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¿Qué es la Cultura? AÑO I. NÚMERO 0

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¿Qué es la Cultura?

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SUMARIO05. EDITORIAL.

06. REPORTAJE. TOKIO, ESPACIO URBANO. DIEGO SANTOS GARCÍA MARTINEZ

16. ILUSTRACIÓN. MATRIMONIO CONYUGAL.LETICIA ESTEBAN

17. REPORTAJE. CULTURA INQUIETA MARIXA GIL

21. ILUSTRACIÓN. CULTURA SUMERGIDA.MARÍA POLAN

22. ILUSTRACIÓN. CULTURA XXI.CÁNDIDO HOYAS

23. MICRORRELATO. “TRAICIÓN” VICTOR M. JIMÉNEZ ANDRADA

24. OPINIÓN. DEFINIENDO CULTURA. M. ISABEL DIAZ PÉREZ

27. ILUSTRACIÓN. LA CABEZA ES LA PECERA DE LAS IDEAS.MARÍA POLAN

28. ILUSTRACIÓN. CULTIVAR (SE).NATALIA PÉREZ CHAZARRA

29. OPINIÓN. LA CULTURA Y SU DIVERSIDAD DE CONCEPTOS. ANA LIBERAL

30. REPORTAJE. EDIFICIO METROPOL PARASOL Y TORRE PELLI. SEVILLA. UN EJEMPLO DE CONTROVERSIA.

JUAN PABLO GARCÍA MORALES

37. PRÓXIMO NÚMERO.

AÑO I. NÚMERO 0

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DIRECCIÓNISABEL DÍAZ

MARÍA POLÁ[email protected]

DIRECCIÓN DE CONTENIDOSISABEL DÍAZ

MARÍA POLÁN

MAQUETACIÓNMARÍA POLÁN

DIRECCIÓN DE COMUNICACIÓNISABEL DÍAZ

SIN ELLOS NADA HUBIERA SIDO POSIBLE

TEXTOSMARIXA GIL

VICTOR M. JIMÉNEZ ANDRADAANA LIBERAL

JUAN PABLO GARCÍA MORALES

FOTOGRAFÍADIEGO SANTOS GARCÍA MARTINEZ

ILUSTRACIÓN LETICIA ESTEBAN

NATALIA PÉREZ CHAZARRA

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Editorial

Todo camino, por interminable que pueda parecer en algún momento, llega a su fin. Y hoy hemos concluido el camino que nos ha traído hasta estas páginas, fruto de la ilusión y de la pasión por la cultura, pero también de la generosidad de aquellos que dedicaron su tiempo a escribir sus pensamientos, a indagar en sus recuerdos, a poner color a sus ideas.

Hoy nace doblespacio magazine: un webmagazine que inicia su andadura con el propósito de descubrir la esencia de la cultura, las visiones de quienes participan de un modo u otro en este mundo, la actualidad del sector… Son muchos los aspectos que en el futuro trataremos, pero hemos querido empezar la trayectoria de doblespacio magazine con una pregunta. Tal vez sea una pregunta evidente. Un magazine cultural girará en torno a la Cultura, pero… ¿Qué es la Cultura? ¿Qué es para ti la Cultura? ¿Qué significa la Cultura?

Intentar responder a esta pregunta no es precisamente una tarea sencilla, incluso diría que supone despertar aún más incógnitas si cabe. ¿Hay una definición clara de Cultura? Puede que no, tal vez tengamos que indagar en nuestro interior para que cada uno aporte su particular visión para completar el puzzle.

En las siguientes páginas veremos que para algunos la cultura está salpicada por los recuerdos de la niñez, cuando descubríamos nuevos mundos en los que aventurarnos. Para otros será la bandera que guíe nuestros pasos. Habrá quien vea a la cultura como la simiente de proyectos de futuro… Mil y una opiniones diferentes basadas en mil y una experiencias diferentes. Porque la cultura es una experiencia que se siente, que se respira, que va más allá de las palabras.

Pero antes de poner el punto final debemos agradecer la colaboración de todos los que habéis participado de un modo u otro en el nacimiento de doblespacio magazine, tanto a los presentes como a los ausentes. A ambos os esperamos en los próximos números. Feliz lectura.

Isabel Díaz

Doblespacio Magazine 2013.Año I, Número 0ISSN 00000 Doblespacio magazine by María Polán Morato y Mª Isabel Díaz Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.Doblespacio magazine es un proyecto sin ánimo de lucro que surge de la colaboración de la dirección de la revista y la red de colaboradores. Doblespacio magazine declina cualquier responsabilidad sobre posibles conflictos derivados de la autoría de los trabajos que se publican en la misma, siendo la responsabilidad de los autores que las obras publicadas se ajusten estrictamente a la legalidad de toda publicación relativos a los derechos de autor. Doblespacio magazine no se hace responsable de los contenidos de los artículos publicados. La naturaleza de los contenidos expuestos en los ellos son responsabilidad única y exclusiva del autor/es. Doblespacio magazine declina en los mismos la total responsabilidad de sus opiniones.

