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EN HOMENAJE A ALBERTO ADRIANJ (Para la Segunda Edición) Caracas, Cárcel Modelo, sábado 10 de agosto de 1946. Hoyes el décimo aniversario de la muerte de Alberto Adria- ni. Yo siento no poder renovar mi condolencia a sus padres, Don José y Doña María Adriani, a sus hermanos, Domingo y Elbano Adriani, a sus amigos, Silvio Mazzei, Mariano Picón Salas, el Padre Moneada, Aurelio Arreaza, Gabriel Sánchez. Pero ellos saben que yo los acompaño en este día. Adriani fue uno de los venezolanos que mas he admi- rado y de los amigos que rilas he querido. Lo conocí por 1918, recién llegados amhos de nuestros pueblos nativos, Zea y Zaraza, a estudiar derecho en la Escuela de CIencias Políticas de la Santa Capilla. Allí era'" donde se enseñaba Ciencias Sociales, después que el Gobierno de la época reac- cionó, con la clausura de la Universidad, contra la rebeldía de esa memorable Federación de Estudiantes de Venezue- 37

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EN HOMENAJE A ALBERTO ADRIANJ

(Para la Segunda Edición)

Caracas, Cárcel Modelo, sábado 10 de agosto de 1946.Hoyes el décimo aniversario de la muerte de Alberto Adria­ni. Yo siento no poder renovar mi condolencia a sus padres,Don José y Doña María Adriani, a sus hermanos, Domingo yElbano Adriani, a sus amigos, Silvio Mazzei, Mariano PicónSalas, el Padre Moneada, Aurelio Arreaza, Gabriel Sánchez.Pero ellos saben que yo los acompaño en este día.

Adriani fue uno de los venezolanos que mas he admi­rado y de los amigos que rilas he querido. Lo conocí por1918, recién llegados amhos de nuestros pueblos nativos,Zea y Zaraza, a estudiar derecho en la Escuela de CIenciasPolíticas de la Santa Capilla. Allí era'"donde se enseñabaCiencias Sociales, después que el Gobierno de la época reac­cionó, con la clausura de la Universidad, contra la rebeldíade esa memorable Federación de Estudiantes de Venezue-

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laque cumplió en 1914 la misma misión de reducto de lainteligencia en rescate de los más altos valores humanosque otros estudiantes han tenido que cumplir en diver­sas épocas de nuestra historia. Allí oimos, por primera vez,la palabra de eminentes cultores del derecho, doblados deprofesores: Pedro Itriago Chacín, Esteban Gil Borges, JoséSantiago Rodríguez, Alejandro Urbaneja , Celestino Farre­ra. Allí, con Leopoldo Ortega Lima, Juan Bautista Clavo,Agustín, Aveledo Urbaneja, Casimiro Jimenez, FedericoGuevara Núñez, Luis Loreto, Odoardo Morales, José Ma­nuel Padilla, José Manuel Hernández Ron, Efraím CayamaMartínez, 'Juan Carmona, Emilio Faría, Enrique Arapé,Anibal Villasmil y otros compañeros de aquél tiempo 00-,rido, cuyos nombres escapan a este esfuerzo de memoria,fundamos el Centro de Estudiantes de Derecho, uno delos gestores de la resurección de la Federación de Estudian­tes,

En 1921 fué Adriani, con el Dr. Gil Borges, a NuevaYork, a la inauguración de la estatua del Libertador. Des­pués pasó a' Europa, a Ginebra, donde actuó como eficien­tísimo Secretario de la Delegación de Venezuela a variasde las primeras Asambleas de la Sociedad de las Naciones.Luego estuvo en Londres y por último se trasladó a Was­hington, llamado por el Dr. Gil Borges, quien, exilado en­tonces, había conquistado, a puro mérito, el cargo de Sub­Director de la Unión Panamericana. Fué Adriani el primerJefe de la Sección Agrícola de la Unión Panamericana. EnWashington a principios de 1927, volví a encontrarme conél en el noble hogar de Mrs. Mary Allan Adams, donde vi­vimosun año. Fué en ese tiempo cuando se estrechó nues­tra amistad. Mi preferencia. de entonces era, entre las dis­ciplinas jurídicas, por el derecho civil. Adriani, en nuestrasIargas conversaciones, estimuló vivamente mi 'inclinaciónpor los estudios económicos y financieros, en los cuales eraya Una autoridad. Regresó a Venezuela en 1931, y fué aestablecerse en Zea, donde prestó ayuda esclarecida a suspadres en faenas agrícolas, sin relajar por eso su contracciónal estudio, su análisis de los problemas nacionales ni su an­helo de lograr una patria mejor por el esfuerzo conscientey disciplinado.

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La gran labor intelectual de Adriani, la contenida ensus artículos publicados en Cultura Venezoelana, en el Bole­tín de la Cámara de Comercio de Caracas, y en algunos dia­rios, recogida después de su muerte en el libro LABOR VE­NEZOLANISTA y en el Número 15 de la Revista de Fo­mento, dedicado a su memoria, data de esa época, transcu­rrida en Ginebra, Londres, Washington y Zea. Cultura Ve­nezolana -ese sólido pedestal de 116 gradas donde se le­vantara la personalidad tan injustamente olvidada del Dr.José Antonio Tagliaferro- acogió su artículo sobre WalterRathenau, donde más que al recio exponente del alemán ju­dío, estudió el vigoroso renacer del pueblo germano, queestaba entonces, como sin duda lo está otra vez ahora, sur­giendo con avasalladora pujanza del caos de la derrota. Des­de entonces apréciase en los escritos de Adriani un pensardiáfano, didáctico, vuelto siempre hacia una realidad queconsidera perfectible y un estilo enérgico, sobrio, lacónico,propio de quien quiere inculcar sus ideas pese a cualquieraresistencia. Pero fué el Boletín de la Cámara de Comerciode Caracas que por entonces mantenía en su etapa culmi­nante su meritoria labor de divulgación cultural, el reservo­rio de la mejor producción de Adriani, pues le ofreció suscolumnas sin mezquindad, más aún, con cálido estímulo.

En sus meditaciones de Londres sobre la mejor manerade celebrar el primer centenario de la muerte del Libertador,Adriani, quien como pocos venezolanos, se adelantaba siem­pre al momento en que vivía o penetraba no pocas veces enlo que velaba el futuro, propicia alguna forma de unión gran­colombiana, por que esta unión "está escrita fatalmente ennuestro destino". En Londres escribió también uno de susar­tículos fundamentales sobre la inmigración en Venezuela.

Es ya un gran pensador el que escribe en Washington.Los solos tópicos de sus preocupaciones constituyen una nu­meración de ingentes problemas venezolanos y en el desarro­llo de sus ideas se encuentra la angustia contagiosa de quienve y mira que estamos perdiendo miserablemente un tiempoque otros pueblos ganan por obra y grada de estudios deteni­dos de su realidad económica y social y luego mediante pro­gramas de acción metódicamente realizados. El incremento

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dé los capitales estadounidenses en la América Latina, la ne­cesidad de inmigración, de colonización y de una red orgáni­ca de comunicaciones, el desarrollo de nuestra agricultura, elporvenir del café y la crisis que veía venir, son temas de susartículos. Sus recomendaciones sobre la conveniencia de sal­var nuestra caficultura de la bancarrota, encontraron eco enpreocupados personeros de nuestra economía quienes funda­ron el núcleo de lo que habría de evolucionar hasta nuestroInstituto Nacional del Café, en mala hora destruído para Ve­nezuela.

Desde Zea, continúa dando a Venezuela sus campana­das, no ya de alerta premiosa, porque la crisis económica que'vió venir era ya una tragedia nacional y mundial, sino sobrela necesidad de remedios heroicos, así para nuestros crónicosmales, como para el marasmo en que nos encontrábamos.Porque dos circunstancias se reunieron, durante los años de1931 a 1935, para llevar la situación de Venezuela, de críticaque era en todo el mundo, a la desesperación: el malestar eco­nómico universal, castigo de justos y pecadores por la penúl­tima guerra mundial, y la resistencia del poder público --ca­racterística de una dictadura decadente- para poner a éste,no ya remedio, sino tan solo paliativo. El precio del café,del cacao y en general de nuestros frutos de exportación, es­taba por el suelo; el ganado sujeto a monopolio; precio vil pa­ra el criador, carestía para el consumidor; postradas las demásactividades agrícolas; paralizado el reembolso del capital y elpago de los intereses de los créditos hipotecarios concedidospor el Banco Agrícola y Pecuario; nulo el crédito de suminis­tro procedente del Estado y contraído hasta el máximun elque daba el comercio; reducidos los gastos de explotación delas empresas petroleras y eliminados 'los preparatorios, des­pués de la reducción de la producción en un 180/0 durantelos años de [930 y 1931; Ytodo esto gravado por una absur­da política de deflación del Gobierno quien, en ese período,aumentó considerablemente sus reservas de oro.

Para esos años el cambio experimenta grandes fluctua­cienes. Primero sube hasta llegar en agosto de 1932 a la co­tización de Bs. 7 por cada dólar, aunque en nada, virtual­mente se aprovecharon de ello nuestros exportadores. Lue-

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go, cuando el Gobierno de los Estados Unidos de Américarebajó el valor oro del dólar papel, a principios de 1933 eo-. ,menzo un alza del bolívar que precipitó la ruina de nuestraagricultura.

Se imponía la intervención. Las Cámaras de Comerciode Maracaibo y de Caracas y los Bancos, en defecto del Esta·do remiso, intentaron influir en el curso del cambio, median­te convenio con las compañías petroleras. Pero como talesOrganismos carecían de medios apropiados a tal efecto, tuvopi Estado, por fin, que hacer frente a la situación y celebróen agosto de 1934, el famoso convenio del cambio, que esta­bilizó este en el tipo de 3.93 para las ventas de los Bancos alpúblico. Por otra parte distribuyó, empíricamente, entre loscaficultores, Bs. 10.000.000 en 1934 y otros Bs.I0.000.000en 1935. Lo que había venido anunciando Adriani se realiza­ba en cuanto al mal, pero no en cuanto al remedio, que ha­hía propuesto científico y orgánico.

