libertady liberación. puntos de contacto y de fricción en

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Libertad y liberación. Puntos de contacto y de fricción en el primer y tercer mundo* Leonardo BofT. Instituto Teológico Franciscano. Petrópolis, Brasil. El tema es muy complejo. Exige de cualquier expositor la capacidad de ana- lizar un ingente cúmulo de datos y. al mismo tiempo, la capacidad de sintetizar- los. De esla síntesis deben surgir las principales directrices históricas que sean sig- nificativas para el tema propuesto. Quisiera dejar en claro desde el principio que la interprelación que voy a ofre- cer está condicionada por mi propio lugar social latinoamericano y por mi propia práctica personal histórica, común a tantos intelectuales de mi generación que se han solidarizado con la causa de los pobres, que reconocen -amtra todas las di- famaciones- el derecho y la dignidad de las luchas de los marginados, la rele- vancia ética de sus ideales, y que apoyan la esperanza histórica-política, de la que son ponadores, en favor de una sociedad distinla, de corte democrático y social, con su correspondiente expresión religiosa y eclesial. Desde esta opción previa voy a procurar -<omo en una lectura de ciego- poner de relieve los momentos más sobresalientes de la práctica y del pensamiento liberador de América Latina, y -<1esde América Latina- de aque- llas tradiciones europeas que se inscriben en el marco de la liberación o que han innuido en el despenar a la liberación. Somos muy conscientes de que leer es siempre releer, de que entender es siempre interpretar. Por ello -inexorablemen- te- cualquier punto de vista supone ver desde un punto. Ese punto es limiJado, pero legítimo; y, en cuanto permite ver, es también objetivo. Mi punto de vista intenta ser el de los oprimidos, porque son ellos los que saben cuánto hace sufrir la opresión y cuán benéfica es la liberación. ... Conferencia dictada en la Universidad de Münsler, Alemania, el 28 de de 1987. en el enCUellUO sobre n Alemania y América Latina en diálogo." Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

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Libertad y liberación. Puntos de contacto y de fricción en el primer y tercer mundo*

Leonardo BofT. Instituto Teológico Franciscano. Petrópolis, Brasil.

El tema es muy complejo. Exige de cualquier expositor la capacidad de ana­lizar un ingente cúmulo de datos y. al mismo tiempo, la capacidad de sintetizar­los. De esla síntesis deben surgir las principales directrices históricas que sean sig­nificativas para el tema propuesto.

Quisiera dejar en claro desde el principio que la interprelación que voy a ofre­cer está condicionada por mi propio lugar social latinoamericano y por mi propia práctica personal histórica, común a tantos intelectuales de mi generación que se han solidarizado con la causa de los pobres, que reconocen -amtra todas las di­famaciones- el derecho y la dignidad de las luchas de los marginados, la rele­vancia ética de sus ideales, y que apoyan la esperanza histórica-política, de la que son ponadores, en favor de una sociedad distinla, de corte democrático y social, con su correspondiente expresión religiosa y eclesial.

Desde esta opción previa voy a procurar -<omo en una lectura de ciego­poner de relieve los momentos más sobresalientes de la práctica y del pensamiento liberador de América Latina, y -<1esde América Latina- de aque­llas tradiciones europeas que se inscriben en el marco de la liberación o que han innuido en el despenar a la liberación. Somos muy conscientes de que leer es siempre releer, de que entender es siempre interpretar. Por ello -inexorablemen­te- cualquier punto de vista supone ver desde un punto. Ese punto es limiJado, pero legítimo; y, en cuanto permite ver, es también objetivo. Mi punto de vista intenta ser el de los oprimidos, porque son ellos los que saben cuánto hace sufrir la opresión y cuán benéfica es la liberación.

... Conferencia dictada en la Universidad de Münsler, Alemania, el 28 de scptiemb~ de 1987. en el enCUellUO sobre n Alemania y América Latina en diálogo."

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

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188 REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGlA

Somos conscientes Iambién de que no existe sólo una América Latina ni sólo una Europa. Como en un rel arqueológico, existen muchas capas en América La­tina y en Europa, coexisten sincrónicamente muchos modos de producción, con contradicciones, superposiciones y yuxtaposiciones que no son siempre fáciles de ser analizadas desde una determinada totalidad dominante.1 A causa de esta difi­cultad objetiva, nuestra contribución posee claramente un carácter hipotético.

También queremos evitar una lectura idealista de las tradiciones europeas de la libertad y del pensamiento liberador latino-americano, como si, por sí mismas, las ideas moviesen el mundo. Por eso, en el análisis de cada proceso de cambio, mencionaremos su sujeto histórico correspondiente. El es el que se conslituye en sujeto de las transformaciones y el que, de forma vital, da cuerpo a las ideas y hace la síntesis entre teoría y práctica.2

l. Práctica y teoría liberadora en América Latina Vamos a comenzar por los procesos de liberación latinoamericanos. Por razo­

nes pedagógicas de exposición, distinguiremos cuatro fases, pues queremos subra­yar cualrO sujetos históricos distintos.

1.1. La Amerindia pre-colombina

La Amerindia no fue descubierta por los espailoles en 1492. Ya exisúa desde hacIa cerca de 30.000 ailos. Sus habitantes vinieron, por el norte, a través del es­trecho de Behring; por el sur, a través de la Anlártica; y por el Pacífico, a través de las islas. Se fueron configurando diversas formaciones económico-sociales, des­de microemias y tribus familiares, hasta verdaderos imperios, centros de poder con sus metrópolis y con poblaciones de millones de habitantes, estratificadas en clases y sofisticados cuerpos profesionales.3 Con los aztecas, los mayas y los in­cas, entre OIrOS, estas culturas alcanzaron un avanzado estadio de desarrollo social. Consiguieron el cultivo de plantas que llegaron a formar pane de la dieta alimenti­cia de todo el mundo: el maíz, la mandioca, la papa pequeBa, la papa dulce, el ma­ní, la pimienta y una amplia variedad de frijoles; consiguieron Iambién el procesa­miento del tabaco y el almidón.

No debemos idealizar las culturas pre-eolombinas, pues a pesar de sus avances en las comunicaciones, en los procesos de urbanización, en las matemáticas y la astronomía -utilizando el cero por lo menos mil aBos antes que los indostanes, quienes se lo transmitieron a los árabes- LCnían muchas contradicciones inter­nas; en los imperios azteca e inca existía una férrea dominación de clase, la escla­vitud y los sacrificios humanos. Sin embargo, eran culturas auIárquicas y llega­ron a crear civilizaciones originales.

La invasión ibérica de América, el genocidio al que fueron sometidos los in­dios,la contaminación de las enfermedades de los blancos, como la viruela, el sa­rampión, la gripe Y la sífilis, produjeron la mayor hecatombe biológica de la que se tiene noticia en la historia. Mientras LUlero hacía su reforma y el concilio de

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

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Somos conscientes también de que no exisle s610 una América Latina ni s610 una Europa. Como en un (el arqueológico, existen muchas capas en América La­tina y en Europa, coexisten sincrónicamente muchos modos de producción, con contradicciones, superposiciones y yuxtaposiciones que no son siempre fáciles de ser analizadas desde una determinada totalidad dominanle.\ A causa de esta difi­cultad objetiva, nuestra contribución posee claramente un carácler hipotético.

También queremos evit.ar una lectura idealista de las tradiciones europeas de la libertad y del pensamiento liberador latino-americano, como si, por sí mismas, las ideas moviesen el mundo. Por eso, en el análisis de cada proceso de cambio, mencionaremos su sujeto histórico correspondiente. El es el que se constituye en sujeto de las transformaciones y el que, de forma vital, da cuerpo a las ideas y hace la síntesis entre teoría y práctica.2

l. Práctica y teoría liberadora en América Latina

Vamos a comenzar por los procesos de liberación latinoamericanos. Por razo­nes pedagógicas de exposición, distinguiremos cuatro fases, pues queremos subra­yar cuatro sujetos históricos distintos.

1.1. La Amerindia pre-colombin8

La Amerindia no fue descubierta por los espafloles en 1492. Ya exisúa desde hada cerca de 30.000 afias. Sus habitantes vinieron, por el norte, a través del es­trecho de Behring; por el sur, a través de la Anuirtica; y por el Pacífico, a través de las islas. Se fueron configurandO diversas formaciones económico-sociales, des­de microetnias y tribus familiares, hasta verdaderos imperios, centros de poder con sus metrópolis y con poblaciones de millones de habitantes, estratificadas en clases y sofisticados cuerpos profesionales.3 Con los aztecas, los mayas y los in­cas, entre otros, estas culturas alcanzaron un avanzado estadio de desarrollo social. Consiguieron el cultivo de plantas que llegaron a formar pane de la dieta alimenti­cia de todo el mundo: el maíz, la mandioca, la papa pequeila, la papa dulce, el ma­ní, la pimienta y una amplia variedad de frijoles; consiguieron también el procesa­miento del tabaco y el almidón.

No debemos idealizar las culturas pre-colombinas, pues a pesar de sus avances en las comunicaciones, en los procesos de urbanización, en las matemáticas y la astronomía -utilizando el cero por lo menos mil aflos antes que los indostanes, quienes se lo transmitieron a los árabes- tenían muchas contradicciones inter­nas; en los imperios azteca e inca existía una férrea dominación de clase, la escla­vitud y los sacrificios humanos. Sin embargo, eran culturas autárquicas y llega­ron a crear civilizaciones originales.

La invasión ibérica de América, el genocidio al que fueron sometidos los in­dios,la conta.minaciÓn de las enfermedades de los blancos. como la viruela, el sa­rampión, la gripe Y la sífilis, produjeron la mayor hecatombe biológica de la que se tiene noticia en la historia. Mientras Lutero hacía su reforma y el concilio de

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Tremo organizaba su contra-refonna (1545-1563), los españoles diezmaron bár­baramente las grandes culturas meso-americanas. En 50 años la población quedó reducida a una novena pane. En 1532 había en México aproximadamente 17 mi­llones de indígenas. Cincuenta a~os más tarde, en 1580, sólo quedaban dos millo­nes de habitantes.4 y en las aulas del concilio de TrenlO no se escuchó ninguna voz de protesta.

Ese proceso continúa todavía hasta el día de hoy. En Brasil, los indios kayapó vivían en 1903 en las márgenes del río Araguaia. Según los datos de los padres dominicos que trabajaban con ellos eran entonces de seis a ocho mil. En 1918 eran unos 500. En 1929, sólo 27. En 1958 sólo había una única mujer sobrevi­viente.s Ahora es una tribu totalmente extinguida. El profeta y obispo Bartolomé de las Casas, poseído de una sagrada ira, proclama después de descubir la destruc­ción de las Indias: "Las gentes naturales ... tienen el derecho adquirido de hacernos una guerra justísima y de eliminarnos de la faz de la tierra, y este derecho les asis­tirá hasta el día del juicio final. "6

Comprendemos, por ello -y nos adherimos a ello-, que los historiadores in­dígenas no acepten la expresión "descubrimiento" y "conquista" de América La­tina. Prefieren usar la expresión "invasión colonizadora"7 que sometió los cuerpos violentameme y avasalló las almas. B Cuando hablarnos de conquista, se acepta un hecho consumado; cuando hablamos de invasión se hace una denuncia y se ex­presa una lucha continua de liberación. Desde ahí debemos entender que, en julio de 1986, representantes de 15 naciones indígenas, en carta enviada a la ONU, re­chazaran la celebración del quimo centenario del "descubrimiento" y de la primera "evangelización" de Amerindia.9 ¿Cómo se puede celebrar lo que en verdad signifi­có usurpación, desintegración cultural, dominación ideológica y muerte?

Lo que se hace necesario es más bien un jubileo penitencial y de radical revi­sión de las estrat~gias culturales y evangelizadoras en una línea de liberación y de defensa y promoción de la vida indígena. El impacto y los engaHos han trauma­tizado a las culturas amerindias hasta el día de hoy. Despreciadas, domesticadas, sojuzgadas, representan hoy el bloque histórico de los oprimidos que están desper­tando de la iniquidad a que se les sometió y a la urgencia de la liberación, es de­cir, la recuperación de la libenad cautiva.

1.2 La invasión generadora de dependencia y opresión En 1492, Cristóbal Colón invadió América Latina arribando al Caribe. Puso

nombre a la tierra que vio a lo lejos en un gesto bíblico de quien se considera due~o de ella: la llamó San Salvador. En su diario de abordo muestra inmedia­tamente su preocupación por el oro: 77 veces habla de oro en el relato. Lleva con­sigo algunos indígenas para mostrarlos en EspaHa. Esta invasión va a trasladar el centro geopolítico del Mediterráneo al Atlántico Norte, lo cual perdura hasta el día de hoy. De la América Latina sometida comienza a llegar a Europa, solamente en el siglo XVI. diez veces más plata y cinco veces más oro que antes. 10 Se gesta aquí la acumulación del capital. necesaria para mantener el capitalismo industrial

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Trento organizaba su contra-refonna (1545-1563), los españoles diezmaron bár­baramente las grandes culLuras meso-americanas. En 50 años la población quedó reducida a una novena parte. En 1532 había en México aproximadamente 17 mi­llones de indígenas. Cincuenta ai'los más tarde, en 1580, s610 quedaban dos millo­nes de habilantes.4 Y en las aulas del concilio de Trento no se escuchó ninguna voz de protesta.

Ese proceso continúa todavía hasta el día de hoy. En Brasil, los indios kayapó vivían en 1903 en las márgenes del río Araguaia. Según los datos de los padres dominicos que trabajaban con ellos eran entonces de seis a ocho mil. En 1918 eran unos SOO. En 1929, s6lo 27. En 1958 sólo había una única mujer sobrevi­viente.S Ahora es una tribu totalmente extinguida. El profela y obispo Bartolomé de las Casas, poseído de una sagrada ira, proclama después de descubir la destruc­ción de las Indias: "Las gentes naLurales ... tienen el derecho adquirido de hacernos una guerrajustísima y de eliminarnos de la faz de la tierra. y este derecho les asis­tirá hasta el día del juicio final."6

Comprendemos, por ello -y nos adherimos a ello-, que los historiadores in­dígenas no acepten la expresión "descubrimiemo" y "conquista" de América La­tina. Prefieren usar la expresión "invasión colonizadora"? que sometió los cuerpos violentamente y avasalló las almas.8 Cuando hablamos de conquista, se acepta un hecho consumado; cuando hablamos de invasión se hace una denuncia y se ex­presa una lucha continua de liberación. Desde ahí debemos entender que, en julio de 1986, representantes de IS naciones indígenas, en carta enviada a la ONU, re­chazaran la celebración del quimo centenario del "descubrimiento" y de la primclil "evangelización" de Amerindia.9 ¿Cómo se puede celebrar lo que en verdad signifi­có usurpación, desintegración cultural, dominación ideológica y muerte?

