revista cultura urbana

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Año 1 N° 1 Precio: S/.15 Simon Kian: El hombre detrás de la salchicha huachana Paco Bardales “Para mí, escribir es doloroso” Pedro Salina “Que Tarcisio Bertone se vaya a joder al Vaticano Bajo el mismo cielo Personajes, espacios y eventos en la misma ciudad La revista de la ciudad También: ASPA 2012, El hombre con la cámara

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Trabajo final del curso Diseño, edición y producción editorial

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Page 1: Revista cultura urbana

Año 1 N° 1Precio: S/.15

Simon Kian:

El hombre detrás de la salchicha huachana

Paco Bardales

“Para mí, escribires doloroso”

Pedro Salina

“Que Tarcisio Bertonese vaya a joder al

Vaticano

Bajo el mismo cieloPersonajes, espacios y eventos en la misma ciudad

La revista de la ciudad

También: ASPA 2012,

El hombre con la cámara

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Director PSY

Editor Chinn de la Cruz

DiseñoCarlo Reátegui

RedacciónCarlo ReáteguiChinn de la Cruz

Fotografía: Carlo ReáteguiChinn de la Cruz

Producción: Carlo ReáteguiChinn de la Cruz

Cultura Urbana es una publicación de Gangnam Style Editores S.A.C.

Av. Universitaria 1800, San Miguel - Lima32, Perú.Depósito lega: 2013 - 05514

(+51)966882050

Impreso en ChinnGraphics [email protected]

Palabras mayoresHoy cobran espacios nuevas personas y espacios

en el Perú. Personas que buscan diferenciarse del resto mediante su trabajo, sus obras, sus

costumbres, sus estilos de vida, ese su de ellos. Y espacios que congregan a estas personas y que hacen de nuestro país una nación que crece socialmente, se desarrolla económicamente y se desenvuelve con miras a traspasar fronteras.

En esta edición, Cultura urbana quiere dar una mirada panorámica al espectro cultural, quiere mostrar el medio de los extremos, lo sencillo de lo complicado. Desde las estancias en eventos como el ASPA, las recurrentes visitas a la conocidísima Calle Capón, los acompañamientos, charlas y cafés con reconocidos tuiteros como Paco Bardales y Pedro Salinas, hasta la mirada intrínseca de la obra monumental de Vertov (Дзига Вертов) y la visita inesperada a Simon Kian, productor de la conocida salchicha huachana.

Que esta ocasión sea la ideal para no solo encerrarnos en lo más mediático de nuestra sociedad, sino para observar que lejos de lo ya conocido, aún tenemos cosas nuevas por ver, lugar nuevos por conocer, sensaciones que experimentar, ideas que comentar y más cultura urbana para ofrecer. El equipo de Cultura urbana espera que disfruten de esta primera edición.

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Paco Bardales:

“Para mí escribir es doloroso”Francisco Bardales

@Pacobardales en Twitter.“Nací en Iquitos, en 1977. Siempre quise tener una casa en un árbol, tocar con mis amigos en una banda de rock y pasármela comentando partidos de fútbol. Estudié

Derecho en la PUCP, pero terminé haciendo periodismo, literatura y cine para subsistir (y para soñar). He trabajado en todo lo que he podido, sin ningún arrepentimiento, con

alegría y pasión. La vida se ha encargado de darme el premio consuelo de escribir algunas cosas decentes, producir películas, sentarme a conversar con amigos (que después se convirtieron en entrevistas y reportajes publicados) y viajar, llevando en

hombros todo el patrimonio que he logrado amasar hasta ahora: mi computadora portátil (y una buena tarjeta de Internet para conexiones inalámbricas)”.

Texto y fotos: Carlo Reátegui

Francisco Bardales me abre la puerta de su casa y Cuto me recibe moviendo la cola y mostrándome el camino a la sala. Hace por lo menos doce años que ese perro negro ha compartido la vida con Paco y fue testigo de su paso desde el derecho a las comunicaciones. Charapa de co-razón y gestor de cultura por antonomasia, comenta sus experiencias fuera del periodismo y confiesa que se con-sidera, ante todo, un escritor. Me ofrece un sofá, baja el volumen de la música y empieza el rito confesional.

Estudiaste derecho, pero luego llegaste a las comuni-caciones. ¿Qué tal te fue en el proceso? Estudie derecho en la PUCP, pero desde muy chico me en-cantaba escribir. Recuerdo que en el colegio escribía sesu-dos textos en contra de los profesores, era como el escritor de la clase. Cuando acabé el colegio sabía que quería estu-diar algo relacionado con las letras. Siempre quise estudiar en la PUCP, pero en los años ’94 -’95 no existía todavía la facultad de comunicaciones y, como todo joven que se en-cuentra en esa disyuntiva, busqué una carrera que tuviera prestigio y que mis padres no iban a rechazar, por eso opté por el derecho. Yo escribía desde los 16 años en periódicos

de mi ciudad natal –Iquitos – y por mucho tiempo usé mis vacaciones para desarrollarme en el campo de los periódi-cos. Hubo un momento en el que tuve que dejar de jugar en ambas canchas y me decidí por el derecho. Fue muy duro, pero estaba dispuesto a empezar de cero.

¿Tu familia como tomó esta decisión?No lo tomó bien, como es usual. La familia siempre busca que el hijo estudie una carrera con la que a futuro tenga qué comer. Ellos veían más al periodismo como un cachue-lo que como una profesión, un sustento. Convertirse hace diez años en periodista cultural dejando el periodismo es y hasta ahora sigue siendo casi un suicidio. De pronto dejé de percibir una cantidad de dinero a la que estaba acos-tumbrado, pero luego cuando empecé a trabajar como pro-motor cultural en el INC de Iquitos y ganaba poco empecé a valorar más lo que hacía, pero mi familia todavía no se ha acostumbrado del todo. Yo tomé esa decisión no muy joven, ya tenía más o menos 26 o 27 años, entonces el impacto en mi familia fue fuerte. Hasta ahora siento que tienen la incertidumbre de que en algún momento me que-do sin trabajo y que me pueda caer.

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Y de un momento a otro aparece la puta inspiración y vuelves. Es como estar peleándote con alguien que quieres y al mismo tiempo llegas a odiar.

“ “

Trabajas desde muy joven, la gente te debe conocerComencé a trabajar en serio en la universidad. Llega un momento en el que por problemas o motivos personales tienes que trabajar y yo creí que ya necesitaba tener ex-periencia. Fue asistente de docencia de dos cursos en la facultad y al mismo tiempo trabajaba con un horario de oficina. De alguna manera le daba más importancia al trabajo que a los estudios. Creía que era algo de lo que ya no podía prescindir porque las cuentas siguen llegando. Antes ya había trabajado en diarios de mi ciu-dad y por eso es que mucha gente me conoce, por lo menos en Iquitos. A veces me dicen: “Ud. debe tener 50 o 55 años, porque yo lo leo hace 15” y por un lado es halagador y por el otro deprimente: pude haber hecho otras cosas y sin embargo me dediqué a escribir.

Cuéntame tu vida

Paco llegó a Lima para estudiar en la universidad, pero antes de eso viajó a EEUU para estudiar becado durante un año. “El Perú del ’94- ’95 era un Perú caótico, desorde-nado, que salía de la crisis económica. Todo era diferente a lo que yo viví en mi ciudad y en EEUU, pero vivir solo me ayudó a afrontarlo de mejor manera”.

