globalització, potències emergents i drets humans

23
Globalització, potències emergents i drets humans El segle XX va estar marcat per un desigual repartiment del poder mundial a favor de les grans potències vencedores de la Segona Guerra Mundial, especialment per la preponderància dels EUA tant a escala militar com econòmica. Però passat gairebé ja el primer decenni del segle xxi, es configura un món multipolar, amb molts centres de poder, especialment financers. Potències emergents com la Xina, Rússia, l’Índia, el Brasil, apunten a marcar el pas en poc temps i desplaçar l’equilibri de poder, concentrat tant de temps a Occident. “Serà la Xina la pròxima superpotència mundial?”, es pregunten molts. Ningú no ho sap. Però sí que és cert que cada vegada més la mundialització de signe nord-americà s’entrecreua amb ambicions de potències regionals o reivindicacions nacionals ideològiques i de signe social o ètnic. Passa això primer a l’Iran de la revolució islàmica. I això segon, a Veneçuela i Bolívia. En els dos casos amb les reserves energètiques mundials com a amenaça generalitzada en una cosa absolutament vital per als Estats Units i Europa, però també per a una Xina i una Índia que necessitaran absorbir petroli i gas en quantitats enormes. El mateix Putin pot aixecar la veu, perquè Rússia disposa d’enormes reserves d’hidrocarburs de què Europa depèn. No obstant això, la pregunta segueix sent: “I els desafiaments del nou mil·lenni?”. La fam, el terrorisme, la proliferació nuclear, els danys al medi ambient… Aquests són els veritables reptes que haurien de concentrar els esforços del poder global. Sigui quin sigui. Fons de política internacional Carlos Nadal Recull d'articles publicats per Carlos Nadal a La Vanguardia entre els anys 2000 i 2010

Upload: others

Post on 01-Dec-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Globalització, potències emergents i drets humans El segle XX va estar marcat per un desigual repartiment del poder mundial a favor de les grans potències vencedores de la Segona Guerra Mundial, especialment per la preponderància dels EUA tant a escala militar com econòmica. Però passat gairebé ja el primer decenni del segle xxi, es configura un món multipolar, amb molts centres de poder, especialment financers. Potències emergents com la Xina, Rússia, l’Índia, el Brasil, apunten a marcar el pas en poc temps i desplaçar l’equilibri de poder, concentrat tant de temps a Occident. “Serà la Xina la pròxima superpotència mundial?”, es pregunten molts. Ningú no ho sap. Però sí que és cert que cada vegada més la mundialització de signe nord-americà s’entrecreua amb ambicions de potències regionals o reivindicacions nacionals ideològiques i de signe social o ètnic. Passa això primer a l’Iran de la revolució islàmica. I això segon, a Veneçuela i Bolívia. En els dos casos amb les reserves energètiques mundials com a amenaça generalitzada en una cosa absolutament vital per als Estats Units i Europa, però també per a una Xina i una Índia que necessitaran absorbir petroli i gas en quantitats enormes. El mateix Putin pot aixecar la veu, perquè Rússia disposa d’enormes reserves d’hidrocarburs de què Europa depèn. No obstant això, la pregunta segueix sent: “I els desafiaments del nou mil·lenni?”. La fam, el terrorisme, la proliferació nuclear, els danys al medi ambient… Aquests són els veritables reptes que haurien de concentrar els esforços del poder global. Sigui quin sigui.

Fons de política internacional Carlos Nadal

Recull d'articles publicats per Carlos Nadal a La Vanguardia entre els anys 2000 i 2010

Sialgún país tiene una tradición bien ga-nada de pacifismo es Suecia. Neutralpor excelencia, sus gobiernos se apunta-ron sistemáticamente a los movimien-

tos contra la guerra. El de Olof Palme fue es-pecialmente activista en este sentido. Sueciaera, además, modelo del Estado de bienestar,garantía de paz social y de respeto a las exigen-cias de preservación del medioambiente.

Palme fue asesinado. Y, pasa-dos unos años de su muerte, nodeja de ser significativo que en lapacífica y ordenada Suecia, enla ciudad de Göteborg, el 1 de ju-nio, la intervención policial con-tra veinte mil manifestantes delllamado “pueblo de Seattle” fue-ra de tanta contundencia que oca-sionó un muerto. Extrañó tantadureza.

Göteborg estaba en la línea deun movimiento de protesta con-tra la llamada globalización. Co-menzó en1999 en la ciudadnorte-americana de Seattle y siguió conocasión de diversas reuniones dediversos foros políticos y econó-micos internacionales enonce ciu-dades. De Europa, Estados Uni-dos, Canadá.

Y ahora, la reunión del G-8 enGénova. En un escenario tan dis-tinto políticamente y socialmentedel de Suecia, las previsiones hansido de prepararse para lo peor.Génova aparece como una ciu-dad bajo asedio.Veinte mil hom-bres armados entre policía y ejér-cito. Zonas prohibidas. Muros yalambradas. En elmar, buques deguerra. En el cielo, helicópterosmilitares.

Los gobernantes de los ochopaísesmás desarrollados delmun-do, aislados, parapetados, encasti-llados. Son lamáxima representación delmun-do abierto que quieren sin fronteras ni límitespara la economía mundial y han de protegerseen un espacio reducido y fortificado contra lasdecenas de miles de manifestantes venidos demuy diversos países. La otra cara de la globali-zación.

Por su parte, el “pueblo de Seattle” se sirve,curiosamente, de los instrumentos de la globali-zación: informática, difusión audiovisual, con-certación por medios tecnológicos. El movi-

miento contra la globalización se está globali-zando. Un hecho que no conviene estimar ba-nal. Una apuesta de civilización, que se da co-mo la única posible, sin alternativa, engendrainevitablemente su contrario.

Es por demás desautorizar el movimientocontra la globalización por la confusa confluen-cia en él de centenares de grupos y grupúsculos

de lamás heterogénea procedencia, desde anar-quistas y trotskistas hasta católicos.

La nebulosa de siglas y nombres bajo los cua-les se unen los grupos contra la globalización escada vez más numerosa. Su disparidad no de-be ser utilizada para quitarles crédito. Hastaque algunos de ellos recurran a la violencia hayque tomarlo en cuenta más allá de que deban,naturalmente, ser contenidos.

Son síntoma de que la civilización de signotecnológico, orientada hacia valoraciones prio-

ritarias de la competición y los beneficios eco-nómicos, crea graves disfunciones. Lo demues-tra, por ejemplo, que, de unamanera creciente,la violencia se vive en la escuela, entremenoresde edad. En Estados Unidos, en Europa. Hastael punto de que varias ciudades francesas hantenido que recurrir a horas de toque de queda.

Algomuy de fondo falla en la médulamismadel mundo que encabeza e imponeun sentido único a la globalización:Estados Unidos, Europa, Japón.

El comunismo, que era globaliza-dor a sumanera, en tanto que inter-nacionalista, murió de ahogo, al notolerar alternativas. Sería contra-producente que el capitalismocaye-ra en el mismo vicio. Es decir, ju-gárselo todo al radicalismo de laley del mercado: competición, be-neficios. Y los poderes políticos su-bordinados a poderes económico-financieros que sobrepasan todainstancia de control. A esto se le lla-ma ahora neoliberalismo.Pero el li-beralismo originario tuvo la com-pensación de buscar ante todo la li-bertad y la dignidad del hombre.

La globalización es inevitable.Incluso positiva. Lo negativo es suversión radicalizada del capitalis-mo. Que globalidad y libre merca-do sin ningún tipo de regulación ex-terna sean lo mismo. Y que pierdacolor en las grandes democracias laalternancia política.

Se alega que el capitalismo radi-cal conduce a tres resultados. Pri-mero, que la acumulación de la ri-queza lleva a su mayor extensión.Acabará siendo benéfica para to-dos. Después, que el libre juego delas fuerzas económicas asegura superduración. Es evidente que estose ha producido en determinadasfranjas de las sociedades moder-nas. Pero con enormes espacios de

exclusión. De manera más patente fuera de lospaíses de mayor desarrollo. Son supuestos quenos remiten aun futurible indemostrable, a par-tir de algunas comprobaciones fácticas que nopermiten generalizar.Y es que en puridad el ca-pitalismo extremo no incluye necesariamenteque vaya a desenvolverse en beneficio de to-dos.Ni siquiera garantiza contra posibles fraca-sos a sus beneficiarios.

Finalmente hay la teoría de que el capitalis-mo lleva a la democracia. Con esto se especula

ahora respecto a una China que ya no escomunista ni siquiera en la protección so-cial, pero que lo sigue siendo sólo comoférreo régimen dictatorial con una mediade 1.800 ejecuciones por año, dos millo-nes de prisioneros y ochocientos camposde concentración.

Hubo unos años en que se hablaba dedesarrollo económico. Y de crecimiento.El primero era lamanera de que los paísespobres adquirieran progresivamente losbeneficios de la modernización. Creci-miento económico parecía más bien refe-rirse a la acumulación de riqueza. Hayuna frontera fluida, a veces dolorosa entrelos dos conceptos. En China, India, Bra-sil, México, por ejemplo. Y luego, las am-plias áreasmarginadas. El drama africanoy de gran parte de Hispanoamérica, Asia.Lo que se conoció como Tercer Mundo,ahora dividido entre unamanera desigual

de codearse con el PrimerMundo y la caí-da en la condición de Cuarto Mundo.

En la antiglobalización hay un avisocontra la falta de regulación sin paliativosque incluye desde el poder incontrolablede las multinacionales y las enormes con-centraciones económicas hasta la consecu-ción de beneficios en perjuicio de la pre-servación delmedio ambiente, con lo cualla humanidad expone su futuro.

Respecto a la antiglobalización, enten-dida como capitalismo radical, hay mássensibilidad en Europa que en EstadosUnidos, dondeno faltan, sin embargo, vo-ces de alerta desde dentro del propio sis-tema. De ahí el parecer del cancillerSchröder cuando repudia a los grupos vio-lentos pero cree conveniente dialogar conlaparte pacífica delmovimientode protes-ta que ve peligros en la globalidad. Porejemplo, en las relaciones entre política yeconomía y en las diferencias entre los paí-ses ricos y pobres.c

ASTROMUJOFF

EXCLUIDA LA VALIDEZde la violencia, convieneno desoír las razonesde un movimiento deprotesta en crecimiento

La globalización y el “pueblo de Seattle”WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

16 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 22 JULIO 2001

Erademasiado amplio, inabarca-ble el propósito de la conferen-cia deDurban, celebrada del 31de agosto al 8 de septiembre.Caótica por el excesivo númerode participantes. Ciento sesen-

ta estados, seis mil delegados. Por si fuera po-co, entre seis y siete mil miembros de organi-zaciones no gubernamentales (ONG) se reu-nieron paralelamente en un foro propio. Lostemas por tratar eran, también, demasiado ge-nerales. Racismo, discriminación racial, xe-nofobia, intolerancia.En parte se podía entender la conferencia

como ámbito apropiado para pasar cuentasde una larga, discutida historia. Trata de ne-gros, esclavitud, sometimiento y margina-ción de poblaciones indígenas, explotación.Un contencioso de enormes proporciones.Había que remontarse muy atrás en el pasa-do. Por eso la exigencia de reparaciones a laspotencias que fueron coloniales era un plan-teamiento irrealista.La conferencia estuvo deficientemente pre-

parada,mal consensuada. Se iba a ella dema-nera dispersa y el rangomenor de la represen-tación norteamericana daba a entender desdesu comienzo la falta de voluntad de que fueraadelante con éxito. La retirada norteamerica-na e israelí por el empeño de los paísesmusul-manes de convertir el numeroso comicio enuna condena abrumadora de Israel no sor-prendió en absoluto.Pudo parecer que en Durban iba a resuci-

tar la idea del Tercer Mundo como un todo.Algo remotamente semejante a lo que fue en1955 la conferencia de Bandung y el lideraz-go de losNasser, Nehru yTito. O la expresióndel choque de civilizaciones de que hablaS. P. Huntington en su famoso libro. No hahabidonada de eso.Más bien, junto a posicio-nes bien intencionadas, como la de Sudáfri-ca, el país anfitrión, han prevalecido inco-nexos propósitos políticos y un diálogo de sor-dos. El papel amortiguador de laUniónEuro-pea ha sido tímido, por estar atrapada entrela condición de deudora de agravios y busca-dora del término medio.No ajena a la era de la globalización, la con-

ferencia deDurban ha sido un abigarrado en-cuentro-desencuentro de múltiples sujetosculturales, geográfico-políticos y raciales deacusada diversidad. Había mucho de que ha-blar. Temas de candente actualidad. Cual-quiera de los que estaban por tratar en Dur-ban tiene una vigencia exigente en nuestro

tiempo. Son la cara oscuradel brillar de la modernidad.Segregación, discriminación,explotación, intolerancia.En una época que se vende

como de la transparencia,nuestro mundo está lleno deopacidades. En según qué lu-gares y situaciones, mayoresque las de años atrás. Véasegran parte de África, Asia,América. ¿Qué ocurre de ver-dad, por ejemplo, en Soma-lia, Sudán, Sierra Leona, Li-beria, Congo? ¿Y en Afganis-tán? Sigue un largo etcéterade no acabar en el que entranCoreadelNorte, China. La le-gislación contraria al prejui-cio de las castas en India noha acabado con ellas. Los abo-rígenes americanos sólo sonnoticia fugaz cuando ocurrealgo sobresaliente como elmovimiento del Comandan-te Marcos en México.Se negocia con la emigra-

ción, hay discriminaciones,trabajo no sólo en condicio-nes de precariedad, sino depráctica esclavitud, tráfico ile-gal e inhumano demiles ymi-les de personas, explotacióndemenores, sometimiento dela mujer. Abundan gobiernosracistas, de poderes tribales oque ejercen discriminación religiosa.Estados Unidos, la UE no están exentas de

males que necesitarían ser ventilados con va-lentía y claridad. Internos, pero sobre todo elde sus posiciones de ventaja económica ypolí-tica y de deber moral, precisamente en las re-laciones con los países africanos, asiáticos ehispanoamericanos que asistieron a la confe-rencia de Durban Y, cada vez más, el trata-miento de la inmigración masiva procedentede África, Asia, la Europa oriental.Primero razones religiosas, cristianas, des-

pués las ideológicas del liberalismo, fomenta-ron, desde el comienzo de las colonizacioneseuropeas, expresiones de mala conciencia, aconsecuencia de la contradicción de las ideasde libertad, igualdad de derechos y fraterni-dad que se iban abriendo paso en el viejo con-tinente y la dura, a veces escandalosa reali-dad del comportamiento en las colonias. Hu-

bo un largo debate. ¿Expansión del progreso oexplotación? ¿Misión civilizadora u opre-sión? ¿Participación o exclusión?El debate llegó hasta los años de la descolo-

nización, desde 1947 (independencia de In-dia) hasta los años setenta (retirada de los por-tugueses de sus posesiones ultramarinas)Y si-guió con la crítica de lo que se entendió comoneocolonialismo.Hay cuentas pendientes. Pe-ro es impracticable pasar de una especie deestados generales mundiales a concrecionesprácticas, soluciones factibles.La naturaleza multitudinaria de la confe-

rencia de Durban ha sido causa de su escasoéxito. Un final ambiguo debido, no sólo almal disimulado boicot de Estados Unidosdesde el principio, sino a las mismas discre-pancias entre los países que asistían como pe-ticionarios de reparaciones morales y econó-micas. Con la dificultad de cuantificarlas, en-

cauzarlas. ¿Desde cuándo, en razón de quéprincipios, de qué criterios? Con el añadidode que la mayoría de los propios demandan-tes son deudores por daños similares a los pa-decidos durante la colonización.Aunque que-da pendiente la responsabilidad que puedahaber, hasta en esto, de las que fueron nacio-nes colonialistas.Sin duda, esta doble implicación ha contri-

buido a que muchos de los seis mil delegadosno quisieran sinceramente abordar la cues-tión de fondo. De ahí que haya prosperado elempeño de los estados musulmanes de deri-var la atención predominante de la conferen-cia de Durban hacia la condena de Israel,cuando ellosmismos dejanmuchoque desearen el cumplimiento de las ideas para cuyadefensa participaban en la conferencia deDurban.Había en Durban la ocasión de por lo me-

nos dejar sentadas cuestiones de principio so-bre algunas de las peores deficiencias con quecomienza el tercermilenio. Y los estadosmu-sulmanes, principalmente los árabes, hanaprovechado la capacidad de resonanciamundial del acontecimiento para encaminar-lo hacia la cuestióndePalestina. En este senti-do, Durban ha sido un menguado éxito deArafat, de efectos prácticos nulos. Así, los go-biernos árabes han podido alardear de su soli-daridad con los palestinos sin comprometer-se de verdad a nada. Evitando arriesgarse enformasmás auténticas de alineamiento con lacausa palestina.Racismo, discriminación, xenofobia, into-

lerancia. Males de ayer, males de hoy. HabíaenDurban una cita para, por lomenos, inten-tar analizarlos, proponer remedios prácticos.Ha sido una ocasión diluida en generalizacio-nes. Como ocurrió en las precedentes confe-rencias deGinebra en 1978 y 1983. La decep-ción de una reuniónmundial de la que no erade esperar mucho más de lo que ha sido.c

UNA VEZMÁS QUEDAen generalidades el propósitode desarraigar gravesmales históricos,vivos en nuestro tiempo

ASTROMUJOFF

La decepción cantada deDurbanWEEKEND POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

DOMINGO, 9 SEPTIEMBRE 2001 I N T E R N A C I O N A L LAVANGUARDIA 17

El debate está servido. Será porla mundialización, por la acu-mulación enormede bienesma-teriales, la facilidad en el trasie-go de personas y caudales o porla complejidad creciente de las

sociedades avanzadas, los progresos tecnoló-gicos y científicos ymasivosmovimientosmi-gratorios que crean nuevos desafíos sociales yculturales. También, sin duda, por los des-equilibrios, las tensiones y la cara negativaque lleva consigo una civilización en puntoálgido de crecimiento. Pero el caso es que haydesarreglos, a veces profundos, difícilmentecorregibles, hasta en el funcionamiento denuestras democracias. Las del cogollo delmundo moderno, quiero decir.

La democracia se asienta en tres pilares. Elpoder legislativo, el ejecutivo y el judicial. Ylo que se produce actualmente demasiado esuna distorsión en sus relaciones, en la demar-cación del terreno que les es propio a cadauno.

Está ocurriendo con apremio en Franciay en Italia.Motivo casi de escándalo en es-te último país.

Que se pueda hablar de “golpe judi-cial” por una parte. Por otra, de “batallade la política para someter a la justicia asu poder”, de “síndrome de asedio” o que“el hacha de la guerra entre política ymagis-tratura debe ser enterrada” es que alguna delas partes, o un poco las dos, han perdidolos papeles. Como si hubiera un intentode “opa hostil” de los poderes legislati-vo y ejecutivo sobre el judicial o vice-versa.

En Italia, Umberto Bossi afirmadescaradamente que “cuando se colo-ca bajo proceso al presidente del con-sejo se coloca bajo proceso a todo elpaís”. Pero el demócrata de izquier-da Violante expone que está en juegouna cuestión de principio: la preten-sión del poder político de estar porencima de la legalidad y la igualdadante la ley.

¿La democracia está en riesgo? Sí.Cabe decir que siempre. Ningún régimen de-mocrático debe considerarse completa y defi-nitivamente realizado. Y, a medida que loscambios en las relaciones sociales sean ma-yores, más todavía. La democracia, la ver-dadera, está constantemente por hacer. Y,además, necesita ser protegida. No sólo deagentes externos, sino de sus propios vicios,desgastes y desviaciones. Por esto es tan nece-

saria la existencia de una prensa auténtica-mente libre e independiente, el llamado cuar-to poder que tantos deseos despierta de sermediatizado, acallado o convertido en instru-mento vehicular del poder.

Proteger a la democracia de sí misma obli-ga a la permanente vigilancia de que cadauno de los tres poderes fundamentales respe-

te la jurisdicción de los otros dos. Si no es así,la democracia cojea. En Italia esto es de can-dente actualidad porque el jefe del Gobierno,Berlusconi, que ha escapado de varios juiciospor prescripción, se ve abocado ahora a nue-vas citas con la justicia. ¿Es aceptable, porejemplo, que lamayoría parlamentaria reduz-ca la penalización de la falsedad en los balan-ces porque el primerministro ha incurrido en

ello? La denuncia de buena parte de la magis-tratura es que se pretende someterla. Y lama-yoría parlamentaria acusa de móviles políti-cos a la actuación de la justicia.

