

la

quiebra

de la

linealidad cronológica

de la

historia mediante el uso en

el

relato

concreto

de

las

anacronías

tanto retrospectivas como prospecti vas,

esto

es

de

las analepsis (flash-back) y

de

las prolepsis (flash-forward).

Un caso palmario es Crónica de una muerte anunciada de García

Márquez.

• La segunda, la reducción temporal o condensación narrativa del

tiempo de

la historia

en el relato, ha

sido

considerada

por

distintos

autores como Auerbach, Albéres, Kurz, Mendilow o Sanz Villanueva

y ofrece, según Villanueva, tres

posibilidades

distintas: la reducción

temporal lineal si se produce la mera narración

de

un

solo

momento

al

que

la

obra

entera

presta todo

su desarrollo diegético, la

reducción

temporal rememorativa,

cuando

se

utilizan frecuentes

analepsis

que

amplían hacia el pasado la línea diegética del

relato

y la reducción

temporal simultaneísta si hay una duración múltiple,

una

localización

de un mismo tiempo en diversos puntos del espacio.

• La tercera, la ucronía -o timelessness-, es un tipo de organiza

ción temporal que,

mediante

la supresión

de conectores

y referencias

temporales, provoca una imagen de atemporalidad, de inexistencia de

fluencia temporal. Es, desde la perspectiva temporal, el equivalente a

lo

que,

desde la

perspectiva

espacial,

denominó

J

osep

Frank

forma

espacial-spatial form y

que

ya se ha examinado más

arriba.

• A estas técnicas temporales, ha bría

que

añadir

otra que

afecta a

la

duración

o velocidad narrativa. Se

trata de

la ralentización

fenó-

 

meno que, a través de la morosidad narrativa, descriptiva y digresiva,

consiste en

una

representación expansiva en el

relato

del tiempo

de

la

historia.

Así, L agrandissement de

C.

Mauriac

narra

muy amplia y

extensamente un segmento cronológico

de dos

minutos de

duración.

Como

la técnica anterior, también

el

cosismo se

vincula funda

m e n t l ~ e n t e a la

renovación

especialmente temporal, espacial, gráfi

ca y lingüística que genera el

nouveau

roman; en

este

caso, se trata

de

elaborar una descripción hiperdetallada de cosas y objetos

fre-

Page 55: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 55/71

110

TEORÍA DE

LA

NARRATIVA

cuentemente inanimados, incidiendo en su textura, color, tacto, den

sidad, etc.

C) Técnicas vinculadas a

la

focalización

• Además del uso de las formas de representación tradicionales en la

novela -focaliz ación omnisciente e i ~ 1 t e r n a - el siglo XX hace aparecer

el uso de la denominada Jocalización externa una modalidad particu

lar de perspectivización narrati va del material diegético en

el

discurso

consistente en la mera y pura representación objetivista y conductual

de las acciones, los lugares o los seres; se trata de una perspectiva pro

pia del

narrador

heterodiegético, que l i m i ~ a

informa_ci_ón

y tamiza

al

máximo o elimina sus componentes subjetivos y posiciOnes ante la

misma. Según Bal (1977),

si la historia es contada en focalización externa, ésta es

contada

a partir

del

narrador,

y éste

detenta

l I

punto

de vista, en

el

sentido

primitivo,

pictórico, sobre los

personajes,

los lugares, los documentos.

Él no

es,

entonces, de

modo

alguno un privilegiado y solo ve lo

que

vería

un

espec-

tador

hipotético.

Se trata, en origen, de una técnica muy vinculada a la captación fílmi

ca -es equivalente a lo que Friedman (1955) llamó The

C a m e ~ a

y que

redenomina Villanueva ( 1989) modo cinematográfico- asumiendo la

literatura del cine esa capacidad de representación

pura,

objetivista,

donde se niega la introspección y la evaluación su_b etiva,

una

forma próxima también al relato periodístico noticias: e l eJemplo

archicitado es el de algunas

obras

del

norteamencano

Dash1ell

Ham

mett, muy influido precisamente

por el

cine mudo, otras artes visua-

les -cómic- y la crónica de sucesos. .

• El tratamiento pictórico designa el modo narrativo usualmente

empleado

y teorizado por Henry James por el que_ l

narrador,

de

forma opuesta al modo dramático, adopta la perspectiva de los perso

najes en la

visión

y

representació

_n del mundo. a q ~ e r o

G o y a n ~ s

(1970) llama a esta técnica e r s p e c t i ~ i s m o

por

el u ~ ~

d e l _ p e r ~ o n a J e

- reflector -

como mediación narrat iva focal, como concienCia cen

tral"

0

perspectiva

que

hace ver

el

mundo relatado

por

el

narrador

a

EL

TEXTO NARRATIVO

111

través de la perspectiva del personaje: James (1980) lo expresa con su

conocida metáfora, expuesta en

el prólogo

a

Retrato de una dama

de

qu e

la

casa de la ficción" no tiene una, sino múltiples ventanas, de

distintos formatos y tamaños, abiertas sobre la escena humana .

Esta técnica del tratamiento pic tórico o perspectivismo es equivalen

te a lo que Friedman (1955) llamó omnisciencia selectiva múltiple: un

buen

ejemplo es

el

cuento de

Cortázar

Usted

s

tendió a tu lado

en

el

que

el narrador

solo relata desde la perspectiva

-cambiante

a lo largo

del

relato-

de una madre y su hijo, Denise y Roberto, marcados gra

maticalmente como usted y vos.

D) Técnicas vinculadas a la voz y las modalidades

discursivas

• La abrupción, término creado por

Fontanier

en 1830 para referirse

a una figura elocutiva, se relaciona con el llamado diálogo abruptivo

consistente

en

la alternancia de distintos discursos

de personaje

o de

estos y del discurso del narrador sin introducción explicativa o

comentario

por

este, lo cual crea un

ritmo

vivo

y

un efecto de acerca

miento y reducción de distancia del lector.

Un

caso más extremo es el de la

dramatización

absoluta,

que

supone una exacerbación de

una

modalidad de

registro

discursivo

que se conoce en la tradición sajona desde Lubbock

como

showing y

que Friedman

ha

denominado

mo o

dramático

(en

oposición

al

telling y al modo narrativo). Como en el caso de Paradox rey de __

Baroja, se trata de presentar toda una novela dialogada donde desapa- -

rece absolutamente el narrador para activar en máximo

grado

el

modo

dramático.

• El

monólogo interior

es una

modalidad

del discurso directo

de un personaje, no efectivamente dicho (frente al soliloquio), sin

interlocutor y sin tutela narrativa alguna, en

el

que se reproducen sus

pensamientos interiores

de forma

alógica y

con una sintaxis

básica

para mimetizar el proceso subconsciente del pensamiento. En el

monólogo interior

aparecen

una ser ie de rasgos

determinables: el

máximo grado de autonomía o emancipación de la voz del personaje

respecto al narrador, la reproducción del discurso mental (impronun

ciado e inaudito) del personaje, la organización sintáctica simple o

Page 56: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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112

TEORÍA DE LA NARRATIVA

caótica en correlación con la alogicidad e irracionalidad de los proce

sos psíquicos directos y

espontáneos,

la instauración del

tiempo

sub

jetivo o vivencia de los personajes frente al cronológico.

Anderson

Imbert cfr. G. y A. Gullón, 1974) diferencia dos formas

fundamenta

les en el monólogo interior según la dependencia o independencia del

discurso de personaje

respecto

del

narrador:

en

el monólogo inte

rior indirecto

.el novelista [el

narrador]

utiliza la tercera

persona para

reproducir

la

vida

interior, los pensamientos y la conciencia

de

un

personaje [sería la

psiconarración];

en

el

monólogo

interior directo ,

en cambio, no aparece el novelista

[narrador],

di

si

mula su

presencia

totalmente para

reproducir

directamente el proceso

mental

o

fluir

psíquico

del personaje rJlujo de la conciencia]. E monólogo interior

es, pues,

un concepto homosémico

de los de

stream of consciousness

o

flujo

de

la conciencia (W. James y la tradición anglosajona), discurso

inmediato

(Genette)

o monólogo autónomo (Dorrit Cohn),

el

prime

ro privilegiando los aspectos reproductivos del proceso mental y los

dos

siguientes

destacando

la carencia

de

tutela narrativa del

discurso

directo

de

p e r s o n a j ~

• El

flujo fluir de conciencia es un término correspondiente

a la

traducción

de

la expresión

inglesa stream of consciousness

que fue

acuñada

por

W.

James en

un tratado de

psicología

de

1890

para

refe

rirse al flujo

de

las experiencias internas, por lo que conviene

tener

en

cuenta su

enraizamiento

en las teorías psicoanalíticas sobre

el incons

ciente y las bergsonianas sobre el tiempo psicológico. Según Dujar

din, primer

cultivador

del mismo en su obra Han sido cortados los

laureles

(1888), se

~ r c t e r i z por

la

emergencia del

inconsciente,

intenta la introducci6n directa del lector en la vida interior del per

sonaje, sin

ninguna

intervención por parte del autor para explicarla o

glosarla

y es

expresión de

los

pensamientos

más

íntimos,

los

que

están más cercanos al inconsciente". Aunque el primero en cultivarlo

en

una

obra

completa

fue, en

El teniente Gustavo

(1901

),

A.

Schnitz

ler, fue J. Joyce, con su Ulises (1922), quien exploró y desarrolló ver

daderamente las posibilidades

de

esta técnica. El flujo de la concien

cia no es más que una variante del monólogo

interior,

en

el

que

no

existe ninguna marca ni lazo de dependencia del discurso

de

persona

je con

el de

narrador y donde se enfatiza la alogicidad del propio pen

samiento interior; sería lo que llama Anderson lmbert un monólogo

interior directo.

J

EL TEXTO

NARRATIVO

113

E) Técnicas de creación

de

efectos

sobre

el lector

• La técnica de

la

omisión se vincula con el principio del

iceberg

formulado por Hemingway -ya visto-, según el cual un texto puede

revelar -y conviene

que

revele- tan

solo una

mínima parte de lo sabi

do

y conocido por

su autor. Se trata

de un principio de

síntesis y con

densación compositiva

que

estimula,

mediante

el

juego

dialéctico

de

la

elisióntalusión,

la plurisignificación y la

ambigüedad textual,

así

como la actividad lectora a la hora de rellenar esos aún mayores vací-

os

textuales generados como

consecuencia

de los mayores silencios

autora es.

• La

propuesta

de la

interactividad

lectora

(aumentada

y

refor

mulada como interactividad escritura

en

las prácticas

narrativas

del

hipertexto electrónico), formulada en cada

texto

más o menos explí

cita y directamente, consiste en diseñar dos o más estrategias

de

lec

tura distintas, en reclamar

dos

o más lectores implícitos. Después del

éxito

de Rayuela

de Cortázar, esta

técnica

fue llevada a su

máxima

expresión

por

Max

Aub

en su

juego

de

Cartas

se

ha reactivado

notablemente

en las actuales hipernovelas.

