noticia del centro pen guatemala l

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a noticia más triste de esta parte del año,para nosotros, fue la muerte de Carlos RenéGarcía Escobar, ocurrida el 7 de diciembrede 2018, pocos días antes de cumplir 70 añosde vida.

El nacimiento del Centro PEN Guatemala se debe, enbuena medida, al tesón y perseverancia de Carlos RenéGarcía Escobar. Desde los primeros contactos con elPEN, él estuvo presente. Fue así como, en el 69 Con-greso Internacional del PEN celebrado en la ciudad deMéxico (del 21 al 28 de noviembre de 2003), CarlosRené asistió invitado por el Centro PEN de Canadá yla embajada de Canadá en Guatemala para, por inter-medio de Franz Galich, hacer los primeros contactoscon funcionarios de PEN Internacional.

Luego de haber sido aceptado el Centro PEN Guate-mala, como miembro de pleno derecho de PEN In-ternacional, Carlos René García fue su primer presi-dente. Su entusiasmo entregado a la organización fueinestimable. Todavía, el 2 de noviembre de 2018, apesar de recién haber escapado con vida a 3 infartosy con una traqueotomía recién cerrada, participó en

el homenaje que se les hizo a 5 periodistas muertos-desaparecidos trágicamente.

Y cuando todos nos alegramos de su alentadora recu-peración, de pronto, por una complicación que tuvocomo resultado de la traqueotomía, falleció.

La noticia nos entristeció de manera profunda ya que,por encima de sus méritos académicos y literarios, fueun buen hombre.

El 9 de diciembre, día de su sepultura, los bailadores deLo de Bran, aldea de Mixco que fue cuna de sus investi-gaciones sobre los bailes y danzas de Guatemala, acudie-ron para rendirle un homenaje vistoso: bailaron el baile dela conquista (de moros y cristianos) y el baile del torito.

Todavía con la tristeza muy metida en nuestros cora-zones le damos, desde estas páginas, la más sentida delas despedidas y agradecemos a la vida por habernosdado la alegría de su compañía.

Adiós, Carlos René, gracias infinitas por tu legado, com-pañía y ejemplo como hombre bueno, entero y conse-cuente.

LNoticia del Centro PEN Guatemala

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CÓDICE / 3

JUNTA DIRECTIVA 2017-2019Gustavo Bracamonte Cerón

PresidenteKarla Olascoaga

VicepresidentaJuan Antonio Canel Cabrera

SecretarioVíctor Muñoz

TesoreroCarlos René García Escobar (+)

Vocal IEduardo Blandón

Vocal IIMaría Fernanda Sandoval

Vocal IIICONSEJO EDITORIAL

Juan Antonio Canel Cabrera, directorKarla OlascoagaEduardo Blandón

AUTORES DE ESTE NÚMEROJulio Solórzano Foppa,

Telma Yolanda Ramírez Fuentes,Carlos René García Escobar (+),

Héctor Castañeda,Byron Barrera,

Guillermo Cacao,Juan Antonio Canel Cabrera

Revista Códice es un producto editorialdel Centro PEN Guatemala

Directorio

PENeditores

Presentación

Las opiniones vertidas incumben a los autores y al Consejo Editorial de la RevistaCódice. Apoyamos la reproducción del material publicado en la Revista Códice,siempre y cuando se cite la fuente: Revista Códice del Centro PEN Guatemala.

Revista Códice es un producto editorial deCentro PEN Guatemala, filial de PEN Inter-nacional, asociación mundial de escritores fun-dada en Londres, en 1921. Sus siglas, original-mente, significaron «Poets, Playwriters, Edi-tors and Novelists». En la actualidad, por tra-dición, se mantiene el nombre PEN para nues-tra asociación; sin embargo, dentro de estenombre caben periodistas, escritores, editoresy traductores. Revista Códice No. 23, diciem-bre de 2018. Impreso en Editora Arizandieta.

l año pasado, El Centro PEN Guatemala rindió un homenaje ehizo memoria de los escritores guatemaltecos muertos-des-aparecidos por ejercer su derecho a manifestar sus ideas yhacer uso de su libertad de creación. Fue una actividad emo-

cionante que nos trajo al recuerdo, en la figura de cinco escritores em-blemáticos, lo difícil que ha sido escribir con libertad en Guatemala. Esteaño se celebró una actividad similar para recordar la vida heroica decinco periodistas que, desafiando los peligros y amenazas que los cerca-ron, osaron decir la verdad y criticar al stablishment. La actividad sirviópara recordarnos que los peligros para el ejercicio del periodismo y lalibre expresión siguen vigentes; han adoptado nuevas formas o se hancamuflado en parapetos legales.

En la figura de los periodistas Irma Flaquer, Luis Alberto Romero (Timo-teo Curruchiche), Marco Antonio Cacao Muñoz, José León Castañeday Mario Solórzano Foppa, el Centro PEN Guatemala, por medio dequienes disertaron sobre ellos, repudió las formas de represión,intimidación y otras maneras de las que se ha servido el Gobierno y otrossectores de poder para que la corrupción y la impunidad sigan abriendomás caminos de perversión.

En esta oportunidad, quienes nos acompañaron en la actividad «Home-naje a periodistas desaparecidos trágicamente», fueron Guillermo Ca-cao quien evocó a su padre, el periodista Marco Antonio Cacao Muñoz;Carlos René García Escobar habló de Irma Flaquer; a Luis Alberto Ro-mero, se refirió Telma Yolanda Ramírez Fuentes, esposa; de José LeónCastañeda habló su hijo Héctor Castañeda. Byron Barrera hizo un bre-ve contexto de la situación de la época. De Mario Solórzano, hizo unabreve semblanza su hermano Julio Solórzano.

La actividad estuvo conducida por Gustavo Bracamonte Cerón, presi-dente del Centro PEN Guatemala y por Juan Antonio Canel Cabrera,secretario.

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obre Irma Flaquer, me fue difícil encontrar informaciónporque su generación casi desapareció, en cuanto asus compañeros periodistas. Hice acopio de un textoque publicó la Universidad de San Carlos sobre IrmaFlaquer, que pertenece a la Comisión Gubernamental

que, en los Acuerdos de Paz se comprometió a publicar sobreIrma Flaquer un libro que, no sé si agotó, pero la existencia esmuy escasa. En él se encuentra una biografía de Irma Flaquerescrita por June Erlick, que dice así:1

«Nació el 5 de septiembre de 1938 en ciudad de Guatemala. Hijade Fernando Flaquer, productor catalán de operetas y zarzuelas yde Olga Azurdia, cantante de ópera guatemalteca. Pasó gran par-te de su infancia en el extranjero, viajando junto a su hermanaAnabella, con sus padres que tenían funciones en Centro y Suda-mérica, observando de primera mano la miseria y la pobreza de laregión. Vivieron varios años en México y regresaron a Guatemalacuando era una adolescente.

»En 1955 se casó con Fernando Valle Arizpe. Del matrimonio, queduró hasta 1958, nacieron Sergio y Fernando. Ese mismo añocomenzó a trabajar como periodista independiente para diversosdiarios y estaciones de radio. En el diario La Hora, inició sucolumna que la haría conocida...»

Recuerdan ustedes, Lo que otros callan. Yo sí me acuerdo, notenía mucha edad, pero sí me acuerdo.

