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Departamento de Filosofía V. Abel Granell BLOQUE II EL SABER FILOSÓFICO 1

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell

BLOQUE II

EL SABER FILOSÓFICO

TEMA 1. ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?1

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell

"Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve al Estado, ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa. Sólo tiene un uso: denunciar la bajeza en todas sus formas. ¿Existe alguna disciplina, fuera de la de filosofía, que se proponga la crítica de todas las mistificaciones, sea cual sea su origen y su fin? Denunciar todas las ficciones sin las que las fuerzas reactivas no podrían prevalecer. Denunciar en la mistificación esta mezcla de bajeza y estupidez que forma también la asombrosa complicidad de las víctimas y de los autores. En fin, hacer del pensamiento algo agresivo, activo, afirmativo. Hacer hombres libres, es decir, hombres que no confunden los fines de la cultura con el provecho del Estado, la moral, y la religión. Combatir el resentimiento, la mala conciencia, que ocupan el lugar del pensamiento. Vencer lo negativo y sus falsos prestigios. ¿Quién, a excepción de la filosofía, se interesa por todo esto? La filosofía como crítica nos dice lo más positivo de sí misma: empresa de desmixtificación. Y, a este respecto, que nadie se atreva a proclamar el fracaso de la filosofía. Por muy grandes que sean la estupidez y la bajeza serían aún mayores si no subsistiera un poco de filosofía que, en cada época, les impide ir todo lo lejos que quisieran... pero ¿quién a excepción de la filosofía se lo prohíbe?" Gilles Deleuze en Nietzsche y la filosofía. Editorial Anagrama, Barcelona, 1986.

1- ¿Qué es filosofía? Para empezar a contestar a esta pregunta de difícil, o incluso, podríamos decir, de imposible respuesta, hagamos mención a la siguiente historia: Cuentan que el tirano Leonte interrogó a Pitágoras por el significado de la palabra Filosofía y el sabio, uno de los primeros en utilizar este término, le contestó con una metáfora en la que mostraba la función de los filósofos. La vida, dijo Pitágoras, es comparable a una reunión de personas que asiste a los Juegos Olímpicos. Allí acuden los atletas para competir y conseguir la fama, los comerciantes para comprar y vender y los espectadores para contemplar los Juegos. Del mismo modo, hay personas que viven para conseguir la fama, otras para adquirir dinero, y otras, las que realizan la mejor elección, que viven para contemplar la naturaleza como auténticos amantes de la sabiduría, es decir, como filósofos.“Filosofía” es un término que suele asustar. Nos imaginamos cuestiones muy complicadas, un vocabulario enigmático, libros de los que ni siquiera entendemos su título. Un universo aparte reservado a algunos especialistas, una actividad que no podría desarrollar cualquiera. Pero nos equivocamos al creer eso, ya que todos, nos preguntamos sobre el sentido de la vida y sobre la muerte, sobre la justicia, la libertad y otras cuestiones esenciales; por otra parte, todo el mundo es capaz de reflexionar, razonar y organizar sus ideas. Y esto es lo único que se requiere para comenzar a filosofar: preguntas y capacidad de reflexionar.La palabra “Filosofía”, por tanto, procede del griego y está compuesta por dos términos “filo” (del verbo filein=amar) y “sofia”, que significa sabiduría. Su significado

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellliteral es, pues, amor a la sabiduría. Por este motivo, nos dice Platón que el filósofo no es un sabio, sino una persona que desea saber, que anhela el conocimiento.En este sentido, la Filosofía no habría que verla como una ciencia exacta, sino como un camino, una búsqueda constante. La actitud del filósofo sería la de aquél que no es dogmático, que no cree que siempre tenga la verdad. Por el contrario, el filósofo nunca deja de hacerse preguntas, cada respuesta le conduce siempre a un nuevo interrogante, siempre quiere aumentar su conocimiento.

Esta disciplina, que acabamos de definir, tiene una multitud de ramas que podríamos resumir en las siguientes:El saber filosófico constituye, antes que nada, el esfuerzo por describir lo más correctamente el orden natural. Esta descripción, esta teoría de la realidad, ha recibido diversas denominaciones: ontología, metafísica, filosofía… La filosofía es, en primer lugar, una teoría que versa sobre la realidad, una teoría metafísica. La pregunta a la que trata de responder es ¿cómo es el orden (o la estructura) de la realidad?Pero en el análisis de la estructura de lo real se nos hace presente un ser sumamente especial: aquel que precisamente analiza la estructura de la realidad, el ser humano. De ahí que, en la pregunta por el orden de la realidad, esté involucrada esta otra, de especial importancia por cuanto nos afecta directamente: ¿qué es el hombre y qué lugar ocupa en la estructura de lo real? O, parafraseando al filósofo Max Scheler: ¿cuál es el puesto del hombre en el cosmos? En torno a estas preguntas se desarrolla la llamada antropología filosófica.Sabemos, además, que la filosofía constituye una descripción del orden natural, y que este orden se manifiesta como permanencia (la naturaleza en sentido de esencia). Pero, ¿cómo llegamos a descubrir esa dimensión de permanencia? Para el filósofo griego clásico, la permanencia no era asunto que pudiera conocerse a través de los sentidos, sino mediante el pensamiento. Imagínate que te encuentras sentado sobre una roca frente al mar, observando cómo rompen una y otra vez las olas. El color del agua reverberando al sol, el bullir de la espuma, el frescor de la brisa en tu piel… son un mosaico de percepciones que se suceden sin repetirse jamás: una caleidoscópica variación de sensaciones en constante fluir. Y es que no hay nada que aprehendan los sentidos que no cambie. Por eso, para alcanzar esa dimensión de permanencia, es preciso ir más allá de los datos de los sentidos: es menester reflexionar. La reflexión, el pensamiento, nos pone en contacto con lo que permanece. Conocer el orden natural es tarea del pensamiento.Pues bien, además de una teoría de la realidad en sí misma, la filosofía es también una teoría sobre cómo llegamos a conocer dicha realidad, es decir, una teoría gnoseológica.La pregunta que trata de responder la gnoseología (también llamada teoría del conocimiento o epistemología) es ¿cómo conozco la realidad? Pero la experiencia humana de la estructura ordenada de la realidad no se traduce solo en conocimientos de una u otra índole, sino también en vivencias emocionadas que parecen captar esa extrañísima dimensión de lo real que denominamos belleza y que el ser humano trata de reflejar (por presencia o ausencia) en las obras de arte. La filosofía se ocupa también del arte y la belleza en la disciplina que responde al nombre de estética. La

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellpregunta que trata de responder es ¿qué es la belleza y qué relación guarda con la obra de arte?Ahora bien, la realidad no es solo objeto de conocimiento o de expresión artística. En la realidad estoy, vivo, habito. Y este humano vivir la realidad la coloniza, modificándola. El hombre, al hacer su vida consigo mismo y con los demás, se enfrenta a la enorme responsabilidad individual y colectiva de transformar la realidad. Y surgen, obvias, estas preguntas: ¿transformarla en qué?, ¿qué he de hacer yo con la realidad? En definitiva ¿cómo he de vivir? Son las cuestiones que presiden la reflexión filosófica denominada ética (o filosofía moral).Este hacer, además de individual, es colectivo: un hacer con los otros la inevitable transformación de lo real. Y todo hacer-con-los-otros es un modo de convivencia. De ahí que la reflexión sobre mi responsabilidad personal me lleve directamente a interrogarme sobre cómo he de convivir con los demás. Esta pregunta, que alienta la reflexión filosófica sobre lo político, es el tema de reflexión de la filosofía política.

En cualquier caso, la filosofía es una disciplina (no una ciencia, aunque hasta el siglo XVIII no se distinguía una de la otra), que tiene un componente crítico, es decir, busca la reflexión crítica de cuanto estudia, buscando soluciones a los problemas sabiendo que pueden ser temporales. Por eso, hay pensadores que mantienen que la filosofía es el arte de hacer preguntas, innata al ser humano, pero que las respuestas definitivas no existen. O, ¿existe respuesta definitiva para esta pregunta que se hizo Leibniz?: ¿por qué hay cosas y no más bien la nada?.

