calveiro-poder y desaparición

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PILAR CALVEIRO , -. PO.DER y DESAPARICION LOS CAMPOS DE CONCENTRACiÓN EN ARGENTINA

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Poder y Desaparición de los campos de concentracion en Argentina. Libro digitalizado en PDF para que todos puedan conocer nuestra historia. Ideal es comprar el libro del autor.

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  • PILAR CALVEIRO

    , -.

    PO.DER y DESAPARICION

    LOS CAMPOS DE CONCENTRACiN

    EN ARGENTINA

  • Calveiro. Pilar Poder y desaparicin: los campos de concentracin en Argentina.

    la ed, 3' reimp. - Buenos Aires: Colihuc, 2006. 176 p. ; 18x1] cm. - (Pualadas. Menor)

    ISBN 950-581-185-3

    1. Ensayo Argenriuo L Ttulo

    CDD A864

    Director de coleccin: Horacio Gonzlez Diseo decoleccin: Estudio Lima-Roca Ilustracin d. porrada: deralle de la obra d. Eduardo Mdici ","De dnde venimos? Quines somos? (A dnde vamos?", 1995.

    1a edicin J 3a reimpresin

    EDICIONES COLlHUE S.R,L,

    Av, Daz Vlez 5125 (CI405DCG) Buenos Aires - Argentina

    ecol [email protected]"

    www.colihue.com.ar

    LS.B.N." 1O: 950'>81-185-3

    I.S.B.N.-13: 978-950-58 J-185-4

    Hecho eldepsito que marca la ley1] .723 IMPRESO EN lA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA

    ( PRELUDIO)

    El 7 de mayo de 1977, un comando de Aeronutica secuestr a Pilar Calueiro enplena calle.yfile llcuada /1 lo qlft'S' i(i cllroci ami; "lit Monsin Ser': un centro clandestino de detencin de esafilerm instalado1I doscuadras de la cstari ItllZlling. EsnnocbePilar soi conSil fimllia-esposo, hijas, piltlrcs- inmvilen una[oto fija y despidindo/r, con IIn gesto de la mano, Ese da comenz 511 recorrido de mo y medio por un infierno que pros(q;ui en otros c1rnpOJ de concentracin: la comisaria de Casielar. ItI IX casa tic Massera en r(/~ namericnnn y Thames convertida en centro ele torturas dd Servicio de Informaciones Nnoalc. 1.1 ESlvfA. fina/mm/e. y este, su libro, es un libro extraordinario.

    Hay obras notables sobre la experiencia concentracionaria de sobrevivientes dt- camp(ls nazis de conrmtracin o glllags sooiticos-sl'rimo Lcui, Gustaw Hcrling~, escritasen primera persona, comoexige eltestimonio. Estelibroesdistinto: SIl {/l/tora ha recurrido ti [a trrcem peru}}1t!, Id perso;u atril, panl hablarde lo vivido. Sloalpmar senombra (l s misma: "Pilnr Calveiro: 362", el nmero que los represores lendjudrcaro en &, ESfl.1A. Desde ese ale/mllimto cI"Jpliegil IIn mmpo de rejlexidn rico)" matizado sobre "la lJir/rt entre la muertr"dC!M prisioneros, litestjuizojh.'Jll rlt' los {Jerr!ugos, IOJ cruces ()/)t~5

  • vid" y la muerte, su voluntad de conucrttr a Irl uictima en a~ nimr;l, en (05(1, en nnd.t. 7;It11bin noshrlbla de "1" l'il'ttidcotidiana" ele la resistencia de los "desaparecidos", actos pequefioJ de lJttl1; annimos. que cntrniiabnn un gran riesgo)1 eran ejercicios dela dignidad humana que ni elms totalizador de lospoderes puede ahogm:

    La rigtil'OSfl reflexinde Pilm' Calueiro no sedetiene ah: profimdiZll en las relaciones entre el(mnpo de concentmcin y la sociedfldfilgentintl - 'serorresponden", dice-. convertida en habitante de un enorme territorio concentracionario maniptiltlrlo por el terror militar: Aduierte: "ltI represin consiste m netosarmigados en la cotidianidtld de la sociedad, por eso es posible': Se trata de ideassobre lasque conviene meditar: 111 Historia esta llena de rrprticiones y poms pertenecen al orden de /" comedia.

    En realida.], este libroesuna hazaa. PilarCall1ero ntml1es la situnrion ms extremadel horrormilitttry ha tenido la dificil mpacidad depmstlr "1 experiencia. Es singulttr quesean los sobrevivientes de los ('tl1llpOS LIS ulctimnsque msahondan en lo que acontcci. Salen as del lugar de olctona 1lie quiso imponerl,s!tIm siempreladietadura militar)' slo elll/s Silben a qu costo. Su contribucin al despeje rle la verdAdy la memoria ciJlca es inestimable para la sociedacll1rgentintl. Que algn dia-esjJi'ro- reconocer esa deuda.

    E,te libro contienedos rer/tos, El primero es el que cuaja negro sobre blanco, analitico, pensante, IIparentemente despersonalizado. Aparentemente, El relato segundo, invisible rt los ojos, esel1ue sostiene una escritura quejams deme, alimentadapor una pmin indemne ti pesarde ItI tortum v la visin dediversos rostros ,le111 muerte, y segurttmente movidaporeldeseo deamb"r con 'lsilencio que rJt1lJegtl JO/Jre lit amnesia"social Con el trnb"ioptlJ'ily desde este texto, Pilar Calueiro sale airosa delmmpo eleconcentracin y, CO!! ella, uiooso muertos, todos sus c()Jupaeros de dolor. Esdecir, estelibro esttlntbin unn uictori.t.

    ( CONSIDERACIONES PRELIMINARES)

    Para Liin Pastoriza, alt1igrt querida, experta en el

    arte de encontrar resquicios y de disparar sobre el

    poder con dos armas dr altisima capacidad de jilego: fll

    . -. la risn)' la burla.

    Salvadores de la patria

    "No sepuede hacer ni la historia de los reye; ni la historia de los pueblo." sino ia historia de lo qlll'

    constituve 11110 frente al otro.., estos dos trminos de los cuales uno mil/m ,'S el infinito y el otro cero. ,.

    MICHEL FuCAULI"

    Es casi imposible comprender el fenmeno de los campos de concentracin en Argentina sin hacer referencia a las caracrerlsticas previas de algunos de los actores polticos que coexistieron en ellos, ya sea administrndolos o padecindolos, Me refiero, en particular, a las Fuerzas Armadas ya las organizaciones guerrilleras, como actores principales del drama.

    Con respecto l las Fuerzas Armadas, cabe recordar que entre 1930 y 1976, la cercana con el poder, la pugna por el mismo y la representacin de diversos pl'Oyectos polticos de los sectores dominan res les fue dando un peso po

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  • ltico propio y una auronom!a relativa creciente. Si en ] 930 el Eircito inrerviuo simplemente para asegurar los negocios de la oUgarqua en la coyuntura de la gran crisis de] 929. en ] 976. en cambio, se lanz para desarrollar una propuesta propia, concebida desde dentro mismo de la institucin ya uarrir de sus intereses especficos.

    Cuando lo~ gr~pos econmicamente poderosos del pas perdieron la capacidad de controlar el sistema p~ltiCQ y ganar elecciones -cosa que ocurri desde el surg\111l~nto de! radicalismo y se profundiz con e! perorusrno-, las Fuerzas Armadas, yen especial el Ejrcito, se constituyeron en e! medio para acceder al gobierno a travs de las asonadas militares. As, se convirtieron en receptculo de los ensayos de d isnnras fracciones del poder por recuperar cierro consenso pero, sobre todo, por rnunrener el dominio.

    Las Fuerzas Armadas fueron convinindose en el ncleo duro y homogneo del sistema, con capacidad para representar y negociar con los sectores decisivos su acceso al "obierno. La gran burguesa agroexponadora, la gran buruuesa industria] y el c,pita! monoplico se couvirrie

    b . ']' dron en sus aliados, alrernariva o simu.uineamenre. o a decisin polrica deba pasar por su aprobacin. La limitacin que representaba VJra los sectores poderosos su hita de consenso se disimulaba ame el poder disuasivo y represivo de las armas; e! alma de! poder poltico se asenrub.t en el poder militar.

    La capacidad de negociacin de las Fuerzas Armadas con diferentes sectores sociales dio lugar a la formacin de grupos internos que apoyaron a una u ~r.ra tl',:ccin del bloque en el poder. La institucin en su conjunto fue capaz de reflejar en sus propias filas corrientes atomizadas pero que aceptaban, por va de la disciplina y la jerarqua, tina unidad institucional y una subordinacin al sector dominante, segn e! proyecro de rumo. Las conienres inten:t:s pudieron articularse y encontrar consistencia por la identificacin con

    el inters corporativo y por la existencia de tina red de lc.J.1Ll des e inlluencias que sostiene b estructura: Lt pertenencia J un.i determinada arma o a una promocin, el hlber com partido un destino o el conocirnicuro personal, .uucs 'ltlC bs inclinaciones polrico ideulgicas, pueden ser r.izn de rcs~ peto y rcconocimienro. Este ,Sf.o uc de primera impon.m- ~ cia en el marco de UBa nacin en LISclases dOlnlllillJll'S 11"

    o l'Orjar un.i ali.urza esttl{)k~ y os P,iTl,l\lSno 11lbln" l~r;l d' lanza es "1 polticos arraves.iban una profunda crisis de representacin trenre a una sociedad cornplcj,l y '.lrnbiv'.llenre. La utormz.rn poltica y econmica de tI sociedad se com pensab.. L:lIronces, hasta cierto punto, por la unidad disciplin.ma Lki aparato armado y su iruposici n sobre b socied:ul.

    De esr.. manera, las Fuerzas Armadas concenrr.rrou b suma del poder militar y b represcnracin de I11II iplcs fracciones}' .segrnentos dd poder, adjudica{b r.ici t.uncure. Esta conjuncin explica su alfil independcncia COIl respeeto;l Cicla una de L;s fracciones o segmentos en p.uriCtl

    El proceso conjunto de auronomin relariv.: y .icumul.rcin de poder crccienres llev asumir con '"sr;lJ1k nitidez el p.rpel mismo del Estado, de su preservacin v dC' su reproduccin. como ncleo de las insritucioncs poluicas, en el 111

  • te de (,\(to, seal: "nunca un general se levant una maana y dijo: 'vamos a descabezar a un gobierno'. Los golpes de Es~ado son otra cosa, .50n algo que viene de ht sociedad, que va de ella hacia el Ejrcito, )' ste nunca hizo ms que responder a ese pedido. "2 El razonamiento es tramposo por ser slo parcialmente cierto. Se podra decir, en cambio, qne los golpes de Estado vienen de la sociedad y van hacia ella: lasociedad no es elgenio maligno que 105 gesta ni tampoco su vctima indefensa. Civiles y militares tejen la trama del poder. Civiles y militares han sostenido en Ar gentina un poder aurorirario, golpista ydesapnrccedor de roda disuncionalidad. y sin embargo, latrama no es homognea: reconoce ncleos duros y cunbin fisuras, puntos y lneas de !lIga, que permiten explicar la ndole de! poder.

    Cuando se dio e! golpe de 1976, por primera vez en hr historia de lasasonadas, el movimiento se realiz con el ucuerdo activo y unnime de las tres armas. Fue un movimiento institucio'nal, en el que participaron todas las unidades sin ningn tipo de ruptura de las estructuras jerrquicas decididas, esta vez s, a dar una salieh! definitiva ydrstica a la crisis.

    En ese momento, lahistoria argentina habia dado una vuelta decisiva. El peronismo, ese "mal" que signara por dcadas la vida nacional, amenaza y promesa constante durante casi 30 afros, haba hecho su prueba tinal con el consecuente tiacaso. Se haban sucedido, sin descanso, aos de violencia, la reinstalacin de Pern en el gobierno y el derrumbe de su modelo de concertacin, el desconrrol del movimiento peronisra, el caos de la sucesin presidencial y el desastroso gobierno de Isabel Pcrn, e! rebrote de la guerrilla. la crisis econmica ms fuerte de b historia argentina hasru entonces: en suma, algo muv similar al caos.

