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2 3ÉRASE UNA VEZ

PRESENTACIÓNManuel Alejandro Hernández MaimoneDirector del Archivo General Municipal de Puebla

ÉRASE UNA VEZCuando los ángeles enfermaron de tifo. El Matlazahuatl de 1737 en la Puebla de los ÁngelesMiguel Ángel Cuenya Mateos.

Botánica y Farmacia en Puebla en 1833. Frente a la epidemia del cholera morbus.Ana María Dolores Huerta Jaramillo

El papel de Gregoria Estefanía en la limpia de la ciudad de los ÁngelesGabina Pérez Camacho.

Investigación en tiempos de pandemiaAntonio Pedro Molero Sañudo

DISFRUTE VISUALRocío del Carmen Gómez Hernández Carlos Cruz EstradaMaría Aurelia Hernández Yahuitl

BREVES DE ARCHIVÍSTICA Memoria de la MemoriaGustavo Villanueva Bazan

TIEMPO DE LIBROSMaría Aurelia Hernández YahuitlSilva Meza León

GALERÍA DE PERSONAJESAntonio de la Cal y Bracho. 1766-1833D. Ubaldo Hernández Flores

Diseño Juan Carlos Figueroa Cortéz

Elizabeth Horta Pérez

Jefe de Departamento de Imagen y Diseño

Juan Carlos Figueroa Cortéz

María AureliaHernández Yahuitl

Felícitas Ocampo López

Jornada de vacunaciónAGMP, Material fotográfico,

AMM-97. 1966-1969

IMAGEN EN PORTADA

DEPARTAMENTODE IMAGEN

COORDINACIÓN

Índice5

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32

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4 5ÉRASE UNA VEZ

E l Archivo General Municipal de Puebla continúa con la difusión de su patrimonio documental a través de El Pregonero de la Ciudad, que ante el contexto que nos aqueja por la epidemia del Covid 19, el presente número se enfoca al análisis de las repercusiones de

pandemias en la ciudad de Puebla, en diferentes etapas de su historia. Para ello, en la sección Érase una vez, un grupo de especialistas reflexionan

sobre este tema. En primer término, el doctor Miguel Ángel Cuenya Mateos, se centra en el análisis de la epidemia de Matlazahuatl, nombre colonial con el que se conocía al tifo o “tabardillo” exantemático, enfermedad infecciosa que se extendió por toda la Nueva España entre finales de 1736 y 1738; de acuerdo con el autor, esta fue la epidemia más mortífera que sufrió la Angelópolis en todo el siglo XVIII, afectando por igual a indios, negros, mestizos y españoles.

En el segundo artículo, la doctora Ana María Huerta Jaramillo, nos habla de la aparición del cholera morbus en el año de 1833, y expone las diversas medidas tomadas por la Junta de Sanidad del Ayuntamiento poblano para enfrentar este terrible enfermedad, una de ellas fue el empleo de los conoci-mientos botánicos de la medicina tradicional mexicana. Continuamos con la colaboración de la maestra Gabina Pérez Camacho, quién nos da a conocer las disposiciones tomadas por el Ayuntamiento en tiempos pasados, para tener limpia a la ciudad de la basura e inmundicias que se encontraban en la plaza pública y calles aledañas, y de esta forma prevenir enfermedades; una de estas medidas fue concesionar la limpia de la ciudad, tarea que recayó en Gregoria Estefanía, una mujer “morena libre”, que logró tener esta concesión durante las primeras décadas del siglo XVII.

Por último, el doctor Antonio Pedro Molero Sañudo, realiza un extraordi-nario análisis de los Tiempos de Pandemia que nos ha tocado vivir, de la nueva realidad a la que la humanidad se ha enfrentado, donde los medios digitales juegan un papel fundamental, y nos acerca a conocer las diferentes epidemias sufridas por en la Nueva España, a través de diversas cápsulas disponibles en el hashtag #QuédateEnCasa a través de los siglos.

Complementan el número las secciones fijas en donde Disfrute Visual, con fotografías y documentos nos ilustra sobre las diversas acciones que ha realizado el Ayuntamiento para mitigar diferentes epidemias. Para Galería de personajes, Ubaldo Hernández Flores presenta la obra de Antonio de la Cal y Bracho, ilustre botánico y farmacéutico, que realizó aportes sobre el área de la salud en la ciudad de Puebla. Por su parte, Tiempo de Libros, nos sumerge al conocimiento de bibliografía sobre este importante tema. En esta ocasión, Breves de Archivística se engalana con la aportación del maestro Gustavo Vi-llanueva Bazán, especialista en la materia, quien aborda la importancia de la construcción de una identidad profesional, basada en las prácticas archivísti-cas pasadas para la construcción de una historia de la archivística en México.

Una vez más, expresamos nuestro deseo que El Pregonero de la Ciudad, contribuya al conocimiento de este tema que hoy en día nos afecta a nivel mundial, y sea un incentivo para seguirnos cuidando, así como cuidar del medio ambiente.

Manuel Alejandro Hernández MaimoneDirector del Archivo General Municipal de Puebla

Presentación

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6 7ÉRASE UNA VEZ

Desde la antigüedad, cuando el hombre comenzó a vivir en socie-dad, un gran número enfermedades afectaron su devenir. Virus, bacterias y diversos microorganismos minaron su salud, situación que se agravó a partir del 8000 a.C., cuando con el desarrollo

de la agricultura se volvió sedentario y se congregó en ciudades, al generarse condiciones idóneas para la proliferación de nuevas enfermedades, muchas de las cuales eran zoonosis humanizadas. A lo largo de los siglos enfermeda-des como la viruela, la peste, la tuberculosis, el sarampión, el tifus exante-mático, la influenza, la difteria, entre otras, golpearon en repetidas ocasiones hasta el día de hoy a la humanidad.

Un padecimiento responsable de ocasionar graves epidemias fue el tifo exantemático. Se trata de una enfermedad infecciosa de carácter agudo, no contagiosa, ocasionada por la rickettsia prowazekii2 y transmitida por el piojo humano. Presenta un cuadro de incubación que se prolonga por espacio de 10 a 14 días, y se manifiesta con cefalea, anorexia, estado febril, tos seca y dolores de piernas. A partir del cuarto día aparece el exantema, que es una erupción cutánea que se esparce por casi todo el cuerpo. En algunos casos graves el tifus se manifiesta con somnolencia, estupor y delirio, teniendo se-rias posibilidades de fallecer si no es atendido a tiempo3.

El tifus ha sido desde la antigüedad una de las mayores plagas de la hu-manidad. Ha sido el compañero inseparable de las guerras, las hambrunas y los desastres naturales. Tanto en Europa como en América hay referencia a la existencia de la enfermedad, por lo que las rickettsias cruzaron el Atlántico en ambos sentidos en repetidas oportunidades. A lo largo del periodo colo-nial el tifus se presentó en forma epidémica tres o cuatro veces por siglo4.

2 La rickettsia es un cocobacilo intracelular que se localiza en la zona intestinal de los piojos alimentados con sangre procedente de enfermos. El piojo de los vestidos (pedículis vestimenti) como agente transmisor requiere de ciertas condiciones para sobrevivencia, al igual que el piojo de la rata (xenopsylla cheopis) agente trasmisor del tifus murino ocasionado por la riquettsia mooseri. Tanto el tifus exantematicus como el murino presentan una gran similitud en sus manifestaciones clínicas, por lo que muchas veces podían ser confundi-dos. Sobre el particular puede verse el trabajo de Zinsser, Rats, lice and history. A Biography of a Bacilus, The Atlantic Montlhy Press, USA, 1963, así como el texto de Richard Hass, Infecciones humanas por virus y rickettsias, Barcelona, Ed. Científico Médica, 1968.3 Richard Hass, Infecciones humanas por virus y rickettsias, Barcelona, Ed. Científico Médica, 1968.4 Sobre el particular véase el trabajo de Miguel Ángel Cuenya Mateos, Puebla de los Ángeles en tiempos de una peste colonial, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999.

Miguel Ángel Cuenya Mateos1

1 Profesor Investigador del Instituto de CienciasSociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”de laBUAP

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8 9ÉRASE UNA VEZ

Su presencia fue permanente y ocasionó un estado de temor generalizado que mantuvo a la población preocupada de que en cualquier momento podía presentarse el flagelo.

La pulga del vestido y la rata, huésped por su parte de la rickettsia mooresi, pululaban por doquier en una sociedad en la que las condi-ciones de higiene facilitaban su proliferación. La falta de higiene personal y la convivencia con diversos animales facilitaban el contagio y hacían de esta enfermedad una dolencia en-démica de las principales ciudades novohispa-nas. Su presencia no pasaba desapercibida, manteniendo a las autoridades municipales y sanitarias de los centros urbanos en la bús-queda de diversos remedios para combatir el mortal “tabardillo”, y nuestra ciudad no era ajena a estas preocupaciones.

Durante el periodo colonial la referencia documental sobre el tifo o “tabardillo” era su-mamente frecuente, enfermedad recurrente que era la responsable de enviar al sepulcro a hombres y mujeres, indios y negros, mestizos y españoles. Esta situación continuó durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, aunque su incidencia disminuyó considerable-mente, no obstante, las autoridades municipa-les siempre lo tuvieron presente; la posibilidad

de que se presentara una epidemia de tifus era una realidad. Las condiciones de vida en la ciudad de Puebla durante el período

colonial eran, en términos generales, deplorables. La miseria cubría con su manto a las masas urbanas que deambulaban por la ciudad en busca del sus-tento diario; pobres, sucios, mal comidos, cubiertos de piojos y pulgas dor-mían donde los encontraba la noche, refugiados en míseros cuartos rodeados de roedores y una fauna nociva para la salud. Muchos de ellos sufrían de diversas enfermedades, las que se agravaban en épocas de lluvias y en las frías noches invernales. La tuberculosis y el tifus encontraban en estos grupos las condiciones idóneas para iniciar un festín. La presencia del temible “ta-bardillo” durante todo el periodo colonial fue casi constante, generando en diversas oportunidades mortíferas epidemias, siendo el caso de la epidemia de Matlazahuatl, nombre colonial como se conocía al tifo exantemático se extendió por toda la Nueva España entre finales de 1736 y 1738.