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“TOKIO:ESPACIO URBANO”

REPORTAJE Diego Santos

Parada de Takadanobaba

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Página izquierda: Festival callejero (arriba), Ginza (abajo)En ésta página: Tokyo Tower

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Cruce de Shibuya

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“TOKIO, ESPACIO URBANO” es el resultado de las vivencia del fotoperiodista freelance Diego Santos García en Tokio. Un licenciado en Historia con alma de fotógrafo al que le gusta usar la máxima de Capa: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no estás lo suficientemente cerca”. A Capa se le olvidó decir que, en muchos casos, si estás lo suficientemente cerca es que estás lo suficientemente loco como para estar allí.

Podéis ver el reportaje completo en la web del artista:http://www.diegosantosphotography.com/#!tokyo-humanized-concrete/c1s9q

Página izquierda: Mural de Hachiko (detalle)Esta página abajo: Oraciones en un templo de Shibuya (detalle)

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REPORTAJE Marixa Gil

Las experiencias a lo largo de la vida nos marcan el camino, nos dan lecciones vitales, nos hacen crecer. La cultura es una vivencia que se cruza delante de uno y que estrecha entre sus brazos a todo aquel que se deja querer.

Tenía unas tres mil quinientas palabras escritas que se empeñaban en redactar lo que para mí es la Cultura. Describía el hecho cultural, el significado de diccionario, la significancia de la palabra buscando concreción, el aire reivindicativo que tiene, o en ésa que hacía una abstracción con parábola incluida…, y no me decían nada. Eso, todas esas explicaciones pueden o pueden no ser aclaradoras, ni siquiera ser la verdad de lo que pienso que es la Cultura.

Recapacitándolo mejor me he dado cuenta de que esto es algo que se tiene, que viene adjunto al ansia por crecer, por vivir y que son los demás los que marcan las metas que te van identificando para decirte si eres culto o no. Caí que solo hay una cosa que me marca para saber si la tengo, eso que creo es proporcional al hecho de disfrutarla… la inquietud, las ganas de obtener respuestas, de buscarlas. Es el medio que me sirve para llegar a conclusiones que no sean solo subjetivas, para ver los condicionantes que rodean las cuestiones. Y al final, para no entender nada.

En mi despertar a la vida encontré útil saber cosas, no era como destripar un aparato para ver qué era lo que contenía, más bien, escuchar lo que otros habían destripado y pensar que a lo mejor algún día podría reunir muchos pedazos y crear algo nuevo. Inventar. Poco me duró el ansia, ya inventaron los colegios y querían que aquello que tanto me gustaba se quedase en casa y en la casa solo pensaban en lo mejor para mí. Poco tiempo tardé en darme cuenta de que eso tan importante no tenía importancia, que solo servía para otros, para los concursos o los crucigramas,

sobre todo para esos que daban la solución en la página final. A lo mejor, las respuestas a las preguntas estaban en la página final de algo, en alguna parte y era cosa de ponerse a buscar. Es por esto que siempre empiezo a leer la prensa, revistas o libros por el final, para estar preparada cuando llego al principio, es tan intrigante… y si algo he de aprender no tendrá mucha importancia el orden, más, cuando puedo saber la solución.

Esta manera mía de entender las cosas me ha traído problemas, aunque no me gusta reconocerlo. Marqué desde el principio una teatralidad en mi comportamiento, cada día me convertía en una especie de monstruo sarcástico y cuando hacía una pregunta en la escuela ya sabía la solución, esto me provocaba mucha risa y destapaba la duda de si esas personas estaban lo suficientemente preparadas para enseñarme algo. Fue sencillo desentenderme del tema, aunque esto me acarreaba muchos problemas y seguía teniendo dudas.

Empecé a interesarme por lo que sabían los otros, dándome igual la especialidad que tuviesen, de todo se podía sacar algo sugestivo. Aprendí a mirar las cosas por un viejo que pintaba al borde del mar. Debía ser un señor famoso ya que algunos que se acercaban ni siquiera le quitaban la sombra y me miraban mal. Me contó cómo se debe mirar para poder percibir, que no es de conformarse solo con ver. El hombre acabó pronto la pintura, y aunque no la vi terminada, siempre supe cómo iba a quedar, ya la había visto desde el principio. En otra ocasión me planteé cuál era la diferencia entre sentarse

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en la sala de lectura infantil o la gran sala para adultos en la biblioteca. No había niños en la propia, pero tampoco había muchos adultos en la que tenía unos sillones enormes. Allí tuve que subirme a una pequeña escalera para poder abrir la puerta que en vez de cristal tenía una reja de gallinero, cosa que me pareció divertida y un tanto desalentadora. Pensé que los libros que allí se guardaban debían de tener vida propia y que de no estar retenidos bien podían salir corriendo y a buen seguro se subirían por aquella larga y encerada mesa. Cogí un libro al azar, uno que no pertenecía a ninguno de los que estaban agrupados, tenía una piel de color marrón con letras doradas de formas curiosas. Había filas enteras de tomos gordos y pieles oscuras que al llevar una etiqueta amarillenta en la parte baja del canto, parecían que estuviesen vestidos de uniforme, casi igual que el que llevábamos al colegio, era desalentador.

