¿se puede mejorar el mejor de los mundos posibles según leibnz?

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Luis Camacho ¿Se puede mejorar el mejor de los mundos posibles según Leibnz? Resumen: Parece haber una contradicción entre La idea de Leibni: de que vivimos en eL mejor de Los mundos posibLes y sus constantes esfuerzos por mejorar La condición humana ofreciendo soLuciones a probLemas sociaLes. En este artícuLo expLoramos aLgunos enfoques para tratar este confLicto entre teoría y práctica. Palabras clave: Leibniz; mundos posibLes, conflicto, optimismo. Abstraet: There seems to be a contradic- tion between Leibniz's idea that we Live in the best possibLe worLd and his constant efforts to improve human condition by proposing soLutions to sociaL probLems. In this paper we expLore some approaches to deaL with this conflict between theory and practice. Key words: Leibniz, possibLe worLds, con- flict, optimismo Leibniz es el primer filósofo que ha defen- dido la idea de que vivimos en el mejor de los mundos posibles. La terminología es propia de él, como también lo es el modo de plantear el proble- ma y la solución que ofrece. Cuando se menciona esta idea, es inevitable recordar la parodia que hace de ella Voltaire en su Cándido, donde la referencia al Dr. Pangloss (caricatura del filósofo) aparece en varios lugares, como por ejemplo en las secciones VI y X. Es en la VI donde Cándido se pregunta cómo serán los otros mundos si éste es el mejor. Quizá por haber sido tan ridiculizada o por parecer tan obviamente falsa a simple vista pocos autores la han tomado suficientemente en serio como para tratar de analizar qué quiere decir y cuáles son las premisas que llevan a su autor a conclusión tan asombrosa. En su artículo sobre este tema en el Cambridge Companion David B1umenfeld [Blumenfeld 1995,382] hace notar este olvido, que es fácil corroborar si uno mira algunas selecciones publicadas de textos leibnicianos y las entradas dedicadas a este autor en enciclopedias e historias de la filosofía. Mencionemos apenas algunos ejemplos para ilustrar esta omisión. El volumen preparado por Philip P. Wiener [1951; en adelante W] , amplia- mente usado en cursos universitarios sobre todo en lengua inglesa, recoge solo dos breves textos de la Teodicea y del Discurso relacionados con este tema [W 292,509]. En su monumental obra de historia de la filosofía Frederick Copleston dedica casi una tercera parte del volumen 4 a Leibniz, pero menos de una página, al final, al tema del mejor de los mundos posibles, del cual no ofrece ningún análisis [Copleston 1963,IV,335-336]. En el largo artículo publicado en la Enciclopedia Británica, Ivon Belaval se centra en la noción de mónada y narra la biografía intelectual de Leib- niz como una evolución progresiva hacia la idea de los centros de fuerza dotados de percepción; los mundos posibles con uno de ellos como el mejor no le parece un tema importante [Belaval 1974,785-789]. En su artículo en The Encyclope- dia of Philosophy compilada por Paul Edwards, LJ.Russell dedica dos párrafos al tema [ Russell 1967,430] En una selección de textos hecha por Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVIII (123-124),127-133, Enero-Agosto 2010 IlSSN: 0034-8252

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Page 1: ¿Se puede mejorar el mejor de los mundos posibles según Leibnz?

Luis Camacho

¿Se puede mejorar el mejorde los mundos posibles según Leibnz?

Resumen: Parece haber una contradicciónentre La idea de Leibni: de que vivimos en eLmejor de Los mundos posibLes y sus constantesesfuerzos por mejorar La condición humanaofreciendo soLuciones a probLemas sociaLes. Eneste artícuLo expLoramos aLgunos enfoques paratratar este confLicto entre teoría y práctica.

Palabras clave: Leibniz; mundos posibLes,conflicto, optimismo.

Abstraet: There seems to be a contradic-tion between Leibniz's idea that we Live in thebest possibLe worLd and his constant efforts toimprove human condition by proposing soLutionsto sociaL probLems. In this paper we expLore someapproaches to deaL with this conflict betweentheory and practice.

