domingo cultural 2015/04/05

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® 05 de abril de 2015 Cultural La mayoría de los peligros para la civilización humana han nacido dentro de ella. PÁGINAS 4 A 7 Ú LTIMAS NOTICIAS DEL FIN DEL MUNDO

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®

05 de abril de 2015

Cultural

la mayoría de los peligros para la civilización humana han nacido dentro de ella. PÁGInaS 4 a 7

ÚLTIMAS NOTICIASDEL FIN DEL MUNDO

Page 2: Domingo Cultural 2015/04/05

Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

DIRECTOR GENERAL oRLAnDo TomÁS DEÁnDAR mARTÍnEZ

[email protected] Adrián Altamirano Jaime

[email protected]

DISEÑO Mariela Olvera

apartado postal 14

Nos interesa saber sus comentarios, por lo que lo invitamos a que nos envíe sus correos electrónicos con sus opiniones de lo ya publicado y sugerencias de temas que le interesen.

Cultural®

Esperamos sus comentarios en los correos electrónicos: [email protected]

2Domingo \ el mañana \ 05 de abril de 2015 PsicOlOgÍa

Por gabriel garcía de Oro

Empecemos con un cuento. El de La Cenicienta. Pero no nos fijaremos ni en el zapato de cristal, ni en la calabaza que se convierte en carruaje, ni en el príncipe azul. Vamos a poner nuestra atención en la cantidad de tareas que debe hacer Cenicienta antes de ir al baile: Fregar, limpiar, planchar, orde-nar, cocinar y volver a fregar, limpiar, ordenar… Lógicamente, cuando llega la hora de ir al baile, que es lo que realmente le hace ilusión y lo que de verdad cambiará su vida, está tan cansada que necesita la mágica ayuda del Hada Madrina para conseguirlo. Sin ella, Cenicienta se hubiera queda-do en casa, cansada y pensando con

ansiedad en todo lo que aún le queda por hacer y en todo aquello para lo que no tendrá tiempo.Pues bien, nosotros no somos muy diferentes a ella. Antes de poder asis-tir a nuestros bailes, es decir, a aquello que realmente nos hace ilusión, nos motiva y quién sabe si también puede cambiar nuestras vidas, nos vemos inmersos en un sinfín de quehaceres: la casa perfectamente ordenada, la lavadora tendida, el niño apuntado a cuatro actividades extraescolares; hay que ser, por supuesto, tremendamen-te productivos en nuestros trabajos, excelentes e imaginativos amantes con una vida social rica, activa y varia-da… y tener actualizado Facebook. ¡Ah!, y sería bueno comer

una lista de tareas

-Debemos distinguir entre lo importante, lo urgente y lo eliminable

La vida es más que

“Primero, lo primero”. StEPhEN COVEY

-Vivimos inmersos en la sociedad del rendimiento y la hiperactividad. ¿Resultado? Ansiedad.

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305 de abril de 2015 / el mañana / DomingoPsicOlOgÍa

librOs

w La sociedad del cansancio Byung-Chul Han (Herder Editorial) El filósofo reflexiona sobre cómo el exceso de positividad nos está conduciendo a una sociedad del cansancio, que produce agotados, fracasados y depre-sivos. Han también nos da las claves para combatirlo.

w Los cuentos de hadas clásicos anota-dos Maria Tatar (Crítica) Podemos repasar aquellos cuentos con los que crecimos y que, ahora, pueden ayudarnos a seguir creciendo.

w Manual de limpieza de un monje budista Keisuke Matsumoto (Duomo Ediciones) Podremos transformar las tareas del hogar en un ejercicio espiritual.

“Los grandes bailarines no

son geniales por su técnica. Son geniales por su

pasión”. Martha GrahaM

cinco piezas de fruta al día y correr diez kilómetros y no tener ojeras y… Hacer, hacer y hacer. Al final de nues-tro cuento, lo que sucede es que el baile siempre queda relegado a mañana, a “cuando acabe esto…”. Y así pasan los días.Como mínimo, Cenicienta tiene una excusa, o dos. Las malvadas hermanastras la obligan y la maltra-tan. Una fuerza externa la presiona, somete y explota. Pero hoy las her-manastras somos nosotros mismos. Byung-Chul Han, en su célebre libro La sociedad del cansancio, nos advier-te de que vivimos en una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones y laboratorios genéticos. Es decir, en la sociedad del rendimiento, del multitasking (multitarea). Y una de las características de esta sociedad es que el individuo se autoexplota con la coartada de la obligación. Tenemos a las hermanastras dentro, diciéndonos todo aquello que debemos hacer en una continua y excéntrica carrera en espiral. Porque hoy el único pecado es no hacer nada. Hasta los momentos de ocio o los periodos de vacaciones se han convertido en una conjunción inagotable de tareas que nos dejan más cansados que cuando empezamos.Además, como señala el filósofo sur-coreano, al no haber un explotador externo al que podamos enfrentarnos y oponernos con un rotundo ¡no!, la lucha resulta más complicada. Sin embargo, también es verdad que basta con querer para vencer a las dos her-manastras que nos tiranizan y desatar la magia del Hada Madrina que lleva-mos dentro.Admitamos pues que nos rodea el afán de productividad, que quien más quien menos se deja seducir por esas insoportables apps que nos alertan de todo aquello que nos queda por hacer. O por las libretas preparadas para que podamos hacer listas que cumplir. O por libros que nos expli-can cómo hacerlo todo, cómo llegar a todas partes y que el tiempo nos cunda más. Pero llega el momento de aban-donar esa locura, porque en el fondo, y paradójicamente, no hay nada menos productivo que el afán de productivi-dad. Byung-Chul Han asegura que el multitasking nos conduce a un esta-do de atención superficial y debemos tener en cuenta que los logros de la humanidad se deben a una atención

profunda y contemplativa. Así, tam-bién nuestros logros dependen de saber poner el foco y la atención en aquellas cosas importantes, en los bailes que merecen la pena. Y para ello vamos a atacar al enemigo con sus mismas armas y confeccionar una lista, pero inteligente, que nos sirva a nosotros y no que acabemos nosotros sirviéndola a ella. ¿Cómo?El baile, en primer lugar. Hay que darle la vuelta a la lista. No dejar el baile para “cuando acabe todo esto”. Ocuparnos primero de lo fundamental, de noso-tros mismos. Empezar el día dedi-cándonos a aquello que sabemos que nos hará bien. Imaginemos un tipo que tiene que escribir un artículo y antes de empezar, sin embargo, lee los correos pendientes, atiende las alertas de las redes sociales y contesta un par de whatsapps. ¿Resultado? Cansancio antes de empezar. Cenicienta bien puede ir al baile y dejar esas otras cosas que requieren menos brillantez para después. Bien, ¿y qué hacemos con todo lo demás? Porque está claro que hay cosas que no podemos simple-mente dejarlas de lado. ¿Cómo hacer entonces? Ayudará dividir el registro de tareas en tres grandes grupos.Cosas que afrontar. Lo que tengamos que hacer, hagámoslo. Una vez haya-mos ido al baile, no dejemos que esas otras cosas que volverán a aparecer tarde o temprano revoloteen por nues-tra cabeza. Por ejemplo, una llamada incómoda que vamos postergando. ¡Son tres minutos! Pero si seguimos retrasándola, en lugar de 180 segundos llegará a durar seis meses en nuestra cabeza.Cosas que organizar. No hace falta que carguemos con todo. Podemos delegar, pedir ayuda, repartir tareas, conseguir que ciertas cosas se realicen sin que recaigan en nosotros.Cosas que no hacer. Seguro que en esta lista hay muchos elementos que realmente no son necesarios. Que se pueden eliminar directamente y, de esta manera, liberar espacio. Cada uno debe decidir cuáles. Pero es impor-tante que nos demos cuenta de que en este punto radica la primera gran victoria personal para olvidarnos de la vorágine de la hiperactividad sin sentido. Renunciar a todo aquello que ni nos aporta ni es estrictamente necesario. Saber qué es lo que no hay

