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1 J{Isrro(j?JJl (}YE LOS :NIWOS 9rljÍCi(rrlCi(ps rrLJtXCJlL rrP,C.JlS Beatos: Cristobalito, Antonio y luan. Primicias de la Evangelización en México (1527-1529). Obra escrita por Fray Toribio de Benavenle (MOTOIINIA) (]3eatificados porS.S. Juan Pa6{o Clp. JI e{ 6 de mayo de 1990. CAPITULO 10. n que se refiere com. o el Niño Cristóbal 'J_ recibió la Fe de Jesucristo y le evitó a . su padre la adoración de los ídolos, exhortándolo para que mudara de vida; y se quitara de la embriaguez, con cuyo vicio podría tener una muerte desastrada. tu n esta Ciudad de Tlaxcala había cuatro Señores i Principales, que eran las esenciales Cabezas de ella, y en quienes recaía todo el Gobierno; por ser la Provincia dilatada, por cuyo motivo les ayudaban otros varios Señores a llevar el peso de él, de los cuales existen algunos hasta hoy dia, y son conocidos por dueños de vasallos, como que así mismo viven algunos de éstos, y los sirven con el vasallaje y feudo

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J{Isrro(j?JJl (}YE LOS :NIWOS 9rljÍCi(rrlCi(ps

rrLJtXCJlLrrP,C.JlS

Beatos: Cristobalito, Antonio y luan.

Primicias de la Evangelización en México(1527-1529).

Obra escrita por Fray Toribio de Benavenle(MOTOIINIA)

(]3eatificados porS.S. Juan Pa6{o Clp. JI e{6 demayo de 1990.

CAPITULO 10.~ n que se refiere com.o el Niño Cristóbal'J_ recibió la Fe de Jesucristo y le evitó a. su padre la adoración de los ídolos,exhortándolo para que mudara de vida; y sequitara de la embriaguez, con cuyo viciopodría tener una muerte desastrada.

tun esta Ciudad de Tlaxcala había cuatro Señoresi Principales, que eran las esenciales Cabezas de

ella, y en quienes recaía todo el Gobierno; por ser laProvincia dilatada, por cuyo motivo les ayudaban otrosvarios Señores a llevar el peso de él, de los cualesexisten algunos hasta hoy dia, y son conocidos pordueños de vasallos, como que así mismo viven algunos deéstos, y los sirven con el vasallaje y feudo

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correspondiente. Pero el de mayor distinción entre ellostodos, era Acxotecatl. Este tenía tres Mujeres muy nobles,de las que hubo cuatro Hijos varones. A tres de ellospusieron en la Iglesia en calidad de pupilos, para que lesenseñaran los primeros Rudimentos de Nuestra Santa Fe;pero el mayor, que era el más hermoso, y experto, ytendría de doce a trece años de edad (que lo hubo enuna de las más principales SEÑORAS, y quien con excesoquería) lo ocultó dentro de su casa, teniéndole consigo,como lo hacían con sus hijos, muchos SEÑORES quetodavía no acababan de salir de sus errores, y semantenían en la incredulidad.

Pasados algunos días los Niños, que se estabanenseñando en la Iglesia, luego que conocieron los abusosde su Padre eran contra la Fe, y que se habíanencontrado otros Parvulitos, que tenían ocultos susrespectivos Padres, para inducirlos a sus perversascost·umbres, determinaron comunicarle al Religioso, acuyo cargo corría su enseñanza tener en la mismasituación Acxotecatl a su Hermano mayor. Oído esto porel dicho Religioso le pidió al referido Acxotecatl quetrajera a su presencia al Niño, que ocultaba en su casa,lo que ejecutó inmediatamente; y a pocos días de estaren la Iglesia aprendiendo los rudimentos de nuestraSanta ~e, luego que estuvo impuesto en ellos, pidió elSanto Bautismo, y habiéndosele dado le pusieron pornombre Cristóbal.

Este Niño como hijo de principal era muy querido, yestimado de su nobleza, a cuya circunstancia seagregaba la de haber cogido con el mayor ahínco la Fede Cristo, que se le imprimió en el centro de su corazón,con esto, y aprovechando de los buenos oficios que oía yobservaba en el templo, comenzó a enseñar a losdomésticos de la casa de su Padre, y a éste le persuadía,que dejara la falsa adoración de los ídolos y detestara la

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culpa conteniéndose en sus VICIOS, y conociera queaquellos sólo eran imágenes del demonio; y noverdaderos dioses, y que de la embriaguez solia proveniruna muerte desastrada, a más de acarrear este viciograndes e innumerables pecados mortales.

También le decia, que creyera en el verdadero Diosy Señor de los Cielos, a quien por ser tan piadoso ymisericordioso, debía acogerse, llamándolo con fe vivaestando creído de que si asi lo hacia le perdonaria lospecados que por su fragilidad habia cometido contra suDivina Majestad, acusándose de ellos, y quitándose delas ocasiones, y precipicios, en que anduvo tanto tiempodescaminado en compañia de los demás que habían sidoidólatras. y para que más se alentase su Padre, y tomaralos consejos tan saludables que le daba, le decía quetodo lo que le tenía referido era nacido de la enseñanzay crianza que había tenido con su maestro el Religiosoque lo educaba; pues éste con sus palabras era quienpublicaba la verdadera Ley de Jesucristo, la que se debíacreer, pues con eso quedaban alegres y satisfechos loscorazones.

CAPITULO 200

(@ue trata como el Niño Cristóbaldes.pedazaba, y destruía los ídolos demadera, y piedra, que tenía su padre,

derramando el brebaje que había,quebrando los trastos de barro en que sefermentaba.

j\cxotecatl, Padre de este Niño siempre tuvo elcorazón empedernido y fue llevado de la ira, puesen él se había apoderado la maldita saeta del

demonio, quien continuamente trabajaba en hacerleguerra, poniendo en ella todo su conato, no apartándose

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de esta maldita vida, hasta que se envejeció .en la culpa,sin advertir que ésta mata en gran manera y es la mayorperdición como después se vio; porque sin embargo, deque su hijo le persuadía con razones convincentesdándole consejos muy saludables, nOnca los aprovechó;pues como dicen vulgarmente por un oído le entraba ypor el otro le salia, sin que bastasen a rendir su duro yobstinado corazón, respecto a que todas las persuasionesque le hacían eran en vano y quedaban enteramentefrustradas. Viendo Cristóbal que no obraban en su Padreningún efecto los consejos que le daba, y que así éste,como los demás sirvientes no dejaban la adoración desus falsos dioses (que permanecían todavía en su casa)llevado de una ira divina determinó demolerlos ydestruirlos, lo que de hecho ejecutó, haciendo lo mismocon los demás trastos grandes donde estaba la bebidacon que corrientemente se embriagaban así el dicho suPadre como los demás indios; siendo de admirar, queaunque fueron tres o cuatro las oUas que había nenas debrebaje las consumían entre todos en una noche, porquehasta este extremo negaba su embriaguez.

