nueva interpretacion de los comentarios

Upload: mau-oviedo

Post on 02-Mar-2018

221 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    1/38

    NUEVA INTERPRETACIN

    DE LOS COMENTARIOS REALES.

    DE GARCILASO EL INCA

    P O R

    A N T N Y A. V A N B E Y S T E R V E L D T

    En la historia de la l i teratura espaola se ha dado mucha atencin

    al mexicanismo de Juan Ruiz de Alarcn ( i58 i?- i639) . El peruanismo

    o carcter mest izo de los escri tos de Garci laso de la Vega el Inca tam

    bin se plantea casi siempre en estudios a l dedicados. Sin embargo,

    se nota mucha diferencia en la manera en que la cr t ica l i teraria se

    acerca a estas influencias sociogrficas y tnicas del ambiente vernculo.

    Pudese decir que el mexicanismo de Alarcn ha l legado a ser una

    mera cuest in de la cr t ica acadmica que es discut ida con desenvoltura

    dentro del inofensivo crculo de los historiadores de la l i teratura. Las

    controversias, aunque acaloradas a veces por cierto apasionamiento

    debido al orgul lo nacional , se evaporan en el no man's land de la

    general indiferencia que rodea por todas partes el c rculo de los es

    pecial istas. Por el contrario, muy dist intos son los debates cuando se

    trata del peruanismo o carcter indio de Garci laso. Los factores cau

    santes de esta diferencia sal tan a la vista: Juan Ruiz de Alarcn no

    tuvo , que sepamos, n ingn an tepasado ind gena; pero , como Garc i laso ,

    creci de ntr o de la . nuev a sociedad de la Am rica hispn ica y su o bra

    muestra, sut i lmente, la influencia de su medio nat ivo, dice Pedro Hen-

    rquez Urea (i ) . Garci laso, en cambio, es uno de los primeros frutos

    de la unin entre dos razas, la espaola y la india. Un importante

    elemento en su dest ino era que, por las vicisi tudes mismas de su vida

    es t rechamente l igadas a l momento h is tr ico , e l p roceso de su adapta

    cin al medio espaol se ha real izado en condiciones de aislamiento

    casi tan eficaces como el medio aspt ico de un laboratorio. Muchos

    de los pareceres sobre Garcilaso y su obra son confusos, vacilantes.

    ( i)

    La corriente literaria en la Amrica Hispnica,

    2 .

    a

    edicin, Mxico-Bue

    nos Aires , 1954, p . 71, Vase ta m bi n : A. A.

    VAN B EYSTER VELDT:

    Rpercussions du

    souci de la puret de sang sur la conception de l'honneur dans la Comedia

    Nueva espagnole,

    Leiden, 1966, pp. 87-88. En este l ibro hemos dedicado algunas

    consideraciones al mexicanismo de Alarcn, en tanto, que forma explicat iva

    de su act i tud discrepante ante la concepcin corr iente del honor teatral de los

    dems comedigrafos del s iglo xvn.

    353

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    2/38

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    3/38

    durante el t iempo que crea necesario para ver sat isfechas sus preten

    siones a la Corte. Porque el primer motivo de su viaje a Espaa,

    segn test imonio expreso de los

    Comentarios,

    era ped ir mercedes

    por los servicios de mi padre y por la rest i tucin patrimonial de mi

    madre. La expl icacin no slo de la vida ret i rada en Monti l la y ms

    tarde en Grdoba, sino tambin la del primer impulso escribir la

    historia de su patria , reside en estas pretensiones malogradas a la Corte.

    Cuando Garci laso est a punto de verlas cumplidas, se produce la in

    tervencin fune sta del l icenciado Lope Garca d e Castro, que y dem os

    la pa l ab ra a l Incaes t ando en su t r i buna l , me d i jo : " Qu merced

    quer is que os haga Su Majes tad , habiendo hecho vuest ro padre con

    Gonzalo Pizarra lo que h izo en la ba ta l la de Huarina y dndole aquel la

    tan gran v ic tor ia?" Y aunque yo rep l iqu que haba s ido tes t imonio

    falso que le haban levantado, me di jo:

    "Tinenlo escrito los historia

    dores y querislo vos negar?"

    Ya entrado en los sesenta aos, Garci laso se acuerda de estas l-

    t imas palabras que cerraron la puerta a sus pretensiones. De ah el

    camino del joven mestizo le l leva a los rincones de la soledad y po

    breza, donde esta misma interrogacin tan decisiva en su vida, quiz,

    le abri otra puerta que le permit a evadirse de una si tuacin aparen

    temente sin sal ida: la perspect iva de la recreacin de una real idad

    recalci t rante por obra del arte .

    N o ignoram os que mo der nam en te la e rudic in incansable de los '

    garci iasistas ha demostrado que la posicin econmica de Garci laso

    ha sido mucho ms holgada de lo que l nos hace creer; que su sole

    dad fue a t ravesada por am is tades , generos idades y tenemos la pr ueb a

    a m a n o a m o r e s apegos todos que deben de haberle vinculado con

    la sociedad de Monti l la , y , ms tarde, con la de Crdoba. No obstante

    esto,

    para calar el hondo sent ido de los

    Com entarios y,

    travs de ellos,

    asimismo la persona, el angust iado psiquismo, la quejumbrosidad

    (3) Sub raya mo s. V. B. A. E., I I I , pp. 359-360. Se sabe q ue el pa dre d el In ca

    era acusa do 'de ha be r dad o en esta bata l la su cabal lo Sal inil las a G onza lo Pi-

    zarro en un t rance pel igroso en que ste perdi el suyo, Pzarro corr iera pel igro

    si Garci laso no le diera un cabal lo, es e l breve comentar io de Gomara. Esta

    fal ta , supuesta o autnt ica, recay sobre el hi jo: porque de este del i to que

    apl ican a Garci laso, mi seor , yo tengo la peni tencia s in haber precedido culpa,

    d ice nues t ro au tor . Hacemos no ta r que la idea formulada aqu por Garc i laso

    pertenece a la esfera de las controversias sobre los estatutos de l impieza de

    sangre. Anlogas protestas contra la injust ic ia social , corr ientes en el Siglo de

    Oro, por la cual eran n egad as d ignid ades y mercedes* a hi jos de pa dre s judo s

    y los que haban s ido cast igados por la Inquisicin, son ms frecuentes en los

    cronistas de las Indias de lo que parece a pr imera vis ta . En la

    Apolog tica Historia,

    de Las Casas, a l hablar de Pachacut i Inca, leemos que ste , a los hi jos y

    descendientes de los que subl imaba ponindolos en cargos, gobernaciones y of i

    cios honrosos, nunca se los qui taba, puesto que los padres hiciesen algn mal

    recaudo ( . . . ) . Y en sto era har to conforme con la divina ley nuestra: non por-

    tabit filius iniqwtatem patris, etc.. V. B. A. E., M ad rid , 1958, t .

    ic6 , p . .409.

    355

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    4/38

    (Senz de Sta . Mar a) del mismo Inca, parece ms adecuado tornar

    como punto de par t ida la s i tuacin ta l como l mismo la ha caracte

    r izado con los trminos pobreza y soledad, porque as ha expe

    rimentado la larg a etapa espa ola de su vida.

    Era , pues , una vida re t i rada. Garci laso no ha tomado par te en la

    vida l i terar ia de su poca. Alber to Snchez hace observar que Lope

    de Vega no menciona a l Inca en s

    Laurel de Apolo,

    agregando que

    quiz esta omisin sea de bid a a su condicin d e me stizo (4). De l mi

    nucioso inventar io de la b ibl io teca del Inca, l levado a cabo por Durand,

    resul ta que s ta no comprenda s ino muy pocos l ibros espaoles de ndole

    es t r ic tamente l i terar ia .

