las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico,...

47
EDITORIAL Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticas M.A. LOPEZ CUEVASANTA y M. CLAVEL SAINZ Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica. Facultad de Medicina. Universidad de Murcia. Si la medicina constituye el primero y más pode- roso medio de intervención del hombre con respecto a su vulnerable naturaleza, el arte es también el primero y más poderoso instrumento que el hombre ha podido encontrar para expresar su propia condi- ción. Con los años el hombre ha evolucionado, y con él la medicina y el arte. El arte trabaja sobre el mis- mo motivo que la medicina: el hombre. De ahí el ex- traordinario valor, desde el punto de vista ontológi- co, de muchas obras de arte, que jamás habrían sido realizadas si la enfermedad y el ejercicio del arte médico no les hubiera creado el tema; ya no tiene sentido la separación entre ciencias del espíritu y ciencias de la naturaleza para el mejor entendi- miento del ser humano, porque lo correcto es consi- derar que los conocimientos médico-científicos y artístico-plásticos se unen en el hombre. Con esta consideración previa se aborda el estu- dio de las deformidades de la columna vertebral re- presentadas en las artes plásticas a través de los tiempos, observando la relación entre el conocimien- to de la patología, el desarrollo del arte y la evolu- ción de la sociedad. Para presentar los hallazgos encontrados segui- remos un esquema práctico y sencillo; clásicamente en los manuales de Ortopedia se hace especial inca- pié, al clasificar las deformidades axiales del raquis, en diferenciarlas en dos grupos: las que se conside- ran alteraciones posturales debidas a actitudes com- pensatorias, generalmente no estructuradas y rever- sibles; y los procesos realmente patológicos. Hemos encontrado algunas representaciones del primer grupo, y entre las causas patológicas destacan espe- cialmente las imágenes de la tuberculosis y espondi- litis anquilosante, las manifestaciones vertebrales de la osteoporosis, la espondilolistesis y las condro- distrofias. Estas últimas no van a ser presentadas, porque no son específicamente una patología verte- bral, aunque alteraciones de la misma forman parte del cuadro clínico. El concepto de normalidad en la visión de la espalda es realmente fecunda en el Renacimiento con el desarrollo del conocimiento anatómico; hasta entonces no tiene gran valor. La evolución de la forma y la simetría es muy interesante es- tudiarla en las cuatro esculturas de bronce de Matisse y que se conservan al aire libre en el Mu- seo de Arte Moderno del Instituto Smithsonian de Washington; la primera espalda (Figura nº 1) realizada en 1903, de curvas y contornos anató- Figura nº 1. 1ª espalda de Matisse, 1903. Museo de Arte Moderno, Was- hington. Rev. Esp. de Cir. Ost. (227-237) 1991 TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Upload: others

Post on 14-Feb-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

EDITORIAL

Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticas

M.A. LOPEZ CUEVASANTA y M. CLAVEL SAINZ

Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica. Facultad de Medicina. Universidad de Murcia.

Si la medicina constituye el primero y más pode­roso medio de intervención del hombre con respecto a su vulnerable naturaleza, el ar te es también el primero y más poderoso instrumento que el hombre ha podido encontrar para expresar su propia condi­ción. Con los años el hombre ha evolucionado, y con él la medicina y el arte. El arte trabaja sobre el mis­mo motivo que la medicina: el hombre. De ahí el ex­traordinario valor, desde el punto de vista ontológi-co, de muchas obras de arte, que jamás habrían sido realizadas si la enfermedad y el ejercicio del ar te médico no les hubiera creado el tema; ya no tiene sentido la separación entre ciencias del espíritu y ciencias de la na tu ra leza pa ra el mejor entendi­miento del ser humano, porque lo correcto es consi­derar que los conocimientos médico-científicos y artístico-plásticos se unen en el hombre.

Con esta consideración previa se aborda el estu­dio de las deformidades de la columna vertebral re­presentadas en las artes plásticas a través de los tiempos, observando la relación entre el conocimien­to de la patología, el desarrollo del arte y la evolu­ción de la sociedad.

Para presentar los hallazgos encontrados segui­remos un esquema práctico y sencillo; clásicamente en los manuales de Ortopedia se hace especial inca-pié, al clasificar las deformidades axiales del raquis, en diferenciarlas en dos grupos: las que se conside­ran alteraciones posturales debidas a actitudes com­pensatorias, generalmente no estructuradas y rever­sibles; y los procesos realmente patológicos. Hemos encontrado algunas representaciones del pr imer grupo, y entre las causas patológicas destacan espe­cialmente las imágenes de la tuberculosis y espondi­litis anquilosante, las manifestaciones vertebrales de la osteoporosis, la espondilolistesis y las condro-distrofias. Estas últimas no van a ser presentadas, porque no son específicamente una patología verte­bral, aunque alteraciones de la misma forman parte del cuadro clínico.

El concepto de normalidad en la visión de la espalda es realmente fecunda en el Renacimiento con el desarrollo del conocimiento anatómico; hasta entonces no tiene gran valor. La evolución de la forma y la simetría es muy interesante es­tudiar la en las cuatro escul turas de bronce de Matisse y que se conservan al aire libre en el Mu­seo de Arte Moderno del Insti tuto Smithsonian de Washington; la primera espalda (Figura nº 1) realizada en 1903, de curvas y contornos anató-

Figura nº 1. 1ª espalda de Matisse, 1903. Museo de Arte Moderno, Was­hington.

Rev. Esp. de Cir. Ost. (227-237) 1991

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 2: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

228 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

micos, que se pierden progresivamente en la se­gunda (Figura nº 2) y la tercera (Figura nº 3) de los

años 1913 y 1914, para en la cuarta (Figura nº 4), real izada en 1929, pasar a un estilo plano y de

Figura nº 4. 4ª espalda de Matisse, 1924.

contornos definidos, como traducción de la corrien­te fauvista que se impuso a primeros del siglo XX hasta la aparición del cubismo.

ALTERACIONES POSTURALES

Las primeras manifestaciones de lordosis fisio­lógica exagerada la encontramos en "La Venus de Sireuil" (Figura n° 5) perteneciente a la época pre­histórica: el concepto anatómico del ideal femenino se representaba mediante ídolos adiposos, con ca­racteres sexuales fuerte o monstruosamente exage­rados, un venusismo relativo con modelado de los senos, caderas y muslos, con vientre prominente, en contraste con el rostro, cuyos rasgos apenas son perfilados.

Las lordosis asténicas prepuberal se aprecia en el cuadro del pintor ruso Dmitri "Junto al mar. La Familia" (Figura n° 6) en la que el autor se mues­t ra con su mujer y sus dos hijos; el perfil del pe­queño es normal, pero en el mayor se aprecia la hi-perlordosis. Igual imagen se observa en una pintu­ra de pared restaurada (Figura nº 7), 1500 a. J.C., que muestra a dos jóvenes boxeando con guantes; la figura de la derecha puede corresponder a una lordosis del adolescente.

Figura nº 2. 2ª espalda de Matisse, 1913.

Figura nº 3. 3ª espalda de Matisse, 1914.

TOMO 26; N°. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 3: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

M.A. LOPEZ CUEVASANTA Y OTROS, LAS DEFORMIDADES VERTEBRALES A TRAVÉS DE LAS ARTES PLÁSTICAS 229

Figura nº 6. Junto al mar. La Familia. Autor Dmitri Chilinski (Moscú, 1927).

Figura nº 8. El prestidigitador (fragmento). El Bosco (1475-1480). Museo Municipal de Saint-Germain-in-Laye (Francia).

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Por último, como actitud de hiperlordosis cervi­cal postural, incluimos este detalle del cuadro "El

prestidigitador" (Figura nº 8) de El Bosco. En el cuadro el prestidigitador lleva un cesto del que

Figura nº 7. Jóvenes boxeando. Arte griego. Pintura de pared restaurada de Thera, 1500 a. J.C.

Figura nº 5. La Venus de Sireuil. Museo Prehistórico de Eyzae, Dordog-ne (Francia).

Page 4: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

230 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

sale una lechuza, y el personaje central flexionado hacia adelante, con hiperextensión del cuello, escu­pe ranas por la boca. La falta de bastones o apoyo, sugiere que no se t ra ta de una cifosis dorsal pato­lógica.

ESPONDILOLISTESIS

"La Reina de Punt" (Figura nº 9) es un bajorre­lieve que nos muest ra a la Reina con su hija pa­gando el tr ibuto a los faraones egipcios. Destaca sobremanera la gran hiperlordosis lumbar, suges­tiva de una espondilolistesis; aunque el acorta­miento y la obesidad de los miembros inferiores, convierte al personaje en una enana posiblemente acondroplásica.

El a r t i s t a le ha dado a todas las pa r t e s del cuerpo el tratamiento convencional propio del arte egipcio: la cabeza está s i tuada de perfil, los ojos miran de frente, la oreja aparece más alta y sepa­rada de los ojos que en la realidad, los hombros se muestran de frente en toda su anchura, el pulgar mira hacia afuera, los dedos simulan cuatro palitos lisos y las piernas están giradas. Esto demuestra que, pese al desconocimiento de la representación

Figura nº 9. La Reina de Punt (fragmento). Arte egipcio. Templo de Deir-al-Bahari.

correcta de la anatomía, el autor ha sabido captar la deformidad y la ha reflejado de modo rudimen­tario.

TUBERCULOSIS VERTEBRAL O MAL DE POTT

Quizás esta enfermedad exista desde el princi­pio de la humanidad. En Francia se descubrieron unos restos humanos (Figura n° 10) correspondien­tes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con acuñamiento a nivel de los dis­cos y que afecta a los cuerpos. Casi t an antiguo como este hallazgo, es el de Ruffer y Smith, que en 1912 descubr ieron la momia del sacerdote de Amón, correspondiente a 1000 a. J.C., y que se conserva en la Academia de Medicina de Nueva York; muestra una cifosis dorsal por Mal de Pott (Figura nº 11) con un gran abceso de psoas en el lado izquierdo (Figura nº 12).

Las culturas azteca e inca tuvieron una tenden­cia especial a representar las enfermedades de una manera impresionante y con gran valor artístico; resa l taban especialmente las lesiones de la piel (úlceras), deformidades de la nariz (sífilis) y joro­bados sugestivos de tratarse de Mal de Pott. Ejem­plos los tenemos en "Un jorobado" (Figura nº 13) representado en j a r ra , del Valle de Chimaca en Perú, y "Jorobado con el rostro tatuado" (Figura nº 14) que se conserva en el Museo Antropológico de México. Hay otros ejemplos de cifosis dorsal angu­lar, que se asocian a miembros superiores cortos, como una estatuilla en arcilla roja quemada (Figu­ra nº 15) que se conserva en Tel Aviv, y que se asemeja más a un enanismo condrodistrófico.

En la cultura helenística hemos encontrado dos ejemplos muy demostrativos: "El busto de Esopo" (Figura nº 16) y una figurilla de tarracota encon­trada en Esmirna (Figura nº 17) de autor descono­cido y sin título. En ambos casos el diagnóstico de Mal de Pott es incuestionable: la cifosis dorsal an­gular, el cuello y tórax cortos, prominencia pre-es ternal y la conservación de la longitud de los miembros.

Hay que esperar hasta el siglo XV para encon­t r a r las más típicas manifestaciones del Mal de Pot t en la obra del pintor flamenco Je roen van Aken, de cuyo seudónimo Hyeronymus Bosch, de­riba el nombre de el Bosco, por el que fue umver­salmente conocido, y al que hay que analizar some­ramente para comprender su producción artística. El Bosco, por su matrimonio vivía en un ambiente

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 5: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

M.A. LOPEZ CUEVASANTA Y OTROS.- LAS DEFORMIDADES VERTEBRALES A TRAVÉS DE LAS ARTES PLÁSTICAS 231

Figura nº10. Tuberculosis vertebral en restos de hombre del neolítico (7000 a. J.C).

Figura nº 11. Momia del sacerdote de Amón. Cifosis póttica. Academia de Medicina de New York.

Figura nº 12. Momia del sacerdote de Amón. Abceso de psoas. Academia de Medicina de New York.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 6: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

232 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Figura nº 13. Un jorobado (jarra). Valle de Chimaca. Perú, s. VI y X. Figura nº 15. Jorobado de Carolina. Colección Samuel Dubiner. Tel Aviv

Figura nº 14. Jorobado con rostro tatuado. Jalisco s. VI y VII. Museo Antropológico de México.

Figura nº 16. Busto de Esopo. Descubierto en Nigeria en el s.XVI

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

social elevado, sin problemas económicos y con una gran formación cultural; poseía una formación reli­giosa profunda, y era miembro de una importante Comunidad. Sobre esas bases su iconografía fue influida por el movimiento herético que invadía Francia y los Paises Bajos y en las reacciones que esa situación produjo se inspiró en los sermones de un famoso predicador dominico, Alain de la Roche, que describía sus visiones como "animales que simbolizan los pecados" y en el poema irlandés "La visión de Túndalo" que describe las penas del in­fierno de un caballero arrepentido. Los personajes del Bosco son violentamente sarcásticos, con mons­truos y figuras fantásticas, que expresan miseria y pobreza y que buscan una simbiología con el peca­do.

Page 7: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

.A. LOPEZ CUEVASANTA Y OTROS.- LAS DEFORMIDADES VERTEBRALES A TRAVÉS DE LAS ARTES PLÁSTICAS 233

Figura nº 17. Figura de tarracota con Mal de Pott. Colección Towneley, 1959, 4-15. Museo Británico.

El Bosco realizó numerosos bocetos de joroba­dos, algunos difíciles de e t iquetar clínicamente (Figura nº 18), pero en dos de sus cuadros repre­sentó el Mal de Pott muy claramente: en "Las ten­taciones de San Antonio" (Figura nº 19) se observa a uno de los invitados con cifosis dorsal angular baja con deformidad en flexión de la rodilla dere­cha que necesita un apoyo artificial para la mar­cha, deformidad que se identifica con la luxación

Figura nº 18. Bocetos de jorobados. El Bosco.

Figura nº 19. Tríptico de Las Tentaciones de San Antonio (fragmento). El Bosco. 1505-1506. Museo das Janelas Verdes. Lisboa.

posterior en flexión de la rodilla tal y como la des­cribió Volkmann.

En "La nave de los locos" (Figura nº 20), el loco subido en las cuerdas de la proa del barco, bebien­do en una taza, muestra idéntica deformidad en la

Figura nº 20. La nave de los locos (fragmentos). El Bosco. Museo de Louvre. Paris.

espalda, asociándose un aspecto asténico. Es curio­so reseñar que también por aquellos años se publi­có el poema "Narreschiff cuya traducción es tam­bién "La nave de los locos" escrita por el abate Brant, y que constituye otro ataque satírico a una sociedad corrupta.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 8: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

234 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Figura nº 21. ¡Qué sacrificio!. Goya. Museo del Prado, Madrid.

Posteriormente es Goya en la obra "¡Qué sacri­ficio!" (Figura nº 21) quien nos deja un personaje caricaturesco compendio de multitud de enferme­dades: cifosis dorsal alta, presumiblemente tuber­culosa, cuello corto, gran obesidad, genu varo dere­cho, genu recurvatum izquierdo y mano derecha deforme que apoya en un cuello y mentón grotes­cos. El artista con esta figura, que contrasta enor­memente con la delicadeza de la joven que parece aceptar su destino con resignación, nos muestra un espectacular repertorio de deformidades pro­ducto de su conocimiento y observación, así como de su imaginación subrrealista para unirlas todas en un mismo individuo.

Por último, en este apartado sobre la iconogra­fía del Mal de Pott, destacamos los dos cuadros que el p in tor Grosz hizo en 1925 y 1927 de su amigo el escritor Max Hermann-Neisse (Figuras nº 22 y23), afecto de la enfermedad que nos ocupa. El primer cuadro (Figura nº 22) fue presentado en la exposición "Neue Sachlichkeit" que se cita frecuen-tamente como el fin del expresionismo, al revelar por primera vez el amplio interés que por el realis­mo mostraban los art istas de toda Alemania. Sin embargo, Sachlichkeit ( traducida como "sobrie­dad", "objetividad") es una palabra tan densa de

Figura nº 22. Max Hermann-Neisse. 1927. George Grosz. Museum of Modern Art, New York.

Figura nº 23. Max Hermann-Neisse. 1927. George Grosz. Museum of Modern Art, New York.

significado como "realismo", y pocos de los artistas presentes en la exposición de Mannheim tenían como preocupación primordial la fiel transcripción de hechos visibles. Sin duda, a Grosz le gustaba tanto que Hermann-Neisse posara para él, porque con su joroba, su pequeña estatura y sus facciones de sátiro, era una caricatura viviente que le permi­t ía pintar un retrato que fuese al mismo tiempo "objetivo" e intensamente "realista".

Se t ra ta de un individuo con Mal de Pott, asté­nico y dedos en "palillos de tambor" por su insufi­ciencia respiratoria; observando los dos cuadros se

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 9: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

M.A. LOPEZ CUEVASANTA Y OTROS.- LAS DEFORMIDADES VERTEBRALES A TRAVÉS DE LAS ARTES PLÁSTICAS 235

puede apreciar la progresión de la enfermedad (aumenta la inclinación del cuello), posiblemente debido al conocimiento que sobre la misma tenía el pintor.

ESPONDILOARTROSIS. ESPONDILARTRI-TIS ANQUILOPOYÉTICA

Los milagros de la vida pública de Jesús curan­do a ciegos, paralíticos y cojos, están recogidos rei­teradamente en numerosas obras y manuscritos. Sin embargo, algunos de esos milagros están poco divulgados iconográficamente. Así ocurre con un raro mosaico del Duomo de Monreale (Palermo)

Figura nº 24. Curación de una mujer jorobada. Mosaico del Duomo de Monreale (Palermo).

"Curación de una mujer jorobada" (Figura nº 24) que representa un episodio del Evangelio de San Lucas (13,10-17) y dice textualmente: "Había una mujer poseída de un espíritu inmundo que la tenía enferma desde hacía 18 años, estaba encorvada y no podía de ninguna manera enderezarse". Por la postura de la mujer y la antigüedad del proceso, bien puede t ra tarse de una espondiloartritis an-quilopoyética.

El mismo proceso parece sufrir el hombre que en un segundo plano se aprecia en el cuadro de Murillo "Santa Isabel curando a los tiñosos" (Figu­ra nº 25). Fue una de las once telas que el artista realizó para el Hospital de la Caridad de Sevilla en

Figura nº 25. Santa Isabel curando a los tiñosos. Murillo, 1674. Hospital de la Caridad, Sevilla.

1674, donde se aprecia el contraste de los atavíos de la Santa, que lava la cabeza a un joven tiñoso, con la pobreza de los enfermos. El hombre que nos interesa va muy encorvado y necesita dos muletas para mantenerse.

