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155N: 0214-0314 Cuadernos de Trabajo Social 7999, 72: 267-274 El vínculo paterno-filial: prevención del maltrato y abuso sexual* Alfonsa RODRíGUEZ** Norberto RARBAGELATA*** José Luis GASTAÑAGA**** Resumen Abstract El artículo aborda desde la etología, pasan- do por la teoría del apego, la importancia del tra- bajo con vínculo paterno-filial en situaciones de maltrato a menores. La situación de la cínica ayu- da a conceptuali=ar el devenir de los sujetos cuan- do el vínculo o el estilo de apego ha sido deficita- no; sólo el abordaje del mismo ayuda a que no se repitan transgeneracionalmente episodios de mal- trato. Asimismo, se ofrecen datos (desde una experiencia en trabajo concreta —CENYF—) don- de se pone de manifiesto que una medida da pro- tección, que sólo toma en cuenta la separación de los menores y no el bienestar global de la familia> está abocada a un mal pronóstico tanto para los padres como para los menores. E n ig~g un grupo de Psiquiatras y Trabajadores Sociales norteame- ricanos advertían de la extraordi- Este trabajo está realizado basándose en la Familiar, celebradas en valencia en (1995). The article tackle from the etology going through the aftachments theory. fha importance of working wifh patemal-filial links in situations of mis> treatment tojuvenils. Tackling the links styles is the only way for not fo repeal fha mistreafment episodes from one generation fo anofhar. Soma tacts from a real experience (CENYF) demostrate that those pro> fection measures that only take into accounf fha separa fico of juvenils, and not the global happinass of the family, are going to be negativa so ter the parents as for fha childs. nana gravedad que supone el hecho de separar al niño de su hogar: “la decisión que, por cualquier causa que sea, sepa- Ponencia presentada en las xvi Jornadas de Terapia Trabajadora social y Socióloga. Profesora asociada en la Escuela Universitaria de Trabaio Social de la Universidad Complutense de Madrid.Terapeuta familiary docente del Grupo Zurbano de Terapia Familiar en Psiquiatría (Opto. de Psicologia Médica> Facultad de Medicina> UCM). Psiquiatra y Terapeuta familiar. Coordinador Grupo zurbano de Terapia Familiar, Coordinador docente curso de Experto en Terapia Familiar. Trabaiador Social y Terapeuta familiar. Centro da Apoyo al Menor (Madrid)> Docente Grupo zutano de Terapia Familiar y del curso de Experto en Terapia Familiar. 261

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155N: 0214-0314Cuadernos de Trabajo Social7999, 72: 267-274

El vínculo paterno-filial: prevencióndel maltrato y abuso sexual*

Alfonsa RODRíGUEZ**Norberto RARBAGELATA***José Luis GASTAÑAGA****

Resumen AbstractEl artículo aborda desde la etología, pasan-

do por la teoría del apego, la importancia del tra-bajo con vínculo paterno-filial en situaciones demaltrato a menores. La situación de la cínica ayu-da a conceptuali=arel devenir de los sujetos cuan-do el vínculo o el estilo de apego ha sido deficita-no; sólo el abordaje del mismo ayuda a que no serepitan transgeneracionalmente episodios de mal-trato. Asimismo, se ofrecen datos (desde unaexperiencia en trabajo concreta —CENYF—) don-de se pone de manifiesto que una medida da pro-tección, que sólo toma en cuenta la separación delos menores y no el bienestar global de la familia>está abocada a un mal pronóstico tanto para lospadres como para los menores.

E n ig~g un grupo de Psiquiatras yTrabajadores Sociales norteame-ricanos advertían de la extraordi-

Este trabajo está realizado basándose en laFamiliar, celebradas en valencia en (1995).

The article tackle from the etology goingthrough the aftachments theory. fha importance ofworking wifhpatemal-filial links in situations ofmis>treatment tojuvenils.

Tackling the links styles is the only way fornot fo repeal fha mistreafment episodes from onegeneration fo anofhar. Soma tacts from a realexperience (CENYF) demostrate that those pro>fection measures that only take into accounf fhaseparafico ofjuvenils, and not the global happinassof the family, are going to be negativa so ter theparents as for fha childs.

nana gravedad que supone el hecho deseparar al niño de su hogar: “la decisiónque, por cualquier causa que sea, sepa-

Ponencia presentada en las xvi Jornadas de Terapia

Trabajadora social y Socióloga. Profesora asociada en la Escuela Universitaria de Trabaio Social de laUniversidad Complutense de Madrid.Terapeuta familiary docente del Grupo Zurbano de Terapia Familiaren Psiquiatría (Opto. de Psicologia Médica> Facultad de Medicina> UCM).Psiquiatra y Terapeuta familiar. Coordinador Grupo zurbano de Terapia Familiar, Coordinador docentecurso de Experto en Terapia Familiar.Trabaiador Social y Terapeuta familiar. Centro da Apoyo al Menor (Madrid)> Docente Grupo zutano deTerapia Familiar y del curso de Experto en Terapia Familiar.