«Secretaria de prensa de la esposa del presidente del PartidoRevolucionario, entre 1966 y 1970. Viajó con frecuencia comoperiodista y activista política del Centro Izquierdista Partido Re-volucionario al interior de Guatemala, donde se enfrentó a lasconsecuencias de la violencia y la injusticia en su país. Esa era laépoca en la que, bajo el pretexto de acabar con los terroristascomunistas, los gobiernos militares ocasionaban muchas vícti-mas. Escribir era el oficio de Flaquer y su pasatiempo preferido.Escribió un libro A las doce y 15, el sol, sobre un atentado quecasi le cuesta la vida en 1970 y cuyo sugestivo prólogo fue dedi-cado a mi querido asesino, entre comillas. Le arrojaron una gra-nada a su auto hiriéndole la mano con que escribía, dañándole eloído y llenándole el cuerpo de esquirlas que requirieron variasoperaciones para ser extraídas. Por seguridad, abandonó el paísy, al cabo de un mes, regresó a Guatemala. Reanudó su columnaen La Hora, su trabajo como Secretaria de Prensa y comenzó aestudiar leyes en la universidad jesuita Rafael Landívar, dondese le recuerda como una alumna combativa y brillante, pero conpoca madera para la abogacía, carrera que abandonó posterior-mente por la sicología y obtuvo una licenciatura. Abrió una clíni-ca que cerró al año siguiente por considerar que solo servía paralos ricos con neurosis.

»Poco después pasó a trabajar al diario La Nación, donde llegóa ser asistente editorial. Allí, entre 1971 a 1980 continuó escri-biendo su columna y publicó, por poco tiempo, su propia revista.En sus artículos, Irma Flaquer abogaba por el pacifismo y por losderechos humanos. A veces la catalogaban de izquierdista. Susartículos más fuertes daban nombres y acusaban a funcionariospúblicos de corrupción, pero cuando se equivocó en alguna de-nuncia no dudó en disculparse públicamente.

»Irma Flaquer tenía amigos en todo el espectro político del país,aunque siempre fue una severa crítica de las injusticias, indepen-

dientemente de su procedencia. Por sus relaciones con el Gobier-no, fue directora sustituta de la Compañía de Electricidad y miem-bro de la Comisión de Política Criminalista y Prevención de Delin-cuencia Juvenil del Ministerio del Interior. También era sicólogadel Sistema Penitenciario.

»Consciente y preocupada por el ambiente político social y losexcesos del régimen militar en su país, en 1979 fundó y presidió laComisión de Derechos Humanos de Guatemala. Flaquer y losdemás integrantes de la Comisión, recibieron amenazas anóni-mas de muerte. Un año más tarde, el 19 de julio de 1980, anuncióen uno de los últimos artículos de la periodista, la disolución dela Comisión. En ese mismo período cesó sus labores en La Na-ción, diario que también se vio expuesto a las amenazas.

»La periodista continuó su labor con declaraciones en la radiolocal, pero también fue advertida de que debía moderar su len-guaje, o correría el riesgo de perder sus puestos con el Gobierno.Las amenazas de muerte continuaron. Temerosa y luego de pasarescondida dos meses, Irma Flaquer decidió reunirse con su fami-lia para despedirse, porque al día siguiente viajaría a Nicaragua.

»El 16 de octubre de 1980, a las 7 y media de la mañana, varioshombres que se movilizaban en dos vehículos interceptaron elauto en que viajaba la periodista y su hijo. A Fernando, de 24años, le dispararon en la cabeza y murió, luego, en un hospital,mientras que a ella la empujaron dentro de una camioneta que, deinmediato, se dio a la fuga. Nunca fue encontrada ni viva nimuerta. Se presume que fue asesinada esa misma noche. Hasta lafecha, nadie ha sido formalmente acusado, procesado o senten-ciado por la muerte de Fernando Valle y la desaparición de IrmaFlaquer.

Aunque se le recuerda por sus verdades y su guapa presencia,se destacaba sobre todo por sus incisivos y sarcásticos artícu-los contra la represión política, los actos de corrupción de fun-cionarios y militares, la opresión de los indígenas y las violacio-nes a los derechos humanos, en una época en que sus severascríticas resultaron inaceptables.

»Entre 1978 y 1981, fueron asesinados en Guatemala 19 periodis-tas; 3 fueron secuestrados, otros 3 fueron heridos y cuatro des-aparecieron, entre estos Irma Flaquer.

»Su vida periodística se extendió durante 22 años, hasta su des-aparición en 1980; ella tenía 42 años».

Me acuerdo cuando Irma Flaquer escribía en La Nación, lo hacíaduramente. No le importaba si eran amigos o enemigos los criti-cados, pero era una mujer valiente, muy valiente y tenía unaideología abierta, de libre pensamiento que expresaba en susartículos; tanto que le preguntaron una vez si ella era mujer, si erafrígida; por supuesto, la respuesta que ella dio fue contundenteporque se trata de las mujeres-mujeres que abrieron el esquemade la posición femenina en un país machista como el nuestro.

Les agradezco a mis compañeros del Centro PEN Guatemala laoportunidad que me dan de hablar de una gran mujer, de unaperiodista que hizo historia en nuestro país.

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1 No se tuvo el texto original a la vista, para confrontar el texto de JuneErlick, así que se transcribe tal como Carlos René García Escobar lo leyó.

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n primer lugar, quiero contarles un poco sobrequién era Luis Alberto Romero Roldán. Él na-ció el 21 de junio de 1935 y murió el 5 deseptiembre de 1980, a la edad de 45 años.

Luis Alberto fue, para mí, un maestro, de quien aprendímuchísimo. Era altamente disciplinado y muy convenci-do de todo lo que hacía. Él, para integrar una ideología,para someterse a algo, tenía que investigar, practicarpara dónde debía ir, para convencerse. Si no estabaconvencido de alguna doctrina, ideología, él iba en labúsqueda hasta sentirse satisfecho de lo que estaba ha-ciendo. Además, era amante de la música clásica; de ahívienen los nombres de mis hijos Ludwig, Wagner y Franz.En ese tiempo se oía, en casa, de Beethoven a Strauss yde Strauss a Beethoven.

Lamento mucho que a mis hijos los haya dejado muychiquitos porque toda esa escuela ellos se la perdieron.Son tres varones, muy parecidos a él; los tres son casiclonados de él; se parecen demasiado; a pesar de queno convivieron con él tienen muchas ideas parecidas,tanto religiosas como políticas y en otras disciplinas.

No le gustaban las imposiciones de estudio, por lo quefue un autodidacta. Él leía y estudiaba todo el tiempoque podía. También le gustaba el arte; él pintaba trajes,paisajes de Guatemala porque era muy amante de supatria. También estaba pendiente de todo lo que suce-día en la política diaria guatemalteca.

