ramona, 16 enero 2011

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IMPRESO EN COBOCE-EDITORA OPINIÓN nº 299 cochabamba, 16 de enero de 2011 Hasta más allá del horizonte Joaquín Aguirre Lavayén (1921 – 2010)

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Suplemento Ramona, 16 de enero de 2011

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Page 1: Ramona, 16 enero 2011

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Hasta más allá del horizonte

Joaquín Aguirre Lavayén

(1921 – 2010)

Page 2: Ramona, 16 enero 2011

*EL PAPIRRI

L es cuento que estuve participando en el EncuentroInternacional sobre el Estado Plurinacional e In-tercultural “Sumak Kausay y Derechos de la Natu-

raleza”, realizado los días 13 y 14 de diciembre de 2010, enla sede de la FLACSO-Ecuador, con la participación deacadémicos, dirigentes de organizaciones y lideres espiri-tuales de Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, México,Guatemala y Perú. De tanto escuchar ponencias encontra-das, llego a la conclusión de que yo mismo soy un produc-to intercultural, nacido de encuentros plurinacionales. Noes por alaraco, desde hace siglos voy siendo así.

Atisbando mi historia por vía materna, llego a vislum-brar a la madre de mi abuelo, Agustina Chazarreta, ma-triarca de luz propia, de estirpe vasca mestizada en lacampiña del Chaco. Se sospecha que apareció un mulatouruguayo anónimo, bohemio y cantor, que la enamoróhasta perder la lucidez. Y de aquellas noches de pasiónclandestina nació mi abuelo Andrés Chazarreta, quienejerció el apellido materno -ante la disipación del morenocantor-, naciendo un mulatovasco de gran talento musi-cal, hoy declarado padre del folklore argentino. De allívienen mis churcos, mi amor por el blues, la bossanova, eltango y mi testarudez crispada. Alguna vez me mostraronuna foto del abuelo Andrés con su hermana y tías: parecíauna banda de gospel del Mississippi. Andrés enamoróperdidamente a la hija del italiano Antonio Palumbo,quien había llegado desde Napoli a fabricar vinos y quesosen una hacienda del Chaco en Manogasta (de allí viene mientusiasmo por el trago y mis ataques de ira). Mi abuelaAnita Palumbo Orellana, mestiza napolitana con sangrequechua (el tano se casó con chaqueña), procreauna niña hermosa poblada de rulos, la bella vas-coafroitaloquechuaespañola Anita ChazarretaPalumbo, mi madre, quien fuera eximia concer-tista de guitarra y bailadora de chacareras. En cuanto alos volcanes y nevados genealógicos de mi padre, al-canzo a mi abuela Concepción Block, que traía genesde Alsacia -¿donde será?-, mezcladitos con chicharróncochala quechua. La abuela Conchita se enamoró irre-

mediablemente de un mestizo bi sanguíneo aymara espa-ñol de Antofagasta (entonces Bolivia), mi abuelo Manuel,naciendo los ríos plurinacionales del papa Germán, forni-do mestizo alsacioaymaraespañolquechua .

Entonces, compañeros, me declaro full color, compo-nente del multiverso, militante de la diversidad. Soy vas-coafroaymaraalsacioitaloquechuaespañol, un menjunjedigno del paradigma de la complejidad, por eso toco laguitarra a veces como charango, a veces como batucada,cantando con voz de migrante tanguero y con la musicali-dad vital de una tarka que zapatea esta múltiple esencia.Por eso, hermano indígena dirigente, no me mires raro eneste Encuentro, no exijas que sea mono racial, muchas ra-zas navegan por mi alma y no tengo la culpa. Soy un ver-dadero ch’enko total a puro orgullo, un combinado pluri-nacional tejido en el amor intercultural, fruto hibridoinconcluso de nuestro continente. Por esto, hermanoafroecuatoriano que me miras como diciendo qué hacesen este Encuentro, no me pidas que tenga un solo color,tengo una whipala derretida en las venas.

Me hubiera gustado parlar mis siete lenguas, reunirmecon mi familión planetario en esta navidad y festejar quesomos hijos del cosmos, padres del mestizaje, nietos de ladiversidad plurinacional, amasada con pasión intercultu-ral. Difícil es. Me queda ejercer la defensa total de lo plu-rimultituttifruti y ser insurrecto con los racistas, con losimperialismos que tratan de imponer un solo modo de verla vida y desprecian las autodeterminaciones, con los su-puestos mono-sanguíneos (¿lo serán?), que a veces creenpertenecer a una tribu superior. Por eso, hermano anglo-sajón del gollete rojo, no me pidas que sea parte de occi-dente, occidente es solo una parte mía.

Soy un mixto florido, confundido y romántico que

ramona2 cochabamba, 16 de enero de 2011

editores: santiago espinoza, andrés laguna y sergio de la zerdala troupe: adriana campero, camila ramírez yaksic, ricardo bajo,javier y luis rodríguez y luis bruncolaboradores: bartolomé leal, benjamín santisteban, xavier jordán,

javier velasco, manuel monrroy, pablo virgüitti, andrés rodríguez yliliana colanzi diseño: luis brunarmado: lucio huaranca magne

contactos publicidad: 72217007 - 72253816

PRESUNTOS IMPLICADOS

Desde el ombligo del mundo

Yo soy e intercultural

La sección “La Preguntita” de la RAMONA

se trasladó al Facebook (Ramona opinión). Se

publican todas las respuestas posibles. La nueva

pregunta de la semana, que igualmente estará

en el Facebook, es:

¿Dónde no debería“refugiarse” Mario Cossio?

Las respuestas también podrán enviarse,

c o m o e s c o s t u m b r e , a l a d i r e c c i ó n :

[email protected]. La edición virtual

de la revista puede encontrarse en el sitio

www.opinion.com.bo. ¡Gracias a todos!

[email protected]

¿Por qué los transportistas quieren elevar el precio del pasaje?PREGUNTITA

solo quiere dar y recibir humor y amor, militante activo dela cuna planetaria de la sensibilidad; humanista-animalista de una minoría absoluta que cree posi-ble un mundo poblado de paz, y mira al prójimocon la ternura y comprensión desde su alma atra-vesada. Hey dicho. Felices fiestas. Manuel Fernan-do Monroy Chazarreta Block Palumbo Misky Cha-mi Matoko.

*El Papirri es el popular cantautor paceño Manuel MonroyChazarreta, quien continúa sus crónicas desde Quito, Ecuador.

[email protected]

Soy un verdadero ch’enko total a puro orgullo,un combinado plurinacional tejido en el amor inter-cultural, fruto hibrido inconcluso de nuestro conti-nente. Por esto, hermano afroecuatoriano que me mi-ras como diciendo qué haces en esteEncuentro.

Page 3: Ramona, 16 enero 2011

BARTOLOMÉ LEALDESDE FLORIANÓPOLIS

E l siglo XIX fue el período de oro de la narrativa de via-jes. Los avances en los transportes y las comunica-ciones, heredados de la revolución industrial, trans-

formaron los periplos no ya en una aventura con posibilidadesde perder el pellejo, sino en una empresa factible, de la cual sepodía sobrevivir. En teoría, por cierto: el mundo era ancho yajeno. Con ello nace el escritor especializado en el relato deviajes, como este Monsieur Biard, un pintor y dibujantefrancés nacido en Lyon en 1798 y que “pasó la mayor parte desu vida recorriendo el mundo, tomando apuntes, narrandosus viajes, con destino a publicaciones periódicas de aqueltiempo”, como nos informa el anónimo prologuista de este li-bro que, para mayor gratificación, cuenta “con dibujos del au-tor”. En realidad los grabados son de Edouard Riou (el céle-bre ilustrador de las obras de Julio Verne), a partir de loscroquis de Biard.