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ra al niño del lado de su familia es gra-vísima y pone en juego hechos que enmayor o menor grado afectan a la tota>lidad de su vida futura. Tanto si el apar-tamiento obedece a enfermedad, des>cuido, abandono, ineficacia o muerte desus padres, como si lo causa la con>ducta del niño en el hogar o fuera de él,no puede transferirsele al control depersonas extrañas sin meditarlo muchoantes.>. Con demasiada frecuencia sesepara a los niños de sus familiashabiendo pensado muy poco, o sinhaber pensado siquiera en las causasdeterminantes de la situación. Muchosorganismos de protección enfocan elproblema apoyándose en ideas prede-terminadas acerca de las condicionesque aconsejan su apartamiento delhogar, másbien que con el propósito deestimar la posible modificación de esascondiciones, y a hacerlas favorablespara la continuidad del niño en él”(Healy, W.; Bronner, A. E y Murphy, J. P.,en Rowlby, 1982)>

La cita literal de este informe noes gratuita, la intención es enfatizarcómo hace 66 años estos autores esta>ban ya preocupados por las conse-cuencias negativas futuras para losmenores provocadas por una separa-ción traumática e irruptiva de suspadres o figuras de apego, si no ibaacompañada de una intervención paramodificar la situación que provocó dichamedida>

En el marco de la Ley 21/87, cuyoobjetivo prioritario es mantener almenor en su medio socio-familiar, en1991 se crea el CENYF (Centro delNiño y la Familia), como un instrumen-

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to al servicio de la Comisión de Tuteladel Menor (órgano-administrativo dedecisión) dependiente de la CAM(Comunidad Autónoma de Madrid)> Losprincipios que inspiran y el objetivogeneral del CENYF se hacían eco delmandato de la Ley: la atención integralal menor y su familia; mantener almenor o menores en su medio socio>familiar y, en caso de hacerse impres-cindible la ruptura del grupo familiar, tra-bajar en pro de la revinculación. Es des>de este marco donde los autores llevana cabo las reflexiones que siguen.

La siguiente viñeta clínica nosayuda a introducir el tema> La escenase desarrolla en una bonita casa conjardín, se trata de un colegio o institu-ción de protección. Raúl y Germán, her-manos de 6 y 4 años respectivamente,acaban de pasar un fin de semana consu madre, María de 24 años. La educa-dora del Centro le pregunta a Raúlacerca del origen de las magulladurasy moratones que hay en su rostro. Elniño contesta: “ha sido mi hermano,estábamos jugando”. El hermano leinquiere “no mientas, dile que ha sidomamá”> Esa misma semana ambosniños obsequiaron a su mamá con sen-dos dibujos, era el día de la madre; éstaquedó encantada con el de Germán, elmenor, no así con el de Raúl que leresultó feo. Además según refiere, lemolestó sobremanera la nota escrita,decía así: “estoy muy contento en elcolegio” y, por último, que no se lahubiera dedicado a ella sino a una reli-giosa del colegio.

Las lesiones del niño obviamentelas causó la madre, así lo reconoció en

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una entrevista a los terapeutas familia>res, éstos, a su vez, decepcionados porla recaída.

¿Por qué Raúl niega que fue sumadre quien le causó las lesiones?¿Por qué pese a la rivalidad manifiestaentre los hermanos y a pesar que elmayor nunca le defiende de otros niños,aquél acusó a su madre? ¿Por quécuando los va a ver al colegio Raúl noquiere salir a verla? ¿Si no la quiere ver,por qué la defiende? Se podría pensarque por temor, mas ya veremos que esmás complejo,

Las repuestas y el desentraña-miento de las preguntas con los propiosprotagonistas constituirán ya en sí mis-mo una respuesta terapéutica; su desa-rrollo será el eje de este trabajo. Laidea-guía será la importancia de pre-servar el vínculo paterno-filial y porextensión los vínculos familiares en sutotalidad.

En el maltrato a un niño, en unasituación de violencia familiar, se poneprecisamente en tela de juicio, por par-te de los propios protagonistas y comoconsecuencia de sus acciones, la cali-dad del vinculo, así es y así se presen-ta al observador Los nuevos golpes deMaría a su hijo mayor reconfirman esto,algo sucede en el vínculo materno filialy no: algo le pase a esta madre por loque hay que alejarla del niño, un “algo”que se vuelve a apoyar en la recaídaque aconteció.

Así pues, se defiende como pilarpara la prevención y futuras conse-cuencias negativas del maltrato en lasalud mental de los individuos, y/o en

su integración, la posibilidad de mejorarla calidad del vínculo, a pesar de lapuesta en tela de juicio del mismo. Elobjetivo en ocasiones será no tanto larevinculación sino la elaboración de laseparación definitiva; trabajo que sedeberá llevar a cabo tanto con los adul-tos como con los menores>

Cuando hablamos de maltratoincluimos negligencia respecto al apor-te físico, psicológico y afectivo del niño;abusos sexuales sean intra o extrafa-miliares; malos tratos psicológicos talescomo visión unívoca negativa del niñorespecto de su identidad o comporta-miento y, por último, la situación másllamativa e impactante, pero no por ellola más dañina, la agresión física. La for-mulación de O. Masson (1987) esamplia y no elude los malos tratos psi-cológicos, dándonos buena cuenta delas situaciones a las que nos hemosenfrentado no sólo en el ámbito de pro>tección de menores sino también ensalud mental.

