enseñanzas del papa francisco no.104
TRANSCRIPT
Enseñanzas del Papa Francisco. No.104
Enseñanzas del Papa Francisco. No.104
El 11 de mayo en su discurso dirigido a
niños: …“el verdadero
constructor de paz es el que da el primer paso hacia el otro.
Y esto no es debilidad, sino
fuerza, la fuerza de la paz”.
“¿Cómo se pueden terminar las guerras en el mundo, si no somos capaces de superar nuestros pequeños
malentendidos y nuestras rencillas? Nuestros actos de diálogo, de perdón, de reconciliación, son los ladrillos'
que se utilizan para construir el edificio de la paz''
….un mundo de paz se construye primero en “el entorno en el que vivimos todos los días: la familia, la escuela, el
patio, el gimnasio, el oratorio”.
…la paz es un don de Dios que debe pedirse con confianza en la oración.
“Por eso es importante no sólo ser testigos de la paz y el amor,
sino también testigos de la oración. La oración es hablar con Dios,
nuestro Padre que está en los cielos, y confiarle nuestros deseos, nuestras alegrías y tristezas. La oración es pedirle perdón cada vez que nos equivocamos y cometemos algún
pecado, convencidos de que Él siempre perdona”.
“Su bondad para con nosotros nos insta a ser, también nosotros, misericordiosos con nuestros hermanos, perdonándolos de
corazón cuando nos ofenden o nos hacen daño. Y, por último la paz tiene un rostro y un corazón:
el rostro y el corazón de Jesús, el Hijo de Dios, que murió en la cruz y resucitó para dar paz a todos los hombres y a toda la
humanidad. Jesús es ‘nuestra paz’ porque ha derribado el muro de odio que separa a los hombres entre sí''.
El 11 de mayo dijo en parte de su homilía: los mártires son una importante dimensión de la vida cristiana “pero también está el
testimonio de cada día el testimonio de hacer presente la fecundidad de la Pascua”
que “nos da el Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad plena, la entera verdad, y nos hace recordar lo que Jesús nos dice”.
“Un cristiano que no toma seriamente esta dimensión ‘martirial’ de la vida no ha
entendido aún el camino que Jesús nos ha enseñado: camino ‘martirial’ de cada día; camino ‘martirial’ en el defender los
derechos de las personas; camino ‘martirial’ en el
defender a los hijos: papás, mamás, que defienden su
familia; camino ‘martirial’ de tantos, tantos enfermos que
sufren por amor de Jesús. Todos nosotros tenemos la
posibilidad de llevar adelante esta fecundidad pascual por este camino ‘martirial’, sin
escandalizarnos”.
Pidamos a Dios “la gracia de recibir al Espíritu Santo que nos hará recordar las cosas de Jesús, que nos guiará a la verdad total y nos preparará
cada día para dar este testimonio, para dar este pequeño martirio de cada día o un
gran martirio, según la voluntad del Señor”.
“La vida de la Iglesia es un camino guiado por el Espíritu”
que recuerda las palabras de Jesús y “nos enseña las cosas que aún Jesús no ha podido decirnos: ‘Es
compañero del camino’ y ‘también nos defiende’ del ‘escándalo de la Cruz’”.
“Los cristianos (…) predican a Cristo
crucificado. De este modo, Jesús prepara a los discípulos para que
no se escandalicen de la Cruz de Cristo:
‘Los expulsarán de las sinagogas es más viene
la hora en que cualquiera los matará,
creyendo que rinde culto a Dios”.
“Hoy somos testigos de estos que matan a los cristianos en nombre de Dios, porque son incrédulos, según ellos.
Ésta es la Cruz de Cristo: ‘Harán eso porque no han conocido ni al Padre ni a mí’. ‘Esto que me ha sucedido a mí –dice Jesús– también les
sucederá a ustedes –las persecuciones, las tribulaciones– pero, por favor, no se escandalicen; será
el Espíritu el que los guiará les hará entender’”.
“Yo recordaba a los fieles (coptos), que han
sido degollados en la playa por ser cristianos.
