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Facetas Junio 07

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Ibagué, 7 de junio de 2009

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2 FACETAS>

on la expresión de “no hay tos”, solíamos y solemos los mexicanos expresar que no hay problema, no tiene importancia eso que, de una u otra manera, significa el conflicto. En las circunstancias actuales de contingencia sanitaria, por la influenza porcina, queda al descubierto –en los últimos 30 años– una cosa que por segunda

ocasión nos conmueve: los habitantes de la Ciudad de México res-ponden con madurez y sentido de responsabilidad ante la tragedia. La primera fue en 1985. Es esta concentración humana tan irreal y tan inhumana, tan plural y contrastante, la más politizada en el país. Gracias a ésta, a la sociedad capitalina, se rompió la inercia de más de 70 años de dominio priista y por primera vez otras fuerzas, de izquierda y de derecha, pero más de la primera, han gobernado esta zona metropolitana. La disputa por el voto y por la clientela política ha sido brutal. Tan brutal que se ha perdido el sentido de para qué se buscaba el poder en esta megalópolis. Hemos visto con profunda consternación cómo se han antepuesto los intereses tribales ante la urgencia de cambios sustanciales en la calidad de vida de estos habitantes que hoy se conducen responsablemente ante el riesgo y el ataque de esa nueva cepa porcina de la influenza. No ha pasado el peligro, el riesgo está latente. El miedo y la ignorancia son los principales enemigos ante la presencia de la cepa de la influenza, A H1N1, que echó raíces en México y viaja en pri-mera clase por el mundo. Es interesante ver el escenario del nuevo terrorismo y descubrir reacciones bajo el lema de “sálvese quien pueda”. Se habla mucho del mal trato de los chinos a los mexicanos por razones sanitarias, pero se dice poco de los gestos latinoameri-canistas de gobiernos en países hermanos como Cuba, Argentina, Perú, Ecuador. El cierre de fronteras ante la contingencia vecina dice mucho del verdadero sentido de la política internacional. Al cerrar aeropuertos argumentando la seguridad nacional de carácter sanita-rio y desoír las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), significa que no hay confianza en ese organismo internacio-nal que sugirió no cerrar fronteras porque eso no reduce el tránsito de la infección. ¿Quiénes viajan en avión a Cuba, Perú, Argentina, Ecua-dor? Al cerrar la cortina y darle la espalda a un problema epidemioló-gico, de manera específica a un país al que se señala como foco de infección, se dejan de lado los otros focos exportadores del virus. El 11 de mayo, México reportaba 1626 casos de personas infectadas y Estados Unidos 2 254. Claro, en México el número de muertos por esa causa es de 48, contra tres del vecino del norte. ¿Por qué no se tomaron las mismas medidas contra la mayor potencia del mundo? ¿Por qué no se cancelaron los vuelos de Estados Unidos? Entonces,

¿es una medida sanitaria o una acción política miope y torpe y, hasta cierto punto, discriminatoria ante un país atribulado por la recesión económica, producto justamente de su vecindad y su dependencia del coloso del norte; de una sociedad macha-cada por la violencia del narco y su poderío militar, derivado del fuerte mercado estadounidense y su exportación soterrada de armamento para las más innobles causas; de un pueblo amagado por la corrupción, la pobreza, la frustración política? No hay tos, diremos luego, son medidas X y Y de gobiernos heroicos, responsables, no contra un pueblo, no eso no, sí contra un virus, y si acaso contra un gobierno derechista que ahora pretende capitalizar la ganancia política del miedo. Lo cierto es que la sociedad mexicana no cree ni confía en sus gobiernos, en sus instituciones y mucho menos en sus políticos. ¿Por qué habría de creer en las explicaciones “sanitarias” de otros gobiernos que arguyen razones de con-trol sanitario para una sociedad, pero no para otras que repre-sentan mayores intereses económicos y políticos? México, el pueblo tradicionalmente más abierto al exilio y a las contingencias de sus vecinos, a sus desastres y guerras, es visto circunstancial-mente como un peligro, no como un hermano. ¿Desde cuándo los hermanos cierran las puertas de su casa a los hermanos enfermos y las dejan abiertas al rico de al lado, que también padece la misma enfermedad? Con ese embate mediático es imposible no creer en el espan-to. El miedo es la mejor arma para ganar adeptos e identificar ene-migos, los otros siempre serán la sombra del terror. Cualquiera se puede convertir en la amenaza del mundo. Lo fueron los rusos, los japoneses, los chinos, los musulmanes y en general los pueblos árabes, los terroristas de aquí y de allá, pero pueden serlo también los mexicanos, a quien Estados Unidos ha impuesto muros para frenar la migración generada por el desastre rural, por la violencia y la inseguridad, por el fracaso económico y político. Los nuevos enemigos de Estados Unidos podrían tener muchas caras, incluso máscaras, como la de ese personaje de Burger Boy que representa a un ridículo mexicano al lado de un vaquero subli-mado. No se dice que México pueda ser una amenaza por su inmen-sa cultura, por su historia, por su dignidad para resistir la influencia, y la influenza que viene de Estados Unidos. Nunca se manifiesta la notable diferencia cultural de este país con un fuerte pasado indígena y español del vecino del norte: “Tan lejos de Dios y tan cerca de Los Estados Unidos”. Lo que nos salva de la malas influenzas, hay que decirlo fuerte, es nuestra cultura, es una sociedad humillada por una clase política

