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3°A UPAEP Santiago 2 ¡Bloguéame un cuento!

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Cuentos creados por alumnos de 3°A del Bachillerato UPAEP Santiago 2

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3°A

UPAEP

Santiago 2

¡Bloguéame un cuento!

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LA TAREA DE TRISTEZApor Concepción Hernández Pérez

Había una vez en un bosque una joven dentro de la cual vivía un pequeño ser llamado Tristeza. Tristeza era una pequeña criatura delgada y de color gris. Tristeza, desde que tenía memoria, siempre había vivido dentro de la joven, los dos siempre caminaban por el bosque sólo con la compañía de los arboles que allí había. La mayoría del tiempo a la joven no le molestaba que Tristeza viviera en ella, excepto cuando Tristeza se ponía más gris de lo normal porque entonces su espíritu se alejaba de ella dejando a su cuerpo vagando sin rumbo fijo y ahí comenzaba la lucha del espíritu de la joven por regresar a su cuerpo, lo cual al final la dejaba tan cansada que lo primero que hacía al regresar a su cuerpo era tirarse al pasto húmedo para así descansar, envuelta en la neblina que la abrazaba fuertemente y que parecía que se llevaba su dolor.

Un día la joven despertó de su largo sueño, se sentó en la cima de un árbol, observó todo el panorama y se dispuso a salir a caminar como lo hacía todos los días. Pero ése era un día diferente, ella no se sentía igual que siempre: algo le faltaba, no sabía qué era. De

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pronto un gran sentimiento la invadió, algo que nunca había experimentado. Una onda cálida recorría todo su cuerpo, se sentía viva por primera vez y, de repente, algo en su rostro cambió, la imagen seria y sin expresión alguna se transformó en felicidad. La joven no lo podía creer: ¡se sentía tan bien! Todo su cuerpo empezó a moverse en un alegre baile donde el viento era su acompañante y las pequeñas hojas caídas de los arboles formaban figuras a su alrededor. Una extraña melodía fue traída junto con el viento. Era tan electrizante que recorría todo el cuerpo de la joven, pero esta melodía venía acompañada de algo más, cuando se escuchó la parte más intensa Tristeza regresó al cuerpo de la joven y toda aquella sensación de felicidad se fue.

Tristeza regresó más gris de lo normal, no le faltaba mucho para llegar a negro. La lucha comenzó: el alma de la joven se desprendió de su cuerpo para empezar a pelear, pero esta vez cada esfuerzo parecía inútil. La joven apenas y daba unos pequeños espasmos. Luchaba fuertemente para vencer a Tristeza y cuando pensaba que al fin lo había logrado lo grisáceo de Tristeza la envolvía de nuevo dejándola inmóvil y agotando cada esperanza de vida.

En el bosque su cuerpo vagaba sin rumbo débilmente.

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En un instante todo terminó. El cuerpo de la joven cayó al suelo junto a un abeto en el húmedo pasto. Su alma dejó de luchar. Tristeza había ganado, no había más qué hacer. El alma de la joven se convirtió en una esfera de luz que se fue adentrando en el abeto tallando en él la imagen del rostro de la joven.

La melodía fue el anuncio de su muerte, Tristeza sabía que ese día tenía que terminar con su vida. Así que le dio un regalo: por eso se alejó de ella dejándola ser feliz una vez.

Tristeza había cumplido con su tarea, sacrificó a la joven para que se quedara a proteger el bosque que más tarde se convertiría en el lugar en el que vivirían seres que cambiarían al mundo.

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CORAZÓN ROTOpor Dulce Centeno

Había una vez una joven llamada Luna, vivía en una cabaña que estaba apartada de todas las demás casas. Ella había vivido ahí siempre, ya había cumplido la mayoría de edad y ahora tenía curiosidad por conocer nuevas personas y saber cómo era el mundo más allá de su hogar.

Un día, se levantó muy temprano y se dirigió a la cocina donde sus padres estaban desayunando, - Mamá, papá... Quisiera hablar con ustedes-

-Hola hija, tu desayuno está listo, dinos ¿de qué quieres hablar?-

Luna les explico que quería conocer nuevas personas y vivir en la ciudad sola.

Sus padres al escuchar esto, se quedaron inmovilizados, se miraron y sonrieron.

-Sabíamos que este día llegaría, y queremos darte una sorpresa-

Su madre se puso de pie, fue a su recámara y tomó una hoja la cual era el contrato de la compra de una pequeña casa en la ciudad.

