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    PORTADADEDICATORIACITAUNODOSTRESCUATROCINCOSEISSIETEOCHONUEVEDIEZONCEDOCETRECECATORCEQUINCEDIECISISDIECISIETEDIECIOCHODIECINUEVEVEINTEVEINTIUNOVEINTIDSVEINTITRSVEINTICUATROVEINTICINCOVEINTISISVEINTISIETEVEINTIOCHOVEINTINUEVETREINTATREINTA Y UNOTREINTA Y DOS

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  • TREINTA Y TRESTREINTA Y CUATROTREINTA Y CINCOTREINTA Y SEISTREINTA Y SIETETREINTA Y OCHOTREINTA Y NUEVECUARENTACUARENTA Y UNOCUARENTA Y DOSCUARENTA Y TRESCUARENTA Y CUATROCUARENTA Y CINCOCUARENTA Y SEISCUARENTA Y SIETECUARENTA Y OCHOCUARENTA Y NUEVECINCUENTACINCUENTA Y UNOCINCUENTA Y DOSCINCUENTA Y TRESCINCUENTA Y CUATROCINCUENTA Y CINCOCINCUENTA Y SEISCINCUENTA Y SIETECINCUENTA Y OCHOCINCUENTA Y NUEVESESENTASESENTA Y UNOSESENTA Y DOSSESENTA Y TRESSESENTA Y CUATROSESENTA Y CINCOSESENTA Y SEISSESENTA Y SIETESESENTA Y OCHOSESENTA Y NUEVESETENTASETENTA Y UNOSETENTA Y DOS

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  • SETENTA Y TRESSETENTA Y CUATROSETENTA Y CINCOSETENTA Y SEISSETENTA Y SIETESETENTA Y OCHOSETENTA Y NUEVEOCHENTAOCHENTA Y UNOOCHENTA Y DOSOCHENTA Y TRESOCHENTA Y CUATROOCHENTA Y CINCOOCHENTA Y SEISOCHENTA Y SIETEOCHENTA Y OCHOOCHENTA Y NUEVENOVENTANOVENTA Y UNONOVENTA Y DOSNOVENTA Y TRESNOVENTA Y CUATRONOVENTA Y CINCONOVENTA Y SEISNOVENTA Y SIETENOVENTA Y OCHONOVENTA Y NUEVECIENCIENTO UNOCIENTO DOSCIENTO TRESCIENTO CUATROCIENTO CINCOCIENTO SEISCIENTO SIETECIENTO OCHOCIENTO NUEVECIENTO DIEZCIENTO ONCECIENTO DOCE

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  • CIENTO TRECECIENTO CATORCECIENTO QUINCECIENTO DIECISISCIENTO DIECISIETECIENTO DIECIOCHOCIENTO DIECINUEVECIENTO VEINTECIENTO VEINTIUNOCIENTO VEINTIDSCIENTO VEINTITRSCIENTO VEINTICUATROCIENTO VEINTICINCOCIENTO VEINTISISCIENTO VEINTISIETECIENTO VEINTIOCHOCIENTO VEINTINUEVECIENTO TREINTACIENTO TREINTA Y UNOCIENTO TREINTA Y DOSCIENTO TREINTA Y TRESCIENTO TREINTA Y CUATROCIENTO TREINTA Y CINCOCIENTO TREINTA Y SEISCIENTO TREINTA Y SIETECIENTO TREINTA Y OCHOCIENTO TREINTA Y NUEVECIENTO CUARENTACIENTO CUARENTA Y UNOCIENTO CUARENTA Y DOSCIENTO CUARENTA Y TRESCIENTO CUARENTA Y CUATROAGRADECIMIENTOSNOTASCRDITOSPrimeros captulosFragmentos de prximas publicacionesClubs de lectura con los autoresConcursos, sorteos y promocionesParticipa en presentaciones de libros

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    A mi hijo, mi amigo del alma,que cada da me regalatodos esos recuerdos que haba perdido.

    A mi preciosa hija,que me hace rer de felicidad.

    El amor es cuando la felicidad de otra persona es ms importante que la tuya.

    H. JACKSON BROWN

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  • UNO

    Contemplo el mar desde esta habitacin. Ahora, todo me pertenece: la terraza quedesciende poco a poco hacia las rocas, esos peldaos redondeados, las duchasexteriores, protegidas con unas losetas amarillas y azules en las que destacan unoslimones dibujados a mano, el mrmol situado delante del ventanal que refleja elhorizonte. Alguna ola del mar, rebelde, todava sin acostumbrarse a mi presencia, o talvez para celebrar mi nueva llegada, rompe contra las rocas que mantienen la villaengarzada en esa espectacular parte elevada de la costa. El sol se est poniendo y su luztie de rojo las paredes que estn a mi espalda y las del saln. Exactamente igual queaquel da de hace nueve aos.

    Ha cambiado de idea? Ya no quiere comprar la casa?El propietario me mira con aire interrogante. Luego abre los brazos sereno,

    sosegado, tranquilo.Es libre de hacer lo que quiera, usted es quien paga. Pero si ya no est

    convencido, tendr que darme el doble de las arras o meterse en uno de esos pleitosque, en vista de la edad que tengo, seguro que no me permitirn ver ni un cntimo. Me lo quedo mirando divertido. El viejo seor es ms avispado que un chiquillo.Frunce el ceo. Claro que, si va usted con falsas intenciones, no le correr prisa. Sinduda se saldr con la suya, pasando por encima de m, pero no de mis hijos o de misnietos. Ya sabe que en Italia los juicios pueden ir para largo! Y una tos profunda ycansada lo asalta, obligndolo a cerrar los ojos y a acabar su sermn de ltimo senadorromano.

    Se toma un momento para recobrar el aliento, apoya la espalda en la butaca de tela,despus se frota los ojos y los abre.

    Pero usted quiere esta casa, verdad?Me siento a su lado y cojo las hojas que tengo delante. Rubrico las pginas sin

    siquiera examinarlas; ya lo ha revisado todo mi abogado. Y estampo mi firma en laltima pgina.

    Entonces la compra?S, no he cambiado de idea, tengo lo que quera...El propietario recoge los documentos y se los pasa a su hombre de confianza.Tengo que decirle la verdad: habra aceptado incluso la mitad del dinero.Yo tambin quiero decirle la verdad: habra llegado a pagar el doble.Acto seguido, se levanta, se dirige hacia un mueble de madera antiguo y lo abre,

    saca una botella de champn de la nevera y, con algo de esfuerzo, la descorcha con

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  • verdadero placer y satisfaccin. A continuacin, lo sirve en dos copas altas.En serio habra pagado el doble?S.No me lo dice para hacerme rabiar?Y por qu iba a hacer eso? Me cae bien, incluso me invita a tomar un champn

    excelente. Mientras hablo, cojo la copa. Y, adems, a la temperatura perfecta,como a m me gusta. No, en ningn caso quera hacerle rabiar.

    Mmm.El propietario alza su copa hacia m y hacia el cielo.Ya le indiqu a mi abogado que podramos haber pedido ms...Me encojo de hombros y no digo nada, ni siquiera menciono los diez mil euros que

    le entregu a su abogado para persuadirlo de que aceptara la oferta. Noto sus ojospreocupados sobre m, no s en qu est pensando. Sacude la cabeza y sonreconvencido.

    He hecho un buen negocio, estoy satisfecho... Brindemos por la felicidad que daesta villa. Con decisin y determinacin, se acerca la copa a los labios y se la bebede un trago. Aclreme una curiosidad. Cmo lo ha hecho para tener prioridad sobrela casa en cuanto la puse a la venta?

    Conoce Vinicio, el supermercado que hay al final de la cuesta...?S, por supuesto.Pues digamos que tengo relacin con el propietario desde hace bastante tiempo...Buscaba una casa por esta zona?No, quera saber cundo se decidira a vender la suya.sta en concreto? sta y ninguna otra?sta. Esta casa deba ser ma.Y en un instante retrocedo en el tiempo.

    Babi y yo nos queremos. Aquel da ella estaba en Fregene, en Mastino, celebrando

    los cien das que faltaban para los exmenes con toda la clase. Me ve llegar en mi motoy se acerca con esa sonrisa capaz de iluminar todas mis sombras. Voy tras ella, saco elfular azul que le haba robado y le cubro los ojos. A continuacin, sube detrs, en lamoto, abrazada a m y, con la msica de Tiziano Ferro en los odos, recorremos toda laAurelia hasta llegar a Feniglia. El mar plateado, las retamas, los arbustos verde oscuroy luego aquella casa en las rocas. Detengo la moto, bajamos, en un instante encuentro lamanera de entrar. Ya est, caminamos por la casa de los sueos de Babi, me pareceincreble, es como si lo estuviera viendo, la llevo cogida de la mano, en el silencio deese da, mientras se pone el sol, oyendo slo la respiracin del mar y nuestras frasesresonando por esas habitaciones vacas.

    Step? Dnde ests? No me dejes aqu sola! Tengo miedo...Entonces le cojo las manos y, por un instante, se sobresalta.

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  • Soy yo...Me reconoce, se deja llevar, parece ms tranquila.Lo ms curioso de todo es que te dejo hacer conmigo lo que quieras...Ojal!Idiota! Sigue con la venda en los ojos y golpea al aire, pero al final encuentra

    mi hombro y me acierta de lleno.Ay! Cuando te lo propones, haces dao!Muchsimo..., pero lo que quera decir es que me parece absurdo estar aqu.

    Hemos entrado en una casa rompiendo un cristal y estoy haciendo todo esto contigo, sindiscutir, sin rechistar y, por si no fuera suficiente, no veo nada, as que estoy confiandoen ti...

    Y no es precioso poder confiar por completo en otra persona? Ponersetotalmente en sus manos, confiarle cualquier incertidumbre, cualquier duda, igual queests haciendo t conmigo? Me parece lo ms bonito del mundo.

    Y t? T tambin te has abandonado a m?Me quedo un instante en silencio, miro su rostro, sus ojos escondidos por el fular.

    Luego la veo recuperar sus manos, dejando las mas, y permanecer as, suspendida en elaire. Quieta, independiente, sola. Entonces decido abrirme a ella.

    S, para m tambin es as. Yo tambin me he abandonado a ti. Y es precioso.

    En qu est pensando? Lo veo tan distrado... Vuelva aqu, vamos, sea feliz,acaba de comprar la casa que quera, no?

    Tiene razn, he ido hacia atrs en el tiempo, a un dulce recuerdo. Estabasaboreando esas palabras que a veces se dicen al azar cuando somos jvenes. No spor qu, pero he tenido un pensamiento absurdo. Como si este momento ya lo hubieravivido.

    Ah, s, un dj vu! A m tambin suele pasarme.Me coge del brazo y nos acercamos a la ventana.Mire qu bonito el mar en este momento.Susurro un S, pero, para ser sincero, no acabo de entender qu quiere decirme,

    ni por qu nos hemos apartado l y yo.El aroma excesivo que emanan sus cabellos cardados me aturde. Ser yo as algn

    da?Vacilar de ese modo al moverme? Mis pasos sern indecisos e inseguros? Me

    temblar la mano como la suya tiembla mientras me seala alguna misteriosainformacin ms?

    Mire all... Total, ahora ya ha comprado la villa. Ve esa escalerita que conduceal mar?

    S.Pues hace mucho tiempo subieron por all! Es un poco peligroso porque a veces

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  • vienen por el mar, deben tener cuidado si deciden venir a vivir aqu me dice con laastucia de quien ha callado conscientemente.

    Pero quin vino por el mar?Creo que una pareja de jvenes, pero tal vez iban ms. Rompieron una ventana,

    estuvieron por la casa, lo destrozaron todo y, por si no fuera suficiente, hastaprofanaron mi cama. Haba restos de sangre. O sacrificaron un animal o la mujer eravirgen!

