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CAUSALES DEL ENUNCIADO Y DE LA ENUNCIACIÓN: EL SISTEMA DE LAS
ORACIONES CAUSALES EN LATÍN
José Miguel BAÑOS BAÑOS, Las oraciones causales en latín, Philolo-
gica. Publicaciones del Dpto. de Filología Latina de la Universidad
Complutense de Madrid, Escolar y Mayo, 2014, 203 pp.
0. DESDE SU TESIS DOCTORAL1, las oraciones de quod y quia y, en ge-
neral, la expresión de la Causa en latín ha sido un tema recurrente en
la bibliografía del profesor José Miguel Baños2. La monografía que
ahora nos presenta, por tanto, no es sino el fruto de “una investigación
prolongada durante casi tres décadas” (p. 15), lo que dota a la obra de
una gran profundidad y alcance3.
En primer lugar, no resulta difícil apreciar la lectura exhaustiva y
detenida que ha hecho el autor de la bibliografía dedicada al tema, no
solo en lenguas clásicas sino también en sintaxis románica y lingüística
general, de la que nos proporciona una clara síntesis, tanto más merito-
ria cuanto que en las últimas décadas el de las relaciones adverbiales
de causa en latín ha sido un tema pródigo en estudios4. En segundo lu-
gar, si en algo abunda la obra es precisamente en datos, entre ajenos y,
sobre todo, búsquedas propias, presentados con la desnudez y claridad
suficientes para permitir al lector juzgar por sí mismo. Finalmente, es
–––––––––––– 1 J.M. Baños, Estudio funcional del denominado "quod completivo" en latín arcaico
y clásico: su distribución tras verba affectuum, Madrid, 1990. 2 Sirvan como ejemplos destacados, "Caracterización funcional de la conjunción
quia en latín arcaico y clásico", Revista Española de Lingüística 21.1, 1991, pp. 79-
108; "Análisis funcional de quod tras verbos de sentimiento en latín clásico: su marco
predicativo", en VVAA., Actes XVIIè Colloque International de Linguistique Fonctio-
nelle, León, 1992, pp. 171-173 o “Del latín clásico al latín tardío: eo quod, pro eo quod
y la renovación de las conjunciones causales”, en J.F. González Castro & J. de la Villa
(eds.), Perfiles de Grecia y Roma. III, Madrid, 2010, pp. 269-277. 3 Sobre este tema ya en 2011 había ofrecido el autor una primera visión de conjunto
(J.M. Baños, “Causal clauses”, en Ph. Baldi & P.L. Cuzzolin (eds.), New Perspectives
on the Historical Latin Syntax. IV. Complex Sentences, Grammaticalization, Typo-
logy, Nueva York-Ámsterdam, 2011, pp. 195-234), que es el punto de partida de la
monografía ahora publicada. 4 “Pocos aspectos de la sintaxis latina se han beneficiado tanto como las citadas
conjunciones [quod, quia, quoniam] de la realización de estudios particulares” (M. J.
roca, “Quod, quia, quoniam en Amiano Marcelino”, Fortunatae 9, 1997, p. 238).
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de agradecer que sus reflexiones se vean acompañadas e ilustradas con
tal cantidad de ejemplos latinos, todos ellos traducidos y comentados
con precisión filológica.
Teoría lingüística y lectura de los clásicos latinos se dan la mano,
pues, en esta monografía, cuyos contenidos comentaré en las siguientes
páginas respetando el orden con el que el autor ha estructurado el libro:
“causalidad y subordinadas causales” (pp. 17-27), “semántica y sintaxis
de la oraciones causales” (pp. 28-37), “origen y procesos de gramaticali-
zación” (pp. 38-81), “el sistema de las oraciones causales en latín clásico”
(pp. 82-133) y, en fin, la “evolución diacrónica de las oraciones causales”
(pp. 134-172).
1. El primer capítulo está dedicado a delimitar el objeto de estudio
de la obra, empezando por el concepto mismo de ‘causalidad’, entendido
en términos lógicos como la relación que se establece a nivel cognitivo
entre dos eventos de suerte tal que uno se considera desencadenante del
otro. Dicho concepto engloba, por tanto, un grupo amplio de relaciones
adverbiales (causales, condicionales, concesivas, finales y consecutivas)
que comparten la relación lógica causa-efecto5, y que habitualmente
aparecen descritas por las gramáticas históricas en apartados clara-
mente diferenciados6.
De estos cinco tipos de oraciones subordinadas, solo las causales, en
el sentido más restrictivo del término, centran la atención del autor en
esta obra. Además, “puesto que este estudio se basa en el análisis de las
subordinadas conjuncionales –nos advierte– no tomaré en consideración
aquellas estructuras predicativas no conjuncionales que pueden expre-
sar de forma contextual un contenido causal” (p.22) 7.
2. En el capítulo segundo están trazadas las líneas argumentales del
libro. Su fundamentación teórica parte de la propuesta de la Gramática
–––––––––––– 5 Para un tratamiento más amplio del concepto lógico de ‘causalidad’, cf., por ejem-
plo, M. Prandi, “Espressione della causalità”, en R. Simone (ed.), Enciclopedia
dell’italiano, Roma, 2010, vol. I, pp. 191ss. 6 Aunque cada vez son más las perspectivas de análisis que priman los aspectos
compartidos por cada una de estas oraciones subordinadas. Prueba de ello es el tra-
tamiento común que reciben las oraciones temporales y causales, las finales y conse-
cutivas o las condicionales y concesivas en J. M. Baños (coord.), Sintaxis del latín
clásico, Madrid, 2009, pp. 601-678 o, para el español, el hecho de que la RAE en su
Nueva gramática de la lengua española, Madrid, 2009, pp. 3449-3621 englobe en un
mismo capítulo las oraciones causales y finales, por un lado, y las oraciones condicio-
nales y concesivas, por otro. 7 Esto es, las oraciones de relativo con matiz causal, determinadas oraciones de
participio concertado y oraciones principales introducidas por conectores como nam o
enim.
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Funcional, en los términos planteados por S. Dik8, sobre la estructura
de la oración y que, a grandes rasgos, distingue, fuera de la predicación
nuclear, dos tipos de constituyentes no obligatorios: los adjuntos, que
informan sobre el evento descrito por el predicado, y los disjuntos, que
atañen al propio acto de habla.
De acuerdo con esta distinción, Baños establece dos tipos básicos de
oraciones causales:
(i) las causales internas o del enunciado, que “indican la causa o mo-
tivo que desencadena o hace posible el estado de cosas expresado por la
oración principal” (p. 29) y se integran dentro del predicado en el nivel
de los adjuntos, y
(ii) las causales externas o de la enunciación9, mediante las cuales
“el hablante señala la fuente o evidencia que justifica la validez del con-
tenido proposicional” o “justifica el propio acto de habla” (p. 31), que se
integran en el nivel de los disjuntos.
Se trata de una distinción con validez interlingüística. Como señala
la RAE10, frente a una causal del enunciado como Llueve porque la zona
está cerca de la montaña, donde “puede entenderse que la cercanía de la
montaña produce, o al menos favorece, el hecho de que llueva”, en una
causal de la enunciación como Llueve, porque la gente lleva paraguas,
“el hecho de que la gente lleve paraguas se interpreta como la causa de
que el hablante INFIERA y, por tanto, COMUNIQUE que está lloviendo”.
En realidad, ya las gramáticas históricas apuntaban a una oposición
entre quod y quia, frente a quoniam, basada en la distinción entre causa
real y causa lógica11, pero de la lectura de estas gramáticas se desprende
–––––––––––– 8 The Theory of Functional Grammar. Part I: The structure of the clause, Berlín-
Nueva York, 1997. Para el latín, cf., por ejemplo, A. M. Bolkstein, “Latin sentential
complements from a functional grammar perspective”, en M. Lavency & D. Longrée,
Actes du Ve Colloque de Linguistique latine, Lovaina-La Nueva, 1989, pp. 41-52. 9 El autor emplea indistintamente los términos “causales del enunciado” o “internas”,
por un lado, y “causales de la enunciación” o “externas”, por otro, siguiendo el modo de
proceder de la Nueva gramática de la lengua española, op. cit. (n. 6). La distinción en
sintaxis hispánica la estableció R. Lapesa, “Sobre dos tipos de subordinación causal”,
Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, III, Madrid, 1978, pp. 173-205; pero quien
acuña el término, siguiendo a Lapesa, es M. Marín, “A propósito de las oraciones causa-
les. Observaciones críticas”, Cuadernos de Filología 2, 1, 1979, pp. 163-171. Conviene
hacer notar, no obstante, que la dicotomía causales internas/externas ha sido utilizada
en sintaxis latina para distinguir también, dentro de las causales del enunciado, entre
aquellas que expresan Motivo y aquellas que expresan Causa, respectivamente (cf. M.