Sentidos los indios que le servian a Acxoiecatl dehaberles destruido a sus ídolos, fueron a darle la quejadiciéndole: Has de saber, SEÑOR, que como tu hijoCristóbal ha que~radoy destruido a tus dioses y nuestros,y que cuanta bebida ha encontrado y encuentra toda laderrama, con lo cual te pone a bochornos, y a nosotrosnos avergüenza, nos aniquila, nos maltrata, y nos echatierra en los rostros, y aun en tu presencia contra ti noslevanta con los mayores atrevimientos.

Esta queja no tan solo fue dada por los dichos, sinotambién por una Señora llamada Xochipapalotzin, queera la madre de uno de aquellos tres Niños, hermanos deCristóbal, que se estaban enseñando en la Iglesia,nombrado Bernardino, ésta inflamaba el corazón, y

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precipitaba el ánimo de Acxotecatl con el fin de quematara a su primogénito Cristóbal, para que con lamuerte de éste entrase su Hijo en la sucesión de sucaudal y Señorío, como en efecto así se verificó.

Más el niño Cristóbal sin embargo de saber el odio,y Enemiga que le profesaban, y de consiguiente queestaban trazando su muerte, no por eso se atemorizabani dejaba de darle consejos a su Padre, ni a los demás desu casa, dirigidos a cesasen en la adoración de sus ídolosy aborreciesen el pecado; y sin poderse contener losarruinaba y destruía, siguiendo con el mismo· tesón, ahacer lo propio con los trastos en que estaba la bebida,derramando cuanta hallaba.

CAPITULO 30.

Q&ue trata cómo Acxotecatl determinómatar a su hijo Cristóbal, y el modocon que lo comenzó a poner por obra.

J\cxotecatl, como que ya estaba con el ánimo irritadopor los malos consejos, y sugestiones, que le habíadado Xochipapalotzin, determinó darle muerte a su

hijo Cristóbal, sin que bastase para desistirlo de laempresa, ni su inocencia, ni su puericia; y últimamente niel amor paterno, que aun las fieras más horribles tienen asus hijuelos; sino que con el más obstinado corazón tratóde ejecutarlo en los términos que paso a exponer.

Al efecto mandó llamar con sigilo a sus cuatro hijos,con el pretexto de que quería hacer una función en sucasa; y habiendo llegado los metió en una de sus piezasque era la más oculta, y en ella asió a Cristóbal y les dijoa sus hermanos que se saliesen a la calle, como así loejecutaron. Estando en ella oyó Luis los gritos y sollozos,que daba Cristóbal, y como lo quería entrañablemente ,

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se subió a la azotea por una cocina, que pertenecía a sucasa, y desde allí observó, que su Padre asiendo de loscabellos a su amado hermano lo azotaba contra el suelo,dándole furiosos golpes en todo el cuerpo ymartirizándolo de esta manera con la mayor crueldad.

Sin embargo después de este martirio no murió elniño Cristóbal, aunque parece que debía en lo humanohaberle faltado los alientos vitales, por lo cruel, einaudito de _él, Y habérselo dado un hombre tan fornido,corpulento, y terrible como era Acxotecatl; pero Dios sinduda le dio el esfuerzo para que padeciera otrostormentos mayores, como después se verá.

Todo lo referido me lo expresó en los mismostérminos que aquí llevo relacionado el citado niño luisitoquien así mismo me aseguró haberlo visto y oído lossirvientes de su casa. Y yo el Padre Fray Toribio Motoliníaconocí al expresado Acxotecatl.

CAPITULO 40.

~e cómo Acxotecatl enfurecido apaleó

'J con un leño de encino al NiñoCristóbal, quien en medio de este

martirio no dejaba de llamar a Dios.

~abiendo visto Acxotecatl, que no había sido

'J bastante el martirio que le dio a Cristóbal, paraquitarle la vida neno de mayor furor e ira por no

haber logrado su diabólico intento, poseído del rencor ymala voluntad que le tenía, tomó un leño de encinogrande y grueso, con el que comenzó a darle furiososgolpes en todo el cuerpo, quebrándole los hombros,brazos y manos con que se defendía la cabeza. Y fue tanatroz este martirio, que no le quedó buena parte algunade su cuerpo; pues por él todo vertía arrollos de sangre;mas en medio de esta congoja no dejaba de llamar a

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Dios nuestro Señor, así en lo interior de su corazón, comocon las más expresivas voces, diciéndole: Señor y Diosmío dadme esfuerzo para poder pasar por tu amor estemartirio, y si quieres que me muera hágase en mí tuSantísima Voluntad mas si es tu gusto que viva, favo­réceme y ampárame librándome de la ira y furor con queme esta atormentando mi Padre.

Dicen los que presenciaron este caso, que cansadoel feroz e inicuo Acxotecatl de aquella fatiga que habíatenido con Cristóbal, lo largó y que éste viéndose libre,no obstante de estar de la manera que va referidasolicitaba salirse del cuarto donde se hallaba; pero fueen vano su diligencia "porque hallándose allí aquellaalevosa e infame mujer de Xochipapalotzin le estorbó lafuga, que pretendía, que si se hubiera verificado esregular, que el inocente Niño se librara del últimomartirio, que por la fe de Cristo padeció y en el que vinoa perder la vida.

CAPITULO 50.

(@ue trata de cómo la Madre deCris"tóbal luego que supo el martirioque estaba padeciendo su hijo,

ocurrió a favorecerlo.

