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Revista Alto Nivel, noviembre 2012. Por Jonás Alpízar. Editor en Jefe: Edgar Apanco. Editora: Martha Lydia Anaya. Directora de Arte: Lydia García. Diseño Gráfico: Manuela Sánchez Cano.

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Page 1: Todos los caminos llevan a
Page 2: Todos los caminos llevan a

ALTO NIVEL | NOVIEMBRE 2012 108 NOVIEMBRE 2012 | ALTO NIVEL 109

ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

POR JONÁS ALPÍZAR

La capital de Italia está en el corazón de todos. Aunque sus calles nos conduzcan sin remedio al extravío, la indescriptible sensación de estar parados sobre la historia misma lo compensa.

En Roma,caminando sobre la historia

Page 3: Todos los caminos llevan a

ALTO NIVEL | NOVIEMBRE 2012 108 NOVIEMBRE 2012 | ALTO NIVEL 109

ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

POR JONÁS ALPÍZAR

La capital de Italia está en el corazón de todos. Aunque sus calles nos conduzcan sin remedio al extravío, la indescriptible sensación de estar parados sobre la historia misma lo compensa.

En Roma,caminando sobre la historia

Page 4: Todos los caminos llevan a

ALTO NIVEL | NOVIEMBRE 2012 110 NOVIEMBRE 2012 | ALTO NIVEL 111

ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

N unca en ningún viaje me había perdido tanto como en Roma. Aunque ahora me parezca una anécdota hila-rante, en su momento sentí

una desesperación incómoda. Fue como estar en el jardín de las flores vivientes de Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll; no importaba qué ruta eligiese, esta siem-pre me llevaba al inmenso monumento de Vittorio Emanuele II, cerca del Foro Roma-no. Y otra vez. Y otra vez… Sumido en la angustia me convencí de que la culpa la tenía el mapa, que estaba mal trazado. Se anidó en mi mente la idea de que el famoso dicho decía originalmente “Todos los cami-nos conducen a Vittorio Emanuele II”, pero resultaba muy largo, como ven.

Roma, capital del país con forma de bota, fue fundada en el año 753 aC. por Rómulo y Remo, quienes –dice la leyenda– fueron amamantados por una loba. La palabra etrusca ruma, posible origen lingüístico de Roma, significa ‘ubre’, lo que viene a refor-zar este mito. La Ciudad Eterna, como se la conoce, contiene más de 350 monumentos históricos y podría ser considerada como la ruina habitada más grande del mundo.

Territorialmente, la capital italiana con-forma uno de los municipios más extensos de Europa, mayor en tamaño que Madrid,

París, Berlín y Moscú. Su población, inclu-yendo a las localidades limítrofes, ronda los 4 millones de habitantes. ¿Roma tiene pla-ya? No es tan conocido que la región que ocupa la zona conurbada de Roma la con-viertan en el municipio costero más grande del viejo continente. Cerca de la costa está el principal aeropuerto de Italia, el Leonar-do Da Vinci, mejor conocido como el aero-puerto Fiumicino, a 40 minutos en tren de la capital. Definitivamente, el arribo gradual a la gran ciudad hace que esta se asimile de una manera menos abrupta.

Fue en este trayecto, gracias a un pa-sajero olvidadizo, que me enteré de que se acababa de aprobar una norma bastante peculiar. El diario La Repubblica anunciaba la entrada en vigor la llamada Ley Anti-Pa-nino que, en pocas palabras, prohíbe comer cualquier tipo de bocadillo en la calle, cerca de algún sitio histórico. Los viajeros con

poco presupuesto, escaso tiempo o con el simple gusto de sentarse en la Piazza di Spagna a comer una ciabatta (chapata, en mexicano) tendrán que buscar otra alterna-tiva. Las terrazas de cafés y restaurantes también serán reguladas de forma más es-tricta. Todos tendremos que colaborar en la conservación de esta ciudad-monumento.