Bassols, Sintaxis latina, Madrid, 1956, I, p. 349). 10 Nueva gramática de la lengua española, op.cit. (n. 6), p. 3472. 11 Cf. M. Bassols, Sintaxis Latina, op. cit. (n. 9), p. 349.
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con frecuencia la impresión de que las diferencias entre las tres conjun-
ciones no son en modo alguno nítidas12. Pues bien, frente a tales plan-
teamientos, una idea central de la monografía es que, al menos en época
arcaica y clásica, existe una oposición clara entre (i) quod y quia, como
introductoras de causales del enunciado, y (ii) quoniam (y quando), como
introductoras de causales de la enunciación13.
2.1. Las posibilidades de distinguir entre diferentes tipos de oraciones
causales no se agotan ahí. Las oraciones introducidas por quod y quia,
esto es, las causales del enunciado, pueden expresar a su vez tanto la
Causa física (Se le ha estropeado el coche porque está ya muy viejo) como
el Motivo interno (Se marchó de la fiesta porque estaba aburrido). Mien-
tras que las primeras describen situaciones no controladas e inconscien-
tes, las segundas dependen de la voluntad y el control de un Agente14. La
pregunta que se plantea Baños es si esta diferencia semántica está gra-
maticalizada en latín, como sucede, por ejemplo, en holandés, que emplea
distintas conjunciones según que la oración subordinada exprese Causa o
Motivo15, o si, por el contrario, la situación del latín se parece más a la del
español, que no distingue formalmente entre ambos tipos.16. Pues bien:
“tanto quod como quia parecen expresar indistintamente la causa física y
el motivo interno” (p. 30).
–––––––––––– 12 Así, cf. Hofmann & Szantyr (Lateinische Syntax und Stilistik, Múnich, 1965, p.
627): “bei Dichtern seit Lucr[etius], namentlich aber in der silbernen Latinität wird
quoniam ganz Synonym von quia und quod (nicht selten im Weschel Konjunktionen,
z. B. bei Collum[ella]". 13 Para un planteamiento similar, cf., entre otros, A. M. Bolkestein, “Causally re-
lated predications and the choice between parataxis and hypotaxis”, en R. Coleman
(ed.), New studies in Latin linguistics, Londres, 1991, pp. 427-454; H. Pinkster, “The
use of quia and quoniam in Cicero, Seneca, and Tertullian” en B. R. Page & A. D.
Rubin (ed.), Studies in classical linguistics in honour of Philip Baldi, Leiden, pp. 81-
96 o M. J. Roca, op. cit. (n. 4). Sin embargo, S. Mellet (“Quando, quia, quod, quoniam:
analyse énonciative et syntaxique des conjonctions de cause en latin", en D. Longrée
(ed.) De VSU. Études de syntaxe latine offertes en hommage à Marius Lavency, Lo-
vaina, 1995, pp. 211-228) piensa que la oposición se daría sólo entre quod, causal del
enunciado, y quoniam, causal de la enunciación, en tanto que quia sería la conjunción
no marcada. 14 Aunque autores como E. Vester (Instrument and Manner expressions in Latin,
Assen, 1983) o H. Pinkster (Sintaxis y semántica del latín, Madrid, 1995) prefieren
diferenciarlas en términos de Funciones Semánticas distintas, M. E. Torrego, “Abla-
tivo”, en J. M. Baños (coord.), Sintaxis…, op. cit. (n. 6), pp. 227ss. prefiere considerar-
las variantes de una misma Función Semántica. 15 Cf. G. Geerts et al. (eds.), Algemene Nederlandse Spraakkunst, Lovaina, 1984, p.
655: mientras que omdat puede expresar tanto la Causa como el Motivo, doordat está
restringida a la Causa. 16 Cf. RAE, Nueva gramática de la lengua española, op. cit. (n. 6), p. 3453.
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Aunque tal distinción no se haya gramaticalizado en latín, diferen-
ciar entre Causa y Motivo en este contexto puede ser útil a otros propó-
sitos. Las oraciones finales y causales en latín comparten algunos con-
textos funcionales, e incluso pueden llegar a coordinarse17. Pues bien, si
tenemos presente la distinción entre Causa y Motivo, podemos observar
que solo las oraciones de quod y quia que expresan Motivo, dado que
comparten las mismas restricciones semánticas (/+control/, /+humano/,
/+volición/), pueden aparecer coordinadas con una oración final
(SEN.suas.2,10, Huius suasoriae feci mentionem non quia in ea subtili-
tatis erat aliquid quod uos excitare posset, sed ut sciretis quam nitide
Fuscus dixisset uel quam licenter).
2. 2 También en el ámbito de las causales de la enunciación Baños
distingue dos tipos básicos: (i) causales epistémicas (Tu madre está en
casa porque tiene el coche en la puerta) y (ii) causales ilocutivas (Ya que
tienes tanta curiosidad, no estoy casada). Mientras que con las primeras
el hablante justifica la validez del contenido proposicional, con las se-
gundas explica por qué lo ha enunciado.
Lo verdaderamente interesante en este caso es que no sólo cabe hablar
de diferencias semánticas, sino también de diferencias sintácticas. La Gra-
mática Funcional, dentro de los complementos externos a la predicación
(disjuntos), distingue entre un primer nivel, el de la proposición, donde se
ubican aquellos constituyentes que explicitan la actitud del hablante res-
pecto del contenido proposicional (disjuntos proposicionales), y un segundo
nivel, el de la ilocución, donde se ubican los constituyentes que especifican
o modifican la fuerza ilocutiva del discurso (disjuntos ilocutivos)18. Pues
bien, según el autor, “las causales epistémicas son un tipo de subordinadas
en el nivel de la proposición, y las causales ilocutivas de subordinadas en
el nivel de la ilocución” (p. 35).
De ahí que en un oración como SEN.dial.7,5,1, Quoniam liberaliter
agere coepi, potest beatus dici qui nec cupit nec timet beneficio rationis,
quoniam et saxa timore et tristitia carent nec minus pecudes (“Ya que me
he puesto a tratar del asunto extensamente, se puede llamar feliz a
quien ni tiene deseos ni temores gracias a la razón, pues también las
piedras están libres de temor y tristeza, y no menos las reses”) las dos
subordinadas introducidas por quoniam no se pueden coordinar, en la
medida en que la primera se integra en el nivel de la ilocución y la se-
gunda en el de la proposición.
–––––––––––– 17 Cf. M. E. Torrego, “Variantes conjuncionales para la expresión de la finalidad en
las oraciones subordinadas latinas”, Revista de la Sociedad Española de Lingüística
18, pp. 317-319. 18 Cf. S. Dik, The Theory of Functional Grammar…, op.cit. (n. 8), pp. 49ss.
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2. 3 El autor dedica la última parte del capítulo a contrastar la situa-
ción del latín con la de las lenguas actuales de Europa, que puede resu-
mirse en:
(i) tanto en español (porque), como en inglés (because), alemán (weil),
francés (parce que) o italiano (perché), la conjunción que prototípica-
mente introduce causales del enunciado (Tu madre no está porque hoy
tenía que ir al médico) puede introducir también causales de la enuncia-
ción en el nivel proposicional (Tu madre no está, porque no veo el coche),
pero no en el ilocutivo (*Porque me lo preguntas, tu madre no está), y
(ii) lo normal es que las causales de la enunciación, puesto que “ex-
presan matices textuales y argumentativos muy diversos, dispongan de
una mayor gama de conjunciones” (p. 38): esp. ya que, puesto que, dado
que, que, pues, como, etc.