Sus estudios sobre la "La Crisis, los Cambios y Noso­tros" y "El Dilema de Nuestra Moneda", marean hitos ennuestras investigaciones económicas, por el realismo de susobservaciones y la multitud de datos traídos a examen; porel acopio de cultura económica proyectado sobre los proble­mas en estudio; por la audacia de sus conclusiones y reco­mendaciones y por el método empleado en la exposición.

En efecto, es sorprendente el abandono en que estu­vieron los estudios e investigaciones económicos, de ca­rácter verdaderamente técnico, en los finales del siglo XIXy principios del corriente. Apenas uno que otro pensadorescribió algún folleto o artículo en donde, más que métodocientífico, puede encontrarse intuición e imaginación. Losmentores del pensamiento económico nacional eran algunosescritores dogmáticos, inbu ídos en un liberalismo superadodonde quiera desde hacía más de un siglo. Inútilmente sebuscará en sus producciones el análisis preciso de nuestrarealidad, ni la aplicación a ella, o simplemente la cita de lasconstrucciones doctrinarias contemporáneas, ni el exámeny comparación de nuestras estadísticas (las cuales en verdad,luego de 103 meritorios esfuerzos de Pedro Manuel Ruiz en-

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tre 1908 Y 1914 habían caído en el más completo abando­no), ni el recurso a los pensadores que para entonces revo­lucionaban el pensamiento económico mundial. Fué Adria­ni uno de los primeros que llamaron la atención en Venezue­la acerca del hecho ae que el liberalismo económico man­chesteriano era cosa del pasado y que el mundo de hoy nopodía vivir sin la intervención del Estado.

Hasta entonces había sido Adriani un hombre de pen­samiento. Sus estudios fueron la disciplina de su latente ca­pacidad constructiva. Estaba listo para la acción. Solo senecesitaba que sobreviniera la ruptura de los estratos queun régimen político de más de cinco lustros había produ-.cido en Venezuela, de suerte que pudieran aflorar y actuarlos valores humanos inéditos, ansiosos de levantar nuevasconstrucciones para sustituir o mejorar las vetustas y a tre­chos arruinadas que dejaron las generaciones precedentes.

El 17 de diciembre de 1935, antes de media noche, su­cedió lo que todos esperaban con angustia y con anhelo, co­mo una amenaza y como una liberación. La muerte del Ge­neral Juan Vicente Gómez, el gran caudillo nacional, fué de­terminante de nuevos rumbos. Venezuela se hizo deudoradel nuevo Jefe de Estado, General Eleazar López Centre­ras, tanto por la indiscutible inteligencia que tuvo para di­rigir, sin rencores, ni venganzas, ni mezquinos intentos dedestrucción de valores, el rescate -de la libertad y de la dig­nidad del pueblo, corno por su decisión de soltar las ama­rras que asfixiaban la economía de la Nación.

El 21 de diciembre de 1935 el General López Contre­ras, como Encargado del Poder Ejecutivo, dictó varios De­cret.os tendientes a vitalizar moral y materialmente el país.Por uno de ellos se destinaron Bs. 30.000.000 para comprarcafé a un precio muy superior al que prevalecía entonces.Un sistema nuevo y más audáz se abría paso en la protecciónde nuestra economía, distinto de la concesión de dádivas delas postrimerías de la dictadura; pero carecía de amplitudy sacaba la exportación del café, repentinamente, de sus cau­ces normales. Adriani criticó el Decreto en un largo telegra­ma que dirigió al General López Contreras, quien, magistra-

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do ecuánime y resuelto desde entonces a incorporar nuevosvalores al "equipo" gubernamental (conste que es de Adria­ni de quien repito la expresión) le contestó llamándole a Ca­racas. Llegó Pi 29 o el 30 de diciembre y a principios de ene­ro [tu- nombrado Presidente de una Comisión destinada a es­tudiar la manera de ampliar al cacao, al ganado, al azúcar, alpapelón y a otros productos agrícolas. los beneficios delDecreto de 21 de diciembre. Fué ('S3 la fórmula que se bus­có para atender a las observaciones de Adriani. La Comisiónde la cual formaron parte el Dr. Alfredo Jahn.r Don RamónLeón y el Sr. Luis Monsanto, presentó, junto con su infor­me, un proyecto de Decreto que, con pequeñas modificacio­nes, fué promulgado el 27 de enero de 1936. De allí datael régimen de primas a la exportación de productos agríco­las que rigió hasta el Decreto de 24 de julio de 1941, que locambió por el de cambio diferencial para nuestros frutosde exportación. Pero conviene advertir que la Comisión deAdriani contempló la posibilidad de establecer el cambio di­ferencial y que si optó por recomendar la concesión de pri­mas, fué en vista de los inconvenientes que habría de origi­nar una total carencia de práctica en asunto tan complicadoy propicio al fraude; y que fué, justamente, la experienciaadquirida en 5 años, lo que permitió la aplicación sin tro­piezos del sistema establecido por el Decreto de 24 de juliode 1941.

Después trabajó Adriani en el Programa de Febrero y, alser fundado el Ministerio de Agricultura y Cría, ello. demarzo, fué nombrado Ministro. Durante su corta permanen­cia al frente de este Despacho (a fines de abril pasó a ocu­par la Cartera de Hacienda) renovó hasta sus cimientos lasprácticas de la Sección de Agricultura y Cría del antiguoMinisterio de Salubridad y de Agricultura y Cría, fundadoen 1931, insuflándoles aliento y técnica. Quiso hacer delBanco Agrícola y Pecuario, cuyas actividades desde 1931se habían limitado a un laborioso cobro de cuotas, no po­cas veces absurdamente compulsivo, un órgano de proteo­ción activo y consciente de nuestra agricultura, particular­mente en lo que toca al crédito de suministro. El Decretode 21 de marzo de 1936, por el cual se erogaron ----------.Bs. 5.000.000 para esta finalidad, creó, centralizó y organí­zó el crédito agrícola en Venezuela, como emanación del Es-

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tado. Una nueva Junta Administradora del Banco, presididapor ese gran venezolano revolucionario, idealista. generoso,probo e ingenuo, que fué el Dr. Carlos León, tuvo a su cargola realización dE:I nuevo programa del Banco. Desgraciada­mente Adriani no pudo seguir dirigiendo la acción del Estadotendiente al fomento de nuestra agricultura porque como yadije pasó a poco al Ministerio de Hacienda.

Allí emprendió la tarea de reformar nuestra organiza­ción hacendaria, que escasa o ninguna mejora había recibidodesde la vigorosa actuación del Dr. Román Cárdenas. Par­ticularmente clamaba por una revisión a fondo de nuestrosistema tributario, que, en general, se conservaba el mismo.de un pobre país agropecuario latifundista y oligárquico,cuando la explotación petrolera había aumentado considera­blemente la renta nacional, ampliada la burocracia, fortale­cido el comercio y estimulando la aparición de actividades in­dustriales que pugnaban por abrirse paso por entre la compe­tencia extranjera y cuando, consecuencialmente, había au­mentado la riqueza de la burguesía comercio-industrial yburócrata y favorecido la aparición de un proletariado cadavez más consciente de su fuerza y de sus derechos. Recibi­mos, en efecto, del siglo pasado una estructura presupuesta­ria, en lo que a ingresos se refiere, en la cual correspondíaentre el 70 y el 80 por ciento a impuestos que gravaban elcomercio internacional y el resto a otros impuestos indirec­tos. El Dr. Cárdenas había elevado el porcentaje de la Ren­ta Interna hasta hacerlo mayor que el de la Renta Aduane­ra y Consular, gracias a la administración directa de variosramos y a un recio sistema de liquidación, fiscalización y per­cepción fiscales; todo ello al amparo de lasnuevas condicio­nes económicas creadas por la guerra de 1914 a 1918. Pos- .teriormente, sobre todo a partir de 1925 comenzó la ren­ta. petrolera a ocupar sitio importante en nuestros presu­puestos. Así, para el año económico de 1934 a 1935, rosingresos fiscales pueden distribuirse aproximadamente, así:Renta Aduanera y Consular: 30 %; Renta Interna (Lico­res, Cigarrillos, Estampillas, Salinas, Fósforos y otros im­puestos indirectos): 40 vlo; Renta petrolera (Minas, Farosy Boyas): 300 / 0 . Por tanto, con excepción de la renta pe­trolera y de una suma insignificante recaudada por impues-

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tos sobre transmisiones hereditarias a colaterales y extraños,todo lo demás era producido por impuestos indirectos.

Era, pues, indispensable hacer nuestro sistema tribu­tario más justo, adaptado con más equidad a la capacidadeconómica de los contribuyentes, más elástico, más estable­mente productivo. Manos a la obra, que cualquier pérdidade tiempo, en aquellas circunstancias, era un crimen de le­sa patria. El 20 de mayo creó Adriani la Sub-Comisión de Es­tudios de Legislación Fiscal para cuya formación supo es­coger un grupo de colaboradores que compartían sus anhe­los de bien patrio y que voluntaria y gustosamente hicieronsuya la jornada de 12 o 14 horas que se impuso. Y fué enel corto lapso que desempeñó el Ministerio de Hacienda-cuando Adriani puso en acción, con fuerza incontenible,con diligencia inagotable, su mente práctica e idealista ala vez, sus amplios conocimientos de la teoría económicay fiscal, su versación en las leyes nacionales, su visión diá­fana de nuestra realidad, su entrañable amor a la Patria y,como con frenesí de presagiado, su "feroz voluntad de rea­lización".

De la Sub-Comisión de Estudios de Legislación Fiscalsalieron las reformas a la Ley de' Arancel de Aduanas, con supatente designio de dar prelación al interés económico sobreel fiscal, y su famoso artículo 17 que hace del Estado el ár­bitro de nuestro comercio internacional; de la Ley sobre va­rios ramos de la Renta Nacional, que revivió, sin designiofinalista y con carácter progresivo, el impuesto sobre todaslas herencias del legislador de Cúcuta, con su propósito deabrir la vía a la tributación directa, como entonces se hizoconstar sin ambajes ante la Cámara de Diputados, cuando laComisión respectiva suprimió el impuesto progresivo sobrelas herencias directas; la Ley de Cigarrillos, con su gravamenmás proporcionado y rendidor y su tarifa elástica, rechazadaentonces por el Congreso pero recogida después en la LeyOrgánica de la Hacienda Nacional. Fué precisamente en de­fensa de esa tarifa elástica que Adrian], obtuvo un sonadotriunfo parlamentario, pocos días antes de su muerte, cuan­do concurrió a la Cámara de Diputados, a defender, en abier­ta discusión, la tesis que había propuesto. Y todos esos pro-

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yectos, así como el de la Ley de Presupuesto que le tocó pre­sentar, fueron acompañados de Exposiciones de motivos quehan servido posteriormente de modelos.