    Argentina pareca no tener ya cartas para jugar. La sociedad estaba harta y, en part icula .. b clase media, clamaba por recuper;rr algn orden. Los militares estaban dispuestos a "salvar" una vez m.is al p.us, que se dciaba

    rescatar, decidido a cerrar los ojos con tal de recuperar la tranquilidad)' laprosperidad perdidas muchos aios atrs -y graci

  • l-byaluunos mecanismos internos que ElCiliwn el flujo " b

    de la obediencia y diluyen la responsabilidad. La orden supone, implcitamente, un proceso previo de autorizacin 1"1 hecho de que un acto est autorizado pareec' iusritic.ulo de manera aurom.itica. Al provenir de una .ruroridacl reconocida como legtinu, el subordinado acta como si no tuviera posibilidad de eleccin. Se antepone , todo iuicio moral el deber de obedecer y la sensacin de que la responsabilidad ha sido asumida en otro lugar, El ejecutor se siente as libre de cuesrionarnien to y se limita al cumplimiento de la orden. Los dermis son crn plices silenciosos.

    El miedo se une a la obligacin de obedecer, reforzandala. La fuerza del castigo que sobreviene a cualquier incumplimiento, y que se ha grabado previamente en el subordinado, es el sustrato de este miedo, que se retuerza pcrmanentemenre con nuevas amenazas. La aceptacin de la institucin y el temor a su porencialidad destructiva no son elementos excluyentes.

    A su vez, existe un proceso de burorratizacin que implica una cierta rutina, "naruraliza" las atrocidades y, por lo mismo, dificulta el cuestionarnienro de las rdenes. En la larga cadena de mandos cada subordinado es un ejecutor parcial, que carece de control sobre el proceso en su conjunto, En consecuencia, las acciones se fraglnenran y las responsabilidades se diluyen.

    Las cabezas dan unas rdenes con las que no rorn.m contacto. Los ejecutores se sienten piezas de una cornplicadsima maquinaria que no conrrolan y que puede desrruirlos. El campo de concentracin aparece como una mquina de destruccin, que cobra vida propia. La impresin es que ya nadie puede detenerla. La sensacin de impotencia frente al poder secreto, oculto. que se percibe como omnipotente, juega un papel clave en su aceptacin y en una actitud sumisin general izada.

    Por ltimo, la diseminacin de la disciplina en la sociedad hace que la conducta de obediencia renga JI "lro consenso)' la posibilidad de insubordinacin slo se planree .uslad.uuenre. Aunque el dispositivo csr.i preparado para que los individuos obedezCln de manera aurorn.irica e incondicional, esro ocurre en disunros grados, que van de la m!" profunda inrcrnulizacin a un consemimien-.., !'o poco'cqwencido, sin desechar la desobediencia que, . aunque es muy eventual, existe. Aun en el centro mismo del poder, la homogeneizacin)' el conrrol toral Son slo ilusiones.

    Ll autonoma creciente de l.isFuerzas Armadas, su vnculo con lasociedad}' el papel que jug en ellas l.tdisciplina y el temor son slo un apunre preliminar p~lra recordar que sin esros elementos no hubie,." sido posible la experiencia concenrr.icionaria. No intentar rrazar aqu las caracrensticas del poder en e11 lumado Proceso de Reconstruccin Nacional. Aparecern a lo largo del texto a travs de una de sus criaturas. quiz.is la m.is oculta, una creacin perifrica y medular al mismo tiempo: el campo de conccnrracin.

    Sin embargo, cabe sealar tambin que las caracrerisricas de este poder desaparecedor no eran tlamanres, no consriruyeron un invento. Arraigaban profund.rmcnrc en la sociedad desde el siglo X1X, f,n'oreciel1do la desaparicin de lo disuncioual, de lo incmodo, de lo conllicrivo.

    No obstante, el Proceso tampoco puede entenderse como una simple conrinuacin o 1I11l repeticin aumentada de las prcticas ames vigentes. Represcnr, por el COntrario, una nueva configuracin, imprescindible para la institucional rzacin que le sigui yque hoy rige. Ni mi,s de lo mismo, ni un monstruo que la sociedad engendr de manera incomprensible. Es un hijo legtimo pero incmodo que muestra una cara desagradable y exhibe las vergenzas de la tunila en tono desafianre. A la vez, oculta parte de su ser rn.is intimo. Intentamos mirarlo aqu de

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  • frente a esa cara oculta, que se esconde, en el rostro del pretendido "exceso", verdadera norma de un poder rlesflpareccdor que a su vez se nos desaparece tambin ~l nosotres una yotra vez.

    La vanguardia iluminada

    "Los muertos demandan a lo!' )jIJOS: recordndlo todo y contarllo: no solamente para combiai]' los campos sino

    tambin ptlJn que nuestra lJidll, al dejar de s un huella, couseroc su sentido. ".j

    TZVETAN TOLlOl

  • polticos. Jvenes, qu~ en su mayora oscil.ib.m entre los 1R Y 105 aos, logr:non concentrar la atencin dd p.ns con asaltos a bancos, secuestros, asesinaros, bombos y roda h gcl:ma de acciones arruadas que, a su vez., les dieron nn.i voz polnica. "S, s.i, seores, soy terrorista; S1 s seores, de C~)Llzu ... " cunaban en 1973 decenas de miles de jvenes congregados en las columnas de la Juventud Peronista que. en realidad. nunca fueron terroristas: si acaso, algunos pocos eran militantes armados.

    Qu prerendan? Desde la izquierda o el pcronismo buscaban, b.isicarnenre, una sociedad mejor; En el (npua

    .'

    ie de ht poca, b "parria socialista" queri. decir, susrancinlmenre, mayor justicia social, mejor distribucin de L, riqueza, parncipaciu poltica. l'rerend.m ser lavan~llar~ da que abrira el camino. aun a costa de su propio sacrificio, para una Argenrhu rn.is incluyente.

    Durante los primeros aos de acr.ividad, entre 1')70 \" 1974, la ;uerrilla tenda a seleccionar de manera muy po~ lrica los blancos del accionar armado, pero a medid'l que la prctica militar se inrensific. el valor elecrist de b vio~ lencia multiplic enganosarnenre SU peso poltico real; b lucha armada P;S a ser la ru.ixima expresin de LI polric; primero, y la poltica misma rn.is r.nde.

    LI influencia del peronismo en las Or;anizaciones ArIludas Peronisras, y su prcrica de base creciente: enrre los aos 1972 y 197'i, las haba nevado a una concepcin nccesariamcnre mestiza ent reel loquismo y el populismo, ms riel y compleja. Pero esta apertura se fue desvirtuando y cm pobreciendo el medida que Monroneros se disrancuua del movirnienro peronisru y crecasn aisl.unienro poltico general.

    El proceso de miliuuiz.icin de las organizaciones y la cousecuenre desvinculacin de b lucha de masas tuvieron dos vcrrienres principales: pOI" una p;lne el inrenro de construir, como .icrivid.td prioritaria, un ejrcito popular que se pretenda con las mismas car.icrerfsticas d un ejrcito

    regllhu, por b otra a represin que, sobre roda en el (';1.'10 de Montoneros. la fue obligando a al"'Jl1don;r el ,nnpli() rr.ihajo base des.urollado entre 1972 y 1974.

    La milu.uizacin, y un conjunro de fen()ll1l2nOS col.ucrales pero no menos importantes. como la falt:l de parricipacin de los miliranres en b roma de decisiones, el ~HOorirarismo deJas conducciones y el .rcallarnienro del d isen- lfI so4F~fenre~s gue se regiStLtron en muchas d las p;llt'rri~

    lb5latinoamerc;lnas-~ debilitaron inrernarncrue a Lis org-,lnizaciones gnetriBerJs. Lo cierro es que su proceso de descomposicin estaba b.isranre avanzado cuando se produjo el golpe mil ir.tr de 1976, La guerrilla haba comenzado a reproducir en su interior. por 10 menos en p.ure, el poder autoritario que intentaba cucsrion.u,

    L1S armas son potencialmente "enloquecedoras": permiren m.uarv, por lo r:1IHO, crean L! ilusin de conrrol sobre la vida y la muerre. COl110 es obvio, no tienen por s mismas signo poltico ; Igll no pero puest;sen manos de p,mte muy joven que adem.s, en su mavorta. careca de un.r experiencia polirica consistente hmcionnron corno una muralL de arrogancia y sobcrbi.: que encubr, slo en p,rnc. una cierta ingenuidad polric.i. Frente a un Eirciro tan poderoso como el argenrino, en 1974 los guerrilleros ya no SI:: planteaban ser francotiradores, debilita!", fraccionar y ahrir brechas en ]: queran consrruir arra de semej.inr o mayor potencia, igtlaltnente hOll1ogeneo y estructurado. Poder COI1~ rra poder. La guerrilla haba nacido como orm.t de resistenca V hosrig,ln1ienro contrata estructura J11onolric; militar pero 'lbor;' aspiraba a p,;recersc a clla y disputarle su lugar. Se colocaba as en el lugar rn.is vulnerable; las Fuerzas 1\r, mad.is respondieron con todo su potencial de violencia.

    L\ persecucin que se desat contra Lis organizaciones sociales y polticas de izquierda en general y contra las orr.anzacones armadas en p~lrticl1br, despus de b breve "primavera dernocr.tica", parti, en primer lugar, de la de

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  • recha del movimiento peronisra, ligada con importantes sectores del apamto represivo. Ya en octubre de 1973, comenz el accionar pblico de la Alianza Anticomunista Argentina o Triple A (AA;\), dirigida por el ministro de Bienestar Social, Jos LpezRega, y claramente protegida y vinculada con los organismos de seguridad.

    A partir de la muerte de Pern, desatada la pugna por la"sucesin poltica" dentro del perouismo, su accionar se aceler. Entre julio y agosto de 1974 se contabiliz un aseSi"'HO de laAAA cada 19 horas". Para septiembre de 1974 haban muerto, en atentados de esa organizacin, alrededor de 200 personas. Se inici entonces la prctica de la desaparicin de [)ersonas.

    Por su p.nre, durante 1974 y 1975, la guerrilla multiplic las acciones armadas, aunque nunca alcanz el nmero 111 la bruralid.l del accionar paramilitar -por ejemplo, j.uu.is practic la tortura, que fue moneda ccrricure en LIs acciones de la A/\A. Se desat emonces una verdadera escalada de violencia entre la derecha y la izquierda, dentro y fuera del peronisrno.

    Cuando se produjo el golpe de 1976 -que implic la represin masificada de la guerrilla y de toda oposicin poltica, econmica O de cualquier tipo, con una violencia inclitu-, al desgaste interno de las organizaciones y a su aislamiento se sumaban las bajas producidas por la repreSiIl de la Triple A. Sin embargo, tanto ERP como Montoneros se consideraban a s mismas indestructibles y conceban el niunto final como parte de un destino histrico prellado. .

    A partir del 24 de marzo, la poltica de desupuricioues de la AAI\ torn el carcrer de modalidad rcprcstva oficial, abriendo una nueva poca en la lucha courrainsurgenre. En pocos meses, las Fuerzas Arruadas destruyeron casi lotalmente al ERP y a las regionales de Montoneros que operaban en Tucum.ln y Crdoba. Los promedios de violen

    cia de ese ao indicaban un asesinato poltico cada cinco horas, una bomba cada tres y 15 secuestros por da, en el ltimo trimestre del ao". La inmensa mayora de las bajas corresponda a los grupos miliranres: slo Montoneros perdi, en el lapso de un aio, 2 mil activistas, mientras el ERP desapareci. Adems, existan en el pas entre 5 )' 6 mil presos polticos, de acuerdo con los inlorrnes de Amnista I rernacio ni!.

    Roberto Santucho, el mximo dirigente del ERP, comprendi demasiado tarde. En julio de 1976, pocos das ames de su muerre y de la virtual desaparicin de su organizacin, habra aflrmadP: "Nos equivocamos en la poitica, y en subestimar lacapacidad de las Fuerzas Armadas al momento del golpe. Nuestro principal error fue no haber previsto el reflujo del movimiento de musas, y no habernos replegado."'"