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-Muchas gracias por entender, los quiero- dijo Luna mientras abrazaba a sus padres.

Pasaron algunas semanas y llegó el día en que Luna se fue a su nueva casa.

La ciudad era tal como la había imaginado, muy grande y maravillosa pero había lo que más le interesaba conocer a Luna; había muchas personas.

La misma tarde en que llegó desempacó rápidamente y salió a caminar para conocer lo que sería su nuevo hogar.

Fue a un parque, recorrió las pobladas calles, algunas iglesias y centros comerciales, en donde encontró una pista de hielo; compró un café y se sentó por horas a contemplar a los patinadores que practicaban sus rutinas. Entonces se dirigió a la taquilla y le preguntó a una joven que estaba sentada: - disculpe, quisiera saber si yo pudiera tomar clases de…- y señaló a los patinadores.

- ¿Patinaje?- Respondió la joven

- -Si eso, ¿Qué necesito para entrar?-

- -Necesitas pagar tu inscripción y una mensualidad, comprar tus patines y por supuesto, venir.

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Luna sacó rápidamente unos cuantos billetes de su bolsillo y se los dio a la joven, ella la miró con risa burlona y le dijo: -Con eso no pagas ni la entrada-

Luna le preguntó la cantidad de dinero que necesitaba y al escucharla su rostro se desanimó, se dio la vuelta y salió del lugar.

Se pasó la noche pensando en que pretexto se inventaría para pedirle a sus padres más dinero de lo normal pero entonces se le ocurrió una idea mejor: trabajar en un café que estaba afuera de la pista de hielo.

Luna consiguió su empleo y tres semanas después pudo comprar sus patines y pagar la inscripción.

El primer día de clases estaba muy nerviosa ya que ella nunca había patinado y además no conocía a nadie. Los maestros fueron muy paciente con ella y cuando terminó su primera clase se dirigió a los vestidores.

-Eres buena para ser la primera vez que patinas- Le dijo una chica que parecía ser de su edad, tenía el cabello negro y chino.

-Gracias- contestó Luna un poco apenada.

-Soy Nancy y también patino.

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-Mucho gusto Nancy, mi nombre es Luna.

Salieron juntas de la pista y siguieron conversando un buen tiempo; Luna estaba feliz porque había conocido a su primera amiga.

En su trabajo había conocido a tres amigos más: Ana Lilia, una chica algo tímida pero graciosa, Jorge Luis, un chico demasiado agradable y Aída, una joven demasiado divertida.

Había pasado poco más de un mes y Luna estaba contenta gracias a sus amigos con los que se la pasaba muy bien y a las clases de patinaje que cada día se le facilitaban más.

Aunque extrañaba a sus papás los visitaba de vez en cuando. Pero sentía que le faltaba algo.

Un día, Luna salió temprano de su trabajo así que llego antes a la pista y tuvo que esperar a que la clase anterior a la suya terminara, entonces mientras esperaba, vio a un chico que llamo mucho su atención.

Luna siempre había soñado con enamorarse del chico perfecto o del clásico “príncipe azul”, sin en cambio, ese chico era todo lo contrario a lo que ella quería, tenía la apariencia un poco desalineada, más bien alivianada; su cabello era abultado y lindo, tenía las facciones delgadas y atractivas. Luna no dejaba de

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verlo pero él nunca notó su mirada; él salió de la pista y no lo volvió a ver hasta al día siguiente.

Luna llegó temprano con la intención de verlo, él estaba tomando su descanso, vestía con un pantalón de mezclilla, un suéter gris y un tenis verde y el otro amarillo; ella lo seguía con la mirada, tenía los ojos abiertos como platos y entonces él se dio cuenta cuando la miró a los ojos. Inmediatamente Luna dirigió la mirada al brownie que tenía en las manos, cuando levanto la mirada él ya no estaba.

Luna tomó su clase como de costumbre y cuando se quitaba los patines, vio que aquel chico se acercaba a ella, pensó rápidamente que hacer pero fue demasiado tarde porque el ya estaba parado enfrente de ella.

-¿Eres nueva verdad?- Le dijo sonriendo

-Sí, ensayo en la clase después de la tuya. Le contestó Luna bastante nerviosa.

-Mi nombre es Diego, y tú ¿cómo te llamas?

-Mi nombre es Luna

-Wow q nombre tan extraño pero lindo.