El lunes, 10 de agosto de 1936 murió Alberto Adriani.Faltó a Venezuela su inteligencia y su voluntad pero no suorientación. Porque Adriani, aún después de apagada su men­te luminosa y de extinguida su férrea voluntad, siguió siendoel mentor de la generación que ha hecho la más profunda re­fonna financiera que registra nuestra historia. Presente estuvoSu espíritu en otras realizaciones que completan las suyas: elBanco Central de Venezuela, el Impuesto sobre la Renta, laContraloría, las reivindicaciones del Estado sobre la riqueza'de su subsuelo, la plena recuperación de su facultad de con­ceder o no exoneraciones de derechos de importación, lassucesivas rebajas o eliminaciones de derechos aduaneros y deotros impuestos indirectos.

Pero en el campo económico, en general, falta muchoque hacer. No hemos logrado "sembrar el petróleo". No he­mos modificado, ni multiplicado, ni distribuído mejor elhombre venezolano. Nó hemos realizado obras que, despuésde nuestro paso, sigan beneficiando a nuestros hijos y a loshijos de nuestros hijos, y produciéndoles modos de vida másperfectos. No hemos preparado, en una palabra, la óptimautilización de la tierra venezolana por el hombre venezolano.

¡Todavía estamos en deuda con Venezuela y contigo.Alberto Adriani!

MANUEL R. EGAÑA

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PALABRAS PRELIMINARES

para la segunda edición (aumentada) del Libro póstumode Alberto Adriani

Caracas, 10 de agosto de 1946.- Con un motivo grato, comoes el de lanzar a la publicidad la segunda edición aumentadadel libro que recoge las valiosas producciones de AlbertoAdriani, y a la vez triste, como que hemos trabajado durantemeses bajo el punzante dolor de su recuerdo para rendirleeste modesto tributo en el décimo aniversario de su siemprelamentable muerte, el suscrito halla una nueva oportunidadde ver su nombre vinculado al de la honorable familia Adria­ni, que por nuestra fraternal amistad con Alberto desde lainfancia, nos ha brindado el honor y el placer de encomendar­nos el ordenamiento de esta compilación, en estrecho contac­to con su digno hermano el doctor Elbano AdrianLEllo nosrevive recuerdos de treinta y dos' años atrás: y que se nos per­done esta breve reminiscencia personal. Fué el 15 de abril de1914: en la pequeña imprenta que el culto y progresista don

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José Adriani había regalado a sus hijos, como el obsequio quemás convenía a sus inclinaciones (primera introducida al apar­tado burgo nativo -Zea- Estado Mérida), Elbano Adriani yel suscrito dábamos a la publicidad el No. 1 del primer perió­dico que también mlí se publicara y que titulamos EL IM­PULSO, del cual solo circularon los doce números mensualesdel primer año, hasta que nos dispersamos para continuar es­tudios en diversas localidades fuera del lar nativo. Ahora vol­vemos a trabajar juntos en una labor editorial pero ¡cuán di­versa!: la de rendir homenaje al hermano y amigo, a la sa­zón juvenil promesa vigorosa, hoy sombra ilustre en el miste­rio de la muerte...

Ya para entonces nuestro querido Alberto había salidodel pueblo hacia Mérida para proseguir su iniciado curso debachillerato y por ello no nos acompañó en nuestra labor.Había de ser en la segunda época de EL IMPULSO --1924­1927- cuando las columnas de éste se prestigiaran con susproducciones enviadas desde Europa, después que ya en Mé­rida y en Caracas, como estudiante y novel escritor, habíaacreditado sus condiciones de talento y trabajo, de estudiosoincansable y de preocupado por los temas graves y enjundio­sos, todo lo cual le habilitaría para realizar una obra litera­ria de la cual es buen exponente esta colección de sus escri­tos. Desgraciadamente, cuando la labor del pensador sensa­to, ecuánime y preparado estaba a punto de convertirse entarea práctica, la muerte vino, inesperada y artera, a troncharel hilo de su ya meritoria existencia.

Amigos fieles y agradecidos rindieron en 1937 el mejorhomenaje a su memoria, publicando la primera edición desus escritos bajo el acertado título de Labor Venezolanista:aunque allí se encuentra lo más substancial del pensamien­to de Adriani, hemos querido agregar ahora otras produc­ciones, entre ellas algunas de importancia y de constante ac­tualidad porque, como las ya publicadas, tienen un sentidoque podemos llamar pedagógico, educativo, constructivo.Esta es una característica de la labor literaria de Adriani yque la hará perdurable a pesar de no ser más extensa: la deextractar enseñanzas aún de temas circunstanciales si biennunca baladíes. Por ello hemos adoptado como título para

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esta edicion la frase consignada en importante carta, adelan­te inserta, del Director de la Unión Panamericana, Mr. L. S.Rowe: Alberto Adriani, Estimulo de la Juventud, porqueeso rué y es Adriani, estímulo y ejemplo para la juventud,especialmente para la venezolana, tanto por su vida intacha­ble como por sus perdurables obras de pensamiento y de ac­l'ión.

Desde luego, reproducimos el magistral prólogo quepara la primera edición con gran devoción Arturo UslarPietri, quien, junto con Diego Nucete Sardi, patrocinó lapublicación, financiada por amigo desconocido que así qui­so hacerlo al conocer el proyecto. Y queda en su sitio dehonor, asimismo, el hondo y sentido estudio de MarianoPicón Salas, quien, como amigo y compañero de Adriani,en labores estudiantiles primero y profesionales después,bien supo valorizar sus méritos con el talento, sensibilidad,preparación y elocuencia que le distinguen.

Insertamos al final algunos documentos relacionadoscon la actuación oficial de Adriani cuando llegó a ocuparcargos condignos con sus méritos; algunas referencias de suspreciosos estudios y apuntes inéditos, todos los cuales dig­nos de su publicación, que no dudamos se hará algún día;y trozos de correspondencia de o para él, que ratifican elalto concepto que dignamente logró conquistar 'para sunombre durante su breve existencia y que en las sombrasdp la muerte aureolan su memoria con fulgor imperecedero.

Por nuestra parte, nada hemos de agregar aquí sobrela vida y la obra de Alberto Adriani: nuestras notas coloca­das al principio de sus trabajos insertos en este libro, sonexplícitas y elocuentes. Y como tributo personal del sus­crito, bien modesto por cierto, especialmente si se parango­na con los de otros escritores autorizados que en el librose acogen, hemos querido reproducir al principio lo que es­cribimos al aparecer la primera edición de Labor Venezola­nista, y al final lo que en medio del estupor del primer mo­mento nos dictó la noticia sorpresiva de la inesperada muer­te de nuestro antiguo amigo, paisano y compañero que a lapostre fué también nuestro generoso y consecuente benefac­tor.

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Terminamos consignando una ligera advertencia: est a

segunda edición no obedece solo a empeño dedeudos afec­tuosos y de amigo fraterna!. Numerosas personas han mani­festado a ambos su deseo de poseer el "libro de Adriani ",sin que sea posible satisfacer su propósito porque la prime­ra edición se agotó, distribuida toda gratis entre amigos yadmiradores. Si de la presente se pone una parte a la venta,es a precio que no llegará a cubrir los gastos de impresióny solo por facilitar a aquellas numerosas personas interesa­das la adquisición de un libro útil y que es exponente deco­roso de la cultura venezolana de los últimos tiempos, amé¡']de emporio de sugestiones fecundas para quienes plausible­mente se preocupan por el mejoramiento de nuestra amadapatria.

RAFAEL ANGEL RONDON MARQUEZ

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ALBERTO ADRIANI

Símbolo de Juventudes:Su Pt'llsamit~ll(,o,su ()hra y su Ejr-rnplo

(Para la Tercera Edición)

Síl!O en dos ocasiolH's he u-nido el placer dt' visitar conu.-mpo I'sta hermosa y señorial ciudad de las Cinco AguilasBlancas. La lectura de Don Tulio y mi admiración por Carac­ciolo Parra León habían ganado para Mérida mi afecto ado­k-sccnte. La primera vez vino, hace ya lur-ngosiaños, a re­presentar al Estado Lara en el 1I Congreso deColl:'gios deAbogados. Viva está en mí la imperecedera impresión quecnusárnme r-l paisaje andino, con sus panoramas admirables,sus trigales y eras, sus cercados de piedras, sus villas eglógi­caso Con el silencio imponente de sus páramos, donde el al­ma se sobrecoge atónita al sentirnos pequeños ante aquellamajestuosa naturaleza: silencio roto apenas por el silbido delviento entre abras y cañadas y por el siempre grato rumorde las aguas que bajan cantarinas por Jos riscos y torrente-

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ras. Después, el arribo entusiasmado a esta Mérida, otroraconventual, hoy académica, reservada a veces, pero siempreacogedora y cordial. A esta Mérida, preciada joya de la na­cionalidad, engalanada hoy con su gala cuatricentenaria, yengastada en el broche de sus picos y con el diamante de susnieves en el corazón de la Venezuela culta. Ciudad de tradi­ción y de blasones, de comprobado patriotismo y de precla­ra hospitalidad y gentileza ... Por segunda vez he arribadohoy, cuando la honrosa invitación de la Honorable JuntaCuatricentenaria me ha traído aquí, para dialogar amable­mente con ustedes sobre la personalidad, pensamiento y o­bra de un merideño ilustre: el doctor ALBERTO ADRIANI.