Lo que se hace necesario es más bien un jubileo penitencial y de radical revi­sión de las estrategias culturales y evangelizadoras en una línea de liberaciÓn y de defensa y promoción de la vida indígena. El impacto y los engaftos han trauma­tizado a las culturas amerindias hasta el día de hoy. Despreciadas, domesticadas, sojuzgadas, representan hoy el bloque histórico de los oprimidos que están desper­tando de la iniquidad a que se les sometió y a la urgencia de la liberación, es de­cir, la recuperación de la libertad cautiva.

1.2 La invasión generadora de dependencia y opresión

En 1492, Cristóbal Col6n invadió América Latina arribando al Caribe. Puso nombre a la tierra que vio a lo lejos en un gesto bíblico de quien se considera duei'lo de ella: la llamó San Salvador. En su diario de abordo muestra inmedia­tamente su preocupación por el oro: 77 veces habla de oro en el relato. Lleva con­sigo algunos indígenas para mostrarlos en Espai'la. Esta invasión va a trasladar el centro geopolítico del Mediterráneo al Atlántico Norte, lo cual perdura hasta el día de hoy. De la América Latina sometida comienza a llegar a Europa, solamente en el siglo XVI, diez veces más plata y cinco veces más oro que antes. 10 Se gesta aquí la acumulación del capital, necesaria para mantener el capitalismo industrial

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de Inglatena y Holanda.

Estos invasores irrumpieron en Amerindi. para colonizar, es decir, par. some· ter. todos sus pueblos a la primera civilización agrariomercantil a nivel mundial de la que da testimonio la historia. Como dice André Gunder Frank, las "enco· miendas" y las "capitanías," creadas por la invasión, "pusieron a toda América en una situación de creciente subordinación y de dependencia colonial y neocolonial en relación al sistema mundial único del capitalismo comercial en expansión."1I Lo especifico de América Latina consiste en que, desde el principio, fue incorpo­rada al sistema capitalista mercantil, en forma dependiente y asociada a las metró­polis coloniales. La economía fue concebida para la exportación, estaba basada en el sistema esclavista del trabajo, al principio indígena y, tras el debilitamiento too tal de éstos, de los negros traídos de Africa,12 El esclavo negro no sólo sustituyó al indígena, sino que fue convertido tambi6n en mercancía, pues era comprado; y sobre esa mercancía recaían impuestos y tasas que eran acumuladas por las metró' polis coloniales. Dice el antropólogo Darcy Riberio con acieno: "Las poblacio­nes esclavas se desgastan en el proceso productivo del mismo modo como, más tarde, se gastará el carbón o el petróleo, porque constituían el combustible de un. economía basada principalmente en la energía muscular humana."\3 En la fonnacióo social latinoamericana se da, pues, una conjunción contradictoria de las relaciones de producción. Predomina el capitalismo mercantil colonial, pero den­tro de él y sometidos a él aparecen otros modos de producción, trabajos forzados, elementos feudales y tribales, como reminiscencias de formas de producción de varias razas indígenas. Sin embargo, en todo ello está presente el carácter de ex· plotación que, a su vez, encierra en sí mismo a lo que lo contradice: el anhelo de liberación.

El profeta y defensor de los indígenas, Bartolomé de las Casas,l4 inluyó perfec­tamente las dos estrategias de dominación de los invasores con respeclO a las po­blaciones autóctonas: "una, dominar a través de guerras injustas, crueles, sangrien­tas y tiránicas;" otra, después de haber matado a lodos los que se resislían y sus­piraban por la Iibenad, oprimir "con la más dura, horrible y áspera servidumbre, en la que puedan ser puestos jamás hombres o bestias."IS Es decir, primero Ile· vando la guerra; después la dominación. ¿Y por qué tanta violencia? Bartolomé de las Casas da una respuesta y, con ello, desenmascara cuál es el proyeclo de fondo que moviliza toda la invasión colonizadora: sólo para que los cristianos realicen "su fm último, que es el oro, y para hincharse de riqueza en pocos días, y, ade­más, para aJzarse a puestos muy elevados."16

El sujeto histórico de la colonización son los españoles y ponugueses como sus agentes. Los misioneros desempenan una función ambigua: a través de la mi­sión espanolizan y portuguesizan a los indígenas y así los preparan para el sis­tema de dominación; 17 por otro lado, se oponen a formas crueles de sometimienlo y muchos se convienen en defensores de los indios:1 8 es su función de resislencia y de liberación.

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

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de Inglaterra y Holanda.

Estos invasores irrumpieron en Amerindia para colonizar, es decir, para some­ter a todos sus pueblos a la primera civilización agrariomercanúl a nivel mundial de la que da teslimonio la historia. Como dice André Gunder Frank, las "enco­miendas" y las "capitanías," creadas por la invasión, "pusieron a toda América en una situación de creciente subordinación y de dependencia colonial y neocolonial en relación al sistema mundial único del capitalismo comercial en expansión."1I Lo específico de América Latina consiste en que, desde el principio, fue incorpo­rada al sistema capitalista mercantil, en forma dependiente y asociada a las metró­polis coloniales. La economía fue concebida para la exportación, eSlaba basada en el sistema esclavista del trabajo, al principio indígena y, tras el debililamiemo 10-

tal de éstos, de los negros traídos de Afríca.l2 El esclavo negro no sólo susutuyÓ al indígena, sino que fue convertido tarnbi~n en mercancía, pues era comprado; y sobre esa mercancía recaían impuestos y lasas que eran acumuladas por las metró­polis coloniales. Dice el antropólogo Darcy Riberio con acieno: "Las poblacio­nes esclavas se desgastan en el proceso productivo del mismo modo como, más tarde, se gastará el carbón o el petróleo, porque constituían el combustible de una economía basada principalmente en la energía muscular humana."13 En la formación social latinoamericana se da, pues, una conjunción contradictoria de las relaciones de producción. Predomina el capitalismo mercanúl colonial, pero den­tro de él y sometidos a él aparecen otros modos de producción, trabajos forzados, elemenlOs feudales y tribales, como reminiscencias de formas de producción de varias razas indígenas. Sin embargo, en todo ello está presente el carácter de ex­plotaci6n que, a su vez, encierra en sí mismo a lo que lo contradice: el anhelo de liberación.

El profeta y defensor de los indígenas, Banolomé de las Casas,I4 intuyó perfec­Jamente las dos estrategias de dominación de los invasores con respecto a las po­blaciones autóctonas: "una, dominar a través de guerras injustas, crueles, sangrien­tas y tiránicas;" otra, después de haber matado a todos los que se resistían y sus­piraban por la libertad. oprimir "con la más dura, horrible y áspera servidumbre, en la que puedan ser puestos jamás hombres o besúas."IS Es decir, primero lle­vando la guerra; después la dominación. ¿Y por qué tanta violencia? Banolomé de las Casas da una respuesta y, con ello, desenmascara cuál es el proyecto de fondo que moviliza toda la invasión colonizadora: sólo para que los cristianos realicen "su fm último, que es el oro. y para hincharse de riqueza en pocos días, y, ade­más, para alzarse a puestos muy elevados."16

El sujeto histórico de la colonización son los españoles y portugueses como sus agentes. Los misioneros desempei'lan una función ambigua: a través de la mi­sión espanolizan y portuguesizan a los indígenas y así los preparan para el sis­tema de dominación;17 por otro lado, se oponen a formas crueles de sometimiento y muchos se convienen en defensores de los indios:IS es su función de resislencia y de liberación.

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1.3 El neocolonialismo: la independencia política y la nueva do· minación económica

La independencia política de América Latina tuvo lugar enlre 1808 y 1824. No fue el resultado de un proceso revolucionario popular, sino que fue llevada a cabo por la burguesía agraria, minera, mercantil, blanca y criolla,la cual desde ha­cía tiempo quería emanciparse de la dominación colonial española. 19 Son, por tan­to, grupos de clases dominantes, entre los cuales se distinguen principalmente dos tendencias. La tendencia conservadora, constituida por quienes quieren susti­tuir la gestión de los administradores españoles, asumir el poder político y reo­rientar la economía en favor de sus intereses de clase, elitista y antipopular. Se trala de la burguesía nacional, orientada hacia dentro, que quiere verse libre de las dependencias extranjeras. La tendencia liberal se orienla hacia afuera, asimila los ideales de democracia y liberlad de Europa y ESlados Unidos. Estos sectores quie­ren liberarse de la dependencia espaftola para colocarse bajo otra dependencia, la de Inglaterra, que en ese momento poseía la hegemonía del capilalismo industrial y buscaba nuevos mercados. Triunfaron los liberales. Asumieron el poder, desmon­Iaron las estructuras coloniales y se lamentaron de haber llegado tarde a la mesa de la civilización. Acusaron a la cultura colonial de feudaliSIa y a la indígena de bárbara. Convirtieron a los diversos países de América Latina en exporladores de materias primas e imporladores de manufacturas. En todo este proceso el pueblo estuvo ausente. Para el pueblo no cambió la naturaleza de la dominación, pues continuó siendo explotado y los negros continúan siendo esclavizados. Lo que cambió fue sólo la forma de la dominación: antes era española, ahora es nacional. No cambio el régimen de dependencia, sino que sólo se modificaron sus referen­tes: antes era España; ahora, Inglaterra.

La corriente liberal usó los términos democracia y liberlad, como en Europa; pero con intereses distintos. En nombre de la liberlad y de la democracia la bur­guesía europea combatía a los grandes propietarios de la tierra. En América La­tina, en nombre de la democracia y de la liberlad, los grandes terratenientes com­batieron el monopolio colonial espanol. En Europa sirvió para crear los eslados nacionales autónomos; en América Latina sirvió para crear sólo una independen­cia política, pero ligada a una nueva dependencia económica, de Inglaterra prime­ro, desde 1929 de los Estados Unidos, y, finalmente, tras la postguerra, simple­mente del capitalismo trasnacional.

En América Latina, desde que fue invadida hasta el día de hoy, se da una cons­lante, con las sólo dos excepciones de Cuba y Nicaragua: siempre hemos vivido en régimen de dependencia-opresión; y la clase dominante, agraria, mercantil e in­dustrial, siempre ha mantenido la hegemonía, en articulación con los centros capi­IalislaS metropolilanos, generando subdesarrollo como consecuencia del tipo de desarrollo llevado a cabo por los paises desarrollados.lO Estos controlan a los pai­ses que les suministran materias primas, manteniéndolos dependientes en térmi­nos de tecnología, economía, finanzas, polltica y cultura. El capitalismo latinoa­mericano, dependiente y asociado, no ha resuelto ningún problema básico del pue-

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

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1.3 El neocolonialismo: la independencia política y la nueva do­minación económica

La independencia política de América Latina tuvo lugar enlre 1808 y 1824. No fue el resultado de un proceso revolucionario popular, sino que fue llevada a cabo por la burguesía agraria, minera, mercantil, blanca y criolla,la cual desde ha­cia tiempo quería emanciparse de la dominación colonial española.19 Son, por tan­to, grupos de clases dominantes, entre los cuales se distinguen principalmente dos l.endencias. La tendencia conservadora, constituida por quienes quieren susti­tuir la gestión de los administradores espai'\oles, asumir el poder político y reo­rientar la economía en favor de sus intereses de clase, elitista y antipopular. Se trata de la burguesía nacional, orientada hacia denlTo, que quiere verse libre de las dependencias extranjeras. La tendencia liberal se orienta hacia afuera, asimila los ideales de democracia y libertad de Europa y Estados Unidos. Estos sectores quie­ren liberarse de la dependencia espai'lola para colocarse bajo Olra dependencia, la de Inglaterra, que en ese momento poseía la hegemonía del capitalismo induslrial y buscaba nuevos mercados. Triunfaron los liberales. Asumieron el poder, desmon­taron las estructuras coloniales y se lamentaron de haber llegado tarde a la mesa de la civilización. Acusaron a la cultura colonial de feudalista y a la indígena de bárbara. Convirtieron a los diversos países de América Latina en exportadores de materias primas e importadores de manufacturas. En todo este proceso el pueblo estuvo ausente. Para el pueblo no cambió la naturaleza de la dominación, pues continuó siendo explotado y los negros continúan siendo esclavizados. Lo que cambió fue sólo la forma de la dominación: antes era espai'\ola, ahora es nacional. No cambio el régimen de dependencia, sino que sólo se modificaron sus referen­tes: antes era Espafta; ahora, Inglaterra.

La corriente liberal usó los términos democracia y libertad, como en Europa; pero con intereses distintos. En nombre de la libertad y de la democracia la bur­guesía europea combatía a los grandes propietarios de la tierra. En América La­tina, en nombre de la democracia y de la libertad, los grandes terratenientes com­batieron el monopolio colonial espalto!. En Europa sirvió para crear los estados nacionales autónomos; en América Latina sirvi6 para crear s610 una independen­cia política, pero ligada a una nueva dependencia económica, de Inglatena prime­ro, desde 1929 de los Estados Unidos, y, finalmente, tras la postguerra, simple­mente del capitalismo lTasnacional.

En América Latina, desde que fue invadida hasta el día de hoy, se da una cons­tante, con las sólo dos excepciones de Cuba y Nicaragua: siempre hemos vivido en régimen de dependencia-opresión; y la clase dominante, agraria, mercantil e in­dustrial, siempre ha mantenido la hegemonía, en articulación con los centros capi­talistas metropolitanos, generando subdesarrollo como consecuencia del tipo de desarrollo llevado a cabo por los países desarrollados.20 Estos controlan a los paí­ses que les suministran materias primas, manteniéndolos dependientes en térmi­nos de tecnología, economía, finanzas, política y cultura. El capitalismo latinoa­mericano, dependiente y asociado, no ha resuelto ningún problema básico del pue-

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blo, como lo es el trabajo, la alimentación, la salud, la vivienda, la escuela, el esparcimiento. La democracia y la libertad han pertenecido a las clases dominan­tes y a sectores de otras clases, asociadas a aquéllas, pero nunca han sido vividas por el pueblo. Los diversos populismos latinoamericanos,21 desde los ailos 30, han servido solamente para evitar revoluciones populares, mediante la concesión de beneficios sociales que han mantenido al pueblo a remolque del proyecto de do­minación de la burguesía nacional articulada con los intereses del capital ttansna­cional.

