nuestra cultura n° 24

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Marzo de 2014 / año 6 / nro. 24 Revista de distribución gratuita 2014 Año Cortázar El país celebra el centenario del nacimiento de uno de los escritores emblema de las letras argentinas.

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Edición N° 24 de la publicación de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación (Argentina).

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Marzo de 2014 / año 6 / nro. 24Revista de distribución gratuita

2014 Año Cortázar El país celebra el centenario

del nacimiento de uno de los

escritores emblema de las

letras argentinas.

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FLASHES DE GESTIÓN

Desde la pretérita Rusia de Borodín y Músorgski, la vieja Bohemia de Dvorák, la romántica Alemania de Brahms, hasta la melódica Argentina de Piazzolla, Carli y Gilardi, la Villa 31 en Retiro viajó y volvió en una tarde de músicas lejanas y nacionales.

Con más de 60 músicos en escena, la Orquesta Sinfónica Nacional con Guillermo Becerra como director invitado, brindó el viernes 7 de marzo un concierto en el barrio, al aire libre, abierto al público y gratuito.

Cientos de vecinos se congregaron alrededor del escenario para formar parte de este evento único e inédito que, de la mano de la Secretaría

de Cultura de la Presidencia de la Nación, propone una vez más reunir a los argentinos alrededor de una cultura que se comparte, en la que se participa y que contagia.

Presente, el secretario de Cultura de la Presidencia de la Nación, Jorge Coscia, señaló: “Estamos viviendo un momento histórico, trascendental. Con un enorme compromiso hemos abierto espacios como el de la Villa 21 en Barracas y bregamos para que sea el puntapié inicial para poner la cultura al servicio de la inclusión social y la justicia, que es un derecho humano esencial”, a lo que agregó en el cierre: “Aquí en la Villa 31 estamos iniciando un camino que concretaremos con obras”.

NUESTRA CULTURA ES UNA PUBLICACIÓN DE LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN.

Av. ALvEAR 1690, (C1014AAQ) CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. [email protected] / www.CULTURA.GOB.AR

REALIZACIÓN INTEGRAL: ÁREA DE COMUNICACIÓN Y PRENSA.

STAFF

DIRECTOR: ALEJANDRO OBEID / REDACCIÓN: SOFÍA ARUGUETE, BETTINA BARBIERI, LEILA GANEM, IRINA JOROLINSKY, CELESTE MENAJOvSKY, PAOLA MOLINA, EUGENIA PÉREZ ALZUETA, ANA QUIROGA, MARTÍN REYDÓ, BÁRBARA SCHIJMAN, FÁTIMA SOLIZ, LAURA SPINELLI, GABRIEL TRIPODI Y MARÍA JOSÉ vERNA / DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: ORLANDO GOLDMAN, MARTÍN MAROTTA, GUSTAvO wALD Y ARIEL ZALECHAK / FOTOGRAFÍA: GABRIELA POMERANIEC, SILvINA FRYDLEwSKY, MAURO RICO, ROMINA SANTARELLI Y AUGUSTO STARITA / LOGÍSTICA Y COLABORACIÓN: SOLEDAD AMARILLA, ADRIANA DAOIZ, ALEJANDRO GIMÉNEZ, PABLO MALDONADO, NAHUEL MOROZ, SOLEDAD OBEID Y NICOLÁS RANDO. ADMINISTRACIÓN: GEORGINA IBARROLA Y AGUSTINA RICO. ILUSTRACIONES: GUADALUPE HAEDO.FOTOGRAFÍA DE TApA: CARLOS BOSCH.

ISSN 1852-8651

AUTORIDADES NACIONALES

PRESIDENTA DE LA NACIÓNCristina Fernández de Kirchner

vICEPRESIDENTE DE LA NACIÓNAmado Boudou

SECRETARIO DE CULTURA DE LA NACIÓNJorge Coscia

SUBSECRETARIA DE GESTIÓN CULTURALMarcela Cardillo

JEFE DE GABINETEFabián Blanco

DIRECTOR NACIONAL DE PATRIMONIO Y MUSEOSAlberto Petrina

DIRECTOR NACIONAL DE ARTESJosé Luis Castiñeira de Dios

DIRECTORA NACIONAL DE POLÍTICA CULTURAL Y COOPERACIÓN INTERNACIONALMónica Guariglio

DIRECTOR NACIONAL DE INDUSTRIAS CULTURALESRodolfo Hamawi

DIRECTORA NACIONAL DE ACCIÓN FEDERALMaría Elena Troncoso

DIRECTOR NACIONAL DE PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS CULTURALES YDIvERSIDAD CULTURALFederico Escribal

DIRECTORA NACIONAL DE PARTICIPACIÓN Y ORGANIZACIÓN POPULARMaría del valle Aguilar

JEFE DE COMUNICACIÓN Y PRENSAAlejandro Obeid

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JORGE COSCIASECRETARIO DE CULTURA DE LA PRESIDENCIA DE LA NACIÓN.

Los meses iniciales de este año están marcados por un acontecimiento editorial: la Argentina es la invitada de honor en el Salón del Libro de París, donde se despliega la potencia de una industria decidida a seguir creciendo y los nombres de los autores contemporáneos que ya están haciendo historia.

El contexto es ideal para comenzar otra conmemoración que también encumbra a nuestras letras: en 2014, el Estado nacional celebra el Año Cortázar, a un siglo del nacimiento de uno de los escritores más valorados que ha dado el país, artífice y protagonista del boom latinoamericano y, a la vez, traductor al papel de temas universales y autor de obras ineludibles.

Puente entre la identidad nacional, siempre compleja y diversa, y el sentirglobal, haciendo equilibrio entre el canon y la reinvención, en estos “100 años con Julio”, los argentinos festejamos la existencia y la vitalidad de una literatura propia, que despierta interés y admiración entre los lectores de los más de treinta idiomas en los que se ha publicado Rayuela, por caso. Es penoso, pero la magnitud de la obra no siempre hace justicia con el creador. Por eso, vivificar a Cortázar, ofrecerle el reconocimiento que merece, es construir derroteros literarios, reescribir tradiciones, cultivar nuevos lectores, volver a elegir la lectura.

Párrafo aparte para homenajear al hombre detrás de la tinta. Porque Cortázar, entre sinceros vaivenes, dio cuenta de los cambios de época, haciéndose eco de la transformación revolucionaria que involucraba al continente y asumiendo la urgencia por comprometerse con la política, con los derechos humanos, con la igualdad, con la esencia de la vida.

Cortázar es el tema de tapa de este número de Nuestra Cultura que el lector tiene en sus manos, en el que múltiples voces le rinden tributo y analizan su obra, dos acciones que –como se informa en estas páginas– continuarán a lo largo del año en las distintas propuestas organizadas por el país en su nombre.

SumarioQUEREMOS TANTO A JULIOEntrevista con Carles Álvarez Garriga, editor de sus cartas y papeles inéditos. Además, escribe Diego Tomasi, autor de Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar.

pOLIFONÍAS CORTAZARIANASJuan villoro, Damián Tabarovsky y María Pia López, voces cruzadas entre lecturas y recuerdos.

LOS 60, EL boom, Y LA REvOLUCIÓNUn texto de Marcela Croce y una entrevista con Martín Kohan. vida, obra, debates y referencias populares.

EN CLAvE DE JUEGOLa escuela, la lectura y Cortázar para los chicos.

LA CáMARA LúCIDACarlos Bosch, el hombre detrás de uno de los últimos retratos tomados en vida al escritor de Rayuela.

EL SIGLO DEL GRAN CRONOpIOLas actividades culturales organizadas por el país para celebrar el centenario de Cortázar.

EL GRAN ANGULAR DE JULIODe los textos a la cámara fotográfica, instantáneas inspiradas en su pluma.

¿CUáL ES SU TExTO FAvORITO?Responden actores y referentes de la cultura nacionales y del exterior.

RUTA DE vIDAUn relato en cifras que recorre el mundo público, la tierra privada y la producción del escritor.

EL GAUChO DE LOS MILAGROSPostales de la peregrinación al santuario del Gauchito Gil en Mercedes, Corrientes.

LA ARGENTINA DE LA RISAHumor político nacional de la mano de Max Delupi y Beto Bermúdez (Thelma y Nancy), y de Julieta Daga y Laura Ortiz, o “Las Pérez Correa”. Columna de Florencia Levin.

“hOY pREFIERO QUE ME ESCUChEN SENTADOS”Conversación con el talentoso pianista y director de la Orquesta “Juan de Dios Filiberto”, Atilio Stampone.

LA hISTORIA EN SU LUGAREl Palacio San José, Museo y Monumento Histórico Nacional “Justo José de Urquiza”, en Entre Ríos.

MEMORIA A FLOR DE pIELDarío Sztajnszrajber y Andrea Fasani: diálogo interdisciplinario sobre cómo ejercer la memoria en democracia.

“NUESTRA MISIÓN ES CONSTRUIR UNA IDENTIDAD pLURINACIONAL”Entrevista con César Groux Canedo, ministro de Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia.

MUChO MáS QUE EL pANChO Y LA COCALa comida al paso, literalmente en la boca de todos. “Nac&Pop” y Alex Gordon, su ideólogo y creador.

LO FEDERAL ESTá DE MODAEl diseño argentino crece fronteras adentro y afuera.

NUESTROS ARTISTASJóvenes expositores de “Artistas de la 21”, una muestra en la Casa de la Cultura villa 21 Barracas.

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–¿Cómo se volvió fanático de Cortázar? –No soy fanático, soy el más habitual de los lectores de Cortázar. Alguien me dijo hace poco: “Yo amo a Cortázar”. Eso sí es ser fanático. Llevo estudiándolo doce años (empecé el doctorado en 1992 y lo terminé en 2004), y los últimos siete años he trabajado de lunes a viernes, de 9 a 4, con los papeles de Cortázar. En 1993, se me apareció en sueños y le dije: “Mira, Cortázar (no lo llamo Julio por una cuestión de higiene mental), tú no puedes entrar en mis sueños, porque tengo que tener un terreno libre; si no, me voy a volver loco”. Una vez, le dije a mi hijo, entonces de 6 años: “Me voy a tomar algo con mis amigos”. “¿Vas con Cortázar?”, me pregun-tó. En casa, tengo un museo, pero está en una habitación apartada.

Cortázar decía que cuando leyó Opio, de Jean Cocteau, eso lo metió de cabeza en la literatura y le cambió la vida. La primera vez que leí a Cortázar tenía 14 años (justo cuando él muere). Compré un volumen con todos los cuentos, e Historias de cronopios y de famas. Cuando leí “Cóndor y cronopio”, por ejemplo, dije:

“¡Esto se puede hacer y no lo sabía!”. En ese momento, decidí que iba a leer todo el libro (era un ladrillo de 700 páginas). Ahí la jodí. Llevo con la monomanía 20 años.

–¿Cómo dio con los “papeles inesperados” del autor, que luego editó?–Fue una maravilla. Cuando terminé mi tesis doctoral sobre Cortázar, se la envié a Aurora Bernárdez, la albacea. Fue la primera tesis que Aurora leyó entera. Era sobre los prólogos de Cortázar, de los que no hay bibliografía; era muy divertida, por eso me llevó 12 años hacerla. “Cuando vaya a Barcelona, quiero conocerlo”, me dijo Aurora desde París. Años después, durante unas vacaciones en Francia, me comentó: “Tengo unos papelitos que quisiera mostrarte”. Los guardaba en una cómoda. Me los dio luego de cenar, a las 9.30. Al día siguiente, tenía que ir al aeropuerto a las 10 de la mañana. La emoción me impidió dormir. Movidos por la envidia, muchos me dicen: “Tú fuiste el elegido”.

–¿Qué aportan estos papeles y por qué gustan?–Cuando presentamos Papeles inesperados, Martín Kohan me confesó: “Daría mi carrera por alguno de estos cuentos”. Hay ficciones que son buenísimas. Pero sobre todo sorprenden las cartas. Cortázar es el tipo de escritor con el que me encantaría hablar por teléfono. “Julio, ¿cómo te fue?”. Si tuviera que mencionar a dos grandes escritores de la lengua española de todos los tiempos, diría Borges y Cortázar. Pero con Borges no me gustaría hablar por teléfono. En sus Cartas, se ve a un tipo que le escribe a un intelectual de máximo nivel, como Octavio Paz, y a la hija de un amigo, de 7 años (Maricló Jonquières). Hay muchos escritores cuyas cartas son siempre iguales, serias. Pero Cortázar era amigo de todo el mundo; a él le interesaba la gente.

–¿Cuál es el valor literario de los cinco volúmenes editados de las Cartas?–La primera edición fue en 2000; eran tres volúmenes. Ahora hay mil cartas más; ha sido un trabajo de edición de cuatro años. Al leerlas diacrónicamente (lo he hecho una veintena de veces) uno advierte que, al principio, era un joven un poco pedante, fino, con vocabulario, y al final decidió liberarse de los fardos de la retórica y escribió como un cronopio. Eso se nota en la prosa: es como la plastilina, se moldea, es un trabajo de muñeca.

–¿En qué momento recomienda leer a Cortázar?–Siempre empezaría por alguno de los grandes libros. Si tienes 12-14 años, las Historias de cronopios. Si tienes 17-18 años, comenzaría por leer Rayuela (a los 12 no se comprende porque faltan las referencias culturales, y tampoco a los 30, cuando ya está pasado ese espíritu de un joven que no entiende nada de la vida). También es bonito comenzar por Último round y La vuelta al día: son muy divertidos. Los “otros papeles” son siempre interesantes. Es un escritor que, si te gusta, lo quieres leer todo.

–¿Cortázar pensaba su producción epistolar como parte de su literatura?–Él decía: “Entre literatura y vida, no distingo”. Hay días que se ponía a escribir cartas a las 9 de la mañana y terminaba a las 9 de la noche. Hay que saber que era un mecanógrafo velocísimo. Y no hay erratas ni borradores; es como una

CORTáZAR-100 AÑOS

Queremos tanto a Julio

Hace dos décadas que el español Carles

Álvarez Garriga vive con la voz de Cortázar

entre manos. Luego de editar las dos mil

cartas publicadas con su firma, rescata el

humor y la estatura humana del personaje

detrás de la tinta.

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flecha, no hay digresiones ni puntos muertos. Además, escribía las páginas com-pletas. En paralelo, trabajaba como traductor y corrector, dos oficios en los que se aprende mucho. Para él, escribir era más fácil que fumar un cigarrillo.

–Usted rescata el humor cortazariano...–Es un distintivo. No podía ser amigo de alguien que no tuviera humor. Cuando estaba escribiendo 62, modelo para armar, tenía un cuaderno de notas donde apuntaba ideas, y allí escribió: “siempre, el humor”. Los diálogos de Rayuela, si no tuvieran humor, serían insoportables. Mientras Horacio está haciendo esos so-liloquios de intelectual existencialista, en la misma mesa, Wong y Ossip se están disputando el culo de una botella de ginebra. Esa mezcla es lo que permite leer todo con facilidad. Si no sería Sabato.