En el nivel en el que nos movemos en el estudio de esta materia, planteamos la filosofía como una actitud; es inevitable que muchos nos planteamos cuestiones filosóficas. ¿Quién no se siente inquieto por saber qué somos, qué debemos hacer para actuar moralmente bien; a dónde vamos, qué consideramos justo o no; de dónde venimos, qué sentido tiene nuestra existencia, si existe Dios,? Incluso los niños hacen preguntas sobre estas cuestiones, aunque sea de un modo difuso. Y es que el ser humano necesita de estas explicaciones sobre el mundo. Muchos no se conforman con estar en el mundo, con aceptar el mundo como un hecho, que es -al parecer- la actitud animal. El hombre necesita una visión de conjunto, una "concepción del universo" que le permita orientarse, que le permita saber a qué atenerse.

2. El origen de la filosofía: el paso del mito al logos.

La filosofía surge cuando el logos sustituye al mito en la tarea de explicar la realidad en toda su complejidad: el universo físico, la naturaleza humana, la convivencia social con sus implicaciones políticas y morales. Este acontecimiento se produjo en la cultura griega alrededor del siglo VI a C. Con anterioridad, cualquier fenómeno de la naturaleza era explicado recurriendo a la intervención de dioses, héroes o fuerzas sobrenaturales. No se trataba, por tanto, de explicaciones de carácter racional, sino basadas en la pura imaginación, relatos míticos que dieron sus frutos literarios en obras como "La Iliada" y "La Odisea" de Homero.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellVamos a explicar en qué consistió el paso de las explicaciones míticas a las

racionales:

Las explicaciones míticas (el mito) son un conjunto de narraciones y doctrinas tradicionales que explican la configuración del mundo, de los hombres y la sociedad, así como de los dioses. Eran elaboradas y transmitidas por poetas: (Hesíodo, Homero, etc). Estas explicaciones ofrecen una explicación total de los problemas; personifican y divinizan las fuerzas naturales estableciendo que todo lo que sucede es por la voluntad arbitraria de dioses, quienes están sometidos al destino (necesidad). La consecuencia que este tipo de explicaciones tiene es que es imposible la ciencia, pues ésta se basa en la regularidad, necesidad y leyes.

Las explicaciones racionales, que surgen poco a poco en Grecia a diferencia de las anteriores, son discursos en los que se muestra una explicación del mundo, el hombre, la sociedad, etc, partiendo de la regularidad, necesidad, leyes, etc., que se descubren y se pueden demostrar con argumentos. Estas explicaciones racionales se basan en leyes que se aprecian en la naturaleza, regularidades a las que está sometido todo, en lo común que tienen las diferentes cosas, (y que permite clasificarlas), en la búsqueda de los elementos básicos de todo y del principio último de lo real (arché). Este es, sin duda, el primer intento de dar explicaciones científicas, o al menos proto-científicas de lo que ocurre.

Los primeros filósofos o científicos (aún no se distinguía entre estas dos disciplinas), buscan lo que denominaban Arché, es decir, el principio fundamental, esto es, buscan la esencia, la causa y el origen de todo lo que nos rodea, (la esencia: lo que no cambia, lo fundamental de todo lo que nos rodea; - la causa: el por qué, en la naturaleza, ocurre lo que ocurre; el origen: cosmogonía: el porqué las cosas y nosotros mismos, son como son. Cada uno de los primeros pensadores, llamados “Presocráticos” dieron una respuesta diferente de qué era ese Arché. Pero lo que importa de estos proto-científicos, no es la respuesta que dieron a qué era ese principio fundamental, sino que fueron los primeros que se atreven a buscar respuestas no míticas, y sí racionales.

Con respecto a los filósofos presocráticos podemos establecer, en principio, una gran diferenciación, por un lado, los MONISTAS, aquellos que establecen que el arché es sólo un elemento, y los PLURALISTAS, aquellos que establecen que el arché está formado por varios elementos, e incluyen una fuerza que ordena y estructura tales elementos.

Entre los MONISTAS, podemos destacar a los siguientes filósofos:

- Tales de Mileto: El agua.

- Anaxímenes: el aire.

- Anaximandro: lo indeterminado (to apeiron).

- Heráclito: el fuego.

- Parménides: el SER.5

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell- Pitágoras: el número.

Entre los PLURALISTAS, podemos destacar a los siguientes:

- Anaxágoras. Según este filósofo, todas las cosas y seres de este mundo están formados por lo que él llama “semillas” (semeion); existiría una fuerza externa, a la que llama NOUS (mente, razón), que ordena, estructura, tales semillas, dando lugar a las cosas y seres de este mundo.

- Empédocles: establece como arché, los cuatro elementos, agua, fuego, aire y tierra. Y designa dos fuerzas, el amor y el odio, que son las encargadas de separar y unir tales elementos para dar lugar a las cosas y seres de este mundo.

- Demócrito: establece como arché lo átomos, que tendrían distintas formas, aunque no las podamos ver, y se unirían unos con otros, dando lugar a las cosas y seres que conocemos. Cuando las cosas y seres desaparecen, los átomos siguen persistiendo, son imperecederos.

Veamos un poco más detenidamente a algunos de estos primeros filósofos:

Parménides plantea que lo único existente es el SER, y divide lo real en dos regiones el mundo aparente y el mundo verdadero, en paralelo a la división del conocimiento en dos tipos la ciencia o verdadero conocimiento, que corresponde al ejercicio de la razón (la llamada por Parménides “Vía de la verdad”) y la opinión, como conjunto de verdades de rango muy inferior que se ofrecen a los sentidos (la llamada por Parménides “Vía de la opinión”) son una muestra de ello. Profundicemos un poco más en estas dos vías:

La vía de la verdad: Es el verdadero camino del conocimiento. Parte de la afirmación básica e incuestionable de que “El ser es y el no ser no es”. Esta vía prescinde de los sentidos, que tan sólo nos proporcionan apariencias engañosas. Su objeto es EL SER, lo que existe, la Realidad. Para Parménides el SER es Uno, Ingendrado, Imperecedero, Indivisible, Inmutable y finito. Puesto que el Ser es único e inmutable, Parménides considera que la pluralidad y el cambio no son reales, sino tan sólo una apariencia engañosa de los sentidos. Aunque los sentidos nos enseñan la naturaleza como una multiplicidad de cosas, la Razón nos muestra que existe una única realidad, el Ser.

La vía de la Opinión. Los sentidos nos dicen que una cosa es esto y no lo otro, cuando en realidad todo es Ser, todo es Uno. Si seguimos esta vía tan sólo obtendremos opinión, y no un conocimiento verdadero.

En contraposición a Parménides nos encontramos con Heráclito, que ha pasado a la historia de la filosofía como el filósofo que afirmó que todo fluye y nada permanece, todo está en constante movimiento. Heráclito decía que “no se puede entrar dos veces en el mismo río, pues quienes se meten en él se sumergen siempre en aguas distintas”. No podemos, por tanto, llegar a un conocimiento absoluto y definitivo de las cosas que nos rodean, aunque, para que nuestra vida no sea un caos, una total incertidumbre, Heráclito nos habla del “Logos”, una ley universal, cósmica,

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellque pone orden en el caos y que nos hace comprender aquello que se nos aparece ante nuestros ojos.

Por último, hagamos mención a Pitágoras, que vivió en el sur de Italia y dedicó su vida, principalmente al ámbito de la matemática, ya que para Pitágoras y su escuela, los números eran el “arché”, aquello que fundamentaba la realidad. Los pitagóricos conformaban una especia de secta, entre sus miembros podríamos distinguir a los matemáticos y a los acusmáticos, cuyo voto de silencio ha hacho que sepamos en la actualidad pocas cosas de ellos, aunque sí podemos decir que creían en la transmigración de las almas (una especie de reencarnación) y en el poder catártico de la música.

3. Los períodos de la Historia de la Filosofía.

Podemos dividir la Historia de la Filosofía en cuatro grandes períodos:

FILOSOFÍA ANTIGUA. Como ya hemos visto anteriormente, la filosofía surge como reacción al mito. Se centra al principio en el estudio de la naturaleza, buscando un orden a lo que nos encontramos delante de nosotros. Posteriormente, a partir del s. V a.C, la preocupación pasa a ser el ser humano y la sociedad, son los sofistas y Sócrates como los principales representantes, para dar paso a los dos pilares básicos del pensamiento antiguo, Platón y Aristóteles. Las repercusiones de la filosofía de estos dos grandes pensadores conformará gran parte de la filosofía futura.

FILOSOFÍA MEDIEVAL.Podemos datar este período, desde el s.IV al s. XIV. Con la aparición y fortalecimiento de las religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam) la filosofía y la teología se dan la mano, planteándose principalmente la relación, si es que la hay, entre Razón y Fe. Habrá respuestas para todos los gustos, unos pensarán que la razón debe supeditarse a la filosofía, otros que plantearán que son ámbitos complementarios y que deben ayudarse mutuamente (Tomás de Aquino), y por fin, al final del período medieval y en puertas del Renacimiento, se planteará por parte de Guillermo de Ockham que la fe y la razón son ámbitos diferentes y separados que no pueden entremezclarse.