    Y, mientras se carcajea al decir esas palabras, se atraganta con una risotada de ms.A continuacin, sigue con su relato:

    Encontr unos albornoces mojados, se lo pasaron bien, tambin cogieron unabotella de champn que haba dejado en la nevera y se la soplaron, y encima robaronjoyas, cosas de plata y otros objetos preciosos valorados en cincuenta mil euros... Porsuerte, tena seguro! Y me mira orgulloso de su asombrosa historia.

    Sabe, seor Marinelli?, habra preferido no saberlo, tal vez no deberahabrmelo contado...

    Por qu? Me mira con curiosidad, sorprendido, desconcertado por mispalabras, incluso ligeramente contrariado. Porque ahora tiene miedo?

    No, porque es usted un mentiroso. Porque no llegaron por el mar, porque labotella de champn se la trajeron de casa, porque no le robaron nada en absoluto y elnico dao que quiz le hicieron fue romper esa ventana de all... Se la sealo. Allado de la puerta.

    Cmo se atreve a dudar de mis palabras? Quin se cree que es?Yo? Nadie. Slo un chico enamorado. Entr en esta casa hace nueve aos, beb

    un poco de mi champn e hice el amor con mi novia. Pero no soy ningn ladrn y no lerob nada. Ah, s, quiz tom prestados dos albornoces...

    Y me vuelve a la memoria la imagen de Babi y yo jugando a inventarnos nombrescon las iniciales bordadas en esos albornoces esponjosos, una A y una S. Despusde competir por ver a quin se le ocurran los ms extraos, nos decidimos porAmarildo y Sigfrida y los abandonamos en las rocas.

    Ah..., de modo que sabe la verdad?S, pero quiere que le diga otra cosa? Slo la sabemos usted y yo, y lo ms

    importante es que ya me ha vendido la casa.

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  • DOS

    Un da no cualquiera de hace algn tiempo.Giuliana, mi secretaria, me sigue como cada maana con su bloc de notas, en el que

    apunta todas las tareas importantes.Le recuerdo que tiene una cita dentro de media hora en Prati, en la Rete, para la

    compra de su programa; luego el almuerzo con De Girolami.Se da cuenta de que no me suena ese nombre y sale en mi ayuda: Es el autor que

    trabaja para la televisin griega.Ah, s, anlalo, no vamos a firmar con ellos, hemos recibido una oferta ms

    importante de Polonia.Y qu debo decirle? Probablemente me preguntar...No digas nada.De Girolami ha tardado un mes en conseguir esta cita, y supongo que ahora que la

    ha conseguido no le alegrar ver cmo se esfuma as, sin ningn posible motivo.Permanece en silencio esperando una respuesta por mi parte. Pero no tengo ninguna

    solucin para De Girolami, y menos an para ella.La comida est archivada; qu ms tenemos para hoy?Tiene una cita en los estudios de la Dear, luego, a las seis de la tarde, tiene que ir

    a esta exposicin, es muy importante porque usted mismo me pidi que le recordara queno poda faltar. Giuliana me tiende la invitacin y le doy vueltas en mis manos.Balthus, Villa Medici.

    Quin la enva?Me la entregaron en mano, usted es el nico destinatario.No hay nada escrito, ni un sello, ni una firma, ni una nota de acompaamiento. Debe

    de ser una de esas tpicas fiestas de inauguracin que organiza Tiziana Forti o, peoran, Giorgia Giacomini, a las que asisten crticos de arte, extraas mujeres demasiadoperfumadas y retocadas, pero tambin productores y directores de cadenas y programastelevisivos; la gente adecuada para hacer negocios, sobre todo en una ciudad comoRoma.

    No me acuerdo en absoluto de esta exposicin. Ests segura?S, cuando me lo dijo, yo le pregunt: Tengo que apuntar algo en particular?.

    Y usted, como siempre hace, simplemente me contest: S, que tengo que ir a esaexposicin.

    Me meto la invitacin en el bolsillo y cojo la bolsa negra de piel que contiene losdiversos formatos de programas para presentar en la reunin con la Rete.

    Si hay cualquier cosa, llmame al mvil.

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  • Salgo del despacho. Giuliana se queda mirndome.

    Para m esa exposicin era slo la ltima cita de la jornada. Para ella habasignificado embolsarse quinientos euros y contar una pequea mentira. Todo lo quepoda suceder despus no era problema suyo. No saba cunto se equivocaba en ambascosas.

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  • TRES

    Entro en la gran sala de la sptima planta, donde el director me est esperando juntoa otras personas.

    Buenos das, Stefano. Por favor, toma asiento...Me hace sentar en el centro de la sala de reuniones.Puedo ofrecerte un caf?Encaantado.Marca enseguida un nmero en el telfono negro que hay en el borde de la mesa y lo

    pide.Me alegro de verte... mucho dice, y se dirige a un responsable de rea sentado

    al otro extremo de la mesa.Luego vuelve a mirarme y aade sonriendo:He ganado la apuesta: una cena o una comida para dos. l no crea que fueras a

    venir.El jefe de rea me mira sin sonrer. Permanece en silencio jugando con las uas de

    sus manos terriblemente afiladas. De l, de Mastrovardi, se deca que haba sido puestoall por un poltico que haba muerto al da siguiente de haberlo colocado, dejando esebonito regalo a la empresa: un responsable de rea tan intil como siniestro. Tiene unanariz ganchuda, la piel amarillenta como si nunca se hubiera recuperado de unaprimigenia ictericia y, por si fuera poco, procede de una familia de sepultureros. No sesaba si todo ello formaba parte de la leyenda, pero en el funeral de Di Copio, elpoltico que lo haba impuesto en la empresa, Mastrovardi estaba casi irreconociblecon su traje cruzado gris. Haba organizado la ceremonia hasta el ms mnimo detalle,sin reparar en gastos, si bien, segn deca, tampoco los haba habido.

    Por fin llega el caf.Quieres azcar?No, gracias, lo tomo solo.En ese momento, sin ningn motivo, el ganchudo responsable de rea sonre. Yo le

    devuelvo la sonrisa.No te preocupes. A esa comida o cena ir con otro, seguramente con una de esas

    hermosas chicas con las que te veo salir en los peridicos. Miro divertido aldirector, que sonre un poco menos. Pero contino: Tampoco es que tenga nada demalo, no? Es trabajo.

    El responsable de rea deja de sonrer por completo, y lo mismo hacen los demssentados enfrente. Todos estn preocupados por perder su papel, teniendo en cuenta quedentro de pocos meses habr nuevos nombramientos y, mientras que el director parece

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  • estar ya confirmado, a su alrededor circulan rumores de grandes cambios.Y bien?, qu me decs? Vamos a repetir ese programa de las parejas? Los

    derechos caducan dentro de dos meses y ya me ha llegado una oferta de Medinews...Cojo de mi maletn una carpeta negra, cerrada, que dejo en el centro de la mesa.Bien, me parece que el programa funciona mucho mejor que Affari tuoi y se

    distancia bastante de Striscia. Es lgico que hayan hecho una oferta importante paracomprarlo. Estis de acuerdo? Pero yo quiero quedarme aqu. Me gusta estar aqu..., yme gusta el programa.

    Con la mano doy, despacio, tres golpes decididos sobre la carpeta, haciendo que miproducto sea todava ms imprescindible para su cadena y, sobre todo, muy grave laposibilidad de perderlo.

    Es un farol.El responsable de rea de la nariz ganchuda, la piel con ictericia y el cabello

    blanco aceitoso, engominado hacia atrs y cayendo hacia abajo, por detrs de lasorejas, sonre.

    Yo tambin sonro.Tal vez s. O tal vez no. Quiero un veinte por ciento ms que el ao pasado sobre

    la cesin del formato y sobre cada episodio.El director enarca una ceja.Me parece mucho, y ms en estos tiempos, y principalmente porque ya lo

    vendiste muy bien...Es cierto. Pero si no obtuviera los resultados que obtiene, vosotros ya no lo

    querrais, ni siquiera me cogerais el telfono, y tendra que or cada vez las mismasexcusas de la secretaria de turno replico, y me quedo mirando un punto en el vaco.

    Ese director estpido, intil, tambin l polticamente colocado, no me recibidurante ms de un mes seguido. Tuve que llamar a un amigo de un amigo mo paraobligarlo a recibirme.

    Si me haba convertido en alguien en el mundo de la televisin lo deba a mitenacidad, al olfato para los buenos formatos y a toda la rabia que llevaba dentro. Unmontn de dinero al ao por programas comprados en varios MIPCOM y Cannes, unpoco adaptados para el mercado italiano y luego vendidos lo mejor posible. Ahoraganaba ms de ochocientos mil euros netos al ao, tena una gran oficina justo detrs dela Rai, dos secretarias y un grupo muy joven de guionistas que trabajaban siguiendo misindicaciones.

    Es un farol. No tiene ninguna oferta de Medinews.Cambio por completo de expresin. Golpeo de nuevo sobre mi carpeta de piel,

    ahora slo dos veces, pero con ms fuerza.De acuerdo. Hagamos una cosa, pues... Si aqu dentro no hay una oferta de

    Medinews, os quedis con la serie por ese precio, ms mil euros.Otro joven responsable de rea con el pelo tan oscuro y abundante como las ideas

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  • creativas que nunca ha tenido, hijo de un famoso periodista que se habra avergonzadocon esa insustancial pregunta de su hijo, dice:

    Pues entonces, si esa oferta de Medinews es cierta, por qu no vas all? Slopor mil euros?

    Y se re, demostrando lo idiota que es en realidad. Miro a mi alrededor, todos renexcepto el director. Observo la sala, las bonitas fotos de motos, viajes, islas, algunaescultura moderna, pequea, de hierro, un cuadro de Marilyn, uno de Marlon Brando,un premio recibido no s dnde, algunos libros de jvenes o maduros escritoresregalados nicamente con la esperanza de salir en la Rete y de un poco de visibilidad.Cruzo la mirada con el director.

    Bonita sala.Luego veo sobre la mesa la pistola de agua infantil con la que a veces lo he visto

    deambular rociando a las bailarinas, como el ms alegre de los nios del planeta. Peroesto, por supuesto, me lo quedo para m.

    Realmente, una bonita sala.El director est complacido.Gracias.Luego vuelve a ponerse serio y le explica al joven e idiota responsable de rea:

    Si esa oferta de Medinews existe, podra ser justo del veinte por ciento ms que nosacaba de pedir. Aqu le damos ms facilidades que la Siae, clasificando el productocomo clase A, por tanto, obtendra ms dinero en derechos quedndose con nosotros.Adems, nosotros repetimos en horario nocturno, diurno, en Rete 4 o Rete 5, en lasemisiones de verano, mientras que all no aprovechan tanto el producto. El jefe derea est a punto de intervenir, pero el director prosigue: Y esos mil euros son slopara burlarse de nosotros.

    Si esa oferta es cierta... dice el ictrico, y yo digo que no lo es, nosconviene verla.

    Me vuelven a la cabeza las partidas de pquer, las noches en casa de Lucone conPollo, Bunny, Hook y todos los dems, cuando se nos haca de da jugando, riendo,fumando cigarrillos (yo, al menos) y bebiendo ron y cerveza. Pollo siempre gritaba:Coo, Step, ya saba que te lo llevabas t!, y golpeaba fuerte la mesa con los puos.Y Lucone se enfadaba: Ya vale, te la vas a cargar!, y entonces Pollo se pona abailar y arrastraba a Schello en el baile, y rea y beba como el ms feliz de losjugadores, como si la mano la hubiera ganado l. Pollo...

    De modo que t te jugaras la posibilidad de cerrar el trato por un veinte porciento ms slo por verla, as, a ciegas...

    El jefe de rea ictrico se queda quieto, convencido y sonriente de su posicin.Si es que tiene una oferta de Medinews. Pero estoy seguro de que no tiene nada.