El conocimiento, la observación y la maestr ía de Goya, antes citado, que ya octogenario nos dejó las obras "Aún aprendo" (Figura n° 26) y "Así sue­len acabar los hombres útiles" (Figura nº 27) am­bos dibujos a lápiz de unos viejos vencidos por el peso de los años y la enfermedad. Las caras llenas de arrugas denotan sus edades, caminan con bas­tones, imprescindibles para mantener el equilibrio, posiblemente por sus deficientes capacidades para la marcha, se aprecia su acusada cifosis dorsal (es­pecialmente en el segundo), que hace l levar el cuello en flexión, y las deformidades de las manos, sugestivo todo ello de una espondiloartrosis de ori­gen reumático.

CIFOSIS DORSAL POR OSTEOPOROSIS SE­NIL

Gustav Klimt en su obra "Las tres edades" (Fi­gura nº 28) nos hace ver, con plena conciencia de ello, tres diferenciadas etapas de la vida; el tema tiene un valor simbólico y utilizando líneas y colo­res mezcla a los personajes con figuras geométri-

TOMO 26; N°. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 10: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

236 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Figura nº 26. Aún aprendo. Goya. Museo del Prado, Madrid.

Figura nº 27. Así suelen acabar los hombres útiles. Goya. Museo del Prado, Madrid.

Figura nº 28. Las tres edades. Gustav Klimt (Austria, 1867-1918). Galería Nacional de Arte Moderno, Roma.

cas, formando un rebuscado mosaico.

Nos presenta con toda crudeza y realismo, a una anciana con el perfil clásico de las deformi­dades vertebrales por osteoporosis senil: dorso curvo, flexión anterior del cuello, antepulsión de los hombros, pechos y vientre descolgados. Aña­de también la imagen de venas marcadas en brazos y ligera inflamación de las articulaciones que recuerda las artrit is reumáticas. La figura situada con toda intención en un segundo plano, contrasta con la estilizada mujer que sujeta con ternura y firmeza a la niña que duerme plácida­mente en sus brazos, ignorante del paso del tiempo y de sus temibles consecuencias.

CIFOESCOLIOSIS

No hemos encontrado imágenes que sugieran la representación de una escoliosis estructurada, pues todas las al teraciones p resen tadas h a n sido en el plano sagital. Sin embargo, el perfil del "Jorobado de Mitre" (Figura nº 29) muestra unas características diferenciales con las cifosis pótticas; la giba dorsal alta no conlleva acorta­miento del tórax, ni tampoco observamos el cuello corto de otras imágenes. Creemos que se t ra ta del perfil de una cifoescoliosis dorsal alta.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 11: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

M.A. LOPEZ CUEVASANTA Y OTROS.- LAS DEFORMIDADES VERTEBRALES A TRAVÉS DE LAS ARTES PLÁSTICAS 237

Esta escultura egipcia es una estatua funeraria de madera de comienzos de la VI Dinastía encon­trada intacta en un "serdab" junto con otras once piezas de cerámica. Representa un cuerpo humano desnudo, hecho infrecuente en el arte egipcio; los escultores no desdeñaban nada, por pequeño o de­forme, en la representación de los personajes, sin ningún empeño en mostrarlos favorecidos, ante la creencia, de que al corregir sus deformidades, el Dios Ra no pudiera reconocerlos.

CONCLUSION

Durante siglos, los deformes, los físicamente incapacitados y los deficientes mentales , fueron personas cruelmente discriminadas. No solamente padecieron su deformidad, sino que además fueron considerados seres indignos, siendo maltratados, recluidos y obligados a mendigar. Se les prohibió la entrada a las ciudades, otras veces se les dió muer­te. En el caso de permitirles convivir en sociedad, fueron injustamente tratados como bufones, seres ridículos, monstruos y en definitiva seres privados de sus más elementales necesidades. La civiliza­ción, la cultura y la Declaración de los Derechos Humanos en 1791 terminaron estas situaciones.

La representación artística del deforme evolu­ciona paralelamente con el sentir de los hombres de cada época y con su evolución social. Han sido representados como unos elementos curiosos, como consecuencia de un castigo divino por el pecado y como elementos de contraste con la belleza; con el fin de la ignorancia y la superstición son sólo seres humanos enfermos, dejando de ser un elemento en el conjunto de una composición o grupos que cla­man su desgraciada existencia, y comienzan su propia individualización. En la actual idad este concepto sigue evolucionando y algunos artistas ya no representan al hombre enfermo, sino a la enfer­medad en sí misma.

Al iniciar este análisis dijimos que el nexo de unión del mundo científico y artístico era el hom­bre; ahora podemos afirmar que es el hombre el centro sobre el que gravita la atención del estudio­so científico y del estudioso que pretende conocer desde la sensibilidad.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Figura nº 29. Jorobado de Mitre. Museo del Cairo.

Page 12: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Rev. Esp. de Cir. Ost. (239-246) 1991

Tratamiento quirúrgico de las fracturas de la diáfisis humeral

T. JOLIN SANCHEZ, E.J. BAIXAULI PERELLO, A. DARDER PRATS y F. ARGUELLES SANGINES.

Hospital Clínico Universitario de Valencia. Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica.

(Catedrático: Prof. F. Gomar Sancho).

Resumen.— Se analizan las indicaciones del tratamiento quirúrgico de las fracturas de la diáfisis humeral y las ventajas e inconvenientes de las diferentes técnicas de osteo-síntesis.

Después de objetivar la gravedad de las fracturas con la clasificación de Nicoll, se practica un estudio comparativo de los resultados obtenidos, entre una serie de 79 casos tratados con la técnica de Hackethal y otra serie de 25 casos tratados mediante osteosín-tesis con placa atornillada, relacionando el tiempo medio de consolidación con el tipo de trazo de fractura, localización del trazo y presencia de conminución en el foco de fractu­ra. Se estudia asimismo la relación entre el tiempo medio de consolidación y el grado de Nicoll al que pertenecen las fracturas t ratadas con el sistema de Hackethal.

Descriptores: Fracturas diáfisis húmero. Tratamiento quirúrgico. Técnica de Hacket­hal. Osteosíntesis con placa.

Summary.— Indications of operative treatment of humeral shaft fractures and advantages and disadventages of the several types of internal f ixation devices were analyzed.

Nicoll's classification was used of 79 cases treated wi th Hackethal technique and one of 25 cases treated with plating techniques was made, relating the mean consol idat ion t ime wi th the k ind of fracture pattern, the level of the fracture, and the presence of conminution. Relation-ship between mean consolidation t ime and the grade in Nicoll's classification in the series treated with Hackethal tech­niques was analyzed.

Key Words: Humeral shaft fractures. Operative treatment. Hackethal techni­que. Plat ing fixation.

INTRODUCCION

El húmero presenta ciertas peculiaridades ana­tómicas que van a influir notablemente en la elec­ción del método de tratamiento adecuado para sus fracturas. No es un hueso de carga, por lo que sus fracturas no están sometidas a importantes fuer­zas de compresión, y así el acortamiento no em-

Correspondencia:

Dr. D. T. JOLIN SANCHEZ Servicio de Traumatología. Hospital Clínico Universitario. Avda. Blasco Ibañez, 17. 46010 Valencia.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

peora de forma significativa los resultados fina­les. La articulación escapulo-torácica minimiza el stress rotacional a nivel del foco de fractura, y la posición colgante del miembro superior su­pone en la mayoría de los casos la alineación de la fractura (1).

Por todo ello, está ampliamente aceptado que la mayoría de las fracturas de la diáfisis hu­meral, entendiendo como tal la porción del hú­mero limitada proximalmente por el borde su­perior de la inserción del pectoral mayor y dis-talmente por la inserción del supinador largo, se p u e d e n t r a t a r de forma conse rvado ra (1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12). Con este fin se han ido desarrollando diversos métodos de conten­ción como el yeso colgante, el vendaje tipo Vel-

Page 13: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

240 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

peau, el cuello-puño, o la férula en U o en tena­cillas de azúcar.

Las indicaciones quirúrgicas han quedado así limitadas a casos determinados como politrauma-tizados (4,5,6,7,12,13,14,16), fracturas asociadas de raquis (4,7), fracturas bilaterales de húmero (4,6,7,14), fracturas ipsilaterales del húmero y del an tebrazo (4,15,16), f rac turas s egmen ta r i a s (5,7,13,16), fracturas patológicas (5,6), fracturas asociadas a lesiones vasculares (5,14,16), fractu­ras abiertas (6,12,14), retrasos de consolidación (9), no uniones (2,5,6), o en los casos en los que el tratamiento conservador no obtiene una ade­cuada reducción de la fractura, como por ejem­plo las fracturas transversas con una distracción excesiva (5,6,12,13,14). Se mantiene la controver­sia sobre si la lesión asociada del nervio radial constituye una indicación quirúrgica, mientras al­gunos autores recomiendan su revisión quirúrgi­ca (28), otros propugnan el seguimiento clínico y electrofisiológico, y la revisión quirúrgica si a los 3,5-4 meses no aparecen signos de reinervación (15,18), mientras que otro grupo de autores pro­ponen la revisión quirúrgica inicial sólo en los casos que se asocian a las fracturas del tipo de Holstein y Lewis (2,4,5,8,12,14,16,19). Sin embar­go, la fijación quirúrgica de las fracturas de la diáfisis humeral proporciona una serie de venta­jas, tanto para la comodidad del paciente, como para la rehabilitación precoz del codo y del hom­bro, que nos ha hecho no ser estrictos a la hora de sentar la indicación quirúrgica.

Como técnicas de fijación quirúrgica dispone­mos de la osteosíntesis con placa atornillada por un lado (6,12,14,15,20), y por el otro diversas téc­nicas de osteosíntesis intramedular con clavos de K ü n t s c h e r (6,16), de E n d e r (4,7), de Rush (2,4,6,16), o con agujas de Kirschner según téc­nica de Hackethal (5,13,21), quedando los siste­mas de fijación externa limitados al tratamiento de las fracturas abiertas graves, como son las tipo III de Gustilo (15,22).

En el presente trabajo hemos intentado com­parar los resultados obtenidos en el tratamiento de fracturas de la diáfisis humeral con dos sis­temas diferentes de osteosíntesis: la placa ator­nillada y el enclavijamiento intramedular de Hac­kethal. Es importante destacar que, en ambas series, la mayoría de las fracturas son debidas a un mecanismo de alta energía cinética como son los accidentes de tráfico; se t ra ta por tanto de fracturas graves, cuya gravedad se ha intentado objetivar utilizando la clasificación de Nicoll (23),

ya que numerosos trabajos en la l i teratura mé­dica no permiten realizar estudios comparativos, al incluir en series t ratadas con el mismo méto­do fracturas graves junto a fracturas que no plantean problemas de consolidación.

La primera serie incluye 79 casos tratados mediante el enclavijamiento de Hackethal. Este método nos proporciona una serie de ventajas tanto de tipo técnico como son su sencillez, el evitar el daño yatrogénico del nervio radial y minimizar las pérdidas sanguíneas, como de fa­vorecer la consolidación del foco de fractura ya que altera mínimamente el hematoma fractura-rio, evita el daño quirúrgico de los grupos mus­culares vecinos al foco y de los que van a de­pender la vascularización de los fragmentos óseos. Por otra parte nos va a proporcionar una fijación estable y elástica del foco de fractura, lo que nos permitirá una movilización precoz del codo y del hombro, evitando así las rigideces ar­ticulares.

La técnica de osteosíntesis con placa atorni­llada nos proporciona una estabilidad rígida del foco de fractura, por lo que se podrá iniciar pre­cozmente la rehabilitación de las articulaciones vecinas. La utilización de tornillos sueltos o in­cluidos en la placa según criterios AO nos per­mite conseguir compresión interfragmentaria. Sin embargo, precisa de la exposición amplia del foco de fractura, lo que supone dañar los fragmentos, y aumenta el riesgo de infección. Existe además la posibilidad de dañar yatrogénicamente el ner­vio radial durante el abordaje.

M A T E R I A L Y M É T O D O

La serie que presentamos incluye 79 fracturas de la diálisis humeral tratadas mediante el enclavij amien­to de Hackethal en nuestro Servicio entre 1973 y 1989, con un seguimiento mínimo de 1 año. Los resultados obtenidos de esta serie se comparan con los obtenidos del estudio de otra serie de 25 casos, tratados duran­te el mismo período de tiempo mediante osteosíntesis con placa atornillada.

De los 79 casos tratados mediante el enclavijamien-to de Hackethal, cinco de ellos (6,32%) eran fracturas abiertas. La edad media de los pacientes fue de 37 años, con un rango de 15 a 81 años. En cuanto al sexo, 36 eran varones y 43 mujeres. El lado que se afectó con mayor frecuencia fue el izquierdo con 43 casos, afectándose el derecho en los restantes 36 casos. Res­pecto al mecanismo lesional, la mayoría de las fractu­ras fueron debidas a un mecanismo de alta energía cinética, ya que 51 casos eran consecuencia de acci­dentes de tráfico; siguen en frecuencia las fracturas

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 14: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

T. JOLIN SANCHEZ Y OTROS.- TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LAS FRACTURAS DE LA DIAFISIS HUMERAL 241

debidas a caidas casuales con 21 casos. El resto de las fracturas fueron debidas a lesión por arma de fue­go (1 caso), fracturas patológicas por metástasis de neoplasias mamarias (3 casos) (Figura nº 1), y preci­pitación de una altura (3 casos). En cuanto a la loca­lización del trazo, la mayoría de las fracturas afecta­ron al tercio medio (61 casos) (Figura nº 2), seguido

Figura nº 2. Fractura del tercio medio de la diáfisis humeral tratada con la técnica de Hackethal.

del tercio distal (11 casos) y el tercio proximal (7 ca­sos). El tipo de trazo que apareció con mayor frecuen­cia fueron las fracturas conminutas (35 casos), segui­das por el trazo transverso (30 casos), y ya a mayor distancia, aparecen 9 casos de fracturas espiroideas, 3 casos de trazo oblicuo y 2 casos de fracturas bifoca­les. En dos casos la fractura de húmero se asociaba de fractura de ambos huesos del antebrazo.

En la serie de 25 casos tratados mediante osteo-síntesis con placa, la edad media de los pacientes fue de 41.14 años, con un rango de 17 a 79 años. Dieci­seis pacientes eran varones y nueve mujeres. El lado izquierdo se afectó en 15 casos y el derecho en los 10 restantes. Respecto al mecanismo lesional, la mayoría de las fracturas fueron debidas a accidentes de tráfi-

co (14 casos); diez casos se debieron a caidas casua­les, y 1 caso fue consecuencia de una agresión con arma de fuego. En 2 casos el trazo se localizó en el tercio proximal, en 16 casos se encontraba a nivel del tercio medio (Figura nº 3) y en 7 casos en el tercio distal. En cuanto al tipo de trazo, en 15 casos eran fracturas espiroideas, en 6 casos transversas y en 4 oblicuas. En 2 casos se asociaba a la fractura hume­ral una fractura de ambos huesos del antebrazo ipsi-lateral. En un caso se asociaba una fractura de la ex­tremidad proximal del húmero (Figura nº 4). Otro caso se asociaba a la fractura de la diáfisis humeral una fractura conminuta de la paleta y una fractura de cú­bito ipsilaterales (Figura nº 5). Cuatro pacientes pre­sentaban una lesión del nervio radial (tres casos de axonotmesis parcial y un caso de sección completa).

Como hemos señalado con anterioridad, se ha in­tentado objetivar la gravedad de estas lesiones utili­zando la clasificación de Nicoll, que establece 8 gra­dos de severidad en función de la presencia o no de

Figura nº 3. Fractura del tercio medio de la diáfisis humeral tratada mediante osteosíntesis con placa atornillada y tornillos sueltos con efecto tirafondo.

Figura nº 4. Fractura del tercio proximal de la diáfisis humeral asociada a fractura de la cabeza humeral, tratadas mediante osteosíntesis con placa atornillada y tornillos sueltos con efecto tirafondo.

Figura nº 1. Fractura patológica por metástasis de neoplasia mamaria tratada con la técnica de Hackethal.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 15: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

242 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Figura nº 5. Fractura del tercio medio de la diáfisis humeral asociada a fractura conminuta de la patela humeral y fractura de la diáfisis cubital.

desplazamiento entre los fragmentos (D), conminución en el foco de fractura (C), y herida cutánea (H), cada uno de los cuales se subclasifica en nulo (n) o severo (s). Se considera desplazamiento "nulo" cuando no so­brepasa un cuarto del perfil diafisario, y "severo" cuan­do lo sobrepasa. La conminución se considera "nula" cuando afecta menos de un cuarto del perfil diafisa­rio, y "severa" cuando lo sobrepasa. La herida se con­sidera "nula" cuando no existe o se t ra ta de una pe­queña puntura, y "severa" cuando es mayor de unos 3 cm, incluyendo los aplastamientos y las pérdidas de piel. En la serie de 79 casos aparecen 16 casos de gra­do 1 (DnCnHn) y 35 casos de grado 4 (DsCnHn), 1 caso de grado 6 (DsCnHs) y 27 casos de grado 7 (DsCsHn). En la serie de 25 casos tratados mediante osteosíntesis con placa atornillada se incluyen 1 caso grado 1 de Nicoll, 9 casos son de grado 4 y 15 casos son de grado 7 (Figura n° 6). En ambas series predo­minan las fracturas graves, con mayor predisposición por tanto a presentar problemas de consolidación.

La técnica operatoria utilizada para el enclavija-miento de Hackethal ha sido el abordaje posterior de codo, transtricipital, con el paciente en decúbito pro­no, con el hombro abducido 90 grados y el codo flexio-nado 90 grados, con el brazo afecto sobre una tablilla

Figura nº 6. Relación del tipo de Nicoll en que se incluyen las fracturas de cada serie.

auxiliar de madera y el antebrazo colgando. No se ha u t i l i zado en n i n g ú n caso las v ías ep icondí lea (24,25,26,27), epitroclear (28) o supraepitroclear (29), utilizadas por algunos autores. Tras incidir longitudi­nalmente el tendón del triceps braquial, se practica una ventana ósea 1 cm proximal a la fosita olecrania-na, ya que el canal medular a este nivel es más an­cho en el lado cubital que en el radial (5). Se utiliza el control con un amplificador de imágenes para te­ner certeza de la situación intramedular de las agu­jas en el fragmento proximal, y para rellenar al má­ximo el canal medular con ellas, procurando que for­men un abanico en la cabeza humeral para aumentar la estabilidad. El número medio de agujas colocadas en la serie es de 3.8 agujas, con un rango de 1 a 9. Como hemos señalado antes, las agujas introducidas pueden ser de diverso calibre, por lo que no es signi­ficativo el número de agujas utilizado. El caso en que se utilizó tan solo una aguja se debió a la extrema estrechez del canal, por lo que no fue posible introdu­cir mayor número de ellas.

La pauta de t ratamiento postoperatorio seguida comprende un primer período de 3 semanas de inmo­vilización con una férula braquial de yeso o una féru­la en U, seguido de otras 3 semanas de inmoviliza­ción con un yeso funcional de Sarmiento (10), que nos permite iniciar la movilización de hombro y codo.