1.4. La irrupción de los pobres que buscan la liberación Dependencia externa y dominación interna es lo que caracteriza a las forma­

ciones económico-sociales latinoamericanas. A partir de los anos 30 en casi todo el continente surgió el despertar de aquellos que hasta entonces habían sido los invisibles de la historia: ttabajadores, campesinos, indígenas y negros. Cayeron en la cuenta de que el desarrollo se lograba a costa de la miseria de las grandes ma­yorías. Descubrieron también que existía un nexo causal entre la expansión del ca­pitalismo en los centros industriales y el fonalecimiento de las relaciones de dependencia --<lominación en los países mantenidos en el subdesarrollo.22 Para arrancar las ralces de la miseria y de la injusticia social no eran suficientes la modernización y el desarrollo; se hacía necesaria una revolución social y un pro­ceso de Iiberacion. Esa opción se vio reforzada por la victoria del socialismo en Rusia, en 1917; por el triunfo de la revolución socialista en Cuba, en 1959; y úl­timamente, en 1979, en Nicaragua.

La gran palabra, cargada de contenido político, emocional, denunciador, utópi­co y religioso, es liberación.23 ¿y quiénes la usan? Liberación es la palabra de aquellos que han tomado conciencia de su opresión histórica, que la rechazan y que quieren rescatar su libertad cautiva mediante un proyecto alternativo de socie­dad de cone democrático, popular y social. Liberación es la acción que crea liber­tad o que recupera la libertad perdida. Quienes se comprometen con la liberación se oponen al sistema capitalista transnacional, se enfrentan a la dominación de la democracia burguesa nacional, asociada a la burguesía multinacional, y se alían con todos aquellos que también quieren una ttansforrnación.24 El sujeto histórico de la liberación son los oprimidos, los condenados de la tierra, los hasta ahora au­sentes de la escena histórica.

En este preciso contexto, ya en los inicios de siglo, en América Latina se en­tró en contacto con el socialismo de la Segunda Internacional y con el marxis­mo.25 Los militantes latinoamericanos asumieron el marxismo no debido a su ca­rácter materialista y ateo, sino más bien como insttumento teórico que ayuda a desenmascarar los mecanismos de opresión y, por ello, como arma de lucha po­lítica e ideológica contra el capitalismo opresor.26 José Carlos Mariátegui. pen­sador político peruano, ha sido quien ha elaborado más coherentemente la realidad latinoamericana desde una perspectiva marxista y revolucionaria.

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blo, como lo es el trabajo. la alimentación, la salud. la vivienda. la escuela. el esparcimienlo. La democracia y la libertad han perLCnecido a las clases dominan­tes y a sectores de otras clases, asociadas a aquéllas. pero nunca han sido vividas por el pueblo. Los diversos populismos latinoamericanos,21 desde los aflos 30, han servido solamente pan!. evitar revoluciones populares, mediante la concesión de beneficios sociales que han manlenido al pueblo a remolque del proyecto de do­minación de la burguesía nacional articulada con los intereses del capital transna­cional.

1.4. La irrupción de los pobres que buscan la liberación Dependencia externa y dominación interna es lo que caracteriza a las forma­

ciones económico-sociales latinoamericanas. A partir de los ai'los 30 en casi todo el continente surgió el despertar de aquellos que hasta entonces habían sido los invisibles de la historia: ttabajadores, campesinos, indígenas y negros. Cayeron en la cuenta de que el desarrollo se lograba a costa de la miseria de las grandes ma­yorías. Descubrieron también que exislía un nexo causal entre la expansión del ca­pitalismo en los centros industriales y el fortalecimiento de las relaciones de dependencia -dominación en los países mantenidos en el subdesarrollo.22 Para arrancar las raíces de la miseria y de la injusticia social no eran suficientes la modernización y el desarrollo; se hacía necesaria una revolución social y un pro­ceso de liberacion. Esa opción se vio reforzada por la victoria del socialismo en Rusia, en 1917; por el triunfo de la revolución socialista en Cuba, en 1959; y úl­timamente, en 1979, en Nicaragua.

La gran palabra. cargada de contenido político, emocional, denunciador, utópi­co y religioso, es liberación.23 ¿Y quiénes la usan? Liberación es la palabra de aquellos que han tomado conciencia de su opresión histórica, que la rechazan y que quieren rescatar su libertad cauliva mediante un proyecto alternativo de socie­dad de cone democrático. popular y social. Liberación es la acción que crea liber­tad O que recupera la libertad perdida. Quienes se comprometen con la liberación se oponen al sistema capitalista transnacional, se enfrentan a la dominación de la democracia burguesa nacional. asociada a la burguesía multinacional. y se alían con todos aquellos que también quieren una transfonnación.24 El sujeto hist6rico de la liberación son los oprimidos. los condenados de la tierra, los hasta ahora au­sentes de la escena histórica.

En este preciso contexto, ya en los inicios de siglo, en América Latina se en­tró en contacto con el socialismo de la Segunda Internacional y con el manis­mo.25 Los militantes latinoamericanos asumieron el marxismo no debido a su ca­rácter materialista y ateo. sino más bien como instrumenlO teórico que ayuda a desenmascarar los mecanismos de opresión y, por ello, como arma de lucha po­lítica e ideológica contra el capilalismo opresor.26 José Carlos Mariátegui, pen­sador político peruano, ha sido quien ha elaborado más coherentemente la realidad latinoamericana desde una perspectiva marxista y revolucionaria.

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LIBERTAD Y LIBERACION 193

Para mejor comprender lo que significa liberación distingamos sus diversas di­mensiones.

ConeerUdo histórico-sociológico de la liberación. La categoría de liberación ya fue usada al final de los aftas 60 entre sociólogos y poliLÓlogos en América La­tina que intentaban entender el subdesarrollo a partir del propio subdesarrollo. La expresión implicaba una alternativa al desarrollismo, ofrecer un camino hacia una sociedad de corte democrático sin dependencias que significasen opresión.

ConterUdo polltico de la liberación. La palabra liberación traduce el proyecto de los oprimidos y de sus aliados y sirvió para criticar a la democracia burguesa, elitista y antipopular, que muchas veces generó, para mantener sus privilegios, dictaduras militares yestados de seguridad nacional (entiéndase, de seguridad del ca­pital),

ConeerUdo ético-religioso. La liberación denuncia la ausencia de libertad y la urgencia de conquistarla. Sectores significativos de las iglesias cristianas latinoa­mericanas, en su gtan mayoría religiosos, se incorporaron, ya en los aftas 60, al movimiento de los oprimidos, y elaboraron una práctica religiosa y una compren­sión teológica que legitimaba los intereses liberadores de los empobrecidos a la luz de la propia tradición bíblica, de la práctica y del evangelio de Jesús. De la confrontación entre fe e injusticia social, y como renexión a partir de prácticas po­líticas de los cristianos, nació la teología de la liberación.

ConeerUdo pedagógico. La categoría de liberación establece una nueva relación entre el agente social y el pueblo, entre el poder político y la sociedad civil, entre el profesor y el alumno. Liberación implica partir de las capacidades del otro, ne­garse a imponerle recetas y crear condiciones para que ejerza su libertad y creativi­dad. El brasile/lo Paulo Freire elaboró toda una Pedagogfa del oprimido y cómo entender la Educación como práctica de libertad.

ConeerUdo utópico de la liberación. Liberación supone un proceso abierto de supernción de todas las servidumbres; traduce también un anhelo secular de los se­res humanos, el de hacernos hombres y mujeres nuevos, creadores de un mundo nuevo. En este sentido, liberación significa la emergencia epocal de una nueva conciencia histórica27 Todo puede ser leído desde la óptica de liberación-opresión. ¿En qué medida ayudan las diver.;as prácticas y los diversos saberes a la liberación de los pueblos y de las personas? Cada ciencia deberá desarrollar su dimensión li­beradora: la filosofía, la teología, la educación, la medicina, la sociología, la his­toria, las ciencias naturales. La liberación se ha trasnformado en la bandera de to­dos los que han tomado conciencia de opresiones específicas, las mujeres, los ne­gros, los indígenas, las prostitutas. Cuando emerge este nuevo estado de concien­cia, todos Quedan enfrentados con esta pregunta crucial: ¿De qué lado se encuentra usted? ¿Qué intereses subyacen a su práctica, su saber, su situación social? ¿Fa­vorecen al stalUS quo? ¿Buscan sólo mejorarlo? ¿Nos mantienen abiertos a nue­vos avances de la libertad? ¿Implican una alternativa que permita una mejor forma de integración de todos y la superación de determinados niveles de contradicciones

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Para mejor comprender lo que significa liberación distingamos sus diversas di­mensiones.

Contenido histórico-sociológico de la liberación. La calegoría de liberación ya fue usada al final de los ai'los 60 entre sociólogos y polilÓlogos en América la­tina que intentaban entender el subdesarrollo a parlir del propio subdesarrollo. La expresión implicaba una alternativa al desarrollismo, ofrecer un camino hacia una sociedad de corte democrático sin dependencias que significasen opresión.

Contenjdo poUtico de la liberación. La palabra liberaciÓn traduce el proyecto de los oprimidos y de sus aliados y sirvió para criticar a la democracia burguesa, eliústa y antipopular, que muchas veces generó, para manlener sus privilegios, dictaduras militares yeslados de seguridad nacional (enliéndase, de seguridad del ca­pital).

Contenido ético-religioso. La liberación denuncia la ausencia de libertad y la urgencia de conquistarla. Sectores significativos de las iglesias cristianas latinoa­mericanas, en su gmn mayoría religiosos, se incorporaron, ya en los ai'los 60, al movimiento de los oprimidos, y elaboraron una práctica religiosa y una compren­sión teológica que legitimaba los intereses liberadores de los empobrecidos a la luz de la propia tradiciÓn bíblica, de la práctica y del evangelio de Jesús. De la confrontación entre fe e injusticia social, y como renexión a partir de prácticas po­líticas de los cristianos, nació la teología de la liberación.

Contenido pedagógico. La categoría de liberación establece una nueva relación entre el agente social y el pueblo, entre el poder político y la sociedad civil, entre el profesor y el alumno. LiberaciÓn implica partir de las capacidades del otro, ne­garse a imponerle recetas y crear condiciones para que ejerza su libertad y creativi­dad. El brasilefto Paulo Freire elaboró toda una PedagogÚJ del oprimido y cómo entender la Educación como práctica de libertad.

Contenido utópico de la liberaci6n. Liberación supone un proceso abierto de supemción de todas las servidumbres; traduce también un anhelo secular de Jos se­res humanos, el de hacemos hombres y mujeres nuevos, creadores de un mundo nuevo. En este sentido, liberación significa la emergencia epocal de una nueva conciencia histórica27 Todo puede ser leído desde la óptica de liberación-opresión. ¿En qué medida ayudan las diver.;as prácticas y Jos diversos saberes a la liberación de los pueblos y de las personas? Cada ciencia deberá desarrollar su dimensión li­beradora: la filosofía, la teología, la educación, la medicina, la sociología, la his­toria,las ciencias naturales. La liberación se ha Irasnformado en la bandera de to­dos los que han tomado conciencia de opresiones específicas, las mujeres, los ne­gros, los indígenas, las prostitutas. Cuando emerge este nuevo estado de concien­cia, todos Quedan enfrentados con esta pregWlta crucial: ¿De qué lado se encuentra usted? ¿Qué intereses subyacen a su práctica, su saber, su situación social? ¿Fa­vorecen al stalus qun? ¿Buscan sólo mejorarlo? ¿Nos mantienen abiertos a nue­vos avances de la libenad? ¿Implican una allernativa que permita una mejor forma de integración de todos y la superación de determinados niveles de contradicciones

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y conflictos? Aquí se capta si en verdad optamos por la liberación, por el refor­mismo, el conservadurismo, o incluso por el reaccionarismo.

Desde la óptica de la liberación podemos releer la historia latinoamericana e identificar las vertientes liberadoras. Es leer la historia desde los vencidos, pero no resignados, alimentando siempre los anhelos de liberación. Veamos algunos pasos desde el reverso de esta historia.

a) El sentido liberador de la defensa del indio

En el siglo XVI encontramos una pléyade de obispos que defienden al indio, pero no tanto como asunlO cultural, por ser indio, sino como asunto social, por ser explotado.28 Bien decía Bartolomé de las Casas: "Vale más un indio infiel, pe­ro vivo, de lo que vale un indio cristiano, pero muerto."29 Jumo con Bartolomé, obispo de Chiapas (1544-1S47), encontramos a Antonio Valdivieso, obispo de Nicaragua (1544-1550); Juan del Valle, obispo de Popayán (1548-1560); Diego Medellín, obispo de Santiago de Chile (1576-1592) o al P. Antonio Vieira, en Brasil, y a tantos otros misioneros dominicos, franciscanos y mercedarios. Para mejor defender a los indios, los misioneros franciscanos y jesuítas pensaron en un sistema alternativo al colonial, las reducciones del siglo XVII y XVIlI en terri­torios que hoy son Paraguay, Brasil, Perú, México e incluso California. En estas reducciones, el indígena, aunque bajo la orientación de los misioneros, se conver­tía en sujeto de su propia organización económico-social.

b) El sentido liberador de las insurrecciones indígenas

La dominación ibérica fue violenta para con los indígenas,30 pero muchos re­sistieron hasta la muerte, como los IOmoios en Río de Janeiro. Los caribes de las Antillas, los araucanos de Chile, los charrúas de Uruguay y los calchaquís de Ar­gentina, fueron quienes ofrecieron mayor resistencia, pues se alzaban continua­mente contra la colonización. Juan Santos Atahualpa coordinó insurrecciones in­dígenas en Bolivia entre 1735 y 1750. En estas insurrecciones participaron tam­bién negros y mulatos, lo cual confirma que se trataba realmente de una resisten­cia a la explotación colonial espa~ola y de búsqueda de la libertad. La guerra de los cabanos en el nordeste brasile~o es un ejemplo típico de esta combinación de explotación: entre 1832 y 1850 los indígenas, esclavos negros y campesinos pobres promovieron una verdadera guerra de liberación contra el gobierno colonial de Pernanbuco.31 Entre 1780 y 1783 el cacique Túpac-Amaru organizó una feno­menal insurección de indígenas de Perú, Bolivia, Ecuador y del norte de Chile y Argentina. La víspera de su ejecución, Túpac-Amaru se enfrentó con el virrey y entonces dijo la famosa frase que descifra el sentido de todas las rebeliones libera­doras de los indígenas: "Los únicos conspiradores somos vos y yo. Vos, como opresor del pueblo; y yo, por haber imentado liberarlo de esta tiranía. "32

e) El sentido liberador de los quilombos negros

Ya se ha escrito que lo esencial del capitalismo mercantil consistió en la escla-

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y conflictos? Aquí se capta si en verdad optamos por la liberación, por el refor­mismo, el conservadurismo, o incluso por el reaccionarismo.