Key words: Leibniz, possibLe worLds, con-flict, optimismo

Leibniz es el primer filósofo que ha defen-dido la idea de que vivimos en el mejor de losmundos posibles. La terminología es propia de él,como también lo es el modo de plantear el proble-ma y la solución que ofrece. Cuando se mencionaesta idea, es inevitable recordar la parodia quehace de ella Voltaire en su Cándido, donde lareferencia al Dr. Pangloss (caricatura del filósofo)aparece en varios lugares, como por ejemplo enlas secciones VI y X. Es en la VI donde Cándidose pregunta cómo serán los otros mundos si éstees el mejor. Quizá por haber sido tan ridiculizada

o por parecer tan obviamente falsa a simple vistapocos autores la han tomado suficientemente enserio como para tratar de analizar qué quieredecir y cuáles son las premisas que llevan a suautor a conclusión tan asombrosa. En su artículosobre este tema en el Cambridge CompanionDavid B1umenfeld [Blumenfeld 1995,382] hacenotar este olvido, que es fácil corroborar si unomira algunas selecciones publicadas de textosleibnicianos y las entradas dedicadas a este autoren enciclopedias e historias de la filosofía.

Mencionemos apenas algunos ejemplos parailustrar esta omisión. El volumen preparado porPhilip P. Wiener [1951; en adelante W] , amplia-mente usado en cursos universitarios sobre todoen lengua inglesa, recoge solo dos breves textos dela Teodicea y del Discurso relacionados con estetema [W 292,509]. En su monumental obra dehistoria de la filosofía Frederick Copleston dedicacasi una tercera parte del volumen 4 a Leibniz,pero menos de una página, al final, al tema delmejor de los mundos posibles, del cual no ofreceningún análisis [Copleston 1963,IV,335-336]. Enel largo artículo publicado en la EnciclopediaBritánica, Ivon Belaval se centra en la noción demónada y narra la biografía intelectual de Leib-niz como una evolución progresiva hacia la ideade los centros de fuerza dotados de percepción;los mundos posibles con uno de ellos como elmejor no le parece un tema importante [Belaval1974,785-789]. En su artículo en The Encyclope-dia of Philosophy compilada por Paul Edwards,LJ.Russell dedica dos párrafos al tema [ Russell1967,430] En una selección de textos hecha por

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Agustín Andreu en dos volúmenes, publicadapor la Universidad Politécnica de Valencia, de laque sabemos que es reciente aunque no incluyeaño de publicación, ni siquiera aparece la entrada"mundo posible" en los índices analíticos, por lodemás muy útiles.

A pesar de este olvido, está claro que Leibnizconsideró que la divinidad creó el mejor de losmundos posibles. También debería quedar claroque esta extraña conclusión se desprende de laspremisas de las que parte el autor y que estaspremisas son compartidas por cuantos tengan unavisión religiosa de la realidad que incluya la ideade una divinidad omnipotente y sabia que crea elmundo que conocemos. Nos parece que el pro-blema no está en la conclusión, sino en las premi-sas. En ese caso el olvido quizá tenga una razónadicional, pues sería una manera de soslayar unproblema lógico de doctrinas religiosas que no sesometen a crítica. Obviamente cabe la opción deafirmar que la divinidad creó un mundo que estálejos de ser el mejor sin que tengamos la menoridea de por qué lo hizo, pero esta actitud no es lade los escolásticos ni la de Leibniz.

Por otra parte, es igualmente claro queLeibniz fue uno de los filósofos que más se invo-lucraron en el mejoramiento de las condicionessociales y políticas de su tiempo. Más aún, suincansable lucha no tiene parangón entre los filó-sofos y científicos de su época, y se encuentranpocos ejemplos comparables tanto en la historiade la ciencia como de la filosofía. En particularse ocupó durante toda su vida de la unificaciónde las sectas cristianas como medio para evitarlas guerras religiosas, que habían asolado Europahasta poco antes de su nacimiento. A diferenciade sus contemporáneos filósofos y científicos,Leibniz no descansó en sus empeños por crearinstituciones que favorecieran el incremento delconocimiento y de las técnicas como mediospara resolver los graves problemas sociales queveía todos los días. Aunque fracasó en todos susesfuerzos en este orden, muchas de sus ideas hantenido impacto en el desarrollo de la filosofía, laciencia y la tecnología posteriores. La manera enque su pensamiento se adelanta a su tiempo y seconecta con el nuestro hace que en algunos senti-dos Leibniz sea un precursor de la globalización,

como lo he mostrado en otro artículo [Camacho2004, 55-63].