    Rosenblat , en su in t roduccin a los

    Com entarios Reales,

    hace re

    sal tar e l arcasmo l i terar io de Garci laso que a t r ibuye a su permanencia

    prolongada en e l ambiente rural de Mont l la . Con mucha razn, Senz

    de Santa Mara a lega aqu que es t arcasmo debe en pr imer lugar

    ser redu cido a la. len gu a, m s en retras o toda va respecto a la de

    Monti l la , que e l n io Gmez Surez ha aprendido en e l Cuzco. Re

    sulta, pues, que la evolucin l ingstica de Garcilaso se ha estancado

    desde su sal ida del Per . Es te uso arcaisante de lenguaje con alguien

    que, por o t ra par te , mostraba tener tanta maes tr a en e l manejo de

    la lengua, no se lo ;podr a in terpretar tambin como expres in de una

    f idel idad nos t lgica a un per odo de tan fundamental impor tancia en

    su vida? Y la fa l ta de in ters por la v ida l i terar ia contempornea,

    ta l como parece indicar e l inventar io de su bibl io teca, no ser a , por

    otra par te , una forma de indiferencia ante las manifes taciones de una

    civil izacin en la que no participaba, en sentido biolgico-cultural , s ino

    por la mitad, pero que, socialmente, le era de acceso dif cil , obstaculi

    zado ,

    precisamente por causa de su sangre i r id ia? Correla t ivo a es ta

    pregunta es e l problema que Garci laso haba de enfrentar como pr i

    mera dif icul tad en su camino al comenzar a escr ib i r h is tor iaba saber ,

    el de su identif icacin con uno de los patr imonios tnico-culturales de

    su doble descendencia . Veamos cmo resolvi es te problema esencial .

    Es curioso observar que en los escritos de Garcilaso los nuestros

    pueden indicar tanto los espaoles como los indios y mes t izos . Habla

    tambin de nues tra fe catl ica. En cambio, nunca se ref iere con el

    posesivo mi(s) a personas o cosas de Espaa, salvo a su padre. Al

    uso del poses ivo se agrega muchas veces un tono de ternura , de in t i

    midad, cuando se apl ica . personas y cosas referentes a su origen indio:

    (4) V. Luis ALBERTO SNCHEZ,

    La literatura peruana,

    Asunc in de l Para

    guay, 1949, t. II, p. 84.

    356

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    5/38

    aquel la mi t ierra, expresin tan frecuente en los

    Comentarios,

    en

    que se manifiesta un sent imiento nostlgico de distanciamiento. Al que

    jarse de hat ter olvidado mucho del quechua, pide perdn a sus parien

    tes indios y me st izos del Cuzco por las fal tas qu e ha ce : perd nen

    melas ,

    pues soy suyo,

    y que slo por servirles, tom un t rabajo tan

    incomportable como esto lo es para mis pocas fuerzas [II , p . 73].

    En otro pasaje se refiere a los mestizos: No digo lo mismo de mis

    parientes los mest izos porque no digan que como uno de el los hablo

    en favor de

    los mos

    [III , p .

    265].

    Gar cilaso dice ser orgulloso d e este

    nombre de mest izo : por ser nombre impuesto por nuest ros padres

    y por su significacin, me llamo yo a boca llena y me honro con l.

    Aunque en Indias si a uno de el los le dicen sois un mest izo o es un

    mest izo, lo toman por menosprecio [II , p . 373].

    En el notable cap tulo XXVII de la

    Historia de la Florida

    (Libro II,

    la Parte), Dond e responde a una objecin, Garcilaso se identifica con

    todo el pueblo de los indios, l lamado aqu nuestra nacin, la na

    cin: . . .por loar nuestra nacin, que, aunque las regiones y t ierras

    estn tan distantes, parece que todas son Indias. Y ms adelante:

    Pues decir que escribo encarecidamente por loar la nacin porque

    soy indio, cierto es engao.

    Pero en este nfasis de Garci laso en su cal idad de mest izo, adver

    t imos al mismo t iempo la tendencia a presentar esta condicin como

    ms n t imamente l igada a su descendencia ind ia que a la espaola .

    Esta* tend enc ia se acusa m arc ad am en te en sus frecuentess protestas

    de humi ldad con que se d iscu lpa que como

    indio

    indigno se atreva

    a describir las hazaas de los espaoles. En la

    Historia de la Florida,

    a la m uer te de H er na nd o de Soto, dice que este conq uistad or era in

    digno de que su historia la escribiese un indio. Algunas veces se

    percibe un tono ms agresivo en estas protestas. En el cap tulo XXI,

    l ibro V de los Comentarios, par a na rr ar los desastres sobrevenidos en

    el Per despus de la l legada de los espaoles, remite al lector a los

    historiadores espaoles, que a m no es l ci to decirlo: dirn que por

    ser ind io hablo apas ionadamente .

    La validez de estas afirmaciones de Garcilaso con que insiste en

    su pertenencia al grupo de los indios y mest izos, t iene que ser redu

    cida considerablemente por las reflexiones siguientes.

    , Percbese en Garci laso un a conciencia ag ud a del rango inferior que

    los espaoles asignaban tanto a mest izos como a indios en la escala

    social. Como se sabe, los cronistas espaoles del siglo xvi consideran

    cas i unnimemente a l ind io como un ser in frahumano. Sorprende ver

    hasta qu grado de inconsciencia esta concepcin del indio estaba arrai-

    357

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    6/38

    gada en e l pa t rn de comportamiento de l conquis tador espaol . En

    su

    Historia general y natural de las Indias,

    e l au to r , F ern n dez d e

    Oviedo, despus de haber afi rmado que sera absurdo pensar que los

    indios se convirtiesen rpidamente a la fe catlica, dice que eso es

    machacar hierro fro; e inspirado, sin duda, por la asociacin, aade

    que los indios t ienen la cabeza tan dura, que el principal aviso que los

    crist ianos t ienen cuando con el los pelean e vienen a las manos, es

    no darles cuchi l ladas en la cabeza, porque se rompen las espadas

    [BAE,

    t . .117, p. n i ] . El lector asid uo d e las

    Crnicas

    sabe , cu ntos

    rasgos ms atroces confirman esta mental idad. Este menosprecio de

    los espaoles recae igualmente sobre los mest izos.

    No hay que dudar que la condicin del mest izo en su posicin

    aislada entre dos razas de todo punto tan distantes como la espaola

    y la india era en aquel la primera poca d esencia t rgica. Muy at ina-

    damente observa Alber to Snchez: Ent re las sangrien tas sombras de

    la cpnquista aparece una raza. Ni bien quista con los espaoles, ni

    duea de la confianza de los indgenas.

    En contraste con las ideas corrientes de los historiadores espaoles

    en lo referente a indios y restizos se percibe a lo largo de la obra

    de Garci laso la intencin de presentar al indio sobre un plan ms

    elevado de humanidad y civi l izacin. Sabe que por los espaoles co

    mnmente son ten idos por gente s imple , s in razn n i en tendimiento ,

    y que en paz y en guerra se han poco ms que bes t ias . . . Y cont ina:

    A esto se responde primeramente que la opinin que de los indios

    se t iene es inc ier ta y en todo cont rar ia r la que se debe tener . Aqu

    Garci laso se apoya en Acsta, quien, en su historia , advierte cmo

    los profetas condenan a Israel y Jd, l lamndolos mala simiente,

    hi jos de crimen, pueblo de Gomorra y otras semejantes afrentas, y

    a veces en la misma pgina los l lena de alabanzas l lamndolos pueblo

    jus to , hi jos de Dios, heredad amada, gente santa ( . . . ) Pues, con cunta

    mejor razn se ha de creer que podemos nosotros decir de las naciones

    de indios, tan varias y diversas, unas veces que sumamente aptas para

    rec ib i r e l Evangel io , como en rea l idad lo son 'en su mayora , o t ras

    que son refractorias a l^ como sucede en algunos por los pecados de

    los hombres y la mala educacin? [BAE, t. 73, p . 391].-

    Sorprende ver que Garci laso en su defensa del indio ci ta la autori-

    da d d e Acos ta y no la 4e L as Casas, cuyas act ividades en este te rre no

    han cont r ibu ido a la promulgacin de las Ordenanzas de 1542. Pero

    no hay que olvidarse que la act i tud humanitaria del Inca respecto al "

    indio no es de origen crist iano, sino der ivad o ms^ bien d e cierta soli

    daridad que con l sent a despus de la conquista . Por lo que se refiere

    358

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    7/38

    a la actua cin de Las Casas en las> Ind ias , Ga rcilaso no la to m a en

    serio, ms an , la desaprueba , como veremos ms adelan te .