Desde la óptica de la libernción podemos releer la historia latinoamericana e idenLificar las vertientes liberadoras. Es leer la historia desde los vencidos, pero no resignados, alimentando siempre los anhelos de liberación. Veamos algunos pasos desde el reverso de esta h iSloria.

a) El sentido liberador de la defensa del indio

En el siglo XVI encontramos una pléyade de obispos que delienden al indio, pero no tanto como asunlo cultural, por ser indio, sino como asumo social, por ser explotado.28 Bien decía Bartolomé de las Casas: "Vale más un indio inliel, pe­ro vivo, de lo que vale un indio cristiano, pero muerto."29 Junto con Bartolomé, Obispo de Chiapas (1544-1S47), encontramos a Antonio Valdivieso, obispo de Nicaragua (1544-1550); Juan del Valle, obispo de Popayán (1548-1560); Diego Medellín, obispo de Santiago de Chile (1576-1592) o al P. Antonio Vieira, en Brasil, y a tantos otros misioneros dominicos, franciscanos y mercedarios. Para mejor defender a los indios, los misioneros franciscanos y jesuítas pensaron en un sistema alternativo al colonial, las reducciones del siglo XVII y XVIII en terri­torios que hoy son Paraguay, Brasil, Perú, México e incluso California. En estas reducciones, el indígena, aunque bajo la orientación de los misioneros, se conver­tía en sujeto de su propia organización económico-social.

b) El sentido liberador de las insurrecciones indígenas

La dominación ibérica fue violenta para con los indígenas,30 pero muchos re­sistieron hasta la muerte, como los lOmoios en Río de Janeiro. Los caribes de las Antillas, los araucanos de Chile, los charrúas de Uruguay y los calchaquís de AI­gen tina, fueron quienes ofrecieron mayor resistencia, pues se alzaban continua­mente contra la colonización. Juan Santos Atahualpa coordinó insurrecciones in­dígenas en Bolivia entre 1735 y 1750. En estas insurrecciones participaron tam­bién negros y mulatos, lo cual confirma que se trataba realmente de una resisLen­cia a la explotación colonial espai'lola y de búsqueda de la libertad. La guerra de los cabanos en el nordeste brasilei'lo es un ejemplo típico de esta combinación de explotación: entre 1832 y 1850 los indígenas, esclavos negros y campesinos pobres promovieron una verdadera guerra de liberación contra el gobierno colonial de Pemanbuco.3 1 Entre 1780 y 1783 el cacique Túpac-Amaru organizó una feno­menal insurección de indígenas de Perú, Bolivia. Ecuador y del norte de Chile y Argentina. La víspera de su ejecución, Túpac-Amaru se enfrentó con el virrey y entonces dijo la famosa frase que descifra el sentido de todas las rebeliones libera­doras de los indígenas: "Los únicos conspiradores somos vos y yo. Vos, como opresor del pueblo; y yo, por haber intentado liberarlo de esta úranía."32

e) El sentido liberador de los quilombos negros

Ya se ha escrito que lo esencial del capitalismo mercantil consiSLió en la escla-

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viwd.33 Efectivamente, el tráfico en el Atlántico habría traído de Africa a América cerca de 9.5 millones de esclavos, de los cuales 4.7 millones vinieron a América Latina.34 La historia de la población negra latinoamericana es la historia de los su­pervivientes. La dominación fue tan feroz que durante el período ponugués los es­clavos negros tenían una expecLativa de vida de no más de 5 a 7 atIos.3S El núme­ro de fugitivos y la organización de "cimarrones" y "quilombos" (organizaciones de esclavos fugitivos) se cuentan por centenares.36 La más famosa en Brasil fue la república de los Palmares, entre Pernanbuco y Bahía (en el nordeste brasilefto), entre 1630 y 1695.37 En esLa república se daba una pnlctica, comuniLaria y socia­lisLa, en el uso de las tierras y en la producción, una liberLad política que no exis­tía para nadie en la colonia. Hay que recalcar Lambién la revolución de los alfakJ­les, en Bahía en 1789, llevada a cabo por negros y mulatos quienes proclamaron la "república de Bahía," como se decía en la constitución "con un gobierno repu­blicano libre e independiente, en que todos tenían la posibilidad de acceder a los puestos y ministerios públicos sin distinción entre criollos y negros."38

Además de esLas rebeliones, conocemos las de los criollos que querían inde­pendizarse de la colonia y constituirse como sociedad autónoma. Las más impor­Lantes son las de Asunción de Paraguay (1721 y 1730) Y la rebelión de los "co­muneros" de Socorro en Nueva Granada, Colombia, en 1781, movimiento que se extendió Lambién por Venezuela y Ecuador.39 ESLas revoluciones de indígenas, ne­gros, mulatos y criollos, no esLaban inspiradas en las ideas de la Autklllrung (ilus­tración), sino que nacieron como respuesLa desesperada contra la opresión, y bus­caron caminos de liberación. Fueron derroLadas, pero su memoria está hoy siendo rehecha ---<:on gran diliculLad pues los oprimidos no dejan documentos ni monu­mentos- por quienes en la actualidad, en la sociedad latinoamericana, se compro­meten con una alternativa al capiLalismo. Existen movimientos populares, impor­Lantes sectores del sindicalismo, de las iglesias cristianas, partidos políticos de corte popular y liberador que encaman la volunLad de liberación gesLada durante tantos siglos de opresión. Para todos ellos, la palabra liberación no es una moda. sino una esperanza de vida que sólo podrá llegar a ser realidad a través de un costo­so proceso de liberación.

2. Tradiciones europeas de libertad

Después de haber reflexionado brevemente sobre la siwación de opresión histó­rica y los intentos de resistencia y liberación latinoamericanos queremos hacer me­moria, en el brevísimo tiempo que nos queda, de algunas tradiciones europeas de liberLad. Nos contenLamos con hacer algunas indicaciones, pues presuponemos que la temática es ya del conocimiento general. Pero antes que nada es importante hacer notar las diferencias entre América Latina y Europa. Eso explicará, en bue­na medida, por qué en Europa se habla preferentemente de libertad y en América Latina de liberación.

Europa es "metrópoli" y América Latina es "colonia" Por ello, Europa es in­dependiente y América Latina es dependiente. Europa tiene un proceso económico

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vitud.33 Efectivamente, el tráfico en el Atlántico habría InÚdo de Africa a América cerca de 9.5 millones de esclavos, de los cuales 4.7 millones vinieron a América Latina.34 La historia de la población negra latinoamericana es la historia de los su­pervivientes. La dominación fue tan feroz que durante el período porrugués los es­clavos negros tenían una expectativa de vida de no más de 5 a 7 31\os.35 El núme­ro de fugitivos y la organización de "cimarrones" y "quilombos" (organizaciones de esclavos fugitivos) se cuentan por centenares.36 La más famosa en Bmsil fue la república de los Palmares, entre Pernanbuco y Bahía (en el nordeste brnsileno), entre 1630 y 1695.37 En esta república se daba una práctica, comunitaria y socia­lista, en el uso de las tierras y en la producción, una libertad política que no exis­tía para nadie en la colonia. Hay que recalcar ImTlbién la revolución de los alfaia­les, en Bahía en 1789, llevada a cabo por negros y mulatos quienes proclamaron la "república de Bahía," como se decía en la constitución "con un gobierno repu­blicano libre e independiente, en que todos tenían la posibilidad de acceder a los puestos y ministerios públicos sin distinción entre criollos y negros."38

Además de estas rebeliones, conocemos las de los criollos que querían inde­pendizarse de la colonia y constituirse como sociedad autónoma. Las más impor­tantes son las de Asunción de Paraguay (1721 y 1730) Y la rebelión de los "co­muneros" de Socorro en Nueva Granada, Colombia, en 1781, movimiento que se extendió también por Venezuela y Ecuador.39 Estas revoluciones de indígenas, ne­gros, mulatos y criollos, no estaban inspiradas en las ideas de la AufkUlrung (ilus­tración), sino que nacieron como respuesta desesperada contra la opresión, y bus­caron caminos de liberación. Fueron derrotadas, pero su memoria está hoy siendo rehecha --con gran dificultad pues los oprimidos no dejan documentos ni monll­memos- por quienes en la actualidad. en la sociedad latinoamericana, se compro­meten con una alternativa al capitalismo. Existen movimientos populares, impor· tantes sectores del sindicalismo, de las iglesias cristianas, partidos políticos de corte popular y liberador que encaman la voluntad de liberación gestada durante tantos siglos de opresión. Para todos ellos, la palabra liberación no es una moda. sino una esperanza de vida que sólo podrá llegar a ser realidad a través de un costo­so proceso de liberación.

2. Tradiciones europeas de libertad

Después de haber reflexionado brevemente sobre la situación de opresión histó­rica y los intentos de resistencia y liberación latinoamericanos queremos hacer me­moria, en el brevísimo tiempo que nos queda, de algunas tradiciones europeas de libertad. Nos contentamos con hacer algunas indicaciones, pues presuponemos que la temática es ya del conocimiento general. Pero antes que nada es importante hacer notar las diferencias entre América Latina y Europa. Eso explicará. en bue­na medida, por qué en Europa se habla preferentemente de libertad y en América Latina de liberación.

Europa es "metrópoli" y América Latina es "colonia" Por eUo, Europa es in­dependiente y América Latina es dependiente. Europa tiene un proceso económico

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y político autogestionado, América Latina un proceso subordinado, asociado a ouos y controlado desde fuera. Europa es blanca, América Latina es indígena, ne­gra, mestiza, blanca con diversos matices cullurales, por lo tanto, y con modos de producción complejos. La especificidad europea reside en su autodeterminación y en su autonomía; por ello habla de libertad como algo ya dado, por lo menos para las clases dominantes y los asociados a ellas. La especificidad latinoamerica­na está en la dominación y la alienación de todos, incluso de las clases dominan­tes nacionales que dependen de los cenuos de poder en las meuópolis. La libertad no es algo dado, sino algo que es negado y debe ser conquistado. Por ello se habla de liberación como la acción creadora que debe recuperar la libertad cauliva o crear la libertad.

2,1. Límites y contradicciones de las libertades europeas Veamos algunos momentos de la historia de la libertad europea. En general

podemos decir que la historia de Europa está hecha de revoluciones,40 la revolu­ción antropocéntrica, historiocénuica, científico· técnica, religiosa, política, socia­lista, etc. Y toda revolución, tal como nos lo insinúa Hanna Arendl, es un acto que funda la libertad (constitutjo libertatis).41 La libertad está en el centro de las prácticas y del pensamiento europeo a partir del siglo XVI.

En primer lugar, en el siglo XVI se dio el viraje antropológico, gracias a con­diciones económicas y políticas adecuadas. El cosmos no es ya el cenuo, sino que lo es el ser humano como subjetividad (ego). Esta subjetividad se muesl!a co­mo autonomía, como libertad, como posesión de sí mismo y como posesión del mundo, en una palabra, como voluntad de poder. Esta libertad se objetiva en la historia y Hegel entenderá la filosofía como ciencia de la Iibertad.42 En sus Lec­ciones sobre la filosofía de la historia define la historia como "el progreso en la conciencia de Iibertad."43 Esta subjetividad implantará un nuevo tipo de saber, la racionalidad instrumental.44 Saber es poder, el poder es dominio sobre cualquier objeto, la naturaleza, el hombre y la sociedad. El ego cogjto filosófico de Descar­tes se traduce por el ego conquero político de Hemán Cortés.

El descubrimiento de la subjetividad repercutió también en el cristianismo. La reforma de Lutero representa la afirmación de la libertas chrjstiana del individuo frente a la dominación clerical. La aflfffiación del sacerdocio común de los fieles puso en jaque al poder del cuerpo jerárquico y al poder político ligado a aquél. La reforma no estaba dirigida simplemente conl!a los abusos del clero o la corrup· ción de las doctrinas, sino también conua las injusticias sociales.45 En la Biblia no se buscaba sólo la doctrina de la justificación, sino también argumentos para defender la igualdad fundamental de todas las personas. No sin razón la llama He­gella HauptrevolUljon.46

La revolución antropocéntrica está en la base de la revolución científlco-téc­nica.47 El saber operativo libera de aquellos amuletos, enemigos de la humanidad, como son la ignorancia de las causas de los fenómenos de la naturaleza y de las enfermedades humanas. El proyecto científico· técnico se impuso, a partir de Euro-

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y político autogestionado, América Latina un proceso subordinado, asociado a otros y controlado desde fuera. Europa es blanca, América Latina es indígena, ne­gra, mestiza, blanca con diversos matices culturales, por lo tanto, y con modos de producción complejos. La especificidad europea reside en su autodeterminación y en su autonomía; por ello habla de libertad como algo ya dado, por lo menos para las clases dominantes y los asociados a ellas. La especificidad latinoamerica­na está en la dominación y la alienación de todos, incluso de las clases dominan­tes nacionales que dependen de los centros de poder en las metrópolis. La libertad no es algo dado, sino algo que es negado y debe ser conquistado. Por ello se habla de liberación como la acción creadora que debe recuperar la libertad cautiva o crear la libertad.

2.1. Límites y contradicciones de las libertades europeas Veamos algunos momentos de la historia de la libenad europea. En general

podemos decir que la historia de Europa está hecha de revoluciones,40 la revolu­ción antropocén!rica, historiocéntrica, cientifico-técnica, religiosa, política, socia­lista, etc. Y toda revolución, tal como nos lo insinúa Hanna Arendl, es un acto que funda la libertad (constitulio liberlafis).41 La libertad está en el centro de las prácticas y del pensamiento europeo a partir del siglo XVI.