7~uego que tuvo la noticia la Madre de Cristóbal del",- J martirio que su estimado Hijo estaba padeciendo yr de hallarse casi en los últimos períodos de la vida se

quedó sin aliento, embargadas las acciones, los sentidostrocados, y con la mayor congoja, y opresión de corazónque le causó semejante nueva: por lo que (no obstante deestar distante la casa de su habitación de la de donde seestaba ejecutando tal crueldad) sin reflejar en que sehallaba con sus carnes descubiertas, llevada del amormaterno, que profesaba a su Hijo, echó a correr sin

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detenerse en parte alguna hasta llegar a verlo, yhallándolo en tan miserable estado, tirado en el suelo,vertiendo copiosas lágrimas y clamando con las másexpresivas voces a Dios Nuestro Señor, determinólevantarlo (haciéndole halagos y cariños) para llevárseloconsigo; mas no se le logró su piadoso intento, porquecomo estaba presente el maldito de su maridoAcxotecatl, quien era el mayor enemigo de ambos se loimpidió con la mayor fiereza.

Viendo la afligida y lastimosa Madre de Cristóbalque no había conseguido el fin que deseaba, resentidade la aspereza y seguridad con que Acxotecatl se lohabía estorbado, comenzó anegada en copioso llanto, adecirle de esta manera. ¿Por qué matas al inocente de mihijo? ¿Cuál fue el motivo para que con el ejecutes taninaudita crueldad? ¿Qué precepto tuyo ha quebrantado?Pues lo has destruido y puesto de esta manera, siendocomo es hijo tuyo, tu sangre, rama y pedazo de tucorazón, primero quisiera yo que me hubieras quitado lavida; que haber llegado a ver semejante martirio, comoel que le has dado al único hijo que parí. ¿Por qué razónlo has aniquilad~ y ultrajado de esa suerte? ¿Acaso hasido por los consejos que te daba? pues que éstos nomerecen el que lo hayas puesto en tan triste ylamentable situación, que está en t~rminos de faltarle yael vital aliento de la vida. ¿O fue porque comoinadvertido hizo alguna travesura con la pluma, tizne opintura? ¿No harías las mismas travesuras cuando eraspequeño? ¿Pues cómo ahora te has mostrado su mayor ymás cruel enemigo? Déjame que lo levante parallevármelo; y si no mátame a mí, y cesa de atormentarlosiquiera por ser una criatura tan tierna.

lejos de hacer el más leve movimiento en el corazónde aquel malvado hombre estas razones, por el contrariole sirvieron de mayor ira y enojo, pues hecho una

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sangrienta fiera arrebató a la Señora de los cabellos, ytirándola contra el suelo, le dio furiosos y repetidospuntapiés, en tal conformidad, que la dejó desmayada einmóvil, no satisfaciéndose su encono hasta que decansado la dejó; hecho esto mandó a algunos indios, quela sacaran y se la nevaran, como en efecto así loejecutaron; lIéndose la citada Señora con el corazónatravesado de dolor al considerar el martirio que estabapadeciendo su amado Hijo; no sintiendo el tormento, queena había sufrido, sino el que su inocente Niño padeció.

CAPITULO 60.

~e cómo Acxotecatl mandó echar al

'J fuego al Niño Cristóbal, poniéndoloalgunas ocasiones de pechos, y otras

de espaldas, y después de haberlo sacadode la hoguera le dio de puñaladas.

~abiendo visto el infernal y diabólico Padre de

'J Cristóbal, que sin embargo del cruel y rigurosocastigo, digo martirio, que le había dado, se

alentaba un poco y procuraba tomar algún resuello; noobstante de estar tan herido y. maltratado, mandó quepusieran una hoguera encendiéndola con suficientescáscaras de encino (que es la madera de que usaban enaquel tiempo los sujetos más principales en sus casas y lademás consisas, y ardor en su llama) que juntaron con laposible brevedad, y luego ya que el fuego había tomadoincremento y estaba con la mayor voracidad, arrojaronen él al Niño poniéndolo en diferentes posturas, ya depechos, ya de espaldas, para que con igualdad sequemara, con cuyo espectáculo causaba muchacompasión, atendiendo al exceso con que se ejecutaba elmartirio; pero en medio de él no desmayaba el fuerteNiño sino que siempre estaba llamando con ahínco al

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Omnipotente Dios y Señor del Universo.

Unos son de parecer, que cuando sacaron al Niñodel fuego ya era difunto. Otros que cuando entró suPadre dentro de la casa, a tomar una espada paraacabar de quitarle la vida entonces falleció; y otros dicenque no lo acabó de matar con la espada, sino que fue conun puñal, y yo informándome de algunas personas, pordesear saber la realidad del caso me aseguraron porverdad que su Padre buscaba la espada que tenía la cualse sospechaba que se la quitaría a algún español, o queéste se la daría; y lo cierto es; que nunca encontró, ni viotal espada.

CAPITULO 70.

<Wue trata de la Bienaventurada ydichosa muerte que le sobrevino al Ni·ño Cristóbal, dimanada del martirio

de fuego que padeció.

QIuando sacaron al Niño del fuego lo cubrieron conuna tilma o manta, y estaba tan firme, y conformecon la voluntad de Dios, que perseveró invocando

su Santo Nombre, y ofreciéndole aquel martirio tangrande que había padecido. Cerca de medianoche seríacuando lo quitaron de la hoguera, y el resto de ella lopasó sufriendo con paciencia los dolores que le causabanlas heridas, desconcertaduras de miembros, y ardoresoriginados por la voracidad del fuego que con que lohabía atormentado su maldito Padre, y llegaron a talextremo, que apenas podía mover los labios paraarticular palabra, por estar tan desmayado y faltarle yael aliento.

Luego que amaneció mandó, que le llamaran a suPadre, y habiendo llegado, le dijo de esta suerte. ¡Oh

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Padre mio! ¿Imagina vuestra merced o se persuade a queestoy enojado por el martirio, que he recibido? Pues no esasi; sino que me hallo muy gustoso rendido y humilladopor el beneficio tan grande, que con el se me ha hecho, ypor haber logrado por su medio mayor honor, quecuantos vuestra merced tiene. Dicho esto pidió, que ledieran una poca de agua para beber, y en lugar de ellale ministraron un tecomate de chocolate, y habiéndolotomado entregó su alma al Omnipotente e Inmenso Dios,y Señor de cielos y tierra.