    La conduccin montonera, lejos de tal reflexin, real z sus "clculos de guerra". considerando que si se salvaba un escaso porcentaje de guerrilleros en el pas (Gasparini' I calcula qlJe unos cien) y otros tantos en elexterior, quedara garantizada la regeneracin de la organizacin una vez liquidado el Proceso de Reorganizacin Nacional. As, por

    I .. " I bno a bannonar sus rerruorros, entrego vrrtua mente a llena parte de SlIS militantes, que seran los pobladores principales de los campos de concentracin.

    La guerrilla qued atrapada muro por hl represin como por SlI propia dinmica y l;ica internas: ambas la condujeron " un aislamiento creciente de lasociedad. Desde un punto de vista polirico, se puede sealar la desinsercin creciente de laque Y"se habl; la militarizacin de lo poltico y la prevalencia de una lgica revolucionaria contra rodo sentido de realidad partiendo, como premisa incuestionable. de lacerteza absoluta del triunfo. En lo esrricramente organizativo, el predominio de lo organizaciona' sobre lo poltico, L1 falta de participacin de los militantes

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  • en los meCaniS1110$ d promocin y en la roma de decisiones; eldesconocirniento y "disciplinnrnienro" dd dCSaCU(Tdo interno y e] enquisramicnro de una conduccin torpe e ineficiente que, sin ernbargo, se considcr.iba irrevoc.ible e infalible. Todos estos fueron betor"s decisivos en la dcrrota rnihrar y politica del proyecto gnerrliero.

    El increruento de la represin y las condiciones internas de las organizaciones cerraron una trampa mortal. Los militantes convivan con la muerte desde 1975; desde enronces era cada vez ms prxima la posibilidad de su uniquilamiento que la de sobrevivir. Aunque muchos, en un rasgo de lucidez poltica o de lastimo de supervivencia, abandonaron las organizaciones para salir al exterior o esconderse dentro de! pas -a menudo siendo apresados en el inrcnro-, un gran nmero perm.mcci hnsr.i el t,nal, a pes:Jr de lo evidente de la derrota. Por qu?

    La fidelirbd a los principios originarios del movimicuro, p:Jra entonces bastan te desvirtuados, lue una pane; la sensacin de haber emprendido un camino sin retorne hizo el resto. Los milirautes que siguieron hasta el fin, Jo que en la mayora de los casos signitlc su propio fin, estaban .itrapados entre Una oscura sensacin de deuda moral o culpa con sus propios cornp.uicros muertos, una construccin artificial de convicciones polricas que slo se sostena en b dinmica interna de las organizaciones, la situacin repre siva externa que no reconoca deserciones ni "arrepentimientos" y la propia represin de la org,mizacin que cascigaba con la m uerre a los desertores.

    Estas hicrou las condiciones en las que cayeron en manos de los milirares para ir a dar a los numerosos campos de conccnrraciu-exrerrnin io. Como es evidente, no se trataba de las mejores circunstancias para soportar la muerte lenta, dolorosa y siniestra de 10$ campos, ni mucho menos b tortura indetlnida e ilimitada qU se practicaba en ellos.

    Los militantes caan agotados. El manejo de conccpcio

    nes polticas dogmticas como la infalibilidad de la victoria, que se deshacan a] primer contacte con la reulid.! de! "chupadero": la sensacin de acorraamicnro creciente vivida durunrc largos meses de prdida de los amigos, de los compaeros, de las propias vivicl1clas, de todos los punros de referencia: ladesconfianza l.ucnre en las conducciones, mayor a medida que avanzaba e! proceso de destruccin; la ~oledad pg~onal en que los suma la clandestinidad, calh vez m.is dura; la persistencia del lazo poltico con la organizacin por temor o soledad m.is que por conviccin, en buena parte de los casos; el resentimiento de quienes { .. ban roto sus lazos con [as organizaciones pero por la Ellta de apnyo de stas no haban podido salir del pas: las causas de la cada, muchas veces asociadas con la delacin, eran slo algunas de las razones por las que el militante ca.i derrotado de antemano.

    Estos hechos [;lCilitaron }' posibilitaron la modalidad represiva del "chupadero". El tormento indiscriminado e ilimitado tuvo un pape! importante en los niveles de eficiencia que lograron las Fuerzas Armadas en su accionar represivo. pero no es menos cierto que eStOS otros befares

    , " II pennltlerOn que se- encontraran con un enemigo prevla~ mente debilitado. La gllerrlb haba llegado a un pumo en que saba m.is cmo morir que corno vivir o sobrevivir, aunque estas posibilidades fueran cada vez ms inciertas.

    Nota"

    I~HlCaul::-~1:;h~L GCuCifo~~:';~;;~~:('~':~nrJ' 7vblhid, La Pi~2 . ., "__ .._ "..

    a En (;n:cco, Jorge; GOl1zlez. (;waavo. Argcntina; El fjt'rcito 'fue tenemos, Buenos Aires, Sud.uncric.ura, 1()\)O.

    " Gt:iKral Mallrey. En Grl;cco. Jorge, 0/J' cit.. p. 1(i7. . Iodorov.Tzver.m. Frenrc nl linritr. Mxico, Siglo XXI, 1~\:rt

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  • ~ Pcrn. Juan Domingo. Carta a las FAP, 12 de febrero de 1970. En Gasparini. Juan. vI'. cit... p. 39.

    t, Pcrn, Juan Domingo. Cana a Jos l lern.indez Arregui, 5 de noviembre de 1970. En C;asparini. Juan. op. cit., p. y) .

    .., Pcrn Juan Dornizu. Marclm, 27 ele febrero de llJ70,.. ~ 'tl ... -Ji

    'Gral",m Yonll. Andrew. En Seo.me, Mara. vp',cit.. p. 242. \\'~\.,fl' ., Caspar;n;, Juan. vI'. cit., p. 98. rr,.Dv~ c)h:0Jl' \11 Matiui. Lus. En Scoanc. Marta, oj>. cit., p. 303.

    r _1I Casp.uini. Juan. Montoneros. Final tic cuentas, Buenos ~rc.s, Puntosur. 1988.

    ( LOS CAMPOS DE CONCENTRACiN)

    " ..el experimento tic dUIIilllclll total cu los caJJlpOJ . (LI' roncentracin deptllde de! aislamrento respecto"

    de!"lIIl!(lo de todos los dOl!fs, del unrndode los ;i;os en aencral. .. Eeu: aisl.nuictuo exollca la irrealidad s ,

    pcculiarv la ftlt'l de credibilidad que cararteriza n todos los relatos sobre los campos de concrntrnrin... tales campos sonla verdadera institucin central del

    poder organizado totalitario. " "Cualquiera que hable escriba acerca de los

    Crlmpos ele conccutracin es considerarlo como un sospechoso; y Ji quien hnbla l) regresado decidida

    mente al mundo de los vivos, l mismo sesiente asaltado por durlm (011 respeao tt HI uerdadera

    sinceridad, (011I0 si hubiese (onfi/lldido UlU! pesadilla con la realidad"

    I-hNN,\11 AIU:NDT'

    Poder y represin

    El poder, a la vez individu.ilizantc y totalitario, cuyos segmentos molares. siguiendo la imagen de Dclcuze. estn inmersos en el caldo molecular que los alimenta' es, antes que nada, un multituctico mecanismo de represin.

    Las relaciones de poder que se entretejen en una sociedad cualquiera, las que se fueron estableciendo y retormul.uido a lo largo de este siglo en Argentina y de las que se habl al comienzo son el conjunro de una serie de enfrentamientos, las m.is ele las veces violentos y siempre con un fuerte componcurc represivo. No hay poder sin

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  • represin pero, m.is que eso, se podra afirmar que L! represin es el alma misma del poder. LIS f'Hln"s qU adopr.i lo muesrrn en su inrimid.id m.is protuuda. llqllelb 'lue, precisumenrc porgue fiene la c.rpacidad de exhibirlo, 1'~1cerio obvio,;;;e mantiene secreta, oculta. negada.

    En elcaso ar:,cntino, b presencia constante de la insriruci n miliruren la vida poltica manifiesta una diFicu1r;ld para aculen el car.icrer violento de b dominacin, 'lUCse: muestra, que se exhibe corno una amenaza perpt'l ua, (01110 un recordatorio constante para el conjunto de la sociedad. "Aqu estoy, con mis columnas de hombres y mis armas; vanrne", dice el poder en c"ebgolpe pew tambin en cad.1 desfIle purririco.

    Sin embargo, 105 uniformes, el discurso rgido y anrorit.irio de los milirarcs. los fros comunicados difundidos por Lis cadenas de radio y televisin en cada asonada, no son m.is que 'Li cara m.is [>resemable de su poder, casi podra. 11105. decir su rr.ije de domingo. Muesrr.m un rostro rgido y autoritario, s. pero tambin recubierto de un b.uniz de limpieza, rectitud y brillo del que carecen en el ejercicio cotidiano del poder, donde se asemejan m.is a crueles hu,.eraras avaririosos que a los cruzados del orden y Li civiliz.icin que pretenden ser. ~

    poder, cuyo JltJ.'/eo duro es la instituci/in m/!it(/J' pero que comprende otros sectores. de b sociedad, que se ejerce en gobiernos civiles y militares desde la rund.icin d" h nacin, murando y donando a un tiempo, se prerende a si mismo corno toral. Pero este interno de toralizacin no es 11l;$ que una de Lis pretensiones del poder. "Siempre hay una hoja que se escapa y vuela bajo el sol." Las llll'l1' ji!grf, los hoyos negros del poder son innumerables, en I'Od,1 sociedad v circunstanci.i, aun en los ror.ilirarisrnos m.is uuiformememc establecidos.

    por eso que para describir la ndole espechca de cada poder es necesario referirse no slo a su ncleo duro,

    a lo que l mismo acepta C01110 constitutivo de si,sino a lo quc excluye)' a lo que se le escapa, a aquello que se fllga de su complejo sistema, a lavez, central y fragmentario,

    All cobra sentido la uucin represiva que se despliega para controlar, apresar, inc luir 11 todo lo que se le fuga de ese modelo prerendidarnenre total. La exclusin no es ru.is q,ue un for~1a de inclusin, inclusin de lo disfuncional en if\ '

    ~(Jl1gaf qu.a se leJSlgna, Poreso, los 1!1('(llrJ.nIIOSy 1.(1.1 ternologtlS ele id rrpresin revelan la ndole misma rielpor/a, la forme. en que ste se concibe a s mismo, la manera en que incorpora, en que refuncionaliz., y donde pretende colocar aquello que se le esc~pa, que no considera consrirurivo.

    La represin, e: castigo, se inscriben dentro de los procedimienros del poder y reproducen sus tcnicas) sus mecanismos, Es por ello que las Iormos de la represin se 1110dflcan de acuerdo con la ndole del poder, Es all donde pretendo indagar.

    Si ese ncleo duro exhibe una p,ute de s, la"mosrr.ible' que aparece en los desfiles, en eisistema penal, en d ejercicio legrin10 de laviolencia, rarnbin esconde orra, b "yergonz:lllte", que se dC5'{lpart'acn el conrro] iliciro de COiTl'Spondenci.is y vidas privadas, en el asesinato poltico, en las pracricns de tOftHLI en los negociados yesta61s.

    Siempre: ('/poe/er TlJUcstLI y esconde, j' se revelaa si niisuro tanto en lo que eX/libe corno 'nlo que oc;t!trl, En cada una de esas esferas se man ifiestan aspectos ap.uenremcnre incornpat ibles pero entre los que se pueden establecer extra"a' conexiones, Me interesa aqu h;lbbr de la cara neg:lda del poder, que siempre existi pero que 111e adoptando distin ras car.rcrcnsucas.