La mayoría de las crónicas relatan y describen los efectos de terribles co-coliztlis, cuyo significado era enfermedad o pestilencia, que cegaron la vida de millones de indígenas. Uno de los más mortíferos entre las patologías colonia-les, fue el matlazahuatl. El término matlazahuatl, vocablo náhuatl, expresaba los signos externos más visibles de la enfermedad (erupción como red, o en

forma de red). Alrededor del carácter de esta virulenta enfermedad, se ge-neró un largo debate académico, siendo aceptado por la mayoría de los aca-démicos que estudiaron el tema, que se trató de tifo exantemático, conocido también en España como tabardillo o tabardete. Sobre el punto, existe coin-cidencia en que el matlazahuatl ocasionó, en el período colonial, verdaderas catástrofes demográficas, entre las que se encuentran las epidemias de 1545-1548, 1576-1579, 1615-1616, 1641-1643, 1736-1738 y 1772-1773, destacando en el siglo XVIII el de 1736-1738.

El matlazahuatl comenzó a manifestarse en agosto de 1736, en un obraje lanero ubicado en el pueblo de Tacuba, distante apenas una legua (5,572.7 metros) de la capital virreinal comenzó a manifestarse una extraña enferme-dad. Los primeros síntomas se observaron entre los sirvientes de la factoría, quienes comenzaron a ser atacados por “una fiebre que, aunque se creyó fruta del tiempo, juntaba con lo agudo y mortal de la que dispara desde su nociva estación el otoño, lo venenoso y pestilente con que suele teñirlo el es-tío”.5 Durante mucho tiempo fue tema de comen-tario, entre la gente del pueblo, los extraños acon-tecimientos acaecidos a lo largo del año 1736, que fueron tomados como presagios que anunciaban la catástrofe del año siguiente. Temblores de tierra, lluvias copiosas que echaron a perder las cosechas, fuertes vientos huracanados que azotaron el valle de México, así como el paso de un cometa, asus-taron a los habitantes del valle, mientras la Iglesia asoció estos desusuales acontecimientos del año 1736 y la epidemia como resultado de un castigo divino. Mientras los médicos discurrían sobre el carácter del mal, los primeros enfermos fueron trasladados desde Tacuba al Hospital Real de Na-turales de la ciudad de México en busca del auxilio necesario, desde donde comenzó a propagarse con velocidad extraordinaria.

Del valle de México, la pestilencia se ex-pandió por todo el territorio novohispano; de Ta-cuba el matlazahuatl recorrió rápidamente el valle de México. A mediados del mes de septiembre de 1736 había alcanzado Azcapotzalco, y en octubre Coyoacán, Mixcoac y Tacubaya estaban sufriendo sus perniciosos efectos; hacia finales de año, el va-lle se encontraba totalmente infectado. El avance de la terrible enfermedad siguió –fiel a la tradición- los caminos reales. En enero de 1737 Atizapán, San pedro Calimaya, Metepec, Tlayacapa y el valle de Toluca se encontraban bajo sus efectos. Para febrero había alcanzado Cuernavaca, y en marzo, Guana-juato en el norte, el Bajío en la zona central y, Acatzingo, Zacatelco, Tepeaca,

5 Cayetano Cabrera y Quintero, Escudo de Armas de México (1746), México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, p. 32

Autos de limosnas que ha otorgado en Ayuntamiento debido a la epidemia a

los pobres enfermos de la ciudad. 1737AGMP, Expedientes, vol. 198, f. 23 fte.

Testimonio en el que se establece otorgar 6 mil pesos a la Junta de Caridad, para ayuda de los enfermos de la Epidemia de Viruela. 1797AGMP, Expedientes, vol. 198, f. 97 fte.

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10 11ÉRASE UNA VEZ

Tepeji, Cholula y la ciudad de Puebla al orien-te, luchaban denodadamente contra el ángel de la muerte. En agosto arribó a Jocotepec y al lago de Chapala, desde donde se extendió por toda la región a lo largo del año siguiente, mientras que a Zacatecas y su comarca la pes-te arribó a finales de 1738.

El año de 1737 fue recordado en Puebla du-rante mucho tiempo, con la preocupación de la mortífera enfermedad que afectaba el valle de México. En ocasiones anteriores, las “pes-tilencias” habían golpeado con dureza a Pue-bla y, para completar el panorama, 1736 había sido un año malo; la sequía ocasionó proble-mas en el abastecimiento de granos y generó malestar y hambre el elevarse hacia finales del mes de octubre los precios del maíz. De ahí que existiera la inquietud, especialmente en los barrios indígenas; no obstante, nada podían hacer, todo dependía de la resistencia biológica de la población y de las medidas que adoptaran las autoridades municipales, pero el Ayuntamiento poblano no determinó ningu-na providencia especial destinada a resguar-dar el centro urbano de la epidemia que se extendía por todo el territorio novohispano. Además, la ciudad no atravesaba por sus me-jores momentos. Los problemas que normal-mente debía solucionar el Cabildo se habían agudizado desde años anteriores debido a la crítica situación financiera de la corporación, lo que había llevado desde comienzos de 1736

a limitar al máximo los gastos.El matlazahuatl no se hizo esperar. Desde comienzos del mes de febre-

ro, la población indígena asentada en los barrios del norponiente comenzó a verse afectada. El temible tabardillo arribó a Puebla de los Ángeles por el camino de México a través de las pacas de lana que llegaban a los barrios de los hilanderos (Santa Ana, San Antonio y San Pablo de los Naturales), quienes vivían en deplorables condiciones, desde donde se difundió por todo el cen-tro urbano. En tan solo ocho meses se registró el entierro de 7,167 personas en toda la ciudad, cifra que representó el 93.26% de las defunciones de ese año (7,685). Desde finales de enero el tifo comenzó a cobrar sus primeras víctimas, y a partir de la segunda semana del mes de febrero los entierros aumentaron notoriamente en todo el centro urbano; los libros parroquiales de defunciones vieron aumentar de manera vertiginosa el número de registros durante el mes de abril hasta alcanzar la cima en mayo (1,740 entierros). Pero la crisis no había pasado todavía. Durante todo el mes de junio el número

de víctimas llegó a 1,449. Fue a mediados del mes de julio cuando empezó a perder fuerza: lentamente primero y durante el mes de agosto de manera más acelerada, los entierros disminuyeron.

A finales de octubre el peligro había pasado, aunque hasta febrero del año siguiente se produjeron algunos casos. En un solo año, la Iglesia registró el entierro de 7,685 personas en toda la ciudad; a esta cifra habría que agregar los niños que fallecieron a causa de la pestilencia y todos aquellos casos que por diversos motivos no fueron anotados en los libros parroquiales. Si toma-mos como referencia el padrón en 1746, que registra para la ciudad un total de 50,366 habitantes, el matalzahuatl –tomando solo en consideración a la población registrada en los libros de defunciones- envió al sepulcro al 15.26% de la población de la ciudad, lo que nos indica su gravedad. Fue la epidemia más mortífera que sufrió la Angelópolis en todo el siglo XVIII.

CUADRO IENTIERROS MATLAZAHUATL 1737 EN LA CIUDAD DE PUEBLADISTRIBUCIÓN POR PARROQUIAS

Meses Sagrario San José Analco S. CruzSan

Sebastián Total %

Enero 74 45 19 9 12 159 2.06

Febrero 64 99 57 42 16 278 3.61

Marzo 138 245 209 8 87 766 9.96

Abril 274 190 647 120 178 1,409 18.33

Mayo 282 100 806 104 178 1,470 19.12

Junio 278 217 752 79 123 1,449 18.85

Julio 248 188 474 78 47 1,035 13.46

Agosto 147 64 244 92 19 566 7.36

Septiem-bre 100 23 41 19 11 194 2.52

Octubre 72 24 35 3 11 145 1.88

Noviem-bre 49 25 25 4 15 118 1.53

Diciem-bre 47 12 21 5 11 96 1.25

Totales 1,773 1,232 3,330 642 708 7,685

100,00

% 23.07 16.03 43.33 8.35 9.21

100,00Fuente: Miguel Ángel Cuenya, Puebla de los Ángeles en Tiempos de una Peste Colonial, MéxicoEl Colegio de Michoacán/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999, p. 206.

La pandemia afectó de manera especial a los indígenas. Si bien como grupo

Acuerdo para que se otorguen seis mil pesos para ayuda de los contagiados

por la Epidemia de Viruelas. 1797AGMP, Expedientes, vol. 198, f. 95 fte.

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12 13ÉRASE UNA VEZétnico no era mayoritario en la ciudad, en donde predominaban españoles y mestizos, el 50.20% del total de entierros correspondieron a indígenas, por-centaje que se elevaría al 73.14% si contabilizamos los 1,809 entierros en los que no se anotó grupo étnico por ser difuntos desconocidos que se encon-traron tirados en la calle o atrios de las iglesias, pero que en su gran mayoría pueden haber sido indígenas. Españoles, mestizos y castas, también sufrieron con el accionar de las rickettsias, sumaron – en conjunto- 2,012 defunciones, que representó el 26.18% del total. Este comportamiento étnico diferencial frente a la epidemia es mucho más visible a nivel parroquial, como puede verse en el cuadro II.

Frente a la crisis, el Cabildo se encontró desorientado al no haber elabo-rado una política preventiva o un plan de emergencia. En la medida de sus escasas posibilidades otorgó algunos subsidios destinados a sufragar gastos de medicinas, alimentos y ropa para los pobres enfermos de la cárcel y de los hospitales, pero el inexorable avance del matlazahuatl superó con rapidez asombrosa la disponibilidad de dinero existente en las arcas municipales. Ante la gravedad de la situación, el Cabildo acudió ante el virrey-arzobispo, don Juan Antonio de Vizarrón y Aguiarreta, a fin de solicitarte autorice “tomar del ramo de tres cuartillas la cantidad de 6.000 pesos”. La respuesta del virrey fue rápida y expedita autorizando los fondos solicitados.6

CUADRO IIMATLAZAHUATL 1737 EN LA CIUDAD DE PUEBLAENTIERROS POR GRUPO ÉTNICO

Parroquias Indígenas Españoles Mestizos Castas S/ especif. Totales

Sagrario 487 533 352 401 1.773

San José 781 173 *

278 1,232

Analco 1,468 31 45 19 1,767 3,330

S. Sebastián 558 ** 108 42 708

Santa Cruz 570 26 35 11 642

Totales 3,864**

2,012 1,809 7,685

Nota: (*) mestizos y castas de la parroquia de San José (**) españoles y mestizos de la parroquia de San SebastiánFuente: Miguel Ángel Cuenya: Puebla de los Ángeles en tiempos de una peste colonial, Op. Cit. ,p. 206

Ante el “contagio y peste con que Dios Nuestro Señor a sido servido castigarnos”,7 el fervor popular llenó iglesias, templos y capillas de la ciudad, especialmente en la que se encontraban milagrosas imágenes, como la de San Roque y San Sebastián, protectores contra la peste, al tiempo que se organizaban novenarios, procesiones y rogativas con la intención de pacificar la justicia divina. Jesús Nazareno, cuya imagen se veneraba en el templo pa-