Precisamente fue con O. Massonque empezamos a plantearnos la difi-cultad, propia y la de los otros profesio-nales e instituciones, de pensar que “lomejor para el niño es lo mejor para lospadres”, ante la toma de decisiones decara a una medidade protección o elec-ción del tratamiento>

En el escenario del maltrato resal>tan diferentes elementos, el primero sehalla en las candilejas e impregna todolo demás: el vínculo como relación ‘lun>dante” que hace a la identidad futura delsujeto. Los personajes en escena: elniño y sus hermanos, los padres y su

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historia familiar actual, su propia histo-ria individual y su contexto socio-eco-nómico e institucional; estos últimos,espectadores y actores a la vez que cie-rran o por qué no, dan una vuelta detuerca a la tragedia. Un caso clínico enparticular, la familia de Raúl y Germán,retazos de otras historias vividas en elCENYF y en el contexto de la supervi-sión, nos ayudarán a ilustrar qué hace>mos frente a estos dramas.

Veamos otro escenario: los cuatrohijos de la familia García llevaban sinver a sus padres aproximadamentecuatro meses, los terapeutas encarga>dos del caso deciden hacer una entre-vista conjunta (padrese h~os) en la ins-titución donde están internados losniños; desde la mayor de 9 años a lapequeña de año y medio se “lanzan”literalmente a sus padres, no saben acual acudir, el padre se emociona, lamadre está muy ansiosa y paralizada;desde un extremo de la sala los profe-sionales observamos. A continuación, eltrabajador social del internado nos diceen tono confidencial: “cómo tira la san-gre, son como gitanos”>

La desatinada observación, esaspalabras cargadas de un sentido peyo-rativo si tomamos en cuenta el signifi-cado social de la frase, no es más queuna forma de formular lo que Rowlby ylos etólogos tardaron décadas en des>cribir y de lo que a continuación nosharemos eco.

Nuestra felicitación al profesional sisu intención, si la actitud o su disposiciónmental no fuese en realidad la que sigue,(y advertimos que el profesional no es

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más que el emergente de creencias biendifundidas en todos los ámbitos): si losniños fueron maltratados física o psico-lógicamente lo “lógico” es que deseenevitar el contado con sus padres, y asíque el único vínculo sea de rechazo omiedo y consecuentemente sobrevengael olvido, mas sino es así es que estosniños, estas familias son de una calañao una naturaleza diferentes (“como gita-nos ); el hecho pues, que “Raúl no quie-ra ver a su madre es porque no la quie-re porque tiene una cierta conciencia deque no es buena madre; la evolución delcaso es pues favorable porque se estádesvinculando”>

Es evidente que estamos abor-dando un universo donde se despiertanfuertes emociones, donde, tal vez, ladesatinada observación es marginal yno ha de ser tenida en cuenta, pero loque es innegable es que frente a lavaloración de los vínculos de padres ehijos, nada a nadie nos es ajeno.

Un viejo pero nuevoenfo que

Zazzo (1977) nos abrirá el cami-no a nuestra reflexión> El énfasis endestacar la vinculación como necesidadprimaria constituye un hito en la psico-logía; no la importancia de la vincula-ción como fenómeno observable quetodos conocemos, sino como efecto de

¡ Ir ¡mr~I ulcn rlr¡marirl nuut~ flaca roali,nr-

se probablemente dispone de mecanis-mos innatos>

Considerar la vinculación comonecesidad primaria, al igual que la ah-

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mentación o la autoconservación, nosólo cuestiona y contrasta con la teoríatradicional de la libido; sino y es lo másimportante para nosotros, resalta la vin-culación como algo de un orden supe-rior, primario, tan vital o más que el ali-mento para el bebé> Los etólogos, ya loadvierten: la apertura hacia el otro, ladimensión social está enraizada bioló-gicamente. Hacemos las referenciasanteriores aun sabiendo, con el autor,que el hiato entre el mundo del com-portamiento animal y el humano esinconmensurable, y que existe una con-siderable distancia entre la explicaciónde los comportamientos observables yel análisis de los contenidos psíquicos.

En este punto no podemos dejarde traer la famosa y conocida observa-ción de Harlow, citado en Zazzo (1977)con los monos rhesus: el monito prefie-resobre todo el calor y en menor medi-da el movimiento al biberón que le ofre-ce el gélido hierro> Asimismo, es nota-ble el aislamiento total de las hembrasque nunca han conocido el vinculo consu madre y que el autor les llama las“hembras huérfanas”. Las hembras soninsensibles a los machos, la única for-ma de fecundación es vía artificial, sitienen hijos los ignoran o atacan líe-gándolos a matar; pero no termina ahíel “descubrimiento”: si el hijo lograsobrevivir a los golpes de su madre, nose descorazone más allá de la intensi-dad de lo mismos, sigue cogiéndose asu madre y luchando intenta el contac-to con su vientre, su pecho o con lo quepuede>