CSI IMPERIO ROMANOCaminar por Roma es como visitar un museo con casas y la gente que habita en ellas. Prácticamente todos los barrios, por pequeños o lejanos que sean, tienen un sitio de importancia histórica. Hay dos dignos competidores que buscan, y en muchas casos logran, robar la atención de los visitantes. Uno: los altísimos árboles de piñones que observan sigilosos el ir y ve-nir en la ciudad; y dos: las no menos altas mujeres romanas. Debo aprender a decir en italiano: “Soy un escritor de viajes y mi nombre sale en revistas”.

Algo sucede con las personas que leen el periódico aquí; empiezo a dudar que lo olviden por todos lados. Podría ser que, siendo culturalmente compartidos, los romanos dejen el diario aún útil para que

alguien más lo aproveche. Al terminar mi tardía colazione, ese entrometido refrigerio entre el desayuno y la comida, me encuen-tro con un Il Messaggero arrugado pero legible. En una nota se destaca que se en-contró el lugar exacto donde fue asesinado Julio César, noble y militar romano, en el año 44 aC. La escena del crimen se halla en la Curia de Pompeyo, en pleno centro. Recuerdo también que hace un par de años anunciaron que se habían encontrado los restos del polémico Cayo Julio César Au-gusto Germánico, mejor conocido como Calígula. La historia en Roma no es materia de libros; es un asunto cotidiano.

Jardín Botánico

Jardínesdel

Vaticano

Plaza deSan Pedro

Castillo deSant’ Angelo

Plaza deEspaña

Coliseo

Foro Romano

Monumento aVittorio Emmanuelle II

Fuentede Trevi

Panteónde Agripa

Vitorio Emmanuelle II

Lungotevere el TabaldiLungotevere Farnesina

Viale di Transtevere

Via del Fori Imperiali

Via del Babuino

Via CrescenzioBasílica deSan Pedro

Ciudad delVaticano

Via Gregorio VII

Via GValle Fornaci

Río Tiber

De la basílica de San Pedro al Coliseo, Roma es una ciudad que se vive a través de sus

sitios históricos, su comida, sus pasiones (como el futbol) y la alegría de sus moradores.

LOS INDISPENSABLES

350 MONUMENTOS EN SUS DISTINTOS BARRIOS HACEN DE ROMA LA ‘RUINA HABITADA’ MÁS GRANDE DEL MUNDO.

EL FORO ROMANO. (ARRIBA). Aquí tenía lugar toda la vida ciudadana: política, justicia, comercio.

PUENTE SANT’ANGELO. Construido en el siglo II d.C., se popularizó con

la novela y la película Ángeles y Demonios.

PIAZZA DE LA ROTONDA.(ABAJO) Giacomo della

Porta diseñó la fuente del delfín en 1711. El obelisco

se colocó encima.

10 ÁNGELES(ABAJO). Esculpidos por Bernini, sostienen elementos de La Pasión en el Puente Sant’Angelo.

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PASE DE ABORDAR

N unca en ningún viaje me había perdido tanto como en Roma. Aunque ahora me parezca una anécdota hila-rante, en su momento sentí

una desesperación incómoda. Fue como estar en el jardín de las flores vivientes de Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll; no importaba qué ruta eligiese, esta siem-pre me llevaba al inmenso monumento de Vittorio Emanuele II, cerca del Foro Roma-no. Y otra vez. Y otra vez… Sumido en la angustia me convencí de que la culpa la tenía el mapa, que estaba mal trazado. Se anidó en mi mente la idea de que el famoso dicho decía originalmente “Todos los cami-nos conducen a Vittorio Emanuele II”, pero resultaba muy largo, como ven.