En primer lugar. en el siglo XVI se dio el viraje anuopológico, gracias a con­diciones económicas y políticas adecuadas. El cosmos no es ya el centro, sino que lo es el ser humano como subjetividad (ego). Esta subjetividad se muestra co­mo autonomía. como libertad. como posesión de sí mismo y como posesión del mundo, en una palabra, como voluntad de poder. Esta libertad se objetiva en la historia. y Hegel entenderá la filosofía como ciencia de la libenad.42 En sus Lec­ciones sobre la filosofía de la historia define la historia como "el progreso en la conciencia de Iibertad."43 Esta subjetividad implantará un nuevo tipo de saber, la racionalidad instrumental.44 Saber es poder, el poder es dominio sobre cualquier objeto, la naturaleza, el hombre y la sociedad. El ego cogito filosófico de Descar­les se traduce por el ego CO/lquero político de Hemán Cortés.

El descubrimiento de la subjetividad repercutió también en el cristianismo. La refonna de Lutero representa la arumación de la liberras chrisriano del individuo frente a la dominación clerical. La afumaci6n del sacerdocio común de los fieles puso en jaque al poder del cuerpo jerárquico y al poder POlílico ligado a aquél. La refonna no estaba dirigida simplemente contra los abusos del clero o la corrup­ci6n de las doctrinas, sino también contra las injusticias sociales.4S En la Biblia no se buscaba sólo la doctrina de la justificación, sino también argumentos para defender la igualdad fundamental de todas las personas. No sin razón la llama He­gel la Hauprrevolution.46

La revolución antropocéntrica está en la base de la revolución cientifíco-téc­nica.47 El saber operativo libera de aquellos amuletos, enemigos de la humanidad, como son la ignorancia de las causas de los fenómenos de la naluraleza y de las enfermedades humanas. El proyecto cienLíficO-Lécnico se impuso, a partir de Euro-

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LIDERTAD Y LIDERACION 197

pa, a toda la humanidad; y constituye hoy la fonna dominante de acceder a la rea­lidad. Este proyecto tiene como su portador histórico a la clase burguesa, y ella llevó a cabo una de las mayores revoluciones históricas de la humanidad: la revo­lución francesa. Lo que en ella estaba en juego era la conquista de las libertades políticas de los ciudadanos contra el arbitrio de los reyes o de los estados absolu­tistas. Todas las libertades modernas encuentran un punto de referencia obligado, incluso cuando esto se hace para mostrar su insuficiencia, en la revolución fran­cesa y en la declaración de los derechos del hombre. Los ideales de esta revolución incendiaron los sectores más progresistas de América Latina, intelectuales, políti­cos y clérigos; y de este ambiente surgieron los próceres que consiguieron la inde­pendencia política de las diversas naciones latinoarnericanas.48

Lo específico de la revolución francesa se encuentra en la exigencia radical de libertad a partir del hombre universal. La InSlrucci6n de Lyon, del 16 de noviem­bre de 1793, que profundiza los ideales revolucionarios, expresa también la con­ciencia social de la revolución: "Mientras sobre esta tierra existan miserables, no se ha construido todavía el camino de la libertad ... La revolución sería un contra­sentido político y moral si pusiese su objetivo en asegurar el bienestar de algu­nos centenares de personas y eternizar, al mismo tiempo, la miseria de millo­nes."49 En el decw-so de la historia, cuando la burguesía dejó de ser una clase revo­lucionaria y se convinió en clase dominante, hizo prevalecer sus intereses y creó un tipo de sociedad marcada por el Erhos que ella misma proyectó, individualista, eficientista y acumulador, a costa de la explotación de los trabajadores.

A los trabajadores no les benefició el movimiento liberal; se convinieron en combustible para el ingente proceso de industralización que emprendió la burgue­sía liberada. Los movimientos obreros, que comenzaron en Inglaterra, entendie­ron que su libertad iba unida a la trasnformación de las estructuras económicas del capitalismo burgués. A la propiedad privada de los medios de producción opusie­ron la propiedad social de estos medios. No fue el marxismo el que originó este movimiento, más bien lo supone y vive en función de él. La revolución obrera proletaria munfó en Rusia en 1917. Esta revolución es la revolución de nuestros tiempo,50 pues pennitió la irrupción de un nuevo sujeto histórico, el proletaria­do, portador de un nuevo principio ordenador de la sociedad, el socialismo, capaz de ampliar todavía más las libertades conquistadas por la burguesía.

Todas las revoluciones significaron avances innegables en el camino de la li­bertad. Para quienes se sentían oprimidos y privados de libertad, estas revolucio­nes se han constituido en verdaderos procesos de liberación. Pero desde la perspec­tiva latinoamericana, desde la periferia, estas conquistas ofrecen también limitacio­nes que quisiéramos presentar ahora.

La subjetividad moderna, en cuanto libertad, no supo, al confrontarse con el otro, el indígena, reconocerlo como otro. El otro fue considerado como animal, bárbaro, rudo, "de la misma estirpe de aquella de la santa arca de Noé" (anima­les);St es decir, al otro se le negó la subjetividad y la libertad. Por ello los indíge­nas fueron atropellados e incorporados simplemente a la mismidad ew-opea.

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pa, a toda la humanidad; y constituye hoy la fonna dominan le de acceder a la rea­lidad. Este proyecto tiene como su portador histórico a la clase burguesa, y ella llevó a cabo una de las mayores revoluciones históricas de la humanidad: la revo­lución francesa. Lo que en ella estaba en juego era la conquista de las libertades políticas de los ciudadanos contra el arbitrio de los reyes o de los estados absolu­tistas. Todas las libertades modernas encuentran un punto de referencia obligado, incluso cuando esto se hace para mostrar su insuficiencia, en la revolución fran­cesa y en la declaración de los derechos del hombre. Los ideales de esta revolución incendiaron los seClares más progresistas de América Latina, intelectuales, políti­cos y clérigos; y de este ambiente surgieron los próceres que consiguieron la inde­pendencia política de las diversas naciones laLinoamericanas.48

Lo específico de la revolución francesa se encuentra en la exigencia radical de libertad a partir del hombre universal. La Inslrucci6n de Lyon, del 16 de noviem­bre de 1793, que profundiza los ideales revolucionarios, expresa también la con­ciencia social de la revolución: "Mientras sobre esta tierra existan miserables, no se ha construido Lodavía el camino de la libertad ... La revolución sería un contra­sentido político y moral si pusiese su objetivo en asegurar el bienestar de algu­nos centenares de personas y eternizar, al mismo tiempo, la miseria de millo­nes:t49 En el decw-so de la historia, cuando la burguesía dejó de ser una clase revo­lucionaria y se convirtió en clase dominante, hizo prevalecer sus intereses y creó un lipo de sociedad marcada por el Erhos que ella misma proyectó, individualista, eficientista y acumulador, a costa de la explotación de los trabajadores.

A los lrabajadores no les benefició el movimiento Iibernl; se convirtieron en combustible para el ingenle proceso de industralización que emprendió la burgue­sía liberada. Los movimientos obreros, que comenzaron en Inglaterra, entendie­ron que su libertad iba unida a la trasnformación de las estructuras económicas del capitalismo burgués. A la propiedad privada de los medios de producción opusie­ron la propiedad social de estos medios. No fue el marxismo el que originó este movimiento, más bien lo supone y vive en función de él. La revolución obrera proletaria triunfó en Rusia en 1917. Esta revolución es la revolución de nuestros tiempo,50 pues permitió la irrupción de un nuevo sujeto histórico, el proletaria­do, portador de un nuevo principio ordenador de la sociedad, el socialismo, capaz de ampliar todavía más las libertades conquisladas por la burguesía.

Todas las revoluciones significaron avances innegables en el camino de la li­bertad. Para quienes se sentían oprimidos y privados de libertad, estas revolucio­nes se han constituido en verdaderos procesos de liberación. Pero desde la perspec­ti va latinoamericana, desde la pcri feria, estas conq uistas ofrecen también li m i tac io­nes que quisiéramos presentar ahora.

La subjetividad moderna, en cuanto libertad, no supo, al confrontarse con el otro, el indígena, reconocerlo como otro. El otro fue considerado como animal, bárbaro, rudo, "de la misma estirpe de aquella de la santa. arca de Noé" (anima­les);Sl es decir, al otro se le negó la subjetividad y la libertad. Por ello los indíge­nas fueron atropellados e incorporados simplemente a la mismidad ew-opea.

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La liberlas chrislianLJ de la reforma encontró su principal limitación en lo refe­rente a la reforma popular. Los principes, no sin la complicidad de Lutero, intervi­nieron y sofocaron totalmente la significación liberadora de los campesinos que se rebelaron. Los principales beneficiarios de la reforma, así como de la Contra-re­forma, fueron los reyes, los principes y los nobles.

Las libenades de la revolución francesa eran justas, pero sus revolucionarios, como Sl. Just y M. Robespierre, no cayeron en la cuenta de las condiciones eco­nómicas necesarias para su efectiva universalización. Al mismo tiempo que se proclaman los derechos del hombre, el proyecto colonizador europeo sometía dura­mente a hombres y mujeres en América y en Africa desde las potencias coloniza­doras europeas.

La revolución socialista hizo, en efecto, la revolución del hambre, es decir ga­rantizó los derechos sociales fundamentales para la población, pero pagó el alto precio de la libenad política y de expresión; siendo así que es importante incorpo­rar también a aquella revolución la revolución de la libenad que tanta sangre había costado. Este sigue siendo el desafío permanente para el proyecto socialista.

2.2. La memoria europea (le los revolucionarios vencidos

Hasta aquí nos hemos referido a las revoluciones triunfantes y a las libertades que éstas han traido consigo. Pero hay que mencionar también a los movimientos revolucionarios, realmente liberadores, que cayeron vencidos, pero cuya memoria, recuperada, sirve de aliento a los modernos movimientos de liberación. No vamos a referirnos a movimientos anteriores a la época moderna (los movimien­tos pauperistas medievales, los diversos milenarismos, el movimiento husita en Bohemia y otros) sino que nos ceftimos a los de la época moderna, que cOrres­ponden a la época de la invasión de América Latina.

En este contexto hay que mencionar indiscutiblemente a Thomas MünlZer, el primer teólogo de la revolución (1525).52 MünlZer se insenó en la revolución de los campesinos (1525) y procuró traducir las intuiciones de Lutero al nivel popu­lar. A éste le critica duramente, sobre todo, su doctrina de la fe sin obras: no tener en cuenta las obras es entregar al pueblo a la dominación de los príncipes, es per­mitir que vuelva a instalarse el clericalismo, es, finalmente, renunciar en la prác­tica a la comunidad apostólica, el ideal de convivencia para la reforma. Según J. Comblin, la verdadera revolución protestante, con todo, tue la revolución pu­ritana de Inglaterra entre 1640 y 1660.53 Ahí están germinalmente las modernas libenades, la libenad individual, los derechos del hombre, la democracia, la to­lerancia religiosa. Cromwell, quien personificó la revolución (puritana) de los Santos, decía ante el parlamento en 1654: "Libenad de conciencia y libertad de los súbditos. Tales son las dos cosas por las que nos debemos batir flffi1emcn­te."54 Esa revolución fue absorbida por la restauración, pero sus ideas emigraron a Estados Unidos y ayudaron a hacer la revolución norteamericana. Hubo muchos otros movimientos ligados a la lucha obrera en Alemania, en Inglaterra y en Ita­lia con formulaciones liberadoras. Sólo queremos recordar a los socialistas utópi-

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La libertas christiana de la refonna enconlJó su principal limitación en lo refe­rente a la refonna popular. Los príncipes. no sin la complicidad de Lutero. intervi­nieron y sofocaron totalmente la significación liberadora de los campesinos que se rebelaron. Los principales beneficiarios de la reforma. así como de la Contra-re­forma, fueron los reyes, los príncipes y los nobles.

Las libertades de la revolución francesa eran justas, pero sus revolucionarios, como SI. Just y M . Robespierre, no cayeron en la cuenta de las condiciones eco­nómicas necesarias para su efectiva universalización . Al mismo tiempo que se proclaman los derechos del hombre, el proyecto colonizador europeo sometía dura­mente a hombres y mujeres en América y en Africa desde las potencias coloniza­doras ewopeas.

La revolución socialista hizo, en efecto, la revolución del hambre, es decir ga­rantizó los derechos sociales fundamentales para la población, pero pagó el alto precio de la libertad política y de expresión; siendo así que es importante incorpo­rar también a aquella revoluciÓn la revoluciÓn de la libertad que tanta sangre había rosEado. Este sigue siendo el desafío permanente para el proyecto socialista.

2.2. La memoria europea de los revolucionarios vencidos

Hasta aquí nos hemos referido a las revoluciones triunfantes y a las libertades que éstas han traido consigo. Pero hay que mencionar también a los movimientos revolucionarios. realmente liberadores. que cayeron vencidos, pero cuya memoria, recupenda, sirve de aliento a los modernos movimientos de liberación. No vamos a referimos a movimientos anteriores a la época moderna (los movimien­tos pauperiSIaS medievales, los diversos milenarismos, el movimiento husita en Bohemia y otros) sino que nos ceftimos a los de la época moderna, que corres­ponden a la época de la invasión de América Latina.

En este contexlO hay que mencionar indiscutiblemente a Thomas Müntzer, el primer t.e6logo de la revolución (1525).52 Müntzer se insen6 en la revolución de los campesinos (1525) y procuró traducir las intuiciones de Lutero al nivel popu­lar. A éste le critica duramente. sobre todo. su doctrina de la fe sin obras: no tener en cuenta las obras es entregar al pueblo a la dominación de los príncipes, es per­mitir que vuelva a inslalarse el clericalismo, es, finalmente, renunciar en la prác­tica a la comunidad apostólica, el ideal de convivencia para la reforma. Según J. Comblin, la verdadera revolución protestante, con todo. tue la revolución pu­ritana de Inglaterra entre 1640 y 1660.53 Ahí están germinalmente las modernas libertades, la libertad individual, los derechos del hombre. la democracia, la 10-

lerancia religiosa. Cromwell, quien personificó la revolución (puritana) de los SanlOs. decía ante el parlamento en 1654: "Libertad de conciencia y libertad de los súbdilOs. Tales son las dos cosas por las que nos debemos batir fumemcn­ae."54 Esa revoluciÓn fue absorbida por la restauración, pero sus ideas emigraron a Estados Unidos y ayudaron a hacer la revolución norteamericana. Hubo muchos otros movimiemos ligados a la lucha obrera en Alemania, en Inglaterra y en Ita­lia con fonnulaciones liberadoras. Sólo queremos recordar a los socialistas uLópi-

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cos, como Sainl-Simon, Fourier y Owen, quienes presentaban, desde una pers­pectiva religiosa, una liberación de las opresiones del capitalismo industrial.55 Marx, en nombre del socialismo científico, los combatió duramente. Pero hoy vemos que es lOS dos modos de fonnular el socialismo no tienen por qué ser con­trapueslOs. La ulopía pertenece también a la realidad y el socialismo histórico no rcaliza lodos los ideales del proyeclo socialista. Siempre hay una dimensión utó­pica en loda práctica humana también política. Ese socialismo utópico es útil pa­ra manlener a la sociedad en proceso, superando sus propias conquistas, y para alimentar, en todos, los ideales que van en línea de una democracia fundamental, participativa y social. Entre esos europeos que fueron vencidos y los vencidos y oprimidos latinoamericanos existen vigorosos lazos de solidaridad en un mismo deslino. La clase obrera oprimida que consiguió afirmarse en el poder por la revo­lución socialista sigue siendo una llamada a la práctica liberadora de nuestros em­pobrecidos, pues son los totalmente marginados en el sistema de producción ca­pitalista, los sin lierra, los indígenas recluídos en sus reservas, los millones de de­sempleados o subempleados. Todo eSle bloque hislórico se halla, eSlrUcturalmen­te, en una relación de connaluralidad con las luchas de los obreros europeos que triunfaron.