Hay, pues, un enfrentamiento, un cruce deacusaciones enque justicia y política se desau-torizan. Algo parecido sucede en Francia,donde la dimisión del juez Eric Halphen po-ne fin, desencantado, a siete años de una lu-cha con enconopara llevar adelante la instruc-ción de un sumario en el que aparecían impli-cados el ex alcalde de París, Tiberi, el partidoderechista RPR y el presidente Chirac. Conepisodios estridentes como las revelacionespóstumas de un directo conocedor del oscuroasunto, Jean Claude Méry, comprometedo-ras para el presidente de laRepública, la nega-tiva de éste a prestar declaración y la anula-ción “por vicio de forma” de los actos a élconcernientes.

El poder político quiere con frecuenciaimpunidad cuando debería ofrecertransparencia. Sin ella la autoridaddele-gada por los votos se asienta en terrenomovedizo. Hay una exigencia de igual-dad ante la ley. Ante la justicia. ¿Peroqué justicia, cuando se llega a desautori-zarla en contraposición al poder políti-co por no ser la magistratura elegidame-diante sufragio universal, algo que enEstadosUnidos no ocurre? Es esencial de-terminarlo, puesto que ya resulta impres-cindible abordar en la Unión Europea la

extensión comunitaria de la justicia yésta adquiere una dimensión extrate-rritorial en los juicios por genocidio ycrímenes de guerra cometidos porcroatas, bosnios, serbios o ruandeses.

La justicia ha de abarcar ámbitoscada vez más amplios y diversifica-dos.Hay un aumentode la delincuen-cia común. Es frecuente la preguntade si las agresiones sexuales, los ma-los tratos familiares se producen másahora que antes o si se les da mayorpublicidad y esto obliga a la justicia aentender con mayor atención enellos. La delincuencia organizada es

la cara oculta de la globalización en sus ver-tientes de narcotráfico, tráfico de armas, pros-titución, pederastia y dinero sumergido queborra límitesmediante el blanqueado y así en-tra en los circuitos de la economía de merca-do. La delincuencia y violencia de los meno-res va en aumento, a veces inducida, a vecesespontánea o fruto del contagio, del abando-no moral o físico ¿Cuánta explotación existeen

el trabajo, infantil en millones de casos?La vertiginosa evolución de la ciencia y la

tecnología exigen nuevas tipificaciones delic-tivas. Véase Internet o la biotecnología. ¿Has-ta dónde la experimentación con el ADN, laclonación, por ejemplo?

La extraordinaria potenciación del mundoeconómico, de la producción, el comercio, lasfinanzas a escala mundial deja en manifiestoretraso el marco judicial. Y aparecen delitosecológicos, las querellas crecientes contra sec-tores empresariales por toxicidad, por mani-pulación indebida del producto, por atentadocontra la salud. Es un capítulo que incluye

fraudes y otras transgresiones en la sanidadmisma, la asistencia médica y hospitalaria.

Hay un largo etcétera en el que cuenta elmundo laboral, la justicia social, expresiónahora en significativo desuso. Y la comunica-ción, el conflicto entre privacidad e informa-ción.Un terreno en el que Estado e individuoentran fácilmente en colisión de competen-cias y derechos. Merece un aparte el terroris-mo, plaga insoportable de nuestro tiempo,contra la cual el Gobierno español promuevecon ahínco la conexión de la justicia en el es-pacio común europeo e internacional. Enbuen momento, desde los atentados del isla-mismo radical en Nueva York yWashington.

Es necesario que la justicia sea, cada vezmás, baluarte y promotor del Estado de dere-cho enunamultiplicidadde aspectos, en cons-tante expansión territorial y de competen-cias, cuando semueve todavía en demasiadoscasos con anacrónicas penurias retardatarias,cortedad de miras, divisiones y desentendi-mientos internos, reflejos endogámicos y cole-giales, enclaustramientos nacionales y supedi-tación a los poderes políticos y fácticos. Pararecuperarse necesita, en primer lugar, que es-tos poderes le faciliten espacio libre para suregeneración. Algo que urge. Porque el nues-tro es, visto sin escamoteos, un mundo conhambre de justicia.c

ASTROMUJOFF

URGE EXTENDERy afianzar la independenciade la justicia como garantíadel Estado de derecho en unmundo complejo y cambiante

Hambre de justiciaWEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

14 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 20 ENERO 2002

La riqueza ha alcanzado en nuestraépoca un volumen extraordinario,inmenso. Pero dos terceras partesdel mundo no se benefician de que

sea así. Frente a esta realidad, desde la caídadel comunismo, prevalece la idea de queimporta ante todo garantizar el crecimiento yel mantenimiento sostenido de la evolucióneconómica conseguida. En definitiva, la viejaley del provecho, de la cual se predica que am-pliará gradualmente el ámbito de sus benefi-ciarios.Cuando se habla de globalización se hace

en realidad de la expansión gigantesca del ca-pitalismo. Y, más concretamente, de que estecapitalismo exige liberarsede toda regulación que nosea dictada por el funciona-miento mismo del merca-do. Es una vieja historia. Y,en términos de mayor am-plitud, sigue planteando lanecesidad de redistribuciónde la riqueza, que el comu-nismoquiso resolver dema-nera drástica mediante lasocialización total de losbienes, y el keynesianismo,como base teórica del Esta-do de bienestar y economíamixta.La fórmula que daprima-

cía a la ley delmercadovuel-ve a plantear la cuestión. Sele atribuye el perjuicio deser dogmática, la otra carade lo que fue llamado “so-cialismo real” de los esta-dos comunistas. Y que noadmite otras opciones que la liberalización aultranza, la llamada “desregulación” y la pri-vatización por sistema.La caída del muro de Berlín dio alas a este

pensamiento acusado de considerarse “úni-co”, exportado desde el formidable pulmóneconómico que es Estados Unidos. Y en sumayoría la izquierda política se encogió co-mo si hubiera sido cogida en falta, y, por cul-pable de ideologismo, estuviera obligada apo-nerse al paso de los tiempos, a hacer los debe-res correctamente, es decir, de acuerdo con elpensamiento neoliberal.Desde finales de los años ochenta, en la can-

cha política no hay color. ¿Haymanera de de-finir en qué bando está Blair, por ejemplo?Existenmatices no desdeñables, sí. No son lomismo el canciller socialdemócrata alemán,

Schröder, y su ministro de Asuntos Exterio-res, el verdeFischer, que el candidato a la can-cillería de la derecha socialcristiana bávaraStoiber. Y , por supuesto, no será igual que enlas próximas elecciones presidenciales france-sas gane el primerministro socialista Jospin oel actual inquilino del palacio del Elíseo, elgaullista Chirac.Esta decoloraciónpolítica, que bajo las apa-

riencias de búsqueda del centrismo escondeunamarcada inclinación hacia la derecha, haido dejando un vacío. El de una alternativade fondo. Y alguien ha recogido la antorcha.Se ha visto en la reunión de sesentamil perso-nas en Porto Alegre. El foro que significativa-

mente no quiere ser conocido como antiglo-bal sino como social porque precisamente de-seamoverse en la globalidad creada tanto porla interdependenciamundial y las nuevas téc-nicas de la comunicación como por la mun-dialización de la economía de mercado, el te-rreno en que abrir el debate con ésta.En Porto Alegre no ha habido violencia. Y

más allá de lúdicas expresiones folklóricas, seha producido una enriquecedora y libre diver-sidad de aportaciones. No ha sido negaciónpor la negación, protesta por la protesta, dog-matismo y simplificación. Desde Porto Ale-gre serámás inadecuadodemonizar o ridiculi-zar almovimientomal llamado antiglobaliza-dor. Sobre todo porque recoge todo lo quequedaba al margen, salvo tímidas excepcio-nes, en la reunión de otro foro, que se reunía

en los mismos días en Nueva York, el llama-do “económico”.Foro Económico y Foro Social no pueden

ser simplemente contrapuestos. En el prime-ro primaba la potenciación de la mundializa-ción de la economía de mercado. Las preocu-paciones del segundo eran, pese a todo, másglobales. Hacían referencia al mundo comoun todo necesitado de redistribución del dis-frute de bienes elementales. Sociales y econó-micos claro. Pero un amplio abanico de otrosmuchos que no pueden disociarse unos deotros si el porvenir ha de ser más justo y pro-piamente humano.Generales como la preser-vación ecológica, el acceso a los recursos de

agua, y tierra, o la asistenciasanitaria.Hubo en Porto Alegre

una reclamaciónde solidari-dad.Y reivindicaciones tan-to de alcance mundial co-mo de respeto a los bieneseconómicos, sociales y polí-ticos de identidades colecti-vas. Es el nuestro un mun-do de masivas migracionesmal atendidas, de margina-ciones culturales y desampa-ro y explotación de la infan-cia y la mujer, de discrimi-naciones raciales y religio-sas, de delincuencia organi-zada, de hambre y grandespandemias, en el cual la par-ticipación cívica es un bienescaso y raro.Y luego queda el capítulo

destinado a la guerra y lapaz que, junto a las denun-

cias de la política de desregulación de la eco-nomía capitalista, confluyeron en Porto Ale-gre en la crítica a Estados Unidos, precisa-mente cuando Bush anunciaba un abultadoaumento del presupuesto de guerra y fijabacomo posibles objetivos militares a Irak, Irány Corea del Sur, el llamado por el presidentenorteamericano “ eje delmal”. Pero la denun-cia del terrorismo dejaba sin aclarar por quémedios hay que contenerlo, vivo como está,aun cuando sea evidente la necesidad deevitarlo cortando de raíz una de sus causas:la miseria, la exclusión. Porque las hay deotra naturaleza no imputable a la globali-zación. En la polarización antiamericanaconfluyen posicionamientos habituales de lavieja izquierda que hoy busca cauces nue-vos en los que actualizarse y el resentimien-

to de amplias áreas tercermundistas.El revoltoso “pueblo de Seattle” hamostra-

do en Porto Alegre unamayor consolidación.En realidad hay que remitir la causa de supuesta enmovimiento amucho antes.A cuan-do fue creada la Organización de las Nacio-nes Unidas. Todos y cada uno de los puntostocados por el Foro Social incumben a compe-tencias y organismos de la ONU.Pero al ambicioso propósito de los vencedo-

res de la Segunda Guerra Mundial ellos mis-mos le pusieron plomo en las alas al estable-cer el derecho de veto de los cinco miembrospermanentes del Consejo de Seguridad. Dehecho, colocado enmanos de EstadosUnidosy la URSS. Hasta el veto hubiera podido serpositivo como garantía de fuerte soporte. La-mentablemente, la guerra fría hizo que en cua-renta años de parálisis y descrédito, la organi-zación mundial quedara menguada no sólo

como instrumento de paz sino incluso en lastareas de impedir la quiebra de la misma.Hambre, pobreza, discriminación, enferme-dad, conflictos regionales e internacionales,étnicos y religiosos, ausencia de derechos fun-damentales.Y actualmente surge, desde abajo, unmovi-

mientoque enarbola comobandera los princi-pios fundacionales de laONUque tienen aho-ramás que nunca su razón de ser en elmundoque consideramos “globalizado”. Al margende los casi doscientos estados miembros delasNacionesUnidas.Yde un sinfín de organi-zaciones regionales como la Unión Europea,la OTAN, la OEA, la ASEAN, el Mecosur, laALC.Si se quiere privatización, ahí está. Nada

encorsetado, oficializado, pasado por cáno-nes y premisas previas. Nada dado como úni-co e inevitable. En la pluralidad del movi-miento radica su gran opción. Sería de lamen-tar, precisamente, que adquiriera un sesgo po-lítico apriorístico del que lleva en su seno elpeligro.c

ASTROMUJOFF

EL FORO SOCIAL HAhecho aportacionesalternativas convenientesfrente a las versiones únicasde la mundialización actual

La apuesta de Porto AlegreWEEKEND POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

14 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 10 FEBRERO 2002

Afuerza de hablar y debatir so-bre la globalización deja depercibirse lo que en ella hayde eufemismo. Existe una cre-ciente mundialización si poresto se entiende la creación de

interconexiones.Hay aproximación, pues. Pe-ro almismo tiempo crecientes distanciamien-tos. Que las finanzas y el comercio hayanadquirido una dimensión universal, engranparte a caballo de lanueva tecnolo-gía de la información, no significa au-mento de la transparencia ni adveni-mientode una era de vasos comunican-tes. Hay enormes diferencias, aleja-mientos y opacidades.Tal vez las quejas, las protestas node-

berían venir tanto de que el mundo es-tá globalizado cuanto de que no lo está.O de que lo está sólo en una dirección,la del núcleo duro del poder económi-co que hace norma de su conveniencia.En este sentido, por ejemplo, los gran-des intereses económicos dictan políti-cas determinadas, pueden incluso ex-portar conductas, modas, pero al mis-mo tiempo producen en las áreas desfa-vorecidas repliegues, acantonamientospolíticos, culturales y hasta de relacio-nes económicas que nada tienen quever con la modernidad.También existe el equívoco de creer

que el desarrollo económico se traducepor sistema en el de instituciones favo-recedoras de la libertad, los derechoshumanos y la democracia. En muchasocasiones ocurre precisamente todo locontrario. El capitalismo moderno fa-vorece condemasiada frecuencia a regí-menes dictatoriales,muchos de una ex-trema dureza. Un dictador sanguina-rio como SaddamHussein puede pasar de serapoyado en su lucha contra Irán a convertirseenun apestado peligroso criminal capaz de fa-bricar armas nucleares, bacteriológicas y quí-micas para sembrar el terror. Y a los talibánafganos, armados y movilizados indirecta-mente, vía Pakistán, para que se apoderarande Afganistán, posteriormente se los vio, nosin razón, como creadores de un abominablerégimen de tiranía religiosa. La teocracia ira-ní es incluida en el “triángulo delmal”.No asíel opresivo radicalismo religioso de la ArabiaSaudí de los seis mil príncipes.Prácticamente toda elÁfrica negra ha sufri-

do esta arbitrariedad rayana en la aberración.El manejo según las conveniencias económi-

cas y un desinterés amoral. Personajes sinies-tros como Idi Amin, Bokassa o Mobutu notuvieron el poder sin tolerancias poco confe-sables. Guerras pavorosas, genocidios impla-cables han asolado el continente, no impedi-dos por los grandes centros europeos y norte-americanode supremacía. Salvando capas su-perficiales de modernidad, el África profun-da vive sumergida en su aislamiento. Sesgado

concepto de la mundialización que afectatambién en gran medida a Asia e Hispano-américa.No estamos sólo ante el tan traído y llevado

desfaseNorte-Sur, la abundancia y la escasez,la riqueza y la pobreza. Si estas realidadesexisten, es porque la mundialización es unafalsedad. La creación de la Naciones Unidasiba en el sentido de abordar la cuestión en sutotalidad. Los beneficios del crecimiento eco-nómico, de la salud, de la educación, de la pazy la solidaridad no se concebían fuera de losparámetros generalizados de la equidad y laparticipación política, de los derechos funda-mentales como patrimonio esencial de la hu-manidad. Seguramente la guerra fría desvió

estos objetivos. Acabada ésta con el hundi-miento del comunismo, el péndulo político-económico ha dado un giro unilateral y lasfuerzas económicas, polarizadas principal-mente en el coloso norteamericano, han he-cho del crecimiento sin trabas un fin en sí.La creciente concentración de poderes eco-

nómico, político,militar y cultural crea desfa-sesmundiales enormes en su disfrute, y cegue-

ra respecto a los riesgos que esto conlle-va, hasta para la expansión económica.Hay responsabilidades por asumir. Laconferencia de laONUenMonterrey afavor del desarrollo mundial es unaoportunidad para verlo así y actuar enconsecuencia.Las cifras cantan. Según señala el in-

forme anual del BancoMundial, 2.500millones de personas viven bajo el ni-vel de la pobreza. Su aumento ha sidodel cincuenta por ciento en 20 años. Yafecta principalmente a 64 países.No sería lícito silenciar que en elmis-

mo periodo 2.660 millones de perso-nas en 94 países suman la categoría in-termedia de desarrollo y que losmás ri-cos, con una población de 896millonesde personas, han aumentado enmás deun trece por ciento.Pero tampoco deben dejarse de enu-

merar los casi 200 niños que moriránde cada 1.000 en cinco años, los 800mi-llones de personas hambrientas, caren-tes de acceso fácil al agua, los millonessin asistencia médica.La conferencia de Monterrey se ha

propuesto reducir la pobreza en unamitad en 15 años. Mediante ayudas fi-nancieras directas y activación de ini-ciativas nacionales. La contribuciónde la Unión Europea es de 25.000 mi-

llones de dólares anuales y Estados Unidosofrece aumentarla de 9000 millones a 15000en siete años. Se trata de remediar males acu-ciantes como el hambre, la enfermedad o elanalfabetismo. Ayudas de urgencia que nece-sitan ser conjugadas con soluciones a largoplazo y en profundidad. Es, precisamente, elplano en que emerge la base de todo.Allí don-de los beneficios de la mundialización econó-mica han de ser compartidos.Se trata de algo que no es verdaderamente

factible sin la creación en los países necesita-dos del marco político institucional y éticoque impida abusos del poder o de oligarquías,ligadas muchas veces a fuerzas económicas ypolíticas delmundo rico. Romper este círculo

vicioso no será fácil porque el mal está muyenraizado y procede con frecuencia de quienestá llamado a curarlo.La mundialización en este caso presenta

anomalías parecidas a su desigual aplicaciónen el terreno político y militar. La voluntadque se puso en pacificar los Balcanes y estable-cer en Bosnia, Kosovo y en cierto modoMacedonia prácticamente un régimen detutela internacional, o el fructuoso arbitrajede Javier Solana entre Serbia y Montenegrono tuvieron paralelo en los casos del terriblegenocidio de Uganda y Ruanda o de lasatroces guerras libradas en Congo, Angola,Sierra Leona y Liberia. Desde el atentado dela Torres Gemelas de Nueva York, la Admi-nistraciónBush ha procedido con diligencia ytesón a montar una operación de alcance

mundial contra el terrorismo islamista. Unapresta disposición que no muestra tanto a lahora de contribuir sin regateos, vestidos deexigencia de garantías, para atacar en su raízel desvalimiento demásdel cuarenta por cien-to de la población mundial.Sería de desear que el aumento en masa de

las migraciones desde el Tercer Mundo y losatentados del 11 de septiembre obligaran aEuropa y Estados Unidos a comprender queel futuro se está jugando precisamente en en-tender la mundialización en el sentido que sele ha dado en la conferencia deMonterrey. Pe-ro ni Europa,más sensible a este razonamien-to, parece dispuesta a emprender los grandessacrificios que esto exige.Y Estados Unidos suele operar más de

acuerdo con sus intereses de superpotenciaque como cabeza de un mundo donde el gi-gantescovolumende la riqueza y depoder dis-ponible haría factible orientarlos hacia unaauténtica globalización participativa. ¿Uto-pía?Pragmatismo convistas al futuro, sin nin-guna clase de duda. En Monterrey ha queda-do a la vista. Que se obre en consecuencia esotro cantar.c

ASTROMUJOFF

LA VERDADERAglobalización exige remedioseconómicos y políticos cuyaamplitud los países ricosasumen con visible mengua

Las verdades deMonterreyWEEKEND POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

12 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 24 MARZO 2002

En pocos días se han celebradotres significativas conferenciasinternacionales. En Costa Ri-ca, la de países iberoamerica-nos; en Santiago de Chile, la dela Asociación Asia-Pacífico

(APEC), y en Sharm El Sheij (Egipto), la con-vocada para tratar del futuro de Iraq. ¿Es lavuelta al multilateralismo, el convencimien-to de que en el mundo global se necesitan ins-trumentos de diplomacia compartida y con-sensuada para hacer frente a la multi-plicidad de obstáculos y peligros de laépoca mal llamada posmoderna?

Después de la guerra fría, EstadosUnidos emprendió con brío el papelde árbitro del mundo. Ya no quedabaenemigo. Y desde la Casa Blanca se po-día mirar en todas las direcciones sinavistar otros peligros que aquellos res-pecto a los cuales la única superpoten-cia disponía de más que sobrados me-dios de disuasión. ¿Era un orden sinapelación, al que desde todas las latitu-des resultaba ineludible aportar la con-currencia?