que realizar es tan importante como ponerse manos a la obra con aquello que sí lo es. Una vez que hemos con-seguido dejar de correr en esa espiral del día a día fruto de esta sociedad de la multitarea, es el momento de empezar a bailar. Y lo más importante es descu-brir cuál es nuestra música. Qué nos hace felices. Qué es lo que realmente nos importa. Sir Ken Robinson lo llama el elemento, y nos asegura que “des-cubrir el elemento es recuperar capa-cidades sorprendentes en nuestro interior, y desarrollarlo dará un giro radical no solo al entorno laboral, sino también a las relaciones y, en definiti-va, a la vida”. La buena noticia es que todos estamos invitados a un baile en el que seremos protagonistas. Algunos lo conocen ya y solamente deberán mantener a raya a las dos hermanas-tras. Otros, por el contrario, aún no lo han descubierto y deberán mirar en su interior, porque allí está, esperando a que lo saquen a bailar. Si la respuesta a estas tres preguntas es afirmativa, es que ya lo hemos encontrado:¿Tenemos ganas de bailar? Si no nos da pereza, si siempre que pensamos en ello nos crece un hormigueo, si cuando estamos desarrollando esa actividad, aunque no sea todas las veces que qui-siéramos, lo afrontamos con ganas y dedicación. Si la contestación es sí, atentos, porque puede ser que este sea nuestro elemento. El baile que nos está esperando.¿Se detiene el tiempo? A pesar de las advertencias del Hada Madrina, Cenicienta está tan encantada en el baile que pierde la percepción del tiempo. Le dan las doce de la noche sin que se dé ni cuenta. Solo las cam-panadas del reloj la pueden sacar del estado de flow en el que ha caído, el verdadero hechizo cotidiano, y que se caracteriza porque enfocamos nuestra energía y sentimos una implicación total en la tarea, tal como lo definió Mihály Csíkszentmihályi en 1975. Si aquí la respuesta es que sí, seguro que ese es el baile que andamos buscando.¿Se activará la magia? La magia no es otra cosa que la pasión. Y la pasión es el motor de la grandeza, la autorreali-zación y la maestría. Si descubrimos aquello que nos apasiona, seremos capaces de focalizar nuestra energía en ello y descubrir que Platón esta-ba en lo cierto cuando afirmaba que

“todas las cosas serán producidas en superior cantidad y calidad, y con mayor facilidad, cuando cada hom-bre trabaje en una sola ocupación, de acuerdo con sus dones naturales, y en el momento adecuado, sin inmis-cuirse en nada más”.

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Por miguel Ángel criado

El fin del mundo ha sido siempre patrimonio de la religión y, ocasional-mente, de Hollywood y sus películas de catástrofes. Sin embargo, la cien-cia va acumulando datos y empieza a tomarse en serio los riesgos de que un fenómeno natural o provocado por los humanos pueda acabar con la

Debemos estar preparados para el Apocalipsis

A LAS VIEJAS AMENAZAS CAPACES DE DESATAR UNA HECATOMBE SE UNEN NUEVAS, COMO LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL O LA NANOTECNOLOGÍA

“El desarrollo de la inteligencia artificial plena podría significar el fin de la raza humana”, dijo Stephen Hawking

en una entrevista.

civilización. Un reciente informe deta-lla los 12 grandes riesgos que podrían provocar el Apocalipsis anunciado en los textos sagrados o en las salas de

cine. “La mayoría de los guiones de Hollywood exigen heroicos esfuerzos para salvarnos y los grupos religiosos milenaristas le buscan un significado

trascendente a estos desastres”, dice el investigador del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford (IFH) y coautor del informe, Stuart Armstrong. Sin embargo, para la ciencia, “estos riesgos son prin-cipalmente cuestiones que pueden reducirse a conceptos nada glamuro-sos, como la eficiencia energética, y la mayoría no tienen ningún significado

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El estudio trabaja con situaciones que estadísticamente tienen pocas posibilidades, pero las tienen.

o racionalidad detrás”, añade. El IFH y la Fundación Retos Globales, basada en Suecia, han recopilado todo lo que la ciencia sabe sobre estos posibles cata-clismos con tan poco encanto. Una trein-tena de expertos repasaron centenares de libros y artículos científicos hasta obtener un listado con los eventos que podrían acabar con la civilización huma-na, incluso con la propia existencia de los humanos. El informe 12 riesgos para la civilización humana hace hasta una estimación de la probabilidad de que alguno suceda en los próximos 100 años. Unos peligros, como el cambio climá-tico o la guerra nuclear, llevan tiempo entre nosotros. Otros son tecnologías emergentes que podrían tener un lado oscuro, como la inteligencia artificial o la biología sintética. Y algunos siempre han estado ahí y en el pasado provoca-ron grandes extinciones sobre la Tierra, como el impacto de un gran asteroide o la erupción de un supervolcán. Además, entre varios de ellos podrían existir conexiones que agravarán el resultado final, haciendo imposible la vida sobre el planeta, al menos tal y como se conoce.Lo que enseguida llama la atención en la lista es que la mayoría de los enemigos de la civilización humana han nacido dentro de ella. Solo en dos eventos, el impacto de un gran asteroide o la erup-ción de un supervolcán, los humanos tienen poco que ver. Incluso en el caso de una pandemia global, hay un factor humano llamado globalización. En el pasado, epidemias como la peste negra o la gripe española no fueron apocalíp-ticas porque el mundo no estaba tan conectado como hoy. “En la actualidad, los riesgos tecnológicos, especialmen-te la biología sintética, la inteligencia artificial y la nanotecnología, parecen suponer una mayor amenaza que los riesgos naturales, con la posible excep-ción de las pandemia”, dice Armstrong. “La guerra nuclear también es una gran amenaza y es un riesgo antropogénico aunque no sea estrictamente de origen tecnológico”, añade este experto en inteligencia artificial y riesgos globales.La lista de los 12 jinetes del Apocalipsis no ha sido elaborada siguiendo un orden jerárquico, según su mayor o menor pro-babilidad o intensidad. La encabeza el cambio climático al que los investiga-dores le añaden el adjetivo de extremo. Es el prototipo de riesgo antropogénico o endógeno. El progreso humano no ha

sido mayor en la historia como desde la Revolución Industrial y las revoluciones científicas asociadas a ella. Creación de riqueza, elevación general del nivel de vida, mejora de las condiciones sanita-rias... Pero cuando la máquina de vapor de James Watt echó a rodar, en la atmós-fera había unas 300 partes por millón de dióxido de carbono, el principal gas que está calentando el planeta. En el verano de 2013 se superó la cifra de 400, algo así no había pasado en los últimos 800.000 años. Los distintos escenarios dibujados por los expertos climáticos mantienen que una subida de las temperaturas de no más de 2º para final de siglo, per-mitiría a los humanos vivir casi como si nada hubiera cambiado. Pero, como recuerda este informe, hay escenarios más extremos, donde la temperatura media global podría subir hasta 6º. Una temperatura así provocaría una reacción en cadena: los países tropicales serían los más afectados, la sequía y la hambru-na generarían caos social y emigracio-nes masivas a regiones más templadas, en las que también su industria agroa-limentaria colapsaría... “Es improbable pero no imposible”, dicen los autores del informe.El estudio trabaja con situaciones que estadísticamente tienen pocas posibili-dades, pero las tienen. “La probabilidad de que algún asteroide impacte sobre la Tierra es una certeza, la probabilidad de uno peligroso es mucho, pero mucho más baja”, recuerda Armstrong. Aquí no hay azar, hay certidumbre. ¿Qué acabó con los dinosaurios si no un meteorito? La colisión de un gran asteroide de cinco kilómetros o más de diámetro sucede cada 20 millones de años, millón arriba o abajo. Con esas dimensiones, el impac-to podría liberar la energía de 100.000 bombas atómicas. Solo el choque arrasa-ría un área equivalente a los Países Bajos.Pero lo peor vendría después. A dife-rencia de las historietas contadas en películas como Deep Impact de 1998, el problema no es el impacto sino sus consecuencias posteriores. Ingentes cantidades de polvo se elevarían hasta las capas altas de la atmósfera, impidien-do el paso de los rayos del sol. Sería un

invierno de decenios que afectaría a toda la biosfera. En 2013, la NASA estimó que las probabilidades de que el Asteroide 2013 TV135, de unos 400 metros de envergadura, choque contra la Tierra en 2032 es de una entre 63.000. Una probabilidad similar a la de morir por la caída de un rayo y a nadie se le ocurre guarecerse bajo un árbol cuando truena.La idea del invierno es muy recurrente entre las consecuencias de varios de estos eventos que los científicos llaman impactos de consecuencias infinitas. Es el caso del invierno nuclear o el volcá-nico. Los traps siberianos (formaciones de basalto del norte de Siberia) son el fruto de una de las mayores erupciones volcánicas de la historia geológica del planeta sucedida hace unos 250 millones de años. Miles de kilómetros cúbicos de material fue proyectado a la atmós-fera, generando un larguísimo invier-no volcánico que provocó la extinción masiva que marca la transición entre el periodo Pérmico y el Triásico. Según los registros geológicos, una erupción con capacidad apocalíptica se produce en un rango temporal mínimo de cada 30.000 años y máximo de 700.000 años, según el informe.Las enormes magnitudes temporales explican en parte lo que los autores del estudio llaman invisibilidad del proble-ma. Los humanos no se han enfrentado nunca al Apocalipsis y psicológicamen-te lo ignoran, entre otras cosas porque no habría nadie para contarlo. “La gente entrena su sentido común de cada día sobre la experiencia e interacción con el mundo. Como los grandes desastres son afortunadamente raros, no desarrolla-mos una experiencia sobre ellos. Por eso sus impresiones sobre estas amenazas se basan a menudo en lo que encuentran en la cultura popular, como las historias de Hollywood y las profecías religiosas”, recuerda el investigador británico.