-Gracias. Contestó ella sin saber realmente que decir.

-¿Te gustaría ir afuera y platicar? L e preguntó Diego.

-Está bien. Vamos

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Luna y Diego caminaron varias calles hasta llegar a la casa de Luna, hablaron por mucho tiempo sobre lo que les gustaba, Luna le contó de donde venía y lo que hacía para poder patinar; él le dijo que llevaba un año patinando y que vivía con sus padres.

-Bueno, creo que es hora de que entre a mi casa.

-Sí, yo también tengo que irme, que descanses. Respondió Diego dándole la mano y acercándose para besarla en la mejilla. Luna hizo lo mismo.

-Igual me dio mucho gusto platicar contigo, hasta luego.

-Oye, mmm... no sé si quieras pero...ya que tu trabajo está afuera de la pista... ¿crees que pueda pasar por ti e irnos juntos a la pista? Pregunto Diego muy nervioso.

-Me parece bien, entonces nos vemos mañana.

-Ahí estaré.

Luna entró a su casa y lo primero que hizo fue telefonear a Nancy y a Jorge para contarles sobre Diego. Ella sabía que él no era el chico a quien siempre había esperado pero le parecía lindo, sólo eso.

Al día siguiente, cuando salía del café para ir a la pista, Diego estaba esperándola, recargado sobre la pared

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con su mochila azul sobre los hombros, y al verla sonrió.

-Hola—dijo Luna entusiasmada.

-¡Hey! hola Luna. ¿Lista para ir a patinar?

-Por supuesto

Entraron a la pista y ella se fue a los vestidores.

-Te veré luego, dijo Diego ya que él ya había salido de su clase.

Luna tomó su clase con gran entusiasmo y contándole a Nancy nuevamente todo lo que había hablado con Diego el día anterior.

Cuando salió Diego la esperaba con un café latte en la mano, y de nuevo caminaron hasta su casa, platicando de todo un poco y sin parar de reír.

Los días pasaron, igual de maravillosos, y Luna se sentía cada vez más atraída por Diego. Lo había conocido bastante en esos días, se dio cuenta que él era todo lo contrario a ella, y eso era lo que le agradaba. A Luna le encantaba verlo patinar, la manera en que la miraba, el verlo parado esperándola siempre afuera de su trabajo la hacía sentir espectacular, y cuando el sonreía, hacía que todo lo que Luna estaba pensando se borrara.

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El fin de semana decidió visitar a sus padres.

-¿Mamá, papá, están en casa? Preguntó al entrar.

¡Hija! Qué alegría verte- Dijo su madre abrazándola.

Luna se sentó por horas con sus padres a platicarles todo lo que había hecho, incluyendo el haber conocido a Diego.

-Ahora entiendo porque te ves tan contenta- Le comentó su madre riéndose.

-a decir verdad mami, su compañía me hace aun más feliz de lo que ya soy.

-Me alegro mucho, hija. Contestó su madre.

Luna pasó dos días con sus padres pero después tuvo que regresar.

En la pista se encontró con Diego, al verlo Luna corrió a abrazarlo.

-Hola niña- La saludó con una sonrisa, que a Luna la dejaba sin respiración.

-Ho...hola Diego, ¡te extrañé mucho! No puedo pasar un día sin tu compañía- Respondió Luna tartamudeando.

- Yo te extrañé más, créeme Luna, que si no estoy contigo es como si estuviera muerto.

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Esa noche, después de las clases, fueron a cenar y a dar un paseo.

No dejaban de reír y ella no había notado que él tenía el brazo sobre su cintura y ella lo abrazaba de la misma forma.

Llegaron a su casa, él le dio la mano para despedirse y cuando ella se acercó sus rostros se quedaron a pocos centímetros de distancia y pasó lo inesperado e inevitable.

Se dieron su primer beso; Luna tenía la mente en blanco, sentía que sus piernas se debilitaban, su respiración se acortaba y sus manos recorrían una y otra vez el cabello rizado de Diego. Por otro lado, Diego la abrazaba con fuerza y recorría con sus manos la espalda de Luna.

-Wow- Dijo Diego sonriendo.

Luna ni siquiera pudo hablar, estaba sonrojada, se despidió agitando la mano y entró a su casa. Esa fue la primera noche que soñó con Diego.

Cuando despertó, lo primero que hizo fue sonreír y pensar en él. Todo era diferente, un nuevo sentimiento se apoderaba de ella, algo que nunca había sentido; ahora veía al mundo completamente a su favor. Los

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siguientes días fueron cada vez más increíbles; Luna se había enamorado de Diego.