La realidad no fue tan sumisa a losdeseos. El nuevo orden aparecía entres cuartas partes del mundo en for-ma de desorden. Zbigniew Brzezinski,consejero de Seguridad Nacional de lapresidencia norteamericana entre1977 y 1981, en su libro El gran table-ro mundial habla de dos grandes áreasgeoestratégicas y económicas en lasque Estados Unidos no puede dejar desentirse implicado. Son el continenteamericano y lo que el autor engloba co-mo bloque euroasiático. Éste, a su vez,divisible en cinco: Europa, Rusia,Oriente Medio, China y Japón, y el sub-continente indio (India y Pakistán).

No es una división arbitraria. Cadauna de estas grandes áreas aflora alacontecer contemporáneo en forma deretos y conflictividad, manifiestos o en poten-cia. Y, desde luego, con un doble tejido deinterrelaciones. De cada una con las otras. Ytodas, a su vez, con el gran impulso imperialnorteamericano. Impulso de también doblenaturaleza, pues se debe a la perduración, notan residual como se supone, de reflejos aisla-cionistas –el horror al considerado caos exte-rior– y las pulsiones intervencionistas paraimpedir sus amenazadoras salpicaduras.

Pero en este empeño los dedos se le hacenhuéspedes a la gran potencia. Las fronteras

del peligro se multiplican y alejan cada vezmás su localización. Y, en esta fuga hacia de-lante, todos los instrumentos de coparticipa-ción internacional se han roto hasta ahoraporque Estados Unidos ha confiado sólo ensu capacidad expeditiva para la toma de deci-siones y en la disposición de los medios nece-sarios para llevarlas a ejecución. Así ocurrióa raíz de los atentados del 11 de septiembredel 2001, que pusieron en marcha la doblereacción defensa-ataque.

Y ocurre que en el gran tablero mundial deque habla Brzezinski la partida se juega cadavez más en el Pacífico que en el Atlántico. Eleje del futuro se desliza hacia Asia. Hasta laUnión Europea se ve proyectada hacia Orien-te como ocurre en los casos de Turquía yUcrania. Y en la encrucijada de Oriente Me-dio se anticipan previsiones de cara a la in-mensa plataforma continental asiática quebordea el Índico y el Pacífico, en este últimoocéano en la orilla occidental –sobre todo chi-na, japonesa y coreana– frente a la oriental

californiana, pero también mexicana, perua-na, ecuatoriana y chilena de América.

Pero la prueba de Iraq ha sido dura. ¿Tan-to como para que Bush en su nuevo mandatose proponga recomponer alguna forma demultilateralismo? Las tres conferencias inter-nacionales citadas dan algunas pistas para in-tentar averiguarlo.

En Costa Rica, la reunión iberoamericanatuvo vislumbres de desvaído ritual anacróni-co. Las ausencias fueron varias y de impor-

tancia. ¿Qué une a las repúblicas sudamerica-nas? Ni organismos de libre comercio comoel Mercosur y el Pacto Andino crean de ver-dad fluidos lazos, mientras que México sí es-tá fuertemente vinculado por el TLC al granvecino del norte (más de tres mil kilómetrosde frontera común, quince millones de emi-grantes, ochenta y pico por ciento de las ex-portaciones). ¿El propósito norteamericanode extender hasta Tierra de Fuego una asocia-ción parecida a la de Estados Unidos-Canadá-México avecina una versión renova-

da de una dependencia histórica no precisa-mente equitativa?

La respuesta a estas preguntas se insinua-ba en la conferencia de Santiago de Chile.Allí sí había intereses sobre la mesa. Y es queestaban Bush y Putin. Y, lo de mayor enjun-dia, Hu Jintao, el presidente de China. Es de-cir de la mayor economía emergente que en-juaga a cambio de exportaciones el desorbita-do déficit de Estados Unidos. La China delparadójico comunismo de mercado capitalis-ta que ahora pone sus ojos perspicaces en La-tinoamérica con la oferta de tentadores inter-cambios.

En Sharm El Sheij la asistencia tuvo muchaapariencia. Bush consiguió reunir a todos losvecinos de Iraq (Irán incluido), a la Liga Ára-be y a la Organización de la Conferencia Islá-mica; a la Unión Europea y el G-8. ¿Se podíapedir más? Nadie puso pegas. Sí a la celebra-ción de las elecciones iraquíes el 30 de enero;

sí a que la ONU las garantice –sin entrar en elcómo–; sí a impedir el paso de terroristas, ar-mas y dinero para ellos por parte de las nacio-nes vecinas; sí a que la presencia militar termi-ne en el 2005. Por asentir, que no quede. Perocomprometerse de verdad en la tarea de fumi-gar el avispero es otra cosa. Por lo demás, mu-cho miedo al Bush reforzado electoralmente;mucho recelo entre unos y otros, especialmen-te los países de la zona.

Y, por encima de todo, el espectro del Iraqdel futuro. Su posible contagiosa inestabili-dad; el probable predomino de los chiíes enbeneficio del régimen de Teherán, más quesospechoso sobre la intención de dotarse delarma nuclear; la previsible autonomía holga-da para los kurdos, tan temidamente presen-tes en Turquía, Irán, Siria.

En el gran tablero mundial hay, aparente-mente, un gran jugador pero otros muchosadelantan su mano para mover piezas. Algu-nos, como China, cada vez con más habilidady recursos.c

ASTROMUJOFF

TRES RECIENTES FOROS

internacionales indican

la traslación del eje

del mundo del

Atlántico al Pacífico

WEEK–END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

El gran tablero mundial

16 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 28 NOVIEMBRE 2004

Cuando el pequeño pero inteli-gente y endurecido en la ad-versidad Deng Xiaoping tuvoen sus manos las riendas delpoder en la China posmaoís-ta, no les dijo a los chinos,

que aún tenían en la carnes las heridas de larevolución cultural: “¡Vais a ser libres!”, sinoque les dio una consigna mágica: “Enrique-cerse es magnífico”. Les comenzó aproporcionar los medios para hacer-lo y ellos lo entendieron en seguida.Se pusieron manos a la obra. Y aho-ra China ya no es aquel inmensopaís encerrado en sí mismo al queNixon y Kissinger sacaron de suhermetismo revolucionario del Li-bro rojo para sentarla en el sillón demiembro permanente del Consejode Seguridad de la ONU.

A China se la ve actualmente co-mo una locomotora económica queha entrado a toda marcha en el espa-cio del mercado mundial, portado-ra del aviso de que no está muy le-jos de convertirse en una potenciapolítica y militar capaz de hacersentir su peso en el Pacífico y en elmundo. Alain Peyreffitte lo advir-tió hace años: “Cuando China des-pierte, el mundo temblará...”.

Condoleezza Rice ha estado haceunos días en Pekín. En circunstan-cias que ponen entre interrogantestres dogmas que en los Estados Uni-dos de los neocons pasan por serdoctrina irrefutable. Que el desarro-llo económico lleva inevitablemen-te a la democracia, que el crecimien-to sostenido de las naciones impidelas guerras y que la apertura a esca-la mundial de la economía de mercado llevaal bienestar generalizado.

Nixon y Kissinger descerrajaron las puer-tas cerradas de lo que fue antaño el imperiodel medio con dos fines: uno cuenta entre lasmás logradas operaciones diplomáticas norte-americanas, la de coger desprevenida a laURSS por el flanco sur siberiano, valiéndosede la inquina de Mao contra los sucesores deStalin en el Kremlin. Otro, abrirle a EstadosUnidos un mercado potencial enorme, don-de los inversores norteamericanos iban a ha-cer su agosto. Pero estos cálculos no conta-ban con la capacidad de los chinos paraaprender aceleradamente cómo levantar enun país empobrecido un rosario de ciudades

de impresionante vitalidad creadora que lositúan en cabeza de los dragones de la econo-mía emergente oriental.

Y la secretaria de Estado norteamericanaha ido allí con más preocupaciones y temoresque prometedores proyectos en la cartera.Sus educados interlocutores de Pekín, el pre-sidente Hu Jintao o el jefe del Gobierno WenJiabao, acogieron con amable sonrisa orien-

tal sus recomendaciones en defensa de la de-mocracia y de la libertad de conciencia. Y lasadvertencias de que no presionen al régimende Taiwán y procuren evitar la escalada deCorea del Norte en la carrera armamentistanuclear.

Los atentos mandarines rojos se prodiga-ron en signos de buena acogida hacia la diná-mica y expeditiva emisaria de Bush, pero seguardaron bien de darle satisfacción en susrequerimientos. Saben que está en manoschinas una reserva de hasta 600.000 millo-nes de dólares, 200.000 en bonos del Tesoronorteamericano. Que en el Sudeste Asiático,la numerosa y muy activa diáspora china,partícipe activa en el crecimiento del país de

origen, fomenta que el yuan comience a susti-tuir al dólar como moneda de cambio. Y lapresencia económica china amplía cada vezmás sus mercados. En Estados Unidos, Euro-pa, Latinoamérica, África y Oriente Medio.

Mao dijo de Estados Unidos que era un “ti-gre de papel”. Tal vez los dirigentes actualesdel enigmático comunismo capitalista, queno han hecho descolgar los retratos del que

fue Gran Timonel, piensen parasus adentros que, al fin y al cabo,éste no estaba tan equivocado. Eltiempo puede hacer milagros. Por-que si sus inmediatos antecesoresposmaoístas pusieron el pie en elacelerador del crecimiento econó-mico, los gobernantes de hoy apren-dieron de ellos que esto no es in-compatible con el comportamientoprudente y paciente. El rápido creci-miento económico no significa te-ner que aceptar riesgos políticos.Cuesta conseguirlo, pero hay que al-canzar la armonía.

¿Confucianismo? Más bien previ-sión. El régimen chino se apoya endos pilares: crecimiento económicoy nacionalismo. Y el empuje del pri-mero ha de sustentar en su día lasambiciones del segundo. Es cues-tión de esperar. Si el régimen deTaiwán provoca con aspiraciones ala secesión, se le contesta con unaley que la rechaza sin excluir “me-dios no pacíficos”. Sólo que no espara hoy ponerlo en obra. La isla in-dependentista caerá como un frutomaduro... Estados Unidos y Japónestán por medio y no se trata de en-frentarse a ellos. Los tiempos de losataques en las islas menores de Jin-

mendao y Matsu son pasado. De momentohay que hacer frente a desequilibrios inter-nos, sociales y económicos; a lacras de corrup-ción y mafias; a vicios y desarreglos políticos.

La señora Rice ha expuesto sus quejas: cui-dado con Taiwán; el papel en la economíamundial ha de ir acompañado de pasos haciala democratización; es conveniente que elGobierno chino presione a Corea del Norte;atención a la escalada armamentista, a lacual ya la Unión Europea ha consentido enretirar su contribución.

Fue llevadero para la secretaria de Estadoallanarle el camino a su presidente para sugira posterior en Europa. Hubo voluntad derecomponer las relaciones con la UE, en el

seno de la OTAN, en las reuniones sucesivascon Chirac, Schröder y Putin. Bush daba porenterrados los métodos del unilateralismo yla guerra preventiva. Y podía cantar las exce-lencias de su proselitismo democratizador enel Gran Oriente Medio. Nada de esto impi-dió que a continuación el presidente francés,el canciller alemán y el jefe del Gobierno es-pañol se reunieran con Putin para acercarle aEuropa según sus propios criterios. Y tampo-co que a la ola democratizadora mediorientalhubiera que ponerla en entredicho. Iraq si-gue en carne viva. En Líbano crece la ten-

sión. Y la tregua entre Israel y los palestinosno está libre de amenazas.

Cada uno de estos frentes políticos, o mili-tares, ha ido acaparando la atención conapremiante inmediatez. Mientras tanto,más lejos, el Extremo Oriente cambia de piely sólo de vez en vez da indicios de que lagran cita del futuro está allí. Donde RichardNixon y Henry Kissinger, en los años setentadel siglo XX, comenzaron a poner las condi-ciones para que China despertara del malsueño de las campañas maoístas de las CienFlores, el Gran Salto Adelante, la revolucióncultural y la banda de los cuatro. ¿O precisa-mente ellas removieron violentamente y tana fondo los posos tradicionales de la socie-dad china que la dejaron dispuesta y sin las-tres para emprender una extraordinaria ypropia entrada en la arena sin ley de laglobalización?

Condoleezza Rice asistió en una iglesiapresbiteriana de Pekín a un oficio dominical.Era un gesto a favor de la libertad religiosa.Pero tuvo que oír en boca del pastor que “elSeñor no vino a la tierra para derribar al Esta-do”. En China hay que andar mirando muybien dónde pones los pies. Aunque tambiénallí entienden dónde se pueden meter las ma-nos o es de sabios no hacerlo. Estados Uni-dos es –todavía– un tigre de garras y dientesafilados y temibles.c

CONDOLEEZZA RICE

ha visitado en Pekín el lugar

donde le espera a su país,

después de Oriente Medio,

la cita decisiva del futuro

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

China es otra cosa

ASTROMUJOFF

DOMINGO, 27 MARZO 2005 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 11

Del Papa Wojtyla se dijoque recordaba las mane-ras imperativas de unpontífice medieval. Y ellargo y ceremonioso pro-ceso de las honras fúne-

bres le ha envuelto en una aureola de gran-deza litúrgica de connotaciones barrocas.¿Moderno o antiguo, Juan Pablo II, reno-vador o conservador? A bote pronto, larespuesta salta, fácil, casi como una evi-dencia: es el Papa que ha cortado todointento de reformismo. Pero estamos enuna época de confusión verbal, en la cuallos conceptos de progresismo y conserva-durismo se intercambian semánticamen-te, algo que ocurre cuando hablamos deposmodernidad.

¿Qué es posmoderno, el aséptico Estadolaico desposeído de condicionamientosideológicos y de la soberanía como instan-cia indiscutible? ¿La privacidad radical, ladegradación y dispersión social a causa dela función demoledora de fuerzas económi-cas mundializadas? ¿O posmoderno estambién el renacer de las viejas doctrinasde salvación en la fe, la invocación literaldel mensaje del Libro revelado (Biblia oCorán) de las religiones monoteístas así co-mo la unión comunitaria religiosa emocio-nal, en torno a guías carismáticos como res-puesta al fracaso de una sucesión de fríaspropuestas pragmáticas sin capacidad deconmover, de seducir?

Si situamos al Papa Wojtyla en esta doble eirreconciliable interpretación de la posmoder-nidad, cabe decir de él que ha sido posmoder-no. Para entenderlo así hay que ver su férreavoluntad de misión en el contexto tan actualdel fundamentalismo religioso que crece y seextiende con batalladora vocación de proseli-tismo y reconversión, tanto en el mundo mu-sulmán como en el cristiano. El radicalismodel integrismo islamista y el de los movimien-tos evangelistas. Ortega y Gasset dio en losaños treinta aquel aviso de “Dios a la vista”sin saber de verdad la magnitud de lo que esta-ba anunciando. Ahora, vuelve la hora deDios. Y el Papa polaco lo vio claro. ¿Cómo?

Lo vio porque venía de vivir el final de unadura y muy duradera batalla de dos siglos. Lacombatida con el ateísmo y el anticlericalis-mo militantes cuando habían llegado a su ver-sión más estructurada y totalizadora: el Esta-do comunista, fundamentado en el materialis-mo dialéctico. Y al mirar hacia Occidente levino una santa ira. La de verlo crecientemen-

te sumido en el ateísmo práctico del agnosti-cismo y la indiferencia religiosa. Un Occiden-te sin enemigo para la Iglesia, en gran parte nihostil ni receptivo. Captado por el materialis-mo blando de las “idolatrías” del consumo debienes, del hedonismo y por el materialismoduro de la mundialización de las fuerzas eco-nómicas. Un Occidente que había dejadoatrás la resaca del Holocausto, de Hiroshimay Nagasaki, de las deportaciones en masa y elGulag; de los bombardeos de Coventry yDresde y los delirios alemanes de la “herren-rasse” (la raza de señores).

Un Occidente que al mismo tiempo encon-traba renovadas reservas para la aventura vi-tal. Los derechos cívicos y humanos, la liber-tad. Y revoluciones de fondo como la igual-dad de los sexos, exigida por la coparticipa-ción en el mundo del trabajo, la actualizaciónineludible de los derechos civiles y los avan-ces científicos en el control de la natalidad.En consecuencia, la apertura en las relacionessexuales, sus efectos en la estructura familiar.

La santa ira del Papa polaco se rebelótambién contra su propia Iglesia, a la queencontró desmotivada, desorientada sobrecómo realizar su misión en un mundo secu-larizado. El viejo dilema que le venía ya ala Iglesia de las crispadas relaciones con lamodernidad anterior, liberal, nacionalista,racionalista o revolucionaria. Desde el“Non possumus” recalcitrante de Pío IX,desposeído de los estados pontificios, laIglesia se debatía entre el “aggiornamen-to”, la actualización, o el rechazo. Pactarcon el mundo moderno, insertarse en él, oencerrarse en los muros de la fortaleza delintegrismo doctrinal.

Juan Pablo II obró en diversas direccio-nes para superar esta dicotomía. Una con-sistía en cortar de raíz las dos maneras co-mo parte de la Iglesia buscaba recuperar elvigor y la justificación de su mensaje en elmundo actual. La primera de estas mane-ras consistía en asumir, con real militanciaevangélica, la responsabilidad de combatirla injusticia, la pobreza y la miseria en elmundo. Especialmente en Latinoaméricaeste propósito se concretó en la teología dela liberación de Gustavo Gutierrez, Leo-nardo Boff o del obispo Casaldàliga. Com-portamiento que tuvo generosas y heroicasderivaciones que el padre Ellacuría y otroscinco jesuitas y el obispo Romero pagaroncon su vida en El Salvador sin que en laSede Apostólica se inmutaran. Otro inten-to de actualización que fue neutralizado es

el de la llamada nueva teología. Se considera-ron desviaciones inaceptables los trabajos deteólogos como Karl Rahner, Hans Küng oSchillebeeck.

Quedaban abiertas, frescas aún, las resolu-ciones del concilio Vaticano II. Los aires derenovación de “Gaudium et spes”, que el du-bitativo Pablo VI no supo encauzar mientrasel mundo eclesial se dividía en reacciones en-contradas. Y Juan Pablo II, cuyo tempera-mento no era dado precisamente a la duda,hizo con la doctrina conciliar algo parecido alo que los comunistas chinos han hecho conMao: proclamarse continuadores fieles de sulegado doctrinal sin tenerlo más en cuenta.

¿Qué hizo, pues, el Papa Wojtyla? Endere-zar el árbol que consideraba torcido. ¿Cómo?Entrando en cierta manera en los métodos delos fundamentalismos religiosos posmoder-nos. Disponía de una Iglesia jerarquizada, defuerte penetración capilar mediante las ramifi-caciones diocesanas, parroquiales, de las con-gregaciones religiosas, de las múltiples organi-

zaciones seculares. Se trataba de restablecer ladisciplina. Pero en esta Iglesia jerarquizada,el Papa se reservó el papel de principal actorde la “nueva evangelización”. Portador perso-nal del gran mensaje, agitador de la fe y misio-nero apostólico como ganador de todos los ré-cords en países y continentes visitados, en mu-chedumbres reunidas, en encíclicas y docu-mentos escritos, en audiencias concedidas, enla elevación de santos a los altares.

Era un pontífice para una época de masas,de amplificación múltiple de los hechos enlos medios de comunicación. El poder de laimagen. Hasta el recogimiento, la

interiorización devota mostrada en mediodel vocerío de la muchedumbre, los cánticos,la oración colectiva y la euforia de lagestualización colectiva. ¿No son los recursosde los líderes evangelistas, de los telepredica-dores, su religiosidad del espectáculo, elmensaje directo, simplificado y la salvaciónpor la praxis?

