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la jornada aguascalientes / suplemento mensual / número 4 / noviembre 09 hp://lajornadaaguascalientes.com.mx/ césar villalobos los imperdonables del western gustavo arturo de alba Nos esforzamos en vano en reducir el western a uno cualquiera de sus componentes manifiestos. Los mismos elementos pueden encontrarse en otra parte, pero nunca los privilegios a los que parece que estén ligados. Es necesario que el western sea otra cosa que su forma. Los atributos formales que se reconocen ordinariamente en un western no son otra cosa que los signos o los símbolos de una realidad profunda que es el mito. André Bazin Western no es sólo el nombre de un género cinematográfico, sino también la expresión de un modelo vital. Y aunque explicar el término es una tarea casi imposible, todo el mundo sabe a qué se refiere. Hilario J. Rodríguez l reto ha sido lanzado, me invitan a elegir los cinco westerns que un cinéfilo no se debe perder. Me niego por lo arbitrario y caprichoso de dichas clasificaciones. Vuelven a la carga, una y otra vez. Como la caballería no llega a mi rescate y, ante la perentoria amenaza de retirame hasta el saludo, desenfundo mi lap top y comienzo los disparos (léease aporrear el teclado), con una variante, en lugar de películas, trataré sobre cinco directores fun- damentales en el desarrollo del western, que iniciaron su carrera en la etapa muda o al principio del sonoro, y que son claves para entender la renovación del género en su periodo de mayor fecun- didad —los años cincuenta del siglo pasado—, cuando una nueva generación de cineastas, aborda con gran ímpetu el western para reflexionar sobre el mismo, sobre las bases del llamado clásico y, en particular, sobre el uso de la violencia en él. John Ford Hablar del western sin conocer uno sólo de los realizados por John Ford es ignorar el principio de la epopeya y la leyenda de los espa- cios abiertos y la cotidianidad de los hombres de la frontera. En su obra está toda la génesis de La Ilíada y La Odisea westerniana: es el Homero del género y uno de los cinco imprescindibles, grandes directores del cine norteamericano en aparecer en cualquier lista que se elabore al respecto, sino es que el primer lugar. Inició su carrera en 1917 con el western The tornado, de dos bo- binas, y su penúltima película fue El ocaso de los cheyennes (1964). En su filmografía de poco más de 140 filmes, cerca de la mitad son westerns, quince en la etapa sonora, los cuales, por obvias razones son los más conocidos, y Más corazón que odio ( The searchers, 1956) tiene la reputación de ser el mejor en la historia del género, cuya visión corrobora por qué Ford es un poeta de la imagen, preocu- pado por captar la esencia y trasmitirla con gran economía en los emplazamientos, pero haciendo decir mucho a sus personajes, sin necesidad de interminables diálogos, simplemente captando ros- tros, gestos que trasmiten emociones. La revisión, ahora posible en dvd, de El caballo de hierro, realizada en 1925, en su etapa muda, nos confirma que su maestría ya estaba allí. “pasó a la posteridad gracias a que era un pésimo actor” “porque simple y sencillamente una revolución es un acto de violencia” “ya se murió guardagujas”

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guardagujas cuatro noviembre 2009 suplemento de La Jornada Aguascalientes

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la jornada aguascalientes / suplemento mensual / número 4 / noviembre 09http://lajornadaaguascalientes.com.mx/

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los imperdonables del westerngustavo arturo de alba

Nos esforzamos en vano en reducir el western a uno cualquiera de sus componentes manifiestos. Los mismos elementos pueden encontrarse en otra parte, pero nunca los privilegios a los que parece que estén ligados. Es necesario que el western sea otra cosa que su forma. Los atributos formales que se reconocen ordinariamente en un western no son otra cosa que los signos o los símbolos de una realidad profunda que es el mito.

André Bazin

Western no es sólo el nombre de un género cinematográfico, sino también la expresión de un modelo vital. Y aunque explicar el término es una tarea casi imposible, todo el mundo sabe a qué se refiere.

Hilario J. Rodríguez

l reto ha sido lanzado, me invitan a elegir los cinco westerns que un cinéfilo no se debe perder. Me niego por lo arbitrario y caprichoso de dichas clasificaciones. Vuelven a la carga,

una y otra vez. Como la caballería no llega a mi rescate y, ante la perentoria amenaza de retirame hasta el saludo, desenfundo mi lap top y comienzo los disparos (léease aporrear el teclado), con una variante, en lugar de películas, trataré sobre cinco directores fun-damentales en el desarrollo del western, que iniciaron su carrera en la etapa muda o al principio del sonoro, y que son claves para entender la renovación del género en su periodo de mayor fecun-didad —los años cincuenta del siglo pasado—, cuando una nueva

generación de cineastas, aborda con gran ímpetu el western para reflexionar sobre el mismo, sobre las bases del llamado clásico y, en particular, sobre el uso de la violencia en él.

John Ford

Hablar del western sin conocer uno sólo de los realizados por John Ford es ignorar el principio de la epopeya y la leyenda de los espa-cios abiertos y la cotidianidad de los hombres de la frontera. En su obra está toda la génesis de La Ilíada y La Odisea westerniana: es el Homero del género y uno de los cinco imprescindibles, grandes directores del cine norteamericano en aparecer en cualquier lista que se elabore al respecto, sino es que el primer lugar.