–¿Considera que es un ícono de la modernidad?–Aurora dice que Cortázar sigue vendiendo mucho porque era muy guapo y fotogénico. Además, Rayuela te cambia la vida. Cuando vine a la Argentina en 1995, en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, vi muchachos que llevaban su foto en la carpeta. Es como Messi. Para saber a cuántas lenguas fue traduci-do, conviene averiguar a cuántas no lo está. No hay ningún escritor en lengua española que, a 25 años de su muerte, siga produciendo la misma cantidad de reediciones y de entusiasmo. Ahora está pegando fuerte en Egipto. Se está tra-duciendo al japonés. No me imagino cómo debe ser Rayuela leído en chino.

–¿Tuvo en vida el reconocimiento merecido?–Durante mi visita a Buenos Aires en 1995, visité una biblioteca pública. Llevaba una carpeta de la Universidad de Barcelona, donde tenía mis papeles. “¿Venir-se desde España para estudiar literatura argentina?”, me dijo el bibliotecario. “¿Qué estudias?”. “Cortázar”. “Un escritor de secundaria”, comentó. Por eso, me alegra que se celebre el Año Cortázar. Él hizo mucho por el país; creo que la Argentina le debía un homenaje.

Todos los niños el niñopOR DIEGO TOMASIESCRITOR Y GUIONISTA. AUTOR DE CoRtázAR poR Buenos AiRes, Buenos AiRes poR CoRtázAR (2013).

Cuando fue niño, Cocó se fascinó con el Park Güell de Barcelona. Unos años después, todavía niño y ya en la Argentina, se enamoró de una compañera de escuela y empezó a escribirle poemas.

Cuando fue niño, Cocó leyó a Verne y Poe, y descubrió otro mundo, otros mundos. Cuando fue adulto, Cocó fue Julio Cortázar. Y siguió siendo un niño.

Cortázar no dejó de ser un niño porque se permitió el juego hasta sus últimos momentos. El juego, cosa de niños, moldeó su literatura y lo acercó a un universo al que otros adultos nunca pudieron (pueden, podrán) acceder. Sus casi dos metros de altura no le impidieron ser uno más entre otros niños. Allí va el adulto Cocó, con su inminente ahijado Carlos Gabel hacia la iglesia. Ahora regresan, y juegan hasta cualquier hora al ping pong en la mesa del comedor, y casi rompen una escultura.

Allí está el escritor, en París, dedicándole un poema a una de las hijas de su amigo Eduardo Jonquières. “Maricló y la luna”. Ahí está Maricló, ahora, ya abuela, con lágrimas en la mejilla mientras vuelve a leer el poema. Cuando Cortázar y su esposa Aurora Bernárdez visitaban a los Jonquières en Buenos Aires, recuerda Maricló, “yo me medía según los botones del saco de Julio, y me encantaba descubrir que entre un viaje y otro había crecido casi un botón. Se convirtió en un chiste entre nosotros dos, porque lo primero que hacía Julio al llegar a mi casa, después de abrazarme muy fuerte, era ponerme frente a él y decirme ‘estás llegando casi al segundo botón. ¡Cómo creciste!’”.

Ahí va Julio, con un disco que le ha regalado Alejo Stivel, hijo de su amigo Paco Urondo. Conversan, toman té, y son dos iguales en una calurosa tarde de noviembre de 1970. Alejo evoca: “Él no me trataba de igual a igual. Él me trataba como si yo fuera mucho más importante que él. Era como si él estuviera aprendiendo de mí. Como si yo fuera un maestro y él un alumno. Había mucha humildad en el modo de tratarme. No una humildad estética, sino una humildad real, en el sentido de que él quería absorber lo que pudiera contarle. Y yo era un pibe de once años…”.

Alguna vez, Cortázar dijo que “ante cierto tipo de situaciones en que los adultos reaccionan naturalmente como adultos, mi reacción suele ser pueril, de juego”. Y confesó que más de una de las mujeres de su vida le había dicho: “lo que es terrible es hasta qué punto eres un niño”. “Si yo no hubiera conservado esa porosidad que tiene el niño, no sería el escritor que fui”, decía.

Ese niño, Cocó, el de casi dos metros, es, de algún modo, todos los niños que conoció. Y todos los que no pudo conocer. Julio, Julito, Cocó, Cortázar. Un niño que siempre pensó que la literatura era el más serio de todos los juegos.

Archivo General de la Nación.

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Juan villoro desde México,

y María Pia López y

Damián Tabarovsky desde

la Argentina comparten

sus lecturas de Cortázar:

retornos al pasado,

influencias literarias y relatos

sobre el lugar que tuvo y

ocupa el escritor en la vida de

tres asiduos lectores.

JUAN vILLOROESCRITOR Y PERIODISTA MExICANO.

Literatura del sentimiento –Evocando sus primeras lecturas cortazarianas, ¿en qué marcaron al lector que es hoy? ¿Y al escritor?–El descubrimiento de Cortázar fue decisivo por múltiples razones. Antes de leerlo, había leído a Borges y a Bioy Casares. Esos relatos fantásticos me habían deslumbrado, pero los sentía un tanto leja-nos a mi experiencia, la de un lector de 16 años. Cortázar me acercó emocionalmente a la literatura de umbral entre lo real y lo fantástico. Digamos que me permitió un acceso emocional más franco a las invenciones sobrenaturales. En buena medida, esto se debe a que su literatura está cargada de tensión sentimental, a la ternura que tiene por ciertos per-sonajes y a su placer por compartir gustos íntimos (el tabaco oscuro, el jazz, el box, París, los gatos), a crear la sensación de que al leerlo uno pertenece a una fraternidad cómplice. Hay autores que admi-ras sin que te produzcan afecto. Costaba trabajo no querer a Cortázar.

–¿Qué rasgos de la escritura de Cortázar resca-ta? ¿Cómo fueron modificándose sus lecturas en el tiempo?–La soltura de su prosa, que incorpora tantos regis-tros conversacionales y al mismo tiempo es honda-mente poética, me parece lo mejor de su legado y lo que en modo alguno ha envejecido. Numerosas re-ferencias culturales de Rayuela han caducado, pero el impulso de la escritura no lo ha hecho.

–¿Cómo influenció a los escritores de su tiem-po? ¿Considera que hoy es una influencia para nuevas narrativas?–A los 16 años tenía un amigo muy cercano, Xa-vier Cara, que quería ser escritor, al igual que yo. Asistíamos a un taller de cuento en la Universidad y dimos por jugar un juego: uno de los dos decía una frase de Cortázar y el otro debía señalar a qué cuen-

to correspondía. Llegamos a la locura de memorizar cuentos enteros. Muchos años después supe que Borges y Bioy consultaban a Alfonso Reyes como una especie de tribunal del idioma. Cuando tenían dudas sobre la pertinencia de un giro idiomático, re-visaban las páginas de Reyes para ver si él lo usaba o no. De algún modo, lo que él incluía estaba per-mitido. Xavier y yo usamos a Cortázar de esa mane-ra; si dos argentinos buscaron a un mexicano como juez, muchos años después, dos mexicanos usaron de réferi a un argentino. Por desgracia, Xavier murió muy joven, haciendo guardia en el Hospital General, durante el terremoto de 1985. Además de cuentista era médico.

–¿Cuál es el lugar que, a su parecer, ocupa Cor-tázar en la biblioteca latinoamericana de la se-gunda mitad del siglo XX?–Tiene un lugar indiscutible como cuentista y como liberador de diversas formas narrativas. Se trata de un legado curioso, porque el cuento es el más estric-to de los géneros, y él lo ejerció con maestría. En sus demás libros polemizó con la idea de forma. Sus no-velas tienen una estructura rebelde y fue un notable autor de libros misceláneos, apátridas, sin género preciso, como La vuelta al día en ochenta mundos o Ultimo round. En él tenemos a un renovador del género más exigente, el cuento, y un liberador de los demás géneros.

–¿Y en su biblioteca personal?–Tengo un libro fetiche, Rayuela, regalado por Xa-vier Cara, con una dedicatoria tan larga como uno de los capítulos “prescindibles”. Es el primer libro que empaco cuando me mudo. Los demás libros los he comprado tantas veces que los tengo repetidos. Suelo enseñar sus cuentos en clase, siempre asom-brado de entrar en su universo.

CORTáZAR-100 AÑOS

Polifonías cortazarianas

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DAMIáN TABAROvSkYESCRITOR, TRADUCTOR Y EDITOR.

La máscara embalsamadaNo hace mucho, en San Pablo, en una conversación con amigos escritores y editores, mencioné a Caio Fernando Abreu. Algunos de sus libros están traducidos al castellano en diversas editoriales independientes argentinas, pero quedan aún varios inéditos, como también su biografía, a cargo de Paula Dip, que me parece un libro precioso. Caio Fernando Abreu fue novelista, pero, sobre todo, cronista, un gran cronista del mundo contracultural brasileño de los años 80, marcado por el rock, el sexo, las drogas, la llegada del SIDA, y una mirada inquieta sobre la literatura y los cambios culturales de esos años en que aquello que alguna vez se convocó bajo el nombre de “izquierda” parecía extinguirse para siempre.

Ante la mera mención de Caio, mis amigos esbozaron una leve sonrisa. Podría decirse que era una sonrisa cariñosa, casi de amor. Me sorprendí: lo que yo venía diciendo no ameritaba ninguna risa. Pensé que quizás era debido a mi portugués con demasiado acento porteño o a alguna otra razón por el estilo. Hasta que uno de mis amigos dijo: “Ah, cómo extraño la adolescencia”. Y ahí me explicaron lo que no sabía; para muchos lectores, y, más aún, muchos escritores e intelectuales de mi generación (1967), que es la de mis amigos, Caio es un escritor de iniciación. Un escritor que se lee en la adolescencia, como una forma de ingresar, de un modo vitalista, al mundo adulto, y que luego ya casi no se lo lee más. Esas sonrisas tenían que ver con un cariño lejano, irremediablemente pasado, como quien, de golpe, en la sobremesa de un restaurante (como el que estábamos) recuerda con ternura los mejores años, los 17, 18, 20.

Y mientras me ocurría esa situación, no podía dejar de pensar, yo, en una escena similar, pero acontecida en Madrid, y no sobre Caio Fernando Abreu, sino sobre Cortázar. En una mesa del café Del Diego, mi amigo español I. R. me comentaba emocionado que acababa de leer una correspondencia recién editada de Cortázar, y yo lo debo haber mirado con la misma ternura y distancia con que me miraron mis amigos brasileños, porque inmediatamente me preguntó si me pasaba algo. Y yo dije: “Sí, ya no tengo 20 años”. No tener 20 años es terrible. Quiero decir: no, no es terrible. Hice mi vida, y me gusta lo que hice. Y también me gustan mis lecturas. Mejores, más profundas y más complejas que leer a Cortázar, el gran escritor binario argentino, como alguna vez lo definió, con ironía certera, un escritor argentino actual. Pero, no obstante, recordar los 20 años es, con un vaso en la mano como esa noche en Del Diego, hermoso. Y Cortázar hace a ese recuerdo. Por eso no leo a Cortázar desde hace más de veinticinco años, para no defraudarme, para no darme cuenta explícitamente de todas sus limitaciones, su chatura política, sus golpes de efectos permanentes, sus trucos remanidos. No lo leo para dejar intacto ese recuerdo inaugural, el acontecimiento de, a través de él, haber llegado a Macedonio y a Boris Vian, a Duchamp y a Raymond Roussel. Una vez que se lee a Macedonio, a Vian, a Roussel es muy penoso leer a Cortázar. Y yo, como con una máscara embalsamada –la máscara de la eterna juventud– prefiero dejarla intacta. Llevo en mí el mejor Cortázar, el de mi adolescencia.

MARÍA pIA LÓpEZESCRITORA, SOCIÓLOGA Y DIRECTORA DEL MUSEO DEL LIBRO Y DE LA LENGUA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL.

Las edadesLeí Rayuela, por primera vez, hace un cuarto de siglo. Ahora la novela tiene poco más de medio. Volví a leerla y me acosó la pregunta por nuestras edades. Por la suya, evidente en huellas y signos del tiempo; por la mía, no menos evidente. ¿Por qué en la primera lectura no la sentí tan afectada por el paso de los años? ¿Por qué se presentó con sus galas juveniles ante mi propia juventud? Ahora, en la lectura en sus 50, se me hizo evidente que una concepción del escritor como artista, la fascinación por París como capital cosmopolita del mundo y una idea módica de la rebelión la marcan en forma indeleble, casi como un cartel que grita: soy hija y madre de los años sesenta. Confieso que hasta me enojé con esa vejez que le acontece, como a veces pasa con las obras que fueron los grandes éxitos de su momento. Lo fueron, en muchos casos, por pertenecer con tanto énfasis a su edad de escritura.

Pero, al mismo tiempo, Rayuela sigue siendo leída. Por jóvenes que, como esta lectora hace varias décadas, son interpelados por ella. ¿Es, entonces, su edad o la mía el problema? En alguna carta que Cortázar le escribe al editor Francisco “Paco” Porrúa, le comenta que mientras los críticos de su generación –el escritor tenía unos 40 años– recibían la novela con frialdad, centenares de jóvenes le escribían entusiastas con la lectura. Quizás desde el comienzo la lectura de esa novela fue juvenil. No por malas razones –ningún prejuicio puede sostenerse sobre la lectura de los jóvenes si eligen una novela del rigor y la belleza de Rayuela–, sino por una intersección feliz entre la idea de aventura existencial, experiencia erótica y lúdica apuesta a la innovación. Esa intersección la convierte en la gran novela de educación sentimental y sueño cosmopolita de la literatura argentina.

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Desde la teoría literaria,

Marcela Croce ensaya aquí un

derrotero por ciertos cuentos

y misceláneas cortazarianos,

para mostrar cómo, en la

pluma del escritor, vida, obra

y debates se traman en el

contexto de las producciones

latinoamericanas. De los

conflictos de lectura a los

conflictos en lectura.

En 1969 aparece un libro extraño, una miscelánea que linda con el diario personal, titulado Último round. La expresión procede notoriamente del box, deporte que hacía furor cuando Julio Cortázar comenzó a es-cribir y al que le dedicó ejercicios memorables como el cuento “Torito”. El toro es precisamente el animal convocado desde las primeras líneas del recuento provocativo llamado “Uno de tantos días de Saig-non”, en el que el escritor relata su dolce far niente entre amigos bohemios en una aldea medieval del sur de Francia, consumiendo vinos regionales y que-sos épicos. El estilo del toro es el de quien ataca “ho-rizontalmente de atrás hacia adelante”, contrapues-to al estilo vegetal de empujar “desde abajo”. En esa dualidad se resuelven las líneas de la revisión personal que abunda en referencias epocales, como los exce-sos gastronómicos de Lezama Lima, el rechazo a la estupidez expuesto por Robert Musil y el desprecio hacia Günther Grass. Lo que le devuelve proximidad al conjunto es la alusión sarcástica al modo en que los especialistas en “semántica, semiótica, semasio-logía y semiotecnia” se afanan en leer Rayuela desde sus cátedras, y la burla que le dedica al francés Roger Caillois, quien, ignorante de la historia y la cultura del México antiguo, “dedujo que los motecas, en ‘La noche boca arriba’, se llamaban así porque el prota-gonista del cuento andaba en moto”.