Estos fieles, por la fuerza que les ha dado el
Espíritu Santo, no se escandalizaron.
Morían con el nombre de Jesús en sus labios.
Es la fuerza del Espíritu. El testimonio. Es verdad, esto es precisamente el martirio, el testimonio
supremo”
El 13 de mayo en su catequesis dijo: …tres palabras, que he utilizado
…diversas veces. … “permiso”, “gracias”, “perdón”. En efecto, estas palabras abren el camino para vivir bien
en la familia,para vivir en paz. Son palabras simples,
¡pero no así simples para poner en práctica! Encierran una gran fuerza;
la fuerza de custodiar la casa, también a través de miles dificultades y pruebas; en cambio, su falta, poco a poco
abre grietas que pueden hacerla incluso derrumbar.
Nosotros las entendemos normalmente como las palabras de la “buena educación”.
Está bien, una persona educada pide permiso, dice gracias o se disculpa si se equivoca. Está bien, pero la buena educación es muy
importante. Un gran Obispo, san Francisco de Sales, solía decir que
“la buena educación es ya media santidad”.
Pero atención: en la historia hemos conocido
también un formalismo de las buenas maneras que puede transformarse en máscara que esconde la
aridez del alma y el desinterés por el otro.
Se suele decir: “Detrás de tantas buenas
maneras se esconden malas costumbres”.
Ni siquiera la religión está protegida de este riesgo,
que hace deslizar la observancia formal en la mundanidad espiritual.
El diablo que tienta a Jesús ostenta buenas maneras – pero es realmente un señor, un caballero - y cita las Sagradas
Escrituras, parece un teólogo. Su estilo parece correcto, pero su intención es aquella de
desviar de la verdad del amor de Dios. Nosotros, en cambio, entendemos la buena educación en sus términos
auténticos, donde el estilo de las buenas relaciones está firmemente radicado en el amor del bien y en el respeto por
el otro. La familia vive de esta fineza del quererse.
Veamos: la primera palabra es “¿permiso?” Cuando nos
preocupamos por pedir gentilmente también aquello que quizás
pensamos que podemos pretender, nosotros ponemos una verdadera protección
para el espíritu de la convivencia matrimonial y familiar.
Entrar en la vida del otro, incluso cuando es parte de nuestra vida, necesita la delicadeza de una actitud no invasiva, que
renueva la confianza y el respeto.
La confianza, en fin,
no autoriza a dar todo por cierto. Y el amor, mientras es más íntimo y profundo,
tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar
que el otro abra la puerta de su corazón.
Con este propósito recordamos aquella palabra de Jesús en el libro del Apocalipsis, que hemos escuchado: “Yo estoy
junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y
cenaremos juntos”. Pero ¡también el Señor pide el permiso para entrar! No
olvidémoslo. Antes de hacer una cosa en familia: “¿Permiso, puedo
hacerlo?” “¿Te gusta que lo haga así?” Aquel lenguaje
verdaderamente educado, pero lleno de amor. Y esto hace tanto bien a las familias.
La segunda palabra es “gracias”...La gratitud, luego, para un creyente,
está en el corazón mismo de la fe: un cristiano que no sabe agradecer es uno que ha olvidado la lengua de
Dios….Recordemos la pregunta de Jesús, cuando curó a diez leprosos y sólo uno de ellos volvió a agradecer.
Una vez escuché sobre una persona anciana, muy sabia,
muy buena, simple, con aquella sabiduría de la piedad,
de la vida...La gratitud es una planta que crece solamente en la tierra de las almas nobles.
Aquella nobleza del alma, aquella gracia de Dios en el alma que empuja a decir: “Gracias a la gratitud”.
Es la flor de un alma noble. Ésta es una bella cosa.
La tercera palabra es “perdón”. Palabra difícil, cierto, sin
embargo tan necesaria. Cuando falta, pequeñas grietas se ensanchan – también sin
quererlo – hasta transformarse en fosos profundos. No para
nada en la oración enseñada por Jesús, el “Padre Nuestro”,
que resume todas las preguntas esenciales para nuestra vida, encontramos esta expresión: “Perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”.