Inició su carrera en 1917 con el western The tornado, de dos bo-binas, y su penúltima película fue El ocaso de los cheyennes (1964). En su filmografía de poco más de 140 filmes, cerca de la mitad son westerns, quince en la etapa sonora, los cuales, por obvias razones son los más conocidos, y Más corazón que odio (The searchers, 1956) tiene la reputación de ser el mejor en la historia del género, cuya visión corrobora por qué Ford es un poeta de la imagen, preocu-pado por captar la esencia y trasmitirla con gran economía en los emplazamientos, pero haciendo decir mucho a sus personajes, sin necesidad de interminables diálogos, simplemente captando ros-tros, gestos que trasmiten emociones. La revisión, ahora posible en dvd, de El caballo de hierro, realizada en 1925, en su etapa muda, nos confirma que su maestría ya estaba allí.

“pasó a la posteridad gracias a que era un

pésimo actor”

“porque simple y sencillamente una revolución es un acto de violencia”

“ya se murió guardagujas”

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alguaciles

Elaborado por Servicios Editoriales de Aguascalientes S. de R.L. de C.V. para La Jornada Aguascalientes.

edilberto aldán / joel grijalva

pandilla salvaje adán brand /beto buzali / alberto chimal / luis cortés juan carlos gonzález / rodolfo jm / paloma mora josé ricardo pérez ávila /jorge terrones / gustavo vázquez lozano

[email protected] se responde por originales no solicitados.

western...

Howard Hawks

El lugar común es señalar que, o gusta uno de Ford o de Hawks, pero nunca de los dos; sin embargo, para mí siempre han coexistido como mis dos grandes favoritos. Aunque Hawks inició su carrera en 1926 y es posible encontrar obras maestras suyas en casi todos los géneros del cine norteamericano, sería hasta 1948 con Río Rojo que pondría su nombre en letras de oro, en ese canto a la crónica del rutinario trabajo del traslado de ganado, que vendría a ratificar o poner en mayor altura con su Río Bravo (1959), esa especie de western urbano, realizado como una respuesta a A la hora señalada (High Noon, 1952) a partir de que el sheriff se sabe un profesional y como tal no debe de buscar a otros para cumplir su deber. El clasi-cismo de Hawks nos dice mucho en cuanto a que considera al wes-tern como algo propio del cine y por ello no le interesa la realidad histórica de la conquista del oeste para elaborar sus historias; parte de la leyenda para enriquecer el mito.

Raoul Walsh

Más que los temas de los westerns de Raoul Walsh que abarcan la venganza, el individualismo, la gesta de los primeros colonos, en fin, la aventura misma, lo que sigue impresionando es su gran capa-cidad para manejar el espacio cinematográfico en que se desarrolla la historia. Quién vea Garras de ambición (The tall men, 1955) pue-de asombrarse con el manejo virtuoso del cinemascope y el uso del color; pero si se toma uno la molestia de visionar La gran jornada (The big trail, 1930) o Murieron con las botas puestas (They died with their boots on, 1942) puede comprobar que el uso brillante de la pa-norámica para las escenas de conjunto que dan gran sentido épico a sus tomas ya estaba allí a la espera del cinemascope.

Henry Hathaway

Asistente de dirección de Von Sternberg, Fred Niblo y Victor Fle-ming entre otros, en la etapa del cine mudo, debuta en 1932 con Heritage of the desert y se sigue con otros ocho basados en obras de Zane Grey, producidos por la Paramount, que le sirven de apren-dizaje, al tratarse de westerns “B”. Después de pasear por todos los géneros y destacar en el de aventuras y el film noir, en los cincuenta regresa con gran fortuna al “género por excelencia” y aunque en lo formal respeta el clasicismo, en su temática af lora la atipicidad, siendo su mayor aportación en la mezcla del film noir con el wes-tern: Dos contra el destino (Rawhide, 1951) y Póker de la muerte (5 card stud, 1968); aunque en su aportación al tema de la vengaza, también quedan como modélicos Vendetta bárbara (From hell to Texas, 1958), Los hijos de Katie Elder(1965) y Nevada Smith (1966). Y para aquellos que se impresionan con Leone y su Érase una vez en el Oeste, revisen Dos contra el destino y encontrarán una de las fuen-tes básicas del director italiano en lo que a establecer atmósferas se refiere con todo y el “bizco” de Jack Elam incluido.

Por razones de espacio, el quinteto de “veteranos” se queda en un póker. Ya habrá ocasión de retomar el tema y seguir con nues-tras elecciones, que es una forma de descartar y hacer omisiones, sobre un género que nació en 1903 con el filme Asalto y robo de un tren de Edwin S. Porter y al cual aún se acercan —en forma espo-rádica— cineastas como Ed Harris con su Entre la vida y la muerte (Appaloosa, 2008)

cinismoilustrado.blogspot.com

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no de los grandes aciertos de Hollywood es haber creado el western, un género que le ha acarreado millones de dólares, ha definido una línea fílmica y

formó generaciones de actores encasillados en el tema que también llevaron a otros filmes. Actor que nació en el wes-tern nunca logró quitarse la etiqueta y fue cowboy aunque lo vistieran de marinero, detective o soldado. El caso más claro es John Wayne, el más evidente de los vaqueros de película.

