salud comunitaria en emergencias

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La ayuda humanitaria internacional en casos de desastres International humanitarian assistance in disaster situations José Luis Zeballos 1 1 Médico salubrista, consultor en preparativos y respuesta en emergencias y desastres, Organización Panamericana de la Salud. Lima, Perú. RESUMEN Los desastres naturales y antrópicos generan enormes pérdidas para los damnificados y afectan el desarrollo de los países, la comunidad internacional siempre ha respondido de manera espontánea y solidaria para asistir a los damnificados en las etapas más críticas proporcionando asistencia médica, alimentación y abrigo. En este artículo se revisa en particular la respuesta del sistema de las Naciones Unidas, la participación de la Organización Panamericana de la Salud en el terremoto de Pisco, Perú y las limitaciones y dificultades para una ayuda humanitaria efectiva. Palabras clave: Desastres naturales; Naciones Unidas; Altruismo; Cooperación Internacional (fuente: DeCS BIREME). ABSTRACT Natural and man-made disasters huge losses for the victims and affected developing countries, the international community has always responded spontaneously and solidarity to assist the earthquake victims in the most critical stages providing medical care, food and shelter. This article reviews in particular the response of the United Nations system, the participation of the Pan American Health Organization in the earthquake in Pisco, Peru and the limitations and difficulties for effective humanitarian assistance. Key words: Natural disasters; United Nations; Altruism; International Cooperation (source: MeSH NLM).

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Salud Comunitaria

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Page 1: Salud Comunitaria en Emergencias

La ayuda humanitaria internacional en casos de desastres  

International humanitarian assistance in disaster situations  

 

José Luis Zeballos1  

1 Médico salubrista, consultor en preparativos y respuesta en emergencias y desastres, Organización Panamericana de la Salud. Lima, Perú.  

 

RESUMEN

Los desastres naturales y antrópicos generan enormes pérdidas para los damnificados y afectan el desarrollo de los países, la comunidad internacional siempre ha respondido de manera espontánea y solidaria para asistir a los damnificados en las etapas más críticas proporcionando asistencia médica, alimentación y abrigo. En este artículo se revisa en particular la respuesta del sistema de las Naciones Unidas, la participación de la Organización Panamericana de la Salud en el terremoto de Pisco, Perú y las limitaciones y dificultades para una ayuda humanitaria efectiva.

Palabras clave: Desastres naturales; Naciones Unidas; Altruismo; Cooperación Internacional (fuente: DeCS BIREME).

ABSTRACT

Natural and man-made disasters huge losses for the victims and affected developing countries, the international community has always responded spontaneously and solidarity to assist the earthquake victims in the most critical stages providing medical care, food and shelter. This article reviews in particular the response of the United Nations system, the participation of the Pan American Health Organization in the earthquake in Pisco, Peru and the limitations and difficulties for effective humanitarian assistance.

Key words: Natural disasters; United Nations; Altruism; International Cooperation (source: MeSH NLM).

 

A lo largo de la historia, las catástrofes naturales así como los conflictos bélicos denominados desastres antrópicos, no sólo han generado enormes pérdidas y daños a la infraestructura de las viviendas, la industria, las vías de comunicación y los servicios básicos, provocando enormes pérdidas a la economía de los países afectados (1). Los efectos son aún mayores si estos desastres afectan a los países de economías débiles comprometiendo de manera considerable sus esfuerzos de desarrollo, sin tomar en cuenta que algunos desastres pueden afectar la seguridad alimentaria de las poblaciones por la pérdida de la producción agrícola y ganadera por periodos de tiempo prolongados (2,3).

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Pero los efectos más significativos y no necesariamente bien cuantificados son las pérdidas directas e indirectas sufridas por las personas damnificadas, cuyas pérdidas, por ejemplo de sus bienes, significan muchas veces el resultado del esfuerzo de generaciones. Se suma a esto el impacto psicológico, traumas psíquicos que suelen acompañarlos de por vida particularmente si las pérdidas son asociadas a sufrimientos por pérdidas de sus seres queridos, las agresiones recurrentes y la incertidumbre que les genera un incierto futuro como es el caso de los desplazamientos humanos en desastres complejos (4).

La comunidad internacional siempre ha respondido de manera espontánea y solidaria para asistir a los damnificados en las etapas más críticas proporcionando asistencia médica, alimentación y abrigo. La asistencia humanitaria expresa lo más noble del género humano sin tomar en cuentas diferencias ideológicas o culturales que a veces separan a nuestros países (5).

Con el tiempo esta asistencia se ha sistematizado a la vez que se ha logrado importantes avances tecnológicos, por ejemplo la aplicación de métodos sofisticados para las labores de búsqueda y rescate de víctimas atrapadas en los escombros de un terremoto (6).

A nivel del sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus agencias especializadas, la asistencia humanitaria para casos de desastres naturales y de emergencias complejas ha mejorado continuamente a su vez de establecer mecanismos que permitan un accionar mas coordinado de las agencias y de la comunidad internacional.

La ONU ha estado permanente preocupada por la necesidad de disminuir los enormes daños provocados por los desastres y el sufrimiento humano, lanzando una serie de de iniciativas entre ellos el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (DIRDN) en la que se exhorta a los países a establecer políticas y realizar esfuerzos sostenidos en la aplicación de proyectos destinados a prevenir y mitigar los efectos causados por las catástrofes, iniciativa lanzada a comienzos de los años noventa (7).

Pero la preocupación de las Naciones Unidas no sólo ha estado orientada a estimular en los países la mejora de los mecanismos de prevención, sino también al interior de la misma ha generado un proceso de organización y gestión que permita responder de manera más efectiva a las demandas crecientes de asistencia humanitaria, estableciendo un Comité Permanente Interagencial para coordinar la asistencia humanitaria internacional para las situaciones de emergencia, comité que es presidido por el Coordinador de Socorro para las Emergencias, mismo que responde al Secretario General de la ONU. En este comité también participan la Cruz Roja Internacional (http://www.icrc.org) y organizaciones no gubernamentales relevantes comprometidas con la asistencia humanitaria.

La respuesta del sistema de las Naciones Unidas a las necesidades de apoyo humanitario, fue fortalecida con la creación de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH, http://ochaonline.un.org), como un mecanismo respuesta inmediata a necesidades de asistencia. Esta oficina tiene el mandato de formar equipos técnicos para su desplazamiento al área afectada y trabajar en apoyo de los equipos técnicos de la ONU en los países. En esencia las principales funciones de la OCAH son:

Simplificar los procesos de planificación coordinación y logística. Envío inmediato de misiones de emergencia para evaluación de daños y necesidades. Emitir de manera concertada con las agencias del sistema el lanzamiento internacional

para recaudar fondos para asistencia humanitaria (flash appeal). Organizar reuniones de agencias donantes y arreglos posteriores. Monitoreo de las acciones de acción humanitaria y publicar informes de la gestión de

los recursos.

Una de las mayores fortalezas del sistema de la ONU a través de la OCAH, es de disponer para liberación inmediata un Fondo Rotatorio Central para Emergencias, conocido como CERF por sus siglas en ingles (http://ochaonline.un.org/cerf), inicialmente establecida con un capital inicial de 50 millones de dólares, mismo que se ha incrementado a través de los años gracias

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al apoyo de países y agencias donantes. Según informes recientes de la OCAH desde el 2006 el CERF ha distribuido 446 millones de dólares en 53 países.

Este recurso financiero sirve a los países afectados para la movilización inmediata de la asistencia humanitaria, en base a una evaluación técnica de daños y necesidades y avaladas por las autoridades del país afectado. Los recursos utilizados de este fondo son posteriormente reembolsados, una vez que los países y agencias donantes hayan hecho sus contribuciones en base a un llamamiento internacional de emergencia “flash appeal” emitida por las ONU en consenso con las autoridades nacionales del país afectado.

El apoyo efectivo de la asistencia humanitaria de la ONU se hace con la movilización de expertos proporcionados por las agencias especializadas y acciones inmediatas de acuerdo a sus competencias y mandatos, en base al cual se ha otorgado roles específicos de liderazgo a las agencias del sistema de la ONU como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) cuyo representante en el país, desempeña a su vez el rol de Coordinador del Sistema de las Naciones Unidas en el país, y coordina las acciones de socorro y de transición hacia la reconstrucción. La Organización Mundial de la Salud (OMS) que tiene el liderazgo en los asuntos pertinentes a la salud y el medio ambiente; el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en el transporte y distribución de alimentos adquiridos o donados; el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) para el apoyo al funcionamiento de los establecimientos educativos; el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para la atención a las necesidades de la niñez y también para la asistencia a los aspectos relacionados con agua y saneamiento; la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para los asuntos relacionados con la recuperación del empleo; el Fondo para la Agricultura y Alimentos (FAO) para apoyo a la recuperación de la producción agropecuaria; la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y Desplazados (ACNUR) para la ayuda a los desplazados por el desastre. Las otras agencias del sistema actúan de acuerdo a sus mandatos y complementan las tareas de las agencias líderes.

La experiencia en materia de asistencia humanitaria a raíz de desastres naturales ha demostrado que el apoyo internacional en la fase de emergencia no suele ser suficiente para aliviar las necesidades de la población damnificada. Se ha observado a menudo que existe un vacío entre el periodo de post emergencia inmediata y la de reconstrucción, periodo en el cual los países suelen no estar aún preparados para iniciar su etapa de reconstrucción, cuya duración en tiempo es imprevisible pero no menor a uno o dos años, periodo en el que la población afectada aún continua sufriendo carencias importantes en materia de vivienda temporal, servicios básicos, alimentación y otras necesidades que permitan al damnificado tener condiciones de vida dignas en espera de la reconstrucción.

Por lo anterior la ONU ha extendido a través de la OCAH el periodo de su asistencia en la fase denominada de transición, que abarca el período entre la emergencia y la reconstrucción para el cual es aún necesario el concurso de las agencias y de la comunidad internacional y nacional proporcionado en conjunción con las instituciones nacionales los servicios de asistencia fundamentales tales como una vivienda temporal digna, servicios básicos esenciales, salud, abrigo, alimentos y si fuera posible la generación de empleo.

En lo concerniente al rol de la Organización Panamericana de la Salud, oficina regional de la Organización Mundial de la salud (OMS) en la asistencia humanitaria, su experiencia en la Región de las Américas es bastante reconocida, no sólo por ser la organización pionera en la creación y desarrollo de un programa sobre preparativos para emergencias y atención a los desastres que data desde finales de los años setenta, sino porque ha tenido un creciente protagonismo en la movilización de recursos para la asistencia de emergencia en el campo de la salud y ha generado una serie de iniciativas dentro del sector como es el caso del programa LSS/SUMA (http://www.lssweb.net/lss) que es un programa de cómputo, herramienta de logística muy útil y que permite el registro y flujo de las donaciones internacionales que llegan a un país afectado por un desastre y apoya a los niveles de decisión sobre la distribución e inventario de la asistencia.

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Otra de las iniciativas es la del “Hospital Seguro” para que los países altamente vulnerables a desastres naturales apliquen en sus instalaciones de salud conceptos de seguridad estructural no estructural y funcional, iniciativa que ha sido adoptado a nivel global (8).

La OPS ha desarrollado una amplia producción bibliográfica (ver http://www.paho.org/spanish/dd/ped/index.htm) para una mejor canalización de la asistencia humanitaria en base a la elaboración de guías para proveer ayuda eficaz, directrices para donación de medicamentos, evaluación rápida de necesidades, instalación de hospitales de campaña y otras (9).

Para la asistencia a las necesidades en salud derivadas del terremoto del pasado 15 de agosto que afecto el sur del Perú, la OPS ha canalizado más de 4 millones de dólares para la rehabilitación de los servicios de salud consistente en la compra de equipamiento para los establecimientos seleccionados del primer nivel de atención en las zonas afectadas por el terremoto, construcción de un módulo hospitalario temporal para el hospital de Pisco, construcción de un centro materno infantil con capacidad para 25 camas en Pisco, equipamiento de los centros operativos de emergencia (COE) de las zonas afectadas y la generación de capacidades de los recursos humanos en salud de las áreas afectadas por el desastre, adicionalmente del apoyo comprometido en otros proyectos (10).

Durante la emergencia del terremoto, la OPS ha movilizado expertos en varias disciplinas de la salud pública desde su sede central en Washington, sus oficinas subregionales y el grupo técnico de la Representación del a OPS en Perú, en apoyo al Ministerio de Salud y a las instituciones regionales y provinciales de salud.

No obstante de que la asistencia humanitaria en situaciones de emergencia ha sido una constante en la agenda internacional y está inscrita entre los fundamentos y principios de la acción humanitaria internacional y del derecho humanitario internacional, existen limitaciones importantes que de alguna manera podrían reducir su eficacia en función de tiempo y oportunidad de la respuesta.

En efecto, la ayuda internacional sólo se hace efectiva cuando el país afectado lo solicita y declare una “situación de emergencia”. Puede ocurrir el caso de que las autoridades no reconozcan la magnitud del desastre y sus propias limitaciones para responder a sus necesidades, o haya razones políticas internas para no declarar una situación de emergencia, ante este tipo de situaciones la comunidad internacional y el sistema de la ONU en su conjunto se encuentran impedidos de actuar a pesar de contar con información fiable sobre la magnitud de daños y necesidades de asistencia.