Es fácil demostrar que Leibniz creía en elprogreso y que, por tanto, también tendría quehaber admitido que el mejor de los mundos posi-bles se puede mejorar considerablemente. Comoconsta por su carta de 1716 al zar de Rusia -alfinal de su vida- Leibniz creía claramente en laposibilidad del progreso de las artes y las cienciascuando incita al Zar a fomentarlas sin pérdida detiempo mediante la creación de las institucionesnecesarias. Luego conecta dicho progreso delpatrimonio cultural de la humanidad con el mejo-ramiento de las condiciones de vida de las gene-raciones futuras [W 595-6]. Hoy hablaríamos deciencia y tecnología para el desarrollo; Leibnizhabla de ciencias y artes para el progreso .

Esto nos lleva a plantear lo que parece seruna contradicción: ¿es posible mejorar el mejorde los mundos posibles?

Antes de contestar la pregunta convieneseñalar que Leibniz veía el mundo de una maneramuy diferente a como lo vemos nosotros. A pesarde adelantarse a la filosofía y a la ciencia de sutiempo en muchos aspectos, el filósofo de Hano-ver mantuvo opiniones sobre la realidad físicay los seres vivos que no se pudieron adaptar alos descubrimientos y teorías posteriores. En elmundo visto por Leibniz no hay átomos ni vacío,ni existe la evolución orgánica. Toda la materia escompacta y sus divisiones en partes se extiendeninfinitamente. El tiempo y el espacio son ideales;no existen independientemente de los objetos nide las mónadas. Tampoco es real la extensión; loúnico real en definitiva son las mónadas. Comoseñala Belaval en el artículo mencionado, al finalde su vida la monadología es la teoría predomi-nante en el pensamiento de este autor, en vez dela preocupación por la lógica y el derecho quevemos al comienzo.

Más extraña es la visión leibniciana de losseres vivos, entre los que está dispuesto a incluirformas de vida totalmente desconocidas. Cadaplanta y cada animal ha existido previamente yno dejará de existir, de modo que el nacimiento yla muerte es solo aparente. No existen seres vivossin alma ni almas separadas; la muerte consistesimplemente en una reducción de tamaño. En unacarta a Bourguet fechada en 1714 dice Leibniz:

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"Mantengo que un ser vivo preformado debe sersiempre la base de la transformación tanto deuna planta como de un animal, y que la mismamónada dominante está en la planta o el animal"[W 199]. En su ensayo "Consideraciones sobrelos principios de la vida" de 1705 [W 190-198]Leibniz dice que cada sustancia simple es impe-recedera y que cada alma es por tanto inmortal.Así pues, en realidad tanto el nacimiento comola muerte de los seres vivos son ilusorios; en elnacimiento el ser vivo aumenta en tamaño y en lamuerte disminuye, pero ni empieza a existir conel nacimiento ni deja de existir con la muerte. Aquienes encuentran inverosímiles estas afirma-ciones, Leibniz replica que los partidarios de losátomos dicen algo parecido sin provocar tantorechazo. En ese mismo ensayo añade que deacuerdo con su sistema toda porción de materiaestá llena de innumerables cuerpos orgánicosanimados, dentro de los que incluye no soloplantas y animales sino tal vez otras clases queson enteramente desconocidas para nosotros. Noafirma que toda porción de materia sea animada,sino que toda la materia se parece a un estanquelleno de peces, como él mismo dice.

A lo anterior hay que añadir su teoría sobrecómo se conectan almas y cuerpos. Según suteoría de la armonía preestablecida, las almaso principios vitales (tal como también entiendeeste término Aristóteles) no cambian nada enel funcionamiento mecánico de los cuerpos, nisiquiera dan ocasión a Dios para que lo haga, sinoque ambos ámbitos ,el de los cuerpos y el de losprincipios vitales -el de las causas eficientes y elde las finales- están perfectamente de acuerdo yse corresponden uno al otro como dos relojes quemarcan la misma hora. La armonía preestableci-da elimina la necesidad de introducir milagros enel funcionamiento habitual de la naturaleza. Cadauno de los dos reinos, el de las causas eficientesy el de las finales, proporciona suficiente intelec-ción en detalle del funcionamiento de las cosascomo si el otro no existiera.