Juan Pablo II se ha servido a fondo de suexcepcionalidad personal. Sólo la religión ca-tólica dispone de una cabeza visible de rangosupremo que lo haga posible. La “auctoritas”y la piedad visibles en un jefe carismático.Pero el proselitismo musulmán, el de mayoréxito actualmente, y el neoevangelista, sobretodo norteamericano, tienen a su favor la pro-liferación de grupos autónomos dotados deun gran dinamismo en casi todo el mundo.Un activismo con el cual el evangelismo fun-damentalista compite con creciente éxito enla gran reserva humana del catolicismo que esLatinoamérica. Por esto el Papa Wojtylasupo ver la utilidad de los movimientos católi-cos de cristianización. Opus Dei, Legionariosde Cristo, neocatecúmenos, focolares, Comu-nión y Liberación, etcétera.

El campo queda abierto con amplitud mun-dial. Es el gran envite para quien entre car-denal y salga Papa del cónclave en la capillaSixtina.c

LA OBRA DEL PAPA Wojtyla

hay que entenderla en la

línea de las grandes corrientes

de renacimiento religioso

de tendencia fundamentalista

INSTITUTO DE HIPNOSIS ®

ADELGAZA• En sólo una sesión de hipnosis.• Tu subconsciente es programado para adelgazar

día tras día, hasta alcanzar tu peso ideal.JUEVES 14 DE ABRIL, DE 19 A 21 HORAS. HOTEL BALMORAL, VÍA AUGUSTA 5 (DIAGONAL) BARNA

DEJA FUMAR• En sólo una sesión de hipnosis.• Tu subconsciente es programado para que seas un

exfumador para siempre.MIERCOLES 13 DE ABRIL, DE 19 A 21 HORAS.HOTEL BALMORAL, VÍA AUGUSTA 5 (DIAGONAL) BARNA

També sessions individuals, grups reduïts i empreses.Tel. 935 906 627

www.institutohipnosis.com

FOBIAS• En sólo una sesión individual de hipnosis.• Tu subconsciente es programado para que vivas sin

miedos.

Luis Navarro

• Psicología por laUniversidad de SantaMónica (California)

• Hipoterapeuta Clínico (formado en USA)

• Miembro del AmericanCouncil of HypnotistExaminers

PRECIOde la sesión

195 �

¡NUEVO!

de

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Dios a la vista

ASTROMUJOFF

DOMINGO, 10 ABRIL 2005 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 19

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Con el fin de la guerra fría y ladesintegración de la URSS elreparto bipolar de la suprema-cía internacional terminó. Es-tados Unidos quedó como laúnica superpotencia. Del or-

den bipolar se pasó un unipolarismo casi ago-biante de tan pronunciado. Pero actualmenteempiezan a ponerse de manifiesto signos deque esta situación tan favorable y cómoda pa-ra la gran potencia norteamerica-na puede tener escrito el calenda-rio, si no de su fin próximo, posi-blemente de su atenuación pro-gresiva.

Los síntomas aparecen aquí yallá, con apariencia dispersa e in-conexa. Pero si se los enhebra conun mismo hilo muestran una di-rección concurrente: la apariciónde varios polos de poder emergen-tes que parecen orientarse haciaun mundo en el cual Estados Uni-dos dejará de tener la exclusiva.

La gira de Putin por OrienteMedio va en este sentido. Indicala voluntad de que Rusia recupe-re el desempeño de un papel quetener en cuenta en un área de tan-ta importancia, que hasta ahoraes coto cerrado de Estados Uni-dos. No debe exagerarse el valordel gesto audaz que es la presen-cia del presidente ruso en Egipto,actualmente, junto con Israel, elpaís en que mayormente se apo-ya la influencia norteamericanaen Oriente Medio. Aunque vie-nen a la memoria viejos episo-dios de la guerra fría. CuandoNasser rompió los vínculos conEstados Unidos y los anudó con la URSS. Y,a la muerte del rais egipcio en 1970, la deci-sión de su sucesor, Anuar El Sadat, de proce-der a un cambio radical de alianzas a favorde Estados Unidos, que desde entonces no seha alterado. Y ahora Putin, en El Cairo, ofre-ce amistad al presidente Mubarak y la ventade armamento ruso.

El momento de la gira del presidente rusoa Oriente Medio parece bien calculado. To-do allí está en movimiento. El conflicto dePalestina ha entrado en el suspense de cómoSharon va a proceder a la evacuación de Ga-za y buscará un arreglo con la Autoridad Na-cional Palestina que no defraude las legíti-mas reivindicaciones de constituir un Estado

independiente sin mermas ni condiciona-mientos inaceptables. Y Putin ha ido tam-bién allí. A entrevistarse con Sharon. Peroluego, a hacerlo con los dirigentes palestinos.Y ha propuesto, con poco éxito, celebrar enMoscú una conferencia multilateral sobre elconflicto.

El presidente ruso manifiesta así que noquiere quedar al margen de lo que ocurra enrelación con el conflicto más duradero desde

el fin de la Segunda Guerra Mundial. Rusiaforma parte del Cuarteto que suscribió la lla-mada hoja de ruta para resolver el conflictopalestino, junto con la Unión Europea, Esta-dos Unidos y la ONU. Y la acción de Putinva encaminada a hacer saber que no aceptadesempeñar un papel de comparsa, aunquese mueve con mucho cuidado.

Tampoco es irrelevante para el caso de Si-ria que Rusia se asome nuevamente a unárea de la que había quedado apartada. El pa-dre del actual presidente de este país, HafezEl Assad, mantuvo siempre una actitud beli-gerante con Israel y encabezó un grupo de paí-ses árabes que aislaron a Egipto cuando fir-mó la paz con Israel hasta llegar a quitarle la

sede de la Liga Árabe. Era el llamado frentedel rechazo, abiertamente antiamericano.

El régimen baasista sirio podía plantarle ca-ra a Washington porque contaba con el apoyode la URSS. Pero una vez desintegrada ésta,el gobierno de Damasco se encontró desampa-rado. Su presencia en Líbano le compensabade las contrariedades de haber perdido todainfluencia en el área y las esperanzas de queIsrael le devolviera los altos del Golán, perdi-

dos en la guerra relámpago de losSeis Días, en 1967. Estados Uni-dos toleraba y hasta consentíaque Siria mantuviera vara alta enLíbano, donde impuso la paz. Pe-ro actualmente, el apoyo de Da-masco a los grupos radicales pa-lestinos como santuario y la ve-cindad con un Iraq convulso hainducido a la AdministraciónBush a someter a Siria a presión.Precisamente porque en Was-hington no quieren interfe-rencias en el conflicto palestino ynecesitan despejar el entorno deIraq, donde están metidos en undifícil empeño. Por eso Siria seha visto obligada a retirar sustropas y los servicios secretos deLíbano.

Pero ahora, cuando el régimensirio estaba posiblemente aboca-do a las más dolorosas renuncias,tal vez a su propio fin, Putin le dauna mano. Le ofrece armas sobrecuyo valor no ofensivo da garan-tías a Israel.

Putin está en muy buenas rela-ciones con el régimen islamistade Irán, al que proporciona ele-mentos susceptibles de servir pa-

ra la fabricación de bombas nucleares, peroofreciendo participar en la presión internacio-nal para asegurar su uso civil.

Putin no sólo se guardó de dificultar la in-tervención norteamericana en Afganistán enel 2001 sino que, indirectamente, le prestóayuda. Y en el ataque a Iraq, en el 2003, tam-poco puso objeciones. Pero su comportamien-to actual da idea de que corrige con muchacautela esta actitud de prudente repliegue ytácita connivencia.

No hay que pasar por alto que esta nove-dad coincide con otros hechos de trascenden-cia internacional cada vez mayor. China seafirma como posible gran potencia del futu-ro. Invade con sus productos los mercados

del mundo, exporta y recibe cuantiosas inver-siones, dispone de gran parte de la deuda nor-teamericana. Al compromiso nipo-norteame-ricano de proteger a Taiwán responde conuna ley antisecesionista respecto a la isla queno renuncia al uso de la fuerza. Se hace im-prescindible para impedir que Corea del Nor-te se dote del arma nuclear. Y muestra conindignación sentimientos de nacionalismoofendido frente a Japón. Además, Pekín anu-da lazos especiales con India, la otra gran po-tencia emergente de Asia.

Por si fuera poco, a América Latina, patiotrasero de Estados Unidos, le recorre un tem-blor de muy antiguos desarreglos nunca re-sueltos. El izquierdismo, cuya faceta revolu-

cionaria ahogó Estados Unidos en los años se-tenta alentando las brutales dictaduras milita-res de Argentina y Chile, Reagan lo aplastó enEl Salvador y Nicaragua con el apoyo a lasfuerzas contrarrevolucionarias. Lo cual no re-solvía los problemas de fondo ni siquiera conla reposición de la democracia.

No surgen de la nada el régimen populistade Chávez en Venezuela, amigo de la Cubacastrista; ni las revueltas populares que echanal presidente de Ecuador y desean hacer lomismo con el de Nicaragua. Por algo los elec-tores uruguayos han llevado a la presidenciaal candidato de la izquierda, Tabaré Váz-quez. Y el presidente Kirchner de Argentinano parece dispuesto a alinearse sumisamentea las directrices de Washington para sacar alpaís de la postración en que le dejó el descala-bro económico y social mayor de su historia.La figura del presidente brasileño, Lula da Sil-va, se proyecta sobre el subcontinente comola promoción de un cambio que si no es posi-ble con su talante prudente puede dejar elcampo abierto a opciones más convulsas.

Con dar un rápida mirada al entorno inter-nacional, Bush y Condoleezza Rice, su manoderecha en política exterior, tienen de quépreocuparse.c

APARECEN INDICIOS

de mengua en el poder

unipolar indiscutible de

Estados Unidos en el

futuro internacional

Un mundo distinto apunta

ASTROMUJOFF

12 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 1 MAYO 2005

Hablar de revolución en loscomienzos del siglo XXIsuena a anacronismo, conacentos decimonónicos y,más aún, propios del nove-cientos. Evoca las épocas

de las grandes agitaciones revolucionarias deque fue modelo original la Revolución Fran-cesa de 1789 y que, después, en una larga listade secuelas de menor rango, repitiósus efectos a lo largo del siglo XIX, has-ta llegar a la Comuna de París de1870-1871.

Pero el siglo pasado, que para lo bue-no y lo malo lo hizo todo más en gran-de fue, por eso mismo, el siglo de lasextraordinarias conmociones revolu-cionarias. Desde la del México de losaños diez y la rusa de 1917 hasta las deChina, Cuba, Vietnam, Laos y Cambo-ya. Y otras muchas que se confundencon movimientos de liberación nacio-nal como la argelina. Siglo convulso, elXX. Y por eso mismo proclive a la con-fusión semántica e ideológica por lacual muchos totalitarismos o regíme-nes simplemente dictatoriales se pre-sentaban como propuestas redentorasde tipo revolucionario. El fascismo ita-liano y el nazismo alemán ofrecían es-ta versión de una manera no del tododiscernible. Eran contrarrevoluciónrespecto al comunismo pero con técni-cas, símbolos y lenguaje propios deuna voluntad de transformación enprofundidad de la sociedad.

Siglo de violencia, el XX. Y en Lati-noamérica, con sangrienta virulencia.La revolución ya citada de México, lue-go tan desnaturalizada. La revolucióncastrista en Cuba. Las luchas revolu-cionarias de Nicaragua, El Salvador,Colombia, Perú. Dictaduras despiada-das, reposición de democracias frecuentemen-te distorsionadas, inestables. El llamado Occi-dente tiene allí graves cuentas por saldar. So-bre todo, Estados Unidos. Aunque Europa,sobre todo la comunitaria, tampoco está exen-ta de responsabilidad.

Hay en Hispanoamérica una realidad a laque no se ha querido atender. Los manejosnorteamericanos han hecho y deshecho regí-menes, han impuesto dictadores y se los hanquitado de en medio como en el caso de No-riega. Han restablecido democracias. Conabultadas inversiones han pretendido hacercreer en la teoría de que el crecimiento econó-

mico revierte en definitiva en mayor justiciadistributiva. Pero la realidad resiste a las teo-rías. Y ahora se impone en las naciones andi-nas. Con brusquedad, naturalmente. ¿De quéhay que sorprenderse? Se trata de una viejahistoria, de conflictos de fondo que repetida-mente han prodigado avisos. No se les pusoremedio. Y ahora se reclama buen sentidofrente a exaltación; normalidad democrática

contra populismo; ordenada evolución paraevitar rupturas imprevisibles.

El presidente Bush se proclama adalid de lademocracia. Y ve con buenos ojos las revolu-ciones pacíficas que han derrocado a las vie-jas jerarquías de partido único que preten-dían seguir acaparando el poder en estados eu-ropeos que fueron comunistas o surgidos dela descomposición de la URSS. Así ocurrióen la Serbia de Milosevic, en la Georgia deShevernadze, en la Ucrania de Kuchma. Larevolución de las rosas, la de color naranja, lade los tulipanes de Kirguistán. El mismoBush las declaró continuación de las llama-

das de terciopelo de las naciones del este deEuropa que se liberaron de la sovietización,como benéficos movimientos populares ha-cia la pandemocracia, promovida desde Was-hington. Por cierto, con aportaciones más di-rectas que sólo exhortaciones y declaracionesde principios. Lo cual, sea dicho, no desmere-ce su validez.

Hasta al mundo árabe dice querer llevar lademocracia el presidente norteameri-cano. Realmente con menos posibili-dades porque allí todo es más comple-jo. Pero mientras tanto, otro tipo de re-volución, menos grato a Estados Uni-dos, mueve multitudes, causa gravesdisturbios, bloquea la cotidianidad, de-rroca gobiernos y favorece tendenciasde caudillismo populista en una partesensible del patio trasero de EstadosUnidos. Se agrieta la América andina.

Dos presidentes han sido forzados adimitir en Ecuador; en Bolivia acabade hacerlo Carlos Mesa, y Uribe en Co-lombia se debate desesperadamentecon la combinación envenenada de losnarcotraficantes y los rebeldes revolu-cionarios de las FARC, pese a la pre-sencia hasta militar norteamericana.

Y ya no se trata de brotes súbitos. Ode contagio, el efecto dominó. Existenmotivos endógenos comunes que mue-ven a la revuelta. Pero hay un centroneurálgico que expande su onda: Vene-zuela. Y la influencia de Chávez, querecupera en la escena hispanoamerica-na la presencia de Fidel Castro. La re-volución bolivariana del presidente ve-nezolano y el movimiento popular queestá viviendo Bolivia poco tienen quever con las revoluciones de terciopelo,naranja o de las rosas. Nos remite másbien a revoluciones latinoamericanasde otro tinte en el pasado. Impulsadas

por exigencias de justicia distributiva ligadasal imaginario del viejo indigenismo. Se hablade comunitarismo, de nacionalización de bie-nes como el petróleo, explotados por compa-ñías extranjeras. Un lenguaje que va contraco-rriente del neoliberalismo económico en ex-pansión. Expresiones como crecimiento soste-nido, privatización, desengrase del Estado,liberalización de mercados, en la que se in-cluye la del trabajo, parecen ajenas, de otraórbita.

Es como la vuelta a la revolución en su sen-tido primigenio. ¿Anacronismo, salto atrás?Si ésta es la respuesta es que fallan las palan-

cas para entender, desde la globalización co-mo ideología, la múltiple realidad de nuestromundo actual. Sus hondas fisuras. Las áreasde degradación. El choque de niveles socialesdescompasados.

Claro que en el bolivarismo de Chávez haydemagogia, populismo, personalización des-carada y abusiva del poder, deformación delos resortes democráticos, fórmulas simplis-tas, expeditivas de acción de gobierno quecomprometen la viabilidad razonable del fu-turo. Actitudes de provocación improcedentey uso de instrumentos de manipulación. Peronada de esto exime de ir a las causas por lascuales Chávez se mantiene en la presidenciapor legítima elección popular.

La riqueza petrolífera de Venezuela fue di-

lapidada sistemáticamente. Nunca se la apro-vechó para hacer desaparecer desigualdadessociales escandalosas. La corrupción fue nor-ma. La democracia, un arbitrio que permitióciertamente la aparición del soporte de clasesmedias de buen nivel. Pero sin corregir la de-gradación de amplias capas sociales.

Y lo que vale para Venezuela, más aún paraEcuador, Bolivia, Colombia, Perú, donde separtía de situaciones peores.

Ver reaparecer como icono de la revoluciónbolivariana a un Fidel Castro envejecido enla tozudez de su anacrónico régimen dictato-rial no es precisamente estimulante. Sin em-bargo, las causas de que ocurra así él las hadenunciado repetidamente. Y el por tantas ra-zones justificado pero demasiadas veces mio-pe anticastrismo ha impedido atajar las cau-sas que en la situación de muchos países his-panoamericanos le daban la razón. Corregirlas graves situaciones de pobreza y escandalo-sas desigualdades hubiera sido la mejor mane-ra de demostrar que la solución no es el cas-trismo. Han prevalecido, desgraciadamente,otros intereses. Y con ellos, conductas políti-cas y económicas de rendimiento inmediato.Las consecuencias están a la vista.c

SURGEN MOVIMIENTOS

revolucionarios de signo

muy distinto a los que

Bush bendice en el que

fue mundo comunista

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Convulsa América andina

ASTROMUJOFF

12 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 12 JUNIO 2005

El historiador alemán Eric Hobs-bawn en su Historia del sigloXX sitúa hacia los años setentade éste el comienzo del fin de laque llama edad de oro. O, reco-giendo el criterio de historiado-

res franceses, los treinta años gloriosos de laera contemporánea. Es una impresión muyextendida que entre los años cincuenta yochenta Estados Unidos y Europa Occidentalvivieron un periodo excepcional debienestar, paz y enriquecimiento. Nun-ca antes habían existido razones parageneralizar a comunidades y países en-teros el calificativo de opulentos o creercomo en un dogma en el crecimientoeconómico progresivamente sostenidoque permitiría hablar de sociedades deconsumo, en las cuales la pobreza adqui-riría naturaleza de un mal destinado aser erradicado.

A los años que vinieron después de laPrimera Guerra Mundial (1914-1918)se los conoció como los felices veinte. Al-go que resulta irrisorio en comparacióncon la edad de desarrollo económico,tecnológico y social y al Estado de bien-estar que se extendió en Estados Uni-dos, Europa Occidental y Japón poste-riormente a la Segunda Guerra Mun-dial de 1939 a 1945.

Pero esta novedad no tenía aseguradasu permanencia sin fin. Era, en ciertomodo, un logro anómalo que, como ex-puso Hobsbawn, llevaba, en sí misma,la fecha de caducidad como todo lo hu-mano. Y ahora, entrados en los comien-zos del siglo XXI, ya la emergencia deesta caducidad es demasiado patente pa-ra que los occidentales podamos acoger-nos a la creencia ilusa de que se trata dealgo accidental y no de un cambio radi-cal hacia un futuro imprevisible.

Pero ¿a qué hay que atribuir los añosde esplendor actualmente en peligro deperderse? Se habla, con razón, de la ayu-da norteamericana del plan Marshall, del es-fuerzo con que los mismos europeos favoreci-dos con ella supieron aprovecharla. De la Ale-mania y el Japón vencidos puestos manos a laobra con ingenio y tenacidad en el trabajo dereconstrucción y desarrollo.

Sin embargo, los años de oro se deben a laaplicación de fórmulas que tantos hoy se em-peñan en desacreditar. Si se pudo hablar demilagros en el crecimiento económico y la es-tabilidad social fue por la sabia combinación

de economía de mercado, mixta de capitalesprivados y públicos en las empresas de mayorinterés general, y el establecimiento del Esta-do de bienestar, que produjo seguridad labo-ral y creación de disponibilidad de dinero pa-ra el consumo, que a su vez incentivaba el cre-cimiento productivo.

Esta fórmula de tanto éxito está actualmen-te sometida a reconsideración, frecuentemen-te de manera tan radical que da lugar a que lo

que era progresista sea tildado de retrógradoy lo que fue regresivo aparezca como paradig-ma de la modernidad más avanzada. Esto daocasión a que el lenguaje político no coincidacon los fines y resulte, por obsoleto, maneja-ble de manera abusiva.

Estamos ante una inversión o devaluaciónsemánticas que fomentan la confusión y es-tán en el centro de los temores, dudas o espe-ranzas de nuestro tiempo de apertura global.El resultado de las elecciones alemanas del

día 18 lo expresa con obviedad. En los plan-teamientos de unos y otros durante la campa-ña electoral. Y más aún, en los resultados delvoto, que, por su indeterminación, se prestana que la prensa pueda hablar de Schröder co-mo “perdedor sonriente” y de Merkel como“vencedora triste”. O de una Alemania con“dos cancilleres”.