que no ha estado a la altura de las circunstancias, corrupta y em-bustera, ignorante, que no ha comprendido la señal de ese conducta madura, comprometida cuando se trata de responder con disciplina y orden a una contingencia. Esta casta de profesionales de la simu-lación y la demagogia debería entender que un pueblo así tiene todo para emprender un proyecto de nación, para jugársela en favor de un proyecto político y cultural, para dar el salto de la transición política a la acción constructiva. El desprecio por la cultura y la inteligencia que ha demostrado, ya no digamos la derecha, sino esta “izquierda mexicana” no es inocua, ha recibido y recibirá respuestas por parte de un electorado que sigue esperando programas y políticas cohe-rentes con “lo que el pueblo manda”. Por lo pronto, allí está la mejor prueba de una sociedad capaz de controlar a un enemigo invisible y desconocido, la influenza porcina, pero ¿hasta cuándo dirá “no hay tos” al abuso y la indolencia? La violencia del narco, de la delin-cuencia común y organizada, la desconfianza en las instituciones y en sus representantes, la aparente inutilidad de la política son las en-demias visibles que no matan ni infectan a unos cuantos; son miles los muertos en las calles y en el campo, miles los agravios que se quedan en la impunidad, miles las jóvenes mujeres sacrificadas sin identificar a los malos bichos que ejercen su virulencia contra ellas, al abrigo de un sistema de justicia enfermo y decadente que, ahora sí, como dicen a menudo los conductores de radio y televisión, es una terrible “influencia” porcina a la que sí debe temer el mundo y generar la estampida del “sálvese el que pueda”.

*Escritor mexicano. Revista La otra, mayo 2009.

Por José Ángel Leyva*

No hay tos, sálvese quien puedaNo hay tos, sálvese quien pueda

Esta palabra latina es el gerundio del verbo propagare 'multiplicar', 'difun-dir', 'diseminar', derivada del indoeuropeo pag- 'afirmar'. Inicialmente se empleó en el lenguaje agrícola para referirse a las se-millas y a los cultivos, pero más tarde se aplicó en el lenguaje bélico, para referirse a la conquista de nuevos territorios. El significado más común en la actualidad, vinculado a la propagación de ideas, surgió en 1622, cuando el papa Clemente VIII creó la Congregación para la Propagación de la Fe, buscando difundir los preceptos de la fe católica, amenazados por el creci-

miento del protestantismo. La palabra adquirió uso más general en las lenguas europeas, vincu-lada habitualmente a la política, entre los siglos XVIII y XIX, con el sentido

de 'divulgación'. La propaganda ha sido usada por la humanidad desde las primeras sociedades organizadas, a veces mediante el arte de grandes pin-tores, oradores y escritores, o en forma de carteles manuscritos pegados en las paredes. A partir de la invención de la imprenta de tipos móviles (1454) por Gu-tenberg, la propaganda alcanzó una nueva dimensión, primero con los libros y luego con la prensa, y sus posibilidades se multiplicaron en el siglo XX, con el surgimiento de los medios electrónicos masivos y de la internet, y mediante la ayuda de la psicología social, que permite estudiar, y en buena medida, manejar, los deseos y tendencias de las grandes masas.

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>LA PALABRA DEL DÍAPropaganda

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Por José Alejandro Lozano Cardozo

n la narrativa tolimense es satisfacto-rio encontrar producciones que intentan subvertir el estancamiento del desarrollo cultural del departamento y el país; di-chos artefactos literarios invitan al cam-bio de manera seductora e imponen retos

a todos aquellos que, de alguna u otra forma, hacen parte de los círculos académicos y culturales, tanto

