domingo cultural 2015/05/03

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® 3 de mayo de 2015 Cultural Leonardo: todas las caras del genio Milán acoge la más completa exposición celebrada en Italia en torno a Da Vinci. PÁGINAS 4 A 8

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Page 1: Domingo Cultural 2015/05/03

®

3 de mayo de 2015

Cultural

Leonardo: todas las caras del genioMilán acoge la más completa exposición celebrada en Italia en torno a Da Vinci.PÁGINAS 4 A 8

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Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

DIRECTOR GENERAL oRLAnDo TomÁS DEÁnDAR mARTÍnEZ

[email protected] Adrián Altamirano Jaime

[email protected]

DISEÑO Mariela Olvera

apartado postal 14

Nos interesa saber sus comentarios, por lo que lo invitamos a que nos envíe sus correos electrónicos con sus opiniones de lo ya publicado y sugerencias de temas que le interesen.

Cultural®

Esperamos sus comentarios en los correos electrónicos: [email protected]

2Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 psicología

por jenny Moix Queraltó

Años atrás, María arrastraba un sentimiento de culpa. Las notas de su hijo eran pésimas, tanto que el chico acabó dejando los estudios. Agarró la guitarra, compró un vuelo a Londres y allí se dedicó a tocar en el metro. “No sé qué he hecho mal”, era una de las frases que repetía reiteradamente. Hace unos días me la encontré radiante. Me contó que su hijo finalmente había retomado los estudios y que sus calificaciones eran tan brillantes que incluso había conseguido una beca. Y añadió: “Al final resulta que no he sido tan mala madre”. El nombre es falso, el caso, verídico, y el fondo resulta representativo del

¡Mira qué hijo- Si se aspira a una buena relación a los hijos hay que aceptarlos, no tratar de cambiarlos- La primera lección para los padres es que es imposible controlar todo lo que hacen

me ha salido!

Los sucesos negativos de la infan-cia no gobiernan forzosamente

los problemas adultos

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33 de mayo de 2015 / el mañana / Domingopsicología

para saber máspelícUlas

w‘Tenemos que hablar de Kevin’Lynne Ramsay

w‘La extraña vida de Timothy Green’Peter Hedges

w‘Boyhood’Richard Linklater

sentimiento de muchos padres.Si se disecciona esta anécdota, se des-cubre que una de las premisas de las que partía esa madre era que continuar con los estudios era bueno, y tocar la guitarra, malo. Nuestra mente dicotó-mica funciona así, juzgándolo todo y poniéndolo en dos únicas estanterías: la blanca o la negra. Pero si se va más allá de la programación social y con honestidad nos planteamos si como padres sabemos con total seguridad dónde pueden encontrar nuestros hijos la felicidad.

¿tenemos la respuesta?

Otra de las premisas de las que partía María es que los resultados determi-nan si se es buen o mal padre y que estos dependen exclusivamente de nosotros y no de la actitud y aptitudes de los propios hijos.En nuestros días es fácil sentirse cul-pable por una cosa u otra. Podemos elegir entre un amplio menú. Si el obje-to de la carga son los hijos, existe a nuestra disposición una inmensidad de libros de instrucciones que aseso-ran sobre cómo educarlos. Vivimos en un mundo donde se vende la ilusión de que todo puede controlarse, donde cualquier cosa debe bailar al son que se quiera marcar. Por este motivo tene-mos más tendencia a querer dominar las cosas que a aceptarlas. Nos incli-namos demasiado hacia el control. La aceptación parece que se ha quedado anticuada, y sin embargo suele ser el primer paso para el cambio. Como padres hay tres grandes puntos que se deben interiorizar:Reconocer el peso de los genes. Son muchas las investigaciones en las que se estudian gemelos univitelinos que han sido adoptados por distintas fami-lias. En ocasiones, incluso por familias que viven en distintos continentes. Dos individuos con los mismos genes y con una educación diferente. Si el comportamiento fuera solo resultado de la educación, deberían encontrarse más diferencias que similitudes entre ellos, pero no es así. Las semejanzas son enormes. Sus capacidades y características psicológicas se pare-cen muchísimo más entre ellos que entre hermanos no gemelos educados por los mismos padres. De hecho, no hacen falta muchos estudios para com-

probar sin gran dificultad que, aunque se eduque igual a varios hijos, ellos crecen de forma diferente.Si aceptamos que los hijos no son hojas en blanco en las que se pueda escribir, quizá dejemos de darnos golpes contra la pared. Nuestras expectativas no nos dejan asumir la realidad. Si queremos que nuestro hijo sea ingeniero, pero es un fracaso en Matemáticas porque lo que le gusta es la pintura, lo tendremos difícil para que lo consiga. Aun en el caso de que alcance el título esperado después de mucho esfuerzo y sacri-ficio…, ¿significa que será feliz? Los consultorios de los psicólogos están llenos de personas que han seguido el camino que les han marcado sus progenitores en contra de sus propios deseos y, lo que es peor, de sus habi-lidades.Gregorio Luri, filósofo y autor de Mejor educados (Ariel), afirma que la paternidad contemporánea está muy neurotizada. Sus palabras lo muestran con claridad: “Creo que mis padres y los de la gente de mi generación sabían que nunca eres responsable al cien por cien de lo que hace tu hijo, y esa lección básica la han olvidado los padres de hoy. Los progenitores antiguos dirían: ‘¡Mira qué hijo me ha salido!’; uno de hoy se preguntaría qué ha hecho mal. Hay muchos elementos que no con-trolamos, y eso a los padres de antes los tranquilizaba, pero a nosotros nos angustia”.Admitir que sabemos poco. Parece que todos tengamos que tener algún tipo de trauma infantil y que éste sea la causa de todas las patologías psi-cológicas que se presentan en la edad adulta. Con esta idea no extraña que los padres sientan una hiperrespon-sabilidad: tienen en sus manos algo extremadamente delicado que a la mínima se puede golpear y quedar marcado.Martin Seligman, el padre de la psi-cología positiva, revisó multitud de estudios donde se investigaba el hipotético efecto que pueden tener los sucesos negativos de la infancia en la edad adulta. Sus conclusiones fueron que no gobiernan forzosamente los problemas adultos. Seligman colocó al trauma en su sitio. Muy ligado a este hecho viaja el concepto de que una prole sana debe criarse en la típi-ca familia convencional. En un estu-

dio coordinado por Enrique Arranz (Universidad del País Vasco) y Alfredo Oliva (Universidad de Sevilla) se compararon seis tipos de estructuras familiares (tradicional, monoparental, reconstituida, homoparental, múltiple y adoptiva). Concretamente se estudió el ajuste psicológico de los niños. No se encontraron diferencias. La familia ideal no existe.Palabras del profesor de Albert Einstein: “Este niño no llegará a nin-gún sitio”. La profesora de Thomas Edison dijo: “Es un chico confuso, inestable y embrollón”. El maestro de Charles Darwin afirmó: “Se encuen-tra por debajo de los estándares de inteligencia. Es una desgracia para la familia”.A simple vista parecen ejemplos balsá-micos para padres de niños no brillan-tes (la gran mayoría); pero ésta sería una conclusión engañosa porque ser Darwin, Edison o Einstein no garan-tiza ser feliz, que es lo que la mayoría de padres desea para sus retoños. La idea más luminosa que se encuentra enterrada en estas anécdotas es que cualquier tipo de predicción que haga-mos suele ser infantil porque no sabe-mos nada, ni de estructuras familiares idóneas, ni de traumas infantiles, ni de nada. Ser padres humildes es la salida más inteligente.Aceptar la naturaleza humana. No es que no podamos controlar a nuestros hijos, es que ni siquiera somos capaces de controlar nuestros propios pensa-mientos. La mente no está quieta. No cavilamos lo que queremos, sino que los pensamientos surgen solos y van saltando de aquí para allá. Por ese moti-vo la mente errante también recibe el nombre de “mente del mono”. Nuestro hijo se presenta con tres asignaturas suspendidas y el mono empieza a saltar de rama en rama y terminamos visualizando que de mayor tendrá que mendigar por las calles.Ese mono puede traer pensamientos realmente oscuros. Llegamos a casa cansados y vemos que los niños lo han puesto todo patas arriba, no han hecho sus deberes, no han seguido nuestras instrucciones, encima nos enteramos de que uno de ellos ha cometido una travesura que nos parece apoteósica, y entonces dudamos de si los quere-mos, quizá hubiéramos sido más feli-ces sin ellos, cogeríamos una maleta y