el ladO OscurO de las tecnOlOgÍas emergentes

Sin embargo, la ciencia no se puede que-dar ahí. En los últimos años, además del IFH y la Fundación Retos Globales, se

han puesto en marcha otras fundacio-nes e institutos dedicados a vigilar qué puede acabar con la civilización humana y cómo mitigar esos peligros. Es el caso del Fondo Skoll para las Amenazas Globales, el Centro para el Estudio de los Riesgos Existenciales de la Universidad de Cambridge o el Instituto Riesgos Catastróficos Globales (GCRI), de Estados Unidos. Ninguno de ellos tiene más de cuatro años.En diciembre pasado, Stephen Hawking declaraba a la BBC que “el desarrollo de la inteligencia artifi-cial plena podría significar el fin de la raza humana”. Para el genial físico, “los seres humanos, limitados por la lenta evolución biológica, no podrían competir, y serían reemplazados”. El momento en que la inteligencia arti-ficial supere a la humana es lo que los robóticos llaman singularidad y algunos científicos, como el filorrobó-tico y asesor de Google, Ray Kurzweil, incluso le han puesto fecha: en algún momento de la década de los 30, las máquinas superarán a los humanos.Hace unas semanas, una carta firmada por centenares de científicos y tecnó-logos apostaba por un desarrollo res-ponsable de la inteligencia artificial, donde, entre otras cosas, el avance en la ética de las máquinas vaya parejo con el tecnológico para que nunca sean una amenaza para sus creadores. Pero, aún no hay iniciativas similares para otros dos campos emergentes, como son la biología sintética y su pro-mesa de crear organismos artificiales o la nanotecnología sobre los que el informe advierte. Y en los tres casos, no habrá que esperar miles de años para ver su lado oscuro.El informe del Instituto para el Futuro de la Humanidad y la Fundación Retos Globales no lo detalla pero hay un decimotercer peligro que sobrevue-la sobre los otros doce y es el de la ignorancia. Ya sea por la incapacidad para valorar económicamente un evento tan catastrófico, por su baja probabilidad a corto plazo o la psi-cología humana, tanto los políticos como buena parte de la comunidad científica no se toman muy en serio los riesgos. Y esa desidia es lo que, para los autores, explica buena parte de la imagen popular y acientífica del Apocalipsis.

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lOs 12 Jinetes del aPOcaliPsis

El informe de la Fundación Retos Globales se centra en 12 grandes amenazas que podrían acabar con la civilización humana.

wRIESGOS ACTUALES1. Cambio climático extremo2. Guerra nuclear3. Catástrofes ecológicas4. Pandemias mundiales5. Colapso del sistema mundial

wRIESGOS EXÓGENOS6. Impactos de grandes asteroides7. Supervolcanes

wRIESGOS EMERGENTES8. Biología sintética9. Nanotecnología10. Inteligencia artificial11. Riesgos inciertos

wRIESGO DE LAS POLÍTICAS MUNDIALES12. Mala gobernanza mundial en el futuro

Por manuel andese

Un grupo de 17 científicos galardonados con el Nobel ha decidido adelantar dos minutos el Reloj de Apocalipsis, una figura simbólica que desde 1947 alerta de la vulnerabilidad del mundo frente a un desastre a escala planetaria. El reloj se queda ahora a tres minutos de “la media-noche”: una catástrofe global.El reloj, fundado por el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago (EU), solo se ha movido 18 veces en toda su historia. La última vez que estuvo tan cerca del fin del mundo fue en 1984, con Estados Unidos y la URSS en plena Guerra Fría. En 1991 se encontraba a 17 minutos.“En 2015, el cambio climático sin control, la modernización global de las armas nucleares y los descomunales arsenales atómicos representan extraordinarias e innegables amenazas a la existencia de

la humanidad”, explica el consejo cien-tífico del Boletín en su página web. Este órgano ha tomado la decisión, junto a un grupo de asesores que incluye a 17 nóbeles y a otros prestigiosos investiga-dores, como el físico británico Stephen Hawking.“Los líderes mundiales no han actuado con la velocidad y la escala necesarias para proteger a los ciudadanos de una potencial catástrofe”, critica la nota. Los investigadores recuerdan que 2014 fue el año más caluroso desde que comen-zaron los registros en 1880 y que 9 de los 10 años más cálidos han ocurrido desde 2000. “Sin un drástico cambio de rumbo, los países del mundo habrán emitido a finales de este siglo suficiente CO2 y otros gases de efecto invernadero como para transformar profundamen-te el clima de la Tierra, perjudicando a millones y millones de personas y ame-nazando muchos sistemas ecológicos de

los que depende la civilización”, alertan.Los expertos también denuncian que “los esfuerzos para reducir los arsenales nucleares del planeta se han estancado”. Mientras EU y Rusia mejoran sus depó-sitos atómicos, otros países con armas nucleares —como Reino Unido, Francia, China, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte— se unen “a esta locura de modernización, cara y extremadamente peligrosa”. EU gastará 355.000 millones de dólares en la próxima década para acometer esta modernización, según el Boletín.“La probabilidad de una catástrofe glo-bal es muy alta y las acciones necesarias para reducir el riesgo de desastre deben tomarse cuanto antes”, concluyen los científicos. Entre los premios Nobel figuran Masatoshi Koshiba, pionero en el estudio de los neutrinos, y Leon Lederman, el físico que bautizó al bosón de Higgs “la partícula divina”.

el símbolo De la vulnerabiliDaD Del planeta se queDa a tres minutos De la ‘catástrofe Global’

17 premios nobel adelantan dos minutos el reloj del apocalipsis

DEsFilE DE arMaMEnto en pyonGyanG (corea Del norte) en 2012.

El cambio climático y los arsenales nucleares son una amenaza para la humanidad, según los expertos.

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7futurO 05 de abril de 2015 / el mañana / Domingo

Por daniel mediavilla

A las seis de la tarde, en la estación de Waterloo, en Londres, parece difícil imaginar la posibilidad de que la civi-lización moderna pueda derrumbarse. Bajo enormes estructuras de acero, indi-viduos procedentes de medio mundo comen y beben productos que parecen inagotables. Un flujo de electricidad casi infalible facilita un trasiego frené-tico aún cuando ya ha caído la noche, y los trenes devuelven a sus casas a los trabajadores que regresan tras una jor-nada más manteniendo en marcha su pequeña pieza del engranaje capitalista.Allí, muy cerca de las instituciones donde científicos como Michael Faraday o Charles Darwin ayudaron a crear el mundo moderno, llega también el tren de Lewis Dartnell (Reino Unido, 1980). Astrobiólogo de profesión, acaba de publicar ‘Abrir en caso de Apocalispsis’ (Debate), un libro en el que se plantea los pasos necesarios para reanimar la sociedad moderna tras una hecatombe nuclear, una epidemia letal o cualquier otra gran catástrofe planetaria.En poco más de 300 páginas, Dartnell muestra que ni la comida aparente-mente inagotable ni el flujo eléctrico supuestamente infalible son frutos de

‘hemos perdido gran parte de nuestra capacidad para sobrevivir’lewis Darnell acaba De publicar ‘abrir en caso De apocalipsis’, una Guía para reconstruir la civilización paso

a paso Después De una Gran catástrofe Global

lEwis DartnEll, astrobióloGo y autor Del libro ‘abrir en caso De apocalipsis’.