Aún cuando el mundo visto por Leibniz seatan distinto del que vemos nosotros, la pregun-ta inicial sobre la perfectibilidad del mejor delos mundos posibles sigue siendo válida. Unaprimera respuesta es que ciertamente hay unacontradicción entre la idea de que éste es el mejor

de los mundos posibles y la afirmación de queeste mundo puede ser mejorado. Si es posiblecambiarlo, entonces podemos imaginar un mundomejor y, en consecuencia, éste no sería el mejormundo posible. Esta contradicción se parece aotra que se encuentra en la base misma de lanoción: si Dios tiene que escoger el mejor de losmundos posibles porque de otro modo no seríasabio, ¿en qué sentido son posibles todos los otrosmundos no escogidos? Leibniz diría que son posi-bles porque no encierran contradicción, es decir,porque las posibilidades que encierra cada unoson a su vez composibles, pueden coexistir sinque una implique la negación de otra.

Podemos suponer que Leibniz no estaría deacuerdo en reconocer que se contradice. Mencio-nemos algunas razones para empezar:1. Tener una idea no implica que el contenido

de dicha idea sea posible. Tenemos la idea deun número mayor que todos, pero sabemosque no existe y que no puede existir. Comobien se sabe, este es el fundamento del recha-zo de Leibniz al planteamiento cartesianodel argumento ontológico: para concluir queDios existe porque contiene todas las perfec-ciones hay que probar primero que tal nociónes posible. En un sentido inverso, la pruebade que vivimos en el mejor de los mundos noestá en nuestra capacidad o incapacidad deimaginamos cómo es, sino en la fuerza delargumento donde se demuestre que así es.

2. En el mejor de los mundos posibles -elactual- se combinan las causas eficientes yfinales. Todo opera según causas eficientes,pero mediante éstas se obtienen las causasfinales. Nuestra actividad para mejorar lascondiciones sociales y políticas respondena la causalidad eficiente pero se guían porcausas finales, aunque no seamos capaces dever la causalidad final detrás o por encimade la eficiente. Este mundo es el mejor delos mundos posibles cuando se examinansus conexiones causales eficientes a la luz delas finales. Cuando se rechaza el optimismoleibniciano parece haber un olvido de lascausas finales.

3. Los dos laberintos que aprisionan la mentehumana, según Leibniz, son la relación entreel destino y la libertad, por un lado, y el

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problema del continuo por otro. Un mundoen el que existe la libertad es mejor que otroen el que no existe, pero si existe la libertadse da también la posibilidad de cambiar elmundo hacia el bien o hacia el mal. De modoque no hay contradicción entre la acción quemejora las condiciones del mundo en quevivimos y la idea de que vivimos en el mejorde los mundos posibles.

4. Al comienzo de su producción filosóficaLeibniz se guió por la diferencia entre ideassimples y compuestas, basada en la diferen-cia entre números primos y compuestos, paradesarrollar su método de analizar nocionescomplejas en términos de las más simples.En este enfoque, su noción de la divinidadresulta de la combinación de propiedadessimples y positivas que se pueden combinarsin contradicción. Pero es difícil explicarentonces de dónde surge lo negativo en larelación entre el creador y su creación. Elcambio de analogía numérica que tiene lugaren el pensamiento de Leibniz a medida quese vuelve maduro sirvió para el cambio enla concepción de la divinidad: en vez denúmeros simples y compuestos, Leibniz pasóa la reducción de todos los números a O y 1,con los cuales se puede construir la serie delos números. Si usamos el O para indicar laausencia de ser y el 1 para representar la enti-dad, entonces ambos aspectos son necesariospara formular los demás números en unaserie sin fin. Tenemos entonces una analogía:con solo dos números tenemos el mejor (mássimple y fecundo) de los sistemas numéricos,pero justamente esa combinación de simpli-cidad y fecundidad permite un progreso sinlímites.

5. Además, Leibniz parece llegar a admitir queel mejor de los mundos posibles mejora conel paso del tiempo, pues éste no es más que elorden sucesivo de todas las posibilidades yacomprendidas dentro de la noción.