Bruscamente latinoamericanista, como se define a partir de la Revolución Cubana –y precisamente la serie de textos reunidos en Último round se cierra con una carta a Roberto Fernández Retamar, fun-cionario castrista ante quien reivindica su libertad creativa en vísperas de condenar sin mayor informa-ción las decisiones de la política isleña durante el Caso Padilla–, cita los versos iniciales de La cauti-va, de Echeverría, se solaza con la letra martiana de Guantamanera (aunque obviando toda referencia a la base militar norteamericana de Guantánamo) y une a Atahualpa Yupanqui con el catálogo de naves de La Ilíada, intersectando con desenfado la cultura nacional y la clásica.

Tras abundar en el tópico de la “vida de artista”, dedica las páginas de “Del cuento breve y sus alrededores” a los relatos condensados. Horacio Quiroga y Edgar Allan Poe operan como tutores de tales reflexiones teóricas, avalando la preferen-cia cortazariana por la perfección del fantástico. Así lo confirman ejercicios como “La noche boca arriba”, que sorprende con el sueño futurista; “El otro cielo”, que reúne los espacios de las Galerías Güemes y los pasajes parisinos, no a la manera de Baudelaire sino de Lautréamont; “Todos los fue-gos el fuego”, donde coinciden el incendio de la Roma neroniana y el de un departamento de París; y “La autopista del sur”, que crea una sociedad ideal a partir de un embotellamiento aparente-mente eterno.

Este último cuento expone una circunstancia ejem-plar. Un grupo de burgueses parisinos vuelve a la capital tras un fin de semana en la Costa Azul. Algún hecho que nunca se aclara desencadena el embotellamiento en el cual cada personaje es identificado por el auto en el que viaja. En vistas de que la demora se intensifica, los ocupantes de los autos comienzan a compartir los víveres y los abrigos. Pero al extenderse la trabazón, deben or-ganizarse de otro modo: así, el jeep es elevado a ambulancia, se atiende primero a los niños y los ancianos, y alguien toma el mando del Caravelle, cuyo conductor se suicidó. Los lugareños agreden a los embotellados. Cuando los burgueses, tras un primer momento en que repartieron los víveres al modo socialista, han llegado a la sociedad comu-nista en que se provee a cada uno según sus nece-sidades, la autopista se libera y ese grupo compac-to se separa sin más lógica que el avance desigual de los carriles en que se encuentran.

Es decir que la sociedad comunista, que Cortázar apoya en el caso de la Cuba marxista-leninista y que luego respaldará en la Nicaragua sandinista, solo es posible a partir de una hipótesis fantástica

CORTáZAR-100 AÑOS

Los60, elboom y la Revolución

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y en caso de necesidad extrema, para derrumbar-se sin violencia una vez que la amenaza severa ha pasado.

Claudia Gilman, en un libro en el que evalúa la des-integración de la “familia latinoamericana” en los 60 (Entre la pluma y el fusil), desliza que Cortázar teme perder el público que la Revolución Cubana le ha granjeado mediante Casa de las Américas –y que integra un grueso porcentaje de los lectores que catapultaron a Rayuela–, lo que explica los vaivenes que van desde la adhesión a los barbudos de Sierra Maestra hasta la carta a Haydée Santamaría en que pretende explicar la actitud censora que sostiene en el pronunciamiento de los 62 intelectuales contra Fidel Castro, en el cual quedan aglutinados varios favorecidos por el boom (Vargas Llosa, Carlos Ba-rral), algunos españoles con ínfulas (Juan Goytisolo) y un conjunto de europeos comprometidos (Sartre) o biempensantes (Nathalie Sarraute).

Sé que podrán objetar que aplico al texto ciertos ele-mentos de la vida del autor. El reclamo no es menor, pero la insistencia autobiográfica de Cortázar en los libros en los que se refiere a la creación me habilita. La adhesión “cronopiana” a las consignas del Mayo Francés, reproducidas con fruición en Último round, podría tomarse como prueba. Un hippismo europeo recorre tales enunciados y el humor del escritor se fascina con la barricada antiacadémica apañada por las paredes de Nanterre.

La evocación actual de Cortázar no puede prescindir de sus contradicciones. Su obra, que ha motivado tan intensas y tantas explicaciones y tergiversacio-nes, es clásica en los términos de Ítalo Calvino: pa-sible de todo tipo de lectura, sobre todo las inco-rrectas. Está compuesta por textos que todos dicen estar “releyendo” porque es demasiado vergonzoso admitir que uno no los ha leído o porque su elusión equivale a mutilar la historia (no solo literaria) lati-noamericana.

La cultura como relatoENTREvISTA CON MARTÍN kOhAN

EL ESCRITOR, ENSAYISTA Y DOCENTE CONvERSA SOBRE LOS vAIvENES ENTRE LAS REFERENCIAS CULTAS Y POPULARES EN LA ESCRITURA DE JULIO CORTÁZAR.

–¿Cómo se cristalizan en la literatura cortazariana las tensiones de la época respecto de una cultura letrada y una cultura popular? –El primer ejemplo en el que pienso al considerar esta tensión es el de “Torito”. En ese cuento uno tiene, por un lado, la marca de lo letrado en el epígrafe: la dedicatoria al maestro de escuela que, según refiere el autor, les contaba a sus alumnos las peleas de Justo Suárez. Se trata no solamente de un letrado, sino de aquel que enseña las letras (las “primeras letras”, como suele decirse), y lo hace de manera oral. El autor es el que recoge esas narraciones orales y va a traspasarlas ahora a la escritura. Pero en la escritura no habrá sino otra oralidad, un efecto de oralidad: el decir del propio Torito, el habla del héroe popular, a quien se le cede la voz y cuya cosmovisión se busca. Cortázar parece querer situarse en la mediación entre esos dos mundos.

–¿Por qué el boxeo, el tango y el jazz como mundo de referencias centrales? –A mi criterio, el jazz ingresa en la literatura de Cortázar en el registro de los consumos culturales sofistica-dos, a los que también presta mucha atención. En cuanto al tango y el boxeo, como géneros de lo popular, creo que Cortázar dirime ahí, y bastante laboriosamente, sus conflictos con el peronismo. Se acerca al tango y al boxeo siempre en estado de añoranza de una vida popular que estuvo antes y que fue mejor. Como empresa literaria no es sencilla, porque tanto el tango como el boxeo vivieron durante el primer peronismo sendas épocas de gloria. Pero Cortázar se inclina preferentemente por escribir sobre Suárez, cuando ya está peleando Gatica; o está más cómodo con una referencia a Canaro, cuando ya tocan Pugliese o Di Sarli.

–¿Cuál era para Cortázar el papel del narrador latinoamericano? –Entiendo que esta pregunta remite más bien al último Cortázar, que se decide por una función más explícitamente ideológica y política, de denuncia o de esclarecimiento de conciencias. Resulta fatalmente el Cortázar más fechado, según creo.

–¿Cómo se resuelve en su escritura este pasaje entre la vida y el arte, el compromiso y la literatura? –Diría que hay una zona que se resuelve fuera de la literatura: Cortázar es ya una personalidad, por no decir un personaje, y pone esa notoriedad de escritor al servicio de determinadas causas políticas. Otra zona, en cambio, intenta resolverse dentro de la literatura misma, como pasa conocidamente en el Libro de Manuel, donde lo político se aborda desde la evidencia; en general hay poco aprecio crítico hacia los resultados de ese intento.

Cortázar enmascarado divierte a García Márquez. Foto de Sara Facio.

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A la escuelaSi se concede que hay un Cortázar para todos los gustos y necesidades, ¿cuál es el Cortázar que me-jor se lleva con la infancia y la escuela? “La edu-cación integral de cualquier persona implica leer buena literatura. Es central conocer a autores del mundo, pero también abordar aquellos nacionales que, como Cortázar, marcaron épocas y obtuvie-ron reconocimiento fuera del país”, fundamenta Romina Castro, maestra de primer grado en la es-cuela N.º 17 D. E. 14 “Monseñor Gustavo J. Fran-ceschi”, del barrio porteño de Colegiales. ¿Por qué resulta enriquecedor acercarse al legado del autor desde una infancia temprana? “Es clave que los chicos reconozcan que Cortázar es un escritor im-portante para la Argentina. Su lectura estimula la imaginación de los niños porque mezcla lo real y lo abstracto, y entrega al lector toda su magia”, responde Silvina Zuckerberg, que hace 29 años es docente de primaria y hoy enseñanza en la Es-cuela Instituto Bet El, de Belgrano. Desde su silla de bibliotecaria de escuelas primarias, Alejandra Moglia, también autora del blog de literatura in-fantil y juvenil “La memoria y el sol”, desgrana los matices literarios que despiertan el interés de los chicos: “La obra de Cortázar inquieta, transgrede, compromete, intima. En ella hay rebelión, humor, situaciones absurdas y delirantes. Permite la explo-ración del lenguaje”.

La práctica de leer nunca llega sola. En referencia a cómo la escuela puede estimular la lectura, Zuc-kerberg comenta: “La estrategia que utilizo para motivar a los niños es la lectura en voz alta, con

expresividad, atravesando el cuento, dándole voz y luz. Anticipando la lectura, compartiendo los per-sonajes, poniéndose en los pies de ellos e introdu-ciendo a los niños en el juego”. Castro, en tanto, trata de generar un ambiente alfabetizador: “En el aula, tenemos una biblioteca, y todos los días les propongo a mis alumnos leer juntos un rato; permito que aborden los libros con libertad, que se los lleven a casa, que generen hipótesis sobre cada idea que surge”.

Paso previo, para Moglia, lo central es entender el por qué y el para qué de la lectura. “Leemos porque estamos perplejos, insatisfechos. Son mu-chos los chicos que hoy en día tienen su vida com-pletamente planificada, y que no cuentan con un tiempo libre para crear desde el vacío; se le teme al silencio, a lo que no está estipulado”, explica. Por ello –agrega–, “en la estimulación de la lectura tanto de niños como de jóvenes es muy importan-te incorporar, además de textos informativos y de entretenimiento, textos literarios que sean deses-tructurantes, en donde esté presente la ironía, la poesía, la incertidumbre. Textos que no sigan nin-guna receta preestablecida, que no respondan a las políticas de mercado ni que sean políticamente correctos”.

En la escuela donde se desempeña Zuckerberg, existe el proyecto Plan Lector, por el cual los alum-nos de todos los grados leen ocho libros al año, uno por mes, de distintos autores reconocidos, entre ellos, Cortázar. Se analiza y se estudia vida y obra del autor”, detalla. Aunque Castro advier-te que los escritos de Córtazar suelen abordarse

CORTáZAR-100 AÑOS

En clave de

juegoCierto es que el nombre

de Cortázar no suele ser el

primero en surgir cuando

se piensa en autores de

literatura infantil. Sin

embargo, se trata de un

escritor que supo entablar

una relación lúdica con

las palabras e imprimir

imaginación, surrealismo

y fantasía a sus relatos. A

continuación, distintas voces

comparten con nuestra

Cultura la importancia de

acercar la herencia literaria

cortazariana al lenguaje

universal de los chicos.

Las ilustraciones del español Emilio Urberuaga para Discurso del oso.

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en los últimos años de la primaria, su propuesta para este año es seleccionar algún texto sencillo para compartir con sus alumnos de 1.º grado: “Mi idea es que podamos pensar alguna de sus grandes obras juntos, y que conozcan quién ha sido este inmenso autor”.

Custodia de los libros en la escuela, Moglia des-cribe lo que sucede cuando los alumnos de 12 a 14 años de edad descubren al autor de Rayuela: “De pronto, en el silencio no tan silencioso de un recreo en la biblioteca, de manera imprevista para los concurrentes, se alza la voz de Cortázar relatando La continuidad de los parques, La inmis-cusión terrupta o quizá Me caigo y me levanto”. “Los adolescentes se sienten cautivados por la voz del escritor –justifica–; se preguntan por su acento y su forma afrancesada de pronunciar las “r” sin haber perdido ni un ápice de argentinidad en su literatura”.

Letra ilustrada La literatura también entra por los ojos. Quizá impul-sada por esa máxima, Libros del Zorro Rojo, editorial dedicada a las obras ilustradas, publicó un extracto de Historias de cronopios y de famas en forma de texto y dibujos para niños. El relato elegido corres-ponde al capítulo “Discurso del oso” (Barcelona, Li-bros del Zorro Rojo/Buenos Aires, Editorial Alfagua-ra, 2009), en el que un oso que habita las tuberías de un edificio descubre la extraña y solitaria vida de los seres humanos. Sebastián García Schnetzer, di-rector de arte de la editorial en Buenos Aires, recuer-da: “‘Discurso del oso’ fue originalmente escrito por Cortázar para los hijos de la familia Jonquières, sus amigos personales”. Si bien es recomendable leerlo a partir de los 5 años, “este tipo de obras incluye al público adulto. La lectura tiene esta feliz parti-cularidad de trascender las edades”, celebra García Schnetzer.

Con ilustraciones de Emilio Urberuaga, la propuesta logra transmitir el espíritu que Cortázar le imprimió a las palabras: un oso ágil, alegre, curioso, resba-la por los caños, sube, baja, contempla, descubre, se sorprende. Prueba de que la imaginación no co-noce fronteras, esta versión ilustrada se publicó en alemán, chino, coreano, turco, portugués, italiano, catalán y gallego.

Así, aunque suela relacionarse a Cortázar con el lector joven o adulto, sus obras tienen mucho que ofrecer a los pequeños. Para Moglia, lectura y en-tretenimiento deben ir de la mano: “La literatura de Cortázar invita al juego, a la diversión nada frívola, a la risa, al cuestionamiento. Nos convoca a visitar universos de significados singulares. Des-concierta”. De esto da muestra “Discurso del oso”: “La obra de Cortázar se rebela contra el discurso que coloniza y manipula, ayuda a derrumbar corra-les. Libera”, concluye.

“Cortázar permite atravesar realidad y fantasía sin fronteras”–¿En qué consiste y a quiénes está dirigido el Plan Nacional de Lectura? –El Plan Nacional de Lectura es un programa que sostiene la formación de lectores como política del Ministerio de Educación. Sus propuestas están dirigidas a la comunidad educativa y se sustentan en diversas acciones que tienen a la lectura como eje central. Cada una de las actividades planteadas en el ámbito nacional, regional o provincial busca promover el encuentro con el libro y la literatura.

–¿Por qué considera importante que los niños y adolescentes lean a Cortázar?–Uno de los propósitos del Plan se vincula con que los adolescentes se apropien de la lectura como parte de su cotidianeidad. Para ello, año a año, se desarrollan publicaciones que buscan entusiasmarlos, con autores y temáticas que los convoquen a seguir leyendo. Este año, Julio Cortázar será uno de los pivotes de dichas propuestas. Acercar a los más jóvenes a leer sus textos es acercarlos a dialogar con una narrativa plena de matices. Cortázar permite internarse en un lenguaje exuberante, diseñar sus propios recorridos lectores, y atravesar realidad y fantasía sin fronteras. Creemos que es importante conocer a Cortázar a través de su lectura, para que los estudiantes de nuestro país lo integren a su patrimonio cultural, reconozcan su lugar en la literatura argentina y latinoamericana, y encuentren en su obra el poder transformador de la palabra.