nos iríamos a un país muy, muy leja-no. Y dos horas más tarde aparece la culpa por haber pensado algo tan perverso. Pero no lo hemos pensado nosotros, ¡ha sido el mono! Que salta sin ton ni son de rama en rama sin tener en cuenta nuestros verdaderos sentimientos. La naturaleza humana es así, con mono incorporado. Por eso somos contradictorios, ambivalentes, inseguros, irracionales. No podemos pretender ser otra cosa. Lo paradóji-co es que cuanto más aceptamos esa naturaleza, menos nos hace sufrir. Nosotros no somos los únicos que tenemos un mono, ¡nuestro hijo también! Así que debemos aceptar al nuestro y al suyo.Asumir la naturaleza humana y ser humildes es la manera de navegar con menos sufrimiento por nuestras dudas, miedos e inseguridades como padres. No existe el manual del padre perfecto. Así que, si queremos ser así, ya nos hemos equivocado.

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4Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 cUltUra

por pablo ordaz

Las salas del Palacio Real de Milán están en penumbra y la gruesa moqueta se traga los pasos de los carpinteros y electricistas que, un día antes de la apertura al público, dan el último repaso a la más grande exposición dedicada jamás en Italia a uno de sus indiscutibles genios: Leonardo da Vinci.Uno de los trabajadores se para ante el retrato de La belle ferronnière y le comenta al compañero: “Yo no entien-do de pintura, pero cada vez que la miro siento el impulso de intentar descubrir hacia dónde está mirando, o de dar un par de pasos a la derecha para encontrarme con su mirada. La verdad es que su gesto impresiona”. Uno de los jóvenes licenciados que, a partir de hoy y hasta el próximo 19 de julio explicarán la muestra Leonardo Da Vinci 1452-1519, tercia sonriendo en la conversación: “Pues no enten-derás de pintura, pero eso es preci-samente lo que buscaba Leonardo da Vinci y queda claro que, cinco siglos después, sigue consiguiéndolo”.La exposición es, para ser exactos, una maravilla. Porque es Leonardo, todo Leonardo, con lo que eso con-lleva: el pintor, el escultor, el cientí-fico, el ingeniero, el escenógrafo, el genio que nació en la república de Florencia en 1452 y murió en un cas-tillo de Francia en 1519, convencido de que una vida no era suficiente para alcanzar aquello por lo que su inmensa curiosidad siempre luchó, la identidad entre el arte y la ciencia. O, explicado en palabras del comisario de la exposición, Pietro C. Marani, Da Vinci “era consciente al final de su vida de haber ido demasiado lejos al afrontar los más diversos campos de investigación, hasta el punto de haber perdido de vista el verdadero objeti-vo final de sus investigaciones: la uni-dad del conocimiento”. Esa búsqueda total, ese dibujar el mundo para llegar a entenderlo y convertirlo en belleza, pero en belleza útil, es la aventura

Leonardo: todas las caras del genioMilán acoge la Más coMpleta exposición celebrada en italia en torno a da Vinci

retrato de dama’ (‘la belle ferronnière’ o ‘presunto retrato de lucrezia crivelli’), 1493-1495 cerca.

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53 de mayo de 2015 / el mañana / DomingocUltUra

‘Carro automotor’. giorgio canestrini, 1956.

‘gioConda desnuda’, ámbito de leonardo da vinci (gian giacomo caprotti, ¿llamado el salaì?), (segun-da década del siglo Xvi).

‘tobias y eL ángeL’ (cerca de1470-1472). de andrea di michele di francesco de’ cioni, llamado andrea del verrocchio (¿y leonardo da vinci?).

de la exposición de Leonardo. Pero no solo.Porque Pietro C. Marani y Maria Teresa Fiorio, los comisarios de la exposición, han querido acompañar las obras de Da Vinci, ponerlas en valor, confrontarlas con la de otros artistas de su época o de otras. Se trata de un juego estimulante, al que hay que dedicar esfuerzo físico e intelec-tual —la muestra es casi inabarcable en ambos aspectos—, pero en el que, como premio, uno recibe la posibili-dad de contemplar en la tercera sala de la exposición el retrato de La belle ferronnière —prestado por el Museo del Louvre— y comparar su mirada intrigante con la de San Girolamo, de Andrea del Verrochio —prestado por el Palacio Pitti, de Florencia—. “Porque es verdad que Leonardo innovó”, explica Pietro C. Marani, “pero sobre todo perfeccionó, tanto desde el punto de vista artístico como desde el tecnológico o el científico. De ahí que hayamos decidido exponer algunas de sus fuentes tecnológicas, como algunas herramientas origina-rias de la época de Brunelleschi, junto a los dibujos de Leonardo que repro-ducen aquella tecnología. Estamos acostumbrados a ver a Da Vinci como un genio precursor, pero este es un aspecto propio del Siglo XVII, que pesa todavía sobre los estudios y la idea que el público tiene sobre el genio. Por eso hemos querido que el visitante encuentre en esta exposi-ción a un Leonardo que atesora todo aquello que lo rodea y a continuación lo transforma”. Y, para terminar con el mito del genio solitario, aislado, los comisarios Marani y Fiorio han conseguido, después de más de cinco años de trabajo y un presupuesto de 4,4 millones de dólares, reunir duran-te cuatro meses en Milán —la ciudad en la que vivió dos décadas uno de los genios máximos de la historia de la pintura— más de 200 obras de arte: 43 cuadros, 20 esculturas, 108 dibujos y 40 documentos manuscritos pro-cedentes de colecciones de todo el mundo. El Louvre ha prestado tres cuadros: La Anunciación y el San Juan Bautista, además de la Ferronnière. La National Gallery de Washington ha cedido la Madonna Dreyfus; el Vaticano, el San Girolamo; Parma, la Cabeza de Muchacha; y Venecia,

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6Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 cUltUra

‘adoraCión de Los reyes magos’, de domenico ghirlandaio, 1487.

genio universalLeonardo nació en 1452 en la villa tos-cana de Vinci, hijo natural de una cam-pesina, Caterina, y de Piero Fruosino di Antoni, un rico notario florentino. Su enorme curiosidad se manifestó pronto, dibujando animales mitoló-gicos que se inventaba a partir de la observación del entorno natural.Arquetipo del hombre renacentista y genio universal, fue pintor, anatomis-ta, arquitecto, dibujante, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.Falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel Francesco Melzi, su pintor y ayudante al que el artista, que en sus últimos años no podía usar las manos, legó sus diseños, proyectos y pinturas.