Un viejo con barba, orondo y de gafas pequeñitas me miraba curioso, no conseguí un gesto de aprobación, pero tampoco de reproche. Me sentaba alejada, no fuese a molestarle, parecía que lo que leía le producía gran desazón, ya que no hacía más que secarse los ojos con el pañuelo. El libro que realmente me inició en la lectura, comenzado por el final, era una gloria, no había boda con perdices, ni felices, ni nada parecido.

“Pero ponga su esperanzaEn el dios que lo formó;Y aquí me despido yoQue he relatao a mi modoMales que conocen todos,Pero que naides contó.”

Nunca antes había sentido que se podía contar una historia solo con versos y Martin Fierro tenía un final tan interesante que no dudé en querer leerlo. No tenía mucho tiempo ya que a los críos siempre los están vigilando y en cuanto que el señor mayor se fue de la sala apareció uno de los de la biblioteca y me echó de allí, eso sí, me

hablaba muy bajito, como si molestásemos a los libros que nos miraban desde sus jaulas. Hasta mucho después no pude leer completa aquella historia del gaucho argentino, pero esa noche en vista de no conseguir que en mi casa me contasen nada serio sobre el país, me dediqué a buscar en el libro de geografía donde estaba la Argentina y supe de sus pampas donde vivía el señor Fierro. Volví muchas veces más a la biblioteca y leí muchos finales de bellos libros que nunca pude volver a encontrar. Por mucho que mirase en la zona donde los había descubierto, se ve que me despistaba. Los empleados ya me conocían y me dejaban hacer, nunca me llamaban la atención hasta que daban las siete y me hacían gestos tocándose la muñeca señalando el reloj y salía corriendo camino a casa.

En otra ocasión, un sábado por la mañana me fui a sacar al perro y me acerqué a una casa medio abandonada, un caserío arreglado, sin animales, casi sin tierras, solo un pequeño jardín que lo bordeaba. Era la casa natal de un famoso señor que habían hecho museo con su nombre.

Allí me acerqué y entré con perro y todo. No había nadie en la puerta y pude pasear por las diferentes estancias. El hombre era un científico y un estudioso, en cada habitación se podía ver cómo había vivido, las cosas que estudiaba y los muchos trastos con que se rodeaba.

Casi había atravesado toda la primera planta cuando se abrió una puerta y apareció Ramón. Lo primero que hizo fue sonreírme y lo siguiente intentar quitarse de encima aquel perro pesado que nada más verlo se abalanzó a sus pantorrillas, como si lo conociese de toda la vida. A mí el perro no me gustaba nada, me daba la sensación que no me pertenecía y que solo era un remedio de compañía de unos padres que pensaban que una hija única debía tener. A ellos tampoco les gustaba mucho el bicho. Se llamaba Whisky, bebida rara que no circulaba por la casa. Ramón me preguntó qué era lo que quería y se ve que le contesté algo que le emocionó y tras una breve presentación dejamos atado al perro en la entrada y nos fuimos a dar un paseo por todas las

estancias de aquel museo que no visitaba nadie. En cada una de las habitaciones me explicaba lo que allí se hacía, los descubrimientos del amo, las visitas que tenía, que tal cuadro era de no sé qué pintor, que tal otro era un regalo, o cómo se llamaban aquellas botellas de cristal, los matraces. Este hombre lo sabía todo del otro y disfrutaba contando esta historia. Curiosamente comenzaba por el final. “Don Fulano de Tal, falleció a la edad de 83 años en París y nació en esta casa el año de gracia de…” no recuerdo cómo se llamaba el dueño, pero sí como el señor Ramón comenzó a relatar todo lo que allí sucedió, incluso lo que no había pasado y él revivía con tanta emoción. Mis visitas se repitieron, y ahora era el perro el que me saludaba con cariño, esa primera vez lo dejé allí, se lo regalé para que no se sintiese solo en aquella casa a su cargo que no contenía más que historias de otros. Al regresar a casa casi descansaron cuando lo dije, no nos gustaba tener perro.

