vii domingo

4
Para situar el Evangelio Seguimos con el Sermón de la Montaña. Este domingo acaba- mos los versículos dedicados a las antítesis: "Sabéis..., pero yo os digo...". Puede ser útil, pues, antes de empezar con el texto de hoy, releer el frag- mento del pasado domingo para poder situar bien este fi- nal. Sobre todo teniendo en cuenta que el v. 48, el versículo conclusivo, se refiere al con- junto de las antítesis y proyec- ta sobre ellas una luz impres- cindible para comprenderlas. VII domingo del Tiempo Ordinario • AÑO / A •Mt 5, 38-48 ● Primera lectura ● Lv 19, 1-2.17-18 ● “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ● Salmo responsorial ● Sal 102 ● “El Señor es compasivo y misericordioso”. ● Segunda lectura ● 1 Cor 3, 16-23● “Todo es vuestro, voso- tros de Cristo, y Cristo de Dios”. ● Evangelio ● Mt 5, 38-48 ● “Amad a vuestros enemigos”. Mt 5, 38-48 38 «En aquel tiempo, dijo Je- sús a sus discípulos: - «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." 39 Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la me- jilla derecha, preséntale la otra; 40 al que quiera ponerte pleito para quitarte la túni- ca; dale también la capa; 41 a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; 42 a quien te pi- de, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. 43 Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. 44 Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. 45 Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. 46 Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio ten- dréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? 47 Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? 48 Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre ce- lestial es perfecto.»

Upload: cristinamoreubi

Post on 06-Aug-2015

1.711 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Para situar el Evangelio ● Seguimos con el Sermón de la Montaña. Este domingo acaba-mos los versículos dedicados a las antítesis: "Sabéis..., pero yo os digo...". Puede ser útil, pues, antes de empezar con el texto de hoy, releer el frag-mento del pasado domingo para poder situar bien este fi-nal. Sobre todo teniendo en cuenta que el v. 48, el versículo conclusivo, se refiere al con-junto de las antítesis y proyec-ta sobre ellas una luz impres-cindible para comprenderlas.

VII domingo del Tiempo Ordinario • AÑO / A •Mt 5, 38-48

● Primera lectura ● Lv 19, 1-2.17-18 ● “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

● Salmo responsorial ● Sal 102 ● “El Señor es compasivo y misericordioso”.

● Segunda lectura ● 1 Cor 3, 16-23● “Todo es vuestro, voso-tros de Cristo, y Cristo de Dios”.

● Evangelio ● Mt 5, 38-48 ● “Amad a vuestros enemigos”.

Mt 5, 38-48 38 «En aquel tiempo, dijo Je-sús a sus discípulos: - «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." 39 Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la me-jilla derecha, preséntale la otra; 40 al que quiera ponerte pleito para quitarte la túni-ca; dale también la capa; 41 a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; 42 a quien te pi-de, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. 43 Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. 44 Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. 45 Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. 46 Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio ten-dréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? 47 Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? 48 Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre ce-lestial es perfecto.»

Notas para fijarnos en el Evangelio

El versículo 38 cita Ex 21,24; Lv 24,20 y Dt 19,21.

La ley nominada "del talión" tenía por finalidad poner un límite a la prepotencia del más fuerte y a la venganza sin control (Gn 4,23-24). En este sentido, era un avance. “No más de ojo por ojo o de diente por diente”

Jesús, sin embargo, quiere avanzar más,

y condena la venganza , sea cual sea su gra-do de violencia. Y la sustituye por la ley del perdón (Mt 18,21-22).

Es desde la voluntad de Jesús de superar la

venganza que debemos interpretar las imáge-nes: "la mejilla" (39), el "pleito para quitarte la túnica" (40) y la obligación de "caminar" (41). No tenemos que interpretarlas literalmente, porque se trata, siempre, de ir más allá de la letra de la Ley. Pero tampoco tenemos que rebajar-las y sí que interpretarlas radicalmente y no olvidar nunca que los demás son herma-nos, hijos del mismo Padre: Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vues-tras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo (Mt 5,16).