Al evocar a Adriani en esta solemne fiesta cuatricentena­ria no pretendemos hacer de él ni una síntesis biográfica, niun panegírico. Para lo primero sería escaso el tiempo dispo­nible. Lo segundo juzgamos inoficioso. Voces y plumas másautorizadas que la nuestra, entre ellas las de Mariano PicónSalas, Uslar Pietri y García Chuecos, han escrito y dicho ad­mirables cosas sobre Adriani, en páginas de emoción y fervor,de dolor angustiado por la prematura desaparición de quien,por su férrea voluntad, su sólida capacitación y relevante pa­triotismo, estaba llamado a realizar en Venezuela, en los cam­pos de nuestra economía y finanzas, obra perdurable y defini­tiva, afianzada por la solvencia de su honestidad pública yprivada.

Esto nos ha indinado a preferir, para esta charla, el en­foque de la personalidad de Adriani a través de su pensamien­to, de su obra escrita, destacando de paso su individualidad yel simbolismo que Adriani debe constituir para nuestras ju­ventudes, por su seriedad y responsabilidad, por la inquietuddesvelada que demostró por el estudio y análisis de todos losfundamentales problemas patrios, por su patriotismo y desin­terés, por su audacia que lo llevó a romper lanzas contra inte­reses oligárquicos y contra la ignorancia, la rutina y la abuliade nuestros sectores tradicionales y conservadores; por su e­nergía creadora y fecunda en nobles iniciativas y realizacio­nes. Porque Adriani, como un nuevo Vargas, HEI Albacea dela Angustia", como magistralmente le llamara Andrés Eloy

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Blanco, se compenetró desde muy joven con el dolor de nues­tra Venezuela, donde cada día los problemas se proliferansin que encontremos para eUos soluciones adecuadas y justas,y donde una economía deformada porel extraordinario desa­rrollo de una industria extractiva y precaria ha desarticuladolas fuentes naturales de la producción, nuestra agricultura ynuestra cría; y, lo que es peor, ha viciado nuestras costumbrescon el exceso de riqueza fácil y nos ha encadenado fuerte"mente a los intereses y economías del imperialismo interna­cional.

Adriani, nacido en Zea en 1898, de una honorable fami­lia de inmigrados italianos, manifestó desde su adolescenciadecidida vocación por las lecturas y estudios científicos, alos que se dedicó con disciplina y método ejemplares. Dosanécdotas, narradas una por Picón Salas y la otra por GarcÍaChuecos, nos dan la talla del joven Adriani. Relata el prime­ro: "Mi primer recuerdo y conocimiento va a un joven de 16o 17 años que estudiaba su bachillerato en Mi'rida allá por1916 y de quien los muchachos sabíamos hacernos lenguas enlos escolares corrillos de la Plaza Bolívar. Lee en francés, in­glés e italiano y no lee precisamente novelas sentimentales niaventuras de cowboys, Posee unos Atlas alemanes de Geogra­fía Económica y conoce bien lo que producen las principalespotencias del mundo y cuales son sus recursos. En las clasesde Geografía, avengonzando a esos profesores frecuenternen­le malos de la Provincia, puede seguir la ruta del Transiberia­no llegando hasta el distante Wladivostock en el Pacífico. Yesa complicada ofensiva aliada-en los Dardanelos nadie la sa­he seguir y explicar mejor que PI. Pregúntele a Adriani quiénganará la guerra europea. De los diez o quince mil habitantesque tendría la ciudad de Mérida, este muchacho rubio, un po­co solitario pero de quien todos dicen que es el mejor y elmás inteligente, sólo él podría contestarlo ...". y cuentaGurda Chuecos que una vez, cuando Adrianí trabajaba en laCancillería con Esteban Gil Borges, lo encontró éste ciertodía leyendo ese maravilloso poema en prosa que es el Artede Amar, de Ovidio. Gil Borges comentó, medio en guasa me­dio en serio: "El Bachiller Adriani, cuando lee inmoralidades,las lee clásicas..."

Terminados sus estudios en el Instituto "Santo Tomásdo Aquino", de su pueblo nativo, Adriani marcha a Mérida

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y después a Caracas, donde inicia estudios de derecho en laUniversidad Central. Insatisfecho marcha después a Europa,actúa tres años como Secretario de la Delegación de Venezue­la en la Sociedad de Naciones; sigue cursos de Economía yCiencias Sociales en la Universidad de Ginebra; y pasa des­pués a Londres y a Washington. Adriani va a esas urbes sólocon un afán: capacitarse, observando, estudiando; mode­lando su recia personalidad para un destino que él intuíapróximo. Para una labor que él sabía que estaba llamadoa desarrollar. Era como un acuerdo, un compromiso íntimode Adriani con su país. Y con amor, con abnegación, con sa­crificios, comenzó a automodelarse. Estaba forjándose en :el molde heroico de los pioneros, de los conductores. La Ve­nezuela rústica y pastoril de Juan Vicente Gómez habríade ceder paso a una Venezuela tecnificada, moderna, indus­trializada, saneada y surcada de buenas vías de comunicación.Una Venezuela que se pusiera a tono con lac; naciones másadelantadas de Occidente y que aprovechara los cuantiososrecursos petroleros para impulsar una economía natural po­derosa. Para esa gran tarea requeriríanse hombres distintos,de una mentalidad nueva y de mayor capacitación. AlbertoAdriani fue el primero en comprender ese destino y aceptaresa responsabilidad. Por eso las personalidades vigorosas leimpresionaban. Walter Ratheneau, el gran judío alemán comoél le llama, le seduce por la gran obra que realiza en Alema­nia después de la primera guerra mundial. En la Alemaniaque, destrozada en Versalles, se levanta sobre sus escombrospara erguirse de nuevo, a los pocos años, como primera po­tencia industrial de Europa y del mundo. Mussolini le fasci­na igualmente durante los primeros tiempos de su actuación.Por su energía indomable, por su capacidad de trabajo, porSUs concepciones grandiosas, por su talla de gran conductorde hombres. Esto, mucho antes de que ILDuce, cegado porla megalomanfa de poder, intentara la torpe aventura impe­rialista de Abisinia, y errara tan lamentablemente al unirla política exterior de Italia, cuna de la latinidad, con la delgran loco trágico y genial que fuera Hitler, líder de un movi­miento nacionalista, racial y teutónico contrario a los inte­reses tradicionales de la cultura occidental. No debe extra­ñarnos esta admiración de Adriani por Mussolini, porque la .

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vida de éste, contemplada hoy no desde un ángulo de apa­sionada parcialidad sino con amplia perspectiva histórica,merece, por lo intensa, batalladora y dramática, y por sumuerte- tan indigna, como no la sufrieran Bruto o Catilina,la pluma de un Suetonio o de un Plutarco modernos.

Así, admirando a las grandes figuras europeas de suépoca; amistándose con personajes como Benes; estudian­do afanosamente economía, finanzas, estadística, problemasde salubridad, de vialidad, de educación, de población; ac­tuando en escenarios y centros científicos de fama rnun­dial, Alberto Adriani se prepara para su regreso a la patria.Ya, dice Picón Salas, está presto para saltar sobre su presa,"tiene sólido el músculo, rápido el pensamiento y dura lavoluntad. Conoce todas las formas en que puede presentar­se el e-nemigo y la manera de vencerlo en cada una. Desdesu aldea natal mira acercarse la hora decisiva en que va aentrar al escenario de la actuación pública... "

Muere Górnez. Se 11' llama primero para Ministro deAgricultura, Poco después pasa al Ministerio de Hacienda.Su obra allí, en tan pocos meses, es de todos conocida. Us­lar Pietri, con su ática pluma, nos da una semblanza rápidadel novel y ya famoso y controvertido Ministro. Dice: "Nun­ca podré olvidar la atmósfera de energía y de confianza quese respiraba en su presencia. Tenía la voz metálica y apresu­rada y cierta brusquedad en el tono que contrastaba con" suafable naturaleza. Cuando comenzó a trabajar en la adminis­tracion pública lo hizo como un hambriento. Quería multi­plivur las horas y los días para n-ndir la labor que le habíasidu negada por tantos años. Corrientemente pasaba diecio­('ho horas en su mesa de trahajo".

Il

Leyendo detenidamente la o~a de Adriani hemos podi­00 penetrar en su pensamiento, Es un idealista. Católico portradición familiar, no parece sin embargo adscrito a un creodo determinado. Pero es adversario categórico del positivismomaterialista. Señala, al efecto: "El positivismo fué la religióndel siglo XIX. Animados de la fe en la ciencia, legiones de saohios se prometieron sorprender los secretos de la naturalezay dI' la villa: En el análisis de las realidades visibles buscaron

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la explicación de las diversas manifestaciones del universo.Todo cuanto no sea realidad sensible, todo lo que no puedareducirse a cantidades y a propiedad físicas y 'químicas noexiste y debe SN exc1uído del campo de la experiencia y delsaber. Se cumprende bien a cuáles consecuencias llegaba uquería llegar el positivismo en los dominios de la moral, de'la religión y de la política. En el camino se desvanecieronsus pretensiones. Al contacto de las realidades impondera­bles pero activas la teoría resultó falsa y vana. Hubieron deconvencerse los novadores ilusos de que la imposibilidad dela evidencia no basta para desechar o negar las realidades quese resisten a la inspección de nuestros cinco sentidos ..."Sin ser un filósofo, porque Adriani fue antes que. todo unhombre de acción, su preclaro talento le hizo comprenderpronto que el ateísmo materialista del siglo XIX no fue sinouna pose en cierta forma juvenil de una humanidad deslum­brada pur los adelantos científicos. Algo así como la pOSE'rebelde y negadora de la adolescencia. Sabía él que cuandoel hombre, mediante la experiencia y el dolor, mediante elestudio y la meditación, se adentra en las fuentes profundasde la vida, llega a sentir la necesidad de creer en el destinosuperior de la criatura humana, en su espíritu inmortal. Yadesde el viejo Sócrates nos viene esta creencia, que constitu­ye una de las más preciadas tradiciones de nuestra cultura,su concepción básica. Cuando parientes y amigos le instabanpara que se fugara y burlase así el fallo del Tribunal de losOnce, aquél, a quién el 0ráculo de Delfos había calificadocomo el más sabio de los hombres, respondía sonriente,en éstos o parecidos términos: "No puedo eludir la ley, porinjusta que ella sea, ni manchar mi vida con un acto de co­bardía. La muerte nada significa para quien ha predicadosiempre la existencia del alma inmortal ..." Adriani, quiencon toda seguridad habría leído a Max Sheeler, compren­dió nabalmente que un ¡fosero materialismo era la negaciónde toda cultura, la cual supone un afán incesante de perfec­cionamiento y un acercamiento del hombre a la divinidad.El goce fácil, la brutal y simple satisfacción de los apetitos,"el despiadado predominio del más fuerte, serían sus conse­cuencias. En una palabra: la anticultura. Claro es que, pres­ciridiendo del concepto de moral religiosa y de la acepta­ción de los principios del jus naturalís, podernos concebir

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una ética social, como producto histórico de cada grupoo sociedad humanos, la cual normalizaría la conducta delos individuos. Es la vieja tesis de Savigny y sus seguidores.Pero ello no basta. Desde el Código de Hammurabí hastael Decálogo mosaico, desde las Institutas hasta las SietePartidas o hasta el Código Napoleón, el derecho y la moral,pese a ser productos históricos, han requerido, como fun­damento natural indispensable, la creencia del hombre enDios y en su origen divino. Sin esta creencia poco o ningúnefecto coactivo y regulador de la conducta humana hubiesentenido instituciones, morales y leyes.

