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Recopilación de Ramón Agustín Berzunza Cruz
NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN Aplicaciones en el aula
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"El valor de la educación no es el aprendizaje de muchos hechos, sino el entrenamiento de la mente para pensar."
Índice
Introducción 2 Que aporta la neurociencia al mundo del aprendizaje 2 Neurociencia y Educación: ¿Cómo se puede aprender mejor? 4 Las claves de la neurociencia educativa 5 Neurociencia a la practica 6 Neurociencia, ¿Una aleada para mejorar la educación? 7 ¿Cómo mejorar el proceso Enseñanza – Aprendizaje, según la neurociencia 9 Conclusiones de neurociencia y educación 12 ¿Cómo podemos aplicar en el aula las conclusiones de la neurociencia? 13 La neurociencia aplicadas a la educación: neuroeducación y neurodidactica 15 ¿Cómo podemos aplicarlo en nuestras aulas? 15 Los doce principios de aprendizaje del cerebro 16 Como aprende el cerebro: factores que favorecen el aprendizaje 19 Características básicas del aprendizaje cerebral 22 Tipos de aprendizaje cerebral 23 Neuroquímica del aprendizaje cerebral 25 ¿Qué es la plasticidad cerebral? 28 Seis cosas importante sobre como aprender tu cerebro 33 ¿Cómo tomas apuntes? Aprende con los mejores conceptos 37 Técnicas de las seis “R” 39 Que son los mapas mentales 39 Referencias 40
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Introducción.
El debate sobre las relaciones potenciales entre neurociencia y educación comenzó hace
aproximadamente unas tres décadas. La articulación de conocimientos neurocientíficos y educativos
implica contemplar que la emergencia de procesos cognitivos y emocionales durante el desarrollo, así
como la posibilidad de influenciarlos a través de intervenciones específicas, podrían integrarse a los
procesos de aprendizaje y enseñanza. Objetivo. Examinar las implicaciones emergentes de los vínculos
entre neurociencia, psicología cognitiva y educación, y los requisitos para la construcción de puentes
interactivos entre diferentes campos de conocimiento. Desarrollo. Dicha construcción implica la
reducción de brechas epistemológicas, metodológicas, tecnológicas y prácticas. La consideración del
desarrollo humano y los procesos de aprendizaje en términos de multiplicidad de niveles de análisis podría
contribuir al enriquecimiento de un diálogo crítico y a producciones conjuntas genuinas. Se plantean
consideraciones epistemológicas y metodológicas, y se presentan diversas propuestas acerca de cómo
establecer los puentes entre las disciplinas. Conclusiones. Dado el estado incipiente de los esfuerzos
interdisciplinarios, sería conveniente abordar la construcción de puentes desde diversos ángulos, en lugar
de establecer un puente único. Se proponen elementos constitutivos básicos para la generación de
puentes dinámicos orientados a integrar las relaciones complejas involucradas en los procesos de
enseñanza y aprendizaje.
¿Qué aporta la neurociencia al mundo del
aprendizaje?
¿Qué es la neurociencia?
La neurociencia es el conjunto de disciplinas científicas
que estudian el sistema nervioso, con el fin de
acercarse a la comprensión de los mecanismos que regulan el control de las reacciones nerviosas y del
comportamiento del cerebro. Existen múltiples disciplinas como la neuroanatomía, neurofisiología,
neurofarmacología, neuroquímica… etcétera. Es por ello que la neurociencia debe ser estudiada de
manera integrada y complementaria con el fin de comprender la complejidad del cerebro.
Aprendizaje y Neurociencia
Aprender es, en esencia, ser capaz de sobrevivir. El hombre aprendió cómo hacer fuego para calentarse y
cocinar la carne y, así, enfermar menos. Aprendió a cultivar la tierra para asegurar alimento
independientemente de la suerte en la caza y construyó viviendas que resistieran a la lluvia y el frío.
Aprendiendo el hombre se forjó un futuro y solo así aseguró la continuidad de la especie.
El cerebro sigue siendo un gran desconocido, pero hace 30 años aún lo era más. Los avances en
neurociencias han permitido comprender cómo funciona el cerebro y ver el importante papel que la
curiosidad y la emoción tienen en la adquisición de nuevos conocimientos. En la actualidad se ha
demostrado científicamente que, ya sea en las aulas o en la vida, no se consigue un conocimiento al
memorizar, ni al repetirlo una y otra vez, sino al hacer, experimentar y, sobre todo, emocionarnos. Las
emociones, el aprendizaje y la memoria están estrechamente relacionadas. Desde el punto de vista de la
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neurociencia educativa, cabe destacar que la inteligencia es un concepto multidimensional, por eso un
mismo ambiente de aprendizaje debe llevar a los niños a explorar, pensar y expresar sus ideas a través de
una variedad de diferentes códigos.
La Neurociencia y la educación
Por lo que concierne a la neurociencia en la educación, hoy día hay diversas pruebas de cómo un ambiente
de aprendizaje equilibrado y motivador requiere a los niños de un mejor aprendizaje. Es por ello que los
niños aprenden “socialmente”, construyendo activamente la comprensión y los significados a través de
la interacción activa y dinámica con el entorno físico, social y emocional con los cuales entran en contacto.
La neuroeducación recomienda que durante los primeros años de vida los niños estén en contacto con la
naturaleza y no se les fuerce a permanecer sentados y quietos mucho tiempo, pues a esas edades es
cuando se construyen las formas, los colores, el movimiento, la profundidad… con los que luego se tejerán
los conceptos. Para poder madurar, es decir, crear nuevas redes de neuronas, el cerebro necesita
experiencias nuevas. De los 10 a los 12 años, en cambio, el cerebro está específicamente receptivo a
aprender aptitudes, por lo que es el momento de potenciar la comprensión de un texto y de que aprendan
a razonar de forma matemática. Y, en la adolescencia, el cerebro es plenamente emocional y choca con
el actual modelo educativo que en esta etapa les obliga a aprender biología, física, química… materias
totalmente racionales.
Por poner un ejemplo, muchas personas han olvidado el nombre de los Reyes Godos o la fórmula para
calcular la velocidad de caída de un cuerpo pero, en cambio, recuerdan lo divertidas que eran las clases
de ese profesor en especial (puede que de matemáticas, español, historia… cada uno tendrá el suyo) que
despertaba su interés con ejercicios prácticos e historias sobre cada tema. Fue él quien consiguió
despertar tu atención e interés, y por el que decidiste estudiar lo que después estudiaste… La emoción es
fundamental en el aprendizaje, para quien enseña y para quien aprende. Ese profesor hizo que la
información en clase la captásemos por medio de nuestros sentidos y para que después pasara por el
sistema límbico o cerebro emocional antes de ser enviada a la corteza cerebral, encargada de los procesos
cognitivos. Dentro del sistema límbico, la amígdala tiene una función esencial: es una de las partes más
primitivas del cerebro y se activa ante eventos que considera importantes para la supervivencia, lo que
consolida un recuerdo de manera más eficiente.
Otro factor a tener en cuenta es la sorpresa, puesto que activa la amígdala. El cerebro es un órgano al que
le gusta procesar patrones (entender cosas que se repiten siempre de la misma forma); es la manera como
se enfrenta al mundo que lo rodea. Ahora bien, todo aquello que no forma parte de esos patrones se
guarda de manera más profunda en el cerebro. De ahí que usar en la clase elementos que rompan con la
monotonía benefician su aprendizaje.
Por último, la empatía (el acercamiento emocional) es la puerta que abre el conocimiento y con él la
construcción del ser humano. Además se ha descubierto que, al contrario de lo que se creyó durante
mucho tiempo, el cerebro no es estático, sino que existen periodos críticos en los que un aprendizaje se
ve más favorecido que otro. Por ejemplo para aprender a hablar el cerebro está más receptivo desde que
uno nace hasta los siete años. Pero esto no quiere decir que después no pueda adquirir el lenguaje: la
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plasticidad del cerebro permitirá hacerlo aunque cueste más. Este descubrimiento de la existencia de
periodos de aprendizaje abre nuevos debates sobre el sistema educativo y la necesidad de replantearse
un nuevo modelo acorde con esta predisposición cerebral a adquirir nuevos contenidos concretos por
etapas.
La cantidad de jóvenes desmotivados que no quieren continuar sus estudios o creen que lo que están
aprendiendo no sirve para nada es alarmante. Y la única forma de combatirla es a través de maestros que
enseñen a los niños a afrontar nuevos retos, que transformen el cerebro de sus alumnos aprovechando
todas las herramientas que ofrece la neuroeducación para enseñar mejor. Algunos expertos afirman que
si las clases fueran más vivenciales podrían impartirse más conocimiento en menos tiempo. Los docentes
deberían aprovechar lo que se conoce del funcionamiento del cerebro para enseñar mejor. Los niños
deben entusiasmarse por lo que están aprendiendo.
Neurociencia y educación: ¿cómo se puede aprender
mejor?
¿Cómo aprendemos? ¿Qué es lo que hace que el
aprendizaje sea significativo para nuestro cerebro? A
éstas y otras muchas preguntas puede dar respuesta la
neurociencia, un interesante punto de vista para la forma
en que educamos, ya que se encarga de estudiar el
funcionamiento de la mente y de qué forma se crean nuevas conexiones entre neuronas cuando
aprendemos cosas nuevas. Interesante, ¿verdad?
¿Te imaginas poder saber a ciencia cierta cuál es el método que debes seguir para que tus alumnos y
alumnas aprendan más en menos tiempo? La neurociencia puede enseñarnos mucho sobre la forma en
que las personas aprendemos y adquirimos nuevos conocimientos, algo que obviamente podría tener una
aplicación directa en el aula.