Nunca se había producido una situación se-mejante. ¿Por qué ahora? Se dan muchas ex-

plicaciones razonadas, bien informa-das, análisis acreditados y opiniones demucho calado. Pero de una manera, sise quiere un tanto superficial, se puedeatribuir lo sucedido en Alemania a unasituación de pez que se muerde la cola ode círculo vicioso. Existen causas eco-nómicas, en las que no es momento deentrar específicamente, pero que en últi-ma instancia se deben al fin de la edadde oro de la que escribió Hobsbawn. Yque han llevado a Alemania a una críti-ca situación económica. La cual, a suvez, ha determinado cierre de empresasy saneamiento de otras mediante despi-dos masivos de personal. Con la conse-cuencia de casi cinco millones de perso-nas en el paro.

Que hasta un gobierno de socialdemó-cratas y verdes haya tenido que recurrira recortes en el Estado de bienestar pararemediar la crisis repercute en la pobla-ción, inevitablemente. Se extiende lasensación de inseguridad, el miedo al fu-turo. Con la consecuencia natural deque el consumo se reduce. Si vienentiempos difíciles... Y, a su vez, el retrai-miento en el gasto ocasiona menos pro-ducción. Por tanto, provoca más despi-dos, incluso reducción de salarios.

Dicen que los alemanes suelen serprevisores, ahorradores, menos dadosque otros pueblos a encomendarse alvértigo de las deudas, al fácil acceso ahipotecarse de por vida. Y hasta másallá de la propia vida, una manera artifi-

cial de animar el consumo y el crecimiento.También se alega que los alemanes se acos-

tumbraron a vivir demasiado bien, a tener lasespaldas bien cubiertas. Generosa protecciónsocial, sueldos altos. Y no falta quien denun-cia un cierto relajamiento en la laboriosidad,en la exigencia. ¡En el país de mayor produc-ción y exportación de Europa, el tercero delos más industrializados del mundo!

Pero el caso es que hay desconfianza y éstase ha mostrado en la prueba electoral también

con el efecto del pez que se muerde la cola.Resultaba extraña la insistencia de las encues-tas en dar por ampliamente vencedores a losdemocristianos. ¿Una gran parte de los votan-tes iba a castigar al gobierno de Schröder por-que recortaba el Estado de bienestar y a favore-cer en las urnas a Angela Merkel, que iba a ha-cerlo todavía más a fondo?

Las urnas han cantado y la paradoja no seha producido. Ha ocurrido más bien algo per-fectamente explicable. La señora Merkel haperdido ganando mientras que el cancillerSchröder casi ha ganado perdiendo. Con elañadido de que, sumando los votos de la esci-sión socialista de Oskar Lafontaine y los anti-guos comunistas del PDS del Este, encabeza-

dos por Gregor Gysi, la izquierda, para enten-dernos, dispone de mayoría. Aunque ésta novaya a materializarse en una coalición.

La caída del comunismo y la aceleración ex-traordinaria de las nuevas tecnologías entrefinales de los años ochenta del siglo XX y loscomienzos del XXI abrieron posibilidadessorprendentes de renovación y expansión a laeconomía de mercado. Se produjo una altera-ción del ritmo, la ubicación y la naturalezamisma de las fuerzas económicas que obliga areconsiderar las nociones de poder y estabili-dad. De lo cual es ejemplo el empuje competi-tivo con que China ha entrado en los grandescircuitos de intercambios de oferta y deman-da. Y Europa se resiente de esto, sin que pue-da evitarlo ni la gran potencia exportadoraque es Alemania.

Por suerte, ni los envites traumáticos de laeconomía globalizada ni la gravosa cuentaeconómica, social y humana de la reuni-ficación han perjudicado la solidez de la baseinstitucional y política sobre la que fue edifi-cada la República Federal Alemana. Y que enmomentos difíciles como los actuales propor-ciona medios, veremos si suficientes, paraafrontarlos sea cual sea la coalición de gobier-no que se obtenga.c

• Cursos de 3, 6 y 10 h/semana• Horarios mañana, tarde y noche• Profesores nativos y cualificados• Grupos muy reducidos. Conversación• Preparación exámenes oficiales• Programas especiales empresas• Matrícula gratuita con este anuncio• Internet y multimedia gratuito

Roger de Llúria, 123 (Provença)Diagonal - Verdaguer T. 93 488 00 80

[email protected]

IDIOMASINGLÉS - FRANCÉS - ALEMÁN

JAPONÉS - ESPAÑOLCATALÁN - CHINO

LA CRISIS DE ALEMANIA

es un signo terminal

de los años extraordinarios

de bienestar y progreso

en los países desarrollados

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

La ‘edad de oro’, en declive

ASTROMUJOFF

DOMINGO, 25 SEPTIEMBRE 2005 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 13

Nuestro tiempo se mueve en-tre extremos contrarios: de-rribar muros o levantarlos;abrir fronteras o cerrarlas;multiplicar hasta el infinitolos nexos de comunicación

o someterlos a control para seguir la pista dequién dice qué a quién. Se multiplican las vo-ces en favor de la creación de puentes, de re-des de interrelación a fin de que nadie quedeen el aislamiento de su rincón. Fuera torres,muros. Cuantas más banderas ondeen juntas,mejor. Cuantos más concurrentes consiganunirse en torno a inmensas mesas de las másvariadas e imaginativas formasen conferencias internaciona-les, miel sobre hojuelas. Es el“mundo mundializado” paraquien lo vocea con el orgullo dehaber llegado al glorioso fin dela historia. O el temor de estarentrando en una selva enmara-ñada y oscura donde todo malpuede salir al paso, inesperada-mente.

Concentración y dispersión,agregación o disgregación estána la orden del día. Vale la presun-ción de que entre todos lo hare-mos todo. O, al revés, que cadacual guarde su propia ropa. Coo-peración o rapiña. Provechosasolidaridad o sano egoísmo. Elempeño ultraliberal de regularla desregulación.

En lo que va del jueves al vier-nes pasados, este juego de ir conel corazón en la mano o esperar hábilmente aponer las cartas sobre la mesa en el último mo-mento para desgracia de incautos o confiadosha mostrado sus muchas y divergentes posibi-lidades en dos grandes reuniones multinacio-nales. La de la Organización Mundial del Co-mercio en Hong Kong y la del Consejo de laUnión Europea en Bruselas.

Países reunidos en la primera: ciento cua-renta y nueve. En la segunda: veinticinco. En-tre una y otra existía una evidente relación.Lo que se decidiera o no en Hong Kong consti-tuía un contexto que tener en cuenta para loque se consiguiera, o no, en Bruselas. Y en am-bas, el tema predominante venía a ser el mis-mo: quién consigue recibir más; quién dar me-nos. Todos de acuerdo en que el dinero ha decircular equilibradamente, que el intercambiode mercancías ha de ser fluido y justo para elbien general. Pero a la hora de la verdad, apa-

rece el afán de sacar el mayor provecho y elmiedo a ser el pagano de la abultada cuenta.

En el frontispicio de entrada del lugar dereuniones de la OMC parece estar escrita conletras de oro la palabra mágica: globalización.Pero dentro, cada cual se guarda bien de dejar-se llevar por el espejismo de un nombre detanto relumbrón. Hay fuertes y débiles, ricosy pobres, aposentados y carentes de dóndeechar raíces. Unos están en su casa, cabe elfuego del hogar; otros, a la intemperie. Exis-ten la hartura y el hambre. Y esto ahora no esaceptado con la resignación de hace unosaños, cuando Estados Unidos se proclamaba

campeón de la libertad de comercio comofuente de todos los bienes, mientras subven-cionaba sus propias exportaciones y colocababarreras arancelarias para las ajenas. Y laUnión Europea seguía el ejemplo, consideran-do vigente la inercia de las antiguas relacio-nes de colonizador a colonizado.

Actualmente, las cosas están tomando otrorumbo. La teoría de que cuanto más intercam-bio, mejor para todos, empieza a levantar am-pollas en quienes la convirtieron en el sacro-santo dogma de la economía de mercado li-bre. Porque ocurre que algunos países queejercían de comparsas se disponen a desempe-ñar papel de protagonistas. Y juegan a fondo,dentro de sus respectivas posibilidades. En laproducción, en las nuevas tecnologías. Sin lastrabas de una mano de obra bien nutrida, pro-tegida por la condición de ciudadanía de ple-no derecho. China es el paradigma de esta

nueva situación. El insólito régimen de comu-nismo de mercado hace prodigios. Es la cria-da respondona. ¿Queríais libre mercado?Aquí lo tenéis. Invasión de productos bara-tos, resultantes de un trabajo casi esclavo, dediferencias sociales amparadas en el “enrique-cerse es bueno” que proclamó el fallecidomandarín rojo Deng Xiaoping, mientras orde-naba al ejército que aplastara sin contempla-ciones las manifestaciones a favor de la liber-tad y la democracia en la plaza pequinesa deTiananmen.

El ejemplo cunde. Detrás vienen las econo-mías llamadas emergentes de acuerdo con la

jerga neoliberal. India, Brasil,México, los países del SudesteAsiático. Y proliferan las agru-paciones supranacionales queen la OMC exigen ser oídas. Es-tados asiáticos, hispanoamerica-nos, africanos cuya enumera-ción resultaría aquí fatigosa. Laconsigna unánime de cara al pri-mer mundo es “abrid”. Y la res-puesta, evasiva o prepotente,consiste en prometer que habráayudas, dinero. En cuanto almercado, cautela. Solucionesparciales, insuficientes.

En el llamado Occidente haymiedo a un mundo que empujacontra las barreras y que puedeacabar derribándolas con lafuerza devastadora de un tsuna-mi. Un mundo con movimien-tos migratorios que afectan a 15o 18 millones de personas; de ha-

cinamientos en campos de refugiados, sin pa-tria; de pueblos enteros consumidos por la mi-seria; de población infantil diezmada por elhambre y la enfermedad, utilizada como fuer-za armada o prostituida. De poblaciones quereclaman visibilidad para su indigenismomarginado. De inflamados fanatismos reli-giosos.

En este contexto, la Unión Europea ha reu-nido su cumbre de fin de año con ánimo des-vaído. Deshilvanada y laxa. Mirándose al om-bligo de los intereses nacionales. Necesitaríahacerse a la idea de que tendrá que enfrentar-se a un mundo en rápida transformación, sa-biendo muy bien lo que quiere y cómo conse-guirlo. Poner a prueba la disposición comúny la capacidad para aplicarla.

Es natural que cada gobierno calibre cuida-dosamente la proporción entre ganancias ypérdidas en el montante y reparto del presu-

puesto comunitario. Aunque sin perder devista que la razón de ser de la UE exige unplus de solidaridad. Vista la evolución de laglobalidad, tal como se muestra en el foro ca-da vez más tenso de la OMC, los debates inter-comunitarios europeos parecen de vuelo ra-so. Mínimas variaciones de un presupuesto ala baja; el cheque británico; regateos porquién es contribuyente neto y quién es recep-tor y en qué cantidades; recortes por aquí,compensaciones por allá. Y las disputas de laPAC cuando tantos productos agrarios extra-comunitarios necesitan entrar en nuestrosmercados.

Blair ha encabezado el semestre británicohasta con un punto de calculada astucia. Dis-tanciado y oportunista. Dicen que la UE siem-pre funciona así, sin por esto dejar de ser unarealidad de peso mundial. No es bueno aco-

modarse a esta confiada interpretación. Yque cada jefe de gobierno vuelva a casa dicien-do, con razón o sin ella, que ha salvado losmuebles. Si no, con la frustración de las ma-nos vacías. O, por el contrario, exhibiendo or-gullosamente un lucido y astuto debe y haber.

En los comienzos del siglo XXI quedanatrás el horror de las “soluciones finales” y elequilibrio de la “disuasión nuclear”, manteni-do al borde de la hecatombe. Se va desvane-ciendo la creencia en el orden unipolar. Con-flictividad y acercamientos, ruptura y conti-nuidad se hacen progresivamente poliédricosy de difícil aprensión, dispersos. Tanto en múl-tiples localizaciones regionales como de alcan-ce mundial. Afirmación y renuncia, seguridade inseguridad, avance y repliegue sacan a laluz su doble cara, a veces simultáneamente.Y, en consecuencia, se abre espacio para ladescarada agresividad de quién más puedefrente a las múltiples voces que advierten queel verdadero egoísmo sólo puede ser concebi-do como un proyecto común. ¿Realista fatali-dad o ilusión idealista? Por ahora, la balanzaparece inclinarse hacia la primera opción.c

LAS REUNIONES DE LA

OMC en Hong Kong y de la

Unión Europea en Bruselas

son exponentes de un tiempo

de hondos cambios

AZAFATASACADEMIA MEYTAQUI. Te preparamos y te ofre-cemos Titulación Oficial de Aviación Civil en el cursode Azafatas de Vuelo. También Azafatas y RelacionesPúblicas, para ferias y congresos. Bolsa de trabajo.Centro colaborador con Generalitat de Catalunya.Orientamos tu futuro. T. 93-419-95-02. BCN.

ESTÉT ICA Y PELUQUERÍACEM. 1ª organización de enseñanza en Estética y Pe-luquería. Cursos básicos, perfeccionamiento y mono-gráficos. Distintas opciones. Clases uno o varios díaspor semana. Mañana, tarde o noche. Diploma válidopara trabajar (85% inserción laboral). Barcelona: Rda. S. Pedro, 7. T. 93-301-48-46 (24 h.)

GUÍA DE LA ENSEÑANZAwww.guiadelaensenanza.es [email protected]

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

La doble cara de la era mundializada

ASTROMUJOFF

14 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 18 DICIEMBRE 2005

Tres acontecimientos obligan adirigir la atención hacia la ex-tensión y la exacerbación cre-cientes del islamismo radical:la victoria electoral de Hamasen Palestina; el endurecimien-

to integrista y antioccidental del régimen teo-crático iraní, que parece decidido a dotarsedel arma nuclear, y la indignación provocadaen el mundo islámico por la publicación enun periódico danés de una serie de viñetascon caricaturas de Mahoma.

En los tres casos, a los países occidentalesse les plantea escoger entre tres reacciones.Una, de firmeza o reafirmación en los pro-pios valores; otra, recurrir diplomáticamentea la disuasión, de largo plazo, o, en fin, con-temporizar, esperar y ver. Si se aplica la pri-mera actitud, puede provocar efectos contra-rios a los deseados: en vez de intimidar o ha-cer entrar en razón, avivar más los comporta-mientos radicales islamistas de autoafirma-ción y airada respuesta. Elegir la segunda op-ción implica el riesgo de fomentar la impre-sión de debilidad. E inclinarse por la terceraes renunciar en la práctica a tener algo quedecir en un terreno que afecta ya de manera

perentoria a Estados Unidos y a la Unión Eu-ropea. No sólo en su proyección internacio-nal, sino en su ámbito interior.

Es mucha la responsabilidad occidental deque se haya llegado a este punto crítico. Lohemos expuesto y pormenorizado una y otravez, hasta la saciedad. Pero ahora cumple ex-poner los efectos. Sobre todo, cómo las poten-cias occidentales se encuentran en un crucede caminos en que se interfieren diversas pre-misas políticas. La intervencionista, de cuñosobre todo norteamericano, tiene como objeti-vos prevenir, detener todo movimiento o de-cisión que pueda perjudicar los intereses pro-pios o alterar la estabilidad internacional. Esla teoría de los estados del mal o de los esta-dos en descomposición. Se trata de operar eje-

cutivamente (Iraq) o de amenazar y sancio-nar (Irán y Palestina).

Otra versión con el mismo objetivo, aun-que más a largo plazo, consiste en fomentar lademocracia. Los dos propósitos conllevan re-sultados contradictorios. Ha ocurrido con laintervención militar en Iraq, la cual ha abier-to un frente óptimo para el terrorismo islamis-ta internacional y un proceso democratizadorque ha dado alas políticas al chiismo integris-ta de consecuencias imprevisibles. Un proce-so democratizador que abre más incóg-nitas se ha producido en Palestina conla victoria rotunda de Hamas.

¿Intervenir o no, según quien esté uobtenga el poder en determinados paí-ses? ¿Adjudicarse un papel de árbitrodel mundo? ¿Democratizar o apoyar afieles poderes autoritarios? Bush en eldiscurso del día 1 sobre el estado de laUnión ha insistido en la vieja teoría:“El único modo de proteger a nuestropueblo, el único modo de controlarnuestro destino es mantener nuestro li-derazgo mundial”. Que estas palabrasdel presidente norteamericano sigan te-niendo validez es cada vez más discuti-ble cuando las lanzas se vuelven cañasa la hora de calibrar los resultados.

Por esto respecto a Irán la posiciónmás a ultranza de Washington ha teni-do que acomodarse a la acción concer-tada con la Unión Europea, Rusia yChina, partidarias de la cautela. Y si Es-tados Unidos aboga por cortar las ayu-das a Palestina para persuadir a los diri-gentes de Hamas de que les convienereconocer a Israel y renunciar a las ar-mas, no puede prescindir de los crite-rios más matizados de la UE y Rusia,que, conjuntamente con la ONU, com-parten la misión de hacer cumplir la ho-ja de ruta para resolver el conflicto is-raelo-palestino.

Se van abriendo paso nuevos polos de po-der que condicionan el unilateralismo norte-americano e incluso la versión de Europa co-mo referente institucional, político y hastamoral, en un momento en que el radicalismoislamista está incrementando su poder inte-grador y expansivo.

No es cuestión de si hay o no choque de civi-lizaciones. Pero algo no encaja. Chirría. Espe-cialmente en Europa, que en buena parte esya musulmana y vive esta circunstancia en laforma incómoda de un envite no siempre fá-cil de conllevar. Porque comporta en el recin-

to de los estados nacionales y en la UE unaparecida dicotomía a la del terreno internacio-nal: cómo reaccionar ante lo que se considerainaceptable. Tratarlo con guante blanco poraquello de lo oportuno y lo inoportuno. O re-chazarlo abiertamente. Lo cual, en los esta-dos europeos, significa buscar o no compro-misos ante la pretensión de que las creenciasy prácticas religiosas están por encima de losderechos y libertades fundamentales.

Lo sucedido en Dinamarca es un episodio

de esta realidad. Más llamativo que el debatesobre el velo femenino en las escuelas france-sas, menos aparatoso que la revuelta en los su-burbios de las principales ciudades de Fran-cia, pero sin duda de mayor calado ideológicoe institucional. Los hechos cantan sin paliati-vos. La reacción airada en el mundo musul-mán por la publicación en un diario danés yposteriormente en un semanario noruego degrabados satíricos con la figura de Mahomaha sido ocasión de protestas diplomáticas, re-tirada de embajadores, manifestaciones popu-lares y amenazas violentas y de boicot econó-mico que han obligado a los responsables del

citado diario danés a presentar excusas y pro-vocado la expulsión del director de otro fran-cés. En el corazón de la Europa democrática ylibre, la libertad de expresión se ve coartadapor motivos religiosos. Bajo presión exterior.Pero también habida cuenta de los millonesde musulmanes con residencia o nacionali-dad en países europeos.

¿Derechos fundamentales como el de expre-sión, obtenidos con tanto esfuerzo a lo largode una enconada lucha histórica, deben ceder

ante los principios y normas de unacreencia religiosa? Que el Gobierno da-nés no se haya prestado a la humilla-ción e ilegalidad de ofrecer disculpasencubre apenas la cuestión de fondo.Las ha dado el periódico. Y se sabe quevarios dibujantes de prensa habían re-nunciado previamente a ilustrar el te-ma. La autocensura asoma su indeco-rosa presencia. No en Riad, Trípoli, Te-herán o El Cairo, donde la censura ofi-cial la suple de sobras, sino en Copen-hague.