“Lucha día a ida, semana trassemana, mes tras mes”, hasta que con>

sigue, no sin altibajos, la atención y laprotección de la madre, la cual a partirdel cuarto mes restablece el contacto ypodemos hipotetizar que restaura suvieja orfandad, ya que con sus siguien-tes hUos tiene un comportamientomaternal, propio de su especie, aunquesea tras unos días. De parte del moni-to, la naturaleza primaria del amor, lafuerza irresistible de la necesidad devinculación, de parte de la madre huér-fana la vinculación le ofrece las condi-ciones para un equilibrio sexual y unabuena adaptación social. Vemos, pues,cómo la psicoterapia, involuntariamen-te ejercida por el hijo sobre su madrehuérfana, ilustre una vez más el papelfundamental del contacto corporal, de la“ligazón carnal” con el otro. <1977:40).

Las reflexiones desde la etologíanos permiten pensar acerca de la situa-ción de Rául y Germán. Fueron los gol-pes que le propinó tiempo atrás al pri-mero (sólo a él) la madre lo que les lle-vó a la institución. Maria es “buenamadre con Germán, ¿fue Raúl quienfinalmente le ‘enseñó’ a ser buenamadre?”. ¿Cómo considerar a alguienbuena madre si lo es con un hijo y nocon el otro? Todo ello nos abre a unaperspectiva de exploración del vínculode apego que se dio entre María y cadauno de sus hijos y eludir el pensar quehay algo de Maria, en su estructura depersonalidad que la hace inadecuada>

Volvamos a la historia: lo primeroque manifiesta Maria en la entrevistaque se produce dos años después delepisodio de maltrato y de la separaciónde sus hijos ( ya veremos la importan-cia para el pronóstico) es: “yo nunca

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abandoné a mis hijos”; el problema esque la madrina me los arrancó, ella mequitó el papel de madre y me dejó el debruja con mi hijo mayor ¿Qué circuns-tancias contextuales, y personalesenvolvieron la situación de Maria y sushijos?.

María procede de una familiaZíngara dedicada al circo, es la benja-mina de una gran fratría (siete herma-nos) de la primera unión de su madre.Su padre, que nunca reconoció a sushijos, abandonó el hogar cuando ellacontaba con seis años. Las relacionescon su madre y hermanos, sobre todocon la primera, no fueron fáciles, asícomo tampoco con el nuevo compañe-ro de su madre respecto al cual refierehaber recibido muchos golpes. Dice “yoera el patito feo de la familia, rubia yblanca como mi padre”; “yo siempre meempeñé en agradar ami madre, un díarompí una hucha que llenaba con laspropinas del circo para hacerle un rega-lo y ella no le hizo caso, yo tenía 14años, lo recuerdo porque en esa épocami padrastro también me pegaba”>

Con la narración de María po-demos ver, y esa era nuestra intención,el tipo de cuidado que ella recibió, sihubo alguien accesible en sus momen-tos de zozobra, de desaliento, en defi-nitiva cómo se constituyó su relación deapego.

Decíamos más arriba que uncomponente -básica de-ta -naturalezahumana es la tendencia a establecerlazos emocionales; la búsqueda de cui-dados es una conducta que se podríaconsiderar, dice Rowlby (1989), pre-pro-

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gramada, del orden de lo biológico, quese desarrolla en el entorno corriente losprimeros meses de vida y que tienen elefecto de mantener al niño en una pro-ximidad más o menos estrecha con lafigura materna. La conducta de apego,prosigue, es activada por el dolor o algoque atemoriza así como también por laaccesibilidad o no de la madre (o figu-ra sustituta).

Hay tres pautas identificatoriasdela relación de apego: en primer lugar unapego seguro, donde hallamos accesi-bilidad, sensibilidad y colaboracióncuando el niño busca protección y con>suelo; en segundo lugar un apegoansioso-resistente, resultado de unaincertidumbre producto de la inseguri-dad respecto a que si los padres seráno no accesibles, sensibles y colabora-dores en el pedido de ayuda <se obser-van separaciones o amenaza de aban-dono como medio de control>; y porúltimo, en tercer lugar, el apego ansio>so-elusivo, donde el niño o individuo<hay que hacer notar que todos necesi-tamos y buscamos figuras de apego ensituaciones de adversidad, ansiedad otensión) espera ser desairado, intenta-rá vivir una vida sin amor y apoyo, seremocionalmente autosuficiente, pero ensu búsqueda de consuelo y protecciónsiempre encuentra rechazo. Hay unapersistencia en las pautas, se genera,dice el autor citado, un circulo vicioso,un circuito cibernético en otros términosdónde el que recibe desaire respondecon más de lo mismo.