En 1919 publica Adriani un artículo en la Revista"Ariel", titulado "Intelectualismo", donde vuelve sobre el te­ma y exalta el esfuerzo creador del hombre de la Edad Media,añrmando: "Después de la invasión bárbara desaparecían casipor completo para Occidente los elementos de la civilizaciónantigua. Sin ese bagaje comprometedor para la libre expan­sión de la vida y principalmente para la nueva concepcióncristiana, la humanidad concentraba su espíritu, daba seguri­dad a sus ideas, y, con la Biblia y con restos de filosofía anti­gua, que aún conservaban los claustros, se puso a hilvanar unanueva civilización.". Continúa diciendo que sin la anárquicainfluencia de las ideas esencialmente escéptica.'> que habíanelaborado la vanidad y la sutileza griegas, (a excepción de lossocráticos intercalaríamos nosotros) el hombre alcanza po­tencia inesperada. Que este notable esfuerzo mental culminócon el intento fugaz del Renacimiento, cuando se pretendiófundir las dos concepciones disímiles de paganismo y cristia­nismo; o sean: la filosofía greco-romana que propugnaba yperseguía el triunfo del hombre so};)re el destino y la natura­leza, con la exaltación de la energía humana (titanes, héroes,etc), con la filosofía cristiana, que no pide triunfos aquí enla tierra, que no da lugar a la satisfacción de ningún egoísmo,que en cierta forma es contraria al desarrollo de la culturay del progreso materiales, porque merma el orgullo y laprepotencia del ser, pero que, en cambio, vigoriza el "yo"íntimo con la meditación, lo enriquece..con la fe y lo depu­ra de los peligros de caer en sibaritismos y refinamientos delujo y molicie, que, según Adriani, dieron al traste con lasantiguas culturas y acabaron con la Roma de los Catones y

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los Fabios. Agrega el entonces muy joven ensayista algunasconsideraciones contrarias al "dilettantismo" y a los "eere­bralismos" e "intelectualismos", sugiriendo que hasta lospoetas atienden hoy bien poco a las sabias y solemnes reve­laciones que aprenden de sus comunicaciones con las pro­fundidades del "yo". Y concluye aseverando que, fracasa­do aquel esfuerzo renacentista, el cual sin duda nos legó ñ­

guras ejemplares, las ideologías e íntelectualismos no han he­cho después otra cosa que "complicarseU y hacer vacilantey enferma la voluntad, "porque falta a la vida humana la fór­mula equilibradora que le permita adentrarse en lo remotodel misterio". En este sentido califica al positivismo de "sis­tema esencialmente pesimista, que disminuye el campo dela investigación y de la vida; que pareció imposibilitar todaascensión humana y ahogar todo aliento masculino de reno­vación". Por tales razones propugna Adriani un idealismo ac­tivo, práctico si se nos permite la antinomia. Y entiéndasebien, esta posición de Adriani no envuelve sectarismos reli­giosos de ninguna índole. No era propiamente un creyente,en la pureza del vocablo, sino simplemente un convencidodel origen y destino superior de la criatura humana.

En estos ensayos juveniles, publicados antes de su via­je a Europa, lo mismo que en su tesis de grado sobre un temade psicología comparada, que titula "El tipo criminal natoante la sana filosofía", muéstrase ya Adriani como escritorhábil, de correcto y vigoroso estilo. Podemos discrepar contodas o con algunas de las ideas por él emitidas, pero sin dejarde admirar la seriedad de su pensamiento y la acuciosidad ycapacidad de análisis que manifiesta el novel pensador.

Desde sus primeros escritos Adriani estudia igualmenteel régimen político de Hispanoamérica y cae necesariamenteen el enfoque de las autocracias caudillistas. Las repudia enprincipio y hace suya la expresión del mejicano Bulnes cuan­do sostiene: "El régimen personal es magnífico sólo como ex­cepción, porque bajo su imperio el pueblo se acostumbra aalcanzarlo todo del favor y de la gracia; a ser el esclavo delprimero que lo quiera; la cortesana impúdica del primero quela acaricie". Se muestra Adriani partidario, para el estadode nuestra República en aquellos ya lejanos tiempos (1919)y quizás bajo la influencia del régimen entonces imperante

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de gobiernos "tutela res", "paternahstas", pero nuru a deldespotismo autocrático. El Estado-Gendarme dice, debe cedel' paso a: Estado-Providencia. Por ello se muestra igual,mente contrario a la demagogia, a la encendida lucha partídista, a la poütqueria. La discursomanía o verbalismo ('alle­jero no le satisfacen. Es joven mesurado, n-flr-xtv o, qut' s"prepara para una gran labor, no como tantos de nosotrosque nos quemamos imberbes e impacientes en la are-na candente de la pugnacidad poi ítica. Lo que anhela es investigar, viajar, observar hombres e instituciones, pueblos y <.contecirrnentos. Formarse una cultura sólida y profunda, deeminente contenido universahsta y hurnarustico, eu la m,',jor acepción del vocablo. Pero debemos situarnos po Iosmomentos en que --scribió Adriant para interpret.ar me-jorsu pensarment '.

En lo tocante a educar-ion sigue las huellas de MIgu,,';-Iuse Sanz, Hel!o, Rodríguez y del mismo BolíVar. J{edla;talos sistemas "dásICUS", porque afirma adolecen de "rru-mo­rtsrn-.", dp faJ la de observarión, de dogrnausruo y dio' menosprecio de la educación del jurcio y de ;<1 voluntad. PHidama en cambio una educación pn.idlc<l, reahsta, u ulrtana, y la creación de ínstitutos técnicos y de escuelas deartes y oficios, de donde, a la ruane ru de las ¡';,c,lela;; Hl"a,les alemanas. salgan los dtrevt.ores .Y capataces dt, nu est ranaciente industria, los "average man" corno los llamanen Norteamertca,

Sigulendo l! Sarmiente, y a Alberdi rree Adriarn quela educación y "a inmigra, :,", son los dos medios in~hs'

pensahles para el progreso de estos paises. En sus CUtl'WIl

tadus escritos de juventud se refiere, en cuanto al factorraza, a las ideas ya superadas de Le Bon y Gobineau, peroles hace severas críticas, y augura que en la América in·do española se está forjando la raza del porvenir y que unagran cultura tendrá por sede el territorio que comprendeel vasto sistema fluvial integrado por el Orinoco, el Ama­zonas y el Plata.

Ya en Ginebra, Adrtaru parece abandonar las metafí­sicas y se adentra con ímpetu en los cañipos de las cienciasSOCiales y experimentales, cuyo objeto es el hombre. comoser colectivo. Preocupa a él, pnrnordialmente, Venezuela.rnvesuga a fondu todos nuestros problemas esenciales: via

lidad, sanidad, agricultura, inmigración, colonización, mone­da, cambios, inversión de capitales extranjeros, crisis' eco­nómicas, culto a los héroes. Parodiando la conocida frasede Goethe, aplicada al Barón de Humboldt, podríamos de­cir de Adriani: nada de lo que es venezolano le es extraño.

Analicemos, siquiera superficialmente, las ideas de A­driani sobre inmigración:

En primer término asienta la premisa de que, según eljuicio casi unánime de estudiosos en cuestiones sociales, laprosperidad económica y el adelanto social de un país de­penden del aumento de su población. En un artículo fecha­do en Ginebra en febrero de 1925 nos habla de la relacióníntima entre población y saneamiento, cita numerosos ejem­plos, y concluye diciendo que no es suficiente sanear, sinoque, para conservar el saneamiento, requiérese indispensable­mente poblar y explotar las tierras reconquistadas, poniéndo­las al servicio del hombre. En otros trabajos nos habla delas conclusiones de orden' práctico y jurídico tomadas en ma­teria de inmigración en las sucesivas conferencias internacio­nales, desde la reunida en Bruselas en 1910 hasta la celebra­da en Praga en 1923, que fueron, en resumen: que los Esta­dos establezcan estadísticas en materia de inmigración y emi­gración, según métodos tan idénticos como sea posible y queen las estadísticas de la Oficina Internacional del Trabajo seanintroducidas mejoras; que en las comisiones internacionalesde estudios sobre las emigraciones humanas sea asegurada larepresentación de los países en planos de perfecta igualdad;que entre los países de emigración se establezcan relacionescomerciales tan activas como sea posible; que los Estados in­teresados cuiden de asegurar a los trabajadores intelectualesque ejerzan su actividad fuera del país de origen, una situa­ción de acuerdo con la naturaleza y el valor de los serviciosque puedan...prestar; que las convenciones en materia de emi­gración e inmigración no pueden jamás imponer a un paísjurídicamente organizado y en el goce de su soberanía, medi­das cuya naturaleza pueda sustraer al inmigrante a la legisla­ción y a la jurisdicción de cada país; y que toda resoluciónconcerniente a inmigración debe estar inspirada en el dobleprincipio: igualdad de derechos civiles entre nacionales y ex­tranjeros y de la calidad de hombre libre que debe ser recono­cida a todos los inmigrantes; y los derechos y la dignidad de