¿Cuál fue tu primera impresión cuando llegaste a Lima?Venir a Lima, en el fondo, es el precio que tiene que pagar todo aquél que venga de provincia para tener una mejor educación. Mi caso fue algo particular, yo fui primero a EEUU becado y cuando viajé me encontré con un siste-ma educativo más óptimo, integrado, de calidad. En esos años Perú todavía era un país pequeño, poco articulado y era otra realidad. Tuve que vivir en una pensión de estu-diantes donde necesariamente no tienes amigos. Estuve en una academia en el centro de Lima donde conocí a muchos chicos de todas las condiciones sociales y de los lugares más alejados del centro de la ciudad. Yo era de clase media provinciana, no era la primera vez que estaba en Lima, pero nunca me había quedado con un objetivo: el de estudiar. En mi caso esa era mi única oportunidad, era uno o dos intentos, no había más. A la primera que postulé no ingresé, pero a la segunda sí. Entrar a la PUCP fue entender que la única manera de estar al mismo nivel es a través de la educación. No importa de dónde vengas, donde vivas o como apellides: la educación es lo único que puede nivelar a las personas y hacer ver quién es capaz de qué y en qué medida.

¿Qué lugar te dio las mejores experiencias?Las experiencias las considero valiosas más allá del as-pecto geográfico. Tengo buenas experiencias en EEUU, en Iquitos, en Lima. Me siento absolutamente cómodo en Lima, con el clima, con la idea de tener el mar tan cerca desde cualquier punto de la ciudad, me encanta el mar. Son pocas las ciudades que tienen esa ventaja. De hecho yo siento que Iquitos y la amazonía es un espacio que tiene mucha fuerza sobre mí, pero no por el espa-cio sino que genera todo lo que es nostalgia, emoción, candor por lo amigos, familias. Una ciudad son al final tus recuerdos y los momentos memorables que hemos tenido. Me parece que esa es lo interesante y lo valioso de las ciudades o de los espacios donde uno se cría, donde uno vive sobre todo esas etapas que al menos para mí son vitales: por un lado la niñez, pero sobre todo la adolescencia. Creo que uno va moldeando lo que es en la adolescencia y la ciudad en la que tú vives tu ado-lescencia es la ciudad que nunca vas a olvidar.

¿Cómo recuerdas tu vida en Iquitos?Yo recuerdo los días tranquilos, todos se conocían allí, hacíamos palomilladas pero todo era más tranquilo. Es-tudiaba en un colegio de curas, me considero agnóstico, pero me llevaba bien con ellos, es más, nos enseñaban teorías marxistas y de liberación. Mi madre era muy con-servadora como todas las personas en pueblos peque-ños, pero podíamos ir a fiestas y tomar alcohol. Nunca se nos ocurría fumar un cigarro o marihuana, era algo total-mente loco. No vivimos el terrorismo porque no llegó a nuestra ciudad, pero vivimos la crisis económica de Alan García como todos. Mi padre me enseñó el valor de tres cosas en la vida: los libros, el futbol y el cine. Recuerdo que íbamos al estadio y cuando había broncas los poli-cías no tenían mejor idea que echarnos gas lacrimógeno a todos y uno salía a los 8 años corriendo porque los habían gaseado. No nos quejábamos de los profesores porque nos corregían, ahora eso sería una denuncia por bullying o algo así. Yo tenía una casa grandes de 400 metros cuadrados más o menos en la que mis amigos y yo jugábamos con las pepas de mango, chiquilladas.

¿Te calificas como escritor ante todo?Sí, yo creo que escribo porque quiero que así me recuer-den o por lo menos que a través de mis escritos no me olviden. Y yo tampoco quiero olvidarme que soy un escri-tor. Creo que antes lo he aplazado mucho y que ahora sí

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pensaría antes de escoger otras cosas fuera de la escritura. He escrito tantas notas, artículos, crónicas, pero siento que podría haber escrito más libros.

¿Crees en la inspiración?Creo que la inspiración te da la historia pero depende de uno elaborar y corregir la historia. La inspiración te agarra en cualquier lugar y has trabajado todo el día y quieres li-brarte escribiendo cualquier cosa, pero tienes que seguir trabajando porque luego se te va. Para mí escribir es dolo-roso. Yo siento que a veces es una maldición el querer ser escritor y otras veces he pensado que es una fuerza de la naturaleza, te fuerzas a escribir. Esa es la parte más jodida, más frustrante. Y de un momento a otro aparece la puta ins-piración y vuelves. Es como estar peleándote con alguien que quieres y al mismo tiempo llegas a odiar.

¿No te arrepientes de nada?No, la verdad que no, para qué. Más bien me motivan a hacer más cosas. Todos los días. Si hay algo de lo que me

arrepiento es de no pudiera hacer todo lo que quisiera. Ya no vas a poder hacer todo, no tienes 15, 16 o 18, no eres el rey del mundo y no vives solo. Pero arrepentirme de algo que hice en el pasado, no. No tengo y no recuerdo tener esa sensación.

¿Qué es el éxito para ti?El éxito es que alguien te sonría en la calle y le gustes. Es algo exitoso, para mí que siempre he sido siempre una persona tímida insegura, casi un freak, es raro que a al-guien le gustes. Es éxito poder tener una voz y que haya gente que te escuche con atención. Que sea un éxito. Es un éxito estar en varios lugares, no por el hecho de estar, sino que a pesar de no tener nada: no tengo casas, no tengo acciones, nada material de mí; pero me tengo a mí mismo y a veces lo llevo en una laptop. A veces mi único equipaje es una laptop, en mi laptop está todo, a veces creo que mi casa es mi laptop y poder viajar tan ligero no sabes qué éxito es, es absoluto, eso es entre otras cosas para mí.

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Dice haber llegado al periodismo de pura casualidad, sin em-bargo, su estilo crítico, sarcástico e irónico le ha costado va-rias censuras y despedidas de los medios de comunicación en el Perú. De su experiencia en el Sodalitium no guarda los mejores recuerdos. Incluso, puede decirse que está decep-cionado. Hace más de 9 años que no ve televisión y, hoy en día, aparte de escribir, se dedica a trabajar en CHISAC, su consultora.

Algunos dicen que eres un “caviar de derecha” porqué eres un defensor de los derechos humanos y que tiene muchos amigos en la izquierda. ¿Cómo definirías a un “caviar”?Yo me he autodefinido así (risas). Caviar no soy yo. Usual-mente, yo he sido identificado como un periodista de dere-chas, aunque creo que he ido evolucionando. De ser un pe-riodista algo conservador, pasé a ser un liberal de derechas y ahora, simplemente, me defino como liberal a secas y punto. Temas de derechos humanos siempre me han interesado. Esto de que el Estado -a través de un régimen autocrático en democracia- te quiera contrabandear leyes que atentan contra las libertades y abusan de los ciudadanos creo que son cau-sas que uno tiene que asumir, comprarse, y pelearlas. Aunque estés en minoría, aunque todo esté cuesta arriba, siempre te encuentras con otra gente que comparte algunos ideales, aunque en temas económicos mantengas diferencias.

Yo me defino como un caviar de derecha porque tengo ami-gos en la izquierda, varios, con los cuales me puedo sentar a discutir apasionadamente -afiebradamente, incluso-, pero termina la discusión y no nos vamos a sacar la mugre. En la derecha pura y dura hay más intransigencia, más intolerancia. La “DBA” (derecha bruta y achorada) no sólo se encuentra en el periodismo, sino también en el empresariado, en el Ejército y, hoy por hoy, en la Iglesia Católica.