La forma detallada en que dichaconducta cristaliza en cada uno denosotros, en María y sus hijos, depen-

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de de diferentesexperiencias: las habi-das en la infancia, en la adolescenciacon la pareja y con cada hijo en parti-cular. Ya hablamos de las experienciasinfantiles de María, de los cuidadosmaternos que recibió; mas sólo fue unadescripción de la narración de loshechos> ¿Cúal es la codificación, el sig-nificado que ella le da a lo dicho?Veámoslo: cuando los profesionales leseñalan lo difícil que pudo haber sidopara ella, lo penoso de su pasado,enfadada responde: “es diferente a loque me pasa a mí, yo a mi madre laquería, ese es el amor de madre, a lamadre no hay que tenerle en cuentaesas cosas, es mi hijo el que me tieneque querer y sacarse de la cabeza a lamadrina’. Con la respuesta de la madrea nuestros movimientos de apoyo y cui-dados vemos cómo la observaciónobjetiva de las interacciones es impor-tante pero que también lo es, o más, elsignificado subjetivo que atribuimos alos hechos, a nuestra historia> Estamoshablando de la realidad histórico viven-cial, como una realidad de orden dife-rente a la otra realidad, la de loshechos, Que esa realidad de significa>dos tiene consecuencias pragmáticas;así lo que una persona piensa sobreuna relación puede ser más importanteque la interacción que tiene lugar en larealidad (Brazelton, 1993). Son en defi-nitiva, elementos subjetivos, vivencia>les, mas no ilusorios> Así pues, pode>mos entender que María haga unadepositación masiva de maldad en suhijo, ya que, según su visión, “a lasmadres, al margen de cómo se com-porten, hay que quererlas incondicio-nalmente”, y en consecuencia sea inca-

paz de cuestionarse a sí misma en sudesempeño como madre.

El trabajo exhaustivo de criar a unhijo requiere apoyo de otro, esa basesegura que todos necesitamos enmomentos de mucha exigencia. Haynecesidad de una seguridad tantoexterna como interna> Ni la una ni laotra la tuvo esta madre, pero pese a ellono se deprimió constructivamente> Secasó muy joven, a los 18 años; su com-pañero la abandonó muy pronto, lo queconfirmó la idea de su propia madreque no era apropiada la elección (noera del clan); aquélla tampoco la acom-pañó en ninguno de los dos partos; ycuando finalmente busca a esa señora—la madrina— “porque yo quería paramis hijos algo diferente a mí, la vida iti-nerante del circo no era buena para queme los cuidase”, ella siente que le arre>bata a Raúl> En realidad podríamospensar que María buscó también unamadre para ella; es interesante obser-var que cuando María se aleja de lamadrina coincide con que ésta se enfer-ma, y ha de recurrir a vecinas para elcuidado de los niños y no mucho des-pués se produce el episodio que justifi-ca el internamiento de los mismos.

La madrina “le arrebata” a Maríaa su hijo Raúl, por qué no a Germánque se lo encontró más pequeño e iner-me. ¿Hay algo en la historia, en la car-ga que Raúl trae que pudo determinar-lo? Durante el embarazo, cuenta lamadre, continuó trabajando en el circo(valga decir en actividades de riesgopara ella y el futuro bebé); tuvo un gra-ve accidente en el cual estuvieron apunto de morir ambos, como conse-

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cuencia del mismo, Raúl nació a losseis meses de gestación, lo que provo-có su estancia en una incubadora largotiempo. “Yo pensé que lo perdería, ya elmédico me dijo: María, este chico tedará problemas”. ¿Cómo o en qué gra-do un nacimiento prematuro, la malasalud, etcétera, puede haber contribui-do en los problemas precoces de larelación y finalmente al hecho del mal-trato? Seguro que es así cuando lamadre ha tenido un infancia difícil,cuenta con poco apoyo o ninguno.

¿Con qué le conf rontó este hijolleno de necesidades a María?, inter-namente ella se sentía igual de des-protegida que él, mas no podía decir>selo a sí misma ni a nadie. La crianzade los hijos conf ronta a los progenito-res con todas las aspiraciones para elfuturo y llama a todas las emocionesdel pasado. Muchos autores <Brazeltonentre otros) han coincidido en situarcomo principal causa de una disfUn-ción grave en la crianza (relaciónpadres-hijos) “el proceso a través delcual el padre reutiliza a los hijos comoreemplazantes de los propios padres;en común encontramos que aquellospadres se vieron privados de esa rela-ción. La inversión imposible (un hijonunca puede rellenar huecos tan gran-des> y el desencanto que resulta paralos padres provoca que en ocasionesse haga al niño depositario de atribu-tos indeseables (poco afectuoso, ingra-to; egoísta y resentido como Mariadice que es su hijo). Lo que sólo unadulto puede ofrecer, lo que nadie lesofreció en el pasado lo esperan delniño.

Cuadernos de Trabajo Social

Desde el punto de vista terapéu-tico se deben desentrañar los senti-mientos de anhelo que le llevaron acontundir al bebé con sus propiospadres (el resultado extremo es el mal-trato). Por qué el bebé aparece como“un visitante proveniente del pasado norecordado de los padres”, dice Brazel-ton, fantasma que se interpone entreellos y el hijo lo que les imposibilita areaccionar a sus señales (1993).