Para entender mejor la doctrina de Leibnizdistingamos entre la afirmación de que vivimosen el mejor de los mundos posibles (tesis deloptimismo) y el argumento en que se basa. Unaexcepción al olvido que empezamos mencionando

es el artículo de Eugenio Bulygin titulado "Omni-potencia, Omnisciencia y Libertad" [Bulygin,1978,33-52 Y 1985,41-54], en el que encontramosla siguiente sistematización de la argumentación:1. Si Dios es omnipotente, puede crear cual-

quier mundo posible.2. Si Dios es omnisciente, sabe cuál es el mejor

de los mundos posibles.3. Si Dios es bueno, elige siempre la mejor

alternativa.4. Dios es omnipotente, omnisciente y bueno.5. Dios ha creado este mundo

Por tanto, este mundo es el mejor de losmundos posibles.

Nótese que cualquier creyente tendría queaceptar las premisas 1-5, a no ser que renuncie ala capacidad humana de analizar dogmas y creen-cias o que niegue que tenga sentido hablar de unmundo mejor que todos los demás. Lo único queno aparece en la teología anterior a Leibniz es laidea de una pluralidad de mundos posibles simul-táneos que luchan por llegar a la existencia, de losque solo uno lo logra, el mundo en que vivimos.Pero la idea de que las cosas podrían haber sidode otra manera no parece tan extraña a la teologíatradicional como para que la rechace. De hechono conocemos condenatorias al pensamiento deLeibniz por parte de las iglesias cristianas ni deotras religiones, a pesar de la conocida suspicaciade iglesias y religiones hacia todo lo que remota-mente les parezca amenazador y de la prontitudcon que reaccionan ante aquello que no aceptan.En su excelente artículo sobre la continuidad delpensamiento de Leibniz en Alemania, Catheri-ne Wilson [Wilson 1995,468] muestra cómo lareacción contra Kant en la primera mitad delsiglo XIX tomó a Leibniz como inspiración, en elsentido de que su idea de un mundo que aumentaen perfección según designios divinos se tomócomo la expresión filosófica correcta de la ideacristiana de la redención.

Según Bulygin el argumento de Leibniz noprueba sin más que este mundo sea el mejor yni siquiera que sea bueno. Lo único que hacees conectar proposiciones; sin embargo, pareceevidente que en Leibniz la convicción optimistaera lo fundamental, mientras el argumento sim-plemente probaría lo que de todos modos eraverdadero y quizá evidente para él. Ahora bien,

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¿podemos aceptar estas premisas? Según Bulyginlas tres primeras no ofrecen ninguna dificultadporque son analíticas. El problema está con la4, pues no parece compatible con la 3. "Escogersiempre lo mejor" parece ser un atributo necesa-rio de la divinidad, pero en tal caso ¿dónde quedala omnipotencia? Por otra parte, la premisa 5presupone otra que no se prueba en el argumento,a saber, que existe Dios. Basta con no compartiresta premisa presupuesta para que se venga abajotoda la argumentación.

Sin embargo, la objeción que nos parece másimportante a la idea del mejor de los mundosposibles es diferente a la que indica Bulygin y sepuede formular de la siguiente manera: si Diostiene que escoger un solo mundo como el mejor,de manera que los otros necesariamente no pue-den actualizarse porque si así se hiciera Dios nosería omnisciente ni bueno, entonces esos mun-dos necesariamente no pueden llegar a ser. ¿Quésentido tiene entonces decir que son "posibles"?Leibniz responde repetidas veces que son posi-bles porque no encierran contradicción, pero almismo tiempo afirma que tienen menos variedadde entes y simplicidad de leyes que el actual, enel que se juntan la máxima variedad posible deentidades con la más simple explicación de cómose relacionan. En G IV 438 encontramos uno deesos textos típicos en este contexto: "Es razonabley seguro que Dios hará siempre lo que sea ópti-mo, aunque lo que es menos perfecto no impliquecontradicción." Dentro de la filosofía leibniciana,donde la contingencia y la posibilidad tienenpapeles tan importantes, el texto anterior sería laexplicación de un hecho contingente, a saber, laexistencia de este mundo con sus leyes natura-les. Además de una explicación, ¿sería esto unademostración? Leibniz ofrece distintas respues-tas al problema de si se pueden demostrar hechoscontingentes [Camacho 2003, 23], de modo quecualquier respuesta tendría que ubicarse en épo-cas diferentes en la evolución de su pensamiento.