¿Cómo crees que está llevando la política nacional el ac-tual presidente?Mejor de lo que yo esperaba. Hay gente que piensa que yo voté por él y, es verdad, yo voté por él, pero también voté por Keiko. Voté por los dos (risas). Vicié el voto. Esperaba poco o nada de un gobierno de Ollanta Humala. Viendo las cosas en retrospectiva, yo por Keiko Fujimori no iba a votar de ninguna manera. Votar por Ollanta Humala ha sido la mejor elección que ha hecho el país porque a estas alturas yo creo que los problemas de los conflictos sociales habrían estallado -hay como veintitantos muertos- pero yo creo que serían muchos más si Keiko Fujimori hubiese sido elegida presidenta, eso por un lado. Y por el otro, la polarización sería terrible, como en el tiempo de Fujimori. Keiko no era que estaba proyectando una nueva cara, venía con los rostros de los que acompañaron a su papá en sus épocas doradas.

Pedro Salinas:

“Que Tarcisio Bertone se vaya a joder al Vaticano”

¡No perdona nada!Con su pluma irónica y satírica es reconocido como periodista y escritor. Sin embargo, ahora

también se desempeña como tuitero bajo el seudónimo “@chapatucombi” y como bloguero de La voz a ti debida. Su carrera periodística le ha merecido obtener el premio Periodismo

y Derechos Humanos otorgado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en 1994. Es autor de Mateo Diez, Álbum de fotos, Rajes del oficio 1 y 2, De Torme a Sayán-Los Salinas del Perú, Historias que revientan en la cara, Estamos jodidos, Humaladas y

Alanadas. Actualmente, tiene una columna en el diario Perú21 denominada El ojo de Mordor.

Texto y fotos: Chinn De la Cruz

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Y la economía, ¿también la está llevando bien?Sí, surfea al igual que Alan García. Toledo hizo algo más (en lo económico) que lo que hizo García y Humala; pero también se convirtió en un buen surfista cuando escogía buenos ministros de economía y vio que la cosa se iba po-niendo azul pitufo hacia finales de su gobierno. García ha surfeado, Humala está surfeando, pero el Perú requiere estadistas y no tablistas. Tablistas también para que compi-tan: más Gabriel Villarán, Sofía Mulanovich (risas).

¿Cuál es tu panorama hacia el 2016?Yo espero que algún día aparezca algún estadista, alguien que tenga las ideas claras. Lo ideal sería que haya cier-ta afinidad con mi pensamiento, un libre pensador, alguien que tenga cojones para enfrentarse a la Iglesia, para en-frentarse al Ejército, para enfrentarse a la empresa privada. Alguien que le diga: <<señores de la Iglesia, ustedes quie-ren predicar no al aborto, no a las pastillas anticonceptivas, les fastidian los condones>>… Ya, en sus iglesias, para eso tienen sus iglesias; pero no vengan a predicar en la televi-sión, en RPP, en la Catedral que eso es lo que tienen que hacer porque si no todos nos vamos al infierno… Esto no es una teocracia, esto es un Estado laico. Suena bonito, pero es una frase hueca en la realidad porque la Iglesia ejerce un poder y una influencia muy importante sobre el Estado y la política peruana y eso no debería ocurrir.

¿Qué piensas de la institucionalidad del Estado?Se tienen que hacer grandes reformas. Este es un país que está pegado con babas, que tiene una institucionalidad precaria. Acá hay un milagro, porque acá igual las cosas caminan, pero te vas al Poder Judicial, mira lo que hay en el Congreso, mira cómo funciona el Ejecutivo. Sin embar-go, somos país. Pero claro, en realidad yo creo que el país

es Lima, todavía. Todavía no somos un país integrado, la gente viaja a Punta Cana antes de irse a la Selva, conocen República Dominicana pero no conocen Tarapoto, conocen Miami pero no conocen Iquitos… Y eso se vio reflejado en las elecciones últimas, donde todo el mundo percibía que PPK iba a ser el presidente del Perú y cuando ves el des-pués de, sí, era el presidente de Lima. El resto del país estaba con Humala en buena parte, y con Keiko la otra.

Tiene que haber, en algún momento, un cambio generacio-nal. Los jóvenes tienen que preocuparse por la cosa políti-ca, formarse, conocer nuestra historia y empezar a pensar en el país porque, de lo contrario, vamos a seguir siendo la Irán de América Latina. La gente no lee, no leen a Vallejo, no leen a Basadre, no leen a Vargas llosa; tiene un conoci-miento pobrísimo de todo, no viajan dentro del país. Yo creo que todavía estamos bien crudos en cuanto a temas de ciu-dadanía. La tendremos el día que venga alguien a tratar de poner las cosas como deben ser y tenga los cojones para enfrentarse a la Iglesia católica, al Ejército Peruano, a la Policía Nacional, al Poder Judicial. Porque las reformas hay que hacerlas -yo no digo que intervengan, que disuelvan a lo Fujimori, pero sí que vengan con ideas que por ser bue-nas tengan capacidad de persuasión- y que este candidato o candidatos –a su vez- jalen buena gente profesional que además de tecnócratas, sea gente honesta, correcta y que actúen con probidad… Pero creo que falta un huevo para eso (risas).

¿Qué opinas sobre la gestión de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán?La honestidad de Susana Villarán es a prueba de balas, y eso es un activo importantísimo. Que Castañeda hacia más, que Castañeda lo otro. Sí, pero Castañeda también

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Es una derecha que es católica, reaccionaria, conservadora, ultramontana. ¿Son adjetivos? No, yo creo que son definiciones.

es Comunicore, tenía una gente bien rarita a su alrededor, unas personajillos medios extraños. En la gestión de Susa-na hay transparencia. Sí creo que tuvo un problema de ges-tión al inicio: la izquierda nunca ha gobernado. Yo creo que Susana Villarán ha dado dos pasos adelante que Alfonso Barrantes, y está aprendiendo y está rectificando rumbos y errores. Lo más importante –yo creo- es su honestidad. Yo voto por gente que sé que no va a robar, que no va a entrar para hacer usufructo del Estado en beneficio propio o de sus familiares.

Pasando al tema del que ahora escribes e investigas más, de tu paso por el Sodalicio de vida cristiana, ¿qué conclusión extraes del papel de la Iglesia Católica en el Perú?Desde que ingresó Juan Pablo II al primado de la Iglesia, el giro que ha dado ésta hacia la derecha y hacia una mo-ral rígida y hacia unas ganas de entrometerse en la vida privada de las personas y decir qué es ético y qué no, me-terse –prácticamente- en la sábanas de la gente, para decir esto es bueno, esto es malo, esto es pecado, esto no, creo que la Iglesia está caminando hacia una situación de no retorno; porque ya la curia romana, que es la que gobier-na, son –hoy por hoy, prácticamente, en su totalidad- de derecha. Cuando me hablan de los Jesuitas me pregunto, ¿Qué sector de la iglesia representa monseñor Bambarén? Ninguno. La línea Cipriani es la línea de Bertone, y Berto-ne es Ratzinger. Y toda la curia piensa igual que toda esta gente. Es una derecha que es católica, reaccionaria, con-servadora, ultramontana. ¿Son adjetivos? No, yo creo que son definiciones.

Habrá mucha gente que por tus posturas contra el conser-vadurismo de la Iglesia no te ve con buenos ojos en tu en-torno social. Algunos dirían que tienes algo en contra de la Iglesia Católica.