En este período la filosofía platónica y aristotélica entrarán en el ámbito del cristianismo de la mano de dos grandes filósofos medievales, san Agustín y santo Tomás de Aquino.

FILOSOFÍA MODERNA. (s.XVI-1ª parte del s.XIX).

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellDurante este período, que comienza con el Renacimiento en el s.XV, el ser humano desplaza a Dios de su lugar principal en el ámbito de la filosofía y el pensamiento. La filosofía se va a centrar en la teoría del conocimiento, y en el problema de la realidad. Durante este período se produce la creación de dos corrientes filosóficas, centrales en la Historia de la Filosofía, el Racionalismo (encabezado por el filósofo francés René Descartes) y el empirismo (cuya principal figura es el filósofo inglés David Hume), estas dos corrientes se diferenciarán en el modo de establecer el origen del conocimiento, para los racionalistas se encuentra en la Razón mientras que para los empiristas se encuentra en la experiencia sensible. Posteriormente, ya en el s.XVIII, otra de las figuras ilustres de la historia de la filosofía, Immanuel Kant, llevará a cabo una síntesis de estas dos corrientes, planteando que le conocimiento necesita tanto de la experiencia que proviene de los sentidos como de ciertas estructuras que tenemos en nuestro entendimiento y que organizan tal información externa.

FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA. (2ª mitad del s.XIX hasta nuestros días).Supone en el plano de la filosofía, la desconfianza en la razón como instrumento de explicación y de progreso. Así surgen los pensadores de la sospecha, autores que ya no aceptan que la razón es la facultad del ser humano que le permite llegar al conocimiento de todo, y que buscará la liberación del ser humano. Autores como Marx, Nietzsche y el psicoanalista Freud, sospechan que hay intereses ocultos que empujan a la razón a diferentes objetivos, disfrazándolos. Estos autores han influido muchísimo en las corrientes y pensadores de los últimos años. La herencia ilustrada nos había dejado como legado la idea de progreso (sobre todo en el ámbito de las ciencias); el ser humano conseguirá, gracias a sus investigaciones, un mundo mejor, podrá controlar la naturaleza que tiene ante sí y ponerla al servicio de la especie humana; pero por desgracia, ese sueño ilustrado se vino abajo, y el progreso científico no llevó de la mano un progreso humano (a nivel social, político y moral). Refugiados, campos de concentración, hornos crematorios, guerras de trincheras, fuga de poblaciones enteras, comunismo, fascismo, nazismo, persecuciones raciales y religiosas, bombardeos de ciudades indefensas y civiles inocentes que huyen; sangre humana esparcida en tierra, mar y aire, guerra y destrucción en toda la redondez de la tierra, todo el progreso técnico y científico encauzado hacia la destrucción sistemática de nuestros semejantes. De todo este horizonte, muy poco racional, nace la filosofía actual; no es de extrañar, pues, que exprese esa angustia, que se encauce hacia lo concreto y desconfíe de las elucubraciones abstractas, que sea reflejo de ese dolor y esa agonía colectivas, así como del asombro, de la desesperación o de la perplejidad del hombre contemporáneo.Para terminar este punto dedicado a los períodos de la Historia de la filosofía, podemos decir que el hombre del s.XX, dotado de una asombrosa civilización, provisto de la bomba atómica y de una ciencia jamás imaginada, que penetra en los dominios mismos de la vida, manipulador de una técnica que supera todos los sueños de la magia antigua, es, sin embargo, el mismo ser enigmático y esencialmente complejo de los primeros tiempos, el mismo de la edad de piedra o el de la caverna; ese hombre actual tiene los mismos sueños, incertidumbres, tentaciones, temores, esperanzas y angustias de sus más remotos antepasados. Su patrimonio es este misterio insondable que va transmitiéndose de generación en generación. Y la filosofía

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Departamento de Filosofía V. Abel Granelles, encada época, un nuevo planteamiento sobre ese misterio siempre nuevo que es el hombre mismo.

4. La especificidad del saber filosófico.Siendo ambos un tipo de discurso racional: ¿Cuáles son las diferencias entre la ciencia y la filosofía?, ¿Cuál es la especificidad del saber filosófico? :

a) En vez de centrarse en un área de la realidad busca dar una explicación de la realidad en su totalidad.

b) A diferencia con lo que pasa con cualquier especialidad científica la filosofía no tiene ningún conjunto de verdades más o menos universalmente admitidas que se puedan presentar y enseñar. Es una actividad de análisis conceptual, de clarificación de nuestros conceptos e ideas, y de reflexión crítica aplicable a cualquier saber teórico, práctico o productivo. Al plantear reflexiones críticas sobre otros discursos, especialmente sobre el discurso científico, pero también del discurso mítico, religioso, ideológico, político, moral, etc. la filosofía adquiere la categoría de metadiscurso.

c) El hecho de filosofar nos ha de enseñar a dar respuestas racionales y críticas (por tanto, siempre provisionales y abiertas) a aquellas cuestiones que, pese a ser irresolubles científicamente son inevitables: se han presentado, y se presentarán siempre, a la mente humana.

LA NECESIDAD DE LA FILOSOFÍA.Aristóteles filósofo griego del siglo IV a. C. afirmaba que "Todos los seres humanos desean saber por naturaleza".

Evidentemente necesitamos saber muchas cosas, se trata de conocimientos prácticos y útiles que nos hacen más fácil y cómoda nuestra existencia. Actualmente, una gran parte de este saber proviene de la ciencia. La investigación científica hace que aumente el conocimiento general sobre el mundo y sobre nosotros mismos y, también, da lugar a la tecnología, que crea una gran diversidad de artefactos que nos sirven para vivir mejor. Ahora bien, ¿Se acaba aquí todo?, ¿Esto es todo lo que necesitamos saber? El saber práctico y de utilidad inmediata no basta.

Si reflexionamos sobre lo que nos preocupa nos daremos cuenta que además hay otro tipo de preguntas más generales que también nos inquietan profundamente y para las que no hay respuesta científica, preguntas como ¿Quiénes somos?, ¿Qué hacemos en esta vida?, ¿Hay otra vida más allá de ésta?, En mi relación con los demás ¿Todo vale?, etc.

Por lo tanto, el discurso filosófico responde a la necesidad humana de preguntarse sobre una serie de cuestiones básicas y buscar una respuesta racional e ellas.

“Se trata, en primer lugar, de la cuestión de la apreciación justa de todo afán filosófico en el transcurso de la historia. Con demasiada frecuencia se suele menospreciar su alcance: la filosofía, se afirma, no es más que un conglomerado de especulaciones abstractas sin significación alguna para la vida; lo que hace falta es estudiar las

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellciencias prácticas que nos suministran la base de la técnica en todos los campos (no sólo la técnica del ingeniero, sino la del pedagogo y la del psicólogo), también en la ciencia social, la economía y la política. Porque “Primum vivere, deinde philosophari” y el “philosophari” no tiene importancia mayor para la vida. Otros consideran en cambio que esta idea, hoy tan extendida, es fundamentalmente falsa y que, además, representa un error espiritual peligroso. Y defienden que si se pretende limitar el saber y el conocimiento a su aspecto técnico-práctico, entonces bastará con saber cada vez cómo hay que hacer esto o aquello. Pero con anterioridad a la cuestión del “cómo”, se plantea la cuestión del “Porqué”. Ahora bien, la respuesta al último porqué sólo la religión y la filosofía nos la pueden ofrecer. Como ya sabemos ambos son saberes muy distintos, el primero nos da una respuesta irracional mientras que el segundo nos da una respuesta racional. El hombre siempre utilizará su razón y, cuando no lo hace de forma consciente y filosófica, lo hace, sin duda, en forma inconsciente y con diletantismo. Esto se aplica también, sin excepción, a todos los que se creen emancipados de cualquier filosofía. La filosofía es un saber inevitable y necesario; las cuestiones filosóficas están muy ligadas a la existencia y a la vida del hombre.”L. Kolakovski: El hombre sin alternativa

¿Somos todos filósofos?Las preguntas filosóficas aparecen de forma más o menos natural cuando nuestra inteligencia se ha desarrollado adecuadamente y ha alcanzado un cierto grado de madurez.