a nivel local como nacional. Son propuestas que desean transgredir la tradición, y se con-vierten en materia prima para explicar la evolución y consolidación de un corpus literario. Tal es el caso del último libro de cuentos de César Pérez Pinzón, quien dotó a la mayoría de sus producciones narrativas de una cuidadosa elaboración lingüística, de una preocupación por alternar técnicas poco convencionales y recrear conflictos que se anclaban en lo citadino. “El espejo de Monsieur Baudelaire” y “El regreso del capitán” están incluidos en el libro titulado Hijos del fuego: son muestras literarias que podrían perfectamente inscribirse en un contexto universal e interpretarse a la luz de la modernidad narrativa, por las temáticas, las técnicas, el marco narrativo y el empleo de diálogo constante con otras obras. En la propuesta de Pérez Pinzón, se nota la construcción de historias complejas, de tramas imbricadas, la alternancia de técnicas que recurren al extrañamiento, el índice falso y al legado histórico-cultural. Esto puede ocasionar conflictos al lector, quien necesariamente debe volverse cooperador para comprender ese enciclopedismo hábilmente trabajado y su-perar los niveles de una comprensión lectora elemental que puede llevar al desencanto y al abandono de los cuentos. Es una prosa que explota el revestimiento del signo, en palabas de Alfonso Cárdenas Páez, es decir, rompe los límites entre lo real y lo ficcional, tras presentarlo en palabras que instauran una imagen densa y bella. A esto, Pérez Pinzón, suma personajes y hechos histó-ricos veraces, pero transfigurados, reelaborados y presentados como producto del arte de la composición literaria. En “El espejo de Monsieur Baudelaire”, por ejemplo, aparecen dentro de ese universo hábilmente ficcionalizado, seres de carne y hueso, como Edgar Allan Poe, Paul Verlaine, Stendhal y hasta el propio Baudelaire; figuras trascendentales, universales, brillan-tes, pero con el sino común de tener vidas conflictivas y destinos aciagos. En una palabra: malditos. El cuento es una biografía ficcionalizada (de Baudelaire y Poe), acompañada por la constante divagación y autoconsciencia sobre el proceso de escribir. Estos rasgos están relacionados con la que se considera metaficción narrativa, pero tal vez no pueden etiquetar-se como posmodernos, pues de tiempo atrás se encuentran dichas particulares en muestras literarias. El libro en general no es un ejercicio de egocentrismo enciclopédico del autor, incluido forzadamente en el tejido narrativo, sino que expresa la habilidad para poner a dialogar íco-nos de la denominada alta cultura en diversos planos narrativos, apelando a la intertextua-lidad, la variación de narradores y la exposición de conflictos internos. Es pues, tan valiosa la propuesta, que la misma narración parece esconderse, reinventarse, retar al lector tras mostrar un paralelo entre las vidas de Poe y Baudelaire para ocultar, entre estos personajes, hasta el mismo narrador. Por otro lado, “El regreso del Capitán” es presentado por un narrador omnisciente que explora hábilmente la conciencia de los personajes y otorga, cuando es absolutamente ne-cesario, la voz narrativa a los mismos; el cuento trata de la vida de un capitán de barco en su trasegar por el mundo marítimo. Es una narración construida a través de recuerdos que muestran el comportamiento de los personajes en el presente de la historia. Las acciones de este cuento son bellamente configuradas, con el empleo de figuras literarias cómo el símil, la hipérbole, la personificación, entre otros recursos que alimentan al relato de frescura, fluidez y magia. Podríamos tan solo observar un ejemplo: “Ahora, en la madrugada ante un mar que respira un sueño apacible”. Los recursos retóricos se complementan con la destreza del escritor para presentar,

en un mismo plano, lo verosímil y lo inverosímil, por medio de la ensoñación, la evocación y la alucinación, para dotar al cuento de una magia contagiante. Pero dicha sensación se convierte en la exposición de un dramatismo interno, y poco a poco esa belleza recreada en el marco narrativo se convierte en síntoma de nostalgia, desespero, soledad ante la erran-cia que choca con la esperanza y la resignación; es una eterna búsqueda por hallar el objeto de deseo. Los espacios son importantes para el desentrañamiento de los sentidos: Mariupol y Berdichev son lugares que hacen parte de la infancia del escritor Joseph Con-rad, quien puede ser el mismo ca-pitán, o lo es, en la ficción narra-tiva. A estas pistas dadas desde el espacio se suma la constante mención de “Jessie” la compañe-ra del errabundo capitán y acaso, posible esposa de Conrad, el escritor. El peso de la narración, aparte de recaer sobre la figura del capitán, también está en James Wait y la obsesión de Conrad por la vida marina ha hecho que esos personajes creados sean los miembros de su tripulación que erra por los mares. Es una relación entre inventor-invención en la que esta última adquiere una autonomía sorprendente, y termina reflexionando acerca de su génesis, acerca de lo que la rodea; así mismo, se introducen personajes provenientes de otras producciones: Jim, por ejemplo, es un ser de una novela de Conrad que se incluye en el cuento. Tal vez, lo que más podemos destacar en estas producciones, es la recurrencia a rela-ciones que, desde Genette, se consideran como transtextuales y que se entienden “como la trascendencia textual del texto que lo pone en relación, manifiesta o secreta, con otros textos”. En “El regreso del Capitán” confluyen, por ejemplo, hechos históricos: desde el hundimiento de El Titanic hasta la batalla de Waterloo. Es un collage literario donde aparece el mismo Joseph Conrad y su afición por el mar, atrapado por la soledad, hecho personaje de relato pero titiri-tero de sus creaciones. Por ello se hace necesario, para interpretar el cuento de César Pérez, tener presente las relaciones con otras obras. Estos enlaces textuales podrían interpretase como un humilde homenaje de Pérez para con Conrad, tal vez uno de sus padres literarios, podría verse como ese deseo de consolidar propuestas narrativas alternativas que dan a conocer a su vez, obras como la del escritor polaco. En resumidas cuentas, es notable el efecto producido por el cuento a partir del cambio de narrador y de focalización para presentar la vida del capitán del barco, de Conrad, y la búsqueda de sus objetos de deseo, pese a que en la narración se menciona por medio de la omnisciencia y la voz del propio Conrad de papel. Ambos cuentos muestran a un escritor que dejó la madurez de su intelecto en obras de un enciclopedismo profuso y que se convierte en un referente, tanto de la narrativa colombiana, como de la del Tolima.