Los siguientes años fui dando tumbos entre mis compañeras de clase, la religión o los libros. Era preceptivo conocer a Dios y toda esa historia tan singular y simple que tienen los libros religiosos. Solo me gustaba leer sobre la vida y milagros de los santos; éstos sí que saben comenzar por la gracia del Salvador, donde todos habían muerto siendo santificados y recibiendo títulos que ya contenían el final de su historia: San Fulanito, franciscano asesinado por las hordas rojas tras un tormento. Seguían con una biografía rápida explayándose en las partes en que conoció la religión y decidió dedicarse a la santidad. Más o menos las historias eran iguales, pero siempre encontrabas sorpresas con reyes malvados que explotaban a los siervos, o enfermos que sanaban por obra y gracia de la fe. Cosas así, oscuras, dramatizadas sin muchas descripciones del modo de vida. Daban mucho pie a imaginar cómo eran los pueblos y venían bien para buscar en los libros de historia por donde andaban esos reyes o en los de geografía, saber el lugar donde habían vivido y darte cuenta de que nunca se hubiese dado el caso, allí no

hubo romanos o era una isla tan pequeña que a poco que se empeñasen se conocían todos.

Con mis compañeras del colegio tuve suerte. La mayoría eran las descendientes de vivos aburridos y sin gracia ninguna para sobresalir, pero si ahondabas un poco, cada familia tenía sus secretos. Me lancé a la aventura de ir poco a poco sonsacándolos. A estas alturas en los diferentes colegios que estuve, a uno por año cursado, tuve la suerte o la desgracia de coger mala fama como buena redactora. Para el resto de los estudios era una pobre chica que jamás destacaría en nada, pero a la hora de rellenar hojas blancas decoradas con aquellas paralelas azules, me las valía sola. Nadie sabía que todo era un engaño monumental. Ninguna de mis redacciones de aquellos años eran mías, todas, absolutamente todas, eran transcripciones de libros que había leído. Nadie se dio cuenta de esto. Ninguno de aquellos maestros, monjas en su mayoría, se merecía que les contase lo que sabía. La primera vez que me pidieron que hiciese una redacción que hablase de la ciudad donde vivía, les copié palabra por palabra, saltando algunos párrafos, la descripción que el ayuntamiento hacía en las páginas azules, que era un listín de teléfonos que venía de regalo con el de las páginas amarillas y blancas. En la segunda página alguien había descrito muy bien lo que era mi ciudad, no hacía falta inventarse nada nuevo. Esto me propició una excursión por todas las aulas del colegio, recibiendo por primera vez el aplauso general. La segunda redacción que hice la copié de una revista que había llegado del otro lado del charco. Tener familia en Venezuela es algo que tenía ventajas, no solo nos enviaban fardos con ropas imposibles de usar, llenas de colorido y con extrañas formas, también solían mandar algunas publicaciones cargadas de lo mismo, colorido y formas de vida bien diferente a la nuestra. Tome la explicación de una cadena de montaje en una fábrica de discos. Incluso mi abuela, que trabajaba en una como capataz, se puso muy contenta y volví a merecer un inmerecido aplauso. Así lo hice año tras año, redacción tras redacción; una

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buena manera de acercarme a mis compañeras. Les contaba que me gustaban los secretos y que había un juego de los mismísimos indios que era algo así. Se contaban secretos, pero solo los buenos secretos familiares y esto les hacía amigos para siempre. Me inventaba dramas con hijas pródigas que vivían en París y que tenían una vida más que alegre; también podía contar cosas de refugiados de la guerra que andaban escondidos en las montañas y que para tener contacto con ellos solíamos ir al monte. No los veíamos, pero les dejábamos fotos, ropas y comida en un punto que teníamos acordado. La guerra había acabado hacía muchos años, pero ellos no podían regresar a casa por haber sido autores de distintas atrocidades. Estos cuentos les animaban a contar los secretos más tapados de cada casa y yo los absorbía con placer, como si me estuviesen contando un cuento cualquiera.

Ésa era la cultura de mis compañeras, la que tenía la familia escondida y a mí me gustaba. En la mayoría de los casos no merecían la pena ni de ser escritas, pero en otros, en otros podía imaginar los sucedidos y poner caras a los protagonistas. El final de estas historias eran ellas mismas vestidas de uniforme de un colegio de monjas cualquiera.

Un día me regalaron un libro grande, con tapas duras y un celofán alrededor. Me sentí especial por esto, casi mayor, por fin habían dejado de regalarme aquellos horribles libros que no traían más que lectura segmentada, con muchos dibujitos feos que no alegraban a nadie. Nunca me gustaron los juguetes, ni a los tebeos les encontré gracia alguna; ni siquiera me interesaban los dibujos animados, con historias estúpidas y acentos extraños. Este primer libro que tuve se llamaba Mujercitas y me resultó de tediosa lectura. Habiendo leído otras cosas interesantes, aunque solo fuesen unas páginas no me parecía propio ponerme a la tarea de ver qué era lo que pensaban y que les pasaba

a aquellas mujeres que parecían tontas en sus infortunios. Después de leer un libro tan grueso, podía agarrarme a lo que quisiera.