A pesar de que aún queda muchísimo camino por delante en este campo, la neurociencia ya ha
descubierto algunos elementos que han resultado ser esenciales para favorecer la creación de nuevas
conexiones entre neuronas y, por lo tanto, para el aprendizaje. Te resumimos algunos de los
conocimientos sobre el cerebro que pueden contribuir a revolucionar la práctica pedagógica:
Las emociones son las protagonistas: El estado emocional condiciona fuertemente el funcionamiento del
cerebro. El estado de ánimo puede modular las funciones cerebrales superiores (lenguaje, toma de
decisiones, memoria, percepción, atención…), determinando la adquisición de nuevos conocimientos.
¡Acompaña el aprendizaje de emociones positivas!
No hay “buenos” ni “malos” estudiantes: El cerebro ha demostrado tener una increíble capacidad de
aprender y reaprender, y por eso no debemos pronosticar el éxito o fracaso de ningún estudiante. Los
cambios que sufrirá su personalidad a lo largo de su vida hacen que no podamos establecer que un
determinado comportamiento se repetirá durante muchos años sin alteraciones.
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Evita el estrés: Es importante intentar proporcionar al alumnado un clima positivo y seguro, evitando
palabras y actitudes que provoquen situaciones estresantes en ellos. El estrés, entre otras muchas
consecuencias, disminuye la capacidad cognitiva y su estado emocional.
Planifica experiencias multisensoriales: Intenta emplear diferentes recursos para presentar la información
de forma atractiva para favorecer el aprendizaje. Las experiencias que nos permiten percibir el mundo a
través de todos nuestros sentidos permiten que el aprendizaje sea mucho más significativo.
Se aprende con todo el cuerpo: Un error muy común y repetido desde hace décadas es pensar que el
conocimiento y la mente son la misma cosa. Muy lejos de esta teoría, los últimos experimentos nos
enseñan que los ejercicios y el movimiento están íntimamente ligados con el aprendizaje, demostrando
que cuerpo y cerebro aprenden juntos.
¿Quieres más información?
Si es un tema que ha llamado tu atención y te apetece seguir aprendiendo sobre ello, prepara tus neuronas
y echa un vistazo a estos recursos relacionados que te recomendamos:
El aprendizaje cambia el cerebro: Un interesante documento de la Asociación Educativa para el Desarrollo
Humano en el que se explica detalladamente cuáles podrían ser las contribuciones de la neurociencia a la
educación, además de presentar algunas de las aportaciones de esta ciencia.
¿Cómo funciona el sistema nervioso?: Si quieres aprender más sobre el funcionamiento de las neuronas y
el cerebro, echa un vistazo a este recurso en el que podrás aprender su estructura, desarrollo y funciones.
Fundamentos de Neurociencia: En esta página podrás encontrar hasta 20 recursos relacionados con esta
disciplina científica. Vídeos, simulaciones, textos, blogs relacionados… ¡apréndelo todo sobre el
funcionamiento del cerebro!
¿Qué te ha parecido el tema? ¿Habías oído antes hablar de la relación entre neurociencia y educación?
¡Comparte tu opinión y experiencias con el resto de tu comunidad educativa!
Las claves de la neurociencia educativa
Si bien el cerebro humano sigue siendo un gran
misterio para el hombre, cada vez profundizamos más
en su entendimiento. Fruto de ello, han aparecido
nuevos campos de estudio que podemos englobar
como neurociencia y que buscan vincular el estudio
del cerebro con un mayor entendimiento del ser
humano. Algunos de estos nuevos campos son el neuromarketing, la neuropsicología o la neuroética (por
poner tres ejemplos que aúnan ciencias y humanidades) y, por supuesto, la neuroeducación.
Sin querer entrar en aspectos plenamente científicos (si alguien quiere entrar recomendamos los libros
de José Antonio Marina (en el plano más divulgativo) y de Tomás Ortiz), podemos decir que la
neuroeducación (o neurociencia educativa) es una nueva visión de la educación basada en el cerebro y su
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funcionamiento y que busca mejorar, potenciar y ajustar los procesos de aprendizaje gracias a aspectos
combinados de psicología, neurociencia cognitiva, medicina o sociología.
Neurociencia a la práctica
La neuroeducación parte de la base de que no todos los procesos de aprendizaje ni todas las respuestas
emocionales son iguales y que, teniendo en cuenta la plasticidad del cerebro, podemos adaptar el sistema
de enseñanza para evaluar y mejorar la preparación del que enseña y para ayudar y facilitar el proceso de
quien aprende. Estos son algunos de sus principios y objetivos:
La genética, el entorno (medio social, familiar y cultural) y la experiencia interaccionan en el cerebro para
moldear al individuo y transformar el cerebro.
Los procesos cognitivos y emocionales trabajan asociados de forma que las emociones facilitan o
dificultan el aprendizaje.
Los vínculos y el apego son básicos para el cambio ya que la interacción social es relevante para el
aprendizaje. Un ejemplo de ello es la importancia que está tomando aprendizaje cooperativo.
La neurociencia educativa pone el énfasis en procesos cognitivos como la emoción, la curiosidad, la
atención, la conciencia, la memoria o el sueño partiendo de la base de que se trata de procesos que
implican a múltiples circuitos de diferentes áreas cerebrales y que pueden ser estimulados en un ambiente
adecuado. Este conjunto de procesos que implican repetición, almacenamiento, selección o elaboración
de información pueden ser estimulados gracias a la plasticidad cerebral, a un rol activo del individuo y a
unos procesos cognitivos puestos en marcha gracias a una serie de capacidades y habilidades que vamos
adquiriendo. Gracias a estos principios y procesos, la neurociencia educativa ha conseguido plantear
nuevas técnicas y/o aproximaciones y ha permitido confirmar o desmentir algunos aspectos clave que
podemos tener en cuenta a la hora de plantear el proceso de aprendizaje:
El entorno de la escuela influye en el aprendizaje en diferentes factores como la luz, el ruido externo, la
temperatura o la propia arquitectura del centro
Se pueden planificar diferentes y procesos herramientas de enseñanza para fomentar el pensamiento
crítico o creativo y promover la empatía.
Permite detectar e intervenir en relación con fallos o procesos psicológicos que puedan interferir en el
aprendizaje normal, la memoria o la misma educación como pueden ser las dificultades en lectoescritura
o matemáticas o la detección temprana de TDAH, ansiedad o dislexia.
La importancia del sueño en el aprendizaje y como su ausencia tiene efectos sobre la velocidad para
procesar información.
El impacto positivo de la motivación en la enseñanza
La necesidad de la repetición para consolidar aprendizajes. No desde un punto de vista conductista si no
desde diferentes perspectivas complementarias (corregir, evaluar, rectificar, etc.).
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La “ciencia del cerebro” también ha desmentido algunos neuromitos como el uso del 10% de la capacidad
cerebral o la idea de los hemisferios diferenciados (en realidad ambos hemisferios trabajan transfiriendo
información constantemente)
Neurociencia para profesores
La neurociencia también ayuda y dota de herramientas al profesorado, no en vano, el hecho de poder
sustentar la práctica docente en evidencias (neuro) científicas puede ser un paso de gigante al mejorar
los conocimientos docentes en aspectos como la atención, la memoria o la emoción. Esta toma de
conciencia de la práctica diaria nos puede permitir evaluar el propio desempeño, eliminar hábitos poco
eficaces y mejorar en lo positivo. Además, de forma más evidente, podemos introducir o modificar
prácticas y/o estrategias de aprendizaje. Por último, favorece el aprendizaje continuo y la atención a la
diversidad tanto a nivel del desarrollo de clase, como a nivel de centro pudiendo dar importancia a
factores que favorecen el aprendizaje antes citado.
Llegados a este punto se nos puede hacer un mundo el aplicar recursos neurodidácticos en el aula, pero
hemos de decir que muchas de las acciones que ya estáis realizando tienen un sentido neurocientífico:
los debates promueven la flexibilidad cognitiva, el trabajo en equipo la toma de decisiones y el uso de
pictogramas a la hora de organizar a los alumnos les dota de herramientas de planificación y fomenta el
aprendizaje por descubrimiento. A partir de aquí, les recomendamos que consulte algún libro del amplio
catálogo que se ha ido generando en los últimos años, sigas al algún gran experto como Francisco Mora o
consulta la multitud de artículos que puedes encontrar por la red.
Neurociencia, ¿una aliada para mejorar la educación?
Esta disciplina permite conocer cómo intervienen los procesos
neurobiológicos en el aprendizaje, para así diseñar mejores
métodos de enseñanza y políticas educativas, según los expertos.
Las investigaciones de la Neurociencia han cobrado cada vez más
interés en el mundo docente, dado que esta disciplina permite
dilucidar cómo aprende, recuerda y olvida el cerebro, procesos
importantes en el proceso de enseñanza- aprendizaje, según
expertos en la materia.
Los docentes también son conscientes de su relevancia. El 83,9%
de los encuestados en un estudio del grupo de Investigación y
Desarrollo Educativo Inclusivo (IDEI) de la Universidad de Málaga, sobre una muestra de más de 100
estudiantes de carreras docentes y profesores, piensa que la Neurociencia debe ser incluida en el currículo
de la formación inicial, según ha informado María Jesús Luque Rojas, Doctora en Psicología especializada
en Neurociencias y Psicobiología, en declaraciones a Educaweb.
Pero ¿qué es la Neurociencia y en qué se diferencia de la Neurociencia educativa y la Neurodidáctica?
¿Qué aporta esta disciplina a la educación? ¿Cómo pueden aplicarse sus hallazgos en el aula?
Neurociencia, Neurociencia educativa y Neurodidáctica: sus diferencias
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La Neurociencia investiga el funcionamiento del sistema nervioso y en especial del cerebro, con el fin de
acercarse a la comprensión de los mecanismos que regulan el control de las reacciones nerviosas y su
comportamiento. Las investigaciones en esta área han revelado, por ejemplo, que la curiosidad y la
emoción juegan un papel relevante en la adquisición de nuevos conocimientos.