La alternativa de Jesús (39) está en las antí-

podas de la propuesta de la Ley. En las cartas apostólicas vemos que las comunidades cris-tianas habían recogido estos sentir y hacer de Jesús y los habían convertido en norma de vida: Rm 12,17; 1Te 5,15; Col 3,12-13; 1Pe 3,9. Los cristianos, según la propuesta de Jesús, no debemos aferrarnos a nuestros derechos ni tenemos que ir a disputar ante los tribu-nales -o ante los medios de comunicación, que hoy pueden representar lo mismo- (1Co 6,1). Quizás por esto nos repugnan las disputas por herencias, a pesar de que una y otra vez cae-mos en ellas…

El antiguo mandamiento del amor al prójimo (Lv 19,18) que Jesús recoge (43) es central en el mensaje cristiano, y lo encontramos citado otras veces (Mt 19,19; 22,39; Rm 13,9; Ga 5,14; Sant

2,8).

Pero Jesús no sólo lo recoge y hace suyo

sino que le da mucha más fuerza. Cita, como si también fuera de la Ley, la restricción de que no es necesario amar a los enemigos (43), un mandamiento desconocido en el Antiguo Testa-mento pero existente en los manuscritos de la comunidad de Qumram. Podemos suponer sin dificultades que esta restricción era entendida (y es entendida) como de sentido común. En cualquier caso, Jesús, aludiendo a ella la supera totalmente invitando a "amar a los enemigos" y a "rezar por los que os persiguen y calum-nian" (44). La justificación no es otra que el "Padre del cielo" (45): Él lo hace; si sois hijos y, por tanto, hermanos unos de otros, debéis tam-bién hacerlo.

Jesús, por tanto, no niega que los enemigos sean enemigos. Pero recuerda que, además de enemigos, son hermanos, son hijos del

mismo Padre que tú y que yo. No se trata, pues, de negar la realidad. Un enemigo es un enemigo y, como tal, no puede recibir el afecto espontáneo que cada uno tiene por los parien-tes y los amigos. De lo que se trata es de re-cordar que aquella persona que es enemiga es hija, también, del Padre del cielo. Y eso hace cambiar la posición ante el otro. Cada uno de-berá posicionarse de nuevo y hacer la síntesis de las dos realidades. Jesús, con la vida, se posiciona claramente (Lc 23,34). Quizás rezar por los enemigos, como lo hace Jesús, hace po-sible que dejen de ser enemigos.

El versículo 48 tiene como trasfondo Lv 19,2 y

Dt 18,13. Pero en aquellas citas hay una pro-puesta de santidad entendida como un cierre respecto a lo que no es santo, separación para Dios. En cambio, para Jesús, se trata de imitar el comportamiento totalmente fiel e irre-prochable de Dios, bondadoso con todo el mundo (45) y misericordioso (Lc 6,36).

A Dios lo llama "Padre" un montón de veces

en este Sermón. Justo en medio del Sermón, Jesús enseña el Padrenuestro (Mt 6,9-13). Llamar "Padre" a Dios no es una pura comparación o metáfora que serviría para decir que Dios ama como si fuera un padre. No. Esta expresión es un anuncio, un Evangelio, que proclama quien es Dios, cuál es su ser. Para poder de-cir "Padre", Jesús, antes, ha escuchado que Alguien le llama Hijo (Mt 3,16). Es decir, Dios es el Padre de Jesucristo. Jesucristo es Aquel a quien Dios llama Hijo

* Jesús nos comunica la paternidad de Dios, nos ha-ce participar de su filiación. Nos da a Dios como Pa-dre nuestro. En el Bautismo que hemos recibido, Dios nos ha llamado "hijo" o "hija" a cada uno de nosotros. Y nosotros vivimos respondiendo: "Padre". Nuestra identidad nos es dada por esta filiación. So-mos hijos e hijas del Padre.

“El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-A)

José María Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúrgica

VER

D esde hace un tiempo está de moda, en ámbi-tos empresariales, en concursos de televisión,

etc., hablar del “coaching”, que es un anglicismo que procede del verbo inglés “to coach”, que signi-fica “entrenar”; y al entrenador personal se le lla-ma “el coach”. El “coaching” consiste en acompa-ñar, formar y entrenar a una persona o a un grupo de ellas para que alcancen alguna meta o para que desarrollen algunas habilidades concretas. Para ello, ese “coaching” se lleva a cabo a lo largo del tiempo, e incluye diversos métodos, exigencias, re-nuncias… que quienes lo siguen deben estar dis-puestos a asumir para alcanzar su objetivo.

“Coaching” espiritual“Coaching” espiritual

Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor

Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado

Leo el texto. Después contem-plo y subrayo.

Ahora apunto aquello que descu-bro de JESÚS y de los otros per-sonajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo.

¿Qué compromisos o compromi-sos me invita a tomar?

Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evange-lio ¿veo?

¿Qué experiencias descubro de amor al prójimo tal como lo en-tiende Jesús, amor que incluye a los enemigos?.