El fin de semana lo pasaron juntos, siempre que salían él la tomaba de la mano y ella lo besaba unas cuantas veces.

-Me la pase muy bien hoy. Exclamó Luna

-Yo igual, juro que con tal de estar contigo resucitaría. Le dijo abrazándola

-Diego, te quiero demasiado, como a nadie sin importar el tiempo, pero a veces tengo miedo.

-¿Porqué tienes miedo? Pregunto Diego.

-De que me lastimes

-Nunca lo haría- Respondió Diego besándola en la frente.

Una tarde, después de que Luna salió del café, notó que Diego no había ido por ella. No la extrañó mucho, supuso que tal vez se había retrasado así que se fue a la pista. Asistió a su clase y cuando salió de los vestidores vio a Diego sentado.

-Hola. Lo saludó con una sonrisa.

-Hola- respondió Diego.

-Bueno, vámonos. Dijo Luna algo extrañada.

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Él estaba serio, se puso de pie y camino en silencio junto a ella. Hablaron muy poco, era evidente que algo extraño pasaba.

-¿Sucede algo? Preguntó Luna

-No, perdón es que no me siento bien

-Bueno, entonces nos vemos mañana- dijo Luna mientras se acercaba a él para besarlo en los labios.

- Está bien, hasta luego. Respondió Diego dando un paso hacia atrás y sólo besándola en la mejilla; se dio la vuelta y se fue.

Luna se quedó inmóvil, sintió que el pecho le dolía y una gran tristeza la invadió profundamente. Entró a la casa y se acostó en la cama a llorar hasta que se quedo dormida.

Al día siguiente tampoco lo fue por ella, y eso la derrumbó, ese día le fue fatal en su trabajo, y sus rutinas en la pista se le dificultaron. Esa noche cuando se dirigía a su casa se encontró con Diego.

-Quiero hablar contigo. Le dijo Diego

-Vaya, pensé que ya no querías ni hablarme

-Disculpa, es que no me he sentido bien... y tampoco con esto, te quiero pero creo que esto fue demasiado rápido. Su expresión no era muy animada.

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-Entiendo. Dijo Luna

-Bueno, te acompaño a tu casa.

En el camino platicaron de cómo les había ido, pero nada parecido con las otras noches.

Llegaron a casa de Luna y se despidieron con un pequeño beso gracias a Luna.

Esa fue la última vez que hablaron.

A pesar de la conversación que habían tenido, en los siguientes días Diego no volvió a buscar a Luna.

Todo había sido una mentira, no podía pasar un día sin que Luna, al pensar en Diego llorara sin poder detenerse.

Para Luna ya no quedaba nada por lo que seguir, ningún motivo por el que luchar; Diego le había quitado mas allá de la esperanza, todos esos días a su lado se habían ido como si fuesen un sueño, una fantasía en la que nadie creyó, tan sólo la idea de un amor que ella se había creado.

No asistió a su trabajo ni a la pista por varios días, sus amigos intentaban animarla pero era inútil, ella no podía dejar de quererlo por mucho que lo intentara.

Una tarde salió a caminar, su apariencia estaba descuidada y tenía los ojos hinchados.

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Se encontró con una de las iglesias que había visitado cuando había llegado a la ciudad, entró, se sentó en la última banca, cerró los ojos con mucha fuerza y se dijo así misma: -SERA COMO SI NO HUBIERA EXISTIDO, y lloró hasta quedar sin lágrimas.

Después de ese día sólo asistió a su trabajo pero ya no más a la pista.

Sus amigos la convencieron de que regresara al patinaje y el día que se decidió a volver, al salir se encontró con quien menos quería; Diego.

El caminaba hacia donde Luna estaba ella lo miró y Diego le sonrió, a Luna se le olvidó respirar, volvió la mirada hacia el frente y siguió caminando sin parar hasta llegar a su casa; el simple hecho de verlo la desmoronaba.

Llegó a su habitación y pasó mucho tiempo preguntándose porque Diego la había lastimado tanto, si lo único que había hecho ella era quererlo y entregarle todas sus ilusiones, sin en cambio la dejó sola, confundida y con el corazón roto.