    Volv iendo a l importan te cap tu lo XXVII de la

    Historia de la Flo

    rida,

    que de l est tomado el pasaje ci tado ms arriba, podemos decir

    que aqu Garci laso pone los cimientos de lo que va a ser la original idad

    de sus historias, en las que indios y mest izos se mueven en un plan

    ms humanizado , p rovis tos de sen t imientos y anhelos y de una voz

    para expresarlos.

    Ahora bien, el nfasis que pone Garcilaso a lo largo de toda su

    obra en su condicin de indio, mest izo, t iene que ser interpretado a

    la luz del pecul iar momento histrico que viva. A este respecto con

    v iene examinar dos fac tores importan tes y dependien tes uno de l o t ro

    que h an influido en la act i tud del Inca. . *

    Ya vimos que las pretensiones de Garci laso a ver reconocidos los

    servicios de su padre, servicios de los cuales l esperaba recompensa,

    le fueron negadas por el rgimen espaol . Hizo estas pretensiones

    apoyndose en la gloria de descender de uno de los primeros con

    quistadores del Per. Los obstculos que se le opusieron fueron deci

    sivos para el transcurso ulterior de su vida. No slo influyeron en

    su posicin econmica, sino tambin en su si tuacin social en la comu

    nidad espaola de aquel entonces. Sus expectaciones de ser admit ido

    a los niveles ms elevados de la sociedad espaola forzosamente ha

    ban de quedar frustradas, no slo por la circunstancia embarazosa

    de su sangre india, s ino tambin por la mancha en el honor de su padre,

    m anc ha que e l In ca t ra ta r d e lavar en los

    Comentarios

    (5). Po r ta nt o,

    nada parece ms improbable que la op in in de Porras Barrenechea

    que quiere ver en e l cambio de nombre de Garc i laso una ruptura con

    su pasado indio: El cambio de nombre y el momento sicolgico en

    que lo realiza (.. .) es significativo de un decisivo vuelco espiritual:

    el joven pupilo de Alonso de Vargas ha decidido ser espaol , romper

    (5) E l capi tn Garci laso de la Vega V arga s, pad re del Inca, no deja de ser

    una f igura bas tan te equvoca , una impres in a l a que los mismos Comentarios

    pueden ofrecer pbulo. Recordamos el papel , dif c i l de combinar , de pr is ionero

    a la vez de consejero de Gonzalo Pizarro. Pasa de un bando al otro. El Palen

    t ino le l lam a el leal de t res hora s. En Mx ico tuvo otra hi ja bas tard a

    en IVJara Pikosca Pal la , lo que hace pensar a Alberto Snchez que, aparente

    mente, Garci laso, e l padre, gustaba de tener mujeres de sangre real . Inf luencia

    an ms grande en el dest ino de Garci laso fue, s in duda, e l rompimiento, por el

    padre, de su unin, no sant i f icada por el matr imonio, con la madre del Inca,

    Isabel Chimpu Ocllo. El padre se casa con Luisa Martel de los Ros, espaola.

    Parece que este matr imonio es anter ior a 1553: Garci laso tena apenas catorce

    aos . Su madre tambin cont ra jo nueva un in , es ta vez se l lada por un mat r imo

    n io ,

    bajo su nombre cr is t iano de Isabel Surez, con un s imple espaol , de quien

    tuvo dos h i jas . Tanto con su madre como con e l padre , Garc i laso en t re ten a re la

    c iones , pero no cabe duda que debe de haber suf r ido por l a qu iebra de l hogar

    paterno, as como de la proletar izacih de la condicin Social de su madre a

    causa de su casamiento con un s imple soldado.

    359

    CUADERNOS 230

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    8/38

    con las Indias del mar ocano y olvidarse del indiano mest izo Gmez

    Surez de Figueroa (6).

    Este factor ha dificul tado, sin duda alguna, el proceso de adapta

    cin del Inca a la sociedad espaola, y reforzado an por un sent i

    miento ocul to de orgul lo herido, debe de haberle l levado, casi inelu

    diblemente, a ident ificarse con el grupo de los indios ms bien que

    con los espaoles. En esta posicin se ha anidado, diramos, como en

    un refugio incontestado y seguro. Incontestado po rqu e, lejos de su

    patria , no haba de temer que nadie le contradi jera sus pretensiones

    ni de parte de los espaoles, menos an de los que llama los mos,

    hermanos y parientes del Per, a los que su obra fruta nueva del

    Perj andando e l t i empo, dar a considerac in ms grande y g lor ia .

    Seguro,

    a causa de circunstancias que vamos a examinar ahora.

    En- la segund a m ita d de l siglo xvi perodo en el que t rans curr a

    gran parte de la vida del Inca se produjo en Espaa una recrudes

    cencia del conflicto entre los Cristianos Nuevos y Cristianos Viejos.

    Para toc\o espaol , dondequiera quisiese hal lar un lugar para vivir

    en la Espaa de aquel entonces, era esencial que la fama pblica le

    asignara un sitio en el grupo de los Cristianos Viejos. Si stos le re

    chazaran, las sospechas de sus correl igionarios, y aun peor, las de la

    . Inquis ic in , no ta rdaban en hacer le la v ida problemt ica , cas i impo

    sible.

    La oposicin entre Crist ianos Nuevos y Viejos t iene, como se

    sabe, sus antecedentes inmediatos en la creacin de la Inquisicin ha

    cia 1480 y la consiguiente expulsin de los judos en 1492. Esta decisin

    de enorme a lcance , como resu l tado de fuerzas oscuras que operaban

    en el seno de la . Iglesia y sociedad espaolas, coincide hist rica m ente

    con e l descubrimiento de l Nuevo Mundo. Se puede preguntar en qu

    grado y en qu forma el celo de la l impieza de sangre, que con el

    correr de l t i empo iba condic ionando cada vez ms e l comportamiento

    de los espaoles en la madre patria , ha determinado la act i tud que

    adoptaron los conquistadores ante los indios y mest izos. Es de lamen

    tar que es te problema de pr imordia l importancia no haya merec ido ,

    hasta aqu , la debida atencin.

    Por lo que a Garcilasp se refiere, no cabe la menor duda de que

    sus reinvindicaciones de la condicin de espaol hubieran t ropezado

    con el mecanismo social de la poca, que le hubiera negado el acceso al

    grupo de los Crist ianos Viejos. Al igual de los Crist ianos Nuevos, aun

    que quiz en un grado menor, se hubiera visto expuesto a las sospe

    chas de sus compatriotas y la Inquisicin. Una percepcin intui t iva

    (6) Citado por Senz de Santa M ara, quien contesta tambi n esta opinin.

    360

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    9/38

    de es te hecho la encont ramos en Alber to Snchez . pesar de innume

    rables paradojas y contradicciones en Garci laso, Snchez le pinta as :

    Se dira un Manfredo romntico, con la Inquisicin a las rastras, ace

    chndole (7).