A partir de ahora, hay temas tabú,porque así lo dictan en las mezquitas,en las escuelas coránicas, en los conse-jos de ulemas. ¿Evitar ultrajes innece-sarios, provocaciones blasfematorias?¿Necesidad de respeto para preservarla convivencia? No a costa de transigiren comportamientos contrarios a losvalores esenciales del Estado de dere-cho. Estamos en ello y puede induciren su día a la reclamación de particula-rismos jurisdiccionales. No es exage-rar. Por ello sería prudente no prodi-gar denuncias contra un supuesto fun-damentalismo laico, cuando el laicis-mo oficial puede ser conveniente entiempo de integrismos religiosos parapreservar los derechos inviolables dela ciudadanía. Está en juego algo sus-

tancial.Dinamarca, Irán, Palestina. Hay un nexo

que relaciona los tres puntos, del cual proba-blemente el de mayor apremio es el triunfo deHamas en las elecciones palestinas del 25 deenero, porque viene a ser la llegada al poderdel islamismo radical en prácticamente el últi-mo reducto, por lo menos oficial, del laicismoárabe, representado por la Autoridad Nacio-nal Palestina (ANP), no vinculada directa-mente al islamismo, sino a un movimiento deliberación nacional. Arafat representaba esto.Tenía muchos defectos, pero contenía el acce-so al poder del integrismo islámico.c

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Cuando Mahoma es intocable en Europa

EL INTEGRISMO AVANZA

y se endurece en el mundo

musulmán y condiciona

las bases mismas

de las democracias europeas

DOMINGO, 5 FEBRERO 2006 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 13

De entre los muchos sobresal-tos que se han producidopor las viñetas sobre Maho-ma en un diario danés y enun semanario noruego porlo menos cabe entresacar al-

go positivo. El gratificante comportamiento,casi general, de los medios de comunicacióneuropeos, que han abierto sus páginas y espa-cios a toda suerte de opiniones sobre lo ocurri-do y sus consecuencias en un amplioabanico de criterios. A favor de la li-bertad de expresión o contra la mane-ra de ejercer su uso. En apoyo al dia-rio danés en cuestión, el Jyllands Pos-ten de Copenhague, o en contra. Pa-ra reconocer que la ira levantada enel mundo musulmán es justificada oestimar que no tiene razón de ser.

La prensa europea ha aireado elasunto, consciente de la seriedad queentraña. Y si son varios los periódi-cos que han recogido las viñetas ensus páginas como acto de solidaridadcon el rotativo danés, otros muchoshan expuesto claramente su discon-formidad con él. En términos genera-les, ha tenido acceso a opinar todasuerte de gente con capacidad paraexponer su versión. Especialistas enmateria de islamismo; musulmanescon o sin destacada representación re-ligiosa; creyentes enfervorizados, enalgunos casos manifiestamente inte-gristas. Y llamamientos a la responsa-bilidad, a evitar exacerbar los áni-mos innecesariamente.

Que este enriquecedor calidosco-pio de versiones haya sido posible habla porsí mismo. Es, ni más ni menos, que la libertadde expresión en funcionamiento. Un derechofundamental que pasa directo y real de su for-mulación teórica a la visualización diaria desu ejercicio. Una feliz libertad de opinión enel ágora abierta que repugna a los integristasreligiosos, no sólo musulmanes.

En este contexto cobran su mejor sentidolas palabras del comisario europeo de Seguri-dad, Libertad y Justicia, el italiano FrancoFrattini: “La libertad de prensa, de expresióny de palabra, incluido el derecho a la crítica,constituyen uno de los pilares clave sobre losque la Unión Europea está fundada”. Que asíse reafirme reconforta, hasta tranquiliza y re-concilia con la UE, a la que en demasiadasocasiones vemos flaquezas e indicios de faltade fe en sí misma. Este preámbulo condicio-

na todo lo que se pueda decir sobre lo ocurri-do. Que, por lo demás, bienvenido sea.

En principio, están contrapuestas dos posi-ciones. Una consiste en considerar que se pue-de o se debe evitar el uso de un derecho funda-mental, el de expresión en este caso, si de supuesta en práctica se derivan daños graves pa-ra la paz, la buena convivencia, tanto nacio-nal como internacional. Derechos, sí. Pero mi-diendo bien cuando su aplicación es pruden-

te o no. La otra posición estima que un dere-cho fundamental nunca puede ser inoportu-no, que abstenerse de servirse de él por no he-rir determinadas creencias puede ocasionarun daño peor que todos los otros daños posi-bles: el de acabar renunciando prácticamenteal derecho establecido.

Veamos ejemplos. Del primero los tenemosabundantes y clamorosos a la vista. Masas in-flamadas de musulmanes en las más diversasciudades desde Marruecos hasta Indonesia.Asalto e incendio de representaciones diplo-máticas, enfrentamientos contra tropas de laOTAN en Afganistán. Muertos, heridos. Lasanta ira.

Los ejemplos del segundo quedan más su-mergidos. No son aparatosos. Tampoco pare-ce que haya demasiado interés en traerlos acolación. Pero los hay. Y graves. Se ha recor-

dado, sí, que el cineasta holandés Theo vanGogh fue asesinado por haber dirigido una pe-lícula que con el título de Sumisión denuncia-ba la ignominia del trato a la mujer en granparte del islam. Pero ha tenido que ser unamujer originaria de la islámica Somalia, y hui-da de allí a Holanda para escapar de esta situa-ción, quien ha dicho lo que se suele silenciar.Que desde el crimen contra Van Gogh, artis-tas, escritores, intelectuales holandeses en ge-

neral se abstienen de entrar en el te-rreno que le costó la vida al cineasta.Y Ayan Hirsi Ali, la somalí de quehablamos, es testimonio fiable por-que fue guionista del filme malhada-do y, como tal, persona metida en elambiente, del que denuncia la renun-cia a un derecho cuyo uso puede cos-tar perder la vida.

Habría que aclarar qué es peor, ha-cer uso de un derecho fundamentalporque origina graves tensiones enun momento delicado de las relacio-nes occidentales con el mundo musul-mán, numerosamente presente enEuropa. O, por el contrario que se ex-tienda la inhibición cautelosa de go-zar de este derecho, que así está enpeligro de dejar de serlo. Volvamos ala cita de Frattini sobre uno de los de-rechos en que se funda la UE. ¿Segúnésta, cabe hablar de lo oportuno y loque no lo es? ¿De qué otros derechosque también son pilares de la UE ha-brá que echar mano u olvidarlos se-gún convenga?

Hay en este asunto un problemade léxico que tiene mucho calado. En

el islam se habla de irreverencia, blasfemia,profanación. Allí, donde religión y Estado es-tán estrechamente vinculados, son delitos le-gales de la mayor gravedad. Pero en un Estadooficialmente laico carecen de toda significa-ción ante la ley. Por tanto, en éste habrá quecambiar de lenguaje. Puede que lo ocurridosea simplemente una burla. Y si cambiamosla vara de medir, sucesivamente ofensa, inju-ria. O, lo que es peor: incitación al odio racialo religioso. En el caso que nos ocupa, lo últi-mo. Entramos, entonces, en el terreno de lajusticia. No es el poder ejecutivo quien puededeterminar, recriminar, prohibir. Ni siquieraen el caso de que exista un vacío legal sobre loconsiderable delito respecto a la religión. Y encambio la ley es claramente explícita sobre laprotección de la libertad de expresión.

El presidente del Gobierno danés dijo a es-

te respecto: “Es un principio básico de nues-tra democracia que el primer ministro no con-trola la prensa”. Aunque más tarde envió unacarta a las legaciones diplomáticas de estadosislámicos condenando toda expresión, accióno indicio que intente demonizar a grupos depersonas sobre la base de su religión o raícesétnicas. Pero advirtiendo: ¿quién lo determi-na? No sirvió de nada. Ya el imán Abu Labanhabía proyectado su gira por varios países mu-sulmanes para encender fanáticamente la lla-ma de la ira santa que ha provocado el asaltoe incendio de legaciones diplomáticas en Da-masco y Beirut. Alguien muy concreto se ha

propuesto, una vez más, que el mundo occi-dental sea satanizado por los musulmanes.

El caso del Jyllands Posten danés ha servi-do para instrumentalizar en el mundo musul-mán un victimismo manipulado políticamen-te mediante la movilización de la gran poten-cialidad de la fe religiosa. Es aceptable la pro-testa y la indignación sin violencia. Pero nomás. Y bienvenidas sean en Europa las vocesque recomiendan a la prensa sentido de la res-ponsabilidad ante “materias sensibles” comola religión islámica. Siempre y cuando tampo-co pasen de ahí. Y no induzcan a borrar loslímites que separan lo que supone garantíaslegales para la creencia, práctica y difusión decualquier religión de lo que sería aceptaciónimplícita de excepciones en los fundamentosde un Estado no confesional.

No confundamos. Una cosa es admitir laparte de responsabilidad que evidentementeimplica a las potencias occidentales en tantosde los males que aquejan al mundo islámico.Sobre lo cual no suelo morderme la lengua.Otra cosa muy distinta es rechazar o esquivarrespecto a la fe musulmana libertades que ri-gen, por ejemplo, respecto a la cristiana. ¿Noa una caricatura de Mahoma con turbante enforma de bomba en un diario danés y sí a lafigura de Cristo con un misil en la feria Arcode Madrid?c

ASTROMUJOFF

Es prega confirmar assistència: tel. 93 302 02 [email protected]

L’ORIENTACIÓ DELS FILLSADOLESCENTS

Conferència-col.loqui a càrrec delDr. Joan Corbella

Conferència adreçada a mares i pares ambfills adolescents i en moments clau delprocés educatiu: final de l’ESO i Batxillerat.

Dia 14 de febrer de 2006, a les 20,30 hores

Hotel MontblancVia Laietana, 61 (a prop de Pl. Urquinaona)

Organitza:

Centre d’Estudis PolitècnicsPl. Urquinaona, 10; 08010 BarcelonaTel. 93 302 02 [email protected]

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Medir con desiguales varas

LA UNIÓN EUROPEA NO

ha de admitir excepciones

en la libertad de expresión

por razones ajenas al Estado

de derecho que es su esencia

12 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 12 FEBRERO 2006

WEEK-END POLÍTICO MUNDIAL CARLOS NADAL

Apropósito del quinto aniversariode los atentados del 11-S en Esta-dos Unidos tanto Bush como AlZawahiri, dirigente de Al Qaeda, se

han pronunciado sobre el sentido de aquel te-rrible acontecimiento. Y los términos en quelo han hecho tienen una cierta coincidencia.La de fijar aquella fecha como el comienzo deuna guerra de alcance internacio-nal entre el islamismo y EstadosUnidos. Una guerra de civiliza-ciones. Islam y Occidente. Es unavisión maniquea que interesa auno y otro alimentar, Y que, sinnegar lo que en ella haya de real,necesita una revisión analítica.

Bush ha llevado por esta sendasu política desde el 11-S. Le gran-jeó durante bastante tiempo unamplio apoyo popular en EstadosUnidos del que el Congreso se hi-zo eco. Pero actualmente la apro-bación ha disminuido notable-mente. Y el presidente, con laselecciones parlamentarias, en laya apremiante cercanía del 7 denoviembre, cree rentable insistircara a su país en que sigue bajo laamenaza del terrorismo islamistay que, por lo tanto, no puede ba-jar la guardia. De lo cual Bush sepresenta como demostrado garan-te. Afirmación que supone la ne-cesidad de que los electores no lecreen el obstáculo de imponer enel Senado y en la Cámara de Re-presentantes mayorías discrepan-tes respecto a la manera como se ha instru-mentado desde la Casa Blanca la lucha contrala amenaza del islamismo radical.

Bush persiste, pues, en el lenguaje de paísen guerra, de mundo enfrentado en dos ban-dos. Ha dicho: “La guerra contra este enemi-go (el terrorismo islamista) es más que un con-flicto militar. Se le ha llamado choque de civi-lizaciones, pero en realidad es una lucha porla civilización”. Y ha añadido: “Es la luchaideológica del siglo XXI y el reto de nuestrageneración”. La consecuencia que deducir detanta rotundidad es que hay que mantenerseen permanente alerta y unión. Toda discre-pancia tiene visos de derrotismo. Y cambiarde ruta y de quienes la marcan expone a debi-litar la voluntad combativa.

Por su parte, Al Zawahiri llama a los musul-manes del mundo a enfrentarse a Occidente.Y amenaza a éste con “la magnitud del desas-

tre que le espera” por parte de quienes comba-ten bajo la guía de Alá.

No hay término medio, es un enfrentamien-to ideológico radical. Sin paliativos. Pero setrata de planteamientos que exigen mirar lascosas de cerca. Deslindar dónde empieza ydónde acaba esta simplificadora trinchera di-visoria con la aportación de algunos distingos

nada desdeñables y cuyo rechazo ha favoreci-do que prevalecieran los extremos.

Las mismas palabras de Al Zawahiri dela-tan la trampa con que pretenden enrolar enun combate sin tregua a “los musulmanes” co-mo tales, y fijar en su imaginario colectivo laexistencia de un enemigo que encarna el Malen Occidente y, muy concretamente, en Esta-dos Unidos. Incluye en el mismo combate aIrán, Palestina, Líbano, Iraq, Afganistán.También Bush justifica su intervención mili-tar en Iraq como parte de la guerra global con-tra la amenaza de la yihad islámica.

Para Al Zawahiri, la causa de Al Qaeda esla del islam. La del Hamas palestino, del Hez-bollah libanés, del terrorismo iraquí, de los ta-libanes afganos, del régimen iraní para dotar-se del arma nuclear. Y al presidente norteame-ricano parece que ya le está bien esta visióntotalizadora. Y de ahí vienen muchos de los

errores cometidos en la política mediorientalpor Washington. En parte debidos a concep-tos heredados por el actual Gobierno norte-americano pero llevados por éste a un extre-mado esquematismo.

Sería una tarea de higiene política y diplo-mática desglosar cada uno de los elementosque se incluyen abusivamente en esta guerra

al parecer frontal. Los atentadosdel 11-S adjudicaron a Al Qaedaun lugar de excepción en el beli-cismo radical islamista como te-rrorismo internacional que se re-laciona más o menos con el sala-fismo de raíces nacionales y socia-les propias.

Se trata de una nebulosa en laque la acción política y policiaca,no sólo occidentales, se ven obli-gadas a movilizar cada vez mayo-res recursos. Es necesario, en cam-bio, afrontar de otra manera lo dePalestina, Líbano, Afganistán.Desde luego Irán. E Iraq, dondese ventilan problemas internosajenos al terrorismo internacio-nal islamista al que la interven-ción militar norteamericanaabrió precisamente un frente quele estaba totalmente vedado. Sonfocos en los cuales el componenteislamista se ha añadido a la exis-tencia de una conflictividad ante-rior y más de fondo. A la cual hayque ver en el conjunto de su com-plejidad. Generalmente sin coin-cidencia alguna con el terrorismo

internacional como ocurre en Irán, Hezbo-llah o la resistencia integrista palestina.

La política de las potencias occidentales,con Estados Unidos en cabeza, ha enfocadodemasiado tiempo erróneamente la conflicti-vidad medioriental. Y ahí es obligado entraren cada caso en particular. En los años cin-cuenta del siglo pasado Estados Unidos yGran Bretaña cortaron el paso al intento dehacer de Irán una democracia. Apostaron porel régimen autocrático del sha. Y la conse-cuencia fue la revolución islámica del ayatoláJomeiny, la creación de una teocracia queahogó sistemáticamente la pluralidad de fuer-zas políticas liberadas con la caída de RezaPahlevi. Ahora el Irán presidido por el radi-cal Ahmadineyad amenaza con convertirseen una potencia nuclear y apoya al Hezbollahlibanés. Pero de ninguna manera quisiera veral integrismo feroz de los talibanes reinstala-

do en Kabul y menos a Al Qaeda imponerseen Oriente Medio y el mundo islámico.

No debe olvidarse que Hezbollah surgió araíz de la invasión israelí de Líbano en 1982.Es una cabeza de puente del chiismo iraní.¿Una atenta, coordinada, previsora políticaoccidental, en el complejo tablero étnico y re-ligioso del país de los cedros no hubiese podi-do evitarlo?

La respuesta está en el gran punto de refe-rencia de toda la conflictividad de OrienteMedio: la acción de Israel en Palestina. Y laparcialidad estadounidense en este asunto,cuyo inacabable y tan penoso desarrollo tanto

ha contribuido al nacimiento de la resistenciaintegrista en los territorios ocupados. Y nomenos a la desestabilización de Líbano, a laposición refractaria de una Siria oficialmentelaica y a la postura de Irán.

La política y la diplomacia occidentales, es-pecialmente norteamericana, se han movidocon una mezcla de inoperancia y cálculosequivocados basados en intereses sin proyec-ción a largo plazo. Los muchos –a veces inten-sos y bien intencionados intentos– diplomáti-cos norteamericanos para resolver el conflic-to palestino no sólo han tropezado con la obs-tinación de las dos partes. De hecho, el esco-llo de fondo siempre ha sido el mismo: queEstados Unidos, el gran protector de Israel,no ha querido nunca obligarle a cumplir lasresoluciones de la ONU sobre la evacuaciónde los territorios ocupados, sin entrar en lasbizantinas interpretaciones de si se trata deabandonar “los territorios” o “territorios” se-gún se tenga en cuenta la versión inglesa ofrancesa del texto.

Sin duda factores más generales y de fondoalimentan el lenguaje maniqueo y mesiánicode Bush y Al Zawahiri. Pero una aproxima-ción caso por caso ofrece una panorámica dis-tinta a la lucha por la civilización del primeroy la llamada a los musulmanes del mundo delsegundo.c

HABLAR DE CHOQUE

de civilizaciones encubre

causas más concretas

de la conflictividad en

y con el mundo islámico

ASTROMUJOFF

Hay que mirar de cerca

DOMINGO, 17 SEPTIEMBRE 2006 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 13

12 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 6 ENERO 2008

Carlos Nadal

E l imperativo de la actuali-dad obliga en el ejerciciodel periodismo. El día a díaimpone su exigencia. Perola secuencia de los aconte-

cimientos en múltiples, variadísimas di-recciones, recomienda hacer un alto devez en cuando. Ha habido tiempos enque esta servidumbre parecía, engaño-samente, menos ineludible. Pero actual-mente ocurre de una manera casi angus-tiosa. Cabe hacer una larga lista de con-ceptos, palabras, defini-ciones de las que no pode-mos prescindir, aun a sa-biendas de que están gas-tadas, o que han perdidosu originaria validez.Ocurre –parece que aho-ra especialmente– que elsistema de significados ysignificantes se produceen tan variados sentidosque desorienta y exigiríauna labor de recomposi-ción.

Hablamos de una Chi-na comunista que va encabeza –y con qué brío–de las llamadas potenciasemergentes capitalistas.¿De qué manera tenemosque interpretarlo, expli-carlo, darlo a entender?Y, sin embargo, este gi-gantesco híbrido descon-certante estamos convencidos de quees el futuro. Es más: de que ya es un fac-tor determinante sin el cual no pode-mos entender el presente en que vivi-mos. Produce temores. También es mo-tivo de esperanzas: las de quienes esti-man que el acelerado crecimiento chi-no señala un camino para que los quefueron mundo comunista o TercerMundo salgan de la depresión y se inte-gren para bien en el óptimo circuito eco-nómico y social que nacerá de este su-puesto resuelvelotodo que se llama glo-balización.

Con sólo hablar de China ya llega-mos al núcleo del cúmulo de acertijosante los cuales nos ponemos en guardiao damos cuerda a la confianza.

Precisamente porque China pareceguardar el sello que encierra el secretodel futuro. ¿Será de nuevo el mundocampo de grandes potencias, crecidassobre enormes dispositivos territoria-les, demográficos, económicos, políti-cos, estratégicos? ¿Habrá, como repeti-damente ha habido en la historia, la

vuelta a enfrentamientos, coaliciones,búsqueda de primacías –digámoslo cla-ro– imperiales? ¿Bajo qué tipo de mixtu-ras estas entidades de poder pretende-rán dar por improcedentes, en el ejerci-cio práctico y en los referentes mítico-ideológicos, las normas institucionalesdel Estado de derecho o convergeránpor una especie de ley de la gravedaden ajustarse a ellas?

Hay algunas preguntas fundamenta-les que levantan su signo interrogativoal comenzar el octavo año del sigloXXI. Cada una con la respuesta envuel-

ta en la oscuridad. Una de ellas ha con-sistido hasta ahora en dilucidar adóndenos conduce la globalización económi-ca. Si será cierta la teoría de que llevaráa una progresiva redistribución mun-dial. Si, por el contrario, abrirá zanjasaún mayores que las actuales entre eltener y el no tener. Y hasta si aparecenya anticipos de que no está en absolutoasegurado el crecimiento sostenido y ca-da vez más extenso.