"Alrededor de los catorce años mucha gente comienza a pensar por su cuenta en problemas filosóficos: sobre aquello que realmente existe, si podemos saber algo, si una cosa es realmente buena o mala, si la vida tiene algún significado, si la muerte es el final. Se ha escrito mucho sobre estos temas durante miles de años, pero la materia prima filosófica proviene directamente del mundo y de la relación que tenemos con él, no de los escritos del pasado. Esta es la razón de que estos problemas se los planteen aquellos que nunca han leído nada"Thomas Ángel: ¿Qué significa todo esto?

Así pues, en cierto sentido de la palabra todos los seres humanos somos filósofos, porque todos nos quedamos perplejos ante el gran interrogante que es nuestra vida. El filósofo inglés contemporáneo Stephen Toulmin afirma:

"De mal o buen grado, todos hemos nacidos filósofos, igual que hemos nacido críticos, morales, pensadores políticos e incluso científicos"

Podemos filosofar porque la llama de la filosofía está viva en nosotros, como seres capaces de pensar libre y racionalmente.

Todo el mundo participa, como punto de partida, de las interpretaciones existentes en su sociedad que toma acríticamente como verdaderas es lo que se denomina prejuicios o saber común.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellEn la medida en que somos conscientes de nuestra propia ignorancia las ponemos en tela de juicio sometiéndolos a la crítica desde la razón. Cuestionar lo que tenemos delante, nosotros mismos, nuestra propia vida parece remover los cimientos sobre los que ésta se asienta y pone de manifiesto la necesidad de construir un nuevo fundamento, una nueva comprensión que permita llevar un nuevo modo de existencia justificado y crítico.

Las nuevas ideas a las que lleguemos no se pueden sustraer a la crítica, convertirse en dogma o ideología, perder su espíritu filosófico. Se ha de aceptar su provisionalidad y su constante revisión según vayamos avanzando en nuestra experiencia y nuestros conocimientos. Este es el reto que la filosofía nos propone: una forma diferente de mirar el mundo y nuestra propia vida.

Así, el discurso filosófico nos puede ayudar a vivir intelectual y moralmente sin una concepción cerrada y dogmática del mundo. Esto se debe a que aquello que es característico de la filosofía es la forma de hacer las preguntas y la manera de contestarlas. Siempre que nos encontramos ante un discurso filosófico hallaremos una argumentación lógica, la defensa razonada de determinados puntos de vista y no la simple afirmación de una creencia, sin ningún tipo de fundamento. Cuando alguien filosofa da razones, más o menos plausibles, a favor o en contra de una cierta opinión. Y en cualquier caso, esta persona está dispuesta a escuchar las razones del contrario y rectificar, si es necesario, su opinión inicial. Se trata de reflexionar con profundidad sobre algunas cuestiones atendiendo y sopesando las razones de unos y otros.

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ANEXO. DOCUMENTOS SOBRE EL SABER FILOSÓFICO.

Dar que pensar"Cuando se me pregunta qué es un intelectual sólo se me ocurre una respuesta: considero intelectual a todo aquel que trata a los demás como si fueran intelectuales o para que lleguen a serlo. Es decir, quien se dirige a la capacidad de razonamiento abstracto que hay en los otros y la reclama frente a las urgencias sociales o políticas del momento. Será así intelectual el que no pretende hipnotizar a su público, ni intimidarlo, ni chocarle o desconcertarle, sino que aspira a hacerle pensar. Los que se comportan de este modo son intelectuales, aunque su profesión habitual sea la de payaso de circo, albañil o bombero. Y quienes sólo magnetizan o deslumbran no merecen ese nombre, por muchos títulos académicos que posean.Una expresión española me parece convenir bien a este empeño intelectual, este empeño de quienes pueden ser considerados intelectuales "dar que pensar". Se dice que algo "da que pensar" cuando nos despierta sospecha o inquietud, cuando se convierte en un motivo de atención interesada que acaba con la rutina de lo aceptado sin examen. Pues bien, yo creo que hoy el intelectual debe precisamente señalar todo aquello que da que pensar en nuestro entorno. Tendría que ser capaz de suscitar preocupaciones racionales, zozobras que provienen de desajustes de ideas y no del mal funcionamiento de aparatos o instituciones. Sobre todo debe defender y comparar las ideas entre sí: nuestra cultura se basa en lo abstracto, en nociones -felicidad, democracia, violencia, legalidad, humanidad,…- que no pueden sustituirse por imágenes, que son pensables pero no visibles. Símbolos, no iconos. La invasión de lo audiovisual convierte en superfluo y desdeñable todo aquello que no logra ser "virtualizado" en tres dimensiones, mutilando así decisivamente la capacidad de deliberar a partir de conceptos sin la que puede haber vida instrumental, pero no reflexión sobre la vida.El intelectual da que pensar sin pretender pensar por los demás ni pensar sin los demás. Su labor está marcada por la paradoja suicida que conoce muy bien cualquier educador: su éxito no estriba en hacerse insustituible, sino al contrario en lograr que aquellos a quienes se dirige puedan antes o después prescindir de él y continuar razonando sin su tutela. Es la levadura de un pan que nadie puede amasar solo ni comer sin compañía"Fernando Savater, El País Semanal

F. Savater: El por qué de la filosofía

¿Tiene sentido empeñarse hoy, a finales del siglo XX o comienzos del XXI, en mantener la filosofía como una asignatura más del bachillerato? ¿Se trata de una mera supervivencia del pasado, que los conservadores ensalzan por su prestigio tradicional pero que los progresistas y las personas prácticas deben mirar con

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Departamento de Filosofía V. Abel Granelljustificada impaciencia? ¿Pueden los jóvenes, adolescentes más bien, niños incluso, sacar algo en limpio de lo que a su edad debe resultarles un galimatías? ¿No se limitarán en el mejor de los casos a memorizar unas cuantas fórmulas pedantes que luego repetirán como papagayos? Quizá la filosofía interese a unos pocos, a los que tienen vocación filosófica, si es que tal cosa aún existe, pero ésos ya tendrán en cualquier caso tiempo de descubrirla más adelante. Entonces, ¿por qué imponérsela a todos en la educación secundaria? ¿No es una pérdida de tiempo caprichosa y reaccionaria, dado lo sobrecargado de los programas actuales de bachillerato?Si se quieren resumir todos los reproches contra la filosofía en cuatro palabras, bastan éstas: no sirve para nada. Los filósofos se empeñan en saber más que nadie de todo lo imaginable aunque en realidad no son más que charlatanes amigos de la vacua palabrería. Y entonces, ¿quién sabe de verdad lo que hay que saber sobre el mundo y la sociedad? Pues los científicos, los técnicos, los especialistas, los que son capaces de dar informaciones válidas sobre la realidad. En el fondo los filósofos se empeñan en hablar de lo que no saben: el propio Sócrates lo reconocía así, cuando dijo «sólo sé que no sé nada». Si no sabe nada, ¿para qué vamos a escucharle, seamos jóvenes o maduros? Lo que tenemos que hacer es aprender de los que saben, no de los que no saben. Sobre todo hoy en día, cuando las ciencias han adelantado tanto y ya sabemos cómo funcionan la mayoría de las cosas... y cómo hacer funcionar otras, inventadas por científicos aplicados.Así pues, en la época actual, la de los grandes descubrimientos técnicos, en el mundo del microchip y del acelerador de partículas, en el reino de Internet y la televisión digital... ¿qué información podemos recibir de la filosofía? La única respuesta que nos resignaremos a dar es la que hubiera probablemente ofrecido el propio Sócrates: ninguna. Nos informan las ciencias de la naturaleza, los técnicos, los periódicos, algunos programas de televisión... pero no hay información «filosófica». Según señaló Ortega, antes citado, la filosofía es incompatible con las noticias y la información está hecha de noticias. Muy bien, pero ¿es información lo único que buscamos para entendemos mejor a nosotros mismos y lo que nos rodea? No solo queremos más información sobre lo que pasa sino saber qué significa la información que tenemos, cómo debemos interpretarla y relacionarla con otras informaciones anteriores o simultáneas, qué supone todo ello en la consideración general de la realidad en que vivimos, cómo podemos o debemos comportamos en la situación así establecida. Éstas son precisamente las preguntas a las que atiende lo que vamos a llamar filosofía. Volvamos otra vez a intentar precisar la diferencia esencial entre ciencia y filosofía. Lo primero que salta a la vista no es lo que las distingue sino lo que las asemeja: tanto la ciencia como la filosofía intentan contestar preguntas suscitadas por la realidad. De hecho, en sus orígenes, ciencia y filosofía estuvieron unidas y sólo a lo largo de los siglos la física, la química, la astronomía o la psicología se fueron independizando de su común matriz filosófica. En la actualidad, las ciencias pretenden explicar cómo están hechas las cosas y cómo funcionan, mientras que la filosofía se centra más bien en lo que significan para nosotros. La ciencia desmonta las apariencias de lo real en elementos teóricos invisibles, ondulatorios o corpusculares, matematizables, en elementos abstractos inadvertidos; sin ignorar ni desdeñar ese análisis, la filosofía rescata la realidad humanamente vital de lo aparente, en la que transcurre la peripecia de nuestra existencia concreta.La filosofía suele preguntarse principalmente sobre cuestiones que los científicos (y por supuesto la gente corriente) dan ya por supuestas o evidentes. Lo apunta bien Thomas Nagel, actualmente profesor de filosofía en una universidad de Nueva York: «La principal ocupación de la filosofía es cuestionar y aclarar algunas ideas muy comunes que todos nosotros usamos cada día sin pensar sobre ellas. Un historiador puede preguntarse qué sucedió en tal momento del pasado, pero un filósofo preguntará: ¿qué es el tiempo? Un matemático puede investigar las relaciones entre