Reconocer de haber faltado y ser deseosos de restituir lo que se ha
quitado – respeto, sinceridad, amor – nos hace dignos del perdón. Y así se
detiene la infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que ni siquiera
somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide perdón comienza a faltar el aire, las aguas
se vuelven estancadas. Tantas heridas de los afectos, tantas laceraciones en las familias comienzan con la perdida de esta palabra
preciosa “discúlpame”.
En la vida matrimonial se pelea tantas veces…les doy un consejo: nunca terminen la jornada sin
hacer las paces. … ¿Y cómo debo hacer las
paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Solamente
un pequeño gesto, una cosita así. ¡Y la
armonía familiar vuelve, eh! ¡Basta una caricia! Sin
palabras. Pero nunca terminar la jornada en
familia sin hacer las paces. ¿Entendido?
¡No es fácil, eh! Pero se debe hacer. Y con esto la
vida será más bella.
Estas tres palabras-claves de la familia son palabras simples y quizás,
en un primer momento, nos hacen sonreír. Pero cuando las olvidamos, no hay más nada para
reír, ¿verdad? Nuestra educación, quizás,
las descuida demasiado. El Señor nos ayude a volverlas a poner en el justo lugar, en nuestro
corazón, en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil.
En su saludo a los fieles de lengua portuguesa, el Santo
Padre dijo:“en este día de la Virgen de
Fátima, los invito a multiplicar los
gestos diarios de veneración e imitación de la Madre de
Dios. Confíenle todo aquello que
son, todo aquello que tienen;
y así serán capaces de ser un instrumento de la
misericordia y de la ternura de Dios para
sus familiares, vecinos y amigos”.
…“Queridos jóvenes, aprendan a cultivar la devoción a la Madre de Dios recitando cada día el Rosario;
queridos enfermos, sientan a María presente en la hora de la cruz,
y ustedes, queridos esposos recién casados, recen a ella para que no falte nunca en su casa el amor y el
respeto recíproco”.
El 15 de mayo dijo en parte de su homilía: ...“También una comunidad sin alegría es una
comunidad enferma”, tal vez sea una “comunidad divertida”, pero
“enferma de mundanidad. Porque no tiene la alegría de Jesucristo”. De modo que “cuando la Iglesia es miedosa y cuando la Iglesia no recibe la alegría del
Espíritu Santo, la Iglesia se enferma, las comunidades se enferman, los fieles se
enferman”.
“un cristiano sin alegría no es cristiano.
Un cristiano que continuamente vive en la tristeza, no es cristiano. Y a un cristiano que en el momento de las pruebas, de las enfermedades o de
tantas dificultades, pierde la paz, le falta
algo”.
“La alegría cristiana no es una simple diversión,
no es una alegría pasajera;
la alegría cristiana es un don,
es un don del Espíritu Santo.
Es tener el corazón siempre alegre porque el
Señor ha vencido, el Señor reina, el Señor está a la derecha del
Padre, el Señor me ha mirado y me ha enviado, y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre…
Esa es la alegría cristiana.
Un cristiano vive en la alegría”.
… El miedo es “una actitud que hace mal” puesto que “nos
debilita”, nos “achica” y también
nos “paraliza”. Por eso, alguien que tiene miedo “no hace nada, no
sabe qué hacer”. “El miedo te lleva a un
egocentrismo egoísta y te paraliza”. Por eso,
“un cristiano temeroso es una persona que no ha
entendido cuál es el mensaje de Jesús”.
“Por esto Jesús dice a Pablo: ‘No tengas miedo. Sigue hablando'.
El miedo no es una actitud cristiana. Es la actitud –podemos decir– de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene la libertad de mirar hacia adelante, de crear algo, de hacer el
bien… no, siempre: ‘No, pero está este peligro, está aquel otro, aquel otro…’. Y esto es un vicio. Y el miedo
hace mal”.
“No tener miedo es pedir la gracia del coraje,
del valor que nos envía el Espíritu Santo”.