François-Auguste Biard visitó el Brasil entre los años1858 y 1859. Una de sus escalas fue Río de Janeiro, donde tu-vo un encuentro con Pedro II e hizo retratos de la familia im-perial. El punto es gracioso porque su libro empieza con estediálogo imaginario: “Mi querido amigo, ¿de dónde habéissacado esa idea de ir al Brasil? Es un país nada saludable; lafiebre amarilla existe todo el año, y dicen que hay serpientesvenenosas que en pocos minutos despachan al más pintado.No vayáis al Brasil –me decía otro–. Nadie va allí a menos deser nombrado emperador del Brasil”. Lo de Biard se publicóen la revista divulgativa Le Tour du Monde, que apareció en-tre 1860 y 1913. Las ilustraciones por sí solas hacen de este li-bro un prodigio.

Durante su viaje Biard coleccionó conchas, plumas depájaros, cangrejos y pieles de animales. Los usos y costum-bres locales, las condiciones de vida de esclavos e inmi-grantes, las ciudades del litoral marítimo, la selva amazónica,la fauna y la flora, noticias etnográficas con visión de época ymucho más, son descritos en el libro. Los brasileños hanopinado que “el artista francés fue uno de los más satíricoscríticos de la vida cotidiana en el clima tropical brasilero.Narró innumerables aventuras involucrando insectos, rep-tiles y animales feroces. Su libro está ilustrado con dramáti-cos grabados de nubes de mosquitos, invasiones de hormigasy una operación de extracción del llamado bicho del pié”. Sedescribe la travesía en el vapor inglés Tyne, donde alterna con unos“pobres colonos alemanes que, confiados en promesas que rara vezse realizan, iban a probar fortuna al Nuevo Mundo”. Se equivocó elbueno de Biard: los descendientes de esos alemanes se hallan entrelos más ricos ciudadanos brasileños de hoy.

No se arredra jamás. Lo dice bien: “El instinto de conservaciónda la fuerza suficiente para arrostrar los peligros; el hábito gasta lasemociones y el hombre se acostumbra a vivir en los sitios más salva-jes y menos sanos”... Pero Bahía lo impresiona desfavorablemente:“Negros, siempre negros, gritándose, moviéndose, empujándose un-

os a otros. Nada de inesperado en los trajes: pantalones sucios,camisas sucias, pies no más limpios y gruesos como los de los ele-fantes, por causa de la horrible enfermedad que llaman elefantiasis”.En todo caso matiza, para tranquilizar a sus lectores: “Siempre habíaoído decir que para ver negras hermosas era preciso ir a Bahía. Enefecto, vi algunas que no me parecieron mal, pero todo aquello se re-volvía en las callejuelas estrechas de la ciudad baja, donde los comer-ciantes franceses, ingleses, portugueses, judíos y católicos vivían enuna atmósfera pestífera”. Como fuera, los dibujos y croquis queBiard realiza de esos desgraciados (según él), son espectaculares.

Se instala a pintar al aire libre y en el palacio imperial (donde le

han dado una enorme llave para ingresar). Allí se deleitacontemplando las maniobras de la guardia, comiendo fru-tas y bebiendo café. También se asombra de la estatura ybelleza de las negras de Río, que siempre cargan algo en lacabeza, lo que les da un aire majestuoso al caminar. Asistea fiestas religiosas en las calles cariocas, donde se baila ycanta a ritmo desenfrenado, con instrumentos inventadospor los negros. Se admira de las ventas de pájaros multi-colores y de las subastas de esclavos, no distinguiéndoseéstos de otras mercancías: “Un comprador se quedó condos mujeres, un negrito, una mesa, varios utensilios y uncaballo”. Los seres humanos salen caros, apunta, porque eltráfico de esclavos está abolido.

Su natural inquieto le hace aprender el portugués,para comunicarse mejor, y pronto se pregunta acerca delos indios. Le dicen otros franceses que son una raza per-dida en Brasil. Pero él ha escuchado de un italiano quevive al interior, en Espíritu Santo, donde se ha hecho ricocon la madera de palisandro, y que se sirve de indios. Ha-cia allá se embarca. Cuenta: “A punto de partir, se meocurrió hacer una cosa de que no tenía la menor idea: hac-er fotografías. Ahora bien, como no entendía una palabradel asunto, compré uno viejos instrumentos inservi-bles...”. No le funcionaron, por cierto, y la posteridad seperdió las fotos de Monsieur Biard (aunque tal vez hayapor allí alguna placa olvidada). Un incendio en el barcoque los lleva a Victoria le permite hacer vívidas descrip-ciones de los sufrientes pasajeros quemados. El resto delviaje lo hace en canoa, entremedio de los manglares.

“Al caer la tarde llegamos a la aldea india de NovaAlmeida, habitada en otros tiempos por los jesuitas. Enmedio de la plaza hay un poste, al que eran atados los in-dios culpables de algún delito”. En la cercana aldea deSanta Cruz ve una iglesia que es pura fachada (“obramaestra del orgullo humano en su más sencilla expre-sión”), contempla sus primeras orquídeas y se admira decacatúas, sapos, luciérnagas y monos. La selva lo pone fi-nalmente en éxtasis. Es allí donde pretende realizar boce-tos de las tribus salvajes que halla a su paso. Pero las difi-cultades se revelan insalvables, dado que por supersticiónse niegan a posar para el pintor. Al revés, Biard se trans-forma en objeto de interés para los indios, le componencanciones. Las asechanzas de alimañas lo mantienen enconstante alerta. El viaje se ha transformado en una aven-tura peligrosa, pero se lo pasa en grande.

Biard no siempre viajó en solitario. Hasta por el Polo Norte an-duvo, donde conoció a su prometida y luego esposa Léonie d’Aunet,también viajera, que publicó en 1854 un libro bastante popular en laépoca sobre sus experiencias en el Círculo Polar Ártico. La Madame,vuelta famosa, no tardó en caer en el delito de adulterio, nada menosque con Victor Hugo, otro gran viajero decimonónico. Fue condena-da. Monsieur Biard se portó implacable. ¿Qué es preferible? ¿Viajarsolo o acompañado?  Daría para una encuesta.

www.mauroyberra.cl

ANDRÉS RODRÍGUEZ

N os encontramos ante un nuevo año. Tal como con los nego-cios y demás actividades, al ser comienzo de una nueva ges-tión, la industria del cine también anda algo aletargada. Con

una cartelera donde el Pocholo aún se mantiene con vida, y con pelí-culas del año pasado, el panorama cinéfilo no es muy llamativo quedigamos.

Es por esta razón que, ante mi imposibilidad de hacer noche defin de semana, mi mejor opción era revisar la cartelera. Ya había per-dido la chance de ver Casting, porque extrañamente la última fun-ción era a las 16:20 (otra gran “genialidad” del Cine Center). Ante es-ta situación, grande fue mi sorpresa de ver en exhibición a la últimacinta del señor Eastwood, Más allá de la vida. Por descuido, dejadezo comodidad, no lo recuerdo bien, pero, con el día por delante, optépor asistir en el horario de trasnoche, junto a una parejita. Éramos lasúnicas “almas” en la sala. Considerando la prioridad que suelen darnuestras distribuidoras a las películas, que Más allá de la vida esté encartelera es una verdadera rareza, pero poco me iba a durar la emo-ción. Mejor vayamos por partes.

La historia nos presenta a tres personajes. El primero es GeorgeLonegan (Matt Damon), un trabajador de fábrica con un “don/mal-dición” que lo convierte en un psíquico exitoso, pero reacio a haceruso de sus “habilidades”, que le permiten contactarse con las perso-nas que son parte del “más allá”. En el otro lado del mundo tenemosa Marie Lelay (Cécile de France), una periodista francesa que, du-rante sus vacaciones, enfrenta una experiencia de vida y muerte, alsobrevivir al trance traumático y destructivo que puede ocasionar untsunami. Por último tenemos a Marcus, un niño que vive en Inglate-rra, que se ve afectado por la pérdida de su hermano gemelo Jason enun accidente. Todos estos personajes se ven unidos por un aspecto

en común, que es lo sobrenatural, lidiar con la muerte, el entendereste fenómeno, saber convivir con ello y encontrar (o al menos, in-tentar) respuestas al respecto.