Grupo de estudio en literatura colombiana, UT. [email protected]

Dos cuentos de César Pérez Pinzón

César Pérez Pinzón

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El desplazamiento El desplazamiento forzoso forzoso hecho hecho artearte

Fotos Colprensa-Pedro Ruiz/ EL NUEVO DÍA

El conjunto de la exposición “Oro” del artista Pedro Ruiz, está conformado por treinta cuadros de pequeño formato. El tema abarca los diferentes aspectos del territorio físico como los culturales y sociales que conforman nuestra identidad.

Datos del artistaPedro Ruiz

Bogotá 1957- Estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes París- Grabado en el taller 17 París- Ha realizado exposiciones individuales desde 1988 en diferentes galerías nacionales e internacionales. - En 1999 conforma el grupo Nadie Opina con el objetivo de generar proyectos de carácter colectivo en el área de las artes plásticas.

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Bogotá, Colprensauando la tragedia se convierte en una opor-tunidad para crear, no todo parece tan per-dido. Así lo creen artistas como Pedro Ruiz, quien presentó su proyecto “ORO: Espíritu y Naturaleza de un territorio”, una exposición que hace parte de la serie Desplazamien-

tos. Es una propuesta que se plantea como testimonio del destierro forzoso que, por causa de la violencia, sufren millares de personas en el territorio colombia-no. El trabajo adelantado hasta ahora, pinturas en su gran mayoría, muestra una infinidad de variaciones sobre un mismo tema: un personaje que lleva en su barca el recuerdo del paisaje que le ha sido arrebata-do. En el año 2004 se realizó la primera exposición conformada por 25 obras de gran formato. Como alu-sión a la violencia, gran parte de los cuadros estaban cargados de plataneras rojas. “Uno de los visitantes de la exposición, un niño de ocho años, interpretó el rojo como una señal de alerta: Colombia es un país con mucho amor. Me re-fiero a esta anécdota porque es ella, en su aparente inocencia, la que da origen a la concepción de este

trabajo”, señaló Ruiz. Según Ruiz, Colombia es un país de paradojas: los medios de comunicación lo muestran como un país en conflicto, sus innu-merables problemas de violencia son material de análisis y estu-dio y tema de primera plana para diarios y noticieros nacionales y extranjeros, y sin embargo, el visitante que llega por primera vez a estas tierras se encuentra enfrentado a una situación ines-perada. “Colombia es un mundo acogedor de paisajes esplendo-rosos habitados por personas afectuosas”, comentó. Alrededor de esta exposición se debaten asuntos relaciona-dos con las historias de guerra que hoy son una exigencia de las prácticas culturales contempo-ráneas. Entre tanto, la memoria de nuestra verdadera identidad, la de nuestro paisaje interior se pierde, cada vez que cruza nues-tras fronteras, dice el artista.

“ORO se proyecta como una instalación que enfo-ca la violencia de manera diferente para resaltar los sentimientos y atenuar su influjo y de esta manera generar un espacio que nos permita observar nuestra más profunda naturaleza”, señaló Ruiz. El artista indica que esta nueva propuesta quiere invitarnos a reflexionar sobre los diferentes valores que a lo largo de siglos han permitido conformar nuestra nación. Los diferentes componentes de ORO son trabaja-dos de manera integral durante el proceso creativo para lograr una muestra coherente y rigurosa tanto en su aspecto formal, como conceptual. Concebida dentro del marco de la identidad nacional, ORO es una obra que, con el apoyo logístico y económico de diferentes estamentos de la sociedad, podrá difundir tanto dentro del país como en el exterior, una nueva mirada sobre nuestra realidad. El conjunto está conformado por 30 cuadros de pequeño formato. El tema abarca los diferentes as-pectos del territorio físico como los culturales y so-ciales que conforman nuestra identidad.