Al instante que expiró este Niño ordenó su infamePadre, que en un rincón de la casa junto a una pared, queera el lugar más oculto le dieran sepultura, como de factoasi se ejecutó, notificando a todos sus sirvientes, que norevelasen el caso y conminándolos con las mayoresamenazas, a fin de que guardasen el secretocorrespondiente, haciendo lo mismo con sus otros hijos(que eran los que en la Iglesia se estaban instruyendo enlos primeros rudimentos de nuestra Santa Fe) para queno contasen el suceso a persona alguna, porque si sedivulgaba y llegaba a noticia del Capitán, que por estetítulo era conocido el Señor_ Marqués del Valle, lomandaría sin remedio a ahorcar.

CAPITULO 80.

~e cómo Acxotecatl mandó que le

'J quitaran la vida a la Madre del NiñoCristóbal.

~o satisfecho el maldito y alevoso Acxotecatl conhaber matado al inocente Niño Cristóbal; sino quehallándose todavía renuente y apoderado de su

diabólica ira; multiplicando a cada instante su rencor(con el cual se aúnan y anudan más las culpas y temiendopor una parte, que se publicara el homicidio tan cruel,

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que habia ejecutado y por otra parte, que la SeñoraTlapalxilotzin, que era la Madre del citado Niño, comoresentida por haberla maltratado) lo divulgara. Paraevitar este daño, que se le preparaba ordenó que lallevasen a un pueblito que lindaba con la estancia deQuimichucan previniéndoles a los que la habian decustodiar, que luego que llegasen al sitio referido, lequitasen la vida con el mayor secreto y sin que nadie losupiese, sepultándola en lo más oculto del paraje.

Pero yo no pude conseguir saber con realidad cómoejecutaron esta muerte, ni con qué instrumento: Y solodigo, que el expresado niño Cristóbal está enterrado enel pueblo de Atlihuetzia, que era donde tenia su Padre lacasa de su morada.

CAPITULO 90.

~e cómo se supo la muerte del Niño

'J Cristóbal, y Acxotecatl fue ahorcado enTlaxcala.

QTuandO el alevoso AcxotecaU estaba muy confiadode que se hallaban ocultos los atroces delitos quehabia cometido en haberles quitado las vidas, a su

Mujer y a su Hijo, permitió Dios, que se llegara a publicarcumpliéndose en esta parte las palabras del santoEvangelio: Nihil est Opertum quod non reveletur, etc. Quedicen: No hay nada oculto, que no se sepa y asi sucedió,porque habiendo los indios de Acxotecatl enemistadosecon un español, que solia transitar algunas ocasiones porsu Pueblo, sin hacerles perjuicio, ni darles motivo alguno,

- se fueron a quejar de él, con su Señor, suponiéndolevarias calumnias e imposturas. Oida su acusación, pasóAcxotecatl en compañía de los que se suponían ofendidosal lugar donde residía el citado español, a quienmaltrataron en tanta manera, que le fue preciso valerse

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de la fuga, dejando en poder de Acxotecatl todo el oro yropa con que se hallaba, dirigiendo su jornada (sin hacermansión ni detenerse en parte alguna, ni aun para dormirpor llegar con más prontitud) a la ciudad de México,reflejando no haberle hecho agravio alguno.

luego que llegó a la dicha Ciudad se presentó anteel Gobernador o Justicia, querellándose en forma contraAcxotecatl por haberlo vejado y quitándole todo el oro ydemás bienes que poseía. En vista de esto, se mandóexpedir mandamiento a un español, que era vecino deTlaxcala y ejercía vara de Justicia, para que procediera ala aprehensión del reo. Y como éste era uno de los másdistinguidos en aquella Ciudad y en quien recaía elGobierno de sus cuatro Cabeceras se hizo el caso muyruidoso en México y causó la mayor novedad: por cuyomotivo tuvo a bien el citado Gobernador, comisionar encalidad de Juez a Martín Calahorra, español y vecino deesta Capital (hombre de arreglada conducta ydesempeño en los asuntos que se le confiaban: puesprocedía en ellos administrando la Justicia conimparcialidad) dándole poder bastante para que pas~se

a practicar las diligencias de estiio, tomando lasprovidencias que tuviesen por convenientes y castigandocomo correspondía al agresor.

Habiendo llegado el Juez comisionado a esta ciudadde Tlaxcala en puntual cumplimiento de su Comisión,procedió a formar al delincuente su respectiva causapasando a averiguar el delito y encontrando la certezade él, por el careo que hizo entre el actor y el reo, ordenóque éste le devolviera a aquél el oro y demás bienes quele -había quitado, consolándole e ¡ntimándole que nohiciera aprecio de las demás ofensas, que contra él habíahecho Acxotecatl.

Estando éste con el mayor contento, pensando que

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con la citada resolución quedaba enteramente libre decastigo alguno, por haber con la prisión purgado su delitosin que sobre el particular pudiera tener otra resulta:pues esperaba salir de la captura en que se hallaba:Comenzaron a saberse osi los graves excesos que habíacometido, como los homicidios que perpetró en su Mujere Hijo y de hecho se encontró la verdad del caso en losmismos términos que va referido arriba.

Luego que la sumaria estuvo enteramentesubstanciada, en estado (previa la averiguación y demásdiligencias conducentes) pronunció el citado comisionadoCalahorra sentencia en grado de vista condenando al reoa la pena ordinaria y dio cuenta con el proceso alGobernador de la Cohorte de México, quien se sirvióconfirmar en todas sus partes la expresada sentencia ydevolverlo al Juez actuario para su ejecución.