La Cultura andaba siempre dándome cariñosos abrazos, no me dejaba de la mano, incluso si no deseaba tenerla como amiga, sobre todo aquellas veces que me fallaba o que no me servía para tener de mi lado al chico que me gustaba. Así que empecé a inventarla, le di la vuelta y la convertí en un ser que modelaba a mi antojo. Podía inventar lo que quisiera y era raro que trasladase un profundo río a otra parte, pero lo hacía, incluso podía demostrarlo, cosa que a nadie le interesaba. Exageraba en los conceptos, les obligaba a salir de bocas importantes, como si no fuesen míos y en ésas, a nadie le importaba porque ellos ni siquiera habían escuchado nunca hablar de Ramón el biógrafo, o del hombre que sentado en el trono del palacio, donde tienen a los libros retenidos, era capaz de llorar por las historias que contenían y que sin remedio debía leer a todas horas o su país pasaría a manos de un maldito que con sus pinceles trasladaba el mundo a los cuadros y los retenía para poder mirarlos el solo en su cueva.

Es triste ver que los adultos no te hacen caso cuando intentas contarles cosas que les pueden ayudar a saltar de una cultura a otra. Todos quieren ponerse un título por montera, como el libro de letras doradas y nunca se paran a pensar que deben tener secretos dignos para que sus hijos los puedan contar en un compromiso de amistad.

Creen tener la Cultura atada y bien atada, para poder responder cuando ven un crucigrama, sin pensar que para eso está, para cruzarse delante de uno y no tener que mirar las páginas finales que han de darte la solución.

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Según dictaminó el juez, había cometido un acto de terrorismo sin precedentes. Aquella traición se pagaba con la vida. Hasta que llegó el día de la ejecución, sufrió torturas terribles, pero le consolaba saber que las consecuencias de sus actos eran irreversibles y que aquellos tiranos tenían los días contados, aunque él no estuviera para verlo. Muchos intentaron visitarle, pero los guardias no consintieron otra presencia allí que la del capellán de la prisión. La orden de aislamiento era estricta. El día señalado, se llegó a concentrar tanta gente a las puertas del penal que el ejército, aún empleándose a fondo, no consiguió disolverlos. Se cumplió la sentencia poco después del amanecer, pero para entonces y gracias a su labor, los hijos de los esclavos sabían leer.

Publicado en “Comidas para llevar”, Ed. Rumorvisual, 2011

TRAICIÓN

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Cada día repetimos miles de palabras, teniendo la total seguridad de que las empleamos correctamente y que controlamos su significado. Pero…¿qué ocurre cuando nos piden que las definamos?

- “Pensar, ¿qué significa pensar?”- “Pues… pensar es sinónimo de reflexionar, discurrir, imaginar…”Así de pronto se nos ocurren varios términos para definir este verbo. Pero, qué pasa cuando pedimos

que nos expliquen, por ejemplo, qué es cultura. Al principio te mirarán con cara rara, pero después te pueden contestar esto:

- “¿Cultura…? Pues mira, cultura es una exposición, una película, una conferencia que hubo el otro día en la casa de la cultura… Eso…, eso es cultura”

Y si, podemos entender que todas esas son manifestaciones culturales. Pero puede que si nos paramos a reflexionar sobre ello, consigamos desmenuzar aún más el significado de este vocablo.

En un diccionario veremos que es el conjunto de los elementos materiales y espirituales (lengua, técnicas, artes, costumbres, pautas de comportamiento, etc.) que caracterizan a una sociedad respecto a otra.

Para algunos cultura son simplemente esos actos culturales que se celebran en los centros cívicos o las casas de cultura: teatro, cine, conferencias, exposiciones…

Para los gestores culturales es su campo de trabajo, un campo de cultivo en el que tienen que sembrar sus ideas y cuidarlas lo mejor posible, para que en función de la meteorología que toque en ese momento, recoger sus frutos.

Y si continuamos, encontraremos una y mil maneras de entender la cultura.

Opinion Isabel Díaz

¿Qué ocurre cuando nos piden que definamos un intangible? Tenemos dos opciones: bloquearnos o buscar esa imagen que la transforme en tangible.

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Y ¿para mi? Para mi la cultura es una necesidad, representa el bagaje de una sociedad, es la seña de identidad de una comunidad. Cultura es pasado, presente y futuro. La cultura está en mi, en ti, en nosotros, en ellos…, en todo. En cierto modo, respiramos cultura aún sin ser conscientes de ello.

Una vez me hicieron esa pregunta “¿Qué es la cultura?” y ciertamente me resultó muy complejo. Al final, decidí hacer una comparación.