Tuvo varias conclusiones, tal vez ella no fue lo que Diego esperaba, tal vez fue sólo un capricho, o sería que a Diego lo habían lastimado y tenía miedo de sentir algo por Luna. Pero ninguna de estas cuestiones

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le serviría de nada, así que juro a sí misma no volver a pronunciar más su nombre y no volverlo a extrañar.

Sus amigos Nancy, Ana, Jorge y Aída fueron su mayor apoyo.

Luna consiguió un nuevo empleo cerca de su casa y cambió su horario en la pista de hielo para no volverse a encontrar con quien la había dañado tanto.

Lo odiaba profundamente, sólo por haber hecho que lo quisiera tanto en poco tiempo.

Cuando tenía tiempo libre se mantenía ocupada o salía con sus amigos para no poder pensar en él.

Poco a poco Luna fue recuperando su debilitada felicidad.

Pasó el tiempo, casi medio año desde que dejó de ver a Diego. Tuvo una presentación en la pista a la cual asistieron sus papás y amigos; ese día fue uno de los más felices para Luna desde que se había mudado.

Cuando ella y sus amigos salían de la presentación un lindo chico se le acercó, le regaló una rosa roja y le dijo:

-Hola Luna, tú no me conoces pero yo a ti si, te he visto patinar desde el primer día hasta hoy, te vi reír y llorar cuando alguien más lo provocó, sé que no soy

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nada en tu vida pero siempre he estado contigo. Quisiera pedirte la oportunidad de conocerte más y de salir contigo.

Luna se sorprendió mucho pero decidió no cerrar su corazón para siempre; salió con él por mucho tiempo y después se hicieron novios.

Desde entonces Luna se siente completa y aprendió que lo más importante en la vida es amar y ser amado… A CAMBIO.

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SOLEDAD DE LA SOLEDADpor Isaac Nolasco Salinas

Erase una vez, en una villa hermosa, un niño hundido en su pobre pasado. Era un niño totalmente triste: ya no tenía alguna esperanza en esos ojos azules, su corazón ya no daba fuerzas para darle forma a esa sonrisa de dientes totalmente blancos y derechos, su cabello castaño ya no se movía ni a la mas mínima brisa fresca de la mañana; y su piel blanca, totalmente pálida por la falta de sol en su vida, en su pasado que nunca supo el porqué de su existir.

En las noches encerrado en su cuarto, escribía demasiados cuentos, historias, poemas, que hablaban de personas perdidas en su locura y la obsesión, todo por las cosas materiales y por lo menos algunos cuantos relatos de dolor por el amor.

Él sabía perfectamente qué era la riqueza, lo tenía marcado en su familia gracias a su padre, ya que él era un niño realmente rico: su padre era poseedor de casi toda la villa; eso le dio un poco de felicidad ya que el trato hacia él era de mucho respeto ¡claro! sólo por todo el dinero que podría poseer… y en el amor: él sabía perfectamente lo que era esa sensación de ser querido gracias a su madre la cual lo cuido como

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nadie. Una mujer realmente linda y especial, realmente hermosa. Triste aquel día en que se alzó el canto fúnebre y el manto de la muerte cubrió a la madre de aquel niño, pobre, aquel día.

Creció en la soledad del dinero que sólo podía comprar cosas, Pero las que sólo se pueden desear y no comprar, aquello que en realidad necesitamos… con esa sensación creció aquel niño, teniendo todo lo que quería pero nunca lo que necesitaba. Se sentía solo realmente solo.

Seguía su vida cada vez más ermitaña. Estudió a veces por su cuenta, gracias a su padre contrataba a maestros particulares para poder enseñarle. ¡Grave error! , llegaban los profesores, cada uno se iba con un rostro de terror y, simplemente, desechos interiormente. Aquel niño en su mundo encerrado había obtenido la forma de ver lo peor en una persona. No era un poder ni nada especial, sólo con ver el rostro o escuchar el tono de voz sabía el dolor o la alegría que podría encontrar en cada uno de ellos. Algunos profesores resistían ya que en ellos brotaba algo de felicidad, pero como siempre algo nubla… y como algunos, siempre se rinden.

El niño llegó a una edad madura. Ya no era niño. Ya era un adolescente, alrededor de 16 o 17 años. Creció escribiendo así como ahora lo hace: viendo la crueldad

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de una vida llena de soledad donde faltó una madre, donde podría cumplir sus deseos por dinero y ver la tristeza de los demás. Se perdió en el dolor de los otros y murió con su propio dolor. Él sólo conoció la soledad.