–¿De qué modo recomienda que se aborde su obra en la escuela?–Su trabajo tiene tantos abordajes posibles como lectores. Primero nos proponemos entusiasmar a docentes y bibliotecarios con seminarios destinados a leer su obra desde itinerarios ligados al Cortázar lúdico, poético, político y cronista de su tiempo. Recomendamos generar talleres de lectura en voz alta, tertulias literarias y actividades en cada institución. Los más pequeños podrán iniciarse con algunos de los textos instruccionales de Historias de cronopios y de famas; y los jóvenes, avanzar con lecturas de otras complejidades, como los cuentos de Bestiario.

–¿Cómo se estimula la lectura? –En primer lugar, transmitiendo la propia emoción al leer. Un docente lector podrá fácilmente crear y fortalecer un vínculo lector-lector con el alumno, porque lo hará compartiendo espacios, vivencias, desafíos, historias y personajes que habitan su mundo sensible. Es fundamental prestar atención a cada niño, niña o adolescente para identificar sus intereses, que serán los que orienten la selección de las primeras lecturas. Leer por el placer de leer es también el camino para convocar a los alumnos. Y hacerlo junto a otros todos los días, en voz alta, por pares, por grupos, es parte indispensable de la propuesta diaria de cada docente en el aula.

+ info:www.planlectura.educ.ar

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Era 1970. Mempo Giardinelli y yo viajamos a Chile colados en un avión para asistir a la asunción de Salvador Allende como presidente. Fue una aventura absoluta. El director de Semana Gráfica, donde trabajábamos, no nos dejaba ir. La revista era bastante amarilla, pero comprometida en lo político. A pesar de su negativa, rajamos para Ezeiza y, sin un mango, empezamos a buscar contactos para ver si lográbamos volar. Se me ocurrió hablar con el presidente de Aerolí-neas Argentinas...

Mientras estábamos en Ezeiza, llegó un avión desde París que hacía escala en Buenos Aires para luego ir a Chile. Viajaban Julio Cortázar, Beatriz Guido, To-rre Nilson, Nicolás Guillén. El presidente de Aerolíneas habló con una serie de gente: no nos dieron pasajes; directamente, nos dejaron subir a este “avión de notables”, que no tenía ninguna plaza disponible. Una azafata me sentó en su asiento, es decir, terminé arriba de la azafata con el cinturón puesto. Y Mempo otro tanto, pero con la azafata de primera. ¡Mempo viajó en primera!

Al final, llegamos a Chile una hora tarde: ninguno de los que viajaban allí pudo presenciar la asunción de mando. Ahí nos acercamos a Cortázar y él nos rechazó sin darnos oportunidad de nada. Me quedé con un cabreo con él importante. A las seis de la tarde del día siguiente, había una reunión en el PEN Club de Santiago en homenaje a Cortázar, a Fuentes y a los escritores de izquierda que estaban en Chile. No permitían el ingreso de fotógrafos ni de periodistas. Entonces, me mandé a las tres al PEN y logré entrar diciéndole al portero que solo iba a sacar una foto a la sala de la reunión, porque algún testimonio para la revista tenía que tener.

Cuando ingresé en la sala, vi una mesa principal cubierta con un gobelino que llegaba hasta el suelo. Y delante de la mesa, leí el cartel con el que le asignaban el asiento a Cortázar. Me senté a esperar debajo de la mesa. ¡Estuve tres horas ahí! Tenía miedo de que me engancharan, pero sabía que una vez que sacara la foto ya no importaría nada. Como tenía una doble lente, una Mamiya, levanté la alfombra y puse el doble lente por ahí. Tenía a Cortázar frente a mí. En cuanto se dio cuenta, empezó a reírse, pero trató de aguantarse para no mandarme al frente. En la secuencia se ve cómo se ríe (ver foto de la izquierda).

En esa serie, está la imagen donde él se inclina, apoya las manos sobre la cara y mira la lente. Me posó. Es la foto que dio origen a esta otra (ver retrato de tapa de Nuestra Cultura), tomada en otro encuentro, en febrero de 1984, en el Hotel Cal-derón de Barcelona, donde lo había ido a visitar con el poeta Alberto Szpunberg. Él acababa de volver de la Argentina. Fue una conversación un poco triste. Estaba enojado porque el presidente Raúl Alfonsín no lo había recibido. Era la situación de alguien que había llegado a su país con la esperanza de obtener un reconocimien-to que no sintió. Cortázar ya estaba enfermo y sabía que iba a morir.

Llamo a esto el “complejo de Ulises”: cuando Ulises vuelve a Ítaca cubierto solo con un trapo, camina por sus calles sin ser reconocido; se angustia porque, por un lado, quiere que lo reconozcan –es el Rey de Ítaca– y, por el otro, siente pudor. Cor-tázar había vuelto a Buenos Aires con este complejo. Por eso le dolió tanto saber que no le quedaba más tiempo y que era su última visita a la Argentina.

CORTáZAR-100 AÑOS

La cámara lúcida

Fotógrafo y periodista de carrera, además de

antropólogo y artista plástico, Carlos Bosch

es una verdadera caja de anécdotas. El autor

de la imagen de tapa de nuestra Cultura

–réplica de otra captura de 1970– vuelve

sobre el instante de 1984 en que tomó el

retrato, una de las últimas fotos que se

conocen de Julio Cortázar.

Bosch y, detrás, Cortázar en 1984, en Barcelona.1970, Chile.

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 13

Estacionar tras una larga fila de coches en la autopista del sur un domingo por la tarde; bailar un tango con Celina, la dueña de la llave que abre las puertas del cielo; recuperarse en la cama de un hospital bajo el cuidado de la señorita Cora; luchar contra los vampiros multinacionales de la mano del superhéroe Fantomas... A pesar de la multiplicidad de espacios y tiempos que evocan, las escenas tienen un punto en común: la impronta cortazariana es difícil de soslayar.

“Año Cortázar 2014: Cien años con Julio” es el título del menú de actividades culturales con el que la Argentina rinde homenaje a uno de los escritores más respetados y transformadores de la literatura del siglo XX, al cumplirse un siglo de su nacimiento.

Vistas inéditas, en el Salón del Libro de París 2014 En marzo, durante el encuentro donde la Argentina es invitada de honor, se ex-hiben 15 imágenes desconocidas de Cortázar, capturadas por la lente amiga de Sara Facio. También en el pabellón argentino, el dibujante Miguel Rep realiza un mural en vivo con una línea de tiempo que recorre la vida y la obra del autor.+ info: www.cultura.gov.ar

Tesoros íntimos, en el Museo Nacional de Bellas Artes Cartas, manuscritos y películas filmadas en súper 8, de la colección personal del escritor, se presentan por primera vez en Buenos Aires en julio próximo. El material fue cedido por la albacea de Cortázar, Aurora Bernárdez, a la Xunta de Galicia en 2005. + info: www.mnba.org.ar

El lenguaje de un innovador, en la Biblioteca NacionalDesentrañar el universo literario del autor de Rayuela es el objetivo de “Lecturas y relecturas de Cortázar”, las jornadas internacionales que se celebran en agosto, con la participación de académicos y escritores locales y del exterior, entre ellos, Carles Álvarez Garriga (España) y Juan Villoro (México) –que participan de este número de Nuestra Cultura–; Roberto Fernández Retamar (Cuba); Andrés Avellaneda y Saúl Sosnovsky (EE. UU.); Juan Gabriel Vásquez y Sergio Ramírez (México). Entre los muchos expertos del país, se listan Marcela Croce, Martín Kohan, Damián Tabarovsky, Luis Chitarroni –quienes también escriben en estas páginas–, Néstor García Canclini, Sylvia Saitta, Daniel Link...+ info: www.bn.gov.ar / [email protected]

Del texto al juego, en el Museo del Libro y de la Lengua Desde junio “Rayuela. Una muestra para armar” propone personajes, aspectos y escenas para desandar y reconstruir una de las novelas más celebradas del siglo XX. Con recursos lúdicos e interactivos, el público está invitado a elegir distintas formas posibles de recorrer esta obra mayor de Cortázar. Acompañan la propuesta materiales bibliográficos y primeras ediciones del autor. + info: www.bn.gov.ar/museo-del-libro-y-de-la-lengua

Veladas de jazz y cine, en la Casa Nacional del BicentenarioPara revivir el gusto de Córtazar por la música y el cine, se celebran dos ciclos de jazz y de películas basadas en sus textos. + info: www.casadelbicentenario.gob.ar

Concurso de proyectos transmedia Durante 2014, se pondrá en marcha un certamen de guiones para realizar una pieza audiovisual de entre 4 y 7 minutos de duración, que será emitida por la TV Pública, plataformas digitales y telefonía celular. Además, el guión y la obra elegidas servirán de base argumental para desarrollar un videojuego. Por último, la experiencia será volcada en una bitácora virtual (diario de rodaje) y, una vez concluida, en una edición impresa multimedia.

Clásicos de historietaCon dirección de Juan Sasturain, la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación edita un libro de historietas originales, de 148 páginas, inspiradas en la obra de Julio Cortázar. Son diez versiones de relatos clásicos. Carlos Nine, El Tomi, Domingo Mandrafina, Minaverry, Diego Parés, Max Cachimba y Lucas Varela son algunos de los artistas convocados. + info: www.cultura.gob.ar

Autor de museo, en Chivilcoy Con la idea de rescatar su labor docente, una casa ubicada en esa localidad bonaerense, donde el escritor residió y ejerció como maestro entre 1939 y 1944, dará albergue al Museo Cortázar, un espacio cultural destinado al disfrute de la comunidad. El inmueble será puesto en valor durante la segunda mitad del año, para ofrecer muestras permanentes y talleres sobre la obra del escritor.

Todas las actividades del Año Cortázar, en www.cultura.gob.ar/ano-cortazar-2014-cien-anos-con-julio/

El siglo del Gran Cronopio

Tributo merecido, por iniciativa de la Secretaría

de Cultura de la Presidencia de la Nación,

la Televisión Pública, el Museo Nacional de

Bellas Artes, la Biblioteca Nacional, el Museo

del Libro y de la Lengua, la Casa Nacional

del Bicentenario y el Municipio de Chivilcoy,

este año, la figura de Cortázar es centro de

debates, exposiciones, ciclos artísticos, libros,

concursos y recuerdos.

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EN LUChA

“Por suerte en ese mismo momento su mano derecha asoma al aire, al frío de afuera, por lo menos ya hay un afuera aunque la otra siga apresada en la manga, quizá era cierto que su mano derecha estaba metida en el cuello del pulóver, por eso lo que él creía el cuello le está apretando de esa manera la cara, sofocándolo cada vez más, y en cambio la mano ha podido salir fácilmente. De todos modos y para estar seguro lo único que puede hacer es seguir abriéndose paso, respirando a fondo y dejando escapar el aire poco a poco, aunque sea absurdo porque nada le impide respirar perfectamente salvo que el aire que traga está mezclado con pelusas de lana del cuello o de la manga del pulóver, y además hay el gusto del pulóver, ese gusto azul de la lana...”.

Fragmento de “No se culpe a nadie”, en Final de juego, 1956.

FANTASMAS

“Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad”.

Fragmento de “Casa tomada”, en Bestiario, 1951.

CORTáZAR-100 AÑOS

El gran angular deJulioUna serie de relatos indispensables del

escritor, llevados a la imagen por el equipo de

fotógrafos de nuestra Cultura.

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 15

hOJAS IMpRESAS

“Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis”.

“El diario a diario”, en Historias de cronopios y de famas, 1952.

RINGSIDE

“De Lanús casi no me acuerdo, se me borra todo. Un vestido a cuadritos, sí, ahora veo, y el zaguán de Don Furcio, y también las mateadas. Cómo me tenían en esa casa, los pibes se juntaban a mirarme por la reja, y ella siempre pegando algún recorte de Crítica o de Última Hora en el álbum que había empezado, o me mostraba las fotos del Gráfico. ¿Vos nunca te viste en foto? Te hace impresión la primera vez, vos pensás pero ése soy yo, con esa cara. Después te das cuenta que la foto es linda, casi siempre sos vos que estás fajando, o al final con el brazo levantado. Yo venía con mi Graham Paige, imaginate, me empilchaba para ir a verla, y el barrio se alborotaba. Era lindo matear en el patio, y todos me preguntaban qué sé yo cuánta cosa. Yo a veces no podía creer que era cierto, de noche antes de dormirme me decía que estaba soñando”.

Fragmento de “Torito”, en Final de juego, 1956.

vIGILIA

“Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada”.

Fragmento de “La noche boca arriba”, en Final de juego, 1956.

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LUIS ChITARRONIEDITOR Y ESCRITOR

Aira explicó el grado de identificación que Cortázar provoca en quien quiere escribir, no del todo benéfico; en este aspecto puedo confiar en mi silencio interior y dar curso a mi memoria sin juicio. El primer cuento de Cortázar lo oí en la voz de la señorita Julia, mi maestra pampeana de Lengua, en sexto o en séptimo. Después de la lectura (¿“Cartas de mamá”, “La salud de los enfermos”, “La señorita Cora”?), mi fanatismo por Cortázar no conoció límites, como ocurre, al igual que con los hipocorísticos, con la mayoría de las hipérboles boreales de la infancia. No recuerdo el cuento, y no por hacerme el vivo, sino porque, al revés de lo que se dice, Cortázar no es bueno en los cuentos y malo en las novelas (de serlo, pasaría inadvertido, pereza de la constancia de los juicios heredados). Cortázar es malo en ambos porque desborda esos regímenes siempre. Es un ciclo que interrumpe a veces otro, más aceptable para el lector conformista, y la

cosa que empezó no termina bien; en realidad, su duración se adecua, en términos de género, como la de Henry James, a la más tilinga de las formas literarias: la nouvelle. En tiempo y forma, Cortázar es la catástrofe inadvertida, porque, como cualquier escritor en bloque, es él y siempre él, de buenas a primeras: un escritor indispensable.

ANA MARÍA ShUAESCRITORA

Toda la literatura de Cortázar me marcó mucho y muy fuerte. La leí durante mi adolescencia. Era un escritor diferente, muy original, que latía al ritmo de la época. Era nuestro, el escritor de los jóvenes; además, no era como un padre, sino como un hermano mayor. No nos quedaba más remedio que imitarlo. Era muy difícil revelarse contra Cortázar.

En lo personal, me gustaban más sus cuentos que sus novelas. Bestiario, por ejemplo, es un libro maravilloso que leí cuando era muy joven. Son cuentos que –como se dice coloquialmente– me “rompieron la cabeza”. Me hicieron ver la literatura desde otro ángulo y reconocer otras posibilidades.

RICARDO FORSTERFILÓSOFO Y ENSAYISTA

La novela que transité durante la adolescencia fue Rayuela. Provengo de una generación que llegó tardíamente a Cortázar. Para nosotros, no fue “el autor”, aunque, en algún momento, hubo una vuelta, una incidencia, con el Cortázar más comprometido, más político. Estoy hablando de quienes teníamos 16 o 17 años en 1973 o 1975. Y, después, sí tuvimos una significación fuerte de Cortázar en su dimensión político-ética, su exilio, su mirada de América Latina. Entonces, leí Rayuela ya no bajo el impacto de quienes lo habían leído cuando era un libro de vanguardia. Quizá mis inclinaciones literarias iban por otro lado. Siempre me sentí más acogido por el Cortázar de la narración de cuentos como “Casa tomada”.