El efecto perverso de unaacción deseada

Los profesionales, así como lasinstituciones, han de reorganizar sussupuestos, su programa interno acercade cómo “salvar” al niño maltratado. Lacercanía excesiva, pero por otra partecomprensible, de dichos profesionales,la supervisión inexistente, así como lapropia concepción del fenómeno delmaltrato y del vínculo paterno-filial(‘tomo tira la sangre, son como gita-nos’) provoca que la retirada de losniños se adopte como única solución>

Elizur y Minuchin en el prefaciodel texto “La locura y las Instituciones”,advierte:

>.por cada niñoque se coloca eneste sistema (hogares adoptivos, inter-nados) aparece axiomáticamente ungrupo familiar problematizado, peropuesto que la solución es la colocacióndel niño, la respuesta entre más casos,se imita a la creación de más recur-sos de esta índole (1991). Es decir, secrean recursos y se ponen en marchaintervenciones que no tienen en cuen-

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Altonsa Rodríguez..> El vinculo paterno-filial: prevención del maltrato y abuso sexual

ta la extremada complejidad, importan-cia y consecuencia del vinculo paternofilial> Lo deseado se vuelve acción per-versa por cuanto perpetúa el fenómeno(mucho se ha escrito acerca de la trans-misión transgeneracional del maltrato).

En otras palabras Albert Crivillé(1990) reflexiona acerca de cómo lasociedad reduce el problema, bien aalgo circunstancial causado por unasituación socioeconómica, o la clasificacomo un aspecto de la criminalidadcomún- En todo caso, si fijamos nues-tra atención en la práctica diaria de losprofesionales con los que hemos tenidocontacto, la intervención a favor del niñomaltratado generalmente se imita acurar los defectos físicos de la violencia.Ofrecerles figuras sustitutas sin preo-cuparse del origen de las heridas cau-sadas> Disociando, por una parte, elcomplejo problema de la sanción de lospadres de la necesidad de ayudar apadres e hijos a modificar la relaciónque los llevó a tales extremos.

Tras el análisis de la memoria rea-lizada en el CENYF, podemos constatary ya lo advertía Bowlby en 1954, que lasituación de estos menores y sus pro-genitores se agrava tras la instituciona-lización; insiste en la necesidad de uncambio profundo en la preparación delos profesionales, consecuentementeen su modo de enfocar los problemas yen su actrtud. ¿Cuál ha sido nuestraexperiencia? Que nos encontramos aúnlejos de ese cambio, por causas biendiferentes>

Pese a que Kempe <1985), el pri-mero en describir el síndrome del niño

maltratado, hace muchisimos años yahabló de la necesidad de no considerara los padres maltratantes como crimi-nales o enfermos mentales incurables,estos prejuicios o prenociones siguenoperando en profesionales, de unamanera más o menos inconsciente amodo de etiquetajes derivados de valo-res morales (decir que fulanita es “malamadre” determina la solución a adop-tar). El uso de la etiqueta, del diagnós-tico fotográfico del tipo: madre incapaz,padre alcohólico, nos da una fotografíacarente de voces que cuenten una his-toria de acercamientos y rechazos, degestos y acciones que dicen algo aalguien; un marco en definitiva, que res-tringe la observación a los individuos ydeja fuera a las instituciones implica-das, cuando en realidad ya constituyenparte de la historia.

Por supuesto que en ocasiones esimprescindible separar al niño de suspadres, siempre y cuando se realice unabordaje familiar a a vez; y teniendo encuenta que sobretensionar a una familiano es en sí mismo terapéutico <Elizur yMinuchin, 1991). El verdadero drama esno poder atender “lo que no se ve de lafotografía, lo que no se oye”; no tener encuenta la historia de los sujetos, a quiénva dirigido el mensaje del maltrato oabandono (Cirillo, 1991), las emocionesque estasituación despierta en cada unode los miembros de la familia y un largoetcétera> Pero ¿qué se puede creer deuna persona que maltrata a sus hijos?Con la dureza que caracteriza aMinuchin en sus aseveraciones afirmaque: en nombre de la protección secometen delitos no sólo contra los niños

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sino también contra los padres, a quie-nes se los priva de la autoridad y res-ponsabilidad, y sólo se les deja el poderde concebir más hijos” (1991: 29).Tuvimos oportunidad de intervenir enuna familia, con motivo de la denuncia deuna de las hermanas de un abuso sexualde su padre un fin de semana que pasa>ron con él fuera de la institución: hijo trashijo hasta siete habían sido concebidospara, posteriormente, ser retirados porlas instituciones de protección.

Frente a estas situaciones tan allímite, los profesionales esperan que laseparación en sí misma produzca bene-ficios, traiga soluciones y que ayude alos menores a superar y elaborar loacontecido. Efectivamente, la separa-ción detiene un aspecto parcial del pro>ceso, el más visible o llamativo, pero lahistoria no se detiene, la institucionali-zación y sus efectos se adhieren a losniños y a sus progenitores. La espiraldel maltrato continúa>

En el niño, dice Bowlby (1982)hay que vigilar que la víctima no se con>vierta en abusador Si no hay suficienteintegración psíquica de los eventostraumáticos la víctima va a “actuar’como llamada de ayuda, bien con acti-tud maliciosa (“estoy contento en elcolegio”), bien con hostigamiento dirigi-do al adulto. En el extremo opuestoaparece el niño que se culpabiliza “yoestoy aquí porque algo malo he hecho”(tres hermanos de los cuales la herma-na mediana había sido abusada por elpadre, pensaban que su padre estabaen el hospital por lo que pasó y que poreso no le veían, por supuesto el padreestaba en la cárcel).