    En Argentina, su forma rn.is rosca, el asesinato polnico, fue una constante; por su parte, la tortura adopt una modal idad sistem.irica e insrirucional en este siglo, despus de b Revolucin del30 par;\ los prisioneros polticos, y fue una prctica constante e incluso socialmente aceptada como

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  • normal en relacin con los llamados delincuentes comunes. El secuestro y posterior asesinato con aparicin del cuerpo de la vctima se realiz, sobre todo a partir de los ;lOS setenta, aunque de una manera relativamente excepcional.

    Sin embargo todas esas prcticas, aunque crueles en su ejercicio. se diferencian de manera sustancial eleLt desaparicin de personas, que merece una reflexin aparte. La dcsapnricin no es un eufcmisrno sin,o U~~l alusin literal: una persona llUC a partir de determinado I:1onlcnto. t/erdpdrerc, S esfuma, sin que quede consraucra de su vHl,l o de su muerte, /"/0 ha}' cuerpo de Id oictiinn u/ tlel delito, Puede haber testigos dd secuestro y presuposicin de! posterior asesinato pero no hay un cuerpo material que d testimonio delhech.

    La deS

  • formas de Crculacin del poder dentro de lasociedad. Lo hizo con una modalidad represiva: los cam pos de conccnrracin-exterrn in10.

    Los campos de concentracin, ese secreto a voces que todos temen, muchos desconocen y unos cuantos nieg~1I1, slo es posible cuando el intento totalizador elel Estado encuentra su expresin molecular, se sumerge profundamente en lasociedad, perrnandola y nutrindose de ella. Por eso son una modalidad represiva especfica) cuya particularidad no se debe desdear. No hay campos de concentracin en rodas las sociedades. Hay muchos poderes asesinos, casi se podra afirmar que todos lo son en algn senrido. Pero 110 todas{os poderes son roncentmcionarios. Explorar sus caractersticas, su modalidad especfica de con rrol y represin es una manera de hablar de [a sociedad misma y de las caracterfsticas del poder que entonces se instaur y que se ratnifica'y reaparece. a veces clntico y a veces mutado, en el poder que hoy circula y se reproduce.

    No existen en lahistoria de los hombres parntesis inexplicables. Yes precisarnenre en los periodos de "excepcin", en esos mornenros molestos y desagradables que las sociedades pretenden olvidar, colocar entre parntesis, donde aparecen sin mediaciones ni atenuantes! los secretos y LIs vergenzas del poder cotidiano. El an:tl isis del campD de concentracin, corno modalidad represiva, pede ser tina de las claves par. comprender las caractersticas de un poder que circul en todo el tejido social y que no puede haber cles[~tJan,cdo. Si la ilusin del poder es su capncid.id para dCJIpnraerlo dishmcional, no menos ilusorio es que la sociedad civil supong" que el poder desaparecedor des-

    I . aparezca, por arte ue un,llnagla mcxisrenre.

    Somos compaeros, amigo'>, hermanos

    Enrre 1976 y ] ')82 tuncionaron en Argentina .')40 GU11pOS deconcentracin-exrerminio, distribuidos en rudo el territorio u.icionu]. '-eglstr su existencia en 11 de las 23 provincias argentinas, que concenrrnron personas secuestradas en todo el pas. Su 111agnltud fue variable, tanto per,e] nrrnl0 de prisioneros como por el ramao de las instalaciones.

    Se esri ma que por ellos pasaron entre 15 V 20 mil sanas, de las cuales aproximadamente el (JO por ciento fueron asesinadas. No es po~ible precisar el nmero exacto de fles{{parioucs porque, si bien 1a Cornisin Nacional sobre laDesaparicin de Personas recibi 8960 denuncias, Se sabe que muchos de los casos no rueron registrados por 10$ fa~ miliares. Lo mismo ocurre con un cierro nmero de sobrevivienres que. por remor ti otras razones, nunca efectuaron la denuncia de su secuestro,

    Segn los tesri.nonios de algunos sobrevivientes, Juan Carlos Scarp.uri afirmo q.te por Ca mpo de 1'vla}lo habrLlt1 IJasado 3500 personas entre] 976 y 1977 ; Craciel., Celln'l dice que en La Perla hubo entre 2 mil \' ] 500 secuestrados; Martn Grass estima que LtEscuela"de Mec.inic de la Armada aloj entre 3 mil y :*SOO prisioneros de 1')7(, a ] 97'); el informe de C0I1

  • cidos. .. En estos rangos las cifras dejan de tener una signiflc.icin humana, En medio de los grandes volmenes los hombres se transforman en nmeros constitutivos de una cantidad, es entonces cuando se pierde la nocin de que se esd hablando de individuos, La misma ma/imcJI del fenmeno acta deshumaaizndolo, convirtindolo en una cuestin cstadistica, en 1111 problema tlt' regutTo, Corno [o seflala Tocjorov, ';'un muerto es una tristeza, un rniilu de

    . f' '. "\ L' . ' " 1 Jmuertos es una !l1 ormacton -. as larglusH11as ustas (e cesaparecidos, financiadas por los organismos de derechos humanos, llue se publicaban en los peridicos argentinos a partir de 1980, eran un recordatorio de que cada linea impresa, con un nombre y un apellido representaba a un hombre de carne y hueso que habia sido asesinado, Por eso eran tan impacr.mtes p:lra Lt sociedad, Por eso eran tan irritativas para el poder militar.

    'Lltllbin por eso, en este texto intentar centrarme en las descripciones que hacen los protagonistas, en los tcsrimonios de las vcrim.is especificas que. con un nombre y un apellido, con una historia poltica concreta hablan de estos campos desde sttlugaren ellos. Cada resrirnonio es un universo completo, un hombre completo hablando de s y de los otros, Sera suficiente tomar uno solo de ellos para (br cuenta de los fenmenos a los que me quiero referir. Sin embcngo, par, mostrar la vivencia desde distintos sexos, sensibilidades, militancias, lugares geogrJticos y captores, aunque har referencia a otros testimonios, romar b.isicamente los siguientes: Craciela Ceuna (secuestrada en el Gllnpo de concentracin de La Perla, Crdoba, correspondiente .il l]] Cuerpo de Ejrcito), Martn Gtass (secuestrado en la Escuela de Mecnica de la Armada, Capital Federal, correspondiente a la Armada de la Repblica Argemina),Juan Carlos Scarparti (secuestrado y fugado de Campo de Mayo, Provincia de Buenos Aires, campo de concentracin correspondiente al [ Cuerpo de Ejrcito),

    Claudia TlInburrini (secuestrado y il'gado de la Mansin Ser, provincia de BuenosAires, correspondiente a la Fuerza Area), Ana Mal'a Careag" (secuestrada en El Atltico, Capital Federal, correspondiente el laPolica Federal), Todos e1los/ilgilronen ms de un sentido.

    La seleccin tambin pretende ser una muestra de otras dos circunstancias: la participacin colcaloa de fa;; tresFUfYms Armaai de la polica, es decir de las llamad", Fuerzas de Segundad, y SU involucrarnicnro instirudonal, desde el rnorncnro en que Ll rnayora de los campos de concentracin-exterminio se ubic en dependencias de dichos otga, uismos de seguridad, controlados y operados por su personal,

    No abundar en estas ahrmacioncs. ampliamente dernosrradus en el juicio que se sigui a las juntas militares en 1985. Slo me interesa resaltar que en ese proceso qued demostrad" la actuacin institucionaliu: las Fuerzas de Seguridad, beliO comando conjunto de las Fuerzas Armadas y siguiendo lacadena de mandos, Es decir que el accionar '''anrisubversivo'' se realiz desde y dentro de lit estructura v fa Ctlr!eniljc:drquica de !tIS Fuerzas irmat{ilS. "Hicimos laiucrra con 1

  • Mcc.inica con el propio Servicio de Inteligencia Naval. Eirciro l' Arruada despreciaban a \05 "pnnqueques". h Fuerza Area. que como panqueques se daban vuelta en el aire; es decir, eran incapaces de tener posturas consistentes. Sin embargo, aunque tuvieran diterenci.is circunstanciales, todos (orte/dieron en lojirfldr;;ellfr]{ JUtliu(:JUry alimentar eljUErato desaparecedor. ln JIldquina ele caneentflltin-externro, Porque la caracterstica de estos c,ampos fue que todos ellos, independientemente de qu fuerza los controlara, llevaban como destino tIna! a h muerte, salvo en casos verdaderamente excepcionales.

    Durante el juicio de 1985, la defensa del brigadier Agosti, titular de la Fuerza Area, argument: "Cmo puede salvarse la contradiccin CJue surge del 'llegato acusatorio del seor fiscal, donde palmariamente se de muesrra que fue la Fuerza Area comandada por el brigadier. Agosci la menos sealada en Lis declaraciones resrimoniales y restante prueba colecrudu en el juicio, se., s u comandante el acusado a quien se le imputen JTrayor nmero de supuestos hechos dclicruosos?" Efccrivamentt, haba menos pruebas en contra de la Fuerza Area, pero este hecho que la defensa inrcnr capitalizar se deba precisamente a que casi no quedaban sobrevivientes. El ndice de exterminio de sus prisioneros haba sido altsimo. Por cierro Tamburrini, un testigo de cargo fundamental, sobrevivi gracias a una fuga de prisioneros torturados, rapados, desnudos y esposados que revel la desesperacin de los mismos y la torpeza rnilirar del personal aeroriut ico. Otro cesrigo clave, Miri.un Lewin, habia \ogrado sobrevivir como prisionera en otros campos a los que fue trasladada coo posterioridad a su secuestro por parte de b Aeronurica.

    En sntesis, b. uuiqu ina de toitumr, extraer ir~(OnJlflJ1> aterrorizar V matar, con rn.is o menos ericiencla~ hmciou y CUIll pli ~nexorabletl1entc su ciclo en el Ejrcito, lal\l.lrna, laAeronutica, Lis policas. No hubo diferencias 'U5

    ranciules en los procedimiento de unos y otros, aun']ue cada uno, a su vez, se creyera m.is listo y se iacr.ua de m.ivor eficacia 'Itle los dcm.is.

    Dentro de los campos de concentracin se manrcna h organizacin jerrquica, basad,[ en bs lnces de mando. pero era una estructura que se superpona con la preexistente. En consecuencia, sola suceder que :1lguien con un I\tngo ., ~

    inftr~or, por-pral' asignado a un grupo de tureus, tuviera ms informacin y poder que un superior jerrquico den(ro de lacadena de mando convencional. No obstanre, se busc inrcucionnlmente una extensa parricip.icin de los cuadros en los trabajos represivos para ensuciar las manos de todos de alguna manera)' compromete: personaimentc (/1 conjunto con la po! nca insrirucion.tl. En la Armada, por ejemplo, si bien hubo un grupo e

  • un ,\Viadat formado para defender la soberanla nacion,,!, y convencido de que esa era su misin en la vid", se podla dedicar a arrojar hombres vivos al mar'

    No creo que los seres humanos sean poten

  • con ella orientab~n el "interrogatorio" (tortura) para que [uer productivo, o sea, arrojara informacin de utilidad.

    Este grupo reciba al prisionero, al "paquete", ya reducido, golpeado y sin posibilidad de defensa, y proceda a extraerle los daros necesarios para captur~r a otras personas, arrnamenro o cualquier tipo de bien til en las Glreas de cotluainsurgencia, JustiFicab;l su rrabajo con el argumento de que el funcionamiento ann~ldo\ clandestino y compartimentado de la guerrilla haca imposible combatirla con eficiencia por medio de los mtodos de represin

    convencionales; era necesario "arrancarle" la informacin

    que permirira "salvar otras vidas".

    Como ya se seal, la pr;\ctica de la tortura, primero sobre los delincuentes comunes y luego sobre los prisioneros poi ricos, ya estaba para entonces proFundamente arraigada. No consritua [m" novedad puesto que se haba realizado a p'Jrtir de los 3[105 30 Y de manera sistem'\ti~a y uniforme desde la de"da del sesenta. La polida, que tena larga experienci';l en la pr.icticu de ia picana) enseri las rcnicas: a su vez, los cursos de conuainsurgencia en Panam instruyeron a algunos oileiales en 10$ mrodos eicicnres y novedosos de "interrogatorio".