Hablando de cómo surgió el personaje Timoteo Curru-chiche, puedo contarles que él comenzó a incursionardesde muy joven en la radio. Empezó en Radio Sonora,donde le dieron la oportunidad, primero, de estar po-niendo música de toda índole. Pero él era una personamuy inquisitiva, muy investigadora y muy amante de todolo que pasaba en su patria. Entonces comenzó a carac-terizar un programa de marimba; empezó a definir suvoz como Timoteo Curruchiche, como indígena de Gua-temala. Así, principió a recibir llamadas en las cuales sehacían denuncias sobre las calles con mal pavimento,basureros que se formaban en las esquinas... todo esole fue dando a él la idea de hacer programas un poquitomás compenetrados en las deficiencias y debilidades de

Guatemala. Así fue como surgió el programa de Timo-teo Curruchiche y fue tomando auge. Él daba como cla-ses dentro de sus programas y ahí fue donde se perfilócomo radio comentarista. Lo que hacía era leer las no-ticias y las comentaba con opinión propia no importan-do de dónde venían ni quién las decía.

Más adelante, en los años 60-70, el programa cogióauge, un poquito más político, defendiendo las causasjustas. Entonces el programa de Timoteo Curruchichecomenzó a ser un problema para el Gobierno de Gua-temala. Allí empezaron la cacería y la persecución ha-cia él. En primer lugar, le dijeron que su lenguaje atro-pellaba el idioma castellano. Cosa que nos dio risaporque era un admirador del doctor Salvador Agua-do. Él hacía todo lo posible por hablar correctamentedentro de su vida general. Hablando como TimoteoCurruchiche, él tenía que distorsionar un poco las pa-labras para semejarse un poco más a la ideología cam-pesina.

La segunda situación fue que empezaron a decir quetodos los locutores de ese tiempo tenían que estar en laEscuela de Ciencias de la Comunicación porque, si no,no podían seguir trabajando en radio. La otra fue quelas radiodifusoras empezaron a quitar los contratos y acerrarle puertas para que él no pudiera hablar. Encontróespacio en Radio Progreso. Allí fue donde él comenzó aser combativo; a decir, a perfilarse por los derechos dela sociedad guatemalteca, inclinándose mucho, también,a favor de la guerrilla.

Unas de las personas que él admiraba mucho eran elChe Guevara y Fidel Castro; eran sus ídolos políticos;bajo esos estandartes, él actuaba y militaba dentro dela sociedad guatemalteca. Así fue como un 5 de sep-tiembre (1980) estalló la bomba en el parque centralfalleciendo muchas personas inocentes, como siem-pre. El criticó eso con el corazón y el hígado en lamano. Cuando salió de la Radio Progreso, ya lo esta-ban esperando y terminaron con la vida dándole 27balazos por la espalda y el tiro de gracia. Esa es, agrandes rasgos, la vida de un gran hombre y, para no-sotros, un buen padre de familia, un amigo y un orgullopara Guatemala.

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mi papá lo conocí muy poco, yo tenía tresaños de edad cuando a él lo desaparecieron,torturaron y asesinaron. Apareció su nombreen un listado de periodistas que, supuesta-

mente, eran comunistas. Sufrió persecución, incluso yauna vez se había escapado por unos tejados para queno lo mataran. Logró sobrevivir y después lo estuvieronbuscando hasta que, desafortunadamente, lo encontra-ron. Lo fueron a tirar, todavía estaba vivo, en el parqueMorazán. Allí una señora vio cuando llegó un carro; uncarro de los Toyota que utilizaban los aparatos clandes-tinos de seguridad de Guatemala. Apuntaron las placas,se denunció... no iba a pasar absolutamente nada. Fueel Gobierno el que había hecho eso. Recuerdo que MarcoTulio Barrios, un periodista que falleció hace pocos años,me contaba que estuvieron juntos esa noche que lo se-cuestraron; estaban tomando café. Se separaron. Eraalrededor de las siete de la noche cuando mi papá ledijo:

—Bueno, nos vamos y nos juntamos más noche a echar-nos un trago.

—Está bueno, nos juntamos en El Portalito.

Marco Tulio tenía un apartamento arriba del bar El Por-talito. Allí quedaron que se iban a juntar, pero ya no lovolvió a ver nunca.

Otros periodistas, que me han contado sobre esa épocatan obscura, dicen que era casi imposible hacer el ejer-cicio periodístico. En este momento yo creo que esta-mos viviendo una situación, afortunadamente, no con lamagnitud de los asesinatos que se daban en ese enton-ces, pero miren a los diputados queriendo censurar, que-riendo hacer leyes absurdas en contra de la Constitu-ción Política de la República porque tienen miedo deque los periodistas, de nuevo, les digan sus verdades.

De mi papá les podría decir que la ausencia de él en mifamilia tuvo una repercusión muy grande. Al haber per-

dido a mi papá, me quedé con mi hermano mayor; nosquedamos solos, nos quedamos viviendo con mis tíos ycon mi abuelita en la zona 1.

El vacío que dejó la muerte de mi papá en la familianunca se va a poder llenar.

Se supo que el Ministerio de Gobernación, incluso al-gunos diputados de la legislación de ese entonces (a mipapá lo mataron en noviembre del 79) estaban involu-crados en la persecución de muchos periodistas, políti-cos y actores sociales; todos los que en algún momentopodían hacer alguna crítica hacia el Gobierno, hacia elEjército, el Congreso casi firmaban una sentencia demuerte.

Le contaba a mi hijo que aquí fue un aula donde estudié,en este edificio. La Asociación de Ciencias de la Comu-nicación, de acá, lleva el nombre de mi papá, que esuno de los homenajes que se le rindió, luego de su trági-ca muerte.

Carta a José León CastañedaCuando Guillermo Cacao habló de su papá, en estaactividad, al final, leyó una carta que Marco AntonioCacao le escribió a José León Castañeda; dice así:

«Con la pluma también se combate, con la pluma tam-bién se resiste. No hay mejor manera de herir más alopresor como escribir la verdad, como lo hiciste Che-peleón. Ya nadie recuerda tu asesinato, dicen los enemi-gos de la libertad. Creen que matando hombres de ver-dad es la mejor obra de mandato, como figura fugazpara este mundo. Contribuiste con tu luz; el despertarde este pueblo no está lejos ni su libertad tan cercanacomo para pelearla. Yo me fortalezco cada vez que pien-so en tu trabajo constructivo y en tu pensamiento altivo.Aunque pagaste muy caro tu valor y amor por esta Gua-temala desangrada que sigue siendo gobernada por quie-nes creen que matando cuerpos la lucha se olvida. Esojamás. Allí estamos todos, siguiendo la tarea».

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reo que este tipo de actividad debe realizarse,sobre todo, con jóvenes; son los periodistasnuevos quienes deberían conocer esas histo-rias porque, si no se genera conciencia alre-

dedor de lo que sucedió en Guatemala en esos años,eso puede volver a repetirse. Recordemos que, si ana-lizamos la historia de Guatemala, la represión es cíclica:con veinte o treinta años de apertura y luego vuelve larepresión. Pienso que esto no debemos olvidarlo por-que no es un asunto de gobiernos, sino que los trascien-de y responde a una estructura dominante en Guatema-la: económica y política. A eso responden la mayoría delas muertes que hoy estamos rememorando, de ChepeLeón, de Maco Cacao y muchas otras más que estánligadas al Sindicato de periodistas de ese período, quese llamaba Sindicato de Trabajadores de los Medios deComunicación Social, el SIMCOS. Chepe León era elsecretario del Comité Ejecutivo, estaba también MarcoAntonio Cacao Muñoz y muchos otros más, Pepe Vi-llatoro, que fueron asesinados en ese tiempo. Algunossobrevivimos a esa represión porque escapamos. Yome fui de Guatemala en el 78, después de que aparecíen la lista del Ejército Secreto Anticomunista, con otros27 guatemaltecos; ahí estaba también Miguel Ángel Al-bizures, que conoce bastante también de estas historias.