Cuadernos de Trabajo Social

Asimismo hay que hacer frente alas dificultades con las que en generalse enfrenta el niño en una situacióntraumática, por la carga afectiva quecomporta; cuando los niños se sientenmuy dependientes de los adultos, supersonalidad es aún débil para protes-tar incluso mentalmente (mecanismosde defensa ya estructurados), la situa-ción —externa e interna— los obliga asometerse a la voluntad del agresorolvidándose totalmente de si e identifi-cándose totalmente con aquél; por iden-tificación el agresor desaparece comorealidad exterior y se hace intrapsíqui-ca. El mismo mecanismo lo hallamos enel padre victimario y víctima a la vez.

En los padres, tras la separación,se observa las más de las veces unaenorme confusión y ambivalencia: unpadre prefirió amenazar con lanzar a subebé de seis meses por la ventanaantes de que se la quitasen- Esta ima-gen da cuenta, pese a la apariencia con>traria, del fuerte lazo que une a estospadres con sus hijos. ¿Por qué bajoesta relación tan intensa y enormemen-te deseada se genera una violencia tal,que puede llegar a poner la vida del niñoen peligro? “Las respuestas están enque el actual vínculo con los hijos guar-da la importancia de lo que fue la rela-ción con los propios padres, sin podertener en cuenta la propia realidad actualdel hijo con sus necesidades, como unsujeto diferente y no como un fantasmadel pasado> El profesional debe pues nosólo imponer unos limites exteriores a laviolencia ejercida contra el niño, sinoque debe intentar comprender el porqué de esa violencia para no ser arras-

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trado en lo que el viejo adagio ya for-muló: la violencia engendra violencia”(Crivillé, 1990:87).

A continuación analizamos losdatos de la evaluación hecha en elCENYF, los cuales apoyarán cómo eléxito de la intervención está directa-mente relacionada con la precocidad dela misma (incluya o no medida de cus>todia).

En la evaluación de resultados lasfamilias han sido divididas en cuatrogrupos:

1. Familias en las que no seprodujo la institucionalización de losmenores y donde el tiempo de inter-vención anterior de los servicios fueinferior al año (tipo 1>.

2> Familias con menos de unaño de institucionalización de los meno-res y con un tiempo de intervenciónanterior de los servicios no superior alaño (tipo 2).

3. Familias con menores conmenos de un año de institucionalizacióny con un tiempo de intervención de otrosservicios superior a dos años (tipo 3).

4. Familias con menores conmás de un año de institucionalización ycon un tiempo de intervención anteriorde los Servicios superior a dos años(tipo 4).

TIPO 1. En estos casos se pro-duce un cambio significativo en las reía>ciones familiares en un 78%>

* Se resuelven las perturbacio-

nes relacionales intrafamiliares en lascuales los menores quedan atrapados.

* Los padres se ven de manera

distinta, se sienten menos descalifica-dos y pueden asumir sus responsabili-dades paternas.

Pueden controlar sus tenden-cias y reacciones emocionales impulsi-vas.

* Conocen mejor a su/s hijo/s,

reconocen sus necesidades y encuen-tran modos de satisfacerlas.

* Se identifican los problemas

que han provocado las crisis y se bus-can posibles soluciones.

* Los intercambios entre los

miembros de la familia se basan enotras reglas y normas.

Evidentemente no hay repeticióndel maltrato y, en su caso, las relacio-nes de los Servicios asistenciales conla familia dejan de ser necesarias o setransforman en cooperativas.

En este grupo tan sólo hay uncaso en que no se produce mejoría.

TIPO 2. En estas familias semantiene la mejoría en un 70% y un10% de mejoría parcial (cambios peroinsuficientes o frágiles y donde la fami-lia habrá de seguir en contacto conotros servicios)> En el 20% restantedonde no hay cambios consideramosque la dificultad radicó en la inexisten-cia de medida coactiva (tutela) o ado-lescentes bajo una medida de reforma,donde los padres habían hecho unadelegación del problema en dicha insti-tución. Que la actuación del CENYF seprodujese en un período inferior a unaño hacia que la situación de crisis

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subsistieran y así se hallaran condicio-nes óptimas para la intervención>

TIPO 3. Lo más destacable esun incremento importante en los casosen que no se logra mejoría (64%), Lascaracterísticas funcionales de estasfamilias y su historia institucional cam-bia radicalmente respecto a los grupos1 y 2. El promedio de años de historiainstitucional se eleva a 6 años; un 41%responden a las características de fami-lias multiproblemáticas; el intervaloentre el hecho que motivó la interven-ción y el inicio del tratamiento en todoslos casos es superior a un año. Así nohay situación de crisis que movilice alas familias a pesar del internamientode los menores y el maltrato quedaescondido en muchas ocasiones tras elpropio comportamiento agresivo delniño y adolescente que han internaliza-do aspectos vinculares muy dañinos <loque confirma la visión de los padres deque la dificultad está en los niños). Porúltimo, la relación entre los Servicios, encuanto a la coordinación interinstitucio-nal para elaborar estrategias y objetivoscomunes, se hace más difícil, habiendoun 58% de los casos en los que no selogró un consenso respecto al aborda>je terapéutico.