Roma, capital del país con forma de bota, fue fundada en el año 753 aC. por Rómulo y Remo, quienes –dice la leyenda– fueron amamantados por una loba. La palabra etrusca ruma, posible origen lingüístico de Roma, significa ‘ubre’, lo que viene a refor-zar este mito. La Ciudad Eterna, como se la conoce, contiene más de 350 monumentos históricos y podría ser considerada como la ruina habitada más grande del mundo.

Territorialmente, la capital italiana con-forma uno de los municipios más extensos de Europa, mayor en tamaño que Madrid,

París, Berlín y Moscú. Su población, inclu-yendo a las localidades limítrofes, ronda los 4 millones de habitantes. ¿Roma tiene pla-ya? No es tan conocido que la región que ocupa la zona conurbada de Roma la con-viertan en el municipio costero más grande del viejo continente. Cerca de la costa está el principal aeropuerto de Italia, el Leonar-do Da Vinci, mejor conocido como el aero-puerto Fiumicino, a 40 minutos en tren de la capital. Definitivamente, el arribo gradual a la gran ciudad hace que esta se asimile de una manera menos abrupta.

Fue en este trayecto, gracias a un pa-sajero olvidadizo, que me enteré de que se acababa de aprobar una norma bastante peculiar. El diario La Repubblica anunciaba la entrada en vigor la llamada Ley Anti-Pa-nino que, en pocas palabras, prohíbe comer cualquier tipo de bocadillo en la calle, cerca de algún sitio histórico. Los viajeros con

poco presupuesto, escaso tiempo o con el simple gusto de sentarse en la Piazza di Spagna a comer una ciabatta (chapata, en mexicano) tendrán que buscar otra alterna-tiva. Las terrazas de cafés y restaurantes también serán reguladas de forma más es-tricta. Todos tendremos que colaborar en la conservación de esta ciudad-monumento.

CSI IMPERIO ROMANOCaminar por Roma es como visitar un museo con casas y la gente que habita en ellas. Prácticamente todos los barrios, por pequeños o lejanos que sean, tienen un sitio de importancia histórica. Hay dos dignos competidores que buscan, y en muchas casos logran, robar la atención de los visitantes. Uno: los altísimos árboles de piñones que observan sigilosos el ir y ve-nir en la ciudad; y dos: las no menos altas mujeres romanas. Debo aprender a decir en italiano: “Soy un escritor de viajes y mi nombre sale en revistas”.

Algo sucede con las personas que leen el periódico aquí; empiezo a dudar que lo olviden por todos lados. Podría ser que, siendo culturalmente compartidos, los romanos dejen el diario aún útil para que

alguien más lo aproveche. Al terminar mi tardía colazione, ese entrometido refrigerio entre el desayuno y la comida, me encuen-tro con un Il Messaggero arrugado pero legible. En una nota se destaca que se en-contró el lugar exacto donde fue asesinado Julio César, noble y militar romano, en el año 44 aC. La escena del crimen se halla en la Curia de Pompeyo, en pleno centro. Recuerdo también que hace un par de años anunciaron que se habían encontrado los restos del polémico Cayo Julio César Au-gusto Germánico, mejor conocido como Calígula. La historia en Roma no es materia de libros; es un asunto cotidiano.

Jardín Botánico

Jardínesdel

Vaticano

Plaza deSan Pedro

Castillo deSant’ Angelo

Plaza deEspaña

Coliseo

Foro Romano

Monumento aVittorio Emmanuelle II

Fuentede Trevi

Panteónde Agripa

Vitorio Emmanuelle II

Lungotevere el TabaldiLungotevere Farnesina

Viale di Transtevere

Via del Fori Imperiali

Via del Babuino

Via CrescenzioBasílica deSan Pedro

Ciudad delVaticano

Via Gregorio VII

Via GValle Fornaci

Río Tiber

De la basílica de San Pedro al Coliseo, Roma es una ciudad que se vive a través de sus

sitios históricos, su comida, sus pasiones (como el futbol) y la alegría de sus moradores.