Maco Cacao era un periodista radial, muy combativo;él tenía un radio periódico que se llamaba Panorama,que no tenía nada qué ver con el contenido ni con elnombre del noticiero. Era una radio que ya no existe,hermana de la Nuevo Mundo; si no me equivoco, sellamaba Radio Sensación. El noticiero de Maco salía alas 6 de la mañana. Era un noticiero fuerte, de denuncia.

Maco, no sé cómo era sindicalista y, al mismo tiempo,tenía una posición política de avanzada, porque era obis-po mormón; sin embargo, él pertenecía al grupo demiembros del Sindicato; era muy activo en el Sindicato,igual que Chepe León; Elías Barahona, también eramiembro del Sindicato, ya fallecido.

Las otras muertes tienen su historia, por supuesto: elcaso de Timoteo Curruchiche, que fue el pionero; yodiría que si no el primero entre los primeros que desdelos pueblos indígenas empezaron a dar una lucha en elperiodismo; activa, combativa.

El caso de Irma Flaquer, también es un casomuy particular. Todavía conocí a Irma, de laAPG, luego fue de la Comisión de DerechosHumanos que se fundó en ese tiempo en for-ma independiente, con Eliseo Alburez, queestuvo mucho tiempo en el exilio, en México,a raíz, precisamente de que esta Comisión quedesapareció con el exilio de Eliseo Alburez yla muerte de Irma Flaquer.

He escrito mucho sobre estas muertes... lamuerte de Mario Solórzano Foppa, él muriócombatiendo. A él lo sorprendieron en unapartamento, ya clandestinizado. Él dirigía elnoticiero Estudio Abierto, pero cuando cap-turaron y desaparecieron a la mamá de Ma-rio, Alaíde Foppa, Mario se clandestinizó. Yahabía muerto su hermano, el pequeño, JuanPablo, en un combate, en Quiché, porque losdos pertenecían al Ejército Guerrillero de losPobres.

La muerte de Mario Solórzano está ligadaa la entrega o captura del cura PellecerFaena porque en el apartamento de Pe-llecer, Mario acostumbraba a leer, oescribir o hacer sus tareas ya estandoclandestino sin saber que Pellecer sehabía entregado o capturado; estabaallí cuando lo sorprendieron en un ope-rativo de la Policía, que ni siquiera sa-bían que él estaba allí en el apartamen-to; por eso dicen que Mario murió conun revólver que tenía. Lo mismo queMaco Cacao.

A Maco Cacao lo llamaron en la madruga-da diciéndole que su hermano había tenido unaccidente y que necesitaba de su ayuda. Maco sa-lió a las 5 de la mañana de su casa, en la Colonia Atlán-

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tida, zona 18; le tenían preparada una emboscada apocas cuadras de su casa. Maco murió, también, conuna escuadra. Dicen que mató a uno de sus atacantes,pero él murió allí, en la emboscada que le tendieron.

El caso de Irma Flaquer es muy confuso, la verdad;hay dos versiones. También existe la versión de que fueejecutada por una organización guerrillera. Esa versiónestá en un escrito que yo tengo, donde explico cómo esesa hipótesis y por qué gente de su misma organización,creen que eso fue verdaderamente lo que sucedió. Porsupuesto que ella era un objetivo político; ya se lo ha-bían advertido.

Nosotros llegamos a contabilizar hasta el año 86, más omenos, unos 47 periodistas secuestrados-desapareci-dos. Entonces, esta serie de asesinatos fue, en su mo-mento, terrible.

Quería rectificarle a Julio Solórzano que el Nuevo Dia-rio no muere dinamitado, ni que fue el primer medio

en el que trabajó Mario Solórzano. Él, pri-mero, trabajó en Estudio Abierto, que ha-bía sido fundado por Ariel De León. En-tonces, cuando Mario se hace del noti-ciero Estudio Abierto él, después, fun-da el Nuevo Diario. Y el Nuevo Dia-rio es ametrallado una mañana; yo tra-bajaba en Nuevo Diario; en el se-

gundo nivel estaba cuando Mario, quien era muy te-merario, notó que había vigilancia sobre el periódi-

co, que estaba abajito del parque Colón.

Nosotros observábamos, desde el segun-do y tercer piso, que era gente de la G2.

Entonces Mario, a escondidas salió del pe-riódico por otras cuadras atrás y capturó a

uno de los tipos que estaba sobre la acera vigi-lando el periódico; se lo llevó a la redacción del

periódico, a punta de pistola. Allí lo identificamos

como miembro de la G2. Y Mario llamó a la G2 para quelo fueran a traer. Y llegaron de la G2 a traerlo.

Al día siguiente, ametrallaron el periódico. Lo rociarondesde la banqueta hasta arriba. Por cierto, yo estaba ala orilla de la ventana y del susto me fui hasta el otroextremo; no sé cómo llegué; me tiré al otro lado. Bueno,esas cosas, en ese momento, eran muy comunes. Éra-mos todos objeto de persecución, de amenazas. Mu-cho de esto hay que recordarlo a partir de que los pe-riodistas nos comprometimos en ese momento con lasluchas que se estaban dando, en las luchas populares.Maco Cacao, por ejemplo, una vez acompañó a un gru-po de periodistas que vinieron de Quiché; Miguel Ángel(Albizúrez) me corregirá si fue que vinieron de Panzós ovinieron de Quiché. Estos campesinos, como nadie pu-blicaba sus denuncias, vinieron a la capital; hicieron untour por la capital. De nosotros, del Sindicato de Pe-riodistas, los acompañó Maco; los fue a dejar hasta susaldeas de origen, en nombre del Sindicato.

Participábamos en las manifestaciones populares comoSindicato de Periodistas, peleamos por el primer salariomínimo que tuvieron los periodistas en ese tiempo. Hayun incidente que narra Maco Barrios en su libro, cuan-do fuimos capturados con una manta y todos los perio-distas se habían ido ya, alguien dio la voz de alarma yvolvieron todos los periodistas. Todos nos subimos alcarro azul... a mí ya me tenían en el pájaro azul, que lellamaban. Se llenó el bus de periodistas. Y cuando laPolicía vio que todos estábamos en el bus, nos dieronlibertad. Pero se peleó por el salario mínimo hasta quese instituyó el primer salario mínimo de los periodistas,de los redactores, de los reporteros, de los fotógrafos,de los camarógrafos. En ese contexto es que se dio elasesinato de muchos periodistas. Y esta lista de 5 o 6 sequeda muy corta; fueron muchos los periodistas asesi-nados.

Estas historias son muy importantes; que las conozcan,sobre todo los periodistas que ahora están estudiando,porque sí es delicada la situación política del país; haymuchos riesgos de retroceso y la relación del procesodemocrático; entonces, esto que pasó, puede volver apasar si no nos ponemos las pilas.

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n la presentación de la actividad del 2 de noviembre de 2018, organizada por el CentroPEN Guatemala, Gustavo Bracamonte, presidente de la Junta Directiva, dijo lo siguiente: «Esta es una actividad del Centro PEN Guatemala que cuenta con la colaboración dela Escuela de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad de San Carlos deGuatemala».