6 Archivo General Municipal de Puebla (AGMP), Actas de Cabildo, vol, 43, f. 324 fte. 1737.7 AGMP, Actas de cabildo, vol. 43, f. 321 vta.

rroquial de San José, fue objeto por parte de ricos y pobres de plegarias multitudinarias al ser trasladado solemnemente en procesión a la Iglesia Catedral, en donde se le instaló un altar especial. Por su parte, el Ayuntamiento participó activamente en el novenario reali-zado al “glorioso Sr. San Sebastián para que aplacara la peste”.8

A diferencia de la viruela, el sarampión y otras enfermedades, el matlazahutal supe-ró barreras étnicas y socioeconómicas, em-pero, la miseria, las condiciones de vida, la convivencia con animales, los hábitos higiéni-cos, el hacinamiento, generaron condiciones diferentes entre el centro de la ciudad y los barrios. Indígenas y castas fueron los grupos que sintieron con mayor intensidad los efec-tos de la mortal enfermedad; el golpe fue tan severo que las consecuencias se sintieron du-rante muchos años, mientras que mestizos y españoles se recuperaron rápidamente. Las condiciones sociales establecían nuevamente la diferencia; los pobres y miserables recibían el castigo divino, y el clamor de los indígenas en los templos se escuchaba en toda la ciu-dad. Muchos deben haber elevado la misma plegaria que una india vieja realizó a la virgen de Guadalupe en la ciudad de México: “O!, no muramos todos Madre nuestra. Y si han de morir, Señora, los indios, que mueran tam-bién los españoles”.9

8 AGMP, Expedientes, vol. 198, f. 75 fte. 1737.9 Cayetano Cabrera Quintero, Escudo de armas de México, Op. Cit, p. 71.

Disposición Municipal que establece la obligación de aplicar la vacuna a los ninos antes de cumplir 6 meses. 28 de noviembre de 1902. AGN, Disposición Municipal, vol.12, f. 40 fte. AGM, Disposiciones Municipales, vol.12. f. 40 fte.

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En el año de 1833 apareció en la República Mexicana el cholera mor-bus procedente de tierras muy lejanas. En el antiguo imaginario religioso las epidemias también se veían como castigo divino a las infracciones o pecados que vistos colectivamente ameritaban de

igual forma una pena común. Así se creía que las enfermedades también eran causadas por la ira o bilis divina, por eso se entendían como la expresión de la cólera divina. Ya para la fecha que se apunta, la salud se consideraba razón de estado, después de la Revolución Francesa la sanidad es un tema público y los gobiernos asumen aún más su responsabilidad frente a ella. La enfermedad como el cholera morbus se entenderá en relación con dos etimologías, del griego chole bilis y del latín morbus enfermedad, y se irá asociando a la falta de higiene urbana y comunitaria, algunos caminos para prevenirla y enfrentarla fue a través de leyes y normatividad acerca de los hospitales, los cementerios, del agua, la basura, los deshechos humanos, los espacios públicos y los espacios privados. Desde la Junta de Sanidad del Ayuntamiento de Puebla se empezaron a tomar una serie de medidas que permitieran enfrentar médicamente el inevitable arribo de la epidemia. En esa Junta se desempeñaban practicantes de actividades sanitarias, quienes a través de sus diferentes propuestas encontraron una gran oportunidad para, desde el poder municipal, institucionalizar sus conocimientos profesionales.

Ana María Dolores Huerta Jaramillo1

1 Profesora Investigadora en el Área de Historia del Instituto de Cien-cias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP.

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16 17ÉRASE UNA VEZ

En Puebla se supo por varios conductos oficiales que la epidemia del cólera se había presentado en el Cantón de Tampico ubicado en el esta-do de Tamaulipas. Los estragos habían sido tan funestos que el número de muertos iba creciendo. Debido a lo anterior la Junta Municipal de Sanidad de Puebla decidió comisionar a un facultativo para que se tras-ladara al lugar del foco infeccioso con la finalidad de hacer observacio-nes para posteriormente comunicarlas a las autoridades respectivas.2

Como en todos los momentos en que aparecen esas epidemias, los se-res humanos, en lo individual y en lo colectivo, nos hemos dado a la tarea de investigar la mayor cantidad de caminos terapéuticos tanto para pre-venir como para tratar esos padecimientos. Uno de esos caminos fue el empleo de los conocimientos botánicos sobre la medicina tradicional mexi-cana que se revaloró como parte de la nueva identidad nacional después de la independencia de México. Para entonces el reino vegetal, uno de los tres que integraban la materia médica en las boticas, ya se clasificaba y organizaba bajo la nomenclatura binómica de Carlos Linneo.

En el mes de abril el Síndico segundo, Andrés Zapata, expresaba su preocupación sobre la celeridad con que se acercaba a Puebla la enfer-medad y siendo responsabilidad del Ayuntamiento librar al público de la epidemia, proponía atender al descubrimiento de una planta nombrada Huaco o Guaco, especie de bejuco, que abundaba en Oaxaca, y que al

parecer servía de preservativo o antídoto contra el referido mal. Así Zapata propuso que el Ayuntamiento le solicitara al organismo análogo de Oaxaca que remitiese a Puebla “gran acopio de esa medicina”. Hacia el mes de junio el ayuntamiento oaxaqueño respondía a la mencionada petición comunicando que muy pronto pondría a disposición de los poblanos la planta así como el método curativo de suministrar el Huaco.3

El referido vegetal, sarmentoso y trepador, también clasificado como mikania laevigata y mikania glomerata, es astringente, el cocimiento de sus hojas es un antídoto para las picaduras de animales venenosos y víboras, auxiliar en las obstrucciones, el reumatismo y desde la época a la que nos referimos para el cólera.

Una explicación de cómo se transmitían las enfermedades y que subs-tituía por entonces era la que consideraba que “eran los aire los más seguros conductos por donde se comunicaban las epidemias”, y por ello era necesario que las autoridades de la ciudad encargadas de la salu-bridad pública, procurasen por diferentes medios que estuviesen a su alcance garantizar que esos aires se purificaran. De acuerdo con algunas notas periodísticas de la época en algunas ciudades de Europa los habi-tantes se habían librado de la epidemia del cholera colocando alrededor de las poblaciones “lumbradas” de maderas resinosas. Por lo anterior el gobierno urbano de Puebla dispuso que a partir de la noche del 19 de agosto de 1833 “de la oración hasta las 9” se colocaran teas de ocote a la entrada de todas las tiendas, panaderías, tocinerías y demás casas de trato, incluidas las tiendas de ropa, así como en las puertas y zaguanes de

2 AGMP, Expediente, vol. 78, f. a. 357 vta.3 AGMP, Documentos de cabildo, vol. 101, f. a. 107, 133. Año de 1833

las casas. Quien no cumpliera con tal orden serían multados con cua-tro reales la primera vez, un peso en la segunda ocasión y dos pesos en la tercera infracción. Los que no pudieran cubrir la multa monetaria-mente sufrirían de ocho días, quince días y un mes de trabajo en obras públicas respectivamente.4

El farmacéutico Antonio de la Cal, burgalés ilustrado que llegó a la Angelópolis en 1795 como Boticario Mayor del Hospital de San Pedro y cuyo encuentro con la tradición médica mexicana le permitió integrar y publicar la primera Materia Médica Mexicana en 1832, participó activamente durante la epidemia. Importante promotor del estudio de la Botánica Cal publicó la referida Materia Médica para proporcio-nar a las personas precisadas de vivir fuera de las ciudades y de las grandes poblaciones donde carecían de médicos, un método claro y sencillo para aplicar con más seguridad las plantas que ellos mismos conocían y que empleaban en sus enfermedades, asignando las dosis que debían usarse en tiempo oportuno. En 1833 Cal en su calidad de integrante de la Junta de Sanidad, promovió que fuera prohibida la introducción y venta de toda clase de frutas a la ciudad de Pue-bla, por considerárseles como agentes de contagio de la enfermedad. Sólo podrían ser introducidas a las Boticas: piñas, naranjas, manzanas agrias y membrillo, y sólo para su empleo en la confección de compuestos terapéuticos. Cal también coincidió con prohibir la venta y consumo de los siguientes alimentos considerados notoriamente indigestos: queso, requesón y preparados de leche, carnes picadas y saladas, chorizones, fiambres, tama-les, cacao frío, pescados salados, guisos de chile, guisos en trastes de cobre, chicharrones y bizcochos mantecosos.5

Para el 24 de agosto la Junta de Sanidad designó cuatro lazaretos en cuatro puntos de la capital: San Javier, el Carmen, San Juan de Dios y San Francisco. En cada uno de esos lugares se destinarían cinco cami-llas que conducirían a los enfermos para ser socorridos al momento y en donde se les observaría continuamente suministrándoles medicamentos.6

En el mes de octubre Cal rendía informes ante la autoridad sanita-ria del Ayuntamiento de Puebla acerca del reconocimiento de “yerbas” que, según su opinión, podían ser empleadas para combatir la epide-mia de cholera. En su reporte se refería al Matlalxihuitl y al Quane-nepile, y reconocía que si bien ambas especies no se encontraban en los catálogos de plantas oficinales, nitampoco las conocían en las ofi-cinas farmacéuticas, no se oponía en reconocer que dichos vegetales gozasen de cualidades para curar a los enfermos.7

El Matlalxihuitl, que se traduce como “hierba azul verde”, o Com-melina erecta, también se conoce más popularmente como Hierba del Pollo. Debido a los elementos que participan en su composición es reco-nocida por su actividad antibacteriana, alivia los cólicos, las inflamaciones

4 Libro de Decretos No. 6, f. a. 905 AGMP, Expediente, vol. 78, f. 3756 AGMP, Expediente, vol. 78, f. 365 7 Archivo Histórico de la Escuela de Medicina de Puebla, Dirección de Sanidad. 1833. “Expediente instruido por esta Sría. sobre reconocimiento de yerbas de Quecholac, a los SS. en Comisión, Cal y López López”, Legajo No. 11, 6 fs.

Acuerdo de la Junta de Sanidad, para nombrar a un facultativo, para que

acudir al Cantón de Tampico del estado de Tamaulipas, ciudad que ha sido

invadida por el Cólera Morbus, a realizar el reporte correspondiente, para que el Ayuntamiento Poblano realice las

prevenciones necesarias. 1833AGM, Expedientes, vol. 78, f. 369 fte.

Lista de plantas medicinales, alimenticias e industriales que se presentarán en la exposición internacional de Paris.19 de

octubre de 1888AGM, Expedientes, vol. 316, f. 113 fte. (32)

Expediente relativo a las atribuciones de la Junta de Sanidad, específicamente del cuidado de la salud pública en tiempos de enfermedad o epidemias. 1707AGM, Expedientes, vol. 79, f. 51 fte.