“Si perdemos un tercio de la población hoy, no podríamos continuar como si nada”.

un fenómeno mágico, sino de un sofis-ticado sistema construido por siglos de ingenio humano que podría evaporarse de repente. El libro explica paso a paso cómo recuperar las tecnologías básicas sobre las que se sustenta el mundo actual y por el camino hace una radiografía que permite ver las tripas al mecanismo del que depende nuestro estilo de vida y sobre el que la mayoría conoce muy poco.Pregunta. Los humanos de la prehistoria o los agricultores de la Edad Media cono-cían casi todo sobre el funcionamiento de su mundo. Los humanos actuales lo desconocen casi todo sobre el suyo.respuesta. Como sociedad somos más competentes, tenemos capacidades increíbles, pero como individuos hemos perdido gran parte de nuestra capacidad para sobrevivir. Esa es la forma en que la civilización progresa. No es posible que todo el mundo sepa cómo funciona todo. Para que la sociedad sea más com-pleja, cada persona tiene que tener un conocimiento específico y concentrado.P. ¿Esto nos hace más vulnerables?r. Si la civilización se desmorona nos

costará más llegar hasta el punto en el que estamos ahora. Además, esa com-plejidad hace que todo esté interco-nectado. Si quieres producir comida, necesitas electricidad para hacer ferti-lizantes, y necesitas petróleo y combus-tibles fósiles para transportarlo todo. Si hay un desastre, con que retires uno de esos ladrillos el muro se derrumba. En la década de 1340, cuando la peste negra azotó Europa, un tercio de la población europea murió y básicamente nada cam-bió. Si perdemos un tercio de la pobla-ción hoy, no podríamos continuar como si nada.P. ¿Hay planes gubernamentales para reiniciar la civilización en caso de una catástrofe global?r. No lo sé, pero sospecho que no, por-que los Gobiernos, que son elegidos cada cuatro años, no van a dedicar recursos a reconstruir una civilización cuando ya no existan. Si la civilización cae, por definición, el Gobierno ya no existirá.P. ¿Haría falta enseñar los mecanismos básicos de nuestra tecnología y nuestra civilización en las escuelas?r. Por una parte, no creo que tengamos

que enseñar eso en la escuela. Lo que las escuelas tienen que hacer es enseñar a la gente las habilidades que necesita durante la época que le ha tocado vivir. Hace 200 años necesitábamos muchos granjeros para producir comida, pero eso ya no tiene sentido. No obstante, aunque no lo necesites, y esa es la filo-sofía detrás del libro, entender los prin-cipios y los fundamentos básicos detrás de todos esos procesos, y valorarlos, es importante. Vamos a un supermercado y la comida aparece como por arte de magia o vamos a una tienda y compra-mos ropa que no tenemos ni idea de cómo se hizo. Yo me siento un poco insatisfecho con esa sensación de des-conexión y creo que el conocimiento nos hará sentir mejor.P. En el libro habla de gente capaz de reaccionar ante pequeños “apocalip-sis”.r. Un ejemplo que me gusta mucho es el de algunos prisioneros durante la II Guerra Mundial que hicieron sus propios equipos de radio, utilizando alambre de espino, trozos de latas o papel de los cigarrillos.P. Usted menciona muchas invenciones importantes para la civilización, pero se refiere al método científico como la mayor de todas. ¿Por qué surgió en Europa y hace tan solo medio siglo?r. En el libro me centro en la ciencia y la tecnología necesarias para recons-truir la civilización desde cero. Pero si tienes que reconstruir la sociedad no solo necesitas ciencia. Hay muchas cuestiones sociológicas. Una de ellas es por qué el método científico se inventó en Europa a finales del Siglo XV y principios del XVI. ¿Qué suce-dió de especial entonces? ¿Qué tenía de especial la Gran Bretaña de finales del Siglo XVIII, cuando sucedió la revo-lución industrial? ¿Por qué fue en ese país y en ese momento y no China en el Siglo XII, cuando allí ya fundían metal y utilizaban altos hornos y carbón, y todos los elementos que marcaron la revolución industrial, pero muchos siglos antes? ¿Por qué China no tuvo su propia revolución industrial? No solo se necesita conocimiento, también deben existir las condiciones sociales y económicas adecuadas. Los europeos no eran más listos que el resto ni tenían mejores recursos, solo estuvieron en el lugar y el momento adecuado para explotar estas ideas.

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8Domingo \ el mañana \ 05 de abril de 2015 cultura

Por elena reina

Todo empezó por una mezcla de fac-tores dispares: un grupo de estudian-tes de arquitectura con muchos sue-ños, un viaje a dedo de Los Ángeles a Chicago, la llegada de la influenza a México y una madre que lleva a su niño a comprar al mercado más grande del país. Eso, y que la ruta más rápida para regresar del aeropuerto obligue a cruzar uno de los barrios más conflictivos de la capital azteca: La Merced. Jesús López, de 31 años, empezaría a comprender la relación de todo ello más tarde. En 2010 fundó con su grupo de amigos ATEA (Arte Taller Estudio Arquitectura) en una antigua bodega de cubrebocas. Hoy, esos jóvenes han convertido el edifi-cio industrial en un referente cultu-ral capitalino alejado de los circuitos convencionales del arte.El barrio de La Merced no es un lugar que invite a pasear. Allí un foráneo se acerca básicamente por dos moti-vos: para comprar o para vender. Hasta los años ochenta el mercado que da nombre al barrio era el más

Arte hípster en las entrañas del DFun colectivo de jóvenes arquitectos impulsa un proyecto cultural

en una de las zonas más conflictivas del distrito federal

grande e importante de todo el país y su tradición comercial se mantiene en los más de 6.500 establecimientos informales. Quien no conoce la zona está destinado a perderse. Las aceras han desaparecido para convertirse en el solar de miles de pequeños pues-tos que venden cualquier cosa, desde artesanía hasta electrodomésticos.Al dejar atrás los toldos naranjas de los puestos del mercado, se pueden observar los edificios viejos y grises, abandonados después de que el terre-moto del año 1985 se cebara especial-mente con el oriente del centro de la ciudad. Y más comercios. El único estable-cimiento dedicado a la cultura es un cine escondido en la avenida Fray Servando. Pero solo proyectan porno y está prohibida la entrada a mujeres porque se han dado casos de trata de blancas.Unos grafitis decoran los muros del aparcamiento de ATEA. Junto a ellos hay una decena de camiones que des-cargan fruta y verduras para vender en el mercado que está a pocas man-zanas. Las escaleras de acceso a la

galería no dan ninguna pista de lo que se encuentra en el piso superior. “Desde la universidad teníamos claro que queríamos hacer algo diferente, no habíamos concebido ATEA, pero ya estaba gestándose en nosotros”, cuenta Jesús López, a quien todos conocen como Chucho.Viajó a Chicago al acabar la carrera de arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) —cuna de los movimientos sociales y políticos del país— y vivió en casa de unos amigos que hacía las veces de centro cultural. “Los chi-cos habían conseguido llevar el arte hacia una zona olvidada de la ciudad, pensé que eso era lo que quería que ocurriera en la mía”, explica Chucho.ATEA tiene unos 240 metros cua-drados y dos pisos de altura. En la primera planta se encuentra la galería de arte y otra sala que utilizan como taller de serigrafía, para hacer bici-cletas y ropa con materiales recicla-dos. En la azotea hacen conciertos y también reuniones y charlas junto a un pequeño invernadero en el que ya empiezan a advertirse los primeros

brotes de lechuga. Víctor Acoltzi, de 30 años, recuerda cómo fueron los primeros pasos de lo que llamaban la bodega: “Como todos teníamos nuestro empleo (que siguen mante-niendo), debíamos dedicar nuestro tiempo libre a impulsar el proyecto. Dormimos muchas noches aquí y aprendimos rápido a movernos por círculos ajenos a nuestra profesión”.Recuerdan con especial cariño la primera exposición. Se trataba de una bicicleta de última generación a la que el artista le había adherido una canasta de tacos, elevando a la categoría de arte algo que está en el imaginario colectivo de los mexica-nos. “Fue maravilloso, la gente que acudió a la inauguración podía ser-virse comida mientras contemplaba la obra”, apunta Acoltzi.El grupo de amigos de la universi-dad, que en sus primeros concur-sos se presentaba ya con el nombre Somosmexas, ha crecido en número y se ha formado como un colectivo. Aunque conservan todos su empleo, no han dejado de trabajar juntos. Observaron que en una plaza de La Merced la gente buscaba las orillas para sentarse a comer, porque no tenía dónde hacerlo. “Fuimos allí con el material y construimos un come-dor público”, recuerda emocionado Chucho. Hace unos años, el Gobierno del Distrito Federal comenzó su Plan de Rescate Integral del La Merced, en el que no quisieron participar: “No tenía nada que ver con nuestra manera de hacer las cosas”, se lamen-ta López.El barrio —que tiene un valor senti-mental especial para Chucho desde que su madre lo llevaba a comprar al mercado cuando era niño— entra de vez en cuando en la bodega. Así, los desperdicios de los puestos de comida se aprovechan en el huerto de la terraza. Y sus habitantes, quienes todavía se extrañan un poco cuando pasan por la puerta, acuden cuando hay conciertos o talleres como el de carpintería. “Nuestra intención nunca fue evangelizar a los veci-nos”, apunta López. Pero si ATEA ha influido algo en La Merced es por conseguir que quienes no se habían asomado nunca detrás del centro his-tórico de la ciudad, encuentren un motivo más que comprar o vender.

la galErÍa DE atEa GuarDa un sinfín De misterios en su interior.