    Por las rei teradas insistencias afi rmatorias de su pertenencia al grupo

    de los mestizos, de los indios, el Inca supo crearse una posicin segura

    de observador marg ina l en e l seno de una soc iedad t raumt icamente

    sacudida por el miedo a las peligrosas sospechas acerca de los orgenes

    y descendencias. Y no se declare l igeramente que de el lo no se encuen

    tren vest igios en su obra. No son numerosos, pero lo suficientemente

    significativos para convencernos de que Garcilaso tena uar clara con

    ciencia de los pel igros implicados en los atentados contra la pureza de

    la doctrina crist iana y del est igma con que eran marcados los Conversos.

    En la Segunda Parte de los Comentarios, ha bla Ga rcilaso de los

    indios del Cuzco que nacen entre los espaoles y se cran con ellos.

    Estos indios hablan espaol y quechua y son bastantemente instruidos

    en los misterios de la fe. Sin embargo, afirma el autor, no osan decla

    rar en su lenguaje a los indios forasteros lo que oyen en los sermones

    a los predicadores espaoles por no decir alguno s errores por falta y

    dificul tad de aquel lenguaje. [Subrayamos. III , p . 50]. Es evidente

    que este miedo de los indios supone la conciencia de un aparato de

    censura.

    Por lo que respecta a los Conversos o Confesos, se daba cuenta

    Garci laso, quien, como se comprueba por las invest igaciones ms re

    cientes, se ha dedicado en una escala extensa a act ividades econmicas,

    entre ellas las de prestamista (favorecidas tal vez por su condicin in

    tangib le de ex t rao) , ac t iv idades que muy probablemente le pusieron

    en contacto con Conversos, de que stos tenan la reputacin de usurpar

    las riquezas de los Crist ianos Viejos, tanto en Espaa como en las

    Indias. En la

    Segunda Parte de los Com entarios,

    Garci laso relata que

    era frecuente queja de Francisco Pizarro y los suyos que aquel los que

    tan to haban t raba jado en e l descubrimiento y conquis ta de l Per

    no pudiesen gozar de los frutos de sus esfuerzos, ni ellos ni sus

    propios hi jos, s ino los ajenos. Y el autor aade: A muchos de los

    que se lo oyeron y le ayudaron a ganar aquel imperio se lo o

    yo referir;

    y decan cuyos haban de ser los hijos,

    mas por ser odioso

    es bien que se calle [III, p. 33].

    Frecuentemente , cuando Garc i laso , por razones que carac ter iza con

    el trmino odioso, afirma preferir pasar en silencio ciertas cosas,

    stas se refieren a la honra y a la esfera inhibida d la l impieza de

    (7) Ver op. cit.y t. II, p. 99;

    361

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    10/38

    sangre. Esto parece ser el caso con el pasaje citado. La frase cuyos

    haban de ser los hijos indica, sin una sombra de duda, a los Con

    versos. Esta opinin se confirma en otro cap tulo, centenares de p

    ginas ms adelante, en que se t rata del descontento manifestado por

    los ant iguos conquistadores ante el arzobispo del Cuzco, delegado

    de La Gasea : Unos se quejaban de Gasea porque no les d io nada;

    otros, po rque poco, y. otros porque lo hab an da do a quien deserva

    al rey y a confesos, jurando que lo tenan de acusar en consejo de In

    dias [IV, p. 11].

    El hecho de que el autor ci te aqu a Gomara no hace al caso,

    todo al contrario, da pbulo a l conjetura que l mismo no se atreve

    a decir cosa semejante por ser odiosa. Pero las correspondencias

    entre las quejas del bando de Francisco Pizrro y las de los soldados

    de Gonzalo Pizarro son demasiado manifiestas para no ident ificaf

    inmediatamente a aquel los hi jos ajenos con los Confesos en la l t ima

    cita.

    Lo de la enajenacin del patrimonio de los conquistadores, Garci-

    laso lo tiene sentado en la boca del estmago. Los espaoles, dice

    en a Historia de la Florida, no han perdonado esfuerzo por eldes

    cubrimiento, conquista y poblacin del nuevo mundo (. . . ) tan sin

    provecho de el los ni de sus hi jos, por ser yo uno de el los, podr tes

    tificar bie n esto [p. 390].

    Part icularmente para aquel los que estn algo famil iarizados con

    los escritos relativos a las controversias de los estatutos de limpieza

    de sangre, el s iguiente pasaje, aunque menos expl ci to , no deja de

    presentar algn inters. De nuevo se t rata del disgusto de los con

    quistadores que se vean privados por las Ordenanzas de 1542 de sus

    encomiendas de ind ios que adminis t raban como hombres de b ien

    en una paz bien ganada. Garci laso les hace decir: Para venir a

    parar en esto, mejor nos fuera haber sido ladrones, salteadores, adl

    teros, homicidas, pues las ordenanzas no hablan con el los, s ino con

    los que hemos sido hombres de bien [III , p . 227].

    Esta queja en los labios de personas que estaban convencidas con

    toda su conciencia de la justicia de sus actos, pero que, a pesar de

    esto,

    eran peor t ratados que los criminales, tena un acento famil iar

    en aquel la poca: . . . ya no se t iene en Espaa por tanta infamia ni

    afren ta auer s ido b lasphemo,

    ladrn, salteador

    de caminos ,

    adultero,

    .

    sacrilego (.. .) como descender de linaje de Judos, se lee en una

    refu tacin an n im a d e 1581 de los esta tuto s de lim pie za de sangr e (8).

    (8) Cita do por A. A.

    S I C R O F F :

    Les Controverse s des statuts de la purel de

    sang en Espagne du XV

    e

    au XVII

    e

    sicle, Pars, 1960, p. 148.

    362

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    11/38

    JEs la queja de innumerables espaoles de aquel t iempo, los cuales,

    sin causa alguna, corran el pel igro de perder s fama y honra por la

    menor sospecha despertada por los maldicientes acerca de su l impieza.

    El dato revelador que cont iene este pasaje de los Comentarios, n o

    es que se aludiera aqu a los Conversos, s ino que el Inca como lo

    demuestra el tono y contenido de esta frase hace una asociacin

    entre la si tuacin de estos conquistadores descontentos y la en que

    se hal laban en Espaa muchos Conversos y los que eran tomados por

    tales.

    La forma y el contenido de estos pasajes suponen un extenso cua

    dro de referencias adquirido por Garci laso en el t ranscurso de su

    vida y eri el que estn inscritos, con todos sus matices, los rasgos

    dominantes de la sociedad espaola de su t iempo, incluso los relat ivos

    al celo de la l impieza de sangre. En este plan socio-rel igioso, segn

    creemos, el proceso de espaolizacin del indio Garci laso 1 Inca se

    ha consumado con ms anchura y profundidad que en e l p lan pura

    mente rel igioso.

    En esta primera parte de nuestro estudio sobre Garci laso el Inca,

    hemos discut ido la cuest in de la elaboracin de su ident idad mes

    t iza, como uno de los problemas prel iminares a su tarea de historia

    dor. Hemos visto que su ident ificacin con el grupo de los indios no

    fue resul tado de una opcin l ibre, s ino que, por el contrario, tue

    condicionada por las normas procedentes del principio de la l impieza

    que regan la sociedad espaola de su poca.