El joven Marion Morrison nunca fue vaquero real ni vivió en el campo, fue totalmente citadino y jugador de fútbol americano. Por vivir en Glendale, un pueblito cercano al lugar donde se filmaban los primeros westerns, y andar de curioso, llamó la atención por su elevada estatura y voz grave, aun cuando era un muchacho de 19 años. Comenzó a hacer insignificantes papeles de estudiante, fut-bolista y mozo. Ni siquiera sabía cabalgar. El director John Ford y el popular intérprete de westerns del cine mudo Tom Mix, simpa-tizaron con el muchacho y lo invitaron a más roles, sobre todo en el género vaquero. Hasta que tenía 23 años participó en La gran jornada su primera cinta del oeste formal, la película fracasó. Aun así se le dio el protagónico de La diligencia cuando tenía 32 años, y a partir de ahí se creó el personaje.

Una de sus características era la manera de caminar que se volvió el modelo del andar vaquero por antonomasia. El origen no pudo haber sido más simple; el muchacho acostumbrado a usar tenis no se sentía cómodo con las botas texanas y caminaba como gato es-pinado. Desde entonces los demás actores lo imitan. En su tiempo hubo vaqueros muy falsos como Tom Mix, Buck Jones, Hopalong Cassidy y Tim McCoy, que siempre lucían impecables, indespeina-bles y con el sombrero blanco indesprendible. Además montaban siempre en caballo blanco. El mérito de Wayne y sus protectores es haberle dado una imagen un poco más real, desaliñado, torpe y poco expresivo, que eran las características mismas del muchacho.

Por cierto el nombre se lo puso John Ford y lo armó con su pro-pio nombre y el apellido de un héroe de la guerra civil. A partir de ese momento el actor (?) interpretó (?) casi setenta cintas en las que hizo también comedia, románticas, biografías, misterio y poli-ciacas. No destacó en ninguna, ya estaba fijado como el prototipo del vaquero. Sus contemporáneos Gary Cooper, Randolph Scott y Alan Ladd, que sí salieron del campo, hicieron muchos filmes memorables, pero no se quedaron en la memoria del cinéfilo quien ya había hecho su elección. A Wayne lo conocían los amigos y los medios como Duke, porque de chamaco había tenido un perro llamado Little Duke y como el muchacho era alto, los vecinos le pusieron Big Duke.

En su tiempo todo el mundo hizo westerns. Actores reconocidos como Glenn Ford, Robert Mitchum y Paul Newman tuvieron que hacer de vaqueros porque todo el mundo lo hacía. Incluso tuvieron su versión de nuestros charros cantores con cantantes del folk como Roy Ro-

g e r s , Gene Au-trey y otros pé-simos actores que p ro t ago n i z a ro n largas series televi-sivas como héroes de caballitos. Por cierto, Wayne nunca aceptó ha-cer televisión (hizo bien).

En 1949, inmerecidamente estuvo nominado al Oscar por Are-nas de Iwo Jima. Su trabajo es el de un vaquero vestido de solda-do de la guerra del pacífico. En 1969 cuando se supo que tenía cáncer le dieron el premio por True Grit, un filme insignificante, de hecho uno de los más malos, donde la heroína era la chiqui-lla Kim Darby quien después iba a desaparecer del panorama. Su principal mérito fue ser un norteamericano clásico, republicano indeformable, convencido del expansionismo yanqui, defensor de las guerras e intervenciones de su país, fiel a sus presidentes y a sus instituciones. Incluso tan convencido que en 1968 filmó Los boinas verdes una película oficial hecha para defender la gue-rra de Vietnam.

Desde 1965 filmó la mayor parte de sus películas en México, concretamente en Durango y Coahuila. Se hizo notar porque siempre buscó ayudar a las clases humildes de los lugares donde se filmaba. Recuerdo una anécdota personal. Se hallaba Wayne filmando una cinta en Tucson, Arizona en un set conocido como The Old Pueblo y gustaba de visitar la ciudad de Nogales, Sonora, su intención era pasear y recoger a todos los niños desarrapados y llevárselos a Nogales, Arizona donde les compraba zapatos. Lo hizo diariamente durante varias semanas. Nunca hizo publicidad de ello y era enemigo de que se mencionaran sus acciones filan-trópicas.

En resumen, un vaquero nada típico que ganó la fama y pasó a la posteridad gracias a que era un pésimo actor, no hablaba, no tenía nada de galán, no era ágil, caminaba como pisahuevos y ni siquie-ra era un buen jinete. Todo un mérito. Su peor película sin duda El Alamo, que él mismo produjo y donde se interpreta a sí mismo sólo que se pone una gorrita de castor para hacernos creer que era David Crockett, era patético aunque cómico.

el antivaquerojohn wayne

héctor grijalva

En su tiempo todo el mundo hizo westerns. Actores reconocidos como Glenn Ford, Robert Mitchum y Paul Newman tuvieron que hacer de vaqueros porque todo el mundo lo hacía.

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americanas que narraban historias del viejo oeste, pero veía que el foro iba ganando terreno al esce-nario natural, que los per-sonajes “buenos” y “ma-los” se iban trasformando en absurdamente buenos y ridículamente malos. Lo poético y evocativo comenzaba a ser sinónimo de falso. La industria cinematográfica se consolidaba reforzando sus fórmulas destinadas a públicos cada vez más amplios. Leone asistió y posteriormente dirigió sus pri-meras películas, ahora conocía el lenguaje, estaba preparado para la revolución, tenía un plan, no tardaría en detonar los primeros cañonazos.