CORTáZAR-100 AÑOS

¿Cuál es su

texto favorito?

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SERGIO DAwISAxOFONISTA, ExINTEGRANTE DE LOS REDONDOS

Sin duda, mi texto favorito es “El perseguidor”. Este cuento me abrió el camino al mundo Cortázar. Por ser él un amante del jazz y tener una mente libre, supo llegar al corazón de los estados profundos en la vida trágica y mágica de Johnny Carter (una invención inspirada en su admirado Charlie Parker). La pintura que hace de este antihéroe que, en estados alterados, encontraba los carriles para elevarse e improvisar con su música me ayudó a imaginarlo, en momentos sublimes de la creación, como a un verdadero perseguidor.

SAMANTA SChwEBLIN

ESCRITORA

Podría citar varias lecturas, pero “Casa tomada” fue la que más me impactó. Los cuentos de Cortázar fueron mis primeras lecturas “adultas” en las que descubrí las posibilidades del fantástico, el realismo del fantástico, lo aterradoramente cercano que podía estar ese otro mundo del mundo de la realidad cotidiana. Además –quizá justamente por su extrañeza y su

tensión–, “Casa tomada” despertó mi curiosidad por entender cómo funcionaba el mecanismo narrativo. Fue de los primeros cuentos que leí y releí muchas veces, que intenté desarmar y entender pieza por pieza, absolutamente sorprendida por su eficacia.

TERESA pARODICANTAUTORA

Cortázar me deslumbró desde muy temprano. Amé su forma de escribir, y su libro Rayuela fue tan movilizante que probé leerlo de todas las maneras posibles que proponía el autor y permitía esa maravillosa novela. La carta de La Maga a Rocamadur es inolvidable, bella por donde se la mire o se la escuche. La voz de Julio Corzázar leyéndola es absolutamente emocionante. Escuché ese disco que la contenía infinitas veces.

Es imprescindible a la hora de pensar la literatura argentina. “Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”, decía alguna vez. Ese pensamiento lúcido, esa profunda reflexión dejó su marca imborrable en mi corazón y el corazón de aquella generación apasionada y decidida a ser parte de la construcción del futuro, a la que pertenezco. Leerlo en aquellos años o releerlo ahora me sigue produciendo el mismo maravillado asombro ante su excelencia. Cortázar eternamente echa luz sobre nosotros con su “argentinidad” exquisita.

Por otro lado, este cuento ocupa un lugar particular en

mi memoria, lo confirmo cada vez que viajo en subte junto a mi saxo; aparece la imagen de Johnny subiendo la escalera del metro parisino golpeándose la frente, impotente, añorando a su instrumento que quedó olvidado debajo del asiento mientras el vagón va marchando lentamente rumbo a la próxima estación.

ANDRé CLAvELCRÍTICO LITERARIO DE L'expRess (FRANCIA) Y DE temps (SUIZA)

El año pasado, festejamos los 50 años de Rayuela, la novela más audaz y más vertiginosa de toda la literatura del siglo XX. Un monumento de 600 páginas que se asemeja a un juego de pistas, ya que, en su tablero de dirección liminar, Cortázar explica que se la puede leer de dos formas. Una

lineal, siguiendo

la sucesión de los capítulos. O en el

desorden, comenzando por el capítulo 73 y luego siguiendo las indicaciones del autor, que nos hace, entonces, saltar de casillero en casillero como en la rayuela. De este laberinto, en el que se refleja el caos del mundo, salimos deslumbrados, terminando un periplo que, entre el París de la bohemia y una Argentina espectral, pone en escena un Teseo moderno –Horacio–,

flanqueado por una diabólica Ariadna llamada la Sibila, mientras de fondo

suena una zarabanda que mezcla el jazz con el tango. Entremos en la danza, para leer

–¡y releer!– esta joya que, a las oscuridades que destila, opone el eterno recomenzar de la literatura.

BERNARDO CAppADIRECTOR DE TEATRO

La novela que más me gusta de Cortázar es Rayuela. No podría hacer una crítica literaria porque no estoy preparado para semejante cosa, pero, cuando era adolescente, esa novela me ayudó a simbolizar la realidad; pude armar un puente de fuga desde la realidad hasta un territorio imaginado menos cruel. Esa es mi forma de leer: los textos me ayudan a traspasar la realidad, a tomarme una distancia necesaria para no ahogarme en los confusos signos con los que está hecha la trama de lo real. Esa otra trama desenreda partes desde donde puedo vislumbrar otra posibilidad, una alternativa que me ayude a rescatar el sentido de la experiencia de estar.

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CORTáZAR-100 AÑOS

Ruta devida

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Los premios, Rayuela, octaedro, 62 modelos

para armar, Deshoras, La vuelta al día en

ochenta mundos, Último round... títulos

cortazarianos que juegan con las cifras.

Ruta devida

Colaboración: Diego Tomasi.

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Como todos los 8 de enero, unas doscientas mil personas se dieron cita en Mercedes, Corrien-tes, para venerar al Gauchito Gil. Peregrinos de todo el país se acercaron a la vera de la Ruta Nacional N.º 123, donde se encuentra el san-tuario de esta figura emblemática del santoral profano argentino, para sumarse a la procesión popular en la víspera de un nuevo aniversario de su muerte.

Se dice que Antonio Mamerto Gil nació en 1845 y que integró el Partido Colorado. También for-mó parte del ejército de Bartolomé Mitre en la guerra contra el Paraguay, hasta que se negó a continuar matando hermanos. En lucha con algunos terratenientes que esclavizaban al pue-blo, Gil robaba ganado de las estancias vecinas, que luego repartía entre los desamparados.

Cruce entre Robin Hood y Jesucristo, este gau-cho devoto de San La Muerte y San Baltasar logró popularidad entre sus paisanos. Aunque era desertor del Ejército, le habían prometido la amnistía, pero el 8 de enero de 1878 fue cap-turado por el coronel Velázquez y colgado del pie en un árbol. Minutos antes de morir dego-llado, el Gauchito le aseguró a su verdugo que encontraría a su hijo enfermo, pero que, si lo invocaba, se salvaría. Así ocurrió. Con el tiem-po, nuevos milagros atribuidos a Gil cultivaron el mito.

Los días previos a la celebración anual, en las cercanías del santuario se instalan puestos, espacios de baile y de acampe. Allí los fieles aguardan el momento de acariciar la figura del Gauchito. El día 8, se trasladan a Mercedes para asistir a la misa conmemorativa y escoltar a pie, a caballo o en vehículo su característica cruz roja hasta el oratorio principal, ubicado a 8 kilómetros de la ciudad.

Acompañando uno de los fenómenos de reli-giosidad popular más importantes del país, la Dirección Nacional de Promoción de los Dere-chos Culturales y Diversidad Cultural organizó en Mercedes un encuentro chamamecero del que participaron el cantautor correntino Mario Bofill, el misionero Joselo Schuap y la mercede-ña Mirian Asuad.

FOTORREpORTAJE

El gaucho de los milagrosFotografías: Augusto Starita.

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Apelando a la ironía o la

exageración, la provocación

o el absurdo, el escenario

político siempre fue terreno

fértil para cultivar el humor.

Con impronta cordobesa,

Max Delupi y Beto Bermúdez,

creadores de Thelma y Nancy,

y Julieta Daga y Laura Ortiz,

o las Pérez Correa, comentan

en qué sentido el género

supone hacer política por

otros medios.

MAx DELUpI Y BETO BERMúDEZ (THELMA Y NANCY)

Diálogos enbatón –¿Cuál es la materia prima de sus personajes?–Son dos señoras, una de clase media alta y la otra, de clase media baja-trabajadora, que están en con-tra del proyecto nacional y popular. Son señoras de barrio, de peluquería, que van de shopping y que expresan opiniones políticas para combatir el “mo-delo”. Para nosotros, este es un fenómeno que po-dríamos catalogar como “recuperado”, pues hacía mucho tiempo que, en nuestro país, vastos sectores de la población no hablaban abierta y masivamente de política. Es, sin duda, una de las conquistas de esta década.

–¿A qué sector social representan?–Nancy es una empleada pública jubilada, con as-piraciones a integrar la llamada clase media. Ne-nuca (Thelma) siempre ha pertenecido a ese sector social privilegiado que viaja por el mundo, ahorra en dólares y ve afectado su estilo de vida por este modelo.

–¿Cuáles son las particularidades de hacer hu-mor político en formato televisivo?–En televisión se hace, en general, un solo sketch por programa, que dura unos pocos minutos. Por lo tanto, como esto es humor político, hay que usar un tema de mucha actualidad –que está o va a estar en boca de todo el mundo– y lograr que repercuta rápi-damente. Nosotros hacemos humor inverso, basado en la exageración.

–¿Qué se gana y qué se pierde en la transposi-ción al lenguaje teatral?–El teatro hace que la obra gane frescura por la espontaneidad. De alguna manera, la obra se va

“construyendo” en función de cómo reacciona el público que tenés enfrente. Además, el tiempo te permite repasar temas que, quizá, no son del día a día, pero sí integran la agenda política del país. La medida del ganar o perder se establece, en todo caso, en relación con la capacidad de llegada de uno y otro medio: en teatro, actuás para 200, 500 o 1000 personas; en la televisión, podemos hablar de decenas de miles de espectadores.

–¿Cuál es el límite de este tipo de humor?–Como ocurre con cualquier chiste “despolitizado”, el humor político no reconoce más límites que los que impone la sociedad para hablar o no de algún tema en un momento dado. Esto depende, muchas veces, de la susceptibilidad de algunas personas. Hay situaciones dolorosas o incluso catastróficas donde, aun sin proponérselo, aparece el llamado “humor negro”, que resulta molesto para algunos y libera-dor para otros.

–¿La sátira permite reflexionar?–Siempre. Estamos convencidos de que el humor, el chiste, lo gracioso son motores de debate y de “co-locación” de temas o ideas en la agenda a un nivel que difícilmente pueda lograr un discurso formal, “serio” o acartonado.

TEATRO

La Argentina de la risa

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JULIETA DAGA Y LAURA ORTIZ(LAS PÉREZ CORREA)

Del clown a la crítica –¿Cómo es el circuito comercial del humor político?–El circuito del humor político todavía está armán-dose. El humor político se está desarrollando nueva-mente a raíz de la posibilidad de cuestionar y decir humor en relación con la política: hoy hablamos de política –porque se puede– en todos los ámbitos de la sociedad, tanto en el colectivo como en el alma-cén, la vereda o la escuela. De esos espacios, los hu-moristas pueden obtener material y hacerlo rodar. La gente toma con mucho humor el hecho de ver-se reflejada en los comentarios del otro, se genera identificación.

Entonces, lo que existe por ahora es un gran des-pliegue de humoristas políticos que se presentan en salas, bares, cafés concert, etcétera, aunque las grandes salas aún esperan y el público, de acuer-do con nuestra visión, también está esperando una buena revista de humor.

–¿Cuál es la especificidad del humor cordobés? ¿Cómo llega este humor a los grandes centros urbanos?–El cordobés es pícaro; sagaz en los comentarios, las comparaciones, las asociaciones libres; costumbris-ta, no agresivo; tiene una mezcla de inocencia y des-caro. Los humoristas cordobeses se valen de todo esto para hacer su humor, que es contemplativo.

El humor cordobés llega primero porque el públi-co que no es de Córdoba adora la tonada. A los grandes centros urbanos llegan unos pocos por la originalidad de la propuesta, que es una ventaja. La desventaja es que esos grandes centros urbanos se abastecen ellos mismos de sus humoristas, y el mercado no es grande. Entonces, la competencia se vuelve difícil. Con la nueva Ley de Medios, soñamos con que estos caminos se abran un poco más y se visibilice el humor federal.

–¿De qué se ríen los argentinos?–El argentino se ríe de muchas cosas, pero, funda-mentalmente, de sí mismo. De su gente, de su des-ventura, su derrotero, de su origen y sus sueños. El argentino es una mezcla de natural y de inmigrante. Ambos tienen en sus orígenes sueños no alcanza-dos, nostalgias, injusticias, soledad. El humor ne-cesita de todo esto; sin tragedia no hay comedia. Reírse es la mejor manera de mirarnos críticamente y también de liberarnos del miedo a la muerte, como dice el más grande payaso argentino, Gabriel Cha-me Buendia.

Sketchs de gira Invitando a leer la realidad social en clave de risa, el Encuentro de Humor Político Federal, una propuesta de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, ofreció espectáculos humorísticos en gira por Córdoba, Santa Fe, Santa Cruz, Buenos Aires, Mendoza y Entre Ríos. Junto con Max Delupi, Beto Bermúdez, Julieta Daga y Laura Ortiz, participaron de la iniciativa Horacio Fontova, Emanuel Rodríguez, Gustavo Berger, Ham y Lucas Heredia.

Humor, política y la historia reciente argentina POR FLORENCIA LEvIN, AUTORA DE HumoR poLítiCo en tiempos De RepResión: CLARín 1973-1983.

A pesar de que las prácticas de lectura del diario se han revolucionado con Internet, la presencia del chiste gráfico sigue siendo insoslayable. Hoy como ayer, los lectores acuden al encuentro del diario buscando el contacto cómplice con esos personajes de tinta y papel que hablan desde la tapa, la contratapa o las páginas virtuales de los sitios web.

En la Argentina, desde que, a partir de los años 70, el humor nacional desplazó al cómic importado –que, por décadas, había colonizado la prensa local– el espacio humorístico se convirtió en un importante modulador de la lectura de las noticias. A partir de un acto brevísimo, evanescente y pasajero, el lector pesca y, al mismo tiempo, comparte cierto estado de ánimo o un determinado posicionamiento u opinión. Mediados doblemente por las criaturas de las viñetas y por sus autores –los humoristas–, esos actos de lectura ponen en juego la construcción, reconstrucción y circulación de significados y representaciones colectivas sobre la actualidad y la política.

Preocupada por el terrorismo de Estado en la Argentina, y buscando pistas que me permitieran comprender cómo esa sociedad, que lo hizo posible y, a su vez, lo padeció, pudo dotar de significados esa experiencia histórica, me topé de modo casual con un chiste de Landrú en el cual un personaje se queja de las dificultades que le ocasiona la baja de tensión eléctrica en la aplicación de picana. Ese chiste, publicado en el diario Clarín, en marzo de 1973, se convirtió en la punta de un ovillo que me llevó a una investigación de largo aliento en la que me dediqué a estudiar, analizar y entrecruzar una cantidad de viñetas (que se cuenta de a miles) a lo largo de los casi once años transcurridos desde la nacionalización de la contratapa de humor gráfico de Clarín, en marzo de 1973 (contemporánea a la elección en la que triunfó Héctor Cámpora y que selló el retorno del peronismo), hasta la asunción de Raúl Alfonsín, en diciembre de 1983.

