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José F. Colmeiro Dartmouth College LA VERDAD SOBRE EL CASO GALÍNDEZ O LA RE-ESCRITURA DE LA HISTORIA Este trabajo se centra en la relación permanentemente conflictiva entre escritura e historia en la ficción narrativa, tomando como caso particular la novela de Manuel Vázquez Montalbán Galíndez (1990). 1 A lo largo de esta novela se intenta reconciliar la trama de investigación característica de la novela policíaca (la búsqueda epistemológica de la verdad) con la investigación histórica del pasado y sus consecuencias en el presente (la exploración ontológica de la realidad histórica). En este sentido, Galíndez como anteriormente El pianista (1985) del mismo autor, es una continuación lógica de su anterior producción narrativa proyectada como una gran crónica social de la época post-franquista en forma de una serie de novelas policíacas en torno a la figura del investigador Pepe Carvalho. En Galíndez, Montalbán ahonda en las raíces de la historia española contemporánea, adentrándose por los caminos de la memoria histórica y el olvido colectivos. Parto de la hipótesis de que toda construcción histórica conlleva una parcial re-escritura de la historia (responde a unos intereses concretos, empíricamente verificables y por lo tanto de-construibles). Esa historia es subjetiva, privilegia ciertos hechos mientra condena a otros al silencio y al olvido (el ejemplo más cercano es la historiografía franquista oficial y monolítica). 2 Escribir la historia es en este sentido necesariamente re- escribir la historia. En otro sentido radicalmente opuesto, re-escribir la historia significaría de-construir esa construcción revelando su naturaleza falsificatoria y sustituirla por otra historia que rellene los silencios y recupere los olvidos (de ahí, por ejemplo, el gran auge de ciertos géneros narrativos en los años del post-franquismo como ensayos, memorias, novelas históricas, novelas escritas por mujeres y otros grupos marginados). Sin embargo, por la misma razón, esta re-escritura de la historia está sujeta a las mismas trampas y limitaciones. Toda construc- ción unívoca que pretenda escribir "la historia," "la verdad" es necesariamente falsa, parcial. Vázquez Montalbán propone en Galíndez un modelo alternativo de "escritura como proceso." La novela se desarrolla en efecto en un proceso

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José F. ColmeiroDartmouth College

LA VERDAD SOBRE EL CASO GALÍNDEZ OLA RE-ESCRITURA DE LA HISTORIA

Este trabajo se centra en la relación permanentemente conflictiva entreescritura e historia en la ficción narrativa, tomando como caso particularla novela de Manuel Vázquez Montalbán Galíndez (1990).1 A lo largo deesta novela se intenta reconciliar la trama de investigación característicade la novela policíaca (la búsqueda epistemológica de la verdad) con lainvestigación histórica del pasado y sus consecuencias en el presente (laexploración ontológica de la realidad histórica). En este sentido, Galíndezcomo anteriormente El pianista (1985) del mismo autor, es unacontinuación lógica de su anterior producción narrativa proyectada comouna gran crónica social de la época post-franquista en forma de una seriede novelas policíacas en torno a la figura del investigador PepeCarvalho. En Galíndez, Montalbán ahonda en las raíces de la historiaespañola contemporánea, adentrándose por los caminos de la memoriahistórica y el olvido colectivos.

Parto de la hipótesis de que toda construcción histórica conlleva unaparcial re-escritura de la historia (responde a unos intereses concretos,empíricamente verificables y por lo tanto de-construibles). Esa historiaes subjetiva, privilegia ciertos hechos mientra condena a otros al silencioy al olvido (el ejemplo más cercano es la historiografía franquista oficialy monolítica).2 Escribir la historia es en este sentido necesariamente re-escribir la historia. En otro sentido radicalmente opuesto, re-escribir lahistoria significaría de-construir esa construcción revelando su naturalezafalsificatoria y sustituirla por otra historia que rellene los silencios yrecupere los olvidos (de ahí, por ejemplo, el gran auge de ciertos génerosnarrativos en los años del post-franquismo como ensayos, memorias,novelas históricas, novelas escritas por mujeres y otros gruposmarginados). Sin embargo, por la misma razón, esta re-escritura de lahistoria está sujeta a las mismas trampas y limitaciones. Toda construc-ción unívoca que pretenda escribir "la historia," "la verdad" esnecesariamente falsa, parcial.