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Por José maría izquierdo

El afamado paleontólogo Juan Luis Arsuaga, codirector del yacimiento de Atapuerca, da a conocer su visión en torno al interés por saber qué habrá después de nosotros. Se le ha pedi-do que imagine el futuro, limitado al

Así pasen cien años: Juan Luis Arsuaga

a este paleontóloGo le Gana el entusiasmo y demuestra el mismo interés por lo que ocurrió

Hace millones de años como por la actualidad y el futuro.

Siglo XXII. ¿Qué esperanzas podemos tener de que nos traiga más felicidad y menos dolor? ¿Es posible pensar en un mundo más justo, más libre y más solidario?El Big Bang, 13.800 millones de años; el comienzo de la vida, 4.000 millones; el Homo antecessor, 900.000 años; el

“Es pronto para que desaparezcamos como especie”.

El palEontólogo Juan luis arsuaGa, en su Despacho.

nacimiento del Homo sapiens, entre 150.000 y 200.000 años. Preguntarle a usted por cómo será el género huma-no dentro de cien años le parecerá una broma…- Bueno, es que un siglo no represen-ta nada para la especie humana… Me atrevo a decir que será prácticamente igual que ahora… e incluso que hace 50.000 años.¿Quiere usted decir que tenía razón Stephen Jay Gould cuando escribió que en los últimos 40.000 ó 50.000 años no se ha producido ningún cambio biológico en los humanos, que todo lo que se ha construido ha sido con el mismo cuerpo y cerebro de siempre?- Pues sí, porque se ha cambiado muy poco… Aunque, bueno, el cerebro ha disminuido un poco en todo ese tiempo, ya ven. Es que 50.000 años no son nada en tiempo geológico. Por supuesto que estoy hablando de las variaciones que han modificado nuestro esqueleto a lo largo de tantos siglos. La evolución ya ha ido hacien-do su trabajo de selección…¿Quiere eso decir que ya estamos totalmente hechos como especie, y que los individuos que forman parte de ella ya no experimentarán grandes modificaciones en el futuro? Las cosas que ahora hacemos, el automóvil, la computadora, los teléfonos móviles, ¿no generarán transformaciones sig-nificativas a los humanos?- Pues no, no. En absoluto. Otra cosa son los enormes cambios que ha expe-rimentado la conducta humana y todo lo que se ha modificado en aspectos vitales para la existencia, aunque no hayan alterado sustancialmente los rasgos generales de nuestro esque-leto. ¿Alguien podía imaginarse hace pocos años que las mujeres serían cirujanas, o jueces y procesar a los hombres? Nadie profetizó eso. Es un cambio tremendo, de una importancia enorme, pero invisible, como tantos y tantos cambios, para los huesos.¿Tampoco los cambios en la familia tradicional?- No tiene por qué. Que haya otro tipo de parejas es un enorme avance en la tolerancia social, por supuesto, pero

estadísticamente es tan abrumado-ramente mayoritaria la familia de un hombre y una mujer, con o sin hijos, que no debería significar ningún cam-bio que se pueda transmitir genética-mente. Usted marca una diferencia muy interesante en su último libro, El sello indeleble, entre progreso y propósito…- Una cosa es que haya progreso y otra que alguien esté detrás de él. Yo utili-zo una frase, que no recuerdo haberla leído o escuchado a nadie, y es que la evolución no busca, pero encuentra. Hay gente a la que le cuesta entender que algo, por muy perfecto que sea, pueda surgir de lo que se llama azar. Que no es azar, claro, son leyes físi-cas. Hay quien dice que el Himalaya ha surgido por casualidad. Pues no. Es el resultado de muchas tensio-nes geológicas durante muchísimos siglos… No ha surgido de pronto un día el Himalaya, ¿no? Nadie pensó: voy a hacer una montaña muy alta y muy bonita. Es difícil de entender para algunas personas, pero intento explicar que la evolución encuentra soluciones. Evolucionar es solucionar problemas que uno se encuentra.Así que si le pregunto adónde vamos…- La contestación es a ninguna parte. Ya hemos llegado. Pero vamos a seguir llegando, tal y como decía antes, sin que nadie tenga planificado lo que viene a continuación.¿La especie humana tiene fecha de caducidad, como otras muchas espe-cies a lo largo de millones de siglos?- No, porque no hay nada parecido. Tenemos fecha de caducidad proba-bilística, vamos a decirlo así. En la mayor parte de las especies, los indi-viduos viven, según el tipo de espe-cies, unos cuantos cientos de miles de años. Somos jóvenes todavía. En ese sentido no deberíamos preocuparnos. Tenemos 200.000 años. No está mal, pero deberíamos durar más.¿Por qué esa diferencia con otras especies?- Porque ahora ya no somos compa-rables a las demás. Lo fuimos, pero ya no. Tenemos una capacidad tecnoló-gica que nos hace distintos, ya no nos regimos con las mismas leyes de las

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“Los legisladores tienen que dar respuestas a los retos de la ciencia”.

demás especies.O sea, que estamos tranquilos para el Siglo XXII. Hay problemas que tenemos que solucionar, pero, sí, es demasiado pronto para desaparecer… A no ser que un meteorito o similar nos borre del universo, claro…¿Y el cambio climático? Ofrece usted en ese libro que he citado antes unas cifras terribles de deterioro del plane-ta en este siglo si no somos capaces de tomar medidas drásticas. Ascensos de temperatura, deshielos en los polos, desplazamientos de grandes masas de población, subidas de las aguas de los océanos y consiguientes inundaciones de ciudades costeras. ¿Qué pasará en cien años? ¿Qué alte-raciones nos puede causar?- En ese lapso de tiempo, creo que ninguna terrible, la verdad. En cuatro generaciones no seleccionas. Bueno… cosas así como la peste negra, la del Siglo XIV que diezmó a Europa… El cambio climático lo que puede pro-ducir es que haya miles de millones de personas afectadas y muchos sufri-mientos, dolor y desequilibrio.¿Pero no podría ser que algunas de esas mutaciones acabaran transmi-tiéndose genéticamente?- No parece fácil, pero desde luego no sería en un siglo… Ya le decía antes que cien años es muy poquita cosa. Quizá si habláramos de 10.000 años…Pero esa sería otra entrevista.- Claro. Pero es que la gente no piensa en el daño real que causa la altera-ción climática, el deterioro del medio ambiente. Ya hay situaciones como la del Sahel, donde hay grandes masas de población que han tenido que huir a donde han podido, o lo que ha ocurrido ya con algunos primates, a punto de la desaparición. Pero aquí, en Occidente, nos da lo mismo. Nos tiene sin cuidado, nos fumamos un cigarrillo cuando hay millones de personas que ya se están muriendo. Y hay que frenar. En algún momen-to tenemos que parar de destruir el planeta. Hasta ahora hemos hablado de causas naturales, de la evolución extraordinariamente lenta que ha tenido la especie humana a lo largo de los siglos. Pero hoy vivimos una auténtica revolución desde el mismo momento en el que podemos jugar con las células. La biogenética…- Efectivamente. Hoy podemos hacer

de todo. Y, por supuesto, esta capaci-dad se multiplicará en los próximos años. Y lo que la evolución ha hecho en miles de siglos, nosotros tenemos ahora mismo la posibilidad de hacerlo en meses o semanas. El resultado final es el mismo, pero ahora es muy rápi-do. Conceptualmente, es lo mismo.Pónganos un ejemplo.- Tú puedes fabricar ovejas; o sea, unos animales herbívoros que produzcan lana para ti. ¿Qué es una oveja? Es un animal salvaje, y los muflones, que son el antepasado de la oveja, no tie-nen lana. Entonces nosotros hemos fabricado un animal cuadrúpedo que produce lana para los humanos. Nos ha llevado algunos miles de años y no se ha podido hacer de un día para otro. Pero ahora, con manipulación gené-tica y con unos cuantos millones de dólares podría hacerse casi lo mismo en muy poco tiempo…Volvamos a los humanos.- Pues podemos hacer casi todo. Se empieza a trabajar con la enferme-dad. Primero, con la terapia génica, cada vez más individualizada, que es el camino a seguir. La terapia génica no es que invierta los genes, sino que permite desarrollar medicamentos que sean más eficaces o compatibles con tu genética. No te van a cambiar los genes.¿Sería entonces solo una mera repa-ración?- No únicamente. Porque también se puede hacer un trabajo de selección. No es que teóricamente ya exista esa posibilidad, es que ya se hace. Si tú tienes una predisposición para deter-minada enfermedad, por ejemplo, recurres a la fecundación in vitro e implantas aquellos embriones para que tus hijos no tengan esa mutación. Eso sería, en cierto modo, una inter-vención eugenésica, porque se ha ele-gido una opción para tener un indivi-duo con unas características mejores o, más concretamente, sin unas carac-terísticas muy determinadas: éstas no las quiero. Y esto es comprensible y es lógico que, si se puede hacer, se haga, claro. La gente no quiere tener hijos con una predisposición hereditaria a