Por su parte, la Neurociencia educativa es "una disciplina que pretende integrar los conocimientos
neurocientíficos acerca de cómo funciona y aprende el cerebro en el ámbito educativo", explican Anna
Carballo Márquez y Marta Portero Tresserra, psicólogas y doctoras en Neurociencias en su libro 10 ideas
clave. Neurociencia y educación. Aportaciones para el aula (2018).
La Neurociencia aplicada a la educación o Neurociencia educativa es denominada también como
Neuroeducación. No obstante, algunos investigadores en este ámbito prefieren evitar este último
término.
La Neurociencia educativa "nos ayuda a saber cómo funciona el cerebro y cómo intervienen los procesos
neurobiológicos en el aprendizaje, para favorecer que éste sea más eficaz y óptimo. La Neurodidáctica
toma todo este conocimiento para aplicarlo didácticamente al aula", explica por su parte Anna Forés,
Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, profesora en la Universidad de Barcelona, en
declaraciones a Educaweb.
¿Qué aporta la Neurociencia a la educación?
La Neurociencia educativa puede ayudar a los docentes a entender cómo aprenden sus alumnos y
alumnas, así como "las relaciones que existen entre sus emociones y pensamientos, para poder así
ejecutar la enseñanza de forma eficaz", añade Forés.
También aporta conocimientos acerca de "las bases neurales del aprendizaje, de la memoria, de las
emociones y de muchas otras funciones cerebrales que son, día a día, estimuladas y fortalecidas en el
aula", explica Luque Rojas, quien también es profesora en la Facultad de Ciencias de la Educación de la
Universidad de Málaga y de la Universidad Internacional de la Rioja.
Para la experta, la investigación desde la Neurociencia debe servir para ayudar a diseñar mejores métodos
de enseñanza, currículos más ajustados y mejores políticas educativas. "Debemos conseguir que el
aprendizaje sea más útil, más creativo, más rápido, más intenso, más ameno, y cada vez tenemos más
información sobre cómo hacerlo", asegura.
Los hallazgos de la Neurociencia, como los que se mencionan a continuación, deberían tenerse más en
cuenta en la práctica docente. Así lo indican el artículo Neurociencias y educación: una puerta abierta
hacia el desarrollo humano, elaborado por la Asociación Educativa para el Desarrollo Humano, para la
Organización de los Estados Americanos; como Jesús G. Guillén, autor del blog Escuela con Cerebro y
profesor del Posgrado en Neuroeducación de la Universidad de Barcelona.
El cerebro tiene una capacidad de adaptación durante toda nuestra vida, conocida como plasticidad
cerebral, responsable de que este órgano se remodele y adapte continuamente a partir de las experiencias
que vivimos y de lo que aprendemos.
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Aprendemos más y mejor en interacción y cooperación social porque el cerebro está diseñado
para vivir y convivir en sociedad.
Un nivel alto de estrés provoca un impacto negativo en el aprendizaje.
Las emociones y el estado de ánimo afectan de manera positiva o negativas al cerebro y sus
funciones.
Las experiencias directas y multisensoriales propician que las personas aprendan mejor.
Los ejercicios y el movimiento están conectados con el aprendizaje.
La música y el arte transforman el cerebro y favorecen una experiencia más efectiva de
aprendizaje.
La capacidad del cerebro para guardar información es ilimitada y maleable.
Factores como la alimentación, la calidad del sueño, el entorno socioeconómico y cultural, las lesiones
cerebrales, la genética y los aprendizajes previos consolidados ejercen influencia en el cerebro y por ende
la manera que aprende.
El estrés, la tristeza, la soledad o una mala condición física pueden perjudicar el buen funcionamiento de
la corteza prefrontal del cerebro, responsable de las llamadas funciones ejecutivas (control inhibitorio,
memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva), que son fundamentales para el desarrollo académico y
personal del alumnado.
Cómo mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje, según la Neurociencia
He aquí algunos consejos para mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje que se basan en los hallazgos
de la Neurociencia y que han sido mencionados por diferentes expertos:
1. Provocar emociones en el alumnado y
despertar su atención
Neurociencias y emociones.
Se ha demostrado científicamente que la emoción
es el motor del aprendizaje. No se consigue un
conocimiento al memorizar, ni al repetirlo una y
otra vez, sino al hacer, experimentar y, sobre
todo, emocionarse. Por ello, los docentes deben
emocionar a sus estudiantes en sus clases y
despertar su atención y curiosidad, dado que sin
ellas no hay aprendizaje. Un ejemplo sería que los docentes interrumpan su intervención en clase cada 15
minutos con anécdotas emotivas, acertijos, materiales audiovisuales, juegos, etcétera. que llamen la
atención del alumnado.
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"La atención es un recurso muy limitado que es imprescindible para que se dé el aprendizaje, por lo que
puede resultar útil fraccionar el tiempo dedicado a la clase en bloques con los respectivos parones. En la
práctica, queremos que el nivel de activación del estudiante sea el adecuado. Los extremos son
perjudiciales, tanto el defecto (dormidos), como el exceso (ansiosos o sobreestimulados)", explica Guillén.
"Hay que tener en cuenta al alumnado y sus intereses. Favorecer su autonomía en el aprendizaje, que su
trabajo tenga sentido pero que, sobre todo, ellos sean conscientes y lo reconozcan. Hay que trasladar e
instaurar la premisa de emocionar para aprender", recomienda por su parte Luque Rojas.
En base a esta premisa, es recomendable generar climas emocionales positivos en los entornos
educativos, donde tanto docentes como estudiantes asuman los errores de manera natural, cooperen
entre ellos y participen activamente en todo el proceso de aprendizaje.
2. Valerse de las artes para favorecer procesos cognitivos
Los docentes deben "reconocer posibles activadores
del aprendizaje, desde diferentes vías como la
música, plástica, artes escénicas, ajedrez, teatro…
reconocidos como favorecedores de procesos
cognitivos, sociales, morales…", indica Luque Rojas.
Según algunas investigaciones que analizan los
beneficios de la educación artística en el alumnado,
si se integran las actividades artísticas en la
enseñanza de otras asignaturas, sea química,
lenguaje, matemáticas o ciencias, el alumnado
mejora su memoria a largo plazo. Asimismo, las actividades artísticas incrementan las emociones y
promueven el pensamiento creativo, que a su vez favorece el aprendizaje.
3. Convertir el aula en una pequeña comunidad de aprendizaje
El cerebro es un órgano social que aprende de otros y con otros. Por ello es importante impulsar el trabajo
cooperativo en clase. Para lograrlo se puede cambiar la disposición del aula tradicional a una que propicie
la cooperación entre iguales, como sería formar grupos de 4 o 5 estudiantes.
También conviene llevar a cabo metodologías educativas innovadoras que propicien el trabajo grupal y la
participación del alumnado, como aprendizaje basado en proyectos (ABP), aprendizaje-servicio,
aprendizaje cooperativo, flipped classroom, etcétera.
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4. Llevar a cabo experiencias multisensoriales y en
contacto con la naturaleza
Emplear diferentes recursos en las clases para presentar
la información de forma atractiva, y también interactiva,
puede favorecer el aprendizaje. Las metodologías
educativas que permiten que el alumnado perciba el
mundo a través de todos sus sentidos ayudan a que el
aprendizaje sea mucho más significativo, como puede ser
la gamificación de los contenidos didácticos.
"La Neurociencia aplicada a la educación supone un cambio en la forma de enseñar con el objetivo de
modificar las clases más tradicionales por medios que requieran la participación del alumno (visuales,
vídeos, gráficos interactivos…)", insiste Luque Rojas.
Además, el cerebro ha evolucionado en contacto directo con la naturaleza y los elementos naturales, por
lo que su uso en los entornos de aprendizaje resulta beneficioso, según mencionan Carballo Márquez y
Portero Tresserra en su libro 10 ideas clave. Neurociencia y educación. Aportaciones para el aula (2018).
5. Propiciar que los estudiantes utilicen el movimiento para aprender
Más juego y más movimiento mejoran el aprendizaje. De acuerdo con Giacomo Rizzolatti, un famoso
neurobiólogo italiano, "el cerebro que actúa es un cerebro que comprende". Por tanto, hay que integrar
el componente lúdico en el aprendizaje desarrollando actividades que permitan al alumnado moverse
mientras aprenden.
"El ejercicio regular puede modificar el entorno químico y neuronal que favorece el aprendizaje, es decir,
los beneficios son también cognitivos", considera Guillén en su blog Escuela con Cerebro.
Así pues, diversos investigadores y docentes consideran imprescindible que el profesorado tenga en
cuenta los hallazgos de la Neurociencias para mejorar su función y creen que el presente y futuro de la
educación está basado en esta disciplina. "Yo apuesto por que todo educador/a sepa sobre
Neuroeducación para mejorar su práctica profesional. Si no, sería como estar o seguir aún en blanco y
negro ignorando que hemos descubierto el cine en color", concluye Forés.
De hecho, según el estudio Empleo en Educación. 10 profesiones con futuro, elaborado por Infoempleo y
la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), una de las profesiones docentes con más futuro es la de
especialista en Neuroeducación
Y tú, ¿qué piensas sobre la Neurociencia y su aplicación en la educación? Cuéntanos lo que piensas y si
estás de acuerdo con tener en cuenta sus hallazgos para mejorar los métodos educativos existentes.
Ya en el siglo I, Mestrio Plutarco dijo: “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”.
Casi dos mil años después, las investigaciones llevadas a cabo en neurociencia y educación dan la razón al
historiador griego, demostrando que el aprendizaje no es tanto un procedimiento de adquisición de
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conocimientos a través del ensayo-error, sino que es el sistema nervioso y las emociones las que
intervienen en el desarrollo mental.
Conclusiones de neurociencia y educación
A través del estudio de las conexiones neuronales,
esta disciplina científica nos permite conocer más
sobre cómo aprendemos, ayudándonos a potenciar
las prácticas más efectivas y eliminar otras técnicas
improductivas.