Tomamos como ejemplo reciente el impedimento del gobierno de Myanmar (mayo 2008) para que la comunidad internacional asista a las víctimas del tifón que ocasionó más de 100 000 muertes o las reticencias en principio a la aceptación de ayuda internacional por parte del gobierno de China para asistir a las víctimas del terremoto en la provincia de Sichuan (12 mayo 2008), que según estimaciones preliminares ha causado más de 35 000 muertes.

Este tipo de restricciones y otras particularmente observadas en desastres complejos y la búsqueda de mecanismos expeditivos para cumplir con la asistencia humanitaria de emergencia, es un tema de permanente discusión a nivel de los foros internacionales particularmente en el seno de la ONU y fuertemente impulsadas por las organizaciones no gubernamentales.

Otros aspectos importantes que restan eficacia a la acción humanitaria internacional, son las trabas burocráticas y los procesos administrativos complejos que suelen tener los países y que pese a declarar oficialmente una situación de emergencia, los procesos burocráticos toman su propia dinámica en perjuicio de la efectividad de la asistencia.

Finalmente no obstante de que los países han aprobado y adoptado las resoluciones de la ONU en el tema de reducción de los desastres, o compromisos acordados en foros

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internacionales como el caso de a conferencia de Kobe para la implementación de medidas tendientes a la construcción y funcionamiento de hospitales seguros, los esfuerzos desarrollados hasta ahora son muy limitados (11).

Como se podrá apreciar, pese a los evidentes avances en materia de asistencia humanitaria internacional, todavía existen espacios de arduo trabajo a nivel de los foros internacionales, para viabilizar la asistencia internacional en caso de emergencia, sin que haya restricciones a nivel de los países afectados y sólo pensando en la necesidad de alivio inmediato a las necesidades más urgentes de la población.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Morales-Soto N, Alfaro-Basso D. Génesis de las contingencias catastróficas: etiopatogenia del desastre. Rev Peru Med Exp Salud Publica. 2008; 25(1): 101-8.

2. McEntire DA. Development, disasters and vulnerability: a discussion of divergent theories and the need for theri integration. Disaster Prev Manag. 2004; 13(3): 193-98.

3. Carter MR, Little PD, Mogues T, Negatu W. Poverty traps and natural disasters in Ethiopia and Honduras. World Dev. 2007; 35(5): 835-56.

4. Cohen RE. Lecciones aprendidas durante desastres naturales: 1970-2007. Rev Peru Med Exp Salud Publica. 2008; 25(1): 109-17.

5. Quintana O. La ayuda humanitaria. En: Estébañez P. Medicina humanitaria. Madrid: Diaz de Santos; 2005. p. 443-49.

6. B irch M, Miller S. Humanitarian assistance: standards, skills, training, and experience. BMJ. 2005; 330: 1199-201.

7. United Nations, Inter-Agency Secretariat of the International Strategy for Disaster Reduction. Living with the risk: a global review of disaster reduction initiatives. Geneva: UN/ISDR; 2004.

8. O rganización Panamericana de la Salud. Hospitales seguros. Una responsabilidad colectiva. Un indicador mundial de reducción de desastres. Washington DC: OPS; 2005.

9. O rganización Panamericana de la Salud. Asistencia humanitaria en caso de desastres. Guía para proveer ayuda eficaz. Washington DC: OPS; 1999.

10. A rosquipa C, Pedroza J, Cosentino C, Pardo K. La ayuda oficial al desarrollo en salud en el Perú. Rev Peru Med Exp Salud Publica. 2007; 24(2): 163-78.

11. Morales-Soto N, Sato-Onuma J. Vulnerabilidad del componente organizativo y funcional de grandes hospitales. Rev Peru Med Exp Salud Publica. 2008; 25(2): 225-29.

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Grandes desastres...grandes respuestas

Major disasters great responses

 

Nelson Morales-Soto1

1 Médico emergenciólogo. Sociedad Peruana de Medicina de Emergencias y Desastres. Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú.

 

RESUMEN

Se presenta una revisión sucinta de los grandes siniestros acaecidos en el Perú durante el siglo XX, que demandaron grandes respuestas. Se intenta identificar los acontecimientos que con mayor influencia moldearon la evolución de la especialidad de medicina de emergencias y desastres, para analizar posteriormente la preponderancia de cada uno de ellos en el ejercicio profesional y técnico, la docencia universitaria y los servicios de emergencia de los establecimientos de salud.

Palabras clave: Desastres naturales; Desastres antropogénicos; Planificación en desastres; Recursos humanos en desastres; Emergencias en desastres; Perú (fuente: DeCS BIREME).

ABSTRACT

Provides a brief review of the major catastrophes that occurred in Peru during the twentieth century, which demanded greats responses. It tries to identify the most influential events that shaped the evolution of the emergency and disaster medicine specialities, then look for the preponderance of them in professional and technical practices, university teaching and the emergency services of health centers.

Key words: Natural disasters; Man-made disasters; Disaster planning; Human resources in disasters; Disaster emergencies; Peru (source: DeCS BIREME).

 

¿Hemos sido los peruanos capaces de prever el impacto de eventos catastróficos y prepararnos para amenguar y afrontar sus efectos?

El registro histórico revela la importancia que han tenido los grandes desastres en la evolución del país (1-3), en ellos cumplieron un papel muy definido la amenaza territorial (4,5), las acciones del hombre (6-9) y el entorno biológico (10,11).

El advenimiento de las culturas europeas en el siglo XV alteró el nivel de comprensión que las culturas andinas precolombinas habían alcanzado en sus relaciones con el entorno y su concepción del adecuado uso y ocupación territorial (1-3). Hoy reconocemos la importancia que ello tiene en la salud de la población (12,13).

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En la etapa reciente, pocas veces hemos sido capaces de prever eventos adversos de gran magnitud, por lo general éstos sorprendieron a la comunidad y forzaron la respuesta sanitaria y social y promovieron las innovaciones. La historia de la medicina de emergencias y desastres (14) se ha construido por la alternancia de eventos adversos (grandes emergencias, desastres) y de hechos positivos como la creación de instituciones, innovaciones y contribuciones (descubrimientos, implementación e institucionalización de organizaciones, normas y otros recursos para la protección y asistencia en caso de eventos adversos), por lo común los primeros sirvieron de catalizador y alentaron o aceleraron la implementación de los segundos.

Esta es una relación sucinta de los grandes siniestros que, en el siglo XX, demandaron grandes respuestas, la selección ha sido hecha por especialistas de la Sociedad Peruana de Medicina de Emergencias y Desastres, Comité Peruano de RCP y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en ella se intenta identificar los acontecimientos que con mayor influencia moldearon la evolución de la especialidad para analizar posteriormente la preponderancia de cada uno de ellos en el ejercicio profesional y técnico, la docencia universitaria y los servicios de emergencia de los establecimientos de salud.

GRANDES DESASTRES

1940: Terremoto, litoral central

El 24 de mayo, 11h35, se produjo un terremoto de magnitud 8,2 Ms, intensidad VIII en la escala de Mercali modificada (MM), con aceleraciones de 0,4g, epicentro: 11,2 ºS, 77,79 ºO, hipocentro: 50 km de profundidad a 120 km NO de Lima. Cinco mil casas destruidas en el Callao, 179 muertos y 3500 heridos en Lima, 80% de viviendas colapsadas en Chorrillos, el malecón se agrietó y hundió en tramos. Las construcciones antiguas en Lima sufrieron grandes daños. Averías en construcciones de concreto armado en el Callao (Compañía Nacional de Cerveza) y dos edificios de la Universidad Agraria de La Molina. Algunos hundimientos en la zona portuaria con daños a los muelles y la vía férrea. Interrupciones en la carretera Panamericana Norte por deslizamientos de arena en el sector de Pasamayo. Maremoto con retiro del mar a 150 m y retorno con olas de 3 m de altura que anegó totalmente los muelles. Fallecieron unas diez mil personas (15).

1950: Terremoto, Cusco

El 21 de mayo se produjo un terremoto de gran intensidad que causó severos daños en el Cusco monumental, pues se destruyeron 3000 viviendas. Los daños causados dieron paso a una etapa de modernización (ensanchamiento de calles y demolición de casas) que condujo a la pérdida de monumentos arquitectónicos alterándose el centro histórico (16).

1964: Pánico colectivo, Estadio Nacional de Lima

En la tarde del 27 de mayo algunos de los 47 mil espectadores del encuentro de fútbol entre Perú y Argentina reaccionaron violentamente contra una decisión del árbitro en las clasificatorias para las Olimpiadas de Tokio, intentaron ingresar al campo deportivo y la policía arrojó gases lacrimógenos hacia las tribunas, los espectadores al huir hallaron que las puertas metálicas exteriores habían sido cerradas, cundió el pánico y en el tropel murieron 328 personas asfixiadas o pisoteadas, otras mil sufrieron lesiones, en la calle las turbas causaron destrozos en los alrededores. Hubieron sanciones y se tomaron medidas para que las puertas permanecieran abiertas y se facilitara la evacuación en caso de contingencias, se redujo el aforo a 42 mil personas. Es considerada la mayor tragedia ocurrida en un coliseo deportivo (17).

1966: Terremoto, litoral central

Ocurrió el 17 de octubre a las 16.41 h con magnitud de 7,5; intensidad VIII-IX MM, hipocentro: 38 km 10,7 ºS, 78,7 ºO. Los mayores daños ocurrieron en San Nicolás, a 120 Km de Lima, IX

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MM, Huacho VIII MM y Puente Piedra. En Lima alcanzó VI MM en la parte central. En las zonas antiguas del Rímac y del Cercado, zonas adyacentes a los cerros y una banda a lo largo del río Rímac incluyendo el Callao llegó a VII MM. En La Molina VIII MM. La aceleración registrada fue de 0,4 g y el período predominante 0,1 segundos. Los mayores daños se registraron en los edificios de poca altura, en edificios altos hubo grietas en muros de tabiquería (18).

1970: Terremoto, litoral norte y aluvión en el Callejón de Huaylas

Ocurrió el 31 de mayo a horas 15.33 h con una magnitud de 7,8 grados Richter, epicentro marino a 50 km frente a la costa de Ancash entre Casma y Chimbote e hipocentro a 24 km de profundidad, fue sentido en 1300 km a lo largo del litoral desde Nazca a Guayaquil y 300 km al este tierra adentro en un área de 350 000 km2, fue seguido de un aluvión en el Callejón de Huaylas. Ambos eventos causaron el deceso a 65 000 personas y heridas a otras 160 000 siendo catalogado como el terremoto más mortífero del siglo en el continente americano (18-20).

1974: Terremoto, litoral sur

Se produjo el sismo el 3 de octubre a las 09.31 h con epicentro localizado a 70 km al S-SO de Lima registró aceleraciones máximas de 0,26 g y período dominante de 0,2 segundos. Los mayores daños ocurrieron en La Molina VIII-IX MM, donde dos edificios de concreto armado colapsaron y otros resultaron muy dañados. En el Callao y Chorrillos VII –VIII MM, algunas construcciones de concreto armado sufrieron daños y las de adobe colapsaron (21).

1980-2000: Subversión armada

Se inició en 1980 con la destrucción de ánforas electorales en Chuschi, Ayacucho, en las inmediaciones aparecieron pintas de índole política, poco después se conoció la existencia de un movimiento subversivo que se autodenominó Partido Comunista-Sendero Luminoso (PCP-SL). En 1981 se inició el asesinato sistemático de policías y la voladura de torres de alta tensión, ese año ocurrieron 700 atentados terroristas, en marzo de 1982 fue atacada la cárcel de Ayacucho de donde fugaron 130 acusados de terrorismo, en represalia fueron victimados varios supuestos terroristas internados en el hospital de la ciudad, la caída de Vilcashuamán en agosto mostró las limitaciones de la policía por lo que se movilizó personal de las Fuerzas Armadas a Ayacucho. En 1983 se produce el asesinato de periodistas en Uchuraccay- Ayacucho, en 1984 la lucha se intensifica y aparece la primera fosa clandestina con 50 cadáveres con signos de muerte violenta. En 1985 estalla un coche-bomba al lado del Ministerio del Interior, al iniciarse un nuevo gobierno en 1986 se produce una insurrección en los penales donde murieron 126 presos en Lurigancho, 138 presos en El Frontón y dos en Santa Bárbara. En 1989 el gobierno entrega armamento a las Rondas Campesinas e interviene la seguridad al interior de las universidades, se producen posteriormente asesinatos de civiles en el jirón Huanta y la Universidad La Cantuta, en 1992 ocurre un atentado con 500 kg de explosivos en la calle Tarata en Miraflores que deja 23 muertos, 132 heridos (64 de ellos graves). El 12 de setiembre de 1992 es capturado el líder del movimiento subversivo PCP-SL. El 25 de mayo del 2001 el gobierno aprobó la creación de una Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) para analizar el fenómeno subversivo y sus efectos y formular un programa de reparaciones; en su informe establece que la cifra de víctimas entre muertos y desaparecidos llegó a 69 280 personas, 40% de ellos se concentró en Ayacucho, 79% fueron campesinos y 75% tenía el quechua como idioma materno (22,23).

1982-83: Fenómeno El Niño

Catalogado como “muy intenso”, intensidad 5 (en la escala de 1 a 5) con efectos catastróficos. Los efectos devastadores alcanzaron a 16 departamentos del país y duraron 210 días. Se registró lluvias torrenciales, desborde de ríos, inundaciones, huaicos y sequías (particularmente graves en el altiplano sur), siendo los departamentos más afectados los de Piura y Puno. Se registró 1 267 720 afectados, 512 muertos, 1 304 heridos y 25 100 enfermos, 587 120 personas quedaron sin vivienda. Se afectaron 111 000 viviendas y se destruyeron otras 98 000. Se exacerbaron la malaria y la peste, paralelamente se afectaron 260

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establecimientos de salud. Se calcularon las pérdidas en 1 000 millones de dólares y se afectó el PBI en -12% (24).