¿Eres anticlerical?No me considero anti. Creo que el celibato es un síntoma de la agudización de los casos de pederastia. Este pensa-miento cavernícola, de macana y de caverna; que además tiene toda una filosofía misógina –te predican odio hacia la mujer, hacia la gente de izquierda, hacia la gente que no es de tu estatus social-, sino cómo se explica la Inqui-sición, ¿un acto de amor? Hay mucha prédica de odio e intolerancia en el sustrato de la Iglesia Católica. No todos los curas son así, es verdad, pero sí estos que forman parte de movimientos conservadores o reaccionarios como los Legionarios de Cristo, el Opus Dei, el Sodalitium en el

Perú y otros. Tienen este tipo de prédicas y son los que salen homofóbicos, antiabortistas porque sí. Tienen una in-terpretación literal de sus propios dogmas y son incapaces de interpretar sus propios credos.

Tu columna del pasado 26 de agosto fue sobre Bertone. Dada la cercanía del tema, ¿cuál es tu opinión sobre el conflicto Arzobispado - PUCP?Yo le pondría EX – PUCP. La iglesia Católica tiene un se-rio problema de liquidez actualmente por la crisis europea. No está llegando plata al Vaticano para mantener la pompa romana del Papa y sus allegados. Está con una serie de problemas serísimos de imagen por el tema del caso Vati-leaks, el blanqueo de dinero con la mafia. Y esa es la pre-ocupación de Bertone. Tarcisio Bertone, hoy por hoy, está preocupado porque haya más plata en la Iglesia Católica, porque los evangélicos y protestantes le están ganando te-rreno como locos. La plata se está moviendo hacia otras religiones y la Iglesia Católica está comenzando a perder espacio a nivel global. Entonces acá hay un tema de plata, de cash, de flujo, de acumulación de inmuebles y la Católi-ca es una perita en dulce para el caso peruano.

Creo que Marcial Rubio ha patinado en el manejo de toda esta situación, ha tenido temas personales delicados que lo pueden haber hecho tomar malas decisiones. La Univer-sidad Católica es de la Asamblea. Tú no puedes pretender que el Código Canónico impere sobre la ley peruana. Vati-cano es un estado independiente, es una teocracia, el Papa es Dios, y Tarcisio Bertone es la sombra de Dios, es el alfil del vicario de Cristo en la Tierra. ¡Guau… Que se vaya a joder al Vaticano!

Esto no es teocracia, tenemos que defender los principios de un Estado laico. Además, eso está en la Constitución. Ese cambio sí hay que hacerle a la Constitución: dejar de deberle favores a la Iglesia Católica, porque en lo cultural e histórico, sí, forma parte de nuestra herencia cultural; pero eso no quiere decir que tiene que seguirse respe-tando los caprichos, antojos y querencias de todos estos purpurados hambrientos de propiedades y de plata y de poder, y de querer influir en la opinión pública, en la moral de la gente y en la ética personal. El señor Cipriani a sus fieles les puede decir lo que le dé la gana en su Catedral, pero que no pretenda hacer políticas públicas con dogmas o creencias absurdas –en su mayoría- que salen de las cabecitas de cuatro purpurados en el Vaticano o en una encíclica. Eso se tiene que combatir, ahí uno no se puede quedar tranquilo.

ENTREVISTA

Page 7: Revista cultura urbana

ESPACIO

Texto: Chinn de la Cruz

Un trozo de ceniza quemada cae en una baldosa roja. Las personas no se inmutan ante el hecho y siguen

concentrados mirando un solo hecho: el golpear lento y cadente de un báculo sobre un recipiente

metálico color oro.

CRÓNICA

Bajo el cielo todos los hombres somos iguales

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con sus exquisitos platos y precios con los que se puede disfrutar del ya conocido Dim – Sum o de diversos potajes que son más peruanos que chinos. Sí, porque de chino tienen muy poco porque el chifa nació en Perú. Nació en nuestro país y salió para encantar al mundo.

Muchos programas periodísticos han sacado en di-versos reportajes que los chifas tienen ratas. Bue-no, aún no he tenido el gusto de encontrarme con alguna de ellas, sin embargo, todos los chifas del Barrio chino cuentan con el sticker de “restaurant saludable” que otorga la Municipalidad Metropoli-tana de Lima.

Si quieres comer bocaditos de forma rápida y económica puedes ir al local de Producciones avícolas S.A. a probar desde el dulce min pao –relleno con frejol colado o carne de chancho- hasta el salado cha siu, una especie de empanada con carne de chancho. Digo que de forma rápida y económica dado que si eres paisano de las dueñas te hacen rebaja. Felizmente, yo gozo de esos beneficios.

Hoy no voy donde mi paisana porque es tarde. Son las 4:00. Me voy a comer una gallina sillao kay en el chifa Fung Yen. A este siempre vengo, desde pe-queño. Aunque todos los chifas son muy buenos. Buenos en el sentido que hay para todos los gus-tos. Otros que puedo recomendar son Salón Capón y el Salón de la felicidad. En todos recomiendo pro-bar siu mai, ja kao y man tao.

Pero lejos de los chifas, estos no son los únicos en toda la calle. El arte del Barrio Chino está en su gente, en su forma de vender sus productos orientales, sus tiendas que mezclan la cultura china con las formas de venta peruanas, sus carteles luminosos que incluyen la tipografía china, sus bancos con ventanilleros –personal que atiende en las ventanillas- que te atienden en idioma chino, etc.

O t r a pa r t i cu l a r i dad

son sus vendedores am-bulantes. Hay desde vendedores de libros recién estrenados hasta una especie de vudú del asia menor –al estilo de Mahatma Gandhi pero de otra religión- que vende masajes y productos de esta especie. También encuentras raspadillas, confite, he-lados y más.

<<Bajo el cielo todos los hombres somos iguales>>. Esta frase está encima de nosotros. Encima como título, encima en la gran portada de la calle Capón. Y creo que re-sume buena parte de lo que suce-de en la calle. La mimetización de nuestra cultura con la oriental no ha distanciado o diferenciado so-ciedades: las ha fusionado. Chinos y peruanos se desenvuelven como un solo núcleo dentro de tan gran emporio comercial como lo es la Calle Capón.

Faroles y quioscos chinos deam-bulan por la calle. Francisco Choy es casi sinónimo de Calle Capón, así como el Barrio chino es sinó-nimo de la colonia china afincada en Perú. Recorrer esta calle no es más que un deleite para res-pirar un poco de sazón asiática y endulzar el paladar con uno de esos bocaditos que no ha-cen sino descubrir nuevos sabores en nuestro criollo repertorio de cocina perua-na. Como para regresar y descubrir nuevas cosas una

y otra vez.

Cuadra 7 del jirón

Ucayali. Miles de ciudadanos –entre peruanos y

chinos- se confunden en medio del color rojo fortuna que se esparce por toda la calle. En el espacio no sólo se confunde la música oriental -que acompaña a ciertas tiendas de mismo estilo- con el pegajoso tema del Gangnam style, sino también se confunde el olor a chancho asado con el incienso, se confunden los chifas con los bancos, las farmacias y las librerías, se confunden chinos y peruanos sin distinción alguna.

Dice que en tiempos remotos, cuando al-bergaba a los inmigrantes chinos recién llegados a Perú era una zona pobre y con hacinamiento. Dice también que recibió el particular nombre de “Capón” porque an-tes ahí capaban y mataban a los chanchos para que estos sean comercializados. Dicen también que hay más bancos que chifas, sin embargo, eso aún no lo creo ni lo comprue-bo.