La estancia hospitalaria preoperatoria media fue de 7.06 días, mientras que la estancia hospitalaria post­operatoria media fue de 5.92 días. En la obtención de estos datos han influido tanto las condiciones especia­les de sobrecarga asistencial de nuestro Servicio, como el hecho de que algunos pacientes se t rataban de po-litraumatizados, que como es lógico van a necesitar una estancia hospitalaria más prolongada debido a los problemas que plantean el tratamiento del resto de sus lesiones.

La técnica utilizada para la osteosíntesis con pla­ca ha sido el abordaje antero-lateral, a través del bra­quial anterior, con cuidado de que los fragmentos óseos no pierdan la unión con los grupos musculares de los que depende su aporte sanguíneo, e intentando des-periostizar lo mínimo posible los fragmentos óseos. En 16 casos se utilizó una placa de 6 tornillos, en 4 ca­sos de 7 y en 5 de 8 tornillos. En 4 casos se comple­mentó la osteosíntesis con un tornillo interfragmenta­rio, y en otros 4 casos con la colocación de dos torni­llos. Tras un período de una semana de inmoviliza­ción con una férula braquial de yeso se inicia la mo­vilización activa del brazo.

RESULTADOS

El tiempo medio de consolidación de las frac­turas t ratadas con el sistema de Hackethal fue de 4.2 meses, considerando una fractura consoli­dada cuando en el control radiográfico ha desa­parecido la línea de fractura o ha aparecido un

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 16: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

T. JOLIN SANCHEZ Y OTROS.- TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LAS FRACTURAS DE LA DIAFISIS HUMERAL 243

callo externo lo suficientemente importante como para permitirnos confiar en la estabilidad que proporciona. Aparecen en esta serie 8 casos de seudoartrosis, lo que supone un porcentaje del 10.1%. El tiempo medio de consolidación de las fracturas t ratadas con placa atornillada fue de 4.42 meses (Figura nº 7). No ha aparecido nin­gún caso de seudoartrosis.

Se ha practicado un estudio comparativo en­tre las dos series, relacionando el tiempo de con­solidación con una serie de parámetros: localiza­tion del trazo, tipo de trazo, presencia de conmi-nución y grado de Nicoll.

Al relacionar la localization del trazo de frac­tura en la diáfisis humeral con el tiempo en que tardaron en consolidar las fracturas, observamos como a nivel del tercio medio (localización más frecuente en ambas series, con 61 casos en la se­rie t ratada con el sistema de Hackethal y 16 en la serie t ra tada con placa atornillada), el tiempo de consolidación en la primera serie fue de 4.18 meses, frente a los 5.37 meses que tardaron en consolidar las fracturas fijadas mediante osteo-síntesis con placa atornillada (Figura nº 7). A ni­vel del tercio proximal, el tiempo medio de con­solidación fue de 4.2 meses en ambas series, y a nivel del tercio distal, de 3.7 meses también en ambas series.

Si comparamos el tiempo medio de consolida­ción de las fracturas en función de su tipo de tra­zo, se aprecia que en las fracturas de trazo trans­verso, con 30 casos tratados con el sistema de Hackethal y 6 tratados con placa atornillada, en la primera serie el tiempo medio fue de 3.91 me­ses frente a los 6 meses de la segunda serie (Fi­gura nº 7). En los 9 casos de fracturas espiroi­deas t ra tadas con el sistema de Hackethal el tiempo medio de consolidación fue de 3.27 me­ses, frente a los 3.7 meses de los 15 casos fija­dos con placa.

Respecto a la presencia de conminución en el foco de fractura, que en un principio nos haría sospechar que la fijación obtenida con el siste­ma de Hackethal sería deficiente, observamos que en la serie t ra tada con esta técnica el tiempo medio de consolidación fue de 4.97 meses, frente a los 7.2 meses que tardaron en consolidar las fracturas fijadas con una placa atornillada (Fi­gura nº 7).

Si estudiamos el tiempo medio de consolida­ción de las fracturas t ratadas con el sistema de Hackethal en función de su gravedad, es decir, en función del grado de Nicoll al que pertene­cen, se aprecia que las fracturas más graves ne­cesitan un mayor tiempo para consolidar. Para las fracturas grado 1 y grado 4 el tiempo nece­sario fue de 3.92 y 3.95 respectivamente, mien­t ras que las fracturas grado 6 necesitaron 5 meses y las fracturas grado 7 requirieron 4.36 meses (Figura nº 8).

Figura nº 8. Relación del tiempo medio de consolidación de las fracturas tratadas con la técnica de Hackethal en función de la gravedad de las mismas (tipo de Nicoll).

Figura nº 7. Comparación del tiempo medio de consolidación entre la serie tratada con la técnica de Hackethal y la serie tratada con osteosínte-sis con placa en función de: cada serie en su conjunto, las fracturas de trazo transverso, las fracturas localizadas en el tercio medio de la diáfisis y la presencia de conminución en el foco de fractura.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 17: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

244 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Al revisar las complicaciones que nos han apa­recido en la serie de 79 fracturas t ratadas me­diante el enclavijamiento de Hackethal, aparecen 2 casos en que una aguja quedó fuera del frag­mento proximal por un error en el control radio-scópico preoperatorio. En un caso, el control ra­diográfico postoperatorio demostró que la punta de una aguja protuía en el interior de la articu­lación gleno-humeral, por lo que se reintervino a los pocos días. En otro caso se desarrolló un seroma superficial de la herida quirúrgica, que se resolvió a los pocos días. Es de destacar la aparición de 8 casos (10.1%) de fracasos de con­solidación. Los 8 casos de seudoartrosis se han resuelto con éxito. En 6 casos se extrajeron las agujas, se decorticó el foco, se fijó la fractura con una placa atornillada con al menos 3 tornillos en cada fragmento, y se aportó injerto óseo proce­dente de cresta ilíaca del paciente (Figuras nº 9 y 10). En un caso se practicó un nuevo enclavi-

Figura nº 9. A la izquierda aparece un caso de seudoartrosis con rotura de las agujas de Kirschner; a la derecha la fractura consolidada tras osteosín-tesis con placa e injerto autólogo.

Figura nº 10. A la izquierda un fracaso de consolidación de una fractura conminuta del tercio medio de la diáfisis humeral en la que el relleno de la cavidad medular por las agujas de Kirschner fue insuficiente: a la derecha la fractura consolidada tras osteosíntesis con placa e injerto autólogo.

jamiento de Hackethal, rellenando por completo el canal medular, y se aportó injerto de cresta ilíaca a nivel del foco. El caso restante se resol­vió t ras practicar decorticación e injerto del foco. En la serie t ratada con placa atornillada apare­ció un caso de infección superficial de la herida quirúrgica, que se resolvió sin complicaciones. No apareció ningún caso de seudoartrosis.

DISCUSIÓN

El tratamiento quirúrgico de las fracturas de la diáfisis humeral, tanto con el enclavijamiento intramedular de Hackethal como con la osteosín-tesis con placa atornillada, aporta una serie de ventajas frente al tratamiento conservador de es­tas fracturas, como son el mayor confort que se proporciona al paciente, al que se libera de un período prolongado de inmovilización, y el per­mitir una movilización más precoz del hombro y del codo, ya que proporciona una fijación estable de la fractura, evitando así las rigideces articu­lares, tan frecuentes fundamentalmente en los pacientes de edad avanzada.

El enclavij amiento in t ramedula r se puede practicar con varios tipos de osteosíntesis. Se pueden utilizar los clavos de Rush, pero con la técnica de Hackethal la fijación que se consigue es más estable por lo que precisa de un tiempo más corto de inmovilización externa (5). A dife­rencia de la utilización del clavo de Kuntscher con la técnica de Hackethal no se fresa el inte­rior de la cavidad medular, y además la intro­ducción de las agujas de Kirschner es más sen­cilla, ya que el clavo de Kuntscher es un clavo rígido que se ha de introducir en un canal me­dular que presenta una doble curvatura descrita por Broca.

El enclavij amiento de Hackethal presenta asi­mismo ventajas frente a la osteosíntesis con pla­ca atornillada, ya que la técnica quirúrgica es más sencilla, evita el posible daño yatrogénico del nervio radial, no desvasculariza los fragmentos óseos, no altera el hematoma fracturario y las pérdidas sanguíneas son menores (5). La inciden­cia de infección parece ser también mayor si se utiliza la placa atornillada (16), aunque este ex­tremo no lo hemos podido observar en la serie que aportamos.

La técnica de Hackethal nos proporciona una fijación estable fundamentalmente cuando la frac­tura se localiza a nivel del tercio medio de la diá­fisis humeral. Se t ra ta de una fijación elástica con lo que conseguimos acelerar el proceso de consolidación. Cuando las fracturas se sitúan en

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 18: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

T. JOLIN SANCHEZ Y OTROS.- TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LAS FRACTURAS DE LA DIAFISIS HUMERAL 245

los tercios proximal o distal, la técnica de Hac­kethal obtiene una fijación menos estable; ejerce más bien un papel de alineación de los fragmen­tos, por lo que hay que cuidar especialmente la inmovilicación postoperatoria. La fijación obteni­da con la placa atornillada es de tipo rígido, no elástica, por lo que en fracturas situadas en los tercios superior o inferior, además de permitir compresión interfragmentaria si lo precisa la fractura, permite la inmediata movilización de las articulaciones vecinas.

Pero es indispensable el esmero en la técnica quirúrgica y en los cuidados postoperatorios. Con la técnica de Hackethal hay que rellenar por completo el interior del canal medular con las agujas y no conformarse con colocar un número determinado de ellas. Hackethal (30) propuso utilizar agujas de 3 mm de diámetro, sin embar­go, el uso de agujas de calibre menor, introdu­ciendo por tanto mayor número de ellas, nos per­mitirá rellenar el canal medular de una forma más completa, aumentado así la estabilidad de la fijación y evitará la migración de las agujas (5). El número de agujas colocado por los diver­sos autores es por lo tanto variable (5,9,13,21,31) oscilando de 2 a 15 agujas. Al practicar la os­teosíntesis con placa atornillada es igualmente fundamental la meticulosidad de la intervención, tanto al practicar el abordaje evitando el daño de las partes blandas, como al proceder a la téc­nica de osteosíntesis escogiendo placas de tama­ño adecuado, con al menos seis tornillos, y apli­cando compresión interfragmentaria a nivel del foco de fractura. El cirujano es el único que co­noce realmente la calidad de la fijación que se ha obtenido, por lo que tendrá que adecuar a ella el régimen de cuidados e inmovilización postope­ratoria.

Diversos autores cuestionan el t ratamiento quirúrgico de las fracturas de la diáfisis hume­ral aduciendo que presenta un mayor número de complicaciones que el tratamiento conservador, fundamentalmente infección y no unión. La in­fección oscila según los diferentes autores del 0 al 2.1% (2,4,5,7). En nuestras series no ha apa­recido ningún caso de infección. Si que llama la atención la frecuencia de seudoartrosis en la se­rie de 79 casos tratados con la técnica de Hac­kethal, con un porcentaje del 10.1% (porcentaje éste cercano al obtenido por algunos autores del 8% (5), pero distante del 0% de otras series (2)). Los casos en que se desarrolló este fracaso de la consolidación pertenecían a los grados más altos de la clasificación de Nicoll. Se trataban pues de fracturas graves. Esto explica esta alta inciden­

cia de no uniones con respecto a otras series, ya que mientras en la nuestra el 44.87% de las frac­turas presentaban conminución en el foco en la serie antes referenciada (2) la incidencia de con­minución es del 6.38%. Por esto pensamos que es en las fracturas más graves donde hay que ser más estrictos en el relleno con agujas de la cavidad medular, o bien acudir en estos casos a la osteosíntesis con placa atornillada.

Aunque globalmente consideradas el tiempo de consolidación es muy semejante en ambas series, de 4.2 meses en la serie t ratada con la técnica de Hackethal y de 4.42 meses en la serie trata­da con placa atornillada, hay sin embargo, unas diferencias importantes a remarcar. El tiempo de consolidación en las fracturas del tercio medio es más corto en las t ratadas con la técnica de Hac­kethal que en las que se colocó una placa ator­nillada (4.18 meses frente a 5.37 meses). Esta di­ferencia en el tiempo de consolidación se aumen­ta de forma llamativa si consideramos en ese nivel las fracturas de trazo transverso (3.91 fren­te a 6 meses). Por esto consideramos a la frac­tura de tercio medio y trazo transverso la prin­cipal indicación de la técnica de Hackethal.

También existe una diferencia en el tiempo de consolidación a favor de la técnica de Hackethal si hay conminución en el foco de fractura (4.67 frente a 7.2 meses). Sin embargo, como antes se­ñalábamos, el factor de la conminución es a nues­tro juicio el determinante de la aparición de un 10.1% de seudoartrosis en las fracturas t ratadas con la técnica de Hackethal.

Finalmente reseñar que el resto de las com­plicaciones señaladas en el capítulo de material y método han sido irrelevantes.

CONCLUSIONES

El tratamiento quirúrgico de las fracturas de la diáfisis humeral se reserva clásicamente a unas indicaciones concretas. Creemos que la in­dicación quirúrgica puede ampliarse y no ser es­trictos en su aplicación por la comodidad que pro­porciona al paciente, que puede iniciar precoz­mente la rehabilitación del codo y hombro, y por las escasas complicaciones que presenta si las técnicas quirúrgicas son correctas.

La indicación principal de la técnica de Hac­kethal es la fractura de tercio medio de húmero no conminuta. Consigue una fijación estable y elástica del foco de fractura.

En las fracturas de los tercios proximal y dis-

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 19: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

246 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

tal, o si hay conminución en el foco de fractura, creemos que está indicada la osteosíntesis con placa atornillada. Esta consigue una fijación rí­

Bibliografía

1.- Mast, J.W.; Spiegel, P.G.; Harvey, J.P.; Harrison, C: Fractures of the humeral shaft. A retrospective study of 240 adult fractures. Clin. Orthop. 1975, 112: 254-262.

2.- Arandes, J.M.; Gallart, F.J.: Tratamiento de las fracturas diafisarias de húmero, por el método del enclavado centrome­dular plurifascicular de Hackethal modificado. Estudio de 94 casos. Rev. Ortop. Traum. 1987, 31 IB: 249-257.

3.- Balfour, G.W.; Mooney, V.; Ashby, M.E.: Diaphyseal fractures of the humerus treated with a ready-made fracture bra­ce. J. Bone Joint Surg. 1982, 64A: 11-13.

4.- Brumback, R.J.; Bosse, M.J.; Poka, A.; Burgess , A.R.: Intramedullary stabilization of humeral shaft fractures in pa­tients with multiple trauma. J. Bone Joint Surg. 1986, 68A: 960-970.

5.- Durbin, HA.; Gottesman, M.J.; Saunders, K.C.: Hackethal stacked nailing of humeral shaft fractures. Clin. Orthop. 1983, 179: 168-174.

6.- Foster, R.J.; Dixon, G.L.; Bach, A.W.; Appleyard, R.W.; Green, T.M.: Internal fixation of fractures and non-unions of the humeral shaft. J. Bone Joint Surg. 1985, 67A: 857-864.

7.- Hall, R.F.; Pankovich, A.M.: Ender nailing of acute fractures of the humerus. J. Bone Joint Surg. 1987, 69A: 558-567. 8.- Holm, C.L.: Management of humeral shaft fractures. Fundamentals nonoperative technics. Clin. Orthop. 1970, 71: 132-

139. 9.- Pritchett , J.W.: Delayed union of humeral shaft fractures treated by closed flexible intramedullary nailing. J. Bone Joint

Surg. 1985, 67B: 715-718. 10.- Sarmiento, A.; Kinman, P.B.; Galvin, E.G.; Schmitt, R.H.; Phil l ips, J.G.: Functional bracing of fractures of the shaft

of the humerus. J. Bone Joint Surg. 1977, 59A: 596-601. 11.- Spak, I.: Humeral shaft fractures. Treatment with a simple hand sling. Acta Orthop. Scand. 1978, 49: 234-239. 12.- Griend, R.V.; Tomasin, J.; Ward, E.F.: Open reduction and internal fixation of humeral shaft fractures. J. Bone Joint

Surg. 1986, 68A: 430-433. 13.- Montserrat Ramon, F.; Blazques Mulero, M.; Llorente Cuadrado, J.A.; Ferra Jaume , G.: Ensartado del húmero

con haz de Hackethal. Rev. Ortop. Traum. 1982, 26 IB: 87-94. 14.- Schatzker, J.: Fracturas del húmero. En Schatzker, J. y Tille, M.: Tratamiento quirúrgico de las fracturas. Buenos Ai­

res. Ed. Panamericana. 1989: 84-96. 15.- Rogers, J.F.; Bennet , J.B.; Tullos, H.S.: Management of concomitant ipsilateral fractures of the humerus and forearm.

J. Bone Joint Surg. 1984, 66A: 639-646. 16.- Stern, P.J.; Mattinglym D.A.; Pomeroy, D.L.; Zenni, E.J.; Kreig, J.K.: Intramedullary fixation of humeral shaft frac­

tures. J. Bone Joint Surg. 1984, 66A: 639-646. 17.- Sim, F.H.; Kelly, P.J.; Henderson, E.D.: Radial nerve palsy complicating fractures of the humeral shaft. J. Bone Joint

Surg. 1971, 53A: 1023-1024. 18.- Pollock, F.H.; Drake, D.; Bovill , E.G.; Day, L.; Trafton, P.G.: Treatment of radial neuropathy associated with fractu­

res of the humerus. J. Bone Joint Surg. 1981, 63A: 239-243. 19.- Holstein, A.; Lewis , G.B.: Fractures of the humerus with radial nerve paralysis. J. Bone Joint Surg. 1963, 45A: 1382-

1388. 20.- Naiman, P.T.; Schein, A.J.; Siffert, R.S.: Use of ASIF compression plates in selected shaft fractures of the upper extre­

mity. Clin. Orthop. 1970, 71: 208-216 21.- Maruenda, J.; Arguelles, F.; Chofre, A.: Tratamiento de las fracturas diafisarias del húmero según la técnica de Hac­

kethal. Rev. Esp. Cir. Ost. 1982, 17: 97-112. 22.- Gustillo, R.B.: Tratamiento de fracturas abiertas y sus complicaciones. Madrid. Ed. Importécnica. 1983. 23.- Nicoll, EA.: Fractures of the tibial shaft. A survey of 705 cases. J. Bone Joint Surg. 1964, 46B: 373-387. 24.- Callewaert, R.: Treatment of fractures with Ender 's prebent flexible nails. Acta Orthop. Belg. 1982, 48: 345-356. 25.- Van der Ghinst, M.; De Geeter, L.; Thiry, A.: Le traitement des fractures de la diaphyse humérale par l'embrochage

centro-medullaire á minima. Acta Orthop. Belg. 1974, 40: 85-95. 26.- Van der Ghinst, M.; De Geeter, L.: Fracture de la tete et de la diaphyse humérale: du plátre pendant á l'embrochage

fasciculé selon Hackethal. Acta Orthop. Belg. 1978, 44: 357-365. 27.- Vives, P.; Massy, E.; Fichelle , G.: Interés del enclavado centromedular por vía epicondílea para el tratamiento de las

fracturas de la extremidad superior del húmero. Rev. Ortop. Traum. 1977, 21 IB: 45-50. 28.- Vichard, P.; Vergnat, C.; Bellanger, P.: Lénclouage bipolaire adcendant aux clous elastiques des fractures de l'extremité

supérieur de l 'humerús. Ann. Orthop. de l'est. 1978, 1: 73-77. 29.- Letenneur, J.; Rogez, J.M.; Bainvel , J.V.: Interet de la voie sus-epitrochléenne pour l'embrochage de certaines fractu­

res de l 'humerús. Ann. Orthop. de Ouest. 1978, 10: 31-33. 30.- Hackethal , K.H.: Die bündelnagelung. Berlin. Ed. Springer Verlag. 1961. 31.- Arandes Renu, J.M.; Gallart Castany, F.J.; Arandes Renu, R.: Biomecánica del método de Hackethal empleado para

el tratamiento de las fracturas del húmero: estudio experimental de una variante posteroexterna. Rev. Orthop. Traum. 1987, 31 Ib: 203-209.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

gida y estable. También constituye una indicación de la pla­

ca atornillada la seudoartrosis de húmero.

