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COSMO-TEOLOGÍA ¿Qué es el mundo para Dios? …...*Claves para una interpretación metafísica de la Revelación*

ADRIAN SOSA NUEZ

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TODOS SOMOS

Dios no es un Dios de los que no son, sino de los que son; el hombre es y nunca podrá no ser, pues desde siempre (desde que existe, su “siempre”) ha sido, y su intuición de eternidad no es casualidad. Con todo, sería ilógico plantear una dicotomía entre los que ya no son y los que ahora son desde la perspectiva del Absoluto1.

“No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lc 20, 38)

Presupuestos introductorios

Para Dios todo es a la vez (véase entendimiento arquetípico de Kant), pero para el hombre, que va siendo (desde su percepción), todo fue, es y será (compárese con la idea de entendimiento ectípico). Esto último posibilita la conciencia individual del mundo que, a su vez, y salvaguardando la libertad, se configura a la perfección con el mundo y su “conciencia general”, cuyo fruto sensible y testigo es la historia, que el hombre entiende como depósito racional –puesto que es una necesidad y una consecuencia de su existir: ser creatural insertado/injertado en historia–. Del mismo modo, es algo a destacar que el concepto de futuro solo cabe en la mente humana, siendo inconcebible en el de ninguna otra criatura no intelectual.

Para esclarecer dicha cuestión, y así percatarnos de lo experimentado desde la dimensión psicológica del hombre, prestemos atención al idealismo absoluto de Fichte:

Fitche parte de la intuición trascendental de un yo absoluto.[…]La esencia de este yo es para F. actividad. Actuando, crea el

1 Nota: Véase la cita nº 9.

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yo algo en cierto sentido ajeno a sí mismo: la realidad material que llama el no-yo. Obrando sobre este no-yo, superándolo en sucesivas acciones y reacciones, se desarrolla la vida espiritual del yo;[…]de este modo, el yo finito se va identificando con el Absoluto: Dios se realiza por el esfuerzo del hombre. F. rechaza toda demostración de la existencia de Dios: el yo absoluto es una verdad inmediata, objeto sólo de intuición.2

Acercándome ahora un poco más a I. Kant y a la Tª del Conocimiento, me gustaría observar la siguiente cosmovisión para el resto de la exposición, complementando con ello los párrafos anteriores:

El mundo existe porque existe el hombre y viceversa (proposición indiscutible tras el giro antropológico que provoca la crasa superación realista), hecho que no se le puede aplicar del mismo modo a la relación que se da entre Dios y su criatura por excelencia, pues es más que el hombre (destacando de éste su cualidad racional para lo que ahora nos compete) y que el mundo (visto aquí desde su noción espacio-temporal). La misma Biblia, ya desde el libro del Génesis, expresa la idea de que Dios trasciende al hombre infinitamente.

Decimos, pues, que el único ser que piensa es el hombre, teniendo siempre presente la noción kantiana que afirma que sólo lo puede hacer desde la limitación del tiempo y del espacio.

Dando un salto, y siguiendo de cerca la filosofía tomista, termino este apartado con la idea o cuestión del Ser:

El “Ser” nunca podrá convertirse en “No Ser”, por lo que deducimos que el “Ser” es infinito. Además, añadimos que el “No Ser” solo puede llegar a “Ser” si algo –Alguien– que esté por encima de este “No Ser” así lo decide3.

2 Biografías, Ediciones Rialp, Madrid (1980), pp. 184.

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Racionalidad & Lógica

La racionalidad humana exige de una lógica perfecta, de un mundo totalmente regido por leyes propias constantes e inmutables (independiente del misterio de la Providencia, aunque no aislado); de un mundo con capacidad de adaptación a sí mismo en todas sus dimensiones (los griegos ya hablaron de la eternidad del mundo por la autosuficiencia que le caracterizaba). Esta racionalidad permite, a su vez–y como aspecto básico–, dar sentido a lo acaecido en el plano meramente natural. El lugar que ocupa dicha lógica en el hombre, con la que da sentido al mundo–ordenado y perfecto– es su psique, su dimensión psicológica. Tan perfecto y cosmológico es el mundo con el que se encuentra que, en ocasiones, le llega a resultar monótono y aburrido gracias al papel que realiza su propia psicología, pues, como íbamos diciendo, las leyes que sostienen el universo deben ser constantes y eternas, siempre idénticas4. En este aspecto, Dios, que tiene mucho campo de actuación en la mente humana (sobre todo en el ámbito de la conciencia y de las emociones5), le permite al ser humano el hecho de llegar a un punto en el que no tener en qué pensar, ya que el plano físico en el que se mueve es limitado, regular y, en muchas ocasiones, repetitivo para él.