Plan de cuatro de la tarde de cualquier día y es común observar la labor de un peculiar personaje. Este tiene un puesto en la mitad de la concurrida calle. Lo acompañan en la ceremonia un Buda, un dragón, unos sa-pos con monedas en la boca, una serie de chucherías que pocos entienden y muchos creyentes del oráculo chino. Mientras le so-brepone las manos sobre la cabeza a una crédula señora, Francisco Choy, maestro en el horóscopo chino, sigue con el ritual de buena suerte por el cual ha sido contratado. Desde su puesto había caído el primer trozo de incienso al rojizo suelo de la calle Capón.

-¿Y esto cuánto tiempo me dura?- pregun-ta la señora.-Un año- responde el maestro.

La señora asienta la afirmación hecha por el maes-tro mientras saca de su monedero dos billetes: uno con la cara de Quiñones y otro con el de Porras Ba-rrenechea.

-Gracias- responde un sonriente Francisco que si-gue siendo observado por cerca de una veintena de curiosos.

Es difícil creer que antes este haya sido un lugar de hacinamiento. Ver la riqueza cultural y exótica de un cultura oriental, y descubrir paso a paso cada uno de sus misterios con el solo hecho de observar figuras y formas dan una sensación de que, defi-nitivamente, somos extranjeros en ese pequeño submundo que nos acerca al cien por ciento con la cultura china.

¿A quién se le podía ocurrir escribir nombres en las baldosas del piso? A los chinos de la Benefi-cencia Pública de China. Y es que la interpretación de las deidades y ubicación espacio-temporal en el calendario chino es parte fundamental de la vida cotidiana de esta comunidad. Cumpleaños, bodas, fechas de inauguración de locales y otras fechas importantes son registradas en cada una de las bal-dosas por el precio de S/.90.00 soles hace muchos años atrás. Hoy, dado que todavía encuentro nom-bres repetidos de otros años y nombres de empre-sas que ya no existen pero que aún tienen su fecha de nacimiento junto a los animales del calendario chino, ya no me han dado ganas de saber el precio, pero sí de buscar las baldosas que quiero.

Y ni qué decir de su gran portada. Esa, gigante, monumental, impresionante, de estilo cantonés, cubierta de mármol y que alberga una serie de detalles e incrustaciones que dan formas a

dragones que se entrecruzan entre sí. Esa que fue donada por el gobierno de Taiwán en 1971 y que fue restaurada gracias a la labor de recuperación del ex alcalde de Lima, Alberto Andrade Carmona.

Tampoco nos podemos olvidar de sus chifas, CU

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Hasta que la chambanos separe

Texto y fotos: Carlo Reátegui

Sus bostezos se escuchan cada cuanto, se frotan las manos para poder calentarse, llevan polos, camisas, ternos, cha-lecos, casacas y todos, o casi todos, una mochila o morral. En fila poco a poco se forman con la pregunta del millón: ¿Es esta la cola para subir al bus? Los asentimientos en ca-dena poco a poco van formando una columna de aproximadamente se-tenta u ochenta personas, a cada una se le da un chaleco naranja y en letras grandes en la espalda se puede leer: Prensa.

La sala internacional de la prensa se ha establecido en la Biblioteca Nacional y al leer el manual se puede esperar un servicio de primera. Para la III Cumbre ASPA 2012 se pre-paró todo: Salas de redacción, salas para laptops, traducto-res al inglés, español y árabe, transporte para los periodistas, conexión inalámbrica de alta velocidad y diarios gratuitos para todos. Si es la primera vez que uno aparece por estos luga-res todo le parece maravilloso, único, las verdaderas condicio-nes de trabajo esperadas.

Se decretaron dos días de feriados para que los cor-tes de ruta, que abarcaban los 500 metros a la re-donda del Ministerio de Cultura, no interrum-pieran las labores diarias del grueso de la población

limeña. Si no habías acreditado movilidad tenías que caminar, caballero no más, más o menos dos cuadras antes de

llegar al punto de encuentro.

El primer día se iniciaba la cumbre de empresarios y la reunión

de cancilleres. El canal del gobierno emitía los

pormenores de cada uno de los encuentros y poco a poco las instalaciones del Centro Internacional de la Prensa se poblaba de colegas de todos los medios imaginados, cogían ejemplares gratuitos de El Peruano, El

comerc io y La

En algún evento se han visto las caras, se saludan, comparten sus historias, se cuidan mutuamente. Pero cuando se necesita la primicia son rivales.

¿Hasta que punto pueden ser amigos los periodistas?

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CRÓNICA

República y se instalaban en las salas de redacciones esperando la primera llamada a la reunión de Ministros de Relaciones exteriores.

Silvia Vignolo, encargada de Prensa del Ministerio se asoma su cabeza en una de las salas de redacción llenas de laptops, explora el panorama para escoger, supongo, hablar en inglés o en español. En la sala, tres reporteros de un medio regional que no logro identificar, parece una radio de Lima, tal vez de algún cono de la ciudad. Al otro lado, yo, un estudiante de periodismo que trata de simular que no es nuevo en el oficio. Silvia eleva la voz, saluda y nos dice: hay coffee break en el anfiteatro.

Si hay una cosa que los periodistas no pueden rechazar es la comida. Los horarios de trabajo siempre exigen que uno sacrifique los alimentos, claro si es que eres un reportero. En-tonces todos hacen una fila y cogen pequeños triples de pan blanco con palta y acelgas, tazas de café americano, vasos con maracuyá o chicha morada y se empiezan a reconocer entre ellos, contando anécdotas y felicitándose mutuamente.

Allí Lino Chipana, fotógrafo del El Comercio contaba alegre-mente cómo la seguridad el rey de Jordania, Abdalá II bin al-Hussein, había alejado a la prensa del recorrido que realizó hacia el Cuzco. Contaba que a algunos de ellos les habían ofrecido fajos de dólares con tal de que borren las fotos y que no los persigan más. Alrededor de él siete u ocho periodistas reían y criollizaban la escena con panes y cafés.

Con alguna intuición del oficio poco a poco todos van subien-do hacia el vestíbulo buscando los buses que empezarán a lle-varnos a la inauguración de la cumbre. Entramos en el primer bus que apenas nos mueve dos cuadras, pero que es el único modo de ingresar que podemos tener. Nos forman y corriendo entramos en la sala de la reunión donde esperamos cerca de 20 minutos a que los cancilleres aparezcan, tomemos fotos o enlacemos a radios locales o nacionales y que luego nos re-gresen al búnker periodístico donde poco a poco todos vamos levantando notas.

Cuando estuvimos en la inauguración de la cumbre, nadie sa-bía quiénes eran los periodistas comunes y quienes eran la prensa oficial. Nos dieron chalecos naranjas al estilo defensa civil que todos teníamos que llevar para que nos puedan dejar entrar. A nadie le gustaba el color, pero nadie quería quedarse fuera.

Como la inauguración demoró, todo el programa se corrió una hora. Casi todos los fotógrafos sacaron laptops y empezaron a enviar imágenes que saldrían rápidamente en las páginas web de los primeros diarios del Perú y de las agencias como la AFP o Reuters.

Bajamos nuevamente a comer algo para sostener el estó-mago pues el coffee break seguía vigente, como si fuera una fuente inacabable de alimentos.