Habiendo recibido dicho Juez la causa juntar acuantos españoles pudo, asi para que guarnecieran laCiudad, como para que custodiaran el reo, para llevarloal suplicio, temeroso de que no hubiese un levantamientoo sublevación respecto a lo muy estimado que era detodos Acxotecatl; a los muchos parientes que tenia y queera de linaje más noble de los tlaxcaltecas. Habiéndolosacado para poner en práctica el castigo a que estabasentenciado: sin embargo de ser ya hombre de maduraedad; pero fiado en las fuerzas que le asistían por lo muyfornido y corpulento que era; no temía ni se atemorizabade la pena, que era preciso sufriera por sus delitos: sinoque con el mayor vigor esforzaba y avergonzaba a losdichos tlaxcaltecas. iOh tlaxcaltecas parientes ycompatriotas mios! ¿En qué pensáis o por qué sufrís elque de esta manera me llevan a ajusticiar? ¿Qué hacéisque no estorbáis la muerte tan afrentosa, que voy apadecer? Pero fueron en vano estas reconvenciones, queles hizo, porque de facto ejecutaron en él la expresada

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sentencia AHORCÁNDOLO SEGÚN ESTABA MANDADO: yno solo pagó con su vida los alevosos homicidios quehabía hecho; sino que es de creer, que su alma se fue alINFIERNO, en donde eternamente arderá y padecerá, porhaber muerto en su idolatría y sin el agua del SantoBautismo.

CAPITULO 100.

~e cómo fue traído el cuerpo del

'J Cristóbal a Tlaxcala dondesepultado.

Niñoestá

J\continuación de lo que va referido, se supo cuál

era el lugar donde había sepultado el horribleAcxotecatl, al Niño Cristóbal; y al instante

determinó un religioso llamado Fray Andrés de Córdoba,pasar acompañado de muchos indios tlaxcaltecas, asíprincipales, como plebeyos, a conducir el bendito cuerpodel citado Niño. De facto así lo ejecutaron y encontraronen él las mayores admiraciones, pues habiendo pasadomás de un año que se hallaba enterrado, vieron queestaba enjuto y sin corrupción algunol>

Luego que lo trajeron lo depositaron interinaria­mente junto a un altar donde se celebraba el SantoSacrificio de la Misa, en tanto se acababa de fabricar laIglesia de Santa María. Y yo el autor de esta historia FrayToribio Motolinía digo: Que trasladé los huesos delbienaventurado Niño a la expresada Iglesia.

CAPITULO 110.

~e éómo se debe estimar en

'J manera el Martirio deBendito Niño.

graneste

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~e regocijo en sumo grado y veo con estimableaprecio el Martirio y Muerte de este bendito Niño,pues merece conservarlo en la memoria, así por

haber vivido libre de toda malicia por lo pequeño que eracomo por las excelencias con que fue adornada supersona: pues ni aun en aquellas diversiones, que suelentener los que se hallan como él en la puerilidadapetencia, a que se agrega haberle sufrido estando en lomás tierno de su edad y tan recién bautizado; siendo deadmirar, que nunca puso su mira ~ otra cosa que no fuerael servicio y aprovechamiento de la ley de Dios,guardándola inviolablemente e instruyendo en ella a suPadre, deudos y domésticos. Pero aunque con su doctrinasembraba la mejor semina, nunca pudo coger el fruto,que deseaba, porque lejos de conseguirlo se le convertíaen duras y agudas espinas.

Dos cosas hay, que tengo por grandes y dignas de lamayor estimación en el martirio y bienaventurada muertede este Niño. la primera es la constancia con que desdeque comenzó a padecerlo hasta que rindió su espíritu yentregó el alma a su Creador nunca dejó de implorar suSanto Nombre, con las más expresivas y eficacespalabras. la segunda, que el motivo por el que lo sufriófue por haber destruido los ídolos, aconsejando a suPadre que se apartara de su adoración y abrazara laverdadera Religión; que viviese arregladamenteaborreciendo el pecado con lo que lograría que quedasedestruido y aniquilado el Demonio. Y finalmente porhaber derramado el brebaje, que encontraba con el finde evitar que las gentes no se embriagasen, nicometiesen más culpas contra Dios, y de consiguienteporque no les asaltara una súbita e infausta muerte, porser la bebida el origen de los vicios, la destrucción yperdición de las personas ¿Cuál fue la causa del famosomartirio que padeció Santa Cristina por mano de supadre Urbano? sino que a semejanza de nuestro niño

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Cristóbal destruía y asolaba sus falsos dioses, como sehallará en el Catálogo de los Mártires, que murieron porla Fe de Cristo, según se advierte de sus vidas, que en élse registran. Y así el que sufrió este nuestro Mártir essemejante al de la citada bienaventurada Santa.

No dejará alguno de pulsar la duda o decir, que eneste Niño no había rayado el uso de la razón; pero no fueasí; porque sin embargo de ser tan pequeño estaba tanexperto e instruido en nuestra Religión; como aquél, quese arroja a dar la vida por Dios, con el plenoconocimiento de que va a padecer por su Majestad y aadquirir con este hecho el título de Mártir.

y la solución de esta duda se puede dar con elMartirio que sufrieron los niños Inocentes, quienes erantan pequeños, que no podían hablar palabra alguna paraalabar el santo Nombre de Dios, mas como se hallabansin mancha de pecado, en el tránsito de sus muertes loconfesaron.

Infinitos de estos niños Mártires y aún más pequeñoshan padecido el Martirio hasta morir por Jesucristo; ynuestra Santa Madre Iglesia los estima y tiene porSantos, contándolos entre los demás, como a SanAgapito, San Vito, San Celso, San Víctor y Santa Frisca;que todos vivieron poco tiempo.

Todo lo referido lo escribió el Padre Fray ToribioMotolinía y yo Fray luan Bautista lo traduje al idiomamexicano dividiéndolo en varios capitulos, para que noles sirva de molestia a los que leyeren esta historia.

~ISTORIA DEL MARTIRIO Y MUERTE QUEi .PADECIERON DOS NIÑOS PRINCIPALESDE TlAXCAlA NOMBRADOS ANTONIO

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y lUAN, LA CUAL ESCRIBiÓ EL REFERIDO PA­DRE FRAY TORIBIO MOTOLINIA y TRADUJOEN EL IDIOMA MEXICANO EL PADRE FRAYJUAN BAUTISTA, AMBOS RELIGIOSOS DE LACITADA ORDEN SERÁFICA.

CAPITULO 10.

~e cómo los Niños Antonio y Juan se

'J ofrecieron ir a Oaxaca con dos Religio­sos de Santo Domingo.