desarrollar un cáncer. Y más cuando conozcamos nuestras predisposi-ciones a unas u otras enfermedades, porque todos tendremos secuenciado nuestro genoma.- Ya se puede ahora, pero todavía es caro. Sin duda que lo podremos tener en muy poco tiempo por un precio muy asequible. Y aún es más senci-llo y más barato obtener datos sobre las probabilidades de padecer cier-tas enfermedades genéticas… Pero el asunto no es solo que se pueda actuar sobre determinadas alteracio-nes genéticas indeseadas por todos. Es que se abre un mundo de infinitas posibilidades…¿A qué se refiere exactamente?- Pues a que incluso en las enfermeda-des hay cuestiones muy dificultosas de discernir… Con las enfermedades hereditarias parece que no hay nin-guna duda, pero hay predisposicio-nes hereditarias más complejas, más sutiles… ¿Qué es la predisposición? Y sobre todo, ¿en cuántas podemos o debemos intervenir? ¿Cuál es el límite, si es que lo hay?- Ya, incluso la elección de sexo…- Ah, claro. Conste que hablamos de posibilidades científicas, fuera de las limitaciones legales que haya en tal o cual país. Esa es otra discusión… Pero incluso dentro del niño o de la niña, también ahí habría matices. Por ejem-plo, hay algunas legislaciones, según tengo entendido, en las que del primer hijo no puedes elegir el sexo, pero si has tenido tres y los tres son niñas, bueno, a lo mejor el cuarto podrás ele-gir que sea niño. En todo caso, es obvio que las leyes se pueden modificar en cualquier momento. Los encargados de legislar tendrán que ser capaces en las décadas que vienen de dar res-puestas consecuentes a todos los retos que la ciencia les va a ir planteando. Y a una velocidad vertiginosa.¿Pero también se podrán elegir hijos o hijas más fuertes y más altos?- Sí, claro que se podrá hacer. Ojo, que no estoy diciendo que se hará.¿Y no podemos estar haciendo un cam-bio genético con estas intervenciones? A lo mejor –o a lo peor– hacemos una

humanidad en cien años distinta de la de ahora mismo.- Podríamos, claro. Si podemos hacer-lo con los animales, podemos con las personas. Es muy simple. Lo que pasa es que yo creo que no ocurrirá, y básicamente por una razón muy práctica, y es que la mayor parte de nosotros no tenemos un modelo. Es decir, yo tengo tres hijos; si a mí me hubieran dicho: “Usted, ¿cómo quiere que sean?”, pues no sé qué contestar, no sé cómo quiero que sean. No tengo una preferencia, me da lo mismo que sean morenos, altos, bajos, ojos azules, verdes, negros, me da lo mismo. Yo no tengo, y el común de los mortales tampoco, un modelo determinado. Generalmente, queremos que estén sanos y poco más. Incluso hay países en los que los preferidos serían de un color de piel distinto, de un pelo así o de otra manera…¿Podremos hacer clones?- Claro que se podrá. No es muy difícil. Pero ninguna sociedad democrática lo hará, en mi opinión. No vamos a hacer monstruos de ningún tipo por-que los humanos, en general, no están en esas… Quizá casos aislados y a muy pequeña escala… Siempre habrá ricos extravagantes, como Michael Jackson con el color de su piel, pero hablamos de elementos aislados.Pero los clones seguramente se podrán utilizar como banco de órga-nos o células…- Cierto, eso es cierto. Ahí tenemos un aspecto del futuro muy interesan-te, porque hay cosas que vamos a ver, como la regeneración de órganos. La vamos a ver usted y yo. Incluso puede que nos salve la vida.¿Se refiere a la producción de órganos?- La producción en laboratorio de órganos a partir de células madre ya se ha hecho. Y que te puedan regenerar un riñón no está mal, ¿no? Mejor que un trasplante. Por ahí sí que podemos ir, porque eso no es una aberración. Está dentro del terreno de lo que a mi abuela, por ejemplo, le parecería bien. “Oiga, usted que tiene el hígado no sé qué, ¿qué le parecería si le coge-mos una célula de aquí, de la lengua, y le reproducimos un órgano, y así la curamos?”. Pues diría: “Fenomenal”. No creo que le molestase.Pero siempre que hablamos de este tipo de cosas, de biogenética sobre

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todo, lo hacemos en el contexto de que se trata de una elección tuya, una elec-ción libre… Pero ¿y si otros deciden por ti? ¿Si alguien quiere hacer una raza superior?- Claro, claro, mucho cuidado con eso, que es adonde yo iba en El sello inde-leble. Fíjese que en el Siglo XX hubo muchos científicos, no ya novelistas, que llegaron a imaginar unas socie-dades que, gracias a la manipulación genética, podían llegar a ser mucho mejores. Como el gran biólogo Julien Huxley, por ejemplo, que fue el pri-mer director de la Unesco y uno de los fundadores de la World Wildlife Fund para la conservación de la naturale-za. O el jesuita Teilhard de Chardin. Algunos de ellos apostaron porque había que lograr que el ser humano fuera una célula de un superorga-nismo, algo así como los integrantes del hormiguero o la colmena. Todos los individuos se diluían para que funcionara bien el superorganismo. Estos científicos venían de ver guerras tremendas y pensaban en un planeta donde no hubiera tanta maldad. Eran, por supuesto, gentes que pensaban en un futuro mejor para la humanidad. No eran unos lunáticos desalmados. Al contrario. Claro que están también los autores, como Aldous, el herma-no de Julien, que abominaban de esos mundos felices…¿Existe entonces ese peligro, el de una humanidad manipulada hasta la locura de las distopías más conocidas?- Pues vamos a ver. Nada de esto

ocurrirá en una sociedad democráti-ca libre, nada de esto puede suceder. Todos estos horrores pueden llegar a producirse en las sociedades planifi-cadas. Y no hablo solo de ideologías políticas aberrantes, sino que también sucede con las sociedades planifica-das por científicos biempensantes: son un horror. Así que contra lo que nos tenemos que prevenir es contra cualquier tentación de una sociedad planificada o controlada.¿Cree que la humanidad corre ese peli-gro? ¿Hay alguna posibilidad de que eso ocurra en el Siglo XXII?- Pasan cosas distintas de las que entonces se imaginaron. Lo que hoy tenemos aquí es la seguridad del consumo. Ahora está ocurriendo otro mundo feliz, pero de distinto signo. Es la sumisión entendida de otra manera, porque hay una libertad para muchas cosas que no tiene nada que ver con aquel modelo monstruo-so, claro. Pero lo que está ocurriendo es que no somos capaces de salir de ese modelo de mundo feliz, donde la economía está basada en el consumo. Y el consumo es una falsa felicidad, la felicidad de alguien no debería ser comprarse zapatillas de moda todos los años, no era ese el concepto de feli-cidad al que aspiraban los griegos… Ahora tenemos ese espejismo de feli-cidad en Occidente que se extiende también por China y por India, y que nos va haciendo a todos iguales. Y esta sociedad del consumo tiene además otro grave problema, que es el gasto de

energía. Yo consumo mucha más que mi padre; mi padre, mucha más que mi abuelo. Hay una necesidad creciente de energía, y esto tiene que tener algún final, un límite. Así vamos al desastre.Y eso sin contar con el alargamiento de la vida. Muchos científicos ofrecen la cifra de 120 años como una edad normal a la que se podrá llegar el siglo próximo.- Es muy posible, sí, que entonces exista mucha gente que pase de los cien años en condiciones de vida muy aceptables… Habrá que solucio-nar muchos problemas médicos: del envejecimiento celular, por supuesto; de la degeneración neuronal, que es terrible; pero también del puro apa-rato locomotor, que sufre un desgaste mecánico tremendo con los años. Pero será más que posible, sí… Y desgra-ciadamente nadie está pensando de verdad en ese problema, proponiendo mejoras radicales en los sistemas eco-nómicos y sociales para hacer frente a todas estas cuestiones. Es imposible sostener una sociedad en la que los tra-bajadores se jubilen a los 65 y puedan cobrar pensiones hasta los 100 ó los 120… Y aún más difícil si se incorporan a la vida laboral mucho más tarde de como lo hacían antes.Eso sí le preocupa.- Por supuesto. No hay, o yo no lo veo al menos, audacia real en el pensa-miento político y económico actual para suscitar discusiones sobre cómo organizarnos en el Siglo XXII a partir de este adormecimiento de la sociedad