A mí no me pagaban por estar ahí, entonces pude dilatar el tiempo antes de subir las imágenes a la web. Me paseé por algunos pasillos que no había conocido, intentaba buscar entrevistas para un trabajo de perfiles de la universidad y los fotógrafos del viaje del rey de Jordania eran mi blanco. Pero todos estaban ocupados y salí a hacer la cola para la foto oficial.

María Fernanda Poggi hablaba en portugués cuando yo du-daba si pedirle o no una entrevistas a Lino Chipana. Luego me habló en español y preguntó por las actividades de la mañana.

• ¿Cuántos periodistas hay aproximadamente? – me preguntó.

• Yo creo que 200 o 300.• Pero en el Ministerio dicen que son 700, porque yo

acabo de llegar ahí y todavía hay gente que está recogiendo sus credenciales.

• ¿Tú de qué medio eres? – le pregunté.• O Estado Rio De Janeiro – respondió.

Ella era corresponsal turística del diario brasileño. Estaba en el ASPA porque se ofreció a hacer una nota sobre lima. Nació en Perú, pero vivió casi toda su infancia en Brasil. Luego volvió y estudió en el colegio Humboldt. Su poliglo-tismo la habría inclinado a trabajar como traductora y ahora columnista en Brasil.

Ella era más pequeña que yo pero con más experiencia. Al llegar a la toma de la foto oficial se escabullía entre todos y se colocó en la plataforma más alta de una especie de andenes que colocaron para la prensa, desde allí levantaba la mano para que la foto de su cámara pocket salga sin movimiento y con buena luz.

Allí conocimos a un periodista español que hace mucho tiempo vivía en el Perú. Y empezó la discusión por el tiem-po que llevábamos parados y ningún ministro asomaba la cabeza. Él ya estaba acostumbrado, pero sostenía que los alemanes y finlandeses sí son muy rectos.

• Si un finlandés estuviese aquí ya le estaría dando un ataque cardíaco de tanto esperar.

• Es que hacerse esperar es lo que más les gusta a los políticos y más aún si es para pocos flashes y tomas. Los ministros llegaban uno a uno y nadie los conocía. Yo era nuevo en estos azahares y tomaba foto de todo.

• ¿Para qué tomas fotos si es que no sabes quiénes son? – me pregunta extrañado un colega.

• Para tener las caras de todos – respondo.

Me sigue viendo extrañado y vuelve a su cámara en busca de Rafael Roncagliolo o del canciller chileno. Cuando todos han encontrado el número que se les asignó en el tabladillo de las fotos empieza el espectáculo y todos se disputan una buna foto para el diario o para la web. Una cámara del canal del gobierno está al centro y malogra casi todas las fotos, le gritan, le gritamos, pero no se mueve. Parece ser que él interpreta que la foto oficial se puede conseguir con una cámara de video.

Ellos no demoran más que 2 o 3 minutos en quedarse para-dos y luego emprenden rápidamente su salida hacia otros pisos del edificio donde están instalados. En los ascensores algún canciller aglutina a los periodistas como en un cuello de embudo y desordena todo el acto protocolar, los diplo-máticos se alteran y condenan su acto como que no era el momento de declarar.

A todos nos llevan nuevamente al centro de prensa. En la tar-de el presidente Mujica de Uruguay y el presidente de Túnez conversarán en una sala abierta a todo el mundo. Yo me voy. Suficiente por hoy.

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El segundo día empezó para mí cuando llegaba tarde a la concentración y algunos periodistas con chalecos naranjas bostezaban aún y se frotaban las manos para darse calor. Se inaugurará la cumbre de presidentes y teníamos que esco-ger entre estar dentro del novísimo Gran Teatro Nacional o esperar la bienvenida de los mandatarios a cargo de Ollanta Humala. Escogí estar dentro.

En ese momento, todos queríamos la mejor posición dentro del teatro, yo llegaba tarde y si quería una buena toma tendría que, definitivamente, correr y darme prisa. Nos mecieron de aquí a allá buscando la entrada al teatro mientras los diplomá-ticos (“que piensan que por serlo pueden hacer lo que quie-ren”, un colega dixit) se desesperaban por el desorden que hacíamos y por haber pisado la alfombra roja. Tuve la suerte de que la confusión me permita estar en la primera línea de ataque y con una posición relativamente buena para las fotos.

Esperamos nuevamente a que lleguen los políticos. Mientras tanto me distraía tomando fotos a Luis Peirano, Susana Villa-rán o Javier Diez Canseco. En ese momento recién se pudo ver a mucha prensa oficial que hablaba en portugués entre ellos.

Con un fotógrafo de Kuwait a un lado y dos argentinos al otro empezamos a tomar las fotos de la entrada de todos los mandatarios de los países asistentes. Seguridad del Estado se encarga de reprimir nuestros movimientos y tenemos que acomodarnos a los pocos metros que tenemos para despla-zarnos entre asiento y asiento.

Luego suena el himno y se inaugura la cumbre mientras que todos los periodistas buscan solo una o dos fotos para lue-go aburrirse entre discursos en árabe o portugués. Cada vez que alguien se acerca al micrófono todos los obturadores de los fotógrafos suben y bajan a 4, 5 o 7 veces por segundo. Luego se proyecta un video y entran bailarines de marinera y música de la sierra a la sala, todos asombrados aplauden alegremente, la ceremonia concluye, el fotógrafo de Kuwait se toma una foto con los colegas con su Iphone que tiene las letras en árabe. Esa foto la sube automáticamente a su página de Facebook, lo ayudan a que Seguridad del Estado se dé cuenta de que es diplomático y se va. Ni si quiera sé cómo se llama y aún así no sabría como pronunciar su nombre.

Luego, nuevamente nos mandan al búnker.

Luego el tiempo se dilata. La inauguración más o menos aca-bó a las diez de la mañana y la foto oficial sería a las doce o una depende de las ganas que tengan los mandatarios para que se les tome foto. En ese momento sí me senté a subir las fotos a la web. Ya no había coffe break pero promocionaban una máquina de café para lo cual te lo regalaban.

El tiempo voló y la intuición de periodista falló. Cuando me di cuenta de que se formaba la fila para ir a la foto oficial ya la cola tenía por lo menos 50 o 60 metros de formada. Perdí las esperanzas de tener la foto. En ese momento los colegas ya no son colegas y uno tiene que ganarse los frejoles de la manera más ingeniosa que pueda.

El ingenio llegó cuando ya estábamos formados para la foto, todo el andén estaba abarrotado y subí trepando por la parte de atrás para simplemente alzar la cámara y conseguir la foto. Pero los periodistas somos amigos hasta que la chamba nos separe: uno de los fotógrafos llevó una escalera para que la cámara que el día anterior tapaba a todos ya no lo tape y tenga la foto buena. Todos le gritamos, con todos los dejos y en varios idiomas, pero el camarógrafo de televisión tenía la culpa principal. Nada podíamos hacer y los presidente poco a poco se acercaban, todos buscaban que Piñera saludase a Morales, pero no se dio. Y como todos esperaban la buena toma nadie dejaba su lugar, el de la escalera nunca se movió ni un centímetro hacia abajo.

Con la decepción de no tener la foto oficial salía del museo de la nación y me encontré con Ángel Vilcatoma, amigo del cole-gio, quien me permitió volver a entrar. En la puerta principal el jefe de seguridad ya no quería que la prensa entre al lugar, me quité el chaleco, guardé la cámara y entramos por una puerta lateral como si fuera parte del equipo de producción del que él formaba parte.