3 Nota: No me refiero al plano de la física (fenoménico) sino al plano metafísico (noúmeno kantiano). Es lícito –y plenamente certero- pensar que lo existente puede dejar de existir; pero el “no existir” no es equivalente –aunque estén estrechamente ligados- al “No Ser”. Seguimos imbuidos en el debate materia-espíritu, finito-infinito, indigencia/contingencia-fundamento ontológico último, existir-ser.4 Nota: Exceso de lógica en la realidad vital: la realidad vital como pura lógica. Ello nos habla de una necesaria Ley Natural. Esta Ley Natural posibilita el mundo y el cosmos.5 Nota: Dos dimensiones básicas de la soteriología –ciencia de la salvación-, sobre todo en clave personalista (remanentes subjetivos post-mortem). La purificación de ambas posibilita la configuración de las mismas con la divinidad.

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Digo ahora que ningún individuo puede ser consciente en un mismo momento de todas las realidades que se suceden en el plano natural pues, si así fuese, no habría lugar para la monotonía, ya que la cantidad de datos y fenómenos interrumpirían la normalidad y serenidad por las que todo ser vivo puede ser lo que es (estática dinamicidad inmanente Vs dinamicidad estática trascendental). Esto pone al hombre enfrente de uno de sus grandes límites y retos; límite–el aburrimiento y el sinsentido– que le hace cuestionarse por su sentido propio, por el sentido del mundo y por su puesto en él, un enigma que se vuelve irresoluble si no opta por orientar su pensamiento hacia algo que trascienda esa realidad que, siempre, le ofrece prácticamente lo mismo.

Nos topamos, por tanto, con un ser que vive preso entre fenómenos. Fenómenos que proceden de leyes que no conoce en su sentido más pleno; leyes que le trascienden y no controla; leyes que se encuentra desde que existe y de las que no se puede apropiar y que, por ende, mucho menos lo puede hacer del responsable de esas leyes. Con todo, Dios le ofrece al hombre la posibilidad de ser absoluto en sí mismo. Cada hombre es libre para construir su propia historia, aprovechando la oportunidad que le brinda el mundo para ser único e irrepetible. Cada individuo es libre para pensar que él es el primero en lo suyo, que es el único hombre que ha logrado ser lo que es.

Por otro lado, la trascendencia se guarda para sí la realidad del asombro. El asombro es una de las formas clave de manifestación de la Revelación, porque rompe con ese status quo por el que se caracteriza la realidad–realidad cuya máxima es la libertad 6 –. El asombro se 6 Nota: Es por esta condición que el mal, a juicio humano, tiene espacio libre de actuación en la realidad: el mal tiene potestad ontológica. Aquí el hombre puede optar o por achacar ese mal a la voluntad de Dios o, simplemente, por negar la existencia de un Ser Supremo. El creyente, únicamente, afirma ese mal sin buscar su origen –aunque no considera que provenga del Creador–; advierte, a su vez, que es una consecuencia de la misma libertad.

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produce cuando lo ilógico quiere fundirse con lo lógico; cuando lo infinito quiere formar parte de lo finito. Planteamiento sobre la Revelación, éste último, que trata de alguna forma R. Otto en su obra Lo Santo con su disertación sobre lo numinoso. Relacionado también con la quiebra de la lógica mundana, Freud tiene un estudio muy ilustrativo sobre la risa huma, la cual se produciría siempre y cuando esa lógica se quebrase: aquello que nos parece hilarante es aquello que se sale fuera de lo normal.

Con relación a esto último, llegamos ahora al conjunto de aspectos que escapan de la razón, aspectos todos ellos que descansan en el plano sobrenatural. Todo aquello que le resulta imposible al hombre–en su mayor parte por ser ilógico–, queda enmarcado dentro de esta dimensión. En el plano ontológico, lo ilógico se manifiesta por medio de signos: los milagros (sucesos ilógicos). Estos funcionan como primicias de esa realidad, totalmente diferente y trascendente–pero verdaderamente real por ser eterna–, perteneciente a la esfera sobrenatural (teológicamente cabe hablar de los signos de Jesús que anticipan el Reino de los Cielos escatológico). “Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló en seguida y les dijo: Tranquilícense, soy yo; no teman. Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida” (Marcos 6, 48–52)7.