LOS INDISPENSABLES

350 MONUMENTOS EN SUS DISTINTOS BARRIOS HACEN DE ROMA LA ‘RUINA HABITADA’ MÁS GRANDE DEL MUNDO.

EL FORO ROMANO. (ARRIBA). Aquí tenía lugar toda la vida ciudadana: política, justicia, comercio.

PUENTE SANT’ANGELO. Construido en el siglo II d.C., se popularizó con

la novela y la película Ángeles y Demonios.

PIAZZA DE LA ROTONDA.(ABAJO) Giacomo della

Porta diseñó la fuente del delfín en 1711. El obelisco

se colocó encima.

10 ÁNGELES(ABAJO). Esculpidos por Bernini, sostienen elementos de La Pasión en el Puente Sant’Angelo.

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ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

A LOS PIES DE LOS COLOSOSCuando se visitan las grandes metrópolis hay viajeros que evitan sitios predecibles, léase la Torre Eiffel en París, el Big-Ben en Londres y, en este caso, el Coliseo en Roma, para no parecer un turista impresio-nable. Yo tengo más de turista impresio-nable que de viajero consumado; por ello, el anteriormente llamado Anfiteatro Flavio fue mi primera escala.

Al fondo de la vía de los Foros Imperia-les se levanta, majestuoso, uno de los ma-yores prodigios de la civilización romana. No obstante el decrépito estado actual, los vestigios que se mantienen en pie nos per-miten admirar su antiguo esplendor. Pocas son las páginas de la historia de Roma que no están más o menos ligadas al Coliseo. Es normal sufrir un sobresalto al visualizar

las 50,000 personas que en un día nor-mal abarrotaban el anfiteatro, festejando al unísono cada movimiento de las espadas, cada rugido de las bestias.

Como obra arquitectónica, el Coliseo presentó soluciones por demás avanzadas para su época y tal vez también para la nuestra; quizá basten dos ejemplos: pri-mero, con un elaborado sistema de poleas, el cielo del anfiteatro era cubierto por velas de barco, resguardando a los asistentes de la lluvia o de los rayos del sol; y, segundo, en ocasiones especiales se llenaba la arena con miles de litros de agua, para dar lugar a verdaderas batallas navales. Mucho se decía que el gobierno romano ofrecía es-tos vistosos espectáculos para distraer al pueblo de los asuntos importantes. Yo no puedo pensar en algún suceso más impor-tante que el espectáculo mismo.

Saliendo del monumento, los vestigios del Imperio más vistosos son unos mul-tilingües gladiadores con tenis Converse debajo de las botas de la armadura, quie-nes posan para las fotos. Sería pretencioso proponerse abarcar todos los sitios históri-cos en Roma, aun siquiera los más impor-tantes. Por ello se debe ser muy selectivo con los lugares que se desean visitar.

Mi segunda escala fue el Panteón de Agripa, el edificio clásico mejor conserva-do de Italia. El pórtico está formado por 16

columnas monolíticas de granito, pero lo que más impresiona es que la iluminación artificial dentro del mismo es casi nula.

Caminamos hasta la Piazza Navona, pero no nos detenemos ahí. La primera vez que cruzaremos el río Tíber será para algo importante: visitar la Ciudad del Va-ticano. La ciudad se manifiesta en formas extrañas y va invadiendo uno por uno to-dos nuestros sentidos. Pronto encontrare-mos familiar la característica sirena de las ambulancias y patrullas locales; en un fu-turo quizá hasta las lleguemos a extrañar.

Los corredores y columnas de la Pla-za San Pedro forman unos firmes brazos que nos reciben. El piso está cubierto por el mismo empedrado que hemos visto en otras calles. A este empedrado se le cono-ce como ‘sanpetrino’ porque fue aquí en San Pedro donde se comenzó a utilizar. Entrar en la basílica y ver sus altísimas cúpulas, caminar plácidamente por los pa-sillos de los Musei dei Vaticani, penetrar con cierta curiosidad en la Capilla Sixtina y sentirse rodeado de trazos geniales... no se necesita ser católico para percibir el aura casi mágica que rodea este lugar.