Con mis últimas fuerzas logre escribir: ¨no pude aprender a ser feliz ya que nunca tuve a alguien a mi lado. Siempre tuve todo lo que desee y lo obtuve en vano. Vi lo peor de las vidas de mis semejantes en aquellas personas que pretenden enseñar… aprendí a ser la parte mala de la vida. Pero aún así siempre hay algo bueno… lo sé… simmmmmmmmpllllemmmennnte llllllllooo cccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc

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SIEMPRE ESTARAS EN LO MÁS PROFUNDO DE MI CORAZÓNpor Wendolyne Juárez César

Había una vez unos chavos que eran muy buenos amigos sus nombres eran: Victoria y Brian, ellos se conocieron en la escuela, un 5 de agosto, cuando las clases daban inicio.

Victoria iba corriendo por el pasillo, quería llegar a tiempo a su primera clase del semestre, cuando Brian, un chavo de nuevo ingreso se atravesó en su camino y los dos cayeron, y fue esa ocasión, cuando la gran amistad y cariño comenzó…

Ellos eran unos chavos de 16 años que no tenían nada en común, pero lo que los unía era precisamente los mundos tan diferentes en los que ellos vivían.

El principal problema que Brian estaba enfrentado, era la distancia y la incomunicación que su familia tenía. Sus papás se encontraban separados y él vivía solo con su padre, el cual lo dejaba abandonado todo el día, ya que tenía que salir a trabajar y su mamá estaba lejos de ellos.

En cambio la situación que Victoria estaba viviendo era muy diferente, ya que su problema era: que no sabía

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escuchar a los demás y pensaba que con que ella estuviera bien los demás también lo iban a estar.

Con el paso del tiempo su amistad ya era tan buena que algunos días se la pasaban juntos desde la mañana que estaban en la escuela, hasta el anochecer (ellos no eran compañeros de clase, pero siempre trataban de estar juntos en los ratos libres que tenían).

Esto le molestaba mucho a la mamá de Victoria, ya que la señora sobreprotegía demasiado a su hija y no le gustaba que estuviera fuera de casa después de las 7, pero ella la pasaba tan bien con Brian que no hacía caso a los regaños de su madre.

Una tarde después de que el día clases término, se fueron a la casa de Brian, como ya se les estaba haciendo costumbre, se la pasaron muy bien juntos, ya que les encantaba ver películas, comer, compartir sus problemas de escuela, hacer la tarea etc.…

Una de esas tardes que ellos ocupaban para jugar y hacer cosas divertidas en casa de Brian, optaron por salir de su rutina y quisieron ir a otra parte, pasaron mucho tiempo pensando a donde ir…. Hasta que se decidieron por ir al cine ya que a los dos les encantaba ver películas juntos, al salir de la escuela se pusieron en camino a una plaza comercial que estaba cerca,

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pero cuando atravesaron la calle un borracho iba manejando muy rápido, entonces Brian al ver que Victoria estaba por atravesar la calle, la empujo para que cruzara más rápido y el carro atropelló a Brian, cuando esto pasó, Victoria corrió a pedir ayuda y le llamo a la ambulancia, cuando la ambulancia llego Brian estaba con vida pero cuando llegaron al hospital y lo dejaron en una cama, para posteriormente meterlo a terapia intensiva, Brian lo único que pudo decir fue: “SIEMPRE ESTARÁS EN LO MAS PROFUNDO DE MI CORAZÓN”…

Y en ese momento el corazón de Brian dejo de latir.

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Vidas nocturnaspor Nancy Barranco Román

Era un día como cualquiera, los jóvenes del bachillerato Nidoricko entraban a sus aulas de clase, pues ya eran las 7:00 am. En el salón de 3F, entró la directora del nivel bachillerato para presentarles a su nueva compañera, una joven de tez blanca, cabello plateado y ojos azules, su nombre era Teresa a la cual todos criticaron por ser nueva, pero en especial dos alumnos que se encontraban ahí, Kio y Miria que la miraban con gran asombro.

Cuando Teresa regresaba a su casa se dio cuenta que alguien la seguía así que corrió y al llegar volteo bracamente preparada para cualquier cosa pero no vio a nadie así que se metió a su casa. Sin embargo, era Kio el que la seguía y estaba en un árbol escondido, después se fue a un cuartel secreto que tenía junto con otros jóvenes para hablar de algo importante. Al llegar ya estaban presentes Long el tigre que trabajaba en una escuela dando clases de karate, Shina la leopardo que estudiaba en la escuela de Kio pero en el salón B, Stun el insecto. Si ellos eran personas que por la noche su vida cambiaba, mutaban en animales

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con características humanas, Miria era un gato y Kio un topo.