Se habla, por ejemplo, de transferen-cias de la riqueza que de-jarían a Estados Unidos yla Unión Europea en unnivel inferior respecto apotencias emergentes.¿Emergencia es correlati-va a decadencia, esta pala-bra que preferimos man-tener en el cajón de lo ol-vidado?

La globalización se in-terfiere, con sus múlti-ples tentáculos, en todoángulo de visión con quequeramos acercarnos acualquiera de los sínto-mas interpretativos denuestro tiempo. Ocurre,por ejemplo, con la tandiscutida vigencia o deca-dencia del Estado na-ción. Ambas apreciacio-nes incuban en su senouno de los resortes que

están minando su mismísimo concepto,porque los estados que parecen desbor-dados por las multinacionales con fre-cuencia les imponen su orientación.

¿Vamos a una época de inmensos sis-temas de poder e, igualmente, a la frag-mentación en múltiples sujetos naciona-les, territoriales, étnicos o de civiliza-ción? Queda dicho lo primero de China.Lo mismo cabe decir de Rusia. O de In-dia, Brasil, la República Sudafricana.¿Qué capacidades, qué ofertas, qué pa-pel incumbirá a Estados Unidos, a laUnión Europea? El islam aparece como

una presencia abrumadora y de radicalexigencia pero no le faltan toda suertede resquebrajaduras, incompatibilida-des formuladas con acritud y violencia.

No tenemos ninguna certeza de quealgunos de los factores que apuntan ha-cia la preponderancia en el futuro va-yan a avalar las esperanzas o los temo-res que actualmente suscitan. En unaépoca en la que tanto se predican loscambios, la posibilidad de dar saltos gi-gantes en el tiempo, proliferan las pasio-nes, fervores y hasta desatinos en nom-bre de convicciones que nos remiten alejanísimos pasados. Increíbles desnive-les de todo orden relativizan o desmien-ten como universalmente válida la ideade modernidad, en cuyo nombre se le-

vantan tantas voces exigiendo represen-tarla. Hubo en los dos siglos anterioresal nuestro un despliegue riquísimo depropuestas que pretendían disponer delas coordenadas que habían de condu-cir –se decía que infaliblemente– a lamodernidad. Y actualmente la experien-cia de aquello a lo que dieron contenidoparece, en demasiados casos, un exube-rante repertorio de rehabilitaciones delhombre o, por el contrario, de refinadaso brutales maneras de destruirlo.

El presente se muestra equívoco paraenjuiciarlo si nos atenemos a expresio-nes en boga como emergencias y decli-ves, poderes blandos o duros, integracio-nes y desintegraciones, crecimiento o de-crecimiento, identidades encastilladas oaperturas pluralistas, exclusión o inclu-sión, caducidad de las fronteras o eleva-ción de muros, búsqueda de equilibrios ode muy rancias maneras de predominio.

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

Acertijos de un nuevo año

Un presente equívocoapunta en direccionesvarias de las que intuimossu falta de certidumbres

DOMINGO, 13 ABRIL 2008 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 15

Carlos Nadal

J uzgar partiendo de absolutoses uno de los prejuicios quemás perjudican a nuestra épo-ca, que se estima la más abier-ta al acceso a la información,

dotada de facilidades extraordinariaspara intercomunicarse globalmente.No ha habido nunca en el pasado tantosmedios para saber con una sorprenden-te inmediatez qué ocurre en cualquierlugar del mundo. El hombre modernodebería considerarse el másapto para adquirir el conoci-miento de lo que sucede enlos lugares más distantes, en-tre las gentes más diversas.Desgraciadamente, los for-midables instrumentos in-formativos de que dispone-mos con demasiada frecuen-cia ocultan o francamentedistorsionan los hechos.

Los puntos de vista sue-len estar muy alejados delperspectivismo que propu-so Ortega y Gasset, que re-chaza aferrarse a que las co-sas y las personas sean deuna vez por todas unívocas,irreductibles en una de susmaneras de aparecer. O quese muestra, también, con-trario al relativismo que faci-lita la falsificación y el en-mascaramiento.

Era de esperar que el finde la guerra fría convirtieraen obsoletas estas manerasde acercarse al conocimien-to de la verdad. Que se aca-baría el recurso indebido a hablar delbien contra el mal al servicio de intere-ses políticos e ideológicos muy concre-tos. Pero no ha sido así. Si Reagan califi-caba a la URSS de “imperio del Mal”,durante los mandatos presidenciales deGeorge W. Bush el lenguaje se ha he-cho todavía más del todo o nada. Pre-senta a Estados Unidos como poseedordel “destino manifiesto” de llevar la li-

bertad y la democracia al mundo en con-traposición a los países del “eje delmal”. Y el ayatolá Jomeini iraní se sacóde la manga aquello del “Gran Satán”para referirse con cerrado maniqueís-mo a Estados Unidos.

No faltan medios y propósitos parasuperar esta dicotomía. Tanto median-te organismos internacionales oficialescomo independientes. Pero suelen supe-rar su esfuerzo los recursos empleados

para evitar el esclarecimiento de la com-plejidad de los acontecimientos y to-mas de posición. En el núcleo de estaduplicidad se encuentra la apreciacióno depreciación de la libertad y del Esta-do de derecho. Es manifiesta su ausen-cia en gran parte del mundo. Pero el dis-cernimiento de quién cumple y quiénno es, frecuentemente, confuso. Losabusos de la guerra de Iraq, por ejem-

plo, desautorizan el reparto norteameri-cano de mala nota a distintos estados co-mo el Irán de la revolución islámicaque activa la disponibilidad de tener labomba nuclear. ¿Con qué validez el ge-neral Petraeus y el embajador Crackerpueden denunciar ante el Congreso nor-teamericano la intervención iraní en elvecino Iraq?

Otra contradicción consiste en la do-ble medida aplicada sobre los derechos

humanos según las conve-niencias de la realpolitik yde orden económico. Lo es-tamos viviendo con eviden-te intensidad emocional apropósito de la celebraciónen agosto de los JuegosOlímpicos en China y losacontecimientos de Tíbetdesde marzo. La antorchaolímpica se ha convertidoen un gran símbolo mediáti-co de la tensión entre el rea-lismo político y los dere-chos humanos. Pero si esjusto presionar a un régi-men que no los respeta, con-viene hacerlo acercándose–con la debida perspectiva,evitando juicios absolutos–a la realidad de un puebloque después del horror delmaoísmo puro y duro vivelas tensiones, pero tambiénlos beneficios, de un rápidoprogreso económico. Millo-nes de personas accedenahora a un bienestar y a unavariedad de oportunidades

con las que no podían ni soñar. Paraellos, los Juegos Olímpicos son motivode orgullo nacional. Para el régimen,ocasión oportunista de magnificar anteel mundo los logros extraordinarios deun sistema justamente reprobado porser de partido único y represivo.

La llama olímpica va abriendo un re-guero de preguntas a lo largo de su acci-dentado recorrido. Cabe, por ejemplo,

preguntarse sobre el silencio interesa-do y cómplice respecto a la combina-ción de aparatosa exhibición de moder-nidad de los emiratos del golfo Pérsicoy la ausencia allí de derechos humanos.Y en la Arabia Saudí, con una monar-quía de casi mayor intransigencia y re-presión islámica que Irán.

La Unión Europea se encuentra atra-pada en la encrucijada de estas contra-dicciones. Tiene como base de su pro-pia razón de ser precisamente el respe-to al Estado de derecho y las libertadesfundamentales. Pero cada vez más de-pende de un amplio mercado exterioragresivo. En áreas además frecuente-mente ajenas al valor de los conceptosde libertad y respeto a los derechos hu-

manos. Un nuevo marco mundial quetal vez explica el clima de distensióncreado entre Rusia, la Europa atlantistay Estados Unidos, que se ha producidorecientemente en la cumbre de Buca-rest y en el encuentro de Sochi entreBush y Putin. Y es que la mirada al mun-do actual, tan pródigo en posiciona-mientos absolutos políticos, religiosos,étnicos y nacionales, ha de contrastar-los con una poliédrica variedad de facto-res de más directo apremio.

Los percances de la antorcha olímpi-ca en su ruta hacia Pekín escenifican,en este múltiple cruce de priorida-des, la pugna entre el pragmatismo polí-tico y económico, los absolutos identi-tarios y la irreversible apuesta por lalibertad y los derechos humanos. Defen-dámoslos. Pero sin usar diferentes va-ras de medir ni oportunismos. Y conpleno conocimiento de causa.

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

La accidentada ruta de la antorcha olímpica

Escenifica la pugna entreel pragmatismo político yeconómico y la defensa delEstado de derecho

DOMINGO, 10 AGOSTO 2008 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 9

Carlos Nadal

T al vez la libertad es algo de-masiado grande para creeren ella. Toda forma de po-der está asentada con dis-tintos grados sobre esta

sospecha. De cualquier manera que es-té constituido, institucionalizado, el po-der dice existir por una necesidad impe-riosa: hacer posible la convivencia. Y es-ta, ineludiblemente, exige distintos ni-veles y criterios en la limitación de liber-tades. Sin embargo, tiranía u oligarquíano valen lo mismo que la democraciaporque en esta el pluralismo representa-tivo permite el debate abierto sobrecuál es la forma más adecuada paraaproximarse a la regla de oro de conse-guir que el hombre sea, por fin, lo quelibremente quiera. Desde siempre lasteorías sobre las formas de gobierno gi-ran en torno a esta cuadratura del círcu-lo. Y en estos comienzos de siglo y demilenio estamos en lo mismo.

De ahí el debate –tan actual– sobre lalicitud de injerencias internacionalesen menoscabo del principio de sobera-nía nacional. Acerca de si debe prevale-cer esta sobre cualquier forma de opre-sión contraria a los derechos humanosLo cual plantea la legitimidad o no delas llamadas “guerras humanitarias” ylas “preventivas” contra la amenaza del“mal”. En el fondo, se trata de la liber-tad, inaprensible y por esto mismo ma-nipulable, expuesta a ser escamoteadapor las más variadas formas del poder.

A propósito de los Juegos Olímpicosen Pekín, el dilema poder-libertad se ha-ce especialmente visible. Hay dos imá-genes que lo ponen singularmente de re-lieve. Una, la de aquel muchacho peki-nés que, en la revuelta del año 1989, sepuso ante un tanque del ejército paraimpedirle el paso. Solo, con un valor yun aplomo impresionantes. Si el tan-quista intentaba desplazarse hacia la de-recha, el muchacho se corría de aquellado; si hacia la izquierda, lo mismo. Po-cas veces con tan sobria, desnuda acti-tud, la libertad sin gritos, sin violencia,

sin recurso ninguno a la retórica, se co-locaba ante el mutismo del poder en suforma más brutalmente impersonal, in-mediata y evidente.

En aquella imagen televisada se veclaro ahora lo que estaba ocurriendo.Era el fin definitivo del maoísmo, unade las dictaduras que mayormente hanpuesto del revés los cimientos de un

país, un pueblo. La revuelta de la plazade Tiananmen, que de hecho ya habíasido abortada, quedaba fijada de mane-ra indeleble en aquella heroica apuestapor la libertad de un joven pekinés. Conel agravante de que Mao ya había muer-to. De que mandaba Deng Xiaoping, ungenial político, dispuesto a acabar de he-cho con el maoísmo, pero convencido

de que la libertad no era precisamenteválida para conseguirlo.

Deng Xiaoping era un gran pragmáti-co. Le define aquella frase tan repetidade que “poco importa que el gato seablanco o negro mientras dé caza al ra-tón”. Era –ironías de la historia– un de-sarrollista de a tocateja. Quería paraChina la sociedad del crecimiento, de la

abundancia. Pero había aprendi-do del desmoronamiento de laURSS, de aquel confiado Gorba-chev que se creía llamado a daral comunismo un rostro humanoy ocasionó el caos. Por esto, la re-vuelta de Tiananmen alertó alprevisor líder chino. Había queaplastarla brutalmente. Y ahorala gran plaza pekinesa sigue mos-trando viva la represión contra laaspiración a la libertad. Por la ma-nera como hay un cuidado espe-cial en vigilarla, en impedir quepueda ser escenario de algún ti-po de protesta. Es –con el recuer-do del valiente muchacho frenteal tanque en 1989– otra imagenque se proyecta desde el pasado,quieran o no, sobre los JuegosOlímpicos de Pekín.

Se alega que en los JJ.OO. Chi-na tiene ya un símbolo más quesuficiente para oscurecer a unmismo tiempo las grandes con-centraciones populares delmaoísmo y las desvalidas algara-das juveniles de la plaza de Tia-nanmen en que los estudiantes le-vantaban en alto una mala y po-bre copia de la neoyorquina esta-tua de la libertad. ¿Por qué enton-

ces tanta prevención contra posibles ex-presiones de disidencia, tanta censura ycoacciones a la prensa internacional,tanto enfado por que se diga que bajo elcomunismo capitalista las libertadesfundamentales permanecen aherroja-das? Aquel mozo de 1989, enfrentado aun tanque, difícilmente entendería porqué se sigue ahogando la libertad políti-

ca en una China en que brilla el esplen-dor de los grandes rascacielos de las ciu-dades de la costa, de las gigantescasobras públicas y el crecimiento de unasociedad que en buena medida ha segui-do otra de las sabias consignas de DengXiaoping: “Enriquecerse es bueno”.

La China que posee una buena partede la deuda estadounidense, que extien-de su capacidad económica y técnica aÁfrica, a Latinoamérica, se atiene a larealpolítik. Los Hu Jintao y Wen Jiabaomanejan con prudencia y realismo lacomplejidad, las contradicciones, lasdesigualdades, las luces y las sombrasque produce la cercanía del paso de po-tencia emergente a potencia de prime-ra línea. El patriotismo chino y los bene-

ficiados por los cambios económicosconstituyen fundamentos sólidos paradar por válida la idea nada original deque primero hay que consolidar al paíspara que, en un futuro impreciso, pue-da aceptarse el Estado de derecho.

Pero este bien imponderable que sellama libertad es de mal silenciar. No lodesmiente que exista un marco cadavez más amplio de creación, de iniciati-va personal y colectiva, de ausencia decoerciones sociales, si toda libertad polí-tica de expresión, crítica y de asocia-ción en busca de la libertad es reprimi-da sin contemplaciones en China, Tíbety Xinjiang. Y con graves medidas res-trictivas en torno a los mismos JuegosOlímpicos, que no tienen por qué estaramparados en nombre de una supuestaasepsia política de la fiesta olímpicadonde la libertad se pretende que no estema que discutir.

ASTROMUJOFF

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

Los Juegos de Pekín y la libertad

Los JJ.OO. no tienenpor qué estar amparadoscontra todo tipode críticas políticas

DOMINGO, 31 AGOSTO 2008 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 11

Carlos Nadal

L a Unión Soviética no es unpaís como los otros. Es casiun continente en que se en-cuentran Europa y Asia”.Con estas palabras comen-

zaba la gran especialista de temas rusosHélène Carrère d'Encausse su libroL'empire éclaté, publicado en 1978 peroahora absolutamente necesario si sequiere entender lo que ocurre en Geor-gia. Henry Kissinger, con el peso de susaber en política exterior, escribió enDiplomacia: “A lo largo de la historia,Rusia ha constituido un caso es-pecial”. Y añade: “El imperio ru-so, desgarrado entre la obsesivainseguridad y su celo proselitis-ta, entre las exigencias de Euro-pa y las tentaciones de Asia,siempre desempeñó un papel enel equilibrio europeo pero emo-cionalmente nunca formó partede este”.

Este situarse un poco a distan-cia de los hechos actuales es unejercicio previo, diría que casiobligado, para pasar a su enten-dimiento. La realidad de que Ru-sia es, hoy, el único imperio euro-peo. La mayor potencia militarde nuestro continente y segundadel mundo. Con creciente poten-cialidad económica, de la que esexpresión más vistosa la produc-ción de petróleo y gas con quenutre mayoritariamente a casidos tercios de las necesidadesenergéticas de los países de laUE. Y dotada de una extensión territo-rial inmensa entre Europa y Asia. Pen-sar que el tándem Putin-Medvedev de-cide y opera sin mentalidad de gran po-tencia, en definitiva imperial, aunqueherida, da la impresión de acercarse ala ingenuidad.

En los años de la guerra fría huboquien advertía que los dirigentes so-viéticos pensaban casi tanto en térmi-nos de imperio como de expansión delcomunismo internacionalista. Con Sta-

lin se hizo evidente. Al fin de la Segun-da Guerra Mundial colocó bajo domi-nio soviético a media Europa. Fue elmomento álgido de Rusia como impe-rio. La culminación del zarismo. Todoslo imperios europeos, continentales ocoloniales, acabaron. Quedó el ruso, laURSS.

Que otro poder –Estados Unidos– sele interpusiera en el camino, extendien-do a todo el mundo una forma de hege-monía y superpoder sobre el cual se haprodigado el calificativo de imperialista

no quita ni un ápice de veracidad a lacalidad imperial de la Unión Soviética,heredera en esto de los zares. Ni siquie-ra lo desmiente la caída del comunismoy la desmembración parcial de lo quefue la URSS. Que, para ser más exactos,sufrió una amputación. Así pues, impe-rio amputado, no desintegrado.

La herencia imperial conllevaba elproblema de su enorme heterogenei-dad. De pueblos, razas, lenguas, religio-nes. Algo que dio quebraderos de cabe-

za a los Lenin y Stalin. Habían clamadocontra el zarismo como “prisión de lospueblos”. Y, al llegar el momento deobrar en consecuencia, es decir, de libe-rarles, la opción consistió en crear unaficticia federación de nacionalidades.La realidad impuso que del “internacio-nalismo socialista” hubiera que pasar alnacionalismo ruso en forma de federa-ción y de este al dominio imperial sobreuna serie de naciones europeas sovieti-zadas, los conocidos como países satéli-tes hasta media Alemania. Un proceso

que al derrumbarse el régimencomunista soviético se vino aba-jo estrepitosamente. Y llegó la“época de las turbulencias” deYeltsin, que Putin y Medvedevse han propuesto convertir enotra de recuperación de la gran-deza de Rusia. El choque ideoló-gico comunismo-capitalismo ha-bía terminado. No los interesesy pugnas nacionales.

Queda abierto el capítulo delos nacionalismos y su vertienteimperialista. ¿Volvemos atrás oseguimos donde siempre? Senci-llamente estamos en lo que el ci-tado Kissinger llama “frío juegode política del poder”. Los euro-peos comunitarios, para justifi-car nuestra escasa relevancia eneste terreno, nos empeñamos enintroducir elementos morales,de derecho, humanitarios. Tam-bién lo hace Estados Unidos, des-de siempre. Y por esto se habla

de guerras humanitarias, de interposi-ción, de tropas pacificadoras. En Mos-cú califican a los soldados rusos enGeorgia de “fuerza de pacificación”.¿Es la respuesta a los argumentos occi-dentales sobre la intervención en losBalcanes? ¿Osetia del Sur y Abjasia porKosovo? ¿Tropas rusas como garantesde paz en Georgia por las de la SFOR yla KFOR en Bosnia, en Kosovo?

Entrar en este juego del “tú comen-zaste” es por demás. Aunque ciertamen-

te Bush abrió la caja de los truenos consu guerra “preventiva” en Iraq. Hay dosáreas en que Europa se trocea en unrompecabezas territorial, étnico, reli-gioso. Nacionalismos minúsculos ygrandes nacionalismos. Tendencias se-gregacionistas e integracionistas. Son laex Yugoslavia y el Cáucaso. La UE sabemuy bien que al poner el pie en este te-rreno movedizo como miembro de laOTAN, es decir, siguiendo a EstadosUnidos, comporta frecuentemente irmás allá de lo prudente. Consciente co-mo es de que por ahí se encuentra con“el país que no es como los otros” deHélène Carrère d'Encausse y con el “ca-so especial” de Kissinger: Rusia. La pri-mera potencia europea. El imperio

euroasiático, recortado pero no desinte-grado ¿Acosado, sometido a presión?Todo imperio se ha creado y manteni-do paradójicamente bajo la doble pul-sión expansiva-defensiva. ¿No diceBush que los soldados norteamericanosdefienden en Iraq a sus familias, sus ho-gares? ¿Y Medvedev, que Rusia debe“defender a los ciudadanos rusos esténdonde estén”, llámese Ucrania o Esto-nia, por ejemplo?

