meditación neuro hipnótica
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8/16/2019 Meditación Neuro Hipnótica
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Meditación Neuro Hipnótica:
Ahí, cómodamente, donde estás, cierra suavemente tus ojos, y empieza a respirar
tranquilamente. Toma una, dos o quizá tres respiraciones profundas, mientras
permites que tu cuerpo empiece a relajarse aun más. Eso es, Carmen, muy bien. Concada inhalación y exhalación, sientes el peso de tu cuerpo, escuchas mi voz, y te
relajas profundamente. Cada vez más profundamente. Al inhalar, percibe cómo entra
el oxígeno en tu cuerpo, y al exhalar, percibe cómo salen de ti tus temores y
preocupaciones.
Muy bien, Carmen, ahora percibe cómo desde la parte alta de tu cabeza empieza a
bajar la relajación por todo tu cuerpo. Siente cómo todos tus músculos se relajan por
completo.
Percibe cómo empiezas a relajar los músculos de la frente y la cara… los ojos… las
mejillas y la mandíbula… los músculos de tu boca y la lengua. Inhala profundamente
y permite que al exhalar se relaje tu cuello y tus hombros, percibe los efectos de la
gravedad que jalan tu cuerpo hacia abajo, percibes tu peso, escuchas mi voz y te vas
enfocando cada vez más en esta tranquilidad y relajación que estás experimentando,
ahora, permite que se relajen tus brazos, antebrazos, muñecas, relaja tus manos y los
dedos de tus manos, eso es.
Y con otra inhalación, permite que entre el oxígeno a tus pulmones y al exhalar relaja
tu pecho, tu abdomen, tu espalda, la cintura. Deja que los músculos de tu vientre se
relajen por completo, para que tu respiración siga siendo agradable, profunda,
regular. Relaja tus ingles, tus piernas, tus muslos, rodillas, pantorrillas, tobillos, pies,
cada vez más y más tranquilo, cada vez más y más relajado, eso es.
Dentro de un momento, Carmen, voy a contar hacia atrás, de diez a uno. Con cada
número, te sentirás más y más sereno y tranquilo, y tu relajación será más y más
profunda. Cuando llegue a uno, te encontrarás en un estado muy profundo, tu mente
se habrá liberado de los límites normales del espacio y el tiempo. Puedes tener total
acceso a todos tus recursos internos.
Diez…, nueve…, ocho…, vas más y más profundo con cada número que retrocedo…,
siete…, seis…, cinco…, hondo, más hondo, más hondo…, cuatro…, tres…, tan profundo,
tan apacible, tan relajado y calmado…, dos…, ya casi llegas…, uno…, muy bien.
Estás profundamente relajado. Porque en un momento más, le voy a pedir a tu mente
inconsciente, que se encargue de realizar los ajustes convenientes y necesarios, para
profundizar este estado que ya has alcanzado.
Y mientras esto sucede, tu mente inconsciente puede expandir tus sentidos, expandir
tu percepción, para que veas más, para que observes más, para que escuches mucho
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más, para que sientas más, para que percibas los aromas y los sabores con mucho
más detalle.
Y toda esta información que percibirás, Carmen, a través de tus sentidos, se
convertirá en información valiosa, útil, que te permitirá entender mejor tu entorno,
comprenderte mejor a ti mismo, aprender más fácil. Porque entre más ves, oyes,
sientes, hueles y saboreas, más aprendes.
Gradualmente vas entrando a un estado cada vez más profundo, donde eres más
perceptivo, más tranquilo, con mucha paz mental, y tus sentidos incrementan tu
capacidad de percibir. Ahora, entre más profundo vas entrando, más puedes darte
cuenta de la calma que experimentas.
Ahora, Carmen, vamos a realizar un ejercicio para que aprendas a conectarte con el
Universo Infinito, para que te conectes con la información que está flotando dentro
del campo magnético de la tierra, el cual opera como un disco duro de computadora
que almacena toda la información, de todos los pensamientos, de todas las personas
que han vivido en este gran planeta.