3. Una opci6n por una liberaci6n integral hecha por Europa y por América Latina

Las reflexiones que hemos hecho hasta ahora muestran que América Latina y Europa están ligadas profundamente, aunque por relaciones muy desiguales. La Europa colonizadora constituye uno de los faclOres principales, no el único, de que América Latina sea tal como es hoy: un continente dependiente, empobrecido y animado por una gran esperanza de liberación. Tanto la opresión como los ideales de liberación vinieron de Europa; el proceso de liberación, sin embargo, ha sido obra de nuestros oprimidos y está todavía en marcha. Lo que causa difi­cultades en este proceso es, en gran parte, la pérdida de identidad latinoamericana causada por la violencia de la invasión ibérica. En verdad. los ibéricos no supie­ron ver en el indígena, en el negro, en el mestizo, al otro que debe ser respetado, la alteridad que debe ser acogida. Avasallaron al otro y lo subyugaron cuando no lo destruyeron totalmente. El proceso de liberación implica, en primer lugar, la recuperación de la propia idenlidad, de la memoria sofocada de las culturas­testimonio (Darcy Ribeiro) y, después, la lucha por crear espacios para la necesaria libertad de expresión y de difusión.

¿Qué es lo que podemos hacer nosotros, latinoamericanos y europeos? Este es el gran desafío que nos presenta el nivel de conciencia que vamos adquiriendo con­juntamente. Debemos estar junIOS en esle inmenso proceso de libenlCión que en­vuelve a los opresores históricos y a los oprimidos latinoamericanos. América la­tina jamás será liberada sin que, a su vez, se libere Europa de sus aliados (del Atlántico Norte y Japón). Todos nos encontrnmos dentro de un único y colosal proceso histórico y sistema de producción. Pero este proceso acaece de fonoa desi-

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cos, como Sainl-Simon, Fourier y Owen. quienes presentaban. desde una pers­pectiva religiosa. una liberación de las opresiones del capitalismo industrial.55 Marx, en nombre del socialismo cienúfico, los combatió duramente. Pero hoy vemos que eSlOS dos modos de fonnular el socialismo no tienen por qué ser con­IIapucstos. La utopía pertenece también a la realidad y el socialismo histórico no realiza todos los ideales del proyecto socialista. Siempre hay una dimensión utó­pica en toda práctica humana también política. Ese socialismo utópico es útil pa­ra mantener a la sociedad en proceso, superando sus propias conquistas, y para alimentar, en todos, los ideales que van en línea de una democracia fundamental, participativa y social. Entre esos europeos que fueron vencidos y los vencidos y oprimidos latinoamericanos existen vigorosos lazos de solidaridad en un mismo destino. La clase obrera oprimida que consiguió afirmarse en el poder por la revo­lución socialista sigue siendo una llamada a la práctica liberadora de nuestros em­pobrecidos, pues son los totalmente marginados en el sistema de producción ca­pitalista, los sin lierra. los indígenas rccluídos en sus reservas. los millones de de­sempleados o subempleados. Todo este bloque histórico se halla. eSlIUcturalrnen­te, en una relación de connaturalidad con las luchas de los obreros eW'opeos que triunfaron.

3. Una opción por una liberación integral hecha por Europa y por América Latina Las reflexiones que hemos hecho hasta ahora muestrnn que América Latina y

Europa están ligadas profundamente, aunque por relaciones muy desiguales. La Europa colonizadora constituye uno de los factores principales, no el único, de que América Latina sea tal como es hoy: un continente dependiente. empobrecido y animado por una gran esperanza de liberación. Tanto la opresión como los ideales de liberación vinieron de Europa; el proceso de liberación, sin embargo, ha sido obra de nuestros oprimidos y está todavía en marcha. Lo que causa difi­cultades en este proceso es. en gran parte, la pérdida de identidad latinoamericana causada por la violencia de la invasión ibérica. En verdad, los ibéricos no supie­ron ver en el indígena. en el negro, en el mestizo, al OlIO que debe ser respetado. la alteridad que debe ser acogida. Avasallaron al otro y lo subyugaron cuando no lo destruyeron totalmente. El proceso de liberación implica, en primer lugar. la recuperación de la propia identidad, de la memoria sofocada de las culturas­testimonio (Darcy Ribeiro) Y. después. la lucha por crear espacios para la necesaria libertad de expresi6n y de difusión.

¿Qué es lo que podemos hacer nosotros, latinoamericanos y europeos? Este es el gran desafio que nos presenta el nivel de conciencia que vamos adquiriendo con­juntamente. Debemos eslar junlOs en esle inmenso proceso de libeI3Ción que en­vuelve a los opresores históricos ya los oprimidos latinoamericanos. América La­tina jamás será liberada sin que, a su vez, se libere Europa de sus aliados (del Atlántico Norte y Japón). Todos nos encontrnmos dentro de un único y colosal proceso histórico y sistema de producción. Pero este proceso acaece de fonna desi-

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gual, pues los beneficios del desarrollo son apropiados por los países ya desa­rrollados, las antiguas potencias colonizadoras, y los maleficios del sistema o sus beneficios secundarios van a las naciones subdesarrolladas, las antiguas colonias en América Latina, Africa y Asia. Las relaciones entre ambos polos, el desarrollo y el subdesarrollo, no son de interdependencia, como acostumbra decir la ideo­logía oficial, sino de auténtica dependencia que significa opresión económica, po­lítica y cultural. La deuda externa del tercer mundo, ingente e impagable, muestra esta dependencia opresora y la disimetría existente en las relaciones internacio­nales.

Ciertamente no existen soluciones inmediatas y fácilmente comprensivas para todos. Es importante, e incluso imprescindible, comprender que la relación depen­dencia-opresión e independencia-liberación, que envuelve a Europa y a América Latina, es fundamental. Los europeos y nuestras clases dominantes latinoamerica­nas hemos sido cómplices de la dominación de nuestro pueblo. Ahora debemos ser sus aliados en el proceso de liberación. Es preciso que veamos con simpatía y sin prejuicios el fenómeno fundamental que está ocurriendo en las sociedades lati­noamericanas y también en las periferias de Europa: el pueblo latinoamericano ya ha despertado de la opresión histórica en que vive y a la cual fue sometido. Sec­tores importantes de intelectuales universitarios y de las Iglesias cristianas ya han asumido su causa como aliados. Ya existen prácticas alternativas que vienen de abajo, del pueblo organizado, que apuntan a una sociedad alternativa en la que prevalecerá la democracia social y tendrá en las organizaciones populares su prin­cipal sujeto histórico para llevarla a cabo. La teología de la liberación nació hacia mediados de los ailos sesenta como reflexión crítica sobre estas prácticas y al inte­rior de estas prácticas, como teología elaborada por militantes cristianos, teólo­gos y obispos que tomaron en serio la opción por los pobres, en contra de su po­breza y a favor de su liberación. Hoy, cada vez más profesionales de todos los campos del saber están asumiendo este desafio histórico: ¿cómo contribuir desde mi propio trabajo, de mi saber y de mi compromiso a la liberación de los oprimi­dos? De esta forma muchos superan el cinismo de una ciencia que se mantiene dis­tante del proceso social y se muestra indiferente frente a la miseria del oprimido.

Es alentador ver que en Europa cada vez más personas comprenden el drama político-social de América Latina y sus vinculaciones con la dominación euro­pea.56 Estas postulan un proyecto de transformación global que supere las relacio­nes de dependencia y de opresión. Es éste un proyecto revolucionario de largo al­cance. Tal vez, ni nuestra generación ni la próxima vea su concreción. Pero lo im­portante es si podemos ver el problema y si asumimos una posición ética, políti­ca y religiosa correcta. Quiero destacar aquí los aportes que proporcionan las teo­logías de dos colegas y profesores: Johann Baptist Metz con su teología política y JÜTgen Moltrnann con su teología de la esperanza y de la comunión, las cuales denuncian la pérdida del significado político-social del evangelio y recuperan el aspecto revolucionario que está presente en la práctica y en la memoria peligrosa de Jesucristo. Esos teólogos ayudan a que las iglesias presten su colaboración en

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gual, pues los beneficios del desarrollo son apropiados por los países ya desa­rrollados, las anLiguas potencias colonizadoras, y los maleficios del sistema o sus beneficios secundarios van a las naciones subdesarrolladas, las antiguas colonias en América Latina, AfTica y Asia. Las relaciones entre ambos polos, el desarrollo y el subdesarrollo, no son de interdependencia, como acostumbra decir la ideo­logía oficial, sino de auténtica dependencia que significa opresión económica, po­lítica y cultural. La deuda externa del tercer mundo, ingente e impagable, muestra esta dependencia opresora y la disimetría existente en las relaciones internacio­nales.

Ciertamente no existen soluciones inmediatas y fácilmente comprensivas para todos. Es importante. e incluso imprcscindible, comprender que la relaci6n depen­dencia-opresi6n e independencia-liberación, que envuelve a Europa y a América Latina, es fundamental. Los europeos y nuestras clases dominantes latinoamerica­nas hemos sido cómplices de la dominación de nuestro pueblo. Ahora debemos ser sus aliados en el proceso de liberación. Es preciso que veamos con simpatía y sin prejuicios el fenómeno fundamental que está ocurriendo en las sociedades lati­noamericanas y también en las periferias de Europa: el pueblo latinoamericano ya ha despertado de la opresión histórica en que vive y a la cual fue sometido. Sec­tores importantcs de intelectuales universilarios y de las Iglesias cristianas ya han asumido su causa como aliados. Ya existen prácticas alternativas que vienen de abajo, del pueblo organizado, que apuntan a una sociedad alternativa en la que prevalecerá la democracia social y tendrá en las organizaciones populares su prin­cipal sujeto histórico para llevarla a cabo. La teología de la liberación naci6 hacia mediados de los ailos sesenta como reflexión critica sobre estas prácticas y al inte­rior de estas prácticas, como teologra elaborada por militantes cristianos, teólo­gos y obispos que tomaron en serio la opción por los pobres, en contra de su po­breza y a favor de su liberación. Hoy, cada vez más profesionales de todos los campos del saber están asumiendo este desafIo histórico: ¿cómo contribuir desde mi propio trabajo, de mi saber y de mi compromiso a la liberación de los oprimi­dos? De esta forma muchos superan el cinismo de una ciencia que se mantiene dis­tante del proceso social y se muestra indiferente frente a la miseria del oprimido.

Es alentador ver que en Europa cada vez más personas comprenden el drama político-social de América Latina y sus vinculaciones con la dominación euro­pea.56 Estas postulan un proyecto de transformación global que supere las relacio­nes de dependencia y de opresión. Es éste un proyecto revolucionario de largo al­cance. Tal vez, ni nuestra generación ni la próxima vea su concreción. Pero lo im­portante es si podemos ver el problema y si asumimos una posición ética, políti­ca y religiosa correcta. Quiero des\.acar aquí los aportes que proporcionan las teo­logías de dos colegas y profesores: Johann Baptisl MeLZ con su teología política y Jilrgen MollInann con su teología de la esperanza y de la comunión, las cuales denuncian la pérdida del significado político-social del evangelio y recuperan el aspecto revolucionario que está presente en la práctica y en la memoria peligrosa de Jesucristo. Esos te6logos ayudan a que las iglesias presten su colaboración en

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este ingente proceso, mesiánico diría yo, de liberación integrnJ. Y ellos han sido escuchados por nuestras iglesias latinoamericanas, tal vez con mayor atención y con mayor voluntad de eficacia que en sus propias iglesias·madres, lo cual mues­tra cuán pertinentes y acertadas son sus teologías. Tampoco hay que olvidar los numerosos grupos que en la sociedad civil han asumido la causa del tercer mundo y que hacen de la temática de la liberación marco teórico de referencia para sus prácticas y motivaciones.

No tengo ninguna receta que ofrecer ni entreveo una liberación inmediata. Pe­ro no por ello caemos en la resignación. Creo que los problemas que he presenta­do son objetivos y no equivocados. Por ello, me parece importante mencionar los siguientes punlOS.

Es necesario profundizar en el conocimiento del problema libertad europea y li­beración latinoamericana y las relaciones de dependencia entre uno y otro polo. Hay que superar meros paralelismos del conocimiento y saber articular, más bien, la comprensión latinoamericana y europea en un horizonte común y en un pro­ceso hislÓrico-social que nos comprometa a todos. De esta profundización debe surgir una opción por la liberación como respuesta adecuada a los desafíos de la opresión generada por el sistema mundial del capital. Al menos al nivel teórico, quizá hayamos dado ya el viraje copernicano, de un pensamiento que acaba repro­duciendo y reforzando el sistema hacia otro en la línea de un pensamiento que le es negativo, crítico y revolucionario.

Es necesario, además, incrementar la solidaridad entre Europa y América Lati­na en términos de experiencias y confrontación de perspectivas para que lleguen a ser complementarias y todas ellas refuercen el proceso de liberación de los oprimi­dos de allá y de acá

Allá donde estemos, pensando, trabajando y actuando, en la sociedad y en nues­tros campos específicos de trabajo, hay que pensar y actuar de forma liberadora, de forma alternativa al sistema imperante con sus utopías engaílosas y sus ídolos deshumanizantes. No podemos simplemente esperar a que llegue la gran aurora de la liberación. No vendrá sin prácticas humanas ni sin muchos sacrificios. "Más vale la lágrima de la derrota que la vergOenza de no haber participado."