Lista de facultativos, barberos, boticas y cementerios de los 16 cuarteles de la ciudad. [1813]AGM, Expedientes, vol. 78, f. 195 fte.

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18 ÉRASE UNA VEZ

de vientre, contra las diarreas, y también es febrífuga. Los aztecas la empleaban para el sangrado de las heridas, como astringente y hemostático para quemadu-ras y abrasiones.

El Quanenepile o Cuanenepile, es el Cohuanenepilli, que significa “lengua de víbora”, registrada en el Codice de la Cruz Badiano. Uno de sus nombres botánicos es Passiflora incarnata, y es rico en alcaloides que actúan sobre el sistema nervioso central, además de ser diurético. Desde el siglo XVI Francis-co Hernández, primer Protomédico de Nueva España, describió profusamen-te las dos variedades que se conocen del Coanenepilli, y ya desde entonces afirmaba que se empleaba contra toda clase de tabardetes y ponzoñas, pro-vocaba el sudor, particularmente la raíz quitaba la fuerza a los venenos, miti-gaba el dolor de vientre, despertando el apetito y las ganas de comer. Por sus maravillosas virtudes esta planta se llevaba a España en grandes cantidades.

El farmacéutico Antonio de la Cal falleció a finales de 1833 víctima de la epidemia, ya que personalmente atendía a los enfermos a quienes suministra-ba medicamentos que el mismo confeccionaba. Testimonio de la lucha que desde el reino vegetal se emprendió contra una funesta epidemia. 8

8 BIBLIOGRAFÍA Fulvio Gioanetto, José Trinidad Díaz Vilchis y Rubén Quintero Sánchez. Manual de utilización de las malezas silvestres de Michoacán. México, Grafolópolis, 2010, pp. 57 y 58Francisco Hernández. Cuatro Libros de la Naturaleza y Virtudes Medicinales de las Plantas y Animales de la Nueva España. Morelia, Imp. y Lit. en la Escuela de Artes, 1888, pp. 236 y 237Ana María Huerta Jaramillo. El Jardín de Cal. La Botánica y las Ciencias de la Salud en Puebla. 1766-1833. México, Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Puebla, 1996. (Colección Catalejos 14)

.

Visita guiada en las instalaciones de los Servicios Sanitarios

Coordinados delEstado de Puebla.

AGMP, Material fotográfico, Fotos antiguas-32. 1934

Gabina Pérez Camacho 1

1 Licenciada en historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Maestra Historia por el Instituto de Ciencias sociales y humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla “Alfonso Vélez Pliego”.

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20 21ÉRASE UNA VEZ

Incendios, deforestación, sequias, inundacio-nes, son problemas que actualmente enfrenta-mos. El deterioro ambiental y la contaminación son un problema que la humanidad no ha po-

dido resolver y cuyos efectos perjudiciales afectan a las personas más vulnerables, pese a ello seguimos actuando irresponsablemente causando graves alte-raciones a los ecosistemas.

Un ejemplo de ello es la ciudad de Puebla ya que a través del tiempo su entorno se ha modificado de ma-nera sorprendente. Para contribuir a su memoria histó-rica y tomando como fuente principal los documentos que resguarda el Archivo General Municipal de la Ciu-dad de Puebla, haremos una descripción de las condi-ciones naturales que enmarcaban a la ciudad y después hablaremos del papel desempeñado por una mujer que contribuyó de manera fundamental en la limpia de la ciudad y que llevó por nombre “Gregoria Estefanía”.

La ciudad fue fundada en el valle vigilado por los imponentes volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y la Matlalcueyetl (Malinche), contaba con limpios cauces y grandes bosques así como un benigno clima que hacían un espacio agradable y saludable que muy pronto se vio afectado por las actividades propias de la ciudad. Los bosques suministraron la madera para la construcción así como leña y carbón para cubrir las necesidades de los pobladores. Debido a su explotación devastadora el Cabildo en 1539 ordenó que ni los carreteros ni ningu-na otra persona cortara “ningún pie de roble o encino

en términos de dos leguas a la redonda de la ciudad”.h La tala continúo y para 1545 en sesión de Cabildo se mencionó que muchas personas cortaban leña o madera en los bosques y de seguir practicándose dicha acción “por tiempo vendría a que no se tuviera montes esta dicha ciudad” por lo que ordenó, “no se pude cortar ningún árbol entero sino fuere para vigas y tablazón para ella de maderar casas…” pero además en la misma sesión se mencionó que “muchas personas de esta ciudad van en todos tiempos a cazar unos a una parte otros a otra por manera que se vienen a posar las liebres e quitarse la recreación de esta ciudad…”2

Para poner fin a la devastadora caza de liebres se especificaron los lugares permitidos para practicarla señalando el camino que viene de México a San Francisco y en el que va de San Francisco a Tepeaca, por la quebrada que va a dar al cerro de Amalucan hasta dar con los límites de Cuahutinchan, ade-más se prohibió que en los meses de mayo a julio se practicara la caza bajo la pena de perder los perros que se emplearan en ella. La regulación también afecto la caza de los venados por lo que ordenó “ningún vecino ni estante en esta ciudad ni caminante sea osado en los términos de esta ciudad no puedan cazar ni cacen con perros ni con redes ni con arcabuz ni ballesta ni cualquier

2 AGMP, Reales Cédulas, vol. 9, f. 49 f-v. “Libro de Aranceles, Ordenanzas, Vandos y Merced de Tierras, Aguas y Pedreras”. 4 de noviembre de 1545.

otro genero” señalando lugares como en colindancia de la ciudad de los Ángeles con Tlaxcala, Cuahutinchan y Totimehuacan.

Como consecuencia de las actividades económicas que dieron fama y despegue económico a la ciudad como molinos, curtidurías, tintorerías, elaboración de cerámica, ladrillos, canteras de piedra y cal, la matanza de chivos o la crianza de cerdos, muy pronto la ciudad se vio en la necesidad de reglamentar su funcionamiento con la finalidad de evitar los olores fétidos que según la concepción de la época podía propiciar enfermedades. Así mismo el rápido poblamiento de la ciudad suscitó problemas generados por los tiraderos de basura así en la sesión de Cabildo del 3 de enero de 1536 se ordenó a los alguaciles aplicaran las ordenanzas para evitar tira-deros de basura en lugares no señalados para ello3

En el año 1540 las indicaciones son específicas para que se cumplan las ordenanzas sobre hoyos, basura y puercos, señalando que cualquier persona que hiciera hoyos en las calles sería penado con el pago de 6 to-mines de oro, el que tirara basura dentro de la ciudad pagaría un tomín de oro y quien trajera puercos a ella, debería pagar 4 tomines.4 Las ordenanzas son in-sistentes, intentan modificar el estado “deplorable” de las calles y plaza pública prohibiendo que en ellas se hagan tiraderos de basura estiércol u otras “inmundi-cias” ya que además de los malos olores, provocaban la indecencia de los parajes por lo que ordenaron se sacaran al campo, fuera de la ciudad.5

Enmarcados en la problemática señalada, el Ayuntamiento implementó el remate de la limpia de la plaza pública y las calles. Primeramente se pregonaba la fecha del remate para que los interesados presentaran sus propuestas y así el Cabildo podía darlo a quien cobrara menos por la lim-pia. Es así, como el 18 de junio de 1611 se remata la concesión de la limpia a una mujer llamada Gregoria Estefanía, morena libre, quien declara en su postura para el remate que tiene dos carretones de madera “aviados” para tal tarea. El pago que se señala es de 150 pesos de oro común al año pagados por sus tercios a fin de cada cuatro meses comprometiéndose la ciudad a darle cada semana dos indios del repartimiento y que el pago de estos fuera a cargo de Gregoria Estefania.6

Su trabajo consistió en sacar de la ciudad toda la basura e inmundicia que había en la plaza y calles dirigiendo a los indios del repartimiento que se le proporcionaban. El pago asignado para realizar tal labor fue alto si lo compa-

3 AGMP, Actas de Cabildo. vol, 3 f. 126 vta.4 AGMP, Actas de Cabildo, vol. 4 f 147 fte.5 AGMP, Reales cédulas, vol. 21, f. 55 vta. “Ordenanzas de S. M.y Mandamientos de los Exmos. Sres. Virreyes”..6 AGMP, Actas de Cabildo, vol. 14 f, 181 fte. y vta.

Contrato que realiza el Cabildo de la ciudad con Gregoria de Estefanía, para

limpiar y quitar la basura, estiércol e inmundicias que hay en las calles reales, plaza pública y traza de la ciudad, quien se obliga a recogerla con dos carretones

y ayuda de dos indios Tapixques.AGMP, Actas de cabildo, vol. 14, f. 181

fte. 10 de junio de 1611

Pago de salario a favor de Gregoria Estefanía, por la cantidad de $ 50 de oro común por la limpia de las calles de la ciudad. 8 de Agosto de 1612AGMP, Actas de cabildo, vol. 14, f. 241 fte.

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22 23ÉRASE UNA VEZ

ramos con otros pagos que se asignaron dicho año. El periodo en el que Gre-goria Estefanía colaboró con la ciudad fue considerable, después del primer remate hecho en 1611, volvío a obtenerlo en 1613 y 1615 por el mismo pago; en 1516 por 175 pesos de oro común y por los años de 1619,1621, 1623, y 1625 por 160 pesos de oro común.

Su labor en la limpia de la ciudad durante las primeras décadas del siglo XVII fue esencial pues en los años en los que se remató la limpia de la ciudad (1607-1633) ella lo desempeño en un porcentaje de 71 por ciento y los hom-bres que en breves periodos se hicieron cargo de ella, sólo un 29 por ciento. La presencia de dicha mulata libre en una tarea generalmente realizada por hombres es sorprendente y confirma que las mujeres desempeñaron muchas otras labores más allá de las que correspondían al hogar. Llama la atención que a pesar de su género y su estigma social, tuviese el conocimiento de es-cribir ya que aparece su firma en los documentos concernientes al remate de la basura, siendo que en dicha época muchas mujeres eran analfabetas, si-tuación que vivían no sólo las mujeres indígenas o de raza negra sino también muchas españolas. Al especificar su condición de libre podemos inferir que podría haber sido una esclava a la que quizá sus amos otorgaron la libertad.