El PEN es una organización cuyo objetivo fundamental es la defensa de la libre emisión delpensamiento.

El año pasado se hizo la misma actividad de denuncia, solo que referida a escritores desaparecidosy asesinados, desafortunadamente. Hoy estaremos rindiendo homenaje a Marco Antonio Cacao,a Irma Flaquer, a Luis Alberto Romero, a José León Castañeda y a Mario Solórzano.

A continuación, leyó:

«En el Día de Muertos, PEN conmemora a los escritores y periodistas asesinados en la región».

Once países y centros PEN en América Latina conmemoran el Día de Muertos.

«La campaña del Día de Muertos “PEN Protesta” reúne a autores de diversas nacionalidadespara hacer un llamado a los gobiernos a frenar la impunidad sobre los periodistas y autoresasesinados en la región».

Precisamente hoy es el día que se estableció, a nivel internacional, para frenar la impunidad de losasesinatos a periodistas y escritores.

Enseguida leyó el comunicado de PEN Internacional.

«Londres, 1 de noviembre de 2018.- PEN Internacional y los centros PEN en América Latina cele-bran el Día de Muertos entre el 30 de octubre y 5 de noviembre, en 11 países de la región paraconmemorar a los periodistas asesinados, y hacer un enérgico llamado a los gobiernos a frenar laimpunidad, la violencia y la persecución a los escritores y periodistas, así como a proteger lalibertad de expresión».

»La campaña PEN Día de Muertos muestra cómo la situación de libertad de expresión en AméricaLatina ha empeorado: desde 2003, más de 180 periodistas han sido asesinados o han desapareci-do en países como Honduras, México y Brasil, y más de veinte fueron asesinados en 2018. Enpaíses como Nicaragua y Venezuela, la libre expresión se ha deteriorado tanto, que medios hansido cerrados, y reporteros, escritores, blogueros y twiteros han sido encarcelados o han huidode sus países.

»“La celebración ancestral y mexicana del Día de Muertos, que recuerda a los difuntos, tambiénnos invita a reflexionar y honrar a todos aquellos periodistas y escritores que han perdido la vidainjustamente, y muchos con impunidad, por pensar, por escribir y por hacer uso de su libertad deexpresión”, dijo Jennifer Clement, presidente de PEN Internacional».

»Liderada por escritores y periodistas de toda la región, la campaña PEN Día de Muertos incluyela creación de altares, lecturas literarias, manifestaciones, procesiones, conversatorios, debatesy eventos públicos que se llevarán a cabo en Argentina, Chile, Guatemala, Haití, Honduras,México, Nicaragua, Paraguay, Puerto Rico, Estados Unidos y Venezuela».

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InvitaciónEscritoras, escritores,

lectoras y lectores:

Los saludamos demanera cordial y, a la

vez, los invitamos acolaborar con artículos o

trabajos de creaciónliteraria para la edición

No. 24 de nuestrarevista Códice.

Es importante tenerpresente que los escritos

a publicar no debenexceder las mil palabras

en formato Word, 12puntos. Los trabajos

propuestos para supublicación deben ser

totalmente inéditos.También están invitadosa proponer ilustraciones.

El Consejo Editorialconocerá todas las

colaboracionesacopiadas para dicha

edición; posteriormentedictaminará sobre los

escritos, ilustraciones yotros aportes a incluirse

en la revista.

Para enviarcolaboraciones,

comunicarse con CentroPEN Guatemala, a lasiguiente dirección de

correo electrónico:centropenguatemala

@gmail.com

Cordialmente,

Centro PEN GuatemalaRevista Códice

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racias a ustedes por este evento, también gracias por lainvitación. Bueno, qué puedo decir si apenas tenía sieteaños cuando fue asesinado. Por lo que usted (ByronBarrera) estaba contando ahorita, se me vinieron a lamemoria algunos eventos que trato la manera de recor-dar. Recuerdo mucho Estudio Abierto, recuerdo ir a El

Imparcial, recuerdo El Gráfico, la Nuevo Mundo... Yo me despertabacon él a las cuatro de la mañana, cuando ya tenía su radio periódicoPanorama, que se transmitía en Nuevo Mundo. Transmitía todo lo quehabía reporteado el día anterior; luego me iba a acostar y a las 6 élagarraba camino. Cuando tocaban vacaciones, me le pegaba. Era cuan-do iba a Estudio abierto, a conocer a todos los periodistas que están enel afiche que Gustavo nos envió y que hizo. Vino a la memoria todo esoy, qué puedo decir, Maco fue un tremendo padre, un tremendo amigo,un tremendo hijo, un tremendo tío, hermano. Al día de hoy no heencontrado a alguien que me diga todo lo contrario; siempre una buenaanécdota; en evento de solidaridad, la ida a dejar de los compañeros asus pueblos, la recuerdo bien. Viajamos mucho a Zacapa, que de alláera originario.Yo estudié también Ciencias de la Comunicación, allí está Jairo; mecostó filosofía, pero fue bueno. Ejercí el periodismo durante cincoaños; estuve en Emisoras Unidas, Siglo Veintiuno, Nuestro Diario. Enlos tres periódicos, durante los cinco años que estuve, siempre meencontré gente que me decía:—Mire, ¿usted es familiar de Maco Cacao?—Sí; soy su hijo.Y comenzaban las anécdotas. Con siete años son pocas las cosas quepuedo recordar, pero recuerdo una muy emblemática en la casa, no meacuerdo quiénes estaban. Pero recuerdo que alguien le dijo:—Vos Maco, cómo podés aportar a la revolución, a la sociedad.—Diciendo la verdad y explicando la realidad.Nunca se me olvidó eso que fue antes que lo asesinaran y que pasara loque usted contó, saliendo de la casa de la zona 18. Es de esas cosas quea uno le da mucho gusto haber... claro, los desaparecieron y estamostristes porque no está con nosotros, pero creo que los inmortalizarony eso es un honor para nosotros, como hijos, para sus hermanos, parasus nietos que son nuestros hijos, los hijos de mis hermanos.Recuerdo la Nuevo Mundo, sus transmisiones; me he encontrado conlocutores que trabajaron para él y decían que era un buen tipo. Recuer-do haber estado en la casa de Alberto Fuentes Mohr porque participóen política, estuvo en el PSD, en la formación del Partido SocialistaDemocrático, estuvo en la Democracia Cristiana; estar en la casa deFuentes Mohr, estar en la casa de Meme Colom. Me recuerdo, a lolejos, de esas anécdotas y cuando encuentro a sus familiares, me dicen:—No, no puede ser... Maco, un gran tipo.Tengo muchas cosas que decir y estoy agradecido de ser su hijo y haberpasado, también, por el periodismo. Ha sido la experiencia más grandede mi vida.La muerte fue una cosa increíble. Nos levantamos a las 4 de la mañana;transmitió en directo para Panorama. A las cinco me dijo:—Dormite porque yo me voy de viaje este día. Me voy a Costa Ricay yo regreso por ustedes el lunes o martes.Pero, a todo eso, uno apenas escuchaba... ya se oía que le habíanavisado que debía salir del país. Él era mormón, creía mucho en la fe;fue el obispo más joven de Latinoamérica en los 70, con veinte oveintiún años. Tenía una fe enorme en lo que hacía.Me acuesto, a las seis de la mañana me despierto y la casa abierta; depar en par las puertas. Mi hermano tenía diez meses. Mi mamá dor-mía, entonces, con mis dos hermanos, mi hermano de diez meses y mihermana de dos años. Entro al cuarto y le digo:—Mama, mi papá no está.

