5Trabajo Especial

41º Aniversario

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El presente reportaje periodístico fue realizado por el licenciado Johnny E. Mogollón E., y el

reportero gráfico Luis Marchán, como un trabajo especial en ocasión del

41º Aniversario de

Acarigua – Portuguesa – Venezuela2015 ©

Un mal de familia os estudiosos de la materia definen la a violencia familiar como las acciones u omisiones que, intencionalmente,

integrantes de un grupo familiar ejercen contra otros, provocándoles daños de variada intensidad. Existen diferentes formas de violencia o maltrato que tienen lugar dentro del seno familiar, y ellas están divididas en dos amplios grupos, la violencia física y la violencia psicológica o emocional, tipificadas de acuerdo a la naturaleza de cada una.

El maltrato o violencia física incluye a todas las manifestaciones tangibles en que el victimario provoca lesiones o daños de naturaleza física a sus víctimas, leves o de gravedad. Por su parte, la violencia intrafamiliar emocional, es aquella manifestada a través de cualquier acto u omisión que provoque daños a la estabilidad psicológica, y puede presentarse, de acuerdo a su objetivo, como: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, injurias, degradaciones, desvalorización, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo o restricción a la autodeterminación.

Las diversas instituciones internacionales, Organizaciones No Gubernamentales , fundaciones y demás entes que combaten las diversas formas de maltrato, consideran que la violencia psicológica es una de las más terribles formas de violencia, debido a que implica la agresión a la psiquis y al centro emocional de las víctimas. Esta forma de maltrato intrafamiliar está signada por una maligna efectividad que deja profundas e imborrables cicatrices en la personalidad de las víctimas.

Echar un vistazo a la psique del agresor

De acuerdo a los estudios psicológicos hechos a partir de la década de los 60's, los maltratadores, con mucha frecuencia, proceden de un hogar subyugado por la violencia intrafamiliar, padecen trastornos psicológicos, y con mucha frecuencia abusan de las sustancias estimulantes como el alcohol o las drogas, como excusa para cometer sus actos de violencia. La personalidad de los agresores está marcada por un alto grado de inmadurez, dependencia afectiva o enanismo emocional, un alto grado de inseguridad e impulsividad, así como inestabilidad emocional. Los agresores intrafamiliares tienen en su psique un cóctel fatal que puede desencadenar sus nocivos efectos en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia.

Una investigación realizada por los psicólogos norteamericanos John Gottman y Neil Jacobson, ubican a los maltratadores en dos categorías claramente diferenciables: pitbull y cobra, con características personales propias de cada grupo. El pitbull espía, es celópata, cae bien a todas las personas, excepto a sus novias o esposas, el cobra es más un sociópata, frío, calculador.

El agresor Pitbull:

Este tipo de maltratador se caracteriza por dirigir sus ataques de violencia solamente hacia las personas que ama, entre otras cosas porque su psique guarda un miedo incontrolable al abandono y una celotipia de proporciones descomunales.

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El maltratador pitbull, que viene de una familia en la tuvo su dosis de violencia, priva a la pareja de la independencia que debe tener y se convierte con el tiempo en su vigilante y atacante. Durante los episodios de violencia el agresor pitbull reacciona corporalmente. Este tipo de agresor tiene un alto porcentaje de probabilidades de rehabilitarse a través de la terapia psicológica.

El agresor cobra:

Los maltratadores de este grupo suelen ser agresivos con todas las personas, y en sus episodios de v io lenc ia presen ta una gran propensión a amenazar con armas blancas o de fuego. Los cobra c o m i e n z a n a r e l a j a r s e psicológicamente en la misma medida en que va experimentandon la violencia. No tienen dependencia emocional de ninguna persona y aun así obligan a su pareja a hacer su voluntad, tienen un alto índice de probabilidades de abusar de las drogas y el alcohol y son casos clínicos muy difíciles de enfrentar para la psicología moderna.

