el umbral - 27 de octubre 2012

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Especial Noche Olavarriense: Pachanga, Quintas y Rock.

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“No hay nada. Es más de lo mismo”, es unafrase que escucho continuamente al momentode empezar a planear qué vamos a hacer el finde semana por la noche. Y claro, es más de lomismo porque siempre vamos a los mismos lu-gares que ya estamos acostumbrados. Es lógi-co, con lo que nos es desconocido o diferentenos sentimos incómodos y, por lo tanto, lo re-chazamos. Ni hablar si desde un principio va-mos predispuestos (quién sabe a qué) debidoa los comentarios y advertencias de amigos:“pensá lo que te vas a poner”, “no mires a na-die” y “andá preparada para ver piñas”.

Son las 3 de la mañana y me sorprendo deno ver ninguna cola en la puerta repleta dejóvenes ansiosos por entrar a “Fomento”.Pago mi entrada, me revisan la cartera (en laque apenas entraban un monedero, el celulary la llave de mi casa) y hasta se fijan qué haydentro del monedero ¡Me siento super incó-moda! No tengo nada que ocultar, pero nun-ca me habían revisado, en ningún boliche deesta ciudad ni de otra. Supero la instancia y amedida que ingreso al salón mis expectativas

Es sábado a la noche. Estoy con amigos y hay que salir de la rutina. El plan: ir a Fomento, un boliche

diferente a los que suelo frecuentar. Un mundo desconocido. Toda una aventura.

aumentan. A pesar de haber tenido una bien-venida no muy amable, lo que sigue compen-sará el mal momento.

El atractivo de la noche es “La banda deDiego”, proveniente de Azul. Tocan, sobre elescenario, canciones que nunca había escu-chado pero que, tal vez, sí conocían quienesson seguidores de la música tropical. Observoy no puedo creer lo que veo: mesas y sillas al-rededor de la pista, como si quienes se senta-ran allí lo hicieran esperando presenciar el granespectáculo que ocurrirá más tarde.

La pista empieza a llenarse con algunas pa-rejas de alrededor de 40 años que bailan“pechito con pechito” recorriendo todo elsector de baile en círculos, mientras que losmás jóvenes se paran a mirar los trajes blan-cos que visten los músicos y Diego, el cantan-te. En un momento nos acercamos a la barraprincipal y, mientras mis amigos compran, lepregunto a uno de los cajeros por qué creeque la gente viene a Fomento: “No hay otrolugar para que la gente así vaya”. Repregunto:“¿Cómo que ‘gente así’?”. Y él insiste, con én-

fasis: “¡Gente así!”, como si ambos supiéra-mos de qué está hablando.

No podemos negar que existe una gran canti-dad de prejuicios acerca del público“fomentero”. Entre los grupos que frecuentose cree (algunos sin conocer) que solamente sicumplís con ciertos requisitos la vas a pasarbien: escuchar cumbia, usar “llantas” y ser decierta clase social. Sin embargo, todos se de-rrumban en el momento en que estoy en ellugar y me doy cuenta de que no es terriblecomo me lo pintaron en un principio.

Termina el show de La banda de Diego y seviene el bailongo que todos estaban esperan-do. La pista se empieza a llenar al ritmo delcachengue. Tema tras tema me siento más ensintonía. ¡La música es la misma que en cual-quier otro boliche! Posiblemente se salteen al-guna canción de David Guetta, pero hacer so-nar “que yo quiero que esto siga hasta que sal-ga el sol” es una fija para levantar, ya sea enFomento, Museo o Mojo. Como ciertamenteme dijo un asiduo del lugar: “Acá se puede bai-lar”. Todos bailan, y lo hacen sin importar si legusta o no al de al lado. No paran de mover lapatita. Corean las canciones que fueron y son

En FM Del Sol 89.5, la fiesta de los viernes y sábados empieza a las 21 de la mano de DavidAguerrido, un muchachito de 19 años bastante calmo para su apellido. Este chico multitareas(operador y locutor a la vez), lleva adelante La Previa de Fomento hasta la 1 de la mañanadesde hace 3 meses y, a pesar de enfrentarse al micrófono por primera vez, su contacto conla radio comenzó hace muchos años de la mano de la operación técnica.