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Departamento de Filosofía V. Abel Granelllos números pero un filósofo preguntará: ¿qué es un número? Un físico se preguntará de qué están hechos los átomos o qué explica la gravedad, pero un filósofo preguntará: ¿cómo podemos saber que hay algo fuera de nuestras mentes? Un psicólogo puede investigar cómo los niños aprenden un lenguaje, pero un filósofo preguntará: ¿por qué una palabra significa algo? Cualquiera puede preguntarse si está mal colarse en el cine sin pagar, pero un filósofo preguntará: ¿por qué una acción es buena o mala?»En cualquier caso, tanto las ciencias como las filosofías contestan a preguntas suscitadas por lo real. Pero a tales preguntas las ciencias brindan soluciones, es decir, contestaciones que satisfacen de tal modo la cuestión planteada que la anulan y disuelven. Cuando una contestación científica funciona como tal ya no tiene sentido insistir en la pregunta, que deja de ser interesante (una vez establecido que la composición del agua es H2O deja de interesamos seguir preguntando por la composición del agua y este conocimiento deroga automáticamente las otras soluciones propuestas por científicos anteriores, aunque abre la posibilidad de nuevos interrogantes). En cambio, la filosofía no brinda soluciones sino respuestas, las cuales no anulan las preguntas pero nos permiten convivir racionalmente con ellas aunque sigamos planteándonoslas una y otra vez: por muchas respuestas filosóficas que conozcamos a la pregunta que inquiere sobre qué es la justicia o qué es el tiempo, nunca dejaremos de preguntamos por el tiempo o la justicia ni descartaremos como ociosas o «superadas» las respuestas dadas a esas cuestiones por filósofos anteriores. Las respuestas filosóficas no solucionan las preguntas de lo real (aunque a veces algunos filósofos lo hayan creído así...) sino que más bien cultivan la pregunta, resaltan lo esencial de ese preguntar y nos ayudan a seguir preguntándonos, a preguntar ,cada vez mejor, a humanizamos en la convivencia perpetua con la interrogación. Porque, ¿qué es el hombre sino el animal que pregunta y que seguirá preguntando más allá de cualquier respuesta imaginable?Hay preguntas que admiten solución satisfactoria y tales preguntas son las que se hace la ciencia; otras creemos imposible que lleguen a ser nunca totalmente solucionadas y responderlas -siempre insatisfactoriamente- es el empeño de la filosofía. Históricamente ha sucedido que algunas preguntas empezaron siendo competencia de la filosofía -la naturaleza y movimiento de los astros, por ejemplo- y luego pasaron a recibir solución científica. En otros casos, cuestiones en apariencia científicamente solventadas volvieron después a ser tratadas desde nuevas perspectivas científicas, estimuladas por dudas filosóficas (el paso de la geometría euclidiana a las geometrías no euclidianas, por ejemplo). Deslindar qué preguntas parecen hoy pertenecer al primero y cuáles al segundo grupo es una de las tareas críticas más importantes de los filósofos... y de los científicos.Dicho de modo más radical, no sé si excesivamente radical: los avances científicos tienen como objetivo mejorar nuestro conocimiento colectivo de la realidad, mientras que filosofar ayuda a transformar y ampliar la visión personal del mundo de quien se dedica a esa tarea. Uno puede investigar científicamente por otro, pero no puede pensar filosóficamente por otro... aunque los grandes filósofos tanto nos hayan a todos ayudado a pensar. Quizá podríamos añadir que los descubrimientos de la ciencia hacen más fácil la tarea de los científicos posteriores, mientras que las aportaciones de los filósofos hacen cada vez más complejo (aunque también más rico) el empeño de quienes se ponen a pensar después que ellos. Por eso probablemente Kant observó que no se puede enseñar filosofía sino sólo a filosofar: porque no se trata de transmitir un saber ya concluido por otros que cualquiera puede aprenderse como quien se aprende las capitales de Europa, sino de un método, es decir un camino para el pensamiento, una forma de mirar y de argumentar.Fragmentos de: F. Savater: “El por qué de la filosofía”.

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JAVIER SÁDABA en Lenguaje, magia y metafísica

También el hombre normal es filósofo. La filosofía no sería un añadido -otra cosa es que las distintas conclusiones sean más o menos acordes con los hechos y más o menos saludables o perniciosas- a la vida humana. La filosofía constituiría, por el contrario, parte de la médula de la existencia humana a la que nadie podría sustraerse. (…) Y es que imaginemos a un hombre “normal” que no se planteara jamás problema filosófico alguno sino que solamente durmiera, comiera, sudara, charlara del buen o mal tiempo, se preocupara por ganar más en su trabajo, se las apañara para conseguir una buena pareja, se ocupara de que sus hijos no se murieran de hambre, etc. Pero nada más. Es decir, tales actividades no le plantearán nunca problemas acerca de la conciencia, sobre la supervivencia, el tiempo y su compañera, la muerte si es mejor seguir una norma ética o destruir cualquier norma con la que se tope. Un hombre, en suma, que no tendría preocupación alguna que superara las necesidades estrictamente animales por evolucionadas que estas fueran. Tal hombre no sería hombre. Se parecería al perro de Schopenhauer que siempre tiene ajustadas sus representaciones a sus deseos. (…) Por mucho que se haya repetido que el hombre es filósofo por naturaleza y por grandilocuente que nos suene dicha expresión, sigue conservando una gran verdad: el mero hecho de la existencia humana coloca al hombre en situación tal que no puede por menos de plantearse su destino, elegir su vivir y sufrir, de una u otra manera, por ello.

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TEMA 2. LAS PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFÍA.Después de delimitar qué es la filosofía, no debemos olvidar que surge siempre de la experiencia vital que nos lleva a hacer preguntas y cada vez que hacemos una pregunta se inicia un proceso de investigación para poder responderla. Conocer las PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFÍA y reflexionar sobre algunas de las respuestas que se han dado a las mismas a lo largo de la Historia de la Filosofía permite APRENDER FILOSOFÍA, pero reflexionar sobre esas preguntas permite APRENDER A FILOSOFAR. El pensador Inmanuel Kant establecía que en la historia de la filosofía, las preguntas fundamentales de la filosofía se podrían sintetizar en las siguientes: ¿qué puedo conocer? (cuáles son las condiciones que hacen posible el conocimiento y cuáles son los límites de éste); ¿qué debo hacer? (cuales son los principios en los que se deben basar las acciones morales) y ¿qué me está permitido esperar? (es la pregunta acerca de la religión, pues tiene que ver con lo que me espera tras la muerte). Kant consideró que estas tres preguntas se podrían resumir en la pregunta genérica y fundamental: ¿qué es el hombre? (qué somos los seres humanos). A través de este tema vamos a intentar desentrañar los misterios de la teoría del conocimiento, para luego pasar a desarrollar la filosofía de uno de los principales filósofos de todos los tiempos, Platón, a través del cual estudiaremos una visión un tanto peculiar de cómo se puede conseguir el conocimiento y sobre todo, veremos cómo resuelve uno de los principales problemas de la filosofía, el problema de la realidad.

1-. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.Todos los seres vivos tienen que conocer el medio que les rodea para poder sobrevivir. Empleando diferentes órganos reciben una información del lugar en el que se encuentran, la organizan y emiten diferentes respuestas a partir de estos conocimientos. El conocimiento no es, por tanto, un lujo que se añada a nuestras vidas, realiza, por el contrario, una función indispensable para desarrollar la vida.En el caso de los humanos el conocimiento es una actividad mental mediante la cual el ser humano se apropia del mundo que le rodea. Esta apropiación es una captación intelectual del entorno o del propio organismo.