Entre otros temas, el libro estudia la construcción humorística del golpe de Estado de 1976, las caricaturas políticas durante la dictadura militar, la construcción de representaciones sobre el terrorismo de Estado y los chistes sobre la Guerra de Malvinas. A partir de la idea de que las viñetas de humor fueron productoras y, al mismo tiempo, espejos de los procesos colectivos de significación de esa experiencia histórica, y estudiando los posicionamientos de los distintos humoristas que publicaron en Clarín durante esos años (Caloi, Crist, Fontanarrosa, Ian y Landrú, entre otros), el libro intenta conocer cómo fue la vida cotidiana en la cual el terrorismo de Estado fue posible.

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Es una de las leyendas

vivientes del 2x4, que

interpreta al piano hace siete

décadas. Pero, desde joven,

Atilio Stampone también

admira el jazz, y los acordes

que escribe –se confiesa–

son de Maurice Ravel, cuya

obra sabe de memoria.

Diálogo a oído abierto.

Bastión del tango en la Argentina, en más de 70 años de carrera, Atilio Stampone hizo música junto con Astor Piazzolla, Horacio Salgán y Leopoldo Fe-derico, y hasta se animó a grabar con Pedro Aznar o Cacho Castaña, como ocurrió en su último disco, Tango. Pianista, compositor y arreglador, a los 87 años, ejerce la presidencia de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) y da muestras de vitalidad e inventiva en la Orquesta Na-cional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto", que dirige desde el año 2000.

–¿Cuál es su propuesta como director de la Or-questa “Juan de Dios Filiberto”?–Es a lo que me dedico hace más de una década y me interesa mucho estar al frente de esta formación. ¿Dónde, en Buenos Aires o en la Argentina, voy a conseguir cincuenta músicos de primer nivel para dirigirlos como quiero? Hay metales, cuerdas, cuatro bandoneones; el primer violinista es Rafael Gíntoli, que ha tocado en la Sinfónica de Milán como solis-ta. Esto me permite hacer trabajar la mente y volar en lo que yo creo que puede ser el tango musical.

Por ejemplo, selecciono milongas y hago tocar a los tambores, a los cornos, y cosas por el estilo que en otro lado no podría hacer.

–¿Está alejado por completo de las formaciones tradicionales de tango?–Mis comienzos fueron en las orquestas tradiciona-les. Con Leopoldo Federico armamos un proyecto que ya cumplió 60 años. Después, cada uno siguió su camino. Por 1947-48, era el pianista de Piazzolla. Luego, en mi carrera tuve suerte con varias cosas que emprendí, como cuando compuse la música de las películas Un guapo del 900 y La mano de la tram-pa, de Leopoldo Torre Nilsson, y de La historia oficial. Fue entonces cuando fui dejando de tocar para que el público bailara –el que baila está concentrado en la danza–. Hoy prefiero que el público me escuche sentado.

–A su entender, ¿qué evolución tuvo el género?–La evolución del tango está vinculada a la de la so-ciedad en su conjunto. La década de 1940 fueron tiempos de gran producción y cambios en el cine y el teatro argentinos, y también en el tango. Pero esto no ocurrió de casualidad: son las condiciones sociales las que permiten la evolución.

Considero que la última evolución que tuvo este género –para el que gusta de él y para quien no también– fue Astor Piazzolla. Hasta ahora, no escu-ché algo que me interesase después de la época de Astor y de Horacio Salgán, mi ídolo de toda la vida en el piano.

–¿Qué opinión tiene de las nuevas generacio-nes que se acercan al tango?–No importa si se trata de músicos jóvenes o vete-ranos, el asunto para mí es que toquen bien. En mi orquesta hay jóvenes que son excelentes; muchos se

MúSICA

“Hoy prefiero que me escuchen sentados”

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incorporan al género al salir de los conservatorios: son gente de estudio, algo que, antiguamente, era diferente; antes todo era oído y oficio.

–Cuando está sobre el escenario, ¿para quién toca?–Me dirijo a la gente del tango, a la que conoce y gusta del género. El público ha evolucionado mucho en cuanto a la comprensión de los arreglos y los so-nidos. Los tiempos pasan, y la gente va educando el oído. Primero evolucionamos los que estamos “en la cosa” y después, de a poco, lo hace el público. Esto es algo que sucede no solo con el tango.

En realidad, el jazz marca el camino de la evolución musical. Siempre fue así. Cuando era joven, me la pasaba escuchando a las grandes bandas de jazz, a los grandes pianistas. Cuando vino a la Argentina, Bill Evans era mi ídolo, el pianista número uno de la historia del jazz. Al escucharlo por primera vez, casi me muero por los acordes y las armonizaciones que hacía. En Caño 14, mientras “Pichuco” (Aníbal Troilo) tocaba, con Francisco "Mochín" Marafioti es-cuchábamos discos de Evans toda la noche; allí ha-bía una revolución armónica y del lenguaje musical. El tango venía detrás.

–¿Quiénes son sus preferidos en la composición?–Mariano Mores nació para escribir: es el gran com-positor de los años 40 en adelante. Debe de tener unos 60 tangos, uno mejor que el otro. Homero Es-pósito también fue un genio y un gran amigo. El tango “Afiches” lo hicimos entre los dos, en una

época en que él venía de Zárate a comer a mi casa, en San Cristóbal. Salió de una melodía que yo toca-ba como cortina en radio El Mundo. Era la década del 50; él jugaba a las cartas en el Rancho de Ochoa, el boliche de la esquina de Carlos Calvo y Catamar-ca. Un día me llamó por teléfono desde ahí, me dijo “escribí” y me dictó toda la letra de una. Luego me pidió: “Fijate si coincide simétricamente con esa me-lodía que tocás todo el tiempo y no me deja mor-far tranquilo con tu vieja”. Me fui al café y le dije: “Mimo, no hay que cambiar nada, está perfecta”. “Sí, ya sé –me respondió–, pero, en la segunda par-te, cuando repetís dos veces la nota si, la segunda es bemol”. Tenía razón. Es una letra increíble que le dedicó a un gran amor que tuvo.

–¿Qué escucha cuando está tranquilo en su casa?–Música clásica. Me sé de memoria toda la obra de Maurice Ravel. ¿Piensa que los acordes que hago los inventé yo? No, son de Ravel. No tengo su ge-nio, pero trato de aplicarlo en el tango. La armonía raveliana me enloqueció, por eso cambié la forma de tocar, de armonizar, de instrumentar. Los "Valses nobles y sentimentales" son un manual de armo-nía. Yo necesito una nota que haga disonancia con las otras, si no, no quedo satisfecho. Y, como decía, también me gusta el jazz.

–En 2012, vio la luz su disco Tango, donde gra-bó con Adriana Varela, Cacho Castaña, el Paz Martínez, Leopoldo Federico, Amelita Baltar, Marcela Morelo y Pedro Aznar, entre otros in-vitados. ¿Le gustó el resultado?–Para mí quedó muy bien. Aznar hizo una versión de “La casita de mis viejos” con piano solo que es muy buena. Entre los músicos de su género, me pa-rece que es artísticamente el de mayor nivel, el más talentoso.

Vida en obraNació en Buenos Aires el 1 de julio de 1926. Músico de formación clásica, alcanzó sus máximos logros como pianista, arreglador, director y compositor de tango. Su primer encuentro con este género fue en el conjunto donde trabajaba su hermano Giuseppe, que ya era conocido como “Pepe, el tano tanguero”. Con 15 años de edad, debutó en la orquesta de Roberto Dimas, luego pasó a las filas de Pedro Maffia y, más tarde, a las de Roberto Rufino, Mariano Mores y Juan Carlos Cobián. A los 26 años, formó su propia orquesta, Stampone-Federico, y también integró el famoso Octeto de Ástor Piazzolla.

Realizó giras por Brasil, Colombia, Rusia, Alemania, Suiza, Polonia, Checoslovaquia, Italia, España, Francia, Estados Unidos, Israel y Egipto, entre otros escenarios. Compuso las bandas musicales de importantes películas, como La historia oficial, que, en 1985, obtuvo el Premio Oscar a la mejor película extranjera. Entre sus discos, se destacan los álbumes Mis maestros (1977), Vivencias (1980), Tango (1985), Discepolín (1989), Geometría (2011). Su obra Concepto, de 1972, es considerada una de las más importantes de la historia del tango.

En 2000, fue designado director de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, bajo la órbita de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. En 2001, recibió el premio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes y dos años después, fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

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Construido en medio del monte entrerriano en 1848, a unos 30 km al oeste de Concepción del Uruguay, el Palacio San José-Museo y Monumento Histórico Nacional “Justo José de Urquiza” es la reli-quia más importante de Entre Ríos. La actividad de su morador, el general Justo José de Urquiza, gobernador provincial y primer pre-sidente constitucional de la Confederación Argentina, lo convirtió en un centro político de relevancia.

La mansión muestra una síntesis cultural de diferentes estilos: de base poscolonial, fue enriquecida por los toques de distinción de sus constructores italianos, el maestro mayor de obras Jacinto De-llepiane y el arquitecto Pedro Fossati, con el aire “palladiano” y el espíritu de las villas italianas. Sus parques y jardines albergan las más variadas especies vegetales, que contrastan con los montes agrestes de la zona.

La casa, a la que se accede a través del Jardín Francés, tiene 38 habitaciones, dispuestas alrededor del Patio de Honor y el Patio del Parral. Cuenta con siete dependencias de servicio distribuidas en los jardines posteriores; una capilla, cuya cúpula fue decorada por Juan Manuel Blanes; cocheras; una pulpería; un palomar; y un lago artificial de más de 12.000 m². En total, el predio donde está emplazada ocupa 120 hectáreas.

Lejos de representar el casco de estancia de un caudillo local, la imponente fachada con sus miradores, el fino mobiliario, las obras de arte incluidas y cada detalle peculiar formaban un conjunto que reafirmaba el carácter y la estatura política de proyección nacional de su propietario.

Urquiza pasó aquí los últimos veinte años de su vida, en compañía de su esposa, Dolores Costa, y de sus hijos, y, de este modo, trans-formó el Palacio San José en ámbito de gravitación política: desde sus muros dirigió los destinos de la provincia y de la Confederación luego de ser nombrado primer presidente constitucional. En una de sus habitaciones fue asesinado en 1870.

El edificio posee un Archivo Histórico que preserva documenta-ción vinculada con Urquiza y su obra, sus acciones personales, políticas y económicas. Conserva, además, material producido por Dolores Costa y los descendientes de Urquiza en la adminis-tración de los bienes y propiedades heredadas. Estos documentos permiten conocer hoy aspectos de la historia nacional, provincial y regional.

Cuna de la Organización Nacional, también en este ámbito se juró la Carta Magna reformada en 1994.

La mansión fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1935. Un año después se inauguraba el Museo Urquiza, que, anualmente, visitan más de 150.000 personas, quienes participan de actividades culturales, educativas y religiosas que tienden puentes con el presen-te a través del acervo de historia y memoria aquí atesorado.

MUSEOS NACIONALES

La historia en su lugar

Construida entre 1848 y 1859, la mansión es uno de los exponentes más valiosos de la arquitectura italianizante argentina de mediados del siglo XIX.

Las pinturas murales que decoran el interior de la cúpula de la capilla fueron realizadas por Juan Manuel Blanes. El motivo central es el Sueño de San José y siete episodios bíblicos sobre la vida de Jesús.

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SOBRE EL MUSEORuta Provincial N.º 39 km 128 (desvío al norte 3 km)Zona rural. Caseros. Departamento Uruguay, Entre Ríos. Tel.: 03442-432620www.palaciosanjose.com.ar

El delicado cielorraso de la Sala de Recepciones, con artesonado de madera de pino blanco con 126 lunas importadas de Francia, da realce estético al lugar y multiplica la iluminación.

El patio del parral, obra de Tomás Benvenuto, está rodeado por un enrejado de hierro forjado. Su aljibe de mármol de Carrara se llena con las aguas de lluvia de los techos.

La herrería estaba destinada a la fabricación, reparación y mantenimiento de los objetos de hierro vinculados a las tareas productivas, al uso doméstico, a la seguridad y a la decoración.

El parque exótico reúne gran variedad de especies originarias de lugares lejanos. Dos esculturas de mármol del conjunto Los cuatro continentes (Europa y África) flanquean el portón de entrada al jardín de la Casa.

La cocina fue construida en 1864 por Tomás Benvenuto. De forma octogonal, está hecha en hierro con aplicaciones de bronce.

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Hay una famosa historia que cuenta Platón en el libro Fedro, donde un inventor lleva a un rey la no-vedad de la escritura desconocida para ese pueblo. “¿Para qué sirve?”, pregunta el rey. “Para asegurar la memoria”, responde el inventor. Lo que perma-nezca escrito facilitará el recuerdo y, de alguna ma-nera, economizará el esfuerzo que implica tener que estar recordándolo todo. El rey se lleva el invento y, al otro día, convoca al inventor y lo manda matar. Se da cuenta de la ambivalencia: lo que puede ser un remedio contra el olvido puede convertirse en un veneno para la memoria. Por suerte, Jacques Derrida nos subraya que la palabra griega “pharmakon” se usa tanto para significar ‘remedio’ como ‘veneno’. La ambivalencia es mucho más profunda.

El pueblo puede perder el ejercicio de la memoria en la medida en que se exteriorizan los dispositi-vos para el recuerdo. La escritura facilitaría tanto la tarea que dejaría ya de ser una tarea. Hay un punto donde la memoria no puede dejar de ser un ejercicio, una búsqueda, un acto de amor. Nunca es definitiva porque la temporalidad siempre está en movimiento. El pasado nunca es el pasado, sino un horizonte abierto que se va construyendo desde un presente que nunca es un presente. Por eso, hay una zona ambigua, una fractura ontológica, una fisura que separa la memoria del pasado. Nunca pueden coincidir, ya que, si así fuera, se acabaría el tiempo. Esa es la tragedia de Funes el memorioso: lo insoportable no es recordarlo todo, sino la diso-lución del presente.

Se trata de desmontar matrices que, en sus idea-lizaciones, producen vaciamientos de sentido. El sueño de un acceso absoluto al pasado desmere-ce cualquier ejercicio de la memoria. Si el ideal es saberlo todo, todo saber se vuelve incompleto. En cualquier caso, la tecnología provee cada vez más la infraestructura necesaria para generar el archivo universal del universo. Pero ¿qué tendría que ver este archivo con la memoria? La memoria es selec-tiva. Y lo es porque el ser humano es contingen-te. Y lo es porque nada en la realidad permanece por fuera del tiempo. Claro que, frente al ideal del recuerdo absoluto, una memoria selectiva parece pecar de arbitrariedad, cuando nada hay más arbi-trario que una idealización que niega la condición de lo real.

Se trata de volver al indecidible de Derrida: ¿reme-dio o veneno? La solución es ilógica: ambas cosas. La memoria no tiene que ver con el recuerdo sino con el futuro. Esa es su ambigüedad primera. Lo ilógico es que el pasado se mueva todo el tiem-po; y se mueve porque el presente no existe sino en movimiento. Todo abordaje al pasado se realiza desde el presente, que, a través de la memoria, va reinventándose a sí mismo. Por eso, cada vez que volvemos hacia el pasado, lo reconcebimos, puesto que nuestra propia realidad ya es otra, y en ese movimiento, modificamos también nuestros relatos originarios.