el Hombre de Vitrubio. Los organi-zadores destacan la generosidad de los Windsor, que han prestado 30 dibujos, del British Museum o del Metropolitan de Nueva York. Y, aun-que también destacan la solidaridad nacional para con una muestra sin precedentes y difícilmente repetible, se hace notar la ausencia, por ejemplo, de la Anunciación más valorada, la que se guarda con celo en el Museo de los Uffizi de Florencia.“Nuestra intención”, explica la comi-saria María Teresa Fiorio, “era buscar la originalidad. Otras muestras ante-riores han puesto el acento sobre aspectos puntuales o cronológicos

de Leonardo. En esta exposición, que ha sido muy meditada, hemos queri-do reunir todas las facetas que con-figuraban la mentalidad del genio”. La muestra, que además cuenta con un catálogo de más de 600 páginas y una aplicación para tabletas, se divide en 10 secciones principales que van llevando al visitante, siempre entre la penumbra que resalta el brillo de las obras de arte, a través del recorrido artístico y científico de Leonardo.La muestra del Palacio Real de Milán llega, además, en un momento muy especial para la gran capital del norte de Italia. Lo subraya Vitta Zelman, el presidente de Skira, la sociedad que

ha coproducido la exposición en colaboración con el ayuntamiento milanés, y que explica: “No ha sido fácil reunir a la vez tantas joyas de Leonardo daVinci. Ha resultado una operación delicada, pero a la vez necesaria porque la organización de esta magna exposición se enmarca en las grandes iniciativas relacio-nadas con la Expo 2015 de Milán, y que también unimos a la otra gran exposición del Palacio Real sobre el arte de Lombardía de los Visconti a los Sforza. Así, la ciudad de Milán se sumerge en una gran reflexión cul-tural”.El visitante pone punto final al reco-

rrido y, a la salida de la exposición, mientras electricistas, carpinteros y otros trabajadores que han pues-to su pequeño grano de arena para la muestra terminan sus tareas —y también lanzan su última mirada a La belle ferronnière—, la puerta del Palacio Real se encuentra tomada por la policía. Enfrente, en el imponente edificio del Duomo milanés, se desa-rrollan los funerales de Estado por las víctimas del tribunal de Milán, conse-cuencia de un hombre que perdió la cordura pero también de un sistema político y social que, durante los últi-mos 20 años, apenas practicó “la gran reflexión cultural”.

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7cUltUra 3 de mayo de 2015 / el mañana / Domingo

‘Cabeza de un guerrero de la batalla de anghiari’, (comienzos del siglo Xvi). oXford, museo ashmolean. legado de francis douce, 1834.

‘Virgen Con niÑo’ (‘virgen de la granada’ o ‘virgen dreyfus’) (1469-1470), 16,5 X 13,4 cm. washington, d.c., national gallery, colección samuel h. kress.

No está La Gioconda, pero sí su mito. Aunque el retrato fue com-prado con todas las de la ley por el rey Francisco I, muchos italianos siguen creyendo que el retrato más famoso de uno de sus principales genios artísticos, Leonardo da Vinci, fue robado por los franceses y que por eso está en el Museo del Louvre, emplazado en París. Lo cierto es que el cuadro fue pasando de rey en rey hasta que, en 1797, después de la Revolución Francesa, fue destinado a formar parte del Louvre, si bien en 1800 Napoleón ordenó colgarlo en su dormitorio de Les Tuileries y allí estuvo hasta 1804.Aunque el verdadero mito de La Gioconda —como publica la prensa italiana al hilo de la exposición— tal vez naciera en el verano de 1911. Aquel mes de agosto, Vincenzo Perugia, un pintor de brocha gorda

que trabajaba en el Museo del Louvre, desapareció llevándose el cuadro bajo el brazo. Los periódi-cos franceses dedicaron muchas páginas al retrato, que se hizo tan popular que, cuando una semana después el museo abrió sus puertas, la gente acudió en masa para ver su vacío en la pared.El efecto mediático trascendió el asunto policial —el cuadro fue recuperado y devuelto a Francia cuando el tal Vincenzo Perugia trató de vendérselo a un anticuario de Florencia— y la última parte de la exposición está dedicada, preci-samente, al “mito de Leonardo” e incluye piezas de Marcel Duchamp —L.H.O.O.Q—, Enrico Baj —La venganza de la Gioconda— o Andy Warhol —White on White Mona Lisa—. El arte de Leonardo a tra-vés de la profanación de la belleza.

el mito de ‘la gioconda’

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8Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 cUltUra

Los estudiosos Lillian Schwartz, Renzo Manetti y Alessandro Vezzosi abrieron un nuevo debate sobre la identidad de la mujer que inspiró el cuadro Mona Lisa, de Da Vinci, al afirmar que no es, como se creía hasta ahora, Lisa Gherardini.Las hipótesis de estos estudiosos se recoge en el libro Mona Lisa. El ros-tro oculto de Leonardo, publicado en Italia, en el que los especialistas

afirman que los rasgos del rostro de la famosa Gioconda equivalen a los del autorretrato de Leonardo.En el texto, el arquitecto y escri-tor florentino Renzo Manetti con-firma la hipótesis de la estudiosa norteamericana Lillian Schwartz, quien habría demostrado mediante un programa informático que los rostros de Da Vinci y Mona Lisa son coincidentes.

Por su parte, Alessandro Vezzosi, estudioso de Leonardo y director del Museo Ideal de Leonardo en la ciudad de Vinci, defiende que la identidad de la mujer de la son-risa enigmática es la de una de las favoritas de Giuliano de Medici, el hermano del papa León XI. Vezzosi recuerda que la identidad de esta mujer aparece escrita en el diario del cardenal Luis de Aragón, que

refleja lo que Leonardo da Vinci le dijo el 10 de octubre de 1517.Sin embargo, la teoría que hasta ahora era la más difundida es la del historiador florentino Giuseppe Pallanti, quien identifica a la pro-tagonista del cuadro más famoso de Leonardo con Lisa Gherardini, que, según sus investigaciones, murió en Florencia el 15 de julio de 1542 a los 63 años.

la “Mona lisa” podría ser un autorretrato de Da vinci

estudio de perspeCtiVa para ‘la adoración de los reyes magos’, de leonardo da vinci. (1452-1519). florencia, gabinete de los diseños y los impresos de los uffizi.

‘estudio para Carros de asaLto’, de leonardo da vinci (cerca de 1482-1485). ‘Cabeza Femenina con mirada hacia abajo’, de leonardo da vinci.

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93 de mayo de 2015 / el mañana / Domingoentrevista

por Berna gonzález harbour

Como en un buen espectáculo de magia, hay dos maneras de afrontar este libro: la primera es dejarse lle-var y disfrutarlo sin más; la segunda es escrutar atento cada movimiento de manos, cada pliegue de la ropa en busca de ese truco que sabes que está, pero que no encuentras. El problema es que algunos no podemos evitar

hacerlo de ambas maneras. Aunque —no teman— el efecto es el mismo: el asombro, el aplauso final.La habitación de Nona es un libro rico y chispeante que trastoca y sorpren-de, que tensa la distancia entre lo que queremos y lo que tenemos, entre lo que tememos y la realidad. El regreso de Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945) a su medio natural, el cuento, después del silencio en el que

la sepultó la muerte de su marido y del que solo salió momentáneamen-te y con seudónimo, es una buena noticia para la literatura española. Lo hace con soltura, espolvorean-do dosis contenidas de misterio y desconcierto, de ternura y crudeza, y jugando al despiste con tal profu-sión de magia que, sin parecerlo, le da siempre la vuelta (o las vueltas) al planteamiento. ¿En qué momento lo

hizo, en qué párrafo, en qué palabra, en qué letra? No se sabe.Como a un buen mago, hay ganas de preguntarle: “¿Cuál es el truco?”.Pero es demasiado pronto, demasia-do obvio, ella nunca lo revelará. Por eso empezaremos por el principio, o al menos por un buen principio: Edgar Allan Poe.pregUnta. Allan Poe consideraba el cuento un buen género para crear y

“Importa lo que se dice y lo que se oculta”

cristina fernández cubas, la gran autora del cuento en español regresa tras ocho años de silencio Marcados por la pérdida. ‘la habitación de nona’ es un canto a la esperanza y al género

cristina fernández cubas.