-Si es una de nosotros- dijo Long dirigiéndose a Kio –es una mutante y ay que lograr que esté de nuestro lado antes de que Galeo la convenza de quedarse con ellos-.Kio asintió y les mostro fotos que le había tomado a Teresa en la escuela. Se sorprendían de sus grandes habilidades y reflejos, ella era especial, pero lo que ignoraban era que ella ni siquiera sabía de sus dones.

Noctis, el lobo, que iba en el salón C junto con Galatea la coneja, también se reunió con su cuartel mutante: Bozu el camaleón, Ofelia la murciélago; y su líder, Galeo el león. Así, les informo sobre Teresa y sus extraños ojos brillantes, lo que determino ir tras ella.

Por dos semanas los dos bandos trataron de conseguirla, pero a ella no le gustaba ir mucho con los amigos de Noctis ya que eran agresivos y groseros con los demás, y sin embargo, con los del bando de Kio se sentía muy bien aunque tuviera cierta rivalidad con Miria por la atención de Kio. Así es, una rivalidad, y es que Kio y Teresa comenzaron a llevarse tan bien, a entenderse tanto, que poco a poco se fue encendiendo una llama en sus corazones.

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Una noche Teresa salió a comprar alimentos para el otro día, pero al regresar a casa sintió de nuevo que alguien la seguía así que corrió pero de repente salió una bestia horrible, era un mutante desconocido con forma de rata gigante, ella grito y se escondió en un edificio abandonado. Pensó que había perdido al mutante por qué no hacia ruido, salió de su escondite con un palo y caminó lentamente, pero de repente el monstruo salió de la nada y ella, temblorosa, comenzó a pelear con él automáticamente, como si ya lo hubiera hecho antes, fue tanto el asombro del mutante sobre las habilidades tan buenas de Teresa, que decidió esconderse. Al ver esto, Teresa corrió lo más rápido que pudo hacia su casa pero el mutante la atrapo y de un zarpazo la lanzó muy lejos, ella pensaba que estaba perdida pero por arriba de ellos llego otro ser, un topo que llego a su rescate y peleo con la rata. Era Kio que venía a rescatar a Teresa, peleaba tan ágilmente que Teresa, en vez de temerle, le intereso saber qué clase de ser era ese topo. Al obtener la victoria, Kio se llevo a teresa a su cuartel donde ya estaban todos los miembros del grupo.

Le explicaron a Teresa que ellos tenían una vida nocturna, en la que se convertían en mutantes animales con poderes extraordinarios. También, que el grupo de Noctis eran sus rivales, pero eso no era todo,

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debían pelear con un ser extremadamente fuerte, que quería convertir a todo el mundo en seres mutantes pero que estarían bajo su servicio con ayuda del cristal nocturno que tenía en su poder, ese ser era Himura el tigre de bengala.

-¿Te unirás a nosotros?- le pregunto Long a Teresa,- tu eres como nosotros y nos gustaría que nos ayudaras-, pero Teresa estaba muy confundida porque no podía creer todo lo que le habían dicho.

-Es algo difícil de asimilar, lo mejor será que me vaya de aquí-exclamo Teresa con nervios,-No, no te vayas, te necesitamos-le grito Kio cuando ella ya estaba en la puerta para salir,-por lo menos piénsalo-.Ella solo le lanzo una mirada confusa y se marcho a su casa.

Teresa desapareció de las vidas de los jóvenes mutantes, no sabían lo que le había pasado, no sabían nada de ella y Kio sentía un gran vacío que no podía comprender.

Llegó la noche de la batalla, y los dos clanes se encontraron en el camino hacia el palacio de Himura, comenzando a pelear. Pero al final Miria grito y todos se quedaron quietos, les dijo que era una pérdida de tiempo pelear entre ellos mientras Himura acababa con el mundo, así que decidieron unirse durante la batalla.

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Al llegar al palacio, se encontraron con un gran ejército de mutantes extraños, con diferentes partes de animales distintos, pero todos al servicio de Himura el cual se encontraba atrás de todos esos mutantes extraños.