7 Nota: Desde un punto de vista lógico, lo acaecido en Jesús en este episodio neotestamentario es algo absolutamente fuera de lo normal. Sin embargo, Jesús adelanta la verdadera realidad cósmico-escatológica en la que las leyes naturales no existen (Jesús es el Señor, pues posee la potestad que le da su Padre para desvelar lo acontecido en la trascendencia, tanto desde fuera –vida terrena- como desde dentro

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Tras todo lo expuesto en este punto, queda ahora ver la vía de conexión entre ambas esferas (natural–sobrenatural); es aquí donde se vuelven casi imprescindibles las diferentes religiones, las cuales intentan llenar este vacío innato del ser humano, intentando mostrar el camino a recorrer por el hombre para unirse a Dios. Y hablo de “vacío innato” porque todo ser humano está abierto a un sentido mayor que el que le proporciona la vida meramente mundana–todo hombre necesita de Dios para su realización–, sobre todo cuando se enfrenta al gran misterio de la muerte. Dicho sentido, que entra dentro del plano sobrenatural, exige del hombre un acto de fe para ser aceptado, logrando, con ello, adherirse y formar parte de esa verdad plena y última que, entre otras cosas, debe ser superior a la muerte (muerte vista como la desaparición y aniquilación total de la realidad en todos sus aspectos). Por último, decir que a mayor crecimiento espiritual en el sujeto, menor impresión escatológica sobre el mismo. “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24, 42).

“–Y entonces ¿quién se podrá salvar?– Respondió Jesús: –Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todo es posible para Dios” (Marcos 10, 26–27).

de ella –resurrección y condición gloriosa-). Desde un punto de vista cronológico, la entidad ontológica real no reside en el mundo perecedero sino en el eterno y venidero. El sueño no es el más allá, sino el más acá que se acaba y en el que no permaneceremos siempre. Por ello, lo que los discípulos perciben como un sueño es aquello que es real, mientras que lo que perciben como real (que se somete a las leyes naturales), a causa de su mente enceguecida, es realmente el sueño que ya no volverá nunca más. El verdadero milagro no es, por tanto, lo que el humano percibe como anormal, sino el mismo hecho de que viva preso entre fenómenos que puede considerar normales. De no ser así, lo anormal no tendría campo hábil de manifestación. Podríamos hablar, por todo ello, del verdadero milagro de la Lógica mundana.

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Cosmo–teología

Definidas así las estructuras de las que parto, me aventuro ahora a presentar mi visión cosmo–teológica:

Ideas que manan de mi mente al contemplar la maravillosa teoría de la relatividad8; circunstancias, a priori inocentes, como la afirmación de un compañero “el fin del mundo será cuando te mueras”; mi asombro ante el pensamiento de lo que yo era antes de ser consciente(millones de años atrás, si lo miro desde la mera concepción lineal que me ofrece mi limitado cerebro), y la afirmación bíblica “No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven” (Lc 20, 38), … ha despertado en mí, y me ha hecho comprender que, de no ser así (que todos somos y que todo está bajo la mirada de Dios de forma simultánea a la manera que Él solo puede comprender), Dios no hubiese tenido argumentos “sopesados” para enviar mediaciones(profetas) como anuncio de lo que iba a ser (sin querer tirar abajo con esto la libertad humana), ni hubiese venido en persona para decirnos lo que es (aquí llega a plenitud la libertad humana que cuenta con la Verdad Divina), a la luz de lo que fue, y como consecuencia de los que será, si no tuviese ante sí toda la historia:

La dignidad humana radica en su ser eterno en la mente de Dios9, pues su voluntad es que el hombre sea testigo de la verdad y,

8 Nota: Véase la cita nº12 para ver una de las aplicaciones teológicas que doy a esta teoría (sobre todo en cuanto a la “moldeabilidad del tiempo”).9 Nota: Eterno en cuanto a la obra de la Creación –principio cronológico–. Sólo la divinidad es verdaderamente eterna e intemporal y, por ello, el sustento de todo lo creado. Con todo, cabría también apreciar como ese proyecto inicial de Dios debe ser holístico –pensado como una totalidad, sin parcialidad ni improvisación–. Afirmamos, por tanto, que “todo hombre es eterno” –todos somos– si lo hacemos en referencia al primer instante de la obra creadora, pues “su ser ya descansaba en la mente divina”.