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10Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 entrevista

“Sobre el papel las cosas nunca son como uno habría imaginado. Has dado la palabra a un personaje y la utiliza.

Es una aventura”.

transmitir un sentimiento, una “uni-dad de efecto” en el lector. ¿Y usted? ¿Qué es para usted el cuento?respUesta. Yo ya no lo sé (ríe), me siento como el conductor que va metiendo velocidades sin pensar, pero el cuento tiene mucho de mis-terio y es a la vez un género miste-rioso por excelencia. El lenguaje del cuento es como el de la tribu de los wasi-wanos de mi libro: tiene tanta importancia lo que se dice como lo que se oculta.p. ¿Se siente miembro de una secta?r. Sí, miembro de una hermandad, y eso me gusta. Es un género no despreciado, pero sí desconocido. Mucha gente cree que es un merito-riaje, como el corto que haces mien-tras esperas la oportunidad de hacer el largo, pero no es así. Me fascina.p. ¿Por qué ha costado tanto en España, frente a la tradición en toda América?r. Ha costado, aunque tenemos maestros excelentes como Emilia Pardo Bazán, por ejemplo. Ahora se ha vencido bastante este prejuicio y el cuento renace, ha despertado.Cristina Fernández Cubas nos reci-be en un hotel de Barcelona para hablar de La habitación de Nona (Tusquets), su primer libro de cuen-tos tras la recopilación que publicó en 2008. Por el camino abandonó el género, su género, creó un alter ego y publicó una novela en 2013.p. ¿Infidelidad?r. Había escrito un par de novelas anteriormente, pero esta vez me inventé un nombre, extranjericé mi apellido (Fernández Cubas se volvió Fernanda Kubbs) y cambié de regis-tro. Lo necesitaba porque rompía la verosimilitud que guardo siempre en mis cuentos. La narradora se ve encerrada en una bola de vidente. Era una propuesta totalmente dis-tinta y entendí que si firmaba con mi nombre iba a confundir a los lec-tores. Debía decirles: cuidado, soy yo, pero vamos por otro camino, y por eso firmo Fernanda Kubbs. La verosimilitud es de Cristina y, como tal, cuanto más raro es lo que quie-res contar, más verosímil tiene que parecer.p. En ese momento estaba superando la muerte de su marido (Carlos Trías, fallecido en 2007) y dejó los cuentos.

¿Con La habitación de Nona podemos creer que ha vuelto a su lugar?r. He vuelto, creo que he vuelto, he vuelto. Estuve mucho tiempo sin escribir cuentos, ni poder leer, ni cuentos, ni nada, no podía retener. Le ocurre a mucha gente que sufre una pérdida, no es un caso único, y por eso le tengo tanta simpatía a Fernanda Kubbs, porque me permitió salir de esa bola de cristal en la que yo esta-ba metida y meterme en otra, una de ficción. Tras acabar esa novela supe que podía volver.Fernández Cubas suele decir que cada cuento sigue un impulso diferente y que cada libro de cuentos es una uni-dad, una especie de buque en el que cada viajero puede entrar por proa o por popa, colocarse en un puente o a estribor, pero el autor es siempre el responsable de estabilizar la nave. Su nuevo buque lleva un rumbo claro: los buenos siempre podemos ser malos; los cuerdos, locos, y la cámara, ¡ale-hop!, acaba enfocando algo que no parecía estar ahí. Dos de los relatos además dialogan de tal forma entre sí que el eco de ese juego acaba rever-berando largo rato en la memoria del lector.p. ¿Cuál fue el impulso aquí?r. Cada cuento es muy distinto del otro, pero hay algunas ventanas y pasadizos secretos, como habitacio-nes distintas de la misma posada. El impulso de Hablar con viejas, por ejemplo, es algo que me pasó a mí. Cruzaba la calle París y una viejeci-ta muy amable vestida de flores me dijo: “Niñaaa, es usted tan amaaable de ayudarme a cruzar? (arrastra la a como si leyera un Hansel y Gretel barcelonés). Es que no distingo los semáforos…”. Me agarró muy fuerte, la acompañé, y en su portal me invitó: “Yo vivo aquí. ¿Quieres subir a tomar algo?”. Yo no subí a aquella casa, pero subí escribiendo y cedí el paso a la joven del cuento que sube, no diré más. Lo inesperado acecha en cada esquina, y por qué no en una casa del Ensanche.

p. ¿Todo bueno alberga un malo en su interior?r. Nadie lo es todo. Nadie es com-pletamente bueno ni completamente malo, hay grises. Y luego están las cir-cunstancias. En una situación normal, si interviene un elemento ajeno que enrarece la atmósfera, puede ocurrir cualquier cosa.p. Mientras leía su libro se produjo el accidente del avión en los Alpes y pensé: ese piloto podría ser su perso-naje. Una de esas situaciones en las que las cosas se dan la vuelta.r. Tendría que pasar mucho tiem-po porque lo he vivido mal, ha sido horroroso, pero como cuentista me gusta que los factores se alteren. Yo creo que la cotidianidad no es tan apacible como parece.p. En sus cuentos hay madrastra de hoy, hijastras atemorizadas; o una niña con capucha roja que no teme al lobo, sino a sus padres. ¿Escribe para conjurar los miedos?r. A veces sí, otras veces no. Puede ocurrir que algún temor o alguna pesadilla se la enjaretas a un perso-naje y la disfrutas. A mí lo que más me gusta de la escritura es el proceso de escritura. Crees que vas a contar una cosa y puedes lograrlo o no, por-que suceden muchísimas cosas en el proceso de escritura. A los personajes les das la palabra y resulta que la uti-lizan. Naturalmente eres tú el que se la has dado, pero si te has metido en una atmósfera determinada hay un momento en que puedes empezar a seguirles a ellos y olvidarte de lo que tú pensabas escribir para ir por otros caminos. O pararte antes de donde pensabas llegar. O ir más allá. Todo puede ocurrir.p. ¿Es su proceso en general? ¿No cuadra la realidad con lo que usted ha planificado?r. Exacto no. No es una copia. Si fuera una copia, supongo que no me gus-taría, siempre hay algo más. Sobre el papel las cosas no son como uno las ha imaginado. Y a mí me gusta mucho la aventura sobre el papel, el viaje.

p. ¿Y qué elige o planifica? ¿La histo-ria, el argumento, los personajes, la sensación, como Allan Poe? ¿A qué se agarra?r. El impulso puede venir de muchas cosas, es un chispazo. Estoy muy abierta a las posibilidades que puedan aparecer en cada momento.p. ¿Vive el cuento como una novela corta, como poesía larga o como algo distinto?r. Como cuento. Un género en sí mismo. Con la poesía tiene en común la intensidad, y con la novela, la narra-tiva, pero es distinto. El cuento es tirá-nico, no te perdona un párrafo malo; una novela quizá te perdona un capí-tulo que no esté demasiado bien, pero en un cuento no te puedes saltar una línea. En ella puede haber tal cantidad de información, tal intensidad y con-cisión que el lector de cuentos es un lector activo al que no le da ningún reparo volver a las primeras páginas. Y a veces el cuento continúa en su cabeza, y eso me encanta.Ocurre en el juego ya mencionado entre dos cuentos y ocurre en La nueva vida, un relato negro y dolo-roso en el que el pasado invade el presente, o eso parecía hasta que es el presente el que se convierte en invasor molesto. Le cuesta tanto hablar de él que, de forma muy parca, confiesa que lo grabó en un magneto-fón en los momentos más duros de su pérdida y necesitó varios años para recuperarlo. Para escribirlo. “Y más no quiero hablar”.Ese cuento es pura magia, y por eso la pregunta finalmente se abre paso: “¿Cuál es el truco?”.Ella ríe y calla, como ese buen mago tras la exhibición. O dice algo así como: “No lo sé; si soy una ilusionista, lo hago sin darme cuenta”.Pero como remate, como bis espec-tacular tras el cuento negro en el que evoca la pérdida, sitúa el que cierra el libro: Días entre los wasi-wanos, una historia que aplaude la vida y la imaginación.“Es esperanzador. Espero que el lec-tor sepa que siempre nos quedarán los wasi-wanos”.Y, como los indígenas de su tribu ama-zónica, Fernández Cubas se marcha dejando las palabras en el aire: las que ha querido decir; y las que ha querido ocultar.