Imagina que desde un punto cerca del ombligo, entre el ombligo y la columna
vertebral, empieza a crecer una esfera de luz blanca. Una esfera que cada vez es más
brillante y más grande. Una esfera que conforme aumenta su brillo y densidad, lanza
dos rayos de luz, uno para abajo hacia el centro de la tierra, como raíces que entran
en la tierra, y otro rayo de luz que sale para arriba, por la coronilla de tu cabeza, hasta
el universo.
Y puedes ver cómo el rayo de luz que va al centro de la tierra, a su vez, absorbe
energía de la tierra para aumentar el tamaño, el brillo y la densidad de la esfera,
dándole más poder.
Y ahora, imagina una antena en forma de disco, que sale por la coronilla de tu
cabeza, y empieza a extenderse y ajustarse en la dirección correcta. Entre más
tranquilo te sientes, más fácil te resulta empezar a percibir información, que no sabes
cómo la estás recibiendo, pero que la estás recibiendo fuerte y claro.
Y mientras estás aquí escuchando, Carmen, voy a hablarte, y cuanto más me
escuches, menos comprenderás con tu mente consciente, y más comprenderás con
tu mente inconsciente, porque es a ella a quien estoy hablando.
Y tu mente inconsciente puede seleccionar todo lo que ha ocurrido aquí de forma que
sólo te haga saber las porciones de lo ocurrido que considere útil que sepas, porquepuede ser tan delicioso encontrarte utilizando nuevas opciones, sin saber de dónde
proceden. Y puedes recordar olvidar recordar cualquier material que sea mejor dejar
a nivel inconsciente.
Nuevamente pon tu atención en esa esfera de energía que conforme aumenta su
brillo y densidad, empieza a caer alrededor de ti como una fuente de luz, formando
una especie de cúpula o escudo a tu alrededor.
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Observa la cúpula, siéntela, hasta puedes llegar a escuchar un zumbido muy bajito de
tu escudo. Aumenta la brillantez del escudo y hazlo cada vez más denso,
impenetrable. Y por la parte de afuera hazlo de tal forma que sea como los espejos
que reflejan todo lo malo que no conviene que entre, regresando su reflejo a su lugar
de origen.
Y mientras estás ahí, protegido en esa esfera de energía radiante, escuchas cómo tu
propia voz, Carmen, resuena en esa esfera, diciéndote:
Me visualizo teniendo éxito en cualquier cosa que elijo; me concentro primero en las
cosas que son más importantes; cada día hago algo para acercarme a mis metas
principales; me programo para utilizar mejor mi tiempo; todas las cosas buenas
vienen a mí fácilmente y las merezco; me valoro en todo lo que hago; me perdono y
me concentro en lo bueno que hay en mí; me siento agradecido por todas las
bendiciones que recibo; me acepto y amo por lo que soy ahora; me comprometo a
desarrollar al máximo mi potencial; elijo estar vivo y crecer; abandono mis antiguas
formas de conducta negativa; soy libre; ejerzo un control apropiado sobre mis
pensamientos, emociones y comportamientos; vivo totalmente en el presente; estoy
descubriendo cosas nuevas sobre mí constantemente; siempre estoy aprendiendo y
explorando mis capacidades; siempre puedo elegir.
Y ahora, Carmen, quiero hablarte de un joven pulpo que vivía en unas aguas cálidas,
claras y poco profundas muy cerca de una playa de arena. Disfrutaba de una
existencia libre de preocupaciones. Nadaba sobre los arrecifes rodeado de peces de
colores, dejándose llevar por el suave oleaje. Pero había algo que caracterizaba a
este pulpo. Le gustaba agarrarse a todo cuanto le rodeaba. En ocasiones, para
divertirse, envolvía con sus tentáculos a algún pez y se dejaba arrastrar. Otras veces
se agarraba a alguna roca para sentirse cómodo y seguro.
A medida que el pulpo fue creciendo se fue aventurando a ir cada vez máss lejos,
explorando aguas cada vez más profundas. Cierto día, mientras estaba nadando algo
indeciso por estos nuevos territorios, se encontró con un raro e inusual objeto. El
casco de un gran barco proyectaba su sombra sobre las aguas. Colgando de la proa
había una enorme e imponente ancla, a la cual el pequeño pulpo se aferró,
extendiendo sus tentáculos, buscando una cierta sensación de seguridad.
