y qué es enseñar

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¿Y qué es enseñar? Para enseñar se necesitan dos: El que enseña (enseñante, maestro, docente, profesor, tutor, educador, pedagogo, instructor, monitor) y el que aprende (aprendiz, estudiante, pupilo, discípulo, educando). Y un profesor no existe si o existe un alumno. Entonces… ¿cuál es el problema entre estudiantes y profesores? ¿Qué pasa con las materias? ¿Qué pasa con los alumnos? ¿Qué pasa con los profesores? Nos odiamos y nos necesitamos. Pocas veces escucho a un alumno decir: “¡qué chimba de profesor! ¡Qué chimba de materias! y, ahora último, pocas veces escucho decir a los profesores: ¡Qué alumnos tan buenos! ¡Dan ganas de dictar clases en ese grupo! ¿Qué está pasando, pues? Para enseñar se necesita un alumno que exija, si no exige no puede haber aprendizaje; porque la exigencia hace que el docente, tutor, profesor… de más, aprenda más para dar más… Si el alumno llega a su clase sin ganas, con el ánimo bajo, el docente no va a enseñar apenas lo justo… ahí comienza la calidad y la excelencia. Pero sin alumnos que exijan la enseñanza cae en lo rutinario. Nadie quiere aprender, nadie quiere enseñar y esto de la educación se convierte en una rutina aburridora y “harta” para ambas partes. ¿Qué hacer, entonces, para cambiar esto y, de paso, darle calidad a la educación que estamos prestando? ¿Cómo hacer para que algunas de las materias que dictamos tengan sentido para los estudiantes y “despierte” en ellos el deseo por aprenderlas? ¿Será que los docentes perdimos el rumbo y ya no sabemos la diferencia entre enseñar y dictar clase? ¿En dónde quedaron la metodología; pero más aún, la vocación? A diario veo en los pasillos de mi institución, docentes quejosos, tristes, sin ganas de innovar, sin ganas de dictar apenas clase (me incluyo en esa categoría) y lo peor: es que algunos no tenemos objetivo

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Page 1: Y Qué Es Enseñar

¿Y qué es enseñar?

Para enseñar se necesitan dos: El que enseña (enseñante, maestro, docente, profesor, tutor, educador, pedagogo, instructor, monitor) y el que aprende (aprendiz, estudiante, pupilo, discípulo, educando). Y un profesor no existe si o existe un alumno. Entonces… ¿cuál es el problema entre estudiantes y profesores? ¿Qué pasa con las materias? ¿Qué pasa con los alumnos? ¿Qué pasa con los profesores? Nos odiamos y nos necesitamos. Pocas veces escucho a un alumno decir: “¡qué chimba de profesor! ¡Qué chimba de materias! y, ahora último, pocas veces escucho decir a los profesores: ¡Qué alumnos tan buenos! ¡Dan ganas de dictar clases en ese grupo!

¿Qué está pasando, pues?

Para enseñar se necesita un alumno que exija, si no exige no puede haber aprendizaje; porque la exigencia hace que el docente, tutor, profesor… de más, aprenda más para dar más… Si el alumno llega a su clase sin ganas, con el ánimo bajo, el docente no va a enseñar apenas lo justo… ahí comienza la calidad y la excelencia. Pero sin alumnos que exijan la enseñanza cae en lo rutinario. Nadie quiere aprender, nadie quiere enseñar y esto de la educación se convierte en una rutina aburridora y “harta” para ambas partes.

¿Qué hacer, entonces, para cambiar esto y, de paso, darle calidad a la educación que estamos prestando?

¿Cómo hacer para que algunas de las materias que dictamos tengan sentido para los estudiantes y “despierte” en ellos el deseo por aprenderlas?

¿Será que los docentes perdimos el rumbo y ya no sabemos la diferencia entre enseñar y dictar clase? ¿En dónde quedaron la metodología; pero más aún, la vocación?

A diario veo en los pasillos de mi institución, docentes quejosos, tristes, sin ganas de innovar, sin ganas de dictar apenas clase (me incluyo en esa categoría) y lo peor: es que algunos no tenemos objetivo