Pues bien, creo que estas dos conclusiones merecen una mayor relevan-
cia. Y es que, desde un punto de vista tipológico, la lengua de Cicerón y
César presenta una distribución conjuncional significativamente distinta
a la de las lenguas europeas actuales, incluidas las lenguas romances:
(i) a diferencia del esp. porque, o el it. perché, las conjunciones que en
latín introducen causales del enunciado, quod y quia, no pueden intro-
ducir causales de la enunciación, ni siquiera en el nivel proposicional, y
(ii) el número de conjunciones de que dispone el latín clásico para
introducir causales de la enunciación es, comparativamente, mucho más
limitado: quoniam y quando, fundamentalmente.
3. Siempre dentro del ámbito de la Gramática Funcional, y apoyán-
dose en estudios recientes de Tipología Lingüística sobre la subordina-
ción adverbial19 y los procesos de gramaticalización20, Baños propone
que la distinción que acabamos de presentar en § 2 sirve para explicar
no solo el sistema de conjunciones causales en latín clásico desde una
perspectiva sincrónica, sino también la génesis misma de estas conjun-
ciones, cuestión a la que dedica el tercer capítulo del libro.
3.1 De la aplicación directa al latín de los criterios empleados por
Kortmann21 para el estudio de las conjunciones adverbiales en medio
centenar de lenguas de Europa, el autor distingue dos grupos básicos de
oraciones causales en latín, según su distinto proceso de gramaticaliza-
ción:
–––––––––––– 19 Cf. B. Kortmann, Adverbial subordination, Berlín-Nueva York, 1997; S. Cris-
tofaro, Subordination, Oxford, 2003; K. Hengeveld (ed.), The internal structure of ad-
verbial clauses, Estrasburgo, 1993. 20 W. Croft, Typology and universals, Cambridge, 1990; C. Lehmann, Thoughts on
grammaticalization, Erfurt, 2002; P. J. Hooper & E. C. Traugott, Grammaticaliza-
tion, Cambridge, 2002. 21 Adverbial subordination, op. cit. (n. 19).
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(i) aquellas cuyo contenido causal es primario y/o exclusivo, y que
tienen su origen en palabras pertenecientes a otra categoría morfosin-
táctica, en concreto el tema de relativo-interrogativo (kwi / kwo): quod,
quia, quo, quin, y
(ii) conjunciones que sólo de forma secundaria o contextual expresan
un contenido causal, y que primeramente se gramaticalizaron como por-
tadoras de una variada gama de contenidos adverbiales: temporal (quo-
niam, quando, cum, dum, postquam, ubi), modal (ut, quomodo) o condi-
cional (siquidem).
El lector perspicaz se habrá percatado de que esta clasificación no
difiere, en lo que respecta a las conjunciones que integran cada grupo,
de la que previamente se presentó para distinguir entre causales del
enunciado y causales de la enunciación. Es ahí donde el autor quiere
llegar: “al menos en latín clásico, se constata una relación evidente entre
el origen morfológico, el grado de gramaticalización (primaria o secun-
daria) y el tipo de causalidad (interna o externa) que expresan las dis-
tintas conjunciones latinas” (p. 41).
3.2 Las conjunciones que introducen causales del enunciado en latín
proceden etimológicamente del antiguo indefinido-interrogativo indoeu-
ropeo, cuya reconstrucción –controvertida22– remonta a dos temas: kwi /
kwo. De su uso como relativo derivarían las conjunciones quod, (non) quo
y quin.
En el caso de quod, el autor se apoya en la teoría, ya clásica, de J.
Haudry23 sobre el origen de la subordinación en las lenguas indoeuro-
peas para explicar su génesis y gramaticalización como conjunción cau-
sal y completiva. Según el autor francés, hay que partir de una estruc-
tura correlativa (quod… id) objeto de posteriores modificaciones, tales
como la inversión del orden (quod… id > id… quod), la fusión (id… quod
> id quod) y la desaparición del anafórico (quod). A partir de los valores
sintácticos de id (Sujeto u Objeto Directo) se explicarían los usos de quod
completivo, en tanto que el uso como conjunción causal procedería de los
“numerosos ejemplos, sobre todo en latín arcaico, en los que una forma
pronominal neutra es un ‘acusativo adverbial’ o de relación” (p. 47).
Que en el origen tanto de quod completivo como de quod causal sub-
yace una estructura correlativa me parece incuestionable: los datos la-
tinos, de los cuales el autor proporciona un buen número de ejemplos,
atestiguan cada una de sus fases y, además, cuenta con el correlato de
–––––––––––– 22 Un buen resumen de las principales teorías puede consultarse en J. A. Beltrán,
Introducción a la morfología latina, Zaragoza, 1999, pp. 115-116. 23 “Parataxe, hypotaxe et corrélation dans la phrase latine”, Bulletin de la Société
de Linguistique 68, 1, pp. 147-186.
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otras lenguas indoeuropeas24. Lo que ya no resulta tan claro es que en
estos casos quod funcione como un relativo, esto es, que desempeñe una
función sintáctica dentro de la oración que introduce25. De hecho, el pro-
pio J. Haudry26 está admitiendo el valor conjuncional de quod cuando
reconoce que “quod n’a pas de fonction dans la proposition qu’il intro-
duit”. Y es que, si bien el esquema correlativo es útil para explicar cómo
quod ha llegado a adquirir un significado causal a partir de la transfe-
rencia al conjunto de la subordinada del valor causal del correlativo fó-
rico (id o eo), una vez que este es omitido, no explica, a mi juicio, cómo
el tema de relativo ha llegado a gramaticalizarse como conjunción en
latín.
No es cosa de extenderse aquí en las objeciones que podrían plan-
tearse al proceso descrito por el autor francés, dado que ya el propio Ba-
ños nos advierte de que no va a detenerse “en el análisis puntual de las
distintas fases de este proceso de gramaticalización” (p. 49). En cual-
quier caso, el punto central de la argumentación es señalar que quod y
quia han llegado a funcionar como conjunciones causales por caminos
distintos, algo que, como veremos en § 4, sirve para explicar algunas de
sus diferencias distribucionales en latín arcaico y clásico.
3. 3 En cuanto a quia, el autor no sigue la explicación de Haudry, que
propone un desarrollo similar al de quod27, sino la de las principales
gramáticas históricas28: neutro plural del tema kwi, de su función como
interrogativo-causal (VERG.Aen.5,13 Quianam tanti cinxerunt aethera
nimbi?, “¿Porqué nubes tan grandes han ceñido el éter?”), su gramatica-
lización como conjunción causal derivaría de estructuras paratácticas de
pregunta-respuesta en los que “eine Schwund der Pause und des Frage-
tons”29 habría provocado una reinterpretación de la frase. Prueba de la
vigencia que tuvo en latín esta tendencia a reinterpretar como conjun-
ciones causales los pronombres interrogativos es el hecho de que en
–––––––––––– 24 Cf. J. Mendoza, “Sintaxis”, en F. R. Adrados et al., Manual de lingüística indoeu-
ropea. III., Madrid, 1998, p. 235. 25 Sobre la existencia de contextos puente, cf. J. M. Baños, “Análisis sintáctico de
las construcciones quid est quod, est quod, nihil est quod en Plauto y Terencio", Cua-
dernos de Filología Clásica-Estudios Latinos 1, 1991, pp. 29-86. 26 Op.cit. (n. 23), p. 157. 27 Ibid. p. 156. 28 Así, R. Kühner & C. Stegmann, Ausführliche Grammatik der lateinischen
Sprache, 1912, pp. 270-271, o A. Ernout & F. Thomas, Syntaxe latine, 1953, París, p.
347, entre otros. 29 Hofmann & Szantyr, op.cit. (n. 12), p. 585.
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época tardía vuelvan a producirse procesos similares con los interroga-
tivos cur y quare (pp. 56-58). Como ya señaló Väänänen30, a partir de
estructuras paratácticas del tipo SUET.Tib.59, non es eques; quare? Non
sunt tibi milia centum (“No eres caballero. ¿Por qué? No tienes cien mil
sestercios”), la pérdida de la pausa entre el interrogativo y la respuesta,
y el consiguiente cambio de entonación, habrían provocado la reinter-
pretación de quare como conjunción (CIL 5,2421, Rufa, ita uale, quare
bene felas, “Rufa que te vaya bien, pues la chupas estupendamente”).