Page 20: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Modificaciones fisarias en la rata tras enclavijamiento: estudio comparativo entre implantes plásticos

y metálicos

G. GARCES MARTIN, I. MUGICA GARAY, N. LOPEZ GONZALEZ COVIELLA, y E. GUERADO PARRA.

Instituto Canario de Ortopedia y Traumatología. Unidad de Traumatología del Deporte. Departamento de Educación Física.

Instituto de Educación Física de Canarias. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Servicio de Traumatología. Hospital Nuestra Señora del Pino. Las Palmas de Gran Canaria. Servicio de Traumatología. Cátedra de Patología Quirúrgica.

Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Universidad de Málaga.

Resumen.— El presente trabajo se efectuó para estudiar las modificaciones locales indu­cidas por implantes que atraviesan el cartílago de crecimiento. Se utilizaron 20 ratas macho de 5 semanas de edad. A través de una incisión parapatelar externa se insertó una aguja de Kirschner en el fémur derecho y una de plástico en el izquierdo, ambas de 1 mm de diámetro, atravesando la placa fisaria distal. Cinco animales por grupo fueron sacrificados al cabo de 1,2,8 y 16 semanas. Tras denudar los fémures de partes blandas, su extremidad distal fue procesada para estudio histológico, histomorfométrico e histoquímico.

Los resultados demuestran que desde la segunda semana la fisis tuvo mayor al tura en los fémures con implante metálico, aunque las diferencias no fueron estadísticamente significati­vas. No se apreciaron diferencias histológicas remarcables entre las placas fisarias con uno u otro implante a lo largo del estudio. La captación de azul alcián fue asimismo similar, salvo en la decimosexta semana en que fue marcadamente menor alrededor de los implantes metálicos. Se concluye que la naturaleza del implante condiciona las modificaciones fisarias inducida por éste.

Descriptores: Cartílago crecimiento. Fisis. Epifisiodesis. Osteosíntesis.

Summary.— A study is made of the local changes induced by implants transver-s ing growth cartilage. Twenty 5-week-old rats were used. A Kirschner needle 1 mm. of diameter was introduced through an external parapatellar incis ion into the right femur, whi le a plastic needle of the same dimensions was passed into the left femur. Both needles were advanced until the distal physeal plates were pierced. The rats were sacrificed in groups of 5 after 1,2,8 and 16 weeks . After soft t i ssue removal, the distal femoral ends were processed for histological, histomorphometric and histo-chemical study.

After the second week the physeal portions were taller in the femurs that rece ived metal implants, a l though the differences were not statistically significant. No important histological differences were noted be tween the physeal plates corres­ponding to e i ther implant during the study; alcian blue uptake was l ikewise similar, wi th the sole except ion of the 16th week, during which uptake was markedly less intense around the metal implants. To conclude, implant type is s een to condit ion the physeal changes induced.

Key Words: Growth carti lage. Phys is . Epiphysiodesis . Osteosynthesis .

Correspondencia:

Dr. D. GERARDO GARCES MARTIN D. Pío Coronado, 164. 35012 Las Palmas de Gran Canaria

INTRODUCCIÓN

Con gran frecuencia es necesario clínicamente atravesar las placas de crecimiento con diversos métodos de osteosíntesis (agujas y tornillos funda-

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Rev. Esp. de Cir. Ost. (247-251) 1991

Page 21: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

248 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

mentalmente). Ello ha llevado a varios autores a estudiar los efectos de los mismos sobre la placa fisaria y el crecimiento posterior del hueso. Algunos artículos o revisiones se ocupan sólamente del cre­cimiento óseo tras la inserción de implantes sin tener en cuenta las modificaciones locales en la fisis (1,2,3,4,5,6). Otros estudian éstas t ras colocar implantes, en puntos aislados del tiempo, sin consi­derar la evolución cronológica de los cambios (7,8,9,10), o colocando implantes autodegradables, la mayoría de los cuales se rompe antes de su absorción (11).

Garcés y Guerado (12,13,14) efectuaron un se­guimiento secuencial de los cambios que acontecían en la fisis proximal de la tibia de ratas tras enclavi-jamiento con agujas de Kirschner. Plantearon que el puente óseo formado alrededor del implante provenía en parte de la transformación del cartílago fisario adyacente, inducida por fenómenos electro­químicos debidos al metal, basándose en la forma­ción de hueso alrededor de electrodos metálicos silentes demostrada por Brighton y Hunt (15). El presente trabajo se ha llevado a cabo para compro­bar si la naturaleza del material es determinante en las modificaciones observadas alrededor del im­plante tras su colocación durante largo tiempo a través de la fisis.

MATERIAL Y MÉTODO

Se utilizaron ratas macho de la cepa Sprague-Dowley de cinco semanas de edad, y con pesos comprendidos entre 104 y 151 gramos. Se dividieron en cuatro grupos iguales según el tiempo transcurrido desde la intervención qui­rúrgica hasta su sacrificio, que fue de 1,2,8 y 16 semanas.

Tras ser pesados y medidos los animales, fueron anestesiados con hidrato de cloral al 3,5%, vía intraperi­toneal, a dosis de 1 cc por cada 100 gramos de peso. Se realizó una incisión parapatelar externa en la rodilla rechazando el tendón rotuliano medialmente y se perforó con una broca de 1 mm de diámetro en el intercóndilo femoral hacia la diáfisis, perpendicular al cartílago de crecimiento. En los fémures derechos se colocó a través de la perforación una aguja de Kirschner de 1 mm de grosor y 12 mm de longitud con el extremo articular curvado previamente, de forma que se introdujera en el intercón­dilo sin interferir con el movimiento normal de la rodilla. En los fémures izquierdos se colocó una aguja de Nylon de las mismas medidas que la metálica. Tanto el cierre de la artrotomía como el de la piel se realizó con puntos de Dexon de 3/0. Una vez finalizadas las operaciones los animales fueron devueltos a su entorno natural permi­tiéndoseles comer y beber "ad libitum".

Una vez sacrificados los animales, despojados ambos fémures de las partes blandas adyacentes y extraído el implante, se separaron sus epífisis distales y se fijaron en

solución de Bouin durante 24 horas. Posteriormente se introdujeron en parafina según rutina. Se realizaron cortes de 7 micras que fueron teñidos para estudio histo­lógico con hematoxilina-eosina y para estudio histoquí-mico con azul alcián. La altura fisaria y la de sus capas se determinó según método de Garcés y Bradley (16). La valoración estadística se efectuó aplicando una T de Student para muestras apareadas.

RESULTADOS

La medición de la altura fisaria demostró que la fisis distal fue siempre más alta en los fémures con implante metálico que en los de plástico salvo en la primera semana. Las diferencias observadas alcan­zaron el 2% de la altura total tras la primera semana, el 3% tras la segunda y el 7% al cabo de la decimosexta, siendo las mismas no significativas. La altura de las distintas capas fue unas veces mayor en unos fémures y otras en los otros, no superando las diferencias el 5% del total. Única­mente la capa hipertrófica se mostró mayor durante todas las etapas en la fisis distal de los fémures atravesados por implante plástico. Las diferencias no fueron significativas (Tabla I).

TABLA I. Altura fisaria y sus capas, expresada en micras, tras enclavija-miento con metal (MET) o plástico (PLA). Diferencias no significativas en ninguna capa.

Los hallazgos estructurales en la zona de placa de crecimiento alejada del implante mostró los hallazgos propios de las fisis de su edad. Así, de la gran celularidad presente en las piezas observadas tras la primera semana de la matriz intercelular, se pasó progresivamente a una disminución de la densidad celular por pérdida de columnas y del número de elementos presentes en éstas (Figura n° 1). Las franjas de matriz cartilaginosa fueron en­sanchándose y la altura de la fisis disminuyendo a medida que era mayor el tiempo entre la interven­ción y el sacrificio. Al final de la experiencia la altura fisaria se había reducido considerablemente, las columnas celulares contaban con escasos ele­mentos, especialmente en la zona germinal, y se encontraban separadas por amplias zonas de ma­triz intercelular en vías de degeneración. Los ha-

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 22: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

G. GARCES Y OTROS.- MODIFICACIONES FISARIAS EN LA RATA TRAS ENCLAVIJAMIENTO: ESTUDIO ... 249

Figura nº 1. Fisis atravesada por metal tras una semana de evolución. 100X. Hematoxilina-eosina. Junto al canal dejado por la aguja, una estrecha franja de cartílago fisario ha comenzado a perder celularidad.

llazgos observados no difirieron en nada de los conocidos durante el envejecimiento fisario y por tanto no se abundará sobre ellos.

En la zona adyacente a la perforación, tras la primera semana, las trabéculas metafisarias y epifisarias paralelas al implante (tanto metálico como plástico) mostraban aspecto normal, sin cambios con respecto al resto de la trabeculación. Se evidenció la presencia de tejido fibroso entre trabé­culas e implante, siempre más abundante y ancho en el lado del implante metálico.

A nivel del cartílago fisario, un animal no mostró cambios con respecto al resto de la fisis junto al implante plástico, mientras que presentó una zona de degeneración celular y matricial estrecha, adya­cente al metal. Dos animales presentaron hallazgos muy similares junto a ambos implantes, con dege­neración de la celularidad, fragmentación de algu­nos de sus núcleos y aumento del grosor de la matriz cartilaginosa acelular. Las células situadas inme­diatamente a esta zona mostraban cambio de su orientación y se orientaban ahora longitudinalmen­te al hueso, al contrario de la disposición transver­sal normal. Otro animal mostró las mismas caracte­rísticas que estas señaladas en el lado del implante plástico pero evidenció la presencia de una trabécu-la ósea inmadura epifisometafisaria en el lado del metal.

Al cabo de dos semanas las diferencias entre ambas extremidades continuaron siendo mínimas. Así, un animal presentó la presencia de un puente óseo que unía epífisis y metáfisis en la zona adya­cente al implante, tanto metálico como plástico. Dos animales mostraron, también junto a ambos im­plantes, una zona estrecha de matriz acelular del

cartílago fisario. Tres animales mostraron degene­ración celular fisaria de variable intensidad junto a ambos implantes y dos orientación longitudinal de la celularidad del cartílago de crecimiento adyacen­te al implante en ambas extremidades, mientras que otros dos sólo mostraron este hallazgo junto al implante plástico.

Tras ocho semanas, la formación de trabécula ósea epifisometafisaria adyacente a ambos implan­tes fue evidente en tres animales, los mismos en los que se apreció parte del cartílago fisario junto a las trabéculas transformándose en hueso. Sólo un ani­mal mostró una zona de matriz acelular y orienta­ción longitudinal de las células cartilaginosas pró­ximas a ambos implantes (Figura nº 2), mientras

que en otro fue evidente la presencia de degenera­ción celular cartilaginosa sólo junto al implante metálico. Al cabo de dieciseis semanas, un animal mostraba trabéculas óseas en el cartílago fisario junto a ambos implantes, tres sólo junto al implante metálico, mientras que uno lo hacía sólo adyacente al implante plástico. Dos evidenciaban la presencia de matriz acelular en una franja adyacente al implante en ambas extremidades y cuatro, fenóme­nos de degeneración celular mientras que dos los mostraban sólo junto al implante metálico. En dos animales se apreció la orientación longitudinal de las células adyacentes al implante plástico y en otros dos sólo en las cercanas al implante metálico. Incluso un animal mostró cambios mínimos en el cartílago fisario junto al implante plástico con res­pecto al resto de la fisis.

Al igual que sucediera con la histología, la zona fisaria alejada del implante mostró las característi­cas tincionales del azul alcián propias del grupo de

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Figura nº 2. Fisis atravesada por plástico tras 8 semanas de evolución. 40X. Hematoxilina-eosina. Persiste zona acelular en la fisis junto al implante y algunas células se disponen ahora longitudinalmente al eje del hueso.

Page 23: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

250 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

edad considerado. Así, desde el principio se observó una captación homogénea del azul alcián en todas las capas del cartílago que fue disminuyendo a medida que avanzaban las etapas estudiadas. Ini-cialmente la disminución de captación se limitó a la capa germinal y parte de la proliferativa, sobre todo a nivel de la matriz cartilaginosa, para ir progresi­vamente afectando al resto de las capas. Los halos celulares de la capa hipertrófica continuaron cap­tando homogéneamente incluso después de la deci­mosexta semana, cuando ya había desaparecido el colorante de gran parte de la fisis.

A nivel de la zona perforada, t ras la primera semana, no se apreciaron diferencias entre los huesos atravesados por implante metálico y plástico. En todos los casos, existió una discreta pérdida del contraste azul en la matriz adyacente al implante, de anchura variable y que en un animal se acompa­ñó, además, de pérdida del halo azul celular hacia el lado en contacto con el implante, tanto metálico como plástico. Al cabo de la segunda semana tampo­co se apreciaron diferencias evidentes entre los cartílagos fisarios atravesados por metal o por plás­tico. Incluso las características histoquímicas de la zona adyacente al implante no fueron homogéneas entre los huesos atravesados por uno u otro. Dos animales presentaron una clara formación ósea yuxtaimplante y en todos se apreció, al igual que en el período anterior, una disminución de la captación azul de la matriz adyacente, en intensidad y anchu­ra variable, acompañada de la presencia de restos celulares aislados de mayor o menor captación.

Tras la octava semana tampoco se evidenciaron diferencias claras frente a uno u otro implante. Cuatro animales mostraron la presencia de trabé-culas óseas epifisometafisarias junto a ambos im­plantes, con zona adyacente de la matriz sin capta­

ción azul en casi todos los casos y presencia de restos celulares aislados y mínimamente captantes en algunos cartílagos.

Después de la decimosexta semana todos los animales mostraron un puente óseo uniendo epífi­sis y metáfisis adyacente a ambos implantes (en uno de ellos no se apreció junto al implante metálico). Mientras fue siempre de menor captación e incluso ausencia de azul, esta característica sólo se eviden­ció, y en marcada menor intensidad, en tres de los especímenes atravesados por implante plástico (Figura nº 3).

DISCUSIÓN

Aunque diversos autores han estudiado las modificaciones locales inducidas por las osteosínte-sis sobre las placas fisarias, no se conocen con exactitud la naturaleza de las mismas. La hipótesis del presente trabajo se planteó a partir del trabajo original de Garcés y Guerado (12), los cuales suge­rían que los efectos de las osteosíntesis a través de los cartílagos fisarios podían ser debidos a un fenó­meno electroquímico alrededor del implante. De esta forma se creó un modelo experimental que comparase la respuesta de la fisis frente a implan­tes de diferente naturaleza (metal y plástico).

Las modificaciones estructurales observadas en nuestro trabajo demuestran que la inserción de un implante a través de la fisis, no sólo produce los efectos propios del traumatismo sino modificacio­nes alrededor del material. Y es evidente que los distintos componentes fisarios, en una franja de anchura variable alrededor del implante, sufren al­teraciones que los llevan progresivamente a su de­generación y transformación en hueso. Estos fenó­menos ya fueron apreciados por Garcés y Guerado

Figura nº 3. Dieciseis semanas tras la colocación del implante. 40X. Azul alcián. a) metal, b) plástico. Mientras en la fisis atravesada por plástico la captación de azul alcián es homogénea a lo largo de toda su extensión, en la perforada por metal se aprecia muy disminuida y prácticamente ausente jun­to a la trabécula ósea adyacente al implante.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 24: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

G. GARCES Y OTROS.- MODIFICACIONES FISARIAS EN LA RATA TRAS ENCLAVIJAMIENTO: ESTUDIO ... 251

Bibliografía

1.- Haas, S: The changes produced in the growing bone after injury to the apiphyseal cartilage plate. J. Orthop. Surg. 1919, 15: 67-69.

2.- Haas, S.: Restriction of bone growth by pins through the epiphyseal cartilaginous plate. J. Bone Joint Surg. 1950, 32-A: 338-343. 3.- Cañadell, J. (ed): Lesiones del cartílago de crecimiento. Eunsa, Pamplona, 1976. 4.- Pous , J.; Dimeglio, A.; Baldet, P. y Bonnel, F.: Cartilage de conjugaison et croissance. Paris, Doin Editeurs. 1980. 5.- Bjerkreim, I.: Effect upon longitudinal growth of femur by intramedulary nailing in rats. Acta Orthop. Scand. 1983,54:363-365. 6.- Garcés Martín, G. y Guerado Parra, E.: Evolución longitudinal de tibias de rata t ras enclavijamiento de la fisis proximal. Rev.

Soc. And. Traum. Ortop. 1987. 7, 2: 185-189. 7.- Campbell, C; Grisolia, A.; Zanconato, G.: The effects produced in the cartilaginous epiphyseal plate of inmature dogs by

experimental surgical trauma. J. Bone Joint Surg. 1959, 41A: 1221-1242. 8.- Ford, L., Key, A.: A study of experimental t rauma to the discal femoral epiphysis in rabbits. J. Bone Joint Surg. 1956, 38A: 84-

92. 9.- Siffert, R.: The effects of staples and longitudinal wires on epiphyseal growth. J. Bone Joint Surg. 1956, 38A: 1077-1088.

10.- Bayley, R.; Dubow, H.: Evolution of the concept of an extensible nail accomodating to normal longitudinal bone growth. Clin. Orthop. 1981, 159: 157-170.

11.- Makela, A.; Vainiopaa, S.; Vihtonen, K.; Mero, M.; Laiho, J.; Tech, L.; Tormala, P.; Rokkanen, P.: The effect of a penetrating biodegradable implant on the epiphyseal plate: An experimental study on growing rabbits with special ragard to polyglactin 910. J. Ped. Orthop. 1987, 7: 415-420.

12.- Garcés, G.; Guerado, E.: Modifications of growth plates after pinning. Med. Sci. Res. 1987, 15: 561-562. 13.- Garcés Martín, G.; Guerado Parra, E.: Modificaciones histoquímicas y vasculares en la fisis tibial de la ra ta inducidas por

enclavijamiento. Rev. Esp. Cir. Ost. 1987, 22: 361-368. 14.- Garcés Martín, G.; Guerado Parra, E.: Estudio histológico de la fisis tibial de la rata t ras enclavijamiento. Rev. Orthop. Traum.