    "Yo capturo a un guetrillero, s que pertenece a una org,mizacin (se podra agreg'lt, O presumo y quiero confIrmarlo) o pertenece a la periferia de esa organizacin l o es Eimiliar de un guerrillero, o ...) que est.i operando y preparando un atentado terrorista en, por ejemplo, un colegio (jarn~is los guerrilleros argentinos hicieron .irenrados en colegios) ... Mi obligacin es obtener rpidamenre la inlDrmacin p:n

  • gar en l la Ferocidad de que dan cuenta los testimonios. Tambin ha)' (I"e sealar que esta lgica se repeta pun

    to por punto. en amplios sectores de lasociedad: laprenS'1 de la poca da cuenta de la"imperiosa necesidad" de erradi

    1" bvcrsiva" 11" . 1"car ia amenaza su versrva con mero, os excepciona es de los

  • campos de concentracin nazis o smlinisrus, sino ms bien en lasirnilirud de los poderes roralizanrcs y, por lo mismo, en la semejanza t1ue existe en sus rormas de castigo. represin y normalizacin,

    unque los asesinos de guerra nazis, corno Eichrnan o Hoess participaron en laejecucin de mi! Iones de personas, 10 hicieron ocup.indose tambin de l111 pequeo bn de la cadena. Por eso no se sentan responsables de sus actos, Eiclimno se defendi dmame el juicio que se' le: si, gui .dirmando: "Yo no tena nada que ver con la ejccucin de judos, no he matado ni a uno solo."!'

    De manera semejante, en Argentina existieron 172 ni, nos desaparecidos y consta, por denuncias realizadas a la Conadep, latortura de algunos de dios as como el asesinare de otros. Un caso deruostmdo, por laaparicin de los cadveres, es el de b f,uni!ia de Marikk- Lmuscou, cuyos hijos de seis y cuatro aos fueron asesinados con sus padres, militantes Montoneros, en un opcr.uivo realizado por el Ejrcito y laPolica de laProvincia de Buenos Aires en 1976. No obsranre, el general Ramn Calops" jefe de la Polica de laPro' vincia de Buenos Aires en esa Iccha, respondi durante una entrevista: "Personalmente no elimin a ningn nio"!", como si ese hecho lo eximiera de b responsabilidad.

    Para Ver cmo opera la fragmentacin desde adentro, es ilustrativa tina entrevista realizada por La Semana a Ra! David Vilarino, cabo de laMarina que prest servicios en los grupos operativos de laEscuela de Mecnica de hl Armada. En cllu se desarroll el siguiente di"logo:

    "-Una vez que ustedes entregaban a las personas se, cuestradas a la]eflfu ta dd Grupo de Tareas, qu suceda)

    "-Bueno. eSO era parte de otrogrupo, "-,Qu otro grupo? "-El Grupo de Tareas esraba dividido en dos subgrupos:

    los que salan a la calle y los que hacan el denominado 'trabajo sucio'.

    "-USted a qu grupo pcrreneca? "Yo? Al que sala a !a calle ... Nosotros solo lll,d(,f/llloS

    alindJirllio a la Escuela de ,\ Icc.nicu de la Armada ... Siempre esper que me tiraran ames de tirar yo ... Yo, pOt mi parte, entiendo por asesino ,1 aquel que mata a sangre fra, Yo, gracias a Dios, eso no lo hice UUUGl... los chupadores detenamos al tipo y lo eIltregdl"lI1!Os. y perdmnoJ ,,1 mil, , 11I'010 (Oll'cJ'ipo... lo dejabs all. Lo m.is peligroJo pa", el lfI ' detenido comeneab.i all." nunca me lba a tocar tort ur.ir. Porque a eso Se dedicaban arras personas ... No est,; dentro de m el torturar. No lo Jimio ...

    " (S" V'I') I I19ne 1ano ... t\ Li por el 78 (se van las patotas y) se quedan los torruradores, Jos que haban matado, los que habLn quemado... Veo cmo se haba perdido sensibilidad ... Not que fllrJba sensibilidad, delicadeza ... O 'lne ya estaban tan, tan, tan rutiuados con eso que ya era normal quc.,; No s Cmoexplicarle: se les haba hecho carne.

    "..Qu era 10 que se haba hecho rutina? ",,El torturar, el no sentir sensibilidad, el no importar

    los gritos, dilO tcnrr delicadcz cumulo uno COIlIII: conr.iban herejas."!" .

    Aunque parezca extrao, tambin los oficiales de intcligcncia, los torturadores, el alma de todo el dispositivo, descargaban su responsabilidad de alguna manera. Cuenta Craciela Geuna, sobreviviente de La Perla:

    "Barreiro es un buen rcprcscnranre de los ronur.idore, porque tena lucidez y conciencia de su part,cip"cin en las tareas represivas, Su pens.uuicnro era circular en ese sen, tido: su propia responsabilidad personal la [r"nsl"r", " los rniliranres populares y, I\tnd"memalmenre,,, las direcciones partidarias, porque no cedan. Es decir. la tortura era necesarin ante laresistencia de la gen re. Si b gente no resista l no tenta 'lite rorturar,"!'

    Por el secreto que los envuelve, no hay testmonios di .. rectos de los deJilparcrcdorcJ de merplJJ pero se puede snpo

    40 41

  • uer que rcndrian jusriticacicnes similares y,Ll. misma sensacin de carecer de responsabilidad. En ltima instancia dios slo ponan el punto final de un proceso irreversible: urrolaiaban " paquetes" a Imar.an

    Es signiHcativo el uso del lenguaje,

  • La vida entre la muerte

    Imentar describir aqu cmo eran los campos de concentracin y cmo era b vida del prisionero dentro de ellos, para mirar el rimbombanre poder militar desde ese lugar oculto y negado.

    En gen~r;1 funcionaban disimulados dentro de una tlepClJc!m militaro policial. A I,esar de que Sfsaba de su existencia, los movimientos de las patotas se rmruban de disimular como parte de la dinmica ordinaria de dichas instituciones. No obstante se trataba de un secrero en el que no se pona demasiado empeo. Los vecinos de la Mansin Ser cuentan que oan los gritos y vei.m "rnovimiemos extraos". La Aeronutica hizo luncionnr un centro clandestino de detencin en el policlnico Alejandro Posadas. Los movimientos ocurran a la vista tanto de os empleados como de las personas que se atendan en e1 establecirnienro, "ocasionando un generaliz

  • etc.}, haciendo sentir especialmente sus electos al conjuuro de estructuras sociales consideradas en s como 'subversivas por el nivel de infiltracie del enemigo' (sindicatos, universidades, algunos estamentos profesionales).""

    Si campos slo hubieran encerrado a militantes, aunque igualrllcntc monstruosos en trminos ticos, hubieran respondido a otra lgica de poder. Su capacidad para cliseminar el terror consista justamente en esta arbitrariedad que Seerlga sobre b sociedad corno amenaza constante, incierta y generaliz

  • de esposar y atar a los prisioneros los rnantenian desnudos, para evitar las fugas, Al respecto relata Tarnburrini: "."nos hacandormir con las esposas puestas. pero desnudos; nos haban sacado la ropa haca un mes o un mes y medio y nos araban los pies con unas 'correas de cuero para quedurrniramos casi en una posicin de cuclllas."!S

    Los prisioneros permanecan Ilcostacios)' en silencio, t'5taba absolutamente prohibido hablar entre ellos, Slo podan moverse para ir al bario, cosa que suceda una, dos o tres veces por da, segn el campo y la poca, Los guclrdias formaban a los presos y los llevaban colectivamente al brlJo o tambin podan hacer circular un balde en donde todos hacan sus necesidades.

    Los testimonios de cualquier campo coinciden en la 0.\crtridad, el silencio y la ilmlOlJilidm!. En El Atltico: "No nos imaginbamos cmo bamos a poder contar hasta qu punto vivamos consraruemenre encerrados en lIna celda. el (}i(f{ras) sinpoder ve,; sinpor/e]' hablar. s/npotlfr cainiunr:" tv

    En Campo de Mayo: "Este tipo de tratamiento consisrb en mnnrcnernl pt-isicmcro todo el ricmpo de su perlll:lnencia en el campo encapuchado, sentado y S111 hablar ni moverse. "E,I vez esta frase no sirva par,) gtaticar lo que sgnif'caha en realidad, pOr

  • dido tan bien a agudizar el odo. que apenas elnpez;lb~ln los prepar
  • tirados vivos". El capitn Acosra prohibi al principio rodu referencia al rcuu 'Erslados', "",

    En Ll Perla, "cad" trasl"do era precedido por una serie de procedimientos que nos ponan en tensin. Se conrrolaba que la gente estuviera bien vendada, en su respectiva colchoneta y se proceda a seleccionar el los trasladados mencionando en voz alta su nombre (cuando ramos po cos) o su nmero (cuando la cantidad de prisioneros era mayor). A veces, simplemente se tocaba al seleccionado para que se incorpor.ua sin hablar." Los prisioneros que iban a ser trasladados eran amorde"cados... Luego se proceda a llevar a los prisioneros seleccionados hasra un camin murca Mercedes Benz, que irnic.unenre llambamos Menendez Benz, por alusin al apellido del general que comandaba el HI Cuerpo". Antes de descender del vehculo los prisioneros eran maniatados. Luego se los bajaba)' se los obligaba a arrodillarse delante del pozo}' se los fusiL,bel. .. Luego, los cuerpos acribilhdos a balazos, ya en los pozos,

    er~Ul cubiertos con alquitrn e incinerados... l'T Los traslados eran el recuerdo permancnrc de la muer

    te inminenre. Pero no cualquier muerte "sirio esa muerre que era como morir sin desaparecer, o desaparecer sin morir. Una muerte en laque el que iba a morir no tena ninguna participacin; era corno morir sin luchat, como morir estando muerto o corno no morir nunca":". Por su parte, lapenn,mencia en la mayora de los campos l-epresenraba el peligro constante de retornar a la ranura. Esta posibilidad nunca quedaba excluida. Muerte v rorrura: los disparadores del terror, omnipresente en la experiencia concenrracionada.

    Los ca ru pos , concebidos como depsitos de cuerpos dciles que eSI),:raban lamuerte, fueron posibles por ladi,eniiuacurn del terror... "un espacio de terror que no era ni de aqui, ni de ~tlbL n de p.ure alguna conocida. .. donde no estaban vivos ni UIH')OCO mtH.:r::os,", y t:tmbn

  • peaban, sus captores le decan: "Nosotros somos todo para , " A{ D' ""1"vos. La ~1l5ttcla sotnos. nosotros, 1 vosotros S(J}lOS /OJ. .. ~Hn-

    bin Jorge Reyes relata que "cuando las vfcrimasimploraban por Dios, los guardias repetan con un mesianismo irracional: {[Cl Dios SOlllD,r nosotros"?': Cr.iciel Ccuna refiere que un gmrdi, encontr una boia ele at;;itar que ella haba guardado para suicidarse, entonces le dijo: "aqu dentro nadie es dueo de su vida, ni de su muerte, No podrs morirte porque lo quieras, Va.. a uiuir todo el tiempo que se

    .r f D' "" nosocurra, nqtu aentroS()1JWJ f(h." Las referencias a lacondicin divina asociada a este rle

    rccbo dc muerte, que aparece como un derecho de vida y muerte puesto que el prisionero tampoco puede poner fin a su existencia, se reiteran en los testimonios. Prolongar una vida ms "lb del deseo de quien lavive; segar otra que pugna por permanecer; adueiarse de las vidas. Cuando la 111isrna Graciela Geuna, yasin la menor esperanza, sufriendo en la cuadra del campo de concenrracin, pide a Barreiro por su muerte, no por su vida, es quizs el mornenro en que selJa su sobrevivencia. Hay un placer especial del poder concentracion.uio en ese i/c!U01{{J}( tle [as vicias. La muerte se administra a voluntad. haciendo exhibicin de una arbitrariedad intencional. De hecho, la muerte alcanza a vctimas casuales, nios, bmiliares de los perseguidos, posibles testigos. Es en esta arbitrariedad donde elpOfler se afIrma comotlbsoiuta e inrtptLflblt. Esta arbitrariedad no es irracional sino que su racionalidad reside en la validacin de la inapelabilidad y laarbitrariedad del poder.