la ¡Jt'rsona I.uu.ana ddwn se-r respetados y ¡.IflAl'g:dus en tu­das partes, sin que pueda rozarse siquiera levemente la sobe­ranía de cada ~:stado dentro de sus fronteras. En trabajos pos­teriorl:'S Adriani amplía conceptos y establece que el sólovolumen de población, independientemente de cualesquieraotra consideración, es un Iartor de pr.. gr.-so , señala quecon la inmigración disminuye la presión dt' la clase mediaen la actividad política, porque los irnugrantes generalmentese encargan de las tareas más duras y menos productivas; Y aestas ventajas de urden económico y político agrega las proveonientes de la introducción de hábitos cívílizados, de costumhres y conocnnient os útilt's en agricultura, artes, comercio,ciencia del gobierno, etc., que SIrven de estímulo y de enst',ñanza paralos nacionales. Se pronuncia por una políttca esta­tul intervencionista en materia de inmigración, mediante laselección de los contingentes inmigratorios, la creación deorganismos especiale-s para unpulsarla y canahzarla, dice queuna pol ítica inmigratoria sólo puede dar ventajas óptimas siSI' Id combina con un adecuado plan de colonización paralas regiones despobladas del Orinoco y la Guayana, añrmandoque ésta está llamada a desempeñar en Venezuela el mismopapel que jugó el Oeste en la formación de los EstadosUnidos y concluye aseverando que es muy posible que un díadescubramos que verdaderamente en la Cuayana estaba ElDorado que tanto buscaron los conquistadores, Por últimoAdriaru, como lo han hecho posteriormente otros econo­mistas, alerta acerca de los peligros de una inmigraciónincont rolada y que exceda a la capacidad de asimilación delpaís, porque un ritmo demasiado acelerado del progresoeconómico, derivado del aumento rápido de la poblactón,puede ser la causa de una Inmensa destrucción de recursosnaturales. Peligro éste tanto más viable en Venezuela, cementamos nosotros, cuando que de por sí nuestros nauvos,con métodos irracionales de cultivo y talas despiadadas, hanerosionado salvajemente nuestras tierras y acabado en 3rllI'parte con las ricas rCSHvaS forestales de muchos Estados,como en los Cl!.:'US de Portuguesa, Bartnas, rte.

~n lo tocante ¡J la industria del petróleo el criterio deAd naní es me ridiano, Dice, al respecto. .. Los beneficios dela industna petrolera 00 pod ían ser los que esperábamos,En verdad que esta Industria aumentó el volumen de nues-

tra producción y de nuestra exportación, acrecio la produc­tividad del trabajo nacional y apresuró mejoras en nuestrascomunicaciones con el exterior y en nuestras facilidades pa­ra el comercio extranjero. Sin embargo, por su índole y porla estructura particular que ofrece en Venezuela, esa indus­tria es, desde el pqnto de vista económico, una provinciaextranjera enclavada en nuestro territorio, y el país no obtie­ne ventajas con las cuales podamos estar jubilosos, por másque sean en cierto sentido satisfactorias. Hay que ver quegran parte de las sumas correspondientes a las exportacionespetroleras se quedan en el extranjero para satisfacer rentas decapitales extranjeros invertidos, maquinaria y aprovisiona­miento extranjeros, fletes de navíos extranjeros, altos em­pleados extranjeros. Repentinamente, sin consideraciones'excesivas para nosotros, aún cuando talvez con causas justi­ficadas, reducen un día sus explotaciones, dejando sin traba­jo millares de venezolanos y sumidas en la crisis ricas regio­nes venezolanas ..." Así, en forma categórica y valiente, de­fine Adriani su posición anti-irnperialista y esboza los linea­mientos de una sana política petrolera. Fue en todo, sin na­cionalismos estrechos, un celoso defensor de los interesessupremos del país.

Casi innecesario juzgamos hablar acerca de la intensacampaña desarrollada por Adriani en favor de una correctapolítica cafetera, de una explotación racional del fruto quesirva para mejorar su calidad y elevar su precio y fama en elmercado internacional; de la creación de estaciones experi­mentales, para la investigación y estudio de puntos que esti­ma esenciales: la sombra adecuada para el cafeto, su abono,selección de semillas y trasplantes, sistemas convenientesde plantación, operaciones de cultivo, métodos de recolec­ción y beneficio de cosechas, etc. De todos es conocida laalerta angustiada de Adriani para que el Gobierno adopta­ra medidas ,cónsonas para conjurar siquiera parcialmentelos efectos de la tremenda crisis de 1930-1933, lo que ape­nas originó una torpe política de subsidios. Su preocupación,al notar el estancamiento de nuestra producción cafeteracon relación a la escala mundial, y al ver como, debido aello y a la mala calidad del fruto, descendíamos del tercerlugar entre los productores del mundo, que ocupamos en188] ,hasta el sexto que teníamos en 1930; y desde el

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15 l), o de la producción mJ n .hal de SJdVt'S 4 ue tvn ía:n"saquel mismo ano hasta ("1 7,8% que marcarnos en el quinquemo 1930 1935. Numerosos trabajos, conferencias. art ículos, preparo Adriani sobre 1:'1 tema di- la industria ca­Ietera, y para explic-ar nuestra dr-cadcncta atr:cl.~a (sin aludír al factor primordial que fuera el descutvimu-nt.. de!petróleo) anota: "La verdad r-s qi.e en llld!t'rll de ag.uultura nos habíamos quedado en lo que sah í m nuestros anotepasados de la Colorua, sembradores de cacao, anil y tubaco. En Id dominio de la agricultura tropical, por obrade holandeses, ingleses y yankis principalmente, SI' hanllevado a cabo considerables progresos, que han n-v 01 licio­nado la técnica dt' los grandes CUltIVOS. A esa revolucionhabíamos permanecido evrraños ..."

Así, en todos los problemas' carre-teras, ferrocarriles,hospitaies, demuestra Adriani. fe rvorosamentc y con lujode aptitudes, su entranable amor por Venezuela. Bien ganadatiene el la frase lapidana de Uslar Pietri: "Ni los caciquessurgidos de una raza contemporánea del Padre Orinoco, mlos hombres que a puro heroísmo ganaron la Independencia,ni los descendientes de los antiguos colonos, han sido vene­zolanos, de modo más funcional y sustantivo, que este hijode italianos ..."

III

El ejemplo de la obra y de la vida de Alberto Adrianidebe constituir un valioso y perenne símbolo para nuestrasjuventudes. Su preocupación, su capacidad de trabajo, su in­cesante esfuerzo por servir a los intereses supremos de la na­cionalidad, deben ser normas y fuente de inspiración para lasnuevas generaciones venezolanas. Ya hemos afirmado que laPatria es hoy, más que un contenido y una expresión geográfíe o-políticos y por encima de ellos, un concepto espiritual,que determinan una historia, una tradición, una cultura, uncomún origen étnico, una religión y el amor innato por Unatierra y por sus héroes y hombres representativos, Como con­cepto espiritual el sentimiento de patria no PUCdl' ser algoquieto o dormido, sino dinámico y vivaz, vigilante y construc­tivo, que lleve implícito un constante y vigoroso anhelo de

superación. Patria es pasión y es deber. Pero en la compren­sión de este deber no todos andamos acertados. Muchos bus­can hacer patria laborando únicamente por el propio medro,otros rechazando todo lo extranjero, otros alabando todolo exótico; o poniéndola de pretexto para justificar odios,rencillas partidistas "O individuales ambiciones. Pero esto noes hacer patria. Hacerlo, es sentir la obligación de todo hom­bre y en especial del hombre culto para con su tierra, paracon su ciudad, su pueblo o su aldea. Es perenne desvelo paracumplir con el hogar, con la familia, con la comunidad. Y,primordialmente, con la Patria. Y este fue el legado-que le de-jó Adriani a las juventudes venezolanas. Porque se hace ne­cesario y urgente hacerle comprender a la juventud que losdeberes superiores para con la Patria no excusan, sino másbien requieren y exigen como complemento, el eficaz cum­plimiento de los deberes individuales específicos que corres­ponden a cada quien según su estado, condición, capacidady compromiso. Bueno es recordarle que sólo acendrandoconocimientos y fortaleciendo el ánimo y la disciplina men­tal, puede el joven prepararse y capacitarse para realizar enun futuro próximo obra perdurable y definitiva en benefi­cio del país. El ejemplo de Alberto Adriani es notorio. To­da su juventud fue un afán inacabado de perfeccionamientode culturización, de aprovechamiento. El intuyó que en nues­tra época la técnica debía prevalecer sobre la retórica, la dis­ciplina sobre el jacohinismo iconoclasta, la fe sobre el escep­ticismo. La pasión de patria, sobria y callada, sobre la estri­dencia de la vocinglería. 'Debe la juventud estudiosa volverlos ojos sobre sí misma y con sinceridad autocrítica enrurn­bar y canalizar sus esfuerzos para servir a la Patria sin descui­dar la formación y cultivo de la propia personalidad. No enencasillamientos egoístas, ni en la manoseada torre de mar­fil, porque todos somos ciudadanos y a todos nos interesansubstancialmente los problemas de la República, pero sí conla seriedad, reflexión y cordura que Venezuela tiene el de­recho y el deber de exigir a sus promociones juveniles, él lasnuevas generaciones, en las cuales se cebó cruelmente lainsania de la reciente y brutal dictadura.

Un legado espiritual invalorable dejó Adriani para lajuventud venezolana. Cuando sumido el país en el sopor bo-

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chomoso del gomezalato, cuando acogotadas las libertadespúblicas, anulado el derecho, sofocado el pensamiento, mar­ginada la República a todas las corrientes ideológicas y alpensamiento científico y cultural mundiales; cuando leía­mos a escondidas a Tolstoy y a Andraiew, a Dostoyewski ya Chejow; cuando el solo nombre de Marx o de Lenin cons­tituía grave delito. En un ambiente propicio únicamente parala corrupción y la molicie, donde los jovencitos bien aspi­raban apenas a holgar en botiquines y billares, a conseguiruna beca del Benemérito o una canongía o prebenda fácil,mediante la adulación y el servilismo, En este' medio nega­tivo a todo lo que fuese espiritualidad y energía creadoras,Alberto Adriani desde esta ciudad, desde esta ciudad coloca­da sobre un monte como reza su expresiva y hermosa leyen­da latina, Alberto Adriani, repetimos, se dedicó tenazmentea automodelarse, a afilar sus mejores armas para la futuranoble contienda, fortaleciendo el escudo de su fe, para, cualcruzado ideal de la patria, erguirse más tarde en el más puroy ardiente defensor de la economía venezolana, del hombrevenezolano, de la tierra venezolana. Su civismo fue pasión yllama viva. El ardió todo en encendido amor por Venezuela.Fue merideña luz consumida al servicio de la República. Pero,cual llama y luz votivas nunca se extinguirán sus resplandores.Ellos brillarán perpetuamente en' la conciencia colectiva. Y,de manera especial, en la clara y vigorosa conciencia de nues­tras juventudes.