J\los años de haber fallecido el famosísimo y bendito

niño Cristóbal: caminando para la gran Provinciade Oaxaca fray Bernardino Minaya del Orden de

Nuestro Padre Santo Domingo, en compañía de otroReligioso llegaron a Tlaxcala con designio de visitar almuy Reverendo Padre fray Martín de Valencia, Guardiánque entonces era de aquel Convento y suplicarle como lohizo el citado Padre Fray Bernardino, se sirviese darlealgunos niños, que 'fuesen oriundos de aquella Ciudad yestuviesen instruidos así en los dogmas de nuestra Santafe, como en saber oficiar el Santo Sacrificio de la Misa,por ser su ánimo llevárselos consigo para que enseñarane impusieran en ellos a los que estaban reciénconvertidos y bautizados, entendiéndose esta súplicasolo con aquellos que voluntariamente quisieranocuparse en tal loable ministerio.

Oído este razonamiento por los Niños, que sehallaban presentes se resolvieron dos de ellos llamadosAntonio y Juan (hijos de los Señores más nobles de aquelvecindario, muy hermosos y agraciados) a irse con losreferidos Religiosos, como así lo ejecutaron, cogiendo porsu compañero a otro Niño también principal nombrado

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Diego. -

CAPITULO 20.

QTómo el Ro Po Fray Martin de Valenciallamó a los Niños, y les dijo que se vie­ran muy bien en la resolución que

habian tomado consultándola entre si, porser peligroso el camino que tenian elegido; yla respuesta que le dieron tan santa y ad­mirable.

~~ legado ya el tiempo en que los citados Niños tenían1J J dispuesto su viaje y estando en términos de irlo a~emprender, se llegó a ellos el Padre Fray Martín de

Valencia y les dijo de esta suerte: hijos míos ved que vaisa ajena tierra, sujetos al poder de los idólatras, que noconocen a Dios y por tanto me pesa y siento sobremanerael Martirio, que habéis de padecer, considerandoigualmente que os quiten las vidas en el camino. Esto lohago por el amor que os he cobrado, como que sois misqueridos hijos: por cuya causa quisiera que anies, quepusieseis en ejecución vuestros designios lo miréis conmás madurez y acuerdo, respecto a que todavía hayremedio, una vez que no lo habéis ejecutado.

Mas ellos le respondieron de esta manera: Padrenuestro ¿Cuál fue la mente, que llevaste para enseñarnosla verdadera Ley de Jesucristo? Si no que diéramos lasvidas por su amor ¿Pues no habrá entre todos nosotros,quien se atreva a sufrir lo riguroso del Martirio, una vezque ya estamos impuestos en los Dogmas de nuestraSagrada Religión y de consiguiente resueltos a ir con losPadres voluntariamente y a recibir el Martirio, con lamayor sumisión y humildad? Dios desde "ab aeterno"tiene decretado el tiempo que hemos de vivir y así mismo

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el día en que con nuestras vidas hemos de pagar lacomún deuda a la muerte. ¿Pues por qué no hemos deemplear, los días, que su Divina Majestad nos diere devida en su servicio? ¿El no murió primero por nosotros?San Pedro no fue crucificado y muerto? ¿A San Pablo nole quitaron la cabeza? ¿y a San Bartolomé no lodesollaron? ¿Pues por qué nosotros no hemos de rendirnuestras cervices al cuchillo y nuestros cuerpos altormento en obsequio suyo.

Esta resolución fue nacida de lo instruido quequedaron estos Niños en el Martirio, que padeció elglorioso San Bartolomé, cuyo tratado les había enseñadosu Maestro aquella semana y como que eran tan diestrosy hábiles lo aprendieron y grabaron en su memoria ycorazón, causando en ellos el efecto que hemos visto.

CAPITULO 30.

~e cómo, con la bendición del Padre

'J Fray Martin de Valencia, se marcharonlos Niños para el pueblo de Tepeyacac.

QIonvencido el Padre Fray Martín de Valencia de lasrazones que le habían dado los Niños, con hartodolor de su corazón les echó la bendición y

comenzaron su viaje en compañía de los ReligiososDominicos dirigiendo su jornada al pueblo de Tepeyacac,que dista de Tlaxcala poco más de diez leguas.

En este pueblo no había ninguna iglesia o convento,como en la actualidad lo hay, por estar sujeto al Curato oadministración de Huejotzingo, de la que distaba comodiez leguas; y así era preciso que para acudir a lasnecesidades espirituales, al citado pueblo, pasara unReligioso Franciscano cuando pueda, regresándose a lacabecera inmediatamente: siendo de advertir, que como

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todavía estaba· recién conquistado el referido pueblopermanecían en él los ídolos de que se hallaba lleno;pero éstos no los ponían sus moradores de manifiesto,sino que procuraban tenerlos ocultos porque no se losviesen.

CAPITULO 40.(~ n que se refiere cómo luego que'l_ llegaron los Niños al pueblo de Tepeya-

cae, comenzaron a solicitar los idolospara destruirlos; y no habiéndolosencontrado pasaron adelante.

Al punto que entraron los Niños en el pueblo deTepeyacac con el Padre Fray Bernardino Minaya; lesordenó, que fuesen a buscar en todas las casas de aquelvecindario los ídolos, que pudiera haber y encontrándolosse los trajesen. Así lo ejecutaron ocupándose en estasolicitud tres o cuatro días, al cabo de los cuales nohallándolos, se aburrieron y pasaron a los pueblos deTecali y Cuauhlinchán (que están una legua de distanciadel de Tepeyacac) en donde les surtió efecto supretensión; porque habiendo observado que en una casaestaban algunos de dichos ídolos llevados de un furor eira divina, se determinaron a sacarlos, como veremos enel Capítulo siguiente.

CAPITUlO 50.

J9e cómo fueron muertos Antonio'J y Juan, por que quebraban y

destruian los ídolos.

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~~uego que los veci-n-os del pueblo de Cuauhtinchán1J-_I vieron, que estos benditos Niños procedían a lar destrucción de sus falsos dioses, se juntaron algunosde los más principales, y de común acuerdo determinaronquitarles las vidas, como de facto así lo ejecutaron. Y fueel caso, que habiendo llegado Antonio al pueblo deCuauhtinchán con algunos ídolos, que trajo del de Tecan,con ánimo de seguir solicitando los demás que hubieranen aquel, enderezó sus pasos a una de sus casas, conintento de buscar los que en ella pudieran hallarse y aquienes tal vez sus moradores darían adoración, yhabiendo encontrado un muchacho, que estaba en lapuerta cuidándola, dejó con él a su compañero Juan y semetió para adentro con ánimo de registrarla toda paraver si conseguía su pretensión.