¿Qué nos ha desvelado la ciencia sobre el proceso
de aprendizaje? Estos son algunas de las claves que
debemos tener en cuenta para nuestro desarrollo
profesional:
El papel de las emociones. El estado de ánimo o la
memoria emocional tienen mucho que decir en el
proceso de aprendizaje de las personas. Por ejemplo, si un alumno considera que es bueno desarrollando
una tarea, adquirirá nuevas competencias relacionadas con dicha misión más rápidamente que otro que
piense que no está capacitado. O aquel directivo que tenga un mal día puede tomar decisiones
precipitadas y erradas por el simple hecho de estar de mal humor o estresado. Por ello, fomentar un
ambiente laboral positivo y elevar la motivación de la plantilla contribuye al desarrollo profesional de los
colaboradores.
El “No puedo” no es excusa. La Neurociencia ha comprobado que todas las personas tienen la habilidad
de aprender y evolucionar, independientemente de sus circunstancias individuales, su formación o su
edad. Como recoge la Asociación Educativa para el Desarrollo Humano, “todos somos inteligentes y
tenemos el potencial para desarrollar cualquier capacidad y destreza que nos propongamos; solo
dependerá de la oportunidad”. Demos, por tanto, esta opción a toda la plantilla.
Participa todo el cuerpo. No solo adquirimos conocimientos a través de la mente, sino que el cuerpo juega
también un papel importante en este proceso. De ahí la eficacia de las actividades de team building o la
gamificación, donde se impulsa el desarrollo de capacidades a través de juegos y experiencias físicas.
Todos los sentidos están involucrados. En el mismo sentido que el punto anterior, el empleo de técnicas
multisensoriales en la adquisición de conocimientos contribuye al aprendizaje, pues incrementa las
conexiones neuronales entre los distintos lóbulos del cerebro. Una información presentada de modo
atractivo conseguirá un mayor impacto que la lectura de un dossier de contenido teórico. De hecho, según
el cono del aprendizaje de Edgar Dale y Bruce Nylan, recordamos un 10% de lo que leemos, un 20% de los
que escuchamos, un 30% de lo que vemos, un 70% de lo que decimos y un 90% de lo que hacemos.
La ayuda de los hábitos de vida saludables. La Neurociencia ha demostrado que tanto la práctica de
ejercicio regular como una dieta equilibrada facilitan el aprendizaje, la memoria y la agilidad mental. El
deporte, por ejemplo, incrementa la segregación de una proteína (BDNF) que potencia las conexiones
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neuronales, mientras que el consumo excesivo de grasas reduce la sensibilidad de los receptores de
NMDA, encargados de dotar de plasticidad al cerebro.
¿Cómo podemos aplicar en el aula las conclusiones de la
neurociencia?
En los últimos años se ha podido ver de forma emergente la
aplicación de recientes hallazgos en neurociencia aplicada a la
educación, esto es debido al uso de numerosas herramientas
que nos permiten observar al cerebro desde dentro, como por
ejemplo la resonancia magnética funcional.
Estas imágenes nos permiten poder ir descubriendo aquellas
prácticas educativas que activan las regiones cerebrales que son
clave para el aprendizaje y justo de ahí surge la necesidad de promover una reflexión tanto teórica como
práctica que nos permita implementar este matrimonio entre la neurociencia y la pedagogía.
Se ha podido observar la importancia de las emociones dentro del aprendizaje, esto nos lleva a la
necesidad de activar las regiones del cerebro emocional, los conocidos dispositivos básicos para el
aprendizaje: motivación, atención y memoria.
Motivar al alumno es una tarea fundamental de los maestros, los alumnos no sólo deben poder, sino que
también tienen que querer. Pongamos en juegos herramientas para conocer las motivaciones intrínsecas
de nuestros alumnos, para tener las capacidades de dar respuestas a los para qué que tantas y tantas
veces están presentes en nuestras aulas.
El cerebro es actividad química y como tal debemos de saber jugar con esas combinaciones, en fases
iniciales del aprendizajes generar que los alumnos quieran, dopamina, durante el desarrollo del
aprendizaje, implicar al alumno como parte activa de su proceso de construcción del conocimiento,
adrenalina, y la clave de la generación del éxito constante en nuestro alumnado, serotonina, de esta forma
estaremos nutriendo el D.A.S ( Sistema neurobiológico de la motivación) y permitirnos trabajar sobre las
variables contextuales de la motivación que tanto afectan a nuestros alumnos.
Sabemos que la atención de nuestros alumnos es ilimitada, ¡debemos de captarla!, conocemos multitud
de estrategias que al cerebro le encantan y hacen que este “enganchado” a la tarea y eso le permite
trabajar consumiendo menos recursos. Algunas de las estrategias son: la contextualización de los
contenidos, las disonancias cognitivas, el juego, el humor, la cooperación, las narrativas, el
reconocimiento… Esta es una de las grandes claves captar la atención de nuestro alumnado.
Sin memoria, no hay aprendizaje. Algunas de las conclusiones que se han observado es la importancia de
realizar durante los procesos de aprendizaje, evaluaciones sistemáticas de lo aprendido y además que
sean de carácter formativo y sumativas. En las fases iniciales del aprendizaje, activar los conocimientos
previos de nuestros alumnos, no son tabulas rasas que llenar de contenidos.
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En períodos del aprendizaje más avanzados, evaluar la comprensión de los contenidos, hacer visible en
nuestros alumnos lo que no saben para que con toda esta información proceder a migrar a las memorias
a largo plazo y por último evaluar los procesos por encima de los resultados, una evaluación como un
diagnóstico de lo aprendido, potenciar el uso de la metacognición de nuestros alumnos, qué han
aprendido, cómo lo han aprendido, para qué me ha servido y cómo lo puedo aplicar en otros contextos,
en fin, potenciar la competencia de aprender a aprender de nuestros alumnos. Contextualizar, reflexionar,
recodificar, retroalimentar… son algunas estrategias para trabajar sobre las memorias significativas.
La neurociencia también nos ha hecho ver que aprendemos
mejor con otros que solos, el ser humanos es un ser social
que ha basado su supervivencia como especie en la
cooperación. A día de hoy sabemos que cuando trabajamos
en el aula de forma cooperativa se activan regiones
emocionales de nuestro cerebro determinantes para el
aprendizaje.
Como seres sociales, mamíferos, desarrollamos muchas de
nuestras estrategias a través del juego: nos permite realizar las cosas por el hecho de hacerlas, motivación
intrínseca, vivimos experiencias placenteras, potenciamos el uso de las narrativas (atención), potencia la
toma de decisiones, la imaginación y permite a nuestros alumnos ser más competentes en el momento
de resolver retos propios de la tarea.
También conocemos la importancia de las artes para el desarrollo cerebral del alumno, tanto en el ámbito
sensorial como en el motor, emocional y cognitivo. Así, por ejemplo, en sus primero años y de forma
natural, el niño baila, canta o dibuja. Pero por encima de la incidencia particular que pueda tener sobre el
aprendizaje cualquiera de las diferentes variedades artísticas (música, dibujo, teatro, etcétera), la
educación artística resulta necesaria porque nos permite adquirir toda una serie de hábitos mentales y
competencias básicas en los tiempos actuales -como la creatividad, cooperación, pensamiento crítico,
resolución de problemas o iniciativa- que están en consonancia con la naturaleza social del ser humano y
que son imprescindibles para el aprendizaje de cualquier contenido curricular.
La actividad física no solo es buena para preservar una gran variedad de funciones corporales o para
combatir el tan temido estrés que perjudica el aprendizaje sino que tiene una incidencia positiva sobre el
cerebro. Al realizar ejercicio físico, especialmente aeróbico, se segrega la molécula BDNF que está
asociada a los procesos de plasticidad sináptica, neurogénesis o vascularidad cerebral.
Las investigaciones en neurociencia están suministrando información relevante sobre cómo surge el
llamado insight (¡eureka!), esa aparición repentina e inconsciente que nos permite encontrar la solución
de un problema o tarea que no sabíamos resolver y que nos provocaba el tan temido bloqueo mental. En
el momento inicial, es conveniente tener muchas ideas (lluvia de ideas en el aula), ir asociándose y poco
antes de que aparezca la idea feliz se da un estado de relajación cerebral.
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Esto sugiere que cuando no seamos capaces de resolver un
problema, al que hemos dedicado mucho tiempo, la mejor
estrategia puede ser no perseverar más, sino aparcarlo
temporalmente y dedicarnos a otras tareas, o mejor realizar
ejercicio físico o simplemente dormir porque existen unos
mecanismos cerebrales inconscientes que seguirán trabajando en el
problema en cuestión y que facilitarán su resolución.
Hay muchos mitos asociados a la creatividad y lo cierto es que, con el entrenamiento adecuado, tal como
sugieren las investigaciones modernas, también podemos aprender a ser más creativos, una auténtica
necesidad en los tiempos actuales de predominio tecnológico.
Afortunadamente, nuestro cerebro plástico nos permite seguir descubriendo y enriqueciendo el
aprendizaje, lo cual constituye una necesidad urgente para mejorar la educación y transformar la sociedad
haciéndola más justa y compasiva.
Las neurociencias aplicadas a la educación: neuroeducación y neurodidáctica
La primera década del siglo XXI se ha definido como la “década del cerebro” debido a los avances del
conocimiento y en la forma en que entendemos la relación entre el cerebro y la conducta. De esta manera
las neurociencias han ampliado conocimientos al respecto de cómo el cerebro aprende surgiendo así dos
disciplinas: la neuroeducación y la neurodidáctica. La neuroeducación hace referencia al conocimiento del
cerebro relacionado con el ámbito educativo y la neurodidáctica a su aplicación en el aula (García y
Garrido, 2018).