Y AL FINAL...Para el final de mi estancia ya no reque-ría del mapa, o eso pensaba. Salí a la calle buscando el Caffé Giolitti, la famosa gela-teria. Pregunté direcciones en la recepción del hotel. “A pocas cuadras del Panteón –dijeron–. No se va a perder.” ¿Cómo ex-plicar lo que pasó a continuación? Dejé-mosle en que treinta minutos después es-taba frente a la Fontana di Trevi. Los euros que me ahorré del gelato serían utilizados para pedir un deseo. Junto a mí, dos chi-cas italianas se divertían recuperando las monedas a su alcance. Ante mi silencio optaron por retirarse. Y yo, sin gelato y sin italianas regresé al hotel y, aunque no lo crean, esta vez no me perdí.

DE PUENTES Y CANDADOSDe unos años para acá, los puentes de casi todas las ciudades europeas han sido intervenidos con cientos de candados. Hay varias teorías del ori-gen de este extraño proceder, pero la más convincente se remonta a 2006 cuando la novela Tengo ganas de ti, del italiano Federico Moccia, fue publicada. En este bestseller román-tico-juvenil los protagonistas dejan un candado con sus nombres en una farola del Puente Milvio, al norte de Roma, como señal de su amor. Los ejemplares vendidos convirtieron a los lectores en fans, y a los fans en colocadores de candados.

UN MILLÓN DE EUROS AL AÑO ARROJAN LOS TURISTAS A LA FUENTE DE TREVI. CON ESE GESTO ESPERAN REGRESAR.

BARROCO AL MÁXIMO. La Fuente de Trevi

aparece en filmes como Elsa y Fred y La Dolce Vita.

ARCO DE CONSTANTINO. Conmemora la victoria

de la batalla del Puente Milvio, en el año 312.

EFECTO ‘INFINITO’.(IZQUIERDA). Ideada por

Donato Bramante, la escalera doble se ubica

en los Museos Vaticanos.

IL PRIMO.En el menú es un primer plato caliente: pasta, sopa, risotto o gnocchi.

Edua

rdo B

eltrá

n

Lidia

R. W

ah

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ESTILOHOY

PASE DE ABORDAR

A LOS PIES DE LOS COLOSOSCuando se visitan las grandes metrópolis hay viajeros que evitan sitios predecibles, léase la Torre Eiffel en París, el Big-Ben en Londres y, en este caso, el Coliseo en Roma, para no parecer un turista impresio-nable. Yo tengo más de turista impresio-nable que de viajero consumado; por ello, el anteriormente llamado Anfiteatro Flavio fue mi primera escala.

Al fondo de la vía de los Foros Imperia-les se levanta, majestuoso, uno de los ma-yores prodigios de la civilización romana. No obstante el decrépito estado actual, los vestigios que se mantienen en pie nos per-miten admirar su antiguo esplendor. Pocas son las páginas de la historia de Roma que no están más o menos ligadas al Coliseo. Es normal sufrir un sobresalto al visualizar

las 50,000 personas que en un día nor-mal abarrotaban el anfiteatro, festejando al unísono cada movimiento de las espadas, cada rugido de las bestias.

Como obra arquitectónica, el Coliseo presentó soluciones por demás avanzadas para su época y tal vez también para la nuestra; quizá basten dos ejemplos: pri-mero, con un elaborado sistema de poleas, el cielo del anfiteatro era cubierto por velas de barco, resguardando a los asistentes de la lluvia o de los rayos del sol; y, segundo, en ocasiones especiales se llenaba la arena con miles de litros de agua, para dar lugar a verdaderas batallas navales. Mucho se decía que el gobierno romano ofrecía es-tos vistosos espectáculos para distraer al pueblo de los asuntos importantes. Yo no puedo pensar en algún suceso más impor-tante que el espectáculo mismo.