1988, 32: 149-153. 15.- Brighton, C; Hunt, R.: Ultrastructure of electrically induced osteogenesis in the rabbit medullary canal. J. Orthop. Res. 1986,

4: 27-36. 16.- Garcés, G.; Bradley, J.: Relationship between growth plate height and bone length. Med. Sci. Res. 1988, 16: 679-680. 17.- Seinsheimer, F.; Sledge, C: Parameters of longitudinal growth rate in rabbit epiphyseal growth plates. J. Bone Joint Surg.

1981, 63A: 627-630. 18.- Garcés Martín, G.; Múgica Garay, I.; López Gónzalez-Coviella, N.; Guerado Parra, e.: Evolución de la longitud femoral

de la ra ta tras diversos métodos de transfixión de su fisis distal (Observaciones no publicadas).

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

intensidad variable. Únicamente en la decimosexta semana dicha hipocaptación se mantuvo junto al implante metálico, siendo el azul casi normal junto al plástico. Es importante señalar, no obstante, que el método utilizado en nuestro trabajo no permite efectuar determinaciones cuantitativas. Un análi­sis detallado de las diversas fracciones de mucopo-lisacáridos a lo largo del estudio podría evidenciar si lo que nosotros observamos al microscopio en la última etapa, tiene lugar anteriormente.

Los resultados obtenidos en este trabajo permi­ten apoyar la teoría de Garcés y Guerado (12) acerca de que las modificaciones fisarias tras la inserción de implantes están relacionadas con la naturaleza de los mismos. Recientemente Garcés y cols. (18) hemos demostrado que los fémures de rata con su fisis distal atravesada por implantes metálicos, fueron más cortos, desde el principio, que sus con-tralaterales atravesados por implantes plásticos. Estos hallazgos apoyarían el uso de implantes bio­lógicamente inertes, como ha sido sugerido por Makela y cols. (11).

(12,14), autores que sugerían por primera vez la transformación del cartílago fisario inducida por el metal.

Atendiendo a los criterios de Seinsheimer y Sledge (17), existe una relación directa entre la altura fisaria y su actividad. De acuerdo a esto habría que aceptar que, en nuestros animales, al ser mayor la altura en las fisis atravesadas por metal que en las atravesadas por plástico, se estaría produciendo un efecto estimulante sobre el crecimiento óseo con dicho implante, hallazgo contrario al publicado por diversos autores (1,2,5,6,9 y 10).

La hipocaptación del azul alcián observada alre­dedor del implante sugiere un efecto directo de la presencia de éste sobre el metabolismo de la matriz, más concretamente sobre la síntesis de mucopolisa-cáridos ácidos. Esta hipocaptación fue anterior­mente descrita por Garcés y Guerado (13), alrede­dor de agujas metálicas implantadas a través de fisis tibial de rata. En nuestro trabajo se apreció que la disminución del azul yuxtaimplante se produjo tanto alrededor del plástico como del metal, en

Page 25: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Factores pronósticos en el tratamiento del condrosarcoma.

J.A. CARA, A. LACLERIGA, J. LOSADA y J. CAÑADELL

Departamento de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Clínica Universitaria de Navarra. Facultad de Medicina.

Universidad de Navarra.

Resumen.— Los autores 30 condrosarcomas tratados en su Departamento. Estudiando la distribución por sexos, edad, localización, supervivencia y los factores pronósticos respec­to a la relación entre el tipo histológico, localización, tratamiento, origen y tiempo de evolución.

Concluyen que son factores de mal pronóstico el grado histológico III, localización cen­tral, especialmente en ilíaco, origen primario de la enfermedad y un tiempo mayor de 6 meses entre el diagnóstico y el tratamiento.

Descriptores: Condrosarcoma. Tumores óseos. Factores pronósticos.

Summary.— The authors are reviewed 30 chondrosarcomas seen at their depart­ment of orthopaedics surgery. They studied the age distribution, sex, localization, survival and the prognostic factors be tween histopathology, localization, origin, treatment and evolution times.

It is concluyed that the grade III, central localization (specially in pelvis) , primary origin and evolution t imes more than six months be tween diagnosis and treatment are bad prognostic factors in chondrosarcoma of bone.

Key Words: Chondrosarcoma. Bone Tumours.

INTRODUCCIÓN

El condrosarcoma es un tumor que presenta una gran variabilidad tanto en su morfología como en su evolución clínica. Su origen exacto todavía sigue en discusión, aunque el hecho fundamental es la naturaleza cartilaginosa del tejido proliferativo bá­sico.

Aunque suele evolucionar con lentitud y las me­tástasis son relativamente raras, en estudios clási­cos (1-3) se ha establecido un papel de crecimiento incontrolado local y una progresión muy lenta, sien­do fundamental el primer tratamiento quirúrgico realizado. Aún así, se ha observado pronósticos fa­tales en condrosarcomas de alto grado (1 y 4-7), con supervivencias muy cortas.

Correspondencia:

Dr. D. J.A. CARA DEL ROSAL. Departamento de C. Ortopédica y Traumatología. Clínica Universitaria de Navarra. Avda. Pio XII s/n. 31008 Pamplona.

Son pocos los trabajos publicados referentes al pronóstico del condrosarcoma (8 y 9) y el estu­dio de los factores que influyen en él. El objetivo de éste trabajo es estudiar algunos de estos fac­tores con nuestra serie y compararla con otras.

M A T E R I A L Y M É T O D O S

Hemos revisado nuestros archivos, buscando todos aquellos condrosarcomas que hemos tratado. En total han sido 41 condrosarcomas. En las historias clínicas hemos estudiado el grado histológico del tumor, clasi­ficándolos en bajo, medio y alto (8) (Figura n° 1A, 1B y 1C); la localización del tumor, haciendo especial dis­tinción entre la localization en extremidades y tronco; el tratamiento realizado, el origen de la tumoración (si es primario o secundario) y el tiempo de evolución entre la aparición de la clínica y el diagnóstico, y en­tre el diagnóstico y el tratamiento.

RESULTADOS

De los 41 condrosarcomas descartamos 9 por estar las historias incompletas y 2 por tener un seguimiento menor al año.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Rev. Esp. de Cir. Ost. (253-258) 1991

Page 26: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

254 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Figura nº 1A. Condrosarcoma grado I de tercio proximal de fémur.

Figura nº 1B. Aspecto macroscópico del caso anterior.

La distribución por sexos de los 30 restantes es de 23 hombres y 7 mujeres (3:1) y la edad oscilaba entre 13 y 70 años (41,7 años).

La distribución por décadas fue:

Década 1 (0) 0% Década 2 (2) 6.6% Década 3 (5) 16.6% Década 4 (5) 16.6% Década 5 (8) 26.6%

Figura nº 1C. Aspecto microscópico del caso anterior.

Década 6 (5) 16.6% Década 7 (5) 16.6% Década 8 (0) 0% Década 9 (0) 0%

El tiempo entre que aparece la clínica hasta el diagnóstico ha sido de 10.4 meses, y desde el diag­nóstico hasta el tratamiento definitivo ha sido de 5.1 meses.

El seguimiento medio es de 8.1 años (1-22) y la supervivencia global es del 80% (6 éxitus).

Dentro de los factores pronósticos estudiados están:

1.- Tipo histológico

Dentro del tipo histológico estaban:

* Grado I: Son 8 pacientes con un seguimiento medio de

9.5 años (1-18). La supervivencia ha sido del 100%, con un control local de la enfermedad del 87.5% (en un caso hubo recidiva local) y un control sisté-mico del 100%.

* Grado II: Son 7 pacientes con un seguimiento medio de

7.5 años (1-22). La supervivencia ha sido del 100%, con un control local de la enfermedad del 85.7% (en un caso hubo recidiva local) y con un control sistémico del 85,7% (en el mismo caso hubo me­tástasis pulmonares).

* Grado III: Son 3 pacientes con un seguimiento medio de

7.3 años (3-16). La supervivencia ha sido del 33% ya que los otros dos murieron a los 3 y 3.5 años con metástasis vertebrales y pulmonares.

* Mesenquimal: Sólo hemos tratado un paciente, estando ac­

tualmente bien a los 8 años de evolución.

TOMO 26; N°. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 27: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

J.A. CARA Y OTROS.- FACTORES PRONÓSTICOS EN EL TRATAMIENTO DEL CONDROSARCOMA 255

* de células claras: Sólo hemos tratado un paciente, estando ac­

tualmente bien a los 8 años de evolución. * de Cricoides Sólo hemos tratado un paciente, estando ac­

tualmente bien a los 7 años de evolución.

En 9 pacientes, en el estudio patológico no se especificó el grado histológico. Este grupo de pa­cientes presenta un seguimiento de 7.6 años (2.5-15) con un 66% de supervivencia, y un 100% de control local y sistémico.

2.- Localización

La localización fue: 10 condrosarcomas en el tronco (3 a nivel vertebral, 2 a nivel de la escápu­la, 4 en pelvis y 1 en cricoides) (TABLA I). La su­pervivencia ha sido del 60%, con un 90% de con­trol local y un 100% de control sistémico.

TABLA I. Evolución del condrosarcoma según su localización

TRONCO 10 casos

Vertebral (3):

Escápula (2):

Pelvis: Ilíaco (2) Sacro (1) Isquion (1) Cricoides (1):

EXTREMIDADES 20 casos

Superior (2)

Inferior (18): Fémur (9)

Tibia (4) Peroné (1) Calcáneo (1) Metatarsianos (2) Falange (1)

1 éxitus 1 mtts. locales 1 bien 1 éxitus 1 bien 2 éxitus 1 bien 1 bien 1 bien

1 éxitus (húmero) 1 bien (mano)

1 éxitus 1 mtts. local y pulmonar 7 bien 4 bien 1 bien 1 bien 2 bien 1 bien

En extremidades ha habido 20 condrosarcomas. En extremidad superior han sido dos (húmero y mano) y 18 en extremidad inferior (9 en fémur, 4 en tibia, 1 en peroné, 1 en calcáneo, 2 en metatar-sianos y 1 en falange) (TABLA I). La supervivien-cia ha sido del 90%, con un control local del 95% y un control sistémico del 95%.

3.- Tratamiento

El tratamiento empleado ha sido en 29 casos cirugía radical:

- 13 Resección total.

- 7 Resección + injerto. - 7 Resección + prótesis. - 2 Desarticulación.

En un caso no se pudo hacer cirugía ya que cuando vino a consulta la invasión del tumor era tan importante que se trató con quimioterapia y radioterapia paliativa.

A la cirugía se acompañó en 3 ocasiones de ra­dioterapia intraoperatoria, en 2 casos radiotera­pia externa y en 1 quimioterapia. Como trata­miento paliativo se realizó en 5 casos radioterapia externa y en 3 quimioterapia.

4.- Condrosarcoma primario o secundario

De los 30 condrosarcomas, 25 eran primarios de los que 6 han muerto (76% de supervivencia).

El resto eran secundarios (1 enf. de Oilier, 1 encondroma y 3 osteocondromas). Todos viven, uno con recidiva local y otro con recidiva local y me­tástasis pulmonar.

5.- Tiempo de evolución

5.1.- Tiempo entre la clínica y el diagnóstico.

Lo hemos dividido en dos grupos; el primero cuando este tiempo es inferior a un año (17 ca­sos), de éstos, 3 han muerto, 2 presentaron recidi­vas locales, 1 presentó metástasis pulmonares y 12 se encuentran libres de tumor.

De aquellos en el que el tiempo de diagnóstico fue superior a un año (13 casos), 3 han muerto y el resto se encuentra libre de tumor.

5.2.- Tiempo entre el diagnóstico y el trata­miento.

En el primer caso, hemos dividido dos perío­dos: inferior a 6 meses y superior. En el primer grupo (18 casos), 2 han muerto, 2 presentaron recidiva local, 1 metástasis pulmonares y 14 se encuentran libres de tumor.

En aquellos en los que el tratamiento fue pos­terior a 6 meses (12 casos), 4 han muerto y el resto se encuentra libre de tumor.

Analizando estos resultados, obtenemos que de estos factores, son estadísticamente significativos (p<0.05) (de mal pronóstico), el condrosarcoma gra­do histológico III, localización central (en el tron­co, en especial a nivel del ilíaco), el condrosarco-

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 28: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

256 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

ma primario y aquellos en los que el tiempo entre el diagnóstico y el tratamiento era superior a 6 meses.

DISCUSIÓN

Comparando con otros estudios, vemos que epi­demiológicamente, nuestros pacientes presentan una edad y distribución por sexo semejante a otras series (8,10). En cuanto a la localización, en nues­tra serie dominan las localizaciones en las extre­midades, a diferencia de otros autores (8,10) en las que domina la localización centrípeta. La su­pervivencia global también es semejante a otras series (8,10), alrededor del 80%, no pudiendo es­tablecer una supervivencia a diez años como pos­tula Dahlin y cols. (1), Evans y cols (8) o Sanerkin y cols. (9).

Respecto al grado histológico, coincidimos ple­namente con Evans y cols. (8) y Sanerkin y cols. (9), en los que determinan un peor pronóstico en aquellos pacientes con condrosarcoma grado III, ya que presentan peor supervivencia, y mayor re-currencia y metástasis. También la frecuencia de tumores grado III es semejante a la nuestra (9,10), siendo ésta del 10%. Respecto a los grados II y I, coincidimos con Sanerkin en que el mayor proble­ma radica en el control local de la enfermedad, ya que la supervivencia es alta y el riesgo de metás­tasis es menor.

Respecto a la localización, son de peor pronós­tico los localizados en el tronco, especialmente en ilíaco (Figura nº 2A y 2B), lo que coincide con otros autores (9). El motivo puede estar relaciona­do con la anatomía y los problemas quirúrgicos más que a una agresividad intrínseca o potencial metastásico relacionado con la localización.

El tratamiento fundamental ha de ser el qui­rúrgico, mediante resección en bloque de la lesión (Figura nº 3A y 3B). En algunos casos basta con la resección (los tumores localizados en cabeza de peroné (Figura nº 4), falanges, etc), en otros casos es necesaria la reconstrucción con aporte de injer­to autólogo, o aloinjerto crioconservado (Figura nº 5A, 5B y 5C) (11,12) y en otras prótesis (12). En la actualidad somos partidarios de un tratamien­to conservador de la extremidad, evitando, siem­pre que sea posible la desarticulación, aunque en nuestra serie hay dos casos, y en general, no se­guimos los criterios de Enneking (13,14) en cuan­to al criterio quirúrgico según sean compartimen-tales o extracompartimentales.

Respecto a la radioterapia, clásicamente se ha

Figura nº 2A. Radiografía antero-posterior de un condrosarcoma grado III de región sacroilíaca.

Figura nº 2B. Imagen de TAC del caso anterior.

Figura nº 3A. Aspecto macroscópico de un condrosarcoma del metatar-siano.

comentado que el condrosarcoma es un tumor ra-diorresistente (8), aunque algunos trabajos con­cluyan que no es así (15). Nosotros creemos que como tratamiento paliativo puede ser aceptable, así como la radioterapia intraoperatoria, ya que se puede dar dosis elevadas sobre el lecho quirúr-

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 29: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

J.A. CARA Y OTROS.- FACTORES PRONÓSTICOS EN EL TRATAMIENTO DEL CONDROSARCOMA 257

Figura nº 3B. Aspecto macroscópico del caso anterior tras la resección quirúrgica.

Figura nº 4. Condrosarcoma grado I de cabeza de peroné.

gico evitando los riesgos de la radiación sobre la piel y estructuras nobles.

Respecto al origen del tumor no hemos encon­trado en la li teratura consultada ningún estudio que confirme que los primarios presentan peor pronóstico que los secundarios.

Figura nº 5B. Tratamiento mediante resección y aloinjerto crioconserva-do (Imagen del postoperatorio).

Figura nº 5C. Aspecto radiológico del caso anterior al año y medio de la intervención.

Tampoco hemos encontrado datos que relacio­nen el pronóstico de la enfermedad con el tiempo que transcurre entre la clínica y el diagnóstico y el diagnóstico y el tratamiento. Respecto al pri­mer punto no hemos encontrado diferencias signi­ficativas, lo que en cierto modo llama la atención. Sin embargo, sí las hay respecto al tiempo que pasa entre el diagnóstico y el tratamiento, siendo estadísticamente significativo el período de 6 me­ses.

En la TABLA II podemos resumir las conclu­siones a las que hemos llegado.

TABLA II. Conclusiones: Factores de mal pronóstico y buen pronóstico

MAL PRONOSTICO BUEN PRONOSTICO

Histología Localización

Origen Tiempo

Grado III Tronco

Primarios Evolución > 6 meses (entre dg y tto)

Grado I Extremidades (Sobre todo distal a codo y rodilla) Secundarios Evolución < 6 meses (entre dg. y tto)

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Figura nº 5A. Condrosarcoma grado I de calcáneo.

Page 30: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

258 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Bibliografía

1.- Dahlin, D.C.; Henderson, E.D.: Chondrosarcoma, a surgical and pathological problem. J. Bone Joint Surg. 1956, 38A: 1025-1038.

2.- Henderson, E.D.; Dahlin, D.C.: Chondrosarcoma of bone a study of two hundred and eighty-eight cases. J. Bone Joint Surg. 1963, 45A: 1450-1458.

3.- Campanacci , M.; Guernelli , N.; Leonessa, C; Boni, A.: Condrosarcomi. Studio di 133 osservazioni, 80 controllate a distanza. Ital. J. Orthop. Traumatol. 1975, 1: 387-414.

4.- O'Neal, L.W.; Ackerman, L.V.: Chondrosarcoma of bone. Cancer. 1952, 5: 551-557. 5.- Linbdon, A.; Söderberg, G.; Spjut, H.J.: Primary chondrosarcoma of bone. Acta Radiológica. 1961, 55: 81-96. 6.- Marcove, R.C.; Hurvos, A.G.: Cartilaginous tumours of the ribs. Cancer. 1971, 27: 794-801. 7.- Marcove, R.C.; Miké, V.; Hutter, R.P.V., Huvos, A.G.; Shoji, H.; Miller, T.R.; Kosloff, R.: Chondrosarcoma of the pelvis

and upper end of the femur. J. Bone Joint Surg. 1972, 54A: 561-572. 8.- Evans, H.L.; Ayala, A.G.; Romsdahl, M.M.: Prognostic factors in chondrosarcoma of bone. Cancer. 1977, 40: 818-831. 9.- Sanerkin, N.G.; Gallagher, P.: A review of the behaviour of chondrosarcoma of bone. J. Bone Joint Surg. 1979, 61B: 395-

400. 10.- Turcote, R.E.; Tomeno, B.; Forest, M.: Long-term follow-up for classical chondrosarcoma. J. Bone Joint Surg. 1990, 72B:

540. 11.- Combalia, A.; García-Ramiro, S.; Fernández-Retana, P.; Segur, J.M.; Suso, S.; Ramon, R.: Condrosarcoma de ilíaco,

resección y aloinjerto. Rev. Ortop. Traum. 1990, 34 IB: 542-545. 12.- Cara, J.A.; Amillo, S.; Cañadell, J.: Prótesis de resección de rodilla en la cirugía reconstructiva tumoral. Rev. Ortop.