Pero por sobre todas las cosas, la memoria es un hecho político, y por ello siempre es en relación a un otro. La memoria es una narración, pero, si se narra, hay una palabra que se enuncia y otra que se escucha. Y muy pocas veces ambas palabras, que son la misma, logran coincidir. La memoria es un hecho político en el sentido ético de la política. Se intenta todo el tiempo hacer justicia con los derro-tados de la historia, pero como en general los de-rrotados ya no están, el hacer justicia se vuelve un hecho redentor. Así, el presente se va construyendo en el intento de hacer cumplir la utopía irrealizada de los muertos. Y una vez más, se trata de un impo-sible. Por eso Benjamin la asocia con lo mesiánico. Será que el día después del último día, la memoria ya no será necesaria porque estarán debidamente redimidos. Pero ¿quién dijo que acabará el tiempo? ¿Quién dijo que comenzó?

Es extraño que pretendamos una historia absoluta cuando nuestra manera íntima de narrarnos a no-sotros mismos se encuentra sujeta a toda una serie de mecanismos interpretativos. Ninguno de noso-tros lo recuerda todo de su propia vida y no ve en ello una carencia. Incluso nos volvemos a cada rato nuevos escribientes de segundas y terceras versio-nes de los mismos sucesos, y así los exasperamos o los diluimos de acuerdo con el paso del tiempo y de nuestros propios cambios. Así funciona la memo-ria. En esa zona ambigua que nos hace conscientes de ser al mismo tiempo una unidad y pura diversi-dad. La memoria es clave para nuestra conciencia identitaria. Ser un yo es, antes que nada, sostener una unidad subyacente a todos nuestros actos. Hay un mismo sujeto por detrás de los diferentes acon-tecimientos que vamos padeciendo. Nos recorda-mos siendo los mismos, pero ¿somos los mismos? Somos y no somos los mismos. La identidad es, bá-sicamente, la aceptación de esta nueva paradoja: todo el tiempo estamos siendo otros y siempre los mismos. Y por ello ninguna letra muerta por sí sola puede alcanzar para la transmisión de la memoria, esto es, de lo que somos.

Transmitir es traducir y, como dice la fórmula, tra-ducción es traición. Y de “transmisión” deriva “tra-dición”, que es cualquier cosa menos un pasado momificado. Siempre se habla desde una tradición. La tradición nos habla y en ese acto se transforma. Cada paso hacia adelante es también una reinven-ción del pasado. Y, sin embargo, algo pasó, pero todo lo que diga ya es otra cosa. De allí la pregun-ta de siempre: ¿hay un límite o hay ambigüedad? No puedo, ni quiero, ni debo olvidar cuando, como docente en la enseñanza media, observé cómo dos alumnos preparaban un machete para una prueba de historia, y uno de ellos anotó en un papelito, que luego escondió bajo la manga: “desapareci-dos-30.000”. No se lo saqué. Creo que aprobó con diez.

CRUCES

Memoria a flor de pielOtro 24 de marzo… Darío

Sztajnszrajber, desde

la filosofía, dialoga con

Andrea Fasani, autora de la

instalación 30 (TREINTA),

que ilustra estas páginas,

para explicar en qué medida

recordar supone siempre

un ejercicio, una búsqueda

incompleta, un acto de amor.

DARÍO SZTAJNSZRAJBER Filósofo, escritor y profesor. Creó y desarrolló el programa de televisión mentira la verdad, que se emite por canal Encuentro, donde problematiza y pone en tensión diferentes supuestos sobre la historia, la belleza, el amor, la felicidad y la identidad, entre otros temas. Es autor de diversos libros, entre ellos, ¿para qué sirve la filosofía? (pequeño tratado sobre la demolición).

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 29

ANDREA FASANIArtista argentina autodidacta. En 2007, creó el grupo Buque Factoría, junto con Claudia Toro, Santiago Pereson, Fabiana Galante y Jorge Mancini. El proyecto se aboca a la investigación y experimentación sonora accionando y manipulando LPs de material cerámico sobre viejos tocadiscos con los que se crean desarrollos sonoros en tiempo real.+ info: boladenieve.org.ar/node/5833/buquefactoria.wordpress.com

30 (TREINTA) es un proyecto que inicié en 2006, a 30 años de la dictadura cívico-militar, y presenté, por primera vez, en la galería Oficina Proyectista, de la Ciudad de Buenos Aires. Durante estos años, pasó por sitios emblemáticos, como la Plaza de Mayo, la Iglesia de la Santa Cruz, el Centro Cultural de la Me-moria “Haroldo Conti”, museos, galerías de arte y universidades.

La idea comenzó con la creación de una Piel de Me-moria que se adaptara a todos los espacios, que cre-ciera y se desarrollase como un rizoma, rescatando, una a una, a cada víctima del terrorismo de Estado en nuestro país.

30 (TREINTA) es, además, un ejercicio mnemotécni-co. El soporte visual es el cuaderno Gloria de 24 ho-jas, un cuaderno para cada uno de los desaparecidos o asesinados: en la primera página, pego la foto o el recordatorio de cada persona, en las 23 hojas res-tantes, invito a escribir su nombre y apellido como una práctica para grabarlos en nuestra memoria. Se trata de una obra relacional con gran repercusión a la hora de escribir. La instalación tiene un dise-ño sonoro basado en el ruido de lapiceras, plumas y biromes. También desarrollamos performances de escritura sonora y visuales digitales.

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30 nuestraCultura | nro. 24 | año 6 | marzo 2014

Despatriarcalización, interculturalidad, turismo de base comunitaria, diversidad son conceptos que atraviesan y dan sentido a la agenda actual del Mi-nisterio de Culturas y Turismo boliviano.

En diálogo con Nuestra Cultura, el titular de la car-tera, César Groux Canedo, explica cómo se preserva el variado patrimonio cultural del país y fundamenta la denominación, en plural, del Ministerio de Cultu-ras como programa para reafirmar las identidades locales y desterrar los resabios de un pasado coloni-zador, mientras convoca a la sociedad a participar de la gestión cultural.

–¿Cuáles son las políticas más relevantes que implementa el Ministerio de Culturas?–Nuestro principal objetivo es liderar el campo cultu-ral y turístico en Bolivia, así como apartarnos del ra-cismo, la discriminación y el sexismo. Tenemos la mi-sión de afianzar el sector económico y productivo del turismo; pero no queremos un turismo de casino o de balnearios, sino que queremos formar un turismo donde el mayor protagonismo lo tengan las comuni-dades, a través de su vivencia cotidiana, es decir, un turismo de base comunitaria. Tenemos que trabajar con quienes construyen la creatividad, la iniciativa, la imaginación, esto es, con los artistas, y desarrollar su labor, su gestión y sus resultados, además de hacer una tarea exhaustiva con el patrimonio.

–¿Cómo se preserva el patrimonio cultural?–Tenemos una responsabilidad muy importante con el patrimonio. El patrimonio tangible, material, se

pATRIA GRANDE

“Nuestra misión es construir una identidad plurinacional”Activista y férreo defensor de los patrimonios culturales

bolivianos, Pablo César Groux Canedo, ministro de

Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia, apuesta a

liderar el campo cultural y turístico, mientras combate

la discriminación y el sexismo del país, y promueve la

descolonización definitiva.

SOBRE pABLO CéSAR GROUx CANEDONació en 1968, en La Paz, Bolivia. Politólogo, investigador social y docente universitario. Como promotor y activista cultural, en marzo de 2007, fue invitado por el presidente Evo Morales Ayma a ocupar el viceministerio de Desarrollo de Culturas, dependiente del Ministerio de Educación y Culturas, cartera que, dos años después, ascendió al rango de Ministerio de Culturas. Entre sus logros principales, generó mayor acercamiento con la sociedad a través de los Consejos Departamentales de Culturas, creados por él, y de las Jornadas Culturales, un proceso participativo de planificación del sector cultural en el ámbito nacional. Desde julio de 2010, es también embajador permanente de su país ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 31

expresa en sitios arqueológicos, parques nacionales, monumentos arquitectónicos. Y también en mani-festaciones artísticas que, durante muchos años, no han tenido atención objetiva del Estado o han sido subordinadas a las declaratorias legislativas, pero no a acciones concretas.

Nuestro país puede ser más generoso aún con el otro de nuestros patrimonios, el inmaterial. Me refiero al que conforman nuestras costumbres, tradiciones y nuestra ritualidad. Esta última se revela de maneras distintas: en fiestas, acciones subjetivas, expresiones de fe y creencia, o en acciones cotidianas y habitua-les, como la vestimenta. Nuestro objetivo estratégi-co es permitir que quien transita por este país tenga acceso a todas estas manifestaciones culturales.

–¿De qué manera se trabaja desde el Ministerio para reafirmar la identidad nacional, a partir de la denominación “Estado Plurinacional” adop-tada en 2009?–Se trabaja para lograr mayor participación del Esta-do en la cultura. El Ministerio de Culturas y Turismo acompaña la nueva formación del Estado Plurinacio-nal de Bolivia. Se creó inmediatamente después de la promulgación de la Constitución Política del Esta-do y dos años más tarde incorporó en su estructura el Viceministerio de Turismo, bajo el criterio de lo que Bolivia propone al mundo y a sus propios ciuda-danos: cultura, patrimonio, historia y naturaleza.

–¿En qué consistieron las Jornadas Culturales?–Las Jornadas Culturales consistieron en el desarrollo

de mesas de trabajo en cada departamento de Boli-via. En ellas, se destacó la participación de la pobla-ción en el tratamiento de problemas e inquietudes en el área cultural. Como resultado, se conformaron Consejos Departamentales de Culturas, que tenían la labor de canalizar los proyectos culturales de cada región. Asimismo, se determinó central promover los esfuerzos en un Consejo Nacional, conformado por representantes de cada uno de los Consejos de-partamentales, autoridades estatales y miembros de entidades financieras.

–El Ministerio de Culturas tiene bajo su órbita el Viceministerio de Descolonización y el de In-terculturalidad. En este sentido, ¿cómo concibe la relación entre descolonización, despatriarca-lización e interculturalidad?–Nuestra misión es construir una identidad pluri-nacional, una identidad que rebase el concepto cultural hegemónico que ha caracterizado du-rante 180 años la formación social y cultural bo-liviana. Por otra parte, nuestro propósito es dejar atrás un período muy largo de colonialismo, en el sentido formal y concreto, de ocupación, transfor-mación del imaginario y de la voluntad social, y en el sentido más simbólico de sus representaciones, que, a pesar de tener manifestaciones culturales diversas, asumía solo algunas expresiones hege-mónicas para seguir construyendo su formación social. Por lo tanto, la descolonización es parte de esta misión que tiene el Ministerio de Culturas y Turismo y abarca no solo al Estado, sino a toda la sociedad.

En ese contexto, introdujimos un concepto necesa-rio en una sociedad como la nuestra: la despatriarca-lización. Se trata de un esfuerzo por darle a la mujer el mismo tratamiento social –o uno mejor– que le corresponde por ser el eje de la familia, de la socie-dad y de la comunidad. En la misma línea, también asumimos a la comunidad como la forma de asocia-ción más concreta y trascendente históricamente en este territorio y en estas tierras andino-amazónicas, que ha ido constituyendo la base cultural sobre la cual nosotros desarrollamos nuestro trabajo.

–¿De qué modo se trabaja para unir el patrimo-nio cultural con el desarrollo turístico?–Hemos tenido un desarrollo significativo entre 2005 y 2013 en el turismo receptivo, equivalente a un 141 %. Hemos pasado de recibir anualmente 524.000 turistas a recibir, en 2013, una cifra que ha superado nuestras expectativas. Nos habíamos plan-teado recibir un millón de personas; y hemos alcan-zado 1.270.000 visitas en los destinos turísticos de nuestro país. Esto se basa, fundamentalmente, en el desarrollo de la promoción turística de una manera seria, responsable, profesional, y en tener una marca país que es asumida por todas las instituciones pú-blicas y privadas como el emblema que mostramos para que el mundo nos conozca.

–¿En qué consistió el debate que derivó en la denominación Ministerio de Culturas, en plu-ral?–La cultura abarca, efectivamente, un todo de la sociedad, incluida su diversidad. Sin embargo, Bo-livia es un país en el que ser étnicamente diferente ha constituido un estigma a lo largo de su historia republicana. Referirnos a un Ministerio de Culturas fue un reconocimiento a los 36 pueblos indígenas y a la gran diversidad cultural que existe en el país. Todos tenemos los mismos derechos, pero venimos de orígenes culturales distintos. El reconocernos y respetarnos probablemente genera algún tipo de crisis en los vínculos, pero, en definitiva, hace más rica la relación.

+ info:www.minculturas.gob.bohttp://es.wikipedia.org/wiki/Bolivia

“BOLIvIA ES UN pAÍS EN EL QUE SER éTNICAMENTE DIFERENTE hA CONSTITUIDO UN ESTIGMA A LO LARGO DE TODA SU hISTORIA REpUBLICANA”.

“NO QUEREMOS UN TURISMO DE CASINO O DE BALNEARIOS, SINO QUE QUEREMOS FORMAR UN TURISMO DE BASE COMUNITARIA”.

“NUESTRO pROpÓSITO ES DEJAR ATRáS UN pERÍODO MUY LARGO DE COLONIALISMO”.

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32 nuestraCultura | nro. 24 | año 6 | marzo 2014

Ideólogo de la cadena y de

la estética de los locales

“Nac&Pop, a la plancha”,

Alex Gordon cuenta por qué

la comida al paso, casera y

económica es un fenómeno

en alza en Buenos Aires, que

conjuga el tono popular con

el cosmopolitismo porteño

y la ocupación del espacio

público. Cuando la cultura

condimenta el plato.

En el Norte, humitas en chala, tamales, empanadas y locros; el vino en Cuyo; la yerba mate en la Meso-potamia; el salame en Tandil; las rabas y cornalitos en las costas marplatenses... Sin repetir y sin soplar, pueden mencionarse cientos de comidas típicas de cada región de la Argentina, que hablan del proce-so de elaboración, la materia prima, el terruño, el pueblo.

Buenos Aires, puede decirse, tiene un nuevo clásico a su medida, síntesis de sus aires cosmopolitas y de la idiosincrasia porteña. Los locales de comida rápi-da “Nac&pop, a la plancha” ofrecen comida sana, sabrosa y al paso, las 24 horas, a precio económico, y, sobre todo, con condimentos del universo nacio-nal y popular. “Es Nac y no MC”, se jactan desde los afiches colgados en los 17 comercios abiertos en diferentes barrios, que, para 2015, todo indica que serán 40.

Lo primero que convocó la atención del público y de la prensa, y generó polémica, fue el nombre de la cadena, cuenta Alex Gordon, propietario de la idea.

¿Son militantes kirchneristas los dueños? ¿Compar-ten las políticas del Gobierno nacional? Más allá de los dichos y entredichos, Gordon reconoce que si bien el mensaje puede leerse como pro guberna-mental, de lo que habla es de cultura.