Vázquez Montalbán propone en Galíndez un modelo alternativo de"escritura como proceso." La novela se desarrolla en efecto en un proceso

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constante de re-escritura, continuamente escribiendo y reescribiendo lahistoria con elementos de derribo de otras historias. La base de la novelarecupera la olvidada figura histórica de Jesús de Galíndez, unnacionalista vasco exiliado de la Guerra Civil que desaparece enmisteriosas circunstancias en Nueva York. Sobre esta trágica historia sesuperpone la historia de su investigación, contrucción de doble relatocaracterística de la novela policiaca, según Todorov.3 Los datos esencialesde su trayectoria personal y más aún los del caso construido a sualrededor son intricados. Galíndez, jurista madrileño de origen vasco,luchó por la causa republicana dentro de las milicias vascas. Se exilió enla República Dominicana en 1939 donde residió durante siete años, comoprofesor, escritor, periodista especializado en política internacional ydefensor de la causa vasca; allí conoció de primera mano los entresijosde la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. En 1946 pasó a Nueva Yorkcomo delegado del Partido Nacionalista Vasco y representante delGobierno Vasco en el exilio; impartió clases en la Universidad deColumbia, donde presentó su tesis doctoral el 27 de febrero de 1956sobre la dictadura de Trujillo, a pesar de las presiones y amenazas en sucontra por parte de emisarios del dictador dominicano. Trece días mástarde —el 12 de marzo de 1956— Galíndez desapareció para siempre enNueva York sin dejar ningún rastro. La explicación más convincente desu desaparición es que fue secuestrado por los servicios secretos deTrujillo en Estados Unidos, de donde fue conducido en avión a laRepública Dominicana y allí asesinado. El "caso Galíndez" no habíahecho más que comenzar....

Una vez iniciadas las investigaciones pertinentes por la Universidad,la policía de Nueva York, la fiscalía del estado y el FBI se hallaronevidencias contradictorias, falsas pistas, campañas de desprestigio delprofesor y encubrimientos perfectamente orquestados que apuntabanhacia el dictador dominicano. El caso se cubrió ampliamente en laprensa, en los círculos políticos e intelectuales. A la desaparición deGalíndez siguió la progresiva eliminación de los testigos y colaboradoresen la trama, práctica común del despotismo de Trujillo. Las consecuen-cias fueron imprevisibles; en diciembre de 1956 se descubrió en SantoDomingo, entonces Ciudad Trujillo, el asesinato del Gerald Murphy,piloto norteamericano implicado en el caso Galíndez. El Senadonorteamericano abrió una investigación formal de la que surgió elinforme Porter del senador por Oregón en el que no dejaba dudas sobre

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la participación de Trujillo en la desaparición de Galíndez y de Murphyy criticaba la favorable postura del gobierno norteamericano hacia eldictador dominicano. Sin embargo, la caza de brujas y el pánicocomunista prevalecieron. El eco en la prensa, en la opinión pública y enlos medios políticos se extendió por el continente americano, aunque lahistoria oficial archivó el caso Galíndez en diciembre de 1957 con elveredicto culpable de John Frank, ex-miembro de la CÍA, chivoexpiatorio cargado con la responsabilidad de la desaparición deGalíndez. Ni esta sentencia insatisfactoria, ni la infame campaña dedesprestigio desde los grupos trujillistas, ni el silencio oficial de laEspaña franquista lograron impedir que el caso Galíndez se convirtieraen una causa célebre entre los grupos de oposición, los exiliados y losmovimientos anti-dictatoriales latinoamericanos. Galíndez fue románti-camente mitologizado como mártir de la dictadura. La ironía histórica esque el propio Trujillo resultó en última instancia víctima de este caso, yaque a raíz del gran escándalo provocado fue perdiendo el apoyo dentroy fuera de su país para acabar siendo derrocado en 1961.