Traum. (en prensa). 13.- Ennerking, W.F.: A system of staging musculoskeletal neoplasm. Clin. Orthop. 1986, 204: 9. 14.- Ennerking, W.F. (Eds): Limb salvage in musculoskeletal oncology symposium. Nueva York. Churchill Livinsgtone. 1987,

626. 15.- Krajbich, T.I.; Harwood, A.; Fornasier, V.; Gross, A.: Chondrosarcoma: role of radiotherapy. J. Bone Joint Surg. 1980,

62B: 129-130.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 31: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Rev. Esp. de Cir. Ost. (259-262) 1991

Artroplastia de rodilla. Nuestra experiencia. S. CAMPOS RODENAS, A. CALDERÓN ARNEDO, E. MARTINEZ GIMÉNEZ,

F. JORDA GISBERT y F. NICOLAS CAÑIBANO.

Hospital de Alicante del Servicio Valenciano de Salud. Servicio de Traumatología y Ortopedia (Unidad de rodilla). (Jefe de Servicio: J. De Anta).

Resumen.—Se presenta una casuística de 209 prótesis tricompartimentales de deslizamiento respetando el LCP, de las que 52 fueron PCA y 150 AGC, cementadas y sin cementar y 7 ICLH, implantadas desde 1980 a 1990, con un seguimiento medio de 4.5 años, obteniendo un 40% de Muy Buenos Resultados, un 51% de Buenos Resultados, 5% Regulares y 4% de Malos. No se encontraron diferencias significativas entre cementadas y sin cementar. Se presentaron complicaciones en 9,56% de los casos. Se expone la técnica quirúrgica así como las conclusiones prácticas de nuestra experiencia.

Descriptores: Rodilla. Artroplastia Total de Rodilla.

Summary.—A series of 209 prosthesis wi th three s l iding compart iments reta ining the PCL are presented, of these 52 were PCA and 150 AGC, with or without cement, and 7 ICLH, implanted be tween 1980 and 1990, wi th and average follow-up of 4.5 years. The results were 40% very good, 51% good, 5% fair and 4% poor. No singnificant difference was seen be tween those cemented and cementlers . Complications occurred in 9.56% of theese patients . The surgical technique used and practical conclus ions drown, are described.

Key Words: Knee. Total Knee Arthoplasty.

INTRODUCCIÓN

En el siglo XIX comenzaron a publicarse procedi­mientos para la sustitución de la articulación de la rodilla sin resultados satisfactorios, usando de la interposición de partes blandas (Ferguson, 1861, Vernell, 1863).

En 1940, con la aparición del vitalio y su empleo de forma exitosa en la articulación de la cadera se concibieron dispositivos metálicos que fracasaron (Boud y Campbell, 1940, Smith Peterson, 1942, McKeever y Mcintosh).

En 1950, Walldius y Shiers desarrollaron implan­tes articulados con vástagos intramedulares de fija-

Correspondencia:

Dr. D. SIMON CAMPOS RODENAS. Urbanización Venecia. Fase III. Bungalow 15. Cabo de las Huertas. (Alicante).

ción con gran número de fracasos debido a su in­compatibilidad mecánica.

Guston en 1961, incorporó el concepto de baja fricción y empleó piezas giratorias metálicas in­sertadas en los cóndilos femorales articuladas con cubetas de polietileno fijadas en los platillos tibia­les con cemento acrílico.

En la actualidad, con los conocimientos previos de biomecánica y de recogida de resultados clíni­cos, ha aparecido una generación de nuevas próte­sis, con resultados equiparables a los conseguidos en la artroplastia total de cadera.

Insall (1) definió los requerimientos que debía cumplir una prótesis, hoy aceptados unánime­mente como ideales.

Hoy día han quedado definidas las indicaciones y contraindicaciones para el reemplazo protésico, que en lineas generales pueden sistematizarse (2,3,4,5):

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 32: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

260 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

INDICACIONES

- Panartritis reumatoidea. - Gonartrosis. - Artrosis post-traumática. - Fracaso de la osteotomía tibial alta. - Artrosis femoropatelar.

CONTRAINDICACIONES

- Artrodesis sólida e indolora. - Genu recurvatum asociado con debilidad mus­

cular y parálisis muscular. - Debilidad grosera de cuadríceps. - Infección activa.

M A T E R I A L Y M É T O D O

Se presenta una casuística de 209 artroplastias tri-compartimentales de deslizamiento con conservación del LCP en todas ellas, intervenidas en la Unidad de rodilla del Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital General de Alicante S.V.S. en un intervalo de 10 años, desde 1980 a 1990.

El grupo de pacientes presentó una edad media de 64.2 ± 6 años (rango de 46 a 87 años) , siendo 96 de ellos varones y 113 mujeres (Gráfico n° 1).

Por etiologías, un 71% se debieron a gonartrosis pri­maria de rodilla, el 27% Artrisis Reumatoidea (6), otras etiologías se repartieron el 2% (Gráfico nº 2).

En un 21% de los pacientes se realizaron intervencio­nes previas: 25 osteotomías, 6 artrotomías, 2 reconstruc­ciones de fracturas de meseta tibial, en 10 casos se practicaron otras intervenciones (7).

La intervención fue bilateral en un 11% de los casos (8).

El tipo de prótesis utilizada correspondió:

PCA

AGC

OTRAS

52

150

7

Cementadas No cementadas Cementadas No cementadas Mixto (Cem. rótula) (Tipo ICLH)

40 12 51 54 45

Gráfico nº 2: Distribución de etiologías.

Técnica Quirúrgica

Empleamos una técnica quirúrgica estándar con las siguientes particularidades:

Se realiza incisión rectilínea centrada sobre rótula. Según si la deformidad de la rodilla es en varo, su exposición requiere disección del ligamento colateral medial profundo (y posiblemente del superficial) y el "pes anserinus". El grado de liberación distal dependerá de la severidad de la deformidad en varo, y a veces será nece­sario ampliar la disección posteriormente hasta el tendón semimembranoso; en la cara lateral sólo será necesario una mínima liberación de tejidos blandos en la cara anterior y lateral de la tibia proximal, la inserción del tendón rotuliano a la tuberosidad tibial se deja intacta. Por el contrario si la deformidad es en valgo se disecan la mitad anterior del ligamento lateral medial profundo, dejando intactos el grupo superficial y el "pes anserinus", como hemos indicado antes, estos procedimientos deben permitir una movilización lateral de la rótula de forma que pueda luxarse, se coloca entonces la pierna en flexión para continuar la intervención. Ante el flexo añadimos una capsulotomía amplia de liberación posterior (9,10,11).

Reseñar que el LCA en un 54% de nuestra estadística estaba ausente y en el resto estaba retraído o degenerado, por lo que consideramos en nuestros casos que su conser­vación sería perjudicial al provocar flexo residual.

Los cortes tibiales han de conseguir superficies planas y perpendiculares al eje mecánico, con mínima resección ósea y procurando no dañar el LCP durante la secuencia de corte (12); en los cortes femorales usamos de instru­mental intramedular, respetando en todo momento los subsiguientes pasos de corte según las prótesis emplea­das. El componente patelar es siempre cementado por nosotros.

En el cierre de la herida somos partidarios de realizar un pretensado y una plicatura del vasto medial a lo Insall, así como una sección del alerón rotuliano externo, no habiendo encontrado hemorragias importantes por la

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 33: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

CAMPOS RODENAS Y OTROS.- ARTROPLASTIA DE RODILLA. NUESTRA EXPERIENCIA 261

sección de la geniculada postero-interna al coagularla sistemáticamente.

En el postoperatorio autorizamos la movilización a las 48 horas, usando de férulas motorizadas y con apoyo inmediato.

Usamos sistemáticamente de profilaxis antibiótica con Cefalosporinas de segunda generación y antitrombó­tica con heparina cálcica y más recientemente con hepa-rina de bajo peso molecular.

RESULTADOS

En el seguimiento de nuestros pacientes usamos por regla general de una valoración funcional subjetivo-obje-tiva en la que intentamos cuantificar los parámetros dolor, marcha, ayuda de bastones, dificultad de escalera, movilidad y valoración subjetiva mediante un sistema de 33 puntos (código B.O.A.), asignando 4 puntos a cada parámetro estudiado. De la misma forma usamos de la valoración de Insall y de su sistema de 100 puntos, comparando ambas cotaciones.

Practicando valoración preoperatoria y seguimiento postoperatorio a los 6 meses y al año, y continuando cada año, hemos obtenido globalmente los siguientes resulta­dos (Gráfico nº 3)

Gráfico nº 3: Distribución porcentual de las complicaciones.

- 40% Muy Buenos Resultados - 51% Buenos Resultados - 5% Regulares Resultados - 4% Malos Resultados

El Follow-Up medio en nuestra estadística fue de 4.5 años.

En la serie presentada, evidenciamos las siguientes complicaciones (Gráfico nº 4):

- 4 (1.91%) Infecciones, dos de ellas agudas, las otras restantes tardías (a los 5 y 9 meses respectivamente).

- 4 (1.91%) Seromas superficiales. - 5 (2.39%) Descementaciones. - 3 (1.43%) Dehiscencias de sutura. -1 (0.47%) Rotura del tendón rotuliano en RHB (13).

Gráfico nº 4: Valoración de resultados.

-1 (0.47%) Muerte por tromboembolismo pulmonar al mes de la intervención (14).

- 2 (0.95%) Fracturas de patela por traumatismo banal (prótesis con soporte metálico) (15).

TOTAL: 20 (9.56%)

Este apartado será expuesto de forma más exhausti­va en el análisis de reprótesis e infecciones, objeto de un nuevo trabajo en preparación.

DISCUSIÓN

De nuestra experiencia de 10 años en cirugía protésica reseñamos la importancia práctica que hemos encont rado en los s iguientes puntos (16,17,18):

- En el componente femoral es necesario practi­car cortes precisos que garanticen una buena adap­tación hueso-prótesis, así mismo pensamos que son superiores los modelos anatómicos a los universa­les.

- En el platillo tibial las resecciones óseas han de ser mínimas, consiguiendo superficies planas y con ejes definidos por instrumental intramedular a fin de evitar las rotaciones.

Igualmente cobra importancia capital la elec­ción del diámetro correcto para que el apoyo tibial descanse sobre hueso cortical y no esponjoso, de modo que se evite hundimientos y se garantice un

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 34: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

262 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

buen apoyo metafísario, ampliado con el atornilla-miento lateral y la aleta AP; como se indica en diferentes trabajos de la bibliografía aportada (19,20)

- Sobre patela indicamos la necesidad de una medición exacta del grosor natural de patela (22,24), adecuando la resección y el grosor del polietileno, pues los excesos en la resección conducirán a una fragilidad patelar con mayor posibilidad de fractura y la resección escasa a un grosor aumentado con dificultad para la flexión. Siempre cementamos patela en nuestros implantes. El modelo de patela elejido por nosotros en la actualidad es únicamente de polietileno, sin metal para evitar fractura.

En la reconstrucción del aparato extensor es

importante para nosotros la plicatura interna a lo Insall del vasto interno y alerón interno y la sección del alerón rotuliano externo para evitar la tenden­cia a la luxación.

- No hemos encontrado diferencias significativas entre prótesis cementadas y no cementadas en nuestra serie durante el follow-up de cuatro años y medio en cuanto se refiere a la valoración funcional de las prótesis mediante los códigos B.O.A. de In­sall.

Los resultados de nuestra experiencia son pare­jos a los encontrados en series publicadas por otros autores a los que hacemos referencia en la bibliogra­fía aportada.

Bibliografía

1.- Insall, J.N.: Surgery of the Knee. New York: Churchill Livingstone, 1984: 587-697. 2.- Olivier, H.: Les prothéses totales de Genour. Expansion Scientifique Française. 1989. 3.- Vidal, J.; Simon, L.: Prothéses de hanche et de genou: actualités et perspectives. Paris: Masson, 1988. 4.- Karpinski, M.R.; Grimer, R.J.: Hinged knee replacement in revision arthroplasty. Clin. Orthop. 1987, 220: 185-191 5.- Camerún, H.U.; Jung, Y.B.: Hinged total knee replacement indications and results. Can J. Surg. 1990: 53-57. 6.- Roosr, B. et al: Revision knee arthoplasty in reumatoid arthritis. Clin. Orthop. 1987, 219: 169-173. 7.- Katz, M.M.; Hungerford, D.S.: Results of total knee arthroplasty after failed proximal tibial osteotomy for osteoarthritis. J. Bone

Joint Surg. 1987, 69A: 225-233. 8.- Morrey, B.F. et al: Complication and mortality associated with bilateral or unilateral total knee arthroplasty. J. Bone Joint Surg.

1987, 69A: 484-488. 9.- Whiteside, L A . et al: Varus valgus and rotational stability in rotationally reconstrained total knee arthroplasty. Clin. Orthop.

1987, 219: 147-157. 10.- Krakow, K.A.; Weiss, A.P.: Recurvatum deformity complicating performance of total knee arthroplasty. A brief note. J. Bone

Joint Surg. 1990, 72A: 268-271. 11.- Yew, M. et al: Effect of knee replacement and flexion deformity. J. Bone Joint Surg. 1987, 69B: 395-399. 12.- Ranawat, C.S. et al: Effect of posterior cruciate sacrificing and durability of the cement bone interface: a nine years survivorship

study of 100 total comdylar knee arthroplasties. Clin. Exp. Rheumatol. 1989, Suppl: 5149-5152. 13.- Lynch, A.F. et al: Extensor mechanism complications following total knee arthroplasty. J. Arthro plasty, 1987: 135-140. 14.- Carillovette, J.T.; Antel, S.H.: Fat embolism syndrome following the intramedullary alignemen guide in total knee arthro­

plasty. Clin. Orthop. 1990, 251: 198-199. 15.- Pascarel , X.; Foligoet, J.M.: Femoropatelar complications of 87 total condylar and Insall Burnstein knee joint prostheses. Rev.

Chir. Orthop. 1989, 75: 459-465. 16.- Skinner, H.B.; Mabey, M.F. et al: Failure analysis of PCA revision total knee replacement tibial component. A preliminary

study using the finite element methode. Orthopedics. 1987: 581-584. 17.- Mehlhoft, MA.; Sledge, C.B.: Comparison of cemented and cementless hip and knee replacement. Arthritis Rheum. 1990: 293-

297. 18.- Insall, J.M.; Hood, R.W.; Flawa, L.B.; Sullivan, D.J.: The total condylar knee prosthesis in gonarthrosis. Afive to nine years

follow-up of the first one hundred consecutive replacements. J. Bone Joint Surg. 1983, 65A: 619-628. 19.- Norman Scott, W.; Yort, J.: Revision tibial components. En: Dorr, L.D., eds. Revision of total hip and knee. Techniques in

Orthopedics. Baltimore: University Park Press, 1984: 97-107. 20.- Insall, J.N.; Dethmezo, DA.: Revision of total knee arthroplasty. Clin. Orthop. 1982: 123-170. 21.- Felmet, G.; De Nicola, V.; Springorum, H.W.: Failure of metal backed und cemented patelar components. Report of 3 cases.

Acta Orthop. Scand. 1989: 715-717. 22.- Rosenberg, A.G.; Andriacchi, T.P.; Barden, R.; Galante, J.O.: Patellar component failure in cementless total knee

arthroplasty. Clin. Orthop. 1988, 236: 106-114. 23.- Chitranjan, S.; Ranawat et al.: Technique and results of replacement of the patello-femoral joint with total condylar knee

arthroplasty. En: Dorr LD, eds. Revision of total hip and knee. Techniques in Orthopaedics. Baltimore: University Park Press, 1984: 133-141.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 35: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Roturas agudas de L.C.A. de la rodilla. Refuerzo con cordón RD.S.

S. CAMPOS RODENAS, A. CALDERÓN ARNEDO, E. MARTINEZ GIMÉNEZ, F. JORDA GISBERT y E. SAEZ BUSQUIER.

Hospital de Alicante del Servicio Valenciano de Salud. Servicio de Traumatología y Ortopedia (Unidad de Rodilla)

(Jefe de Servicio: Dr. De Anta).

Resumen.— Se presenta la técnica de reconstrucción en las roturas agudas del L.C.A. mediante reparación con cordón de P.D.S., así como los criterios seguidos por los autores ante las roturas agudas de dicho ligamento. Expone una casuística de 24 intervenciones, con un seguimiento de 1.5 años, sin haber encontrado complicaciones destacables y con un 75% de Muy Buenos Resultados y un 25% de Buenos Resultados.

Descriptores: Rodilla. Roturas agudas L.C.A. Polidioxanona. L.C.A. técnica reparadora.

Summary.— The technique used in the repair of acute rupture of the ACL wi th a band of PDS, together with the criteria fol lowed by our department in such cases both acute are decribed. The describe 24 operations performed by them, wi th a follow-up of 1.5 years, wi th no major complications, 75% excel lent results and 25% good results .

Key words: Knee. ACL acute rupture. Pol idioxanona. ACL repair technique.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

M A T E R I A L Y M É T O D O

Se han intervenido en nuestro Servicio 24 pacientes, desde Abril de 1988 hasta Marzo de 1990 (8 casos en 1988,12 casos en 1989 y 4 hasta Marzo de 1990), siendo 15 de ellos varones y 9 mujeres, con una media de edad de 22 años (rango de 17 a 29) (Gráfico nº 1).

Gráfico nº 1: Distribución de los casos según edades.

Rev. Esp. de Cir. Ost. (263-266)1991

INTRODUCCIÓN

Conocida es por todos los cirujanos ortopedas la problemática de la reparación del LCA ante su rotu­ra, diferentes han sido las técnicas empleadas y muy divergentes los resultados obtenidos (1).

Son muchas las incógnitas a resolver, y aún se esta muy lejos de un criterio uniforme a la hora de en­frentarse al problema, de ahí la afirmación que esta en el animo de todos que "La rotura no t ratada del ligamento cruzado anterior sea el comienzo del fin para la rodilla", que la observación clínica, por des­gracia, confirma en muchas ocasiones.

De ahí el énfasis en el diagnóstico precoz y en su reparación, con el fin de evitar la fase de Laxitud Crónica Anterior, verdadero drama y que, indefecti­blemente conduce a la artrosis de rodilla, en estos jóvenes deportistas en su mayoría (2,3).

Correspondencia:

Dr. D. S. CAMPOS RODENAS. Urbanización Venecia. Fase III. Bungalow 15. Cabo de las Huertas. (Alicante).

Page 36: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

264 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

La etiología de la lesión fue en su mayoría deportiva (14 casos en fútbol, 6 casos sky, 1 rugby, 1 balonmano y 2 accidentes de tráfico).

Encontramos en 8 casos rotura aislada, en 12 casos encontramos triadas, en 4 pentadas; en estas lesiones asociadas usamos la reparación con cintas de PDS de las lesiones ligamentarias así como suturas meniscales y de los puntos de ángulo.