Ibagué, 7 de junio de 2009

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>FACETAS 5

ORO se proyecta como una instalación que enfoca la violencia de manera diferente para resaltar los sentimientos y atenuar su influjo y de esta manera generar un

espacio que nos permita observar nuestra más profunda naturaleza

CEl trabajo adelantado hasta ahora, pinturas en su gran mayoría, muestra una infinidad de variaciones sobre un mismo tema: un personaje que lleva en su barca el recuerdo del paisaje que le ha sido arrebatado. Exposición “Oro” del artista Pedro Ruiz, en Arte consultores.

La exposición “ORO: Espíritu y Naturaleza de un territorio”

busca generar un espacio que nos permita observar

nuestra más profunda naturaleza colombiana.

“Oro” del artista colombiano Pedro Ruiz es una propuesta que se plantea como testimonio del destierro forzoso que, por causa de la violencia, sufren millares de personas en el territorio colombiano.

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Una simpática detective Heidy BermúdezIbagué, 7 de junio de 2009

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ERIKA JULIANA SUÁREZ ORTIZESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

‘Las detectivas y el Víctor’ es una producción de la tele-visión colombiana, en la que Heidy Bermúdez hace parte del elenco. En esta oportunidad esta hermosa actriz le da vida a ‘Jasbleidy’ una impulsadora y vendedora. Heidy nació en Ibagué y se fue a vivir a Bogotá a estudiar en la universidad. Sin embargo, el arte dramático la conquistó y decidió seguir sus pasos. Empezó su carrera actoral con cortas participa-ciones donde fue demostrando su empuje y tenacidad, las mismas cualidades con las que se ha ido ganado el corazón de los televi-dentes. Hablamos con ella para conocer un poco más de este nuevo proyecto y de su vida. ¿Qué fue lo que más le gustó de ‘Las detectivas y el Víctor’ para que decidiera trabajar en ella? Heidy Bermúdez: Primero que todo me atrajo la historia, tiene todos los ingredientes necesarios para conquistar al público, mezcla de una forma muy interesante las historias de amor, en un ambiente con un toque de humor y de acción. Me encantó el perfil de ‘Jas-bleidy’, era justamente lo que quería hacer, y si a esto le sumamos tener el honor de trabajar bajo la dirección del Señor Pepe Sánchez, sabía que le pondría su sello inconfundible a esta producción. ¿Qué le dice la gente en la calle, ya la identifican con este papel? Pues gracias a Dios la respuesta que he recibido del públi-

co ha sido muy buena, las reacciones han sido diferentes, algunas personas se divierten con sus ocurrencias, pero también hacen comentarios sobre la relación con su ex, sobre todo las mujeres se manifiestan en cuanto al maltrato físico.¿Dicen que las mujeres tiene un sexto sentido, usted cree que por esta razón pueden llegar a descubrir más rápido un caso? Claro que sí, creo que eso nos hace estar un paso más adelan-te; el sexto sentido nos avisa ya después viene la confirmación de la duda. ¿Alguna vez ha hecho de detective? Creo que todas las mujeres en algún momento de la vida hemos hecho el papel de detectives, no sólo con nuestra pareja, con los amigos, en el traba-jo, con la familia; y si efectivamente, hace mucho tiempo tuve una relación en la que de un día para otro mi pareja en aquel entonces empezó a tener comportamientos extraños, uno de esos era poner el celular en vibrador todo el tiempo, lo cuál no era usual en él, así que después de muchas otras dudas me atreví a revisar el celular y ahí estaba la evidencia en un lindo mensaje firmado por la tercera en discordia... definitivamente “el que busca encuentra”, ¿Hasta qué punto es bueno o es malo investigar a la pareja? Pienso que si lo haces es por que no hay confianza en la relación, y si esto falta es muy difícil que funcione. Pero en caso tal de hacerlo se deben tener razones de peso, no se te puede volver una obse-sión. ¿Cómo es Heidy? Una mujer muy tranquila, soñadora, lucha-dora y apasionada por su trabajo ¿En sus días libres qué le gusta hacer? En este momento la verdad no tengo mucho tiempo libre entre las grabaciones y el negocio que tengo, pero cuando puedo me gusta el cine, el buen teatro y una buena cena, con amigos mi familia y mi novio; o que-darme en la cama con el control en la mano y una caja de pizza con gaseosa. ¿Qué le alegra el día? Tener un buen día de trabajo, quedar satisfecha con las escenas que haga y poder dedicarles un pedacito del día a los míos. ¿Qué le falta por tener? Me encanta la idea de ser mamá, me falta tener hijos, formar una familia y terminar mi carrera de Admi-nistración. ¿Qué la deja muda? Una buena escena en teatro o en cine, ahí es cuando me quedo sin palabras. ¿Qué le pone los pelos de punta? Los cuentos de más allá, cuentos de espantos y fantasmas, para esos temas soy la más gallina. ¿Qué la hace llorar? Las noticias que muestran la crueldad del hombre, el maltrato a los niños, las violaciones, y el maltrato a los animales. ¿Qué la pone de mal genio? El desorden, que me presionen, y me falten al respeto. ¿Un capricho? Soy poco caprichosa, pero tal vez sea desayu-nar en la cama los domingos, y darme un gran banquete, es regla de oro en mi semana.