La música levanta el ánimo de una manera tremenda, tanto que empezamos a “tirar unpaso” mientras elegimos el atuendo perfecto para la velada con la radio de fondo. Pero alinstante que la canción va concluyendo y su voz irrumpe el aire, su paz interior nos inunda ynos tranquiliza la noche de fin de semana. De todos modos, si uno quiere entrar un poco enclima antes de salir de casa, es la opción indicada. Pero si lo que se busca es trasladar la fiestaa casa, no lo aconsejo.

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hits y hacen “las coreos” que son ley cuandosuena un Gangnam Style, por ejemplo. Todosbailan y se divierten sin importar si tienen 20,30 ó 50 años.

En la previa, pensaba que me iba a sentircomo un sapo de otro pozo por mi forma devestir: jeans, una remera, campera de hilo yzapatillas. Suele suceder que, en ciertos luga-res, si no se está acicalado “de cierta manera”(vaya uno a saber cuál) las miradas empiezana posarse en nosotros y quienes están a nues-tro alrededor nos miran de formadescalificativa o, peor aún, se restringe la en-trada debido a las reglas puntuales de etique-ta. Lo mismo sucede con la forma de bailar.Pareciera que se debe seguir un patrón. Peroacá eso no pasa. En Fomento la forma de ves-tir, de bailar, de charlar y hasta de alentar alartista que está en el escenario corre a crite-rio de cada uno. Por supuesto que están losque salen de levante, pero nada de pesadosque te persiguen, que no dejan dechamuyarte y que no te sacan la mirada deencima. Claro, hay códigos que no deben rom-perse porque si no “se arma”, como en cual-quier otro boliche, pero con consecuenciasque pueden resultar aún más graves. Por esohay que tener cuidado con lo que se mira,cómo se mira y por cuánto tiempo. De todosmodos, cada cual hace lo que quiere y comoquiere, siempre y cuando se respete al otro.

La noche empieza a aclarar y el reloj se acercaa las 6 de la mañana. Comienza la hora de loslentos. Sólo quedan en la pista aquellos afor-tunados (grandes y chicos) que tuvieron aCupido de su lado. Fi-nalmente, las luces se

encienden de repente anunciando que es mo-mento de irse, mientras quedan al descubiertolos románticos que aún bailan.

Pese a mis pronósticos, la noche fue muybuena. Me divertí con amigos, bailé, conocíun lugar nuevo y la música me hizo sentir queno estaba tan lejos de un lugar familiar. ¿Sepreguntarán si a la salida hubo piñas? No, nolas hubo. Al contrario, salimos todos muytranquilamente.

Terminado el bailongo, lo mejor es llegar a lapanadería que está abierta las 24 horas, don-de nos están esperando los clásicosbizcochitos que calman la gula. Empezamos acaminar y, de pasada, transitamos la veredade uno de esos boliches céntricos a los quevoy siempre. Ahí sí, lamentablemente, se esta-ban agarrando a las piñas.

Fue mi primera experiencia de “bailantafomentera”. La noche fue tranquila y no hubonada de lo que me habían anticipado. Aún así,los que me habían dado tantas advertenciasinsisten en que la calma que experimenté fuela excepción.

Paula Siracusa

De Fomento se espera que lleve a su esce-nario bandas de música tropical. Pero, ¿porqué? ¿Porque su público “se lo pide”? ¿Y cuáles su público?

Resulta ser que los artistas populares denivel nacional que se presentan en su esce-nario llenan el lugar. Y más de uno que va aun boliche “careta” todos los fines de se-mana también fue a ver a Pablito Lescano(Damas Gratis) cuando hizo su presenta-ción hace poco. Si hablamos de su música,es idéntica a la que se escucha y levanta laenergía del público en la pista de cualquierboliche de la ciudad. Entonces, si vamos alcaso, ¿el público de Fomento es tan dife-rente al del resto de los boliches? Es algodifícil de explicar, pero no tanto.

paso” mientras elegimos el atuendo perfecto para la velada con la radio de fondo. Pero alinstante que la canción va concluyendo y su voz irrumpe el aire, su paz interior nos inunda ynos tranquiliza la noche de fin de semana. De todos modos, si uno quiere entrar un poco enclima antes de salir de casa, es la opción indicada. Pero si lo que se busca es trasladar la fiestaa casa, no lo aconsejo.

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