• El suspense vinculado

con

la retardación a la que ya aludía

Shklovski, es una técnica

que

actúa doblemente: textualmente,

orga

nizando

una

expansión y amplificación sintagmática,

un

alargamien

to discursivo que se vincula, en

el plano

secuencial

de

la lógica narra

tiva, a la generación

de

un retraso o posposición en el proceso

secuencial activado, fundamentalmente

dilatando la conclusión posi

ble del proceso ; pragmáticamente y en relación con lo anterior, el sus

pense produce efectos diversos

(inquietud, tensión, miedo,

angustia,

interés) en el lector/espectador. Se tt:ata, pues, de una estrategia dis

cursiva

de

alargamiento sintagmático y

dilación

del

desenlace de

un

proceso secuencial que está diseñada

para

crear

determinados

efectos

pragmáticos en

el

destinatario. En este

sentido, el suspense

se vincula

intratextualmente de modo fundamental con la

organización

secuen

cial (la espera dilatada para que concluya un proceso lógico que debe

cerrarse) y con el lector implícito (la estrategia

requerida

de lectura) y

mantiene conexiones privilegiadas

con

la gradación o

tensión

narrati

va, con la anacronía y con la anisocronía. Especial trascendencia tie

nen los signos discursivos sintácticamente enfatizadores del efecto

suspensivo: por ejemplo, en

el

cine,

la

música, el movimiento

lento de

Page 57: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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  4

TEORÍA

DE LA

NARRATIVA

cámara o el encuadre parcial. Mieke Bal (1977: 119-121) ha diferen

ciado diversas posibilidades semánticas del suspense a partir del

conocimiento

o

desconocimiento

por el

personaje y/o

por el lector

de ciertas informaciones:

LECTOR-

PERSONAJE-

(búsqueda,

rompecabezas, novela policiaca);

LECTOR+ PERSONAJE-

(ame

naza); LECTOR- PERSONAJE+ (secreto); LECTOR+ PERSO

NAJE+

(ningún suspense).

F) Técnicas vinculadas al

lenguaje

y

las

grafías

El

vanguardismo

en la primera mitad del siglo

XX (sobre todo,

el

surrealismo) y el experimentalismo en el tercer cuarto de tal centuria

(OuLiPo, nouveau

roman,

novela estructural y experimental) van a

aportar

una renovación técnica de la novela en la que tienen que ver

mucho

los juegos formales, las quiebras y desplazamientos gráficos y

los experimentos lingüísticos y verbales.

• El surrealismd aporta una escritura automática que se

supone

manifestación libre

del

inconsciente

y que

funciona

más

como un

proceso irreflexivo y de asociación mental de imágenes,

pero

también

introduce los primeros collages, las simulaciones oníricas y el humor

objetivo.

• El realismo introduce, entre sus técnicas, un coloquialismo que

presenta un registro discursivo

propio

del habla conversacional usual

(incluyendo en ocasiones el argot y los tacos ) para enfatizar su afán

mimético.

• El experimentali smo utiliza, entre otr as técnicas variadas, modi-

ficaciones de los signos de puntuación como la separación oracional

mediante dos o cuatro puntos, la supresión de todos los signos para

lingüísticos o las repeticiones de paréntesis (ya en el nouveau

roman

pero también en Reivindicación del conde Don

julián

de Juan Goyti

solo,

por

ejemplo).

En

otras ocasiones, lleva a los puros juegos verba

les (el sinsentido, las paranomasias y dilogías, retruéca nos y calambu

res) y a los desplazamientos y

alteraciones

gráficas

(anagramas,

lipogramas o palindromías): una destacada 111uestra hispánica de

muchas de estas cuestiones es Larva de Julián Ríos, en esencia una

novela

puramente

polifónica o poliglótica, un flujo transitivo

ver

bal

(Ortega, 1997: 53), en el que, por ejemplo y a los efectos que

EL TEXTO NARRATIVO

5

aquí interesan,

se introducen

la palindromía Somos

nada,

ya

ve, o

lodo o dolo, Eva y Adán somos o la leyenda The clover ofm y lover

-el trébol de mi

amante- junto al dibujo

de un

trébol

de tres hojas. A

veces, la experimentación se desplaza al proceso del

trabajo

autora ,

como en el caso de la escritura aleatoria, un recurso narrativo consis

tente en la construcción de una obra de forma tal que pueda ser orde

nada y leída de diferentes formas

por

el

lector,

por

lo

que

se

relaciona

con el

montaj e abierto

y la

novela interactiva;

la técnica de la escritu

ra autora colectiva fue utilizada también por los distintos talleres de

producción literaria formados a

partir

del grupo OuLiPo (Ouvrier

de Littérature Potentielle), fundado por Queneau en ] 960, que utili

también procedimientos como

ellipograma

o

restricción

(elimina

ción de

una

erra en

todo un

texto) o la

conmutación

de

términos por

otros del diccionario que fueran sinónimos o entradas situadas en un

determinado puesto más adelante

(N

+ 7).

3.

CARA

C

TERÍ

S

TICAS

FUNDAMENTALES

DEL

T

EX

TO

NARRATIV O

Se examinan en este apartado algunos de los rasgos básicos

que

pose

en los textos narrativos : la dimensión social e ideológica y cultural, la

capacidad transdiscursiva, el carácter ontológic o ficcional y

otra

serie

de peculiaridades como la versatilidad transductiva, la plurisignifica

ción, las isotopías, la metaficción, la carnavalización, etc.

Aunque

ninguno

de ellos es exclusivo de la modalidad narrativa,

puesto

que

todos son compartidos asimismo por los otros géneros literarios n -

damentales, de un lado configuran

una

serie de aspectos

de

necesaria

referencia

para

comprender

el

funcionamiento específico

del

texto

narrativo y

de otro,

cobran

en él

un

especial sentido o relieve en

el

que se pretende incidir aquí.

3 1. La dimensión ideocultural y social

La

constataci ón de las relaciones

entre

la

literatura

y la sociedad se

enclava en la frontera entre ersiglo XVIII y XIX, cuando la gnoseología

moderna, los efectos

de

las

revoluciones burguesas francesa

y esta-

1

i

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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116

TEORÍ DE

L

N RR TIVA

dounidense y el nuevo sentido histórico otorgado a los estudios lite

rarios por el romanticismo empiezan a atisbar estas relaciones: el viz

conde De Bonald o el libro De l

literatura considerada en

su

relación

con l s instituciones sociales (1800) de Mme. de Stael abren esta pers

pectiva en la

que ya había incidido Herder.

El efecto de las teorías

objetivistas de base hegeliana y el materialismo de Feuerbach, la apa

rición del realismo estético, la constituci

ón

de la sociología y la psico

logía como nuevas ciencias en conexión con la aparición y el desarro

llo del positivismo,

no

harán sino

reforzar

la convicción en esta

interrelación de la serie social con la serie artística. Surgen así el obje

tivismo idealista de Taine y Belinski, la crítica positivista (Lanson,

Dobroliúbov),

los planteamientos

deterministas (Brunetiere)

o las

teorías tan extendidas del utilitaris mo social del arte.

Van a ser, sin

embargo,

las teorías marxistas las que, con el de

no

minador común de considerar la obra literaria como

producto

socio

histórico y pese a sus notables diferencias internas que

no

permiten

una estimación homogénea, han vertebrado las principales aportacio

nes a

la

teoría sociológica de

la

literatura,

y

por

ende

también

de

la

narrativa

vid.

Sánchez Trigueros, 1996; Valles, 1994), en los siglos

XIX y xx:

Marx

y

Engels, Lenin, Trotski

y Plejanov,

Lukács,

La

Escuela de Frankfurt, Gramsci, el marxismo anglosajón (Williams,

Eagleton, James on),

el

marxismo estructuralista de Althusser y

Gold

mann, la sociocrítica (Duchet, Cros, Zima), etc. Además, hay que

considerar la incidencia de otras teorías sociológicas de la literatura

no

estrictamente marxistas: al margen de los planteamientos de Bajtín

o Lotman, se trata de las teorías socioestadísticas de la distribución

literaria de Escarpit, la teoría empírica de la literatura -ETL- de

Schmidt y el

grupo

Nikol o las ideas sobre el funcionamiento litera

rio como polisistema de

Even-Zohar

y Lambert.

Después de la noción de medio de Taine, uno de los factores

secundarios de determinación del arte, junto al otro,

el

momento y

tras el primario o raza, el primer concepto sociológico interesante

que

plantea la

dimensión

social

de

la

narrativa

es el

concepto

de lo

típico, basado en Hegel y con

una

gran repercusión en la crítica

sociológica del

XI X

.

La

teoría del tipo,

como

doble manifestación de

la vida en el arte y de lo general en lo particular, aparece ya en Balzac

y en Belinski, pero siempre en oposición al personaje como construc

ción artística individual.

1

1

1

1

J

EL TEXTO N RR TIVO 117

Es el crítico ruso N. Dobroliúbov

-en

él destaca Wellek (1954-

1986, IV 324-25) esta teoría que llama de los tipos sociales - quien,

ejemplificándolo en Gógol, plantea

cómo,

al

utilizar un autor

deter

minados personajes en su dimensión de

arquetipos

sociales, a veces

estos se convierten en elem entos que significan y representan autó

nomamente

la

realidad social, con indepe ndencia e incluso

en

contra

dicción con

las

propias intenciones o

planteamientos

conscientes del

creador;

así interpreta

el

crítico

ruso

el

contraste

generado entre la

significación social de los personajes de Gógol y los juicios emitidos

después

por

el propio novelista. De este modo,

deslindando

las imá

genes del mundo y los reflejos de la realidad propios de la obra de los

deseos y posiciones del

propio

creador,

Dobroliúbov

señalaba como

misión de su crítica real ahondar en esa significación de la realidad

d e la

obra

literaria

independiente

y

hasta diferente de

las ideas del

autor, marcaba la distancia entre el sentido latente y patente y esta

blecía la distancia entre la significación social del texto y el pensa

miento del creador.

Engels, recogiendo

la

herencia hegeliana y

conociendo

los escritos

de Dobroliúbov, emplea asimismo esta

noción

en una carta

donde

comenta a la socialista inglesa Margaret Harkness su novela City Girl.

Ahí Engels enuncia sus preferencias por

el

realismo literario, recono

ce su autonomía con respecto a las

opiniones

y tesis

personales

del

autor -elogia

el

realismo histórico balzaquiano como algo que tras

ciende su ideología personal

reaccionaria-

y lo liga a la

cuestión

de

lo

típico , de la representación de la generalidad de l

as

condiciones

sociohistóricas y clases sociales en una particularización literaria, al

escribir: el realismo,

~ m i opinión, supone,

además

de

ia exaCtitud

de detalles, la representación exacta de caracteres típicos en circuns

tancias típicas (Marx-Engels, 1964: 178-182).