    As corno la mquina asesina ruara a millares, as tnm6luJe 1Jll/J0}lC In pida a otros. El esfuerzo que se realizaba en la Escuela de tvlednica de la Armada para "sacar" del cianuro u personas apresadas tiene {lUC ver con algo m.is que con su potencial utilidad en rrrninos de la informaciu tlllt: posrcriormeure se les pudiera .ur.mcar. Muchos prisioneros de la Escuda de Mcc.iuica sobrevivieron .t la

    ingestin de la pastilla de cianuro que portaban los militanres montoneros gracias a un cuidadoso procedimicnro que hab,,,, descubierto los marinos para armncarlos rdpidamcnie de la muerte. El caso de Norma Arrosriro. dirigeu~ te de la organizacin Montoneros, es particularmente significarivo. Arrostito ue "salvada" dos veces del cianuro, ya que intent suicidarse en dos oportunidades consecutivas; nO brind n4nguna informacin til durante la tortura y luego ftlc asesinada por uno de los mdicos de la marina, curiosamente. con una inyeccin tambin de veneno. El mensaje parece claro: T no te envenenas; nosotros lo baternos cuando queramos, Suspender la vida; suspender la muerte; atributos divinos ejercidos no desde los cielos sino desde los stanos de los campos de concentracin.

    Desde este punto de vista se puede comprender por qu los campos impedan laposibilidad de suicidio. aun de aquellos que ya estaban como material de depsito espe~ raudo la muerte. El ejercicio de un poder que se pretende total y absoluto debe ejercerse sobre lavida misma de los hombres. En este sentido, el suicidio enfureca a los desapareccdores; laexistencia de la pastilla de cianuro entre Jos montoneros era concebida por ellos COIBO una abominacin, no por un supuesto cdigo moral cristiano que se ttmda en el hecho de que slo Dios riene la autoridad para dar y quitar la vida, sino por'ue precisamente elsuicidio, COlIJO 1111 ltimo (Jeto (le vollllltfcl, les arrebataba la posibilidad de manifestar ese derecho de muerte que los converta en "dioses". En este caso lamuerte representaba la limitacin y el fin de su poder.

    Una vez ms, el hecho encuentra paralelo con los e.unpos nazis, Cuando los guardianes descubrieron que Filip Mller se haba introducido volunrari.imenre en lacimara degas paraque su muerte tuviera, ,t/menos, una brizna de elcccir, personal. lo sacaron brur.urnem grdndole: "Pedazo de mierda. maldiro endemoniado. aprende que' SO~

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  • rnos nosotros y 110 t quienes decidirnos si debes vivir o morir.":" Para el poder concenrracionario es tan importante aduearse de la vidade otroscomo aduearse de su mucrre.

    Por su pane, cuando los militantes de las organizuciones guerrilleras presentaban combate en el momento de su captura, no slo tomaban una decisin sobre su muerte sino que adems amenazaban lavida de los desaparecedores, esfumando de un golpe su pretendida divinidad. Geuna relara que la muerte de uno de los "dioses" de La Perla, el sargento Elpidio Rosario Tejeda, en un enfrentamiento armado, impact mucho al personal de inteligencia dd campo porque "todos temieron en realidad la muerte propi '1. Estaban asustados: haba muerto su mito y, por ramo, ellos tambin podan morir". Desde la perspectiva de los desaparecedores de La Perla, este hombre, que permanen

    rernenre hada alusin a la muerte de los otros, que se COI11

    placa en llamar a los prisioneros "muertos que caminan", poda administrar la muerte pero no padecerla.

    Probablemente el orgullo que producan al capit.in Acostu sus instalaciones para las embarazadas. que se reducan a un simple cuarto con camas y una mesa, de las que se jactaba denominndolas "su Sard" (b maternidad pblica ms importante de Buenos Aires), se relacionara con -la contraparte de! poder de muerte, que lo completa y cierra e! crculo hacindolo total: e! ejercicio de un sllpues[o "podertle idll': No ya lasimple capaciehd asesina de decidir quin mucre, cu.indo muere )' cmo muere sino 111~\S an, detenuinar quiu sobrevive e incluso quin nace, porque muchas mujeres embarazadas murieron en b tortura, pero otras no. Otras tuvieron sus hijos y los desapnrecedores decidieron lavida del hijo y b muerte de la madre. Otras ms, sobrevivieron ellas y sus hijos. Esto es lo que subyace ms directamente a la afIrmacin "Aqu adeurro nosotros somos Dios", o a esta otra: "Slo Dios da y quita lavida. Pero Dios esr.i ocupado en otro lado, y somos

    nosotros quienes debemos oculnrnos de esa tarea en 1.1 Argentina")'i~ subyace laprercnsi de dir llUlertf)! dar r'itlil.

    Casi fados Jossobrevivientes reconocen un captor al el uc le "deben" la vida, alguien que los proregi }' les "concedi" la vida. Estos "dadores de vida" son los mismos que aparecen torturando y asesinando, arrojando cad.ivcres al mar o quemndolos, ya sea en otros o en los mismos rvstimorties. El gejeral Galtieri le dijo n Adriuna Arce 'l"c l "era la nica persona quc poda decidir sobre mi vida""'; y se la dio al tiempo que se la quir a tantsimos otros, como lafilmi lia Valenzuela, Dadores de vida y dadores de m uerte coinciden: ellos son los dioses de los campos de concentr.tcin. Sin duda, se podra leer este hecho como un hum.ino acto de compensacin individual para mantener cierto equilibrio psicolgico pero, al mismo tiempo, se completaba as el ejercicio de un poder total, "divino". Dar y quitar lavid.i,

    La afinnacin del capir.in Acosra, que refieren muchos de los sobrevivientes de la Escuela de Mecnica, cuando repeta con orgullo: "Esto no tiene lnures" 1 o lade lino de 10$ militares de La Perla; ".A..qu nadie se quiebra a mccli.is. Esto es rotal", tambin se asocian con atributos divinos: el carcter ilimitado de Dios, su omnipotencia. La contraparte de este poder que, en su potencia absoluta, se despiieger ilimitado y ornniporenre es precisamente la sensacin de imporencia total que registraba la vctima del campo de concentracin. Sin embargo, ramo la omnipotencia del secucsrrador como la impotencia absoluta del secuesrr.ido son ilusorias. Todo poder reconoce un lmite y heme a todo poder hay alguna posibilidad de resistencia.

    De dnde provena la pretensin de los torturadores de Ser dioses? Sin duda de esta conviccin de ser amos de la vida y la muerte; de hecho reniun la cupucidnd de decidir la muerte de muchsimas personas, casi de cualquiera en el marco de una sociedad en que todos 105 derechos haban sido suprirn idos. PoclLm ser dadores de muerte y, m.is que

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  • de vida, de no muerte. En verdad, como ya io seal Foucaulr, el poder de vida y muerte es solamente (In poder de muerte. que se ejerce o se resigna.

    El suplicio en la Edad Media y elderecho soberano de macar de los reyes, que a primera vista podra parecer scmc[ante a lo que aqui se describi, implicaba "determinada mcc.inica del poder: de un poder que no slo no disimula que se ejerce direcramenrc sobre los cuerpos sino (lue se xa,1 ta y se refuerza en sus manifestaciones i1sicas: de un poder que se aluma como poder armado y cups luncioues de orden, en todo caso, no esr.in separadas de las funciones de guel'l'a".

    Por el contrario, el poder militar en Argentina

  • de toral, que .u ricula la individualizacin y la masificacin, la disciplina y la regulacin, lo normalizacin, el control y el castigo, recuperando el derecho soberano de matar.,un poder de burcratas ensoberbecidos con su cupacidad de matar, que se confunden a s mismos con DIOs. Un poder que se dirige al cuerpo individual y social para somerer!o, unitorrnarlo. amputarlo, desaparecerlo.

    El tormento Fue la ceremonia inicititn en cada uno de los campos

    de concentracin-exterminio. La llegada a ellos implicaba autornticarnente el inicio de la rorrura, instrumento para "arrancar" la confesin, mtodo por excelencia para pro' ducirla verdadque se esperaba del prisionero, criterio de verdad para producir e! qtliebredd sujeto. Su.duracin y las caracrerlsricas que adoptara dependan del C;mpO de concentracin de! que se tratara, de las caractersticas prisionero, de su tenacidad en ocultar Lt i"formacin y de un sinnmero de imponderables. No obstante, por su centralidad en el dispositivo concentraconario, estuvo pautada por criterios generales y adquiri caracteriscicas bsicas comunes en todos los campos.

    La aplicacin de tormentos tena una Funcin princ:pal: la obtencin de i,,rrrwcin opcratiunmcnte til. Es decir, lograr "lU el prisionero entregara datos que pernorieran lacaptura de personas o equipos vinculados con la llamada subversin, que comprenda todo tipo de OPOSIcin poltica pero pteFetentemente a la guerrilla,!' su entorno. Ll tortura era el mecanismo para "ahrnentar el C\Jl1~ po con nuevos secuestrados, . ,

    Dentro de las organizaciones guendleras exrsnan mecanisrnos control de sus ruiliranres. generalrnente e;tda 24 o 48 horas, de manera que, al momento de la captura,

    el disposirivo del cJmloO contaba con un da, dos, a veces un poco 1n55, para extraer de cada hombre informacin inmediatamente ci], Una vez que venca el plazo. organizaciones "desactivaban" toda las citas y desalojaban las casas y 105 militantes que la persona capturada conoca.

    A partir de entonces. los secuestradores podan obrener otro tipo de datos que a veces conducan tambin a la cai'ltura de r.~rsonas o .mnamcnro. corno el reconocimienro de fotos o~nformacin que, unida a otra, llevaba iudirecramcnre a ubicar una pLrSOI1

  • cer ya no tcu.ui vida", as c:xpIieara elsubol:lcial Vilario .. ""i

    la realidad de estos "muertos que GU111nan ) LI desnudez, la capucha que escond(a el rostro. las ata

    duras y mordnas, el dolor)' la prdid,\ de toda pertenencia personal eran los signos de la iniciacin en este mundo en donde todas las propiedades, normas, valores. lgicas del exterior parecen canceladas y en donde la propia humanidad entra en suspenso. La desnudez del prisionero y L1 capucha aumentan su indefensin pero tambin expresan una voluntad de hacer transparente al hombre, violar su intimidad, apoder,usc de su secreto. verlo sin que pueda ver, que subyace a la tortura, y constituye una de "l.is normas ele la casa". La capucha y la consecuente prdida de la visin aumentan la inseguridad y la desubicacin pero tambin le quitan al hombre su rostro, lo borran; es parte del proceso de deshumanizacin que va minando al des"parecido y, al mismo tiempo, "cilin, su castigo. Los torturadores B.O ven la cara de su vctima; -castig

  • La pr.ictica de estas [ormas de tortura de m.uicra lrrestrrctn, reiterarla e JJirnittulfl se ejerca en todos los ciImpos drconccntraaon y fue clave para la disern n.icin del tenor entre los secues;ados. Una vez que el prisionero pasaba por semejante rrar.unienro pretera liredment morir que regresar a esa situacin; son muchos los resrimonios que as 10 atirman. La muerte poda aparecer como una liberacin. De hecho, los torturado tes usaban laexpresin "se nos fue" para designar a alguien que se {es baba muerto durante la tortura. Y sin embargo, decidir lapropia muerte era una de las COS;lS qne estaba vedada para el desaparecido, que descubra entonces no ya la dificultad de vivir sino la de morir. Morir no era [icil dentro de un campo. Teresa Meschiuri, Susana Burgos y muchos otros sobrevivientes relatan intentos a veces absurdos pero desesperados para encontrar la muerte: tomar agua podrida, dejar de respirar, intentar sus.. pender voluntariamente cualquier funcin viral. Pero no era tan simple. La mquina inexorable se haba apropiado celosamente de lavida yb muerte de cada uno.