    Y me mira con determinacin, sin sonrer siquiera, simplemente seguro, divertidoporque lo que piensa pueda ponerme en apuros.

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  • Y yo lo miro sonriendo y, a pesar de la antipata que siento por l, finjo que megusta, hasta que lo veo empalidecer con la salida del director:

    Y ests tan seguro como para jugarte, adems del dinero de la Rete, tambin tupuesto?

    El responsable de rea vacila, pero es slo un instante. Me mira y decidemantenerse firme: S, no tiene ninguna oferta de Medinews.

    Sonro y empujo la carpeta hacia el director, que, inmediatamente, curioso, vuelve aser el nio con la pistola de agua. Coge la carpeta entre las manos, le da vueltasintentando quitar la goma, pero lo detengo.

    Si est, pasar a ser vuestra oferta y mil euros ms.Y, si no, cerramos el trato como el ao pasado... dice el jefe de rea ictrico,

    secundado por el del pelo abundante.S, s, claro digo yo, y le tiendo la mano al director, manteniendo la otra sobre

    la carpeta y esperando a que ratifique el trato antes de dejrsela abrir.S, por supuesto, estamos de acuerdo. Y me estrecha la mano con fuerza.As pues, se la paso con amabilidad.Entonces l, de un modo casi frentico, quita la goma, saca las hojas, las coloca

    sobre la mesa y casi parece feliz de encontrar la oferta de Medinews. Quiz elresponsable de rea ictrico no le caa bien ni a l y slo estaba buscando la manera dequitrselo de encima.

    Pero es el doble de lo que te damos nosotros!Y mil euros ms. Sonro divertido.Habras aceptado cerrar el trato por el veinte por ciento?S, claro, no saba que contara con esta ayuda casi divina digo, y miro al

    responsable de rea ictrico. Ya no sonre, se deja caer en el silln que, aunque porpoco tiempo, sigue siendo suyo . S, quera cerrar el trato con la Rete a toda costa.Precisamente por lo que t decas. Me habra conformado incluso con el quince porciento.

    Y pienso en Pollo, que habra golpeado con los puos esa importante mesa dereuniones y se habra puesto a bailar. Y yo con l.

    Hemos hecho un buen trato, verdad, Step?S, y, sobre todo, ya no volveremos a ver a ese capullo ictrico!

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  • CUATRO

    Entro en el Circolo Parioli y saludo a Ignazio, el portero, bajito y completamentecalvo.

    Buenos das, Stefano, qu tal?Todo bien, gracias. Y usted?Excelente.He dejado el coche delante del Range Rover de Filippini.Ah, de acuerdo, an as, no se ir hasta esta noche a las nueve.Luego se me acerca para hacerme alguna que otra confesin:Hace lo que sea con tal de no volver a casa...No es nada nuevo. Todo el mundo lo sabe. Pero le hago creer que me ha desvelado

    un secreto, le doy una palmada en el hombro y me despido, dejndole las llaves de micoche y cinco euros.

    Tener como aliado al portero del Parioli no slo es una garanta de que se ocuparde tu coche mejor que nadie. Es la seguridad de que siempre sers bien recibido en elCircolo.

    Saludo a los socios con los que me cruzo mientras estn charlando.Ah, no... Tenemos que cambiarlo, cmo va a seguir siendo l el presidente? Es

    un gilipollas.Y levantan la barbilla, hacen ademn de haberme visto pero sin darme mucha

    importancia, ya que tambin podra ser un defensor del presidente.Estoy a punto de meterme en los vestuarios cuando oigo que me llaman: Step!Me vuelvo y la veo acercarse, elegante, con una bolsa de rayas de colores, un

    vestido azul, ligero, nada transparente, pero sus curvas se ven de todos modos, precisase inconfundibles. Sus ojos verdes, ligeramente oscurecidos como si siempre tuvieran unvelo de nostalgia y tristeza, como si, a pesar de su increble belleza, no consiguiera serfeliz. O quiz no quisiera.

    Hola, Francesca, cmo ests?Y entonces ella sonre y, aunque parezca absurdo, es como si sus ojos perdieran

    toda esa velada tristeza y me saluda a su manera, con su divertida energa.Bien, ahora que te veo! Me mira perpleja. De qu te res?Porque siempre me dices lo mismo...Y pienso que a saber a cuntos hombres se lo dir.A nadie.Me mira seria a los ojos.Qu?

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  • He contestado a lo que estabas pensando. Eres previsible, Mancini. Bueno, puesno se lo digo a nadie ms. No me crees? Quieres que demos una vuelta por el Circoloy lo preguntemos? No se lo digo a nadie, aparte de a ti. Slo a ti.

    Se queda callada un instante, luego me mira y de repente aparece otra enorme ypreciosa sonrisa.

    Es la verdad: estoy bien cuando te veo. Estoy bien slo cuando te veo a ti.Me siento como el responsable de una felicidad fracasada porque yo no siento nada

    en absoluto por ella.Francesca...Ella abre los brazos.No digas nada. Es que no sabes que medio Circolo me va detrs y yo evito

    cuidadosamente cualquier invitacin, mientras que el nico que me gusta no me hace niputo caso?... Hace una pausa. S, ni puto caso! Te gusta que me exprese como unaarrabalera? A lo mejor te pone caliente... De todos modos, es intil que te diga que elnico que me gusta eres t. Y si no lo has entendido significa que todos esos puetazosque das y recibes deben de haberte dejado idiotizado. Y

    no me gustas porque hayas sido o seas un matn...Pero yo no lo soy ni nunca lo he sido...Vale, lo que fueras... Aunque lo ms curioso es que debera alejarme de ti y, en

    cambio, todava me gustas ms.Una mujer de la limpieza pasa por nuestro lado y nos saluda.Buenos das!Buenos das! Le devolvemos el saludo casi al unsono. Tal vez ha odo algo,

    pero no importa.Escucha, Francesca...No, escucha t. Ya s que ests a punto de casarte. Pero no voy a decir esa frase

    tonta que dicen algunos de No soy celosa... Soy discreta, no hablo con nadie, no losabra ni un alma. Te has enterado de algo sobre m?

    No, en efecto.Entonces se lleva las manos a las caderas, mueve la cabeza dejando libre su

    precioso cabello, abundante y espeso, un poco al estilo de Erin Brockovich.Est bien, de acuerdo, hablaba por hablar; no he tenido ningn lo con nadie aqu,

    en el Circolo, as que puedes estar tranquilo, aunque a esos de ah los podras zurrar atodos, con lo mat...

    ve que estoy a punto de decir algo y se corrige al vuelo violento que puedesser en ciertas ocasiones.

    S, eso ya est mejor.Pero, Step, no podras hacer un esfuerzo? Intentmoslo, veamos cmo va. Yo no

    quiero complicarte la vida, pero desde que te conozco que..., bueno, tengo ganas detocarte...

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  • Entonces Francesca hace un extrao movimiento: cambia el peso sobre la otrapierna y consigue quiz sin pretenderlo una posicin ms lasciva, en efecto, incitando aldeseo. Total, que me entran ganas de reconsiderar el tema. Y luego, delante de m,inclina un poco la cabeza hacia un lado, como diciendo: Bueno, qu quieres hacer?.Me recuerda a Kelly LeBrock al final de La mujer de rojo, cuando, desnuda en la cama,le dice a Gene Wilder: Manos a la obra, vaquero.

    Francesca me mira curiosa, divertida, con esa pizca de esperanza, que, sin embargo,se desvanece enseguida.

    Lo siento. Ahora disclpame, tengo que irme, me esperan para el partido depdel.

    Y me voy as, dndole la espalda, sin volverme, y casi me entran ganas de rer porlo que ella puede haber pensado: No me lo creo, prefieres una estpida bolita a mismelones!.

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  • CINCO

    Cuando entro en la pista de pdel ya estn formados los equipos y me toca jugar conun tal Alberto, a quien no conozco mucho. Los otros dos, en cambio, se miran enseguidarindose, como si ya tuvieran la victoria en el bolsillo.

    Sacas t?No, no, empieza t mejor.Estis listos?Asienten los dos. De modo que saco y subo con rapidez a la red. Intentan

    defenderse tirando exactamente entre Alberto y yo, quiz tambin para que nuestraspalas choquen, pero no me importa, como mucho se romper, mientras que Alberto,sensible e intranquilo, ni siquiera trata de devolverla.

    Respondo al vuelo y la golpeo tan fuerte que los rebasa a ambos, elevndose yhaciendo que no puedan darle.

    Bien, 15 0!Bueno, puede que el partido no vaya tan mal. Los dos intercambian una mirada, ya

    no parecen tan bravucones como antes de empezar. Slo se me plantea una duda: noera excesiva esa sonrisa de Alberto? Ser gay? Pero, aunque lo sea, no me preocupodemasiado, vamos sumando puntos en una sintona perfecta. Alberto y yo no nossolapamos, no nos estorbamos, vemos cmo cubrir los espacios, cmo no dejar huecos.Ellos sudan, insisten, corren de aqu para all y de vez en cuando chocan y acaban en elsuelo, como ahora... Y yo, con gran alegra, coloco la bola al otro lado de la pista.

    Punto!Y seguimos as, sudando, corriendo, esforzndonos. Alberto se lanza sobre una bola

    y consigue devolverla cayendo al suelo y volviendo a levantarse. Es bueno y, sea cualsea su tendencia, es realmente rpido y atento, y tambin muy intuitivo. No est gordo:es delgado y esbelto.

    Punto!Y esta vez Alberto me da la derecha, chocamos los cinco con fuerza, orgullosos de

    ese punto logrado despus de un disputado intercambio. Ahora les toca a ellos. El tipose prepara para el servicio, hace botar la bola y la golpea hacia delante. La bola saleflechada, a una velocidad increble. De forma instintiva, pongo la pala delante de lacara, la devuelvo por el otro lado y le doy de lleno al otro contrincante, acertndole enlas partes bajas. All donde las bolas son otras.

    Perdona, no quera...La pelota acaba su recorrido en el suelo, seguida del tipo tocado y hundido.En serio, perdona...

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  • Alberto se acerca fingiendo preocupacin, pero luego, con la excusa de recoger labola, se agacha y me susurra al odo:

    Buen golpe, joder.Me entran ganas de rer y, mientras oigo sus palabras, susurradas de esa manera tan

    ntima, tan simple, con ese aire de fanfarrn, me parece estar oyendo a mi viejo amigode siempre, Pollo. Y me vuelvo como para buscarlo, pero slo veo a Alberto, quesonre y me guia un ojo. Yo le correspondo, aunque un instante despus, si supiera leerbien mi cara, vera toda mi tristeza.

    Pollo y yo nunca jugamos a pdel, nos habra dado asco slo pensar en un deportecon un nombre as. Pero juntos dimos reveses y derechazos a la vida que nos vena decara. Lo recuerdo con las uas mordidas y su vieja Kawa 550 apodada Caja demuertos, un nombre de broma que luego se convirti en el espectro de un presagio.Pollo, con su miseria y su alegra, que iba a tope sin mirar nunca hacia atrs.

    Sigo jugando, con los ojos velados no slo por el sudor. Hacemos el punto y nosremos, y Alberto me dice algo ms antes de sacar; ahora le toca a l. Asiento, pero nohe entendido bien lo que ha dicho, quiz Estn fundidos....

    Efectivamente, parecen extenuados. Pollo, en cambio, era incansable, siempreestaba en movimiento, como si nunca quisiera pararse, como si le diera miedo pensar,tener que lidiar con algo, como si huyese. En eterna huida. Un golpe ms, una secuenciainterminable, un intercambio infinito, como si ninguno de los dos quisiera abandonar.Un da tengo que ir a ver a sus padres, nunca he tenido el valor de hacerlo. El dolor tevuelve inmvil. Nos asusta lo que podemos sentir y nos encerramos en nuestra coraza,que es todava ms dura que ese dolor que se clava en el corazn. Y, sin pensarlo ms,me lanzo hacia la bola que se me acerca, la golpeo con fuerza, con tanta rabia que casise desintegra en el suelo, pero enseguida vuelve a hincharse y rebota a lo lejos,inalcanzable para cualquier pala.