Señores! ...

V. TORREALBA SI,LV A

Mérida, 7 de octubre de 1958

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PRESENTACION

(De la Cuarta Edición)

Si a quien firma la presente nota le fuese permitido cambiarel título de esta cuarta edición de la obra post-mortem deAlberto Adriani, en vez de Labor Venezolanista la titula­ría con una expresión del Dr. Arturo Uslar Pietri en el pró­logo de su primera edición: PASION VENEZOLANISTA.Porque en nuestro criterio este es el calor vital que emana dela llama que arde en estas páginas. "Esta es -escribe Us­lar- la hoja de temperatura de esa Pasión Venezolanista(sn) que se apoderó del alma de Alberto Adriani desde queasomó su inteligencia al panorama de la tierra, y que tanviva y pertinaz fué, que todavía, despues de su muerte,vibra y batalla".

Alberto Adriani es -lo escribo en tiempo presente-: uno delos hombres mas profundos del pensamiento venezolanode todas las épocas y el que en grado óptimo ha contri­buido al conocimiento real de nuestro país. Su obra quefué extremadamente limitada en el campo de las realiza­ciones Concretas y pragmáticas -mo tuvo tiempo para ello­es, sin embargo, de ilimitados alcances como forjador de

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un modelo de desarrollo para Venezuela encuadrado enlos términos de nuestras propias y específicas realidadessociales. Nadie como Adriani ha puesto tanto énfasis enla imperiosa necesidad de un pensamiento venezolano querecoja los elementos fundamentales de nuestra esenciade pueblo, encause sus poderosas fuerzas hacia el logrode una economía de sólidas bases autónomas e indepen­dientes, que aproveche al máximo sus incalculables recur­sos materiales y los ponga en función de un aprovechamien­to integral para bienestar de sus escasas masas poblado­ras.

Esta hora de serias dificultades por las que atraviesa Vene­zuela y la América toda, para decirlo en la expresión delHimno Nacional, es buena para la reflexión y el análisisy nada mejor que la obra de Adriani, agotada desde hacemuchos lustros, para que las nuevas generaciones tenganoportunidad de conocer de primera mano su pensamientooriginal.

El CONSEJO DE PROFESORES UNIVERSITARIOS JU­BILADOS de la Universidad Central de Venezuela con la co­laboración de sus autoridades rectorales, del Fondo de Jubi­laciones del Profesorado y muy especialmente de la Aca­demia Nacional de Ciencias Económicas que ha contribuidodecididamente para esta edición, considera haber cumplidoun deber y realizado un invalorable aporte al recoger bajo susello editorial la obra de Alberto Adriani en su cuarta ediciónen cuya realización ha contado con el amor puesto en el es­fuerzo desinteresado de la Licenciada Mireya Villa López yAmparo Aldrcoñ de Trujillo en quienes descansó la respon­sabilidad de la edición.

ARMANDO ALARCON FERNANDEZMesa Bolívar (La Tala), Estado Mérida

Vacaciones de Agosto de 1984.

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INTRODUCCION

(Oc la Cuarta Edición)

Se me ha encomendado una honrosa pero difícil ta­rea como es la de escribir estas notas para la introducciónde la cuarta edición del Libro de Alberto Adriani, "LABORVENEZOLANISTA" ("Venezuela, las Crisis y los Cambios")sub-título inspirado en lino de sus trabajos.

Queremos dejar constancia que con esta publicaciónconcluye un largo peregrinar por varias Instituciones del Es­tado en la búsqueda de un editor, tarea nada fácil en unasociedad como la nuestra donde tienen prieridad otros in­tereses que proporcionan más dividendos. De allí que "lasdiligencias efectuadas, gimplemente se quedaron en pro­meS98. .Siempre n08 quedó una esperanza, porque pensa­mos que no todo está perdido en nuestra querida Venezue·la. En una tarde de agosto de 1983, cuando realizábamosla selección de los materiales que "abíamos recopilado en~uestro afán de acopiar la mayor información para. tratar

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de enriquecer cada vez más nuestros conocimientos acer­ca de la vida y obra de Alberto -escritor venezolano qu'e sedestacó en el mundo de la econom ía y de las finanzas en laVenezuela de la década de los años treinta, pensamos enla conveniencia de -plantear la reedición del libro a niveluniversitario y así lo hicimos. Entramos en contacto conel Dr. Armando Alarcón Fernández, Director General delConsejo de Profesores Universitarios Jubilados de la Uni­versidad Central de Venezuela. Efectuadas las conversacio­nes de rigor, el Dr. Alarcón aceptó el reto y con toda subuena voluntad, mística de trabajo de su equipo, la idease convirtió en acción y ésta en la obra que hoy podemosdisfrutar nuevamente. Valioso libro que consideramos de .gran utilidad, dada la actualidad, dimensión y proyecciónde su discurso escrito en la Venezuela del presente, sacu­dida por una grave crisis económica con sus modalidadesfinanciera y fiscal, crisis que Alberto Adriani pudo preverhace exactamente cincuenta Y tres años.

En la Venezuela de hoy, con sus numerosos .proble­mas y necesidades de urgente solución, el pensamiento a­drianista cobra cada día mayor vigencia por la característi­ca de sus escritos, siendo el signo primoridal de los mismosla gran preocupación por el país y su inquietud por cuantoacontecía en América Latina y el mundo. Este Libro reco­ge lo más esencial de su pensamiento, en él encontramosestudios críticos sobre política nacional, economía, políti­ca tributaria, monetaria, financiera y fiscal, educación, in­migración, agricultura y petróleo. En ellos expresa sus ideasy opiniones respecto a Venezuela, sus problemas, posiblescrisis y además los futuros avances en materia económicay tecnológica que tendrían lugar.

El mensaje adrianista, su orientación, pensamiento yespíritu estuvo y sigue presente en cada situación difícilvivida por nuestro país petrolero y dependiente, donde haquedado de manifiesto, el agotamiento del modelo de de­sarrollo económico, la gravisima dilapidación de las rentasdebido a la mala administración de las mismas y la crecien­te corrupción administrativa, flagelos contra los cuales in­sist ía Adriani habia .que luchar siempre para tratar de lo-

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grar su erradicación y enrumbar el país hacia su progresodefinitivo. En tal sentido, se impone el rediseño de un nue­vo modelo de desarrollo económico libre de presiones y a­contecimientos internacionales.

Creemos con Adriani que la agricultura ha debido serla primera industria de nuestro país y además de todos aqué­llos países que no quieran perecer algún día. Sin dejar dereconocer que "El petróleo es un elemento importantísimode nuestra economía nacional y. en particular de nuestraeconomía fiscal, pero no tiene derecho, ni es convenientedárselo, a la preponderancia absoluta sobre todos los demáselementos de nuestra organización económica" (1)

Recomendaba Adriani en la pasada crisis económica de1929, la racionalización de nuestra econom lél pero tam­bién -y esto es muy importante, por cuanto hoy cobra unagran actualidad- la conducta de todos los venezolanos, cadauno de nosotros debe aducir esa consigna.

En esta hora difícil de Venezuela, cuando una nueva en­sis nos agobia y sobre la cual no creemos se ha tomado verda­dera conciencia de su gravedad. debemos tener claro, que larecesión económica actual es derivada en buena parte por lamalversación de los numerosos recursos petroleros que hemospercibido en el transcurso de los últimos diez años, concre­tamente desde 1974, el aumento de las divisas petroleras de­terminó que se multiplicara el presupuesto del Estado. Seamplió la capacidad del gasto en el exterior. Igualmente au­mentaron las importaciones y creció el producto territorialbruto La llegada de esos recursos extraordinarios no fueaprovechada debidamente lo que contribuyó a acelerar losdesequilibrios hasta llegar a la grave situación de crisis quehoy sufrimos. Pensamos y no sin razón, que cada vez que ne­cesitemos estudiar el problema sobre las crisis económicasque han tenido lugar en nuestro país en el presente siglo,tendremos que hacer necesariamente referencia a los traba­jos que Alberto Adriani escribió al respecto. En ellos pode­mos observar como vislumbró con brillante mente de esta­dista y gran acierto, la gravedad y universalidad de la cri-

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sis económica mundial de 1929 y las consecuencias que lamisma tendría para Venezuela-y hacia el resto de los paí­ses de América Latina, así como las sucesivas crisis. Al res­pecto dió las recomendaciones precisas sobre las previsio­nes y medidas que debían tomarse en tales casos, pero na­da se hizo al respecto en el momento debido. Fue enton­ces cuando Adriani dijo: "La crisis ha llegado y será ruino­sa". A la vez agregó "Algún día ocurrirá un desequilibrioy se desencadenará otra crisis (no hay duda que es la quehoy vivimos) y será para los que no se preparen en los díasde prosperidad mucho más ruinosa que la actual" (2) peroes indudable que la "crisis pasará como pasaron las que leprecedieron" y no sin advertir que todo período de expan­sión desmedida de la actividad económica se traduce inevi­tablemente en una crisis, qué es a la vez la reacción y el co­rrectivo necesarios. De allí que en el año de 1932, planteóla devaluación del bolívar como una salida para atenuarla dificil situación económica. "Si la desvalorización delbolívar puede mejorar las condiciones de nuestra pobla­ción y de nuestra agricultura, se' justifica plenamente, aúncuando traiga una reducción de las entradas por el respec­to del petróleo" (3)