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113 de mayo de 2015 / el mañana / Domingohistoria

por antonio Muñoz Molina

Queremos que los pueblos a los que llamamos primitivos hayan vivido o vivan en mundos fuera del tiempo, o en un tiempo invariable del todo ajeno al nuestro, igual que queremos imaginar-los puros, bondadosos, incontamina-dos en su autenticidad. Buscamos, en el fondo, la confirmación de la leyen-da del Buen Salvaje, que nunca tuvo más éxito que en la época en la que se procedía a la persecución, el someti-miento a la esclavitud, el expolio y el exterminio de aquellos mismos a los que se idealizaba. Por culpa del cine

En las grandes llanurasel arte de los indios de las praderas es un arte austero y liViano de nóMadas. quereMos que los pueblos

a los que llaMaMos priMitiVos ViVan en Mundos fuera del tieMpo

El pasado de las tribus indias es tan histórico, tan lleno de cambios y de novedades culturales y tecnológicas

como el nuestro.

del Oeste, la variante del Buen Salvaje que todavía circula entre nosotros es la de los indios de las grandes prade-ras, a los que hasta hace no mucho se llamaba todavía con desenvoltura pieles rojas. El paisaje de las llanuras centrales de América del Norte ya da una sugestión de intemporalidad, una amplitud tan desmedida como la del océano, tan sin límites como el cielo

que se extiende sobre ella, un mar de hierba ondulado por el viento, inva-riable en toda su distancia, desde las fronteras de México hasta más allá de las de Canadá. En ese espacio, como en un plano largo de John Ford, resaltan los jinetes indios a caballo, la forma cónica de las tiendas de piel de bison-te, las manadas de bisontes en movi-miento, oscuras y resonando a lo lejos

como un cielo de tormenta en el que retumban los truenos.Parece un espacio que ha existido siempre, que podría durar siempre, el paisaje de nuestras fabulaciones de pureza intocada y tiempo estático de autenticidades primitivas, un rever-so consolador de nuestra agitación nerviosa sin objetivo y sin foco, de nuestra relación atolondrada o depre-dadora con el mundo.Pero lo reverenciado como ances-tral suele ser muy reciente, y no hay autenticidad que no contenga alea-ciones de muchas cosas muy distin-tas o que no sea directamente una

interior de cocina india en la reserva crow, fotografía de richard throssel, de 1910.

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12Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 historia

La belleza aislada de cada uno de ellos es inseparable de su condición de reliquias trágicas, de testimonios

de una historia acelerada.

esCudo con espíritu guardián búfalo, de 1850, de la tribu arikara.

falsificación. El tiempo en apariencia mítico y ajeno a la cronología de los indios de las praderas empezó hacia 1680, cuando algunas tribus se apode-raron de manadas de caballos de los españoles, y duró en realidad poco más de dos siglos, hasta la victoria definitiva del ejército de Estados Unidos, y con él, de los colonos, los ganaderos y los empresarios de los ferrocarriles.El pasado de las tribus indias es tan histórico, tan lleno de cambios y de novedades culturales y tecnológicas como el nuestro. Y a lo largo de esos dos siglos escasos los intercambios y las influencias mutuas son tan abundantes que muchos de los ras-gos que parecen más autóctonos en las culturas indias no habrían exis-tido sin los materiales abastecidos por los comerciantes europeos. Las diminutas cuentas azules o rojas que adornan los tocados de plumas y las túnicas ceremoniales resultan ser de cristal de Murano. Puntas de flechas que repiten el diseño milenario de los cazadores paleolíticos están hechas a partir de clavos o aros metálicos de barriles venidos desde Inglaterra. Los discos de metal pulido que adornan la chaqueta de un jefe guerrero son botones baratos fabricados en serie en una ciudad industrial de Alemania.Sobre una piel pulida y tensada de bisonte vemos las figuras diminutas de seres humanos, caballos, animales legendarios y animales verídicos, y lo sumario de la ejecución y la exactitud de los movimientos nos recuerdan las pinturas de siluetas negras del neo-lítico: hasta los caballos se parecen, con sus cuerpos gruesos y sus cabe-zas diminutas, a los dibujados en las cerámicas griegas más antiguas. Pero fijándonos más advertimos que algu-nos de esos guerreros intemporales a caballo no llevan arcos, ni lanzas, sino fusiles, y hasta llegamos a distin-guir un sombrero y una guerrera azul de soldado de caballería. Podríamos estar viendo una escena de guerra o de cacería pintada hace 10.000 años en una pared de roca en Levante, pero

es la crónica de una batalla que suce-dió cuando ya estaban inventados el teléfono y la ametralladora.El arte de los indios de las praderas es un arte austero y liviano de nómadas: tocados de plumas, pipas y bolsas muy adornadas para tabaco, panderos para las danzas rituales, mazas de guerra, collares, pieles decoradas que se usa-ban como abrigo o como lona para las tiendas. Vistos en fotografías esos objetos provocan una admiración algo ensoñadora. Observados de cerca, casi tocados por la mirada codiciosa, adquieren una ruda presencia que puede dar hasta miedo, que transmite sobrecogimiento y dolor. Los veo en el Metropolitan, donde por un motivo u otro paso una parte de mi vida, en una exposición que viene de París y que se titula The Plains Indians. Artists of Earth and Sky.La belleza aislada de cada uno de ellos es inseparable de su condición de reli-quias trágicas, de testimonios no de una Arcadia natural ajena al tiempo, sino de una historia acelerada, sangui-naria y convulsa. Desde principios del siglo XVIII, la irrupción del caballo provocó una revolución económica, social y religiosa entre las comunida-des de las grandes praderas. Tribus dedicadas durante siglos al cultivo del maíz en las orillas de los ríos, en pocas décadas se hicieron cazadoras de bisontes. Cazadores varones a caballo ocupaban ahora la suprema-cía que disfrutaban antes las mujeres agricultoras. El dominio del caballo favorecía la guerra y la competición por la supremacía heroica. También la rapidez en los intercambios, la abun-dancia inusitada de carne y pieles de bisonte y la facilidad del comercio: un collar de garras de oso pardo que parecen contener todavía la posibili-dad del arañazo y el desgarramiento está intercalado de bolitas de cristal de diversos colores, fabricadas en masa en algún taller de poca categoría en Venecia.Con el comercio llegaron los metales y las enfermedades. En la gran epidemia de viruela de 1801 y 1802, tribus enteras quedaron ani-

quiladas. Más de la mitad de los paw-nee murieron a causa de la viruela en torno a 1830. Veo una cuna mochila de mediados de siglo, con un fleco de cas-cabeles de metal que producirían un rumor de sonajas cuando una madre caminara con su bebé a la espalda: y me pregunto inevitablemente de dónde procede, qué fue de esa madre y de ese hijo. Hacia 1800 pudo haber en las grandes llanuras unos treinta millones de bisontes. El paso de una manada podía durar días enteros, a lo largo de los cuales la tierra no dejaba de temblar como un tambor bajo la percusión de las pezuñas. En menos de un siglo, los bisontes llegaron casi a extinguirse: en 1895 quedaban unos pocos miles. En 1932, una anciana de la tribu crow recordaba el hedor de los despojos de los bisontes abatidos por los fusiles de repetición de los caza-

dores contratados por las compañías de ferrocarril.Hacia 1700 estaba naciendo un mundo completo con sus cosmologías, sus leyendas, sus ritos sanguinarios y heroicos de iniciación: en menos de dos siglos llegó el derrumbe, y con él, la exasperación que alimenta las visio-nes apocalípticas. En 1890, un predica-dor lakota anunciaba el advenimiento de un mesías que exterminaría a los hombres blancos y haría que volvie-ran a galopar por las llanuras grandes manadas de bisontes. Para acelerar su llegada había que entregarse hasta el desvanecimiento a una danza llamada de los espíritus. Lo único que queda de ese profeta es su nombre, Wokoka, y una foto borrosa.The Plains Indians. Artists of Earth and Sky. Museo Metropolitano de Nueva York. Hasta el 10 de mayo.