1986: Terremoto, Cusco

A horas 15.14 h del 5 de abril de 1986 se produjo un sismo con magnitud 5,4 Mb, intensidad máxima VI-VII MM con hipocentro a 57 km de profundidad (Latitud 13,48°, Longitud 71,91° grados), epicentro a 8 km al NE de la ciudad. El evento causó daños de mediana gravedad, produjo la muerte de siete personas, 80 heridos y unos 13 000 damnificados; se percibió en 11 000 km2 observándose deslizamientos y algunos hundimientos. El hipocentro se habría originado en el área de fallas activas de Tambomachay, localizado al NE de la ciudad. Se registraron las mayores intensidades en la plazoleta Belén del distrito de Santiago, Universidad San Antonio Abad, Hospital Regional del Ministerio de Salud y Seguro Social, el Coliseo Cerrado y el Parque Zonal (18).

1991: Epidemia de Cólera

Las pobres condiciones de saneamiento ambiental fueron propicias para que en la última semana de enero se presentaran los primeros casos en el barrio La Candelaria en Chancay, casi en simultáneo se registraron casos en Chimbote en cuyos tres hospitales se atendieron 900 pacientes en la primera semana y unos 300 diarios durante el mes de febrero, en que se extendió a la costa y la sierra llegando a la selva en marzo. Al finalizar el año se reportaron 322 mil enfermos y unos tres mil fallecidos (25).

1997-98: Fenómeno El Niño

Catalogado como muy intenso, intensidad: 5 (en la escala de intensidad 1 a 5), con efectos catastróficos. Los efectos devastadores alcanzaron a 23 departamentos del país, duraron 180 días y se cuantificaron 647 eventos adversos. Se registraron en gran intensidad y número lluvias torrenciales, desborde de ríos, inundaciones, huaicos y sequías (particularmente graves en el altiplano sur), siendo los departamentos más afectados los de Piura y Puno. Se registraron 549 000 personas afectadas, 1 146 fallecidos, 168 575 enfermos (1 423 012 episodios de diarrea y 140 134 de cólera, 24 609 casos de dengue). Se afectaron 108 000 viviendas y se destruyeron otras 42 342; se dañaron 511 establecimientos de salud. Las pérdidas económicas se estimaron en 1 800 millones de dólares (1 200 millones en bienes públicos) (24,26).

2001: Terremoto, litoral sur

El 23 de junio a las 15.30 h se produjo un sismo de gran intensidad con epicentro marino a 83 km de Atico, norte de Arequipa, hipocentro de 33 km, magnitud de 8,4 Mw, aceleración horizontal máxima de 250 gals e intensidades de VI–VII MM, afectó a unos 200 mil habitantes en una extensión de 40 000 km2 en los departamentos de Tacna, Moquegua, Arequipa y Ayacucho. Treinta minutos después del sismo la costa de Camaná, Arequipa, fue golpeada por un maremoto. El Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) reportó 65 muertes, 2 700 heridos, 220 000 damnificados y 24 500 viviendas colapsadas, en su mayoría construcciones de adobe (27).

2001: Incendio en Mesa Redonda, Lima

A las 19.15 horas del 29 de diciembre la demostración de un artefacto pirotécnico, hecha por un vendedor informal, desató un incendio que alcanzó proporciones dantescas en el centro de Lima comprometiendo unas cinco cuadras de galerías comerciales en Mesa Redonda en las cuales, además de la extendida tugurización, hacinamiento y sobreocupación de mercadería se almacenaban unas 900 toneladas de pirotécnicos. El evento causó la muerte a 277 personas, heridas a otras 600 (gran parte de ellos graves), 352 desaparecidos y pérdidas materiales por unos diez millones de dólares. En la zona central del incendio se habrían producido temperaturas de hasta 1200 ºC lo cual carbonizó a las víctimas, una bola de fuego

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de 800 ºC se desplazó por la calles atrapando personas y vehículos. La investigación preliminar mostró negligencia de autoridades, comerciantes y compradores y el total incumplimiento de las normas de seguridad constructiva a pesar de las repetidas denuncias de los bomberos (28).

INSTITUCIONES, INNOVACIONES Y CONTRIBUCIONES

1912: La Asistencia Pública: inauguración

El 25 de febrero fue inaugurada la Asistencia Pública con sede central en la calle León de Andrade como respuesta a la necesidad de este tipo de atenciones y la presión de la opinión pública, asignándole ambientes para cirugía, sala para niños, un servicio de camillas e instrumental de cirugía y personal constituido por un médico, cirujano, traumatólogo y un médico domiciliario. Fueron creados en total seis puestos de socorro en otros distritos. En 1956 ya disponía de 36 médicos organizados en tres equipos que llegaban a atender hasta 500 pacientes en los días comunes y 1500 en domingos y feriados. El Puesto Central, ubicado entonces en la avenida Grau, fue cerrado el 20 de julio de 1980 y al ocurrir esto se evidenció el insuficiente desarrollo alcanzado por los servicios de emergencia de algunos hospitales, hecho que se hacía más patente por la visible falta de coordinación entre las instituciones (29).

1965: Plan hospitalario para desastres

La primera versión identificada fue redactada con el título de “Plan operativo para grandes emergencias” en el Hospital de Policía. Su aplicación en el terremoto de 1966 permitió establecer mejoras sustanciales respecto a volumen, concisión, flexibilidad y difusión requerida por el documento. Cuatro años después el terremoto de 1970 mostró las proporciones descomunales que podía alcanzar una catástrofe y desnudó la falta de preparación reinante en la región. Un tercer terremoto en 1974 permitió validar el plan el cual fue difundido con el título de “Procedimientos operativos vigentes en desastres” sirviendo como insumo para los planes hospitalarios para desastre en América Latina. La versión más reciente “Seguridad en hospitales. Plan hospitalario para desastres. Procedimientos operativos: Preparativos, respuesta y tarjetas de acción” fue editado en el 2001 por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (30).

1970: Hospital de Campaña, del Instituto Peruano de Seguridad Social

Fundado el 3 de junio de 1970, por el doctor Donald Morote como respuesta inmediata a la necesidad de socorrer a los damnificados del terremoto de Huaraz, viajaron 22 médicos, 10 enfermeros y 15 técnicos de enfermería como voluntarios. En 1983 atendió a la población afectada por los efectos climatológicos e inundaciones causadas en el norte del país por el Fenómeno El Niño (31).

1972: El Sistema Nacional de Defensa Civil, INDECI

Se crea por Decreto Ley N.º 19338 del 28 de marzo de 1972. El Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) es el órgano rector. Tiene como objetivos evitar o mitigar la pérdida de vidas, bienes materiales y el deterioro del medio ambiente, que como consecuencia de la manifestación de los peligros naturales o tecnológicos en cualquier ámbito del territorio nacional, pueda convertirse en emergencia o desastre, atentando contra el desarrollo sostenible del Perú. El Reglamento de la Ley del Sistema Nacional de Defensa Civil se promulga el 17 de mayo de 1988 por Decreto Supremo N.º 005- 88-SGMD (32).

1978: Primeras asociaciones profesionales: Medicina para casos de catástrofe

En 1978 se fundó la “Sociedad Peruana de Medicina para Casos de Catástrofe” la cual organizó el “Primer Congreso Internacional de Medicina para Caso de Catástrofe”, “Primer Congreso Peruano de Medicina para Caso de Catástrofe”, “Primer Curso Internacional y Primer

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Curso Nacional de Medicina para Caso de Catástrofe” y “Primer Curso Nacional de Medicina para casos de Catástrofe de Proyección Médica a la Industria”, actividades que se desarrollaron en Lima entre el 18 al 25 de abril de 1979 (33).

1980: Hospital de Emergencias “José Casimiro Ulloa”, inauguración

El 16 de julio fue inaugurado en su sede de la Av. República de Panamá, sobre una planta física hospitalaria (2 sótanos y 6 pisos) que fue construida por el Club de Leones de Miraflores; el nuevo local ampliaba los servicios a la comunidad que brindó por largos años la Asistencia Pública de la avenida Grau para lo cual desde su creación contó con 4 quirófanos, 100 camas de internamiento, unidad de cuidados intensivos, exámenes auxiliares y tecnología adecuada a su tiempo. Con el tiempo se sumaron especialistas de otros campos para completar los equipos de guardia y asegurar una atención calificada en la que privilegia la oportunidad (34).

1981: Programas de preparativos para desastres, OPS/OMS, USAID/OFDA

En julio el Programa de Preparativos para Desastres y Coordinación de la Ayuda Internacional, PED, de la Organización Panamericana de Salud (OPS) destacó un asesor para la subregión Sudamérica con sede en Lima, siendo el primer asesor subregional el doctor Miguel Gueri, fue reemplazado por el Dr. Luis Jorge Pérez Calderón. El Consejo Directivo de la OPS, en su Resolución X de octubre de 1976, había establecido la necesidad de tener un programa de Preparativos para Desastres y Coordinación del Socorro. Las Resoluciones XXXVI, de octubre de 1979, y XL, octubre de 1980, recomendaron al Director la conveniencia de fortalecer el programa en su componente de colaboración técnica y la actuación rectora del sector salud en el campo de la atención de víctimas, saneamiento ambiental, nutrición, vigilancia epidemiológica con posterioridad a los desastres. Se contó además con el apoyo de USAID que, en 1964, designó un Coordinador para Asistencia de Desastres en el Exterior, posteriormente la Office Foreign Disaster Assistance (USAID-OFDA), agencia cuyo mandato era reducir el impacto económico y social de los desastres; en sus primeros 40 años de gestión proporcionó atención a dos mil declaraciones de desastre (35,36).

1982: Plan operativo para las atenciones de emergencia médico-quirúrgicas en la VI Región de Salud de Lima”

Aprobado por Resolución Viceministerial N.º 0025-82- SA/DVM del 24 de abril de 1982, la cual expresa en sus Considerandos: “Que, de acuerdo a la concepción moderna y universal de las emergencias médicoquirúrgicas, existe el planteamiento de la necesidad de una atención inmediata y eficiente al paciente en situación de emergencia, en el mismo lugar de los hechos para su traslado oportuno al hospital más adecuado para su recuperación…”, y en su parte resolutiva: “Aprobar el texto del plan de atención en foco y traslado de pacientes en Lima Metropolitana, presentado por el Director del Hospital de Emergencias…”. Se constituyó en el estudio más sólido de la atención de emergencias en Lima, situación que consideró como insatisfactoria (37).

1982: Sociedad Peruana de Medicina de Emergencias y Desastres

El 25 de mayo de 1982 los jefes y médicos de los servicios de Emergencia de los Hospitales de Lima, quienes se reunían con alguna regularidad para revisar temas de su especialidad, definieron su interés en formalizar una sociedad médica especializada y promover el interés de las universidades para la implementación de especialidades profesionales en emergencias. Esta es considerada la fecha fundacional de la Sociedad Peruana de Medicina de Emergencias, el 13 de abril de 1983 se redactó el acta de la primera reunión de los médicos emergencistas de las Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales, Ministerio de Salud y Seguro Social del Perú (38).

1983: Unidades de shock-trauma

Al concluir el año 1982 se había duplicado la atención de 1978 pero la incidencia de pacientes graves y demanda masiva de víctimas de explosiones había crecido exponencialmente en el

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servicio de emergencia el cual generaba hasta 55% de los internamientos nosocomiales. Se decidió crear unidades altamente especializadas para atención de la grave urgencia generada por la violencia, las Unidades de Shock- Trauma. El espectro e incremento constante del volumen y gravedad de la demanda estaban plenamente configurados y en medio del conflicto bélico los recursos materiales serían menos accesibles. Quedó claro que era la oferta de servicios la tenía que mejorarse a través de la tecnología y de las competencias de las personas. Para ello había que implementar un proceso que secuencialmente separara al ingreso los graves de los leves para privilegiar la oportuna atención de los primeros (triage en emergencia), había que darles luego un servicio de estabilización cardiorrespiratoria (Unidad de shock-trauma), lo cual no era simplemente disponer de un ambiente físico con un determinado equipamiento y recursos humanos y logísticos, era más bien crear una actitud compartida, protegida y practicada por todo el equipo destinada a salvar al grave, a lograr la máxima eficiencia de los servicios y asegurar la atención de todos los usuarios (39).

1985: Oficina de Defensa Nacional, MINSA: Creación

En 1985, por D.S. N.º 057-89-SA, el Ministerio de Salud creó la Unidad de Preparación contra Desastres (UPCD), como un servicio dependiente de la Alta Dirección y con alcance nacional. En 1986 aprueba su Manual de Organización y Funciones por R.M. N.º 0069-86-SA/ DVM, definiéndola como un órgano normativo, asesor y supervisor, encargándosele la planificación, coordinación y ejecución de las acciones de salud necesarias para afrontar las situaciones de desastre e intervenir en aquellos fenómenos que amenazaran la vida o la salud de la población y excedieran la capacidad de respuesta de la comunidad afectada. El 28 de abril de 1987, por D.S. Nº 022-87-SA, la Unidad pasa a depender de la Oficina de Defensa Nacional (ODN-MINSA), organismo integrante de la Alta Dirección cuya función principal era conducir la formulación del Plan Sectorial de Acción contra Desastres y Emergencias en labor coordinada con los gobiernos locales y regionales. En el año 2001 las funciones de la Oficina de Defensa Nacional, ODN, fueron incorporadas al Reglamento de la Organización y Funciones del Ministerio de Salud a través de la Resolución Ministerial N.º 410-2001-SA/DM (40).