    No obstante estos denominadores C0t11UneS , existieron modalidades diferentt's. En algunos casos, relatados por sobrevivientes de campos de la Fuerza Area y la polica, el rormenro tomaba las c2ractersticas de un ritualpurifIcador. Ms que centrarse en la informacin operntivameurc valiosa buscaba el mstigo de las vctimas, su desmerubu miento fsico, una especie de venganza que se concrer.iba en signos uiJiUes sobre los cuerpos. En esos lugares se usaba mucho elcastigo con palos y latigazos, que deja huellas. El tratamiento se acompaaba con tortura sexual. fundamentalmente denigrante; eran frecuentes, por ejemplo, las vio" laciones de hombres. Toda la sesin, desde que iban a buscar al prisionero, tena. un ritmo de excitacin ascendente. rnien tras que, por ejemplo en la Mansin Ser, no faltaba un rorrurador cristiano que rezaba y "coutortaba" a la vctima instudola a que tuviera le en Dios, mientras era aror

    mentada. Tambin en ese centro, uno de los miembros de la "patota". "al grito de hijos del diablo, hijos del diablo, a;'lIT un Litigo y empez a pegarnos, Son todos ud os, deca, hay que mararlos":".

    En la Brigada de Investigaciones de San Justo: "Cuando me venan a buscar para una nueva sesin lo hacan gritando y entraban a la celda pateando la puerta y golpeandolo qw: ~I')conmuan.Violentamente. Por eso, antes de que se ;cerc;"~n a m, ya saba que me tocaba...". A COI1tinuacin sigue un relato espeluznante, que incluye el despellejamiento del prisionero.

    En laDelegacin de la Pclic.r Federal, '~'\ll me golpearon ferozmente por espacio de una hora aproximadamente, lo hicieron con total sadismo y crueldad pues ni siquiera me interrogaban, slo se rean a carcajadas y me insulr.ib.i."i:

    En la mansin Ser: " ... entra la parota en la piez. ha ciendo mucho escndalo, como dios ludan, con el fin de crear un clima de terror y pnico a su alrededor... me sacan entre comentarios jocosos y risotadas> me anuncian que me van a dar un bao; me hundan cada vez 111;15 frecuentemente y por espacios ms prolongados de tiempo, a punto tal del dig

  • "ada y a secuestrar a aquel hombre. As lo hicieron, lo lleva-D . 1 ron hasta la Mansin Ser y all lo rorrur.irou insta su muerte, que se produjo esa misma noche. Haban consumado u.',' acto de "purificacin". Cruzados del "bien y la moralidad , castigaban el rual, entre rezos. risasy vejamenes.

    En este tipo de rituales murieron rnuc.has pers?nas. La duracin era indeterminada; b reiteracin de la tortura imprevisible)' e! sentido se asemejaba m:rs a una ceremonia de venganza y locura, entre risas, gritos), golpes, que a un acto deinteligencia militar. A pesar de la aparente irracionalidad, estos campos cobraron un importantsimo numero de vctimas), cumplieron un papel tundamental en la destruccin Hsicade rod, oposicin poltica, sin discriminacin alguna, y de la disenl1nacin dd terror. Fueron funcionales para el proyecto miliru)' dejaron muv pocos sobrcvivicntt:"s,

  • rrunacin o, muy eventualmente, laliberacin, La posibilidad de reiniciar la ranura siempre estaba presente pero era rclutivamcnte excepcional. Desde el momento en que cesaba la tortura Isicadirecra, iniciaba la tortura sorda, la de la incertidumbre sobre lavida, [a oscuridad y el aisbmiento permanentes, ladesconfianza hacia todos, la malu alimentacin, el maltrato y lahumillacin,

    En algunos casos, la decisin tlnal sobre lasuerte del preso se difera, pasando por un periodo intermedio en el que se lo incorporaba al rgimen de capucha o cuadra peto se prerenda gllnaralprisionero, sacarle algo o algo ms; la lgica concenrracionaria es avariciosa, intenta c!mp'lnodo 10 vital que hay en el hom bre. Se trataba entonces de obtener algn tipo de colaboracin voluntaria, operacional, tcnica, poltica, al cabo de la cual, e independientemente de 10 que hubiera proporcionado, el destino ltimo tarnbin era incierto.

    As pues, aparecen por lo menos dos mecanismos posibles en la rorrura: el tormento que llamar inquisitorial )' el tormento como tecnologa dicaz, fja. asprica y cicie nrc de "chupar", Los dos pretenden producir la lJerr/lUj pmdl/cir un culpabley arrasaral sujeto pero lo hacen de maneras diferentes, Ambas formas implican elprocesamiento de los cuerpos, la extmceinde lo que sirve y el desecho del hombre, Sin embargo, la modalidad inquisitorial destruye m;\s los cuerpos, es ms brutal, arroja ms sufrimiento directo sobre sus vctimas, pero es menos eficiente para extraer, est menos preparada para aprovechar hasta la ltima gOL; ril de un hombre,

    Tambin es probable que lamodalid,] "asptica' pro' duzca un menor deterioro personal en los hombres que b aplican y les permira concebirse a s 1111SmOS cerno simple personal tcnico, Finalmente, en trminos institucionales, cabe pensar que en nuestra poca es ms Heil mantener el espriru de cuerpo y laadhesin ideolgica de una fuerza '70

    profesional y clasemediera por va un discurso tcnico

    a,sprico que por va de uno :mlico"inquisiroria 1. Este t 1_ runo es psquica e ins(ltuclonalrnente desquici.uue.

    Los oficiales de inrdigencia que ejccutaror, la rcrrur.i, sobre todo en el modelo asptico. eran hombres comunes ycorrientes, las nuis de las veces insgnifcantcs, como Juan Cirios Roln, cuyo ascenso sali a delender el Presi,lente Menem en j~94, '[lmbin ellos, pequeos engr;majes que lI' no correspondan a un nico patrn, Ceuna los describe uno por uno; la diversidad eonlprendc tontos e inrelicen[es, audaces y cobardes, religiosos y ateos, vanidosos, '~'rogames, pusikiuimes, de todo: hombres como cualquier otro, que caminan por la calle. Muchos se preguntaban, Con autntica curiosidad, si los prisioneros los consideraban

    "torturadores", Como si la condicin de torturador tuera

    parte de una esencia que no posean, como si su prctica

    condla~a se debiera a una funcin circunstancial que se vie

    ron oblrgados a cumplir; como si hubiera "otros", no ellos

    que s eran torturadores porque distrut.iban haciendo su:

    friL E'IOS hombres slo trabaJaban)' "cumplan rdenes",

    El cumplimiento de rdenes file la formula rn.is burda de descargo del torturndor, Otra muy usual, de acuerdo a los testimonios, fue responsabiliz,'l a las conducciones de las organizaciones armadas porque "rnandaban a marar" a su gente, "obligndolos" a ellos a hacerlo, 'Iunbin era comn que descargaran laculpa sobre Lr propia vctima, C1Ue por Su [OZ' I "bl' b" I t

    " ucez, os o 19~1 ;1' a torturar

  • Sin embargo, y por m.is desplazamientos que pueda hacer. hay algo que se agita tntern;unenre en."Lu't h~l,nbe

    , ," tro Hav ,,1"0 que reclama la ahrmacton de que cstrOZ~l .t o . ~ o . . . l.> _ _._I su propia humanidad, po,:que,en el llHenro ue desperso o

    1, , , '1' \"'Ct'ltl'1"1 l11,smo Se desl,ersoll"hu, sena rzaciou lle d .< '- ,

    deshtunarLza. En 1.1luchsinlos rejuros aparece el HHenro de

    .: .' iel tortllr""lel" sobre henro'"ia vctima, como

    rcparaclOn ce '. '.,

  • Intentaban as detener la tortura y ganar tiempo. En este caso, la tortura tampoco logr su objetivo. No slono produjo la"verdad", sino que elprisionero la contabiliz inrer.. narnenre como una batalla ganada al campo de concentracin; se fortaleci, aunque le costara la vida. Es el caso de Fernndez. Saruar que se relata tambin en el testimonio de Ceuna, quien mienrrus agonizaba a causa de los tormentos padecidos, en los que haba ocultado la informacin clave, repeta "Los jod; los jod?". Entre los sobrevivientes hay rnucha gen reque resisti la tortura y seguramente esta primera victoria los rearm para tolerar lacapucha, el aislamiento, las presiones y todo lo que padecieron despus hasta su liberacin. La resistencia a la tortura es una de las formas ms datas de la limitacin del poder del campo.

    Otros ms no aguanraron la presin y brindaron informacin til pero no entregaron todo; guardaron cuidadosamente aquello que consideraban m;s importante; ese era su ltimo bastin de resistencia, su secreto. Estas personas, aunque hubieran sido arrasadas por el dispositivo, solan recuperarse. Esdecir, pasada la presin directa, recobraban las 1:

    nociones de solidaridad y compromiso con sus compaeros !de cautiverio, recuperaban alguna capacidad de resistencia. Este grupo iue muy importante en trminos cuanrirativos y Icualirarivos ya que fue numeroso y permiti la reproduccin 1 del dispositivo, alimenr.indolo y generando ms secuestros. K g Desde este punto de vista, la tortura irresrricta e ilimitada

    I'"

    demostr su eficacia. Mucha de esa gente poda estar dispuesta a morir, pero sencillamente no soport las condiciones de tormento y "entreg" algo, o mucho.

    Hubo otros prisioneros que una vez que comenzaron '1 dar in formacln bajo tortura ya no se detuvieron, y se ucron desplazando progresivamenre de la. carcgora de vicri If mas a lade victimarios. Esta gente, que existi en La Perla, en el ministaff de la Escuela de tvlednica y en arras luga ! res de manera aislada, se convirti en una especie de plesos

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    intermediarios entre los des;lparecedores y los desaparee!dos. Fueron .quebradoJ" por la tortura. muchas veces espantosa, y se deslnregraron. No se sen ran prcsos. Suzzar, una secuestrada de este tipo, deca de sus compaeros nresos: "1 " '1 f~~~ tengo asco. 1\ gunos de ellos realizaban operativos nuhrares con sus propios captores; otros llegaron incluso a torturar. Est:s personas e.can un enemigo de los presos igu:d o.peor que. los guardias. Necesitaban que todos se deSintegraran como ellos, que dejaran de ser, para encontrar su propia justifIcacin; por eso vigilaban meticulosamente a los otros prisioneros. "certificaban" los "quiebres"; teman lasobrevivencia de quienes: no estuvieran en su rnis~ 111a siru;lcinporque era~ testigos de su vergenz. En general, ~s rnilirares sentan un profundo desprecio por esta gente. Sobre ellos el campo de concentracin jimcion, alcanz su objetivo; aunque munricamenre representaron algo :s como el uno por mil fueron muy tilesal dispositivo. Cada uno de ellos tuc responsable de muchas decenas de secuestros. Adem;s orientaron el trabajo de los interrogadores; les permitieron aurnent.ir su eficiencia: SJber qu preguntar, cmo hacerlo, cules eran las debilidades de una persona. En Iiu, fueron de gran utilidad y consmuyen el npo de sujeto que prod/lce el campo de conccntracin y la tortura. temerosos, sumisos, autoritarios, ines.. cables. Muchos de ellos permanecieron ligados a las fuerzas de seguridad y siguieron rrabajando para ellas una vez clausurados los campos de concentracin.

    Por ltimo existieron personas que "negociaron" SU captura. Es decir, aquellos 'lile sin ofrecer resistencia alguna, sin intentar siquiera presenrnr batana, '(se pas.uon" apareruemenre de bando y se prestaron a trabajar para las fuerzas de seguridad COl1)O lo hab'll1 hecho para orgaI1ZaCWl1cs polticas opositoras. Llegaron a los campos de concentracin con maletas y janLs les tocaron un pdo. De estos casos se rcgistr.m el de Pinchevsky en La PerLIy el de

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  • Mximo Nicolettl y su mujer, Nhda Emita Peurior, en b Escuela de i\1cdnica de la Armada. Estas personas no se pueden considerar como xitos dd dispositivo concentraclonarlo; son otra COS~1. No fueron quebi/u/ospucst que no habb nada que romper, que opusiera reslstenCla.