Desde ahora debemos ensayar aquello que se opone a todas las formas de domi­nación y opresión: la democracia. El capitalismo es incompatible con los ideales democráticos, pues el capitalismo entroniza la acumulación por un lado y la pobreza por el otro, transforma las diferencias en desigualdades, y no permite la igualdad de participación en el trabajo mientras que sí se la concede al capital. No me estoy refiriendo aquí, por tanto, a la democracia burguesa, sino a la demo­cracia /oUl cour/. Más que una formación social, la democracia supone una actitud que debe ser vivida en todas las esferas de la vida, de la intersubjetividad y de la so­ciedad. Los ideales democráticos son profundamente revolucionarios; subvienen todas las formas de dominación de unos sobre otros. La democracia constituye también uno de los más antiguos suenas de occidente. Posee una dimensión ulÓ-

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este ingente proceso, mesiánico diría yo, de liberación integral. Y ellos han sido escuchados por nuestras iglesias latinoamericanas, t.aJ vez con mayor atención y con mayor voluntad de eficacia que en sus propias iglesias-madres, lo cual mues­tra cuán pertinentes y acertadas son sus teologías. Tampoco hay que olvidar los numerosos grupos que en la sociedad civil han asumido la causa del tercer mundo y que hacen de la temática de la liberación marco teórico de referencia para sus prácticas y motivaciones.

No tengo ninguna receta que ofrecer ni entreveo una liberación inmediata. Pe­ro no por ello caemos en la resignación. Creo que los problemas que he presenta­do son objetivos y no equivocados. Por ello, me parece importanle mencionar los síguiemes punlOS.

Es necesario profundizar en el conocimienlO del problema libertad europea y li­beración latinoamericana y las relaciones de dependencia entre uno y otro polo. Hay que superar meros paralelismos del conocimiento y saber articular, más bien, la comprensión latinoamericana y europea en un horizonte común y en un pro­ceso hislÓrico-social que nos comprometa a lodos. De esta profundización debe surgir una opción por la liberaciÓn como respuesta adecuada a los desafíos de la opresión genernda por el sistema mundial del capital. Al menos al nivel teórico, quizá hayamos dado ya el viraje copemicano, de un pensamienlo que acaba repro­duciendo y reforzando el sistema hacia otro en la línea de un pensamiento que le es negativo, crítico y revolucionario.

Es necesario, además, incrementar la solidaridad entre Europa y América Lati­na en términos de experiencias y confrontación de perspectivas para que lleguen a ser complementarias y todas ellas refuercen el proceso de liberación de los oprimi­dos de allá y de acá.

Allá donde estemos, pensando, trabajando y actuando, en la sociedad y en nues­tros campos especifico s de trabajo, hay que pensar y actuar de fonoa liberadora. de forma alternativa al sistema imperante con sus utopías engai'losas y sus ídolos deshumanizantes. No podemos simplemente esperar a que llegue la gran aurora de la liberación. No vendrá sin prácticas humanas ni sin muchos sacrificios. "Más vale la lágrima de la derrota que la vergüenza de no haber participado,"

Desde ahora debemos ensayar aquello que se opone a rodas las formas de domi­nación y opresión: la democracia. El capitalismo es incompatible con los ideales democráticos, pues el capitalismo entroniza la acumulación por un lado y la pobreza por el otro, transforma las diferencias en desigualdades, y no permite la igualdad de participación en el trabajo mientras que sí se la concede al capital. No me eslOy refiriendo aquí, por tanto, a la democracia burguesa, sino a la demo­cracia 'out court. Más que una formación social, la democracia supone una actitud que debe ser vivida en todas las esferas de la vida, de la intersubjetividad y de la so­ciedad. Los ideales democráticos son profundamente revolucionarios; subvienen todas las formas de dominación de unos sobre otros. La democracia constituye también uno de los más antiguos sueflos de occidente. Posee una dimensión ULÓ-

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pica, en el sentido de que ilumina cada momenlO de la vida y de que nunca puede agotarse en ninguna concreción histórica. Su inspiración continúa produciendo nuevas formas de convivencia.

Desde la experiencia con grupos de base de América Latina en donde se inten­ta, ya ahora, vivir el espíritu democrático y la alternativa de la libertad, vemos la democracia asentada sobre estos cuatro pilares, como sobre las cuatro patas de una mesa.57

La mayor participación posible de Iodos en todas las cosas que conciernen a lO­dos. Esa participación debe comenzar desde abajo para que nadie quede marginado. Todos tienen algo que contribuir, pues cada uno posee su inteligencia.

La igualdad de todos como resultado de formas lo más englobantes posible de participación. Cada uno es diferente de otro, pero la participación impide que la diferencia se convierta en desigualdad. Lo que permite que surja la justicia social son las relaciones basadas en la igualdad de derechos y de dignidad.

La diversidad respelada y acogida, no como amenaza a la igualdad, sino como expresión de la riqueza de formas de participación y de igualdad. No sólo una fuga de Bach expresa la belleza musical, sino la diversidad de géneros musicales, la sin­fonía, la ópera, el gregoriano, la canción o la samba. Así es también en la vida social: la diversidad de expresiones muestra las virtualidades de la igualdad.

La corrwnión como capacidad del espíritu humano de relacionarse fraternal­mente unos con otros y de entrar en comunión con Dios. Existe en el ser huma­no una profundidad sagrada que encuentra su mejor expresión en la fue17.a de comu­nión desinteresada con los más débiles y con el Transcendente.

Estas cuatro dimensiones viven juntas. El intenlO de concretizarlas nos permi­te superar, allá donde estemos, los mecanismos de la opresión. Latinoamericanos y europeos nos vemos desafiados a reforzar la democracia de corte social, popu­lar, participativo y transcultural. La democracia es la portadora concreta de la libe­ración de aquellos que históricamente han estado situados en polos opuestos, unos en el polo de los dominadores y otros en el de los dominados. La democra­cia opera la revolución de ambos, permitiendo que construyan juntos, ya ahora, formas de convivencia sin dominación. De esta nueva síntesis ya hay experien­cias germinales. Hay mucho que andar todavía, y juntos debemos conseguir que llegue a sazonar del día que permita ese tipo de democracia.

Por ello, y con esto termino, es preciso que tengamos la esperanza humana y política en la capacidad de desmontar los mecanismos históricos de dominación. Estos mecanismos no provienen de la naturaleza; surgieron un día de prácticas dis­torsionadas de seres humanos y de mecanismos socio-económicos. La liberación es posible y es el ejercicio más noble y elevado de la libertad humana. Hago mías las palabras de un líder sindical y político brasileHo que expresan bien esta esperanza: "Los opresores pueden pisotear el jardín de los oprimidos; pueden que­brar una, dos, diez rosas y hasla IOdas ellas. Pero no podran impedir la venida de la primavera de la liberación de los oprimidos."

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202 REVISfA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA

pica, en el sentido de que ilwnina cada momento de la vida y de que nunca puede agotarse en ninguna concreción histórica. Su inspiración continúa produciendo nuevas formas de convivencia.

Desde la experiencia con grupos de base de América Latina en donde se inten­ta, ya ahora, vivir el espírilu democrático y la alternativa de la libertad. vemos la democracia asentada sobre estos cuatro pilares, como sobre las cuatro patas de una mesa.S7

La mayor participación posible de todos en todas las cosas que conciernen a to­dos. Esa participación debe comenzar desde abajo para que nadie quede marginado. Todos tienen algo que conlIibuir. pues cada uno posee su inteligencia.

La igualdad. de todos como resultado de formas lo más englobantes posible de participación. Cada uno es diferente de OlIO, pero la parúcipación impide que la diferencia se convierta en desigualdad. Lo que permite que surja la justicia social son las relaciones basadas en la igualdad de derechos y de dignidad.

La diversidad respelada y acogida, no como amenaza a la igualdad, sino como expresión de la riqueza de formas de participación y de igualdad. No sólo una fuga de Bach expresa la belleza musical. sino la diversidad de géneros musicales, la sin­fonía. la ópera. el gregoriano, la canci6n o la samba. Así es Ulmbién en la vida social: la diversidad de expresiones muestra las virtualidades de la igualdad.

La cQmu.nión como capacidad del espíritu humano de relacionarse fraternal­mente unos con otros y de entrar en comunión con Dios. Existe en el ser huma­no una profundidad sagrada que encuenlIa su mejor expresión en la f uerz.a de comu­nión desinteresada con los más débiles y con el Transcendente.

Estas cuatro dimensiones viven juntas. El intento de concretizarlas nos permi­te superar, allá donde estemos, los mecanismos de la opresión. Latinoamericanos y europeos nos vemos desafiados a reforzar la democracia de corte social, popu­lar, participativo y lranscultural. La democracia es la portadora concreta de la libe­ración de aquellos que históricamente han estado situados en polos opuestos. unos en el polo de los dominadores y otros en el de los dominados. La democra­cia opera la revolución de ambos, permitiendo que construyan juntos, ya ahora, formas de convivencia sin dominación. De esta nueva síntesis ya hay experien­cias germinales. Hay mucho que andar todavía. y juntos debemos conseguir que llegue a sazonar del día que permita ese tipo de democracia.

Por ello, y con esto termino. es preciso que tengamos la esperanza humana y política en la capacidad de desmontar los mecanismos históricos de dominación. Estos mecanismos no provienen de la naturaleza; surgieron un día de prácticas dis­torsionadas de seres humanos y de mecanismos socio-económicos. La liberación es posible y es el ejercicio más noble y elevado de la libertad humana. Hago mías las palabras de un líder sindical y político brasilei'lo que expresan bien esta esperanza: "Los opresores pueden pisotear el jardín de los oprimidos; pueden que­brar una, dos, diez rosas y hasta todas ellas. Pero no podran impedir la venida de la primavera de la liberación de los oprimidos."

Page 17: Libertady liberación. Puntos de contacto y de fricción en

LIDERTAD Y LIDERACION 203

Notas

1. Cfr. D. Ribeiro. As Américas e a Civili'llfdo, Peb'Ópolis. 1986; Id., O dilemJJ da América LaJilUJ. Estrucluras de poder e forfas insurgenles. Petnlpolis. 1987.

2. Cfr. E. Du ... I. Hisloria de la Iglesia en América LaJina. Colnniaje y liberaci6n, Barcelona, 1974; Id., "América Lalina e consciencia cristi," en Caminhos de liber­Illfao lalino-amoica1UJ 11, Sao Paulo. 1985.7-40; G. Gutiérrez, TeoÚJgla desde el re­verso de la historio.. Lima 1977; S.S. Gotay, O pensame:nJo cristDo revolucionário na América LaJiIUJ e no Caribe, S. Paulo. 1985; E. Galeano. As velas aberllJS da America LaJilUJ, Río de Janeiro. 1978; R. Zirnmermann. América LaJina -<> nllD-ser, Peb'Ópolis, 1987.

3. Cfr. Ribeiro. As Américas e a Civ;¡¡~ao. Processo de IOT~áo e causas do dese"­volvUnento desigual dos povos americanos, Petr6polis. 1976; Id., lA cullwa. lali­fIOQml!ricanlJ, México. 1978.

4. Cfr. P. Chaunu, La populalioll de r Amériq .. indienne, en Rev .. Historique, Juil­sept. (1964) 111-116; S. Cook y W. Borah, The IlIdianpopulalioll afCen/ral Mu;­co 1535-1610, Berkeley, 1960.

5. Cfr. B. Ribeiro, O Indio IUJ hist6ria do Brasil, S. Paulo. 1984,29. 6. "Brevísima relación de la destrucción de las Indias." en Obras escogidas V, Madrid,

1961. El texto se encuentra en "Memorial al consejo de Indias" (1565) publicado Y comentado por 1. B. Lassegue, La larga marcha de las Casas, Lima, 1974, 387.

7. Cfr. G. Bonm, "La historia desde abajo." en Hacia el nuevo miloUo 11, Mbico, 1986. 82.

8. Cfr. Mires. La colani,aci611 de las almas. Misi6n y CO"'luista en Hisponambica, San José de Costa Rica, 1987.

9. Cfr. Revisla Eclesitislica Brasileira, 47 (1987) 182-183; Apor/e de los pueblas IndIge­nas de América LaJilUl a la leoÚJgla cristiaIUJ (Il consulta e&1IJIIénica de pastonl indl­gena), 1986

10. E. Dussel. História da leoÚJgla lalina-america1UJ, Sio Paulo, 1981. 166. 11. Lumpenburguesia: LumpendesarrolÚJ, México. 1971. 23. 12. P. Richard, Morle das crislarldtJJUs e /UJSCimenlo da Igroja, Si<> Paulo. 1982, 33. 13. D. Ribeiro, La cuUuralalinoamerica1UJ, op. cit., 28. 14. Una muy buena presentación en E. Dussel, ''Bartolomeu de las Casas no quinto ceJUe­

nmo de seu nascirnento." en CaminJws de liberlllfllb lalino-americaIUJ 11, S. Paulo, 1985,135-150.

1S. "B~fsima relacion," op. ciJ .• 36. 16. ld.,lbid. 17. Cfr. J. M. Paiva, COÚJniZllfIlb e caleques<, S. Paulo. 1982.41-46; J. H6ffn .... Kok>­

nialismus ulld Evangelium, Trier. 1969. 189 s. 18. E. Dussel. El episcopado lalirJO<JnliUicano y la liberación de los pobres 1504-1620,

México, 1979. 19. Cfr. P. Richard, Morle das crislandodes, op. cil" 31-46. 20. Cfr. O. Iano;, Imperialismo y cohura de la violencia en América LaJina, Mbico.

1974. 21. O. Ianni. Lafomwci6n del Estado populista en América LaJina, Mi!xico. 1975. 22. Cfr. G. Arroyo, "Pensamiento latinoamericano sobre subdesanollo y dependencia ex­

terna," en Fe cristiaIUJ y cambio social en América LaJina, Salamanca, 1973, 305-321.

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

LIBERTAD Y LIDERACION 203

Notas

1. Cfr. D. Ribeiro. As Américas e a Ci\li/iz~ao, PelrÓpolis. 1986; Id., O dilenuJ d4 América LaJjNJ. EstrUClu.ras de poder e forfas insW'genles, Petr6polis, 1987.