1986: La Comisión SELICA

En el año 1986 la Resolución Ministerial N.º 597-86- SA/DM designó la “Comisión permanente del sistema de atención de emergencias de Lima-Callao”, con la finalidad de diseñar la estructura organizativa del sistema 125-32. Grandes desastres…grandes respuestascuyas bases preliminares habían sido diseñadas en el “Plan operativo para las atenciones de emergencias médico-quirúrgicas en la VI Región de Salud de Lima”, propuesto por la comisión designada por R.V.M. 0026- 82 y publicado en 1983. La nueva comisión fue presidida por el representante del Ministerio de Salud y contó con delegados de instituciones de salud que acreditaron sus expertos en emergencias. El intenso trabajo de la comisión se volcó en su informe final el cual fue publicado en 1988. El documento proporcionó valiosos elementos de juicio para la toma de decisiones en una etapa en que la atención de emergencia, adoptaba ya un enfoque sistémico y concordaba con la voluntad política para impulsar ese campo, conforme lo ratificaron las palabras del Ministro de Salud aparecidas en el prefacio del documento. Desafortunadamente el proyecto no se implementó pese al esfuerzo y buena voluntad del presidente y los miembros de la comisión (41).

1987: Estudios de vulnerabilidad sísmica de hospitales en el Perú

A propuesta de la Comunidad Económica Europea y con fondos de ésta, de la Organización Panamericana de Salud, del Ministerio de Salud y del Seguro Social del Perú se hizo un estudio técnico de la vulnerabilidad sísmica de 15 grandes hospitales públicos del país en sus aspectos físicos (componentes estructural, no estructural, líneas vitales) y funcionales (organización y procesos). Los resultados mostraron importante grado de vulnerabilidad en establecimientos públicos. En el estudio participaron profesionales de la Universidad Nacional de Ingeniería, CISMID, Universidad Nacional Mayor de San Marcos y otras instituciones (42).

1992: Segunda especialización en medicina de emergencias y desastres: Creación del programa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima

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En abril de 1983 el autor presentó a la Sociedad Peruana de Medicina de Emergencias el “Plan educativo piloto para el residentado médico en emergencias” instalado con éxito en el Hospital de la Sanidad de las Fuerzas Policiales para la creación de la especialidad, la propuesta fue aprobada y se inició la gestión de creación. En la Facultad de Medicina de San Fernando, el 10 de setiembre de 1992, el Consejo de Facultad por Acuerdo N.º 468 tomado en su sesión XXVIII aprobó la creación de la especialidad de medicina de emergencias y desastres y el plan curricular respectivo. Se convocó el ingreso de la primera promoción de en el verano de 1993 (43).

1999: Consejo Peruano de Reanimación, CPR

En noviembre de 1999 se fundó el Consejo Peruano de Reanimación (CPR) por encargo del Consejo Directivo del Consejo Latinoamericano de Resucitación (CLAR), miembro del International Liaisson Committee on Resuscitation (ILCOR), actual Comité Científico de la Fundación Interamericana del Corazón (FIAC). Se le asignó la misión de promover la conservación de la vida y la salud de las personas en riesgo de sufrir muerte súbita a través de la promoción, prevención, certificación y atención del paro cardiorrespiratorio en todos los niveles estableciendo normas para el tratamiento y tratando de disminuir la morbimortalidad (44).

2002: Acreditación de la calidad en la formación y el ejercicio profesional de la especialidad

En cumplimiento de la normal legal la Comisión Nacional de Residentado Médico (CONAREME), inició en el año 2000 el proceso para la implementación de los estándares mínimos en segunda especialización con la aprobación de las “Normas y procedimientos de acreditación de programas de segunda especialización en medicina”, los “Estándares mínimos institucionales para la acreditación de programas de segunda especialización en medicina humana” y los “Estándares mínimos de formación profesional en segunda especialización”. Los estándares de formación profesional en la especialidad comprenden competencias en las áreas social (se prioriza el ámbito de los valores), asistencial, proyección social, docente, investigación y gerencial y fueron aprobadas en el año 2001. Ambos programas de estándares se han aplicado desde su creación (45).

2002: Medicina de emergencias y desastres en el pregrado universitario

La conjunción de fenómenos naturales extremos, como el terremoto de Huaraz que produjo 65 000 muertes y 150 000 heridos o las inundaciones de El Niño, que en 1982-1983 ocasionaron una caída del PBI en -12%, y los eventos antrópicos como la violencia terrorista iniciada en los años 80 que causó la muerte o desaparición de 69 000 personas y pérdidas por unos 30 000 millones de US dólares aunados a la accidentalidad cotidiana del transporte terrestre que ocasiona unas 3000 muertes anuales justificaron plenamente la inclusión de un curso de emergencias y desastres en el plan curricular de los estudios de medicina. Implementar este paso exigió un largo proceso de formación de especialistas que pudieran convertirse en docentes conforme lo exigen las normas de acreditación universitaria. Unos mil estudiantes de medicina han recibido y aprobado este curso desde su implementación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de donde se extenderá a otras universidades (46).

2003: Consejo Nacional de Salud y propuesta de creación del Sistema Nacional de Protección y Asistencia Médica para Emergencias y Desastres

La Ley 27813, 13 de agosto del 2002, crea el Sistema Nacional Coordinado y Descentralizado de Salud (SNCDS), al que encarga coordinar la aplicación de la política nacional de salud; el Consejo Nacional de Salud, parte del SNCDS, es un órgano consultivo del Ministerio de Salud que cuenta con un Comité de Emergencias y Desastres, el cual, durante las gestiones 2002 al 2004, acordó priorizar la creación de un Sistema Nacional de Protección y Asistencia Médica de Emergencias y Desastres incluyendo a las Centrales de Regulación de la Atención Médica de Emergencias y Desastres en grandes ciudades, una Dirección General de Emergencias y Desastres y un Fondo Nacional para la Atención Médica de Emergencias (47).

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2006: Se reconoce al especialista en medicina de emergencias y desastres como Jefe del Servicio de Emergencia de los establecimientos de salud

El 20 de abril se aprueba la NTS N.º 042-MINSA/ DGSP.V.01 “Norma técnica de salud de los servicios de emergencia” mediante Resolución Ministerial N.º 386-2006/MINSA la cual establece que en los Establecimientos de Salud II-1, II-2, III-1 y III-2 el médico jefe de servicio es un médico con título de segunda especialización en medicina de emergencias y desastres o medicina interna inscrito en el registro de especialistas del Colegio Médico del Perú, con constancia de recertificación y participación en educación médica continua expedidas por instituciones reconocidas, y constancia de labor continua mayor de tres años en el servicio de emergencia para hospitales II y III, y con estudios en gestión o administración de servicios de salud u hospitales, mínimo tres meses para hospital II y seis meses para hospital III (48).

Hoy se reconoce que gran parte de los desastres tienen un carácter cíclico, algunos por la constancia de las amenazas, otras por el crecimiento de las vulnerabilidades. En una u otra forma, debemos fortalecer los organismos, mecanismos y recursos necesarios para desarrollar una efectiva gestión del riesgo y preparar las ciudades para enfrentar los efectos de eventos catastróficos.

 

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Correspondencia: Dr. Nelson Raúl Morales Soto, Sociedad Peruana de Emergencias y Desastres. Lima, Perú. Dirección: Av. Alameda La Molina Vieja N.° 695, Dpto. 206. La Molina, Lima. Teléfono: (511) 365 8891 Correo electrónico: [email protected]

 

Fecha de recepción: 08-03-08 Fecha de aceptación: 19-03-08

 

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Lecciones aprendidas durante desastres naturales: 1970-2007

Lessons learned during natural disasters: 1970-2007

 Raquel E. Cohen1

1 Médico psiquiatra salubrista, consultora en salud mental en desastres de la Organización Panamericana de la Salud. Faculty of Medicine, Miami University. Miami, USA.

RESUMEN

Los desastres naturales impactan vidas y propiedades, devastando comunidades por largos periodos. En este articulo se presenta, cómo algunos conocimientos basados en experiencias y el avance de la ciencia biológica, psicosocial y de la conducta, siguen ayudándonos a entender el comportamiento del sobreviviente. La capacidad de poder aplicar lineamientos y operaciones de ayuda, obtener datos y prácticas basadas en evidencias, así como estudios empíricos en el ámbito de desastres, es un proceso evolutivo para los profesionales en este campo.

Palabras clave: Salud mental; Desastres naturales; Trastornos de estrés traumático; Apoyo social; Personal de salud (fuente: DeCS BIREME).

ABSTRACT

Natural disasters affect lives and property, devastating communities for extended periods. This paper shows how some knowledge based on experiences and progress of science biological, psychosocial and behavioural, are still helping us to understand the behaviour of the survivor. The ability to implement guidelines and aid operations, data and practices based on evidence and empirical studies in the field of disaster is an evolutionary process for professionals in this field.

Key words: Mental health; Natural disasters; Traumatic stress disorders; Social support; Health personnel (source: DeCS BIREME).

Los desastres naturales impactan vidas y propiedades, devastando comunidades por largos periodos. A menudo, son eventos que están más allá de nuestra habilidad de predecir, prevenir o controlar, como por ejemplo el terremoto en la región de Ica, Perú 2007. Los desastres convierten a los ciudadanos, incluyendo niños, adultos mayores, enfermos crónicos y discapacitados, en sobrevivientes que deben lidiar con traumas, pérdidas y situaciones de crisis, para poder después reconstruir sus vidas. En muchas situaciones los profesionales de la salud sobrevivientes, son al mismo tiempo, víctimas del evento y deben regresar a sus responsabilidades de emergencia y ayuda.  

Para organizar e implementar programas de salud mental postdesastre, se debe contar con servicios integrados, interactivos con coordinación flexible entre todas las agencias de

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emergencia como defensa civil, policías, bomberos, profesionales de salud y representantes del gobierno. Es importante conocer que mientras las brigadas de salud mental se están organizando para ayudar a los sobrevivientes, muchas otras actividades están lideradas por otras agencias dentro de los sistemas de gobierno/ ONG/ agencias privadas. También, estas agencias emitirán decisiones que afectarán la salud mental de los sobrevivientes que tienen otras prioridades y responsabilidades como albergues, transporte o reconstrucción de vecindarios.

PRIMERAS LECCIONES / BASE CONCEPTUAL

La ciencia y arte de poder comprender las reacciones humanas y como ayudar a los sobrevivientes, continua evolucionando a través del tiempo. Con el pasar de los años y a medida que adquirimos más conocimientos, los programas de salud mental en desastres han estado evolucionando y estableciendo lineamientos para planificar y organizar la ayuda a los sobrevivientes, cada vez más efectiva debido al incremento de conocimientos prácticos, conceptuales y científicos.

En este articulo se presenta, cómo algunos conocimientos basados en experiencias y el avance de la ciencia biológica, psicosocial y de la conducta, siguen ayudándonos a entender el comportamiento del sobreviviente. La capacidad de poder aplicar lineamientos y operaciones de ayuda, obtener datos y prácticas basadas en evidencias, así como estudios empíricos en el ámbito de desastres, es un proceso evolutivo para los profesionales en este campo. Cuando me percaté de las necesidades de los sobrevivientes en 1970, después del terremoto que azoto al Callejón de Huaylas en el Perú, y trate de encontrar publicaciones científicas en qué basar un programa de ayuda en salud mental, encontré muy poco material. A través de los años, el contenido compartido por muchos profesionales que laboran en el área de trauma, estrés y desastres, ha permitido la posibilidad de reconocer y categorizar las reacciones, conductas y necesidades de los sobrevivientes. También pudimos observar las diferencias y las semejanzas culturales universales en algunas áreas claves de las reacciones humanas que se presentan en acontecimientos catastróficos mundiales.

En 1972 ocurrió un terremoto que arrasó Managua, Nicaragua y tuve la ocasión de empezar a aplicar conocimientos científicos y adaptarlos a las lecciones que empezaba a aprender de las necesidades de los sobrevivientes. El equipo de profesionales bilingües y biculturales que viajó desde Boston, USA para ofrecer ayuda, encontró que se pudo relacionar fácilmente con los profesionales que se acoplaron al equipo, existían lazos culturales y el lenguaje en común. También pude notar que los sobrevivientes y los profesionales de las agencias de emergencia estaban confundidos cuando se les presentó conocimientos técnicos y temas como: a) el estado de crisis debido al estresor del terremoto y sus consecuencias, b) las reacciones del trauma psicológico, c) los procesos de afrontamiento, y d) los procesos de cambio, resignación y adaptación. Me di cuenta que si queríamos aumentar los equipos de asistencia tendríamos que educar y capacitar a todos los niveles del programa de asistencia de emergencia, porque el conocimiento de ayuda en salud mental a los sobrevivientes todavía no era bien conocida. Desde entonces, los componentes de programas de capacitación, educación y consultoría para profesionales de emergencia son parte de todo programa de ayuda en desastres (1).

En 1974 el gobierno estadounidense promulgó una ley de emergencia, ordenando que en todo programa de ayuda en desastres exista un componente de salud mental (2); sin embargo, en esa época todavía no se conocía qué componentes tendrían que ser incorporados en una capacitación para salud mental en desastres. El gobierno me pidió que capacitara a un número de profesionales en varios estados de los Estados Unidos, lo que me dio la oportunidad de producir un currículo.