    En sntesis, la tortura corno eje del trabajo de inteiigcncia Iue altamente productiva y diciente. Logr la inlorrnacin suficiente para destruir las organiz'lCiones guertilleras y sus entornos, asesinar a los dirigentes sindicales no conci'hadores, arrasar toda organizacin popular, golpear y di!, culrar la accin de los organismos de derechos humanos. Lo hizo gncias a la existencia de los campos de concentracin con los supuestos de una prctica irrcstricra e ilimirada del tormento. Consigui obtener informacin parcial significativa; logr b colaboracin total de un pequco grupo de ~~ente que logr mod~br~ desintegrar yreorde:1ar sczn la lgica del poder automano. En suma Iue el merodoo que pcrrn i rio obrcncrla inlormaci. 'necesaria para destruir una generacin de militanres polticos y sindicales que dcsnparecrrron en los campos de concentracin. Para quienes deseaban este resultado, el mtodo parece haber sido el adecuado. En todo caso se abren otras preguntas: ;Deba la sociedad argentina desaparccrr una generacin de molestos activistas sindicales y polticos? Hay posibilidad de scpat~U' medios y Fines? Desaparecer, borrar del mapa, no lleva casi irremediablemente el esto'

    Una l6gica perversa, una realidad tabicada y compartimentada

    El carnpo es Ud lugar de contrarios (lue cocxlsrcn: de al1lGivalcllcia v conflicto superpuesto. no resuelto, en conde laconfron;acin se resuelve por laseparacju, clasificacin y eliminacin de lo dishmcional.

    Al tiempo que es un centro de reunin de prisioneros, es donde el hombre encuentra el mayor grado de aislnmicnlo posible. Prisioneros concentrados en una barraca, cuidadosamente separados entre s por cabiqucs. celdas, cuclietas. Compartimentos que separan lo que est profundame..re interconectado.

    Los planos de los campos de concentracin parc:cell ., ~ gl':Jlcar e,;tct~ea de la cornp.mimentacin como antdoto del conflicto. que perrnea todo el proceso. Largas sccucncias de com partirnentos: depsitos ordenados yseparados en la arquitectura, en las etapas del proceso desaparececlor (captura, tortura, asesinato, desaparicin de los cuerpos), entre los servicios que obtienen y procesan la informacin (Armada, Ejrcito, Aeronutica}, del campo mismo como un cornparrimeuto separado de la realidad.

    Tambin los hombres aparecen fragnlentados. cornpartirnenrados rnrerna yexternamente: "subversivos" a los que Se despoja de identidad, cuerpos sin sujeto, torturadores (lU" ostenran una ideologa liberal, cristianos que se confunden a s mismos con Dios, Todo sin entrar en colisin aparente, subsistiendo gracias a una separacin cuidadosa, esquiZ/;j:niw, que atraviesa a la sociedad, al campo de concentrncin ya los sujetos.

    Los compartimentos estancos son lacondicin de posibiiidad de coexistencia de elementos sustancialmente inconsistentes y contradictorios.

    Salta a lavista que precisamente lasjim'fE15 legales, como se identificaban a s mismas las fuerzas represivas, operaran con una estructura, un [uncionamicnro y una tecnologa "por izquierda", es decir ilfgil!' El secuestro, la rortur.i ilimirada y elusesinaro eran claves para lograr el exrerminio de toda oposicin flOltica)' diseminar el terror al que ya se hizo retercnci.r. Dichas "tcnicas" nc se hubieran podido aplicar desde la legalidad existente y, de hecho, el gobier, no militar. a dih:rencia de los nazis, nunca cre ICJ'es que

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  • respaldaran a existencia de los campos de concentracin; ames bien opt por negar su existencia. Las "fuerzas legales" eran los GT clandestinos mientras que toda accin legal, como la presentacin de hbeas corpus. denuncias. bsqueda de personas, juicios. era considerada "subversiva". Extraa coexistencia de lo legal y lo ilegal, prdida de los referentes, inversin constante y sucesiva de los trminos, confusin de los contrarios que impide reconocer desde la sociedad por dnde pasa la distincin entre uno y otro. La ilegalidad de los campos, en coexistencia Con su insercin perfectamente institucional, aunque parezca contradictorio, fue una de las claves de su xito como modalidad represiv. del Esrado.

    Directamente vinculado con la legalidad aparece el problema del secreto. El secreto, lo que se esconde, lo subterrneo, es parre de la centralidad del poder, Durante el Proceso de Reorganizacin Nacional se sancionaron 161eyes de carcter secreto. El general Toms Snchez de Busramanre declar: "En este tipo de lucha (la.mrisubversiva) el s",retoque debe envolver las uperaciones especiales hace que no deba divulgarse a quin se ha capturado y a quin se debe capturar. Debe existir una nube de silencio que rodee todo...""'Tambin existan sanciones legales de car.icter secreto}' decisiones secretas que inhabilitaban polticamente a ciertos ciudadanos. Los campos de concentracin eran secretos y las inhumaciones de cadveres NN en los cementerios, rambin. Sin embargo, para que funcionara eldispositivo desaparecedor deban ser secretos a voces; era preciso que sesupiera para diseminar el terror. La nube de silencio oculmba los nombres, bs razones especificas, pero todos saban que se llevaban a los que "andaban en algo", que las personas "desaparecan", que los coches que ib,n con gente armada pertenecan a las fuerzas de seguridad, que los que se llevaban no volvan a ap,uecer, que existan los C'1l11POS de concentracin. En suma, un secreto con pu

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    blicdad incluida; mensajes contradictorios yarnbivalcnres. Secreros que se deben saber; lo que es preciso decir COmo si no se dijera, pero que todos conocen.

    La manera en que se E'accion el dispositivo cuneenrracionario, separando trabajos y diluyendo responsubilidades es orra manifestacin de esta misma esquizofrenia social, y ruvo, lugar dentro mismo de los campos. El meca

    ni~mo pore!,::ual los desapareccclores conceban su participacin personal como un simple paso dentro de una cadena que nadie controlaba es otra rorm.i de fraccionar un proceso bsicamente nico, Cada uno de los actores conceba la responsabilidad corno algo ajeno; fragmenrab, el proceso global de ladesaparicin y tomaba slo su parte. escindindola y justificndola, al tiempo que condcuaba a otros, como si su participacin tuviera algn sentido por fuera de la cadena y no coadyubara de manera direcr.i al dispositivo asesino y dcsapareccdor. Rccurdense en este sentido las declaraciones de Vilariio.

    De manera semejante, los grupos operativos se conceban corno diferentes y enfrentados, se reraceaban la nf~xn macin unos a otros. entre las distintas arruas y aun dentro de una misma arma, Cada uno se crea, o bien ms eticiente, o bien menos brutal que los otros. Gtass se refiere a las diferencias entre el grupo operativo de la Escuela de Mecnica)' eldel Servicio de Inreligencia Naval; Geuna narra el terrible enfrentamiento entre la polica y el Ejrcito; Graciela Dclarorre cuenta lacompetencia que exista en-

    I . 't5Ub"~10'. C;lea' uno[fe os tres grupos operauvos (e e'1:.1 \'era un compartimento deldispositivo conccnrrucion.uio, con sus hombres sus armas, su inlormacin, sus secuestrados. Su seguridad poda depender de mantener esta separacin: el increrneuro de su poder tambin. Es decir, el mecanismo Eworeda 1:1 compartimentacin y b competencia, al tiempo que impona su totalidad sobre elconjunto.

    importante sealar que cuanto 111ayor sea la fragmellra

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  • cin, m.is necesidad existid de una instancia totalizadora. Lo fragmentario no se opone a lo total iz.uitc: por el contrario, se combinan y superponen, sin encontrar consistencia ni coherencia alguna,

    Para el secuestrado, la incoherencia entre unas acciones y otras creaba un desquiciamiento de la lgica dentro de los campos, otra lgicaque no alc.mzaba a courpreudcr, pero que sin embargo es coustiruvivo del poder, de su parte m.is ntima. de su racionalidad no admitida, negada. subrcruinea. Una racionalidad que incorpora lo esquizofrnico como sustancial. La incongruencia entre l.is acciones de los secuestradores Fue una de sus manilcsr.icioncs que se hizo particularmente patente en los can1pos que correspondieron a la modalidad tmico,i/Spt;Cfl,

    Por ejemplo.ja posibilidad de supervivencia no auurcnt pata quienes brindaron informacin tlni para las vctimas producto de iacasualidad, del error. o que despus de los interrogatorios hubieran demostrado tener muy poca o BUla vinculacin con la guerrilla. Por el contrario. en muchos Casos fue exactamente al revs; los militantes de cierta trayectoria podan ser m.is tiles a largo pl~IZO, lo que au mcur inicialmente su sobrcvida y luego la posibilidad de l\eaparccel''l. El procedimiento no careca de lgica pero al mismo tiempo pareca iucornprensible; perteneca a otra lgica que el secuestrado no pod.r comprender. Por un lado. la existencia de lgicas incomprensibles. por otro, la ruptura y la esquizofrenia dentro de la lgica concentracion.iria desquiciaban el los prisioneros e incrementaban la sensacin de locura.

    La visita casi diaria en la Escuela de Mcc.inica de la Arma&l de un mdico que arenda a los prisioneros era un dato aparenrcmenrc conrradictorio con Lt suposicin de que fos ttasbdos implicaban la muerte. Geulla tambin relata que: "se interesaban por mi salud. [Jor mis heridas, por mi debilidad (haba adelgazado diez kilos en veinte das),

    Me trajeron vendas y vicarninas. Me cuidaban y al mismo tiempo me decan que me iban a matar,"" Para qu se curaba de anginas o se administraba vitaminas a alguien que se iba a asesinar La incongruencia llevaba al preso a pen sar que o bien era cierta una cosa o la otra y. dado que efectivamente le llevaban vitaminas, no lo iban a matar, lo cual era Falso,.Esta "lgica perversa" o alm aparente de " Igb dare.iblemente a los secuestrados.

    Se puede pensar, aunque Hannah Arendt discutira la supuesta finalidad productiva de los campos de concentracin nazis, que en ellos, a pesar del exterminio que se reservaba a los prisioneros, la existencia del mdico tena un sentido: mantener al hombre con cierta capacidad de trabajo, ya que se lo usaba en rareas productivas, Pero ste no era el CiSO de los campos argentinos} en que los secuestrados permanecan tirados en el piso, sin hacer nada a ve" ces durante meses, Qu lgica poda tener la presencia del mdico en esas circunstancias?

    No es ..laro, pero probablemente se jugaba un cieno sentido de humanidad manteniendo alhornbre en condiciones rel.u ivnrncnre aceptables hasta su muerte, Esra hi presis, h menos con,ruente con el resto del tuncionamicnto dd GlmJO, es quizs lams probable; ha)' que recordar que la preservacin de lavida de algunos nios en el vientre de su madre responda a una lgica semejante que no sera m.is "lue otro de tos tantos mecanismos de autohurn.mizacin que debieron usar los desaparecedores para justificarse a s mismos. Desde una concepcin l11

  • era uno de los elementos que lograba diticultar la comprensin del prisionero de que sera ejecutado, por b aparente contradiccin entre una accin y otra. ESd: coniusin, alimentada por elcampo y multiplicada por e! temor y lanegacin de los prisioneros, creaba una "predisposicin" para interpretar la lgica perversa que desataba el campo como autnticos indicios de la posibilidad de supcrviveucin. Todo ello confluy para desalentar las iormas de resistencia ms desesperadas.

    Algo sernejanre ocurri con la atencin a las mujeres embarazadas que llegaron a dar a luz, en la "Sard:" de la Escuda de Mecnica. A partir de cierro momento de! embarazo, esas prisioneras pasaban a ocupar un cuarto con camas, una UH:Sa con sillas, topa, y podan permanecer all con los ojos descubiertos y hablar. Das antes