El caso Galíndez abrió un largo proceso textual, de escritura yreescritura de la historia desde los frentes más opuestos. El propioGalíndez, antes de desaparecer, entregó una copia de su trabajo deinvestigación en español para su publicación. El libro, una versiónresumida pero bien documentada de su tesis doctoral, fue publicado enChile el 15 de junio de ese mismo año, como La era de Trujillo (1956).4

Resultó un gran éxito editorial, sin duda favorecido por el sensaciona-lismo que rodeó el caso Galíndez; en su primera edición chilena conocióseis impresiones en seis semanas y fue publicada a su vez en BuenosAires. Extractos del libro aparecieron en la revista de Nueva York Ibérica,publicada en dos versiones en español y en inglés, en la que colaborabanasiduamente exiliados españoles. La era de Trujillo re-escribe la historiade una dictadura militar latinoamericana desde la perspectiva crítica dequien la vivió y padeció y se atrevió a romper la monolítica historiaoficial. Indirectamente, La era de Trujillo vino a poner fin a 30 años detrujillismo.

Sobre toda esta compleja base histórico-documental, VázquezMontalbán construye el ficticio relato de la investigación sobre el casoGalíndez que realiza 30 años más tarde Muriel Colbert, una estudiantenorteamericana y mormona renegada, y a su vez el relato de laintercepción de dicha investigación a cargo de los servicios secretos

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norteamericanos. A lo largo del relato de la investigación van surgiendoretazos del enorme cuerpo historiográfico que conforma la literatura delcaso Galíndez, su historia, en forma de tesis, refutaciones, análisis,informes, documentos. En el texto de la novela se inscriben esas otrashistorias opuestas y contrarias que escriben y re-escriben el casoGalíndez en una larga cadena intertextual. Así, La verdad sobre la era deTrujillo, Refutación de "La era" de Galíndez del prebístero Antonio Bonet,un verdadero ejercicio estilístico de re-escritura —literalmente palabra porpalabra y punto por punto— del libro de Galíndez, sin atender a la lógicao al rigor histórico;5 sirva como ejemplo el capítulo que Galíndez dedicaa la característica megalomanía de Trujillo en su afán por reescribir latopografía dominicana con su propio nombre; este capítulo escontundentemente refutado por Bonet en estos simples términos: "Acercade esto podría consultar a Franco que bautizó su ciudad natal con losnombres de Jijón del Caudillo" (144), lo cual no sólo confirma la tesis deGalíndez sino que revela la ignorancia del autor. También aparece elinforme oficial de Porter y su contrapartida en el de Morris Ernst Reportand Opinión in the matter of Galíndez, los cuales son salomónicamenteresumidos por Robert Robbards, el agente norteamericano protagonistaen el relato de la interrupción de la investigación, en los siguientestérminos: "todo lo que Porter había puesto en blanco, Ernst lo puso ennegro"(108); otro texto interpolado que sive de epígrafe a la novela es Lapalabra encadenada de Joaquín Balaguer, secretario de Trujillo durante ladictadura y posteriormente presidente de la república, esquizofrénicoejercicio de re-escritura de su propio pasado, en forma de auto-confesióny descargo de conciencia;6 también se incluye otro texto más reciente Elcaso Galíndez: Los vascos en los servicios de inteligencia de EE. UU. de Manuelde Dios Unanué en la tradición americana del reportaje investigativoconcienzudo que es probablemente el trabajo en conjunto más completoy satisfactorio, (siguiendo otra trágica tradición Unanué fue asesinadobrutalmente en Nueva York tan solo hace unos meses, al parecer comoresultado de sus investigaciones en torno a la mafia neoyorquina).7 Entreotros títulos interpolados destacan dos del propio Galíndez: La era deTrujillo y Estampas de la guerra. El proceso de constantes llamadasintertextuales no tiene tanto como objetivo llegar hasta la verdad comoexponer las motivaciones subjetivas de cada una de las supuestasverdades.

La perspectiva privilegiada de Muriel, protagonista y conductora

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principal de la novela, yuxtapone todas estas distintas y contradictoriasversiones de la historia sopesándolas discriminadamente. En su proyectode investigación, sin embargo, no tiene la intención de descubrir laverdad sino de llegar a entender el dilema moral en la encrucijadahistórica en la que se encontraba el individuo Jesús de Galíndez. Murielya advierte al comienzo "no quiero saber toda la verdad sobre el casoGalindez, sólo quiero saber una verdad," y aún sin una idea muy clarade lo que busca añade: "quiero saber ... Tal vez, por qué se la jugó" (24).Con esta advertencia inicial ya surge la sospecha de que tal vez no existauna gran verdad, sino un conjunto de verdades parciales. Su acerca-miento intersubjetivo rehuye el objetivismo cientifista; sobre suproyectada tesis, titulada "La ética de la resistencia: El caso Galíndez," sudirector de tesis en Yale Norman Radcliffe afirma ante el enviado de laAgencia: "me dio la impresión de que el trabajo había dejado de sercientífico, incluso de que ya no era ni siquiera especulativo. Muriel sehabía tomado el caso Galíndez como una cuestión personal" (47).