3.4. A diferencia de las causales del enunciado, cuya etimología re-
monta a dos temas únicamente, la variedad de orígenes que presentan
las conjunciones que introducen causales de la enunciación es con-
gruente con su elevado número, si bien “de todas ellas, las únicas con-
junciones realmente productivas en latín arcaico y clásico son quoniam
y quando; el resto, o bien presenta un contenido causal de forma contex-
tual, fruto de una inferencia pragmática […] o bien lo hacen de forma
poco frecuente y casi siempre limitado al latín posclásico y tardío” (p.40).
Dejando al margen las consideraciones puntuales sobre cada una de
estas conjunciones, el aspecto más destacable de las conclusiones de Ba-
ños en este punto es la constatación de que todas las conjunciones lati-
nas que introducen causales de la enunciación han llegado a expresar
un contenido causal de forma secundaria, es decir, que primeramente se
gramaticalizaron como conjunciones con un significado adverbial dis-
tinto del de Causa.
En realidad, si nos limitamos a los datos del latín clásico, las únicas
conjunciones de este tipo que han gramaticalizado un valor causal se
limitan a quoniam y quando, cuyo origen, en ambos casos, es temporal.
Sin embargo, sólo la segunda mantuvo ambos valores. En efecto, en el
caso de quoniam (<*quom + iam) “el valor causal es ya incuestionable
en Plauto; en Terencio y en Lucrecio es el único valor que se documenta,
y es el que aparece de forma constante en prosa clásica” (p. 62)31. Por el
contrario, en el caso de quando, “su valor temporal se mantiene cons-
tante a lo largo de toda la latinidad y es el que perdura en latín tardío y
en las lenguas romances” (p. 63). Al respecto, merece la pena invocar el
testimonio de los gramáticos antiguos: el hecho de que Servio se vea en
la necesidad de explicar el significado causal de quando en Virgilio
–––––––––––– 30 Le latin vulgaire des inscriptions pompéiennes, 1966, Berlín, p. 126. 31 El autor recoge las palabras del gramático Festo como testimonio de la existencia
de una antigua alternancia entre los significados temporal y modal (Fest.261, quo-
niam significat non solum id quod quia, sed apud antiguos etiam id quod postquam).
Según Hofmann-Szantyr, op. cit. (n. 12), p. 627, “schon bei [Plautus] stehen viele Fälle
auf der Grenze der temporalen und kausalen Funktion”.
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(SERV.Aen.2,446, QUANDO quatenus, quoniam) demuestra que, al me-
nos para los hablantes el siglo IV, el empleo causal de quando distaba
mucho de ser habitual.
Desde un punto de vista tipológico, la evolución semántica sufrida
por estas dos conjunciones es la esperable, dado que la simultaneidad
(caso de quando) y la anterioridad (caso de quoniam) constituyen, según
Kortmann32, las dos fuentes principales de conjunciones temporales que
adquieren posteriormente un valor causal.
Ahora bien, dado que “las conjunciones causales de origen temporal
expresan por lo general un tipo específico de causalidad: aparecen en el
nivel de los disjuntos como causales externas” (p. 61), cabe preguntarse
si entre una y otra circunstancia existe una relación de causa-efecto,
tanto más cuanto que se trata de un fenómeno extensible, entre otras
lenguas, al griego, donde las conjunciones de origen temporal ἐπεί,
ἐπείτε, ἐπειδή, ὡς, cuando expresan un contenido causal, se integran
también en el nivel de los disjuntos33.
A mi juicio, los estudios sobre gramaticalización no han reparado su-
ficientemente en la necesidad de aportar una explicación satisfactoria a
este fenómeno, a pesar de presentar correlatos también en lenguas mo-
dernas34. Por su parte, Baños, después de señalar que “no es una ca-
sualidad” (p. 40), ofrece a propósito de quoniam una interesante expli-
cación: la clave de por qué quoniam se integra en el nivel de los disjuntos
estaría en los valores pragmáticos que ya como conjunción temporal pre-
sentaba: “su transformación en conjunción causal viene facilitada por el
adverbio iam, cuyo valor semántico refuerza la naturaleza temática35 de
la oración […] estos valores pragmáticos explican el tipo de causales que
de forma prototípica introduce quoniam” (p. 61). Una conclusión –cabría
añadir– extensible a quando, como puede observarse más claramente
–––––––––––– 32 Op. cit. (n. 19), 181-204. 33 Cf. A. Rijksbaron, Temporal and Causal Conjunctions in ancient Greek, Ámster-
dam, 1976, p. 67-106; R. Kühner & B- Gerth, Ausführliche Grammatik der griechis-
chen Sprache, II, 19554, p. 461, quien pone directamente en relación estas conjuncio-
nes con el latín quoniam o el francés puisque; J. de la Villa, “Variantes en la expresión
de las funciones semánticas Tiempo y Causa en griego antiguo”, Revista se la Socie-
dad Española de Lingüística 19, 1989, pp. 25-47. 34 G. Hassler (“Les conjonctions de causalité et leur grammaticalisation", Linx 59,
2008, pp. 95-114), comenta ejemplos análogos en francés (puisque), italiano (poiché,
giacché) y alemán (denn). 35 Sobre el valor temático de quoniam, cf. S. Meillet, “Quando, quia, quod, quoniam:
analyse…”, op. cit. (n. 13), p. 212.
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en el caso de quandoquidem, “cuyo valor causal es más explícito al re-
forzar con esta partícula [quidem] el carácter asertivo y factual de la
subordinada” (p. 64).
4. El capítulo cuarto constituye el núcleo central de la obra: desde
una perspectiva sincrónica el autor elabora una exhaustiva descripción
semántica, sintáctica y pragmática del sistema de subordinación causal
en latín clásico. De acuerdo con la propuesta de diferenciar dos tipos
básicos de oraciones causales, el capítulo se divide en dos partes: una
primera dedicada al estudio de los rasgos distribucionales compartidos
por las conjunciones quod y quia en oposición a quoniam (pp. 83-128) y
una segunda, que complementa las caracterización negativa de quo-
niam que se desprende de su comparación con quod y quia (pp. 129-133).
4. 1 De entrada, como prueba de su mayor integración sintáctica en
la oración principal, tanto quod como quia pueden aparecer en res-
puesta a interrogativos causales (CIC.dom.8, cur ego non timuerim
quaeris? quia te illinc abisse constabat, “¿me preguntas por qué no tuve
miedo? Porque estaba claro que tú ya te habías ido de allí”), un contexto
del que quedan excluidas las oraciones causales introducidas por quo-
niam. Con todo, como bien ilustran los datos presentados (p. 84), para
introducir una respuesta a un interrogativo causal el latín prefiere la
conjunción quia, siendo excepcionales los ejemplos de quod en este con-
texto, una preferencia congruente con el origen de quia como interroga-
tivo causal (§ 3.3).
4. 2 Quizá la prueba sintáctica más clara a favor de que quod y quia
se integran en el mismo nivel dentro de la estructura oracional son los
numerosos ejemplos en los que las oraciones introducidas por estas con-
junciones aparecen coordinadas36 entre sí (CIC.Sest.145, concedo, et
quod animus aequus est et quia necesse est, “lo acepto, no sólo porque
soy persona tranquila, sino, además, porque no me queda otro remedio”)
o coordinadas con adverbios o sintagmas nominales y preposicionales
causales (LIV.34,4,5, nec altitudine solum tuta urbs, sed quod saxo un-
dique absciso rupibus imposita est, “y no solo por su altura la ciudad
está protegida, sino porque se asienta sobre una roca cortada a pico en
todo su entorno”), y la ausencia, en cambio, de ejemplos de coordinación
con quoniam.
Nos advierte el autor, sin embargo, de que “quod y quia pueden tam-
bién coordinarse con una oración final con ut/quo + subjuntivo” (p. 87).
–––––––––––– 36 Para la coordinación en latín, cf., por ejemplo, M. E. Torrego, “Coordination”, en
P. Baldi & P. Cuzzolin, New Perspectives on Historical Latin Syntax. I. Syntax of the
sentence, Nueva York-Ámstedam, 2009, pp. 443-487 o J. Sánchez, Morfosintaxis la-
tina coordinativa, Murcia, 2000.
