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“Una invitación a una auténtica y renovada conversión” Porta fidei 6 La Fe nos renueva 8 Año de la Fe 2012 2013

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Fascículo coleccionable del Año de la Fe

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Page 1: FASCÍCULO-08

“Una invitación a una auténtica y renovada conversión” Porta fidei 6

La Fe nos renueva

8

Año de la Fe 2012

2013

“Crecer más, para evangelizar mejor”

Page 2: FASCÍCULO-08

La fe nos transforma

y nos renueva

J ustificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios, santificados y llamados a ser santos, los cristianos se convierten en el templo

del Espíritu Santo. Este Espíritu del Hijo les enseña a orar al Padre y, haciéndose vida en ellos, les hace obrar para dar los frutos del Espíritu por la caridad operante. Sanando las heridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente mediante una transformación espiritual, nos ilumina y nos fortalece para vivir como hijos de la luz, por la bondad, la justicia y la verdad en todo. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1695)

El mundo que te rodea puede ser renovado por la fuerza de Dios, pero es la gracia de Dios, manifestada en la fuerza de la fe la que renueva al hombre en su interior. La fe en la persona de Jesús y la aceptación de su Palabra realizarán una verdadera conversión en quien esté dispuesto a dar el paso de creer.

“Conviértanse y crean...” Esta es la invitación de Jesús. Y su llamado a la fe adquiere nuevas resonancias en tiempos en que la secularización pone, al menos en apariencia, su confianza en el hombre, en la ciencia, en la técnica... y relega a Dios a un lugar secundario. Pero, decimos ‘en apariencia’ porque junto a esas expresiones, que son reales, hay también ansia de sentido y renovación del fenómeno religioso que es respuesta o reacción a esa posición secundaria de Dios.

Sin fe no se puede vivir. La fe es como el aire, como el agua, como el fuego, como el pan. Cada persona necesita una seria razón para vivir y un sentido con el cual llenar todos sus días. Y cuando ésta no se encuentra, entonces

se entroniza el sinsentido, languidecen los proyectos y la vida humana queda a la deriva. De una tal situación sólo se puede esperar desconfianza, escepticismo, depresión.Entonces falta el aire, falta el agua, falta el sol. Sin fe no se puede vivir. Hasta el niño recién nacido se mueve por una fuerza sin palabras que lo invita a acometer la lucha por la vida. “Vale la pena vivir” parece decir entre sus primeros llantos y sonrisas, mientras lucha por abrirse espacio en el afecto y por asegurar su cuota de leche materna cotidiana.

Sin fe no se puede vivir, por eso buscamos de manera espontánea creer en algo o en Alguien o, por lo menos, creer en un proyecto, en una doctrina, en una espiritualidad; y por cierto, creer en nosotros mismos.

No hay tiempo que perder. Hay que convertirse a Cristo para creer en Él: en su persona, en su mensaje, en su misterio, en sus gestos y palabras. Creer y testimoniar. Creer y salir, después, entusiasmados, a contar lo que hemos visto y oído, como ministros, apóstoles y heraldos del Evangelio de Jesús, para que la alegría de la gente sea plena.

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Sin fe no se puede vivir. La fe

es como el aire, como el agua,

como el fuego, como el pan.

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¡Pon tu fe

en acción! Renovados

por el Espíritu

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D ecía san Agustín, refiriéndose al Espíritu Santo: «Él habita en lo más profundo de nosotros, al punto de estar más cerca de nosotros, más íntimo a nosotros que nosotros mismos».

El Espíritu Santo es quien hace fecunda la Palabra de Dios en el corazón del hombre. Es quien nos hace comprender su Palabra y que la podamos vivir. Es también quien nos une con el Padre y con el Hijo en oración, nos mueve a alabar a Dios y a proclamarlo Señor de nuestras vidas.

El Espíritu Santo, más que una creencia, debe ser una vivencia. Exclamar «creo en el Espíritu Santo», más que el enunciado de un credo, ha de ser el testimonio irrefutable del que ha experimentado en su vida la acción del Espíritu de Dios vivo.

Pero si no nos familiarizamos con el Espíritu Santo, si no reconocemos su acción, la última parte de nuestro Credo se nos convierte en un índice de fórmulas sin sentido.

Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia.