Y también el crítico húngaro

Lukács utiliza

este concepto de

sobrerrepresentación de la realidad sociohistórica por la novela, vin

culándolo a

la

noción de objetividad y

encuadrándo

lo

dent

ro del rea

lismo. En su estudio de 1934 sobre Los campesinos de Balzac ya esbo

za su teoría refiriéndose a los

personajes-tipo,

síntesis de lo genera l

y

social y lo individual, en su traba jo sobre La novela histórica (1937) la

concibe como representación asimismo de lo típico y la

vida

popular

y mucho más adelante, en

Significación actual del realismo

crítico,

tras desechar el arte de vanguardia

que

vincula con el indivi-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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118 TEORÍA

D E LA

NARRATIVA

dualismo exacerbado del

tardo

capitalismo

y

seguir

apostando por el

realismo, insiste sobre el concepto. Para Lukács, que distingue en sus

análisis entre la visión del mundo consciente del autor y la que opera

co

mo criterio

instintivo, las obras maestras del realismo requerirían

que se complementara la inevitable objet ividad artística que se expre

sa en

la obra

realista

con

los aspectos subjetivos de

la perspectiva

-cri

terio de selección artística

por

el

escritor

de los contenidos de la

obra

y lo típico -lo representativo

de

la realidad sociohistórica- de forma

que

la obra

resuma la situación socio-histórica de acuerdo a

la

verdad

real (Lukács, 1958: 72 y 92-93; Chartier, 1990: 170).

Así pues, el concepto de lo típico se vincula a la opción por la

nueva estética que surge en

el

siglo XIX,

el

realismo, una modalidad

art ística y primordialmente narrativa que plantea la convención de la

identidad

entre la realidad y

el refer

e

nte, de

la igualdad

entre

el

mundo

contemporáneo de lo real y el mundo ficcional mimético y

verosímil, provocando un efecto es tético e intratextual de realidad

3

El t é

rmino,

ya utilizado aplicado a la literatura por F Schlegel y

Schiller, aparece en Francia en 1826

en

el M ercure de France aparece

co n el se ntido literario de desi gnar la nueva estética nacien te y se

g

eneraliza

s

ucesivament

e

co

n un a

crítica

novelesca

de

Fo

rtoul

en

1834, el e

ntronque

qu e Castilla h ace de Balzac con la escuela realista

en 1846 y, so bre todo, con los artículos de defensa de Courbet firma

dos a

partir

de 1850

por Champfleury

bajo

el nombre

de

Le réalisme

y la fundación de la revista del mismo nombre, dirigida por Duranty

en 1856. Como movimiento estético nacido en Francia, el realismo,

3

Esta caracterización general y común, no obsta la existencia de distintas va rian

tes y modalidades de rea

li

smo . Precisamente Darío Villanueva {1992) opo ne el

que

llama realismo

formal

de

,

entre

o

tr

os,

Flaubert

y Maupassant, inmanente y f

or

mal,

caract eri zado por un

a

u tonomismo , por

una conc

iencia de la simultaneidad del

mundo construido en la o

br

a y

el

exterior y

la

no correspo ndencia exacta entre ambos

y

por

una convicción de la labor constru

ct

iva e imaginativa del auto r y el rea

lismo

genético, por ejemplo de Zo la o Belinski e incluso en cierto se ntido de Lukács, marca

do por el heteronom ismo que supone

que

la obra debe refl ejar miméticamente

el

referente externo o realidad que la precede y con la que debe corresponderse. Ambos

serían

distintos,

a su vez, de

una ter

ce

ra fórmula

propuesta por Villanueva desde la

pragmática y

la

fenomenología de

la

recepción, la del

realismo intencional,

que deposi

ta la posibilidad de concebir este desde la

coope

ración interpretativa del lec tor, un

fenómeno fundamentalmente pra gmático, qu e resulta de la pro yección de una visión

del mundo externo que el lector -<:ada lecto r- aporta sobre un mundo intencional que

el texto sugiere 

Ibíd.: 119

 .

J

EL

TEXTO

NARRATIVO 119

íntimamente emparentado con las teorías sobre

el

espíritu positivo

de Comte y los desarrollos de las ciencias naturale s, supone global

mente un intento de reflejar estéticamente la realidad social en el qu e

tienen especial importancia las pinturas de caracteres, la descripción

minuciosa y el desarrollo del modo dramático dialogado

-sin

necesi

dad de

perder

la frecuente omnisciencia-, todo aquello en suma

qu

e

pretende generar un amplio efecto de

ve

rosimilitud y acercar la no ve

la a la fiel reproducción mimética de la realidad; se trata, en

palabras

algo extremas de Champfleury, de una reproducción fotográfica de la

realidad social , de un rechazo de la invención y la imaginació n del

artista para optar

por

la expresión es tética de la realidad y la verdad .

Sin embargo, no para todos los realistas franceses del XIX se trataba

de

una

técnica tan mimética, ni,

mucho

menos,

de pensar

qu e la fic

ción novelesca era la realidad: R ob

be-Grill

et

suscribía

y atribuía a

Flaubert

la afirmación

yo

no

tran

scribo, construyo y

Maup

assa

nt

señalaba

en el

prólogo

a

Pierre

et

]ean

Et

ud e sur le roman qu

e

hacer lo verdadero consiste pu es en dar la ilusión completa de lo

verdadero,(

.. ) los Realistas

de

ta le

nto

deberían llamarse m ás bien

Ilusionistas .

En Rusia,

el

término

concreto

de

realismo

no se utilizó hasta

1849, un año después de la muerte de Belinski, quien sí había hablado

de escuela natural  refiriéndose a

Gógo

l y de crítica real , precisa

mente el sintagma qu e recogió su discípulo y admirador

Dobr

oliú

bov

(su primer artículo lo firmó

como Anastasi Balinski, Resu

c

itado

Belinski) para denominar su

método

crítico.

Pero

si la Tesis d e Cher

nishevski Relaciones estéticas del arte con la realidad es el tratado de

estética realista más fundado y clarificador de este tipo y si

lo

s traba

jos de Dobroliúbov argumentaron ya las homologías sociales y nove

lescas, el mismo Belinski defendía el realismo -ya en 1834, cuando

· aún casi

n

había aparecido en

Ru sia-

de este

modo

cfr. Valles y Davi

denko, 2000, I: 25 :

Así pues, este es el otro lado de la poesía: la poesía

rea

l  , la p oesía de la

vi d

a,

la

po

esía de

la

realidad

y,

finalmente,

la

poesía genuina y verdadera

de nuestra época.

Su

característ ica distintiva consis te en ser

fiel

a la reali

dad;

no

vuel

ve

a crear de nuevo la vida, sino que la reproduce, la recons

tru ye y, como una lente convexa, refleja, bajo un

pttnto

de vis ta, sus dis

tintos fenómenos, escogiendo aquellos que son precisos para

co

mponer

un cuadro completo, vivo y único.

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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12

TEORÍ DE L N RR TIV

La estética realista fue luego también

defendida

por Plejánov,

Lenin o

Trotski

aunque

de

una

forma antidogmática que

se

cerró

cuando en el Primer Congreso de Escritores Soviéticos Zhdanov pro

mulgara como fórmula estética el

realismo socialista

y los principios

de la ligazón al partido

partinost

y la popularidad

narodnost

o

calidad estética basada en el carácter progresista y la expresión de la

realidad social (Selden, 1985: 37). Así,

aunque

en

La organización

del

partido

y la

literatura

del partido de-1905 Lenin reclamaba

no

tanto

el

carácter proselitista de los textos literarios cuanto

el compro

miso de los autores afiliados al partido y sus textos con las líneas del

partido

y la clase proletaria planteando la inexistencia del arte

puro,

sus tesis fueron

~ e c o g i d s

dogmáticamente

por

el citado Zhdanov,

sostén

ideoestético del Stalin

que

había calificado a los escritores

de

"ingenieros del espíritu", para proclamar la necesidad de una literatu

ra didáctica, que armara ideológicamente al

pueblo

y

que

ayudara

en

sus fines educativos al PCUS, modelo que encontraría en el realismo

socialista como fórmula capaz de reflejar de un

modo

veraz e histó

ricamente

c o n c r e t la vida en su

desarrollo

revolucionario

cfr.

Rodríguez

Puértolas, 1984: 225

.

A

partir

de 1934, fecha del citado

Congreso de

la Unión de Escritore s Soviéticos que se había converti

do en única asociación tras la disolución del resto dos años antes, se

abre así una tendencia escritura soviética monolítica y dogmática

y

se cierra

una

etapa

de polémicas

y discusiones

abiertas donde, aun

con sus pugnas, habían convivido en la estética futuristas con realistas

y

en

la teoría marxistas

con

formalistas y

donde tanto

Lenin

como

el

Comisario del Pueblo para la Educación, Lunacharski, habían

opta

do por una actitud tolerante para con las diferentes prácticas estéticas

y

rechazado la construcción de una literatura exclusivamente proleta

ria que propugnaba el

Proletkult.

La teoría del conocimiento artístico, que es la clave básica del pen

samiento estético marxista, se encuentra formulada ya en otra de sus

orientaciones -además del tipismo y el realismo- con la problemática

y discutida teoría del reflejo y la metáfora del espejo

que

ya aparece

en Lenin. Este que, como Marx y Engels, no utilizó nunca el término

reflejo sí

empleó de alguna forma

el concepto

(Eagleton,

1278: 66;

Rodríguez

Puértolas, 1984: 213),

que

tan

importante

sería luego

para

Lukács,

cuando

en Materialismo y empiriocriticismo (1909) hablaba

de la existencia de una realidad externa y objetiva que el hombre per-

 

EL

TEXTO

N RR TIVO

2

cibe

primero

sensorialmente para establecer luego relaciones concep

tuales y captar los procesos dialécticos de esa totalidad ajustándose

más o menos a esa

verdad

exterior. Pero

Len

in no planteó

nunca

mecanicistamente la e x i ~ t e n c i de la obra artística

como

un reflejo

exacto",

como

una copia fotográfica de la realidad: ni en

Materialis-

mo y empíriocríticismo, como acabamos de ver, indica que tal conoci

miento de la realidad emane

solo

de su primera captación a través de

las sensaciones aunque Lukács lo interprete así apoyándose también

en Hegel ni en los artículos escritos entre 1908 y 1911 y centrados en

la novelístiCa de Tolstoi, pese a la expresión Tolstoi, espejo de l revo-

lución rusa, se produce tampoco ese mecanismo reduccionista (Sán

chez Trigueros, 1996: 47-49).

En esa última serie de artículos Lenin distingue

entre

la ideología

de clase de Tolstoi, su reaccionario moralismo cristiano y su defensa

del campesinado pequeño-burgués, que juzga históricamente equivo

cada y por la que había sido mal conceptuado, del

valor artístico

de

su obra novelesca, en la que aparecen reflejadas de modo realista, tras

cendiendo y

desplazando

la

propia ideología

utópica

del

autor, la

situación del campesinado en relación con las contradicciones socioe

conómicas entre-nobleza, burguesía, campesinado y

proletariado que

antecederían y germinarían la revolución rusa, pero de

una manera

contradictoria y fragmentaria. Recuérdese el

parecido

-que no la

similitud- con el

análisis

ya comentado

de Engels respecto a la

narra

tiva balzaquiana. Lenin, pues, frente al mecanicismo ulterior del rea

lismo socialista, no plantea una teoría literaria del espejo como reflejo

directo y exacto de la realidad sino

como conocimiento

fragmentario

del

mundo

que trasciende la visión subjetiva del objeto por el autor y,

así, se aproxima más al concepto de "espejo

quebrado , deformante

y

ocultador de Macherey aunque este, reconociendo el papel cognosci

tivo de la literatura pero

dentro

de la visión althusseriana, no pone en

relación directa

el

espejo y la realidad sino que lo conecta más bien

con la ideología como mediación imaginaria y falseadora.