    Punto! Partido!Alberto grita feliz. Nos damos la mano y nos abrazamos, con verdadero entusiasmo,

    y hasta al cabo de un rato no saludamos a nuestros contrincantes.Tendris que darnos la revancha!S, por supuesto.Y sonro. Pero ya estoy en otra parte. No s si los padres de Pollo todava viven

    all. Y con ese ltimo pensamiento salgo de la pista y, a pesar de haber ganado, mesiento terriblemente derrotado.

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  • SEIS

    Cuando me dispongo a entrar en la ducha, Alberto se est desnudando.Qu haces?, te quedas a comer? me pregunta con amabilidad.S, pero tengo que resolver algunos asuntos...De acuerdo. Qu buen partido!Siempre est bien cuando se gana.S, pero todava es mejor si se gana a alguien que se lo cree demasiado! Han

    entrado en la pista como si les aburriera tener que jugar contra dos tipos comonosotros!

    Es verdad, pero al final lo han pasado bien!Ja, ja, ja, sobre todo cuando la has emprendido a palazos con ellos!Y nos despedimos encajando la mano, pero con un gesto casi fraternal, cogindonos

    por los pulgares, como si furamos amigos de toda la vida y no simplemente desde estepartido. Entonces abro el grifo de la ducha, dejo el champ en el hueco de la pared yme meto debajo del chorro, sin preocuparme de la temperatura. Est fresca, esagradable. Luego se va calentando un poco, relajo los msculos, me abandono, cierrolos ojos y siento que el agua dilata incluso las contracturas ms recnditas, losrepentinos dolores de los recuerdos que afloran. Esa simpata de Pollo que todava hoyecho de menos, su manera de quererme por encima de cualquier cosa. Cuando vi lapelcula El indomable Will Hunting, pens en la relacin entre Ben Affleck y MattDamon. Pues para m l era parecido a Ben, a pesar de que yo nunca me he consideradoningn genio. Abr la empresa y empec a trabajar gracias a un golpe de suerte y a unadosis de buena intuicin, me invent una biografa laboral sin pensarlo mucho, perocuando me di cuenta de que haba puesto la marcha correcta, no volv a cambiarla ydecid dar gas al mximo. Ahora el agua sale ms caliente, los pensamientos semezclan. Perder a un amigo tan grande cuando todava eres joven hace que te despiertesde repente.

    Te creas inmortal y te das cuenta de que eres un gilipollas. Te sientes amputado.Vivo, pero sin tu amigo. Perder un brazo me habra hecho sentir ms ntegro. Me fuiacostumbrando a la muerte de Pollo poco a poco. Fue como despertarse y vislumbrar laluz despus de un duro perodo de oscuridad. Ya no buscaba emociones fuertes, lossobresaltos que te da la noche, la adrenalina de las carreras de motos. Volva a la vidadejndome arrebatar por los pequeos detalles. Algunas veces me divierten las cosasgraciosas que suceden y en las que nadie se fija. La seora que cruza por el paso depeatones y a la que se le rompe la bolsa de plstico con las naranjas; un chiquillo cogeuna y se la mete en el bolsillo. Una madre y su hija que discuten por la calle cuando

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  • esta ltima acaba de salir del colegio. Esta noche tengo un dieciocho cumpleaos.Otro? Mam, me hiciste adelantar un curso; este ao todos cumplen losdieciocho! Est bien, pero a la una en casa. A la una? Pero si la fiesta empieza ala una! Los dieciocho se cumplen a medianoche! Bueno, pero quiero decir que elrollo es a la una. El rollo? La farra! La otra noche no empez la farra hasta lasdos. Pero qu dices? No te entiendo! Por Dios, mam, de todo haces un drama...

    Dos chicos que se besan apoyados en la moto con el sol de la hora de comermientras la gente pasa y los mira con envidia. Y sus mviles en el bolsillo tal vezsonando. Intiles llamadas de padres preocupados se pierden en sus sonrisas, se mirana los ojos, se besan con las bocas abiertas, con las lenguas saliendo insolentes, tanorgullosos de ese amor, de esas ganas. Y sus sonrisas rebosan de deseo y de sexo, deesa promesa que l busca ms que nada en los ojos de ella. Si todava no lo han hecho.Y el agua sigue discurriendo sobre m, como las imgenes de Pollo, que me salpican,mientras me dirijo a la fiesta de Babi. La ltima carrera. Luego todo se apaga. Polloest en el suelo, cado en una competicin de imbciles, y yo le susurro las nicaspalabras posibles: Te echar de menos, y le acaricio el rostro como nunca lo habahecho. Pollo atraviesa mis pensamientos con su moto, me observa divertido, como siestuviera al tanto de mi vida, de todo lo que ha ocurrido y ocurrir. Y

    parece rerse y sacude la cabeza como diciendo: Pero de qu coo te res, si yotampoco s nada de lo que pasar?. Si Alberto entrara ahora y me viera aqu hablandocon el telfono de la ducha en la mano... Con alguien que no est. Aunque l estsiempre. E inmediatamente despus Pollo hace el caballito, desaparece as de la vistade mis recuerdos, pero me encuentro a alguien ms. S, me vuelvo y ella est ah, en elbanco, leyendo un libro. Es joven, es guapa, el pelo le llega a la altura de los hombros,lleva unas gafas grandes y de repente pone la mano sobre la pgina de su libro, como sino quisiera perder el punto, y luego levanta la mirada, se sube las gafas a la cabezapara ver mejor y se frota los ojos, quiz tambin a causa del excesivo sol. Despussonre serena, s, me ha visto, y yo, como para que est ms tranquila, aparezco enmedio de la escena. Estoy aqu, mam! Mira lo que he encontrado! Y corro haciaella con mi largo pelo al viento y algo que llevo en las manos. Y, cuando llego alldelante, tengo las manos entrelazadas sobre la tripa, hago una extraa mueca como sisupiera ya que me va a castigar. Vamos, djame ver. Entonces ya no espero ms, abrolas manos y sonro. Una flecha antigua, de la poca de los romanos o de los sioux!, ysujeto con fuerza entre el pulgar y el ndice de ambas manos un trozo de madera con unextremo triangular de piedra, estropeada, antigua. Dnde la has encontrado? Allabajo digo, y le sealo un lugar detrs de m, ms o menos impreciso. Puedollevrmela a casa? S, dmela... Y todava recuerdo que cogi un pauelo de papelde un paquete de plstico y lo envolvi alrededor de ese trozo de flecha, dndoleadems cierta importancia, al menos para m, de tal manera que quise insistir: Mam,con cuidado.... S, s..., con mucho cuidado, aunque te he dicho mil veces que no

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  • debes coger cosas del suelo... Y nos la llevamos a casa y enseguida se la ense apap, en cuanto lleg de trabajar, y l tambin se alegr de mi descubrimiento. La heencontrado en Villa Borghese. Pues debe de ser lo que t dices: es de los sioux. Unda, un verano, pasaron por all y yo los vi. De verdad? Quera saber ms de esosindios y pregunt si los carabinieri que vea siempre a caballo en Villa Borghese loshaban seguido. Pap se rio y tambin mam. Puede que s, me dijo l, y luego laabraz y se besaron, y yo me sent feliz por su carcajada y por lo bien que estaban.

    El agua de la ducha sale ms caliente, estoy a gusto aqu. El cansancio del pdel hadesaparecido, pero este ltimo recuerdo de mi madre persiste. Pienso en su belleza, enmi descubrimiento, en cmo se precipit todo entre nosotros, y en cmo dejaron dequererse, en cmo ella se apag y en cmo cambia la vida. Y en cmo todo, sinembargo, sigue adelante.

    Habis tenido suerte...Abro los ojos. Han entrado los dos chicos que han jugado contra nosotros, parecen

    haber recuperado la seguridad en s mismos. Me da por fijarme mejor en ellos.Tampoco son tan apuestos. Me echo a rer.

    S, es verdad. Es realmente as: hemos tenido suerte.Y salgo de la ducha. Menos mal que siempre hay alguien que consigue hacerme rer.

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  • SIETE

    S, pngame se.Un camarero est cocinando unas piezas de carne a la brasa. Me sirvo unas

    verduras variadas a la parrilla y un plato de alcachofas con un poco de queso granapadano del bufet del Circolo.

    Una seora excesivamente perfumada y maleducada se me cuela, pero me hago eldespistado.

    Despus de llenarse el plato con varios filetes, se vuelve, me sonre y, sin el msmnimo pudor, sigue picando de aqu y de all, llenndose el plato desmesuradamente.Me quedo perplejo un instante. Y esto es el Circolo Parioli, aqu debera estar la flor ynata de la sociedad romana! Pero yo veo desfilar ante m a esa mujer llena de arrugas ymorena como un trozo de chocolate. El camarero me mira, me sonre, se encoge dehombros como diciendo: Yo no puedo decir nada. A continuacin, en un tonoprofesional, me pregunta:

    Puedo servirle?S, gracias. Pngame la mitad de lo que ha cogido esa zampabollos!Y se echa a rer, sacude la cabeza y me llena el plato con la mejor carne que

    encuentra en la brasa.Me siento delante de una cristalera, como si fuera un gran cuadro. Debajo de los

    apliques de bronce, hay un hermoso sof, que convierte el club en uno de los msbonitos de la capital. Miro a lo lejos entre la vegetacin Alguien juega a tenis, lo veocorrer por la pista, pero no oigo el ruido de la pelota.

    Alberto me ve desde lejos con su plato en la mano, me saluda con un gesto de lacabeza y se une a algn otro socio; decide dejarme tranquilo. As que doy otro bocado,me sirvo un poco de cerveza y, despus de limpiarme la boca con la servilleta, le pegoun buen trago. Con tranquilidad, sin prisa.

    He mejorado; Gin me toma el pelo porque como demasiado deprisa, dice que tengouna inquietud de fondo, que hago las cosas de manera compulsiva, con avidez, sobretodo si tengo delante unas patatas fritas y una cerveza. Una tras otra, sin parar, a vecescambiando el ritmo para mojar una en la mostaza o en la mayonesa, peroinmediatamente despus con ms voracidad, incluso tres o cuatro de golpe. Te vas aatragantar! Tienes razn... Entonces le sonro y aflojo, me aplaco. Como si ya notuviera prisa y ya no estuviera inquieto. Es guapa, con su pelo negro que ahora llevacorto, con su complexin delgada, con las piernas largas y un pecho precioso, con esasonrisa suya que a veces, en los momentos ms bellos, esconde tras los cabellos,entreabriendo la boca, echando la cabeza hacia atrs, abandonndose entre mis brazos...

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  • Gin.Quiere un caf?El camarero irrumpe en mis recuerdos erticos con una jarra en la mano, una

    pequea bandeja con una taza de caf que no espera ms que alguien se lo tome.Por qu no?Aqu tiene. Azcar?No, gracias, est bien as.Este camarero es perfecto, aparece y desaparece en el momento oportuno sin que te

    des cuenta.El caf tambin est rico. Sonro acordndome de Gin, de la familia que seremos

    cuando quiz nos convirtamos en padres de una nia o de un nio. Ser la fotocopia deGin? Tendr mis ojos?

    Espero que mi carcter no. A travs de la belleza de una joven sonrisa reconocersalgo de ti, te sentirs proyectado, vers tus virtudes y tus defectos, tu continuidad. Dejoven era un apasionado de las motos, dej de llevarlas porque, de lo contrario, tuabuela no se habra casado conmigo.