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para ello, hace verdadera su existencia, poniéndolo a la altura de una revelación que no cuenta con él por casualidad.

SALMO 139

13 Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: 14 te doy gracias porque fui formado

de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras!

Tú conocías hasta el fondo de mi alma 15 y nada de mi ser se te ocultaba,

cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

16 Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro;

mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera.

17 ¡Qué difíciles son para mí tus designios! ¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!

18 Si me pongo a contarlos, son más que la arena; y si terminara de hacerlo,

aún entonces seguiría a tu lado.

“Respondióles Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, Dioses sois?” (Jn 10, 34)

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Protología, soteriología, escatología.

Bajo la autoridad de la Palabra de Dios, el hombre puede saber que procede de Él, que se sostiene en Él y que será eterno junto a Él –inexorable indigencia humana–.10 Esto no quiere decir que, como el hombre necesita del tiempo para cumplir su ciclo vital, Dios se vea encadenado, de manera similar, al preciso instante que vive la sociedad mundial en un momento determinado. Dios lo experimenta todo a la vez “Dios de vivos y no de muertos”. Para Dios no existe la muerte. Para Dios estamos todos vivos… ¿Esto es poesía o realidad? ¿La ciencia no nos ha abierto la posibilidad de pensar esta apasionante realidad? (La ciencia ya tiró abajo la noción de tiempo y espacio absolutos gracias a Einstein). Si fuese así, se podría afirmar que Jesús vive desde siempre como hombre y como Dios por toda la eternidad, pues por el Logos todo se hizo, y como hombre todo se consuma y se acaba con su muerte “todo está consumado” (Jn 19, 30). Se podría reafirmar la noción y categoría teológica que reza “la Creación entera es Cristo-céntrica (Alfa & Omega)”.

Para nosotros, el tiempo es lineal, pero para Dios, que tiene toda la historia en sus manos, es multidimensional –la Biblia nos revela que para Él un día son mil años y mil años un día–, y si queremos buscar una conexión entre lo que nos precede, lo que somos y lo que será (pero que también está siendo), lo podríamos ver todo desde una visión

10 Cf “Constitución sobrenatural de la trascendentalidad del hombre” (Karl Rahner). En este sentido, al único enemigo que se enfrenta el hombre –en el camino a su realización(=divinización)– es al pecado. Se desfigura, en la libre consecución del pecado, la imagen que Dios ha dejado impresa en su obra. Por tanto, la única debilidad verdaderamente humana es la posibilidad de realizar el mal; un mal objetivo que se subjetiviza y que es siempre una frustración de la verdadera libertad –la libertad mal entendida abre la puerta a una inversión de valores que van en contra del hombre mismo–.

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cónica11, que no singular o lineal, siendo a ésta última a la única que podemos acceder por nuestra limitación humano–racional (Kant). La visión cónica nos permite situar dos realidades anacrónicas frente a frente, sucediendo al mismo tiempo, y ante un testigo total–privilegiado que ocupe un puesto central ante el ruedo de la vida (Motor inmóvil peripatético), cuyo baremo es la libertad y cuyo punto, único y exclusivo, de unión, se encuentra en el Hijo (Dios y mundo se unen por medio de Él). Desde aquí mi título “Todos Somos”, y desde aquí, todos los hombres son iguales, caminantes hacia la Verdad, desde la libertad, para ser Liberados12 (valga la redundancia).