En

general, desde su vuelta al "sujeto revolucionario" que plante

aba Marx y contra las tesis objetivo-contenidistas de Lukács (realis

mo, objetividad, tipización, totalidad)

que Adorno

criticará

en

Lukács

y el

equívoco

del

realismo ,

toda

la Escuela de Frankfmt

defenderá la autonomía artística que quiebra con la libertad creadora

la

sojuzgación

social

frente

a la

escritura

directamente política, la

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122

TEORÍ DE

L

N RR TIV

mediación artística

y la alusión-negación

de

la realidad por el arte

frente a su representación directa en la obra, el valor subversivo y

revolucionario

de

la literatura de vanguardia frente al

modelo

estético

realista.

Otro

concepto

particularmente destacable del análisis de la narra

tiva como fenómeno sociohistórico lo constituye el de

visión el

mun o o weltanschauung que se circunscribe al ámbito de la con

ciencia grupal o individual antes que a la representación alienante y

falseada del mundo, generalizadamente extendida y

correspondiente

a los intereses de las clases dominante s que concuerda más con el sen

tido marxista y althusseriano de ideología y que cobra un especial

relieve en los análisis de Lucien Goldmann.

El estructuralismo genético del teórico

rumano

se

emparenta

con

el marxismo dialéctico y humanista y en él tienen una especial

influencia

la filosofía hegeliana, a través

de

su mentor

Lukács,

y la

sociología del conocimiento de Mañnheim en su pretensión de lle

gar desde un estudio científico y dialéctico de la creación literaria a

una sociología científica del conocimiento. Muy

sintéticamente

cabe

decir

que, distinguiendo metodológicamente entre la comprensión

interna de la obra y su posterior explicación de la misma desde fac

tores

externos,

el

estructuralismo genético

centra su estudio de la

obra literaria en la génesis social de la estructura de la misma procu

rando encontrar

las

homologías entre

la estructura de la

obra,

la

visión del .mundo o concepciones mentales transindividuales

sobre la realidad de los grupos sociales y la situación sociohistórica

de tales grupos, lo que realiza de forma magistral

en

el

estudio

Le

die u caché

(1955)

de

la S-realizaciones

entre

las tragedias racinianas,

el jansenismo y la filosofía de Pascal y la decadencia de la noblesse

de la robe .

En

el estudio fundamental en que Goldmann desarrolla

una teoría

de la narrativa,

our une sociologie du

roman

(1964 ),

donde

centra su propuesta teórico-metodológica en los s t u ~ i o s

sobre el riouveau

roman

francés y Malraux, este teórico plantea

que la novela

muestra

estéticamente el

enfrentamiento de

un

héroe

en la búsqueda de unos valores auténticos con el universo en el que

actúa

y

que se le opone, en correspondencia homológica (Garrido,

1996: 174)

con una

sociedad individualista

progresivamente tenden

te hacia el mercantilismo y el predominio del valor de cambio, hacia

la cosificación:

EL TEXTO

N RR TIVO

123

( ..

)la

novela s caracteriza por ser la historia de una

búsqueda

de valores

auténticos de modo degradado, n una sociedad degradada, degradación

que,

en

lo

que

concierne al héroe, se manifiesta principalmente en la

mediatización, en

la

reducción de los valores auténticos

al

nivel implícito

su desaparición como realidades manifiestas. Esto comporta, evidente

mente, una estructura singularmente compleja, no sería fácil imaginar

que

la

misma haya

po

.dido aparecer

un

día

por

capacidad inventiva indi

vidual, sin

ningún

fundamento en

la

vida social del

grupo

(Goldmann,

1964: 23)

 

Así, la novelística de Malraux estaría en consonancia

con un momen

to histórico del capitalismo en que entra en disolución el individuo y

consecuentemente

la

búsqueda de valores

por el héroe

novelesco; las

novelas

sin

personaje de Robbe-Grillet,

que

muestran un mundo

donde el sujeto ha sido eliminado en beneficio del objeto, se corres

ponderían con el capitalismo caracterizado por la cosificación abso

luta, por la sustitución de la iniciativa individual

por

los mismos

mecanismos internos del propio sistema socioeconómico.

El concepto marxista e ideologí designa la

parte

de la superes

tructura (junto a la religión, política, instituciones sociales, cultura,

etc.) de un

modo

de

producción

determinado (esclavista, feudovasa

llático, burgués), que está constituida

por

el sistema de ideas, valores

y representaciones dominante en

una

sociedad y

que

supone

una

visión falseada

y

alienada de la

realidad

en

relación

a los

intereses

sociales de la clase dominante que se justifican y camuflan; en ese sen

tido de falsa conciencia, Althusser la define

como

la relación imagi

naria de los individuos frente a las condiciones reales bajo las que

viven .

La consideración del arte en general y la literatura en

particular

como producciones vinculadas a la esfera de la ideología tiene sus raí

ces en Marx (en el análisis de la epopeya griega), Plejánov, Lenin

y

globalmente,

todo

el marxismo clásico, si bien ha sido también

una

constante en otros teóricos marxistas, como Lukács o especialmente

Gramsci, preocupado por las relaciones entre política, cultura y lite

ratura

como

partes de

un todo que

caracterizaría la vida de la nación

pueblo y por los medios de d ~ s i ó n de las clases dominadas a la ide

ología dominante; en su análisis de las distintas formas de literatura

popular que

examina en Cultura

y

literatura (1967: 167-201),

Grams

ci detecta agudamente un papel

común

de ideologización

de

las clases

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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124

TEORÍ

DE L N RR TIV

dominadas

y

un

éxito de lectura

determinado por

el

intento

de eva

sión

de l realidad hacia el

sueño

y la aventura.

Pero

ha

sido fundamentalmente el

marxismo

estructuralista de

Althusser y su escuela el que ha desarrollado la vinculación existente

entre la ideología y el arte; la mayoría de los estudios de este origen

sobre

la narrativa se

centran

en examinar la relación entre

el

relato y

la ideología haciendo hincapié

no

solo en su carácter ideológico sino

también en las contradicciones materiales que se encuentran en él. El

propio

Macherey en Para una teoría de

l

producción literaria (1970)

ejemplifica en textos de Verne, Borges y Balzac el doble papel de la

ideología de expresarse

en

las obras a la vez que muest ra en ellas sus

contradicciones y ausencias, sus disfuncionamientos; frente a l con

sideración

lukacsiana de

la obra como

totalidad, Macherey concibe

que

esta es más bien dispersa o disgregada y

que

la ideología se

expresa,

ante todo, en

los silencios y vacíos del

texto,

por lo

que

la

misión del crítico no sería la de completar hermenéuticamente l

obra

sino la de hallar la base

de

sus conflictos significativos en primera ins

tancia y mostrar la

1

forma

en

que

tales conflfc:tos derivan de las rela

ciones del texto con la ideología en segunda (Macherey, 1970; Eagle

ton,

1978:

52-54).

Ligándose

con

esta

concepción,

el análisis de

France Vernier (1975: 87-115) sobre el Candide evidencia las

contra

dicciones implícitas en el relato de Voltaire

- funcionamientos con

formes

y disfuncionamientos - entre la ideología

dominante en

el

siglo xvm y la ideología burguesa revolucionaria emergente en esos

momentos. Igualmente, Pierre

Barbéris ha

estudiado l

producción

novelesca realista de Balzac -Balzac et le mal de siecle (1970), Balzac,

une mythologie

réaliste

(1971),

Le

monde

de Balzac (1973)-

y de

Chateaubriand

-A

l

recherche

d une

écriture:

Chateaubriand

(1976)- marcando su relación con la ideología dominante en el

momento

de su creación

y

Terry Eagleton,

aunando

también

pro

puestas postestructuralistas, ha seguido los planteamientos de Mache

rey sobre las fisuras y contradicciones en la reproducción de la ideo

logía dominante

examinando

la

obra

de

Richardson

en The Rape of

Clarissa (1982).

Fuertemente

ligados

con

el papel ideológico dcl texto n a r r a t i v Q ~

hallan los respectivos conceptos de ideologema y de ideosema.

En El texto de

l

novela (1970), Kristeva, dentro de su plantea

miento aún generativista aunque ya abierto

a otros

planteamientos

EL TEXTO

N RR TIVO

125

psicoanalíticos y marxistas y

junto

a conceptos como los de genotex

ro/fenotexto y de texto/complejo/enunciado narrativo, integra una

idea originaria de Bajtín para plantear el ideologema como la insepa

~ a b l e

relación dialéctica en y fuera del texto entre este y la cultura e

Ideología en la que surge y que se integra en el propio texto (Kristeva,

1970: 16):

el ideologema de un texto es

el

hogar en el

que

l racionalidad

conocedo

ra integra l transformación de los enunciados - a los que

el

texto

es

irre

ducible- en un todo- el texto-, así como las inserciones de esta totalidad

en el texto histórico y social.

También Fredric

Jameson emplea esta noc1on en The Political

Unconscious. Narrative

s

a Social y Symbolic Act (1981) cuando, l

estudiar las novelas experimentales de George Gissing, analiza

l

fun

cionamiento de lo que él llama ideologemas, unidades narrativas

mínimas de carácter socialmente simbólico y textualmente manifesta

das

que resultan

de la

relación

entre

las

concepciones sociales

y el

proceso de construcción de l obra.

The

ideologeme is an amphibious formation, whose essential structural

characteristic may be described

s

its possibility to manifest itself either

s psudoidea -a conceptual or belief system, an abstraer value, an opinion

or prejudice- oras protonarrative, a kind of ultimare class fantasy about

the collective characters which are the classes in opposirion Qameson,

1981: 87).

Admitiendo

explícitamente el papel modelizador de la ideología

de

todos

los fenómenos

de

la conciencia

individual

y

colectiva

y de

todos los estadios de producción de sentido textual e incluso de la

cultura, la sociocrítica de Edmond Cros (1975, 1998) ha

establecido

el

concepto

de

ideosema como

materialización

sígnica textual

que

establece de forma metoní mica las relaciones entre l ideología y las

categorizaciones con que

operan

las prácticas y discursos sociales:

Diré pues [analizando el Guzmán] que todo elemento que surge del dis

curso de predicación en el texto (sentencias, autoridach:n:livinas, interpe

laciones, lugares comunes de la práctica del sermón, exempla, etc.)

no

me

remite ya a un conjunto de principios abstractos que constituyen lo que

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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  26

TEORÍ DE L N RR TIV

se ha convenido en llamar

la

moral cristiana sino que reproduce esa rela

ción en función de sus virtualidades metonímicas. Llamaré ideosema sur

gido de una práctica ideológica a todo fenómeno textual que produce tal

efecto (Cros,

1998: 55).

Un ejemplo de la aplicación de esta idea -entre otras-

de

la sociocríti

ca

al

texto

narrativo,

puede

apreciarse en los citados

trabajos de Cros

(1975, 1990, 1998) sobre el Guzmán o en el

de

Annie Bussiere sobre

Juan Goytisolo (1998).