Muchas preguntas sobre ella aún están por resolverse, tarea difícil pues su condición de mujer limitaba los ámbitos de su participación. Sería intere-sante conocer su estado civil, si había sido esclava y de qué manera obtuvo su libertad; cómo es que sabía leer y escribir, si es que sabía ambas. Pero lo cierto es que en el resto del siglo XVII no vuelve a mencionarse su nombre en las actas de cabildo.7

av

Escritura en la que se acepta que Gregoria de Estefanía, vecina de la

ciudad, proporcione dos carretones para la limpia de las calles y plaza

púbica, se acuerda pagar 150 pesos por 15 meses. Se aprecia la firma de

Gregoria de Estefanía.9 julio 1615AGMP, Actas de cabildo, vol. 15 f. 22 fte.

Convenio entre el regidor Pedro de Uribe, en nombre del Ayuntamiento Y Gregoria de Estefanía, vecina de la ciudad, para que este última, proporcione dos carretones para la limpia de las calles y plaza pública, durante tres años.13 de septiembre 1613.AGMP, Actas de cabildo, vol. 15, f. 66 vta. 7 de julio de 1615

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24 25ÉRASE UNA VEZ

INTRODUCCIÓN

Instalados en una zona de confort relativamente estable, no pensába-mos, en absoluto, que enfrentaríamos a algo que nos desestabilizara de forma tan agresiva como lo está haciendo esta pandemia de COVID-19 (SARS-Cov-2). Los que por fortuna hemos podido atender cabalmente

el llamado «Quédate en Casa», lanzado por las autoridades, tuvimos que re-organizar nuestra vida y trabajo, prescindiendo de numerosas herramientas y medios que el exterior nos proporcionaba para el desarrollo diario de nuestros quehaceres laborales, sociales, académicos e incluso de ocio.

1 Doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense Madrid con la tesis:La Catedral de Puebla: historia de su construcción hasta la remodelación neoclásica de José Manzo y Jaramillo. Madrid, 2014. Investigador independiente. Especialista en Arquitectura y Arte Colonial de la Nueva España siglos XVI-XVIII. Autor de diversas publicaciones entre ellas: Artículo “La Traza de la ciudad de Puebla: un modelo adelantado en la Nueva España”. Anuario de Estudios Urbanos, 2019.

Antonio Pedro Molero Sañudo 1

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Las redes sociales han experimentado en cuestión de meses el auge más acelerado de su corta historia. Todos, prácticamente sin distinción, hemos tenido que ir adaptando nuestro día a día a esta «nueva realidad» que conlleva entre otras cosas, la globalización de los procesos de comunicación e información, ponién-dolos al alcance de toda la población, que ahora los percibe como absolutamente necesarios «para estar conectados». El uso de plataformas de interacción so-cial: Facebook, Instagram, WhatsApp, etc., así como la proliferación de otras de comunicación sincrónica y asíncrona: Zoom, Meet, WhatsApp y el mismo Mes-senger de Facebook, para regularizar y popularizar el uso de videollamadas, chats o reuniones virtuales, tanto en el ámbito laboral como en el privado, em-piezan a formar parte de nuestra vida cotidiana y pa-recen haber llegado para instalarse y acompañarnos para siempre.

Para quienes mantenemos un contacto habitual con el mundo de la cultura, museos, bibliotecas, archivos, no todo lo derivado de esta trágica coyuntura que es-tamos viviendo ha resultado únicamente negativo o desfavorable. Por ejemplo, esta situación ha produci-do un boom en la distribución y acceso gratuito online a libros, revistas, artículos e incluso a documentación de archivos. Muchas de estas opciones y accesos en línea ya existían, pero ahora se han popularizado, y se ha democratizado aún más su acceso y distribución.

ENCIERRO, ACCESOY ACUMULACIÓNPara los profesionistas de la enseñanza, tanto profesores como alumnos, este encierro y la implantación de clases virtuales han supuesto un enorme reto. La masiva utilización de los medios online ha disparado la circulación en la Red de materiales académicos gratuitos, sin reservas, membresías o perte-nencias obligadas a clanes académicos. Numerosos fondos de bibliotecas y archivos han liberado sus acervos, a los que antes solo tenían acceso grupos restringidos, permitiendo así las consultas a cualquier usuario.

Los investigadores hemos sido, sin lugar a duda, de los más beneficiados del encierro impuesto por esta particular situación. A nuestra larga lista de buscadores y posibilidades online que ya teníamos se han añadido un sin fin de páginas y sitios web, llenos de contenido que «pueden tener valor ahora o en futuro próximo». Multitud de libros y artículos en formato pdf, epub, etc., han ido almacenándose en nuestros discos duros de manera vertiginosa, amenazando con formar un corpus difícilmente manejable. Esta es una doble faceta, positiva y negativa, del asunto, ya que la progresiva acumulación de materiales, interesantes o posiblemente interesantes, nos conduce a tratar

de extender las jornadas, más allá de las 24 horas que a diario dura nuestra situación de encierro con el obsesivo fin de ampliar conocimientos.

Una vez concluida esta fase inicial de angustia por acaparar todo lo que antes no teníamos, ni precisábamos, y que ahora parece indispensable, convirtiéndo-nos en coleccionistas compulsivos, llega la segunda fase más metodológica de sis-tematizar y ordenar toda esa cantidad ingente de material. Este paso, de repente, nos abre las puertas de numerosos archivos que teníamos olvidados hace tiempo, en los que reposaban documentos recabados en diferentes momentos y lugares a la espera de ser utilizados, algunos de los cuales ahora, repentinamente, cobran relevancia para escapar de la mazmorra en la que estaban encerrados, tal vez per saecula saeculorum.

En mi caso concreto, como asiduo investigador de archivos con documen-tación colonial novohispana, principalmente en México, he visto coartada mi labor al cerrarse las puertas de estas instituciones al público. Este hecho ha sido un obstáculo prácticamente insalvable en las investigaciones en marcha, que en muchos casos han quedado paralizadas y en otros han evolucionado, en función de las posibilidades de realización sin la ayuda de las consultas físicas acostumbradas.

PANDEMIA Y ARCHIVOSLa pandemia de COVID 19 que nos azota se ha convertido tristemente en el tema de más rabiosa actualidad. Desde que comenzó el brote, la saturación de información sobre la enfermedad ha ido in crescendo. De igual forma, la investigación y difusión sobre este tipo de patologías epidémicas a lo largo de la historia se ha incrementado, hasta el punto de que la población va camino de convertirse en especialista de esta materia.

Numerosos autores, periodistas e investigadores se han sumado a nutrir las redes sociales con libros, artículos, reportajes, videos, etc., sobre el tema, en algunos casos con información de dudoso rigor científico y académico. Este hecho pone de relieve la importancia de la búsqueda de información en las fuentes primarias o fidedignas, para evitar padecer los actuales neologis-mos de infodemia o infoxicación.2

Esta redundancia temática, nos animó a realizar una revisión exhaustiva de toda la documentación de nuestros acervos particulares, en busca de informa-ción sobre las epidemias sufridas en la Nueva España. La documentación de que disponemos procede de diversos archivos españoles y mexicanos: General de Indias de Sevilla (AGI), General de la Nación de México (AGN), Notarías y Proto-colos de México y Puebla o el Catedralicio de Puebla (ACCP). Entre ellos, el más destacado y consultado de todos durante años ha sido el General Municipal de Puebla (AGMP), en el que hay numerosísima información sobre el padecimiento de «enfermedades pestilentes» durante los siglos XVI al XIX.3

2 La infodemia hace referencia a la sobrecarga de información sobre algún tema que no necesa-riamente ha de ser verdadero o riguroso. La infoxicación es una sobreabundancia de información para mantenerse informado acerca de algo.3 Aprovechamos para agradecer a todo el personal del Archivo General Municipal de Puebla el apoyo que brindan diariamente a todos los investigadores y al público en general que se acerca a sus bellas y confortables instalaciones del Palacio Municipal de Gobierno. A partir de aquí los diferentes archivos serán mencionados por sus siglas.

Se establece que las personas encargadas de mesones las

tengan limpios y aderezados, si no cumplieren se multara con la cantidad

de 10 pesos de oro de minas.AGMP, Reales cédulas,

vol. 9, f. 13 fte.

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28 29ÉRASE UNA VEZ

UN CASO CONCRETOAl comienzo de la pandemia en México, un hecho actual nos hizo recordar un documento de mediados del siglo XVIII, que estaba entre los «olvidados» de nuestro acervo particular. En los primeros días de la epidemia hubo algunas empresas que ofrecieron a sus trabajadores la posibilidad de no asistir a su labor, a condición de no percibir retribución alguna y sin perder su puesto de trabajo. Esta inusual proposición, que se inscribe dentro de las políticas de reelaboración de las dinámicas sociales y laborales que nos toca y nos tocará vivir, vino a rememorarnos una situación ocurrida a mediados del siglo XVIII, relacionada con la catedral de Puebla, sus cabildos municipal y eclesiástico, la Corona, la población indígena y el Matlazáhuatl: la pandemia que asoló la Nueva España entre los años 1736 y 1739, que en la ciudad y la diócesis de Puebla se tornaría especialmente grave y agresiva con la población indígena.

En referencia a este suceso teníamos información correspondiente a un voluminoso legajo del AGI, intitulado Cartas y expedientes del cabildo ecle-siástico de Puebla (1744-1759).4 En él aparecen una serie de cartas cruzadas entre el cabildo catedralicio poblano, el virrey y la Corona, que aportan in-formación sobre el impuesto del medio real de fábrica que pagaban los indios tributarios para la obra de la catedral desde 1738, año en que se suplicó al rey la suspensión del tributo por la gran mortandad sufrida por este colectivo a causa de la epidemia de Matlazáhuatl. También se pediría el cese de la contri-bución de mano de obra que prestaban los indios a la misma construcción en concepto de «servicio». El rey y su Consejo decidirían eximir a los indios del obispado poblano de las dos contribuciones: económica y laboral, mediante una Cédula Real otorgada el 9 de agosto de 1739, a pesar de que esta resolu-ción suponía la paralización de la obra de la catedral, principalmente la de su inconclusa torre sur.

Este episodio concreto de la epidemia de Matlazáhuatl sufrida en la Puebla de los Ángeles, nos condujo a reflexionar sobre la comparación entre esta y la pandemia actual que estamos viviendo. Esta premisa inicial, se convertiría en una investigación sobre estas terribles enfermedades, que aquejan a la humanidad desde siempre. A la vista de la numerosa documentación que en-contramos sobre el tema, principalmente de Puebla y México, y junto a la nu-merosísima bibliografía al respecto que existe en línea, desde el siglo XVI en adelante, periodo que compete a nuestras habituales investigaciones novohis-panas, comenzamos una ardua labor de investigación. En un primer momento pensamos plasmarla en un artículo publicable en alguna revista académica, a renglón seguido y debido a esa proliferación emergente de videos y documen-tales en la Red, decidimos cambiar nuestro proyecto y realizar una cápsula de video que dada la situación de contingencia podría tener una mayor difusión.