Todo procede desde un mismo principio, y todo está interconectado. Una conexión que trasvasa los límites espacio–temporales (por hacer un símil véase el efecto mariposa), simplemente por proceder del único Dios “ [...] entonces, ¿será destruida o no la materia? El Salvador dijo: –Todas las naturalezas, todas las producciones y todas las criaturas se hallan implicadas entre sí, y se disolverán otra vez en su propia raíz, pues la naturaleza de la materia

11 Véase Cosmología “Libro de Urantia”.12 Nota: En este proceso de liberación se vuelve imprescindible la categoría de futuro. Futuro como parte de la Creación (la misma trasciende el paradigma de la naturaleza): El tiempo, y no sólo el espacio, es parte de la obra creadora de Dios . Por tanto, decimos que el futuro y sus estructuras deben estar creadas a priori para que el hombre pueda elevar su esencia al infinito. De no ser así, Dios mismo se volvería un esclavo de su propia Creación, estando obligado a crear constantemente cada instante temporal (teísmo en grado sumo y peligroso acercamiento al panteísmo). La mayor contradicción radicaría en una continua construcción de Dios que, inevitablemente, se encuentra sometida a una destrucción de carácter aleatorio desde algo que está fuera de Él –puesto que Dios no es destructor-. Por tanto, la omnipotencia divina radica en que su participación en el mundo es real y libérrima, de ahí que el mundo –futuro como parte de él- tenga entidad propia. Futuro es como el túnel –esta imagen nos posibilita la visión cónica que supera el tiempo y el espacio- del vehículo que es el hombre. La misión humana está en aprovechar ese túnel para acercarse lo máximo posible a su hacedor original, quien deja, para ello, espacio a la libertad. “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3, 1-12)

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se disuelve en lo que pertenece únicamente a su naturaleza. Quién tenga oídos para escuchar, que escuche”13.

Con la Creación, Dios muestra el amor profundo que siente por el hombre; con la Encarnación, lo demuestra.

Corrupción–Incorrupción

En el proyecto de Dios no existía la muerte, así lo relata el Génesis, pero la muerte se introdujo en el mundo… El Hijo Eterno, no sometido a la condición de corrupción, asume la contingencia, y nos libera. Verdad absoluta, pero no cronológica. Dios trasciende al hombre, y “escribe derecho en renglones torcidos”. Llegados a este punto, creo que la materia, y su única producción autoconsciente e intelecto–reflexiva (el ser humano), juega un papel crucial en la correcta comprensión de la Cosmo–teología.

Reflexionemos acerca del hombre como criatura; hombre como creación de Dios, y obra cumbre del Todopoderoso “y vio que era muy bueno” (Gn 1, 31a). La perfección humana radica en la plena manifestación de la omnipotencia divina. La infinitud ha logrado crear la finitud. Con el hombre, ha llegado a su máximo exponente la impresión y la consciencia (siempre hablando desde la psicología) de corruptibilidad. Dios ha creado un ser que se sabe, o que se puede pensar, finito. Lo incorruptible ha logrado la credibilidad de la corruptibilidad. Ante esto −y terminando este aspecto−, decimos que el sueño (la vida) se ha convertido en “realidad” y la realidad (lo infinito) en “sueño” (esta proposición tiene carácter de absolutez simplemente desde la dimensión cronológica) −noción fuertemente enraizada en la psicología humana que le obliga a pensar en un sentido último de su

13 Extracto del evangelio apócrifo de María Magdalena.

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existir−. Recojo todo esto con la afirmación de que hemos sido hechos para “ser” (existir, vivir y desarrollarnos) fuera de Dios, de la condición divina y, para ello, es necesario hacerlo en la condición material, la única que nos permite ser lo que somos. “Dios se propuso acabar con el panteísmo y salió victorioso con nuestra aparición”.

Respecto a la soteriología indicar que el proyecto de Dios siempre ha sido salvífico. Dios desde siempre nos ha salvado, y, para ello, lo primero que ha hecho ha sido crearnos. A partir de aquí la libertad ofrece al hombre el negarse a ser salvado. Sin embargo, para llegar a la plenitud humana, el hombre se va configurando con Dios y su proyecto salvífico en la medida que va respondiendo a sus designios. Finalmente, Dios recoge y salva la historia de cada ser humano en particular y la historia en general (en este sentido afirmo que la corruptibilidad es solo apariencia, una simple condición de nuestro existir y una mera impresión psicológica).

Desde la perspectiva divina no existe la corrupción, que para mejor entendernos llamaré “la muerte total”. Pues la materia no desaparece para luego surgir de la nada, estando obligada a ser reabastecida continuamente, sino que es procesualmente transformada por medio de reacciones químicas constantes (la desaparición material definitiva es sólo escatológica y holística). Aquí vemos la acción de Dios como el gran ordenador de la materia, la cual, no siendo más que energía fuertemente acumulada (o mejor “información”), es convertida con una matemática empírica sublime, tras un caos inicial, en un cosmos total14.