TIPO 4. En este grupo aumen-tan los casos en los que no se ha pro>ducido mejoría> Las familias multipro-blemáticas se elevan a un 78%.Pensamos que para estas familias laintervención del CENIF como recursoúnico psicoterapéutico es insuficiente<el maltrato no es un problema sino unomás entre otros), se necesitan unasintervenciones muy prolongadas —va-

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nos años— cercanas a su medio y unaintegración de los servicios que lasatienden.

Finalmente, unas breves líneassobre el proceso terapéutico. El proce-so mismo de evaluación-comprensiónes un poderoso factor de cambio, com-prensión y terapia van de la mano. Eleje de la intervención es lograr unabuena vinculación con la familia; nosiempre es fácil. Como hemos podidoobservar en los resultados expuestos,en ocasiones todo lo acontecido conotros servicios y/o las característicaspropias de la familia hacen difícil dichavinculación para comprender y promo-ver el cambio. Eludimos hablar aquí dela necesidad de establecer un contextode colaboración con los otros profesio-nales que intervienen, es objeto de otrotrabajo. Sólo señalaremos la necesidadde no fragmentar el objeto sobre el quese interviene: los responsables de lafamilia, los del niño, que impulsa a unaintervención del tipo disyuntivo <o bien,o bien)>

La actitud que ha de prevalecer,dice Bowlby <1982) es “usted sabe,usted dígame” no “yo sé, yo le diré”; lacarga que hemos de tolerar todos es laansiedad, la desconfianza <por la pro-pia historia familiar, por otros contactosinstitucionales frustrantes) y en oca>siones la crítica y el desprecio. En unuso no muy acertado del encuadrecoactivo con el que Cirillo <1991) nosiluminó en el trabajo con estas familias,una madre nos decía que ella no que-ría oir de nuevo que alguien le dijeraque había “torturado” a su hijo> Ellatuvo la impresión que los profesionales

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le dijeron que ella sacaba placer gol-peando a su hijo.

Ver y sentir el mundo como cadauno de los miembros de la familia haráque controlemos los aspectos contra-transferenciales y así no actuar frente ala desconfianza, la crítica, la ira.

Mientras no podamos compren-der la profunda tensión de índole intrap-síquica que la propia presencia del niñocausa en el padre que maitrata nopodremos ayudarlo. “Que el adulto entreen contacto con su propio maltrato paraproducir un cambio en las relacionescon sus hijos, con sus relaciones actua-les; que lo impensable, lo irrepresenta-ble, debe convertirse en pensable parapoder ser metabolizado. Unir el pasadodel niño dentro del adulto, poner pala-bras sobre los hechos y poder crearuna estructura para y por los niños deresultados preventivos importantes”(Tilmans, 1994:16). Así, se trataría dedar un lugar a lo sincrónico y a lo dia-crónico, a la historia traída no sólocomo reconstrucción cognitiva dehechos acontecidos sino dando cabidaa viejas y dolorosas emociones, lasmás de las veces puestas de manifies-toen el aquí y ahora de la relación tera-péutica.

La perspectiva iniciada muchosaños atrás por Bowlby (1982) acercadel tipo de percepción atribución dis-torsionada de estos niños respecto alas figuras parentales (y de estospadres con sus progenitores) essumamente valiosa> Cirillo (1993) laretoma, complejizando su visión delmaltrato como mensaje, y plantea la

intervención que restablezca la ver-dad, que evite la mistificación o elintento de rescate de las figurasparentales a cualquier costo (identifi-cación con el agresor) lo cual permiteuna reelaboración de la historia, unatransformación del significado de suscreencias <distorsionadas y que tantodaño hacen).

Restablecer la verdad porque lostiene atrapados, tanto a niños como apadres; “ni el héroe que salva a supatria de la derrota es objeto de másveneración que la que el niño rinde asus padres”, dice Bowlby; estamosfrente al tema central de la lealtad quese va a poner sobre todo de manifies-to tras una desvinculación con la con-siguiente idealización de los padres.Esa será la verdad que hemos de ayu-dar a elaborarcuando hacemos la indi-cación —tremendamente difícil y dolo-rosa— de una desvinculación definiti-va. Sin negar los lazos que los unetendremos que abordar el tema confranqueza, realismo y sobre todo evi-tando juzgar a los padres; la vía serámostrarlos como sujetos con tremen>das dificultades en el aquí y ahora y enrelación a su pasado.

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en el tratamiento del maltrato y abuso sexualen la familia, Ponencia presentada en elSimposium Europeo de Terapia Familiar.Madrid.

Alfonsa RODRÍGUEZTrabajadora Social y Socióloga

Norberto BARBAGELATAPsiquiatra y Terapeuta familiar

José Luis GASTAÑA CATrabajador Social y Terapeuta familiar

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