    Recuerdo que eso me lo deca mi abuelo, el padre de mi madre, las veces que mehaba quedado a charlar con l. Siempre tena algo bonito y divertido que contar. Metomo el ltimo sorbo de caf, dejo la taza y tengo la sensacin de que mi vida por finempieza a encarrilarse.

    Seor...Me vuelvo; el camarero est detrs de m, se levanta despus de haber recogido un

    sobre del suelo.Se le ha cado esto de la americana.Ah, gracias.Cojo el sobre de sus manos o, mejor dicho, l me lo entrega y me mira un instante,

    como si quemase, como si le diera miedo conocer el secreto que contiene. Acontinuacin, recoge la taza vaca de la mesa y se aleja sin volver la espalda. Entoncesabro el sobre, curioso, pero sin mucha tensin. Y veo la entrada. Qu tonto, es la que misecretaria ha insistido tanto en que me llevara. Le doy vueltas entre las manos. I beigiorni. Balthus Mostra, en Villa Medici, Accademia di Francia de Roma, viale dellaTrinit dei Monti. Y me quedo mirando ese trozo de papel, sin ninguna indicacin, niqu empresa lo organiza ni ningn nombre. Slo ese ttulo: I bei giorni, loshermosos das. Me gusta. Yo saba algo de Balthus, de la exposicin que le censuraroncuando ya con ochenta aos se obstinaba en pintar a esa jovencita y esos cuadrospolmicos. Fue acusado de usar el tercer brazo, su Polaroid escupa gran cantidad defotos en su viaje desordenado pero meticuloso, de rozar la pedofilia. Esa jovencitaacuda a su estudio desde los ocho aos, cada mircoles, con el consentimiento de suspadres, y posaba para que la retratara. Y esa situacin dur hasta que ella tuvodiecisis. Balthus, el insaciable, Balthus, indiferente al orden burgus. Y de repente me

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  • siento fascinado, extraamente atrado, intrigado por ese hombre del que tanto he odohablar. Conozco sus cuadros, claro, pero no muy bien. Y luego est el ttulo de laexposicin: I bei giorni. Decido asistir sin saber que quedar fascinado por esaspinturas, y que, a mi pesar, acabar siendo el protagonista de un cuadro insospechado.

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  • OCHO

    Villa Medici es imponente, ordenada, elegante, con su sala de los pjaros y unparque precioso, encantador. Con alguna pequea fuente y los setos cuidados que dealguna manera te obligan a seguir un recorrido. Al llegar a la verja, una azafata mesonre y me coge la entrada, de modo que no tengo ms remedio que entrar e ir tras lagente que recorre tranquilamente la alfombra roja, sin atreverse a abandonarla. Unamsica de fondo sale de unos buenos altavoces escondidos entre la vegetacin.

    Algunos camareros acompaan nuestro camino escoltndonos con champn. Unaseora delante de m, de cabello oscuro, con un vestido largo de seda de coloresllamativos como si fuera una odalisca obligada a cubrirse, coge una copa y se la bebedeprisa; luego acelera el paso. Tropieza con los tacones altos, pero consigue mantenerel equilibrio y se apoya en el hombro de un camarero. l se vuelve, se para, tiene eltiempo justo de dejar la copa vaca, mientras ella se agarra a la bandeja para cogerotra. El camarero se aleja y la seora se sopla de un trago la segunda copa de champn.Se me ocurre pensar que quiz ella tambin es socia del Parioli.

    Poco despus estamos en el interior de la Villa, con sus altsimos techos, la luz delatardecer, los antiguos artesonados, los grandes sofs prpura y los suelos de pizarra,tan perfecto, tan inmaculado.

    Antiguos radiadores de hierro gris reposan silenciosos en los diversos rincones dela sala. En cada puerta, dorada, frases en latn enaltecen las posibles virtudes delhombre. Y ah est, en la primera sala destaca una esplndida pintura de Balthus. Meacerco para leer mejor la fecha y su historia.

    1955, Desnudo en el espejo. Es una mujer desnuda delante de un espejo, pero conel rostro oculto, cubierto por sus brazos, que se obstinan en sujetar hacia arriba loslargos cabellos oscuros, ligeramente en movimiento, ondulados. Y all al lado est suorigen, el bosquejo a lpiz y algunas explicaciones: Desnudo en el espejo impresionapor la monumentalidad escultural de la modelo y la luz difusa, argntea, que impregnala figura y llena la sala. Un poco ms abajo, su procedencia: Pierre Matisse Gallery. Setrata de una amable cesin. Seguidamente, el nombre completo: Balthasar Klossowskide Rola, pintor francs de origen polaco. Balthus. En la misma sala, una serie decuadros de retratos de nias: Alice, una jovencita con el seno desnudo y la piernaapoyada en una silla, en una postura desgarbada, mientras intenta hacer pasar el tiemporecogindose intilmente sus largos cabellos. Y otra nia sentada con las manos en lacabeza, las piernas un poco abiertas y la falda arremangada; todo ello sucede en unahabitacin de tonos clidos, mientras un gato, con las mismas tonalidades, parece lamerleche de un platito, tan slo aburrido por lo que sea que pueda suceder.

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  • Y sigo caminando, recorriendo estas paredes cubiertas de esbozos, de hiptesistrazadas a lpiz, que poco a poco van cobrando vida, convirtindose en grandescuadros al leo repletos de sensualidad.

    El paso ligero de los visitantes parece resonar hasta que acabo en una pequea salacon una esplndida ventana que se asoma al rojo fuego de la puesta de sol. Entonces meapoyo en la balaustrada y miro a lo lejos. Algunos pinos sobresalen del jardn y escomo un manto de verde que luego da un salto sobre una alfombra de tejados y antenas,entre ellas, alguna rebelde y moderna parablica. La cpula de San Pedro, un poco mslejos, parece dar indicaciones precisas para que la encuentren. Y mientras me pierdo eneste infinito horizonte romano, emergen pensamientos distrados: una reunin al dasiguiente, una idea de formato que tengo que leer, un posible programa de verano.

    Step...?De repente, esa voz transforma todo lo que me rodea, pulveriza todas mis certezas,

    anula todos mis pensamientos. Mi mente se queda vaca.Step?Pienso que estoy soando, esa voz que me llama resuena en el cielo azul

    ligeramente rosado, quiz una de esas nias de Balthus ha salido de la tela y se estburlando de m. Quiz...

    Step? Eres t?As pues, no estoy soando.

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  • NUEVE

    Est detrs de m, bien arreglada, con las manos juntas sobre un bolso de MichaelKors que sujeta por las asas y apoya sobre su vientre. Me sonre. Sus cabellos son mscortos de lo que me parece recordar. Sus ojos azules, en cambio, son intensos comosiempre, y su sonrisa es preciosa como todas las veces que lo fue por mrito mo. Sequeda mirndome en silencio y permanecemos all parados, en Villa Medici, con elinmenso paisaje de todos los tejados de Roma a mi espalda y ella delante de m,envuelta por ese sol rojizo que veo reflejado en sus ojos y en el aparador a su espalda.

    Estamos solos en la sala y nadie parece interrumpir este momento mgico, especial,nico. Cuntos aos han pasado desde la ltima vez que nos vimos? Catorce?Diecisis? Cinco? Seis? S, tal vez seis. Y ella sigue siendo preciosa,tremendamente preciosa, por desgracia. El prolongado silencio empieza a hacerseincmodo, demasiado largo. Y, sin embargo, no consigo decir nada, continuamosmirndonos a los ojos, sonriendo, tan estpidos, tan condenadamente jvenes. Derepente, una pequea sombra atraviesa mi sonrisa. Justo ahora, pienso, justo ahora quemi vida ha tomado una direccin tan importante, justo ahora que estaba convencido demis decisiones, seguro y sereno como nunca lo haba estado. Y me enfado, y me gustaraestar molesto, distante, fro, indiferente ante su presencia, pero no es as. Nada es as.Siento curiosidad y dolor por todo el tiempo que he perdido, que nos hemos perdido,por todo lo que no he visto de ella, todas sus lgrimas, sus sonrisas y sus alegras, susmomentos de felicidad sin m. Me habr recordado?

    Habr aparecido de vez en cuando en su mente, en su corazn? Habr sucedido?O tal vez me ha deseado pero ha luchado, ha luchado ms que yo, para no sentiraoranza, para dejarme atrs, para convencerse de haber tomado la decisin adecuada,de que conmigo todo habra sido un error? Y

    sigo mirando esa sonrisa suya, dejando a un lado cualquier reflexin intil,cualquier vano intento de buscar un sentido, de entender por qu estamos de nuevo aqu,uno frente al otro, como si la vida nos obligara a la fuerza a hacernos esa pregunta.Luego Babi hace una extraa mueca, ladea la cabeza y sonre frunciendo los labios, a sumanera, la que me conquist, la que todava llevo en el corazn como una cicatriz.

    Sabes que ests mejor? Los hombres sois una verdadera estafa: mejoris con losaos. En cambio, las mujeres, no.

    Me sonre. Su voz ha cambiado, se ha hecho ms mujer. Ha adelgazado, lleva elpelo ms oscuro, el maquillaje justo, en orden, sin excesos. Est ms guapa. Pero noquiero decrselo. Sigue mirndome.

    Y t, encima, pareces otro y, ostras, casi que me gustas ms.

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  • Quieres decir que el de antes no te pareca bien?No, no, qu va, no es eso. Ya sabes cunto me gustaba el de antes, slo con

    tocarme haca que me electrificara...Eso fue cuando nos dio la corriente adornando el rbol de Navidad!Es verdad!Y de repente se re, ligera, cierra los ojos, echando la cabeza hacia atrs, y los

    mantiene cerrados, como si realmente intentara recordar ese da. Hablamos de hace porlo menos seis aos.

    Despus del calambre nos besamos. Sonro. Como si fuera un detalledeterminante para aclarar la naturaleza de nuestra relacin. Nos besbamos siempre.Y despus nos dimos los regalos.

    Me mira y sigue contndolo, es como si quisiera saber qu recuerdo de aquellanoche. No sabe que he intentado con desesperacin borrarla sin conseguirlo, que heintentado ver de forma obsesiva Olvdate de m! , la pelcula de Jim Carrey, con laesperanza de que pudiera ocurrir en realidad.

    As pues, te acuerdas de aquel momento? Sonre de manera prfida, pensandoen cazarme.

    Tenan papeles distintos.Pero los regalos eran iguales!Se pone muy contenta y deja caer al suelo su Michael Kors y luego se me echa

    encima y me pasa los brazos por la espalda y se pega a m y me apoya la cabeza sobreel pecho. Y yo me quedo as, desconcertado, sorprendido, con los brazos abiertos, sinsaber dnde ponerlos, como si estuvieran despegados, fuera de sitio, como si,dondequiera que acabaran, de todos modos, fuera un error.

    Qu contenta estoy de verte! dice, y al or esas palabras, yo tambin la abrazo.

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  • DIEZ

    Estamos en un jardn perfectamente cuidado. El sol asoma la cabeza entre losltimos tejados al fondo de las casas ms lejanas. No se mueve ni un soplo de aire. Hoyes 4 de mayo y ya hace calor.

    Estamos sentados el uno frente al otro y acabamos de pedir algo. S, algo de beber,tal vez de comer.

    No s muy bien qu, quiz un capuchino fro.No has cambiado nada.No.No s de qu ms hablamos. Nos quedamos un rato en silencio mirndonos las

    manos, la ropa, el cinturn, los zapatos, los botones, fragmentos de nuestra indumentariaque puedan decir algo de nosotros. Pero no me dicen nada, y no quiero escuchar. Me damiedo pasarlo mal, sufrir, ya no quiero sentir nada.