Como psiquiatra peruana especializada en el área infantil y de la comunidad, combine varios temas de salud mental con conocimientos bio-psicológicos y socio-culturales; esto incluyó temas de reacciones traumáticas, situación en crisis, capacidad de afrontamiento, pérdida-

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duelo y adaptación dentro de un marco cultural de la población. Estos temas eran conocidos por los profesionales, ya que los usaban en situaciones clínicas, generalmente en oficinas y hospitales. Lo que era desconocido, era cómo aplicarlas a la práctica en las áreas desoladas de albergues, vecindarios destrozados y sobrevivientes confusos y desorganizados después del impacto del evento.

Este enfoque fue evolucionando a medida que los profesionales fueron al encuentro de los sobrevivientes, ya que ellos generalmente no buscan ayuda psicológica, como me paso a mí después de las experiencias en los terremotos de Managua (3) y San Salvador (4), la erupción del volcán Ruiz en Armero, Colombia (5), la nevada y maremoto en Massachusetts, USA (6), el huracán Hugo en Puerto Rico, el huracán Mitch en Nicaragua y Honduras, el terremoto en Armenia, Colombia, entre muchas otras experiencias de los últimos años que se encuentra disponibles en www.raquelcohendisaster.com.

LECCIONES APRENDIDAS CON BASES CONCEPTUALES Y CIENTÍFICAS

A través de los años seguí aprendiendo lecciones, obtenidas en la práctica y en temas conceptuales y científicos producidos por investigaciones en todas partes del mundo. Cada tema que incluía en mi práctica, a medida que se incrementaban los conocimientos, continuaba influenciando mis conceptos que a su vez tenía un efecto retroalimentador y enriquecía la práctica del programa de ayuda en desastres. Las investigaciones científicas ofrecieron una base más sólida a nuestros conocimientos, especialmente las que constituían los componentes biológicos que mostraban los cambios funcionales en el cerebro, por ejemplo, aclarando los procesos de estrés-reacción al estrés traumático, aprendizaje y memoria, duelo, ansiedad y miedo (7).

Durante los últimos 20 años, el conocimiento, la comprensión y el reconocimiento crecientes de los eventos emocionales y psicológicos en desastres, ha conducido a la aparición de la respuesta psicosocial asistida para los sobrevivientes. Aunque cada desastre tiene características únicas, la respuesta humana universal al cambio catastrófico, permite el desarrollo de la información, aplicación y asistencia.

CONCEPTOS UNIVERSALES

Los siguientes temas son algunas de las áreas que han contribuido a reforzar nuestros conocimientos y ofrecen una base sólida en que apoyar los programas de ayuda:

Conceptos de adjudicar al sobreviviente reacciones patológicas (enfermo) en lugar de procesos de adaptación.

Contribuciones de las ciencias del comportamiento componentes biológicos. Nuevos roles y dificultades para los trabajadores psicosociales de salud mental en

desastres. Conceptos y ayuda de soporte socio-cultural/ espiritual

CONCEPTOS DE ADJUDICACIÓN DIAGNÓSTICA

Para describir un grupo de signos y de síntomas, el uso de la nomenclatura clínica puede no ser apropiado en un proceso cuando la reacción es normal para la situación anormal, producida por un desastre catastrófico. Esto presenta un desafío a los trabajadores en la tarea de asistir a sobrevivientes con síntomas de trauma postdesastre. Los profesionales necesitan comunicar la disfunción (comportamiento normativo postdesastre) en sus archivos sin las “etiquetas” asociadas con psicopatología clínica. Los profesionales en el campo de la salud mental, están entrenados para organizar observaciones a lo largo de las categorías clínicas, que sirven como pautas para la intervención. En desastres, la observación y documentación de síntomas necesita ser interpretada como procesos y manifestaciones de estrés postdesastre, esfuerzos de adaptación y afrontamiento manifestado por el sobreviviente en su capacidad de adaptarse al entorno desorganizado que los rodea (8).

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Este cambio de perspectiva influencia nuestros objetivos y procedimientos de ayuda y enfoca plenamente al ciudadano que está tratando de estabilizarse después del golpe desestabilizador recibido por el desastre. Sus sistemas de adaptación, inherentes en todo individuo, están procesando el trauma que ha desorganizado su capacidad, pero no es un enfermo, no obstante necesita ayuda para equilibrarse. Aunque la mayoría de la población se va a recuperar, siempre queda un grupo de sobrevivientes que se van a enfermar física o psicológicamente después de un desastre catastrófico. Esto es debido a muchas situaciones adversas que afectan su capacidad de adaptarse a las dificultades producidas por el evento y cambios en sus vidas y entorno. El conocimiento de la relación entre el trauma psíquico y las expresiones múltiples de la respuesta al estrés y trauma, es clave para entender el comportamiento de un sobreviviente.

Las manifestaciones emocionales y de conducta guían a los profesionales que están en el “campo” para cambiar su enfoque y la conceptualización de sus metodologías e intervención de la ayuda. La aceptación de la perspectiva bio-psico-sociocultural de los sistemas humanos, que ayuda a identificar los mecanismos a través de los cuales el estrés psicosocial afecta el comportamiento, ha ofrecido nuevas pautas al profesional para entender el comportamiento postdesastre. Este enfoque promueve el uso de nuevas modalidades terapéuticas que incluye los primeros auxilios psicológicos, la intervención de crisis, conserjería, medicación, asesoramiento, educación y trabajo de grupo (9).

AVANCES EN LAS CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO Y NEUROCIENCIAS (7)

¿Qué conceptos se usan como pautas para reconocer reacciones individuales postdesastre?

A través de los años observamos que las reacciones de los sobrevivientes cambiaban a medida que pasaba el tiempo. Se notaba mucha variación en pensamientos, emociones y conducta, pero los cambios parecían seguir procesos congruentes con fases y etapas de adaptación y recuperación. Estos tiempos se han categorizado en las siguientes nomenclaturas: Etapas preimpacto, impacto a corto plazo y reconstrucción. Los procesos de reacciones y conducta dentro de cada etapa, manifestaban cambios en todos los sistemas biológico-psicológicos y eran expresados por los sobrevivientes dentro de sus enfoques socioculturales/espirituales (religión).

A través del pasaje del tiempo todas las reacciones resultan de la combinación del impacto en los cambios internos y del entorno (como y con qué rapidez son ayudados y dado soporte a los sobrevivientes, se recoge los escombros y se reconstruye el vecindario). Hemos aprendido lecciones que muestran una relación entre la situación personal y la reconstrucción del entorno, especialmente en adultos mayores (10).

CONDUCTAS UNIVERSALES POSTDESASTRE

Con los años, empezamos a identificar tres tipos de reacciones psicosociales y conductas universales, manifestadas por sobrevivientes, estas tres áreas reaparecen en toda situación de desastre, como fundamentales en el proceso de recuperación y adaptación:

Factores estresantes y reacción de estrés. Afectan la conducta dependiendo del tipo del evento traumático, la percepción y significado para su sobrevivencia más las consecuencias de cambio en su entorno (11).

Estilos de conducta de afrontación. Capacidad del individuo de afrontar los cambios personales producidos por el desastre y el de su entorno, de manera apropiada y saludable (12).

Sistemas de conducta y apoyo social. Ayuda y redes de soporte que ayudan de manera especifica, apropiada y eficientemente al sobreviviente (13).

REACCIONES PSICOSOCIALES DEL SOBREVIVIENTE (ESTRESORES Y ESTRÉS A CAUSA DE UN DESASTRE)

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Los factores estresantes son estímulos intensos que imparten energía y excitan al sistema nervioso central, desarrollando reacciones psicofisiológicas particulares de los sistemas programados para sobrevivir. La respuesta al estrés activa el sistema autonómico y el eje hipotalámohipófiso- adrenal y la conducta de “lucha o escape” es la conducta observable a una situación peligrosa como un terremoto. El organismo depende de estos mecanismos biológicos para sobrevivir y si existe funciones de estos mecanismos inadecuados o excesivos puede presentar condiciones de conducta deficiente.

La reacción de estrés es la respuesta a un evento que se interpreta como amenazador y que evoca reacciones fisiológicas, psicológicas y de conducta. Variables genéticas, de salud y personalidad, las características del evento y traumas adicionales van a influenciar las reacciones del sobreviviente. La presencia de factores estresantes y traumáticos puede iniciar, modificar y continuar el progreso de un síndrome biológico que depende de variables que tiene influencia bidireccional.

El cerebro es el centro que controla la interpretación de los estímulos estresantes, al mismo tiempo que responde y organiza reacciones fisiológicas y de conducta. Tiene la capacidad plástica de remodelar dendritas que cambian los sentimientos y conducta, dependiendo de los estímulos en el ambiente. El cerebro a su vez, es víctima de los sistemas fisiológicos del estrés, al igual que otros sistemas del organismo –cardiovascular, inmunológico. Las hormonas del estrés median reacciones adaptativas o mal adaptativas. El sistema hipotálamo-hipófisoadrenal, el sistema autonómico y los neurotransmisores que median los cambios fisiológicos de estrés sobre el cuerpo, tienen efectos protectivos, efectivos y reversibles a corto tiempo, pero pueden acelerar reacciones patológicas cuando se produce un incremento o éste no se descontinúa, afectando la excitabilidad neuronal y la estructura plástica cerebral que es reversible.

El sistema de la respuesta al estrés tiene las siguientes características. Es un sistema genético fundamental que responde a las necesidades de la supervivencia del individuo y activa el despertar y la respuesta al estímulo físico y psicosocial del exterior y a los signos internalizados de peligro. Los sistemas de la memoria están implicados de manera intrincada para asistir este proceso. El sistema cognitivo y afectivo responden y las funciones de identificación/evaluación ante el peligro se enfocan en la sobrevivencia.

Cuando la modalidad operativa –es decir la conducta usual del sobreviviente se modifica como consecuencias de experiencias estresantes, esta se manifiesta como cambios en pensamientos, emociones y conducta. Estos cambios de conducta se pueden interpretar como indicio de que las funciones biológicas están perturbadas en el sobreviviente que esta sufriendo por el cambio repentino a su vida debido al efecto del desastre sobre su persona y el entorno familiar.

Estrés agudo frente al estrés crónico, manifestación diferencial de sobrevivientes (14)

El estrés agudo está asociado con fuertes emociones, consolida la memoria del evento que amenaza al organismo para evadirlo la próxima vez. El estrés crónico provoca una adopción plástica cerebral, produciendo cambios estructurales y funcionales (Tabla 1) que contribuyen al daño de funciones cognitivas. Las diferencias individuales en las reacciones orgánicas a las hormonas del estrés están relacionadas con los niveles de habituación y producción de ansiedad, influenciada a su vez, por la genética individual de cada sobreviviente.

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 Papel de la memoria y el aprendizaje afectado por el estrés (15)

El aprendizaje es contínuo, registra estímulos y constituye el origen de la memoria en el ser humano. Las experiencias estresantes se consolidan en la memoria por el efecto de las hormonas del estrés. Las interacciones psicológicas y las experiencias humanas son situaciones estresantes poderosas -por ejemplo la anticipación de las consecuencias de un terremoto, las réplicas, el miedo de un tsunami, la perdida de un ser querido o una propiedad- todas éstas encontradas en el terremoto de Pisco, Perú (2007).

Hipótesis de procesos interactivos psicosociales y biológicos que presentan cronicidad traumática (16)

El sistema nervioso central está organizado para reaccionar automáticamente en situaciones traumáticas activando el eje hipotálamo-hipófisoadrenal, pero pierde la capacidad de controlar el desequilibrio producido por el impacto del evento. Existe una interacción circular entre los componentes psicológicos y fisiológicos que procesan el evento traumático, las consecuencias de esta interacción generalmente son autolimitadas y desaparecen si son de corta duración; pero si esta reacción se prolonga, los mecanismos se pueden desorganizar y desregularizar. Cuando nuevas amenazas estimulan reacciones psicobiológicas (influencias nuevas = conexiones cerebrales) se activan las memorias explícitas e implícitas. Esto incrementa la intensidad de las memorias traumáticas y estimula una conducta compensatoria o de adaptación negativa.

Esto ocurre cuando hay problemas en los procesos reparativos psicofisiológicos normales y en la protección interna o externa de sobrevivencia. Sucede cuando hay ausencia de ayuda social y terapéutica, también sucede cuando hay problemas en las fases de recuperación y adaptación debido a la ineficiencia de los mecanismos del sistema reactivo humano que se activó pero no se apagó después del evento.

Principios y técnicas para mitigar el estrés en desastres (17)

Esta son algunas de las técnicas que tienden a disminuir el nivel de estrés, aliviando la sobrecarga de los sistemas de confrontación, dando soporte emocional y promoviendo la posibilidad de que las funciones de adaptación que todo sobreviviente posee, tomen un curso saludable y al retorno de su bienestar. Estas intervenciones ayudan a reorganizar y reconformar la psicología y neurobiología de la persona traumatizada:

Ofrecer confort dentro de las posibilidades ocasionadas por la situación traumática. Dar y esclarecer información clave que pueda ayudar a calmar al sobreviviente. Orientar en el nuevo entorno para encontrar los recursos necesarios para recuperarse.