Frente a esta lógica de las relacionesde poder está el buen sentido de la can-ciller Merkel, quien, al decir que “no to-dos los pueblos que quieren abandonarun estado están en condiciones de ha-cerlo”, advierte: “Y esto en Rusia lo sa-ben”, en alusión a la misma intrincadaheterogeneidad del complejo estado fe-deral ruso. Consideración que nos llevaa otra cara del conflicto de Georgia, me-recedor de capítulo aparte.

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

El frío juego de política del poder

BACHILLERATOUNI-TEC. Centre homologat de Batxillerat.Accés a Cicles Formatius, +D25 i G.E.S.Horari: diurn o nocturn.Oberta inscripció curs 2008/2009.Rbla. Catalunya, 8, 1r. T. 93-318-69-99 i93-318-90-34. www.unitecbcn.com

MAYORES 25 AÑOSCAMPUS 25. Matricúlate y aprueba seguro en laconv. 2009. Profesores especializados y flexibili-dad horaria (también sábados y distancia). Consul-ta nuestros temarios y déjate aconsejar. Sants, 131(Pl. Sants). www.campus25.esT. 93-490-71-61 y 93-490-94-47.

PRECLAROR. Ac. Universidad (Mayores 25 añosy Selectividad). Acceso a los C.F.G.S. Clases di-rectas o a distancia. Horarios compatibles con susobligaciones. Precios asequibles. Líder en nº de ap-tos comprobable. Gran Vía, 547. T. 93 238 01 72y 93 415 73 78. www.preclaror.es

PRUEBAS ACCESO CICLOSCAMPUS 25. Matricúlate y aprueba seguro en laconv. 2009. Profesores especializados y flexibili-dad horaria. Máximo porcentaje de aprobados enla conv. 2008. Consulta nuestros temarios y déjateaconsejar. www.campus25.es c/ Sants, 131(Pl. Sants). T. 93-490-71-61 y 93-490-94-47.

GUÍA DE LA ENSEÑANZAwww.guiadelaensenanza.es [email protected]

Al choque de comunismo ycapitalismo le ha sucedidoel realismo de la relacióninternacional de fuerzas

Posibilidad de acceso al sistemaeducativo bicultural.

Información: COLEGIO ALEMÁNT. 93 371 83 90 · Fax 93 473 39 27

www.dsbarcelona.comE-mail: [email protected]

ASTROMUJOFF

902 330 331 www.IntermonOxfam.org

DOMINGO, 26 OCTUBRE 2008 I N T E R N A C I O N A L LA VANGUARDIA 15

Carlos Nadal

D e que cada cual campe co-mo pueda –reacción ini-cial al gran seísmo finan-ciero– se pasó a una dis-creta y más realista con-

cordancia entre los gobiernos y luegose advirtió que el problema no se ceñíaa las economías occidentales y afectabaprácticamente a todos en un mundo glo-balizado. Fue entonces cuando Sarkozyse sacó de la manga aquellode la necesidad de ir a una re-fundación del capitalismo.Por esto se empezó a hablarde que había que encontrar lasolución en foros de mayorparticipación De ahí vino laconveniencia de convocar re-uniones muy nutridas. Y seprodujo un cierto desconcier-to: sobre si y cuándo convo-car al G-8 o G-9, contandocon la UE . Y el G-5 (México,Brasil, Sudáfrica, India, Chi-na). A fin de cuentas, el G-20,creado en 1999.

En este baile de quienes sesentarán a la mesa, España escomo la chica que se ha que-dado sin invitación para asis-tir, después de las promesashechas más o menos de boqui-lla por un tornadizo Sarkozyy un cortés Brown, porque,por lo visto, las invitacioneslas envían desde la Casa Blan-ca, no en vano el ojo del hura-cán está en Estados Unidos. Y si es así,de allí se supone que ha de venir engran medida el remedio.

Esta es la cuestión. Que Estados Uni-dos está ahí como problema y, al mismotiempo, como imprescindible solución.Por esto el mundo sigue con tanta aten-ción la competición por si es Obama oMcCain quien gana las elecciones pre-sidenciales del 4 de noviembre. Ya quela globalización, no solamente en lo eco-nómico, sino en lo político, geoestratégi-co, ideológico y cultural tiene una co-

rrespondencia estrecha con la presen-cia de lo norteamericano. Cabe discutirsi Estados Unidos es en propiedad unimperio o no, por aquello de que no loes, como los imperios habidos en lahistoria, en el sentido de expansión te-rritorial. Pero correcto o no, al hablarde imperio refiriéndose a Estados Uni-dos lo entendemos perfectamente. Pre-cisamente, por la ubicuidad de su pre-

sencia. Y el indicio más fehaciente deque es así está en que como imperiosuscita tanto sentimientos de rechazo yodio como de atracción y amistad.También formas de dependencia ysubordinación.

Son constantes las referencias a queprecisamente esta situación está aca-bando. A que las potencias llamadasemergentes terminarán por crear unmundo multipolar en el cual la poten-cia norteamericana se encontrará fren-te a estados que la tratarán de tú a tú. Y

se adelantan cifras, porcentajes de có-mo el gráfico ascendente de estas nue-vas potencias se corresponde exacta-mente con la línea estancada o descen-dente de los mismos datos en EstadosUnidos.

Pero el asunto debe verse tambiéndesde otro punto de mira. El de cómolos mismos Estados Unidos están, cadavez más, ellos mismos globalizándose

desde dentro. Herman Melvi-lle, el autor de Moby Dick, di-jo de su país que más que unanación era un mundo. Si ya éllo veía así en su tiempo, noso-tros tenemos muchas más ra-zones para creerlo. Un mun-do resultante del constantemovimiento migratorio. In-gleses, alemanes, irlandeses,italianos, polacos, rusos, ju-díos, escandinavos, chinos, ja-poneses, hispanoamericanos.Más recientemente, árabes,pakistaníes, indios, iraníes.Un sinfín de orígenes naciona-les, de tradiciones culturales,de creencias religiosas. Se hadicho que durante muchotiempo esta permanente apor-tación de diferencias acababafundiéndose en el llamadomelting pot, la integracióndentro de las diferencias, pe-ro que actualmente lo quehay es una inmensa multicul-turalidad, un país cruzado de

este a oeste y de norte a sur por las másvariadas identidades, a la vez que subsu-midas bajo los cultos oficiales del him-no, la bandera, los principios legales dela primera democracia del mundo.

Esta realidad convierte a EstadosUnidos en la nación interiormente másmundializada. Una característica queen nuestra época globalizada podríaofrecerle una capacidad de proyecciónhacia el exterior en un sentido inclu-yente y de aproximación. ¿No es esta po-sibilidad –diría que hasta esta esperan-

za– la que creemos que personifica lafigura de Barack Hussein Obama comoprobable presidente de Estados Uni-dos? La expectativa de este hombre conuna historia personal atípica y una tra-yectoria política atípica consiste en sa-ber si estas condiciones singulares setraducirán en la capacidad de galvani-zar la heterogeneidad humana del granpaís. En extirparle dos de sus viciosmás vistosos y contradictorios, tan fo-mentados por los dos nefastos manda-tos presidenciales de Bush: el ensimis-mamiento, la autocomplacencia simpli-ficadora y aislante por una parte; porotra, la convicción de poseer un “desti-no manifiesto”, de base religiosa. Comouna Nueva Jerusalén –la “ciudad en la

colina”– a la que está encomendada des-de sus orígenes brillar como ejemplo dela democracia y la justicia y, en conse-cuencia, exportar sus virtudes hacia to-das las latitudes.

Como todo imperio, como casi todanación o pueblo, Estados Unidos tieneuna tendencia a engañarse a sí mismo ya la vez a una sana disponibilidad paraconocer y exponer sus defectos. Sufrede espejismos y euforizantes o depresi-vos y a la vez es capaz de desnudas, cla-ras, hasta implacables visiones autocríti-cas. En este sentido, Obama transmitela impresión de ser capaz de rigurosoejercicio analítico y de intuición creado-ra, de apertura mental y de convicciónsuficientes para combatir las obsesio-nes del reductivo neoconservadurismoen que se ha apoyado Bush duranteocho años. Claro que la vertiginosaprueba está por hacer.

WEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

EE.UU., la nación-mundo

Las próximas eleccionesdirán si correspondeal atípico Obama entendery galvanizar el país

ASTROMUJOFF

8 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 28 DICIEMBRE 2008

Carlos Nadal

T al vez no sea unapura coin-cidencia que el mulato Ba-rack Obama vaya a residiren la Casa Blanca el día 20de enero, precisamente

cuando preside Brasil Luiz Inácio Lulada Silva, de muy humilde estrato social,sindicalista y fundador del izquierdistaPartido del Trabajo; en Venezuela go-bierna Hugo Chávez, un militar mesti-zo que fue golpista y ahora está en latarea de transformar a su país en repú-blica socialista bolivariana; en Bolivia elamerindio y sindicalista Evo Moralesquiere montar un régimen indigenista,y en Paraguay, el obispo católico Fer-nando Lugo, apartado de su funcióneclesiástica, pretende, como presidenteelegido democráticamente, realizaruna política social avanzada.A un presidente insólito en Estados

Unidos le va a tocar la tarea de lidiarcon unaAmérica Latina también insóli-ta, que ha dado un giro hacia la izquier-da por la voluntad inapelable de las ur-nas, sin pasar por ninguna de las típicasexperiencias revolucionarias latinoame-ricanas ni por golpes dictatoriales. DeObama se espera que se esfuerce encambiar la faz deEstadosUnidos, justa-mente cuando el centro y el sur del con-tinente americano se encuentran,mayo-ritariamente y de variadas formas, en elproceso de hacerlo a su vez. Pero conunos gobiernos que semuestran contra-rios a seguir normas e inspiraciones dic-tadas desde el gran vecino del norte, si-no más bien todo lo contrario.Por eso es tan significativo lo ocurri-

do el pasado día 17 en la ciudad balnea-ria brasileña de Costa do Sauípe. La re-unión inaugural de una cumbre de Lati-noamérica y Caribe a la que asistieron29 jefes de Estado y de Gobierno. Conuna presencia que por sí misma indica-ba la notable significación del aconteci-miento: la de Raúl Castro, presidentede Cuba. Y cuatro ausencias que noeran menos de notar: Estados Unidos,la Unión Europea, Canadá y España. Se

trataba de tres caras de una misma vo-luntad.Una, reincorporar a la Cuba cas-trista con pleno derecho a la comuni-dad latinoamericana; otra, reafirmarsecomo tal comunidad sin depender delos intereses de Estados Unidos y Euro-pa; por último, el propósito de fomen-tar la interdependencia y cooperacióncon el fin de obtener una presencia no-table en el contexto internacional. Pre-cisamente cuando en la multipolaridaddel mundo aumenta el protagonismode las naciones emergentes frente al pa-pel hasta ahora central del llamado Oc-cidente. Recuperar aCuba añade una in-

tención más: la de señalar que la políti-ca del palo y la zanahoria –tan cara a laAdministración Bush y en general a Es-tados Unidos– ya no surte efecto.El presidente brasileño, Lula, ha sido

muy explícito: “Estados Unidos debedarse cuenta de que las cosas han expe-rimentado cambios formidables”. Yque lo diga él, convocante de la confe-rencia de Sauípe, tiene mucho más va-lor que cualquiera de las baladronadasdemagógicas de Hugo Chávez contra elimperialismo norteamericano. Porque

el Brasil actual, con 170 millones de ha-bitantes, es la octava potencia económi-ca del mundo. Y Lula da Silva la condu-ce prudente y ponderadamente, pese asus inmensos desarreglos sociales, con-tando con sus gigantescas posibilida-des, a gusto de más de un 60 por cientode la opinión. Su autoridad en Lati-noamérica es indiscutible, lo cual no ex-cluye la dificultad de ejercerla, por tra-tarse de un área cuyas diferencias no re-suelven asociaciones entre estados co-mo elMercosur y otras. Una cosa es re-chazar la tutela norteamericana. Otra,entenderse sobre cómo hacerlo conjun-

tamente y sin caer en contraproducen-tes y radicales extremos.Existe ciertamente el peso de una lar-

ga historia de agravios. El giro a la iz-quierda enAmérica Latina no ha ocurri-do sin motivos. Desde que el presidenteestadounidense Monroe hizo en 1823 lafamosa declaración de “América paralos americanos” se entendió como el de-recho que Theodore Roosevelt atribuyóa su país en 1903 de ejercer un poder depolicía internacional en el continenteamericano más que como la política de

buena voluntad que propuso FranklinD. Roosevelt diez años después.Demuestra que fue así la agobiante

lista de cerca de 50 intervencionesmili-tares norteamericanas en catorce nacio-nes de la América Latina desde 1824.En algunos países de hasta cuatro y cin-co veces. Sin contar la guerra que despo-seyó a México (1846-1848) de lo queahora son California, Arizona, NuevoMéxico y parte de Colorado, Nevada yUtah. Así como la guerra con España en1898 que aportó a Cuba una indepen-dencia mediatizada por un protectora-do norteamericano de hecho, del cualqueda todavía la posesión deGuantána-mo. También la segregación panameñade Colombia por el dominio estadouni-dense del canal de Panamá.Añádanse las dictaduras promovidas

o apoyadas desdeWashington (Argenti-

na y Chile como muestras más recien-tes y de mayor escarnio) y el aplasta-miento de regímenes o revolucionesconsiderados adversos. Y la explota-ción de bienes con la aquiescencia deoligarquías nacionales.Hubo, sí, propo-siciones de otro signo, pero truncadas ode contradictorio efecto. Así ocurre conla iniciativa para las Américas de Bushpadre. Y la asociación de libre cambioconMéxico y Canadá. Pero la verdad esque Estados Unidos se ha acostumbra-do a desarrollar una política de inexpli-cable ceguera en América Latina. ¿Yahora, dónde queda la Organización deEstados Americanos (OEA) que en1961, obediente a EE.UU., expulsó de suseno a Cuba y la sancionó, sólo con elvoto en contra de México?

ASTROMUJOFF

WEEK-END MUNDIAL

UnadistintaAméricaLatina

Brasil desea conjuntarlos países latinoamericanossin la tutela de EE.UU.ni de la Unión Europea

SI TE DUELE QUE CADA AÑOMUERANMILES DE CIVILES

EN CONFLICTOS ARMADOS, LLAMA AL MÉDICO

14 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 24 ENERO 2010

C omenzaba así el día 19 sucrónica para La Vanguar-dia sobre Haití uno de losenviados especiales, Fer-nando García: “En Haití

los ciudadanos existen a menudo sinexistir. Nacen y viven, claro, pero noconstan. No figuran en ningún regis-tro”. Lo cual debe interpretarse tantoen sentido literal como figurado. Todala prensa, escrita o audiovisual, llevadías dándole a la catástrofe del país elespacio quemerece. El conjunto consti-tuye un testimonio estre-mecedor. Pero las palabrasde Fernando García ponenel dedo en la llaga de queel trágico acontecimientonos obliga a hacer un im-placable examen de con-ciencia. Advierten sobrequé cabe esperar del sigloXXI, cuando disponemosde tantos medios para res-ponder a la pregunta decuántos de los más de seismil millones de seres hu-manos viven sin existir.Sencillamente, no constan.Todo lo que se diga, se

haga para poner al mundoal día está condicionadopor esta realidad: el recuen-to nunca hecho de los queviven sin existir. Y que unterremoto, un tsunami ocualquier otro trastornode la naturaleza puede lle-varles a la muerte, hacerles desapare-cer en masa tal como vivieron, sin sernadie, sin tener nada. Sujetos anónimospara el hambre, la miseria, la enferme-dad. ¿Cuántas áreas de nuestro mundo,cuántos países con su nombre y su lu-gar en la lista larga de naciones miem-bros de la ONU encierran este secretode existir como tales sin ser de verdadestados, sumidos enun constante proce-so de descomposición?Haití, desde su independencia a prin-

cipios del siglo XIX, ha sufrido durísi-mas, implacables tiranías, y salió delanonimato precisamente por el despo-tismo exótico, cruel y patológico de losDuvalier padre e hijo, entre 1957 y 1986.Al relato lastimoso de la bisecular inde-pendencia haitiana debe añadirse el dehaber ocupado el más oscuro rincón enAmérica Latina, sin que se le ahorraraprácticamente ninguno de los sobresal-tos, las carencias y las miserias conti-nentales. Así, EstadosUnidos tuvo prác-ticamente bajo protectorado aHaití des-

de 1915 hasta 1934 y otras veces proce-dió a intervencionesmilitares sin sacar-le de la pobreza y el desorden. Vivió susdesgracias ante la indiferencia de Euro-pa, de Francia, tan orgullosa de la fran-cofonía. Haití ha sido y es la pobreza yel abuso del poder sin remisión.Y ahora, asistimos al episodio nove-

doso del envío de soldados y navíos nor-teamericanos como portadores de salva-ción, no de dominio. Sólo ellos han acu-dido con prontitud ymedios suficientes

para hacer posible sacar al país de losextremos límites de la desesperación yla catástrofe. Obama ha obrado en estocon oportunidad y sentido ético, en unmomento de cierto declive interior. Enpolítica, a veces es necesario actuar condecidida inmediatez. YObama lo ha he-cho. Joaquim Ibarz informaba el vier-nes de que ahora se piden en Haití me-nos soldados y más albañiles. No se de-cía esto en medio del caos y el horror,cuando cundía la voz de que sólo losnorteamericanos podían echar una ma-

no. Han acudido a hacer-lo. Y en seguida vieneaquello de “yanquis, iros avuestra casa” como si todoestuviera ya en orden enun país donde siemprehan causado tantos estra-gos la violencia como lamiseria, el desorden, elabandono y el abuso de lospoderes públicos. ¿Lo queurge es reconstruir? ¿Yanohay hambre, falta de co-bijo, heridos y mutiladosnecesitados de urgenteasistencia? Lo primero esacudir a remediar estasexigencias. Y para esto es-tán, por ejemplo, los me-dios y la cabida del buquehospital norteamericanoUSNSComfort. Y losmari-nes, que comenzaron porordenar y desbloquear elaeropuerto de la capital,

Puerto Príncipe, donde quedaban atas-cados los envíos de alimentos, medici-nas y otras ayudas imprescindibles.Que no se quiera ahora desdibujar

que era preciso suplir con presteza elfracaso de la ONU, la escasa disposi-ción de los países latinoamericanos, ex-ceptuando la vecina RepúblicaDomini-cana. O que a la Unión Europea, princi-pal contribuyente en las ayudas interna-cionales, en el caso de Haití EstadosUnidos le ha cogido la delantera. Por la

habitual lentitud de los reflejos institu-cionales comunitarios o la incapacidad,todavía, de dotarse de una verdaderafuerza de intervención rápida. AunqueEspaña anuncia el envío de 450 solda-dos, cincuenta de ellos sanitarios, y unbuque de socorro, después de que la vi-cepresidenta Fernández de la Vega sepresentara en seguida en Puerto Prínci-pe y el presidente Zapatero no rehuye-ra elogiar en Bruselas la decisión deObama, en un ambiente mezquino derecelos hacia Estados Unidos. Luego,esto sí, vendrán las reuniones comunita-rias para decidir los socorros al desgra-ciado país antillano con 400 millonesde euros por adelantado.No es nuestra época propicia a coope-

raciones y solidaridades internaciona-

les. Las potencias emergentes se abrenespacio en el campo sin normas de ladura y fría competitividad. Proliferanlas tensiones regionales y culturales. Estiempo de egoísmos, incompatibilida-des, amagos de amenaza o inhibiciones,mientras se expande el corrosivo au-mento de las precariedades humanas.Pero, a la vez, cunde entre la gente aje-na a los designios del poder político,económico y estratégicomilitar un espí-ritu generoso en favor de los desposeí-dos. Y en Haití se está prodigando esteheroísmo actual que no está al serviciode las patrias o de las ideologías sino dela más directa y sacrificada solidaridadhumanitaria. El que las comunidadescaritativas religiosas y diversas ONGpractican, pese a que no siempre estasúltimas se libren de dudas sobre susprocedimientos y orígenes.

ÓSCAR ASTROMUJOFF

Carlos Nadal

Haití comorevulsivoWEEK-END POLÍT ICO MUNDIAL

La tragedia haitiana revelalos contrastes de una épocade poderes insolidarios yamplitud de la miseria