Para el refuerzo de las suturas, hemos utilizado el cordón PDS (Figura n° 1).

Figura nº 1. Cordón de PDS como nosotros lo colocamos: doble, para aumentar su potencia. .

Figura nº 2. Perforación tibial en punto isométrico con guía de Acufex anclada en muñón del LCA.

Figura nº 3. Referencia de LCA con hilo no reabsorbible y salida tibial del cordón de PDS a través del túnel tibial.

Criterios de reparación

En todos los casos se hizo una historia clínica exhaus­tiva, haciendo especial referencia al mecanismo lesional; si se t rataba de un mecanismo de desaceleración, rotación interna e hiperextensión (recepción del salto en apoyo unipodal) propio de las roturas aisladas; o un mecanismo de desaceleración, valgo y rotación externa, que suele provocar lesiones combinadas.

En la exploración clínica, se valorará los test de Lachman y Jerk.

En todos los casos se practicó punción evacuadora de hemartros.

El diagnóstico definitivo fue por artroscopia.

Los criterios quirúrgicos fueron:

- Rotura aislada del LCA: reconstrucción con cordón PDS.

- Rotura asociada (triada o pentada): reconstrucción con banda y cordón de PDS de ligamentos dañados y sutura meniscal.

Técnica quirúrgica

La posición del paciente suele ser en decúbito supino, con rodilla flexionada a 90°, con soporte Accufex para

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 37: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

S. CAMPOS Y OTROS.- ROTURAS AGUDAS DE L.C.A. DE LA RODILLA. REFUERZO CON CORDON P.D.S. 265

rodilla y bajo isquemia. Practicamos CAE (Cirugía Ar-troscópica), con la que valoramos las lesiones y soluciona­mos los problemas meniscales asociados. Mediante míni­ma artrotomía artero-medial accedemos a la articulación y colocamos las primeras sututas, que no se anudan, sobre el ligamento y que posteriormente anclamos junto al cordón PDS (4). Se practica perforación tibial, con sa­lida a la base de insercción de LCA, usando guia Accufex (Figura n° 1). Posteriormente practicamos perforación femoral, mediante disección sobre cóndilo femoral exter­no y buscando el área isométrica, justo por detrás y arriba de la insercción femoral del LLE, siendo este área o punto externo correspondiente al interno de insercción de LCA (estudios de Krakow) (Figura nº4), y que para nosotros tiene una importancia crítica en la disposición del liga­mento y para evitar roces con la escotadura (sobre todo en prótesis ligamentaria en estadios crónicos). Pase del cordón en doble bucle, con anclaje mediante grapas Ort-homed en taburete, de diámetro aproximadamente igual al de la perforación (5 mm.) (Figura nº 5). Comprobación de la estabilidad e isometría. Cierre de incisiones, coloca­mos dos redones intraarticulares que retiramos a las 36-48 horas. Usamos protección preoperatoria antibiótica (Cefalosporinas de segunda generación) y antitrombótica

Figura nº 4. Perforación femoral en punto isométrico con guía de Acufex en punto de Krakow.

Figura nº 5. Anclaje femoral de sutura de LCA y de cordón doble de PDS con grapa de 5 mm para bloqueo intraóseo.

(Heparina cálcica y más recientemente heparinas de bajo peso molecular).

En el postoperatorio usamos de férula articulada con limitación de movimientos a 60° de flexión y a -10° de extensión durante 15 días, iniciando ejercicios durante los primeros días del postoperatorio. Autorizamos la carga a los 15 días y la vuelta al deporte aproximadamen­te a los 3 meses.

Gráfico nº 2: Valoración de resultados.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

RESULTADOS

Sólo encontramos como complicaciones precoces en dos pacientes hemartros que fue preciso evacuar y en uno seroria. No encontramos casos de sinovitis o infección, ni rigideces ni roturas (Tabla I).

TABLA I

COMPLICACIONES

PRECOCES SINOVITIS 0 HEMARTROS 2 INFECCIÓN 0 LOCALES HERIDA (Seroma) 1

TARDÍAS RIGIDECES 0 ROTURAS 0

En el seguimiento a los 6 meses y con valoración mediante código Arpegge (estabilidad, movilidad y dolor, asignan do a cada parámetro un sistema de 9 puntos), encontramos un 75% de Muy Buenos Re­sultados y un 25% de Buenos Resultados (18 y 6 pacientes respectivamente); siendo los primeros de la serie satisfactorios en las últimas revisiones efec­tuadas, con axisencia de inestabilidades anteriores evidentes (Gráfico nº 2).

Page 38: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

266 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

Bibliografía

1.- Engebretsen, L. et al: Primary suture of the anterior cruciate ligament. A 6 years follow-up of 74 cases. Acta Orthop. Scand. 1989, 60: 561-564.

2.- Marshall, J.K., Olsson, S.E.: Inestability of the knee. A long term experimental study in dogs. J. Bone Joint Surg. 1971, 53A: 1561.

3.- Norword and Cross: Anterior cruciate ligament, functional anatomy of its bundles in rotatory inestabilities. Am. J. Sports Med. 1979, 7: 23.

4.- Rehm, K.E., Schultheis , K.H.: Replacement of ligament P.D.S. Unfallchirurgie, 19854: 264. 5.- Ray, J.A.; Dodi, N.; Regula, D.; Williams, J.A.; Melveger, A.:Polidioxanone (PDS), a novel nomofilament sinthetic absorbable

suture. Surg. Ginecol. Obstet. 1981, 153: 497. 6.- Guedon, C; Brouse, N.; Gehanno, P.: Biologic omparison of polypropylene, poliglactin 910 and polydioxanon for tracheal

esophageal and muscular sutures in the rabbit. Ann. Chir. 1983, 37: 443. 7.- Laufer, N.; Merino, N.; Triestsch, H.G.; Decherney, A.H.: Macroscopic and histological tissue reaction to polydioxanone, a

new synthetic monofilament microsuture. J. repred. Med. 1984, 29: 307. 8.- Rehm, K.E.; Schultheis , K.H.; Boop, P; Ecke, H.: Biomechanische untersuchungen von resorbiebaren Bandersatz und deren

linische Bedeutung. Langenbecks Arch. Chir. suppl. 1984: 207.

6 semanas ya no presentan un fuerza tensil a tener en cuenta, mientras que con PDS la fuerza tensil se mantendría en un 58% a las 6 semanas, en un 38% del valor inicial a las 8 semanas.

Creemos se t ra ta de un método de tratamiento que debe figurar en los arsenales del cirujano orto­pédico ante la rotura del ligamento cruzado ante­rior aguda y la problemática que su solución plan­tea; es un método de fácil realización donde nosotros no hemos encontrado complicaciones dignas de mención con la técnica expuesta anteriomente. Por todo ello y con las conclusiones que más abajo exponemos, pensamos que se debe tener en cuenta para estas reparaciones en fase aguda para no tener que recurrir en esta fase a soporte biológico tendino­so (que a nuestro criterio desestabiliza más la rodi­lla) o/a prótesis ligamentosas reservadas para fase crónica.

CONCLUSIONES

1.- Pensamos que es un método que garantiza un SOPORTE TEMPORAL, con descarga de tensiones y favorecedor de la cicatrización hasta la recupera­ción del ligamento propio.

2.- Que evita postoperatorios e inmovilizaciones prolongadas.

3.- Que posee una elevada resistencia. 4.- Una excelente manejabilidad. 5.- Una buena histocompatibilidad.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

DISCUSIÓN

El número de casos encontrados de rotura aisla­da (8 casos) suponen una proporción superior a la realizada en la bibliografía, por lo que somos parti­darios de la realización de artroscopia ante todos hemartros de rodilla.

El cordón PDS se t ra ta de un polímero de polidio-xanona sintetizada a partir de 1979 (5) frente a las primeras generaciones de polímeros como Dexon (Ac. Poligliocólico) y Vicryl (Poliglactil 910), que ya presentaban una gran compatibilidad tisular y unas propiedades físicas importantes (6) pero con escasa flexibilidad, se caracteriza por:

- Optima compatibilidad tisular, con ausencia de reacciones tisulares importantes.

- Absorción por hidrólisis, con metabolización total.

Esta ventaja de implantar cintas absorbibles, radica en que se asegura la recuperación continua­da de los ligamentos de la rodilla frente a rupturas y distensiones sin requerir una retirada posterior de las cintas (7).

- Gran flexibilidad (cuatro veces mayor que poli-glactin).

- Retardada pérdida de fuerza ténsil. Los estu­dios experimentales de Rehm y Schultheis en 1984 (8), muestran que las cintas de Vicryl implantadas en tejido conjuntivo se absorben de forma que a las

Page 39: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Quiste óseo aneurismático poliostótico. H. FRAGA GARCIA, J.J. SAMPEDRO COSTAS, J.A. PERNAS PUENTES, I. GONZALEZ GONZALEZ

y J.A. ALVAREZ MARTIN.

Hospital "Juan Canalejo". Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica.

La Coruña.

Resumen.— Se presenta un caso de quiste óseo aneurismático de localización bifocal, correspondiente a una niña de 12 años de edad. La primera lesión diagnosticada se localizó en la metáfisis proximal de la tibia izquierda y dos años más tarde, se descubrió una lesión similar en el calcáneo derecho.

El estudio individualizado de estas lesiones no demuestra diferencias significativas res­pecto a las clásicamente descritas para los quistes óseos aneurismáticos genuinos, monostó-ticos.

En una amplia revisión bibliográfica sólo hemos podido encontrar un caso de localización plurifocal.

Descriptores: Tumores óseos. Quiste óseo aneurismático.

Summary.— A bifocal aneurysmatic bone cyst present ing in a 12-year-old is reported. The first les ion detected was s i tuated in the proximal metaphys is of the left tibia; the second les ion was diagnosed two years later in the right calcaneus . Individual evaluat ion of these les ions discovered no significant differences wi th respect to classical monostotic , true aneurysmatic bone cysts . An exhaust ive re­v iew of the l i terature yie lded only one case exhibit ing plurifocal location.

Key Words: Bone tumors. Aneurysmatic bone cyst.

INTRODUCCIÓN

El quiste óseo aneurismático (Q.O.A.) ha sido definido como una entidad anatomo-clínica con per­sonalidad propia en 1942, fecha en la que Jaffe y Lichtenstein lo aislaron del entonces ambiguo tu­mor de células gigantes (1,2). En aquel momento, quedó delimitada esta afección como una lesión quís-tica del hueso multilobulada con septos conjuntivos que separan diversos compartimentos repletos de sangre fluida o coagulada. En estos tabiques se en­cuentran fibras colágenas, histiocitos, infiltrado de células hemáticas, depósitos de hemosiderina y cé­lulas gigantes de tipo osteoclástico, así como osteoi-de en diversos grados de maduración. Recientemen­te, lo define la OMS como una lesión osteolítica expansiva, constituida por espacios de tamaño va-

Correspondencia:

Dr. D. ISIDRO GONZALEZ GONZALEZ. Hospital "Juan Canalejo". Xubias de Arriba, 84. 15006 La Coruña.

riable, llenos de sangre, separado por tabiques conectivos que contienen trabéculas de tejido óseo u osteoide y células gigantes osteoclásticas, en­globándola con otras afecciones en el grupo de las lesiones óseas pseudotumorales (3).

Si bien el Q.O.A. genuino, monostótico, no es una afección rara (3,4,5), así es excepcional su presentación plurifocal, no habiendo sido descri­to en las referencias señaladas, así como en los trabajos de Jaffe (1), Lichenstein (2) y tantos otros estudiosos de la patología tumoral esquelé­tica. Solamente tenemos constancia de un caso descrito por Huttig y Rittmeyer en 1978 (6), co­rrespondiente a un niño de tres meses de edad, con asiento en ocho arcos costales, repartidos en ambos hemitórax y sin afectación vertebral con­comitante.

CLASO CLÍNICO

Paciente de doce años del sexo femenino que acu­de a consulta por dolor en rodilla izquierda de presen­tación insidiosa y varias semanas de evolución, sin afectación del estado general.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Rev. Esp. de Cir. Ost. (267-271) 1991

Page 40: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

268 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

En la exploración física se evidencia una ligera tu­mefacción en la cara lateral del tercio proximal de la pierna, sin limitación de la movilidad de la rodilla ni otros signos patológicos reseñables.

La analítica convencional de sangre y orina era ri­gurosamente normal.

La exploración radiográfica puso de manifiesto una lesión lítica, excéntrica, localizada en la vertiente late­ral de la metáfisis proximal de la tibia, de aspecto uni­locular y expandida, bien delimitada aunque con esca­sa esclerosis marginal; esta imagen era muy sugerente de Q.O.A. (Figura nº 1). Se decide realizar tratamiento quirúrgico mediante curetaje y relleno con injerto óseo. La evolución postoperatoria cursa sin incidentes rese­ñables.

Figura nº 1. Imagen radiológica del Q.O.A. localizado en metáfisis tibial, excéntrica, insuflada, unilocular y con escasa esclerosis marginal.

Tras dos años, la enferma se revisó nuevamente en consulta, refiriendo dolor en el talón derecho. La explo­ración física no revela patología local, si bien se objeti­va una dismetría de 2 cm. en sus miembros inferiores, así como una moderada escoliosis lumbar. El estudio radiográfico demuestra la existencia de una lesión os-teolítica que afecta al flanco medial del calcáneo dere­cho, con características morfológicas similares a la pre­viamente descrita en la tibia (Figura nº 2). Igualmente,

se constata la incurvación escoliótica a la que hacíamos referencia en la exploración física (Figura nº 3).

En un mismo tiempo quirúrgico se procede al cure­taje y relleno de la lesión del calcáneo y a la fijación mediante grapas de Blount de los cartílagos fisarios proximal y distal de la tibia y fémur izquierdos respec­tivamente, a efectos de compensar la dismetría señala­da.

Figura nº 2. B. Visión axial (B) del Q.O.A. localizado en la cara medial del calcáneo derecho de similares características radiológicas al localiza­do en tibia.

TOMO 26; N°. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Figura nº 2. A. Visión lateral (A) del Q.O. A. localizado en la cara medial del calcáneo derecho de similares características radiológicas al localiza­do en tibia.

Page 41: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

H. FRAGA Y OTROS.- QUISTE OSEO ANEURISMATICO POLIOSTOTICO 269

Figura nº 3. Imagen radiológica que muestra leve escoliosis compensado­ra por dismetría de miembros inferiores consecutiva a cierre precoz de la fisis probablemente ocasionada por cirugía de la lesión tibial.

El estudio anatomopatológico del material extraído tanto del foco tibial como del calcáneo, confirmó en am­bos casos las sospechas preoperatorias de Q.O.A., con una morfología fundamental común para las dos locali-zaciones consistente en la existencia de abundantes ca­nales vasculares, a menudo quísticamente dilatados, rellenos de sangre. Su estroma muestra una infiltra­ción hemática con zonas de hemorragia antigua y ma-crófagos cargados de hemosiderina, además de tejido fi­broso con células fusiformes y células gigantes de tipo osteoclástico. La única diferencia reseñable desde el punto de vista microscópico es la existencia, en la loca­lización calcánea, de un endotelio de revestimiento en las dilataciones quísticas referidas.

En un control clínico-radiográfico verificado recien­temente, a los diez años de la primera intervención, se demuestra la evolución favorable de sus lesiones, sin evidencia de recidivas y la corrección parcial de su es­coliosis y dismetría.

DISCUSIÓN

Del análisis de nuestro caso y del previamente descrito por Huttig y Rittmeyer (6), no se derivan, a parte de la localization plurifocal, otras caracte­

rísticas diferenciales respecto a los de asiento mo-nostótico.

El Q.O.A. muestra una discreta predilección por el sexo femenino y una marcada mayor inci­dencia en las tres primeras décadas de la vida.

Puede asentar en cualquier hueso, pero con acusada preferencia por el fémur, tibia y vérte­bras. Aquí se han descrito casos de afectación plu­rivertebral, pero a expensas de una invasión por contigüidad, al comprometer en su expansión los discos adyacentes al foco quístico inicial, bien dis­tinto del caso que nos ocupa, en el cual, la lejana topografía de ambos asentamientos deja fuera de toda duda esta posibilidad evolutiva. En los hue­sos largos se aprecia, con mayor frecuencia, en las metáfisis.

Los rasgos clínicos más comunes se manifies­tan como dolor de intensidad variable, una mayor sensibilidad a la presión local, así como tumefac­ción o franco abombamiento del área comprometi­da. A estos se suele sumar limitación funcional en las localizaciones yuxtaarticulares. A nivel verte­bral, se manifiestan por dolor y rigidez y cuando hay compromiso neurológico por parálisis o neu­ralgia (3,7,8).

Radiológicamente se expresan como una lesión lítica, habitualmente bien definida, que puede ser central pero más frecuentemente excéntrica y que en los asientos metafisarios de los pacientes en desarrollo suele detener su expansión a nivel del cartílago fisario, pudiendo propiciar cambios en la maduración esquelética, tanto estimulando el des­arrollo como inhibiéndolo o provocando dismorfis­mos locales. En nuestro caso, pensamos, que la dismetría de los miembros inferiores bien podría relacionarse con el asiento yuxtafisario del quiste tibial, que además coincide con el cartílago de cre­cimiento fértil para este hueso. La lesión ósea pue­de presentar un aspecto insuflado y la cavidad es única o multiloculada, adoptando una imagen en pompas de jabón o en panal de abeja. Dada su rápida evolución expansiva no suele evidenciarse una franca demarcación reactiva esclerosante, al menos en su lado medial. En el área expandida periférica sin embargo, es habitual observar una delimitación bien definida a expensas de la reac­ción perióstica contigua a la cortical dilatada. A veces, la reacción perióstica puede diseñar imáge­nes similares al triángulo de Codman, que en oca­siones dieron lugar a problemas de diagnóstico diferencial con el osteosarcoma. En localizaciones epifisarias del adulto joven puede confundirse bien centradas con el quiste óseo esencial.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 42: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

270 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

El diagnóstico positivo queda reservado al es­tudio anatomopatológico que evidencia un aspecto macroscópico representado por una cavidad quís-tica multilobulada, repleta de sangre. Los septos que la compartimentan son fibrosos, para algunos autores (3) estos septos no están revestidos de endotelio, mientras que para otros (5) el revesti­miento no es homogéneo sino discontinuo. En nues­tro caso, la capa endotelial está presente en el foco calcáneo y no se observó en el tibial. Pensa­mos, no obstante, que este parámetro histológico no merece ser enfatizado y a lo sumo, puede abo­gar o ir en contra de los que invocan la etiopato-genia del Q.O.A. a expensas de un disturbio vas­cular. Los tabiques están constituidos por fibras colágenas, histiocitos, osteoclastos e infiltrados de células hemáticas y depósitos de hemosiderina. Se encuentran, también, trabéculas óseas y tejido osteoide en diversas fases de remodelación.

La etiología del Q.O.A. es desconocida; aunque se invoca el traumatismo en más del 50% de los casos, no se ha podido comprobar ni explicar su protagonismo en el desarrollo de esta lesión. Lo más probable es que el traumatismo sirva para alertar sobre una lesión preexistente.