¿Con cuál canción aprendió a bailar? La verdad no me acuer-do, es que desde muy chiquita me gustaba bailar, por lo

menos lo intentaba. ¿Un sueño sin cumplir? Por supuesto hacer grandes proyectos a nivel profesional, hacer cine, y conformar una familia con una casa grande y mu-

chos perros. ¿Una locura que quisiera hacer? Tirarme de un paracaídas, aunque no sé si sea capaz la ver-dad.

¿Para qué le hace falta tiempo? Para dedi-

carle más a mi familia, a mis amigos y a mi novio; para viajar y para terminar mi carrera de Admi-nistración de Empresas. ¿Tres deseos que le pediría al genio de la lámpara? Salud para mi y para los míos, mucha sabiduría, y el poder de sanar. ¿Una cirugía que le gustaría hacerse? Por ahora ninguna, tal vez cuando la ley de gravedad haga lo suyo, sí. ¿Qué es lo primero que hace cuando se levanta? Darle gra-cias a Dios por el día, luego prepararme un té, y correr a la ducha. ¿Cuál es el sonido que más disfruta y por qué? El del mar, me tranquiliza y me ayuda a pensar en calma. ¿Cuál es su especialidad en la cocina? Según mi novio el pollo a la italiana. ¿Quién es el amor de su vida? Mi novio, mi madre, y un par de hombrecitos chiquititos que están recién nacidos, mis sobrinos Sebastian y David. ¿Qué la seduce? Un buen aroma, y una buena cena con un buen vino. ¿Qué es lo primero que le mira a un hombre? Los ojos, las manos y los dientes. ¿Qué enamora a Heidy? El buen humor, admirar a esa perso-na, el buen corazón y espíritu. ¿En su casa en qué oficio se raja? Planchar, no es de mis favoritos. ¿Cuál es su talento escondido? Decorar ambientes para bebé, me encanta escoger ropa, accesorios muebles etc… y creo me queda muy bien. ¿Cómo era de niña? Inquieta, en el colegio era bien traviesa, habladora y muy tomadora de pelo, recuerdo que me llamaban mu-cho la atención y era muy amiguera. ¿Un olor que le recuerde a su infancia? En casa de mi abuela hay nardos en su jardín, todavía existen, en la noche huelen delicio-so y me recuerdan las noches de infancia, me encantaba sentarme cerca de ellos para olerlos. ¿Cuál es su clave para ser feliz? Verle el lado positivo a la vida y valorar todo lo que Dios me da. ¿Qué le quita el sueño? Un casting importante que tenga al otro día. La pensadera no me deja dormir…(risas). ¿Qué clases le gustaría recibir? De baile y de kick boxing. ¿Cuándo dice mentiras? Cuando quedo mal en una cita. ¿Qué no perdonaría? La deslealtad y la hipocresía. ¿A quién le pide consejos? A mi mamá, a mi mejor amiga y a mi novio. ¿Qué es lo que más le pregunta la gente? En qué va a termi-nar la novela. ¿Hasta el momento cuál ha sido la mejor inversión de su vida? Mi carro, con todo este corre corre me ayuda mucho. ¿Cuál es el mejor consejo que le han dado? Que no midiera en esfuerzos para alcanzar las metas, pero sin pasar por encima de nadie. ¿Cuál es su idea de felicidad perfecta? Un perfecto balance entre cuerpo y alma, la compañía y bienestar de mis seres queri-dos. ¿Qué intentó aprender y no pudo? A tocar flauta en el colegio, estaba negada para eso. Un amor platónico No soy mucho de amores platónicos pero diría que Gael García.

• ‘La marca del deseo’• ‘Floricienta’• ‘El pasado no perdona’• ‘Padres e hijos’

• ‘A.M.A la academia’• ‘Pandillas guerra y paz’• ‘A dónde va Soledad’• ‘Expedientes’

PRODUCCIONES

Califíquese de 1 a 5 en las siguientes preguntas:

Cuánto tiene de rumbera: 1Cuánto tiene de juiciosa: 4Cuánto tiene de romántica: 4Cuánto tiene de malgeniada: 3Cuánto tiene de dormilona: 4Cuánto tiene de orgullosa: 4Cuánto tiene de chef: 5Cuánto tiene de puntual: 4Cuánto tiene de antojada: 5Cuánto tiene de sencilla: 4

Auto evaluación

‘María Canela’ en la telenovela ‘La marca del deseo’ fue el personaje con el que Heidy Bermúdez hizo su debut como actriz en la pantalla nacional.