Los orígenes de la violencia

La violencia tiene su génesis en lo más profundo de la psique y ésta es moldeada desde la infancia, por lo que cualquier fuerza que pueda inducir una transformación en ella lo hará, para bien o para mal, desde los hechos suscitados dentro de la familia hasta el ambiente que le rodea, y es así como un maltratador termina siéndolo para ocultar sus propios miedos, sus inseguridades, los demonios que le acosaron durante los primeros estadios de la vida. Un niño abusado,

golpeado, vulnerado, tenderá a adoptar la posición de su padre abusivo antes que sentirse débil y asustado.

Padres permisivos y complacientes también son responsables de hombres abusivos, pues con el tiempo el niño se forma una autoimagen de superioridad frente a los demás, y ello conduce a la creencia de estar por encima de la ley.

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Mikelina Petrizzo, presidenta fundadora de la Asociación Civil Mil

Soles indicó que “La violencia y particularmente la violencia

intrafamiliar es un tema de responsabilidad compartida en que la

sociedad, el Estado y la familia, son sujetos determinantes”

La abogada Mikelina Petrizzo, presidenta fundadora de la Asociación Civil Mil Soles, que se dedica a la promoción de la lucha contra la violencia intrafamiliar, destacó que estas formas de maltrato que ocurren en el grupo familiar en general son el origen de otros tipos de manifestaciones de la violencia. “Detenerla es un significativo paso en la consecución de una sociedad pacífica” dijo.

La abogada indicó que la violencia es un fenómeno multicausal, y que en el ámbito familiar comienza a partir de la forma en que nos relacionamos unos con otros. Erradicar la violencia en la familia es vital para poder disminuir los índices de incidencia de los demás tipos de violencia.

De acuerdo a lo apuntado por Petrizzo, el origen de la violencia está en los estereotipos de género, pues la sociedad, a través de ellos, decide cómo debe comportarse una persona de un sexo o de otro, así por ejemplo, las mujeres deben convertirse en seres sensibles, complejos, histéricos, mientras que el hombre debe ser mujeriego, callejero, violento, básico, y esa asignación de características estereotípicas de acuerdo al género, provoca una incapacidad para desempeñar los roles que cada uno debe cumplir dentro de la familia.

Una salida a la violencia

Ya existen los mecanismos, las leyes, las instituciones de seguridad, y esas mismas instituciones deberían estar encargadas campañas de prevención, el problema es que no siempre la inversión social es suficiente para atender a esta enfermedad social que está a sólo unos pasos de convertirse en el mayor cáncer que pueda sufrir nuestro país.

Al respecto, Petrizzo indicó que en estos

momentos es preciso iniciar un serio y ambicioso programa que permita desnaturalizar la violencia, y la única forma en que ello puede hacerse es discutiendo como sociedad sobre ella. “Lamentablemente son pocos los medios que tenemos para hacerlo, y es por ello que necesitamos de la ayuda del Estado, hay muchísimas cosas que pueden hacerse para enfrentar y detener a la violencia, y sin embargo hace falta disposición. La violencia y particularmente la violencia intrafamiliar es un tema de responsabilidad compartida en que la sociedad, el Estado y la familia, son sujetos determinantes; sin embargo, quien tiene la disponibilidad de recursos, la capacidad ejecutiva para elaborar políticas públicas, quien puede tomar medidas y asignar el monto económico necesario para emprender cambios sustanciales, es el Estado, nosotros como sociedad podemos ayudar, podemos hacer algunas cosas, pero ello no va a tener el impacto que podrían tener las políticas públicas. “No se está invirtiendo, no hay la voluntad política ni siquiera para permitirnos el acceso a los datos objetivos que se supone son recogidos in situ por los entes gubernamentales, bien parece que si no se cuenta, no existe, y ese vacío estadístico es de tal magnitud que desde el 2007, ninguna de las instituciones nos permite conocer las cifras exactas de la violencia, y es por eso que una organización como la nuestra tiene que recurrir al registro hemerográfico, para hacernos una idea de la magnitud del problema”, sentenció.

Así mismo, Petrizzo indicó que hacen falta recursos para la investigación de este fenómeno, así como campañas de prevención que se concentren en las mismas escuelas, porque la educación no violenta y no sexista es fundamental para construir una brecha generacional en la transmisión de la violencia, y para ello es imperativo formar a los educadores en programas de detección de la violencia.