    Como influencias secundarias en esta opcin se ha destacado el

    hecho d que las pretensiones que Garci laso pudo sostener a la Corte

    en virtud , de su descenden cia espaola, le fueron neg adas y, en cone

    xin con estas pretensiones malogradas, la fama equvoca de su padre

    en Espaa. La vida ret i rada del Inca en un rincn de la provincia,

    e ra , au

    jond,

    la misma s i tuac in que la en que languidec an innume

    rables espaoles de aquel la poca, sin honra o en el pel igro de per

    derla o muy pobre para volver por el la , esperando que la voz pode

    rosa del Monarca les sacara de aquel la oscuridad para levantarles

    de nuevo a la vida de la honra. Este momento, para Garci laso tam

    bin , parece a pu nta r un -da, cua nd o sus am igos le sealan que el

    v ien to se le ha to rnado prspero con e l nombramiento de Lope Garc a

    de Castro en el consejo supremo de las Indias y le inci tan a que

    volviese a mis pretensiones acerca de los servicios de mi padre y

    de la res t i tuc in pa t r imonia l de mi madre . Y cont ina: Pero yo ,

    que tena enterradas las pretensiones y despedida la esperanza de

    363

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    12/38

    ellas,

    me parec i ms seguro y de mayor honra y ganancia no sa l i r

    de mi rincn [IV, p. 164].

    Y no les era dado a muchos de aquel los espaoles, relegados a la

    soledad de un rincn de la provincia, el tener a mano las posibi l ida

    des infinitas de evasin que supo forjarse Garcilaso Inca de la Vega

    Vargas con los recuerdos de un pasado nostlgicamente remoto v la

    experiencia de un vivir difcil o, como l deca, laceado, preso en

    lazos (9).

    II . PRIMERA PA RTE DE LOS COM ENTA RIOS: UNA CONQUISTA LOGRADA

    La suerte de la

    Primera, Parte de los Com entarios Reales,

    de Gar

    ci laso el Inca, podra ser resumida as : despus de haber servido los

    Comentarios

    de gua , du ra nt e unos siglos, pa ra los curiosos del pas ado

    precolombino del Per, los historiadores, al comprobar con creciente

    irri tacin la fal ta de valor histrico de la obra, se han apartado de

    el la para abandonarla a la cr t ica l i teraria .

    Er cambio, la

    Segunda Parte de los Com entarios Reales

    ha sido

    desde un principio objeto de discusiones, porque t rataba de una ma

    teria (la conquista espaola del Per) sobre la cual otros cronistas ya

    haban escri to . Sin embargo, Garci laso ha concebido siempre su

    His

    toria General (que es la Segunda Parte) como una cont inuacin a ms

    Comentarios:

    A e lla a lude s iempre como form ando cue rpo con la

    His tor ia de los Incas y en su proyecto de-cantar las g lor ias /de Incas

    y espaoles, forman imprescindible pareja,

    dice

    Senz de Santa Ma

    ra, De nuestro anlisis de los

    Comentarios

    se desp rend er, en efecto,

    has ta qu punto la Pr imera y Segunda Par te de los Comentarios Rea

    les

    forman una impresc indib le pare ja .

    El objeto de este estudio es poner al descubierto el acervo de or

    m a s , ideas, conceptos, act i tudes, que estn entretej idas en el

    texto

    di

    lo s

    Comentarios

    de l Inc a y qu e, al fin y al cab o, dec ide n de la sig

    nificacin y del sent ido que hemos de dar a su obra.

    Es sumamente difci l , a veces, seguir el pensamiento de Garci laso:

    va por caminos torcidos, se esconde detrs de los hechos, detrs de

    las c i tas de o t ros h is tor iadores ; sucede que te rminamos por encont rar ,

    al fin , un com plem ento de u na idea, d e un conce pto, d e los que ya

    (9) En 1953, Eugenio Asensio descubri y public dos cartas de Garcilaso,

    ambas dirigidas al licenciado Juan Fernndez Franco, fechadas, una en 1592,

    otra, en 1593. En la de 1593 contesta Garcilaso a una invitacin a un viaje a

    las Jodias: Y a lo que V. M. dice del viaje de Indias digo resumidamente que

    antes hoy que maana, y al Per antes que a otras partes, que aunque no

    fuese sino por salir de las

    l cer s

    de Espaa, tengo. ., etc. Nosotros tomamos,

    contra la opinin de Senz de Santa Mara, estas

    l ceri s

    en sentido propio.

    B64

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    13/38

    desesperbamos conocerlos jams por entero. Los Comentarios, por

    l t imo, estn l lenos de protestas de buen espaol , de buen indio, de

    buen catl ico (de comentador imparcial , y es fci l dejarse despistar

    por el las. Digamos una vez por todas:

    una lectura formalista de los

    escritos de Garcilaso el Inca-no nos lleva muy lejos;

    no conduce, en

    efecto, a ninguna parte , o si se quiere, a todas partes. Hay muchos

    silencios en la obra garcilasiana, pero estos vacos pueden ser l lena

    dos con los datos que i remos sacando de las numerosas referencias y

    del desciframiento de los patrones de asociaciones de ' ideas y sen

    t imientos .

    La primera cuest in que discut i remos es la oposicin de Garci laso

    a las opiniones de los historiadores espaoles que afi rman que la ido

    latra de los indios del Per presenta muchas semejanzas con la rel i

    gin crist iana.

    Todas estas presuntas analogas entre la idolatra de los indios y

    la doctrina catl ica, Garci laso el Inca las reduce a pura invencin de

    los indios, de que usabandice Garci lasopara adular a los espa^

    oles con decirles que tambin el los tenan algunas cosas semejantes

    a las de nuestra santa religin, como (...) la trinidad (.. .) y que tenan

    confesores. Todo esto, dice Garcilaso, es inventado por los indios,

    con pretensin de que siquiera por semejanza se les haga alguna cor

    tesa (io).

    Esta tendencia de los espaoles a descubrir por todas partes ana

    logas entre las idolatras de los indios y la religin cristiana, Garcilaso

    l encuentra incluso ridicula. Al

    nar rar que los Incas d ieron un apo

    sento en la casa del sol en el Cuzco al relmpago, t rueno y rayo y

    los respetaban con el nombre de

    Mapa,

    Garci laso hace observar algo

    cn ico que afor tunadamente los espaoles no han descubier to todava

    la trina significacin de este nombre, que el los hubieran hecho de

    l un dios t r ino y uno, dndoselo a los indios, asemejando su idolatra

    a nuestra santa rel igin; que en otras cosas de menos apariencia y

    color han hecho t r in idades , componiendo nuevos nombres en e l l en

    guaje, no habindolas imaginado los indios [p. 114].

    En otro captulo relata la fiesta del sol en el Cuzco, en.la que re

    pa rt a n p an y car ne , asada entr e los indios. A qu tam bi n los espaoles

    han discernido semejanzas con la rel igin catl ica: De lo que hemos

    dicho puede haber nacido lo que algunos espaoles han querido afi r

    mar que comulgaban estos Incas y sus vasal los como los crist ianos.

    Algo descorazonado an te ignorancia tan perseveran te , aade e l Inca :

    (10) BA E, t 133, p. 49. En las p gin as siguientes nos referimos siem pre a

    este tnio efe la BAE.

    365

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    14/38

    lo que entre el los (los indios) haba hemos contado l lanamente, ase

    mjalo cada uno a su gusto [p. 222].

    Garci laso admite que algunas t r ibus en aquel la primera edad y

    ant igua gent i leza antes del imperio de los reyes Inca, adoraban un

    dolo expresando trinidad, porque ( . . . ) entonces adoraban otras cosas '

    tan viles m s no d espus de los Incas que las proh ibiero n todas [p. 49].

    Pero la negacin total de toda correspondencia de la idolatra de

    los indios con el cristianismo era contraria al concepto universal en el

    siglo xvi del dominio diabl ico en el Nuevo Mundo. Garci laso no se

    atreve a oponerse a l abiertamente. De ah que agrega algo de mala

    gana al f inal de este cap tulo: Si el demonio pretenda hacerse

    adorar debajo de ta l nombre (Trin idad) , no me espantar que todo

    lo poda con aquellos infieles, idlatras, tan alejados de la critiana

    verdad . Yo cuento l lanamente lo que en tonces tuv ieron aquel los gen

    tiles en su vana religin [p. 50].