Proveniente de una familia de gastronómicos uru-guayos, a mediados de los años 70, Gordon se radi-có en Israel y luego en Europa. Recién en 2010 re-gresó a la Argentina, a la que define como “un lugar donde se come muy bien, aunque falta desarrollar la cultura de calle”. Se explica: “En las grandes capita-les del mundo, se come mucho en la calle. Cuando volví al país me pareció que esto faltaba”. –¿Los locales Nac&Pop ocupan ese “vacío” gas-tronómico en la vía pública?–Definitivamente, creo que es ideal para la Capital Federal por la cantidad de gente que hay caminan-do por la calle. Casi 8 millones de personas vienen cada día a la ciudad, pasan gran cantidad de ho-ras y luego se vuelven. Es decir, hay movimiento de paso constante. Además, faltaba en Buenos Aires

GASTRONOMÍA

Mucho más que

Alex Gordon al frente del local de Av. Corrientes y Uriburu.

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 33

un ámbito de “comida impulsiva”, en especial, a la madrugada. Impulsiva en el sentido de “entro, toco y me voy”. O sea, Nac&Pop no es un lugar para estar. También tenemos la ventaja –y lo veo como un acierto– de que en la noche estamos solos y los clientes lo saben. Después del boliche, Nac&Pop está abierto, entonces, nos fortalecimos entre el pú-blico joven. En cambio, al mediodía competimos con miles de deliveries.

En la madrugada porteña, Nac&Pop también es el lugar de recreo elegido por los taxistas, muchos de los cuales cuentan con la “tarjeta amiga”, extendi-da gracias a un acuerdo con las estaciones de taxis, que asegura un 25 % de descuento. En tiempos de lucha contra la inflación, además, la firma con-geló los precios de todos los menúes hasta el 1.º de julio.

–Frente al miedo a la inseguridad, ¿el plus del “siempre está abierto” colabora con la recupe-ración de la cultura de la calle?–Lógico; lo digo siempre. Fue una decisión abrir las 24 horas. Esta actitud fortalece la seguridad. De al-guna manera, si la gente volviese a la calle, la mitad del problema de la inseguridad se solucionaría. An-tes Buenos Aires era una ciudad nocturna y ahora lo único que ves son rejas. El kiosco abierto tiene rejas. Nosotros somos los únicos que tenemos todo abier-to, no hay puertas, no hay nada que medie entre el consumidor y el vendedor.

–Han crecido mucho, el mapa de locales abarca diferentes barrios porteños...–Peleamos por subsistir, aunque tenemos 17 comer-cios y, próximamente, 18. Terminamos la primera etapa con muchas dificultades. Pero ya empezamos una segunda, más calma en cuanto a la velocidad, van a entrar inversores, terminamos de armar la estructura de trabajo y la administrativa, y los ma-nuales fueron armados según nuestras pruebas y errores. Más adelante, planeamos abrir locales en el cinturón del Conurbano bonaerense.

–¿Cómo se define la estrategia de marketing, que busca la empatía con lo nacional y lo popular?–Por ejemplo, hicimos un menú especial de huevos con un título que decía “Le ponemos huevo a la hamburguesa”, y decidimos congelar el precio todo 2013. Es decir, por un lado, no quería subir el precio y, por el otro, no podía no hacerlo. La decisión se tomó de un día para el otro. Era sábado, y el jue-ves siguiente, la Presidenta abría el año legislativo en el Congreso; entonces, le mandé a mi hermano Gabi –encargado de armar la gráfica– un mail con

la idea y el texto. Acto seguido, llamé al señor que nos pega los afiches en la calle y le pedí que se com-prometiera, de la madrugada del miércoles al jueves, a empapelar la zona del Congreso y diez cuadras a la redonda de las radios más importantes para que los periodistas salieran y vieran las publicidades. Se armó gran revuelo, tuvimos 180 mails de produccio-nes de programas hablando sobre el tema. Fue im-presionante. No fue una cuestión de plata, porque no teníamos, pero lo vi como hierro caliente, me tiré a la pileta y abrí una cantidad de locales juntos. Me agarraron despierto.

–Otro de los acentos está puesto en los produc-tos que utilizan...–Todo lo que producimos es más rústico, más case-ro, no hay pan industrial, la muzarella es muzarella, no es un queso fundido al estilo americano; todo está hecho a mano, y no tenemos máquinas en los negocios.

–En el lenguaje y la representación de Nac&Pop, se rinde homenaje a lo popular. Los coloquia-lismos, las imágenes, los nombres de los sánd-wiches (La cumbiera, el Diego, Milonguera...), todo genera cercanía. ¿Cómo es el proceso de construcción de la imagen?–Las imágenes decorativas son íconos de la cultura nacional; son todas caricaturas que fuimos eligien-do sobre la marcha. No hubo un plan maestro. En la construcción del lenguaje, hay mucho de mi her-mano y mío. Gabriel maneja la operatoria y, aparte, su hobby es la gráfica. Él desarrolla las caricaturas, tomadas del artista Titi Albarracín, y las diagrama. Me acuerdo, por ejemplo, que cuando eligieron al papa Francisco, le pedí que hiciera una serie con Dis-cépolo como “el cambalache argentino”. Hay una serie con Perón y Alfonsín; generamos antítesis, nos divertimos. Nuestro ícono, que también surgió así, es la Coca Sarli en la película Carne, de 1966, que refiere a “el pancho es de verdad 100 % carne con piel”. Y es cierto: es el único pancho de Buenos Ai-res que no está hecho de féculas con saborizantes. En definitiva, tratamos de jugar para no caer en la venta de panchos lisa y llana.

–¿Este rescate de lo popular es parte del éxito?–Sin duda. Y hay que aprovecharlo y profundizarlo. También es cierto que debe haber una base para una construcción futura. Esto de la extrema valo-ración cultural de lo de afuera, festejar siempre lo externo, decir que todo lo importado es mejor... Ahora, por lo menos, se trabaja. De alguna mane-ra, se trata de generar trabajo. El resto se puede discutir.

–¿Cómo define lo popular?–Es un tema de visión y sentimiento. Tiene que ver con lo que cada uno vivió. La forma de comer, de vestirse, de hablar. La Argentina o Latinoamérica vi-vieron muchos años con el fetiche de lo americano o lo nórdico, y no es sano. No hay que renegar de lo propio. En los últimos años, hubo una vuelta a mirar-se adentro, con todos los errores que puede haber, y eso es importante. Ni siquiera alguien de derecha reniega. Tiene que acoplarse porque, si no, pierde. Por lo menos es una base, un avance cultural.

el pancho y la coca

La idiosincrasia argentina desde la comida, el lenguaje y las caricaturas.

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34 nuestraCultura | nro. 24 | año 6 | marzo 2014

A fuerza de inventiva

y gestión, el diseño de

indumentaria, calzado y

accesorios es hoy un asunto

nacional, que pisa fuerte en

todas las regiones del país,

desde donde los creadores

salen a vender sus marcas

por el mundo.

En los últimos años, la moda como industria creativa dejó de tener en Buenos Aires su única pasarela: hoy, toda las regiones argentinas funcionan como cante-ras de talento e ideas, que se materializan en piezas textiles, bijouterie y calzado, ofrecidos en mercados internacionales a través de iniciativas como el Mer-cado de Industrias Culturales Argentinas (MICA).

Para muchos productores, la primera posibilidad de mostrarse en el propio país llegó en 2011, cuando la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Na-ción puso en marcha la edición inaugural del MICA, desafiando la falta de conexiones entre las provin-cias. Un año después, se realizaron seis mercados regionales, donde creadores del NEA, NOA, Centro, Cuyo, Patagonia y Buenos Aires pudieron participar de rondas de negocios, exponer adecuadamente sus productos y comercializarlos.

Así, la segunda edición nacional del MICA, celebra-da en 2013, tuvo mayor participación federal. Uno de los sectores que más se destacó allí fue el dise-ño, lo que volvería a suceder a fines del mismo año, cuando se realizó en Galicia, España, el Mercado de las Industrias Culturales Atlánticas (MICAtlántica), la primera experiencia internacional de esta iniciativa. Hasta el viejo continente viajaron diseñadores de distintos puntos del país para presentar sus bocetos y modelos.

Uno de ellos es Atilio Páez, de Catamarca, quien llevó elegancia y mucho trabajo artesanal. “Mis diseños se distinguen por la marcada identidad cultural, ya que están inspirados en la mixtura de materiales y técnicas ancestrales de mi tierra. Los bordados a mano, la orfebrería y el tejido con fi-bras naturales hacen que cada prenda sea única y exclusiva”, comenta sobre la colección que exhibió en suelo español.

“El MICA respeta la diversidad cultural de las dis-tintas regiones; une a los diseñadores del interior para mostrar y difundir la cultura argentina en el mundo”, evalúa el creador catamarqueño, quien, tras presentarse en distintos Mercados, logró mayor difusión en los medios nacionales, fue convocado a participar en desfiles y eventos, y encaró nuevos proyectos laborales.

Otra de las diseñadoras argentinas que viajó a Ga-licia fue la chaqueña Emilia Velasco, dueña de la marca que lleva su apellido. Así fundamenta su pro-puesta: “Velasco se nutre de imágenes relacionadas a su tierra y el mundo que la rodea, utilizando ma-terias primas nobles. Las prendas se destacan por los calados, tejidos, bordados, estampas serigráficas y terminaciones artesanales. El volumen, ya sea por medio de apliques, superposición de textiles y ta-blas, adquiere protagonismo”.

Respecto de la atención que ha conquistado el di-seño del interior, Velasco es contundente: “En el norte, estamos acostumbrados a trabajar desde el no tener y es así como salen las cosas más creati-vas, más cargadas de sensibilidad”. “La mayoría de los diseñadores chaqueños no sigue tendencias; en cambio, nos miramos para adentro y miramos lo que nos rodea”, asegura la creadora, a quien MICAtlán-tica también le brindó la posibilidad de trascender las fronteras argentinas con sus piezas: “La expe-riencia fue increíble, sentir que estás representando a tu provincia y a tu país no tiene precio”.

Lucía Belaustegui es correntina, nacida en Curuzú Cuatiá. Hace tiempo que decidió volver a su casa, a sus amigos y a su familia para trabajar desde allí en su marca y en sus modelos con impronta local. Su presencia en MICAtlántica supuso la primera vez que una colección ideada y producida en su cuidad

INDUSTRIAS CULTURALES

Lo federal está de moda

Creación de Atilio Páez.

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nro. 24 | año 6 | marzo 2014 | nuestraCultura 35

natal tocaba otra tierra para ser exhibida. “Cabalga-tas peregrinas” es el título de la serie que presentó en esa pasarela. “Está inspirada en las cabalgatas que anualmente realiza un grupo de peregrinos, en-tre ellos mi papá, desde Curuzú Cuatiá hasta la Basí-lica de Itatí, en Corrientes”, explica y agrega que sus creaciones se valen de elementos como “la silueta de la Virgen de Itatí, las calchas y aperos de los ca-ballos, las aguas del río Paraná y el tero, que delimita la paleta de color”.

Desde la provincia de Buenos Aires, Noelia Miguenz también mostró su producción, que incorpora ma-teriales no convencionales al sistema de indumen-taria. Consultada sobre la actualidad del diseño en el interior, opina: “Me parece que los diseñadores tienen más salida laboral dentro de sus provincias porque no hay tanta competencia como la que exis-te en Buenos Aires”. MICAtlántica fue una bisagra en su vida: “Fue una experiencia única; es un orgullo que, a pesar de mi corta trayectoria, me tengan en cuenta como exponente del diseño nacional; ade-más, fue mi primer desfile internacional”.

Londres, con acento argentinoEn el London Fashion Week 2014, la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, la Embajada argentina en Londres, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, la Fundación Exportar y el Observatorio de Tendencias del INTI presentaron la muestra “Tierra de diversidad, tiempo de contrastes”.

Bossini Pithod, Gonzalo Villamax, Kalu Gryb, Li Torres, Luz Ballestero, Paula Ledesma Knitwear, Nev, Quier, Lucas Sánchez, Mafe, Chicco Ruiz, Mariana Landivar, Chulo, Las Pablo, Ene Joyas y Lorena Sosa fueron los diseñadores y las marcas de diferentes provincias del país que mostraron sus credenciales en suelo londinense para exhibir sus identidades, sus materias primas, sus técnicas y su mensaje al mundo.

El proyecto curatorial propuso un recorrido por líneas creativas que reinterpretan materialidades –lana, pelo de camélidos, cuero, metal y algodón–, para desplegar morfologías novedosas y texturas singulares. El resultado: piezas de diseño que expresan una belleza simple e imperfecta.

Generar espacios de intercambiopOR pAOLA pAvANELLOCOORDINADORA DEL SECTOR DISEñO DEL MERCADO DE INDUSTRIAS CULTURALES ARGENTINAS (MICA).

En 2010, la Dirección Nacional de Industrias Culturales comenzó a gestar la primera edición del MICA, con el objetivo de dar visibilidad a los productores culturales de cada provincia de la Argentina.

Nos encontramos con una enorme desigualdad en el acceso a los circuitos comerciales, a los ámbitos de exhibición y a las ferias internacionales. Por eso, durante los últimos cuatro años, hemos recorrido el país generando espacios de intercambio y acercando a todas las regiones compradores nacionales y del exterior, capacitadores y formadores de opinión.

Lo hecho hoy se refleja en cada evento donde tenemos oportunidad de participar, como los Mercados de Industrias Culturales y los encuentros internacionales.

De esta manera, la Argentina se muestra al mundo con la riqueza de su creatividad y sus modos de hacer, y, frente al mercado globalizado, logra identificarse a partir de materiales y recursos propios.

El diseño de Lucía Belaustegui. Propuestas de Noelia Miguez.Colección de Emilia Velasco.

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Arte para compartirLa exposición “Artistas de la 21”, que estas cinco obras integran, nos ha llenado de alegría porque forma parte de lo que nos propusimos al soñar con la Casa de la Cultura Villa 21 Barracas: nuestros jóvenes artistas, chicos y chicas del barrio, no solo muestran aquí sus trabajos, desarrollan su arte y se vuelven visibles, sino que expanden y amplían sus horizontes estéticos y expresivos. Conocer otras miradas, lograr que sus obras dialoguen con otras piezas y autores actuales son condiciones para el crecimiento de estos creadores y la construcción del lenguaje propio.

Esta Casa de la Cultura ha recibido y recibe aportes culturales y artísticos de todos los rincones del país y de América Latina. Y también tenemos mucho arte y cultura para compartir con nuestros contemporáneos. Esta exposición es, justamente, el comienzo de ese generoso intercambio.

Nidia ZarzaDirectora de la Casa de la Cultura Villa 21 Barracas

MUESTRA ITINERANTELuego de exhibirse en Barracas, “Artistas de la 21” se inaugura en mayo próximo en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985, Ciudad de Buenos Aires).

NUESTROS ARTISTAS

Cárcel de Caseros 27/10/2010 (2011), de Rubén Darío, acrílico sobre tela, 43 x 82 cm.

Ely boxeo (2012), de Luis Giménez, lápiz sobre papel, 21 x 18 cm.

Refugio (2013), de Luis Rojas, técnica mixta, 145 x 115 cm.

De noche en el barrio (2012), de Mak, óleo sobre madera, 15 x 25 cm.

S/T (2012), de Carolina Chorolque, acrílico sobre tela, 70 x 90 cm.