Mas no le surtió efecto, porque al instante vinieroncon gran furia dos Señores de aquellos, que se habíanconjurado contra dichos Niños (quienes tenían la mismaedad, que el bienaventurado Cristóbal) trayendo cadauno de ellos en la mano una raja de leño de encino y sinhablarle palabra a Juan lo asieron con la mayorcrueldad, tirándolo en el suelo y dándole furiosos yrepetidos golpes.

Luego que Antonio oyó el ruido le causó cuidado ysaliendo inmediatamente para afuera, vio que aquellosinicuos y feroces hombres le estaban quitando la vida asu compañero con la mayor crueldad y fiereza, que sepueda imaginar y sin atemorizarse, ni mostrar cobardía,sino con extraordinario valor, les dijo de esta suerte: ¿Porqué causa le dais muerte a mi hermano sin que tengaculpa alguna; pues se halla inocente? Yo soy el queemprendí quitaros vuestros falsos dioses, porque estoycierto que no son verdaderos, sino unos modelos osemejanzas de lucifer y como tales no tienen poderalguno; sino que con sus sugestiones os tienen

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engañados. Y así bajo el su-puesto de que está indemnede delito alguno, dejadlo y no le quitéis la vida.

Pero no bastaron estas razones para aplacar la furiade aquellos infames hombres, porque cuando Antoniohabía ya acabado de pronunciarlas, ya le tenían quitadala vida al niño luan y cual perros rabiosos se volvieroncontra aquel, y dándole crueles y exorbitantes golpes lodejaron muerto en el mismo lugar donde estaba sucompañero. Siendo de admirar, que aun en medio de taninaudito Martirio, no se rindió el invencible ánimo de esteNiño; sino que se mantuvo firme implorando el SantoNombre del Omnipotente y Sempiterno Dios.

Luego que anocheció determinaron aquellosalevosos hombres ir a arrojar los cuerpos de los Niños auna barranca muy profunda (en donde había ciertacantidad de agua) que estaba en el pueblo Tecali, comoen efecto así lo ejecutaron, pensando que con este hechoquedaría sepultado en el olvido su delito, sin que lollegara a saber persona alguna, por haberlo cometidotan secretamente.

CAPITULO 60.

~e las diligencias que se practicaron

'J para buscar a los niños y de cómo setuvo la noticia de sus muertes y los

homicidas pidieron el Santo Bautismo.

<!Iuidadosos los Religiosos de Santo Domingo de verque Antonio no parecía determinaron solicitarlo, _así por haberles hecho cargo el Padre fray Martín

de Valencia, de que lo cuidasen y mirasen con amor comopor las circunstancias que en él concurrían de ser sangrenoble nieto de un Señor distinguido de Tlaxcalanombrado Xicohténcatl para lo cual hicieron las más

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exactas diligencias valiéndose d-e un español, llamadoAlvaro de Sandoval, que ejercía vara de justicia en elpueblo de Tepeyayac, a quien suplicaron se sirviesetomar las providencias convenientes, a fin de conseguirsaber el paradero que había tenido este Niño.

En cumplimiento de la obligación, que por su empleotenía Sandoval y del encargo que le hicieron los Padres,salió en solicitud de Antonio, practicando las másexquisitas diligencias para indagar con certidumbre cuálera el camino que había tomado y de hecho lo supodirigiendo su marcha para él, y habiendo encontrado enuna de sus barrancas el cuerpo del Niño que buscabajuntamente con el de su compañero, se regresó para elpueblo con el fin de darles aquella noticia a losexpresados Padres.

Inmediatamente procedió a averiguar quiéneshabían sido los agresores y luego que lo supo dioprovidencia, para que se aprehendieran sus personas, lasque estando ya aprisionadas les preguntó ¿quién leshabía aconsejado, que ejecutaran los homicidios, queperpetraron en los citados Niños? Y les respondieron, queninguno, confesando de plano ser ellos los cómplices desemejante delito conociendo que así por él, como por elpecado tan gravísimo que habían cometido eran dignosde muerte; pero antes de que lo pagaran con sus vidassuplicaban se les diera el agua del Santo Bautismo.

Se debe creer piadosamente, que esta súplica lahicieron movidos del arrepentimiento, que tenían dehaber ejecutado tan atroces homicidios, y considerandotambién, que si se accedía a ello, como era regular,lograrían conseguir la salvación de sus almas, por la cualpedirían a Dios estos Niños, mostrándose agradecidos dehaberle ido a gozar por medio del Martirio, que habíanrecibido.

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No fue otro motivo de la converslon de estosalevosos hombres, que haber visto la mansedumbre conque aquellos inocentes Niños sufrieron la muerte tancruel, que les dieron sin más causa que querer destruirlessus falsos dioses (como así lo declararon) porque loshomicidas nunca habían oído la Palabra Divina, ni deconsiguiente guardando los preceptos de nuestraverdadera Religión, como que eran unos perversosidólatras.

Mientras se estaba perfeccionando la sumariacontra los expresados reos, se trató de ir a sacar loscuerpos de los Niños del lugar donde estaban, como defacto así se hizo, conduciéndolos al pueblo de Tepeyacacy dándoles sepultura en una capilla donde se celebrabael Santo Sacrificio de la Misa, por no haber otra Iglesiaen todo él.

La lamentable y lastimosa muerte de estos Niños fuemuy sentida por los Religiosos Dominicos quienes lalloraron amargamente, multiplicándoseles la pena alconsiderar la que había de tener el Padre Fray Martín deValencia, luego que llegara a sus oídos esta noticia taninfausta; pues se hacían el cargo de que le había detraspasar el corazón y sentir sobremanera a sus amadoshijos por haberlos creado y educado enseñándolos con sudoctrina y ejemplo.

CAPITULO 70.

~el sentimiento que le causó al Padre

'J Fray Martín de Valencia la noticia quetuvo de la muerte de estos Niños, y de

cómo se consolaba considerando haberlarecibido por Jesucristo.