El proyecto de investigación de Muriel, su futura tesis todavía porescribir, funciona como mise en abime de la novela en su totalidad.Galíndez no es un tratado historiográfico ni tampoco quiere ser unanovela biográfica o histórica en el sentido convencional, o una novela deespionaje, aunque tenga rasgos de cada uno de esos géneros; no interesatanto el whodunit, la autoría del delito, la verdad objetiva, sino lo que laperipecia del enredo puede revelar sobre una época histórica; se trata endefinitiva de acercarse a las contradiciones y ambigüedades de laproblemática del exilio, del nacionalismo, y fundamentalmente delintelectual frente a su compromiso histórico, en un acto de interpretacióndesde la perspectiva histórica actual; Galíndez pertenece a un génerohíbrido, heterogéneo, confeccionado a base de la técnica del collage, enla que se entremezclan lo real con lo ficticio, lo culto y lo popular:noticias, cartas, formularios, informes, tratados, poemas, canciones, conmonólogos, entrevistas, diálogos monologizados, sin poder siempredeterminar con absoluta claridad la frontera entre uno y otro campo. Seda así cabida a una multiplicidad de voces recuperadas del olvido, deahí el carácter de mosaico de textos fragmentados o de narraciónpolifónica (con su diálogo de voces por encima de las barreras espacio-temporales).

La fragmentación de lo histórico, como la fragmentación de lanarrativa, son señales de la condición posmoderna, al igual que lo son

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el aprovechamiento y reciclaje de materiales previos. En oposición a unanarrativa singular y una historia unívoca se nos propone una historiaque es una relación de historias. La borrosidad de fronteras, laambigüedad del terreno movedizo ficción/realidad, crea un espacioimaginario donde se miden discursos opuestos en permanente conflicto.

El particular proceso de reescritura de la novela de VázquezMontalbán nos asoma a muchas verdades, verdades parciales, verdadesocultas, a la vez que revela las falsas construcciones que se hacen pasarpor auténticas y verdaderas. La yuxtaposición textual de distintasversiones de la historia reproduce el proceso selectivo de construcciónde la historia, revelando la participación en ella de múltiples agentesinstitucionales desde los poderes fácticos hasta los anónimos poderesocultos, agentes no sólo en el proceso de hacer la historia sino dereescribirla. Un momento particularmente significativo en la narrativa esla visita de Muriel a los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores enMadrid para consultar los antiguos expedientes sobre Galíndez; entreinformes, artículos, cartas y certificados, van apareciendo tantas distintasfacetas de Galíndez como ángulos desde los cuales observarlo. Murieldescubre allí la multidimensionalidad dentro del registro oficial de lahistoria: "de pronto las carpetas se hinchan y asistes a un doble relato:el dramático, incluso sensacionalista, de los recortes de prensa y lascartas profilácticas de casi todos los embajadores dirigidas al DirectorGeneral de Política Exterior" (170). Por debajo de la historia oficial seencuentra silenciada una permanente tensión de fuerzas contrarias quepropugnan diferentes versiones de la historia, fluctuando desde losgrupos de presión trujillistas a los movimientos de oposición y lasoperaciones de limpieza promovidas por el gobierno norteamericano yapoyadas tácitamente por el gobierno franquista. Muriel va sorteando lacorrespondencia oficial de este doble relato en el que se inscribenasépticamente las diferentes versiones no concordantes de la historia. Eldiscurso oficial —imbuido de una "asepsia diplomática" tanto en suposición como en su lenguaje— se decanta en la mayoría de las ocasioneshacia las posiciones estabilizadoras del orden político nacional einternacional. La diversidad de voces queda apenas reducida a unacuestión de matices dentro de una misma cómplice unicidad: "de nuevolas carpetas se hinchan, de nuevo el baile verbal de los embajadores consu lengua en formol en alcohol o en agua oxigenada según sucompromiso con la muerte" (173). En los rarísimos casos en que el relato

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oficial es emprendido con ciertos rasgos de objetividad o al menos deneutralidad, la sorpresa lleva a Muriel a preguntarse "¿Quién redactóesta nota tan poco franquista en unos tiempos tan franquistas?" (171). Lasupuesta objetividad del análisis histórico "científico" es cuestionada trasla revelación de la falsedad de las pruebas y evidencias, y la falsificaciónde los propios informes científicos (análisis grafológicos, autopsias).