Precisamente

la sociocrítica en

l

que se inscribe

Cros

ha

o r i g i n

do también

la aparición de otro concepto

fundamental que

recoge la

dimensión social del texto narrativo: el de sociolecto, en este caso

vinculado con las aportaciones bajtinianas sobre el plurilingüismo

novelesco. Según Zima, que aplica la noción al análisis de distintas

obras de

Proust, Kafka y

Musil

(1980) y de Sartre, Moravia y Camus

(1982), el texto narrativo funciona

como

un elemento

que

recoge y

reconstruye -que

transdiscursiviza

y transcodifica-los distintos len

guajes sociales

transponiéndolos

en

sociolectos

textuales

vid.

3.2.1).

Por

analogía con tal

noción,

se ha

hablado

asimismo de ideolecto

(Valles, 1999b) para referirse a los

distintos

discursos ideológicos

que aparecen transcodificados y transdiscursivizados en el texto

narrativo.

Para finalizar, hay que replantear la correlación establecida por

distintos

autores

y

corrientes entre el

arte y la literatura en

general-y

la narrativa en particular- y la

cultura

ya en otro sentido distinto

al

del planteamiento

semiológico de

la cultura efectuado por la antro

pología de Lévi-StF aHss, pese a qu e la

pr

opia a

ntropología,

según

González

Echevarría (1990), en

origen

un discurso legitimador y

encubridor surgido

en las

naciones colonizadoras

y

prestigioso

por

su supuesto conocimiento científico de la cultura, es una disciplina

que

ha

venido

a

sustituir

al

positivismo decimonónico

como

discurso

mediador fundante

de

toda la

novelística

hispanoamericana

tras

la

Primera

Guerra Mundial:

El

conocimiento antropológico proporcionó a la narrativa hispanoameri

cana una fuente de relatos, así como una fábula maestra sobre la historia

latinoamericana. En la ficción,

la

historia latinoamericana se moldeará

ahora

en

forma de mito, una forma derivada de los estudios antropológi

cos. La relación de

la

novela hispanoamericana antropológico

es

homó-

EL TEXTO

N RR TIVO

127

loga a su relación en periodos anteriores con la ley y la ciencia (González

Echevarría,

1990: 208-209).

Una

aportación especialmente resaltable sobre la relación de cultura

y literatura, aparte de la ya comentada de Gramsci (1967), es la de

Lotman y Uspenski y toda la escuela de Tartu-Moscú

(lvanov,

Talvet,

Chernov,

etc.), en

un concepto dinámico

e

interesante

-tampoco

tan

homogéneo_ como

aquí

se

intenta exponer

desde una

perspectiva sin

tética- que concibe la misma como

texto

y tejido de textos compleja

y jerárquicamente organizada,

construida sobre

las lenguas

naturales

y constituida

como

un sistema modelizante secundario, que no

solo

transmite y

modela informaciones sino

nuestra

propia

visión

del

mundo y la realidad y asimismo la de los textos literarios.

La

cultura

se caracteriza

para

la escuela de Tartu-Moscú

por su

estructura

semiótica y su

propia

capacidad

estructurante

derivada

de

su relación

primaria con las

lenguas naturales,

por

su

dimensión textual

de

macrotexto y por su carácter social, como memoria de la

experiencia

previa y transformación P-aulatina desde el

presente

y hacia

el

futuro;

la cultura determina, de este

modo, no

solo la propia estructura y

organización

semiótica pluricodificada de

los textos que en ella se

engloban

sino

la historicidad y la modelización representativa y re

creadora

del

mundo

de tales textos

vid.

Cáceres, 1997).

Una

cierta conexión

con la idea anterior se encuentra en la con

cepción

de

la

cultura

de

Pierre

Bourdieu

(1980, 1990). Para

este

autor,

la

cultura

es también una estructura estructurante , un

ámbito,

sociohistóricamente

determinado, que

se

configura

como un sis

tema

de reglas; la cultura se ve, ante

todo

y más aún que como un espacio

semiótico,

como un

conjunto de

prácticas estructuradas y reguladas

fundamentalmente por

el

hábitus,

un

sistema

de pautas

y

estructuras

que

regula las prácticas culturales y

el consumo

tanto

de

los grupos y

clases sociales como de los mismos individuos. Pero, además de esta

incidencia en el aspecto

de

las prácticas culturales y la atención a los

mecanismos de producción, distribución y

-especialmente

-

consu

mo

culturales,

Bourdieu recibe

de

Foucault la herencia de vincular

específicamente la

cultura (como

espacio

que coimplica

y

trasciende

a la

filosofía,

el arte y la

ciencia)

con el p o d e r i e m p r e presente y

correlacionado

con la cultura,.

tanto en el plano simbólico como eco

nómico.

Page 64: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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128

TEORÍ

DE

L N RR TIV

Bourdieu

contacta así

con toda la

herencia

postestructural

que

privilegia el estudio de los discursos en su relación

con

el poder (Fou

cault y la

teoría

de la tela

de araña

o los archivos del inconsciente) o

con la mundaneidad de los discursos y las concepciones implicadas

en intereses y legitimaciones de todo

orden

(Said y la crítica

postco

lonial ), en fin, con toda una serie de posiciones que, después de la

quiebra

del articulado y

cerrado orden

estructural, han reincidido en

el dimensión sociocultural, política e ideológica de los diversos dis

cursos -entre ellos,

la

narrativa- y otras prácticas sociales significan

tes y comunicativas. Además de todas estas posiciones, el análisis de .

la narrativa como fenómeno social debe tener también en cuenta,

como

se

planteaba

al principio de este epígrafe,

otros

conceptos

sociológicos no estrictamente

marxistas

y más o menos

recientes,

expuestos

en otros

lugares

de

este trabajo : se trata de las teorías bajti

nianas sobre el

texto

narrativo como transdiscursivizador del pluri

lingüismo

social

y

de la

configuración

dialógica

y

polifónica, así

como de las aportaciones sociocríticas de Zima

respecto

a los socio

lectos

vid.

apartado

3.2.1); se

trata

igualmente de las teorías socioes

tadísticas de la distribución literaria de Escarpit,

la

teoría empírica de

la

literatura -ETL- de Schmidt

y el grupe Nikol o las ideas

sobre

el

funcionamiento literario como un polisistema de Even-Zohar y Lam

bert vid. cap. 5).

3.2. La transdiscursividad

Otra de las características esenciales del

texto narrativo

es

la

transdis

cursividad,

entendiendo por tal la

cualidad de

este

tipo de textos

de

insertar

y recodificar

en

ellos

otros

discursos y

enunciados

ajenos

de

diferente

origen

(individual, grupal, social) y

condición

(cultural, ide

ológica, filosófica, científica, artística o literaria).

Así, la transdiscursividad -un término apoyado en el de interdis

cursividad de Segre (1982)- incluye

pero

trasciende la propia teoría

de

la transtextualidad de

Genette, voluntariamente

ceñida a los vínculos

textuales,

para situarse

más

cerca

de

las primeras ideas

de

Kristeva

sobre

la imertextualidad y vincularse a los

-ya examinados- conceptos

bajtinianos del plurilingüismo, la polifonía y el dialogismo, a las cate

gorías sociocríticas del

sociolecto

y el

ideosema

y a las ideas del

fun-

J

EL TEXTO N RR TIVO

129

cionamiento de la cultura

de Lotman

o Bourdieu;

por

ello, la transdis

cursividad no

se muestra solo como la

relación

de cualquier

texto

narrativo con otro texto literario, sino como

la

capacidad de cualquier

texto

narrativo para

asumir

y remodelar, de forma más o menos direc

ta y patente, discursos y enunciados de muy diverso carácter y proce

dencia. De este

modo,

el

concepto

se aleja de otras nociones previas

-algunas muy antiguas- ya

instauradas en el

ámbito de

la

retórica

y

la

poética para aludir a las relaciones intertextuales directas (centón,

paráfrasis, palinodia, glosa, parodia, plagio,

collage),

evade

el

riesgo de

convertirse en una

mera

crítica de

fuentes

que ya percibía Kristeva

-por lo que proponía sustituirlo

por otro

término:

transposición -

y

se aproxima más

al concepto

originario

de

la pensadora búlgara.

Y es que, efectivamente, el

término

y el

concepto de imenextuali

dad surge con Julia Kristeva en Francia,

ya

en la frontera entre la cri

sis del

estructuralismo

y el

nuevo

horizonte postestructural, como

una reconstrucción de ciertas concepciones bajtinianas

sobre

lo que

cabría llamar la dimensión heterofágica de la novela. Greimas y

Courtés

(1979: 146)

resumen

de este

modo

su aparición:

Elaborado en el ambiente del estructuralismo francés de

los

año s 60, el

concepto de intenextualidad remite en ella, explícitamente, a

la

proble

mática bajtiniana del dialogismo (dislogisatsya) carnavalesco e, implí

citamente, a los problemas de la heterología o pluridiscursividad

(raznorechie), de

la

diversidad de

las

voces o heterofonía (raznogo

losie), admitiendo las traducciones

de

esas nociones clave propuestas por

T Todorov.

Tanto

en Semeiotiké como en La revolución de lenguaje poético,

Kristeva mantiene no solo

el

sentido de

la

inevitable relación de un

texto con los otros de la misma cultura sino asimismo del cambio de

perspectiva

que

su uso

comporta

y

que ya había enunciado

al estable

cer el concepto en su trabajo de 1967 sobre Bakhtine, le mot,

le

dia

logue et

le

roman :

(

..

)un descubrimiento que Bajtín es el primero en introducir en

la

teoría

literaria: todo texto

se

construye como mosaico de citas,

todo

texto

es

absorción transformación

de

otro texto. En

el

lugar de la noción de

intersubjetividad se instala

la

de

intertextualidad,

el

lenguaje poético se

lee

por lo menos, como doble

cfr.

Navarro,

1997: VI).

Page 65: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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130 TEORÍA DE

LA

NARRATIVA

A partir

de

entonces, este concepto se ha mostrado como uno de

los más fecundos, discutidos y operativos en el marco de la teoría

literaria. Así, y por citar tan

solo

algunas destacadas contribuciones

teóricas, M. Riffaterre concibe en La production du texte (1979) la

intertextualidad únicamente

en la faceta receptiva y

de constitución

del

sentido

textual mediante la actividad lectora , como la percepción

por

parte

del

lector de

las relaciones

entre

un

texto y

otros, preceden

tes o subsiguientes; en c a m b i ~ ante la amplitud

del

concepto

y el

amplio criterio

de

miras

de

Kristeva,

C.

Segre propone en

"lntertes

tuale Interdiscorsivo" (1982) hablar de intertextualidadpara referirse ,

a las relaciones

concretas

establecidas

entre

texto y

texto

y de inter-

discursividad para aludir

a las

conexiones entre

el

texto

y todos

los

discursos o enunciados registrados en la correspondiente cultura.