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Brindar esperanza y alivio a través de una actitud positiva del trabajador. Incrementar y fortalecer redes sociales, mencontrando y aceptando ayuda apropiada. Ayudar a resolver problemas personales, familiares y de trabajo Asistir en aceptar y entender los tipos de cambio de vida en el nuevo entorno.

AFRONTAMIENTO Y ADAPTACIÓN (18)

El afrontamiento es la conducta que protege al sobreviviente contra el estrés interno y externo. Esta conducta implica adaptación, defensa y control. El uso de los procesos de afrontación, protege al sobreviviente de la desorganización psicológica y fisiológica, usando procesos cognoscitivos, emocionales y perceptivos. El sobreviviente trata de encontrar modos de adaptarse, por ejemplo, mediante la negación, evasión, creencias religiosas o resignación. En esencia, estos procesos son esfuerzos para mantener la carga del estrés dentro de límites funcionales y tratar de adaptarse a la penosa realidad. Si el sobreviviente no puede lograr este fin, es posible que desarrolle reacciones patológicas agudas o crónicas.

Estilos de afrontamiento

Cada sobreviviente presenta características individuales para manejar la terrible situación que confronta después del desastre, para ello usa los métodos usuales a su disposición. Hay mucha variación en la capacidad de afrontamiento individual en término de la capacidad o incapacidad de adaptación que tenga. Las siguientes son variables que influencian el nivel funcional de adaptación:

Características personales. Herencia genética. Experiencias infantiles, eventos traumáticos. Situación económica y social. La pena ante la desaparición de personas u objetos significativos/ simbólicos, una

aflicción intensa puede complicar el duelo. Tipos de asistencia terapéutica sensibles a los valores culturales

Cuáles son las nuevas funciones para los trabajadores de salud mental para desastres (17)

Los trabajadores que forman los equipos de ayuda en desastres, necesitan tener un concepto claro del cambio de enfoque y conceptualización de sus deberes y responsabilidades. Este cambio de la función influenciará su papel como miembro del equipo de desastres. Al adquirir esta nueva función, necesitan ampliar su comprensión de cómo las circunstancias múltiples desencadenadas por el evento traumático, impactan al sobreviviente. Debe idear un nuevo acercamiento interactivo con el sobreviviente, para desarrollar las técnicas terapéuticas que toman todos estos nuevos conceptos en consideración, de esta manera el trabajador continuamente incorporará un nuevo cuerpo de conocimientos. Estos conocimientos incluyen la identificación de las reacciones cambiantes de los individuos a través del tiempo y de los sitios de reubicación, en donde se juntarán buscando seguridad, alimentos y abrigo. Es importante que los trabajadores aprecien lo siguiente:

Creencia de que los sobrevivientes están reaccionando normalmente ante situaciones muy anormales y penosas.

Las conductas y reacciones son, en la mayoría de los casos, expresiones de sus esfuerzos tentativos de afrontar no sólo el impacto del desastre sino los trágicos cambios en su vida diaria como consecuencia de las pérdidas y sufrimientos.

Generalmente los trabajadores se reclutan de los grupos de profesionales de salud mental que tienen conocimientos básicos importantes para participar en programas de ayuda en desastres. Muchos se preguntan ¿que áreas son iguales y cuales son diferentes cuando se ayuda a un individuo en situaciones catastróficas después de un desastre?

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Los siguientes temas son algunos de los que necesitan ser conceptualizados de una manera diferente:

La concordancia con el conocimiento profesional pero la actitud y procedimientos difieren.

Función profesional diversa y nueva debido a la situación de emergencia. Ritmo que cambia de puesto y horario del trabajo debido al ambiente caótico e

impredecible. Evolución en expectativas no realistas y actitudes de los trabajadores para desastres

que no pertenecen a salud mental. Límites profesionales y confusión de las pautas de responsabilidad y conducta. Responsabilidades de los trabajadores para desastres, que no pertenecen a salud

mental, son diferentes de las de los trabajadores de salud mental porque cada agencia tiene sus reglas.

La naturaleza y el ritmo del trabajo cambia continuamente como resultado de:

1. La secuencia de procesos emocionales y procesos tipo “afrontamiento” del sobreviviente a medida que trascurre el tiempo.

2. El índice de recuperación en la comunidad, en función de cómo se reorganiza luego del desastre y reconstruye los vecindarios.

3. Con el pasar del tiempo las demandas para la acción y la ayuda disminuyen gradualmente en intensidad y los tipos de problemas son más crónicos y difíciles de resolver.

Problemas que enfrentan los trabajadores

Los trabajadores de salud mental en desastres, son reclutados de diversas instituciones o agencias. La mayoría tiene poca experiencia ayudando a sobrevivientes dentro de un ambiente caótico, incomodo, inseguro y doloroso. Dependiendo del grado de capacitación, usarán sus conocimientos sobre las técnicas de ayuda llevados por el deseo de encontrar una forma de paliar el destino trágico del sobreviviente. Por eso priorizan las necesidades de los ciudadanos y no prestan atención a sus propias necesidades, esto conduce a problemas psicológicos y fisiológicos que deben ser vigilados por los dirigentes del programa asistencial. Entre los más graves problemas está el de agotamiento. Este término describe los múltiples elementos del tipo de estrés ocupacional que experimentan los profesionales socorristas.

EL PAPEL DEL SISTEMA SOCIAL – CULTURAL / RELIGIOSO DE SOPORTE POSTRAUMA (19)

La calidad de la red de apoyo y ayuda durante la situación estresante que enfrenta el sobreviviente influye de manera considerable en el desenlace y adaptación a las difíciles tareas necesarias para recuperarse. La manera eficiente de apoyar al individuo tiene un papel importante en asistir a los procesos de recuperación. Los recursos sociales y emocionales tienen que ser congruentes con las creencias y tradiciones del grupo cultural al que se desea ayudar. Estos conocimientos le permiten al trabajador poder enfocar los recursos que necesita el sobreviviente de una manera digna, sensible y eficaz. Generalmente, los grupos sociales, tradicionales y estables que podrían ser de gran ayuda pueden alterarse y desaparecer en un desastre catastrófico. Uno de los esfuerzos más apreciados, es cuando el trabajador puede encontrar y unir a los miembros de una familia o compañeros, a partir de grupos dispersos que tenían poca posibilidad de encontrarse. La calidad de la red social y el entorno sociocultural es un soporte importante para contener la extensión del estrés, angustia y sufrimiento. La red de relaciones humanas, puede ser decisiva o no, de acuerdo con la sensibilidad y eficacia de los esfuerzos de ayuda.

Consideraciones de soporte socio-culturales / espirituales

En todo desastre se encuentra una variedad de grupos cuyas características culturales, económicas, étnicas, de lenguaje y religión varía. Estas características tienen que ser tomadas

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en cuenta no sólo para enfocar el uso de las técnicas de ayuda, si no principalmente para poder ofrecer el soporte humano imprescindible en todo programa de ayuda a los sobrevivientes en desastres.

El contenido basado en la experiencia y el conocimiento, se debe incorporar en todas las actividades, dependiendo de la región y de la población específica afectada por el desastre. Los trabajadores traen el conocimiento, las actitudes y las habilidades obtenidos en sus experiencias anteriores, unidas con su propio fondo cultural/espiritual. Ocasionalmente el trabajador no está conciente de sus prejuicios y su enfoque esta en disyuntiva con lo que el sobreviviente le comunica y por ende el proceso de ayuda fracasa.

El asistir y el participar en situaciones postrauma que afectan a grupos multiculturales, exige el conocimiento de la respuesta cultural de los individuos de diversos orígenes. Algunas son:

Expresión de la pena, pérdida y duelo de acuerdo a diferentes modalidades culturales/religiosas.

Aceptación de la ayuda y uso de la ayuda de acuerdo con sus creencias. Actividad y creencias religiosas.

El conocimiento, actitud y habilidades al trabajar con los sobrevivientes de diversas culturales, demanda comprensión de las variables que se deben reconocer y respetar puesto que influencian fuertemente su:

Estilo de comunicación, la expresión compleja de emociones, de la actitud y del comportamiento pueden representar las variables culturales que expresan dimensiones de la respuesta al trauma.

Proceso de acercamiento para establecer relaciones terapéuticas de ayuda. Percepciones de la respuesta de los sobrevivientes basadas en necesidades únicas del

individuo.

El nivel socioeconómico y educativo influencian en cómo los individuos -ayudantes y damnificados- perciben e interpretan acontecimientos traumáticos y afecta también la respuesta de ellos, sus familias y sus comunidades dependiendo de los siguientes factores:

Estado de la inmigración. Dificultades en el lenguaje de la mayoría (castellano frente al quechua o aimara). Carencia de información. Carencia de seguro médico. Discriminación. Dificultades de acceso que tienen a los servicios de desastre. Carencia de recursos financieros y de transporte.

En resumen, las siguientes variables definen la calidad del soporte sensitivo y cultural:

Presentes y activos, agentes humanos (terapéuticos) satisfactorios y congruentes. Características sociales, reconocimiento de la familia, cultura y religión. Vulnerabilidad a los efectos de la pérdida y separación del entorno, reconocimiento

cultural y vital para los procesos de relaciones personales afectivas. Relación del entorno y procesos de trauma, situación personal, social y económica. Pérdida de seres queridos y duelo como impacto traumático, redes de sostén religioso,

social efectivas y constantes durante las etapas del duelo.

¿CÓMO SE APLICAN LOS CONOCIMIENTOS APRENDIDOS A TRAVÉS DE LOS AÑOS A LAS OPERACIONES DE AYUDA EN DESASTRES? (20,21)

Los siguientes son algunos ejemplos evidenciados por las lecciones aprendidas y los conocimientos actuales:

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La relación entre el tiempo trascurrido (fases) y los cambios de conducta, emociones y pensamiento, que van cambiando y eventualmente desapareciendo, nos guía en la aplicación de diferentes técnicas y procedimientos en consonancia con los cambios para ser más eficientes. La experiencia de haber podido documentar estadísticas que demuestran que la mayoría de la población se recupera después de un periodo, demuestra que los cambios están relacionados con el objetivo de adaptación al nuevo entorno (22).

La gran diversidad de manifestaciones y reacciones de individuos que demuestran conductas influenciadas por variables como edad, sexo, nivel socioeconómico, raza o cultura, esclarece la situación del sobreviviente que aunque las respuestas al estrés/crisis tiene una base psicobiológica, las manifestaciones van ser influenciadas por características individuales. Entre estas características también hemos aprendido que hay poblaciones que tienen manifestaciones de trauma diferentes y por eso las intervenciones de ayuda difieren. Entre estas poblaciones están los niños, adultos mayores, discapacitados, enfermos mentales y enfermos crónicos (23).

La gama de niveles de adaptación que se encuentran entre los métodos saludables/apropiados y las reacciones disfuncionales son muy variables. Es importante reconocer que muchos síntomas de desorganización de los sistemas humanos, producidos por los efectos traumáticos del desastre, se parecen a síntomas patológicos del sistema clínico. Necesitamos tiempo para poder diferenciarlas y categorizarlas como reacciones normales dentro de la situación estresante en que se encuentra el sobreviviente o si es una manifestación patológica y clínica, que necesita ayuda médica. Los nuevos conceptos que asocian los procesos de trauma y estrés, después de un desastre, a enfermedades física crónicas, han abierto un nuevo capítulo hacia la medicina preventiva y psicosomática (24).

La extensión geográfica y el nivel de sufrimiento y reacciones de estrés, dependen si el impacto fue directo o si fue indirecto (familia, amigos, colegas); debido a la rápida información virtual (Internet, teléfono, televisión, radio) numerosos grupos sufren, por cariño y empatía, el destino de los sobrevivientes y es posible que manifiesten síntomas de angustia y depresión (25).

El efecto positivo de la ayuda humanitaria, dando asistencia, soporte, recursos y esfuerzos de reconstrucción para reforzar la capacidad de aguante y afrontamiento. Existe un consenso de que la rápida e inmediata intervención terapéutica, empezando con técnicas de primeros auxilios psicológicos, asistencia en crisis, consejería, y un uso limitado en medicamentos (especialmente para poder apaliar el sueño perdido por los efectos del desastre) ayuda a reducir la desorganización psicocognitiva y afectiva, e incrementa la capacidad de afrontar las consecuencias del desastre (26).

Comprendiendo los efectos de los estresores y reacciones de estrés, en ocasiones hay posibles respuestas de estrés inicial y aprendizaje incorporado en centros cerebrales que vuelven a ser estimulados debido a la aparición de estresores continuos y repetidos (como las réplicas del terremoto en Pisco, Perú) seguidos de nuevos episodios traumáticos (dolor, separación, pérdidas físicas). Efectos de estos estímulos producen recuerdos o asociaciones dolorosas del evento traumático que todavía siguen vigentes, debido a condiciones patológicas. Los mediadores hormonales y químicos liberados como respuesta al recuerdo del evento traumático, pueden llegar a producir síntomas debido al fracaso de controlar los mecanismos relacionados con la sobrevivencia y reacciones de estrés por efecto de trauma continuo o estímulos recordatorios lo cual produce un desequilibrio que resulta en reacciones inapropiadas de “alarma continua” (hipersensibilidad, paranoia) (27).

Regularmente sucede, que a medida que la labor y funcionamiento de los trabajadores de ayuda en desastres se establezca y sea aceptado por la población, se hace evidente que ellos también necesitan ayuda. Los trabajadores no sólo tienen que resolver los problemas originados por el desastre en su comunidad, sino también tienen que reportar sus asignaciones día tras día. Este esfuerzo requiere la capacidad profesional de manejar muchos niveles de estrés. Hoy en día todo equipo de trabajadores debe recibir ayuda, guía y soporte durante y después de terminar con sus responsabilidades (28).