Podríamos decir que esta historia con tintes de drama fantásticosobrenatural no suele ser -o no es- el tipo de película que normal-mente abordaría o nos presentaría Eastwood. Con un guión de PeterMorgan (Frost/Nixon, The Queen), el director presenta una cintaarriesgada y distinta a las que nos tiene acostumbrados.

¿Qué es la muerte en sí? La respuesta puede ser distinta deacuerdo a las creencias, religiones, culturas y concepción de vida decada ser humano. Es un concepto que puede tener muchas connota-ciones y posibles abordajes, y no una noción maniqueísta, que se pre-senta en el debate entre dos tópicos que son parecidos, pero que noson lo mismo, como son el espiritismo y la espiritualidad. Sin embar-go, la historia se decanta finalmente por el primero, explotándolocomo forma de redención “pseudo científica”.

Eastwood utiliza una fórmula para desarrollar a sus personajes“a la Iñárritu”, muy similar a lo visto en filmes como Amores perros,21 Gramos y Babel. La diferencia está en que, en vez de ligar a los per-sonajes a un hecho concreto, como lo hacen los filmes mencionados,el realizador toma a la muerte y lo sobrenatural, en su gigantesca to-talidad, como el referente que une a los personajes principales. Lastres historias son desarrolladas con mucha calma a fin de crear unambiente de suspenso capaz de mantener intrigado al espectadorrespecto al desenlace que puede o no suceder entre ellos. A momen-tos el guión tiene el potencial de brillar y desenvolver una trama másque interesante, pero, lamentablemente, sus debilidades son másfuertes y la convierten, a momentos, tediosa, predecible, poco creíblee incapaz de mantener el dramatismo de las situaciones.

Respecto a las actuaciones, personalmente no veo en Damon elmaterial ni la capacidad de desarrollar una actuación de clase “A”,

como las que normalmente requieren directores de primera talla delestilo de Eastwood. La actuación de Damon va desde terrible hastamediocre (en el mejor de los casos); frente a la cámara es un vegetalincapaz de transmitir emoción alguna, salvo, por la excepcional es-cena –lograda más por la habilidad de Eastwood que por su capaci-dad actoral- de la degustación del curso de cocina, en la cual interac-túa con la actriz Bryce Dallas Howard, logrando una secuenciaexquisita, que, gracias a los juegos de planos, se muestra sensual yelegante por la sencillez con la que es desarrollada. Sin embargo, notodo es malo con las actuaciones en la película, ya que sus colegas,más precisamente Lelay y los jóvenes gemelos Frankie y GeorgeMcLaren, salvan con lo justo la ineptitud del rol protagónico que lequeda gigante al estadounidense.

La película no es mala per se, aunque suene trillado. Ésta no gozade “alma” en el relato, ni logra relucir la estampa dramática, real, dis-tinguida y conmovedora que ofrecen cintas del mismo Eastwood, co-mo Gran Torino, Million Dollar Baby o Changeling, por mencionar al-gunas.

Con críticas mixtas, en las que algunos la alaban y otros la des-truyen, personalmente creo que estamos ante una de las incursionesmás flojas del director de Los imperdonables. El resultado se asemejaa un intento de libro de autoayuda de cómo lidiar con la muerte, conel más allá y con los espíritus, que espera que sonriamos -con suspi-rito incluido- y nos sintamos mejor respecto a nosotros mismos al fi-nal. La cinta es un intento de abordar un género inhabitual en East-wood, pero como dicen -tal vez para reconfortar un poco- “hasta losmás grandes se equivocan”, aunque no toda la culpa sea del realiza-dor. Más allá de la vida es una película regular, que podrá conmovera algunos, pero no perdurará “más allá” y quedará como un simplerecuerdo efímero.

[email protected]

ramona 3cochabamba, 16 de enero de 2011

Memorialistas & Viajeros

François-Auguste Biard: “Dos años ”

Más allá de la vida, la última cinta de Clint Eastwood, se exhibe en el Cine Center

Popurrí para el “alma” cinéfila

Page 4: Ramona, 16 enero 2011

ramona ramona4 cochabamba, 16 de enero de 2011 5cochabamba, 16 de enero de 2011

Despedida al destacado escritor y emprendedor cochabambino

Homenaje póstumo a Joaquín Aguirre Lavayén

Homenaje a Joaquín Aguirre Lavayén, el empresario y escritor recientemente fallecido

Desde el puerto de las palabras

Sobre Vidas lejanas, película que esta semana abrió los estrenos nacionales del año

Cercanas (mal)vivencias El Predicador dice en el “Eclesistés”: “Todo tiene su tiempo y todo lo que sequiere debajo del cielo tiene su hora”. “Tiempo de nacer y tiempo de morir;tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado” (3:1-2).

*ADOLFO CÁCERES ROMERO

A quí nos llegaron -por propia voluntad- los restos de uno de los bo-livianos más egregios de los últimos tiempos. Un boliviano que na-ció en nuestro valle, para honra y gloria del país. Nació hace 89

años y nos deja no sólo su palabra, traducida en singulares obras literarias,sino también sus hechos. Joaquín Aguirre Lavayén hizo realidad sus sue-ños. Alguna vez dijo: “Para mí los sueños son vida. Hay sueños de todos lostamaños. Cuando uno sueña toma riesgos. El que no sueña acepta las cosascon mediocridad, por suerte tengo un temperamento que me obliga a cum-plir los sueños”. Plantó lo que pudo como ningún otro boliviano, por amor,más que todo, a su Patria. En enero del 2009, le dijo a un periodista de San-ta Cruz de la Sierra: “Hay una frustración que me sangra, porque amo a mipaís. Me duele que Bolivia no ocupe el lugar que le corresponde en el Con-tinente, que es uno de dignidad y desarrollo para su gente”. Por eso trabajócon denuedo. El 11 de septiembre de 1988, la Central Aguirre Portuaria S.A.inauguró Puerto Aguirre, primer puerto boliviano con acceso directo y so-berano al océano Atlántico, por vía de las aguas internacionales de la Hi-drovía Paraguay – Paraná, del cual precisamente fue fundador JoaquínAguirre Lavayén. En 1991, ese puerto se convirtió en la primera Zona Fran-ca comercial e industrial de Bolivia. En 1997 inauguró la primera terminalpetrolera de Bolivia. El 23 de marzo del 2005, fecha de imborrable recuer-

do para nosotros, Puerto Aguirre inauguró la primera terminal de contene-dores de carga, permitiendo que Bolivia se vinculara al Atlántico con lospaíses del Mercosur.

Joaquín Aguirre Lavayén nos deja una obra imperecedera, con su sellopersonal, tal como lo hizo en su momento su ilustre abuelo Nataniel Agui-rre, autor de la célebre novela Juan de la Rosa. En ambos creadores latía elamor a la Patria. Aguirre Lavayén alguna vez dijo: “Hay que tomar cariño alo que uno hace. La calidad más grande del ser humano es la posibilidad deamar”. Y esa posibilidad se hizo realidad en sus obras, por ellas lo tendre-mos siempre junto a nosotros. Su voz nos llega en cada uno de sus libros.Tomó la Historia patria como principal motivo de su inspiración, para quesiempre recordáramos como se forjó la nacionalidad, a partir de la Con-quista en su hermosa novela Más allá del Horizonte (1951); luego nos habladel mar arrebatado en Guano maldito (1976); para después contarnos losturbulentos años de Belzu y Ballivián, en En las nieves rosadas del Ande(1991).

Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, todavía sentimos el cálidoaliento de sus palabras, la presión de su mano franca. Debemos estar segu-ros de que no lo tenemos ausente. Con nosotros está su empeño por forjar-nos un futuro promisorio. Un hombre así, de huella profunda, no se aleja desu pueblo. Para consuelo nuestro y de su familia, debemos estar seguros deque ahora reposa en la mansión de los justos.

*Texto leído en el homenaje póstumo realizado a Aguirre el pasado martes en la Goberna-ción de Cochabamba.

[email protected]

LOURDES SAAVEDRA BERBETTY

B ajo la tierra el ojo guarda una imagen”, dice Edmundo Ca-margo, pero la tierra también recibe una trayectoria reco-rrida antes del gran viaje, y la vida como algo que trascien-

de la existencia material. La noticia de la muerte de JoaquínAguirre Lavayén sigue retumbando en mi cabeza mientras observosus cenizas que son veladas en el Salón Central de la Gobernación.Familiares, amigos, personalidades culturales, políticas y periodis-tas llegan a rendirle tributos a un hombre multifacético que nacióen la ciudad de Cochabamba en 1921; un novelista, diplomático yempresario que marcó huella en la literatura boliviana constituyén-dose en una autoridad en novela histórica. Títulos como Mas allá dehorizonte, Guano maldito, En las nieves rosadas del ande marcaronun hito en el complejo y kamikaze trabajo de dilucidar el “ser boli-viano”.

Hace algunos meses, con Luis Brun realizamos un documentalde homenaje a Joaquín Aguirre Lavayén para el Centro Simón I. Pa-tiño, y tuvimos la oportunidad de conocerlo. Recuerdo que nos re-cibió con una lucidez impactante y las exigencias de alguien concriterios estéticos sólidos, forjados en su experiencia personal co-mo canon de excelencia. Entonces teníamos el reto de lograr la unidad delas diversas facetas de este autor: su fascinación y el cariño con los que nosmostraba los mapas, la delicadeza y el celo con que cuidaba sus libros, elnarrar los ingratos laberintos de la historia colonial, la telaraña de intrigasy pasiones políticas del periodo republicano, sus investigaciones genealógi-cas sobre Nataniel Aguirre y Miguel Suárez Arana. Todos éstos fueron an-tecedentes que convirtieron el proyecto audiovisual en una prueba de fue-go con un final incierto.

Las veces que pudimos visitar su departamento en Cochabamba obser-vamos las fotos de su familia, como andamios perfectos para retratar a unhombre que lo dio todo por un país, por construir un sueño colectivo: la es-perada salida al mar que se logró gracias a su emprendimiento de PuertoAguirre en 1988. Pero, especialmente, encontramos en él un ser humanocomplejo que, con un brillo en sus ojos y una energía encomiable para unapersona de 89 años, nos exigía pedir más de la imagen, girar la tuerca alguión, conocer en detalle la historia, tocar a fondo la vida. ¿Quién fue Joa-quín Aguirre Lavayen? Es una pregunta muy difícil de responder. Por esoconsidero que se puede evocar su memoria por cuatro imágenes queconjuran puntos cardinales de su vida:

Entre héroes y fantasmas: Un niño y su perrito Billiken visitan aAdela Zamudio. Acompañando a su tía Margarita Aguirre, el pequeñoJoaquín camina por el zaguán largo de un patio colonial para visitar auna anciana poetisa y educadora de setenta años, quien con amabili-dad acaricia los cabellos de Aguirre Lavayén, y le hereda el fuego delas palabras. Después de casi seis décadas el niño se convierte en hom-bre, en escritor por vocación y rinde merecido culto a Zamudio en su libroGuerrillera del Parnaso. Ambos escritores tuvieron a Nataniel Aguirre co-

mo referente común, al ser éste abuelo de Joaquín, y personaje central queserá retratado en un libro póstumo escrito los últimos años de vida del es-critor.

Tripulante con destino: Joaquín estudió en La Salle y visitaba constá-tenme a su primo José Aguirre Gainsborg, militante del POR, guerrero de laautonomía universitaria quien le presentó a “los barbudos” de la galeríamarxista, y le enseñó que hay que luchar por los ideales entregando la vida.Joaquín extraña a su primo, también a su familia cuando decide irse a losEstados Unidos gracias a una beca en la Universidad de Darmouth para es-tudiar Literatura y Filosofía. Se encuentra físicamente lejos de Bolivia, pe-ro emocionalmente cerca de su país que pronto despertaría con el huracánde la Revolución Nacional de 1952. Sí, Joaquín, tu país estaba cambiando lahacienda de tus padres en Liquinas, que pronto desaparecería.

Más allá del horizonte La casa de la familia Lavayén en la Calle Colom-bia fue el escenario donde escribió Más allá del horizonte, que relata la con-quista del incario, el descubrimiento del Amazonas. Aguirre Lavayén,cuando intentamos entrevistarlo para el documental, nos mostraba con or-gullo las diferentes ediciones de este libro y los grabados de María Luisa

Pacheco. En una conversación que tuvimos señaló que escribió esta novelamirando el Tunari y preguntándose qué hay más allá de las cordilleras, de

los andes, del valle. Luego se fue a Colombia y se estableció por dé-cadas ya con una familia constituida, logrando ser un empresarioreconocido en las cadenas de supermercados y logró patentar in-ventos en la industria de los alimentos deshidratados. En 1976 selogra realizar una co-edición entre “Tercer mundo” (editorial Co-lombiana) y “Los Amigos del Libro” de su segundo libro GuanoMaldito, que, al igual que el primero, marca un hito en la novelahistórica, con el coloquio de dos aves que narran la carroña de losrecursos naturales. Las cicatrices de la Guerra del Pacífico y la me-moria del saqueo aún están abiertas cada vez que se lee este libro yse respira salitre y guano de “una guerra de mierda”, como queríatitular inicialmente este libro. A pesar de que estos dos libros sonlos más reconocidos, para Aguirre Lavayén es En las nieves rosadasdel ande, donde relata el enfrentamiento de Belzu y Ballivián, elque se constituye su obra mejor lograda. Esto lo dijo en una entre-vista que logramos realizar en Santa Cruz, oportunidad en la queexplicó que su predilección por esta obra se debe a que es una his-toria de traiciones escrita con sangre en la nieve del Illimani comotestigo inmóvil de la codicia humana.

Todos los caminos nos llevan a Puerto Aguirre. Francisco deOrellana, personaje de Más allá del horizonte, sabía que en la selva

“reina un pavor primitivo. Todo es miedo; todo es amenaza. En las tinieblaslos troncos de los árboles parecen cuerpos de monstruos negros y retorci-dos, brillan los ojos fosforescentes de las fieras confundidas con la luz delas luciérnagas”. Al igual que su ancestro, Miguel Suárez Arana, se dejó se-ducir por el llamado de la selva, por vivir y conocer de memoria el canal delTamengo. Cuando retornó a Bolivia, después de su estadía en Colombia,fue presidente de la Coorporación Boliviana de Fomento, y tenía una ideaclara de construir un puerto que otorgara al país la esperada salida al mar.Con la ayuda de sus hijos y una terquedad admirable después de mil desen-cantos con los políticos de turno y el no querer “mamar de la ubre del esta-do”, como señala Barnadas, logra construir Puerto Aguirre en 1988. Estefue un hito histórico porque Bolivia llega al Atlántico por esta pequeña fi-sura del oriente. El boom de la soya, el desarrollo regional de Santa Cruz yla historia socioeconómica de la llamada “media luna” boliviana no hubie-ra sido la misma sin este gran hito.