    Pero lo que ms importa es darse cuenta de la cont rad icc in que

    se manifiesta en el mismo Garci laso. Primero niega rei terada y circuns

    tanciadamente que las costumbres rel igiosas de los indios tuvieran

    relaciones con la rel igin crist iana. Luego, ante la creencia universal-

    mente aceptada de que es tas cos tumbres , por obra de l d iab lo , imi

    taban la fe catl ica, creencia procedente de la idea del dominio diab

    l ico en el Nuevo Mundo, casi un art culo de la fe , Garci laso vaci la , se

    ret i ra . La razn de la cautela a que recurre para manifestar su opinin

    en esta materia es el miedo fundado a entrar en pugna con las ideas

    socio-religiosas de su tiempo.

    Pero por qu se pu ede pregun tar

    vuelve tan insistentemente y repet idas veces a esta cuest in en la

    Primera Parte de los Comentarios? A ntic ipa nd o las conclusiones de las

    consideraciones siguientes, opinamos que la contestacin a esta pregunta

    se halla en su creacin histrica del reino de los Incas y las represen

    taciones que nos da de la rel igin de stos. Estas representaciones,

    como veremos, estn impregnadas de ideas y elementos crist ianos.

    Precisamente porque, de un lado, la visin de Garci laso de la rel igin

    Inca se aproximaba de manera mucho ms fundamenta l a l c r i s t ian is

    m o ,

    mientras que, por otro lado, punto esencialevita cuidadosa

    m en te destac ar de m a n er a expl cita las coincidencias y los contra stes

    entre las doctrinas pagana y crist iana, insiste en negar toda analoga

    entre ambas concepciones rel igiosas.

    Nuestro siguiente anl isis parte tanto de las verdades como de las

    ficciones histricas, tales como se presentan en la

    Primera Parte d e

    los Com entarios Reales. Juzgamos que no es necesario dist inguirlas,

    pues la meta que nos proponemos alcanzar en este estudio es descu

    brir de qu manera y revest idas ce qu sent ido las historias garci la-

    366

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    15/38

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    16/38

    hubo lst ima de el los, y

    envi del cielo a la tierra

    u n hijo y. un a hija

    de los suyos para que los doctrinasen en el conocim iento de nuestro

    padre el sol, para que le adorasen y tuviesen por su dios, y para que

    les diesen preceptos y leyes en que viviesen como hombres en razn

    y urbanidad [p . 26 , Subrayamos] .

    La nica misin que estos primeros reyes Inca han recibido del

    sol es t raer la doctrina y procurar levantar esos hombres, que viven

    como best ias: Y el sol termina su mensaje con estas palabras: Y

    desde luego os const i tuyo y nombro por reyes y seores de

    todas las

    gentes que as doctrinredes con vuestras buenas razones, obras y

    gobierno.))

    Es para cumplir est voluntad de su padre el sol , que hermano y

    hermana van cada uno su camino, el prncipe al norte , y la princesa

    al sur para convocar y doctrinar a la gente: a todos los hombres y

    mujeres que hal laban por aquel los breales les hablaban y decan

    cmo su padre el sol les haba enviado del cielo para que fuesen maes

    tros y bienhechores de los moradores de toda aquel la t ierra , sacn

    doles de la vida ferina que tenan, y mostrndoles a vivir como hom

    bres [pg. 27]. .

    El tono y el contenido de estos pasajes evocan episodios del Nue

    vo Testamento en que se t rata de Jesucristo, quien fue enviado del

    cielo a la t ierra por su padre celestial , a fin de traer un mensaje a

    los hombres. Y as como Cristo dice ms tarde a sus apstoles que

    su padre en tos cielos le l lama (Mi paz os doy, mi paz os dejo), el

    Inca Manco Capac, antes de morir , se despide de sus hi jos diciendo

    que

    le- llamaba el sol,

    y que se iba a descansar con l ,

    que se queda

    sen en paz, qu e desde el cielo tend ra cu ida do de ellos [p. 38].

    Destaca en la doctrina de los Incas el mandamiento del amor al

    pr j imo, que as imismo en e l c r i s t ian ismo ocupa l i gar tan importan

    te .

    Garci laso relata que el Inca Manco Capac mandaba a los indios

    que hiciesen con todos lo que quisieran que todos hicieran con ellos

    [pg ina 33]. ^

    El poder pol t ico y el poder rel igioso son inseparablemente unidos

    en el sistema de gobierno de los Incas. Tanto las leyes civiles como

    |os precep tos religiosos tienen , el objeto de le va nta r al pueb lo iridio a

    n nivel ms al to de humanidad y de civi l izacin. Una y otra vez

    Garci laso repi te que la re^gin de los Incas se inspiraba en la razn

    y la ley natural .

    Mencionamos la creencia de los Incas en un dios-invisible, Pacha-

    camac, al que los indios no rendan cul to como al sol y los planetas.

    368

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    17/38

    Por la creencia en Pachacmac, la rel igin de los Incas alcanzaba un

    al to gra do de espiri tual idad . .

    En sus intentos de extender el poder pol t ico, los Incas persiguie

    ron fines imperialistas, pero los cuales, en teora^ por lo menos, queda

    ban subordinados a lo que Garci laso suele l lamar la enseanza de la

    doctrina. La conversin de los indios al conocimiento y adoracin

    del sol (6$)que em pren dieron los Incas , t i ene m uch as re lac iones con la

    obra evangel izadora de los espaoles. Igual que suceda en la conquista

    espaola, los ejrci tos de los Incas eran siempre acompaados por

    ministros y maestros, que se quedaban entre los indios de la t ierra

    recin conquistada para predicarles el mensaje del Inca.

    La justificacin de la conquista In

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    18/38

    servirles, y ser sus vasallos, que cada da se nos haca un ao [p

    gina ioo].

    De la misma manera se someten la mayora de las t r ibus. En otra

    parte , dice Garci laso: por esta suavidad de gobierno que en toda cosa

    haba, acudan los indios con tanta pront i tud y amor a servir a los In

    cas [p. 102J.

    Algunas veces el Inca t iene que contener la impaciencia guerrera

    de sus soldados ante la rebelda palabra que en los

    Comentarios

    quiere decir: negacin a someterse de alguna t ribu. El rey les hace

    acordarse entonces de la t ica incaica que prescribe persuadir por man

    sedumbre y no por fuerza de armas. Los habi tan tes de l pueblo Huay-

    chu se niegan a aceptar los requirimientos del Inca e incluso atacan

    su real. Los soldados estn exasperados por la insolencia de aquellos

    brbaros. Pero: El Inca templaba el enojo de los suyos con decir-

    les que por imitar a sus pasados y por cumplir el mandato de su

    padre el sol , que le mandaba mirase por el bien de los indios, desea

    ba no cast igar a aqul los con armas; que aguardasen algn da sin

    hacerles mal ni darles batal la , a ver si naca en el los algn conocimien

    to del bien que les deseaban hacer [p. 91].

    Una prueba expl ci ta de que Garci laso censuraba en estos pasajes

    el empleo de las armas por los espaoles en la predicacin del evan

    gelio, se hal la en la misma

    primera parte de los Comentarios

    en un

    cap tulo donde intercala el episodio de los indios Chunchus. Estos,

    despus de la conquista del Per, guardaron presos durante dos aos

    a algunos espaoles y un frai le , l lamado LHego Mart n . Cuando, al

    fin , stos pueden marcharse, los indios rogaban al frai le qu se que

    dase co n ellos, pa ra que les ensease la d octr ina cristia na y l no lo

    quiso hacer. Y agrega Garci laso: Muchas semejantes ocasiones se

    han perdido con los indios para haberles predicado el santo Evangel io

    sin armas [p.