Pero es G. Genette quien, tras

trabajar

previamente en otro libro

sobre las categorías generales architextuales en las que se

encuadra l

texto,

formula en Palimpsestos (1982) una

teoría

desarrollada de

la

transtextualidad -como diversidad de relaciones

de

trascendencia

textual- que subsume

y redefine la intertextualidad

como uno

de los

cinco tipos básicos de imbricaciones transtextuales que pueden

pre

sentarse entre uno y otros textos concretos

según

el carácter

de

los

vínculos establecidos entre

ellos. Genette distingue así la "intertex

tualidad" o

copresencia

textual, muy

frecuentemente

la referencia o

inclusión

de partes

de un

texto en

otro

de

forma más o

menos paten

te, la

"paratextualidad"

o

conexión

del

texto

con el entorno textual,

principalmente editorial (cubierta, título, epígrafes, ilustraciones,

prólogo, etc.), la "metatextualidad" o relación

esencialmente crítica

entre un texto y sus metatextos, la "hipertextualidad" o vinculación

que une el texto a otro anterior

-hipotexto- en

el que se

basa

por

transformación

o

imitación

el

Ulises

deJoyce

respecto

a la

Odisea

homérica) y, finalmente, la

"architextualidad"

o ligazón del

texto

con

las categorías generales

(géneros

literarios, tipos

de

discurso,

modos

de enunciación)

de

las

que depende

(Genette, 1982: 9-20).

Esta

breve

recapitulación en absoluto

da

cuenta del éxito

de

un

concepto

que, en los últimos 30 años,

ha

ofrecido

un

evidente

"índice

de

impacto"

en el pensamiento artístico contemporáneo: su

aplica

ción a numerosos textos literarios

de

todas las épocas pero

también

a

textos artísticos

de

diversa

índole

(cine, música, pintura, televisión,

etc.), su enorme expansión tanto geográfica

como

lingüística, la gene-

EL TEXTO NARRATIVO

131

ralización

de

nuevos neologismos

(macrotexto, peritexto, extratexto,

exotexto, subtexto, etc.) acuñados sobre el término de Kristeva, la

proliferación de estudios

tanto monográficos

(Genette, Riffaterre,

Balbus, compilaciones bibliográficas y teóricas, números de revistas)

como

especialmente de artículos específicos.

Una primera

muestra

de

lo

dicho

es el acuñamiento

de distintos

términos

que

aluden a distintas facetas concret as

de

la relación trans

discursiva o transtextual y que, a veces, crean dobletes significativos

parosémicos o antonímicos: así el

extratexto para

referirse al

contexto

- textual, el macrotexto y el microtexto

l peritexto

y el

paratexto

el

subtexto

utilizado

por

la semiótica

soviética

para indicar el origen

textual-texto A- de un fragmento y que coincide con

el

sentido fran

cés y más general del

intertexto

como

fragmento

textual mostrado en

un

texto -B -

sea cual sea su orig en, etc.

Otra

segunda muestra es el

proyecto

de Desiderio Navarro de rea

lizar una Summa intertextual

que

abarcaría

cinco volúmenes,

de

la

cual Intertextualité (1997) es el pionero e iniciador

de

la serie , reco

giendo catorce artículos generados en el espacio francófono, desde el

clásico ya mencionado de Kristeva hasta otros de Ruprecht, Genette,

ArriVé, Dallenbach, ~ n n y Riffaterre y Zumthor. Su continuación,

Intertextualitat (2004) se centra en las

aportaciones

alemanas

al con

cepto y reúne trabajos de

Pfister

(3 ), Lachmann (3 ), Plett y Broich.

Precisamente en

la "Introducción"

a esa antología,

el teórico cuba

no

alude a la alta productividad del

concepto, no solo desde

el

punto

de vista exclusivamente teórico sino

también

para dar cuenta de

determinadas

prácticas estéticas nuevas (así, la

novela

postmoderna)

que utilizan el diálogo y la cita intertextual como elemento composi

tivo básico

de

sus creaciones. Escribe

Navarro

(1997: VI):

el inmediato

éxito del nuevo término

generalizador

demuestra

que

éste

hizo posible la

clara visualización de

una nueva problemática teórica

independiente,

que interconecta

desde

el

punto de vista s

emi

ó

tico no

solo las formas tradicionales y mod ernas de

intertextualidad

ya aislada

mente descritas y bautizadas, sino

también

las

que

están

siendo

creadas

por la praxis literaria viva .

En la aplicación concreta al campo

de

la narrativa, sobre

todo

a la

novela

contemporánea, la noción de intertextualidad

o,

mejor, la de

132

Page 66: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

http://slidepdf.com/reader/full/valles-jose-teoria-de-la-narrativa 66/71

TEORÍA DE

LA

NARRATIVA

transdiscursividad ofrece

un

alto

rendimiento, porque

se muestra

no

solo como la capacidad de vinculación de un texto con otros, sino

también, más "panintertextualmente", como un concepto que permi

te incidir en la facultad de absorción y canibalización propia del texto

narrativo, a la par

que

en la de

su

oferta de

una

determinada forma de

incorporar, leer y mostrar el mundo, de seleccionarlo y de crearlo de

referirse y reconstruir, en fin, ficcionalmente la

r e l i d ~ d

sociohistÓri

ca, mucho más si se piensa en el relato contemporáneo y en la narrati

va

postmoderna.

3.3. a ficcionalidad

Ya desde Aristóteles, el concepto de mimesis o imitación del mundo

por la poesía implicaba, en su

propia

esencia, la doble consideración

de la referencialidad y de la ficcionalldad del texto literario: en el pri

mer caso, porque este plantea una alusión a la realidad (establecida a

través de la mediación sígnica), aunque esta sea de ca rácter imaginati

vo e indirecto; en

el

segundo, porque, en la medida en que la literatu

ra se

constituye

como tal imitación del mundo, se plantea a la vez

como algo distinto a la

propia

realidad y

construido

desde l actividad

creativa del poeta. El factor ficcional se hace así tan ontológicamente

característico del texto poético como su propia referencialidad.

Con la ficcionalidad se relaciona también el concepto de verosimi-

litud -planteado también por Aristóteles como poéticamente necesa

rio-, esto es,

el

efecto literario de supuesta veracidad provocado

por

un texto narrativo o litemio en general. La verosimili tud no es, pues,

ni la veracidad, ni tampoco algo nacido esencialmente de la relación

dual

realidad/obra, sino

la

citada imagen poética de veracidad, que se

funda básicamente: de una parte, en la propia dimensión semántica de

la

obra,

concretamente en su coherencia significativa y estructura iso

tópica; de otra,

en

la propia conexión obra/lector, que

posibilita

la

aceptación de la creencia, dentro del juego de la ficción y mediante

el

pacto

narrativo, de que un determinado texto funciona como verda

dero: por eso

piensa

Reizs de Rivarola (1986) que la suspensión

voluntaria de la incredulidad" forma parte de la propia realidad tal y

como se establece en

el

marco de las convenciones que rigen la comu

nicación ficcional-literaria. Un libro fantástico, como Alicia en el país

EL TEXTO NARRATIVO

133

de

l s

maravillas

no es por ello menos verosímil que cualquier nove

la realista de Balzac: de un lado,

porque,

a través del salto , se per

mite la entrada en otro mundo en el que resulta coherente

por

ejem

plo,

que

pueda hablar

un

conejo que ya lleva un reloj;

de otro, porque

el propio acto de la lectura literaria nos coloca en la exigencia de

entender como

creíble

lo que alguien nos está contando.

Así pues, la cuestión de

la

ficcionalidad,

como

cualidad específica

de la ficcióQ iteraria, es, ya desde Aristóteles, uno de los

problemas

angulares de la poética y la teoría literaria, dado

que,

como indica

Pozuelo (1993), afecta a la vez a la ontología (qué es), la pragmática

(cómo

se emite y recibe) y la retórica

(cómo

se

organiza) del texto

literario; por ello, la profundidad y multiplicidad de facetas del con

cepto ha sido abordada, a part ir de

la

preocupación

por él

de la filoso

fía analítica, por

numerosos

teóricos

como Pratt,

Doleiel,

Martínez

Bonati, Genette, Eco, Mignolo, Hamburger, Pozuelo o Albaladejo,

entre muchos otros.

Dos

aspectos distintos se concitan, l menos, en la teoría de la fic

cionalidad:

de una parte,..su vinculación

con

la

narratividad,

la

no

referencialidad y la no-ficción; de otra, el tema

de

los

mundos posi

bles. Como indica Walsh:

The concept of fictionality has

been

undermined by developments in

two

distinct areas

of

research in recent years: on the one

hand,

the inter

disciplinary ambitions

of

narrative theory have tended to

confiare

fic

tionality wirh a general notion of narrativity that encompasses nonfic

tional narrative; on the other hand, fictional worlds theory,

in

response

to philosophical and linguistic concerns, has sought to disarm fictionali

ty by literalizing fictional reference (Walsh, 2003: 110).

Aparte

de al estatuto ontológico ficcional del texto

literario,

la teoría

de la ficcionalidad debe atender a dos cuestiones fundamentales:

a en primer lugar, a la situación comunicativa generada en el acto

de

enunciación

y la

consecuente relación pragmática entre

locutor y alocutor, entre autor y lector, marcada por el llamado

contrato o pacto narrativo un pseudoacuerdo contractual de

ambas instancias basado en la voluntaria suspensión

de

la

no

creencia y la aceptación del juego de la ficción de

acuerdo

con

las pautas pragmáticas socioculturales; asimismo, y como des-

Page 67: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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134

TEORÍ DE L

N RR TIV

doble del anterior, interesa la creación de

un

espacio ficcional

de enunciación intratextual, caracterizado por diferentes cues

tiones

como la

constitución de

un

yo ficcional o locutor imagi

nario en el yo del narrador, la presencia de deícticos, un sistema

pronominal,

tiempos, voz narrativa

y

un contexto narrativo

-campo situacional,

modo,

dirección- y

el

empleo de las ora

ciones o proposiciones -aseverativas, supositivas,

etc.-

y de los

modalizadores para crear determinadas modalidades lógicas:

los

cuatro dominios narrativos

y

modelos

de relatos simples,

según Dolei.el l é t i c o epistémico, deóntico y axiológico);

b) en segunda instancia, a las

dimensiones lógico-semánticas de la

ficcionalidad y los mecanismos de modelizac ión de los mundos

ficcionales en los textos narrativos, básicamente en lo referente

a la configuración de los

mun os

posibles o ficcionales en los

textos narrativos, marcados según Dolei.el por ser incomple

tos, semánticamente no

homogéneos

y constructos de la activi

dad textual.

A

partir

de las aportaciones de la filosofía analítica y, posterior

mente, de la semántica lógica y -la· lingüística textual, el concepto de

mundo ficcional o posible ha

tenido

un notable desarrollo

-sobre

todo aplicado al campo de la

narrativa

- , al que

han

contribuido

numerosos teóricos contemporáneos de la literatura.

En

Mimesis and Possible Worlds (1988) Lubomir Dolei.el, con

siderando distinta a la lógica la semántica narrativa, que vincula con

los mundos ficcionales literarios, formula tres tesis básicas -los mun

dos ficcionales son posibles estados de cosas, la serie de mundos fic

cionales es ilimitada y lo más variada posible, los

mundos

posibles

son

accesibles desde el mundo

real-

y

determina

sus rasgos específi

cos -el ser incompletos, el ser semánticamente no homogéneos y

el

surgir como constructos de la actividad

textual-  cfr.

Pozuelo, 1993:

138-141 .