    Te acuerdas?, abrimos los paquetes y nos quedamos sin palabras, eran losmismos jersis enormes de marinero, azul claro. Pasamos por delante de aquella tienday nos gustaron a los dos y estuvimos hablando de ello entusiasmados. Decid que te loiba a comprar y que ya hara que me regalaran uno igual por mi cumpleaos. Encambio, me lo encontr en tu paquete de Navidad! Fue algo precioso.

    Dentice.Qu? Me mira sorprendida, desconcertada, piensa que estoy loco.Dentice, se llamaba Dentice, la tienda en la que entramos y, luego, cada uno por

    su cuenta compr el jersey.S, es verdad, en la piazza Augusto Imperatore. Seguir todava abierta?Sigue estndolo, pero no aado nada ms. Luego bebe un poco de su Crodino, come

    una patata frita y al final se limpia la boca. Cuando deja la servilleta sobre la mesa, sequeda quieta un instante.

    La otra mano se rene con la primera y se pone a jugar con el anillo que lleva en elanular. La alianza. Lleva alianza. No ha cambiado nada, al final se cas. Y por uninstante me falta el aire, tengo un nudo en la garganta, se me encoge el estmago, casime dan ganas de vomitar. Intento controlarme, coger oxgeno, recobrar la respiracin,detener las palpitaciones aceleradas del corazn y poco a poco lo consigo. Pero dequ te sorprendes? Ya lo sabas, Step, no te acuerdas? Te lo dijo aquella noche, laltima vez que estuvisteis juntos, que hicisteis el amor bajo la lluvia. Cuando volvisteisal coche, ella te lo confes: Step, tengo que decirte algo: voy a casarme dentro de unosmeses.

    Y ahora, como entonces, me parece increble que haya ocurrido realmente. Sin

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  • embargo hago como si nada, me tomo el capuchino y miro a lo lejos. Mis ojos estn unpoco velados, pero espero que ella no se d cuenta y entonces bebo despacio, sinatragantarme, entorno los ojos como para disimular, para buscar no s qu respuesta,para seguir el vuelo de alguna gaviota extraviada pero que esta vez, por desgracia, noexiste.

    Segu adelante. S. Cuando me vuelvo, la encuentro sonrindome tranquila,serena; quiere comprenderme. No fui capaz de pararlo. Me muestra la alianza,pasando el dedo por encima.

    Quiz para nosotros fuera mejor as, no crees?Por qu me lo preguntas ahora? No me preguntaste nada cuando pude responder.Y me gustara seguir: Cuando pude haber detenido todo esto, cuando tu vida

    todava poda ser nuestra, cuando no podamos perdernos, cuando habramos crecido,habramos llorado, habramos sido felices y en cualquier caso habramos sido nosotros,juntos, sin este terrible agujero, este tiempo que echamos de menos, esta vida pasada,sustrada, consumida, tal vez intil. Todo me parece tan vaco, tan terriblementeperdido y malgastado... No puedo aceptar haber desperdiciado ni un segundo de cadamomento de tu vida, de cada uno de tus alientos, de cada una de tus sonrisas o de tuspenas, me habra gustado estar ah, incluso en silencio, pero ah, cerca de ti, a tu lado.

    Ests enfadado?Me mira seria, pero sin perder la calma. Pone la mano izquierda sobre la ma y me

    la acaricia.No, no estoy enfadado. Entonces asiente, sonre de nuevo, est contenta. S,

    s que lo estoy agrego sin control.Aparto la mano de debajo de la suya. Y ella sacude la cabeza.Es normal, tienes razn, no seras t. De hecho... Y ya no aade nada ms.Deja espacio a la imaginacin, a lo que podra haber sido, sucedido, a lo que

    podra haber dicho, a cmo tan slo podra haberme despedido de ella nada ms verla.Y volvemos a quedarnos callados.

    Step?Busca mi aprobacin, le gustara que estuviera de acuerdo, que en cierto modo la

    perdonara. S, busca mi clemencia, pero yo no s qu decirle. No me salen las palabras,no se me ocurre ninguna frase, nada que pueda arreglar de alguna manera la situacin,apartar esa extraa incomodidad que se ha creado entre nosotros. Entonces vuelve aponer la mano sobre la ma y me sonre.

    S a qu te refieres, s por qu ests enfadado...Me gustara contestarle y decirle que no sabe absolutamente nada de nada, no puede

    saber lo que sent entonces, todas las veces que pensaba en ella, y que, sin embargo,debera haber apartado su recuerdo para siempre. Pero as es como fue. No fui capaz deprohibirle la entrada en mis pensamientos. Me acaricia la mano y contina mirndome,y sus ojos casi se humedecen, es como si estuviera a punto de llorar y su labio inferior

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  • tiembla un poco. O en este tiempo se ha convertido en una gran actriz o de verdad estsintiendo una emocin muy fuerte. Pero no lo entiendo, por qu toda esta conmocin?Entonces la expresin de su rostro se recompone, abre mucho los ojos como parahacerme rer, y con una alegra repentina exclama:

    Te he trado un regalo!Y saca del bolso un paquete envuelto en papel azul y un lazo celeste con rayitas

    blancas. Conoce mis gustos y, por supuesto, lleva una nota. Est atada con un trozo decuerda y sujeta a la mitad de una moneda de plomo. Lo cojo y debo decir que estoyatnito, confundido. Me dispongo a abrir el paquete, pero ella me lo quita enseguida delas manos.

    No! Espera...La miro perplejo.Qu?Antes tienes que ver una cosa, si no, no lo entenders.La verdad es que te juro que no lo entiendo...Ahora lo entenders y ya vers como todo ser ms sencillo.Y lo dice con voz de mujer, segura y decidida. Ahora Babi mira a lo lejos, como si

    buscara a alguien, como si supiera que un poco ms all, bajo los rboles, al fondo dela Villa, hay alguien esperando su seal. Pero est decepcionada, es como si noencontrara lo que esperaba, y suspira como si alguien hubiera roto un pacto.

    Luego:Aqu est! exclama, y se le ilumina la cara.Levanta la mano, mueve los brazos para que quienquiera que sea vea dnde est;

    seguidamente se pone de pie y grita feliz:Estoy aqu! Aqu!Entonces miro en su misma direccin y veo a un nio correr hacia nosotros,

    mientras una mujer vestida de blanco se queda al fondo, con una pequea bicicleta a sulado. Se acerca cada vez ms, rozando a la gente que pasa, casi se afana por el blancoempedrado, hecho de pequeas piedrecitas, y est a punto de perder el equilibrio y caeral suelo, pero Babi abre los brazos y l se lanza hacia ellos, hacindola tambalearsecon toda la silla.

    Mam! Mam! No te imaginas, no te imaginas qu pasada!Qu ha ocurrido, cario?He dado una vuelta con la bici. Leonor me ha sujetado un rato y luego me ha

    dejado solo y yo he seguido pedaleando y no me he cado.Muy bien, cario!Y se abrazan con fuerza. Los ojos de Babi buscan los mos a travs de los cabellos

    del nio y asiente, como si quisiera hacerme entender algo. El nio de repente se apartade ella.

    Soy un campen, mam! De verdad? Soy un campen?

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  • S, cario. Puedo presentarte a este amigo mo? Se llama Stefano, pero todos lollaman Step!

    El nio se vuelve y me ve, me mira un poco inseguro sobre qu decisin tomar.Luego, de repente, sonre.

    Y yo tambin puedo llamarte Step?Claro. Le sonro a mi vez.Pues te llamar Step! Es un nombre bonito. Me recuerda a Stitch! dice, y se

    va corriendo.Es guapo, tiene la piel oscura, la boca carnosa, los dientes blancos, perfectos, y los

    ojos negros.Lleva una camiseta de rayas azul claro y azul oscuro.Es un nio precioso.S, gracias.La mam me sonre satisfecha, y tengo que decir que no me disgusta verla tan

    hermosa en su felicidad, la que quiz yo no habra sabido darle. Eso es lo que debi depensar cuando decidi acabar con lo nuestro. Babi irrumpe entonces en mispensamientos: Tambin es inteligente y muy sensible, romntico. A m me parece queentiende muchas ms cosas de las que deja entrever. A veces me maravilla y consigueque se me encoja el corazn.

    S asiento, pero pienso que se trata de los pensamientos naturales de cualquiermadre.

    Babi sigue con la mirada a su hijo, que ha llegado junto a la tata, ha cogido labicicleta y se ha montado en ella; intenta pedalear y al final lo consigue, recorre untrecho de camino sin caerse.

    Muy bien! Babi aplaude.Est encantada por esa hazaa que le parece magnfica, luego se vuelve hacia m y

    me pasa el paquete.Toma. Ya puedes abrirlo.Es verdad. Se me haba olvidado. Y por un instante incluso me ruborizo.No es un libro ni un arma! Vamos, brelo!Entonces lo desenvuelvo y, cuando quito el papel de seda que de alguna manera lo

    protega, encuentro una camiseta XL, mi talla, con el cuello blanco. Me fijo mejor. Nome lo puedo creer. Es de rayas azul marino y celeste, idntica a la que lleva su hijo.Entonces levanto la mirada hacia ella y veo que se ha puesto seria.

    S. Bueno, as es. Quiz por eso nunca te he echado de menos.Y siento que me falta el aire.Mam, mira, mira qu bien lo hago!El pequeo pasa por delante de nosotros y sonre, con el pelo al viento, pedaleando

    en su pequea bicicleta. Lo miro y l se re y, por un instante, quita la mano del manillary me saluda.

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  • Adis, Step!Y luego vuelve a cogerlo rpidamente con fuerza, para que no se le escape, para no

    caerse al suelo. Regresa hacia la tata y desaparece as, del mismo modo que haaparecido en mi vida. Sus ojos, su boca, su sonrisa, tiene un aire a mi madre y an msa las fotos del lbum familiar de cuando yo era pequeo. Entonces Babi me toca denuevo la mano.

    No dices nada? Has visto qu guapo es tu hijo?

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  • ONCE

    Un rayo ha entrado en mi vida partindola por la mitad. Tengo un hijo. Y pensar quesiempre ha sido uno de mis deseos ms profundos. Estar unido a una mujer, sin dudacon una promesa de amor o con un matrimonio, y con un hijo. La unin de dos personasen la creacin, ese instante casi divino que se manifiesta en el encuentro de dos seres,en una mezcla que gira vertiginosamente, que decide detalles, matices, colores, que dapinceladas aqu y all en un pequeo cuadro futuro. Ese increble puzle que, pieza apieza, se va componiendo para despus brotar un da del vientre de la mujer. Y

    desde all alzar el vuelo como una mariposa, o una paloma, o un halcn, o un guila,hacia quin sabe qu otra increble vida, tal vez distinta de quienes la han creado. Ellay yo. T y yo, Babi. Y este nio. Intento articular algo sensato.

    Qu nombre le has puesto?Massimo. Es nombre de lder, aunque por ahora slo ha conseguido gobernar una

    bicicleta.Pero ya es una victoria.Se re, se muestra serena y respira el aire perfumado que nos rodea, y se suelta el

    pelo al viento que en realidad no hace. No busca perdn, ni compartir, ni unaabsolucin. Y, sin embargo, es nuestro hijo. Y en un instante regreso a seis aos atrs, aaquella noche, a aquella fiesta en una magnfica villa a la que me llev mi amigo Guido.Camino entre la gente, cojo al vuelo un vaso de ron, un Pampero, el mejor. Luego mesoplo otro, y otro ms. Y con las notas de Battisti en la cabeza, deambulo por la sala.Cmo puede una roca detener el mar?[1] Ni siquiera ahora s responder a esapregunta. Me acerco a un cuadro, una naturaleza muerta de Eliano Fantuzzi; recuerdoque me atrajo la gran sanda cortada sobre la mesa, poco definida, como su pintura,donde todo aparece como si lo viera un miope sin gafas, casi difuminado, con eseverde, ese rojo no demasiado oscuro y ese blanco y esos puntos negros que deberanser pepitas. Y de golpe me viene a la cabeza Babi, inclinada hacia delante con la tajadade sanda en las manos, riendo, y aparece su rostro en medio del rojo, en la mitadexacta, sin titubeos. Es verano, estamos en corso Francia, por la parte de Fleming, alfinal del viaducto, debajo de la ltima guila. Hace calor, es de noche, ese quiosco estsiempre abierto y un poco ms all hacen salchichas, se adivina por el olor y por elhumo blanco, espeso, denso, que sale de las brasas como si se tratara del tan esperadoresultado de la eleccin de nuevo papa. Y omos el chisporroteo del aceite de lassalchichas, cuyo olor nos queda pegado, aunque por suerte el viento lo barre, o almenos nos engaamos pensndolo.

