a cinco meses de la desaparición de los estudiante de ayotzinapa.doc (1) (1)

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¿Dónde están las consignas, los gritos, las marchas que he venido a compartir? Cerca de la colonia Roma, donde vivo por ahora, desde el monumento al Ángel de la Independencia —un punto de reunión que se ha vuelto para los mexicanos un lugar común— se desplazan jóvenes y señoras con carteles, gritando y haciendo el esfuerzo para que la gente que camina en sentido contrario los acompañen a la residencia presidencial. Hoy son pocos los manifestantes. Nada qué ver con los que marcharon el 20 de noviembre del año pasado. Aquella ocasión más de 150 mil personas caminaron con rabia e indignación por la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa todos ellos hijos de campesinos. Hoy, la marcha que se esperaba fuera multitudinaria, no deja de ser una reunión de pocos. Se les puede contar por los tatuajes, por los colores del tinte de cabello que usan, o por las banderas que llevan amarradas a sus muñecas. Son más los comerciantes que gritan sus ofertas que la energía en las consignas. Incluso existe una competencia de voces, entre un muchacho con el dorso desnudo que intenta cantar Hip- Hop y la madre de Carlos Ramírez, uno de los normalistas desaparecidos. Ella repite: Sé que estas vivo y te quiero mucho. Y el rapero sabe dios qué canta. Son más los universitarios que hoy asisten que los profesionales y la clase media. Son más los muchachos de rojo, miembros de una organización llamada Pancho Villa, en busca de respuestas que líderes políticos. Es más la contestación en redes sociales que la acción y presencia de la sociedad civil. A unos cinco meses de la desaparición de los 43 son ya pocos los que buscan respuestas. La estadística dice que los desaparecidos en México no sólo son 43 sino 27 mil en lo que va del año. Cada cuatro horas desaparece alguien y el gobierno no lo busca. Salvo los padres, el resto termina por olvidar. “A la gente le valen madre los 43”, dice un mexicano que no le es indiferente las corruptelas de su país. “Los medios ayudan a esta indiferencia. Y los intelectuales, ¿dónde están? En cargos públicos o becados por el propio gobierno. A ellos también les vale madre”. Parece que solo la anestesia al dolor mantiene sobrevivientes a los mexicanos. Van cargados de miedo y de silencio. Es la indiferencia y la pérdida de memoria la que hoy no los hace salir.

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Page 1: A Cinco Meses de La Desaparición de Los Estudiante de Ayotzinapa.doc (1) (1)

¿Dónde están las consignas, los gritos, las marchas que he venido a compartir?

Cerca de la colonia Roma, donde vivo por ahora, desde el monumento al Ángel de la Independencia —un punto de reunión que se ha vuelto para los mexicanos un lugar común— se desplazan jóvenes y señoras con carteles, gritando y haciendo el esfuerzo para que la gente que camina en sentido contrario los acompañen a la residencia presidencial. Hoy son pocos los manifestantes. Nada qué ver con los que marcharon el 20 de noviembre del año pasado. Aquella ocasión más de 150 mil personas caminaron con rabia e indignación por la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa todos ellos hijos de campesinos. Hoy, la marcha que se esperaba fuera multitudinaria, no deja de ser una reunión de pocos. Se les puede contar por los tatuajes, por los colores del tinte de cabello que usan, o por las banderas que llevan amarradas a sus muñecas. Son más los comerciantes que gritan sus ofertas que la energía en las consignas. Incluso existe una competencia de voces, entre un muchacho con el dorso desnudo que intenta cantar Hip- Hop y la madre de Carlos Ramírez, uno de los normalistas desaparecidos. Ella repite: Sé que estas vivo y te quiero mucho. Y el rapero sabe dios qué canta.

Son más los universitarios que hoy asisten que los profesionales y la clase media. Son más los muchachos de rojo, miembros de una organización llamada Pancho Villa, en busca de respuestas que líderes políticos. Es más la contestación en redes sociales que la acción y presencia de la sociedad civil.

A unos cinco meses de la desaparición de los 43 son ya pocos los que buscan respuestas. La estadística dice que los desaparecidos en México no sólo son 43 sino 27 mil en lo que va del año. Cada cuatro horas desaparece alguien y el gobierno no lo busca. Salvo los padres, el resto termina por olvidar.

“A la gente le valen madre los 43”, dice un mexicano que no le es indiferente las corruptelas de su país. “Los medios ayudan a esta indiferencia. Y los intelectuales, ¿dónde están? En cargos públicos o becados por el propio gobierno. A ellos también les vale madre”.Parece que solo la anestesia al dolor mantiene sobrevivientes a los mexicanos. Van cargados de miedo y de silencio. Es la indiferencia y la pérdida de memoria la que hoy no los hace salir.