Según Mora (2013) “neuroeducación es tomar ventaja de los conocimientos sobre cómo funciona el
cerebro integrados con la psicóloga, la sociología y la medicina en un intento de mejorar y potenciar tanto
los procesos de aprendizaje y memoria de los estudiantes como enseñar mejor en los profesores” (p. 14)
La neurodidáctica se encarga de estudiar la optimización del proceso de enseñanza-aprendizaje y de su
aplicación en el aula para que se favorezca el aprendizaje de los alumnos. De esta manera, conocer mejor
el funcionamiento del cerebro y relacionarlo con las bases del aprendizaje nos permitirá seleccionar de
forma adecuada los planteamientos metodológicos y, consecuentemente, la mejora de los procesos de
aprendizaje (Falconi et al., 2017), La neurodidáctica, a través de las contribuciones neurocientíficas más
significativas y aplicadas a la educación, pretende encontrar la manera más eficaz de enseñar, aportando
explicaciones sobre el funcionamiento del cerebro, sobre sus necesidades y su potencial (Fernández,
2017).
¿Cómo podemos aplicarlo en nuestras aulas?
Falconi et al. (2017) proponen una serie de principios y de fórmulas de las que se sirve la neurodidáctica
para potenciar el aprendizaje de nuestros alumnos. La primera premisa a tener en cuenta es que el
educando es el actor principal, manteniendo un papel activo. Se debe atender a los intereses y
necesidades de cada uno de los alumnos, a sus emociones y a sus capacidades de exploración,
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razonamiento y comprensión. Estos autores proponen un aprendizaje colaborativo, el uso de las TICS, la
flexibilidad de los métodos e invertir el modo tradicional de la clase.
Según Fernández (2017) la neurodidáctica comprende dos componentes esenciales: el cognitivo y el
emocional. En cuanto al componente cognitivo destaca la importancia de la plasticidad neural: cómo el
cerebro cambia a medida que aprendemos. Mientras que en el plano emocional considera diferentes
elementos que van a intervenir en el proceso de enseñanza, destacando el estado de ánimo del alumno y
del profesor, la relación existente entre ellos, la motivación, la creación de un clima emocional agradable,
así como comprender y gestionar los sentimientos o el interés del estudiante por la materia.
El actual sistema educativo tradicionalmente se ha centrado en un papel activo del profesor que habla y
pasivo del alumno que simplemente escucha. La neurodidáctica hace partícipes a los alumnos, les anima
a que hagan, experimenten, toquen, jueguen y que se involucren en su propio aprendizaje. En definitiva,
se trata de adaptar la enseñanza al funcionamiento del cerebro y no el cerebro el que tenga que adaptarse
al proceso de enseñanza.
Necesitamos una educación basada en la evidencia empírica y no basarnos en la intuición o en el buen
hacer. En este sentido, la neuroeducación contribuye a disminuir la brecha entre las investigaciones
neurocientíficas y la práctica pedagógica (Falconi et al. 2017).
Los 12 principios de aprendizaje del cerebro
Para garantizar aprendizajes verdaderamente
significativos, es indispensable entender qué sucede
en el cerebro de una persona cuando está
aprendiendo. Por ello, aquí te contamos 12
principios que todo educador debe conocer.
En su libro, Neurociencias y educación: Guía práctica
para padres y docentes, Marcela Garrido Díaz
intenta responder la necesidad que tienen los padres
y los educadores de entender cómo funciona el
cerebro. En cuatro capítulos, la autora habla de los
componentes del cerebro, de los procesos de
maduración, del desarrollo armónico del cerebro y
de algunos factores que inciden en dicho desarrollo.
Además, Garrido expone ejemplos para relevar la neurociencia como un elemento indispensable de la
educación y explica, en términos simple, qué es el aprendizaje y cómo ocurre éste.
Lo primero que explica la autora es que el aprendizaje es un proceso en el cual se adquieren y se modifican
algunos conocimientos, valores, conductas, destrezas, habilidades y comportamientos, como resultado
de una instrucción formal o informal, del estudio, la experiencia, el razonamiento y la formación. Aunque
no se sabe mucho de la neurofisiología del aprendizaje, menciona Garrido, sí existen algunos datos claves
que permiten entender cómo y cuándo sucede. Por ejemplo, se sabe que el cerebro está disponible para
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el aprendizaje en las primeras etapas de vida, momento en el cual, las neuronas se multiplican a gran
velocidad. Se sabe que el aprendizaje está relacionado con la modificación de conexiones sinápticas. Sobre
esto hay otros principios acerca del aprendizaje del cerebro que la autora explica en 12 puntos esenciales:
1. El cerebro es un complejo sistema adaptativo
Una de las características más poderosas del cerebro es la capacidad que tiene de adaptarse y funcionar
en muchos niveles y de forma simultánea. De forma continua e interactiva, en el cerebro operan cosas
como pensamientos, emociones, imaginación, predisposiciones y fisiología.
2. El cerebro es social
En los primeros años de vida, el cerebro está en su estado más flexible y receptivo. Éste se configura a
medida que interactuamos con el entorno y las personas. Esto quiere decir que el aprendizaje que ocurre
en el cerebro está profundamente influido por la naturaleza de las relaciones sociales.
3. La búsqueda de significado es innata
Buscar significado es encontrar sentido a nuestras experiencias. Esta búsqueda se orienta en la
supervivencia y es algo básico para el cerebro. Además está dirigida por nuestras metas y valores, y se
ordena desde la necesidad de alimentarnos y encontrar seguridad, hasta la exploración de nuestro
potencial.
4. La búsqueda de significado ocurre a través de “pautas”
Las pautas son mapas esquemáticos y también categorías innatas y adquiridas. El cerebro necesita y
registra automáticamente lo familiar, y al mismo tiempo, busca y responde a nuevos estímulos. Éste
intenta discernir y entender pautas a medida que ocurren y le da forma a nuevas pautas que son únicas y
propias. Además, se resiste a que le impongan cosas sin significado, es decir, cosas aisladas que no
importan para quien está aprendiendo. Esto quiere decir que, en una educación efectiva, se debe dar la
oportunidad a los alumnos de que sus cerebros formulen sus propias pautas de entendimiento.
5. Las emociones son críticas para la elaboración de pautas
Lo que aprendemos es influido y organizado por las emociones y otros elementos mentales que implican
expectativas, prejuicios, autoestima e interacción social. Estas emociones se moldean unos a otros y no
se separan y por esto, un clima emocional apropiado, es fundamental para el aprendizaje.
6. El cerebro percibe simultáneamente
En una persona sana, los dos hemisferios cerebral interactúan en cada actividad. Garrido explica que es
importante reconocer esto para introducir proyectos o ideas que sean “globales” desde el comienzo. Es
decir que permitan que ambos hemisferios sigan interactuando.
7. El aprendizaje implica dos tipos de atención
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Las dos atenciones son: la localizada y la periférica. Esto quiere decir que el cerebro absorbe información
de lo que es consciente y de lo que está más allá de su foco de atención inmediato. Es, por lo tanto,
fundamental que se preste atención a todos los factores de un entorno educativo.
8. El aprendizaje implica procesos conscientes e inconscientes
Gran parte del aprendizaje ocurre de una manera inconsciente. Esto significa que la comprensión de
muchas cosas puede darse horas, semanas o meses más tarde después de una clase. Es clave entonces,
que los educadores faciliten ese procesamiento inconsciente que llega después, convirtiéndolo en algo
visible.
9. Tenemos al menos, dos formas de organizar la memoria
La primera forma es un conjunto de sistemas que permiten recordar información relativamente no
relacionada –motivada por un premio y un castigo–, y la segunda es una memoria espacial/autobiográfica
que no necesita ensayo y error y permite el recuerdo de experiencias. El aprendizaje significativo ocurre
a través de la combinación de ambos enfoques de memoria.
10. El aprendizaje es un proceso de desarrollo
El cerebro es “plástico”, esto quiere decir que es moldeado por la experiencia de la persona. Hay
secuencias de desarrollo predeterminadas en un niño, incluida la ventana de oportunidades que asientan
la estructura básica necesaria para el aprendizaje posterior. Al ser un proceso, el ser humano siempre es
capaz de aprender más pues las neuronas continúan haciendo y reforzando conexiones neuronales a lo
largo de toda la vida.
11. El aprendizaje complejo se incrementa por el desafío y se inhibe por la amenaza
El cerebro aprende de manera óptima cuando es desafiado en un entorno que estimula el asumir riesgos.
Sin embargo, ante una amenaza, se limita, se hace menos flexible. Por eso se debe crear un ambiente
relajado con bajas amenazas y altos desafíos.
12. Cada cerebro está organizado de manera única
Todos tenemos el mismo sistema cerebral, sin embargo todos tenemos diferencias que son consecuencia
de una herencia genética o muchas veces del entorno. Esas diferencias se expresan en términos de estilos
de aprendizaje, talentos e inteligencias.
Estos 12 puntos evidencian que la mente humana no sólo es un músculo, sino un órgano que registra y
aprovecha todo lo que experimenta y descubre. Teniendo en cuenta esto, padres y educadores pueden
aprovechar dicha información para impulsar experiencias de aprendizaje significativo que tienen un gran
impacto a nivel cerebral con el fin de potenciar el aprendizaje de todos y cada uno de ellos.
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Cómo aprende el cerebro: Factores que
favorecen el aprendizaje
Entender cómo aprende el cerebro nos ayuda a
vislumbrar nuevas estrategias de aprendizaje. El
método de enseñanza tradicional ha quedado
obsoleto y es hora de buscar alternativas en la
neuroeducación. En este artículo te contamos
cómo aprende el cerebro, te damos algunos
consejos que te ayudarán a favorecer el
aprendizaje.
¿Cómo aprende el cerebro? Repetir una y otra
vez diferentes datos, hasta que logramos memorizar una determinada información, no es la mejor forma
de aprender. Diferentes estudios científicos han demostrado que factores cómo la sorpresa, la
motivación, la emoción, el deporte, la novedad, o el trabajo en equipo, son ingredientes indispensables
para favorecer y fomentar el aprendizaje y conocimiento.