    Hola, Step! Coged, coged, luego pasamos cuentas... Y saludo a Mario con una

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  • sonrisa y Babi se lanza sobre la tajada de sanda sin que se lo tengan que repetir.Ah, muy bien, has elegido la ms oscura, la ms madura...S, pero si quieres te doy un trozo.Y me hace gracia que quiera consolarme as.No, coger una entera para m, glotona!Doy un bocado a mi tajada de sanda, un poco ms clara, pero igualmente rica,

    jugosa, como la esplndida noche que estamos viviendo. Babi come de derecha aizquierda, parece una ametralladora, y se divierte escupiendo alguna pepita que se lequeda en la boca.

    Pfff! As, como Julia Roberts en Pretty Woman.Cmo? Me ro divertido. Qu quieres decir?Idiota... Cuando escupe el chicle.S, as ramos, la belleza de una noche de mediados de verano. Y mientras me

    acuerdo de ella, como un eco de aquella fiesta, de la habitacin de al lado me llega unarisa familiar; la escucho con ms atencin y cambio de expresin. No me cabe duda. Esella. Babi. Es el centro de atencin, se re y hace rer mientras cuenta algo. De modoque dejo el vaso, camino entre la gente, avanzo entre personas desconocidas, entrecamareros que pasan por mi lado, casi a cmara lenta, y entonces la veo bien: estsentada en el apoyabrazos de un sof en medio del saln. No me da tiempo a retroceder,a mezclarme con los dems, a pocos metros de m, cuando ella se vuelve, como sihubiera notado algo, como si su corazn, su mente o quin sabe qu misteriosa razn lahubieran invitado a hacerlo. Su rostro se tie de estupefaccin y luego de felicidad.

    Step..., qu alegra!, pero qu haces aqu?Se levanta y me besa suavemente en las mejillas y me quedo casi embobado, me

    coge del brazo y me siento transportado ante algunas personas sentadas alrededor deese sof. Borracho, no entiendo nada, slo sigo su Caronne.

    Pero qu estoy haciendo aqu? Por qu he venido? Babi... Babi... Paseamos yconocemos a otras personas y de vez en cuando pica algo de la mesa del bufet o de lasbandejas de los camareros; me acuerdo de que llevo el telfono y lo saco del bolsillo,lo pongo en silencio y lo hago desaparecer olvidndome de l. Y ahora le sonro y cojoal vuelo una copa de champn.

    No, disculpe..., dos.Casi me sabe mal que no haya pensado en ella enseguida, y se la ofrezco.Perdname...No pasa nada. Y se la bebe mirando desde detrs de la copa, con esa mirada

    que conozco bien. Me alegro de verte.Yo tambin.Me sale casi sin yo quererlo. Se bebe el champn de un solo trago. Y luego deja la

    copa en el alfizar de una ventana.Oh, esta cancin me gusta muchsimo! Me voy a bailar. Me miras, Step? Muevo

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  • un poco el esqueleto y luego nos vamos juntos, por favor, esprame... Y me da unbeso en la mejilla, pero lleva tanto mpetu que me toca tambin los labios. Y se vacorriendo. Ha sido casualidad?

    Baila entre la gente, da vueltas sobre s misma con los ojos cerrados, est sola en elcentro de la terraza, abre los brazos al cielo y canta la letra de la cancin a voz encuello. Semplicemente, de los Zero Assoluto. [2] De modo que me termino yo tambinel champn y dejo la copa al lado de la suya, y querra marcharme, s, ahora me voy,desaparezco, a lo mejor se enfada, pero es mejor as. Casi no me da tiempo a movermecuando ella me coge del brazo.

    Esta cancin me encanta. ... e le passioni che rimangono... semplicemente nonscordare...

    nananana! Semplice come incontrarsi, perdersi, ritrovarsi, amarsi, lasciarsi,poteva andare meglio pu darsi... Semplicemente. ... y las pasiones que perduran...,simplemente no olvides..., nananana! Tan simple como encontrarse, perderse,reencontrarse, amarse, dejarse, poda ir mejor, puede ser... Simplemente. Meabraza, me estrecha con fuerza y casi me lo susurra. Parece escrita para nosotros. Y se queda callada entre mis brazos, pero yo no s qu hacer, qu decir.

    Qu sucede, Babi? Qu est pasando?Ella me coge de la mano y me saca de aquella fiesta casi terminada, fuera de la

    villa, al otro lado del csped, del sendero, de la verja, a su coche, a la noche. Hicimosel amor como si nos hubiramos reencontrado, como si desde ese momento ya nadapudiera cambiar. Como una seal del destino, como si esa fiesta marcara una fecha, unporqu, una reanudacin. Empieza a llover y ella me hace salir del habitculo, ya llevala blusa desabrochada, quiere hacer el amor bajo la lluvia. Se deja acariciar por elagua que cae y por mis besos sobre sus pezones mojados. Bajo la falda est desnuda, essensual, atrevida, libidinosa. Me dejo llevar, Babi me cabalga, me aprieta fuerte y meaferra y yo pierdo cualquier control. Me susurra: Sigue, sigue, sigue, y se separacuando ya me he vaciado dentro. Se desploma sobre m y, en el momento en que me daun beso ligero, me siento culpable. Gin.

    Al volver al coche sus palabras son ms afiladas que un cuchillo: Voy a casarmedentro de unos meses.

    Eso me dijo Babi, todava con el ardor de haber estado juntos, de mis besos, de misexo, de nuestros suspiros.

    Voy a casarme dentro de unos meses.Como una cancin que suena en bucle.Voy a casarme dentro de unos meses.Fue un instante, se me encogi el estmago, me faltaba el aire.Voy a casarme dentro de unos meses.Me pareci que esa noche todo acababa. Me sent sucio, estpido, culpable, por lo

    que decid contarle la verdad a Gin. Le ped perdn porque quera borrar a Babi de mi

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  • vida y tambin a ese Step borracho de ron y de ella. Pero existe perdn para el amor?Ests intentando saber cundo fue?La voz de Babi me devuelve al presente.No creo que haya muchas dudas, ni posibilidad de equivocarse. Fue la ltima vez

    que nos vimos. Cuando nos encontramos en aquella fiesta.Y me mira con malicia. Parece que vuelve a ser la chica de entonces. Casi me

    resulta doloroso apartar los ojos de ella, pero debo hacerlo, s.Haba bebido.S, es verdad. Quiz por eso tus besos parecan todava ms apasionados. No

    tenas control. Despus se queda callada. Fue aquella noche. Y esboza mediasonrisa, esperando compartir conmigo su afirmacin. Si no fuera porqueinmediatamente despus tiene que aadir algo cruel. De modo que baja los ojos, comosi fuera ms fcil dirigirse al suelo, a esa sorda grava que rodea nuestros pies. Yempieza una extraa plegaria. Saba que te habas quedado dentro de m o que, entodo caso, algo haba pasado, se haba perdido... o recuperado. Pero estaba segura deque, si te hubiera seguido, mi vida habra dado un giro, habra cambiado mi eleccin,echando por tierra la decisin que haba tomado. La pasin y la vida cotidiana son doscosas distintas. Mi madre siempre me lo deca: despus de unos aos, todo quedaexcepto la pasin. Te acuerdas de lo mucho que discutamos en los ltimos tiempos?Estbamos creciendo de maneras distintas.

    Es verdad, nos enfadbamos a menudo, ya no la reconoca, tena miedo de perderlay no saba cmo retenerla. Esas olas que nos haban arrastrado nos estaban arrojando aun terreno ms inseguro, ms frgil. Por lo menos, as era como yo me senta.

    As que al da siguiente estuve con l. Me cost muchsimo, porque todava tenatu olor pegado, pero tuve que correr una cortina de humo. Despus llor. Sent el vaco,la melancola, el sinsentido. Me habra gustado ser libre para decidir sobre mi vida... Yno era libre, no saba qu decidir.

    Levanta el rostro, se vuelve hacia m, noto que me mira, pero yo fijo la vista en elsuelo. Luego tambin yo levanto la cabeza y miro a lo lejos, lo ms remotamenteposible. Qu quiere decir ser libre para decidir sobre mi vida? Pero si tu vida no estuya, de quin es? De quin puede ser?

    Por qu Babi siempre ha tenido esas extraas ideas, que, la verdad, nunca heentendido? Como si su vida estuviera condicionada por alguien o por algo, como siperteneciera a los dems, como si no lograra vivir hasta el fondo sus deseos, serrealmente ella misma. Slo en algunos momentos me pareca independiente, divertida,libre y rebelde: cuando perdamos el sentido del tiempo al regresar a casa y de lasobligaciones de la escuela y los exmenes, cuando estaba conmigo y deca que mequera y me estrechaba con fuerza, y cuando hacamos el amor y enroscaba las piernasdetrs de mi espalda, para ser ms ma, para no dejarme marchar. Como aquella noche.

    Por qu piensas que puede ser mo? Pero nada ms acabar la frase lo veo

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  • venir montado en su bici.Corre lanzado, de pie sobre los pedales, se desliza de una forma extraa, haciendo

    una especie de derrape, a su manera. Al final la bici se le cae al suelo, aunque l sequeda de pie, y nos mira un poco abochornado.

    Mam, es que a ese nio le ha salido. Seala con la barbilla hacia alguna partea su espalda.

    A lo mejor es que va en bici desde hace ms tiempo! Para ti es el primer da.Y al or esa explicacin, vuelve a estar orgulloso y convencido.Es verdad, quiero intentarlo otra vez. Despus, como acordndose de m, dice

    : Step, t sabes montar en bicicleta?S, un poquito.Ah... Parece satisfecho.Y, como si no fuera suficiente, Babi aade:Es modesto: monta muy bien, sabe hacer cosas con la bicicleta que ni te

    imaginas...Qu guay! Me sonre mirndome desde una perspectiva distinta. Pues

    entonces tienes que volver a venir al parque y traerte tu bici, as me enseas. Y,despus de esa ltima frase, para no esperar una respuesta, para no recibir un No yquedar decepcionado o por cualquier otro motivo, sale corriendo.

    Babi se queda mirndolo.Todava tienes alguna duda de que no sea hijo tuyo? Es idntico a ti, en todo y

    para todo, tambin en lo que hace. Slo hay una cosa en la que es un poco distinto.Y de repente es como si me despertara, me vuelvo enseguida hacia ella, con una

    curiosidad como quiz nunca he tenido.Cul?Es ms guapo! responde, y estalla en una carcajada, contenta de haberme

    tomado el pelo, y cierra los ojos, echa la cabeza hacia atrs y mueve las piernas, y elvestido se le levanta, mostrndolas, ahora s, en todo su esplendor.

    Es hermosa. Es preciosa, es ms mujer, es ms sensual, pero tambin es madre.Ser eso lo que la hace ms deseable? Y me vuelven a la mente sus palabras de antes:Tuve que correr una cortina de humo. Y de manera extraa, eso me excita, yjustamente por eso me siento culpable. Despus Babi deja de rer y me coloca una manosobre el brazo.