Para su primer experimento Sergio llamó a Ennio Morricone, su antiguo compañero de colegio, quien para ese entonces ya conta-ba con una corta pero meteórica trayectoria como compositor de música para cine. Además convocó a un desconocido Clint East-wood para interpretar a un antihéroe, una novedad, un forastero en busca de fortuna que llega a un pueblo sin ley para imponer la suya propia. En conjunto reunió a un grupo internacional de des-conocidos, en su mayoría italianos, con quienes rodaría un western de muy bajo presupuesto en una Almería española que simulaba el oeste norteamericano.

No únicamente deseaba rendir tributo a aquellos valientes pione-ros contando una historia de libertad en un campo abierto, desérti-co, donde se entremezclara la belleza y el horror de vivir en medio de la nada, además quería ser osado, ir más allá de las convenciones del lenguaje y el montaje cinematográfico. Se presentaba como un revolucionario extremista en muchos sentidos. La crítica no tomó muy bien aquel primer experimento cinematográfico, a su filme lo tildaron de violento y poco funcional, criticaron a los desconoci-dos actores y su bajo presupuesto, lo consideraron una mala copia de los western de Hollywood y de Yojimbo, le dieron una etiqueta peyorativa: spaghetti western.

No obstante, el público se sintió atraído por la cinematografía de ese italiano que nos proponía buenos no tan buenos y malos no tan malos, que cortaba de un plano totalmente abierto que mostraba el paisaje, a un close-up extremo que permitía ver todos los detalles de la expresión facial y el reflejo en los ojos de los protagónicos, ese romano que hizo de la banda sonora un elemento fundamental del montaje, un creador de personajes entrañables que unía las bellas imágenes de un vasto paisaje desértico con los acordes de la músi-ca de Morricone.

Y el público hizo de sus siguientes entregas, Per qualche dollaro in più y Il buono, il brutto, il cattivo, verdaderos éxitos de taquilla, que no dejaron de hacer importantes aportaciones a la composición fílmica. Comprendió un lenguaje, lo dominó y lo superó. Hizo en el cine lo que los grandes literatos hicieron al permitirse licencias poéticas, lo que los grandes toreos hicieron al inventar nuevos pa-ses cuando habían dominado la técnica. Sus últimas tres películas como director C’era una volta il West, Giù la testa y Once Upon a Time in America, además de ser grandes producciones, entreteni-das y entrañables, son consideradas clases magistrales de direc-ción, de guión y montaje cinematográfico, diseño sonoro y diseño de producción.

En la cartelera actual aparecen homenajes, remakes, buenas y malas películas, en ocasiones guerrilleros, algunos brillantes, pero aun falta el arribo de un nuevo y verdadero revolucionario.

And men brake out of the northern lands,Enormous lands alone,Where a spell is laid upon life and lustAnd the rain is changed to a silver dustAnd the sea to a great green stone.

G.K . Chesterton

ace veinte años murió un cineasta romano, desde en-tonces historiadores del cine, productores, directores y cinéfilos de todo el mundo comenzaron a construir un

mítico edificio, un templo donde ahora podemos venerar y rendir pleitesía a la leyenda de Sergio Leone, el santo patrono del spag-hetti western.

Hoy sabemos que Spielberg, Carpenter, Tarantino, Robert Rodrí-guez y muchos otros, famosos y no famosos a lo largo y ancho del globo, lo consideran una inspiración, su maestro de lenguaje cine-matográfico y montaje. Se habla continuamente de sus aportacio-nes, de su maestría, de su rebeldía ante el canon; tanto que será muy difícil encontrar entre los estudiantes y jóvenes cineastas alguien que no quisiera filmar, desde cualquier género cinematográfico, su propio spaghetti western. Sólo hace falta darle un vistazo a la cartele-ra para comprobar que su influencia continúa en expansión.

De lo que se habla poco actualmente es de los orígenes de la eti-queta spaghetti western y de su principal exponente, y de manera particular, de cómo lo que hace cuarenta años fue sinónimo de nin-guneo y copia, tiempo después consigue el tratamiento de virtud e innovación, incluso en Hollywood; sobre todo ahí, en la tierra del espectáculo y la fantasía que llegó a considerarlo un cineasta menor y posteriormente lo proclamara un revolucionario de la ci-nematografía mundial.

Amaba profundamente el género western y admiraba principal-mente la cinematografía de John Ford, a quien consideraba su maestro, pero también estudió los trabajo de Howard Hawks, George Stevens, Nicholas Ray y de Raoul Walsh, por mencionar sólo algunos exponentes del género que lo inspiraron. Posterior-mente se adentró en profundidad en el concepto de realización

de Akira Kurosawa. De todos ellos aprendió mucho y les rindió homenaje con profusas citas cinematográficas en sus pelícu-las; de éste último no únicamente tomó algunas citas cinema-tográficas, calcó plano por plano Yojimbo en su primer cinta del oeste: Per un pugno di dollari; consiguiendo con esto superar al maestro, además de una serie de complicaciones legales al ser demandado por plagio, aun cuando llegó a contar con los derechos del remake.