Muriel asiste como lectora al proceso que ha convertido a Galíndezen un campo de operaciones ideológicas, un auténtico campo de batalla.Galíndez ha sido relegado a la condición de caso criminal, periodístico,o de asunto de estado; el individuo queda reducido al tamaño decaricatura de personaje o en el mejor de los casos al personaje-símbolo,como un emblema de la lucha por la libertad y la justicia frente a laopresión de la dictadura. Galíndez es un significante fluctuante vaciadode su significado original que puede ser ocupado por una serie designificados contradictorios; ha sido reificado en instrumento del procesohistórico y utilizado indistintamente por diversas causas. La investiga-ción de Muriel tomada como "cuestión personal" le devuelve ladimensión individual, lo vuelve a escala humana, recupera su condiciónde sujeto significativo. La lectura del doble relato de Muriel documentala naturaleza no estática e inamovible de la historia, y sugiere laposibilidad de un proceso abierto de construcción de la historia comoalgo en movimiento, en perpetuo estado dialéctico de proceso, decambio. En este nuevo proceso de deconstrucción-reconstrucción ella esla verdadera agente de la historia.

La deconstrucción de esta particular versión del double-speakorwelliano, encuentra también otro modelo productivo en el ejemplo deNorman Radcliffe. Radcliffe, intelectual de izquierda y director de tesisde Muriel, explica el sentido de su obra de juventud titulada Elanticomunismo y la moral isotópica ofreciendo otro caso de reduplicacióninterior que reverbera a lo largo del tejido narrativo de Galíndez y sirvede clave sintomática para la lectura de la obra. Según Radcliffe, elconcepto de moral isotópica se basa en "una transferencia del significadode isótopo, como un cuerpo que ocupa el mismo lugar que otro, perocon distinta constitución y sustancia. Es una alusión a la falsificación deun cuerpo moral. La tesis era que los anticomunistas disfrazaban lasverdaderas razones de su anticomunismo" (41); esta re-semantización delconcepto de "isótopo" traído de la química, y de "isotopía" en la teoríasemiótica, representa un salto cualitativo al campo de la ética de la

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historia: la interpretación de esta teoría por parte del agente RobertRobbards aclara la hipótesis original de Radcliffe: "usted viene a decirque la moral verdadera de la burguesía pretende defender su bolsillo ydisfraza esa moral real de otra apariencia moral: la defensa de los valoresespirituales frente a los valores materialistas del comunismo" (41).

Tras la figura literaria de la transferencia semántica o sustituciónmetonímica se halla la idea básica de la falsificación moral y eltravestismo histórico; el tropo de la suplantación representa la ética dela doble moral. En su nueva acepción la moral isotópica significa lamoral de la ambivalencia, la moral de las falsas apariencias, que ocultaun doble relato interno. La novela muestra que la doblez moral no esexclusiva de un grupo político o clase social sino que se extiende a todoslos personajes de la novela, define a todos los participantes del casoGalíndez, incluido el protagonista principal Jesús de Galíndez. Una vezmás es tarea del lector -siguiendo el ejemplo de Muriel, su cómplicenarrativo en la novela- decodificar el doble relato de la historia.

En un primer nivel de generalidad histórica se pueden distinguir enla novela dos variedades de este tropo que podríamos denominar comola isotopía del dictador enmascarado, y la isotopía del gobierno delantifaz. Tal es el caso de dictadores que en nombre de la democraciaabrazan la causa anticomunista (caso Trujillo) y gobiernos que ennombre del anticomunismo abrazan la causa de la dictadura (elnorteamericano en el caso Galíndez). En primer lugar la novela hace ecode la afirmación de Galíndez sostenida en La era de Trujillo según la cualuna de las características típicas de la dictadura latinoamericana -y poranalogía podríamos añadir del régimen de Franco, siempre presente enel pensamiento de Galíndez- era que "la dictadura adopta una estructuraformal de democracia occidental." Esta falsificación del significado revelaen efecto un doble nivel operativo, el de la realidad en toda su fealdad(la represión de la dictadura) y el de su poco efectivo enmascaramientoestético (simulacro de democracia). Este juego de suplantación admiteversiones más sofisticadas y sorprendentes. Se llega a plantear lainquietante hipótesis de la existencia de esta doble estructura como basesobre la que se sustenta todo el edificio social: "Germán Arciniegasfilosofaba a veces sobre la doble moral y la juzgaba inseparable de lademocracia. Sólo los totalitarismos pueden intentar imponer una moral,aunque fracasen en el empeño. La democracia necesita un poderdispuesto a construir y practicar la doble moral, de lo contrario perece