14 La vida espiritual se constituye a partir de una menor densidad en la acumulación energética (interacción con la vida material al estar en un mismo espacio pero en rangos diferentes). La cuestión aquí radica en la materialidad -por supuesto sub-atómica- de la vida espiritual o no –siendo meramente energética-. Surge también, de este modo, la posibilidad de la existencia infinita de mundos en cuanto a las densidades y formas unitivas de los elementos materiales y, por ende, un número ilimitado de criaturas racionales posibles (me acerco más al pensamiento de

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Protología > Científica–acotada–temporal–finita. (Ej: Big Bang).

Escatología (Disolución material)> Espiritual–libre–atemporal–infinita–irrepetible (constantemente renovada)–eterna.

Aspectos finales

Para ir finalizando este apartado, y siguiendo con el título de la reflexión la cual es la tesis principal de la misma, me pregunto que si no es verdad que TODOS SOMOS, los que fueron ¿andan esperando en forma espiritual en cualquier tipo de espacio metafísico?; los que viven ¿son los protagonistas absolutos durante su existencia?; los que serán ¿son una especie de archivo informático a la espera de salir a la realidad del mundo cíclico, cambiante e improvisado? A la luz de estas cuestiones, inverosímiles como son, nos vemos obligados a tomarnos la vida más en serio, pues estamos siendo, desde ya, lo que seremos siempre y para siempre: “lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo” (Mt 16, 19).

Muchas producciones cinematográficas han planteado y recreado la utopía de dominar el tiempo, de viajar a momentos históricos (pasado) y meta–históricos (futuro). El hombre puede ser consciente de esa realidad. Sin embargo la ciencia, tras muchos quebraderos de cabeza y bajo “infalibilidad pontificia” (sólo vista como símil), que sólo en casos extremos en ella se sucede, ha afirmado con rotundidad que esto es imposible para el hombre, pero, ¿nos atreveríamos a afirmar que también lo es para Dios? Dios puede estar, no sólo en todos los sitios del momento histórico en el que estamos

Guillermo de Ockham que al de Giordano Bruno).

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vivos y somos conscientes en ese mismo instante, sino, a la vez, en todos los momentos históricos de la realidad, en todos los tiempos e instantes (tiempos e instantes vistas como nociones categoriales, que no ónticas) "Para Dios un día son como mil años y mil años son como un día". Ante esto sólo cabe el asombro del hombre ante la grandeza de Dios, como ya decía Rudolf Otto, para afirmar taxativamente: ¡Ahora si comprendo la Omnisciencia divina! “Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados” (Mt 10, 30).

O somos o no somos, pero como somos, siempre seremos y siempre hemos sido.

Cuestiones fronterizas

A la luz del pensamiento orteguiano y su perspectivismo, me aventuro a señalar que vivimos lo que es, fue y será el mundo y la historia para cada individuo. Entra aquí ahora la cuestión de la verdad y su concepción:

La verdad vista como algo dinámico, nunca estático. La verdad como algo que sucede, pero no sucedido. La verdad como algo sustentado por lo divino, no como algo a merced de lo humano. Para el hombre, la verdad es su propia historia, nunca un ideal o un concepto. Para él no hay, ni puede haber, más verdad que su propia existencia.

Somos imagen de Dios, imagen de la Verdad. Todos decimos algo de la Verdad; todos decimos algo de Dios. TODOS SOMOS la Verdad.

Por otro lado, y desde el ecumenismo, acepto que: Todos los hombres tienen la Verdad, pero los cristianos— especialmente los católicos— tienen, incluso, la verdad intelectual. Todos los hombres

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tienen a Dios, pero a los cristianos se les suma el hecho de conocerlo lo más racional —y humanamente— posible.

Dios >Teología–––––––––––––––––––––––Teología>Dios:

Muchas teologías, una sola Teología: DIOS SE HACE HOMBRE.

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¿Cuál es la gran consecuencia de que Dios esté por encima del tiempo y del espacio?

PUES QUE TODOS SOMOS DESDE SIEMPRE Y PARA SIEMPRE. QUE CADA HOMBRE ESTÁ EN EL MOMENTO Y EN EL LUGAR EN EL QUE DEBE ESTAR.