Leone ejecutaba una revolución y jamás se vio a él mis-mo como plagiario, conocía perfectamente la obra de Ku-rosawa y sus influencias del western norteamericano, ade-más no estaba en sus planes andarse con sutilezas, sabía por Mao Tse-Tung que una revolución no era ofrecer un banquete, ni pintar un cuadro; sabía que en esos casos no se puede ser elegante, pausado y delicado, porque simple y sencillamente una revolución es un acto de violencia; de esta convicción no deja lugar a dudas en el inicio de Giù la testa, el quinto plato, con sazón a la mexicana, del banquete de spaghetti del oeste de Leone.

Como toda revolución que esté predestinada a la victo-ria, la de Leone tiene muy claros sus ideales y propósitos. Probablemente fue en el marco del neorrealismo italia-

no, trabajando como asistente de dirección de Vittorio de Sica en Ladri di biciclette, cuando comprendió la necesidad

de otorgar a los personajes una dimensión más humana, con mayores matices y contrastes. Se deleitaba viendo cintas norte-

sergio leone: érase una vez un revolucionario

santiago moraSe deleitaba viendo cintas norteamericanas que narraban historias del viejo oeste, pero veía que el foro iba ganando terreno al escenario natural, que los personajes “buenos” y “malos” se iban trasformando en absurdamente buenos y ridículamente malos.

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eastwood y mccarthy, el nuevo western

luis cortésn indicador de la salud de un género es su capacidad para reinventarse en forma continua, sin descartar o sustituir en gran medida los elementos que lo conforman. Hay gé-

neros que pueden darse por muertos durante años, o bien, que mantienen un estado de vida cercano al vegetativo, hasta que sin aviso, se agitan con exponentes de una inusitada fuerza narrati-va.

Gran Torino y No country for old men, son dos obras recientes que bien pueden ser consideradas como nuevas aproximaciones (val-ga, actualizaciones) al género del western americano. En el segundo caso me refiero exclusivamente a la novela de Cormac McCarthy, dejando de lado su adaptación llevada a la pantalla grande por los hermanos Cohen que, si bien, no carece de méritos, no será abor-dada aquí. Tomaré la novela del escritor radicado en Nuevo Méxi-co como ejemplo literario y dejaré que la reciente película de Clint Eastwood haga lo propio del lado cinematográfico.

Creadores con no poca experiencia en el género (podríamos rendirnos al facilismo de decir que ambos tienen un talento na-tural para el mismo: sin ir más lejos, Clint y Cormac son nombres perfectos para un rol protagónico en cualquier western), ambos construyen sus proyectos particulares con un dominio total de las herramientas que en el pasado habían adquirido, demostrando que sabían jugar dentro del género siguiendo la receta original: la trilogía de la frontera de McCarthy, amen de otras geniales nove-las como Bloody Meridian; Eastwood y su genial trabajo como di-rector en Unforgiven, sin descontar su figura como actor ícono en las historias de vaqueros (rivalizando incluso con el propio John Wayne). Los códigos narrativos de estos dos autores, cada uno en su disciplina, sin atreverme a decir que son parecidos, comparten una cualidad que los distingue: sus discursos casi telegráficos, más que abogar por la economía en el lenguaje, apuestan por la contun-dencia de lo mostrado. La historia pareciera ser construida por el lector a partir de los elementos clave esbozados por el narrador.

A pesar de elegir rutas y elementos distintos para contar sus his-torias, separadas cronológicamente por algunas décadas, es fácil distinguir ciertos reflejos que se perfilan como la contemporanei-zación de los elementos acostumbrados en las historias del viejo oeste americano. El peligro siempre presente y casi abstracto: un narco mexicano en ascenso y pandillas étnicas como amenazas ominosas, sin rostro, o con rostros colectivos tan cambiantes, como lo dicta el reemplazo constante de sus integrantes, sea por deser-ción, sea por muerte (en el caso de Shigur, como el propio autor se molesta en explicarnos, es más una fuerza de la naturaleza que un personaje antagónico). La justicia o la salvación en estas historias, debe obtenerse por mano propia o ayudado por cómplices o alia-dos, las fuerzas del orden han sido sobrepasadas y adquieren, en la historia, una función cercana a la del espectador que tan solo relata o da testimonio. Compañeros de vida con aparentes debilidades que muestran de improviso una determinación inusitada, o bien protegidos inexpertos al amparo y tutela del pistolero. Sin olvidar-nos, claro está, de los fieles corceles (prácticas y fieles camionetas en una, un espléndido Gran Torino ’72 en la otra).

McCarthy, como Eastwood, coinciden además en el papel rele-

vante que toma en sus historias una figura reciente en el imaginario americano: los buscadores de oro y los cazadores de recompen-sas, han cedido su sitio como arquetipos del héroe atormentado americano al veterano de guerra (sea del segunda mundial, o de las asiáticas, dependiendo del marco temporal en que queramos situar la historia a contar, como eventualmente lo harán los veteranos del medio oriente). Los nuevos vaqueros americanos han tenido su buena dosis de horror en territorios lejanos, exóticos, y eso los ha dotado del temperamento que pareciera necesario ante el nuevo territorio inhóspito que tienen frente así: su propio país, en lenta decadencia.

El espectador no extraña para Kowalski, ni para Jewelyn, fina-les felices que los rediman. No se aplica un castigo ejemplar a los malvados e incluso los autores son siniestramente claros, si bien sutiles, con el espectador en el hecho de que bien podrían seguir allá afuera. Eastwood y McCarthy parecen haber descubierto un hecho interesante: quitar al protagonista de en medio de la trama permite que el espectador centre su atención en un final panorámi-co de varios ramales.