    Perdona, no s qu me ha dado.Se pone seria, aunque se echa a rer de nuevo. No obstante, intenta parar, y en

    silencio hace stop con la mano, como diciendo: Espera, ahora lo consigo. Y, enefecto, hace un ltimo amago de rer y despus para.

    Ya est, me pongo seria. Recupera el aliento. No sabes qu contenta estoy,me he imaginado este momento cada da desde que naci. No quera ms queencontrarte, que lo vieras, compartirlo contigo, cada da que lo he tenido en brazos, que

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  • lo amamant, que lo acun, que lo dorm, que volv a amamantarlo, de noche, sola, alamanecer. S, en cada uno de esos momentos t estabas conmigo. Y me miraconmovida, con los ojos llenos de lgrimas. Por eso no te he echado de menos,porque nunca te has ido.

    Me quedo callado y miro la camiseta idntica a la de Massimo, nuestro hijo.Entonces Babi se levanta. Deja un papel sobre la mesa y dinero en la cuenta que noshan trado. No me da tiempo a decir nada. Lo hace todo ella.

    Djame que invite yo... En el fondo, he sido yo quien esperaba que nosencontrramos. Aqu tienes mis nmeros. Llmame cuando quieras. Me gustara quevolviramos a vernos. Tengo muchas cosas que contarte.

    Y se marcha as, de espaldas. Y me viene a la cabeza esa cancin de Baglioni: Equel disordine che tu hai lasciato nei miei fogli, andando via cos, come la nostraprima scena, solo che andavamo via di schiena.... Y ese desorden que has dejado enmis papeles, marchndote as, como en nuestra primera escena, slo que salamos deespaldas...[3] Por otra parte, siempre he odiado esa cancin, quiz porque siempre hetemido que a m tambin me llegara ese momento. Y as es ahora. Se c stato perdavvero quellattimo di eterno che non c... Si de verdad ha habido ese instante deeternidad que ya no est... [4] Y la veo meter la mano entre los cabellos de ese nio,oscuros como los mos. Y miro a esa mujer, su cazadora vaquera encima de ese vestidoblanco con dibujos rojos, azules y celestes, que semejan veleros y sombrillas, parecidoa esos vestidos que estrech entre mis brazos una infinidad de veces, y, sin embargo,todava no me resultaba suficiente.

    Pero habr alguna vez un momento en que me sienta saciado de tu amor? Pase loque pase, aunque un da por fin te tuviera toda para m, se aplacara esta hambre quetengo de ti? Pero me contesto que no, nunca te tendr lo suficiente.

    Estoy condenado. Babi ha sido hecha aposta para m, es todo lo que no logroentender, elimina cualquier razn, me quita la posibilidad de ser decidido, determinado,severo, quiz de estar enfadado. Y sigo mirando cmo te marchas as, de espaldas, contu andar que es slo tuyo, y a pesar de que han pasado seis aos, nunca te he olvidado, ytal vez nunca te olvide. Tu trasero, tus piernas ya ligeramente bronceadas y esos zapatosazules, altos, de cuerda o corcho tal vez, que acompaan cada uno de tus pasos. Y t note vuelves, pero lo hace ese nio, levanta la mano y me saluda y me sonre, hacindometodava ms dao del que he sentido hasta ahora.

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  • DOCE

    Vuelvo al coche. No me lo puedo creer, as, de repente, un da cualquiera, uno comotantos, mi vida cambia: tengo un hijo. Y no es una noticia de algo que tiene que ocurrir,que se va formando, que un da ser. No, mi hijo ya est ah, es parecido a m, guapo,sonriente, divertido. Y de golpe me siento celoso como nunca habra pensado estarlo.Celoso de un hombre, aunque sea un chiquillo. Porque me imagino a su padre, queadems no es su padre, rindolo, abrazndolo, besndolo, estrechndolo entre susbrazos y dicindole palabras de amor. Palabras que son mas, que me corresponden,que deberan pertenecerme, slo a m y a nadie ms. Entonces me llega un fotograma deese hipottico falso padre que le coge de la mano con fuerza y le levanta la suya, lepega, le grita, lo maltrata, lo humilla delante de gente desconocida, como vi hacer unavez en un restaurante mientras esperaba a mis amigos. Un hombre cogi la mano de suhijo pequeo y se la golpe varias veces contra la mesa, hacindolo llorar en silencio.Y la mujer, la madre de ese nio, no dijo nada, sigui tomndose su vino, se volvi y,cuando se dio cuenta de que yo haba visto todo lo que haba ocurrido, entonces, sloentonces, se ruboriz y susurr algo al odo de ese hombre. Me qued mirando esamesa, a ese nio que lloraba en silencio. Le caan abundantes lgrimas, mantena lacabeza gacha, como hacen los nios cuando quieren esconder su tristeza. Tan grave eralo que haba hecho? Lo haban castigado por hacer un poco de ruido? La mujer estabavisiblemente incmoda, abri mucho los ojos hacia su marido como diciendo: Nosestn mirando. Se comport as slo porque advirti la desaprobacin de un extrao?Acaso nuestro comportamiento es inadecuado tan slo cuando hay alguien que nosmira? No somos capaces de juzgar el error de nuestras acciones por nosotros mismos?Necesitamos que haya alguien para sentirnos avergonzados? Segu mirando a esamesa.

    Ella haca como si no me viera, pero notaba el rabillo de su ojo. El hombre sevolvi un instante, mirando a su alrededor, y cuando se encontr con mi mirada seencogi de hombros y sigui comiendo lo que tena delante. Luego le propin un bruscoempujn al nio, que dio un respingo asustado. El hombre le seal el plato y movi denuevo la mano rudamente, como diciendo: Venga, come, no empeores las cosas, a quesperas?. Entonces el nio, siempre con la cabeza gacha, cogi un tenedor y con laotra mano empez a jugar un poco con lo que tena en el plato; despus, tras otropescozn de su padre, se lo meti en la boca. S, todo pareca normal, pero sushombros se sacudan de vez en cuando, siguiendo el ritmo de un sollozo que no queraabandonarlo. Me habra gustado volver a cruzar la mirada con ese hombre y levantar labarbilla en seal de desafo y, si l hubiera respondido, tal vez nos habramos peleado

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  • all, en el restaurante, o lo habra invitado a ir afuera.Pero luego ese nio mir a su alrededor, me vio y, cuando le sonre, l me devolvi

    la sonrisa un poco avergonzado. No, quiz por l no lo habra hecho, no habrahumillado a su padre. Su padre.

    Ese hombre que lo trataba as. Y Massimo? Cmo se comportar el hombre quese hace llamar pap con l? Cmo ser el marido de Babi con mi hijo? Ser paciente,solcito, jugar con l? O

    tal vez le molestarn sus gritos, sus demandas, sus ganas de jugar? S, de hecho, meimagino a Massimo, se ha interpuesto entre l y el televisor durante un partido deftbol, puede que ese hombre sea incluso de la Roma y, como no le ha dejado ver unintil gol, porque, total, estn perdiendo de tres y el partido est en los ltimos minutosde descuento de la segunda parte, ese hombre le da una patada a mi hijo y luego aplastacon el pie un juego al que Massimo le tiene mucho cario. Rompe en mil pedazos uncamin de bomberos que ya no podr ir a salvar a nadie, o el muequito de Masha, detal manera que el oso lo lamentar siempre, pero, sea lo que sea, lo hace con rabia,provocando que Massimo se desespere al tratar de recoger los pedazos yrecomponerlo. Mis pensamientos, las dolorosas proyecciones, las imgenes de esenio, todo estalla. Negro.

    Joder, mira por dnde vas, gilipollas!Choco con alguien, su rostro delante del mo. Veo unos ojos grandes, pelo oscuro,

    rizado, barba, una cazadora, un adulto, un hombre gordo, esa voz gruona. Y, de formainstintiva, mis manos salen disparadas hacia su garganta, lo arrojo contra la pared dedetrs, le aprieto el cuello con fuerza y lo levanto, y sigo empujando. Veo que suspiernas patalean en el aire a pocos centmetros del suelo, mientras aprieto, aprieto yaprieto an ms, y luego, de repente, veo que Massimo se acerca con la bicicleta y mesonre. Y sacude la cabeza.

    Step... No, l no tiene nada que ver.Es cierto. Me doy cuenta de lo que est sucediendo, tengo entre las manos el cuello

    de un hombre.Debe de contar unos cuarenta aos, mantiene los ojos cerrados, los guia, como si

    se esforzara por intentar recuperar el aliento, respirar; entonces lo suelto, dejo deagarrarlo y l lentamente se desmorona, tose. Y yo me miro las manos todavaencarnadas, hinchadas. Las observo horrorizado, como si estuvieran manchadas desangre, hasta ahora no me doy cuenta de cmo me ha cegado la rabia. Pero el hombre demis pensamientos estaba maltratando a mi hijo. Mi hijo. Entonces me vuelvo, Massimoya no est, ya no hay nadie. Ayudo al seor a levantarse.

    Disclpeme... No s qu ms decir. No quera molestarlo... Pero veo queme mira desconcertado y comprendo que es mejor que me vaya sin aadir nada mspara no empeorar la situacin.

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  • TRECE

    Entro en la oficina y me encierro en mi despacho sin saludar a nadie, abro la neveraazul y saco una Coca-Cola. Me quedo apoyado en la puerta, noto los imanes de tantosviajes detrs de la espalda, intento reconocer alguno, pero no lo consigo. Sin embargo,si me concentrara de verdad, sabra decirlos todos. Pero no lo hago. No me divierte.Me gustara tener una botella de ron en vez de la Coca-Cola, un J. Bally, s, y me lasoplara entera, como hacen en las pelculas. A pesar de que ya s que all el ron y elwhisky no son ms que agua y Coca-Cola... Aunque alguno bebe de verdad, para quesea ms creble, para ver qu pasa. Martin Sheen lo hizo en Apocalypse Now y laescena resulta creble, y tanto. Cuentan que la emprendi a puetazos con un espejo y secort las manos. Quiz fuera porque el da del rodaje Martin Sheen cumpla treinta yseis aos y lo celebr completamente borracho. Yo tengo casi veintinueve, no es micumpleaos, pero tal vez tambin tenga algo que celebrar. Y en ese mismo rodaje, queslo tena que durar cinco meses y al final se prolong hasta el infinito, Martin sufri unataque al corazn. De modo que abro la botella y me pego a ella intentando imitar loms posible a Martin Sheen, aunque sin alcohol! Engullo toda la Coca-Cola y me vienealgo a la cabeza: Martin Sheen tiene varios hijos, algunos han usado su verdaderoapellido, que es Estvez. Slo uno ha utilizado el artstico: Charlie Sheen. Ha tenidomucho xito, pero es alcohlico.

    Se ha metido en diversos los, incluso lo echaron de una serie de televisin en laque ganaba dos millones de dlares por episodio, un rcord para muchsimos actoresestadounidenses. Un hilo sutil y maldito liga las vidas turbulentas de Martin y CharlieSheen, hasta su parecido fsico es increble.

    Ser tambin as entre Massimo y yo? Tal vez no lo sepa nunca. Ese pensamientome desespera, y de verdad me gustara tener una botella de ron y bebrmelaagarrndola por el cuello, sin vaso, sin parar, de un golpe, hasta desmayarme.

    Oigo que llaman a la puerta. Me tomo el ltimo trago y tiro el botelln a la basuraconsiguiendo, al menos eso, hacer canasta.

    Quin es?Yo.Reconozco esa voz, su seguridad. S, puede que me vaya bien hablar con alguien.Pasa.Abre la puerta, entra y se acerca a la nevera, l tambin coge una Coca-Cola y,

    antes de volver a cerrarla, me mira, sonre y hace una pregunta del todo retrica: Puedo?

    Ca