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En este punto, cabe plantearse si la posibilidad de coordinación entre
causales y finales es extensible a aquellos casos en los que ambas se
integran en el orden de los disjuntos. Pues bien, en una búsqueda pro-
pia, y no exhaustiva, sólo he encontrado un ejemplo en el que ambas
conjunciones aparecen en el nivel interactivo dentro de una misma ora-
ción, pero sin coordinarse: COL.12,4,1, ut aliquis ordo custodiatur, inci-
piemus a uerno tempore, quoniam fere maturis atque trimenstribus con-
summatis sationibus uacua tempora iam contingunt ad ea exequenda,
quae deinceps docebimus (“para guardar algún orden, comenzaremos
por la primavera, dado que una vez concluidas casi las siembras tem-
pranas y las tremesinas, llega ya el tiempo libre para cumplimentar
aquellas tareas que a continuación ilustraremos”).
Tanto la escasez de ejemplos37 como las diferencias discursivas entre
una y otra oración no nos permiten ser concluyentes. En efecto, aunque
en ambos casos se trata de disjuntos ilocutivos, mediante los cuales Co-
lumela justifica la propuesta de comenzar por la primavera, la final de
ut presenta un carácter metadiscursivo, por el cual el autor hacer refe-
rencia a la ordenación del texto, ausente en el caso de la causal introdu-
cida por quoniam. Y es que, incluso cuando concurren dos oraciones de
quoniam, estas pueden no coordinarse, si presentan valores discursivos
distintos, como sucede en CIC.Quint.2,14,2, sic ego, quoniam in isto ho-
mine colendo tam indormiui diu… cursu corrigam tarditatem cum equis
tum uero, quoniam tu scribis poema ab eo nostrum probari, quadrigis
poeticis (“Así también yo, puesto que en el trato con este hombre me he
dormido tanto tiempo… corregiré el retraso en la carrera tanto con mis
caballos como también (puesto que escribes que le gusta mi poema) con
mis cuadrigas poéticas”), donde “la primera explica el acto de habla
mismo… y la segunda el empleo del término quadrigis poeticis” (p. 132).
4. 3 Otro de los criterios que evidencia la mayor integración sintác-
tica de quod y quia, nuevamente frente a quoniam, es su empleo de co-
rrelativos (eo, ideo, propterea, idcirco, ob eam rem), “que explicitan la
función que corresponde a la oración causal dentro de la oración princi-
pal” (p. 89). También aquí se establece una diferencia entre quod y quia:
los datos de frecuencia que proporciona el autor manifiestan que en la
lengua latina, desde Lucrecio hasta Aulo Gelio38, hay una tendencia
–––––––––––– 37 Que no hayamos encontrado ejemplos como el español Ya que me lo preguntas y
para que te enteres… no quiere decir que no puedan darse en latín. 38 Un tendencia que se mantiene en la latinidad tardía: cf. M.J. Roca, op.cit. (n. 4),
para Amiano Marcelino o, para Isidoro de Sevilla, O. Spevak, “Quod, quia et les locu-
tions conjonctives (Isidore de Séville, Etymologies 10)” en E. Arias, Latin vulgaire-
Latin tardif. VII, Sevilla, 2006, pp. 535-547.
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clara de quod a presentar correlativos (75,7% de los casos) frente a quia
(24,3%), una tendencia que se explica, como bien señala el autor, no solo
por la mayor vaguedad semántica de quod, que precisa de un correlativo
para explicitar su valor causal, sino por su propio proceso de gramatica-
lización. Por otra parte, aunque con menos frecuencia, en lugar de co-
rrelativos también pueden aparecer sintagmas preposicionales (ex eo, ab
eo, ob id, etc.) que, de forma ocasional, presentan un valor causal.
4. 4 Desde un punto de vista pragmático, “el empleo de correlativos,
sobre todo cuando aparecen disociados de la oración causal, […] consti-
tuye un procedimiento claro de focalización” (p. 97). La posibilidad de
constituirse en foco es otra de las características destacadas de las ora-
ciones introducidas por quod y quia, y de la que quedan excluidas las
oraciones de quoniam, dado que estas “expresan contenidos ya dados y
presupuestos” (p. 96). Entre otros mecanismos de focalización identifi-
cados por el autor destacan la presencia de adverbios, como en
CIC.Att.4,1,7, nos tacemus et eo magis quod de domo nostra nihil adhuc
pontifices responderunt (“yo guardo silencio al respecto, sobre todo, por-
que los pontífices no han dado respuesta todavía al asunto de mi casa”),
o locuciones correctivas, como en LIV.22,47,10, pugnam ineunt, non tan-
tum eo iniquam quod inclusi aduersus circumfusos, sed etiam quod fessi
cum recentibus ac uegetis pugnabant (“inician una lucha desigual no sólo
porque, copados, luchaban contra quienes les rodeaban, sino también
porque tenían que enfrentarse, cansados, a fuerzas nuevas y frescas”).
Son, asimismo, razones pragmáticas las que explican el orden de pala-
bras: el hecho de que las oraciones de quod y quia aporten información
remática justifica su tendencia a aparecer pospuestas, al contrario que
las oraciones de quoniam, que, como ya comenté en § 2.3, debido a la
existencia de dos tipos semánticos diferentes, explicativas e ilocutivas,
“presentan una mayor movilidad” (p. 111), según que su contenido sea
remático o temático, respectivamente39.
4.5. Sin duda, uno de los aspectos más interesantes tratados en el
libro, y que aún no ha agotado sus posibilidades de estudio, es el tema
–––––––––––– 39 “Estas tendencias generales están sujetas a puntualizaciones: un orden no mar-
cado o icónico puede modificarse dependiendo de las estrategias comunicativas del
hablante” (p. 111). Precisamente a matizar no pocas de las generalizaciones hechas a
propósito del orden de palabras y las oraciones causales están dedicadas varias pági-
nas del libro. Entre los aspectos a tener en cuenta para entender las disparidad esta-
dística entre autores en lo relativo a la anteposición o posposición, fundamental-
mente, de las subordinadas introducidas por quia y quoniam (p. 112) estarían las
diferencias pragmáticas habidas entre géneros literarios (p. 116) y la evolución dia-
crónica que sufren estas dos conjunciones (cf. § 5).
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de la relación entre las oraciones causales y la fuerza ilocutiva de la ora-
ción principal, el alcance de la negación y el uso de los modos en la subor-
dinada, aspectos todos relacionados entre sí.
En efecto, las subordinadas introducidas por quod y quia “se ven
afectadas por la modalidad (aseverativa, interrogativa, impresiva, ex-
clamativa) de la oración principal y no pueden desligarse de ella, mien-
tras que las causales externas quedan fuera del alcance de dicha moda-
lidad” (p.100). Las dificultades intrínsecas a toda lengua de corpus para
el estudio de aquellos fenómenos relacionados con la entonación de la
frase no impide al autor presentar algunos ejemplos evidentes en el caso
de la modalidad interrogativa, donde la presencia de adverbios interro-
gativos o de la enclítica ne marcan claramente los límites de la pregunta
(PL.As.711-712, quoniam, ut est lubitum, nos delusistis, datisne argen-
tum?, “ya que os habéis burlado de nosotros como os ha dado la gana,
¿nos dais el dinero?”).
Asimismo, el modo en que afecta a las subordinadas causales la pre-
sencia de un operador negativo en la oración principal presenta una dis-
tribución entre las tres conjunciones similar a la que se da en relación
con la fuerza ilocutiva: “las causales de quod y quia, como prueba de su
integración sintáctica, pueden quedar dentro del alcance de la negación
[…] las causales de quoniam, por el contrario, no se ven afectadas por la
negación de la oración principal” (p.102). En realidad, como puntualiza
el autor más adelante, lo que se niega en el caso de las causales de quod
y quia no es el predicado que introducen sino “la relación de causalidad
entre el contenido de la oración subordinada y el de la principal” (p.106).
Y es que el conjunto formado por una oración compuesta del tipo El
coche se ha roto porque estaba viejo engloba un total de tres proposiciones:
(a) El coche se ha roto; (b) El coche estaba viejo; (c) Que el coche estaba
viejo es la causa de que se haya roto. De este modo se explica la afirmación
del autor de que las causales del enunciado “pueden quedar dentro del
alcance de la negación […] aunque no necesariamente” (p. 102). En efecto,
la presencia de un operador negativo en la oración principal puede afectar
o bien al predicado de esta, como en CIC.fin.1,39, idcirco enim [manus]
non desideraret quia quod dolore caret id in uoluptate est (“en efecto, la
mano no lo desearía, porque carecer de dolor es hallarse en estado de pla-
cer”), o bien a la relación de causalidad, como en CIC.Tusc.2,56, pugiles
ingemescunt non quod doleant sed quia profundenda uoce omne corpus
intenditur (“los púgiles lanzan suspiros no porque sufran sino porque al
lanzar un grito todo su cuerpo se pone en tensión”).