¿Qué es cultura? Me ha costado contestar a esta pregunta porque para mi cultura es una de esas palabras de muy difícil definición. Me he sentido como en el colegio, cuando el profesor hacía una pregunta y todos comenzábamos a mirar el suelo o el techo o las musarañas. Conoces la respuesta pero cuesta encontrar las palabras exactas por ser un término muy subjetivo. Todo el mundo, independientemente de su forma de vida, su formación, su experiencia o sus vivencias, puede definir el término cultura y, evidentemente, nos encontraremos con opiniones muy diversas. Precisamente por esa subjetividad es por lo que considero una tarea muy complicada el poder lograr una definición universal para este concepto. Cuando pienso en cultura recuerdo la imagen de un árbol genealógico; uno de esos grandes cuadros en los que había un enorme árbol y de cada una de sus ramas colgaba el retrato de un miembro de la familia. Pues para mí la cultura viene a ser como un gran árbol centenario con multitud de ramas que se van entrelazando entre sí. Si mirásemos detenidamente cada una de esas ramas, veríamos música, teatro, cine, obras de arte, creencias, folklore, tradiciones, saber popular, nuevos conocimientos… Cultura, un enorme árbol centenario que se alza ante nosotros impasible, como un ser inerte, que sigue ahí a pesar del viento, de la lluvia, de los rayos…; firme ante el devenir de la historia, de los acontecimientos.

Parece inerte, inamovible. Pero eso solo es fachada. Es un ser vivo, que, aún sin demostrar su movimiento, se mantiene firme a pesar de las inclemencias del tiempo. Sus enormes raíces se pierden en la tierra buscando el sustento que mantenga su entramado. Hunde sus raíces en el pasado de civilizaciones antiguas, en la historia, en nuestros antepasados, bebiendo de costumbres ancestrales. Su gran tronco administra esa sabiduría que se convertirá en ramas, hojas y frutos de las más variadas formas y colores, de los que luego disfrutaremos: arte, patrimonio, historia, escritura, lectura, tradiciones, música, baile, diseño, moda, arquitectura… M

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TítulosTítulos

REPORTAJE Alicia Liberal

Para Alicia, la cultura, más allá de su significado etimológico, está íntimamente relacionada con el “Arte”.El Arte, como expresión del ser humano, en sus distintas vertientes y proyecciones, es una búsqueda hacia la expansión del conocimiento humano y su entorno, desde un punto de vista sensible, que remueve nuestro interior hasta hacernos descubrir sensaciones hasta entonces desconocidas. Esto lo percibimos todos nosotros al contemplar un cuadro, leer un libro, escuchar una melodía…Tener “cultura” es sinónimo de conocimiento, clase y estilo, más allá del status socioeconómico en el que nos encontremos. Cuando hablamos de “cultura”, hablamos también de abrir nuestra mente a nuevas experiencias, conceptos e ideas a veces rompedoras y revolucionarias, respetando y aceptando la pluralidad y diversidad que nos rodea.

Hojas secas

Hojas secas,que caen de los árboles,cubriendo el parquede una alfombra ocre…hojas tan secas…como tu amor y el mío.Árboles que sacuden el viento…Ya es tiempo, sí…¿no crees?de decir…“lo siento”

Hojas secas,volando sin un destino cierto.Hojas tan secas como tu amor y el mío…Hojas que vuelan,sin sentido,hacia ningún lugar,sin ningún motivo…Como tu amor y el mío.

Árboles que sacuden el viento…ya es tiempo, sí…de decir…

“lo siento”.

Ya no estabas

El mar…estaba en silencio,ya no escuchaba el rumor de sus olas.El silencio…llenaba el espacio,y yo no notabaque tú ya no estabas…La luna…ya no brillaba,las estrellas apagadas lloraban.El cielo…oscuro y vacío, notaba que ya te habías ido.La playa…estaba desierta,las nubes, el sol ocultabany es que notaban que tú…

ya no me amabas.

Lágrimas

Lágrimas…agua salada que resbala,por mis mejillas,lágrimas por tu ausencia.lágrimas de impotencia.Lágrimas…sólo lágrimas,que resbalan por mi piel…hasta mojar este papelLágrimas, sólo lágrimas,lágrimas a escondidas,lágrimas,sólo lágrimas,Lágrimas que no son en vano,son lágrimas de dolor…y lágrimas de amor,sí…de amor,de amor…

por ti…

La cultura y su diversidad de conceptos

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Estos edificios son dos ejemplos de arquitectura contemporánea sevillana (más bien coetánea, el primero finalizado y el segundo en fase de construcción) emplazados en dos zonas un tanto polémicas para la ciudad y que tendríamos que entrar a analizarlos de forma separadas debido a su relación en el marco en el que se desenvuelven. El edificio Metrosol Parasol se ubica en la histórica plaza de la Encarnación, en cambio, la Torre Pelli o Torre Cajasol que está en fase de construcción se encuentra dentro del complejo Puerto de Triana. Es ahí donde obtendremos una crítica diferente o común para cada caso. Es obvio afirmar la complejidad en la que nos encontramos a la hora de hablar de estos temas y más aún, en la sociedad en la que vivimos donde no existe una educación sobre la integración de edificios contemporáneos (también ocurre en escultura, pintura o cualquiera de las demás artes) y cascos antiguos o ciudades históricas.