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por Quino pettit

El mayor robo de arsenal en la historia de Suecia fue perpetrado durante una noche del recién estrenado otoño de 1991. Más de 200 armas largas, entre ametralladoras y fusiles de asalto AK4, y 864 cargadores de munición desapa-recieron de un depósito de las Fuerzas Armadas en la localidad de Botkyrka, al sur de Estocolmo. Al frente de los asaltantes estaba Carl Thunberg, un veinteañero apuesto, alto, atlético y rubio que hasta entonces se había dedicado a las reformas y estaba a punto de convertirse en el enemigo

La banda que puso en jaque a Suecia

crónica de las aVenturas criMinales de los herManos thunberg, que se con-Virtieron, a principios de los noVenta, en la Más efectiVa banda de atracadores

de bancos del país

público número uno del país escan-dinavo. Sus dos hermanos pequeños y un amigo de la infancia fueron sus compinches. Juntos dieron forma a la que acabó conociéndose popular-mente como Banda de los Militares, una asociación criminal que ejecutó una decena de atracos a bancos con extrema precisión durante los meses siguientes y puso en jaque el Estado

del paraíso democrático sueco. Juntos, empleando el arsenal que afanaron aquella noche de 1991, cambiaron para siempre las reglas del juego del sistema bancario de protección de sucursales.Carl Thunberg, el cabecilla de la banda, tiene hoy 49 años y asegura que sigue dedicándose a las reformas. El mismo oficio que mantuvo como

tapadera durante su época de pasa-montañas y fusiles AK4 con los que entraba a sangre fría en las oficinas de crédito, encañonaba al personal y los obligaba en cuestión de segundos a echarse cuerpo a tierra y a abrir la caja fuerte. “Hoy preferiría no tener que recordar…”. Después de una pau-sada charla, su voz nasal empieza a quebrarse al otro lado del teléfono. “Nada de todo esto ha desaparecido de la memoria de las autoridades sue-cas. Pasé mucho tiempo en prisión. Pagué por mis delitos… Mi mujer está haciéndome señales desde la cocina… Estoy bastante jodido. Me está jodiendo una exnovia. Me sigue jodiendo la policía y estoy seguro de que nos están escuchando mientras hablamos. Tengo una hija de apenas cuatro años que tampoco debería enterarse de lo que estoy contándo-te. Y mi mujer no para de hacerme señas… Vamos a tener que dejarlo aquí. Vuelve a llamarme mañana a la misma hora”.Noche cerrada en un lugar indeter-minado de Estocolmo. Carl Thunberg cuelga el teléfono. Se acabó. Nunca más volverá a responder a las insis-tentes llamadas durante días. Su voz nasal y titubeante hacia el final de una conversación sobre ciertos detalles de su biografía, simplemente, acaba de desaparecer. Su hermano Stefan facilitó el contacto. Una cena en un restaurante de la calle madrileña de Cuchilleros, que frecuentaron legen-darios ladrones como el bandolero Luis Candelas, había propiciado la llamada al mayor de los Thunberg, así como las fotografías que ilustran estas páginas. Escenas inéditas de la asombrosa vida y obra de la familia Thunberg. Una historia Made in Sweden.Spielberg ha comprado los dere-chos cinematográficos del libro que narra las peripecias de los hermanos Thunberg.Ese es el título original en sueco del libro que ha publicado la editorial Suma de Letras bajo el nombre de Nosotros contra el mundo. Un thriller de casi setecientas páginas que repro-duce las peripecias de los Thunberg y está escrito a cuatro manos entre Stefan Thunberg, guionista, escri-tor y el único hermano de la fami-lia que no formó parte de la Banda

“Era inevitable verlos cargados de adrenalina y querer ser uno de ellos”. Stefan Thunberg, Escritor y hermano de los

integrantes de la Banda de los Militares

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14Domingo \ el mañana \ 3 de mayo de 2015 reportaje

Los Cuatro hermanos thunberg, en una imagen tomada cuando tenían entre cinco y doce años. están sentados sobre una roca que años más tarde usa-rían como vía de escape a su primer atraco.

boris, eL padre, era un hombre colérico acostumbrado a usar los puños, inculcó a sus hijos la obligación de permanecer juntos ante la adversidad y emplear la violencia siempre que fuera necesario.

de los Militares, y Anders Roslund, periodista de la televisión sueca y destacado autor de novela negra escandinava. Lo último que ha tras-cendido sobre dicha obra conjunta es que DreamWorks, la productora de Steven Spielberg, ha comprado los derechos para llevar al cine esta trama de crimen y castigo basada en hechos reales.Stefan Thunberg tiene 46 años y es alto y corpulento. Tiene una mira-da azul y a la vez oscura. Luce una media melena castaña que despeina antes de zamparse un plato de cor-dero asado durante una noche casi primaveral en compañía del coau-tor, Anders Roslund, sueco como él, cabello rubio cortado a capas y gafas redondas. Como Stefan, Anders conoce bien la personalidad de los criminales. Ha tratado con muchos de ellos a lo largo de su larga carrera periodística y como escritor de nove-la negra. Cubrió para la televisión sueca alguno de los sucesos reales protagonizados por la banda de los hermanos Thunberg. “Y como ellos, también tuve un padre iracundo y vio-lento. Me pasó lo mismo que a Stefan: tampoco quise seguir los lamentables pasos de mi padre. Esta es una histo-ria que gira en torno al dinero en la que, por supuesto, Carl, el hermano mayor, acaba convirtiéndose en una especie de adicto al robo de bancos. Pero también estamos hablando de alguien que no dejó a su hermano Stefan, que está hoy sentado en esta mesa, unirse a la banda”.Todo empezó en el suburbio de Skoga, a las afueras de Estocolmo. En un pequeño apartamento donde vivían Boris y Günnal con sus cua-tro hijos pequeños. El padre inculcó pronto a Carl la obligación de cui-dar hasta donde fuera necesario la integridad de sus hermanos: Stefan, el segundo; Alexander, el tercero, y David, el más pequeño. Günnal era enfermera y cuidaba de los ancianos de un asilo. Boris, el cabeza de familia, se dedicaba a las reformas y chapuzas varias, que combinaba con la ingesta de altas dosis de alcohol y una afición desmedida por pelearse a puñetazos con los agentes de la autoridad que le llevó en varias ocasiones a pisar la cárcel. Toda su obsesión por enton-ces consistió en adiestrar a Carl, el

mayor de los Thunberg, en el manejo de los puños y a no retirarse jamás de un combate. Toda su ambición era que aquel niño rubio con cara de listillo llegara a ser un día un hombre como él. Incapacitado para delatar jamás a uno de los suyos. Siempre dispuesto a liarse a trancazos contra cualquier adversario, por grande que éste fuera. Listo para golpear primero. “Recuerdo