La estrategia de educación que seguimos actualmente no es la adecuada. Para ayudar a educar y a
aprender mejor, debemos comenzar a aplicar en las escuelas los descubrimientos sobre cómo aprende
nuestro cerebro. Procesar secuencias monótonas de información no nos enseña a enfrentarnos al mundo.
No aprendemos al memorizar, sino al experimentar, al involucrarnos y al practicar con nuestras manos.
Para aprender es necesario introducir una novedad que logre sacar del letargo a nuestro cerebro. De esa
manera, favorecemos no sólo la atención sino también la memoria. La información nueva y llamativa se
almacena en nuestro cerebro de manera más profunda. Según un estudio del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT) la actividad cerebral registrada durante una clase, es similar a la hallada viendo la
televisión, es decir, prácticamente nula. Con interminables charlas en las que se bombardea a los alumnos
con información estamos consiguiendo el efecto contrario al buscado.
Según el neuropsicólogo J.R. Gamo el cerebro necesita emocionarse para aprender. Cuando el cerebro
adquiere información novedosa lo procesa el hemisferio derecho del cerebro (relacionado con la
intuición, las imágenes y el pensamiento creativo).
Por tanto, el lenguaje, y la charla que un profesor puede dar a sus alumnos en clase, no juegan un papel
importante en el aprendizaje. Justo al contrario, fomenta que los alumnos desconecten y se distraigan
con mayor facilidad.
Para comprender cómo aprende el cerebro, es importante conocer cómo siente, cómo procesa y
almacena información.
Factores que favorecen el aprendizaje. Aprender a aprender
1.- En el aprendizaje una imagen vale más que mil palabras
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En situaciones muy conocidas o rutinarias el cerebro se vuelve vago. La clave es aprovechar la búsqueda
de novedad del cerebro humano. Para aprender el cerebro necesita estímulos nuevos.
¿Cómo aprende el cerebro? Una buena idea a la hora de enseñar consiste en pasar de lo lingüístico a lo
visual. Sustituir el discurso teórico oral por una charla apoyada por imágenes, mapas conceptuales, vídeos
y demás material audiovisual estimula al alumno, y favorece su participación en el aprendizaje.
Ante estímulos novedosos se activa toda la corteza cerebral. Se trata de una característica fisiológica que
sirve para afrontar cualquier tipo de estímulo independientemente de su naturaleza. Esta peculiaridad
juega a nuestro favor en el aprendizaje. Y es tan simple como introducir cambios durante nuestro discurso
como gestos, expresiones faciales, contacto ocular o cambios en la entonación. Pero no hay nada que
active más el cerebro que una imagen nueva o un vídeo entretenido. Si logramos que se active toda la
corteza estaremos favoreciendo un pensamiento más integrado que poco tiene que ver con la
memorización forzosa y está muy relacionado con un aprendizaje eficaz y duradero.
2.- Emocionarse es vital para el aprendizaje
Seguramente todos recordemos a ese profesor o profesora que nos marcó para bien o para mal. Si
atendemos a cómo aprende el cerebro según la neurociencia esto tiene una explicación muy sencilla.
La emoción y la cognición están estrechamente relacionadas y el diseño anatómico cerebral es coherente
con esta relación. La información que captamos viaja primeramente por sistemas como el límbico, la parte
primitiva o emocional del cerebro. Después, es enviada a la corteza; la parte más analítica y más nueva
filogenéticamente.
La parte más emocional está conectada con estructuras relacionadas con la supervivencia como la
amígdala. Por este motivo, la amígdala está destinada a consolidar un recuerdo de una manera más eficaz.
Es importante conseguir llegar a esta parte emocional para que la información permanezca y el
aprendizaje sea eficaz. Cómo aprende el cerebro: Por ejemplo, contar historias es una manera magnífica
de activar estructuras subcorticales y aprender mejor.
A este respecto el neurólogo mexicano Jaime Romano ha diseñado un modelo conocido como
neuropirámide. El modelo, cuenta con seis peldaños en los que se plantea qué sucede con la información
sensorial hasta que se convierte en aprendizaje. Descubrió que el procesamiento de la información está
muy ligado a procesos emocionales.
Según Romano: “Queremos mejorar la capacidad emocional y mental de los estudiantes, los procesos de
cálculo, de comprensión, y eso repercutirá en que aprenderán mejor las matemáticas, a leer y a entender
los textos, a fijar su atención”.
3.- Trabajar con compañeros es estimulante
El cerebro se estimula cuando interactuamos con los demás y la motivación aumenta. Si tenemos alumnos
motivados, tenemos alumnos atentos; y si tenemos alumnos atentos, es más probable que ese
aprendizaje sea significativo y lo recuerden de por vida.
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Cómo aprende el cerebro: El aprendizaje cooperativo resulta de gran utilidad en el desarrollo de
habilidades sociales, sentimientos de autoeficacia, favorecimiento de la empatía y la habilidad de escucha
entre otras. Este tipo de tarea tiene muchos beneficios siempre y cuando se plantee desde la perspectiva
cooperativa y no competitiva ni individualista. Para ello, es necesario que cada uno alcanza sus objetivos
solo si los otros alcanzan los suyos. Investigaciones al respecto han concluido que las situaciones
cooperativas son superiores tato a las competitivas como a las individualistas.
4.- Las TICs (nuevas tecnologías), un aliado en el aprendizaje
Las tecnologías de la información y la comunicación favorecen la atención sostenida y estimulan las partes
más creativas de nuestro cerebro.
Marc Prensky, experto en educación, afirma que el sistema educativo actual es anacrónico y debería ser
reemplazado por otro acorde a la realidad actual. No es sensato contar con tecnología del siglo XXI y seguir
enseñando como desde hace 200 años.
Cómo aprende el cerebro: Para conectar con las emociones y utilizar un material que resulte significativo
para los alumnos es imprescindible hacer uso de las TICs. Tenemos que ser conscientes de que estamos
tratando con nativos digitales y por ende el formato digital es más atractivo.
Lo interactivo que tienen las tecnologías de la información favorece que la atención no decaiga. El material
audiovisual que manejan también favorece el almacenamiento de la información.
Todo son ventajas si sabemos hacer un buen uso de las TICs para estimular y complementar el aprendizaje
en el aula.
4.- Jugar o practicar deporte también es aprender
La actividad física favorece que los músculos segreguen una proteína que al llegar al cerebro favorece la
plasticidad neuronal. Esta plasticidad se traduce en un aumento del número de conexiones neuronales y
sinapsis.
Supone un error desapuntar a los alumnos de actividades deportivas, porque éstas favorecen el
aprendizaje y la memorización. Según el profesor de la Universidad de Barcelona David Bueno, tan
necesario es aprender a enseñar en las aulas como otorgarle peso al desarrollo y ocio personal.
5.- El cerebro aprende a través del contacto con la naturaleza
Es un error mantener al alumno sentado, estático, escuchando información de forma pasiva. El alumno
ha de ser agente activo de su aprendizaje. Pero al igual que queremos que los alumnos estén activos
intelectualmente también es importante que lo estén físicamente. Por ello, en la medida de lo posible, es
muy ventajoso salir del aula para aprender. Si bien con salir del aula conseguimos empezar a movilizar
nuevas estructuras cerebrales muy positivas para el aprendizaje; lo ideal sería poder llevarlo a cabo en la
naturaleza.
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Si nos fijamos en cómo aprende el cerebro, la naturaleza es un entorno perfecto de aprendizaje,
especialmente en edades tempranas.
En el mundo de la naturaleza podemos encontrar infinidad de estímulos con distintas formas, colores,
movimiento, profundidad. Esta diversidad de características sumado a lo beneficioso de hacer vida al aire
libre favorecen el aprendizaje eficiente. De esta manera, lograríamos los mejores resultados en la
enseñanza al menor coste posible.
6.- Un buen descanso es fundamental en el aprendizaje
En ocasiones pasamos por alto la importancia de una buena alimentación para el cerebro (el cerebro
necesita vitaminas), o un buen descanso en el aprendizaje. El descanso está íntimamente relacionado con
procesos implicados en el aprendizaje tan importantes como la memoria, la atención y la motivación.
Los horarios académicos son por lo general matinales y generalmente no están sincronizados con los
ritmos biológicos de los alumnos. Esto se debe en parte a que las rutinas (televisión, cena, videojuegos,
irse a dormir tarde) no favorecen el descanso. Ver la televisión antes de dormir implica una alta
estimulación del sistema nervioso que dificulta el sueño. Ocurre de manera similar con los videojuegos,
el ordenador, el móvil y demás gadjets tecnológicos. La cena muy cercana a la hora de dormir impide
hacer una adecuada digestión que dificulta el descanso. E irse a dormir tarde implica dormir menos horas
y por lo tanto al madrugar el cuerpo se resiente.
De esta manera, nos encontramos con alumnos que como zombies acuden sin ganas al colegio. Podemos
evitar que acudir a clase sea tan aversivo si instauramos una rutina al irse a dormir. Hay que evitar una
excesiva estimulación, dormir poco o comer antes de dormir.
Características básicas del aprendizaje cerebral
El aprendizaje es un proceso esencial que, junto con la memoria, supone el medio principal que los seres
vivos tenemos de adaptarnos a las recurrentes modificaciones de nuestro ambiente.
Empleamos el término aprendizaje para referirnos al hecho de que la experiencia produce cambios en
nuestro sistema nervioso (SN), que pueden ser duraderos e implican una modificación a nivel
comportamental (Morgado, 2005).
Las experiencias en sí mismas cambian el modo en que nuestro organismo percibe, actúa, piensa o
planifica, a través de la modificación del SN, alterando los circuitos que participan en estos procesos
(Carlson, 2010).