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A medida que reconocemos los efectos de estrés y trauma sobre el organismo humano, producido por efectos de desastres, estamos empezando a promover la posibilidad de que toda esta área de medicina y psicología pertenezca al campo de salud pública. La posibilidad de prevención de los efectos traumáticos puede ser mayor, si nos enfocamos en los numerosos conocimientos adquiridos en los últimos 20 años. Recopilando la historia de las catástrofes en América Latina podemos obtener datos que muestran las vulnerabilidades geográficas y de la naturaleza (huracanes, erupción de volcanes, terremotos, inundaciones) que se repiten año tras año (29).

Se están empezando a promover nuevos métodos de capacitación, educación y consultoría a distancia, dando la posibilidad de enlazar centros de desastres o en riesgo con profesionales y técnicos preparados en todos los aspectos de planificación, ayuda, rehabilitación y reconstrucción en desastres del mundo.

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Correspondencia: Dra. Raquel Eidelman Cohen, Profesora emérita, Medicine School, Miami University. Florida, USA. Dirección: 1385 Biscaya Drive, Surfside, Florida, 33154, USA. 

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Teléfono: 305 335 0145 Correo electrónico: [email protected]

 

Fecha de recepción: 31-10-07 Fecha de aceptación: 14-11-07

Valores, comportamiento pro-social y crecimiento personal en estudiantes universitarios después del terremoto del 15 de agosto de 2007

Values, pro-social behavior and personal growth in university students after the august 15th, 2007 earthquake

 Agustín Espinosa* ; Jimena Ferrándiz Salazar** y Jan Marc Rottenbacher de Rojas***

Pontificia Universidad Católica del Perú, Perú.

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* Profesor Auxiliar del Departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Dirección postal: Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú[email protected]. ** Alumna del último año de la mención de Psicología Social de la especialidad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente de investigación de la Dirección de Gestión de Investigación de dicha universidad. [email protected]. *** Profesor del Departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. [email protected]

 RESUMEN

La presente investigación describe y analiza las relaciones entre los valores, el comportamiento pro-social y el crecimiento personal ante eventos traumáticos, tomando la experiencia del terremoto del 15 de agosto del 2007 en Lima, Perú. A partir de una muestra de estudiantes universitarios (N = 112), se analizó cómo la presencia o ausencia del comportamiento de ayuda se relacionaba con los valores de Schwartz y el crecimiento personal. Los resultados muestran que los valores de Promoción Personal y Apertura al Cambio se asocian a una menor expresión de conductas de ayuda. En contraposición, las personas que más ayudaron expresaron mayores niveles de Auto-Trascendencia, aunque este resultado no fue estadísticamente significativo, por lo que esta relación sólo puede ser argumentada conceptualmente. Así mismo, las personas que más ayudaron presentaron puntuaciones más altas en crecimiento personal, lo que sugiere que el fortalecer la cooperación en situaciones traumáticas puede potencialmente tener un impacto positivo en el bienestar de las personas.

Palabras clave: Valores, comportamiento pro-social, crecimiento personal, trauma.

 ABSTRACT

This paper describes and analyzes relationship among values, pro-social behavior and personal growth after a traumatic situation such as the earthquake of August 15, 2007 in Lima Peru. On a sample of university students (N = 112), we analyzed if aid behaviors toward victims were related to Schwartz values and personal growth. Results showed that values of Selfenhancement and Openness to change were related to lower expression of Pro-social behavior. On the other hand, people who have collaborated with victims scored higher on Self-transcendence values. Although this relation was not statistically significant, it could be supported theoretically. Besides, people who are prone to aid showed higher scores in personal growth. It suggests that strengthen of cooperation in traumatic situations, could improve well-being in people.

Key words: Values, Pro-Social Behavior, Personal Growth, Trauma.

Introducción

El comportamiento pro-social cubre un amplio rango de acciones positivas cuya intención está orientada a beneficiar a una o más personas más allá de uno mismo (Batson, 1998; González, 1992). El concepto incluye comportamientos tales como ayudar, confortar, compartir, cooperar, dar o restituir (Batson, 1998) y ha sido estudiado desde diferentes perspectivas teóricas.

En primer lugar, desde la Teoría Evolucionista la explicación de la conducta pro-social está basada principalmente en la conceptualización de tres mecanismos evolutivos: la selección por parentesco, el altruismo recíproco y la selección grupal (Penner, Dovidio, Piliavin & Schroeder, 2005).

La selección por parentesco prioriza el éxito en la transmisión de los propios genes a través de la ayuda a parientes (Hamilton, 1964). Sin embargo, este proceso no ayuda a entender cómo es que surgen las conductas de ayuda hacia individuos con los que no se mantiene un nivel de

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parentesco y carga genética compartida. Es entonces que surge el concepto de altruismo recíproco, el cual refiere la existencia de conductas que suponen un costo inmediato para un actor y un efecto beneficioso para un individuo no emparentado con el mismo. A la base de esta conducta existe la expectativa de que esa ayuda sea correspondida en el futuro ante un caso de necesidad, lo que maximiza las posibilidades de supervivencia del agente que inicialmente proveyó la ayuda (Trivers, 1971). Consistentemente con lo anterior surge el proceso de selección grupal, el cual propone que aquellos grupos altruistas mantienen ventaja reproductiva sobre grupos egoístas cuando ambos están en competencia (Penner et al., 2005).

Desde otro enfoque, la Teoría del Desarrollo Cognitivo nos dice que existe una relación entre la expresión de conductas de ayuda y el nivel de razonamiento de los sujetos. De esta manera, con la edad, la empatía y las reglas personales cobran mayor importancia al momento de ayudar a terceros. Es decir que "a mayor madurez en el razonamiento pro-social, mayor correspondencia entre juicio y conducta, lo que a su vez genera una mayor expresión de conductas pro-sociales" (Carrera et al., 2004, p. 610).

Por su parte, la Teoría del Aprendizaje Social, considera que a través de la experiencia directa y los procesos de modelado se estaría produciendo el aprendizaje de conductas de ayuda, las cuales aparecen como resultado de la anticipación de consecuencias positivas en los actores y en los beneficiarios (Carrera et al., 2004). Entre las consecuencias positivas para los actores se pueden resaltar una balanza de afectos positiva, un mayor bienestar subjetivo y un refuerzo de la autoestima; mientras que en el caso de los beneficiarios, se aprecia una consecuencia general en su bienestar (Weinstein & Ryan, 2010).

Como complemento de lo anteriormente expuesto, uno de los principales factores que facilitan la expresión de conductas pro-sociales, es la empatía, entendida como la habilidad de discernir y experimentar vicariamente el estado emocional de otros (Penner et al., 2005). De esta manera la empatía funcionaría como un motivador de las conductas de ayuda a terceros y se relacionaría con la expresión de valores asociados al interés por el cuidado y bienestar de éstos. Así mismo, una preocupación empática, junto con la motivación pro-social que ésta produce, puede incrementarse si es que aumenta la valoración del bienestar de los otros (Batson, Håkansson, Chermok, Hoyt & Ortiz, 2007)

Valores individuales y comportamiento pro-social

Schwartz (1992) define los valores como creencias centrales, referentes a estados deseables o modos de conducta, que trascienden situaciones específicas y que guían la selección y evaluación de comportamientos, personas y eventos. Adicionalmente, este autor describe diez tipos motivacionales, cada uno de los cuales refleja metas y objetivos a perseguir. Los diez valores se organizan como un sistema íntegro de prioridades que guían la vida de las personas, estableciéndose una relación dinámica entre ellos y formando un continuo motivacional. Los 10 tipos motivacionales o valores se resumen en la Tabla 1.

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 De estos 10 tipos de valores surgen 2 dimensiones bipolares ortogonales: Apertura al cambio (estimulación y auto dirección) versus Conservación (tradición, conformidad y seguridad), y Auto ensalzamiento (poder, logro y hedonismo) versus Auto trascendencia (universalismo y benevolencia). La primera resalta, por un lado, la valoración de la independencia en acciones, pensamientos, sentimientos y nuevas experiencias, y por otro, auto restricción, orden y seguridad. La segunda abarca dos polos correspondientes a la persecución de los intereses personales versus preocuparse por el bienestar e intereses de los demás. Hedonismo incluye elementos de ambas dimensiones (Zlobina, 2004).

Los distintos tipos de valores aparecen como orientaciones motivacionales que ayudan a explicar la expresión de distintos tipos de comportamiento, donde el comportamiento pro-social no es la excepción (Weinstein & Ryan, 2010; Padilla-Walker & Carlo, 2007).

Sobre la relación entre las dimensiones axiológicas antes descritas y el comportamiento pro-social, se puede inferir que aquellos valores de auto-trascendencia, conceptualmente asociados al interés y preocupación por cómo se encuentran los demás, tendrían la relación más evidente con el comportamiento de ayuda, al estar asociados también a una mayor empatía y a una mayor motivación interna orientada a proporcionar bienestar a otros (Piff, Kraus, Côté, Cheng & Keltner, 2010). En contraposición, es razonable asumir que aquellos valores asociados a la promoción personal o auto-ensalzamiento, al estar asociados a una baja empatía, deberían cumplir un rol de inhibición en la expresión del comportamiento pro-social, con la excepción de aquellos casos en que este sea percibido como muy beneficioso para la propia imagen e intereses personales (Griskievicius, Sundie, Miller,Tybur, Cialdini & Kenrick, 2007).

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Es entonces que las normas personales o valores ayudan a predecir el comportamiento pro-social pero sólo en la medida en que las personas se encuentren alertas y dispuestas a asumir responsabilidad de las consecuencias e implicancias que pudieran llegar a tener sus acciones y comportamientos (Fiske, 2010).

Valores y crecimiento personal ante eventos traumáticos

Una estructuración alterna de los valores, nos permite identificar relaciones adicionales de congruencia y conflicto entre los mismos. Así, se propone la existencia de dos ejes adicionales. El primero hace referencia a los intereses a los que responde la obtención de valores y que se traducen en las dimensiones de individualismo y colectivismo (Fontaine, Poortinga, Delbeke & Schwartz, 2008; Zlobina, 2004) y el segundo a la relación de los valores con la ansiedad (Fontaine et al., 2008; Páez & Zubieta, 2004).

Con respecto al primer eje, este abarca desde cómo uno expresa sus intereses y características personales (autodirección, estimulación, hedonismo, logro y poder) hasta la regulación de las relaciones con los otros y los efectos en ellas (universalismo, benevolencia, tradición, conformidad y seguridad). El segundo eje presenta valores que expresan ansiedad ante la incertidumbre y una motivación por la auto-protección (seguridad, poder, logro, conformidad y tradición) versus valores libres de ansiedad, relacionados al crecimiento y a la auto-expansión (autodirección, universalismo, benevolencia, estimulación y hedonismo) (Schwartz, 2006 en: Fontaine et al., 2008).

En relación con los valores asociados al crecimiento, se evidencia que una oportunidad en este sentido es vista a la hora de enfrentar eventos traumáticos. Es en relación con lo anterior que se confirma la idea de que en ciertas personas, el estar expuestos a situaciones traumáticas, puede también traer consigo consecuencias positivas (Tedeschi, 1999; Tedeschi & Calhoun, 1996). Tres categorías de beneficios percibidos han sido identificados en personas expuestas a este tipo de sucesos: cambios en las relaciones interpersonales, cambios en la auto-percepción, cambio de la filosofía de vida y desarrollo espiritual (Tedeschi, 1999; Tedeschi & Calhoun, 1996).

En lo que se refiere a esto último, Durkheim (en Jiménez, Páez & Javaloy, 2005) propone que la conmoción colectiva producida luego de un hecho traumático provoca que las interacciones sociales sean más frecuentes y activas. Es decir, los individuos tienden a reunirse y buscarse entre ellos en momentos de tragedia. Ejemplo de ello son las manifestaciones que tuvieron lugar tras los atentados del 11 de marzo en Madrid (Páez, Martínez-Sánchez & Rimé, 2004; Jiménez et al., 2005), y que llegaron a fortalecer la identidad y cohesión social de los participantes, los cuales informan haber sentido, luego de las manifestaciones, un clima social más positivo, así como una mayor autoestima y auto-eficacia personal y colectiva. Esto puede traducirse en una suerte de crecimiento personal como respuesta de afrontamiento; así como en un mayor nivel de integración social interpersonal mediante el aumento de las emociones compartidas y la percepción de similitud con otros (Páez, Rimé & Basabe, 2005).

Lo anterior resulta relevante debido a que dichas manifestaciones pueden llegar a equiparse con el comportamiento pro-social, al haberse desplegado en ellas una suerte de solidaridad interpersonal, la cual generaría bienestar en sus participantes. Parece que cuando la gente se enfrenta con eventos traumáticos, la discusión continua de este evento puede llevar a las personas a auto revelarse más que antes. Es decir, las personas aprenden sobre sus propias habilidades, capacidades y resistencias, aumentando la sabiduría y conocimiento sobre sí mismos y los otros. Ello provee una oportunidad para probar nuevos comportamientos que puedan luego ser dirigidos a las personas más apropiadas en la red de soporte, provocando una orientación más pro-social, siendo más tolerantes y compasivos con los otros, así como valorando el apoyo que éstos ofrecen (McFarland & Alvaro, 2000).