Para estos protagonistas, no hay cabalgata en el ocaso, ni la pro-mesa de una nueva aventura (aunque la secuencia final del Gran Torino siendo conducido hacia el horizonte por su nuevo “jinete” no tiene desperdicio). No hay héroes de ensueño que vengan a cal-mar nuestras pesadillas. Lo que tenemos son buenas historias que calan hondo y amenazan con volver a nuestro recuerdo sin previo aviso. Y siempre cumplen su promesa.

El peligro siempre presente y casi abstracto: un narco mexicano en ascenso y pandillas étnicas como amenazas ominosas, sin rostro

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a música country es, junto con el blues y otros ritmos de la cultura afroamericana, una de las bases de la música con-temporánea. Muchos artistas tienen su estilo bien funda-

do en la música del oeste, o bien, se han inspirado en los últimos años para refrescar sus canciones. Cantantes desde Carol King hasta Shakira, de Bob Dylan a Cris Issac, o de Los Creedence a The Kings of Leon, todos se han dejado llevar por la magia de una guitarra vaquera.

Y al igual que todos los grandes ritmos, el country tiene su capi-tal, la ciudad de Nashville en Tennessee. Por muchos años Nash-ville ha sido una gran influencia para la música en Estados Uni-dos. Varias empresas discográficas y compañías relacionadas con la música tienen sus bases allí; además que fue el escenario mayor para aquellos que en el siglo pasado querían triunfar en la música country. Actualmente Nashville retoma fuerza al ser la sede de mu-chas productoras nuevas y varios estudios de producción, para que artistas del pop vayan a empaparse de buenos acordes.

Por ello propongo una lista no de los mejores, sino de los can-tantes más representativos del country con sus canciones más ca-racterísticas. Quizá usted tenga otros favoritos, quizá nunca haya leído estos nombres, pero en su próximo viaje por internet busque estas canciones y sienta todo el poder de los Siete Magníficos de Nashville.

7. “Flowers on the wall”- The Statler Brothers

6. “Pretty Woman”- Roy Orbison

5. “Lord Mr. Ford”- Jerry Reed

4. “I will always love you”- Dolly Parton

3. “You’re always on my mind” - Brenda Lee

2. “Blue eyes crying in the rain”- Willie Nelson

1. “Ghost Riders in the sky”- Johnny Cash

Dos balas de regalo:

“Cotton Fileds” - Credence Clearwater Revival

“Wokw up this morning”- Alabama 3

los siete magníficos de nashville

paloma mora

luis cortés

Ya se murió guardagujas,el suplemento vaquero,temido y aventurero,difusor de la cultura.

No fue a manos de villanosque este héroe halló la muerteni fue un Chepo Mariguanoel que le cambió la suerte

La verdá’ es que no es sabidoa manos de quién muriósi lento desenfundóo lo agarraron dormido

Sus nexos “derechizantes”le crearon enemigosy fue que estos sin testigosse lo echaron cual Ananke.

¡Cáspita! ¡Chas! ¡Santo Cielo!aún sus lamentos escuchole dieron golpes, bien muchos,y pamba con picahielos.

La calavera vaquera,ya no cabalga más sola:guardagujas es ahorasuplemento calavera.

calavera vaquera

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onanza, Los siete magníficos, El bueno, el malo y el feo y El gran chaparral, en-tre otras expresiones cinematográficas y televisivas, tienen una carga mu-sical tan fuerte que al escuchar la banda sonora de estas series o películas

indudablemente asumimos que se trata de la música del salvaje oeste. Y es que, a diferencia de otros géneros, como ciencia ficción, drama, comedia, terror, las pe-lículas y series de vaqueros han constituido su propia música. Pero, ¿cómo inició esto?

La referencia más antigua que hay sobre una preocupación de generar la música que identifique las aventuras y vivencias del salvaje oeste, se remonta al compositor italiano Giacomo Puccini (1858–1924). Puccini, recordado por óperas como La Bohème, Madame Butterfly, Tosca y Turandot, también se interesó en el oeste. En un viaje a Estados Unidos, el compositor italiano vio una obra de teatro de David Be-lasco cuya trama se desarrollaba en el viejo oeste, a Puccini le interesó el tema y le pidió a Belasco que escribiera el libreto de lo que sería su próxima ópera: La fanciulla del West (La muchacha del Oeste). En esta ópera, Puccini se renueva y no crea una ópera dividida en transiciones que llevan de un aria a un dúo, o de un trío a un aria, la composición se muestra continua. Puccini va más allá de la tensión que mostró en sus últimas óperas, buscó el suspenso y también que el oyente se sintiera alegre con lo que escucha. Para Puccini, no fue nada fácil escribir música para las escenas del salvaje oeste, fue sin duda algo nuevo para él. No obstante, la ópera tuvo un gran éxito en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1910.