Esta cápsula se tituló Epidemia de Matlazáhuatl 1736-1739, y aunque este tema ya había sido tratado por diferentes autores, no había sido enfoca-do hasta ahora desde la óptica que presentaba este legajo del AGI.5 Por otra

4 El título completo del legajo es: Cartas y expedientes del cabildo eclesiástico (1744-1759), Año de 1744, Certificación: De la que informó el Real Tribunal de cuentas el año 1741, en los autos que se formaron en virtud de Real Cédula de su majestad: sobre la suspensión de la contribución del me-dio real para la fábrica de la santa iglesia catedral de la ciudad de la Puebla, en conformidad de lo determinado por el excelentísimo señor virrey duque de la Conquista, con dictamen del señor fiscal.5 Miguel Ángel Cuenya (1996). Peste en una ciudad novohispana. El matlazáhuatl de 1737 en la

parte, el formato de cápsula de video para redes sociales nos constreñía a condensar toda la información que teníamos de una manera precisa y en un cortísimo espacio de tiempo.

Este satisfactorio ensayo fue reproducido en numerosos medios digitales, lo cual abrió las puertas a su publicación en otros medios y plataformas, sir-viendo de estímulo para repensar en la realización de más videos sobre el tema de las epidemias a través del tiempo.

LAS CÁPSULASLas sucesivas cápsulas, de entre tres y cinco minutos comprenden un marco temporal que va desde el siglo XVI al XIX y presentan cada una, algún agen-te determinante para la prevención y lucha contra estas enfermedades que siempre estuvieron presentes. El título de la serie es el hashtag #QuédateEn-Casa a través de los siglos.

Como ya hemos mencionado, dadas las cir-cunstancias, el material a utilizar sería el pertene-ciente al acervo particular y todo el disponible en línea: bibliográfico (libros y tratados de medicina desde el siglo XIV en adelante) y documental de época, procedente de los archivos disponibles en la Red. En concreto, el AGI fue el archivo digital más utilizado para la documentación, ya que dispone de un gran fondo de consulta digital de libre acceso con muy buena resolución para su paleografía. No obstante, el archivo más presente para la produc-ción de los videos ha sido el AGMP, fundamental-mente por nuestra especialidad en temas poblanos y por haber encontrado en él un gran número de documentos sobre «pestilencias», en investigacio-nes anteriores a la pandemia.

Prácticamente en todos los videos se destaca al-guna particularidad que procede mayoritariamente del monumental acervo del AGMP y que marca la diferencia en relación a otras consultas realizadas, poniendo de relevancia la gran importancia del le-gado documental que pone a nuestra disposición y consulta la Ciudad de Puebla. A pesar de que el AGMP no tiene un acceso en línea, -que dado su acervo consideramos indispensable se vaya imple-mentando con el tiempo-, disponíamos de material previamente consultado y digitalizado suficiente, de modo que se convirtió en la fuente principal de la información para producir las cápsulas. De he-cho, al menos en seis de estas cápsulas, se alude directamente a material recabado del AGMP.

Puebla de los Ángeles, Anuario de Estudios Americanos, vol. 53, nº 2, pp. 51-70.Rosalva Loreto (1994). Limpiar y obedecer. La basura, el agua y la muerte en la Puebla de los Ángeles. 1650-1925, Colegio de Puebla.

Carta de examen de médico del bachiller Francisco de la RosaAGMP, Actas Cabildo, vol. 31, f. 177 v - 178 fte. 22 de mayo de 1685. Aparece remarcada la carta de examen del bachiller Francisco de la Rosa, médico.

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30 31ÉRASE UNA VEZ

Especial aportación ha tenido este acervo municipal poblano en las cápsu-las: cuarta, quinta, sexta, octava y nove-na, además de la ya mencionada primera y pionera. En la cuarta y la quinta cápsulas, Limpieza e Higiene (I y II), se muestran los esfuerzos hechos en materia de salubridad e higiene, desde los comienzos de la an-dadura novohispana hasta la época de la Ilustración borbónica. En la primera parte se utilizaron documentos de los Libros de Ordenanzas y Aranceles existentes desde la fundación de la ciudad en 1531, hasta la conclusión del siglo XVI. La segunda parte iluminó la época de finales del siglo XVI-II, mediante algunos Bandos Municipales, principalmente el emitido por el virrey D. Juan Vicente de Güemes, segundo Conde

de Revillagigedo, en el año 1790; este bando, aunque publicado en la Ciudad de México se reflejaría obviamente en todo el virreinato novohispano.

La sexta cápsula, Recolección de Basura, ilustra sobre esta delicada y necesaria labor que toma especial relevancia en momentos de epidemia. El AGMP está aquí presente con varios documentos de Actas de Cabildo: uno de mediados del XVII que refleja la recogida de las «basuras e inmundicias» me-diante carros, que debían ajustarse a las medidas y características que fijaba el cabildo y que supervisaba un veedor nombrado por él. Otros documentos utilizados pertenecen a las dos primeras décadas del mismo siglo, cuya pro-tagonista es Gregoria Estefanía, una mulata libre y dueña de dos carros, que ejercería la limpieza de la Traza durante unos quince años, prácticamente sin interrupción, concertando ella misma el precio y las condiciones, directamen-te con el cabildo y firmando los documentos de su puño y letra.6

Boticas y Boticarios es la octava cápsula donde también tienen presencia documentos del AGMP de diferentes volúmenes de Actas de Cabildo. Des-tacamos los que informan acerca del funcionamiento de las boticas y sus ti-tulares, así como de las visitas de control realizadas a sus negocios. Especial relevancia tienen algunos que muestran a viudas de boticarios al frente de los establecimientos de sus difuntos maridos.

El AGMP también aparece singularmente en la novena cápsula, Médicos. En este caso aporta documentación detallada sobre el contenido de los exá-menes que debían superar los aspirantes a médicos, cirujanos o boticarios, a finales del siglo XVII. Utilizamos asimismo, parte de la gran información que posee el archivo en Actas del Cabildo sobre el funcionamiento del Tribunal del Protomedicato. 7

6 Guión y Producción cápsulas: Maestra Adriana Dávila Ulloa.7 FUENTES CONSULTADAS: Archivo General Municipal de Puebla (AGMP). AGMP, Ordenanzas Municipales, vol. 1 AGMP, Reales cédulas, vol. 9 “ Libro de Aranceles, Ordenanzas, Vandos y Mercedes de tierras, aguas y pedreras” AGMP, Reales cédulas, vol. 21 “Ordenanzas de S. M. y Mandamientos de los Excelen- tísimos Señores Virreyes” AGMP, Actas de Cabildo, Vols. 5, 8, 15, 22, 26, 27, 28, 29, 31Dávila, A. y Molero A. (2020). Quédate en Casa a través de los Siglos. En Contigo en la Distancia, Cultura desde casa. Universidad Autónoma Metropolitana. Serie de 10 audiovisuales.

Sala de consulta del Archivo General Municipal de Puebla. Instalaciones

del Palacio Municipa.

PALABRAS FINALESEn estos momentos tan duros de encierro debemos hacer de la necesidad una virtud para desarrollar dignamente una labor académica virtual. Parar ello, los documentos y la bibliografía acumulados «a través de los siglos» juegan un papel muy importante. No obstante, la labor de un historiador es princi-palmente un trabajo de gabinete y paleografía en solitario, por lo que esta fatídica pandemia no lo ha afectado en demasía.

El AGMP fue uno de los principales archivos consultados durante los apro-ximadamente doce años que duró la investigación para mi tesis doctoral sobre la catedral de Puebla. A lo largo de este tiempo acumulé mucha documenta-ción, interesante pero secundaria en ese momento, que junto a la recopilada en investigaciones posteriores, ha servido para continuar desarrollando nue-vas líneas de investigación.

De hecho, la pandemia, el encierro, un detalle historiográfico documental y una investigación bibliográfica y archivística en profundidad, se convertirían en los motivos para realizar un trabajo gratificante que ha justificado la fortu-na de poder quedarnos en casa y de paso ha fortalecido nuestra salud mental, mermada día a día por las restricciones derivadas del confinamiento. Para la producción de los videos fue también preciso cotejar a diario, la información vertida en los medios sobre la evolución de la enfermedad. De esta forma, contrastábamos los problemas puntuales que iban surgiendo y elegíamos los temas a tratar en cada cápsula.

En estos momentos en los que cunde la frustración por la falta de movi-miento derivada del encierro, así como por la información falsa, los desatina-dos enfrentamientos políticos, etc., es cuando los documentos, los libros y las lecturas en línea se convierten en vehículos que nos transportan a situaciones históricas que se presentan tan reales, o más reales incluso, que la que vivi-mos diariamente. En ellos queda patente que la humanidad ya había pasado por circunstancias similares en numerosas ocasiones y que las soluciones ma-nejadas fueron muy semejantes a las tomadas hoy en día.

Los documentos, al contarnos la vida del pasado y su contexto nos mantie-nen en una cordura histórica que nos recuerda la importancia de quedarnos en casa, olvidando, en la medida de lo posible, la tragedia exterior que se vive, ¡que vivimos!

#QuédateEnCasa no es un Hastag actual

Disponible en: https://contigoenladistancia.cultura.gob.mx/lista/institucion/93 https://www.youtube.com/wat-ch?v=D_H_P3a3RHY&list=PLj2rta-ygWExe1EBSGTjNLN9VkV3K7DsX Cuenya, M. Á. (1994). BIBLIOGRAFÍA:Epidemias y salubridad en la Puebla de los ángeles (1650-1833). En Loreto, R. y Cervantes, F. (Coordinadores), Limpiar y obedecer. La basura, el agua y la muerte en la Puebla de los ángeles. 1650-1925. México: Claves Lati-noamericanas, pp. 69-126. Cuenya, M. Á. (1996). Peste en una ciudad novohispana. El matlazáhuatl de 1737 en la Puebla de los Ángeles, Anuario de Estudios Americanos, Vol. 53, nº 2, pp. 51-70. Loreto, R. y Cervantes, F. (Coordinadores) (1994). Limpiar y obedecer. La basura, el agua y la muerte en la Puebla de los ángeles. 1650-1925, Puebla: Colegio de Puebla. Pérez, G. (1999). De ángeles y basura, el papel de Gregoria Estefanía en la limpia de la ciudad. En AA.VV. La presencia femenina en la Puebla novohispana siglos XVI y XVII, Puebla: Honorable Ayunta-miento Municipal de Puebla, pp. 55-77

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32 33DISFRUTE VISUAL

Expediente relativo a los exámenes de cirujanos, celebrados en el convento de Santo Domingo. 1825AGMP, Expedientes, vol. 91 f. 91.