Consideró, que la devaluación limitaría las importa­ciones, los gastos suntuarios, se volvería más remuneradorala agricultura, se daría impulso a nuestras industrias, se in­crementarían las exportaciones, aumentaría el empleo. In­sistió que esta medida necesitaba ser respaldada por un ver­dadero plan de austeridad fiscal para todos, sin distingosni condición social. Igualmente hace referencias a los in­convenientes de la devaluación, reconociendo que "se tratade un caso de emergencia, en que se pueden usar remediosque causen inconvenientes si pueden evitar un mal peor"Tres trabajos suyos dan testimonio de lo que aqu í hemosexpuesto, ellos son: "La Crisis, los Cambios y Nosotros",

"La desvalorización del Bolívar" (fragmentos de cartas alDr. Vicente Lecuna, Rodolfo A. Auvert, Julio Planchart yal Dr. Arroyo Lameda), "El Dilema de nuestra moneday la situación económica venezolana" Estos escritos fue-

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ron publicados durante la dictadura gomecista; época enla que como todos sabemos, no estaba permitido hablar decrisis, pero dada la preocupación de Adriani por el pa is,no resistió el permanecer callado ante tanta inercia. Res­pecto a este último trabajo escrito en 1934, Julio Planchart,en carta que le dirigió a Adriani el 7 de junio del mismoaño le decía: "Su artículo ha causado sensación. Aquí enla Cámara han llamado por teléfono y venido numerosaspersonas pidiéndome ejemplares de la Revista Mercantil.A mi me ha parecido, como todos los suyos, muy bienexpuesto, no solamente con sencilla elocuencia sino conelocuencia valerosa. Los fundamentos en que usted se ba­sa son muy buenos",

En un sentido retrospectivo queremos recordar queVenezuela afrontó la crisis de los años treinta en condicio­nes por muchos respectos favorables. El país no tenía pa­ra esos años una deuda pública exterior y la deuda internaera pequeña y además, tenía una reserva de tesorería queera de Bs. 83.619.100,29 pero en cambio, atravesaba poruna crítica situación económica que en cierta forma fuealiviada por los recientes ingresos petroleros. Hoy día, apesar de los cuantiosos ingresos petroleros que el país hapercibido y que no han sido invertidos en obras realmentereproductivas, sino que por el contrario se les ha dado unuso dispendioso. Venezuela acusa una elevada deuda priva­da externa y además una peligrosísima deuda pública ex­terna que hace mucho más agudo el problema económicoy más lenta la recuperación A esta situación debemos sumarademás, la política de los grandes empréstitos practicadapor el país desde hace varios años, la cual ha comprometidosu estabilidad económica y financiera.

A más de cincuenta años de la proposición de devalua­ción violenta del bolívar hecha por Adriani ante la pasadacrisis de 1929, en la Venezuela del presente esa ha debidoser la salida. pero se ha efectuado una devaluación parcial,ante esta nueva situación de crisis económica, con las ca­racterísticas propias del momento histórico que vivimos,

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pero con mayores vtcto« de fondo, la ausencia de 108 valo­res éticos y morales. Porque dentro dé la gran crisis subyaceel problema ético y moral. esos principios que son tan deci­SiV08 en toda sociedad para su progreso y que hoy se encuen­tran un tanto perdidos, correspondiendo al Estado la respon­sabilidad de rescatarlos desde arriba.

Queremos recordar que Adriani en 108 primeros díasdel mes de agosto de 1936 -siendo Ministro de Hacienda­introdujo en la Cámara del Senado, un "Proyecto de Leysobre uarioe ramos de la Renta Nacional". Ese. Proyecto,fue el primer paso dado en Venezuela en el sentido de lamodernización de nuestro Sistema Tributario. muy especial­mente en lo que respecta al impuesto de herencias. Allídejó constancia de la necesidad para el país de un SistemaTributario, más rediticio, más equitativo, más justo. Elevarlos impuestos para atender el aumento de los eeruicios pú­blicos. En la Exposición de Motivos de ese Proyecto pode­mos leer:

El Despacho espera que mediante la aplicación del impuestosucesoral establecido en el Proyecto, podrá llegarse a levantaruna estadística de la' cual se ha carecido hasta hoy: la del montode la riqueza privada del país. su distribuci6n y su probable renotao preciosos elementos de consulta para la más sólida y justaorganización del sistema tributario nacional. Otras ventajas diS­nas de mencionarse son la de ser un impuesto de fácil recauda­ción, lo que es evidente, y de difícil evasión, ya que las sucesio­nes deben ser tramitadas de acuerdo con la Ley.

La progresivídad del impuesto, como principio general se hallamás que justificada por el arsumento bien conocido de que sien­do los más pudientes los que mayores beneficios derivan de laacci6n protectora y tutelar del Estado, lógico es que sean ellostambién lós que paguen mayores contribuciones. (4)

Respecto a la importancia de ese Proyecto para el país,en el Diario "EL UNIVERSAL". leemos:

La aprobación del mencionada Proyecto de Ley por las Cámaras

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I~ ";1: :Ltlv<:"",, tc~drj como coneecueneus el robuz¡L:cimu'oto de,'¡1:.:. c·:lt.-.-cll''' d'.;1 Tcooro. colocando ~:";í ¡¡ In Admini':',mCÍóo cmmeyor ; ')titu(¡ ~,":l':: k ejecución de lu" ~ervicio'l púbHco'l qu",o<,íJld·~'J9cnr_,:'>k- 9'.J':: d mpido y efectivo projre.o de k lll!public '.;'"rtl h"y !;;;mllbiC'tl otro moj.ivo y no de poca importe ncl.., <¡U~,

I~'u.,hn"nt:' dC'b", ;lriV'-l1 ,,010,; mi,·mbn". de k;: Cfrn"...,", p(\r,: "pro..b,1'r el rA:..,rido ¡'TUYf>('to Y!'''. 14'"'::1 rn~" \!I"andc:: fortu m"", t!x:i"te:nte;;en el pdll. 00 •.on el fruto del tr¡~b."ju. sino que pertenecen n e:¡~anü;tro::¡••,,,. I'Toddent"" d.' E,,¡tados. qUt' taJo hubieron por mediodel ""lqU."Q durante veintis¡.,>te nñ'h d .. los caudales púhlkm¡ y lnapllc.oció" del impuesto n ¡as her"nd~!" en la forma indk_'.d~ enaquél. h",r{. que vuelvan ni 1'·\Sl'''. aunque "'3 pl'ql1"¡'~" partes dolas ,,"ntldadel'> que le fu .. ron hu rt.adas ( ~ l

Creemos que Yeneeuela {'ive el momento más difícily decisuio de su histona. Es hora de tomar grandes decisionesparo tratar de dirigir el pa (8 hacia su definitiva recuperacióneconómica No debemos olvidar fll por un momento las reco­mendactones de Adriaru sobre lo que mas conven ia al país enesus años y ahora, porque él se adelantó a su tiempo y, supensamiento fue una proyección hacia el porvenir. "Venezue­la -solia decir- es un pueblo llamado a grandes destinos. Nolo pongamos fU por un momento en dudas", pero tambiénf'S cierto "que mientras no se adopte y ejecute un plan cientí­fico para la racionalización de nuestra producción agrícola, laprosperidad económica y el bienestar social de nuestro paísno podrá descansar sobre bases solidas. El porvenir del paísrequiere que se resuelran también otros problemas vitales, pe­ro la regeneración de nuestra agricultura es un factor primor­dial de ese porvenir" (6)

Ante la crisis actual, se plantea nuevamente esa reformacon el fin de mejorar la eficiencia administrativa del sistematributario para obtener mcW ingresos meduinte el control de laet'aswn, viejo vicjo que subsiste dentro de tantas irregularida­des y problemas que hoy confronta nuestra administraciónpublica y el país en general

Es necesario actuar con prontitud, porque no sabemoshasta cuando Venezuela podrá esperar pacientemente que sus

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dirigentes se decidan con la cuota de responsabilidad que acada uno corresponde a invertir las rentas del petróleo enobras reproductivas y permanentes y además, lograr una efi­ciente administración fiscal. Es urgente, ante la situaciónde crisis, llevar á la práctica muchas de las enseñanzas que nosdejó Adriani en su discurso escrito para tratar de conducirel pais hacia un profundo y verdadero cambio social con lasiembra continuada de los recursos del petróleo y de la fuer­za del trabajo. Y además es preciso que la "obra siga en mar­cha para que Venezuela sea;'. Ayer como hoy, el contenidodel discurso político económico de Alberto Adriani se actua­liza, cobra vida a través de sus trabajos alertadores y visiona­rios.

MIREYA VILLA LOPEZCaracas, Mayo de 1984

(1) Alberto Adriani. Alberto Adrlani,Estímulo de Juventud. p.363(2) Oh. cit., p.336(3) Ibidem-(4) Ibídem, p. 488 (subrayado nuestro)(5") ,José F-. del Castillo, "El Impuesto sobre la Herencia", "EL UNI·

VERSAL, Caracas, 9 de agosto de 1936(6 1 Ibldem, p. 253

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PRESENTA CION

(Para la Quinta Edición)

Es para mi un motivo de especial satisfacción looportunidad de escribir estas líneas de presentación a lo quin­ta edición del libro de Alberto Adriani "Labor Venezotanista,Venezuela las crisisy los cambios".

Alberto Adriani, persona y obra, no sólo mantienevigencia sino que adquiere especial relevancia en estos mo­mentos en que nuestro pa/s requiere la presencia de cadavenezolano en la labor constructiva de la nueva Venezuela,así como un modelo de desarrollo económico ajustado onuestra realidad. Alberto Adriani, fue un hombre públicoal servicio de los intereses del pats, de gran fmpetu de ac­ción, y su obra visionaria pregonó la necesidad de impul­sar un crecimiento económico adaptado a nuestra realidadque contribuyera a disminuir nuestra dependencia del pe­tróleo.

Hoy, cuando la economfa internacional se en­cuentra en proceso de reajuste y hemos adoptado medl­das de política económica para enfrentar esos cambios yorientados a la búsqueda de nuevas alternativas exporta­doras, sus enseñanzas cobran mayor fuerza.

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Finalmente, qutstera señalar que esta publicaciónes también el resultado de la labor tesonera de Mireya VillaLópez y Armando Alarcón Fernández, pregoneros perma­nentes de la labor venezolanista de Alberto Adriani.

Hector HurtadoCaracas, mayo de 1987.

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