Creer en el Espíritu Santo es estar convencidos de que Él va a renovar permanentemente nuestra vida. Es creer que en nosotros

Acompaña a un niño a leer la Biblia

La enseñanza de la Biblia es el principio para construir una identidad cristiana y católica dentro de cada niño. El escuchar las historias de la Biblia no sólo permitirá que los niños aprendan sobre Dios, sino que inculcará valores cristianos dentro de ellos. Los niños deben aprender desde temprano en sus vidas sobre la Biblia, las cosas que Dios hizo, las maneras de actuar y caminos de Dios para fomentar un interés genuino hacia la Iglesia y la Biblia mientras estén pequeños: “Instruye al niño en el camino correcto y aún en su vejez no lo abandonará.” (Proverbios 22, 6)

¿Cómo lo podemos hacer?• Comencemos por asistir con ellos

asiduamente a la Iglesia. El sentido de lo sagrado de la Biblia se va asimilando en estos lugares privilegiados.

• Mostremos a los niños el respeto por la Biblia. La actitud del padre o familiar en cuanto a la Biblia es “captada” por ellos. Por eso, coloca la Biblia en un lugar accesible y fácil de ver en casa.

• Usa versículos bíblicos, para la bendición de los alimentos en casa.

• Usa la música para enseñar la Biblia a los niños . Cantar reforzará las palabras escuchadas o leídas en la Biblia.

• En la medida de lo posible, compra una biblia para niños o busca láminas ilustrativas para que también a través de las imágenes, los niños asimilen el mensaje de la Escritura. Usa películas.

• Sobre todo, lean juntos la Biblia.

también es posible vivir un continuo Pentecostés, pues el Espíritu de Dios es ese «viento huracanado» que no nos deja conformarnos, instalarnos, estancarnos en lo poco o mucho que hayamos alcanzado. Es un viento que anima y sostiene no sólo nuestras vidas desde un punto de vista individual, sino también nuestras comunidades y la Iglesia entera. Por ello es que nos dirigimos al Padre diciéndole: «Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra».

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Testigos de Cristo Joven: vive tu fe

Calendario de Mayo

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Publicación coleccionable elaborada por la Oficina de Pastoral

www.cancunchetumal.org www.annusfidei.va

San Giuseppe MoscatiNació en Benevento, Italia, en 1880. Ingresó a la universidad para estudiar medicina. Se levantaba diariamente muy temprano para ir a misa y recibir la comunión. Después se dirigía a las colonias pobres para ver a algunos enfermos, y apenas iniciada la mañana, comenzaba el trabajo en el hospital. Sus pacientes predilectos eran los pobres, a quienes nunca les cobraba sus honorarios, antes bien los curaba a sus expensas o los ayudaba sin hacerse notar. En 1911 fue nombrado director del Hospital de Incurables y se le encomedó la formación de los estudiantes de medicina. Durante la epidemia de cólera en Nápoles, se mantuvo en su puesto a pesar de que los demás médicos se ausentaban, sosteniendo con abnegación heroica las tareas más difíciles en las zonas más afectadas de la ciudad. Su densa jornada, llena de ocupaciones en el hospital, la universidad, el consultorio y las visitas domiciliarias, quebrantaron su salud. Murió santamente el 12 de abril de 1927. Aquella mañana, como siempre, asistió al hospital, visitando a numerosos enfermos.

¿A caso no lo ve, caballero?Hace ya muchos años se estaba construyendo una catedral. Un hombre pasó por las obras para ver cómo otros trabajaban, y allí se encontró con tres maestros canteros que, cincel en mano, estaban trabajando la piedra para construir el templo. Se acercó al primero y le preguntó qué es lo que estaba haciendo. La respuesta fue contundente y malhumorada: “¡Estoy picando esta piedra y con la sed que yo tengo. Por no hablar de lo que me fastidia el capataz!” Al acercarse al segundo cantero, éste le respondió: “Estoy haciendo lo que me han mandado. Tengo mujer y cuatro hijos, así que me toca obedecer para poder llevar el pan a casa”. Al acercarse al tercero, comprobó que éste trabajaba con un entusiasmo inusitado, y al hacerle la misma pregunta, le respondió con satisfacción y orgullo: “¿A caso no lo ve, caballero? Edifico una catedral”. ¿A cuál cantero te pareces?

Congreso Misionero(Felipe Carrillo Puerto)

Marcha Misionera Maya(Felipe Carrillo Puerto)

Vigilia de Pentecostés

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Conferencia del Pbro. Ernesto María Caro:“La fe de María“ (Hotel B2B, Cancún, 8:00 PM)

Cruzada Matrimonial por la Fe

Corpus ChristiProcesión y solemne adoración simultánea, en toda la Prelatura, por decanato

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