Es así que el comportarse de manera pro-social aparecería como una nueva oportunidad de experimentar bienestar luego de un evento traumático (Weinstein & Ryan, 2010). Es entonces que uno de los objetivos del presente artículo es describir y analizar la relación de los valores con los comportamientos de ayuda desplegados por estudiantes universitarios después del

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terremoto del 15 de agosto de 2007 que asoló diversas ciudades del sur peruano y que fue sentido con regular intensidad en la ciudad de Lima Metropolitana donde se realizó el estudio. Así mismo, resulta de interés conocer si existen diferencias en la auto-percepción de crecimiento personal entre aquellas personas que efectuaron algún tipo de conducta de ayuda y aquellas que no lo hicieron.

Método

Participantes

Los participantes del estudio fueron 112 estudiantes de cinco facultades de una universidad privada de Lima Metropolitana. El 59.8% de los participantes eran mujeres y el 40.2% eran hombres. Sus edades fluctuaban entre un mínimo de 17 y un máximo de 26 años (ME = 20.16, DE = 2.20).

Instrumentos y medidas

a. Cuestionario sobre comportamientos de colaboración con las víctimas del terremoto. Se desarrolló un cuestionario de diez ítems con la finalidad de recoger la frecuencia general de colaboración y conocer a través de qué comportamientos específicos se había realizado esta colaboración. La información obtenida por cada ítem es dicotómica donde: 1 = "Sí colaboró" y 0 = "No colaboró".

b. Cuestionario de Valores Personales de Schwartz (Schwartz, 1992). Para la presente investigación se utilizó la versión validada en estudiantes peruanos por Herrera y Lens (2003). El cuestionario mide valores individuales y consta de 40 enunciados a los que el participante debe contestar en qué medida cree que se parece a la persona descrita en cada ítem. La opción de respuesta es una escala tipo Likert de 6 puntos donde 1 = "No se parece a mí hasta 6 = "Se parece mucho a mí". De este cuestionario se extraen puntuaciones para los diez tipos de valores de la propuesta teórica de Schwartz (ver cuadro 1). Asimismo, estos diez tipos de valores pueden agruparse en cuatro áreas generales que serán las dimensiones sobre las cuales se presentarán los resultados y la posterior discusión de los mismos. Las cuatro dimensiones y los coeficientes de confiabilidad que presentaron en este estudio son: Auto-Trascendencia (? = .81), Promoción Personal (? = .74), Conservación (? = .80) y Apertura al Cambio (? = .67).

c. Escala de Empatía de Davis (1983, en Moya & Morales-Marente, 2005). Se utilizó una versión corta de esta escala desarrollada en España por Moya & Morales-Marente (2005) y adaptada al Perú por Espinosa, Calderón-Prada, Güimac & Burga (2007). La escala evalúa cómo reaccionan afectivamente las personas ante situaciones en las que terceros se encuentran en situaciones desventajosas o problemáticas. La escala consta de siete ítems, con un formato de respuesta en una escala tipo Likert de 5 puntos donde 1 = "No me describe en absoluto y 5 = "Me describe muy bien". Este instrumento presentó un nivel de confiabilidad adecuado para el caso de la muestra (? = .65).

d. Escala de beneficios inferidos de la respuesta al trauma de Tedeschi y Calhoun (1996, en Calderón-Prada, Espinosa & Techio, 2004). Esta escala evalúa un conjunto de creencias positivas sobre uno mismo, los otros y el mundo social como efectos de una situación traumática. La escala está basada en una versión española utilizada por Calderón-Prada et al, (2004) para analizar los efectos psicosociales de los atentados del 11 de marzo del 2003 en Madrid. Considerando que la escala ha sido desarrollada para evaluar eventos traumáticos relacionados con agresión y violencia colectiva, en la presente investigación se ha considerado adecuado utilizar sólo aquellos ítems que hacen alusión a respuestas o efectos personales y sociales ante situaciones traumáticas genéricas, como es el caso del terremoto del 15 de agosto. El cuestionario aplicado estuvo compuesto de siete ítems, cuya opción de respuesta es una escala tipo Likert de siete puntos donde: 1 suponía no haber experimentado un efecto positivo después del trauma y 7 suponía haber experimentado con gran intensidad dicho efecto

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positivo. El instrumento de siete ítems presentó un alto nivel de confiabilidad para el caso de la muestra (? = .91).

e. Escala diferencial de Emociones (Izard, 1991). Esta escala evalúa la intensidad con que se experimentan diez emociones (alegría, sorpresa, tristeza, interés, ira, asco, desprecio, miedo, culpa y vergüenza) ante un determinado estímulo. En este caso, el estímulo fue la inducción del recuerdo sobre las noticias del terremoto del 15 de agosto de 2007. Los participantes debían responder en una escala tipo Likert de siete puntos donde 1 = "Nada" y 7 = "Mucho", en qué medida habían experimentado cada emoción.

Procedimiento

La obtención de la información estuvo a cargo de cinco estudiantes del décimo semestre de la especialidad de Psicología Social de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ellos fueron capacitados previamente y supervisados por uno de los investigadores. Se contactó a los participantes a través de profesores de la PUCP que permitieron ingresar a las aulas durante el desarrollo de sus cursos. Luego de exponer a los estudiantes los objetivos generales del estudio, se solicitó su participación voluntaria. Después de ofrecer su consentimiento informado para participar en el estudio, los estudiantes recibieron el cuestionario de carácter auto-aplicado. El tiempo necesario para concluir el cuestionario osciló entre los 15 y 30 minutos. La información fue recogida en septiembre de 2007. Posteriormente fue centralizada por los investigadores e ingresada al paquete estadístico SPSS 17 para su análisis.

Resultados

Frecuencia de expresión comportamental de ayuda a las víctimas del terremoto

El 77.7% de los participantes del estudio refirieron haber colaborado de alguna forma con las víctimas del terremoto del 15 de agosto de 2007. Entre aquellas personas que colaboraron, los comportamientos específicos de ayuda más frecuentemente referidos son: donación de ropa (50%), donación de víveres (47.3%), donación de agua (24.1%), donación de dinero (16.1%) y apoyo en actividades de organización y logística con la ayuda recibida (10.7%).

Relaciones entre valores, empatía y expresión afectiva frente a los sucesos del 15 de agosto del 2007

Se aplicaron correlaciones de Pearson para analizar cómo se relacionaron las cuatro áreas generales, que se desprenden de los valores de Schwartz, con la empatía.

Empezando por los valores de Auto-trascendencia, como era de esperar, éstos se relacionaron positiva y significativamente con la empatía, r(101) = .381, p d» 001 y la expresión de tristeza ante las consecuencias del sismo, r(106) = .212, p d» .05. Por su parte, los valores de Promoción personal, se asociaron inversamente a la empatía, aunque esta relación no resultaba estadísticamente significativa. Menos intensa aún era la relación entre los valores de Promoción personal con la expresión emocional de tristeza.

Los valores conservacionistas se asocian positiva y significativamente a la expresión de empatía, r(101)=.260, p d» .001; mas no a la expresión afectiva de tristeza frente al terremoto. Asimismo, los valores de Apertura al Cambio, tampoco se relacionaron ni con la empatía, ni con la expresión afectiva ante el terremoto.

Cabe resaltar que en el contexto de la investigación, la empatía se relacionó moderadamente con la expresión de tristeza ante el sismo y sus consecuencias r(101) = .321, pd» .001.

Relaciones entre valores y comportamiento pro-social.

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A partir de un análisis discriminante se buscó identificar los valores que mejor predicen el comportamiento de ayuda a las víctimas del terremoto de agosto del 2007. El presente cuadro (Tabla 2), resume las puntuaciones en los cuatro objetivos generales de Schwartz observados en aquellos que colaboraron con las víctimas, así como en aquellos que no lo hicieron.

 Los resultados sugieren que los valores de Promoción Personal discriminan significativamente entre aquellos que colaboraron y quienes no lo hicieron, observándose que a mayor puntuación en esta dimensión menor disposición a colaborar. Una tendencia similar se observa en los valores de Apertura al cambio, aunque esta es marginalmente significativa. En contraposición, se aprecia que las personas que más colaboraron puntuaron más alto en los valores de Auto-Trascendencia, aunque esta tendencia no fue estadísticamente significativa. Los valores de Conservación por su parte, no discriminan en lo absoluto comportamientos de ayuda en la presente muestra.

Comportamiento pro-social y crecimiento posttraumático.

Finalmente, se analizó la relación entre la expresión de conductas de ayuda a la víctimas del terremoto y las creencias positivas sobre el sí mismo, las relaciones interpersonales y el mundo social después de la exposición a una situación traumática como el terremoto. Para tal fin, se utilizó la prueba de U-Mann Whitney y se compararon las puntuaciones de aquellos que colaboraron con quienes no lo hicieron en nuestro indicador de crecimiento personal post-traumático. El cuadro que se presenta a continuación muestra las diferencias por grupos a nivel general e ítem por ítem de la escala.

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 Los resultados sugieren que quienes colaboraron con las víctimas reportaron mayores niveles de crecimiento personal general ante las consecuencias del terremoto, que aquellos que no lo hicieron. Específicamente, las dimensiones más sensibles a reflejar un cambio en crecimiento personal ante el sismo, son las que se asocian a una percepción positiva de la propia relación con el entorno.

De forma complementaria, se analizaron las relaciones entre nuestro indicador de empatía, los valores de Schwartz y nuestra medida general de crecimiento personal después del trauma, encontrándose que la empatía se asociaba directamente con dicho crecimiento r(102) = .442, p d» .001. Asimismo, se apreció una relación entre los valores de Auto-Trascendencia, r(106)=.403, p d» .001 y Conservación con la expresión de crecimiento personal antes referida. Por otro lado, los valores de Promoción Personal y Apertura al Cambio no se asociaron al crecimiento personal en nuestra muestra.

Discusión

Valores y comportamiento pro-social

Los resultados corroboran empíricamente que el comportamiento pro-social, evaluado en el presente estudio a través de la conducta de ayuda a las víctimas del terremoto del 2007, se encuentra inversamente asociado a los valores individualistas de Promoción Personal y Apertura al Cambio. Al respecto se asume que los valores de Promoción Personal tienden a desalentar la empatía, y por ende, inhiben la expresión de un conjunto de afectos asociados a comportamientos de ayuda ante dichas víctimas, reduciendo la posibilidad que estos comportamientos finalmente se manifiesten. Así mismo, los valores de Promoción Personal y Apertura al Cambio, enfatizan en el interés en uno mismo, lo que podría atenuar la preocupación e interés por terceros afectados por circunstancias como la estudiada.

En relación con los valores de Auto-Trascendencia, éstos, contrariamente a lo esperado, no permitieron discriminar la expresión de conductas pro-sociales en la muestra. Sin embargo, sí

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se asociaron a una mayor empatía y expresión de la emoción de tristeza ante el suceso evaluado, lo que conceptualmente podría relacionarse con una mayor probabilidad de ayudar a terceros en situaciones adversas. La relación específica de los valores de Auto-Trascendencia con la empatía, parece relacionarse con ciertas condiciones de desarrollo cognitivo que permiten al observador tomar conciencia de la situación de un tercero y ponerse en su lugar, lo que a su vez parece tener ciertas implicancias en el desarrollo moral, tal como lo demuestran ciertos estudios sobre el tema (Helkama, Uutela, Pohjanheimo, Salminen, Koponen & Rantanen-Väntsi, 2003; Myyry; 2003). Cabe resaltar que la relación positiva entre el desarrollo moral y los valores de Auto-Trascendencia, también se traduce en una relación inversa entre este tipo de desarrollo y los valores de Promoción Personal, lo que podría ser una explicación alternativa y complementaria a la ausencia de expresiones de comportamiento pro-social, en personas con puntuaciones altas en estos valores.

Comportamiento pro-social y crecimiento personal ante eventos traumáticos

Los resultados del estudio muestran además, que aquellas personas que tienden a colaborar refieren mayores niveles de crecimiento personal ante sucesos traumáticos. El crecimiento personal tiende a asociarse con una imagen más positiva del sí mismo y de las relaciones con el entorno (Tedeschi, 1999; Tedeschi & Calhoun, 1996). Lo anterior se ha visto corroborado empíricamente en los resultados, a pesar que las personas evaluadas en el estudio no son víctimas directas del sismo, en la medida que su nivel de afectación no involucra ni la pérdida de familiares, ni la pérdida de bienes materiales.

Adicionalmente, el crecimiento personal se asoció directamente con el valor de Auto-Trascendencia y con la empatía. Lo que nos lleva a reforzar la opinión previamente referida de que un perfil axiológico asociado a la preocupación por el bienestar de otros y la capacidad psicológica de ponerse en el lugar de terceros debería ser un facilitador de la expresión de actitudes y conductas pro-sociales. Lo anterior nos lleva a pensar que el colaborar con las víctimas como una forma de afrontamiento colectivo ante la amenaza que supone estar expuesto a un sismo como el del 2007 refuerza la cohesión social y mejora la auto-imagen, lo que resulta funcional y adaptativo (Weinstein & Ryan, 2010; Páez, Martínez-Sánchez & Rimé, 2004).

Lo anteriormente expuesto, invita a la reflexión sobre la necesidad de reforzar a nivel social los valores de Auto-Trascendencia asociados a la baja jerarquía, pues éstos tienden a promover el interés por los demás, lo que llevaría a constituir sociedades más solidarias cuyos ciudadanos presenten mayores niveles de bienestar psicológico.

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Recibido: 13 de Setiembre de 2010 Aceptado: 27 de Enero de 2011