El acto de conocer es un proceso complejo en el que intervienen aspectos biológicos, cerebrales, lingüísticos, culturales, sociales e históricos y no se puede disociar de la vida humana ni de las relaciones sociales.

El conocimiento se realiza gracias a la intervención de diferentes factores: órganos sensoriales, sensaciones, percepciones, estímulos, lenguaje, cultura, etc.Se denomina sensación a la captación inmediata de un estímulo por parte de los órganos sensoriales. Cuando hablamos de sensación nos referimos a un instante, al

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellmomento en que los órganos de los sentidos son afectados por algún estímulo: una luz intensa, una superficie rugosa, un olor desagradable…La función principal de los sentidos consiste en transformar los estímulos físicos en impulsos nerviosos. Cuando la sensación se encuentra organizada y estructurada recibe el nombre de percepción. Es decir, la percepción es el proceso complejo por el cual captamos los estímulos dándoles un significado. De este modo, captamos los estímulos como una totalidad y no como una serie de elementos aislados. Cuando decimos “escucho el ruido de una moto” estamos realizando una percepción, porque no estamos captando un ruido de forma aislada, sino que estamos atribuyéndole un significado a aquello que nos llega. En la percepción no sólo recibimos un estímulo del exterior (una luz, un color o un ruido) sino que se produce una activa intervención del cerebro que interpreta los datos que llegan, los clasifica y les otorga un significado. Para que la percepción culmine es por tanto muy importante la presencia de una serie de factores que influyen en el cerebro: el lenguaje, la cultura, los prejuicios, los intereses, etc.A principios del siglo XX era habitual encontrar entre los psicólogos la llamada teoría asociacionista. Según esta teoría la percepción representaba una suma o asociación de las sensaciones. ¿Cómo podríamos conocer, según estos autores, que el objeto que está delante de nosotros es un limón? Nos llega una sensación del color amarillo, una sensación del sabor agrio y otra de la forma rugosa y ovalada. Sumamos todas las sensaciones en nuestro cerebro y se produce la percepción: un limón.A partir de los años veinte algunos psicólogos (que dieron lugar a la psicología de la Gestalt) comenzaron a considerar que la teoría asociacionista estaba equivocada, defendiendo, por el contrario, que la percepción no era una suma de sensaciones, sino una captación casi inmediata de un objeto con un significado. Lo que se venía a decir es que cuando captamos un limón o una tormenta, no necesitamos unir una serie de sensaciones, sino que inmediatamente sabemos que aquello es un limón o una tormenta porque en nuestra mente ya tenemos unas ideas sobre los limones, las frutas o las tormentas que nos permiten clasificar los datos que llegan y otorgarles un significado.

Después de este breve acercamiento al concepto de conocimiento estudiaremos brevemente las distintas teorías filosóficas que han intentado explicar a lo largo de la historia en qué consiste el conocimiento, cómo conocemos y cuándo nuestro conocimiento es válido.

Según dónde se haya situado el origen del conocimiento humano, la facultad que se ha valorado como más fiable, las distintas teorías filosóficas que se han desarrollado se pueden clasificar en tres corrientes:

EL RACIONALISMO.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellEl conocimiento tiene su origen en la razón, sólo es válido cuando proviene de ella. Hay un desprecio en general del valor de los datos de los sentidos porque éstos nos engañan.

Las características principales del Racionalismo serían las siguientes:

1) Las matemáticas representan el modelo de conocimiento científico, riguroso y exacto. La filosofía debe seguir el modo de proceder que aparece en las matemáticas. No hay que olvidar que Descartes fue un gran matemático –a él se deben los ejes cartesianos y que Leibniz inventó el cálculo infinitesimal-.2) El innatismo de las ideas. Los racionalistas creen que hay en la mente humana un conjunto de principios o conceptos que no proceden del exterior, sino que se encuentran en ella desde el nacimiento. Estas ideas innatas son básicas para cualquier ciencia o conocimiento humano.3) Confianza en la razón. Esta confianza la hereda el racionalismo del Renacimiento. Si en el periodo medieval, la razón se subordinaba a la fe, en el Renacimiento se va a defender la autonomía de la Razón por encima de la tradición religiosa. La razón es el fundamento de la ciencia y es el instrumento a partir del cual el hombre puede dominar el mundo.4) Minusvaloración del conocimiento sensible. Para los racionalistas, los sentidos pueden llevar a engaño. La sensibilidad no tiene el carácter universal y necesario de la razón.5) Centralidad del método. Para pensar correctamente hay que pensar ordenadamente, hay que seguir un método, hay que avanzar paso a paso. El método es el camino que conduce a la verdad.La validez y la superioridad del conocimiento basado en la razón, según estos autores, se sustenta en que aquellas verdades que se basan en la razón son absolutamente universales y necesarias, indudables, puesto que pensar lo contrario es lógicamente imposible. Del conocimiento basado en la experiencia nunca podemos tener tal certeza.

Por ejemplo: "El todo es mayor que las partes" (Verdad de Razón)

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell"El Sol saldrá mañana" (Verdad de Experiencia)

Los autores racionalistas más importantes de la historia son:

1. Filosofía antigua: Parménides de Elea (450 a. C. aprox.) Platón (427- 347 a. C.)2. Filosofía moderna: R. Descartes (1596-1650) B. Espinoza (1632-1677) G.W.

Leibniz (1646-1716)3. Filosofía contemporánea: G.W.F. Hegel (1770-1831)Antes de proseguir profundicemos un poco en la filosofía de Descartes.La vida de Descartes.René Descartes nació en el año 1596 en La Haye, un pueblo francés que actualmente se denomina Descartes. Desarrolló su educación en el colegio jesuita de La Flèche, donde recibió una importante formación clásica y filosófica, basada esta última en las teorías de Aristóteles. A partir de 1612 comienza una época más aventurera en su vida tratando de descubrir por sí mismo lo que no había encontrado en los libros. Se licencia en Leyes, participa en las guerras entre católicos y protestantes (llegando a formar parte de los dos ejércitos), viaja por los Países Bajos, Suecia y Dinamarca, y pasa algunas temporadas en París. Tras esta época decide marchar a Holanda, lugar donde encuentra una mayor tolerancia intelectual que le permite elaborar sus principales obras: El discurso del método, Las meditaciones metafísicas, Los Principios de la Filosofía… La fama que alcanza Descartes como matemático y como filósofo hacen que la reina Cristina de Suecia lo llame a su Corte para que imparta allí sus clases. Pero Descartes no soportó por mucho tiempo el clima nórdico y falleció a la edad de cincuenta y tres años. Varios años más tarde sus obras fueron incluidas en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, lo que significaba que ser cartesiano podía convertirse en un crimen.

Descartes rechaza la filosofía anterior, la filosofía que había estudiado en el colegio de La Flèche, es decir, las ideas de Aristóteles y de Santo Tomás. Él considera que esta filosofía no es rigurosa, no está bien construida. No es una filosofía metódica, ya que carece del método característico de las matemáticas y, por tanto, no es una filosofía científicamente cierta.Él piensa que hay que buscar una certeza absoluta desde la que se pueda construir una filosofía fuerte, segura, universal y que produzca conocimientos exactos. Se trata de encontrar una filosofía nueva e indestructible.¿Cuál será el método que hay que emplear para que la Filosofía se transforme en una ciencia, en un saber riguroso? Este método universal que busca Descartes habrá de seguir cuatro reglas que ya los matemáticos han empleado con frecuencia:1ª Evidencia. No admitir como cierto nada sobre lo que se pueda tener alguna duda. Sólo se puede admitir como verdadero algo que sea claro y distinto.2ª Análisis. Dividir cada dificultad en tantas partes como se pueda. Dividir lo complejo en partes más simples.3ª Síntesis. Conducir ordenadamente los pensamientos, caminando desde los más simples hasta los más complejos.4ª Enumeraciones. Repasar detalladamente todos los pasos para estar seguro de no omitir nada.