Pero, en lo tocante a la aplicación al campo específico de la narra

tiva de la teoría de los

mundos

posibles, interesan fundamentalmente

dos trabajos anteriores del teórico checo. En Extensional and lnten

sion-;1 Narrative Worlds (1979), Doleiel proponía considerar las

macroestructuras narrativas

en términos

de

mundos

narrativos

y

planteaba que el mundo extensional primario de referencia se

pro-

 

EL TEXTO N RR TIVO

135

yecta a un mundo intensional secundario en la narrativa a través de

una serie de funciones de individuación que permiten una interpreta

ción genérica o tipológica del mundo de referencia y se corresponden

con la macroorganización textual del sentido; las dos funciones inten

sionales básicas que operarían con respecto a los mundos narrativos

serían la de autentificación, vinculada

al problema de

la

verdad

tex

tual, y la de explicitación/implicitación, usada para

explicar

la dife

rencia

entre

los

mundos visibles

e

invisibles .

Y en Narrative

Semantic s (1976), Dolei.el, apoyándose en las cuatro modalidades

(aléticas, deónticas, epistémicas y veridictorias) de Greimas y en la

lógica modal, consideraba que, en la medida en que un relato simple

cuenta a

partir

de un

operador

modal, es posible

diferenciar cuatro

grandes tipos de dominios narrativos de los relatos simples a partir

de las

cuatro

modalidades posibles: el relato alético regido por las

modalidades de

la

posibilidad, actualidad y necesidad,

contará el

paso

de una imposibilidad a una posibiliaad o al revés (la adquisición, por

ejemplo, de un objeto mágico por

el

héroe); el relato deóntico marca

do por las modalidades permisiva, prohibitiva y obligatoria, narrará

el

paso de una prohibición

a

un

permiso o viceversa (la

secuencia

proppiana prohibición-v iolación-castigo); el relato axiológico regido

por las modalidades de lo malo, lo

bueno

y lo indiferente,

contará

el

paso de un estado insatisfactorio a

otro

satisfactorio o al revés (recu

peración de un valor tras la superación o expiación de la falta cometi

da);

el

relato epistémico marcado por las modalidades de creer, saber

e ignorar, narrará el paso de una ignorancia a un conocimiento o vice

versa (el reconocimiento o anagnórisis de un personaje).

En

sus trabajos teoría de los mun os posibles y macroestructura

narrativa. Análisis de las novelas cortas de Clarín (1986)

y

Semántica

de

la

narración: la ficción realista (1991 , Albaladejo

expone

su teoría

de los modelos de mundo y la ley de máximos semánticos , dis

tinguiendo entre tres posibles modelos de mundo -el de lo verdade

ro, lo ficcional verosímil y lo ficcional no verosímil- según

el

texto se

construya respectivamente con instrucciones de la realidad efectiva,

semejantes o distintas a ella, y elaborando la ley de máximos semán

ticos , que consta de 7 secciones y está determinada

por

5 restriccio

nes, para determinar el modelo de

mundo

básico que surge de la

com

binación de instrucciones propias de cualquiera de los tres modelos

de

mundo

(Albaladejo, 1986: 58-62; 1991: 52 -58).

Page 68: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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136

TEORÍA DE

LA

NARRATIVA

Walter Mignolo, en

Semantización de

la ficción

narrativa

(1981), analiza los aspectos pragmáticos y semánticos de la misma.

Desde

el

primer punto de vista, la convención de ficcionalidad tiene

como

marca distintiva la correferencialidad

entre

las fuentes ficticia y

no ficticia de

enunciación,

narrador y autor,

que

se

insertan

clara

mente en una

cultura

literaria de

modo que el

discurso literario fic

cional se semiotiza al inscribirse

en

la convención de ficcionalidad y

las pautas de

la institución

literaria y se ofrece

como

verdadero en

el

pacto

de lectura. Pero

previamente

es necesario que el

discurso

semantice

el

espacio enunciativo, proceso que Mignolo estudia

en

tres niveles: el de la

semantización pronominal

y

temporal,

el de la

semantización del contexto de situación y el de la semantización

denotativa y modal cfr. Pozuelo, 1993: 117-120).

U mberto Eco ya había incidido, en ector in fabula (1979: 160-

186) y en aplicación directa al texto narrativo, en que los

mundos

fic

cionales se vinculan a las estrategias textuales del autor y el

lector

modelo,

como construcciones

textuales

cuyo

sentido solo se teje con

la cooperación interpretativa del lector

con

el texto: en este sentido,

para

Eco los

mundos

posibles

no son conceptos

vacíos

(remedos

ima

ginativos del

mundo

descubiertos por

una

lógica modal o una semán

tica extensional) sino espacios muebl dos

que

se actualizan en el

proceso de significancia

otorgado por el encuentro

del texto y la lec

tura,

a través

de

las

presuposiciones

y

los paseos inferenciales

  e

intertextuales .

Más adelante, en

os límites de

la

interpretación

(1990: 196),

Eco

insiste en

que

los

mundos

posibles

son

accesibles a

partir de la descripción narrativa de un estado de cosas, en que

no

son

tanto

estados de

cosas cuanto estructuras

culturales, materiales de

producción semiótica.

También se ha

interesado

por la

cuestión

de la ficcionalidad en

distintos lugares

Martínez

Bonati, quien co nsidera que, salvo la

pro

pia obra literaria en sí misma,

todo

en ella

-seres,

ideas,

lugares-

es

ficticio; la ficción artística en general y narrativa en particular se radi

ca en

el

ámbito de la imaginación y

el fundamento

de tal experiencia

reside en que reconocemos en ella tal condición y no buscamos nin

guna verificación

empírica para

el

objeto

ficticio

(Martínez Bonati,

1992). Precisamente es esta la condición ontológica y esencial de la

obra

narrativa: su

carácter

de objeto ficticio , que surge de una

voluntad creadora consciente de que se está

conformando un

objeto

EL TEXTO NARRATIVO

137

que no es

real

-histórica

o empíricamente

verificable-

ni

ilusorio

-confundido

con el real por

un

engaño o falsa interpretación -

y

que,

por tanto, se diferencia de ambos por tal

condición

imaginativa.

M.-L. Ryan (1985) sostiene

qu

e

dentro

del

texto

ficcional se

pro

duce una

simbiosis

entre

la realidad y la ficción

que tiene distintos

grados de intensidad limitados por

el

máximo mimetismo y la máxi

ma ficcionalidad,

que

establece una gradación

cuyos límites son

res

pectivamente la convergencia casi completa del

mundo

de la realidad

y el mundo ficcional, con la incorporación de numerosos elementos

de aquel en este (relato ultra-reali sta), hasta la ausencia

completa

de

coincidencia entre ambos

mundos

(relato ultra-fantástico).

Aunque

la actual semántica literaria

evoluciona

por

los caminos

de entender qu

e la

ficcionalidad

es

una cualidad ontológica de

los

textos

literarios y por ello,

tiende

a homogeneizar y conceptuar

como

ficcionales a todos los elementos y seres que aparecen dentro

del mundo ficcional de la obra literaria (Pozuelo, 1993: 139), convie

ne todavía referirse a los distintos tipos de

objetos posibles

-todos

ellos ficcionalizados- que, desde

un punto

de vista lógico y según su

origen y procedencia, según T. Parsons (1980)

pued

en encontrarse en

un texto artístico: los objetos nativos  , que son producto de la ima

ginación amoral

y

por

tanto,

de

origen

ficcional, los

inmigrantes

  ,

que integra el autor en su marco ficcional

pero

proceden d el

mundo

real o

de otros

ámbitos ficcional es, y los

subrogados

o

sustitutos ,

que son objetos reales que se incorporan

al

texto ficcional tras modi

ficarse sus propiedades.

3.4.

Otros rasgos del texto narrativo

Se

incluyen en este

apartado

una serie de características señaladas en

la narrativa y en otros

neros literarios, que no han sido abordadas

en los epígrafes anteriores y que constituyen aportaciones interesan

tes

para

conocer

el

funcionamiento

particular

del

texto narrativo.

Los conceptos modernos de

ambigüedad

y de connotación supo

nen u na de las aportaciones de mayor calado a la hora de caracterizar el

___lenguaje literario y de diferenciarlo del lenguaje común o del científico.

Ya

l A. Richards,

dentro

de su interés por la semántica y desde la

perspectiva psicologista que caracteriza sus análisis estéticos, distin-

139

Page 69: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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138

TEORÍ DE L N RR TIV

guió

dos

usos del lenguaje,

el referencial

y

el emotivo cuya

oposición

le

sirvió a

W Empson

para que,

dentro

del

new criticism

y en su

obra

Seven Types of Ambiguity (1930), estableciera la noción de ambigüe-

dad

como

especificidad del lenguaje poético:

Empson

plantea así

el

carácter

abierto

y plurisignificativo del lenguaje literario y desarrolla

su tesis estableciendo

7

tipos específicos de ambigüedad establecida

entre

el

mensaje

consigo

mismo,

con

el

autor

y

con

el

lector

para

demostrar la inexistencia literaria

de un

sentido literal y único.

La misma línea de la idea de ambigüedad ha sido desarrollada, fun

damentalmente

por

las teorías glosemáticas de la literatura

con

la tesis

del

carácter connotativo

del lenguaje literario, entendiendo por con

notación

el

conjunto de

significaciones subjetivas

-ideoculturales

o

expresivas- asociadas o coimplicadas a la denotación dentro del sig

nificado del signo.

Los trabajos de Bally (1905)

sobre

los valores expresivos del len

guaje o de

Lotman

(1970) sobre el carácter figurativo de los signos

artísticos

-ligado

a los materiales extrasistémicos (ideología, cultura,

valores, normas)-, que reconvierten en sistema modelizador secunda

rio

el

lenguaje natural o

primario,

también valoran la

connotación

y

la

plurisignificación, frente al privilegio de la denotación y la

mono

significación en

otros

lenguajes,

como

rasgos

primordiales

del len

guaje literario. El espacio abierto en tal sentido por la dimensión con

notativa de este lenguaje -que se manifiesta del

modo

más violento y

palpable en

los

tropos-

a la

cooperación interpretativa

del

lector

es

especialmente relevante.

La noción de metaficción alude a la

condición

narrativa de la

autorreferencialidad, de

la

mirada

del

relato sobre

mismo, de

la

inserción en

el

texto narrativo

de

las propias preocupaciones por el

estatuto de la narrativa, el acto

de

la escritura, los límites de la ficción

y la referencialidad; alude, en suma, a lo que podría resumirse

como

metatextualidad

interna .

Como concluye Dotras

(1994)

después de

analizar cinco novelas

metaficcionales españolas, la metaficción surge

con

el comienzo de la

autoconciencia del acto de la escritura

con

la novela

moderna

y se

caracteriza por la presencia de la doble preocupación sobre el proce

so de creación narrativa y sobre las relaciones entre realidad y ficción

o

mundo

y arte.

Habría que

añadir además

otros

rasgos

como

la vin

dicación

de

la

libertad imaginativa

y

creadora,

la

recuperación

del

J

EL

TEXTO N RR TIVO

placer por

narrar

en sí mismo, la incentivación del

papel

lectora)

como cooperante interpretativo

. No

obstante,

existen

también

dife

rencias entre la narrativa metaficcional

moderna

y contemporánea, o

moderna y postmoderna: según Waugh (1984), la autoconciencia tex

tual en la primera frente a la problemática

de

la ficcionalidad y la

escritura en la segunda; según Dotras, la

cuestión

del

autor

y la

obra

como

producto

en la

primera,

la del

proceso creativo

y

la

reacción

lectora) en la segunda.