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Siento mis ojos cegados por el negro velo de la muerte y el alma quebrada por la soledad infini-ta que nos provoca su profundo sueño. El silencio anega mis oídos y reverbera en el interior de mi ca-beza creándome una extraña sensación de vacío. Los muertos no sienten el miedo... Por eso, porque están muertos. Yo, sin embargo, estoy asustado y esto me aterra. Quiero moverme y no puedo, paredes invisibles se cierran a mi alrededor y no me permiten más que pequeños e impreci-sos movimientos encaminados a palpar mi cuerpo desnudo; ni vestido me enterraron. He perdido el sentido de la orientación en la oscuridad absoluta, y con él, el pedregoso sendero que lleva a los difun-tos hacia su última morada. Mi piel transpira, siento el bochorno de la pegajosa humedad abrasarme el cuerpo. ¡Dios mío! Los muertos no sudan. Quiero hablar, llamar, gritar que estoy vivo, que me inhu-maron cuando aún el alma era prisionera de la cár-cel de mi carne y de mis huesos; pero las palabras se me enredan, se trompican unas con otras y no alcanzo a emitir más que un sordo murmullo. Lloro. Las lágrimas lubrican mis labios sellados por el terror, pero mi lengua yace en la boca como un gusano muerto en su madriguera. No hay para mí esperanzas. Sigo llorando en silencio, aunque sé que no debo. Tengo que mantener la calma, pues con el nerviosismo aumenta el ritmo respiratorio y tengo tanta vida como oxígeno me queda; since-ramente, ya no sé lo que quiero... Creo que preferiría estar muerto, pero muerto de ver-dad. Mil imágenes pasan por mi mente, van de prisa, no puedo detenerme en ninguna, ape-nas tengo tiempo de racionalizarlas. Aún así, la visión global de todos estos fotogramas me hace discernir con claridad qué es lo que me ha ocurrido.Ha sido Don Ernesto; ese cabrón de Don Ernesto. Siempre le gustó humillarme en la oficina, le hacía sentirse superior, más im-portante, más jefe: Paco, vete por los cafés; Paco, cuantas veces tengo que decirte que esto no se hace así; Paco, lo siento pero no puedes coger las vacaciones en la fecha en que lo solicitaste; Paco, no voy a poder dar buenos informes de ti; Paco... No hubiera podido soportar este calvario si no fuera porque, luego, encontraba en la cama de su esposa el árnica que aliviaba las heridas de mi orgullo... Sí, por las tardes, aprovechaba cada una de las horas extras

que él trabajaba para ganarse la admiración de sus superiores, en ejecutar mi peculiar venganza. Mien-tras D. Ernesto se agotaba haciendo números en su despacho de la oficina, yo me extenuaba retozando con su mujer en su propia casa. Lo último que recuerdo es el tintineo de sus lla-ves tras la puerta y el sonido seco de la cerradura girando... Clack. No puedo memorizar más allá de ese “clack” por mucho que lo intento, pero no tiene demasiada importancia, porque tampoco me hace falta más para imaginar qué fue lo que después ocurrió. ¡Maldito asesino! Debiste ponerte nervioso, y con las prisas por hacer desaparecer mi cadáver no reparaste en que aún agonizaba, ¿verdad? Pues me enterraste vivo, vil y cobarde homicida... Me en-terraste vivo. Ya casi no puedo respirar, el aire se ha hecho espeso y se me agarra a la garganta, lo siento amar-go en mi boca. Creo que ya muero porque oigo un susurro en mis oídos; me llama, me dice Paco... Es la voz de Dios sin duda, pero su tono suena femeni-no. Dios es mujer; esto hace que me sienta mejor, sin miedo, más confiado. Vuelve a llamarme por mi nombre, cada vez estoy más cerca, cada vez la escucho más claro. Paco... ya puedes salir del armario... Ernesto se ha marchado.

*Escritor español

Ibagué, 7 de junio de 2009

www.elnuevodia.com.co>Léalo.

>FACETAS 7

POESÍA>

Poeta español

Jesús Munárriz

EL CUENTO>

ClaustrofobiaPor Federico Jiménez Frasca*

Obras del pintor colombiano Jorge Riveros

Canción

No quedará de estos instantes nada,de estos, ardientes, que ahora lo son todo,no quedará de estos instantes nadamás que estos versos.

No dejarán más rastro estos relám-pagosque carbón y cenizas y nostalgia,no dejarán más rastro estos relám-pagosque el de estos versos.

Te irás, me iré, se irán nuestros ami-gos,otros vendrán, el mundo será de ellos,me irte, te irás, seguiremos querién-donosen estos versos.

Transparencia

En ese rostro ajado, tallado por la vidacon el cincel del sufrimiento y la mi-seria,en ese rostro hendido, socavadopor imborrables huellas,

se transparenta aún en la miraday la fugaz sonrisala lejana niñez, la feliz inocenciaque lo iluminó un día.La vida es dura, amarga y pesa, perodormida, agazapada,en sus profundidades sigue vivaaquella edad dorada.