Hacer un merecido homenaje a Joaquín Aguirre Lavayén es hacer jus-ticia con una persona que nunca fue autocomplaciente consigo misma. No

se necesitan palabras edulcoradas que mitifiquen su grande-za. Recuerdo que, de manera confesional, en el documentalseñala que la literatura “hacía al hombre más humano y mássublime” y que su mejor logro fue la construcción de PuertoAguirre. Cuando estreché por última vez su mano, creo queno fue una despedida, porque estoy segura que su vida y obraalumbrarán el camino de las nuevas generaciones, que lleganal puerto de las palabras. Y como dice el epitafio de Vicente

Huidobro: “Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar”[email protected]

SERGIO DE LA ZERDA

E ra, para los editores de este su-plemento, un deber moral, unaconsigna indiscutible, apoyar

al cine nacional. A cada estreno, poní-amos en movimiento la fórmula de no-tas de avance semanas antes, tapa y en-trevista al director y/o actores a díasde la proyección, tapa, críticas y notascomplementarias el domingo poste-rior. Con excepciones, todo marchababien, regular, y luego la cosa se pusodifícil. La fórmula bien podía ser acu-sada de apología del delito. A fines del2010, la pregunta, parafraseando alNobel autor de Conversación en la ca-tedral, era inevitable: ¿Por qué se jodióel cine boliviano?

La llegada de la tecnología digitalal audiovisual del país tuvo un auspi-cioso debut en 2003. Rodrigo Bellottsorprendió muy gratamente con suDependencia sexual, película que, másallá de ser un buen trabajo en sí mis-mo, cumplió a cabalidad con los viejosanhelos de producción a bajo costo ydemocratización de la gran pantalla.Por entonces solo había esperanza, noexistía la remota idea de que, en sieteaños, el formato, más accesible que elceluloide, daría nuevos significados allugar común de “más peligroso quemono con navaja”. Pero dejemos que los estudiososnos expliquen este lamentable tránsito. Que seanellos quienes develen las razones de la triste crisis delcine boliviano al que -ahora con es-casas excepciones- a las carenciasmateriales se le ha sumado algo mu-cho más grave: la profunda medio-cridad y falta de talento.

Por una socializada división ar-bitraria del tiempo, la noche de cada31 de diciembre uno tiende a creer que lo pasado estápisado, que en cuestión de horas la vida será mejor. Y,tras horrendos despropósitos audiovisuales del 2010-el último de éstos un absurdo total llamadoEl Pocholo y su marida-, uno pensaba que yanada malo le podía pasar a la agonizante vi-da del cine de este país. Sin embargo, el bal-de de agua fría, aunque para un cuerpo cur-tido, llegó de inmediato.

La semana que pasa se estrenó en las sa-las del eje troncal Vidas lejanas, ópera primadel director Oscar “Okie” Cárdenas. Películaque, en teoría, fue minuciosamente produci-da desde hace más de un año; película que,se suponía, trataba el urgente tema de la mi-gración; película que tuvo el lujo de un pre-supuesto de casi 200 mil dólares. Películaque, en la práctica, no hace más que dar se-guimiento a todo lo desdeñable de la ante-rior gestión.

La cinta, basada en investigaciones sobrela migración según Cárdenas, cuenta la his-toria de dos mujeres, Ximena (Vivi Colom-bo) y Leonarda (Sonia Ovando), la primerade clase media y madre soltera en vista delabandono de su esposo que partió a España(y al que va a buscar); la segunda del campo,una trabajadora del hogar que, al ser víctimade ultrajes, decide también partir a la penín-sula. Hasta ahí, haciéndose uno de la vistagorda por el repetitivo cliché, todo bien.

El filme, de 100 minutos de duración, seinicia con una prometedora estética fotográ-fica que, en una fugaz escena, resume el ori-gen minero de Leonarda. Escena y ritmo queen lo posterior quedan en el olvido pues loque representan guarda escaso nexo con loque viene. Lo que viene a continuar la pelí-

cula rodada en digital es la pretensión de un dramasustentado en estereotipos, en visiones maniqueístasy trágicas de la migración, al estilo de bochornos co-

mo No veo España (2009) y En busca del paraíso(2010), cintas que Cárdenas -lo dijo en una entrevis-ta- no se tomó el trabajo de ver, cosa que debería ha-ber hecho al menos para no repetir equivocaciones.

El pretendido drama comienza a haceraguas a partir de un pobre guión, simplistaen sus diálogos, que por ello se tornan repe-titivos en la boca de sus intérpretes, todosinstruidos solamente en el histrionismo tea-tral. La intención conmovedora naufraga.No llaman la atención tanto las situacionesdifíciles de los personajes, como su absolutaingenuidad frente a la vida. Sin matices, latrama cuenta vidas de cenicientas abusadas,de brujas y ogros violadores de los tiemposactuales.

El tono de solemnidad tremendista–mala característica del cine reciente- co-adyuva asimismo a que el clima del dramase pierda. Los diálogos –vaya, otra “nove-dad”- están defectuosamente doblados(¿Por qué nuestros realizadores persistenen el doblaje? ¿Ya que en este caso estamosgastando millares, no contrataríamos untécnico para el asunto?) y los errores co-mienzan a generar serios distanciamientos.

El clima de telenovela mexicana acapa-ra la atmósfera visual porque éste es refleja-do incluso en la edición, de cortes veloces ypredecibles, cuando no en la lastimera ocumbiera música de fondo (y lo digo sin elmenor desprecio a la música popular, tanbien usada en otras producciones. Da la im-presión de que nuestros nuevos directoresle tienen pavor al silencio, que creen que lamúsica va a sustituir lo que la imagen nopuede decir por su cuenta).

Grabada en locaciones bolivianas (Tarata, las mi-nas de Siglo XX) y del exterior (Madrid), Vidas lejaspodría haberse resuelto en un pasable cortometraje

de no más de 20 minutos, prescindiendode las imágenes de la capital española que,en rigor, no aportan más que postales tu-rísticas a la trama, como tampoco aportanmucho las larguísimas caminatas o esperastratadas sin lenguaje visual de cine. Sobranigualmente raros exabruptos como las

muestras del trasero de uno de los personajes, unhippie venido a yatiri que lee la coca y los desnudosde las protagonistas que distraen la atención en cues-

tiones más nobles, ja.Lo que no sobra -lo paradójico es su efecto no

intencionado- es la hilarante actuación del can-tante de Los Kjarkas, Elmer Hermosa, para el quenunca mejor estuvo compuesta la frase: “ch’ama-galan de radionovela”. Y lo afirmo sin resquicio desorna, porque el descubrimiento de Hermosa enla gran pantalla debería ser muy tomado en cuen-ta por directores nacionales e internacionales. Elpapel de Hermosa en la cinta de Cárdenas da piepara pensar en un tremendo antihéroe de pelícu-las más afortunadas.

No puedo terminar esta nota sin referirme alos pésimos administradores del Cine Center. Ha-ciendo gala de su escasa educación, estos señores,el día de la premier en Cochabamba, interrumpie-ron a los artistas cuando éstos se disponían a to-mar la palabra, para poner en seco la película, sinimportarles la mucha gente parada en los pasillos.Al correo de la RAMONA llegaron varias quejassobre este aspecto, y el hecho de que, o hubo unaemisión arbitraria de invitaciones por parte de losorganizadores, o los boleteros no cumplieron sutrabajo, dejando pasar a personas sin ticket, y des-pués impidiendo el paso de decenas de asistentesque se quedaron sin ver el filme. El maltrato al ci-ne boliviano ha llegado hasta el ámbito empresa-rial. Son decenas las denuncias de que las cintasse ponen a destiempo -le ocurrió a mi colega conCasting-, y de las que además no se respeta la sa-lida de los créditos al final de las obras. En fin, haymucho por lamentar… ¡y ya se anuncia un engen-dro denominado Pancho y Silpancho!

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La intención conmovedora naufraga. Nollaman la atención tanto las situaciones difíci-

les de los personajes, como su absoluta ingenui-dad frente a la vida.

Hacer un merecido homenaje a Joaquín Aguirre La-vayén es hacer justicia con una persona que nunca fue

autocomplaciente consigo misma. No se necesitan pala-bras edulcoradas que mitifiquen su grandeza.