perfectamente el sonido de los que caían derribados por los puñetazos de mi padre”, dice Stefan. “Era un soni-do especial, como un impacto hueco. Cuando lo escuchas con seis años se convierte en algo que no olvidas fácil-mente. Si mi padre era bueno en algo, era en pelearse. A mí nunca me pegó. A mi madre le dio dos palizas de muerte. En la segunda ocasión, Carl intervino

para salvarle la vida”.Carl, el hermano mayor, recuerda simplemente a su padre como alguien “grande, fuerte, moreno y temible”. En las fotos del álbum familiar apa-rece luciendo brazos dignos de Clint Eastwood y puños descomunales abiertos por los nudillos. Una especie de Dean Martin con copete brillante y nariz de boxeador. “Junto a él nunca sabías lo que iba a pasar”, prosigue Carl al teléfono. “Todo dependía de cuán-to hubiera estado bebiendo. En una ocasión, hacia mediados de los seten-ta, cuando vivíamos en el barrio de Skoga, un grupo de hooligans con los que solía encararse le siguieron hasta casa. Estaban borrachos y sedientos de sangre. Empezaron a gritarle para que saliera. Un par de policías se aproxi-maron a la escena, manteniendo una distancia prudencial. Mi padre salió y los muchachos le rodearon en cír-culo. Mi hermano Stefan tenía enton-ces seis o siete años. Yo tendría diez u once. Nos asomamos al balcón. En cuestión de segundos, mi padre había tumbado con sus puños a todo lo que se meneaba a su alrededor. Empezaron a venir las ambulancias y los policías le detuvieron. Todo bicho viviente acabó tirado en el suelo. Salvo él”.Cuando Carl era solo un niño, su padre le enseñó a pelear como un hombre siempre que tuviera ocasión. “Por supuesto, la rendición jamás era una alternativa”. Günnel, la madre, era en cambio “sigilosa, calmada; mental-mente ausente, pero nunca emocio-nalmente ausente: en su corazón era consciente de todo lo que pasaba con mi padre, pero en su mente trataba de abstraerse de todo aquello para sobrevivir”.Mientras tanto, en el colegio, a Carl le resultaba, según su propia versión, “extremadamente fácil aprender”. Era un chico sobresaliente. Guapo. Alto. Atlético. Tenía 14 años cuando la fami-lia al completo se mudó de barrio y entró en otro colegio donde había que levantarse a la entrada del profesor en clase con disciplina casi militar. “Empecé mi particular guerra. Ellos intentaban hacerme quedar como un tonto delante de toda la clase por mi rebeldía ante las normas. No les dejé mucha opción. Por otra parte, sacaba buenas notas. Mi sueño entonces era convertirme en abogado. Creo que

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Spielberg ha comprado los derechos cinematográficos del libro que narra las peripecias de los hermanos Thunberg.

CarL, eL CabeCiLLa de La organizaCión, comenzó a trabajar con su padre en las reformas. fue su tapadera durante la época criminal.

Los tres hermanos integrantes de la organización, tras abrir una cueva en su casa para custodiar el armamento.

tenía un sentido de la aplicación de la justicia. A los 15 le conté aquello a mi padre”. La respuesta fue la espe-rada: “Ni de chiste. Los abogados son escoria”. Su padre jamás le ayudaría a financiar la carrera de Derecho. Ni le dejaría buscar fondos por su cuenta para tal fin. A los 17, Carl se enroló con él en el negocio de las reformas. Un año y medio después, hizo el servicio militar obligatorio. “Fueron los días más felices de mi vida. Dieciséis meses en medio de la nada. A 200 kilóme-tros de casa. Lo aprendí todo sobre armamento. Estrategias. Explosivos. Qué hacer y qué no hacer durante un asalto”. Cumplido el servicio militar, Carl volvió a trabajar con su padre. “Pero tuvimos una gran pelea tras numerosos desencuentros. Me dio tan fuerte que sentí toda la galaxia dar vueltas alrededor de mi cabeza. No era la primera vez que me pegaba. Sí fue la primera ocasión que yo tuve que devolverle el golpe. Mis hermanos se habían mudado con mi madre al centro del país. Yo vivía en Estocolmo. Abandoné el trabajo con mi padre y no tenía dónde ir. Así que aparecí en casa de mi madre y mis hermanos en Falun. Poco después se me pasó por primera vez por la cabeza cometer un atraco. Era 1986”. Según recuerda Carl, por entonces un par de personas solían transportar sacos de billetes de los bancos suecos a cuerpo descubierto, desarmados. Él empezó a calcular las probabilidades y a diseñar un plan en un banco pegado a un gran centro comercial de Falun. Y ese mismo verano de 1986 se acercó con aspecto de desharrapado, subido a una bicicleta, a las inmediaciones de la sucursal que llevaba días observan-do desde la distancia. Fue su primer golpe. “En aquellos tiempos aquello era demasiado fácil de hacer. Vestido con aspecto de yonqui, me acerqué a los dos hombres vestidos de unifor-me y les dije, encañonándolos con un viejo revólver del 22, cargado con munición del cinco y medio, que me dieran el dinero. Y añadí: ‘Háganme el favor de no joderme’. Me llevé un millón y medio de coronas. Fue como jugar a la lotería. No estaba muy pla-neado. Pero tampoco iba a tener otra opción de salir adelante. No había tra-bajo. El país afrontaba la gran crisis financiera a finales de los ochenta y

principios de los noventa. La corona se desplomó. Y yo tenía demasiado presente las enseñanzas de mi padre: ‘Jamás acudas a los servicios sociales: eso es de perdedores; arregla los pro-blemas por tus propios medios. Si no lo haces, será mejor que desaparezcas de mi vista”.Para Carl, aquello se había traducido en encontrar soluciones por cualquier medio que fuera necesario.Un par de meses más tarde, se mudó a Skoga, al mismo suburbio de Estocolmo donde había vivido de pequeño con sus padres. Con parte del dinero de su primer atraco en solitario, fundó su propia compañía de refor-mas. Un último intento de volver al sistema. “Quizá debería haberlo deja-do todo y regresar a la escuela. Pero estaba un poco perdido. Y la crisis había arrasado el negocio de la cons-trucción. Así que un día, simplemente, pasé página para siempre y dije: ‘¿Este es el sistema? ¿Así funciona? Pues voy a joderlos bien”.Eso significaba formar una banda criminal. Carl pensaba entonces que Stefan era el hermano talentoso, “un joven deportista e inteligente que lo analizaba todo con mucha precisión”. Había sentido la llamada de las Bellas Artes. No podría contar con él. No debía hacerlo. “Alexander, el siguiente de mis hermanos, era el hombre tran-quilo; David, el pequeño; Erik y Johan, dos amigos que se subirían al barco sin pensarlo. Erik era más gallina, supo retirarse a tiempo. Johan era un desce-rebrado que carecía de sentido común y estuvo hasta el final de la aventura. Podríamos decir que la banda se formó sola. Yo solo apunté conjeturas, hipó-tesis, posibilidades. Nuestras prime-ras conversaciones giraron en torno al hecho de hacernos con armamento; lo importante era tenerlo, no lo que se podría hacer con él. Era obvio que con un arsenal potente podríamos elegir qué hacer después: venderlo en el mercado negro a otras bandas, al propio ejército o a la policía. Una vez que nos hicimos con él, surgió la idea o, más bien, la posibilidad que yo había planteado de robar bancos”.El primer asalto conjunto, empleando parte del arsenal robado al depósito de las Fuerzas Armadas al comienzo del otoño de 1991, apenas duró tres minutos. Carl recuerda que en el

coche sonaba Knockin’ on Heaven’s Door y que quedaban cinco minu-tos antes del cierre de una sucursal bancaria a las afueras de Estocolmo. Tácticas de ataque. Indumentaria paramilitar. Equipos de comunica-ción y arneses de combate. Armas automáticas con munición del 7,62, full metal jacket. Huidas sin ras-tro. “El ejército nos había dado la

formación necesaria”. Los medios suecos tardaron poco en bautizar-los como la Banda de los Militares.Su objetivo, dicen, era el dinero. Pero por el camino hirieron a personas inocentes. Sobre los cristales blin-dados de una de las sucursales dibu-jaron una sonrisa a base de disparos de alto calibre mientras las cajeras se agazapaban aterrorizadas bajo el