Sin embargo, no encontramos en Puccini la esencia de la música del salvaje oes-te. Quizá el compositor más importante de las películas de este género sea Ennio Morricone. Es ya un clásico la pieza introductoria a El bueno, el malo y el feo. ¿Qué caracteriza a esta pieza? En primer lugar, un compositor como Morricone tuvo que ver antes la película para componer la pieza y a partir de ahí preguntarse qué tipo de obra podría crear una atmósfera conveniente al lugar y al tiempo en el que se desa-rrolla la historia. En una segunda reflexión, pensar en una música con una ambición de marcar el estado psicológico de los personajes o de las situaciones que se llevan a cabo. En tercer lugar, que la música sea neutral con respecto a la película, es decir, ni debe ser simplemente un fondo ni mucho menos una obra de gran carácter que supere la película. En un cuarto momento, el compositor buscará que en la música exista una continuidad entre una escena y otra. Finalmente se buscará sostener des-de una escena hasta la película completa y darle fin.

En la pieza de la película El bueno, el malo y el feo, la música, en su mayoría, fue tomada a partir de hechos que se encuentran en la naturaleza, al principio de la pe-lícula, una vez iniciada la acción se escuchan dos aullidos de un coyote, que presen-tan una mínima diferencia con respecto al motivo principal de la pieza. Otra de las características de la composición son las percusiones, éstas simulan el galopeo de un caballo. La obra musical avanza hacia una masa sonora que lleve hasta el motivo musical que se repetirá en la escena del duelo de los tres personajes, para finalmente tener un reposo conclusivo. La obra de Morricone constituye un resumen de lo que el cinéfilo encontrará en la película: caballos en la mayoría de las escenas, intensi-ficación y tensión en un punto de la historia, que es el duelo. Y si bien no aparece

ningún coyote en la película, el popular motivo de la pieza brinda el misterio que encontrará el escucha, pues en la indicación a tiempo de la partitura está escrito “Misterioso”, es decir, es una pieza que buscará tensión e incertidumbres en el desa-rrollo de cada acción.

Morricone, procedió de esta manera, no obstante, en otras series y películas en-contramos orquestaciones y sonidos diferentes que no dejan de adentrar al cinéfilo en un mundo de vaqueros. En otro tipo de piezas también se recurre al folclor de la música country, un ejemplo de ello es la pieza introductoria de High Noon (1952) con música de Dimitri Tiomkin. Sin embargo, en cada película el mismo compositor cambia, en C’era una volta il West (1968) Ennio Morricone se muestra diferente pero sin perder la esencia del oeste. La última palabra la tiene usted, bastará con que la próxima vez que acuda a rentar una película a su video club favorito o su cine de pre-ferencia, escuche atentamente la música y también se pregunte lo que generalmente se cuestionan los compositores de películas y series.

la música del salvaje oesteaehécatl muñoz gonzález

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malapatavap

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tripulacióngustavo de alba/ estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Se inició en la crítica cinematográfica en 1966 en El Sol del Centro. Ha colaborado en El Nacional, Otro Cine, Esto, Cine Guía, www.cineforever.com Especializado en cine norteamericano.

héctor grijalva / neurólogo, psicoterapeuta y escritor. Entre otros, libros ha publicado la novela El año de la serpiente y la colección de cuentos A qué jugamos.

santiago mora / escritor y guionista. Obtuvo el primer lugar del certamen litrario “El crimen como una de las bellas artes”.

luis cortés / narrador y traductor, su libro Alicia fue ganador del Premio Salvador Gallardo Dávalos de Narrativa Joven 2006. Escribe, a veces, en el blog elboiler.blogspot.com

Vestigios de Muerte, los alumnos de la licencia-tura en Artes Visuales del ICA presentan fotografía y artes plásticas, será en Eduardo J. Correa 246 (en el

Espacio Multicultural), termina el 13 de noviembre. / Premios del Salón de la Fotografía de Nuevo León 1999-2006, se inaugura el día cuatro, en la Ex Escuela de Cristo / Señales diversas, Joel Islas exhibe diversas pinturas, tam-bién termina el día 13, si pasas por la Universidad aprovecha, está en el edificio 1B, primer piso, de Ciudad Universitaria.

Postmortem2009, dentro de la reciente fiebre por los eventos cinematográficos que parece in-vadir a Aguascalientes en los meses de octubre y noviembre (¿Gracias, Caín?) se encuentra el fes-tival de cine de terror Postmortem. El Domingo 1 de noviembre a las siete de la tarde, en el Museo

Posada, se proyectará la cinta Antichrist del director Lars VonTrier; de ahí puede seguir la fiesta en el Brixton, donde a partir de las diez d ela noche se llevará a cabo la proyección y premiación de los cortometrajes seleccionados para el concurso. Si el lunes 2 de noviembre se da una vuelta por el Café del Codo alrededor de las 9 de la noche, por favor no vaya a espantarse con el atípico espectáculo: la fiesta de clausura de este festival se llevará a cabo en dicho sitio y será, en el espíritu del even-to, una fiesta de disfraces. Programa completo, y mayor información sobre las sedes en: http://www.postmortem2009.tk/ Cinco décadas de Akira Kurosawa, la UA A presenta obras fudamentales del cineasta japonés los sábados de no-viembre a las cinco de la tarde, ¿no tenías que hacer los sábados?, ya tienes: el día 7 El idiota (traumas de guerra, amor y ase-sinatos, no hay mucho qué pensar); el día 14, Barba Roja, (no es un pirata, es un doctor que dirige una clínica y a Yasuoto lo mandan a trabajar con él); el día 21, Derzu Uzala (la enorme taiga rusa); el día 28, Kagemusha, (porque los japonese también se saben poner medievales). /13º Tour de Cine Francés en México Instituido en 1997, este festival itinerante busca ofrecer al espectador una selección representativa del cine francés actual, además como manera de apoyar la difusión del talento fílmico nacional antes de cada filme se proyectará un cortometraje realizado por cineastas mexicanos. Del 13 al 23 de noviembre, una cada día, las películas selccionadas se proyectaran en Cinépolis Altaria. Ver detalles de cartelera en www.cinepolis.com.mx y más información sobre las películas y cortos a ser proyectados en www.tourdecinefrances.net

Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, los viernes de noviembre a las nueve de la noche, si ya se perdió la primavera y el verano, no deje pasar la temporada de otoño, se acaba el año; sexto concierto, día 6, Santiago Lomelín, pianista, obras de

Brahms, Grieg y Liszt; séptimo concierto, día 13, Manuel de Elías, director invitado, y Edison Quintana, pianista, obras de Revueltas, De Elías, Haydn, Smetana y Liszt; octavo concierto, día 20, Juan Trigos, director invitado, y Gloria Pérez Athié, pianista, obras de Beethoven, Mozart y Trigos; noveno concierto, día 27, Ignacio Cornejo, trompetista, obras de Respighi, Strauss y Schubert / ¡Gran, gran, gran bailazo! Taconéllele, taconéllele, superbailazo: El Duelo, la Firma, dos de los me-jores exponentes de la onda grupera se presentan este sábado 14 de noviembre en la Megavelaria. Guarde los libros, el blazer intelectual, y desempolve esas botas, su tejana y su cinto piteado (inútil fingir, sabemos que por ahí los tiene guardados) y pre-párese a levantar polvo (literalmente hablando) , un brazo en la cintura de su pareja, y lata de cerveza tecate en la otra mano.

Los japonésidos, el lunes 2 a las seis y media de la tarde en el segundo patio de la Casa de la Cultura, con Los Comiscómicos, de Zacatecas, entrada libre / De miedos y juguetes, todo indica que se trata de una obra infantil, no

tiene pretexto para no ir, estará los días 1, 2, 3, 8, 14, 15, 21 y 22, con el Grupo Proscenio dirigidos por Noemí Ortiz, los niños pagan 20, usted 40. Efectivamente, trata del miedo / La voz del viento, La Secta Minúscula de los Viajeros Frecuentes en maratónica temporada del 2 al 9 de noviembre a las nueve de la noche, siempre en el foro Tercera Llama-da, Álvaro Obregón 355, la obra es de Roberto Vázquez y la dirección de Juan Manuel Bárcenas, no intente colarse, la entrada cuesta 40 pesos. / Los niños de sal, los días 21, a las ocho y media de la noche, y 22, a las siete; desde Jujuy, La Rosa Teatro, y del merito Aguascalientes, La Secta minúscula de los Viajeros Frecuentes, que al parecer tienen tra-bajo para dar y regalar, presentan una obra de Hernán Galindo dirigidos a dueto por Juan Manuel Bárcenas y Germán Romano. Si ya vinieron ellos hasta acá, sería una descortesía no asistir / Edipo rey (monólogo), ésas si son visitas, La Rosa Teatro de Jujuy lanza otra propuesta, la versión y la actuación son de Germán Romano, los días 21 y 22 a las siete de la tarde, también en el foro Tercera Llamada, con 50 pesos consigues tu entrada. Tiresias, el ciego vidente (sí, así es) nos cuenta su versión. / Una luna entre dos casas, Yadira Torres B. dirige a Pregoneros Teatro, la obra es de Suzanne Lebeau y la temporada va en serio: 7, 8, 14, 15, 21, 22, 28 y 29 de noviembre a la una de la tarde en el foro Ter-cera Llamada, el costo es tan bajo que tendrás que regresar, 25 pesos. De niños y amistad / Love is all yo need, de Álvaro Raudel Silva y Rafael Paniagua, la presenta la compañía de teatro del ITESM y los dirige Ana Lilia Martínez, estarán los días 14, 15, 21 y 22, los sábados a las seis y a las ocho, los domingos a las cinco y a las siete, hay que entre-gar boleto a la entrada, pero no cuesta, sólo llama a. 9100 900 ext. 5510. Claro, es un musical con rolas de los Beatles.

NO FALTES: Los días 4, 5 y 6 se llevará a cabo el Encuentro de Creadores y Artistas Fondos y Programas Mixtos / en la Universidad de las Artes. Habrá exposiciones de arte, teatro, presentaciones de videos, grupos de danza, presentaciones de libros, encuentros de poesía, etc. La Universidad de las artes está en el complejo Tres Centurias. Los eventos serán entre las diez de la mañana y las ocho de la noche. / Feria internacional del libro, en Guadalajara, inicia el día 28 y termina el 6 de diciembre, Expo Guadalajara, Av. Mariano Otero 1499, Col. Verde Valle, Guadalajara, Jalisco.

paloma mora / poeta y maestra universitaria. Publicó en el poemario colectivo El surco y la palabra.

aehécatl muñoz gonzález / (1988)Cursa el Diplomado en Dirección Coral en Voce in Tempore

eduardo salles / ilustrador, caricatu-rista, cuentacuentos, crítico gráfico, periodista, diseñador, publicista digi-tal. Su blog: cinismoilustrado.blogspot.com

césar gabriel villalobos/ portada e ilustración en [email protected]