2. Cfr. E. Dussel. Hisloria de la Iglesia en América Lalina. Coloniaje y liberación, Barcelona, 1974; Id., "América Lalina e consciencia cristl," en CominJJos de liber­t~ao latino-americana 11, Sic Paulo. 1985. 7-40; G. Gutién'ez, TeologÚJ desde el re­verso de la hisloria. Lima 1977; S.S_ Gotay, O penstJmDIIO cristlfo revolucionário NJ

AmArica LaliNJ e 110 Caribe, S. Paulo. 1985; E. Galeano. As veías abe:r1lJs dIJ America LaJiNJ, Río de Janeiro, 1978; R. Zirnrnermann. AmArica LaJina -o nIJo.ser, PelrÓpolis. 1987.

3. Cfr. Ribeiro. As Américas e a Ci\ljJiUlfOO. Processo de forma.fóo e cau.sas do dese,,­\lol\limenlo desigual dos povos americanos, PelIÓpolis, 1976; Id., LA cu.llW'a, lati-1IOOITIi!ricaNJ, México, 1978.

4. Cfr. P. Chaunu, La popu.lalUm rU r Amériqu.e jndimne, en Re\lue Historique, JuiI­sept. (1964) 111-116; S. Cook y W. Borah, Th.e Inditmpopu.lalion ofCenlral Muj­co 1535-16/0, Berkeley, 1960.

5. Cfr. B. Ribeiro, O lndio NJ história do Brasil, S. Paulo, 1984,29. 6. "Brevísima relaci6n de la destrucción de las Indias," en Obras escogidDs V, Madrid,

1961. El texto se encuentra en "Memorial al consejo de Indias" (1565) publicado Y comentado por 1. B. Lassegue, LA larga f1IIJTCM. de las Casas, Lima. 1974,387.

7. Cfr. G. Bonfil. "La historia desde abajo," en HtrUJ ellllll!\lO "u!eNo 11, Mbico, 1986,82.

8. Cfr. Mires, LA colonización de las almas. Misión y CO"'lu.ÍSUJ en HispOflllmérica, 581\ José de Costa Rica, 1987.

9. Cfr. Revisla Eclesiástica Brasileira, 47 (1987) 182-183; Aporte de los pueblos indlge­rI4S de Amirica LatiNJ a la leologÚJ cristiana en consulta ecuinénica de pastonl indí­gena),1986

10. E. Dussel, HistórUJ dIJ leologÚJ latino-americana, Sao Paulo, 1981. 166. 11. LumpenbW'gUJ!.SÚJ: Lu.mpendesarrollo, México, 1971, 23. 12. P. Riclwd, Morle dIJs crislonJilJdes e fl4SCimentO dIJ Igreja, Sio Pauto, 1982, 33. 13. D. Ribeiro, LA cultura loJinoamericana. op. cit., 28. 14. Una muy buena presentación en E. Dussel, ''Bartolomeu de las Casas no quinto cenle­

núio de seu nascimento," en Caminhos de libertOflfo loJino-americaNJ 11. S. Paulo, 1985, 135-150.

15. "Bn:vfsima relacion," op. ciJ .• 36.

16. Id.,lbid. 17. Cfr. 1. M. Paiva, ColoniUlfiJo e calequese. S. Paulo, 1982,4146; 1. HOffncr, Ko/o­

nialismw' u.nd Ewmgelium, Trie%', 1969. 189 s. 18. E. Dussel. E/episcopado /.oJirwam,aricano y la übertrWn de los pobres 1504-1620.

México, 1979. 19. Cfr. P. Richard. Morle dIJs cristandtuJes, op. ciJ., 31-46. 20. Cfr. O. Ianni, /mperÜJlismo y cu.llura de la \liolencia DI América lAIiNl, México.

1974. 21. O. Ianni, LaforfNJCi/m del Estado populista en Ambica LaJina, México, 1975. 22. Cfr. G. Arroyo. "Pensamiento latinoamericano som subdesarrollo y dependencia ex­

tema," en Fe cristiana y cambio social en América Latina, Salamanca, 1973, 3OS-321.

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204 REVISfA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA

23. Cfr. H. Assmann, Opresión-/iberaci6n: desaj"1O a los cristianos. Montevideo. 1971. 24. G. Gutiérrez, Lafuerza histórica de los pobres. Salamanca. 1982, 96-130. 25. Cfr. G. Cerqueira FHho, A influéru:ia das id~ias socialistas no pensamDJlO polflico

brasi/eiro (/890-/922). S. Paulo. 1982; C. G. Mota, /diia de revolUfáo no Brasil (/789-/80l). PelrÓplis. 1979.

26. C. Borr. et alii. "FuramenJa Marxista" (Comunica~ [SER. 25). Río de Janeiro. 1987.

27. L. Borr. Teologia do cQJiveiro e da libert .. ~o. PelrÓpolis, 1985, 13-26; H. J. Prien, La1einameri"": Gesel/schaft. Kirche. Theologie. 2 Bd .• G~ttingen. 1981.

28. Cfr. P. Richard. Morte das cristandades. op. ciJ .• 35. 29. "Entre los remedios" (1545), en Obras escogidas V. Madrid. 1958.118; G. Gutiérrez,

Lafuerza histórica de los pobres. op. cil., 250. 30. V. Alba, Le meuvemenJ ouvrier en Amérique Latine. París, 1933. 47-58; P. Ri­

chard" Morte das crislandlJlies, op. cit .. 43-44. 31. Cfr. D. Lindoso. A Ulopia armada. Rebelióes de pobres nas maJas do Tombo Real

(/832-/850). Río de Janoiro. 1983. 32. Cfr. B. Lewin. La rebelión de Túpac-AfTUUu y los orígenes de la iruiependenóa en

HispafllXU1lirica, Buenos Aires. 1967; J. Kraiber. "Religión y justicia en Túpac­Amaro." en Ralees de la "'ologla latinoamericana. San José. 1985.75-84.

33. Cfr. E. Williams. Capitalism and Slavery. Londres. 1975. 34. Cfr. J. O. Beozzo. "As Américas negras e a história da [greja: quest3es metodo­

lógicas," en EscravalurQ negra e histó,ia da Igreja na América Úllina e no Caribe, PelrÓpolis. 1987. 27-64. aquí 34-35; Ph. Curtin, The AtlanJic Slave Tralle. Wiscon­sin Univer.¡ity PIess. 1969.

35. Cfr. M. Bergmann. Nasce umpovo. POlrÓpolis, 1977.50. 36. Cfr. L. Luna, O negro na lUla conJra a escravidáo. Brasilia, 1976; A.M. PescateJlo.

The african in La1in America. Nueva York. 1975; J. Fouchard, The Haition Ma­rrons: liberty or dJ!alh, Nueva York. 1981; el. Maura. Quilombos: resistencia ao es­cravismo. S. Paulo. 1987.

37. Cfr. D. Freitas, PalnuJres: Q 8uerra tUJs escravos. Porto Alegre. 1984. 38. P. Richard, Morte dos cristantlDdes. op. ciJ .• 45. 39. Id .• /bid. 40. Véanse algunos titulos: F: Heer, Europa. MUller der Revolulionen, Swttgart. 1964;

H. E. Bobr, (Ed), WelJfrieden und Revolution. Hamburgo, 1968; E. RosenslOCk­Huessy, Die europaischen RevoluJionen und der Chmaber der Nalkmen, Stuttgart, 1951; H. Arend~ Ober die RevolUlion. MOchen. 1963; H. Mllier. RevolUlion und Kirche. MOnchen, 1973; E. Feil-R. Welh, Diskussion ZUf 'Thealogie do Rev<>­IUlion." M!lnchen-MIIinz 1969; 1. Comblin. Théologie de la révolUlion. París, 1970.

41. Über die RevolUlion. op cit .. 183-231. 42. Cfr. Ensyldopaedie der philosophischen Wissenschaften 1830. Hamburgo. 1959. §

384A. 43. Vor/esungen übu die PhilosophU der Weltgeschichte. Bd. 1; Die Vernunft in der Ges­

chichte (1. Horrmeister, Hamburgo 1955),63. 44. M. Horkheirner. Zur KriJik der instrUmJ!nJel/en Vernunft. Frankfurt. 1974; J. Haber­

mas, ErkeNllnis und /nJeresse. Frankfun, 1969. 45. Cfr. L. Boff. "A sigrtific~¡¡o de Lutero pan la lihena~io dos oprimIdos." en E a

/greja se fez povo. Petr6polis. 1986. 183-200. 46. Cfr. J. Comblin. Thé%gie de la révolUlion. op. cit.. 126-132.

Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

204 REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA

23. Cfr. H. Assmann, Opresión-liberación: desafio Q los cristUmoS, Montevideo, 1971. 24. G. Gutiérrez, Lafuerza IUst6rica de los pobres, SaÚJmanCa, 1982, 96-130. 25. Cfr. G. Cerqueira Filho, A influén.cia das idéias socia lisIas 110 pensl1l7lOlJO po/{tico

brasi~jro (/890-1922), S. Paulo, 1982; C. G. Mota, ldiia de revolUfáo 110 Brasil (1789-1801), PelrÓplis, 1979.

26. C. Boff, el alU, "Ferram.enla Marxisla" (Comunica~ [SER, 25), Río de Janeiro, 1987.

27. L. Boff, Teologia do cativeiro e da libert~"o, PelrÓpolis, 1985, 13-26; H. J. Prien, ÚJleifllJmeriluJ: Gesellschaft. Kirche. Theologie, 2 Bd., Gtsttingen, 1981.

28. Cfr. P. Richard, Morle das crislandades, op. cit., 35. 29. "Entre los remedios" (1545), en Obras escogidas V. Madrid, 1958,118; G. Gutiérrez,

Lafuerza hislórica de los pobres, op. cil .• 250. 30. V. Alba, Le f1U)uve~nI ouvrier en Amérique Úlline, Pans, 1933, 47-58; P. Ri­

chard .. Morte das cristandades, op. cit .• 43-44. 31. Cfr. D. Lindoso, A uJopia armada. Rebe/ióes de pobres nas matas do Tombo Real

(1832-1850), Río de Janeiro, 1983. 32. Cfr. B. Lewin, La rebelión de Túpac-Anuvu y los orígenes de III iruJepeTllÚ!n.cia en

Híspa~rica, Buenos Aires, 1967; J. Kraiber, "Religi6n y justicia en Túpac­Amaro," en Rafees de III reologÚJ IIltinoamericaM, San José, 1985, 75-84.

33. Cfr. E. Williams, Capilalism and Slavery, Londres, 1975. 34. Cfr. J. O. Beozzo, "As Américas negras e a história da [greja: quesl.5es metodo­

lógicas," en Escravatura negra e IUslória da Igreja na Amirica ÚJlina e no Caribe. PelrÓpolis. 1987, 27-64, aquí 34-35; Ph. Curtin, The Allantic Sla-oie TraJe. Wi.scon­sin University Press, 1969.

35. Cfr. M. Bergmann, Nasce wn.povo. Petr6polis, 1977.50. 36. Cfr. L. Luna, O M8ro na Iwa conlra a escrayidQo, Brasilia, 1976; A.M. Pescatello,

The african in ÚJlira Arnerica, Nueva York. 1975; 1. Foucluud, The Hailian Ma­rroras: liberty or death, Nueva York, 1981 ; Cl. Moura. Quilombos: resistencia ao es­CTavismo. S. Paulo, 1987.

37. Cfr. D. Freitas, PaimJJres: a guerra dos escravos. Pono Alegre, 1984. 38. P. Richard, Morte dos cristandmJes. op. cil .• 45. 39. Id .• /bid. 40. Véanse algunos títulos: F: Heer, Europa, MUller der Revolulwnen, Swttgart, 1964;

H. E. Bahr, (Ed), Wellfrieden lUId Revoluliofl. Hamburgo, 1968; E. RoseTlStOCk­Huessy, Di#! europaíschen Revolwionefl ulld der ChmaJaer der Nalionen, StulIgart, 1951 ; H. Arendl, Ober die RevolwUm. MOchen, 1963; H. Maier, Revolwion lUId Kirche. Manchen, 1973; E. Feil-R. Weth, Diskussion zur 'TIiec/ogi4 do Revo­Iwion, " MUnchen-Mainz 1969; J. Comblin. ThioÚ)gie de la révolwion. París, 1970.

41. Über die Revolwion, op cit., 183-231. 42. Cfr. EnsykJop~dje der phi/osoplUschen Wissenschaften 1830. Hamburgo, 1959, §

384A. 43. Vo,~sun8m über di#! Phi/osophU de, Weltgeschichle, Bd. [; Die Verrwnft in der Ges­

chichle (1. Hoffmeisler, Hamburgo 1955),63. 44. M. Horkheimer, Zur KriJik der Íflslrwn.enlel1en Verfllm/t, Frankfurt, 1974; 1. Haber­

mas, Erke1l1llnLs lUId IfIleresse. Frankfun, 1969. 45. Cfr. L. Boff, "A signific~io de Lutero par! la libena~ao dos oprinudos," en E a

Igreja se fez povo, Pelrópolis, 1986, 183-200. 46. Cfr. J. Comblin, Thiologie de la révolwion, op. cil., 126·132.

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Digitalizado por Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"

LIBERTAD Y LlDERACION 205

47. Cfr. E. Hobsbawm, buiustry and empire, Baltimore, 1969; Id., Europaische Revo­luJionen, ZuricJl, 1962.

48. Cfr. R. Soler, Clase y nación en Hispanoamérica, San José, 1977. 49. Citado de S. G. Papcke, "Weltrevolution als Friede," en Weltfrieden und RevoluJion,

op. cit., 19. 50. 1. Comblin, Théologie de la révolution, op. cit., 139 51. Cfr. E. Dussel, "A cristandade moderna frente ao outro, do índio 'rode' ao bom sel­

vagem'" en CaminJws de libertaqiio latino-americana Il, op. ciJ., 151-160, esp. 151. 52. Cfr. M.M. Smirin, Die Volksrelormation des Thomas MünJzer und der grosse

BauernJerieg, Berlín, 1956. 53. Cfr. M. Walzer, The RevoluJion 01 the Saints. A Study in the Origins 01 Radical Po-

litics, Londres, 1966. 54. H. Kohn, The Idea 01 NatioTlillism, Nueva York, 1958. 55. Cfr. P. Pombeni, Socialismo e cristianesimo (1815-1975), Brescia,1977. 56. Cfr. G. Hasenhüttl, Freiheit in Fesseln. Die Chance der Befreiungs-theologie, Olten­

Friburgo, 1985; K. Rahner, (Org.), Belreiende Theologie, Mainz, 1977. 57. H. de Souza, Construir a Utopia, Petrópolis, 1987, que nos ha inspirado en estas re­

flex.iones políticas.