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por culpa de su propia inocencia e indefensión" (59). En esta línea, lanovela desarrolla el doble juego mantenido por el gobierno norteameri-cano en su política hacia España después de la guerra civil, tácitamentealimentando por una parte las aspiraciones nacionalistas del GobiernoVasco en el exilio mientras por otra preparaba la reconciliación políticacon el gobierno de Franco. La situación de frágil equilibrio de Galíndez,representante delegado del Gobierno Vasco en Nueva York y observadoroficial en las Naciones Unidas, se vuelve crítica tras el cambio de lapolítica exterior norteamericana al establecer relaciones diplomáticas conEspaña y acceder a su entrada en la ONU, a cambio de unas basesmilitares al comienzo de la guerra fría. Galíndez es la víctima de estedoble juego. Por otra parte, la propia organización de los serviciossecretos norteamericanos oculta otro doble juego interno; su condiciónde monstruo bicéfalo se hace visible al averiguarse la secreta investiga-ción realizada por el FBI sobre la posible participación de la CÍA en elcaso Galíndez. Así le resume la situación a Muriel, Areces, uno de loscamuflados agentes de Trujillo:

... hubo un doble juego muy típico de los yanquis. Mientras unaparte de los servicios secretos luchaba por investigar la verdad delo sucedido, otra parte trabajaba para borrar las pocas pruebas quequedaban. Después de la guerra mundial, el Departamento deEstado perseguía nazis infiltrados en la administración y la otraparte los infiltraba porque necesitaba la técnica, la experiencia delos nazis para combatir el comunismo ... les prestamos verdugosy asesinados y luego aún pretenden hacer un Nuremberg apropósito de Galíndez y Murphy" (293).

Esta continua tensión entre fuerzas contrarias y complementariasrevela una vez más la naturaleza plural y divergente, no estática yunívoca, del acercamiento a la verdad, el doble relato profundo de laconstrucción histórica. Constituye así otro ejemplo de la permanentedialéctica del proceso de escribir y re-escribir la historia.

A lo largo de la novela asoma a la superficie la historia sumergida delos servicios de inteligencia revelándose la responsabilidad histórica delos poderes ocultos, la doble actuación de los secretos agentes de lahistoria. La condición básica de todo agente es la de ser un agente doble,enmascarar precisamente su condición de agente: confidentes, infor-

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mantés, grupos de presión, activistas, participantes en el caso Galíndez,todos recurren a la doble jugada de apostar por ambas bandas, todosactúan como dobles agentes de la historia. Tal es el caso del emisario deTrujillo Martínez Jara, alias el cojo, "que había sido agente doble detodos desde la guerra de España, agente de Franco y la República, matónen México, conspirador a favor y en contra de Trujillo" (59). Se tratanuevamente de la doble moral isotópica de la suplantación y laambigüedad.