Inmediatamente después de agarrarse al ancla, ésta empezó a sumergirse,
hundiéndose hasta llegar a unas frías y oscuras aguas. El pulpo notaba cómo la
presión del agua lo aplastaba con tanta intensidad que temía reventar. Dudaba entre
continuar agarrado o soltarse. Aunque el ancla le parecía segura y resistente, eldescenso a esas oscuras profundidades y la presión que ejercía el océano le
resultaban sumamente intimidatorios.
El pulpo tenía miedo de abandonar la seguridad que el ancla le ofrecía en esa
sucesión de acontecimientos inesperados. Pero, por otra parte, le aterraba la
profundidad que estaba alcanzando. Por fin el ancla golpeó contra el fondo marino. El
pequeño pulpo se agarró con más fuerza, dudando sin embargo de la conveniencia
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de seguir agarrado a ese objeto que lo había arrastrado a esas profundidades tan
hostiles. En cierto modo, era como una falsa seguridad. Pese a todo, en medio de
esas oscuras y negras aguas, el pulpo se mostraba muy renuente a soltarse.
Temeroso, asustado e indeciso, el pequeño pulpo se tranquilizó cuando un pez
emergió de las oscuridades, aunque albergara una cierta desconfianza. El pulpo lo
llamó pidiéndole ayuda. El pez al oírlo le dijo: "Lo siento, no puedo ayudarte, perodetrás de mí viene un pez mayor, Es posible que él pueda ofrecerte la ayuda que
necesitas".
No pasó mucho tiempo hasta que apareció ese otro pez, moviéndose de forma lenta
y pausada. Su mirada parecía amable y caritativa. "Yo puedo ayudarte", dijo el pez en
respuesta a su petición de ayuda, "pero primero has de hacer algo para facilitar las
cosas. Tienes que soltar el ancla a la que estás agarrado. Una vez hecho eso, podré
mostrarte una forma de salir de aquí".
Desconozco cómo el pequeño pulpo soltó el ancla. No sé si lo hizo de forma gradual y
lenta, desprendiendo sus tentáculos de uno en uno, o bien si estaba ansioso por
soltarse con rapidez. Es posible que continuara sujeto por uno o dos tentáculos y que
antes de arriesgarse por completo optara por sentir la libertad en algunas de sus
extremidades. Tal vez necesitara prolongar por unos instantes la situación antes de
hacer acopio del coraje necesario que requería la situación.
El amable pez se quedó a la espera, animando y felicitando al pulpo por cada avance
que efectuaba. A continuación, cuando el pequeño pulpo se hubo soltado del todo, el
pez le dijo: "¡Sígueme!".
El pez empezó a nadar hacia arriba y hacia abajo, recorriendo de forma progresiva el
camino en dirección a la superficie.El ascenso no era tan rápido y directo como el
pulpo había previsto, pero el pez parecía saber lo que estaba haciendo, conocedor delos problemas que podía conllevar subir demasiado aprisa. Estaba dando al pulpo
unas pautas que le servirían si alguna vez se volvía a encontrar en aquellas
profundidades. El pulpo comenzó a sentirse más fuerte y capaz. El entorno extraño
dejó de asustarlo. De hecho, el viaje empezó a convertirse en una auténtica aventura.
A medida que continuaban ascendiendo las aguas se hacían más cálidas y
luminosas. El pequeño pulpo se sentía radiante y feliz. La opresión y la desesperación
de verse sumido en aquellas hostiles profundidades se desvanecieron, y el pulpo
experimentó la alegría de recuperar la libertad. Se colocó junto al pez y durante unos
instantes nadaron el uno al lado del otro. El pulpo ya no necesitaba seguir al pez. En
algunos momentos tomaba la delantera y era quien escogía el camino a seguir. Nopasó mucho tiempo cuando el pez dirigiéndose a él le dijo: "A partir de aquí ya
puedes continuar solo. Ya no necesitas que siga acompañándote. Ya has conocido el
camino de regreso al lugar donde querías ir".