Lo que vamos a tratar de mostrar es nuestra opinión de estos dos ejemplos bajo unos fundamentos o exigencias que se describen en

REPORTAJE Juan Pablo García Morales

varias instituciones que velan por la protección del patrimonio como pueden ser ICOMOS o la UNESCO.

Por partes, el edificio Metropol Parasol o “Las setas de la Encarnación” como es popularmente conocido, se integra dentro del casco histórico de Sevilla. Es una estructura de madera con dos columnas de hormigón que albergan los ascensores de acceso al mirador y que está ubicada en la céntrica plaza de la Encarnación.

Históricamente, los comienzos de la plaza se remontan al siglo XIX (1) donde se edificó el Mercado de la Encarnación, siendo demolida parcialmente en 1948 con el nuevo planeamiento urbanístico de la zona. El mercado se mantuvo hasta el año 1973, en que fue derruido a causa de su estado ruinoso, y su solar permaneció inutilizado hasta los años 1990, en que el ayuntamiento de la ciudad decidió construir un aparcamiento subterráneo; además, el proyecto era autofinanciado e incluía la rehabilitación del espacio como plaza de abastos. Durante el movimiento de tierra de este proyecto fueron descubiertos importantes

Un ejemplo de controversia

REPORTAJE Juan Pablo García Morales

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restos arqueológicos correspondientes a los periodos romano y andalusí de la ciudad, por lo que las obras fueron paralizadas tras haber invertido 14,6 millones de euros. En el año 2004 el ayuntamiento decidió poner en valor de nuevo el espacio, para lo que llevó a cabo un concurso público de carácter internacional con el fin de recibir ideas y proyectos que reorganizasen el espacio, incluyesen un mercado de abastos y una plaza pública y además un espacio destinado a un museo arqueológico en el que se conservasen los restos arqueológicos hallados. Al concurso se presentaron 65 proyectos, y el jurado eligió el denominado Metropol Parasol, del arquitecto Jürgen Mayer, siendo además el más caro de todos.

El nuevo edificio que se diseña tiene unas dimensiones de 150 x 70 metros y una altura aproximada de 26 metros, y fue el proyecto ganador del concurso abierto por el Ayuntamiento de Sevilla para llevar a cabo la rehabilitación de la plaza en la que se ubica. Las obras comienza el 26 de junio de 2005, con un coste estimado de 50 millones de euros, y que atravesaron serias dificultades hasta 2010.

Una vez solventadas éstas y tras haber elevado el coste del proyecto hasta los 86 millones de euros, fue inaugurado el 27 de marzo de 2011, después de que su incremento económico, su aspecto y su ubicación hubiesen provocado una fuerte polémica durante su construcción. Debido a su estructura, que tiene forma de hongos, es conocido popularmente como las “Setas de la Encarnación”. Sus instalaciones albergan un mercado con locales comerciales y de restauración, una plaza de espectáculos, un mirador y el museo Antiquarium. Por su diseño vanguardista y funciones turísticas, se ha convertido en un reclamo más del centro histórico de Sevilla, llegando a protagonizar reportajes internacionales de periódicos de prestigio internacional tales como el New York Times o el Washington Post. En enero de 2013, el espacio Metropol Parasol fue elegido, entre los 335 proyectos candidatos, como uno de cinco proyectos finalistas del Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe que conceden bianualmente la Unión Europea y la fundación Fundación Mies van der Rohe.

Si valoramos toda la obra, la conservación de

los restos arqueológicos, su integración en la plaza y sus características, a mi juicio se ha logrado una unión de varios espacios y actividades mediante una buena obra arquitectónica. El arquitecto J. Mayer ha conseguido en este caso integrar este espacio de vital importancia para la ciudad, no sólo de lo que se valía esta zona como es el mercado, sino también incorporar la adecuación y conservación de los restos arqueológicos encontrados durante las obras e incluso ampliar nuevos espacios como plazas o restaurante. Hasta aquí todo bien, pero si además se realiza un edificio donde integran aspectos inspirados en las bóvedas de la Catedral de Sevilla y los ficus de la plaza del Cristo de Burgos, está creando una adaptación del entorno mediante sus propios signos de identidad y sobre todo respetándolo. Para mi muy acertado. Ahora, entra el dilema de si gusta o no la obra y ésta tiene que ser una de las cuestiones menos importantes y deberían de pasar a un segundo plano si valoramos el trabajo realizado por el arquitecto.

El ámbito económico lo voy a pasar de lejos resumido en una frase del propio alcalde J. I. Zoido: “es más importante no parar la obra porque sería más costoso no hacerlo por las personas que dependen de él”.