Se levantó y empezó la locura porque todo mundo:—¿Dónde está, dónde está?No avisó... las puertas de par en par. En eso llegó un vecino y dijo:— Mire, yo lo vi salir, pero no sé para donde agarró, salió.En ese momento se estacionó (yo creo que desde ese momento tengobuena memoria para los vehículos), se estacionó una camionetilla Dat-sun 120Y, naranja. Se baja un señor y dice:—Disculpe ¿aquí viven los familiares del experiodista Cacao?—¿Por qué experiodista?—Porque lo acaban de matar, allá arriba.Bueno, fue la conmoción. Mi mamá comenzó a llorar, todo mundollorando. Y esto dice el señor:—Miren, yo soy de la funeraria, si gustan yo los llevo.Primero mi mamá. Pero no fue tan así; algo pasó. Mi mamá entró acambiarse, nos entramos a cambiar, cuando nosotros teníamos mucha-cha por día. Pasa la muchacha a la par del vehículo y le dice:— Doña Grace cierre las puertas...Le cierra las puertas.—Los señores tienen armas adentro.Cuando cierra las puertas solo escuchamos:—Ay hijos de sus tantas... de todos modos se van a morir todos.O sea, si la muchacha no entra ese día, posiblemente, tampoco suservidor estaría contando aquí la historia. Y se fue el carro. Nos tuvi-mos que tirar por la casa de atrás, ya con otro vecino, salir de la casa,salir de la cuadra y llegamos al evento. Yo tenía, como dije, 7 años. Nome dejaron entrar a la escena. Lástima que no la traje; tenía una presen-tación para enseñarles fotos alrededor de todo y, pues, lo que ustedesya conocen. Fueron dos los que murieron, que él logró matar.La versión, al final, que fui adquiriendo a lo largo es que lo van siguien-do; le bloquea un jeep en la subida entre la Atlántida y Santa Elena, enla zona 18. Él para, mira que ya no hay otra opción y empieza adisparar; iban en dos motos, las bota, los mata. El del carro, el jepp deenfrente, ya con ametralladora o fusil de asalto... ahí ya no se puedehacer nada. Se mete en el sillón de atrás... y hay dos versiones, esa esla parte... como nunca vi la autopsia final; una que él se pega el tiro parano dar ninguna información; otra, que se muere por las balas que yatenía; tenía treinta y cinco, treinta y siete impactos en el cuerpo. Eso eslo que recuerdo. Después, recuerdo el velorio que fue multitudinario.Gente de Zacapa, gente de aquí, de la capital, Incluso hasta recuerdodecir:—Miren, aquel es oreja... aquel también. Andan vigilando a ver quépasa.Se entierra.A los dos días teníamos al Ejército en la casa. Catearon la casa, nosquemaron todos los libros; teníamos Betas, copias de Estudio Abiertoque se desaparecieron. Andaban buscando armas; no encontraron nada.Tuvimos que salir del país; entre el 80 y el 85 estuvimos fuera. Regre-sando a la democracia con el expresidente Vinicio Cerezo, que eranamigos con mi papá, logramos regresar a Guatemala y .... de allí paraacá. Esos recuerdos, para mí, de los siete años, es lo que más recuerdo;pero, sobre todo, recuerdo el cariño de los amigos. Me siento muyorgulloso de ser su hijo; me siento muy orgulloso de haber seguido suspasos en periodismo. Quiero dejarles un último mensaje, que la demo-cracia está atentada en estos tiempos, como usted lo decía; la propues-ta de ley que hicieron hace un par de días para socavar lo más impor-tante de la democracia que es la libertad de expresión; que la muerte detodos ellos o la desaparición de todos ellos nos sirva para seguir lu-chando porque nos costó mucho tenerla para que, en estos tiempos,nos la logren, nuevamente, eliminar.

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oy el mayor de cinco hermanos, de cinco hijos de Alaí-de Foppa. Mario estudió, inicialmente en la UNAM,en la facultad de Arquitectura y después se pasó a laEscuela de Ciencias Políticas de ese entonces. Traba-jó en México fundamentalmente en cuestiones acadé-

micas, por una parte, y políticas en alguna medida; mucho enel ámbito del cine. Mario fue fundador del Cine Club de laUNAM. Después vino, a principio de los 70, a vivir y trabajaren Guatemala, donde Mario se dedica, de manera central, alperiodismo. Empezó haciendo editoriales para El Gráfico.Después fue director y editor de una nueva publicación: elNuevo Diario; también, conductor de un programa de televi-sión, en el Canal 7 de entonces: Estudio Abierto, del cualhay algunas grabaciones; una, muy notable, es de un encuen-tro entre Manuel Colom Argueta con quien era entonces unrepresentante político de la derecha en el espectro político deGuatemala: Alejandro Maldonado; quien fue, a finales de 2015,presidente temporal de Guatemala.

Mario es, probablemente, la persona más inteligente que yohaya conocido en mi vida; tenía una inteligencia verdadera-mente luminosa, con un sentido del humor mordaz, con un uni-verso cultural extraordinario. Muy apasionado de la música ydel cine; también de la filosofía y de la ciencia política. Algo queyo no sabía, cuando Mario vino a Guatemala, era que desde elprincipio estaba integrado en el Ejército Guerrillero de los Po-bres. Él llevó, mientras pudo, una doble vida. También se incor-poraron a esa misma organización revolucionaria mi hermanaSilvia Solórzano Foppa, quien vive actualmente en Guatemala ymi hermano Juan Pablo Solórzano Foppa, el menor de los cincohermanos que fuimos.

La nuestra era una familia que caracterizaba sus intereses endos grandes ámbitos: el político y social, por una parte, y el delarte y la cultura. Alfonso Solórzano Fernández, a quien yo siem-pre consideré mi padre, porque en ese momento yo no conocíaa otro, era militante del Partido Guatemalteco del Trabajo; Estu-dió en Alemania y se hizo comunista en la lucha contra el ascen-so de Hitler, en Alemania. Participó, como integrante del PartidoGuatemalteco del Trabajo, en la Revolución de Octubre. Des-pués Alfonso Solórzano fue quien elaboró, en la parte funda-mental, la Ley del Seguro Social en Guatemala, porque habíatenido experiencia trabajando con el Seguro Social de México.Fue el primer gerente del Seguro Social en Guatemala. Despuésde empezar con Arévalo, se quedó con Árbenz. Allí estuvohasta 1954, cuando se dio la intervención norteamericana, cuan-do salimos todos al exilio. Yo viví unos cuantos años en Guate-mala; después, el resto de mi vida, en México.

Mi madre Alaide Foppa, a quien se recordó hace un año aquícomo escritora, era también, notablemente, una periodista deactividad constante. Ella escribía, básicamente, en dos terre-nos: una crítica cultural, en muchos de los semanarios cultura-les de México y también una defensora de los derechos de las

mujeres. Mi madre, como periodista, junto con Elena Ponia-towska crearon la revista FEM, la primera revista feminista enAmérica Latina.