Llamadas que me hace -nos ha-ce- el Padre hoy a través de este

Evangelio y compromiso.

Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

Sed perfectos,

como es perfecto vuestro Padre.

A partir de aquí, se entiende que el código de valores de los Hijos, de los del Reino, ya no sea el mismo.

Ni siquiera la justicia es suficiente. Los Hijos se portan como dice Jesús

en el Sermón del Monte... No porque sea su obligación.

No porque esperen ningún premio ni teman ningún castigo,

sino porque son hijos, y lo saben. "Sed perfectos" no es tampoco un mandato,

una ley moral, un código de perfección.

Se trata de la culminación de la Buena Noticia,

es como decir:

Puesto que eres hijo de Dios y conoces a tu Padre

no puedes conformarte con menos.

José Enrique Galarreta.

JUZGAR

L a Palabra de Dios de este domingo, so-bre todo el Evangelio, siguiendo la línea

del domingo pasado, sigue enseñándonos a “saber vivir”, y parece que nos está some-tiendo a un “coaching” espiritual. Y el obje-tivo de este “coaching” espiritual lo hemos escuchado en la 1ª lectura: Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy san-to. Nuestro objetivo, lo que Dios espera de nosotros, es que seamos santos; un objeti-vo que así, de entrada, nos puede parecer inalcanzable.

Pero como buen entrenador, Dios nos va indicando los sucesivos pasos que debemos ir dando para alcanzar ese objetivo, por dónde debemos empezar. Y así, también en la 1ª lectura, nos ha dicho: No odiarás de corazón a tu hermano… no te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes… Para avanzar hacia nuestro objetivo de ser san-tos, debemos empezar por lo más cercano, por lo más asequible, en este caso, la fami-lia, amigos, etc. Pero también, como buen entrenador, no deja que nos quedemos simplemente en eso, y aumenta el nivel de exigencia: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Para ser santos, no debemos que-darnos sólo en lo cómodo, en lo fácil, en los de nuestro círculo cercano… debemos pasar al “prójimo”, en general. Y éste es un paso fundamental, necesario; ya es mucho si amamos al prójimo como a nosotros mismos, pero que aún no es suficiente, porque “¿quién es mi prójimo?” .

Para ser santos hay que dar un salto cuali-tativo. Y para que podamos dar ese salto cualitativo, Dios se hizo hombre en Jesús, que es nuestro “coach”, nuestro “entrenador personal”, que hoy nos ofrece un buen curso de “coaching” que debemos estar dispuestos a asumir para ser santos.

Ante nuestro prójimo, Jesús nos marca la diferencia: Sabéis que está mandado: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pues yo os di-go: no hagas frente al que te agravia…. Si uno te abofetea en la mejilla derecha, pre-séntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la ca-pa… No nos quedemos en la literalidad sino en el sentido de las palabras de Jesús, y encontraremos múltiples ocasiones en nuestra vida cotidiana en las que podremos “entrenarnos” para ser santos.

Pero nuestro entrenador personal, en su “coaching” espiritual, sigue aumentando el nivel de exigencia, porque el objetivo lo merece. Y sube el listón: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os abo-rrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian… Y al escuchar esto, segura -

mente nos sentiremos incapaces de llegar a tanto, quizá incluso nos escandalicemos, y nos rebelemos. Pero nuestro entrenador personal quiere lo mejor para nosotros y sigue insistiendo en que lleguemos al obje-tivo de ser santos, y por eso nos hace re-flexionar: si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extra-ordinario?

ACTUAR

¿M e siento llamado por Dios a ser santo? ¿Lo veo posible o inalcanza-

ble? ¿Confío en Jesús como mi “entrenador personal”? ¿Estoy dispuesto a seguir su “coaching”? ¿Qué me cuesta más? Como cristiano, ¿hago algo “extraordinario”, o mi comportamiento no se diferencia de los no cristianos? ¿Con qué personas concretas y en qué situaciones puedo “entrenarme” para “ser santo?

Dios no nos pide imposibles, pero como sabe que ese objetivo de ser santos lo ve-mos fuera de nuestro alcance, en la 2ª lec-tura nos ha recordado: ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? No estamos solos en nuestro objetivo: en todo momento lleva-mos en nosotros a nuestro entrenador per-sonal. Invoquemos al Espíritu Santo para que, con su luz y su fuerza, cumplamos de palabra y obra lo que a Dios le complace y así podamos llegar a ser santos.