V

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34 35DISFRUTE VISUAL

Reglamento para el ejercicio y estudio de las ciencias médicas. 1832AGMP, Leyes y decretos,vol. 6, f. 91.

Disposición que establece las medidas necesarias para evitar las enfermedad epidémicas en la Ciudad, entre ellas la limpieza de carnicerías, tocinerías, curtidrías y casa de matanza, barrido de calles, limpieza del Río de San Francisco, limpieza de casa particulares, tarjeas, caballerizas y patios, indicando que quienes no cumpla con estas medidas, será acreedor de una multa. 2 de abril de 1848AGMP, Disposiciones municipales, vol.11, f. 107 fte.

Trabajadores pintando la guarnición de la banqueta

del Mercado El Alto.AGMP, Material

fotográfico, AMM-113. 1966-1969

Camión de la basura en la zona de Xonaca. AGMP,

Material fotográfico, AMM-103. 1966-1969

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36 37DISFRUTE VISUAL

Disposición que establece que la vacuna es obligatoria en todo el

estado. 14 de abril de 1882AGMP, Disposiciones municipales,

vol. 42 f. 118 fte.

Reglamento para la práctica de las desinfecciones a domicilio. 28

de septiembre de 1901. AGMP, Disposiciones Municipales, vol. 6

Instalaciones del servicio de higiene maternal de los Servicios Sanitarios Coordinados del Estado de Puebla. [1934] AGMP, Material fotográfico, Fotos antiguas, núm.33

Vista de las instalaciones de la sección de higiene dental de los Servicios Sanitarios Coordinados del Estado de Puebla. [1934] AGMP, Material fotográfico, Fotos antiguas, núm.36 19

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38 39DISFRUTE VISUAL

Barrenderos del servicio de limpia con sus

toneles y escobas.AGMP, Material fotográfico,

ECM-145. 1960-1963

Personal de limpia levantando basura de la calle en Xonaca.AGMP, Material fotográfico,

AMM-100. 1966-1969

Trabajadores de limpia aseando el frente del Mercado El Alto. AGMP, Material fotográfico, AMM-114. 1966-1969

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40 41BREVES DE LA ARCHIVÍSTICA

fesión, pero la conclusión y lo importante es que, en realidad, muy poco se ha hecho en México, y en distintas partes del mundo, por construir nuestra iden-tidad profesional que en mucho se basa en ese sustento que es la experiencia pasada y pareciera que nos conformamos con la visión que se ha tenido tradicional-mente de los archivos y los archivistas como simples servidores de la información que la sociedad requiere. Todo esto nos plantea la importancia de construir una historia de la archivística. Si bien hemos considerado que los archivos son la memoria de la sociedad o uno de sus principales insumos, estaríamos entonces hablando de propiciar algo que puede sonar sumamente sencillo, pero a la vez ser muy complicado: la memoria de la memoria.

EL SEMINARIO PERMANENTE E INTERINSTITUCIONAL PARAEL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA ARCHIVÍSTICA EN MÉXICO El conocer los orígenes y el pasado de la profesión es fundamental para la identidad de la archivística en México pues esto puede aportar conocimien-tos no solo sobre el saber mismo, sino sobre la forma en que las prácticas y los saberes se han abierto paso en una sociedad que, definitivamente, no ha valorado el ser mismo de la archivística ni de los documentos que conforman su objeto de estudio. No se trata solamente de hacer bien las cosas, sino de saber por qué se hacen así, cómo se hacen y han hecho a lo largo del tiempo. A fin de cuentas, somos parte de un desarrollo que tiene que ver con las visio-nes pasadas de nuestra profesión y, en una visión integral, con la proyección hacia un futuro que construimos en la actualidad a partir de un conocimiento más completo de nosotros mismos con base en ese pasado.

Desgraciadamente, podemos afirmar, categóricamente, que existen muy pocos intentos por desarrollar al menos, una relación histórica de la archivís-tica como profesión, disciplina, ciencia u oficio. Es por esto, que en el año de 2015 se creó el Seminario Permanente e Interinstitucional para el Estudio de la Historia de la Archivística en México (SPIHAM), avalado y convocado por el Consejo Nacional de Archivos, el Archivo General de la Nación y la Red Nacio-nal de Archivos de Instituciones de Educación Superior. Se trataba del primer intento por institucionalizar este tipo de estudio en México.

En el Seminario se establecieron dos líneas de acción:• Historia General de la Archivística en México• Textos para la historia de la archivística en México

Para la construcción de esa historia general, se propuso una periodización que dividió el objeto de estudio en 7 etapas que mencionamos rápidamente:

INTRODUCCIÓN. A MANERA DE JUSTIFICACIÓN

A pesar de que el tratamiento de los documentos, para su utilización y aprovechamiento, se considera una de las actividades y prácticas más antiguas, muy poco se sabe de la identidad archivística y cómo se ha ido conformando a lo largo del tiempo y del espacio. En México, si

bien sabemos que existe una gran tradición archivística, en realidad poco se ha hecho por construir una base sólida de conocimiento pretérito de la profesión, de la práctica, del pensamiento de la ciencia archivística mexicana.

Tal vez no podríamos establecer una causa de esta carencia de historia de la profesión, lo que si sabemos, es que existen muy pocos escritos que testimonien el desarrollo de las prácticas, del pensamiento y en general de las experiencias humanas que se tienen en el tratamiento de los archivos, es decir de la archivísti-ca como ciencia, disciplina o técnica, como queramos concebirla.

Se podría tal vez argumentar exceso de trabajo práctico, in situ, las difí-ciles jornadas y el poco interés que se le da a la parte teórica de la profesión o el mucho que se les da a las necesidades de información que la sociedad reclama de todos aquellos profesionales que tienen que ver con el tratamiento documental. Podríamos mencionar acaso, la urgencia por resolver los temas emergentes de la archivística, el desbordamiento de los documentos elec-trónicos, las necesidades de información y de transparencia, el papel de los archivos en la sociedad democrática.

Podríamos tal vez hacer una relación más amplia de los factores o elemen-tos que inciden en esa aparente falta de interés por el pasado de nuestra pro-

1 Licenciado en Historia por la UNAM; cuenta con máster en Gestión de Documentos y Administración de Archivos, Universidad Internacional de Andalucía, España; archivista e investigador del Archivo Histórico de la UNAM.

Gustavo Villanueva Bazán1

Sesión inaugural del Seminario Permanente e Interinstitucional para el Estudio de la Historia de la Archivística en México. 2015.

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42 43BREVES DE LA ARCHIVÍSTICA

La historia de la archivística, como de las múltiples ciencias y profesio-nes que existen, debe analizarse desde una visión diacrónica, en la cual se establezcan las relaciones entre los diversos factores que intervienen en las prácticas y concepciones archivísticas que determinan su desarrollo a lo largo del tiempo. Se trata de una historia multifactorial que nos debe llevar preci-samente, a la distinción y análisis de los factores que hacen posible la ciencia archivística, en su relación con la so-ciedad y muy específicamente con las formas de gobierno que propician su administración. Algunos de estos fac-tores son:

• Los cambios en la administración pública, producto de cambios en los regímenes políticos, con sus propios programas y proyectos de gobierno.

• Voluntad política para empren-der etapas constructivas y cam-bios necesarios en los diversos momentos del desarrollo nacio-nal con énfasis en las cuestiones culturales.

• La legislación y normativa en materia archivística, de administración y pro-tección del patrimonio cultural, y de transparencia y acceso a la información.

• La aparición y existencia de espacios académicos y de confluencia, que han permitido la generación y transmisión de un pensamiento archivísti-co: congresos, foros, jornadas, etcétera.

• La creación de empresas, lucrativas o no, para el resguardo, protección y cumplimiento de la normatividad en materia archivística.

• Las influencias externas en cuanto al pensamiento y método archivístico.• El influjo de otras ciencias y saberes relacionados con la información y

los documentos.• La acción individual de ciertos personajes que en su contexto profesional

y en su entorno social dedicaron tiempo e ideas al desarrollo de la profe-sionalización de la archivística.

La historia de la archivística en México y en cualquier país, deberá atender a esos factores, internos y externos y a las condiciones que han confluido, así como a la manera en que lo han hecho, para situarse de tal modo en la actualidad.

El Seminario al que nos venimos refiriendo se encuentra suspendido al momento, y como muchos de los proyectos existentes, esperando tiempos propicios así como el regreso a las actividades presenciales; sin embargo, es-peramos que este largo confinamiento causado por la pandemia Covid-19, sirva para reflexionar acerca del ser y el deber ser archivístico en sus diversos momentos y a través de sus varios enfoques, planteamientos y perspectivas.

1. El tratamiento de los documentos en el México Prehispánico. Desde la Fundación de la Gran Tenochtitlán hasta el año de 1521, cuando se fundó la ciudad de México.

2. De 1521, hasta la elaboración y presentación del proyecto para fundar el Archivo General de la Nueva España por el segundo conde de Revi-llagigedo Juan Vicente de Güemes Pacheco y Padilla, en 1790.

3. De 1790, a la creación del Archivo General y Público de la Nación por Lucas Alamán en 1823, ya en el México Independiente.

4. De 1823, a la Fundación de la Escuela de Bibliotecarios y Archiveros en 1916.

5. De 1916, a la creación del Comité Técnico de Unidades de Correspon-dencia y Archivos (COTECUCA), en 1969.

6. De 1969, a la promulgación de la Ley Federal de Transparencia y Acce-so a la Información Pública Gubernamental, en 2002.

7. De 2002 hasta nuestros días, pasando por las leyes Federal y General de Archivos y su impacto en la profesión y en el tratamiento documental.

Como bien sabemos, toda periodización hecha por el historiador puede resultar hasta cierto punto arbitraria, subjetiva; sin embargo, de la periodi-zación, de la división de la historia, como señala Edward Hallet Carr, resulta una necesaria hipótesis o herramienta mental válida que permite un trato más congruente, mayor claridad y profundidad en el análisis y la interpretación.

En lo que respecta a la segunda línea de acción del Seminario, se publicó en 2018 el libro Tejiendo la Memoria Archivística que consta de 11 textos que abarcan temas variados sobre la archivística en nuestro país y en di-versos momentos.

Planteamientos metodológicosEn las sesiones del Seminario, se

establecieron algunos planteamien-tos necesarios como parte de la me-todología y la forma de abordar la historia de nuestra profesión.