Comenzó la batalla, todos contras los seres malignos, y los dos líderes, Galeo y Kio peleaban contra Himura pero este era muy fuerte y los superaba en todo, sus poderes eran increíblemente fuertes. Cada que mataban a un soldado de Himura, volvía a revivir, era imposible ganar, ya estaban exhaustos. El gran Tigre de bengala lanzó un gran poder de energía hacia Kio dejándolo inconsciente y peleando con Galeo, comenzó a golpearlo sin parar hasta que el reconocido león Galeo no pudo moverse. Kio se levanto nuevamente y peleo sin esperanza alguna, fracasando en cada golpe que le acomodaba a Himura. Y cuando Kio estaba a punto de desaparecer por el gran golpe espada de su oponente, salió una gran luz, un ser incandescente que lo protegió de ese ataque. – ¿Teresa?-pregunto Kio mirando hacia esa bella luz, -jamás te dejare solo, me salvaste la vida y no solo eso, le diste luz a mi vida-y se dio a conocer la gran transformación de Teresa; era un zorro plateado, tan fino como ningún otro, y una mirada tan penetrante que Himura se quedo sin palabras.

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Así se desató la batalla de Himura y Teresa, se veía tan reñida pues los poderes de ella casi se comparaban con los de Himura, pero aún así él era mucho más fuerte gracias al poder del cristal nocturno y después de una larga batalla Teresa quedo sin fuerzas. Todo parecía perdido, Himura había ganado y reclamo algo valioso de los perdedores como recompensa de su victoria. Y lo que pidió fue…el corazón lleno de luz de Teresa. Así que arrancó el corazón de su pecho que parecía un algodón que irradiaba luz como sol, lo estrujo en sus manos y lo fue desvaneciendo poco a poco haciéndose más fuerte. Pero Kio, lleno de ira y dolor se levanto, todos quedaron admirados por la fuerza que aún tenía, y el topo, con toda la furia por dentro a punto de estallar, llenó sus ojos de un color rojo brillante, absorbió rayos de luz que atrapaba del cielo enfurecido, y por último un suspiro de amor de su querida Teresa. Así, formando una esfera llena de poder en su mano, fue rápidamente hacia Himura, el cual lo esperaba con otro ataque. Lo que resultó de ello fue el desvanecimiento hacia el suelo de Kio y la risa malévola de Himura, pero de repente corto su risa y grito desesperadamente, sí, había perdido la batalla, y es que durante su lucha con Teresa no se había dado cuenta de que ella le había arrebatado el cristal nocturno que él tenía colgando en su cuello con una

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cadena. Entonces el gran tigre de bengala comenzó a desaparecer poco a poco con todo su ejército y Galeo tomo el cristal de la mano de Teresa y lo destruyó.

El cielo se puso azul turquesa y el sol brillaba más que nunca, pero al acercarse Kio a su bella Teresa, ya humanos los dos, él le dijo cuanto la amaba y que antes de que ella desapareciera todo ese tiempo, había querido decirle que él la necesitaba a su lado, no que todos la necesitaban en su equipo como se lo había dicho antes; le suplicaba que no lo dejara, que no se muriera. Ella abrió sus bellos ojos brillantes por última vez y movió su boca,-no te preocupes-le susurro,- ya te he dicho que nunca te dejare sólo, aunque no me puedas ver siempre estaré a tu lado abrazándote cálidamente con todo mi amor, recuerda que el amor no tiene barreras así que siempre estaremos unidos-. Lentamente Teresa se fue desvaneciendo y todos se sintieron mal, ya que se dieron cuenta que gracias a ella, gracias a la gran luz que poseía, habían podido debilitar y derrotar al gran Himura. -No cabe duda que si era una chica especial-le afirmó Stun a Kio y éste le asintió con la cabeza.

Después de lo sucedido, todo regreso a la normalidad, los dos cuarteles de mutantes no se unieron, pero no volvieron a pelearse. Kio se sentía un poco mal pero aún así siguió siendo feliz con la compañía de sus

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amigos que también tenían un gran dolor pero que juntos superaban todo sufrimiento. Pero Kio tenía algo mas por lo cual estar feliz, y eso era la promesa que le había hecho Teresa de que nunca lo dejaría solo, y lo comprobó ya que cada noche, en su mesita que estaba al lado de su cama se encontraba con una hermosa pluma plateada que tenía la dulce aroma de su bellísima Teresa, la cual nunca se olvidaba de él y lo visitaba siempre como un dulce viento que entra por su ventana cada que su amado duerme en la esperanza.