    270].

    En el captulo X del l ibro III, se narra el 'sit io de los indios d la pro

    vincia Aymara. El Inca no quiere recurri r a las armas, sino esperar

    q u e ,

    impel idos por e l hambre , es tos ind ios se r indan voluntar iamente .

    Por fin, ellos envan mensajeros al Inca a decirle que estn dispues

    tos a recibirle como rey, pero a condicin que sojuzgue tambin la

    provinc ia vec ina de Umasuyu, cuyos habi tan tes causaban mucho dao

    a los de A y m ar a: El In qt respon di por un C apitn, que l no h ab a

    venido al l s ino a qui tar sinrazones y agravios, y a ensear todas aque

    l las naciones brbaras a que viviesen en ley de hombres y no de

    bestias, y a mostrarles el conocimiento de su dios el sol; y, pues, el

    qui tar agravios y poner en razn los indios era oficio del Inca, no

    tena para qu ponerle por condicin lo que el rey estaba obl igado

    m

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    19/38

    a hacer de oficio, que les reciba el vasallaje; mas no la condicin, por

    que no le haban ellos de dar leyes, sino recibirlas del hijo del sol [97].

    El quitar agravios [.. .] era oficio del Inca. Tengamos presentes

    estas palabras, cuando Garci laso, en la segunda parte, refiere el en

    cuentro entre los espaoles Hernando de Soto y Pedro del Barco con

    Huscar Inca, heredero leg t imo del reino incaico y aprisionado por

    el usurpador Atahualpa. Huscar espera que los espaoles apoyen sus

    leg t imas pretensiones a recuperar su imperio. Dice Garci laso: Mas

    despus se averigu que, habiendo sabido Huesear Inca por los indios

    que el principal intento que los espaoles l levaban era hacer just icia

    y

    deshacer agravios

    (como el los siempre, desde aue entraron en la

    t ierra, lo haban publicado), les haba dicho (como lo refieren los his

    toriadores espaoles) que, pues, la intencin de su majestad y la de

    su capi tn general , en su nombre, era tener en just icia as a los cris

    t ianos como a los indios que conquistasen, y dar a cada uno lo que

    era suyo, les haca saber la t i rana de su hermano, que no solamente

    quera qui tarle el reino, que por leg t ima sucesin era suyo, mas tam

    bin la vida (III, p . 60). H u sc ar les rue ga le l leven a P iz ar ra : Que

    cuando el capi tn general se hubiese informado de su just icia le res

    t i tuira el reino, pues publicaba que vena a

    deshacer agravios.

    (Sub

    rayamos.) Las frases entre parntesis manifiestan la cautela con la

    que Garci laso refiere las buenas pero no cumplidas intenciones de

    los espaoles.

    Gracias a la suavidad de su gobierno, el dominio de los Incas es

    experimentado por los pueblos recin conquistados como un beneficio,

    y ellos mismos son considerados como verdaderos hijos de dios el sol.

    Un pasaje representat ivo a este respecto se hal la en el cap tulo XV,

    l ibro III , sobre los indios de Chayanta. Estos no se regoci jan de la

    entrada en su provincia por las huestes del Inca. Miran al nuevo do

    minador con recelo. Por eso, el Inca enva primero a sus consejeros

    para expl icarles las leyes de su rel igin y gobierno. Quedan entera

    m en te sat isfechos los indios de ^l las : Los indios, m ira nd o con aten

    cin cuan en su honra y provecho eran todas, di jeron que el Sol y los

    Incas sus hi jos, que tales ordenanzas y leyes daban a los hombres,

    merecan ser adorados y tenidos por dioses y seores de la t ierra

    [p. 106]. -

    En es te contex to recordamos tambin las numerosas re ferencias en

    los Comentarios a l hech o que los ind ios de l Per l lam aron igualm ente

    incas, Viracochas o hi jos de dios a los primeros conquistadores espa

    oles. La poca resistencia que les ofrecieron los indios es debida, segn

    opina Garci laso, a esta creencia. Y prosigue: Si a esta vana creencia

    de los indios cor resp on dier an los espaoles - con de cirles q ue el ver-

    371

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    20/38

    dadero t r ios los haba enviado pr sacarlos de las t i ranas de de

    monio , que eran mayores que las de Atahualpa , y les pred icaran

    el santo Evangel io con el ejemplo que la doctrina pide, no hay duda

    sino que h ic ieran grands imo fru to ; Pero pas todo tan d i feren te , como

    sus mismas historias lo cuentan, a que me remito, que a m no me

    es l ci to decirlo; dirn que por ser indio hablo apasionadamente [p

    gina 178]. Fjese de nu evo en el recu rso a los histo riad ore s espao les

    y ms atenuaciones que se hal lan en este pasaje, que no ci tamos entero

    por no alargar demasiado las ci tas,

    En la

    segunda parte,

    cap tulo XXVII, l ibro I , vemos cmo esta

    vana creencia de los indios va evaporndose poco a poco a conse

    cuencia de las violencias de los espaoles. En cada pueblo los espa

    oles son recibidos con respeto y ddivas, porque adoraban por dio

    ses a los espaoles. Y sigue el pasaje importante. ' y aunque supieron

    a mortandad d indios que en Cassamarca hicieron, de los que de

    el la escaparon huyendo por diversas partes no dejaran de tenerlos (igual

    a los espaoles) por dioses; empero, por dioses terribles y crueles, y as

    les ofrecieron los sacrificios para que se aplacasen y 770

    les hiciese

    mal, ya que no eran para hacerles bien

    (14).

    Este movimiento de vaivn del reino incaico a la dominacin e

    paola carac ter iza tambin la exposic in de o t ro rasgo dominante d 165-180].

    Nos parece significat ivo que Garci laso el Inca haya elegido precisa

    mente este episodio tan poco edificante de la conquista espaola para

    materia de su primera historia . Lo que resal ta en La Florida son las

    andanzas enredadas de es tos conquis tadores , que por e l monte an-

    373

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    22/38

    da ba n ansiosos por m ata r indios como si fue ran venados [p. 59], y

    quienes, por no seguir otro rumbo que el de su insaciable sed de

    oro ,

    se olvidaron de dar nombres a los pueblos que atravesaban y de

    demarcar la t ierra, de suerte que a cada paso Garci las ha de excu

    sarse de no poder seguir la pista de el los. Pero lo ms notable en rela

    cin con el rasgo dist int ivo de la conquista incaica que acabamos de

    sealar son las lamentaciones de Garci las de que estos espaoles des-

    - atendiesen la predicacin del Evangel io por su ansia insensata de

    a lcanzar s iempre nuevos hor izontes prometedores de r iquezas nunca

    hal ladas. Segn l , la expedicin de De Soto ha fal tado a la santa

    tarea de pred icar e l Evangel io en e l Nuevo Mundo, a la que Dios ha

    lla m ad o a los espaoles [pp. 412-414].

    T a m b i n e n l a segunda parte d e los Com entarios, Garc ilas no se

    cansa en repet i r- y lam en tar que la conqu ista espao la del Per no

    fuera seguida por la predicacin del Evangel io. Con su cautela acos

    tumbrada Garci las empieza por achacar este retraso en la conversin

    de los indios a la obra del demonio. Pero entre l neas se lee lo que

    considera como los verdaderos motivos: la sed de oro, t ierra y poder

    de parte de los espaoles, su negat iva a rest i tuir el reino incaico a

    sus herederos leg t imos, las Ordenanzas de 1542. Todo esto lo veremos

    ms adelan te .