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Nunca están demás las campañas de sensibilización que tocan a las familias, por lo que sería muy útil que el Estado se comprometiese en ello tanto como en la reducción de la impunidad, que, a fin de cuentas, es el más poderoso estimulante de la violencia.

Un sector olvidado

Petrizzo hizo especial énfasis en que, de todos sectores poblacionales los que conforman la sociedad venezolana y particularmente la portugueseña, “hay uno que no se está tomando en cuenta y es el de las niñas y adolescentes embarazadas, ellas deben ser prioridad, porque las mujeres tendemos a reproducir la violencia, y en Venezuela que es un país con la particularidad de que en la mayoría de los hogares es la mujer la que se convierte en el sostén familiar y en la responsable del grupo. Si nosotros invertimos en las niñas, tendremos ganada parte de la lucha contra la violencia en el ámbito familiar y por ende en el social” expresó.

El panorama de hoy

La última investigación que llevó a cabo la Asociación Mil Soles, correspondiente al año 2014, presenta datos muy alarmantes, “los hechos de violencia que se suscitan en el entorno familiar son cada vez más escabrosos, se sabe que la mayoría de los casos no son denunciados, y conocemos sólo de los que son noticiosos, y aún con esa deficiencia estadística podemos asegurar que los índices de violencia en el estado Portuguesa son muy altos”, expresó.

Cárcel, la cura de todos los males

Bien parece que desde el punto de vista de las instituciones gubernamentales la cárcel es el brebaje de oro con que se nos ha vendido la

solución a los problemas de violencia. Como presidenta de la asociación, como mujer y como ser humano, Petrizzo indicó que el castigo no es en principio la mejor herramienta. Obviamente existen casos en los que hay que castigar, pero más allá de eso, hay que enfocarse en la prevención, la educación y en la disminución de la impunidad.

Para prevenir hay que sensibilizar, la comunicación de los padres con sus hijos es de vital importancia y para ello no es necesario aprender grandes o complicadas fórmulas, simplemente sentarse y hablar con naturalidad y de forma no violenta. No hace falta psicólogo o psiquiatra, hay que mostrar afecto, aunque algunas veces resulta difícil, además de que siempre existe la opción de recurrir a un profesional para obtener las herramientas necesarias para hacerlo.

Violencia con cromosomas XX

Las estadísticas demuestran que tanto la mujer como el hombre incurren en la violencia; sin embargo, el grado en que la mujer incurre en ella es mucho menor por razones meramente estereotípicas, aunque últimamente se ha visto cómo han repuntado, casos en el que la mujer se convierte en victimaria de sus hijos, y ello quizá se deba a la misma razón. Debido a que el estereotipo indica que la mujer es la que debe pasar más tiempo con los hijos. Esto sería bueno profundizarlo para llegar a las causas subyacentes, “es por eso que las estadísticas son tan importantes, porque nos permiten reconocer patrones de comportamiento en la sociedad” indicó.

Cortar el círculo de la violencia

La violencia se mueve a través de las generaciones, se transmite, como parte de la

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cultura, de padres a hijos, y es por ello que la prevención de la violencia debe hacerse desde el empoderamiento de la ciudadanía, para que sea ella la que partiendo desde su realidad, la identifique y la erradique.

Como hemos mencionado antes, los estereotipos de género que nos han marcado como sociedad desde hace por lo menos cinco siglos, pueden llegar a su final siempre que se contrarresten con una educación no sexista, pero para ello es imprescindible tocar a la ciudadanía, desde lo individual hasta lo colectivo.

Con capacidad para sanar

Finalmente, Mikelina Petrizzo indicó que el ser humano tiene la capacidad y la propensión a ejercer la violencia, y ello se intensifica cuando se proviene de una familia con ese tipo de problemas, y se exacerba si además estamos

inmersos en una sociedad con tanta violencia como la venezolana. “Es posible tener una sociedad sin violencia, porque también tenemos la capacidad de resiliencia que nos permite superar las situaciones traumáticas, pero ello depende en mayor parte de la capacidad y la voluntad que tenga el Estado para guiar a los venezolanos hacia una cultura de paz”.

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En la próxima entrega abordaremos la violencia

en entornos deportivos ---

Engramados teñidos de sangre