Pude volver y conseguí fotos de Sebastián Piñera quien ha-blaba sobre los ataques que Evo Morales le había propinado sobre la relación entre sus países y el Perú. Me mostró la sala de reuniones en la que habíamos estado el primer día, pero ahora estaba vacía y la arreglaban para la reunión de manda-tarios y luego de empresarios.

Llegamos a ver el estacionamiento con más de 30 Mercedes Benz especialmente alquilados por el gobierno para el trans-porte de todos los mandatarios y cancilleres. Todos tenían po-licías, Seguridad del Estado y seguridad oficial. Dilma Rous-seff y Juan Manuel Santos ya habían abandonado el Museo de la Nación y pude ver todo el despliegue de seguridad que se puede pedir.

Allí acabaría lo más emocionante de la cumbre, más tarde to-davía podríamos fotografiar una conferencia de prensa, pero la cancelaron a último momento luego de postergarla una hora. Me acerqué a Lino Chipana para pedirle una entrevista sobre el tema del Rey de Jordania, por fin, pero no me la quiso dar.

• El diario es el que maneja el tema, te mentiría si te digo que te la puedo dar. – me dijo.

• Bueno, no se preocupe, Chamba es chamba y hay que cuidarla.

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MIRADAS

Vertov sencillamente exprime al máximo el lenguaje audiovisual de la época que, siendo francos, todavía no tenía el rótulo de lenguaje totalmente ganado. Sin embargo, este cineasta supo aprovechar las recursos que el gobierno ruso les brindaba a los realizadores que estabana a favor de la causa para experimentar a sus anchas su teoría del cine-ojo.

La teoría del Cine-ojo fue desarrollada por Vertov durante los años 1922 y 1923 en la que llega a plantear algunas pautas para la realización del cine más objetivo posible. Si se sigue el espíritu de la época podemos apreciar que muchos de los cineastas rusos (como Eisenstein o Kulechov) tratan de definir lo que es la producción cinematográfica a su manera, pero los grandes paraguas que los contenían eran la representación de la realidad tal cual es y el uso del montaje (edición) como herramienta principal de sus productos. En este sentido, Dziga Vertov define que todo realizador que quiera reflejar un trabajo que esté lo más cercano a la realidad debería cumplir con algunas de sus pautas: no usar puesta en escena, ni actores ni guión, conseguir la mayor objetividad posible, captar imágenes sin preparación y usar el montaje como principal nexo de conexión.

Todas estas herramientas están dispuestas en El hombre con la cámara. Estrenada en 1929 y que en su primera escena muestra imágenes del estreno de ese mismo documental dentro de una sala de cine.

El hilo conductor de esta historia que retrata la vida de un camarógrafo durante todo un día de trabajo, sin embargo, limitar todo el sentido de esta producción de Vertov sería negar la magnitud de su experimento.

El proyecto del realizador toma imágenes de la realidad captadas con anterioridad para, a partir del montaje, construir una historia que respeta la objetividad de las imágenes y que luego cumple con la estructura narrativa dispuesta por el director. Vertov logra crear un discurso sobre las interrelaciones sociales bajo el régimen socialista. Es el desarrollo de las descripciones sociales que Marx desarrolla como base del socialismo y que Vertov retrata fielmente en el estilo de vida de un día en San Petersburgo de la época (1929).

La representación de la ciudad industrial y de las relaciones entre burguesía y proletariado en sus diferentes facetas retratan la sociedad que existía en su medio inmediato. Se puede ver la vida industrial, el descanso, el deporte, el relax y otras actividades humanas que pueden ser desarrolladas al mismo tiempo, en el mismo espacio; pero que las diferencias sociales determinan de qué manera realmente se presentan en el día a día.

Vertov, luego de desarrollar su tema, nos pone ante los ojs una pequeña reflexión a partir del montaje: no importa tanto la condición social, ni los eventos, ni las ventajas o desventajas de ciertos grupos sociales; lo que importa es que todos pertenecemos a la misma sociedad y nos desarrollamos en el mismo espacio. Somos un todo y, aunque la sociedad como medio masivo ya casi ha desaparecido como la mayoría, para la época este mensaje retrataba lo escencial de los procesos industriales. Vertov va más allá con su propuesta y demuestra que, a partir de lo audiovisual, se puede lograr transmitir mensajes sociales sin usar las descripciones textuales de los conceptos.

El ojo de VertovMás de 80 años luego de su estreno, esta semana me encausé en ver la obra maestra de

Dziga Vertov: El hombre con la cámara.

Texto: Carlo Reátegui

EL HOMBRE CON LA CÁMARA:

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PERFIL

El hombre detrás de la salchicha huachanaTexto y fotos: Chinn de la Cruz

Lo llamé el viernes por la tarde, desde Lima, para planear una cita con él para el día domingo. La contestadora auto-mática que viene por defecto en la línea ya estaba por con-testarme luego de que sonara el cuarto timbre cuando, en medio de un estrepitoso ruido, me contesta una voz calmada que se deja escuchar con esfuerzo. “Aló, con don Simón Kian, por favor” dije. “Él habla”, me respondieron por el telé-fono.

Luego de una breve presenta-ción y de realizar las consultas respectivas del caso, de muy buena manera, don Simón, sin poner alguna objeción, me concedió la cita para el domin-go en la mañana. Ninguno de los dos habíamos tomado en cuenta que ese fin de semana, largo como muchos lo denomi-nan por los dos días feriados que el gobierno había decretado por la cumbre ASPA desarrollada en Lima, las cosas se complicarían. Hablo de los dos porque, el sábado, al ir en busca de buses que me trasladen a Huacho, no encontré agencia alguna que no tenga una cola inmensa por delante o que tenga más unidades móviles para trasladar al público. Eso por un lado.

Por otro lado, no había tomado en cuenta que lo más proba-ble era que don Simón estuviese ocupado el domingo aten-diendo en el restaurant que acababa de inaugurar hace ya algunos meses entre el Jirón La Merced y el Pasaje Changa-naquí, frente al Mercado modelo de Huacho.

Dicho y hecho. Fui el domingo a su local y lo encontré en ple-na faena. Eran las diez de la mañana. Mesas abarrotadas, un par de familias esperando que se desocupen las mesas ocupadas por los comensales. Don Simón Kian Moromizato, libreta y pan con salchicha huachana en mano estaba aten-diendo. Su esposa, la señora Carmen Ysa, preparaba los

pedidos instantáneamente detrás del mostrador principal. La ayudaba una señorita. El restaurant Embutidos Kian aparte de lleno, andaba viento en popa.

Kian: marca registrada

Y es que la marca Kian, en Huacho, no solo es sinónimo de salchicha, sino

también de tradición y calidad. Y estas distinciones se las debe gracias a la abnegada labor de don Simón. Responsable de tan rica tradición, el hoy gerente de Embutidos Kian ha manteni-do viva una receta que viene desde la época de sus abue-los, los primeros inmigrantes japoneses en Huacho: don José Kian y Carmen Futenma.

“Mis abuelos, mi papá y yo” me comenta don Simón mientras

charlamos sobre los orígenes de la receta familiar y la continuidad de

la empresa.

Sin embargo, Embutidos Kian no es simple-mente una empresa por así decirlo. Es, en suma,

una gran familia. Porque detrás de toda esta maquinaria que produce salchicha huachana, relleno y chicharrón de prensa como productos principales, hay una esposa y cuatro hijos. Hay un grupo humano en donde “todos metemos mano para que la empresa salga adelante”, como señala Keiko Kian, hija mayor de don Simón.