Añade Baños que el alcance de la negación, cuando afecta a la causa,
“se refleja en el hecho de que la subordinada se construye en subjuntivo”
(p.102), si bien no excluye la posibilidad de que el verbo aparezca en
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indicativo. Desde mi punto de vista, la presencia del subjuntivo en un
ejemplo como CIC.div.2,150, cum quibus omnis fere nobis disceptatio
contentioque est, non quod eos maxume contemnamus sed quod… (“Casi
todo nuestro debate y discusión se entabla con ellos no porque los des-
preciemos de manera especial, sino porque…”) no se debe a que Cicerón
rechace la causa aducida, sino a la no factividad del predicado subordi-
nado. Pues, en efecto, cuando se rechaza como causa un predicado cuya
realidad no se niega, el latín emplea el indicativo40: CIC.leg.2,31, neque
uero hoc, quia sum ipse augur, ita sentio, sed quia… “Pero esto no lo
pienso porque soy augur sino porque…”), a diferencia del español, donde
ambos modos pueden aparecer en este contexto41.
4. 6 No se agotan aquí las posibilidades de diferenciación entre los
dos tipos de oraciones causales. Así la consecutio temporum, donde “el
hecho de que una causal con quoniam no cumpla con frecuencia la con-
gruencia temporal no debe ser interpretado como una violación de la
norma, sino como prueba del distinto nivel en que se insertan” (p. 109).
De ahí que este tipo de causales aparezcan sobre todo en perfecto,
tiempo absoluto, “que sitúa por lo general el estado de cosas de la subor-
dinada respecto al momento de la enunciación” (p. 109), mientras que
las causales introducidas por quia y quod prefieran el imperfecto y el
pluscuamperfecto, tiempos relativos.
–––––––––––– 40 Obsérvese que un ejemplo como Cic.leg.2,31 podría verterse al castellano también
en subjuntivo: “pero esto no lo digo porque sea augur sino porque…”. Según M. Jurado
Salinas (“Alternancia modal en las oraciones subordinadas causales. La relación Nega-
ción-Modo en las oraciones introducidas por el nexo porque”, Decires 2, 2, 1999, p.30), el
subjuntivo en este contexto “sirve para bajar la asertividad del contenido proposicional
correspondiente a un hecho real, pero no relevante para la relación causal”. 41 Hasta la fecha, el estudio más reciente sobre la negación en latín se debe a A.
Orlandini (Grammaire fondamentale du latin. Tome VIII. Négation et argumentation,
París, 2001), quien en la última parte de su monografía ofrece un análisis muy com-
pleto de la relación entre la negación y las oraciones causales. Según la autora, mien-
tras que con el subjuntivo “la proposition introduite par quo, quod, quia est écartée
par le locuteur comme fausse, comme contraire à la réalité […] par la tournure non
quia + l’indicatif le locuteur présente un fait réel mais il veut soutenir que l’on n’a pas
le droit de s’appuyer sur le fait que cette proposition asserte ". Señala, asimismo, Or-
landini, como alternativa a esto último, un ejemplo como Cic.fin.2,24, Nec ille […]
Laelius, eo dictus est sapiens, quod non intellegeret quid suauissimum esset –nec enim
sequitur, ut, cui cor sapiat, ei non sapiat palatus –, sed quia… (“el célebre Lelio fue
llamado sabio no por esto, porque no comprendiese qué alimento era el más grato –y,
en efecto, no se sigue que a quien le sabe el corazón no le sepa el paladar–, sino por-
que…”), donde la doble negación (non quo/quia/quin non + subjuntivo) conlleva la
afirmación del predicado introducido por la subordinada (Laelius intellegebat), como
aclara el inciso de enim, aunque se niega que sea la causa del predicado principal.
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4.7. Un último criterio de diferenciación comentado con detalle (pp.
117-127) es el hecho de que las causales del enunciado, cuando dependen
de verbos de sentimiento, puedan ser argumentales (CIC.leg.3,1, sane
gaudeo quod te interpellaui, “me alegro mucho de haberte interrum-
pido”), un contexto sintáctico propio también de las completivas de acu-
sativo con infinitivo. A este respecto, el autor se opone al tratamiento
conjunto de quod y quia como sinónimos42: “conviene no olvidar la dis-
tinta justificación semántica para la presencia de quod y quia tras los
verba affectuum” (p. 120). A su juicio, los mismos rasgos semánticos que
explican el uso de quod completivo en dependencia de verbos de suceso,
como fit o euenit, explica también la presencia de quod tras verbos de
sentimiento: la factividad es un rasgo inherente tanto a los empleos con-
juncionales de quod como a los uerba affectuum43, de ahí que no quepa
invocar un valor causal para justificar el empleo de quod. En cambio, el
uso de quia, la conjunción más prototípicamente causal en latín clásico,
se debe a que “la causa y el objeto del dolor, de la alegría, etc. no resultan
fáciles de disociar” (p. 120).
5. El capítulo quinto está escrito en perspectiva diacrónica: una vez des-
crito el sistema del latín clásico, el autor dedica la última parte del libro a
analizar los cambios que se operan en latín posclásico, tardío y medieval,
sin perder de vista la situación resultante de las lenguas romances. En
particular, dedica especial atención (i) a la confusión entre quia y quoniam
(pp. 135-155) y (ii) al surgimiento de locuciones que acabarán gramaticali-
zándose como nuevas conjunciones causales (pp. 155-172).
5. 1 Aunque “ya desde el latín arcaico se pueden mencionar contextos
ambiguos en los que […] no siempre resulta fácil establecer la natura-
leza sintáctica y semántica de la subordinada introducida por quia” (pp.
136-137), solo a partir de época clásica admite Baños la existencia de
ejemplos claros de quia en el nivel de la enunciación, si bien aislados.
Desde mi punto de vista –y limitándome a los ejemplos que el autor pre-
senta–, el movimiento de quia de introductora de adjuntos a introduc-
tora de disjuntos puede retrasarse incluso al latín posclásico y tardío.
–––––––––––– 42 P. Perrochat, Recherches sur la valeur et l’emploi de l’infinitif subordonné en la-
tin, París, 1932; P. Cuzzolin, “On sentential complementation after verba affectuum”,
Linguistic Studies for Latin, en J. Herman (ed.), Ámsterdam-Filadelfia, 1994, pp.
201-210. 43 Cf. A. M. Bolkstein, “Parameters in the expression of embedded predications in
Latin”, en G. Calboli, Subordinations and other topics in Latin, Ámsterdam, 1989, p.
19. Sobre el carácter factivo de quod conjunción, cf. H. Fugier, “Quod, quia, quoniam
et leurs effets textuels chez Cicéron”, en G. Calboli, Subordinations … (supra cit.),
pp. 91-119.
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De entrada, una oración como SEN.clem.2,4,1, ergo [sapiens] non mi-
seretur, quia id sine miseria animi non fit (“por lo tanto [el sabio] no
muestra compasión, ya que este sentimiento no puede existir sin miseria
moral”), que Mellet44 analiza como causal epistémica, y que admite per-
fectamente la traducción ‘porque’, puede interpretarse como la razón del
sabio para no mostrar compasión, expresando el Motivo interno.
En cuanto a los ejemplos aducidos por Baños como causales ilocuti-
vas introducidas por quia en época clásica, estos pueden dividirse en dos
tipos: o bien dependen de verbos de lengua, como CIC.nat.deor.1,64, sed
quia commune hoc est argumentum aliorum etiam philosophorum, omi-
ttam hoc tempore (“Pero, ya que ese argumento lo comparten también
otros filósofos, lo omitiré en esta ocasión”), o bien constituyen actos de
habla impresivos: SEN.benef.5,1,2, uerum quia ita uis perseueremus
(“Pero, puesto que ese es tu deseo, continuemos”).