Es también importante el apoyo a través de plataformas que están ayudando a la integración del edificio en el entorno de la sociedad haciendo enseñar y entender de lo atractivo y lo original de la obra arquitectónica.

Problemática como ésta del Metropol Parasol de Sevilla en lo que respecta a la integración del edificio en el entorno social, bien podría ser el Museo Guggenheim de Bilbao. En un principio, sus propios ciudadanos (alguna parte de la población) tenían una opinión no muy buena de él entendiendo que rompía con la estética del centro urbano de Bilbao, gastos desmesurados,… Pero sin embargo, hoy día cualquier bilbaíno se siente identificado con el propio museo y se ha convertido en el símbolo de la ciudad.

Sin embargo, una obra arquitectónica bastante diferente con respecto al anterior es

sin duda la Torre Pelli o Torre Cajasol. De ésta no vamos hablar si es estéticamente bella o no, más bien lo haremos de su repercusión en el ámbito donde se enmarca y los efectos sobre el Patrimonio Mundial de la ciudad declarados por la Unesco. Es decir, no vamos a valorar si el edificio se integra en el medio social o no, ahora nos encontramos con un problema diferente como es la falta sensibilidad por parte del proyecto y organismos que en él intervienen con respecto a los demás monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad de Sevilla.

Su realización viene precedida tras un nuevo Plan General de Ordenación Urbana en 2006, donde se le dota a esta zona (Isla de la Cartuja, Puerto de Triana) la integración en la ciudad tras el paso de la Expo 92. Para ello, el arquitecto argentino César Pelli diseña un edificio de una buena calidad e incluso con unos materiales

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que le hacen ganar el premio internacional de arquitectura sostenible. Hasta aquí todo correcto.

Pero en el proyecto no se recoge, como así lo hace el informe de ICOMOS en 2007, las consecuencias que supone la creación de este edificio en el marco donde se va a construir, dándole más importancia a la repercusión que va a tener visualmente con los monumentos Catedral-Giralda. Algo así como una competición de a ver quién es más alto. Tras varios acuerdos en sucesivas reuniones por parte del equipo del proyecto junto a la administración y ayuntamiento, se decide elaborar un informe por parte de ICOMOS para comunicarlo a la UNESCO debido a la poco atención que ambos tienen sobre la construcción de la Torre Pelli y el efecto negativo que tendrá éste sobre los monumentos históricos de la ciudad como son

la Giralda-Catedral y también el entorno del río Guadalquivir. Aquí se va a desglosar una serie de conflictos que afectan directamente al panorama de la ciudad como son el conjunto histórico o el entorno del río Guadalquivir entre otros, pero que a mi juicio son los más importantes, ya que en ello se basan diferentes textos internacionales en el panorama protección y conservación del patrimonio.

Habrá defensores y detractores de diversa índole como es el caso del ex director del Patrimonio Mundial de la Unesco (2), afirmando que tendrá un impacto positivo, algo paradójico si lo comparamos con el informe de ICOMOS- España. Pero sin duda, hay que valorar la obra desde el punto de vista de protección, conservación y acción medioambiental con respecto a sus monumentos y no como un choque positivo en el futuro porque dejarías de lado a los anteriores que son la imagen de la ciudad, sin entrar a discutir que pueda ser otra la nueva imagen de la ciudad como es la Torre Pelli.

Como ejemplo podríamos indicar El Museo de la Evolución Humana de Burgos. Este nuevo edificio se alza en la otra parte del río Arlazón enfrente de la Catedral de Burgos y que interactúan ambos diciéndose uno al otro “tú estás ahí y yo aquí”, pero no enfrentándose a ver quién es el más alto. Esto es un ejemplo muy parecido donde la crítica ha sido buena, pero respeta todas las medidas de conservación y protección referente al patrimonio y es a donde hay que llegar, y después hacer un juicio de impacto positivo en el fututo.

La torre Pelli y las Setas de la Encarnación, dos formas diferentes de ver la arquitectura contemporánea integrándose en su entorno. Podremos tener o no conocimientos sobre ello, pero siempre habrá que ajustarse a las normas que se establecen en el ámbito de la conservación del patrimonio. De ahí la controversia entre un edificio y el otro. Uno se ajusta a ellas y el otro no del todo.

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Convocatoria Redacción

Esta es la presentación de doblespacio magazine, un primer paso para adentrarnos y conocer en profundidad el mundo de la cultura en todas sus vertientes, ya que es un terreno abonado para la diversidad, la colaboración, la creatividad…

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Para el próximo número os planteamos un nuevo tema: los mil y un modos de transmisión de la cultura. A través de la escritura, de la voz, de una imagen, de una ilustración, del tú a tú, de los medios sociales… mil y una formas de difundir, de conectar la cultura.

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Año 1. Nº 1. Transmitiendo cultura.

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