Greimas ha aportado distintos conceptos de interés

para el

cono

  i m i ~ n t o del texto narrativo: así ocurre con los de isotopía, desem

brague o modalidad, todos ellos aplicados en

La semiótica del texto

(1976)

al

análisis de

Dos amigos

de Maupassant,

cuento que

divide en

12 secuencias que estudia detenida y separadamente

siguiendo

el

método de

fragmentación textual en lexías

de Barthes.

Según

el

teórico francés, la

isotopía

consiste

en

la

reiteración

tex

tual de una

unidad

lingüística, en la it e

ratividad

-a lo

largo

de la

cadena sintagmática- de clasemas que aseg

uran

al

discurso-enunciado

su homogeneidad (Greimas, 1979: 230). La

noción, que

luego fue

desarrollada por F Rastier en el sentido de recurrencias de categorí

as sémicas; sean estas temáticas o figurativas

lb d.  ,

sirve a Greimas

para

caracterizar

al

texto poético,

aunque no

en exclusiva, a causa de

la peculiar configuración pluri-isotópica del

mismo.

Por

su

parte, y

en la misma dirección

que

Rastier, el grupo mi ha

establecido

la

existencia de la

isofonía

o

isoplasmia

y de la

isotaxia; igualmente, Marc

Angenot

(1979)

plantea

una

distinción dentro

del texto

narrativo

aplicando esta noción

y

considerando que los actantes y las funcio

nes,

de suyo

isótopos, se reagrupan

normalmente

en

dos conjuntos

redundantes

y significativamente

op u

e

stos

en cuanto a la lógica

narrativa:

así se

oponen

en

el cuento folklórico

las isotopías del

mundo

y del

antimundo

o las de

la

sociedad

degradada

y los valores

auténticos en la novela contemporánea.

Otro concepto importante de Greimas

es el

de

desembrague u

operación

por

la

que

la

instancia de la

enunciación disjunta y pro

yecta fuera de ella ciertos términos vinculados a su estructura de base,

a fin de constituir así los elementos fundadores del enunciado-discur

so

(Greimas, 1979: 113; 1991: 73), sea este desembrague de índole

espacial

(no-aquí),

temporal

(no-ahora) o

actancial (no-yo).

El proce

so inverso sería

el embrague

que, aunque es un

término originario

de

EL TEXTO

N RR TIVO

4

Page 70: Valles José, Teoría de la narrativa

7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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140

TEORÍ DE L N RR TIV

Jespersen

y retomado

por

Jakobson,

para Greimas adopta

el

sentido

del proceso de retorno desde el enunciado a la enunciación previa

y

de identificación

entre el

sujeto del

enunciado

y el de la enunciación,

produciéndose además en las mismas dimensi ones pragmática, tími

ca, cognoscitiva).

Dentro

de los

procesos de desembrague

y

embra

gue, interesa especialmente como cesión enunciativ a y enunciva de la

voz narrativa los llamados desembrague/embrague interno o meca

nismos respectivos

de proyección

de

la

palabra directa desde

el enun

ciador

hasta el personaje

enunciador-

narrador- paranarradorl

actor)

o, a la

inversa, de retorno de

la

voz

a la

instancia originaria

actorlparanarrador- narrador- enunciador).

Greimas, además, toma de la lógica el concepto de modalidad para

referirse, en su

modelo semiótico que intenta

formalizar

inmanente

mente

la narrativa, a la forma

en que

el

locut

or se relaciona con su

mundo

y que

puede

articularse

en

la modificación de

un

predicado de

un enunciado descriptivo) por otro predicado modal), o bien en un

enunciado cuyo ac

tante

es otro enunciado. Y así distingue, en

con

creto, cuatro modalídades

4

:

la alética

o verdadera, que expresa la verdad necesaria o contin

gente de las

proposiciones;

en ella, un

enunciado modal, con

predicado

deber rige a un enunciado ser produciéndose las

siguientes variables: deber ser necesidad), deber no ser impo

sibilidad), no

deber no

ser posibilidad),

no deber

ser inmanen

cia);

la deóntica o de la necesidad, inst aura una lógica de la prohibi

ción y

la permisividad

que se da

cuando el

predicado

deber

del

enunciado modal

rige

el enunciado de

hacer. Sus

combinacio

nes son: deber hacer prescripción), deber no hacer prohibi

ción),

no deber no

hacer permisividad),

no

deber hacer autori

zación);

la

epistémica

se

ocupa

de las afirmaciones que implican

que una

proposición es sabida

y

creída

y

se da

cuando

la modalidad del

4

Ya

se

ha visto

cómo

Dole2e l

por

su parre y en conexión con estas modalidades

greimasianas, distingue en el campo del dominio narrativo cuatro tipos de relatos sim

ples diferenciados según

el ope

rador modal sobre el que se construyen:

el

alético

el

deónt ico

el

axiológico y el epistémico.

1

creer

determina

un

enunciado de estado

que

tiene

como predi

cado un ser/estar ya

modalizado, generándose

de

ese

modo

estas posibilidades:

creer ser/estar

certidumbre),

creer no

ser/estar improbabilidad), no creer

no

ser/estar probabilidad)

y no creer ser/estar incertidumbre); y

finalmente, la

veridictoria

atañe al efecto de verdad construido

por

el

discurso y surge de

la

s combinaciones del ser

y

del pare-

cer para

ofrecer las variantes del

ser

-

parecer verdad),

no

pare

cer-no ser falsedad), ser-no parecer secreto) y

parecer-no

ser

mentira).

Hay también que referirse aquí a otras categorías

propuestas

por

Bajtín, además de a los conceptos de plurilingüismo, pol ifonía, bivo

calidad y dialogismo ya vistos en

el

epígrafe correspondiente al len

guaje narrativo.

Al hablar del cronotopo, el teórico ruso 1937 -38) se refiere tam

l?ién a lo

que

él llama hipérbaton histórico, la

representación

en la

historia novelesca de unas metas y

propuestas

de

futuro

que

se basan

en los modelos de un

pasado

mitificado e idealizado;

escribe en

ese

texto:

La esencia de ese

hipérbaton

se reduce

al hecho

de

que

el pensamiento

mitológico y artístico ubique en el pasado categorías tales como meta,

ideal, justicia, perfección,

es tado

de

armonía

del hombre y la sociedad,

etc. Los mitos ace rca del Paraíso, la Edad de Oro, el siglo heroico, la ver

dad antigua, las representaciones más tardías del es tado natural, los dere

chos naturales innatos, etc. son expresiones de ese

hipérbaton

histórico.

Definiéndolo de una manera un

tanto

más simplificada, podemos decir

que consiste

en

representar como

ex

istente en

el

pasado lo que, de hecho,

solo puede o debe ser realizado en

el

futuro; lo que, en esencia, constitu

ye una meta, un imperativo,

y

en ningún caso,

la

realidad del pasado.

La noción de

carnavalización

fue

introducida por

el mismo estu

dioso en La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento:

El contexto de Franrois Rabelais y

en

Problemas de

la

poética de Dos-

toievski J>.asándose en el hecho

antropo

lógico de la ausencia de jerar

quía, de la participación común, de la inversión de los esquemas de la

vida y de la cancelación de las leyes y jerarquizaciones durante

el

car

naval. A

partir

de ahí, centrándose

sobre

todo

en

las

fórmulas iróni-

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7/23/2019 Valles José, Teoría de la narrativa

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142

TEORÍ DE

L

N RR TIV

cas y paródicas y de origen carnavalesco que

él

aprecia nítida y parti

cularmente en la serie de

argantúa y

Pantagruel

el

teórico ruso

plantea que determinados géneros específicos, como el diálogo socrá

tico o la sátira menipea, así como todas las formas de lo cómico, han

servido para trasplantar a la literatura, reflejándose en la novela

-de

modo especial en la época moderna-, una serie de categorías carnava-

lescas

l contacto libre y familiar frente a

la

distancia y la jerarquía,

el

travestimiento paródico,

la

inversión o ruptura de esquemas, la con

ducta excéntrica o la combinación insólita de lo sagrado y lo profano,

lo alto y lo bajo, lo serio y lo cómico, la introducción en

el

plurilin

guismo novelístico del lenguaje coloquial, familiar y antiliterario.

Con toda la cuestión de la comicidad, como categoría estética, se

relacionan

toda una

serie de

modos

temáticos y de

fórmulas cons

tructivas que han tenido siempre en la novela uno de sus espacios pri

vilegiados de aparición:

la

ironía, la sátira,

la

parodia o

el

pastiche se

ofrecen

como

formas de la comicidad o lo humorístico en distintos

grados. Precisamente algunos de ellos han sido tabulados

por

Genet

te (1982: 40-43), dentro de las relaciones de hipertextualidad, a partir

de

la fusión de dos factores:

el

régimen hipertextual (lúdico, satírico o

serio) y la relación hipertextual, que

puede ser

de

transformación

(transformación simple) o de imitación (transformación indirecta);

el

entrecruzamiento de los factores de régimen y relación da lugar a un

cuadro general de las posibles prácticas hipertextuales:

RELACIÓN/RÉGIMEN

TRANSFORMAC

N

IMITACIÓN

LÚDICO

PARODIA

PASTICHE

SATÍRICO

TRAVESTIMIENTO

IMITACIÓN SATÍRICA

SERIO

TRAÑSPOSICIÓN

IMITACIÓN SERIA

Más adelante aún,

el

teórico francés amplía los tipos de régimen,

introduciendo en un rosetón de seis triángulos otros tres tipos de regí

menes

para

establecer una

gradación

más

completa

de tales

tipos

hipertextuales: lúdico, humorí stico, serio, polémico, satírico e irónico.

Precisamente con la transtextualidad en general y con la hipertex

tualidad en particular guarda una especial conexió n la llamada trans

ducción, esto e.s

un

fenómeno global de transformación textual que

modifica cualquier texto o tipo de texto

de

partida en otro texto o

tipo de texto resultante mediante cualquier tipo de reescritura. De

EL TEXTO N RR TIVO 143

estos fenómenos de modificación textual se han ocupado, entre otros,

DoleZ.Cl (1986), Schmidt (1980) o Genet te (1982), que prefiere el nom

bre de

transmodalización.

El fenómeno de la transducción cubriría

básicamente tres posibilidades según

el

tipo de transformación tex

tual operada mediante la reescritura

por un

texto respecto a

otro

pre

vio:

la

traducción o transducción lingüística de un texto, su versión a

otra lengua distinta;

la

hipertextualidad o transducción estrictamente

textual, por

la

que un texto

se

construye por traQsformación o imita

ción de distinto régimen -lúdico, serio, satírico- con respecto a otro

anterior

o

hipotexto; la adaptación

o

transducción architextual,

mediante la cual un texto adscrito a un determinado género se trans

codifica para adecuarse a otra modalidad tipológica diferente.

Aun

que este último caso se da asimismo entre novela y teatro,

cómic

y

cine, etc.,

el

caso

más

frecuente y destacable

es el

de las adaptaciones

de novelas al cine o a la televisión mediante guiones literarios y luego

técnicos, pero también se

produce

el hecho inverso, que un guión

primitivo acabe siendo una novela.