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~~uego que el expresado Padre Fray Martín de1J 1Valencia tuvo la noticia del fanecimiento de susr-queridos hijos (a quienes había creado e instruidoen los rudimentos de nuestra Santa Fe, como ya se hadicho) se le partió el corazón de imponderable dolorvirtiendo copiosas lágrimas de sentimiento, así por lomucho que los había amado, como por las lastimosasmuertes, que sufrieron: haciendo una tierna recordacióndel día en que (con toda su voluntad y sin ser compelidospor persona alguna, previa la bendición, que les echó) sehabían desprendido de él para ir a poner en ejecuciónsus saludables designios, teniendo presente que en aquelacto le manifestaron el gusto con que en cualquier eventoestaban prontos a padecer el Martirio por Jesucristo;como lo habían sufrido San Pedro, San Pablo y SanBartolomé, creyendo, que si en· enos se llegaba averificar desde luego estaban ciertos de que Dios se lospremiaría.

Todas estas consideraciones lo confundíansobremanera y no podía contener el llanto que lecausaban, porque le penetraba el dolor lo más íntimo desu corazón. Mas en medio de tan imponderable congoja,sé consolaba teniendo presente otros ejemplos de Niños,que a semejanza de sus amados hijos habían dado susvidas por Dios logrando con este hecho la dicha deconocerlo y de consiguiente la de haber muertoconfesando su Santo Nombre. Y últimamente le servía delenitivo a su pena el acordarse que la causa de haberlesdado la muerte a estos Niños, no fue otra, que la deintentar querer destruir los ídolos o modelos de Lucifer,para de ese modo evitar las innumerables culpas, que secometían contra Dios.

CAPITUlO 80.

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~e la pena

'J impuso a loshomicidios que

referidos Niños.

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capital que se lesagresores por losejecutaron en los

JIor la narración de lo que paso a demostrar en estecapítulo veréis fieles cristianos el paradero taninfausto, que tuvieron los alevosos homicidas que les

quitaron las vidas a los niños Antonio y Juan.

Para que así los Religiosos de Santo Domingo, comoel Padre Fray Martín de· Valencia, quedasen satisfechosdel modo con que los agresores les habían dado muerte aestos Niños: se determinó que aquéllos fuesen traídos aTlaxcala con el fin de que declararan la verdad ycircunstancias del caso en presencia del dicho Padre,comisionóndose para que los condujeran a algunosindios, quienes en cumplimiento de lo que se les habíaordenado pasaran por los reos al pueblo donde sehallaban.

luego que el Señor de Cuauhtinchón y otros tambiénprincipales supieron, que iban por los referidos agresorespara llevarlos a Tlaxcala, se llenaron de gran temorconsiderando, que si acaso los descubrían seríancastigados como cómplices en sus delitos. Y para evitareste daño, que les amenazaba se valieron de un español,que residía en el citado Pueblo, con el fin de que cuandopasaran por allí los delincuentes les diesen libertad,echóndolos a huir y logrando por este medio el que nollegasen a Tlaxcala, pues de lo contrario eran perdidos: Ypara que hiciera mejor su encargo le dieron cierta canti­dad de oro y piedras de estimación, con cuya dádiva nodudaron del feliz éxito de su pretensión.

En efecto habiendo recibido el expresado español

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aquella suma de oro y piedras, partió de ellas con otrohombre (que a la sazón estaba en aquel lugar y era unode los que cuidaban o guarnecían la ciudad de Tlaxcala)con el fin de que no revelara el secreto, que se le habíacomunicado. Hecho esto se salió inmediatamente aquélpara el camino a esperar que llegasen los citados reos,para quitárselos a los sujetos que los venían custodiando:pero no consiguió su intento: porque como quiera, que yalos conductores tenían noticia de la traición, que se lesestaba fraguando, luego que llegaron al lugar donde sehallaba el español aguardaron a que éste les saliera desorpresa, como así lo hizo y resistiendo su orgullo,estorbaron que pusiera en ejecución su designio, con locual quedó frustrado también el de aquellos Señores delexpresado pueblo de Cuauhtinchán, reagravándoselessus delitos, con haberse hecho público lo que tansecretamente habían acordado con el español.

A éste por la traición, que de acuerdo con aquélloshabía intentado, se le impuso la pena de azotes que se ledieron públicamente, quitándosele todo el oro, que habíapercibido y quedando por consiguiente afrentado enrecompensa de su delito.

luego que en México se tuvo noticia de todo loreferido, se tomó por el respectivo Justicia, providencia,para que se le remitieran a los reos con la mira de darlesel condigno castigo, que correspondía a sus delitos y enefecto habiendo llegado se determinó, que fueranahorcados así los principales agresores que perpetraronlos homicidios, como el Señor de Cuauhtinchán y suscompañeros por haber resultado de las diligencias conque se instruyó el Proceso, ser todos cómplices en lasmuertes, que se les dieron a estos Niños y especialmenteel prenotado Señor, como que por su dirección seejecutaron. Termina el texto de Motolinía.

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tfrsta historia, como llevo dicho, la escribió -en

~ castellano el Padre Fray Toribio Motolinía y yo FrayJuan Bautista la traduje al idioma mexicano,

dividiéndola en distintos capítulos (con el fin de que no semezclaran con la de el Martirio del Niño Cristóbal)arreglándola y poniéndola en método para que su lecturano fastidiara a los que se dedicaran a ella.

y vosotros los moradores de esta Nueva Españaalegraos de haber tenido unos bienaventurados Mártires,como lo fueron estos Niños, y con mayor razón los de estaCiudad de Tlaxcala, que fue su principal cuna, os debéisregocijar al ver que ya se llegó el caso de que hubierahabido, quien diera, como se verificó, las vidas porJesucristo. Con esto ya no os imputarán los españoles, deque sois incrédulos, ni de que no os mantenéis firmes enla Fe; pues verán que en primicias de que en ella soismurallas inexpugnables, disteis a Dios los gloriosos yesclarecidos Mártires como fruto, que produjeron losárboles de sus amados padres. Su divina Majestadprospere vuestras vidas en las mayores felicidades, paraque a imitación de dichos Mártires las deis por su amor,con cuyo hecho será imponderable el premio que de suliberal mano recibiréis.

~ Sea eternamente alabada reverenciadala Augustísima Trinidad, Dios Padre, DiosHijo y Dios Espíritu Santo.

PIW