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SILVINA FRIERAPÁGINA 12

V erano imperdonable, con la tristezaembotellada en los ojos, en el cuerpo.El país está de riguroso luto. Las niñas

y los niños de ayer, las mujeres y los hombresde hoy que siguen cantando a coro a Manueli-ta que vivía en Pehuajó tienen una pena infini-ta. Esas voces ahora se quiebran –la congojasiempre desafina– cuando intentan completarlo que hizo la tortuga: un día se marchó. “¡Quéde campanas en la sangre siento/ cada vez queme olvido de la muerte!/ Pero sucede que ellano me olvida”. Estos versos, pletóricos de ex-quisito dolor adolescente, pertenecen al pri-mer libro que publicó María Elena Walsh,Otoño imperdonable, en 1947. Prologaban, conla energía desmesurada de los primeros pasos,la obra de una artista genial, tan fuera de serieque todo lo que tocaba –poesía, narrativa, mú-sica, dramaturgia– devenía inmediatamenteen oro. Tan fuera de serie es –en presente, por-que su inmenso legado no admite el pretérito–que considerarla un “icono nacional, “prócercultural”, “blasón de casi todas las infancias”,“un mito o patrimonio de la Argentina”, es re-citar –de memoria– una seguidilla de lugarescomunes de la lengua contra los que ella luchóhasta pulverizarlos. La muerte no se olvidó deella. Aunque se deseó que la noticia se hicierahumo, como un mal presagio, el lunes pasadomurió María Elena o la Walsh –como prefieracada lector–, a los 80 años, “luego de una pro-longada internación y como epílogo de padecimientoscrónicos que la aquejaban”, según indicó el parte emitidopor el Sanatorio de la Trinidad.

La muchacha que alguna vez se definió co-mo “desabrida, limpia y chúcara” nació en “cu-na de oro” el 1º de febrero de 1930, en RamosMejía. Su padre, Enrique Walsh, era un altoempleado de los ferrocarriles, “un anglo-ar-gentino enamorado de Dickens y fabuloso mú-sico autodidacto” que tocaba muy bien el pia-no. Su madre, Lucía Elena Monsalvo,descendía de andaluces. En la tranquila pobla-ción de la línea del Oeste, la niña trovadoracrecía con el abono ideal: infancia de clase media ilustra-da, rodeada de libros y de cine. Entre sus fantasías más se-cretas –confesaría muchos años después, cuando ya eraMaría Elena Walsh y se arrimaba a la orilla de lo que sellama un clásico– se imaginaba can-tando y bailando en un escenario,como en las “maravillosas” come-dias musicales que admiraba, las deGinger Rogers y Fred Astaire. En elaula de sus recuerdos brillaba laalumna aplicada, amiga atenta delos árboles y las gallinas, y del pasti-to que brotaba entre los ladrillos delas antiguas veredas, las mismas queevocó en una de sus canciones, “Fi-deos finos”. En ese ambiente de li-bertad, el oído se afinó con las can-ciones tradiciones inglesas paraniños que su padre le cantaba. Ahícomenzó a meter manos a la obragracias a las construcciones verba-les del nonsense británico.

Dueña de un pudor victorianoque se confundía tal vez con timi-dez, María Elena se plantó, incorre-gible en su rebeldía, cuando a los 12años decidió ingresar a la Escuela deBellas Artes Manuel Belgrano. Allí

conoció a la fotógrafa Sara Facio, quien con los años seconvertiría en su “gran amor, ese amor que no se desgastasino que se transforma en compañía perfecta”, como selee en su última novela autobiográfica, Fantasmas en elparque, publicada en 2008. En 1945, con tan sólo 15 años,apareció su primer poema, titulado “Elegía”, en la revista

El Hogar, y también escribió para el diario La Nación. Dosaños después, en ese 1947 dolorosamente inolvidable, mu-rió su padre al mismo tiempo que publicaba el poemarioOtoño imperdonable, que recibió el segundo Premio Mu-

nicipal de Poesía. Una lluvia de elogios coronó a la “jovenpromesa”. Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, SilvinaOcampo y Juan Ramón Jiménez celebraron ese primer li-bro.

Cuando se recibió de profesora de Dibujo y Pintura,enfiló con una beca para la Universidad de Maryland (Es-

tados Unidos), invitada por Jiménez, el au-tor de Platero y yo. Los seis meses que per-maneció junto al poeta fueron unaexperiencia traumática. Inolvidable, en elpeor de los sentidos. “Cada día tenía que in-ventarme coraje para enfrentarlo, repasarmi insignificancia, cubrirme de una desdi-cha que hoy me rebela –escribió Walsh en

un texto publicado en la revista Sur, en 1957–. Me sentíaaveriguada y condenada. Suelo evocar con rencor a la gen-te que, mayor en mundo, tuvo mi verde destino entre susmanos y no hizo más que paralizarlo.”

De regreso en Buenos Aires,consiguió la medicina para superarese mal trago junto a Jiménez. Vol-vió a escribir ensayos en diversaspublicaciones y frecuentó los círcu-los literarios e intelectuales. “Comoa sus vanas hojas/ el tiempo me per-día./ Clavada a la madera de otrosueño/ volaban sobre mí noches ydías.” Otra vez llegó un libro, el se-gundo poemario, Baladas con An-gel, editado en un mismo volumencon Argumento del enamorado, deAngel Bonomini, quien entoncesera novio de María Elena. No todoiba viento en popa, aunque pocos lopudieran percibir. No soportaba laspresiones familiares ni de la socie-dad. Para ella el peronismo era una“dictadura”. Necesitaba un cambio,respirar otros aires. La aventuraarrancó con una carta que sería elprincipio de una asociación artísti-ca y amorosa. La tucumana Leda

A los 80 años, murió la escritora y

El día en que el volvió

Creadora de personajes entrañables, como Manue-lita la tortuga, y de canciones inolvidables, María Elena Walsh fueuna de las grandes figuras de la cultura popular latinoamericanadel siglo XX. Escribió más de 40 libros y no esquivónunca –ni siquiera en dictadura– el debate político.

ramona6 cochabamba, 16 de enero de 2011

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compositora argentina, María Elena Walsh

a quedar para

ramona 7cochabamba, 16 de enero de 2011

Valladares, que entonces se encontraba en CostaRica, la tentó con una propuesta: juntarse en Pana-má para rumbear juntas hacia Europa. En el barcoReina del Pacífico, María Elena se probó el traje decantante. Días y noches su voz se fue fogueandocon las zambas de Yupanqui y los hermanos Abalos;cantó chacareras, bagualas y vidalitas anónimas, alson de los instrumentos de la compañera tucuma-na. Instaladas en París en 1952, en el Hôtel duGrand Balcon, una desvencijada pensión de artis-tas, la dupla fue eclipsando los escenarios parisien-ses con su exótico repertorio de canciones folklóri-cas. El dúo llegó nada menos que al famoso cabaretCrazy Horse. Pablo Picasso, Jacques Prévert y JoanMiró estuvieron entre su fascinado público. Lasmuchachas compartieron camarín con Charles Az-navour, por entonces un simple debutante.

En la “ruta a la libertad”, en la París donde secodeó con la chilena Violeta Parra y grabó sus pri-meros álbumes –Chants d’Argentine (1954) y Sousle ciel de l’Argentine (1955), con canciones de tradi-ción oral del folklore andino argentino–, empezó aescribir su primer libro para chicos, Tutú Maram-bá. Leda & María Elena volvieron a la Argentina en1956 y pronto salieron de gira por el noroeste ar-gentino. Después grabarían los dos primeros álbu-mes en el país, Entre valles y quebradas vol 1 y En-tre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957.Canciones de Tutú Marambá (1960) incluye las pri-meras canciones que harían famosa a María Elena:“La vaca estudiosa”, “Canción del pescador”, “ElReino del Revés” y “Canción de Titina”. El espectá-culo musical-dramático para niños concebido porel dúo, Canciones para mirar, se estrenó en el Tea-tro San Martín en 1962. A partir de doce canciones,Leda y María irrumpían en el escenario vestidas como ju-glares mientras los actores –Alberto Fernández de Rosa yLaura Saniez– representaban mímicamente, entre otras,“La Pájara Pinta”, “Canción del estornudo” y “La mona Ja-cinta”. La sociedad parió un nuevo espectáculo más, DoñaDisparate y Bambuco, dirigido por María Herminia Avella-neda, donde aparecieron el Mono Liso y la tortuga Manue-lita, el personaje insignia del universo infantil amasado porWalsh.