Los nuestros

En aquel tiempo en que soñar futu-rosnos compensaba de un presente terco,imaginábamos que alguna vezun día“los nuestros” llegarían al poder.

Hoy el presente es tercode otro modoy soñar sigue siendo un lujo para pobressin futuro, pero algo,al menos algo en limpio hemos sa-cadode estos años cambiantes:que sean quienes seanlos que vayan pasando,si están en el poder, nunca seránlos nuestros.

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Ibagué, 7 de junio de 2009

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Por Fabio Martínez*

esde La vorágine, de José Eustasio Rivera, la no-vela colombiana no ha podido escapar a ese lugar oscuro de la violencia que ha atravesado nuestra historia. Esta constante se debe al hecho de que dentro de los géneros literarios, la novela es un mundo subterráneo que siempre ha dialogado con

la historia. Desde Homero, historia y ficción novelesca han sido una pareja indisoluble que nos permite interpretar la his-toria con los ojos de la metáfora. Desde sus primeros textos, autores como García Már-quez, Arturo Alape y Alonso Aristizábal se interesaron por la historia, y particularmente, por la historia trágica del país dando cuenta de ella en sus cuentos y novelas. Continuando con esta saga sobre la tragedia colombiana, que parece no tener fin, han incursionado escritores como Fernando Vallejo, Mario Mendoza y Jorge Franco, producien-do una “literatura sicaresca”, que basada en la magnificación

del bandido intenta mostrar un mundo cruel y perverso. Por su trayectoria literaria, parece que el escritor bogota-no Evelio Rosero no hiciera parte de la literatura trágica don-de el mundo gira alrededor de la muerte. Desde sus primeras novelas Mateo solo y Juliana los mira, veíamos en Rosero a un escritor más preocupado por indagar en el mundo afec-tivo de sus personajes, en los niveles de subjetividad de sus héroes y de sus heroínas, antes que en la literatura faústica que ha dominado buena parte de nuestras letras. Como un buen escritor de oficio, Rosero era, ante todo, un autor lúdico y lúbrico, en el mejor sentido de la palabra. Por supuesto, a lo largo de su trayectoria, ha contado con algunas temporadas literarias en el infierno, como se percibe en sus novelas El incendiado y Plutón; pero más allá de realizar una cartografía simbólica sobre los bajos fondos, el escritor colombiano nunca se dejó seducir abiertamente por el tema de la violencia y la muerte.

Con su última obra titulada Los Ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets de novela y del Premio que otorga el periódico The Independent a la me-jor ficción extranjera, Evelio Rosero entra a hacer parte de aquella tendencia de la literatura colombiana inaugurada en el país por Rivera. En Los Ejércitos se narra la historia de San José, un pue-blo pacífico, habitado por gente trabajadora que lleva una vida idílica. En el pueblo, aparentemente, no pasa nada; pero a medida que el narrador, quien es un profesor voyerista, se detiene en los avatares de la cotidianidad, se va descu-briendo que reinan la desaparición forzada, el secuestro y la muerte. Con Los Ejércitos, Rosero crea la metáfora terrible del pueblo que poco a poco va desapareciendo por la violencia para mostrarnos los dientes de la barbarie y el estado de indefensión en que se encuentran sus habitantes. El pueblo de San José pasa de una vida paradisíaca a un infierno donde el derecho a la vida es violado por los ejér-citos legales e ilegales que merodean en la oscuridad. San José es un pueblo acorralado por el miedo, instigado por el secuestro, y asediado constantemente por la muerte. La villa de Rosero no es el pequeño villorio de García Márquez que se paraliza porque un ladrón se ha robado las bolas de billar. Tampoco es la estancia de Rulfo poblada de fantasmas. Es un pueblo donde a sus habitantes los van eliminando físicamente hasta que sólo queda un poblador: el profesor Ismael Pasos, que es el único que puede ver y contar la historia. Con Los Ejércitos, Evelio Rosero retoma la temá-tica de la violencia que se anunciaba en La mala hora de García Márquez y El llano en llamas de Juan Rulfo. Pero a diferencia de Gabo y Rulfo donde se percibe un tratamiento surreal que bordea con lo fantástico, en Rosero hay una in-vitación a volver al neorrealismo. Pero no al neorrealismo de la llamada “literatura sicaresca” donde los bandidos son los héroes de la historia, sino al neorrealismo de Todas las familias felices de Carlos Fuentes donde el pueblo es el protagonista de la historia. Con Los Ejércitos, Evelio Rosero, el escritor colombiano de la generación ‘sin cuenta’, se consolida como una de las voces más importantes de la literatura hispanoamericana.

*Escritor colombiano. Con-Fabulación, periódico virtual Evelio Rosero Diago

Ese oscuro lugar de la violencia

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