De este modo, al mismo tiempo que nuestro organismo interacciona con el medio, las conexiones
sinápticas de nuestro cerebro sufrirán cambios, podrán establecerse nuevas conexiones, fortalecerse
aquellas que sean útiles en nuestro repertorio conductual o desaparecer otras que no sean útiles o
eficientes (BNA, 2003).
Por lo tanto, si el aprendizaje tiene que ver con los cambios que se producen en nuestro sistema nervioso
como consecuencia de nuestras experiencias, cuando estos cambios se consolidan podremos hablar de
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recuerdos. (Carlson, 2010). La memoria es un fenómeno inferido a partir de esos cambios que ocurren en
el SN y da sentido de continuidad a nuestras vidas (Morgado, 2005).
Debido a las múltiples formas de aprendizaje y sistemas de memoria, actualmente se piensa que el
proceso de aprendizaje y la formación de nuevas memorias depende de la plasticidad sináptica, fenómeno
a través del cual las neuronas alteran su capacidad de comunicación entre ellas (BNA, 2003).
Tipos de aprendizaje cerebral
Antes de describir los mecanismos cerebrales implicados
en el proceso de aprendizaje, será necesario caracterizar
las diferentes formas de aprendizaje, dentro de las cuales
podemos diferenciar al menos, dos tipos básicos de
aprendizaje: aprendizaje no asociativo y aprendizaje
asociativo.
-Aprendizaje no asociativo
El aprendizaje de tipo no asociativo, se refiere al cambio de la respuesta funcional que se produce en
respuesta a la presentación de un único estímulo. El aprendizaje no asociativo a su vez puede ser de dos
tipos: habituación o sensibilización (Bear et al., 2008).
Habituación
La presentación repetida de un estímulo produce un descenso de la intensidad de la respuesta a este
(Bear et al., 2008).
Ejemplo: si viviera en una casa con un solo teléfono. Cuando suena, corre a contestar la llamada, sin
embargo, cada vez que lo hace, la llamada es para otra persona. Conforme este hecho se produzca de
forma repetida, dejará de reaccionar al teléfono e incluso podrá dejar de oírlo (Bear et al., 2008).
Sensibilización
La presentación de un estímulo nuevo o intenso produce una respuesta con una magnitud incrementada
a todos los estímulos siguientes.
Ejemplo: suponga que está paseando por una acera de una calle bien iluminada de noche, y que de
repente se produce un apagón. Cualquier estímulo nuevo o extraño que aparezca, como oír pasos o ver
los faros de un coche acercándose, lo alterará. El estímulo sensitivo (apagón) dio lugar a una
sensibilización, que intensifica su respuesta a todos los estímulos siguientes (Bear et al., 2008).
-Aprendizaje asociativo
Este tipo de aprendizaje se basa en el establecimiento de asociaciones entre diferentes estímulos o
sucesos. Dentro del aprendizaje asociativo podemos distinguir dos subtipos: condicionamiento clásico y
condicionamiento instrumental (Bear et al., 2008).
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Condicionamiento clásico
En este tipo de aprendizaje se producirá la asociación entre un estímulo que provoca una respuesta
(respuesta no condicionada o respuesta incondicionada, RNC/RI), estímulo no condicionado o
incondicionado (ENC/EI), y otro estímulo que normalmente no provoca la respuesta, estímulo
condicionado (EC), y que requerirá de un entrenamiento.
La presentación emparejada del EC y del EI, implicará la presentación de la respuesta aprendida (respuesta
condicionada, RC) al estímulo entrenado. Solo se producirá el condicionamiento si los estímulos se
presentan de forma simultánea o si el EC antecede al ENC en un intervalo de tiempo muy corto (Bear et
al., 2008).
Ejemplo: un estímulo ENC/EC, en el caso de los perros, puede ser un trozo de carne. Ante la visualización
de la carne los perros emitirán una respuesta de salivación (RNC/RI). Sin embargo, si a un perro le
presentamos como estímulo el sonido de una campana no presentará ninguna respuesta en particular. Si
presentamos ambos estímulos de forma simultánea o primero el sonido de la campana (EC) y luego la
carne, tras un entrenamiento repetido. El sonido será capaz de provocar la respuesta de salivación, sin
estar presenta la carne. Se ha producido una asociación entre la comida y la carne. El sonido (EC) es capaz
de provocar una respuesta condicionada (RC), la salivación.
Condicionamiento instrumental
En este tipo de aprendizaje, se aprende a asociar una respuesta (acto motor) a un estímulo significativo
(una recompensa). Para que el condicionamiento instrumental se produzca, es necesario que el estímulo
o recompensa se produzca después de la respuesta del individuo.
Además, la motivación también será un factor importante. Por otro lado, también se producirá un
condicionamiento de tipo instrumental si en vez de una recompensa, el individuo obtiene una
desaparición de un estímulo de valencia aversiva (Bear et al., 2008).
Ejemplo: si introducimos a una rata hambrienta en una caja con una palanca que le proporcionará comida,
al explorar la caja la rata pulsará la palanca (acto motor) y observará que aparece comida (recompensa).
Después de que realice esta acción más veces, la rata asociará la presión de la palanca con la obtención
de comida. Por lo tanto, pulsará la palanca hasta que se encuentre saciada (Bear et al., 2008).
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Neuroquímica del aprendizaje cerebral
Potenciación y depresión
Como referenciamos anteriormente, se
piensa que el aprendizaje y la memoria
dependen de procesos de plasticidad
sináptica.
Así, diferentes estudios han demostrado que
los procesos de aprendizaje (entre los que se
encuentran los descritos anteriormente) y
memoria, dan lugar a cambios en la
conectividad sináptica que alteran la fuerza y capacidad de comunicación entre las neuronas.
Estos cambios en la conectividad serian fruto de mecanismos moleculares y celulares que regulan esta
actividad como consecuencia de la excitación e inhibición neuronal que regula la plasticidad estructural.
Así, una de las características principales de las sinapsis excitatorias e inhibitorias es el alto nivel de
variabilidad en su morfología y estabilidad que se produce como consecuencia de su actividad y del paso
del tiempo (Caroni et al., 2012).
Los científicos especializados en este área, se interesan concretamente por los cambios que se dan a largo
plazo en la fuerza sináptica, como consecuencia de los procesos de potenciación a largo plazo (PLP)- y de
depresión a largo plazo (DLP).
Potenciación a largo plazo: se produce un incremento de la fuerza sináptica como consecuencia de la
estimulación o activación repetida de la conexión sináptica. Por lo tanto, aparecerá una respuesta
consistente ante la presencia del estímulo, como en el caso de la sensibilización.
Depresión a largo plazo (DLP): se produce un incremento de la fuerza sináptica como consecuencia de la
ausencia de la activación repetida de la conexión sináptica. Por lo tanto, la magnitud de la respuesta al
estímulo será meno o incluso nula. Podríamos decir que ocurre un proceso de habituación.
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Habituación y sensibilización
Los primeros estudios experimentales interesados en
identificar los cambios neuronales que subyacen al
aprendizaje y la memoria, emplearon formas simples de
aprendizaje como la habituación, la sensibilización o el
condicionamiento clásico.
En este panorama, el científico estadounidense Eric Kandel
centró sus estudios en el reflejo de retracción branquial de
la Aplysia Califórnica, partiendo de la premisa de que las
estructuras neuronales son análogas entre estos y los
sistemas superiores.
Estos estudios proporcionaron una primera evidencia de que
la memoria y el aprendizaje están mediados por la
plasticidad de las conexiones sinápticas entre las neuronas
que participan en el comportamiento, revelando que el
aprendizaje conduce a cambios estructurales profundos que acompañan al almacenamiento de la
memoria (Mayford et al., 2012).
Kandel, al igual que Ramón y Cajal, concluye que las conexiones sinápticas no son inmutables y que los
cambios estructurales y/o anatómicos constituyen la base del almacenamiento de la memoria (Mayford
et al., 2012).
En el contexto de los mecanismos neuroquímicos del aprendizaje, tendrán lugar diferentes eventos tanto
para la habituación como para la sensibilización.
Habituación
Como mencionamos anteriormente, la habituación consiste en el descenso de la intensidad de la
respuesta, consecuencia de la presentación repetida de un estímulo. Cuando un estímulo es percibido por
la neurona sensitiva, se genera un potencial excitatorio que permite una respuesta eficaz.
A medida que el estímulo se repite, el potencial excitatorio disminuye progresivamente, hasta que
finalmente no logra sobrepasar el umbral de descarga mínimo necesario para generar un potencial de
acción postsináptica, el cual hace posible la contracción del músculo.
La razón por la cual este potencial excitatorio disminuye se debe a que, al repetirse continuamente el
estímulo, se produce una salida cada vez mayor de iones de potasio (K+), lo cual a su vez provoca el cierre
de los canales de calcio (Ca2+), lo cual impide la entrada de iones de calcio. Por lo tanto, este proceso se
produce por un descenso en la liberación de glutamato (Mayford et al, 2012).
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Sensibilización
La sensibilización es una forma de aprendizaje más compleja que la habituación, en el que un estímulo
intenso produce una respuesta exagerada a todos los estímulos siguientes, incluso a los que
anteriormente provocaban poca o ninguna respuesta.
A pesar de ser una forma básica de aprendizaje, presenta distintas etapas, a corto y largo plazo. Mientras
que la sensibilización a corto plazo implicaría cambios sinápticos rápidos y dinámicos, la sensibilización a
largo plazo conduciría a cambios duraderos y estables, consecuencia de cambios estructurales profundos.
En este sentido, ante la presencia del estímulo sensibilizador (intenso o nuevo) se producirá una liberación
de glutamato, cuando la cantidad liberada por el terminal presináptico es excesiva, activará los receptores
AMPA postsinápticos.