De alguna manera Mario, más adelante aquí en Guatemala, de-dicó su vida al periodismo; por lo menos su vida pública yaque, como decía, él tenía ya una militancia política. Yo, de mane-ra circunstancial y eventual, también hice tareas periodísticas;sobre todo en el terreno del arte y la cultura, de la economía dela cultura, de la diplomacia cultural, etc. Tuve la suerte de obte-ner un premio importante de periodismo en los 70 escribiendosobre el muralismo; trabajé con Siqueiros e hice todo un trabajosobre el valor social de las expresiones artísticas que deveníande la Revolución Mexicana.

Mario fue siempre una persona muy comprometida, pero tam-bién una gente capaz de meterse en los ámbitos oficiales. Éltenía una relación extraña con el presidente Laugerud cuandose dio el terremoto en 1976. Hay una anécdota que, después,contaba mucha gente; Mario me la contó a mí: Laugerud estabaencerrado en el palacio, aterrado, no sabía qué hacer cuando sesucedió el terremoto; Mario lo fue a sacar y a decirle: esta es laoportunidad y la obligación que tiene un presidente de saliradelante y convocar a la gente, a la ayuda internacional, etc.Mario era una persona respetada en distintos ámbitos.

Después le dinamitaron el periódico Nuevo Diario y tuvo quepasar directamente a la clandestinidad.

Mario murió, en la ciudad de Guatemala, en junio de 1981. Yahabía muerto nuestro hermano menor, Juan Pablo; murió comoguerrillero, combatiendo al Ejército en Nebaj, en junio de 1980.En agosto de ese año murió Alfonso Solórzano en la ciudad deMéxico, atropellado por un automóvil; fue algo que nosotrospensamos podía ser una ejecución política, pero realmente nuncatuvimos una prueba en ese sentido; parece haber sido un acci-dente en agosto del 80. En diciembre del 80 secuestraron ydesaparecieron a nuestra madre, Alaide Foppa y Mario murióen junio del 81. Éramos una familia de cinco hijos y dos padresy, en un año, tuvimos cuatro muertes violentas consecutivas yquedamos tres, de los cuales, Silvia mi hermana estaba todavíaen la guerrilla y su vida, obviamente, corría peligro; afortunada-mente, sobrevivió.

Mario es, en mi recuerdo familiar y personal, un ejemplo delucidez; también un ejemplo de anti dogmatismo y un militantede la izquierda que sabía escuchar, que sabía discutir no solocon la derecha o con los adversarios abiertamente contrarios asus ideas sino con otras versiones de la izquierda, cosa que aveces uno extraña mucho en la discusión política actual, dondela gente está encerrada en castillos de pureza y dogmatismo; aveces hay poca capacidad de compartir, escuchar, discutir ybuscar acuerdos comunes.

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n mes y cinco días pasaron, luego del home-naje que se rindió a los periodistas desapare-cidos-asesinados, en el cual Carlos René Gar-cía Escobar pidió participar, a pesar de estar

sufriendo quebrantos de salud, cuando falleció. Es decir,no murió como víctima de la violencia que en Guatemalahan sufrido escritores y periodistas sino fue vencido porla muerte natural. No obstante, que su fallecimiento ocu-rrió después y no estaba en la lista de los homenajeadosque se incluirían en este número de Códice, quisimos in-cluir un homenaje a su memoria por cuanto la vida de larevista Códice, del Centro PEN Guatemala, tiene muchoque ver con el tesón de Carlos René.

El número 1 de la revista apareció en julio-agosto de 2011y él fue uno de los propulsores e inspiradores. Códice,que llega a su edición 23 tiene, pues, una gran deuda conCarlos René García Escobar. Él siempre fue entusiastapara apoyar y propiciar publicaciones en las distintas aso-ciaciones a las cuales perteneció. Muchas veces sus lu-chas fueron poco visibles, pero su tenacidad siempre fueinspiración para los quehaceres editoriales.

Como parte de su ser generoso constantemente in-volucró y animó a los compañeros para publi-

car. Esa característica la mostró desde los tiem-pos de su juventud cuando editó, en la colo-nia La Florida, su revista Guía ComercialZona 19, allá por los años 70 del siglo pa-sado. Esa porción territorial de La Floridafue tan importante para él que, desde sus

inicios indagó y luego fue un efi-ciente propagador

de toda la culturaque en ese sectory sus aledaños

se producía y produjo ancestralmente. No obstante, comoabarcar todos los aspectos de la cultura es inabordablepara una persona, decidió concentrar su atención en elaspecto danzario. Así, desde sus inicios universitarios, enel área de la antropología, se consagró con denuedo aestudiar los orígenes, la práctica pasada y actual del mundodanzario guatemalteco. Muchos fueron los libros que so-bre el tema escribió y publicó; sin embargo, el señero fueAtlas danzario que, desde que lo escribió ha sido unafuente obligada para tener una panorámica sencilla, peroabarcadora, de los bailes tradicionales que se practicanen Guatemala. Sus investigaciones en este campo no fue-ron solo librescas; supo meterse de lleno y capturar elespíritu de la danza haciéndose bailador. Así, no solo comoespectador sino como practicante, logró mostrarnos elespíritu profundo de los bailes en sus libros, conferenciasy artículos: de esa experiencia como bailador dejó testi-monio en su libro Detrás de la máscara. Ese doble pun-to de vista que logró tener de la danza se constituyó enuna herramienta importante para su producción literariaque, al final, pocos meses antes de su muerte, dejó con-cretada en su libro Novelario, en el cual reunió las cuatronovelas que escribió en su vida.

Hubo, también, otra faceta de Carlos René en la cualvolcó mucha energía: la promoción cultural. Es ahí dondemucho de su ser generoso y solidario se manifestó conlas personas e instituciones empeñadas en el quehacercultural.

En el empeño de la promoción cultural, que comenzó demanera visible con la revista mencionada de La Florida,siempre apoyó todo esfuerzo, por pequeño que fuera, depublicación. A principios de la década de 1990, integra-do en la Comunidad de Escritores de Guatemala, fue unode los impulsores de la revista Pedernal.

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Hay una anécdota, poco conocida, que Víctor Mu-ñoz, en un reciente artículo publicado el 21 de diciem-bre en el diario La Hora, nos la recuerda: «Me constaque hubo varias ocasiones en que de su propio peculiosostuvo algunos gastos que hubo que afrontar ante laexigencia de acreedores; y lo más inaudito, llegó alextremo de hipotecar su casa para honrar el pago dela edición de una revista». Así fue Carlos René. Y des-de que la Revista Códice se fundó, no había necesi-dad de requerirle su colaboración monetaria para fi-nanciar las ediciones; antes que todos, de manera ejem-plar, sacaba su billetera y extendía su aporte. Hubooportunidades en las cuales no se llegaba a reunir lacooperación necesaria para pagarla; entonces, volvíaa aportar. Sobre esa generosidad suya, abundan losejemplos; era parte de su naturaleza. No era gamonal;fue generoso.

No fue un hombre de bombos y platillos; fue una per-sona que sin mucho aspaviento lograba entusiasmar alas personas, contagiar su ánimo optimista. Sin embar-go, a su bohonomía le salieron al paso calumnias, envi-dias y ardides para deslegitimarlo. En ninguna de to-das esas adversidades se le vio con su calma quebra-da. Incluso su retiro de la Universidad, que tanto ledolió, se debió en buena medida a una amenaza demuerte que sufrió. Él sabía que tal amenaza no se con-cretaría; sin embargo, tomó la decisión de jubilarse por-que reflexionó que, quizá, a sus alumnos ya no les sa-tisfacía su magisterio. Entonces, con el dolor de su co-razón dejó la Universidad en la que estuvo casi la mi-tad de su vida; como estudiante y catedrático.