Así pues, cuando se dice que vivimos enel mejor de los mundos posibles se afirmamucho más que la condición mínima de no-contradicción, pues se hace una comparación encuanto al contenido. "Posible" tiene entonces otrosentido, además de no-contradictorio: aquellocuya no-existencia no es necesaria. Aquí vemos

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claramente el problema: si la divinidad no puedeescoger esos otros mundos posibles porque tie-nen menos diversidad y simplicidad, entoncessu no-existencia es necesaria y, por tanto, no sonposibles en este otro sentido del término. Aunqueno haya una contradicción interna en el mundoposible no actualizado, existe en cambio una con-tradicción externa que surge de la comparacióncon otros mejores.

Queda todavía otro problema que apenasmencionaremos porque ya lo hemos tocado enotro artículo [Camacho 2005,62] : si el número demundos posibles es infinito, y bastaría concebiruna diferencia insignificante en nuestro mundoactual para que éste ya no sea el mismo sino otro,¿cómo podemos fijar un único mundo en un con-tinuo infinito?

A continuación Bulygin analiza el argu-mento de J.L.Mackie en el artículo "Evil andOmnipotence" [Mackie 1955,202-212], en el quese rechaza la argumentación leibniciana sobre lanecesidad del mal y se afirma que un mundo deseres libres en el que estos escogen siempre elbien es lógicamente posible y sería mejor que elactual. En la visión de Bulygin, Leibniz no esta-ría de acuerdo en decir que un mundo de seresque libremente se abstienen de hacer el mal seríamejor qúe otro en el que algunos seres humanoshacen el bien y otros hacen el mal. Es de hechoel mal lo que permite la introducción de otrasrealidades importantes para el creyente, comola redención. Para Leibniz y quienes piensancomo él un mundo con pecado, revelación divina,redención y gracia es superior a otro sin pecadopero también sin revelación, redención ni gracia.De nuevo vemos que el optimismo leibnicianodepende de la religión como condición necesaria, algo que ni Bulygin ni Mackie señalan. Como enotros muchos casos a lo largo de la historia, tene-mos aquí una filosofía que sirve para defenderposturas externas a ella. Toda la inmensa obra deLeibniz se debate entre la filosofía como conti-nuación de la religión y la filosofía como antesalade la ciencia. Su noción de mundos posibles, conla consiguiente reformulación de las nocionesde contingente (verdadero en algún mundo posi-ble), necesario (verdadero en todos los mundosposibles) e imposible (falso en todos los mundosposibles) , abrió el camino hacia la lógica modal

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contemporánea. Su noción del mejor de los mun-dos, en cambio, remite a una discusión anteriorque hoy nos resulta difícil entender.

Leibniz no afirma que en cada momento estemundo muestre su máximo estado de perfección.De hecho está en constante cambio, lo que estaríade acuerdo con la visión científica contemporá-nea si no fuera porque en el mundo leibnicianohay infinidad de seres vivos cuyos cambios en eltiempo solo son accidentales.

Así como la noción misma de mundos posi-bles ha resultado muy útil en la evolución poste-rior de la lógica, hay otra idea que forma partede la discusión que estamos analizando que haresultado fructífera en la evolución de la ciencia.Nos referimos al segundo parámetro para escogerel mejor de los mundos, el de la simplicidad. Paraver cómo funciona volvamos al artículo de Blum-enfeld con el que empezamos el nuestro.