Este hecho permitirá la entrada de Na2+ en la neurona postsináptica permitiendo su despolarización así
como la liberación de los receptores NMDA, los cuales hasta el momento se encontraban bloqueados por
los iones de Mg2+, ambos eventos permitirán una entrada masiva de Ca2+ en la neurona postsináptica.
Si el estímulo sensibilizador se presenta de forma continuada provocará un aumento persistente de la
entrada de Ca2+, lo cual activará a diferentes quinasas, dando lugar a la puesta en marcha de la expresión
temprana de factores genéticos y a la síntesis de proteínas. Todo ello, dará lugar a modificaciones
estructurales a largo plazo.
Por tanto, la diferencia fundamental entre ambos procesos se encuentra en la síntesis de proteínas. En el
primero de ellos, en la sensibilización a corto plazo, no es necesaria su acción para que se produzca.
Por su parte, en la sensibilización a largo plazo es imprescindible que se produzca una síntesis de proteínas
para que se produzcan cambios duraderos y estables que tienen como objetivo la formación y el
mantenimiento de nuevos aprendizajes.
Consolidación del aprendizaje en el cerebro
El aprendizaje y la memoria son fruto de cambios
estructurales que se producen como consecuencia de la
plasticidad sináptica. Para que estos cambios estructurales
se produzcan, es necesario que tenga lugar un
mantenimiento del proceso de potenciación a largo plazo, o
de consolidación de la fuerza sináptica.
Al igual que en la inducción de la sensibilización a largo
plazo, es necesario tanto la síntesis de proteínas como la
expresión de factores genéticos que darán lugar a cambios
estructurales. Para que se produzca estos eventos debe
tener lugar una serie de factores moleculares:
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El aumento persistente de la entrada de Ca2+ en el terminal activará a diferentes quinasas, dando lugar a
la puesta en marcha de la expresión temprana de factores genéticos y a la síntesis de proteínas que darán
lugar a la inducción de nuevos receptores AMPA que se insertarán en la membrana y mantendrán la PLP.
Estos eventos moleculares tendrán como resultado la alteración del tamaño y la forma dendrítica,
pudiéndose dar aumentos o descensos en el número de espinas dendríticas de ciertas zonas.
Además de estos cambios localizados, las investigaciones actuales han demostrado que también se
producen cambios a nivel global, ya que el cerebro actúa como un sistema unificado.
Por lo tanto, son estos cambios estructurales la base de aprendizaje, además, cuando estos cambios
tienden a perdurar en el tiempo, estaremos hablando de memoria.
¿Qué es la Plasticidad Cerebral?
La plasticidad cerebral, neuroplasticidad o
plasticidad neuronal es el potencial que posee
el sistema nervioso de adaptarse y reestructurar
sus conexiones nerviosas en repuesta a la
experiencia sensorial, la entrada de nueva
información, el proceso de desarrollo e incluso
el daño o la disfunción.
Describe el cambio duradero en el cerebro
durante el curso de la vida de un individuo. El
término ganó popularidad en la segunda mitad del siglo 20, cuando la investigación demostró que muchos
aspectos del cerebro pueden ser alterados (son «plásticos») incluso en la edad adulta.
Esta noción contrasta con el anterior consenso científico de que el cerebro se desarrolla durante un
período crítico en la infancia y luego permanece relativamente sin cambios.
La neuroplasticidad puede definirse como una propiedad intrínseca del sistema nervioso (SN). La
mantenemos desde niños a lo largo de toda la vida y nos ofrece la capacidad de modificación y adaptación,
tanto de las funciones como de la estructura de nuestro sistema nervioso (Pascual-Leone et al., 2011).
La evidencia científica ha demostrado de forma convincente que nuestro cerebro no permanece
inmutable, las experiencias y el aprendizaje nos permiten adaptarnos de forma rápida y eficiente a las
cambiantes demandas ambientales.
Como consecuencia de cada experiencia sensorial, actividad motora, asociación, recompensa, plan de
acción, nuestro cerebro cambia de forma constante (Pascual-Leone et al., 2011).
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Características y definición de la plasticidad cerebral
Normalmente, la plasticidad cerebral suele
relacionarse con el aprendizaje que tiene lugar en
la etapa infantil (Garcés-Vieira y Suárez-
Escudero, 2014). Tradicionalmente se pensaba
que una vez alcanzada la adultez no existían
posibilidades de adaptación y modificación de
nuestra estructura neuronal.
La evidencia actual demuestra que nuestra
estructura cerebral es capaz de adaptarse a
diversas circunstancias, tanto en la infancia, adolescencia y adultez, e incluso ante situaciones de
importantes lesiones cerebrales (Garcés-Vieira y Suárez-Escudero, 2014).
Ramón y Cajal fue el primero en proponer el concepto de plasticidad como base física del aprendizaje y la
memoria (Morgado, 2005). Basándose en la observación de preparaciones histológicas propuso que el
aprendizaje producía cambios estructurales, siendo estos cambios estrictamente necesarios para la
formación de nuevas memorias (Mayford et al., 2012).
Por otro lado, fue Donald Hebb mostró el concepto plasticidad asociativa como el mecanismo que permite
modificar las conexiones estructurales de nuestro cerebro (Morgado, 2005). Kandel, a través de sus
estudios con la Aplysia, llegó a conclusiones similares, ya que observó que cuando se producían nuevos
aprendizajes en este invertebrado también se producían cambios estructurales como la formación,
estabilización y eliminación de espinas.
Además, William James ofreció la siguiente definición del concepto de plasticidad: “posesión de una
estructura lo suficientemente débil para ceder el paso a una influencia, pero lo suficientemente fuerte
como para no ceder toda a la vez”.
La plasticidad es esencial para el establecimiento y mantenimiento de la circuitería cerebral. Puede ser un
mecanismo beneficioso para el individuo, pues nos permite la adquisición de nuevas habilidades o
adaptarnos tras una lesión, pero también se puede convertir en un mecanismo patológico dando lugar a
una amplia variedad de síntomas.
Así, el funcionamiento normal de los mecanismos plásticos puede agravar las manifestaciones de una
mutación genética o un evento ambiental perjudicial y el desarrollo deficiente de los mecanismos
plásticos también puede inducir manifestaciones anormales (Pascual-Leone et al., 2011).
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Un déficit en la plasticidad implicará que el
cerebro sea incapaz de ajustarse a las demandas
ambientales. Por otro lado, si el cerebro es
demasiado plástico, las conexiones estructurales
pueden ser inestables y los sistemas funcionales
necesarios para la cognición y el comportamiento
pueden verse comprometidos (Pascual-Leone et
al., 2011).
A pesar de la ocurrencia de procesos anormales
en los mecanismos plásticos, el cerebro se trata
de una estructura muy interconectada. Por lo
tanto, la plasticidad media en los múltiples
niveles de nuestro sistema nervioso, desde los microcircuitos a las grandes redes. Los cambios más
focalizados y locales pueden ser compensados a nivel de circuitos, impidiendo un deterioro significativo
de la conducta (Pascual-Leone et al., 2011).
Estudios recientes han demostrado que los procesos de aprendizaje y memoria dan lugar a cambios en la
conectividad sináptica a través de procesos de ganancia, estabilización o pérdida, lo que conduce a pensar
la importancia de estos procesos plásticos (Caroni et al., 2012).
Los primeros estudios realizados con el microscopio revelaron que la plasticidad sináptica podría dar lugar
a alteraciones en el tamaño y la forma dendrítica (Mayford et al., 2012). En el caso del aprendizaje de
habilidades motoras puede observarse un crecimiento de las espinas dendríticas de determinadas
poblaciones neuronales (Caroni et al., 2012), consecuencia de determinados mecanismos celulares y
moleculares. (Mayford et al., 2012).
Si bien es cierto que los cambios se dan a nivel local, pudiéndose dar aumentos o descensos en el número
de espinas dendríticas de ciertas zonas, dichos cambios afectan a nivel global ya que el cerebro es un
sistema que actúa de manera global dándose aumentos y descensos en partes locales.
Cambios plásticos a lo largo de la vida (desarrollo)
Como hemos mencionado anteriormente, el proceso de plasticidad cerebral tiene un papel importante a
lo largo de toda vida, sin embargo, existen períodos en los que resulta más esencial.
En el caso de la infancia, el cerebro se encuentra en una situación altamente modificable debido a la
entrada masiva de experiencias y nuevos conocimientos. La plasticidad cerebral en el caso de los niños es
máxima, lo que permite la incorporación de nuevos aprendizajes y memorias a su repertorio cognitivo-
conductual.
Estos mecanismos plásticos, conforme el individuo crece, muestran una tendencia a la baja, es decir existe
una asociación entre la edad y la reducción de la magnitud de este proceso (Pascual-Leone et al., 2011).
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A pesar de esta tendencia generalizada, cada persona
muestra una trayectoria diferente. En función de los
factores genéticos intrínsecos y las influencias ambientales
específicas a las que estemos expuestos, cada individuo
presentará una pendiente única de funcionamiento de la
plasticidad cerebral (Pascual-Leone et al., 2011).
Neurogénesis
Entre los factores importantes a tener en cuenta que
probablemente contribuyen a las diferencias, se
encuentren mecanismos genéticos y epigenéticos (por ejemplo, polimorfismos, expresión genética),
factores hormonales (por ejemplo, género, ciclo menstrual), la morbilidad (por ejemplo, diabetes, cáncer
o infecciones) y experiencias de vida (por ejemplo, lesión cerebral traumática, la exposición a toxinas,
estrés, falta de sueño, el abuso de sustancias, la reserva cognitiva, la mala alimentación, sedentarismo,
etc.) (Pascual-Leone et al., 2011).
Diferentes estudios que emplean las imágenes por resonancia magnética funcional y estructural, la
tomografía por emisión de positrones y otras técnicas de neuroimagen han proporcionado evidencias a
la afirmación de que la plasticidad sufre cambios a lo largo de toda la vida.
Por ejemplo, los estud