de consumo. Nadie ha inventado una alternativa a eso. En esta sociedad, las personas son herramientas, una maquinaria. Y en el otro lado están los fanáticos –sobre todo integristas religiosos– que ahora estamos viendo en algunas partes del mundo y que quieren volver a no sé qué siglo. Una locura.¿Tan mal ha evolucionado la especie humana? ¿Somos ese desastre?- No, no, en absoluto. Ya sé que hemos sufrido los horrores de la guerra, del crimen, del terrorismo… Pero yo con respecto a la especie humana soy optimista en términos generales, precisamente porque soy biólogo evolutivo. Es decir, para ser un mono no está mal. La gente dice: “Es un desastre la especie”. Y yo digo: “Pues para ser unos chimpancés, hacer sin-fonías como las de Beethoven está francamente bien”. Escribimos libros. Cien años de soledad, por poner un ejemplo. Para ser un mono no está mal. Y hay altruismo y solidaridad, hacemos catedrales, tenemos senti-mientos. De verdad, creo que hay base para el optimismo. La carrera de la especie humana, como decíamos al comienzo, no está escrita en ningún sitio de forma inexorable. El futuro lo construimos nosotros. Día a día.Todavía hablamos de la inteligen-cia artificial. “Importantísima; los coches –o su equivalente– se con-ducirán solos, pero no habrá un robot humanoide al volante, eso es una tontería”. También de la carre-ra espacial –“ya hemos descubierto otros sistemas solares, pero ¿cómo llegamos allí? Y sobre todo, ¿cómo volvemos?”– o de los drones que se mandarán para hacer la guerra. Pero también de si seguirá existiendo el racismo, del campo despoblado y de las megalópolis que nos esperan.Pero aún así cambiaremos muy poco como especie…- Muy poco, sí. Y otra cosa le digo. Seguiremos enamorándonos como tontos. El amor, el romance, no es una construcción de la poesía provenzal. Qué va. Ya se enamoraban en la pre-historia y nos seguiremos colando como adolescentes. Por mucha inte-ligencia artificial, medicina celular regenerativa y carrera espacial que vayamos echándole al mundo.

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Por andrea nogueira calvar

Quizá Joaquín Sabina se equivocara cuando cantaba aquello de que las niñas ya no quieren ser princesas. Las madres de hoy contemplan entre horrorizadas y dichosas cómo sus hijas mantienen luchas encarnizadas por hacerse con la tiara más brillante que la corone reina de

la fiesta. El mercado infantil, que mueve unos mil millones de dólares al año, según la Asociación de Productos para la Infancia (Asepri), se ha convertido en un boom de mercadotecnia principesca con productos cada vez más diferencia-dos sexualmente.A juzgar por el uniforme que lleva pues-to, acaba de salir del colegio. Suelta la

mano de su madre y corre para adherirse al cristal del escaparate. Su cara muestra una expresión alucinada ante las dece-nas de accesorios de color rosa que la esperan. Al entrar en el local, su madre exhala fascinada: “Ojalá hubiera existi-do esto en nuestros tiempos”. El negocio pertenece a la cadena Princelandia, una de las empresas dedicadas específica-

mente al ocio de las niñas. Se lanzó en 2012. Están presentes en Lisboa y España actualmente, y preparan aperturas en México, Miami y Dublín.En este “spa educacional para niñas”, como se define la marca, las menores se hacen la manicura y la pedicura, pueden maquillarse y desfilar sobre una pasare-la de terciopelo rosa, con un tutú rosa,

Un reino de fresa- el mercado infantil mueve más de mil millones de dólares al año. las niñas son las ‘princesas’

de ese juGoso pastel.

-un mundo abrumadoramente rosa en el que los productos se seXualizan, planteando dudas sobre los estereotipos, la educación y la iGualdad de Género.

Un grUpo DE niÑas se entretiene en una caDena De ocio infantil.

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1305 de abril de 2015 / el mañana / DomingorePOrtaJe

“Este mensaje cala profundamente en los futuros estados de autoestima en la adolescencia y edad adulta”, alerta una educadora social.

En sU intErior, las pequeÑas se hacen la manicura, pueDen maquillarse y Desfilar sobre una pasarela.

“Es solo Un JUEgo”, DefienDe la empresa.

en un cuarto de paredes rosas lleno de cosas rosas. El precio es a partir de 15 dólares por dos horas. “No les obliga-mos a hacer nada; si no quieren desfilar, no lo hacen, esto es solo un juego”, expli-ca Pilar Ruiz. Dirige este local desde hace dos años y defiende los principios de la franquicia: “Todo nuestro universo está diseñado para destacar el concep-to infantil femenino de las niñas. Su felicidad es el objetivo, a la vez que se inculcan valores y hábitos saludables: mantener las manos y uñas limpias, la higiene personal, el cuidado del cabello y la importancia de una buena y variada alimentación”.Las voces que cuestionan si es o no ade-cuado sumergir a las niñas en un mundo que privilegia la apariencia física no han tardado en alzarse. Sara Vierna, educa-dora social especializada en política de igualdad de la Universidad de Valencia, ha realizado una investigación centrada en esta empresa: Neo-princesas de toca-dor. La autora advierte de la importancia del juego en los más pequeños y del mensaje que envían estos rituales de belleza: “El físico es tan importante que tu día especial, por ejemplo tu cumplea-ños, lo celebras dedicándolo a él. Este mensaje, aunque no es intencionado, cala profundamente de cara al futuro, puede influir en la autoestima en la ado-lescencia y la edad adulta, y acentuar diversos trastornos psíquicos”.La psicóloga infantil Silvia Álava sua-viza estas conclusiones: “No pasa nada por jugar a ser princesas, lo que no se puede es potenciar esta idea hasta el punto de trasladarla a la vida normal”. La experta señala que lo fundamental es diferenciar la ficción de la realidad y marcar límites, pero recuerda que en edades muy tempranas la distinción se complica, ya que los niños no saben qué es juego y qué realidad. “Lo importan-te es educar la moral, sin olvidar que el entorno tiene una influencia brutal en su personalidad. Por eso los padres deben plantearse qué modelo quieren que sigan sus hijos”, explica Álava.“La cultura popular nunca sale de la nada. Es un claro reflejo de los tiempos. Así pues, ¿a qué viene tanta monería? ¿Y por qué ahora?”, escribió Jim Windolf, editor de moda masculina de The New York Times. “Con una recesión en las postrimerías del 11-S y dos guerras interminables, los estadounidenses están produciendo una cultura popular

que parece estar diciendo: ‘Por favor, quiérenos”. Esa cultura invade hoy el mercado europeo. Las campañas de consumo han encontrado en los niños un nicho inagotable. El último ejem-plo de la locura infantil han sido las princesas Anna y Elsa de la película Frozen, de la gran fábrica de iconos infantiles Disney. La oscarizada pelí-cula batió todos los récords en 2014: el filme de animación más taquillero de la historia, el juguete más vendido en Amazon, el álbum más descarga-do en iTunes… Los padres se lanzan a la compra de productos con mensa-jes aparentemente inofensivos, pero recuerda la psicóloga Silvia Álava que “hay que estar vigilantes”. Algunos de ellos sorprenden por machistas: “No olvides que tan solo tu belleza es más que suficiente (…). Admirada tú serás si callada siempre estás, sujeta bien tu lengua y triunfarás”, le canta Úrsula a Ariel en La Sirenita para conseguir que ésta le ceda su voz.En Princelandia, la imagen de las dos hermanas Disney estampa decenas de mochilas, láminas, joyeros, relojes… Los estereotipos que habían empezado a superarse con la homogeneización del mercado, con propuestas iguales para ambos géneros, retornan debido a la especialización de los productos por género. En Princelandia, los niños también pueden asistir al spa, pero tie-nen juguetes y actividades específicos para ellos, “aunque muchos también quieren pintarse las uñas o convertirse en príncipes”, reconoce Ruiz. “A veces son los adultos los que tienen reparos”. A su lado, dos niñas se preparan para el momento más ansiado de la tarde, el desfile. Están extenuadas por los ner-vios. Rebuscando entre guantes de fies-ta y boas han encontrado dos espadas hinchables y comienzan a jugar. Ruiz se ríe: “Las princesas, a veces, también quieren ser piratas”.