Antes de la separación de María Elena & Leda, hubo unúltimo disco, Navidad para los chicos (1963). Etapa creati-va y amorosa cerrada, publicaría un puñado de libros parachicos –El reino del revés (1964), Zoo loco (1964), DailanKifki (1966), Cuentopos de Gulubú (1966) y Aire libre(1967), que consolidó el universo infantil que MEW cons-truyó en la década del ’60. Desde entonces, las infancias demillones de argentinos estarán enlazadas por una liturgiainoxidable.

Narradora del disparate, “milagrera” a la hora de ex-pandir el humor y el absurdo, irreverente hasta lo inconce-bible, además de irónica y satírica, no habrá otra igual. Lagenia MEW, como si fuera una hechicera, tenía una pul-sión poética extraordinaria. En la matriz de su escritura es-tá la poesía. En el prólogo de Hecho a mano, su poemariopara adultos de 1965, está la clave. “No sé, yo solamenteversifico/ pura conversación a mi manera”, decía. Las eta-pas, del folklore a las canciones para chicos, pasaban. Lapoesía siempre quedaba. En el ’68 arrancó con sus recitalesunipersonales para adultos, Juguemos en el mundo, quefue disco también y en 1971 se transformó en una películaen la que actuó, dirigida por Avellaneda. Ese espectáculo-disco incluía la emblemática “Serenata para la tierra deuno”: “Porque me duele si me quedo,/ pero me muero si mevoy/ con todo y a pesar de todo/ mi amor yo quiero vivir envos”.

A la Walsh –opción que suena mejor para repasar susintervenciones públicas– le encantaba levantar polvareda.La bandera que se enarboló como símbolo de libertad y co-raje fue el artículo que publicó en 1979 “Desventuras en elPaís-Jardín de Infantes”, cansada por la censura y las

prohibiciones de películas, programas de televisión y li-bros. Ya estaba retirada de los escenarios; dictadura, terrory espanto trajeron el parate artístico en 1978. Esa piezacontra la figura del censor merece ser revisada y discutidasin menoscabar la importancia capital que tuvo. Un párra-fo de los menos recordados legitima sin artilugios lingüísti-cos el accionar de la represión y convalida la teoría de los“dos demonios”. “Que las autoridades hayan librado una

dura guerra contra la subversión y procuren mantenerla paz social son hechos unánimemente reconocidos–señaló en ese texto–. No sería justo erigirnos a nuestravez en censores de una tarea que sabemos intrincada yde la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justificaque a los honrados sobrevivientes del caos se nos en-cierre en una escuela de monjas preconciliares, amena-zados de caer en penitencia en cualquier momento ysin saber bien por qué.” Ante la posibilidad de imple-mentar la pena de muerte en el país, en 1991 escribió unpoema demoledor: “Cada vez que se alude a este escar-miento, la Humanidad retrocede en cuatro patas”. LaWalsh no sintonizaba con el imperativo de la “correc-ción política”. Una de sus últimas intervenciones máscriticadas fue cuando –en 1996– invitó a la Carpa Blan-ca docente a retirarse de la plaza “por autoritaria e ino-fensiva”.

Su primera novela para adultos, Novios de antaño,fue publicada en 1990, el mismo año en que recibió elDoctorado Honoris Causa de la Universidad Nacionalde Córdoba, cuando ya era –desde 1985– CiudadanaIlustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1994 se reco-pilaron las canciones completas para niños y adultosbajo el título Las canciones; toda su obra literaria ha si-do reeditada por Alfaguara y sus libros han sido tradu-cidos al inglés, francés, hebreo, italiano, finés, danés ysueco. En una de sus últimas entrevistas con el suple-mento Radar habló de su reconciliación con el peronis-mo. “Al ver los manejos de la Revolución Libertadorarecapacité sobre todo lo que había sido la obra del pe-ronismo, aparte de sus manejos, así, represivos, diga-mos. Me di cuenta de lo que había representado para elpueblo, que es mucho. Años después viajé por el inte-rior y la única escuela que había y el único puente eranrestos de esa época del peronismo.” Se burlaba, en esa

entrevista, sobre lo que le generaba la palabra “póstumo”.La pensaba como “una especie de chiste”. Y confesaba quele gustaría ser recordada “como alguien que quería dar ale-gría a los demás”. La vida sin María Elena tiene un gustoamargo. Entre risas y lágrimas, dos sentimientos que noson incompatibles, los argentinos la despedimos, emocio-nados: “¡Gracias, maestra, por tanta alegría!”.

*GABY VALLEJO

Tuve la oportunidad de compartir el homenaje a Ma-ría Elena Walsh, organizado hace unos meses por la re-vista digital “Cuatro Gatos”, mantenida por dos repre-sentantes de primer nivel en América Latina, como sonSergio Andrecaín y Antonio Orlando Rodríguez. En la re-vista web escribimos sobre Walsh más de quince estu-diosos de la literatura infantil de diversos países. Inclu-yo, ente comillas, el texto mío que se publicó porentonces.

“María Elena Walsh hizo de un tajo a la poesía, y lue-go le dio un valiente giro de 90 grados. Le quitó la serie-dad, desmoronó la forma acartonada, solemne, de las pa-labras. La poesía, con ella, podía ser asombro, risa. Fue suhermosa manera de escapar del terror político, de las re-glas sucias de las dictaduras y de la censura. Ayudó a losniños a no oír, a saltar el miedo de las casas y de las calles,de las ciudades sitiadas, para ir a encontrar a la ‘vaca es-tudiosa’, al ‘zoológico loco’, a las ‘pavas con fama de le-tradas’ y sobre todo al ‘mundo al revés’. Ella se quitó pri-mero la seriedad y luego se la quitó a los docentes y a losniños argentinos. Y se salió de su país para reírse con to-da Latinoamérica. Desde entonces la poesía para niñosya no es la misma”.

Hoy, que se ha roto la fuente de los extraños versos

con su muerte, recupero una expresión que ella dijo so-bre su propia infancia, “palabras en vez de muñecas”,aludiendo a la influencia del padre, inglés, que le leía yrepetía las famosas rimas inglesas conocidas como “non-sense”, que sin duda fueron el origen del amor por el jue-go con las palabras, el absurdo en el lenguaje, el divertidodisparate.

Detrás de todo ese juego, estaba la escritora seria. Elensayo titulado El país jardín de infantes, una seria refle-xión sobre Argentina, fue publicado en plena dictaduramilitar. Como dijimos anteriormente, una manera de sal-tar el miedo, en pleno terror político, pudo ser, escribircomo jugando un “mundo al revés” unos serios versos di-vertidos. Por eso llegó a miles de niños de Latinoaméricay se quedó en las escuelas, en las mochilas, en la imagina-ción de los niños.

Se nos fue hace días, acompañada del mayor dispara-te serio, del “nonsense” que es la muerte.

*Gaby Vallejo, escritora boliviana, es una de las prin-cipales promotoras de la literatura infantil de su país. Suobra publicada incluye títulos como Detrás de los sueños,Con los ojos cerrados, Sí o no, así de fácil y Amor de colibrí.Castigado.