Otro golpe que le dolió en lo más hondo de su corazónfue cuando le quitaron la conducción de un suplemen-to cultural semanal debido a que alguien, a quien él

sirvió a cabalidad, ayudó y acompañó con lealtad, lo acusócon el director de recibir fafas (sobornos) de parte de algu-nas personas para que les publicara sus artículos. Fue unainfamia. Carlos René fue un hombre honrado a cabalidad,como todas sus acciones se encargaron de demostrar. Apesar de eso, Carlos René, aunque con tristeza, lo asimiló yno hizo ningún reclamo. La vida misma se encargó de co-brarle a esa persona la infamia cometida contra Carlos René.

Fuera de la Universidad, el rencor fue incapaz de hacer mellaen él. Por el contrario, luego de disfrutar de unas vacacionesque quiso darse para celebrar la vida, reanudó con denuedosu vida investigativa y literaria; le dio al Centro PEN Guate-mala parte de su tiempo valioso.

Ninguno de sus momentos desagradables fue capaz de que-brarlo ni vencerlo; siempre su buen ánimo y su ser afectuosolo hicieron caminar con optimismo y generosidad por loscaminos que la vida le presentó.

Es, entonces, este número de la revista Códice, la oca-sión propicia para manifestar lo agradecidos que esta-mos con él. Celebramos la vida por habernos dado laoportunidad de haber compartido afanes con un ser hu-mano que nos demostró la importancia de laternura. Él nos inyectó la paciencia ne-cesaria para no desanimarnos ni clau-dicar ante los escollos que siempre sepresentarán e interpondrán para con-cretar proyectos y sueños.

Hasta pronto, Carlos René; gracias infi-nitas por tu compañía leal y generosa.

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a idea del Centro PENGuatemala de celebrarlos jueves literarios, enla modalidad de conver-satorio, de ninguna ma-

nera es nueva. Ni en Guatemala nien el mundo. Responde a una incli-nación gregaria entre afines para ha-blar de asuntos comunes; en el casoque me ocupa, de literatura, de es-critores y demás temas relaciona-dos con la creación literaria.

Reunirse a conversar, desde los tiem-pos más remotos, ha sido una nece-sidad humana que conlleva conser-vación de la memoria histórica, en-tretenimiento, relación entre veci-nos y gente afín, etc. La tradiciónoral nuestra y de todas las pobla-ciones del mundo ha logrado sobre-vivir gracias a ese recurso maravi-lloso de sentarse a compartir experiencias, anécdotas, pelar al enemi-go, hablar bien de quienes queremos, componer el mundo, construirutopías y tantos motivos más que, en torno de la palabra, producencalor humano.

De esa práctica de contar y compartir, cuando las sociedades eran ágra-fas, nos han quedado monumentos literarios formidables como La Ilíaday La Odisea; como el Poema de mío Cid, La Canción de Rolando yotros monumentos literarios que la tradición oral, gracias al recurso dereunirse y contar, han legado a la posteridad. La forma de hacerlo, ahoraha cambiado un poco; no obstante, el objetivo sigue siendo el mismo:hacer perdurable la experiencia humana a través de la palabra. En elfondo es un acto mágico que nos permite revivir la imaginación pasada,reconstruir las fantasías, memorar las alegrías y tristezas proveídas porla existencia humana.

En la actualidad, sobre todo en las ciudades, tal práctica ha decrecido, enbuena medida por la llegada de tecnologías que permiten la comunicacióninstantánea desde distancias remotas y sin que tenga que producirse elencuentro físico ni la calidez humana de la cercanía. En la antigüedadimplicaba reunión, memorización y canto; La Odisea y La Ilíada, porejemplo, antes de quedar plasmados en las páginas de un libro, erancantadas por aedos que, usando técnicas memorísticas, como la repeti-ción e instrumentos de cuerda, compartieron el caudal mitológico, épicoe histórico entre la población. Tales cantos eran memorizados y, luego,repetidos de generación en generación. Casi dos milenios después, enEspaña se produjo lo que se considera el primer cantar de gesta, cuandoel idioma español estaba en pañales: el Poema de Mío Cid. En este caso,tal poema, antes de concretarse en un texto escrito (o varios), estuvocompuesto por muchas creaciones populares, escritas por juglares y

divulgadas y cantadas por trovadores, en lascuales el héroe histórico-mitológico Ruy Díazde Vivar iba creciendo como personaje épiconacional. Todo el proceso implicaba reuniónde personas que escuchaban con atención ysentían de manera honda la heroicidad de MioCid. Sería muy largo enumerar cómo tantospoemas épicos fueron conservados a travésdel acto de reunirse, contar, cantar y memori-zar lo que todavía nos causa inmenso placer alleerlos y nos permite imaginar cómo fueron ypensaban los seres humanos que nos antece-dieron.

Mucho tiempo después, cuando el oficio deescritor tomó auge y los libros tuvieron unafunción especial entre la población, surgieronlos cenáculos, las peñas literarias o los cafésdonde escritores y lectores se reunían a con-versar sobre literatura. Los cafés y las peñas,llegaron a volverse casi moda, tanto en Europacomo en Latinoamérica.

Acá, en la ciudad de Guatemala, recuerdo con agrado los almuerzos quese realizaban en el restaurante El Establo, ubicado en el edificio El Trián-gulo, a inmediaciones de la oficina de Max Araujo quien fue, realmente,el incitar y animador. Era casi una peña donde nos reuníamos escritoresa almorzar, beber y a hablar de libros y literatura; eso fue en la década delos noventa, del siglo pasado.

Pues bien, los Jueves Literarios del Centro PEN Guatemala aspiran aser, en alguna medida, una emulación de esa venerable tradición de re-unirse a hablar de lo que nos gusta.

Cuando se habló entre los compañeros sobre la echada a andar de talesconversatorios, se sopesaron múltiples factores como la evocación delos escritores y sus obras, el incentivo de la lectura en un país que casi nolee, rescatar del olvido a escritores que fueron importantes y que apor-taron talento y creatividad en el ámbito del desarrollo intelectual guate-malteco. Muchas ideas surgieron y, al final, nos hicieron decidirnos arealizarlos.

Una vez tomada la decisión, hablamos con la directora de la BibliotecaNacional Luis Cardoza y Aragón, Ilonka Matute; ella, entusiasmada,nos ofreció que realizáramos los conversatorios en dicha institucióncultural. De esa cuenta, el primer conversatorio lo hicimos en torno a lavida y obra del escritor Antonio Morales Nadler; el segundo, alrededorde la vida y obra del escritor Luis Ortiz. El tercero, este 24 de enero,dedicado a conversar sobre la vida y obra literaria del escritor MarcoAugusto Quiroa. Ojalá, los vientos sociales y culturales nos sean propi-cios y Los Jueves Literarios del Centro PEN Guatemala tengan largavida y cumplan con el objetivo de evocar y guardar en la memoria anuestros escritores y sus obras. Ojalá.

Por Juan Antonio Canel Cabrera

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