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14Domingo \ el mañana \ 05 de abril de 2015 crÍtica

Claves de ‘Cien años de soledad’la obra maestra de García márquez fue la primera en español que dejaba de ser una paliza (de pícaros,

quijotes, páramos y cruces) y abrió al lector un luGar Hospitalario

Por Julio Ortega

lOs OrÍgenesA Gabriel García Márquez lo asaltó la idea de la novela cuando su madre le pidió acompañarla a Aracataca, el pue-blo donde nació, para visitar la casa de su infancia y venderla. Pasaron 40 años y varias versiones antes de que un día, llevando a Mercedes y los muchachos de vacaciones a la playa, se le reveló la clave que había buscado en vano: lo contaría todo como lo había hecho su abuela, como si todo fuera cierto. Giró el auto, volvió a la ciudad de México y se encerró un año a escribir. Cuando despertó, la novela estaba allí.

el tÍtulOHay una canción afroamericana llama-da One Hundred Years of Solitude, un lamento de esclavos del Sur. Y hay un corto del cine mudo en el que un solda-do de la guerra civil, frente al pelotón de fusilamiento, recuerda su vida fugaz. Pero en Cien años de soledad se trata de la sol-edad, la edad solar. La saga guerrera de los padres, cuya extraordi-naria arbitrariedad multiplica las bata-llas y destruye la familia, el pueblo y la memoria. Su primer título fue La casa. Postulaba la casa familiar, reconstruida por la lectura. Por primera vez, la novela en español deja de ser una paliza (de pícaros, quijotes, páramos y cruces) y abre al lector un lugar hospitalario.

la hiPótesisEsta novela se construye en contra de la tradición narrativa, socialmente situada. En lugar de espacios antagónicos (vida pública-vida privada), postula la com-plementariedad del modelo cognitivo aborigen. Los opuestos se articulan, se requieren, y hacen figura. Los ciclos de abundancia y carencia se suceden como espacios del mundo al derecho y el mundo al revés. Cien años de soledad es también un alegato de las regiones; esto es, de un relato previo a los Estados, libre de las fronteras, legendario y autárquico. Al final, todo lo hemos leído por sobreEl Escritor colombiano Gabriel García márquez.

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1505 de abril de 2015 / el mañana / DomingocrÍtica

gracias te dOY, seÑOr...

Gracias te doy Señor, en cada hora;Gracias te doy Señor, en cada día;

Gracias te doy, a ti, por la alegria recibida, Señor, con cada aurora.

Gracias te doy Señor, cada semana;Gracias te doy Señor, cada momento;

Gracias te doy, a ti, por el aliento recibido, Señor, cada mañana.

Gracias te doy Señor, por esos mesesque sumados los doce dan un año,

donde hay más bendiciones que reveses.

Gracias te doy, Señor, porque la tramaque Luzbel entreteje con engaño,

Tú la rompes, Señor, porque me amas.

Flavio Hinojosa gutiérrez

el hombro de otro lector, el último de los Buendía. Cada lector es el último Buendía. O el primero de una patria paralela, la lectura.

lOs ciclOsYa en la primera página adverti-mos que los estilos que se traman corresponden al discurso mítico, que encarna en los gitanos, los jóvenes que ensayan la alquimia y el patriarca que utiliza los “inventos” disfuncio-nalmente. Pronto emerge el discurso histórico, con las elecciones tram-posas, la rebelión de Aureliano y la guerra civil, que traduce un radical desengaño de la historia política. Se trama enseguida la voz de los recuentos (“Esto ya me lo sé de memoria”, dice Úrsula). Y cierra la espiral el habla apocalíptica, cuando la novela se va borrando a sí misma. Cada lenguaje es, a la vez, temporal: legendario, cronológico, memorioso y del fin.

lOs lectOresCien años de soledad le ha dado al acto de leer una función emotiva, educándo-nos en su extraordinaria sutileza, a un tiempo barroca y lírica, tan elaboradí-sima como ligerísima. La gran parábola de la lectura es la “peste del insomnio”, que pone a prueba la capacidad del nom-bre de retener a la cosa que nombra. Pero no sólo se trata de las escenas de la lectura que se despliegan una detrás de otra, como un escenario más barroco que fantástico. Se trata también de que esta novela, excediendo la lección de Borges, no sólo inventa a sus precurso-res (Rabelais, Faulkner, Rubén Darío), sino que crea a sus lectores. Quienes la leímos el mismo año de su aparición (1967) confirmamos nuestra fe en una América Latina capaz de su diferencia creativa y moderna. Pero una genera-ción después fue leída como la utopía emancipatoria de los proyectos nacio-nales perdidos. Mis estudiantes la leen intrigados por su propio asombro, pla-

cer y zozobra, como si sólo en el lenguaje español, desde el Quijote, fuese posible sustituir al mundo desde la escritura.

el incestOLa obsesión del incesto la lleva Úrsula como una maldición del linaje. En el origen está el hijo con cola de cerdo, y está también en la profecía del hijo comido por las hormigas. La prohibi-ción del incesto organiza el sistema de parentesco y da un valor de intercambio al bien familiar más preciado, las hijas. Pero en la novela lo que no se construye es la vida cotidiana, seguramente agota-da por Balzac. Úrsula, sin embargo, hace del incesto otra denuncia de la violencia patriarcal. Como Pedro Páramo de Juan Rulfo, Cien años de soledad combate la paternidad errática como el centro del mal.

el realismO mÁgicOAl joven escritor que me preguntó qué nos queda del realismo mágico le res-

pondí: nos quedas tú. Porque nada es más real que la magia de la lectura. Y cualquiera que haya reconocido la ética de los afectos podrá transcurrir deleito-so por estas páginas de provecho. Una vez le pregunté a Toni Morrison si los negros que en sus novelas vuelan de vuelta al África salían de las páginas de Gabo. No, me respondió, salen de Ohio. Cuando el padre se marchaba, la fami-lia acudía a esa explicación. Como ocu-rre con Remedios la Bella. Cuando un vendedor ambulante se robó a la chica bonita del pueblo, su familia explicó que había subido al cielo en cuerpo y alma. En ambos casos, la cultura popular sutura las heridas sociales con el mito del vuelo. Si el negro de Toni Morrison se cruza en el cielo de las Antillas con Remedios la Bella es porque ambos salen de la cultura afroamericana. Él es el ángel de la historia (de la destruc-ción), ella es el ángel de la fábula (de la reparación). Se cruzan, en verdad, en el horizonte de nuestra lectura.

pasaron 40 aÑos y varias versiones antes De que un Día, llevanDo a merceDes y los muchachos De vacaciones a la playa, se le reveló la clave que había buscaDo en vano: lo contaría toDo como lo había hecho su abuela.

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16Domingo \ el mañana \ 05 de abril de 2015 la imagen

Por Juan José millás

Si los atunes pensaran al modo nues-tro, y hubieran inventado la fotografía, y se alimentaran de nosotros, y noso-tros hubiéramos empezado a escasear a causa de una sobreexplotación de los recursos terrestres, ¿harían los atunes una campaña de publicidad en la que un atún hembra vivo posara entre los muslos blandos de un hombre muer-

to? En la foto, el muerto es el atún y la mujer la viva. Ella es actriz de cine y se llama Helena Bonham Carter; él es un símbolo fálico al que le ha tocado hacer este papelón para salvar a su especie de la moda del sushi. No sabemos cuántas horas lleva muerto ni desde dónde lo han traído para posar junto a Helena. Lo cierto es que ella se ha desnudado por exigencias del guión y se ha colo-cado al difunto en la postura que pue-

den apreciar, como para masturbarle o masturbarse, y de este modo ha dado comienzo el espectáculo. Si te quedas un rato observando la imagen, te llega el olor a pescado muerto, procedente de las bacterias del animal, que se descom-ponen a una velocidad de vértigo. En las pescaderías buenas se combate con duchas regulares de agua pulverizada, posibilidad de la que carecerían sin duda en el plató de autos.

Bien, estamos acostumbrados a todo y sabemos que cualquier oportunidad es buena para quedarse desnudos, pero conste en acta que nos parece una falta de respeto al atún. Está en la naturaleza de las cosas que nos lo comamos, no que lo convirtamos en un consolador gigante de ojos apagados y aliento fétido, más fétido si pensamos que ha llegado sin eviscerar al cuerpo de la actriz. Con su pan se lo coma.

Con su pan se lo coma¿Harían los atunes una campaña en la que un atún Hembra

vivo posara entre los muslos blandos de un Hombre muerto?