La historia de la archivística no debe confundirse con la de los archi-vos; es la historia de sus integrantes en relación con las actividades y prácticas en pro de los archivos y sus documen-tos, y por supuesto, de los saberes que se han desarrollado a lo largo del tiem-po, la metodología que se ha seguido y transformado, los conceptos, térmi-nos, planteamientos que se adoptan en diversos momentos y que forman corrientes o escuelas.

Integrantes del Seminario Permanente e Interinstitucional para el Estudio de la Historia de la Archivística en México, en el Archivo General de la Nación.

Ciudad de México, 2015.

Presentación del libro Tejiendo la Memoria Archivística, en el Archivo General del Estado de Michoacán. Ciudad de Morelia, Mich., 2019.

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44 45TIEMPO DE LIBROS

Cuenya Mateos, Miguel Ángel. Salud, Enferme-dad y muerte en la ciudad de Puebla. De la Indepen-dencia a la Revolución. Educación y cultura, Asesoría y Promoción, S.C. México. 2010614.409 724 82/C8S/2010

Esta obra se sitúa en los años que van de 1810-1910, periodo crucial para la historia del país, etapa en el que el país atraviesa por graves problemas so-ciales que desembocan en el proceso revolucionario, etapa en el cual la población se enfrenta a diversas situaciones de insalubridad, y enfrenta diversas enfer-medades como fueron: tifo, cólera, tifoidea, tubercu-losis, así como diversas afecciones gastrointestinales y pulmonares.

En esta ocasión, el Pregonero aborda un tema actual y tam-bién histórico se trata de las Pandemias, en el cual damos a conocer las obras que se han tratado sobre este tema, con el interés de mostrar a la ciudadanía los diferentes en-

foques y análisis de que ha sido objeto.

María Aurelia Hernández YahuitlMaría Silvia Meza León

CUENYA Mateos, Miguel Ángel. Puebla de los Án-geles en tiempos de una peste colonial. El Colegio de Michoacán. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México, 1999. P.315.616.923 2 784 82/C8p/1999

La obra trata del fatídico años de 1737, cuando la Puebla de los Ángeles fue azotada por una epidemia de enemigos mortales: la viruela, el sarampión y la peste. El autor hace un análisis comparativo, entre las crisis epidémicas con Europa y sus consecuencias económico-sociales; los tipos de enfermedades con-tagiosas en otros continentes; y el Matlazahuatl en Puebla.

Huerta Jaramillo, Ana María, El Jardín de cal. La botánica y las Ciencias de la Salud en Puebla. Go-bierno del estado de Puebla. Puebla. 1996. P. 119972.03 724 82 H8j 1996 fj2

La autora nos presenta un esbozo biográfico del botánico Antonio de Cal y Bracho, burgalés que llegó a la ciudad de Puebla en 1795 como boticario Mayor del entonces Real Hospital de San Pedro, y que en 1796 fue nombrado corresponsal del Real Jardín Bo-tánico de Madrid. Y da a conocer la trayectoria de Antonio Cal para lograr la materialización del Jardín Botánico de Puebla.

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4746 TIEMPO DE LIBROS

Mataría Médica: Terapéutica y Farmacia. Libro de Resúmenes. Portal Poblano N° 23. Gobierno del Esta-do de Puebla, Secretaría de Cultura. México 1996

La presente obra es el resultado de la IV reunión realizada por la Red de Intercambio para la Historia y la Epistemología de las Ciencias Químicas y Biológi-cas, organismo cuyo propósito es el establecimiento de mecanismos que propicien la comunicación y el in-tercambio de información entre investigadores prove-nientes de disciplinas diversas y de distintas regiones geográficas. El tema eje de esta reunión “Materia mé-dica, terapéutica y farmacia intercontinental”

Obra que contiene un anexo de documentos prove-nientes del Archivo General Municipal de Puebla.

D. Ubaldo Hernández Flores

Para este número dedicado a las pandemias, la sección Galería de Personajes Históricos presenta una semblanza del ilustre bo-tánico y farmacéutico Antonio de la Cal y Bracho, un profesional que realizó importantes aportes en el área de la salud durante

los siglos XVIII y XIX en la ciudad de Puebla de los Ángeles1.

1 Los datos biográficos expuestos sobre Antonio de la Cal y Bracho, fueron toma-dos de las siguientes obras: HUERTA JARAMILLO, Ana María. EL Jardín de Cal, la botánica y las ciencias de la salud en Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Colección Catalejos núm. 14, Puebla, 1996, 119 pp.-------------------------------------------- Los Boticarios Poblanos 1536-1825, un estudio regional sobre el ejercicio farmacéutico y su despacho, BUAP, 2008, segunda edición, 243 pp.

CUENYA Mateos, Miguel Ángel. Revolución y Tifo en la ciudad de Puebla. 1915-1916.Benemérita Univer-sidad Autónoma de Puebla. México, 2008. P. 165308.485 724 82/C8r/2008

Importante trabajo que se enfoca a la epidemia del Tifo que México sufrió en 1915- 1916, Acontecimien-to de gran importancia que da a conocer los graves problemas por los que atravesaba el gobierno, en mo-mentos políticos difíciles para el país. La investigación utiliza como fuente principal de investigación, la serie documental de Cementerios, que resguarda el Archivo General Municipal de Puebla.

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48 49GALERÍA DE PERSONAJES

ANTONIO DE LA CALY BRACHO(1766-1833)1 Antonio de la Cal y Bracho nació en 1766 en la provincia de Anguix,

Burgos, España. Importante es mencionar que precisamente du-rante el siglo XVIII que le tocó vivir, se desarrollaron las iniciativas castellanas más importantes sobre jardines botánicos destinadas a

la docencia, que fueron renovadoras de las profesiones sanitarias, particular-mente de la Farmacia.

El jardín botánico madrileño fue creado en el año de 1755. Su creación re-presentó uno de los caminos seguidos por la Ilustración española. A partir del inicio de la segunda mitad del siglo XVIII, el estudio científico de la botánica fue concebido como uno de los pocos conocimientos dignos de estar presen-tes en gabinetes y academias del mundo.

Nuestro personaje de la Cal y Bracho, a partir de 1786, se encargó por un periodo de diez años, de la corresponsalía del Real Jardín Botánico de Ma-drid, mismo que se erigió como centro de utilidad en el conocimiento de la farmacología, la agricultura y la industria.

En este contexto, se creó en 1786, el Real Jardín Botánico de México. Cabe señalar que paralelo a ello, durante la segunda mitad del siglo XVIII, la quí-mica llegó a constituirse como una ciencia moderna, los boticarios se vieron obligados a asistir a la cátedra de Botánica dictada en el Real Jardín de Mé-xico, lo cual, fue un importante paso para llevar a cabo la institucionalización de la Farmacia.

Fue en el año de 1795, cuando Antonio de la Cal y Bracho llegó a la ciudad de Puebla, como Boticario Mayor del Hospital de San Pedro. Esta institución se encontraba subordinada al Real Jardín Botánico de México y al de Madrid y su botica daba servicio al público, sobre todo a los menesterosos. El botica-rio de la Cal una vez ambientado en el medio científico local, junto con otros estudiosos de la botánica como José Ignacio Rodríguez Alconedo, proyectó el establecimiento de un Jardín Botánico Poblano, para que fuera una escue-la-jardín, cuyo establecimiento requería de un terreno; por ello, planearon la adquisición de una huerta ubicada a la espalda del convento de las “seño-ras religiosas dominicas recoletas” de Santa Rosa3. Este establecimiento tenía como uno de sus propósitos proporcionar los mayores adelantos científicos de la época y beneficiar al público con ello, a su vez que ayudaría a instituciona-lizar la enseñanza de la farmacéutica en Puebla.

Desde que llegó a la ciudad de Puebla, Antonio de la Cal y Bracho debió contribuir a enfrentar las epidemias que la asolaron, como la de viruela en 1797 y 1798, la de la fiebre amarilla en 1813 y la de cólera morbus en 1833.

En 1813 se creó una Junta de Sanidad en la ciudad, que entre sus activida-des se encontraban las de revisar y habilitar los títulos de facultativos de los tres principales ramos de la salud: Medicina, Cirugía y Farmacia; así como la visita de boticas. Una de las funciones que de la Cal desempeñó fue la fisca-lización de las recetas que los boticarios presentaban para su pago a la Junta de Sanidad. Para 1824, participo en actividades desarrolladas por la Academia

Domenech, Flon y Furlong s.s.XVIII-XIX, H. Ayuntamiento de Puebla, Puebla, 1994, 230 pp. 3 Calle del Jardín Botánico, actualmente 3 norte 1400.

2 La imagen que se presenta es un detalle de la pintura Puebla de los Ilustrados, obra de Miguel Jerónimo Zendejas elaborada en 1797, en la que plasma una apología de las ciencias y las artes; entre los persona-jes retratados está Antonio de la Cal y Bracho (personaje de la derecha). Esta obra estuvo ubicada en la botica de San Nicolás Tolentino, su Cofradía se encontraba establecida en el convento de San Agustín, de la ciudad de Puebla. Fue desprendida de su lugar original en 1922, de ahí se trasladó al Museo Nacional de Historia, después la llevaron al Museo Regional de Chiapas; posteriormente fue depositada una copia en el Museo Regional de Antropología e Historia de Puebla, Centro Regional INAH Puebla. Publicado en SANCHEZ FLORES, Ramón. Puebla de los Ilustrados, urbanismo, ecología y libertad en los proyectos de

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50 GALERÍA DE PERSONAJES

Médico Quirúrgica del Estado de la Puebla de los Ángeles, el objeto de su creación fue promover los adelantos de la medicina y la cirugía. De la Cal co-laboró en el plan de estudios de la enseñanza de la Farmacia en la Academia, y también se desempeñó como catedrático de la misma.

Una acción que impulsó desde el seno de la Junta de Sanidad y que más adelante trasladaría como práctica cotidiana a la Academia Médico Quirúr-gica, fue la realización de conferencias y registros sistemáticos en torno a temas relacionados con la salud. El resultado de sus amplios conocimientos en la materia de la Botánica y la Farmacia lo llevó a desarrollar el trabajo de investigación y publicación en el año de 1832, de un texto que llamó MATERIA MÉDICA MEXICANA; en donde plasmó información sobre las propiedades medicinales de plantas que se utilizaban de manera local para tratar enfer-medades, obra que puede ser considerada como una síntesis de la tradición boticaria en Puebla.

El insigne Antonio de la Cal y Bracho murió en la ciudad de Puebla a los sesenta y siete años; siendo una de las víctimas de la epidemia del cólera mor-bus, del funesto año de 1833.

Recreación de la botica del antiguo Hospital de San Pedro. Imagen

tomada de la página http://radiobuap.com/2018/06/conoce-el-

museo-san-pedro-del-arte/

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