Por un lado, cuando el verbo principal lexicaliza la fuerza ilocutiva,
que es el caso de los verbos de lengua, la frontera entre ‘enunciado’ y
‘enunciación’ se difumina. Así, en CIC.nat.deor.1,64 el valor metadiscur-
sivo no está en la oración subordinada, sino que se debe a la oración
principal, cuyo verbo, omittam, hace referencia al contenido del dis-
curso, mientras que la oración de quia no hace sino expresar la causa
interna –nuevamente Motivo– por la cual Cicerón ha decido obviar un
argumento
No en vano, “los ejemplos más evidentes de equivalencia entre quia
y quoniam son aquellos en los que la oración de quia aparece […] justi-
ficando un acto de habla impresivo” (p. 138). Y, en efecto, los restantes
ejemplos de época clásica presentados por el autor expresan todos una
modalidad impresiva, ya sea porque el verbo principal aparezca en modo
imperativo (AMM.30,8,8), en subjuntivo exhortativo (SEN.benef.5,1,2), o
en futuro, también con valor exhortativo (CIC.inv.2,168). La ausencia de
ejemplos análogos con cualquier otro tipo de modalidad no deja de ser
llamativa. Si bien se mira, tras una orden, toda razón que se aduzca
justifica el acto de habla impresivo, de ahí que lo esperable sea encontrar
una conjunción como quoniam. Pero, desde el momento en que la oposi-
ción entre causa del enunciado y de la enunciación está neutralizada, a
mi modo de ver, en esta modalidad, así también sucede con la oposición
entre quia y quoniam.
–––––––––––– 44 "Éléments pour une étude de la synonymie syntaxique: l’exemple des conjonc-
tions de cause", De Lingua Latina, Novae Quaestiones. Actes du Xè Colloque Interna-
tional de Linguistique Latine, eds. Cl. Moussy et. al., París, 1994, p. 216.
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A partir del siglo IV, en cambio, no hay duda de que quia ha invadido
el terreno de quoniam (HA.Alex.45,6, et quia de publicandis dispositio-
nibus mentio contigit, ubi aliquos uoluissent uel rectores prouinces dare
[…] nomina eorum praeponebat, “y puesto que se ha mencionado su pro-
pósito de hacer públicas las disposiciones oficiales cuando quería nom-
brar gobernadores para las provincias […] hacía públicos sus nombres”).
Se trata, según Baños, de un proceso de subjetivización natural en las
lenguas, un proceso similar al de quare, en latín tardío, o al de parce que
en francés45, y que explica el hecho de que quia, en las lenguas romances
en las que se ha conservado esta conjunción (en la forma ca, ka), intro-
duzca causales de la enunciación.
5. 2 De modo paralelo, quoniam empieza a emplearse como introduc-
tora de adjuntos en contextos típicos de quod y quia. En este caso, ejem-
plos como CIC.Att.3,1,1, quod eo facilius potes, quoniam de provincia Ma-
cedonia perlata lex est (“lo cual podrá resultarte muy fácil precisamente
porque se ha promulgado la ley sobre la provincia de Macedonia”) evi-
dencian que, efectivamente, el movimiento se inicia en época clásica.
No obstante, como ha señalado Bolkestein46, la presencia de un verbo
modal en la oración principal es un contexto particularmente ambiguo.
En el caso de los ‘inferential verbs’, que son los comentados por la autora
holandesa, la oración causal puede quedar dentro del alcance de la mo-
dalidad (quia) o fuera de este como causal epistémica (quoniam). El
ejemplo mencionado de CIC.Att.3,1,1 es ligeramente distinto a los seña-
lados por Bolkestein, dado que el verbo modal predica una capacidad del
sujeto (modalidad dinámica) y no un juicio de verdad (modalidad episté-
mica)47; sin embargo, la ambigüedad referida a la oración causal es la
misma: con un verbo como posse la oración causal puede quedar dentro
de la modalidad dinámica (“puedes porque”) o fuera justificándola (“digo
que puedes porque”). De todos modos, el empleo del catafórico eo es
prueba manifiesta de una mayor integración sintáctica de la oración de
quoniam.
Igual que señalábamos en el caso de quia, otro tanto sucede con
buena parte de los ejemplos ‘problemáticos’ de quoniam: la oración prin-
cipal expresa una modalidad impresiva. Según Baños, “el proceso (quo-
niam=quia) resulta algo más evidente en el siglo I d. C., pero limitado a
autores de bajo registro literario” (p. 148). Entre los autores señalados
–––––––––––– 45 B. Fagard, "Grammaticalisation et renouvellement: conjonctions de cause dans
les langues romanes", Revue roumaine de linguistique 54, pp. 21-43. 46 “Causally related predications…” op. cit. (n. 13), pp. 347-348. 47 Sobre modalidades lógicas y semánticas en latín, cf. A. López Fonseca, “Modo y
Modalidad”, en J. M. Baños, Sintaxis del latín clásico, op. cit. (n. 6), pp. 443-468.
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se encuentra Columela, de quien presenta el siguiente ejemplo:
COL.2,6,4, sed haec genera tritici et adorei propterea custodienda sunt
agricolis, quoniam raro quisquam ager ita situs est, ut uno semine con-
tenti esse possimus (“De estas variedades de trigo y escanda deben tener
reserva los labradores, por este motivo: porque rara vez un campo es de
la condición que podamos contentarnos con una clase de simiente”).
La supuesta sinonimia entre quia y quoniam en Columela ya había
sido señalada por Nyström48, cuyo juicio es compartido por Hoffmann-
Szantyr49. Sin embargo, para entender un ejemplo como COL.2.6.4 re-
sulta bastante esclarecedor el juicio de Pinkster50, quien, después de
analizar las 25 primeras oraciones de quia y quoniam en el De re rustica,
cuestiona la pretendida equivalencia entre las dos conjunciones51.
Aunque podría objetarse lo limitado del corpus, algunas de sus con-
clusiones son muy esclarecedoras. Según Pinkster, los contextos en los
que Columela emplea una oración causal pueden clasificarse en cinco
tipos. De estos, sólo en dos existe alternancia entre quia y quoniam: (i)
“juicios de valor de Columela, a menudo evidenciados por la presencia
de expresiones evaluativas” y (ii) “instrucciones y consejos más o menos
explícitos”. En ambos casos, la conjunción más habitual es quoniam,
pero eventualmente puede aparecer quia (8/3 y 15/4, respectivamente).
Pues bien, en opinión de Pinkster, la elección de una u otra conjunción
estaría motivada por razones de cohesión textual. Así, en el ejemplo de
Columela más arriba mencionado, la subordinada puede interpretarse
como justificación de la modalidad impresiva (¿por qué Columela reco-
mienda disponer de estas variedades de cereal?) o del contenido propo-
sicional de la oración principal (¿por qué de todas y no sólo de una?).
Por lo demás, constatar la existencia de contextos puente, no hace
sino confirmar la validez de la distribución conjuncional propuesta por
Baños, desde el momento en el que el número de supuestos contraejem-
plos se ve considerablemente reducido. Probablemente, estos contextos
puente son los que posibilitaron el paso de quoniam del nivel de la enun-
–––––––––––– 48 Variatio sermonis hos Columella, Gotemburgo, 1926, p. 77. 49 Lateinische Syntax und Stilistik, op. cit. (n. 12), p. 627. 50 “De Latijnse voegwoorden quia en quoniam (en Nederlands aangezien)”, en E.
Beyk et al. (eds.) Fons verborum. Feestbundel Fons Moerdijk, Leiden, 2009, pp. 313-
320. 51 Ibíd. p. 316: “In veel contexten heeft de spreker/schrijver de keus tussen quia en
quoniam […] De spreker/schrijver kan ook spelen met deze keus, bijv. door de eigen
mening (quoniam) te presenteren als een (van nature gegeven) oorzaak/gevolg relatie
(quia)”.
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ciación al nivel del enunciado, un cambio del que el autor presenta al-
gunos ejemplos inapelables de época posclásica52, como la coordinación
con quia (PHAEDR.1,2,7, Cum tristem seruitutem flerent Attici / non quia
crudelis ille [Pisistratus], sed quoniam graue / omne isuetis onus, “Como
lamentaran los atenienses su triste esclavitud, no porque Pisístrato
fuera cruel, sino porque no estaban acostumbrados a semejante carga”).