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Puede decirse que el método de Descartes es axiomático. Esto se debe a que el método parte de verdades evidentes (axiomas) para extraer o deducir a partir de ellas otras verdades. Con el conjunto de las verdades se construye un sistema filosófico.¿Cómo es posible encontrar un axioma evidente e indudable? Lo primero que hay que hacer es indagar, investigar, dudar... La propia duda se convierte en un método, en un camino. No puede decirse que Descartes sea un autor escéptico, puesto que él está convencido de una serie de verdades. Si Descartes duda es para encontrar una forma de demostrar con exactitud las verdades que le parecen evidentes. Por este motivo se dice que la duda de Descartes es metódica.Para alcanzar una primera verdad de la que no exista ninguna duda, Descartes aplicará su duda a una serie de aspectos:1º Se debe dudar de los sentidos. A veces, nos conducen a errores y a equivocaciones, por tanto, no son fiables. No podemos confiar en ellos de un modo absoluto y situarlos en el punto de partida que se busca.2º Si no confiamos en los sentidos, podemos dudar de que las cosas sean tal y como ellos nos la muestran, pero, eso no significa que la realidad exterior no exista. No obstante, Descartes continúa su duda y llega a desconfiar de la realidad exterior. En este punto añade un nuevo motivo para dudar: la imposibilidad para distinguir la vigilia del sueño. Tal vez, el mundo exterior sea un producto de nuestra imaginación, de nuestros sueños. ¿Cómo es posible saber si estamos soñando o no? 3º Tanto si estamos despiertos como si estamos dormidos, hay una serie de verdades que parecen incuestionables. Se trata de las verdades matemáticas. La suma de los ángulos de un triangulo mide 180 grados en la realidad y en nuestros sueños. Pero aquí Descartes añade una última razón para dudar: tal vez exista un Genio Maligno todopoderoso que disfruta llevándonos a error constantemente. De este modo, se pone en duda lo que parecía más incuestionable: las Matemáticas. Descartes lo ha puesto todo en duda. Pero mientras duda se da cuenta de que hay algo sobre lo que sí tiene certeza. Sabe con seguridad que él está dudando, que él está pensando. Si duda y piensa debe existir. Si yo pienso, existo. Sobre esto no tiene ninguna duda. “Pienso, luego existo” “Cogito ergo sum”.El “pienso luego existo”, “cogito ergo sum” o “cogito” es la primera verdad que encuentra Descartes. Se trata del primer principio de su filosofía. Se trata del axioma desde el cual será posible construir toda la filosofía posterior.El “cogito” presenta dos características. En primer lugar, esta verdad aparece con claridad. Es un pensamiento evidente que se percibe con toda claridad. En segundo lugar, es se caracteriza por su distinción. Se trata de una verdad distinta de cualquier otra. Por tanto, la primera verdad es clara y distinta. Cualquier conocimiento que aspire a ser verdadero o cierto tiene que ser claro y distinto tal y como aparece el “cogito”.

EL EMPIRISMO.El conocimiento tiene su origen en la experiencia sensible, sólo es válido

cuando proviene de los sentidos. El papel de la razón es importante pero hay que evitar sus abusos y especulaciones: Para que trabaje correctamente siempre lo ha de hacer partiendo de los datos recogidos en la experiencia.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellSegún estos autores, cuando nacemos, nuestra mente es como una página

en blanco que se va rellenando con los datos que obtenemos a través de los sentidos. Por lo tanto niegan cualquier tipo de conocimiento o principio innato.

Aunque los diversos autores exponen diversas variantes el método que utilizan para desarrollar el conocimiento acerca de la realidad es el método inductivo: Partimos de la observación de la repetición de un fenómeno en la naturaleza (regularidad) para, tomando como base esos casos, generalizar y proponer una ley de carácter universal que los recoge y resume. Por ejemplo, cada día vemos salir el sol y ese fenómeno se repite de forma regular, generalizamos y afirmamos de forma universal "El sol sale cada día".

La validez y la superioridad del conocimiento basado en la experiencia, según estos autores, se sustentan en que podemos examinar o confirmar nuestras afirmaciones contrastándolas con la información que nos proporcionan nuestros sentidos.

Los autores empiristas más importantes de la historia son:

1. Filosofía antigua: Aristóteles (384-322 a.C.)2. Filosofía moderna: J. Locke (1632-1704), G. Berkeley (1685-1753) D. Hume (1711-

1776)3. Filosofía contemporánea: el positivismo de A. Compte (1798-1857) y los filósofos

neopositivistas en el Siglo XX.

Antes de proseguir, abordemos uno de los principales problemas que planteo el empirismo de Hume, el problema de la causalidad. Según Hume, para que una idea sea verdadera tenemos que señalar la impresión que le corresponde. El límite de todos nuestros conocimientos factuales o de hechos son las impresiones. Desde este planteamiento, Hume mostrará las dificultades existentes para sostener conocimientos verdaderos sobre las causas, las sustancias, el yo o Dios.Hume considera que no es posible tener un conocimiento seguro y verdadero de la conexión que existe entre dos fenómenos, es decir, no podemos asegurar que una situación sea la causa de otra. Dado que nuestro conocimiento de hechos se basa en impresiones actuales y en recuerdos actuales de ideas pasadas, no podemos tener conocimientos de hechos futuros, de los cuales no poseemos impresión alguna. En la vida cotidiana tenemos, no obstante, la certeza de que ciertos acontecimientos sucederán en el futuro. Dada cierta causa, pensamos que un efecto sucederá necesariamente. Es decir, basamos nuestra certeza en la convicción de que existe una conexión necesaria entre la causa y el efecto. Ahora bien, para que una idea sea cierta debemos tener una impresión de la misma… ¿tenemos alguna impresión que corresponda a la idea de conexión necesaria entre los dos fenómenos? No.Por tanto, no tenemos un conocimiento cierto acerca de los hechos futuros. Lo único que poseemos es una creencia basada en el hábito, en la costumbre de haber observado en el pasado que un hecho iba asociado a otro.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellObservamos el fuego y también cómo la temperatura de los objetos que están a su alrededor aumenta. Pero no hemos observado la conexión necesaria entre ambos fenómenos. Lo único observable es que en el pasado siempre se ha dado una sucesión, pero eso no significa que haya una conexión necesaria. Tenemos una creencia basada en situaciones anteriores, pero esa creencia no puede fundamentarse en una impresión Igualmente parece imposible tener un conocimiento cierto de una realidad subyacente que sirva de soporte de las distintas impresiones. El conocimiento de esa realidad o sustancia no es posible ya que significaría traspasar el límite del conocimiento, pasando del conocimiento de una impresión a algo de lo cual nunca ha habido impresión.Así, podemos tener un conocimiento seguro del color de una manzana o de su sabor, porque recibimos impresiones a través de la vista o del gusto, pero no tenemos una impresión de la sustancia llamada manzana que sirve de soporte a todas esas impresiones.Del mismo modo, no es posible un conocimiento empírico o factual de nuestro yo. Podemos saber que en estos momentos estoy escribiendo o estoy triste o enfurecido… pero no conocemos esa realidad única llamada yo que subyace a todos nuestros estados psíquicos.

Una vez hemos visto las principales corrientes filosóficas en relación a la teoría del conocimiento, diferenciándose en cuál es el origen del conocimiento, pasemos a otra pregunta importante que intentará establecer cómo se ha entendido la realidad a la que nos enfrentamos:

¿Qué puedo conocer?Aparece una primera disyuntiva: se puede conocer lo que las cosas son realmente, o tan sólo lo que son para nosotros. Vamos a intentar responderla en el punto siguiente.

Veremos las distintas posiciones que se han adoptado a lo largo de la historia de la filosofía:

Realismo.Es la postura dominante hasta el inicio de la filosofía moderna (Descartes)

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellAfirma que la relación es de identidad: mi conocimiento es una copia fiel e idéntica de lo que las cosas son.

Realismo moderado.A partir de la filosofía moderna, en concreto, de Descartes, la teoría del conocimiento

da un giro adquiriendo conciencia de que nuestro conocimiento es una representación del objeto y que por lo tanto esa representación puede que no sea una copia fiel e idéntica a lo que el objeto es.

Afirma que la relación es de semejanza: mi conocimiento refleja algunos aspectos reales de las cosas (aquellos que son cuantificables: cualidades matematizables) pero los que proceden de los sentidos no podemos asegurar que efectivamente les pertenezcan (cualidades sensibles) Éstos son filósofos racionalistas y por lo tanto desconfían de la información de los sentidos y otorgan más validez a las cualidades cuantificables porque las verdades matemáticas sí nos pueden ofrecer, según ellos, certeza al derivarse del uso exclusivo de la razón.