Blumenfeld se pregunta al comienzo cómopodemos seleccionar entre diversos mundossegún su perfección, y responde con numerosostextos de Leibniz en el que se encuentra la res-puesta. Uno entre tantos, el de G IV 43 es muyclaro: "Dios ha escogido el mundo más perfecto,es decir el más simple en sus hipótesis [leyes] yel más rico en fenómenos". Esto suena sin dudaextraño, pues a simple vista variedad y simplici-dad se relacionan en proporción inversa: cuantomenor sea la variedad, mayor la simplicidad. Estorefutaría a Leibniz, si no fuera porque su nociónde simplicidad tiene que ver con la eficacia yeficiencia en la creación del universo, no con lamayor o menor acumulación de entes. La simpli-cidad se relaciona con la idea de un orden que seaplica a toda clase de cosas. Al final de su ensayo"Consideraciones sobre los principios de la vida" de 1705 [W 199] se conectan la simplicidad deexplicación y la uniformidad de lo explicado, alafirmar que la universalidad de las leyes permiteexplicar la uniformidad observada en la natu-raleza, pues en todos los lugares y en todos lostiempos todas las cosas son como aquí y ahora,de modo que hasta lo más alejado de nosotros sepuede explicar sin ningún problema por analogíacon lo que es visible y cercano a nosotros. Ensu Discurso nos dice que ni siquiera es posibleimaginar eventos que sean irregulares o que nomuestren alguna uniformidad, por más complejos

que sean [G 4,431]. Orden, uniformidad, eficaciay eficiencia: la simplicidad consiste en hacer lomáximo con lo mínimo, en producir el mayorefecto con los medios más sencillos. De aquí sepasa a la idea de armonía y, por tanto, de belleza:la mente (divina y humana) se complace infinita-mente en la simplicidad y aborrece las complica-ciones que harían imposible la intelección.

Si en vez de pensar en la idea religiosa delmejor de los mundos posibles ponemos en sulugar el universo tal como existe y lo conoce-mos, la idea de simplicidad se relaciona con elnúmero y alcance de leyes y teorías científicas,cualesquiera que sean los entes que se encuentrendentro de dicho universo. Si suponemos que solopodemos explicar científicamente aquello que sepueda subsumir dentro de leyes universales, esfácil ver que es preferible que éstas sean pocas ypoderosas. Ahora la simplicidad tiene que ver conla amplitud y número de leyes: un número menorde leyes con mayor amplitud (mayor capacidadde explicación y predicción) es preferible a unnúmero mayor con menor amplitud (menor capa-cidad de explicación y predicción). El esfuerzoque se requiere en explicar y predecir (las dosfunciones de las teorías de la ciencia) se reduce alaumentar la eficacia y eficiencia de las leyes. Noen vano los científicos a veces buscan una teoríaque explique todo, o una ecuación que conecte lasvariables más generales en una igualdad, o unaley de la que se pueda desprender todo cuantoocurre. En un artículo reciente titulado "Mundosposibles", en el que se cita a Leibniz, el físicoAlejandro Jenkins empieza con la afirmación :" La física teórica aspira a describir tanto de larealidad como sea posible, a partir de la mejorcantidad de supuestos: su sueño último es descu-brir una sola ecuación de la que todas las posiblesobservaciones científicas se puedan deducir lógi-camente" (La Nación, Costa Rica, 5/9/201O,27A) .

De nuevo encontramos la conexión de algu-nas ideas leibnicianas con el pasado y el porvenir:por un lado la simplicidad le permite defenderuna doctrina religiosa, pero la noción resulta útilpor si misma para la evolución posterior de laciencia.

¿Se puede mejorar el mejor de los mundosposibles? No tenemos que aceptar la idea deun mundo posible que es mejor en todo que los

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demás, pero pensar en mundos posibles ha resul-tado útil en la historia de los seres humanos.

En conclusión, consideramos que Leibniztiene el mérito de mostrar que de las premisasreligiosas universalmente admitidas en el cris-tianismo y en otras religiones monoteístas seseguiría la conclusión de que vivimos en el mejorde los mundos posibles, por más extraña que nosparezca dicha idea. Si eliminamos esas premisas,no hay ninguna necesidad de afirmar la conclu-sión y hasta podemos convencemos con Schopen-hauer de lo contrario, a saber, de que vivimos enel peor de los mundos posibles. Si solo tenemosen mente los resultados de la ciencia actual, elmejor de los mundos posibles sería el límiteasintótico de la idea de mundos mejores a los quepodríamos aspirar mediante el mejoramiento delas condiciones de todo tipo. En tal caso la luchapor ese mejoramiento es perfectamente con-gruente con la idea de que este mundo está muylejos de ser el mejor de los posibles.

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Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVll1 (123-124),127-133, Enero-Agosto 2010 IISSN: 0034-8252