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Los hermanos efectuaron el mayor robo de arsenal en la historia de suecia, perpetrado durante una noche de 1991.

mostrador, quedando traumatizadas de por vida. Golpe a un furgón blin-dado, un millón de coronas; doble atraco bancario simultáneo, tres millones; triple robo simultáneo, dos millones… Farsta, Svedmyra, Ösmo, Rimbo, Kungsör… Mantener la tapadera de operarios de refor-mas. Construir un búnker por sus propios medios bajo la habitación de la casa de Carl para esconder el arsenal. A cada nuevo plan, armas nuevas. Cautela en los gastos. Pocos excesos. Cada botín debía financiar el siguiente, que sería más complejo, más extremo, más violento.Eran todos veinteañeros, salvo David, el menor de los hermanos Thunberg. Stefan, el único al margen de la orgía criminal, llegó una tarde al aparta-mento de Carl y se encontró a los integrantes de la banda viendo por la tele la noticia del robo por valor de un millón de coronas que habían cometido horas antes. “Entonces que-ría formar parte de aquello”, recuerda hoy Stefan mientras devora una pieza de cordero asado. “Era inevitable ver-los cargados de adrenalina, escuchán-dolos decir que ese millón de coronas no ocupaba tanto espacio, y querer ser uno de ellos”. Stefan también asegura que jamás fue un problema para ellos que presenciara aquellas conversaciones. “Carl nunca me dijo nada parecido a ‘no hables con nadie de esto’. El sentido de unidad era algo que llevábamos en la sangre desde pequeños. Si algo nos enseñó nuestro padre era a no traicionar jamás a uno de los nuestros”.–¿Por qué no entró a formar parte de la banda de sus hermanos?–Honestamente, al principio quería ser totalmente parte de aquello. Pero después del primer atraco que ejecu-taron, tomé conciencia de que robar bancos no estaba hecho para mí. No soy un criminal. Por entonces me dedicaba a pintar, a estudiar Bellas Artes. Y Carl, mi hermano mayor, también me hizo ver que yo no esta-ba hecho para ir con ellos. Una tarde le dije que quería unirme. Tras una breve conversación, ambos conclui-mos que no era lo mejor para mí. Fue hacia principios de 1992.Aquel fue el año de máximo apo-geo de la Banda de los Militares. El terror invadió Suecia. Literalmente.

Sobre todo, a partir del momento en que colocaron una bomba que hizo explosión en la Estación Central de Estocolmo para desviar la atención de la policía mientras daban uno de sus sonados golpes. Anders Roslund, autor con Stefan del libro sobre esta historia real a la que han cambiado nombres y fechas, cubrió aquel suceso como periodista de la televisión sueca. “Entonces empezaron a complicarse las cosas en el grupo. Las relaciones se tensaron entre ellos. Aquella explo-sión fue el primer acto de verdadero terror que vivió Suecia en los noventa. Haber contado el horror que se vivió aquel día en directo fue, años después, una de las razones por las que me inte-resé en escribir este libro y conocer la verdad que escondía aquella banda de criminales”. Stefan, por su parte, asegura que él ha querido publicar esta historia por la mera imposibili-dad, “como escritor”, de mantenerse al margen de la peripecia de su propia familia.El décimo asalto de la banda sería el principio del fin. Boris, el padre, lleva-ba meses sospechando que sus hijos, a los que había dejado a la deriva tras largarse de casa, eran los integrantes de la Banda de los Militares. Y quiso enrolarse. “Creo sinceramente que mi padre encontró así la oportunidad de reencontrarse con sus hijos. Y para mi hermano Carl, que Boris se uniera a ellos era la forma de demostrarle que era alguien. Y de decirle: ‘Tú formas

parte de mi creación’. Cuando iban a atrapar a mi padre y a mis hermanos a las afueras de Estocolmo, el día antes de Navidad de hace 20 años, vi en las noticias que la policía los tenía rodea-dos. Mi novia de entonces estaba a mi lado en ese momento y dijo: ‘Hueles jodidamente mal’. Estaba transpirando el estrés, convencido de que mi herma-no moriría aquella noche. Que no se rendiría jamás. El principal problema era que mi padre, nuestro padre, estaba con él en aquel momento. El conflicto entre ellos dos era el gran problema. No veía otra posibilidad distinta a que los dos murieran aquella noche”.A la mañana siguiente, Stefan se levan-tó y vio nacer a través de la ventana un día perfecto de Navidad. La nieve cubría las calles y el cielo brillaba de un azul radiante. Pensó que todo había sido un mal sueño. Paseó hasta una tienda de su barrio y vio los titu-lares colgados en los periódicos que le devolvieron a la realidad. Estaban vivos. Los delirios de grandeza como banda criminal habían llegado a su fin. “¿Qué pasó entre mi padre y mi hermano mayor durante aquellas horas, esperando la emboscada poli-cial, agazapados en la noche? Para un contador de historias es algo que no puedes dejar atrás. Y forma parte de mí. Mi vida entera ha girado en torno a ese conflicto entre mi padre y mi hermano mayor. Conflicto, conflicto, conflicto”. Stefan choca tres veces su puño derecho sobre la palma de

la mano izquierda. “Aunque siempre le recuerdo peleando, también tuve buenos momentos con mi padre. No le respeto, pero le perdono por todo lo que hizo. No creo que él me perdone a mí por haber escrito este libro”.Los errores cometidos en el décimo asalto pusieron fin a la Banda de los Militares. Sus integrantes compare-cieron en un largo proceso judicial que arrancó en el verano de 1994 y acabó con penas de prisión de entre tres y catorce años. Carl cumplió nueve y medio, varios de ellos en uno de los penales de máxima seguridad del país. David tenía 17 cuando ocurrieron los hechos y apenas cumplió condena. A Alexander y al padre de todos ellos les cayeron cuatro años. Fueron disper-sados por diferentes centros peniten-ciarios. “No sé si Carl se arrepiente de lo que hizo. Mis hermanos pequeños, sí, eso lo tengo claro”, afirma el único Thunberg que no paseó por el lado salvaje.–¿Sabe si su hermano Carl ha vuelto a cometer algún delito tras recuperar la libertad?–Lo desconozco. Tampoco creo que sea un psicópata. Simplemente, se con-virtió en aquello que mi padre quiso moldear. Carl pasó otro año en la cár-cel hasta que se resolvió un caso de asesinato con el que fue relacionado, y que también afectó a mi hermano David. Pero ambos salieron absuel-tos y el Estado les pagó por pasar ese tiempo en prisión. Ahora, mi hermano me ha llamado para decirme que está volviendo a tener problemas con la policía. No sé a qué se debe, pero los agentes siguen visitándolo y creo que seguirán haciéndolo. Ha sido un delin-cuente demasiado famoso en Suecia.Hubo una serie de crímenes. Y hay un castigo. La voz nasal de Carl llegó por teléfono días después del encuentro con su hermano Stefan. Poco antes de desaparecer para siempre, esbozó su autorretrato. “Todavía hoy, tengo la sensación de que esta sociedad y la policía ven en mí al puto Keyser Soze (personaje protagonizado por Kevin Spacey en la película Sospechosos habituales). La policía sigue mis pasos. Cada vez que lo estiman oportuno vuelven a interrogarme o a poner mi vivienda patas arriba. Sé que no para-rán jamás. Esta historia me perseguirá mientras viva”.