5. 3 El libro concluye con un repaso de las principales locuciones con-
juncionales de causa que van surgiendo en la lengua latina y una mirada
prospectiva a la situación de las lenguas romances: “en paralelo al pro-
ceso por el que la conjunciones causales típicas del latín clásico pasan a
ser completivas, y como consecuencia de él, surgen locuciones conjuncio-
nales (eo quod, pro eo quod, propter quod, pro quod) en los mismos con-
textos que quod y quia, locuciones que son el modelo sobre el que se
configuran las conjunciones causales de las lenguas romances” (p. 156).
De todas las locuciones, se dedica especial atención a dos de ellas: eo
quod y pro eo quod. Frente a la opinión de Herman53, que considera que
en ambos casos se ha producido una generalización de usos ya atesti-
guados en época clásica, Baños sólo admite continuidad con el latín clá-
sico en el caso de eo quod. En cuanto a pro eo quod, el autor, en otro
trabajo54, había dado como buena la hipótesis de Bonnet55 y Salonius56,
según la cual se trataría de una variante reforzada de eo quod, desde el
momento en el que esta última acaba introduciendo también subordina-
das completivas. Un planteamiento tal conllevaría el que en aquellos
textos en los que pro eo quod está ya gramaticalizada como locución cau-
sal el rendimiento de eo quod como locución completiva fuese significa-
tivo. Pues bien, tras analizar los empleos de ambas locuciones en la Vul-
gata, se constata que “el empleo fundamental de eo quod sigue siendo
como conjunción causal, mientras que su uso como completiva es excep-
cional” (p. 160).
Precisamente a partir del análisis de los datos de la Vulgata, el autor
propone ahora una explicación alternativa: mientras que eo quod se ha-
bría gramaticalizado como introductora de causales del enunciado
(Luc.1,7, et non erat illis filius eo quod esset Elisabeth sterilis, et ambo
–––––––––––– 52 Para ejemplos similares en Plinio el Viejo, cf. E. Tarriño, “Elementos metacomu-
nicativos en la prosa de Plinio el Viejo”, en A. López Eire & A. Ramos Guerreira (eds.),
Registros lingüísticos en las lenguas clásicas, Salamanca, 2004, pp. 355-377. 53 La formation du système roman des conjonctions de subordination, Berlín, 1963,
pp. 75-86. 54 “Del latín clásico al latín tardío: eo quod, pro eo quod y la renovación…”, op. cit. (n. 2). 55 Le latin de Grégoire de Tours, París, 1980. 56 Vitae patrum. Kritische Untersuchungen über Text, Syntax und Wortschatz der
spätlateinischen Vitae patrum, Lund, 1920.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
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processissent in diebus suis, “No tenían hijos porque Isabel era estéril y
los dos de avanzada edad”), pro eo quod funcionaría como locución de
causa en el nivel de la enunciación, fundamentalmente como introductora
de disjuntos ilocutivos (Ier.48,7, pro eo enim quod habuisti fiduciam in
munitionibus tuis et in thesauris tuis, tu quoque capieris, “puesto que, en
verdad, pusiste tu confianza en tus fortalezas y tesoros, tú también
[Moab] serás conquistada”), frente a quoniam, que seguiría siendo la con-
junción prototípica de las causales epistémicas. Ello explicaría que los “los
contextos de aparición de eo quod y pro eo quod sean radicalmente opues-
tos” (p. 161): la primera, en subjuntivo (93% de los ejemplos) y pospuesta
(92%); la segunda, en indicativo (91%) y antepuesta (72%).
“A falta de un estudio que confirme en otros textos tardíos el análisis
propuesto para pro eo quod en la Vulgata” (p. 164), de este análisis me
gustaría destacar:
(i) el hecho de que en el latín del siglo IV, después de que en la lengua
se haya producido una reordenación significativa de las conjunciones
causales, la distinción básica de dos tipos de causalidad continúe sir-
viendo para explicar los usos de las nuevas locuciones conjuncionales
confirma la validez de tal distinción y su carácter universal, y
(ii) la situación del latín tardío, que dispondría en el nivel de la enun-
ciación de una locución conjuncional especializada fundamental-mente
en introducir disjuntos ilocutivos se asemeja ya a la situación de las len-
guas romances (cf. § 2.4).
5. 4 Al paso del latín tardío a las lenguas romances está dedicado el
último epígrafe del libro. Contrariamente a la opinión, entre otros, de
Herman57, que ve una continuidad entre las conjunciones romances y
las locuciones del latín tardío, para Baños, “las lenguas romances, más
que continuar una locución conjuncional concreta del latín tardío, lo que
hacen es copiar el modelo latino y su funcionalidad” (p. 171). Sus argu-
mentos, a mi juicio, son difíciles de contestar: (i) las dos principales lo-
cuciones de causa con un uso regular en latín tardío y medieval (eo quod
y pro eo quod) no tienen continuación directa en ninguna lengua ro-
mance y (ii) el análisis de cada conjunción romance nos remite a una
locución conjuncional latina distinta.
Para apoyar este planteamiento, el autor señala que, contrariamente
a la opinión de Bartol58, no cabe ver en la conjunción española porque un
derivado de la locución latina pro quod, desde el momento en el que esta
no sólo presenta un rendimiento escaso en latín tardío sino que en el siglo
IX, que es cuando se documenta por primera vez pro ke en la Glosa 86 de
–––––––––––– 57 J. Herman, El latín vulgar, Barcelona, 1997, p. 110. 58 Las oraciones causales en la Edad Media, Madrid, 1988, p. 90.
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Silos, en los textos latinos medievales pro quod no se emplea. La afirma-
ción de que “consideraciones similares se podrían hacer respecto al origen
del cat. per ço que, fr. ant. pro co que o it. ant. per ciò que” (p. 172) deberá
ser confirmada por el estudio de amplios corpus en cada una de estas len-
guas, pero, en cualquier caso, es una idea sugerente que abre nuevas vías
de análisis en el campo de la filología románica.
6. Como he intentado mostrar a lo largo de estas páginas, y a pesar
de que toda reseña obliga a un ejercicio de simplificación que no siempre
hace justicia a la obra reseñada, la monografía que el profesor Baños
acaba de publicar sobre las oraciones causales en latín constituye una
de las contribuciones más interesantes en el campo de la lingüística la-
tina en fecha reciente. La originalidad del planteamiento, su aplicación
al estudio de la sintaxis latina de propuestas recientes sobre tipología
lingüística y fenómenos de gramaticalización, y la amplitud y riqueza de
los datos comentados dotan a la obra de una actualidad y alcance que
justifican, por sí mismos, su interés.
Con los mimbres de este marco teórico general, tan sugestivo, el autor
ha articulado una exposición coherente, donde una misma línea argumen-
tal sirve para explicar tanto la génesis misma de las conjunciones de
causa en latín, como su distribución en distintas épocas (latín clásico, pos-
clásico, tardío y medieval) y, en fin, el paso a las lenguas romances. Com-
parto, pues, plenamente la opinión de T. González Rolán, en el prólogo a
la obra, cuando señala entre sus méritos “haber superado la dicotomía
entre diacronía y sincronía”, salvando así “la suerte de pancronía de más
de seis siglos” en que a menudo incurren las gramáticas históricas.
Todo ello expuesto en la prosa clara y cuidada que caracteriza al au-
tor, con la que logra salvar la complejidad de algunos de sus plantea-
mientos al ofrecer una lectura amena y accesible para un público amplio
de lectores. Y es que esta monografía no solo interesará, como es obvio,
a filólogos clásicos o a especialistas en lingüística latina, sino también a
romanistas y a tipólogos, que encontrarán en ella un corpus actualizado
de los datos latinos, que revisa y a veces corrige los presentados por las
gramáticas históricas.
En definitiva, José Miguel Baños acaba de publicar el estudio más
completo sobre las oraciones causales en latín del que disponemos hasta
la fecha, una visión global del fenómeno donde, sin embargo, aporta tal
variedad de ideas, todas ellas sugestivas, y propuestas de análisis, algu-
nas sólo esbozadas, que, a no dudar, serán causa, a su vez, de nuevos e
interesantes trabajos.
JUAN MENDÓZAR CRUZ
Universidad Complutense