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Un homenaje boliviano a la artista argentinaMaría Elena Walsh: en busca de un mundo al revés

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El presente texto es un fragmento de la deliciosaconversación que mantuvo Beck con Caetano Velosodurante los últimos días del año pasado. Colados alteléfono por varias horas, ambos músicos compar-tieron anécdotas y elogios en una entrevista que seencuentra completa en www.beck.com/irrelevantAquí les traemos la traducción, en exclusiva paraRAMONA, de una de las más interesantes partes deese diálogo (Traducción de Javier Rodríguez C.).

BECK.COM

B eck Hansen (BH): Estaba recordando cuandoconocí tu música. Me criaron escuchando mu-chos discos brasileros. Mi madre siempre ponía

a Jobim, supongo que era música de su infancia. Escuchétodos esos discos en mi casa mientras crecía, así se con-virtieron en una referencia tan fuerte para mí. Tanto co-mo los Rolling Stones, los Beatles o los Ramones… Fui-mos a muy pocos conciertos, cuando era niño y, dehecho, el único que recuerdo fue uno de Jobim con su fa-milia. Fue una presentación pequeña, pero me conmovióla música. ¡Toda su familia estaba tocando con él!

Caetano Veloso (CV): Fantástico.BH: Así que tal vez se trate de la nostalgia por una

parte de mi niñez; estoy muy feliz de haber descubiertoesa música a esa edad

CV: Te digo que nada desde que escuché a Joao Gil-berto me ha pegado con la mitad de la fuerza que esa mú-sica. Sucedió en 1959. Tenía 17 años y fue un desastre yuna iluminación. Todo al mismo tiempo. Fue tan hermo-so, tan poderoso. Es más, después de haber visto y escu-chado tantas cosas a lo largo de las décadas, nunca me heencontrado con nada que se haya convertido musical-mente más importante para mí que Joao Gilberto. Inclu-so ahora, cuando lo escucho cantar me digo “No hay na-da como esto.” Hasta Bob Dylan en “Bringing it all backhome” escribió, “A la gente puede gustarle un suave can-tante brasilero, pero yo he declinado toda aspiración a laperfección.” Y en sus crónicas, su autobiografía, mencio-na a Joao Gilberto, pero no a Jobim! (ríe). Eso es muyDylanesco. Menciona a Joao Gilberto a Roberto Menes-cal y Carlos Lyra, que fueron muy importantes en la Bos-sa Nova, pero no menciona a Jobim! (ríe)

BH: (Ríe también) ¿Pero en qué contexto los men-ciona?, ¿Los escuchaba?

CV: Dice algo como que…”Mientras nosotros está-bamos haciendo esas cosas en Nueva York sentí que cre-ábamos un nuevo ambiente, un nuevo mundo. Sabía queno estábamos solos porque mientras nosotros estábamoshaciéndolo en Nueva York, en el Brasil Joao Gilberto,Roberto Menescal y Carlos Lyra estaban inventando laBossa Nova”. Antes de “Like a Rolling Stone” y de que seconvirtiera en rocanrolero, la gente con la que Bob Dy-lan vivía y salía en Nueva York, escuchaba mucha BossaNova. Ellos respetaban esa música refinada y reacciona-ron contra Bob Dylan cuando reunió una banda derock’n’roll para tocar, así que por eso cita a esta gente ensu libro.

BH: Eso tiene sentido, ahí debe haber conocido esamúsica mi madre. Ella era una adolescente en el Villagede los primeros sesenta; eso debió ser parte de la bandasonora de ese momento y lugar. Tenía esos discos muygastados. Pero creo que Dylan da en el clavo al reconocerla perfección de esa música. Ese sonido tiene una calmay una fortaleza debido a esa cualidad que no necesita sermuy ruidosa para impactar. Tiene el mismo efecto quemúsica mucho más ruidosa, a pesar de esa quietud. Esoes algo que se afianzó muy lentamente, al escuchar aque-llos discos. Es muy poderosa sin demasiado esfuerzo –loque es dificilísimo de lograr, impactar sin que parezcamediar demasiado esfuerzo en ello.

CV: No hay duda.BH: Cuando empecé a actuar en vivo, pensaba que

tendría que prenderme en llamas –literalmente– para

atraer el interés del público. Sin embargo me atraen máslos músicos que simplemente están ahí, parados con unabuena canción, y que no tienen que hacer nada más paraatrapar a la gente.

CV: Por supuesto. Pero inclusive hoy, como enton-ces, alguna gente en el Brasil reacciona ante lo que esta-mos haciendo, denunciándonos como simples imitado-res del cool jazz. Y de algún modo lo éramos, pero siescuchas a Chet Baker, y sabemos que Joao Gilberto loescuchaba, aún así lo que produjo fue siempre increíble-mente original y diferente de aquello. Pero la reacciónque siguió a Gilberto y sus pares fue de una enorme ori-ginalidad, algo enteramente diferente del cool jazz. Elritmo, las ideas y el fraseo eran tan particulares…

BH: Es verdad. Todo lo que hizo con ello y lo quedecidió no hacer. Esas cosas ausentes son también partede aquella música.

CV: Así es.BH: Yo conocí tu música hacia el final de mi adoles-

cencia. Uno de mis mejores amigos conseguía trabajosraros y ahorraba así un poco de dinero, que gastaba lue-go en viajes. Un año se fue a España. Tenía una habita-ción diminuta en un condominio, que yo solía ocuparcuando él salía. Cuando tenía 19 o 20, se fue al Brasil. En-tonces parecía un lugar increíblemente distante. Al re-gresar hablaba un portugués impecable.

CV: Fantástico.BH: Llegó con poco dinero pero se las arregló para

quedarse seis meses. Trajo muchas historias y una bolsallena de cassettes que compró en las calles. Escuchamostodos esos cassettes mientras me contaba su viaje. Atra-vesar en bote el Amazonas, adentrarse en ignotas comu-nidades rurales. Todas esas descripciones tan detalladas.Fue mi introducción a tu música. Creo que trajo un cas-

sette de Jorge Ben además de algunos otros. Me traducíalas letras. Escuchamos esas cintas una y otra vez. Parecegracioso, pues por entonces había muy poca informa-ción sobre esta música y sus historias, su trasfondo his-tórico… me enteré de todo eso mucho después, pero lamúsica me impactó. Me enamoré de ella y la absorbí sinparar. No se podía, entonces, entrar al internet y averi-guarlo todo, así que permaneció como un gran misteriopara mí. Más tarde intenté apropiarme de esa influencia.Estaba tan atrapado por esos discos. En medio de una gi-ra, en el único lugar en el que encontré esos discos fue elJapón. Me levantaba temprano y me metía en cada dis-quería, encontrando de vez en cuando un disco. Recuer-do que encontré uno de tus discos epónimos, tienes co-mo 3 o 4, ¿no? Me encanta que tengas 4 discos epónimos.

CV: (Se ríe)BH: Uno tiene la tapa blanca y “El bote vacío”, ¿Ver-

dad?CV: Sí, además de mi firma.BH: ¡Claro, con tu firma en la tapa! Recuerdo encon-

trar ese disco y sentir que había hallado un disco queimaginaba que existía pero no tenía idea de cómo encon-trar. Mientras trabajaba en mis primeros discos, incor-porando esa técnica de collage que escuché en la músicaconcreta y el hip hop, esa parecía ser una idea empleadamucho antes en la Tropicalia. Mi abuelo, un artista invo-lucrado en el movimiento Fluxus y un poco con Warhol,hizo collages con colillas de cigarrillo y envolturas dechocolates Hershey… Me fascinaba la idea de cortar ypegar estilos musicales descartados, apilarlos, unir unoal otro. Pero entonces escuché Os Mutantes y me dije“Un segundo, ¡Ya lo hicieron antes! (ríe) ¡Treinta y cincoaños antes!”

Beck entrevista a Caetano Veloso

Güero contra Cara

ramona8 cochabamba, 16 de enero de 2011