La patogenia sigue siendo debatida sin existir hasta el momento ningún argumento concluyen-te. Para algunos se desarrollaría sobre una hemo­rragia subperióstica, cobrando particular interés etiológico el traumatismo. Para otros, se trataría de un disturbio vascular del tipo de una trombo­sis venosa o una comunicación arteriovenosa. Had-ders y Oterdoom (9) afirman que el Q.O.A. es una forma de expresión del hemangioma. Lo que hoy está fuera de duda es la posibilidad de que el Q.O.A. se desarrolle sobre una lesión preexisten­te, habiéndose encontrado al respecto abundante bibliografía, en especial en la última década (3). Se estima que aproximadamente un 30% de los Q.O.A. surgen como alteración de una afección ósea previa, destacando entre ellas: el tumor de células gigantes, condroblastoma, fibroma condro-mixoide, osteoblastoma, displasia fibrosa, e tc . .

Coinciden la mayoría de los autores en el hecho de que cuando un Q.O.A. se asocia a otra afección del hueso, representaría un cambio de esta últi­ma y no a la inversa. Esta interpretación viene avalada por numerosas observaciones clínico-ra­diológicas de lesiones quiescentes que súbitamen­te experimentan cambios en su sintomatología y morfología coherentes con los expuestos para el Q.O.A. genuino. La edad del paciente y la locali-zación estarían, en estos casos, en corresponden­cia con la lesión preexistente, lo que abundaría en el carácter secundario de este grupo de quistes óseos aneurismáticos. En nuestro caso, no se ob­servaron datos clínicos, radiológicos ni histológi­cos que permitieran sospechar la preexistencia de otra lesión esquelética. En el trabajo de Hutt ig y Rittmeyer (6) tampoco aparecen evidencias de le­sión subyacente, haciendo específicamente diag­nóstico diferencial con la displasia fibrosa polios-tótica, la encondromatosis múltiple y las lesiones óseas del hiperparatiroidismo primario.

El tratamiento de elección es el quirúrgico, cu-retaje seguido de relleno de hueso esponjoso o, preferiblemente, resección en bloque cuando el quiste asienta en zonas cuya exéresis no compro­meta la función. El curetaje va seguido de un 15 a un 20% de recidivas, más en función de una extir­pación incompleta que de una agresividad local exagerada, no habiendo sido descritas en las re­secciones en bloque. Las recidivas suelen surgir entre los 6 y 24 meses, siendo excepcionales a partir de los 4 años.

La radioterapia es útil, pero peligrosa, por la eventualidad de interferir con el desarrollo esque­lético y el riesgo de desencadenar sarcomas pos­tradiación. Tillman y cols. (10) han referido tres casos en Q.O.A. irradiados. Por ello, debe reser­varse para localizaciones inaccesibles o peligrosas a la cirugía o lesiones de gran tamaño que arries­garán a un curetaje incompleto. De hecho, no ha sido publicada ninguna observación de maligniza-ción de Q.O.A. que no hubiera sido sometido pre­viamente a irradiación.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Page 43: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

H. FRAGA Y OTROS.- QUISTE OSEO ANEURISMATICO POLIOSTOTICO 271

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE - OCTUBRE, 1991

Bibliografía

1.- Jaffe, H.L.: Tumors and tumorous conditions of the bone and joint. Lea Febiger. Filadelfia. E.U.A. 1958. 2.- Lichenstein, L.: Tumores óseos. Ed. Elicien, 1975, 347. 3.- Schajowicz, F.: Tumores y lesiones pseudotumorales de huesos y articulaciones. Buenos Aires. Ed. Panamericana. 1981,

345. 4.- Dahlin, D.C.: Bone Tumors. 3º Ed. Springfield, Illinois, Charles C. Thomas, 1978, 110. 5.- Goidanich, I.F.: Tumori primitivi dellósso. S.P.A. Poligro. Il Resto del Carlino, Bologna, 1957, 465. 6.- Hüttig, G., Rittmeyer, K.: Multiple aneurismatische knochenzysten bei 3 monate altem säugling. Fortschr. Röntgenstr.

1978, 6: 796. 7.- Sjput, H. et al.: Institute of Pathology Armed Forces. Washington D.C. 1971, 197. 8.- Martinez, V., Sissons, H.A.: Aneurysmal bone cyst. A review of 123 cases including primari lesions and those secondary to

other bone pathology. Cancer, 1988, 11: 2291. 9.- Hadders, H.N., Oterdoom, H.J.: The identification of aneurysmal bone cyst with hemangioma of the skeleton. J. Path.

Bact. 1956, 71: 193. 10.- Tillman, B.P., Dahlin, D . C , Lipscomb, P.R.: Aneurysmal bone cyst: an analysis of 95 cases. Mayo Clin. Proc. 1968, 43:

478.

Page 44: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

Rev. Esp. de Cir. Ost. (273-276)1991

Lipoma intraóseo. A propósito de un caso de localización tibial.

H. FRAGA GARCIA, J.J. SAMPEDRO COSTAS, J.A. PERNAS PUENTE, I. GONZALEZ GONZALEZ, J.A. ALVAREZ MARTIN y A. ARMESTO PEREZ.

Hospital "Juan Canalejo". Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica.

La Coruña.

Resumen.— Se describe un caso de lipoma óseo localizado en la metáfisis proximal de la tibia de un varón de 26 años, cuyo diagnóstico fue promovido en base al hallazgo casual de una lesión lítica, con áreas de calcificación diseminada y escasa reacción esclerosa periféri­ca, con moderada insuflación cortical y sin aparente protagonismo clínico.

Esta lesión fue erróneamente interpretada preoperatoriamente como un tumor óseo benigno de la serie cartilaginosa y tratado mediante curetaje asociado a relleno con hueso esponjoso.

Se revisa la bibliografía que insiste en considerar a esta entidad como de extraordinaria rareza, pero la mayoría de autores sospechan, en base a sus características clínicas y radio­lógicas, que puede tratarse de un tumor mucho más frecuente de lo que se refleja en la literatura.

Descriptores: Tumores óseos. Lipoma intraóseo.

Summary.— An intraosseal l ipoma affecting the proximal tibial metaphys is in a 26-year-old male is reported. Diagnosis w a s establ ished fol lowing the casual f inding of a lytic les ion present ing disseminated calcified areas wi th scarce pe­ripheral reactive sclerosis , moderate cortical insufflation and an apparent absen­ce of clinical manifestations. The les ion was preoperatively mistaken for a ben ing bone tumor of the carti lage series. However, and based on the cl inical and radio­logical characterist ic of the lesion, most authors suspected it to reflect a type of growth much more common than previously accepted in the l i terature.

Key Words: Bone tumor. Intraosseal l ipoma.

transcurrir cuarenta años hasta la comunicación del tercer caso a cargo de Dickson, Ayres, Mason y Miller (2).

Dahlin, en la edición de 1973 de su libro so­bre tumores óseos (3), menciona los cuatro casos descritos por Child (4) en 1955, de los cuales tres corresponden a una revisión de la l i teratura y el caso presentado como propio que es de loca-lización subperióstica en tercio proximal del cú­bito, aunque este caso pudiera originar discre­pancias respecto a su origen, ya que no resulta­ría improbable que fuese inicialmente yuxtaóseo y afectase secundariamente al hueso.

SIPUT y cols, del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas (USA) (5) describieron dos casos: uno de localización costal, diagnosticado

INTRODUCCIÓN

Ha sido una constante en todos los tratados so­bre tumores óseos manejados por nosotros, la refe­rencia al lipoma primitivo del hueso como una enti­dad de extraordinaria rareza. Así, la obra de Goi-danich (1) que recoge la amplia casuística del Insti­tuto Ortopédico Rizzoli, menciona sólo tres casos publicados, todos ajenos, de los cuales el primero (de localización femoral) corresponde a Braul t (1901), el segundo a Wersig (1910), habiendo de

Correspondencia:

Dr. D. ISIDRO GONZALEZ GONZALEZ. Hospital "Juan Canalejo". Xubias de Arriba, 84. 15006 La Coruña.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE-OCTUBRE, 1991

Page 45: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

274 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

preoperatoriamente como displasia fibrosa y otro localizado en la falange distal del pulgar. En este último, debido a que se objetivaba una destruc­ción de la cortical palmar, no pudieron precisar si el tumor era primitivamente óseo o el resultado de la invasión de un lipoma de las partes blandas adyacentes.

Jaffe (1958) no menciona ningún caso (6). Lich-tenstein (1977) refiere un sólo caso de localización humeral (7).

Schajowicz (1982) como coordinador del Regis­tro de Tumores Óseos de la O.M.S., recoge cuatro casos de lipomas intraóseos y tres casos más de localización subperióstica. Según este autor, el li­poma primitivamente óseo representaría el 0.36% de los tumores óseos benignos y el 0.16% de todos los tumores óseos (8).

La mayor referencia a esta entidad anatomo-clínica que pudimos encontrar en nuestra revi­sión de la li teratura corresponde a Milgram (9), el cual recoge 66 casos que analiza bajo la triple vertiente de sus manifestaciones clínicas, anato-mopatológicas y radiológicas.

A la vista de todo lo precedente, consideramos más que interesante, obligada, la comunicación de nuestro caso.

Abundaría en esta justificación el hecho de haberlo considerado preoperatoriamente como un tumor benigno de la serie cartilaginosa y por tan­to, el riesgo de haber sido mal interpretada su na­turaleza; si hubiéramos incurrido en la posible actitud expectante, que nada tendría de incorrec­ta por lo demás. Ello nos hace insistir en la refle­xión que hace Milgram sobre esta entidad, en el sentido de que sea más frecuente de lo que la literatura sugiere (9).

C A S O C L Í N I C O

Varón de 26 años, que refiere haber sufrido un trau­matismo directo de mediana entidad a nivel de su rodi­lla derecha, acusando desde entonces leves molestias que no le impedían el normal desarrollo de su actividad habitual; no había antecedentes previos de patología local.

La exploración física no reveló manifestación pato­lógica alguna, tanto a nivel local como general. Son igualmente normales los estudios analíticos convencio­nales de sangre y orina.

El estudio radiológico evidenció a nivel de metáfisis proximal de tibia una área lítica ovalada de 5 x 3 cm.

ligeramente excéntrica hacia la región anteromedial, que en un análisis minucioso permite objetivar un muy discreto abombamiento distal de la cortical medial, fe­nómeno que hemos constatado en la intervención qui­rúrgica. El entorno de la lesión se muestra sutilmente esclerosado. En su interior se aprecian áreas de calcifi­cación diseminadas, que recuerdan el patrón radiológi­co de las neoplasias cartilaginosas. Las corticales se muestran íntegras, no apreciándose reacción perióstica ni afectación de partes blandas adyacentes. Todo ello nos sugiere una tumoración benigna, probablemente for-madora de tejido cartilaginoso, especulando con la posi­bilidad de un fibroma condromixoide o un encondroma (Figura nº 1).

Aún cuando consideramos el hallazgo como mera­mente accidental y ajeno a la sintomatología referida por el paciente, optamos por el tratamiento quirúrgico en previsión de una eventual fractura patológica, prac­ticándosele curetaje y relleno con hueso esponjoso.

Como datos de observación quirúrgica, creemos me­recen destacarse: la ya mencionada insuflación parcela­ria de la cortical, evidenciable al tacto tras la despe-riostización, el contenido de coloración grisáceo-amari-llento que ofrecía una consistencia que recordaba a un tejido graso en estado de semifusión, con zonas granu­losas en su interior, pero carentes de francas trabécu-las óseas; la cavidad vacía mostraba un contorno ovoi­deo a modo de cáscara de aspecto óseo aparentemente normal que la aislaba del resto de la metáfisis y cavi­dad medular adyacente y que al perforarla demostraba ser de mínimo espesor.

El estudio histológico reveló la existencia de un teji­do graso maduro, mezclado con trabéculas óseas adel­gazadas, alternando con una sustancia hipocelular eo-sinófila con ocasionales células fusiformes. Existían áreas de hueso neoformado de contorno irregular y co­loración más oscura con la tinción de hematoxilina-eo-sina, sin patrón lamelar (Figura nº 2 A.B.).

DISCUSIÓN

El estudio de nuestra observación y su con­frontación con el análisis de la casuística extraída de la bibliografía nos sugieren diversos comenta­rios.

Es frecuente que esta afección se muestre como asintomática y su sospecha parta de un hallazgo radiológico. Otras veces, es una fractura patológi­ca la que permite su identificación. Un dolor sor­do local ha sido descrito en algunos casos, así como una tumoración (más frecuente en asientos sub-periósticos, donde no siempre es fácil prejuzgar su origen primitivamente óseo, por la reiteración con que las partes blandas adyacentes se encuen­tras involucradas en este proceso). No hemos po­dido constatar preferencias en cuanto a edad, cuyo rango ha abarcado desde los 5 a los 75 años, ni sexo.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE-OCTUBRE, 1991

Page 46: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

H. FRAGA Y OTROS.- LIPOMA INTRAOSEO. A PROPOSITO DE UN CASO DE LOCALIZACION TIBIAL. 275

Figura nº l.-A . Visión A.P. Antero posterior de la imagen radiográfica correspondiente al caso presentado. Area lítica metafisaria ovalada y ex­céntrica con áreas calcificadas difusamente distribuidas.

Figura nº l.-B. Visión lateral L. de la imagen radiográfica correspondien­te al caso presentado. Area lítica metafisaria ovalada y excéntrica con áreas calcificadas difusamente distribuidas.

Respecto a las localizaciones, se recoge una gran versatilidad: huesos del cráneo, tronco y miem­bros; planos, cortos y largos; si bien, con evidente predominio a nivel de estos últimos y dentro de ellos apreciamos una mayor predilección por el fémur, peroné y tibia, y especialmente por su asien­to metafisario.

Todavía dentro de la localización ósea se dis­tinguen dos tipos de lipomas: los propiamente in-traóseos y aquellos de localización perióstica. En ocasiones, la cortical está interrumpida y el pro­ceso se expande al exterior, comprometiendo las partes blandas adyacentes; ésto, que sucede a menudo en los lipomas de localización perióstica,

Figura nº 2. A y B. Imágenes histológicas de la tumoración. Adipocitos maduros, trabéculas óseas con alternancia con sustancias eosinófila hipocelu-lar.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE-OCTUBRE, 1991

Page 47: Las deformidades vertebrales a través de las artes plásticastes a un hombre del neolítico, 7000-3000 a. J.C., que posiblemente sea el ejemplo más antiguo de la TBC vertebral, con

276 REVISTA ESPAÑOLA DE CIRUGÍA OSTEOARTICULAR

plantea inevitablemente la duda, de si son real­mente lipomas primitivamente óseos, que secun­dariamente invaden las partes blandas de vecin­dad o viceversa; en este caso habría que segregar-los de la entidad que nos ocupa.

La expresión radiológica de este tumor varía dependiendo de su asiento intraóseo o perióstico y en ambos casos de su fase evolutiva. Los de locali-zación perióstica, además de afectar habitualmen-te a las partes blandas exhiben alteraciones corti­cales y de reacción perióstica que pueden recordar los signos característicos de una tumoración ma­ligna.

Los de localización central van desde una ima­gen lítica pura a una calcificación total del área comprometida, pasando por fases intermedias de reacción marginal en forma de esclerosis periféri­ca, de mayor o menor grosor y áreas dispersas de calcificación dentro del marco osteolítico. Parece obedecer esta diversidad morfológica a los distin­tos estadios anatomopatológicos en que se encuen­tre el proceso, que para ciertos autores está some­tido a un evidente dinamismo (9). Así, distinguen una primera fase cuya histología muestra áreas maduras, en las que los adipocitos no exhiben sig­nos degenerativos; pudiendo encontrar además restos trabeculares. Radiológicamente se corres­ponderían con una lesión lítica radiolucente y en estudios con T.A.C. su contenido mostraría una densidad similar a la del tejido graso.

Un segundo grado, caracterizado por una mez­cla de la situación precedente, al lado de zonas grasas infartadas sobre las que se desarrollan cal­cificaciones, e inicio de esclerosis ósea marginal. Se traduciría radiológicamente por ese patrón al

que corresponde nuestro caso, de moteado radio-opaco diseminado sobre el fondo osteolítico, con un ribete de demarcación esclerótica de exiguo espesor, pudiendo insuflar la cortical si su situa­ción es lo suficientemente periférica. Tal morfolo­gía bien pudiera hacernos pensar en una tumora­ción benigna de la serie encondral y así, hemos valorado preoperatoriamente nuestro caso, descar­tando la eventualidad lipomatosa, debido a su pre­sunta rareza; y ello radica precisamente el incen­tivo de esta comunicación, la pretensión de cola­borar a demostrar que los lipomas óseos son pro­bablemente menos raros de lo que la l i teratura sugiere, en base, esencialmente, a su errónea in­terpretación y otras veces a actitudes conservado­ras que nos privarían de su adecuada cataloga­ción.

Una tercera fase vendría representada por un mayor grado de involución: predominio de la ne­crosis grasa, áreas más amplias de calcificaciones y presencia de hueso reactivo, inmaduro, sin es­tructura laminar, intralesional y periférico, así como formaciones quísticas en número y dimen­siones variables. Esta situación se evidencia ra­diológicamente por una imagen de mayor densi­dad, aunque resten vestigios de la primitiva os-teolisis.

Respecto al tratamiento, puede optarse, según su localización por la resección en bloque o el sim­ple curetaje y relleno con hueso esponjoso; no ha­biéndose descrito recidivas ni malignizaciones. Quienes abogan porque se trate de una afección autolimitada, con tendencia a la involución es­pontánea, si su situación y tamaño no arriesgan a una fractura patológica, recomiendan, incluso, una actitud expectante.

Bibliografía

1.- Goidanich, I.F.: I Tumori primitivi dell'osso. Bologna, S.P.A. Poligro, II Resto del Carlino, 1957. 2.- Dickson, A.B., Ayres, W.W., Mason, M.W., Miller, W.R.: Lipoma of bone od intraosseus origin. J. Bone Joint Surg. 1951,

33A: 257. 3.- Dahlin, D.C.: Bone Tumors. 3a Ed. Springfield, Illinois. Charles C. Thomas. 1978. 4.- Child, P.L.: Lipoma of os calcis. Report of a case. Am. J. Clin. Patol. 1955, 25: 1050. 5.- Harland, J., Spsust, W. et al: Inst, of Pathology Armed Forces: Bone Tumors. Washington, D.C. 1971. 6.- Jaffe, H.L.: Tumors and tumorous conditions of the bones and joints. Philadelphia. Lea Febiger, 1958. 7.- Lichtenstein, L.: Tumores óseos. Ed. Elicien. 1975. 8.- Schajowicz, F.: Tumores y lesiones seudotumorales de huesos y articulaciones. Buenos Aires. Ed. Panamericana, 1981. 9.- Milgram, J.W.: Intraosseus lipomas. A clinicopathologic study of 66 cases. Clin. Orthop. 1988, 231: 277.

TOMO 26; Nº. 155; SEPTIEMBRE-OCTUBRE, 1991