Idealismo.Sostiene que la realidad de las cosas externas al sujeto depende del sujeto mismo y que por lo tanto el polo positivo y activo del conocer es el sujeto mismo y no el objeto. Un idealista tenderá a no considerar que los objetos existan fuera del acto cognitivo sino que sólo adquieren realidad cuando son conocidos. Un idealista se preguntaría ¿cómo es posible conocer un objeto que no está siendo conocido? La respuesta sería que esto no es posible por lo que no podemos estar seguro que el objeto exista independientemente del sujeto que lo conoce; este rasgo de “existir fuera del sujeto” no se percibe en ningún objeto por lo tanto es una propiedad que atribuimos nosotros gratuitamente a la realidad.

¿Cuáles son los límites del conocimiento humano?

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellEsta es la segunda cuestión fundamental a la hora de establecer qué podemos conocer y encontramos tres posturas básicas:

El Dogmatismo.Afirma que la capacidad intelectual es suficiente para conocer la realidad tal como es por lo que se pueden establecer verdades universales y absolutas, totalmente ciertas e indudables.

Esta postura se basa en una confianza total en las posibilidades de los sentidos o la razón humana.

Se considera una postura ingenua que ha sido criticada por numerosos filósofos. Por ejemplo Kant afirma que es dogmática la posición de los filósofos que, sin haber hecho una crítica de la facultades del conocer, admiten la capacidad de la razón para conocer.

De manera general, el dogmatismo se entiende como la actitud de quien tiende a imponer una doctrina o unos valores sin pruebas suficientes y sin admitir discusión.

El Relativismo.Afirma que no existen verdades objetivas y absolutas.

Que las verdades son relativas significa que un juicio es verdadero dependiendo de las condiciones o circunstancias en las que ha sido formulado: dependiendo del ser humano que lo formula, la sociedad en que vive, el momento histórico, etc.

Ya lo formuló Protágoras (480-410 AC) en la Grecia Clásica: "El hombre es la medida de todas las cosas".

El Escepticismo.Afirma que no se puede saber si existe la verdad absoluta pero aunque ésta existiera no habría manera de saber cuál es.

Esta imposibilidad de encontrar la verdad se basa en el error de los sentidos o en la falta de acuerdo entre los seres humanos incluso en aquellos principios de carácter más general.

Defendida por filósofos de la antigüedad como Pirrón de Elis (360-270 a. C.) o modernos como Michel de Montaigne (1.533-1592)

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Verdad

Se descubre

Se construye

OBJETIVAVálida e igual para cualquier sujeto e

independiente del sujeto

SUBJETIVASólo comprobable por el sujeto que la

formula

INTERSUBJETIVASe puede compartir y comprobar por

distintos sujetos

Un Individuo

Un Colectivo

Departamento de Filosofía V. Abel GranellLa alternativa en esta postura es no adoptar ninguna opinión o creencia ya que no podemos decidirnos por ninguna cosa. Es lo que se denomina suspensión de juicio, el silencio como opción que nos permita alcanzar la serenidad y ser así felices.

Algunas objeciones que se le han hecho se basan en el aspecto paradójico que tiene esta postura llevada al extremo:

1. El escepticismo es contradictorio cuando afirma que "nada se puede afirmar". Si nada es cierto, ¿por qué lo ha de ser afirmarlo?

2. No se puede vivir con una convicción así. Si se tomara al pié de la letra no podríamos hacer o pensar nada.

3. La duda ya es una prueba de una cierta verdad.Sin embargo el escepticismo parcial aplicado sólo a algunos objetos u aspectos del conocimiento humano puede ser una buena medida para marcar los límites del conocimiento humano pues sirve para determinar qué es incognoscible para nosotros y cuál es la naturaleza de nuestro propio conocimiento.

Aunque para los escépticos, nada podría ser verdadero, la mayoría de seres humanos, sean o no filósofos, buscan y aprecian la verdad, por ello, a continuación, estudiaremos este concepto tan cercano al conocimiento.

¿Qué es la verdad?¿La verdad es algo que se descubre o es algo que se construye? :

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TEORÍAS SOBRE LA VERDAD.La verdad como correspondencia o verdad material.Una proposición es verdadera si existe una correspondencia entre lo que se afirma y los hechos, siendo falsa en caso contrario.

Por ejemplo: "Está lloviendo"

Será verdadera si efectivamente está lloviendo, y en caso contrario será falsa.

Es lo que también se denomina verdad material.En la formulación clásica de Aristóteles de la verdad como adecuación entre el pensamiento y la realidad se definía así:

"Decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es, eso es la verdad; Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, eso es la mentira".

La verdad como coherencia o verdad formal.Una proposición es verdadera si se deriva de principios ciertos, mediante razonamiento correcto.

Por ejemplo:

P1: "Todos los hombres son mortales".P2: "Pedro es hombre".C: "Pedro es mortal"

La verdad de la conclusión a la que llegamos se deriva del razonamiento correcto a partir de los principios establecidos (es imposible que la conclusión sea falsa si las premisas son verdaderas)

También se denomina verdad formal o validez.

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Departamento de Filosofía V. Abel GranellEn esta concepción de la verdad una proposición es verdadera o falsa dentro de un sistema de otras proposiciones (como por ejemplo los elementos de un sistema matemático) Este criterio de verdad implica que no hay contradicción dentro de un sistema (coherencia) Aquí la verdad no tiene entidad propia, sino que es relacional; por lo tanto será verdadero si su relación con el resto de los enunciados es lógica (se deriva de ellos correctamente y sin implicar una contradicción).

La verdad como utilidad o verdad instrumental.Una proposición es verdadera mientras funciona o se muestra útil. Una idea es cierta si la praxis (práctica) demuestra su eficacia.

Por ejemplo: "La ley de gravitación universal"

No se pretende que sea una descripción "real" de cómo funciona efectivamente el sistema solar, se considera verdadera mientras se muestra útil para explicar o predecir fenómenos.

Tiene una visión instrumental de la verdad.

La verdad como perspectiva.Afirma que toda verdad es fruto de una determinada perspectiva individual, histórica, cultural, etc. Esta teoría está vinculada al relativismo y defendida por el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955)

"Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo, no ven lo mismo. La distinta situación hace que el paisaje se organice ante ambos de distinta manera. Lo que para uno ocupa el primer término y acusa con vigor todos sus detalles, para el otro se halla en el último y queda oscuro y borroso. Además, como las cosas puestas unas detrás de otras se ocultan en todo o en parte, cada uno de ellos percibirá porciones del paisaje que al otro no llegan. ¿Tendría sentido que cada cual declarase falso el paisaje ajeno? Evidentemente, no; tan real es el uno como el otro. Pero tampoco tendría sentido que puestos de acuerdo, en vista de no coincidir sus paisajes, los juzgasen ilusorios. Esto supondría que hay un tercer paisaje auténtico, el cual no se halla sometido a las mismas condiciones que los otros dos. Ahora bien, ese paisaje arquetipo no existe ni puede existir. La realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización.Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época - es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí cómo ésta,

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Departamento de Filosofía V. Abel Granellque por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dimensión vital. Sin el desarrollo, el cambio perpetuo y la inagotable aventura que constituyen la vida, el universo, la omnímoda verdad, quedaría ignorada"José Ortega y Gasset: El tema de nuestro tiempo (1923)

2. CONOCIMIENTO Y REALIDAD EN LA FILOSOFÍA DE PLATÓN.Hemos visto cómo el conocimiento, la realidad y la verdad conforman tres de los principales problemas de la filosofía. Los filósofos han pretendido, desde tiempos inmemoriales, llegar a establecer un conocimiento verdadero, teniendo en cuenta, que para ello, partían de una manera de entender la realidad a la que se enfrentaban y querían conocer y desentrañar. Pues bien, ahora vamos a ver, con más profundidad uno de estos casos, un ejemplo de la antigua Grecia de la mano de Platón.

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LA TEORÍA DE LAS IDEAS DE PLATÓN.

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PLATÓN: LA REPÚBLICA. Libro VII.MITO DE LA CAVERNA.I.

D espués de eso —proseguí— compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

—Me lo imagino. 20

—Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

—Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

—Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

— ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

—Indudablemente.

—Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?

—Necesariamente.

—Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

—¡Por Zeus que sí!40

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell—¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

—Es de toda necesidad.

—Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado de tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora? 85

—Mucho más verdaderas.

II

—Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

—Así es.

—Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

—Por cierto, al menos inmediatamente.

—Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

—Sin duda.

—Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

—Necesariamente.

—Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

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Departamento de Filosofía V. Abel Granell—Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

—Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

—Por cierto.

—Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los mas honrados y poderosos entre aquellos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre»3 o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

—Así creo también yo, que padecería cualquier cosa e antes que soportar aquella vida.

—Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

—Sin duda.

—Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

—Seguramente.

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