Y es que los Kian, aparte de ser muy conocidos por sus pro-ductos, también son reconocidos por su actividad social en la ciudad. Don Simón, en este año, ha sido distinguido por la Municipalidad Provincial de Huaura – Huacho “por su contri-bución a la identidad gastronómica y arte culinario mediante la producción de la salchicha huachana”. Ni qué decir de su exitosa participación en las últimas ediciones de la feria gas-tronómica Mistura.

Amable, sencillo y trabajador. Así lo definen muchos de los que conocen a don Simón Kian. Gran parte de su vida la ha dedicado a la elaboración de uno de los emblemáticos platos de

bandera de la ciudad de Huacho: la salchicha huachana.

Asimismo, hoy en día también se desempeña como vicepre-sidente de la Asociación Peruano Japonesa de Huacho. En ella se desenvuelve un poco más en la faceta de proyección social y ayuda a los pueblos jóvenes reafirmando su con-vicción e identificación con su ciudad natal: como él mismo sostiene “todo por Huacho, como siempre”.

Con las manos en la salchicha

Antes de continuar, creo que hay una verdad que debo anun-ciar: el domingo que fui a buscar a don Simón, -sí, el domingo en el que lo encontré atendiendo con libreta y pan con salchi-cha huachana en mano- no lo pude entrevistar. Como ya he mencionado, el salón del restaurant estaba repleto y por con-sideración preferí trasladar nuestra cita para el día lunes. Y es que el negocio es así y la fecha ameritaba que se aprovechen las circunstancias para beneficio de cafetín.

Lunes, once de la mañana. Me acerco al restaurant y me en-cuentro con un panorama desolador: mesas y vitrinas vacías. A esa hora de la mañana ya se habían terminado todos los productos. Ni salchicha, ni relleno, ni butifarra. Ni jugo, ni té, ni café. Todo se había acabado. Y, para mi mala suerte, no se encontraba don Simón.

Me recibió su hija Keiko quien me informó que su papá había salido a comprar insumos para luego trasladarse a la planta de preparación para, efectivamente, preparar más salchicha. Me inmuté al saber la noticia. Sin embargo, no dudé en sacarle la vuelta a la oportunidad. Dado que don Simón no se encontra-

ba, aproveché en hacerles unas preguntas a Keiko y a doña Carmen, su esposa.

Al rato, terminé de hablar con ambas y me dirigí a la planta de embutidos. Estaba a seis cuadras del Mercado modelo, apro-ximadamente. Toco la puerta, una señora me abre la ventana. Le pregunto si es la casa del señor Kian. Asevera con la cabe-za y me dice “pasa, está adentro”.

Un olor a achiote, vinagre, pimienta y comino me recibe mien-tras avanzo por el pasadizo principal. Don Simón, previa coor-dinación telefónica, me está esperando para cumplir con su palabra. Como siempre, las mangas remangadas. Don Simón es una persona muy activa. Según sus hijos, “es una persona muy trabajadora, se levanta muy temprano, desde las seis y media de la mañana para ver el tema de la elaboración de la salchicha”.

Sin embargo, no todo los créditos se los lleva don Simón. Su esposa, doña Carmen, también “se levanta de madrugada para preparar el chicharrón. El trabajo es de los dos” sostiene su hija mayor, Keiko, quien es la que se encarga de la publici-dad de la empresa.

Con las manos dispuestas a la labor de sazonar la carne, me comenta que la primera característica para reconocer que una salchicha pertenece a Embutidos Kian es el color. Y eso, creo yo, me lo dice con justas razones. Porque a ello, don Simón me comenta: “durante años he trabajado con el achiote para poder conseguir ese color distintivo de nuestro producto”.

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PERSONAJE

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Y para rematar, me dice: “todo siempre con el secreto de Oyichan (el abuelo)”.

Don Simón: humildad y sencillez

Don Simón tiene 63 años, muchos de los cuales los ha de-dicado a la elaboración de la salchicha huachana. Y no por una cuestión de trabajo, sino por un tema familiar: junto a sus padres –Juan Kian y Rosa Moromizato- aprendió la re-ceta de la elaboración del emblemático embutido del Norte chico. Actualmente, aparte del restaurant, los Kian siempre han ocupado el puesto cuatro y cinco en el Mercado modelo de Huacho.

Según Victoria Panduro, vecina que se dedica a la venta de pollos muy cerca al puesto de don Simón, nos comenta que “(con Simón) nos conocemos desde la juventud, mis padres se conocen con sus padres. Bien trabajador, buen amigo, muy colaborador”.

Así pues, cuando le pregunté a don Simón sobre como tomó la invitación para participar en Mistura, su primera respuesta fue: “con sencillez”. Y es que don Simón, aparte de ser ama-ble con el público, es un padre ejemplar y que engríe mucho. Según Keiko, su hija mayor, su papá es “súper consentidor, siempre preocupado por su familia”.

Sin embargo, así como sencillo y humilde, también es algo cauto. Cauto en el sentido que se toma su tiempo para pen-sar las cosas, analiza cautelosamente las ventajas y desven-tajas de sus decisiones y, lo más importante, lo consulta con su familia. Y es gracias es este forma de ser que don Simón ha podido dar el salto de expandir la empresa familiar hasta lugares que nunca antes se había imaginado.

Del mismo modo, su esposa, Carmen Ysa, lo define como una persona “amorosa, responsable, comprensiva y muy buena”. Todos sus familiares concuerdan en dos cosas fun-

damentales: don Simón aparte de sencillo, es considerado la cabeza y motor de la empresa Embutidos Kian.

Mistura y su salchicha

Don Simón y Embutidos Kian vienen participando en Mistu-ra desde hace más de dos años y distribuyen el embutido a los restaurantes de Gastón Acurio. Según cuenta don Simón, “Gastón mandó a pedir la salchicha que preparábamos. Lla-mó a su chef principal y le ordenó preparar el embutido. A los quince minutos, llegó el chef con el plato. Gastón probó y nos dijo que quería que nosotros seamos los abastecedores de salchicha en sus restaurantes”.

Cuando me cuenta la anécdota, don Simón despliega una sonrisa de satisfacción. Siente que su labor está tomando el punto adecuado para ser servido y comido. Pese a ello, no duda en recalcar que por más que su marca sea re-conocida, “siempre hay que buscar mejorar la calidad del producto”.

La misma sensación siento cuando converso con su hija Keiko. Todos estaban emocionados con la noticia. Pero, así como en un momento hubo emoción, también hubo preocupa-ción. Como ya había mencionado, don Simón es muy cauto. Cuando fue invitado a participar en Mistura por el Gobierno Regional de Lima Provincias, consultó con su familia su par-ticipación y el temor de explorar esta nueva experiencia se convirtió en el apoyo y respaldo que recibió de todos sus hijos.

Como dice Keiko Kian: “lo que le falta a mi padre, esos pe-queños vacíos, lo completamos nosotros, sus hijos”. Y eso no está lejos de la realidad: me despido de don Simón en la planta de elaboración. De regreso, paso por el restaurant, tomo algunas fotografías. Regreso a casa, me siento frente a la PC para subir las fotos al Facebook. Etiqueto a Embutidos Kian y veo que hay un sinnúmero de fotos donde aparece don Simón al lado de su familia en plena faena de trabajo.

Embutidos Kian no es simplemente una empresa, es -por así decirlo- una gran familia

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