El pequeño pulpo le dio las gracias y nadó en dirección hacia arriba. Había aprendido
mucho de los amables consejos del pez. Las aguas se hicieron cada vez más cálidas y
transparentes. La luz brillaba en la superficie y se reflejaba en el mar, destacando los
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tonos amarillos, rojos y azules de los minúsculos peces que se introducían como
flechas en los esculpidos arrecifes de coral.
Algo había cambiado: no se trataba únicamente de la sucesión de eventos acaecidos,
sino de los sentimientos interiores del pulpo. Se sentía diferente. Salió a la superficie,
llegó hasta la playa y se estiró sobre la arena. Durante unos instantes se recreó sobre
la cálida arena, disfrutando del soporífero sol proyectándose en su cuerpo,escuchando los sonidos de las aves marinas que sobrevolaban el lugar y del suave
soplido del viento que mecía las palmeras. Era placentero permanecer allí durante un
rato para recuperarse.
El momento de descanso fue también tiempo de consolidación y validación de lo
aprendido. Aquel rato de disfrute con la bonanza del día permitió al pulpo reflexionar
sobre todo lo que había sucedido, asimilando las enseñanzas e interiorizando el
mensaje de la experiencia vivida. La imagen pasada de sí mismo, necesitado de
aferrarse a todo, le parecía un sueño remoto, una imagen difusa en las profundidades
del océano. Con una sensación de renovada fortaleza, el pulpo empezó a pensar que
era momento de continuar su camino.
Se sentía descansado, cómodo y con confianza en sí mismo. Apoyándose sobre sus
tentáculos se puso en pie. Estudió la playa y los acantilados que aparecían al fondo y
que se levantaban de forma abrupta apuntando hacia el cielo. Tras recorrer la playa
de arena, el pulpo se aventuró por los acantilados. Empezó a escalar por las rocas
utilizando sus tentáculos de forma prudente y cuidadosa. El camino no siempre era
fácil, pero al pulpo le estimulaba el reto de lo desconocido. En ocasiones se
encontraba realmente en apuros, pero ni una sola vez dejó de tener claro cuál era su
objetivo. Escaló hasta lo más alto y tuvo la recompensa de sentir que había
culminado con éxito la misión.
En lo alto del acantilado soplaba una fría y refrescante brisa proveniente del océano.El pulpo extendió sus tentáculos como si de alas se trataran y empezó a levantarse
por los aires como si lo hubiera hecho toda la vida. Como un águila planeó por el
cielo, dejándose arrastrar por la suave brisa, deslizándose por las corrientes de aire y
experimentando el goce de volar sobre nuevas alturas.
Mirando hacia abajo, el pulpo observó las olas del mar, desde donde él había viajado.
Dirigiendo su mirada hacia arriba vio ante él un cielo claro y azul, con una amplitud
que parecía dar sentido a sus expectativas y que le brindaba nuevos retos. Por fin el
pulpo había aprendido que era capaz de volar libre, de olvidarse del pasado, de
disfrutar la experiencia del momento presente y de anticipar las alegrías que le
esperaban en un futuro venidero.
Y ahora, dentro de un momento, Carmen, voy a contar de uno a diez. Cuando llegue a
diez, puedes abrir los ojos y estarás completamente despierto y alerta. Habrás
regresado a tu estado normal de conciencia. Te sentirás muy bien. Todas las
sensaciones podrán volver a ser completamente normales. Tendrás pleno control de
todas tus funciones físicas y psicológicas, sintiéndote estupendamente, relajado y
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descansado. Cada vez que hagas este ejercicio, entrarás en un trance hipnótico más y
más profundamente.
Uno…, empiezas a tomar conciencia de los dedos de tus pies, dos…, de los dedos de
tus manos, tres…, haces una respiración profunda, cuatro…, empiezas a percibir
cómo regresas suavemente, a tu estado de conciencia habitual, cinco…, más y más
despierto, seis…, cada vez más despierto y alerta, siete…, percibiendo tu cuerpocompleto, ocho…, escuchando mi voz, nueve…, y la música que te regresan
suavemente a este tiempo y a este espacio, diez. Colocas tus manos sobre tu ombligo
durante unos momentos, eso es, Carmen, integrando toda la información, y
gradualmente bajas tus manos a los lados para finalmente abrir tus ojos,
completamente despierto y alerta, sintiéndote muy bien.