El núcleo central de la novela está formado en torno a la problemáticade la doblez moral de Jesús de Galíndez, su condición de doble agenteque sólo tras su muerte empezó a adivinarse parcialmente. En efecto, pordebajo de su trabajo como activista oficialmente afiliado al PNV y a lacausa vasca, con una convicción nunca puesta en duda, la novela dejaentrever que Galíndez trabajó de manera encubierta para la inteligencianorteamericana bajo el nombre de "Rojas" como informante de losmovimientos entre los refugiados españoles, particularmente loscomunistas con los que Galíndez no simpatizaba, ya desde su estanciaen la República Dominicana. Tras su traslado a Nueva York sucolaboración con los servicios de inteligencia se mantiene y extiende a lainformación sobre movimientos insurgentes latinoamericanos, infiltrán-dose en particular en el movimiento independentista puertorriqueño. Eldoble papel jugado por Galíndez viene determinado por su compromisocon la causa vasca. Para Galíndez, desde esta perspectiva interpretativa,el avance de la causa por la recuperación de la libertad del País Vascojustificaba el servicio al poder hegemónico con la facultad de conseguir-lo; fue una jugada arriesgada, pero plenamente asumida. Muriel en sudoble papel maternal/investigador no enjuicia acusadoramente la dobleactuación de Galíndez, aunque tampoco la justifique, sino que intentacomprender su toma de postura ante las coordenadas históricas que lerodearon. Muriel asume plenamente la toma de conciencia de Galíndezen un imaginario diálogo con él: "daba risa la condición de doblez en laque todos vivíais mientras hacíais proclamas públicas de unicidad yentereza hasta la muerte. . .Tú [Galíndez] proclamabas que el fin nojustifica los medios, pero sabías que te mentías" (59).

Las diferentes facetas del complejo y enigmático personaje de Jesúsde Galíndez dependen del ángulo del enfoque con que se contempla, suhistoria -siempre parcial- depende de la particular perspectiva del quela escribe. Así lo entiende Muriel al final de su investigación,

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desconfiada de las parciales versiones de la historia:

te encuentras con todos los Galíndez posibles: el duro ejecutor dela República, el zascandil de Ayala, el noble patriota de losexiliados vascos, el hombre secreto y lúcido de Emilio González,el superagente taimado del libro de Unanué, este chevalier seruantque te ha descrito Lucy de Silva y probablemente Jesús era todosestos posibles tipos y ninguno de ellos. (281)

La novela hace frente a la idea de la historia monolíticamenteconstruida, escrita en piedra inamovible; el insuficiente monolito depiedra erigido a la memoria de Galíndez por el gobierno vasco con elque se abre la novela no representa en verdad a Galíndez, sino que sirvetan solo de "pretexto para no perder la memoria" (9). La construcciónunívoca de la historia no es inapelable; el agente Robbards —encargadode poner fin al último episodio del caso Galíndez-- puede afirmarconvencido: "tenemos poca Historia escrita, pero controlamos la Historia.La hacemos" (33). Sin embargo, frente a la historia escrita por el poderhegemónico, la novela ofrece por medio de Muriel una alternativa parael lector en la parábola sugerida por la película Rashomon, de AkiraKurosawa: "en la película se cuenta un mismo hecho mediante distintasapreciaciones de diferentes testigos y el espectador ha de hacer elesfuerzo de elegir una de las versiones o ir reuniendo elementos de unay otra. A mí me ocurre con Galíndez" (89-90).

La Verdad en definitiva permanece como ese objeto inalcanzable ensu unicidad, es reemplazada por la ambigüedad, la subjetividad y lapluralidad de perspectivas. La narrativa resiste la clausura, el finalcerrado, la conclusión terminante. La autoridad final del Autor-Dios esreemplazada por una multiplicidad de fuentes de autoridad; la últimapalabra la tiene el lector-investigador-intérprete. Finalmente, la relaciónentre lo ficticio, lo histórico y lo especulativo no es fija y estable, sinodifusa y en perpetuo estado de evolución. Es por esta idea de cambio yevolución que la novela de Vázquez Montalbán muestra el auténticopoder transformativo del lenguaje, en su capacidad de transformar lahistoria re-escribiéndola.

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Notas

1 Manuel Vázquez Montalbán, Galíndez (Barcelona: Seix Barral, 1990).2 Véase al respecto David K. Herzberger, "History and the Novel of Memory

in Postwar Spain," PMLA 106,1 (Enero, 1991) 34-45.3 Véase Tzvetan Todorov, "The Typology of Detective Fiction," The Poetics of

Prose (Ithaca: Cornell University Press, 1977) 42-65.4 Jesús de Galíndez, La era de Trujillo. Un estudio casuístico de dictadura

hispanoamericana (Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1956).5 Antonio Bonet, La verdad sobre la era de Trujülo. Refutación de "La era" de

Galíndez (Managua: s.e., 1957).6 Joaquín de Balaguer, La palabra encadenada (Santo Domingo: s.e., 1975).7 Manuel de Dios Unanué, El caso Galíndez: Los vascos en los servicios de

inteligencia de EE.UU. (Nueva York: Cupre, 1982).