En este punto, “hay comunidades temerosas, que van siempre a lo seguro...La falta de coraje
enferma a una comunidad”.
Por eso hizo una distinción entre el miedo y el “temor de Dios”, que “es santo, es el temor de la adoración ante el Señor
y el temor de Dios es una virtud.
Pero el temor de Dios no achica, no debilita, no
paraliza: lleva hacia adelante, hacia la misión que el
Señor da”.
“En los momentos más
tristes, en los momentos del
dolor” la alegría
“se convierte en paz”. “En cambio, una diversión en el momento del dolor se vuelve oscuridad, se hace
oscura”.
El 17 de mayo dijo en parte de su homilía en ocasión de la canonización de cuatro santas…“¿cuál es el secreto
de los santos?” consiste en “morar en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar mucho fruto”. “Y este fruto no es otro que el
amor.
...“un aspecto esencial del testimonio del Señor resucitado es la unidad entre nosotros, sus
discípulos, a imagen de aquella que existe entre Él y el Padre”.
“De este amor eterno entre
el Padre y el Hijo, que se infunde en nosotros por
medio del Espíritu Santo, toma fuerza nuestra dimensión y nuestra comunión fraterna”
…y esto lleva a “la alegría de seguir al Señor en la vida de
su pobreza, de su virginidad y de su
obediencia; y ese amor mismo llama a
cultivar la oración contemplativa”.
…“permanecer en Dios y en su amor, para anunciar con
la palabra y la vida la resurrección de Jesús,
testimoniando la unidad entre nosotros y la caridad hacia todos”, algo que han
hecho “las cuatro nuevas santas”.
El ejemplo de estas mujeres “interpela” la vida de todo cristiano
y ayuda a reflexionar sobre si “soy capaz de ‘sembrar’ en la familia,
en el ambiente de trabajo, en mi comunidad, la semilla de esta unidad que Él nos ha
donado haciéndonos a nosotros partícipes de la vida trinitaria”
Ser parte de los doce Apóstoles significa “ser testimonio de la resurrección de Jesús”. Se trata de una misión que no es individual.
“Se vive de manera comunitaria, con el colegio apostólico y con la comunidad”.
Los Apóstoles “son testigos” de la resurrección y gracias a ellos “muchos han creído”.
“También nosotros hoy fundamos nuestra fe en el Señor resucitado en el testimonio de los Apóstoles llegado hasta
nosotros mediante la misión de la Iglesia. Nuestra fe está unida de forma segura a su testimonio como una
cadena ininterrumpida desplegada en el curso de los siglos no solo por sus sucesores los Apóstoles, sino por generaciones y
generaciones de cristianos”.
Por tanto, “todo discípulo está llamado a ser testimonio de su resurrección, sobre todo en los ambientes humanos donde es más fuerte el olvido de Dios y la pérdida del
hombre”.
...Lleven la alegría de este encuentro con el Señor y también cultiven
“en el corazón la tarea de morar en el amor de Dios,permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, siguiendo las huellas de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos
invita a imitar”.
En twitter dijo:¿Por qué nos resulta tan difícil
sobrellevar los defectos de los demás? ¿Nos olvidamos de que Jesús cargó con todos
nuestros pecados?
Queridos padres y madres, hay que tener mucha paciencia y perdonar de
corazón.
Es mejor una Iglesia herida, pero que hace camino,
que una Iglesia enferma porque se cierra en sí misma.
Si deseas recibir mails, relacionados con la Iglesia: que contienen diapositivas, vida de Santos, Evangelio del Domingo, etc.
Escribe a: [email protected]
con el título suscripciones.
Servicio Gratuito. Que Dios te llene de bendiciones.Y que permanezcamos unidos en el
amor a Jesús.
Si deseas recibir mails, relacionados con la Iglesia: que contienen diapositivas, vida de Santos, Evangelio del Domingo, etc.
Escribe a: [email protected]
con el título suscripciones.
Servicio Gratuito. Que Dios te llene de bendiciones.Y que permanezcamos unidos en el
amor a Jesús.