Saliendo del monumento, los vestigios del Imperio más vistosos son unos mul-tilingües gladiadores con tenis Converse debajo de las botas de la armadura, quie-nes posan para las fotos. Sería pretencioso proponerse abarcar todos los sitios históri-cos en Roma, aun siquiera los más impor-tantes. Por ello se debe ser muy selectivo con los lugares que se desean visitar.

Mi segunda escala fue el Panteón de Agripa, el edificio clásico mejor conserva-do de Italia. El pórtico está formado por 16

columnas monolíticas de granito, pero lo que más impresiona es que la iluminación artificial dentro del mismo es casi nula.

Caminamos hasta la Piazza Navona, pero no nos detenemos ahí. La primera vez que cruzaremos el río Tíber será para algo importante: visitar la Ciudad del Va-ticano. La ciudad se manifiesta en formas extrañas y va invadiendo uno por uno to-dos nuestros sentidos. Pronto encontrare-mos familiar la característica sirena de las ambulancias y patrullas locales; en un fu-turo quizá hasta las lleguemos a extrañar.

Los corredores y columnas de la Pla-za San Pedro forman unos firmes brazos que nos reciben. El piso está cubierto por el mismo empedrado que hemos visto en otras calles. A este empedrado se le cono-ce como ‘sanpetrino’ porque fue aquí en San Pedro donde se comenzó a utilizar. Entrar en la basílica y ver sus altísimas cúpulas, caminar plácidamente por los pa-sillos de los Musei dei Vaticani, penetrar con cierta curiosidad en la Capilla Sixtina y sentirse rodeado de trazos geniales... no se necesita ser católico para percibir el aura casi mágica que rodea este lugar.

Y AL FINAL...Para el final de mi estancia ya no reque-ría del mapa, o eso pensaba. Salí a la calle buscando el Caffé Giolitti, la famosa gela-teria. Pregunté direcciones en la recepción del hotel. “A pocas cuadras del Panteón –dijeron–. No se va a perder.” ¿Cómo ex-plicar lo que pasó a continuación? Dejé-mosle en que treinta minutos después es-taba frente a la Fontana di Trevi. Los euros que me ahorré del gelato serían utilizados para pedir un deseo. Junto a mí, dos chi-cas italianas se divertían recuperando las monedas a su alcance. Ante mi silencio optaron por retirarse. Y yo, sin gelato y sin italianas regresé al hotel y, aunque no lo crean, esta vez no me perdí.

DE PUENTES Y CANDADOSDe unos años para acá, los puentes de casi todas las ciudades europeas han sido intervenidos con cientos de candados. Hay varias teorías del ori-gen de este extraño proceder, pero la más convincente se remonta a 2006 cuando la novela Tengo ganas de ti, del italiano Federico Moccia, fue publicada. En este bestseller román-tico-juvenil los protagonistas dejan un candado con sus nombres en una farola del Puente Milvio, al norte de Roma, como señal de su amor. Los ejemplares vendidos convirtieron a los lectores en fans, y a los fans en colocadores de candados.

UN MILLÓN DE EUROS AL AÑO ARROJAN LOS TURISTAS A LA FUENTE DE TREVI. CON ESE GESTO ESPERAN REGRESAR.

BARROCO AL MÁXIMO. La Fuente de Trevi

aparece en filmes como Elsa y Fred y La Dolce Vita.

ARCO DE CONSTANTINO. Conmemora la victoria

de la batalla del Puente Milvio, en el año 312.

EFECTO ‘INFINITO’.(IZQUIERDA). Ideada por

Donato Bramante, la escalera doble se ubica

en los Museos Vaticanos.

IL PRIMO.En el menú es un primer plato caliente: pasta, sopa, risotto o gnocchi.

Edua

rdo B

eltrá

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Lidia

R. W

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