    El examen de estos t res aspectos de la obra civi l izadora de los

    Incas ha puesto al descubierto que la intencin de Garci las no ha

    sido dar un relato objet ivo y aislado del pasado peruano hasta la

    llegada de los espaoles, sino que esta

    primera parte de los Com enta-

    rios- reales

    hace cuerpo con la

    segunda parte,

    am bas fo rm ando una

    imprescindible pareja. La visin garci lasiana de la misin y el go

    b ierno de los Incas es t formada de e lementos que fa l tan prec isamente ,

    en parte o por completo, a la accin conquistadora y colonizadora

    espaola. Sin embargo, sera simplista sacar desde luego la apresurada

    ' conclusin 'del radical ant iespaolismo de Garci las. Nosotros creemos

    en su sinceridad cuando en

    La Florida

    d ice : Espaa , a qu ien debo

    tanto. La visin histrica del Inca, l lena de contradicciones, es mucho

    ms ma t i zada - r -ms con p l i cada t ambinde lo que hemos compro

    bado has ta aqu .

    La adhesin to ta l a i es tado modelo de los Incas que has ta aqu

    hemos prestado al autor de los

    Comentarios,

    apa ren te m ente debe ser

    relat ivizada considerablemente a causa de la act i tud cr t ica de Garci las

    adopta respecto a la sinceridad de los impulsos que impelan a los

    Incas a cumplir su accin civi l izadora entre los indios. Para anal izar

    374

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    23/38

    esta act i tud buscaremos, al revs del mtodo seguido hasta aqu , nues

    tro punto de part ida en la

    Historia de la Florida.

    Hemos hablado ya de l importan te cap tu lo en e l que e l au tor res

    ponde a una objecin. Es la objecin al argumento que preste a

    los indios ideas y anhelos y que-les d lugar a expresarlos. Las pri

    meras apl icaciones de este recurso en

    L Florida,

    que permi t i a Gar-

    ci laso incorporar en su relato una visin india sobre la conquista espa

    ola , se conver t i r an ms ta rde en un verdadero mtodo de t raba jo en

    sus Comentarios.

    En la Historia de la Florida ocurre ms de una vez que los hom

    bres de De Soto den con provincias cuyos seores naturales niegan

    la entrada a los espaoles. Uno de ellos es Vitachuco. Este dice a sus

    hermanos, quienes quieren persuadirle a rendirse a los espaoles, que

    no pued e creer lo que de ellos publ ica la fa m a: que a nad ie h acen

    mal ni dao y que son muy val ientes y hi jos del Sol , y que merecen

    cualquier servicio que se les haga. Y contina: No miris que estos

    crist ianos no pueden ser mejores que los pasados, que tantas cruelda

    des hicieron en esta t ierra , pues son de una mesma nacin y ley?

    (Es alusin a los espaoles de la primera expedicin de Juan Ponce

    de Len.) Por las obras qu e hac en se ve clara m ente dice qu e son

    hijos del diablo y no del Sol y Luna, nuestros dioses. Comprese

    eso con el pasaje de los

    Comentarios,

    citad o en la no ta 14, do nd e los

    indios l laman a los malos espaoles Zupay, que es demonio. Prosi

    gu e V ita ch uc o: Y par a po blar 'y hac er asiento no se con tenta n de

    t ierra alguna de cuantas ven y huel lan, porque t ienen por delei te

    andar vagamundos, mantenindose del t rabajo y sudor ajeno (15).

    Y muy prontoagrega Gard lasolos espaoles haban de c iarse cuen

    ta-que stas no haban sido palabras, s ino ardent simos deseos de un

    coraz n tan brav o y soberbio com o el suyo. *

    Tambin en lo s

    Comentarios

    sucede a veces qu e un a trib u ofrezca

    a los reyes Incas una resistencia anloga a la de Vitachuco contra

    los espaoles en el pasaje citado. Pero, a diferencia a lo que ocurre

    en

    La Florida,

    la resistencia de los indios contra la conquista incaica

    termina siempre por ceder a la fuerza de atraccin que sobre el los

    (15) Ver La Florida, l ibro II (pr imera parte) , cap. XXI. Et reproche de

    vagamundos,

    un a cr t ica de las f recuentes entrad as que cara cter i zab a el per odo

    inicial de la conquista espaola, encuentra su contrapunto en el r igor con el

    que los Incas procedan contra este abuso en su reino: era ley universal para

    todo el imperio que ningn indio sal iese fuera de su t ierra a buscar lo que hu

    biese de dar en t r ibuto, porque decan los Incas que no era justo pedir a los

    vasal los lo que no tenan de cosecha, y que era abrir les la puerta para que en

    achaque de l t r ibu to anduviesen vagando d tierra en tierra hechos holgazanes

    [p 155]. Slo los enviados por los reyes Inca o los curacas podan ir de un lugar

    a otro por los caminos del re ino, a los dems que caminaban s in causa- justa

    los cas t igaban por vagabundos [p. 160].

    375

    CUADERNOS 23 0 8

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    24/38

    ejerce la fama de la mansedumbre de los incas y la suavidad de sU

    reino.

    Veamos ahora los motivos en los que se fundaba esta primera resis

    tencia que algunas t r ibus indias oponan a la dominacin de los Incas

    en los

    Comentarios.

    Con los resul tado s de este exa m en enfocarem os

    despus la actitud crt ica que adopta Garcilasp a veces ante la sin

    ceridad de la actuacin de los reyes Incas,

    Al l legar el Inca Capac Yupanqui a las fronteras de la provincia

    Chayanta, enva a sus mensajeros a los habi tantes de el la con los

    requer imientos acostumbrados . Pero s tos no es tn d ispuestos a aceptar

    de p lano e l dominio de los Incas . Dicen que no neces i tan de nuevo

    rey ni nuevas leyes; que se contentan con las que t ienen; y lo que

    peor les pareca era sujetarse a la voluntad de un hombre que estaba

    predicando religin y santidades y que maana los tuviera sujetos

    [p.

    106. Subrayamos].

    Este mismo Inca Capac t ropieza tambin con la resistencia de indios

    de otras t res provincias. Estos le hacen saber que prefieren morir ms

    bien que aceptar su doctrina y seoro y que el Inca se contentase

    con lo que haba t i ran izado , pues con celo de religin haba usurpado

    el seoro de tantos curacas haba sujetado

    [p. 209. Sub raya m os].

    Aqu nos las habernos con un motivo de resistencia india contra

    los Incas que, cierto, Garcilaso no se atrevera a poner en los labios

    de los indios que se oponan a la conquista espaola en

    La Florida.

    Aqu damos cOn una ambigedad

    en

    lo s

    Comentarios

    que es caracte

    rst ica de la complej idad de las ideas y posturas que Garci laso ha

    entretej ido en el texto de sus historias.

    Desde las primeras pginas de los

    Comentarios,

    en efecto, ha h ech o

    constar que su punto de vista respecto 'al origen de los reyes Incas no

    coincide con el del viejo Inca, cuyo relato, va citando. Cuando, por fin,

    vuelve a tomar la palabra para contar lo que l mismo piensa de este

    or igen , v iene ofrec indonos una dec larac in sumamente rac ional y ,

    como se ver , comple tamente de acuerdo con las idees faites del si

    g lo xv i . Conformedicecon lo que he v is to y s de

    .

    los indios ,

    sospecho que aquel p r imer pr nc ipe Manco Inca fue a lgn ind io as tu to

    que ,

    viendo la necesidad que aquel los indios primit ivos tenan de en

    seanza y doctrina, fingi aquel la fbula, diciendo que l y su mujer

    eran hi jos del Sol , que venan del cielo y que su padre los enviaba

    para que doctrinasen e.hiciesen bien a aquel las gentes. La faci l idad

    con la que los indios creyeron esta fbula se deba al buen ejemplo

    que daban los Incas : porque es as que aquel la gente a n inguna cosa

    a t ienda tan to como a mirar s i lo que hacen los maest ros conforma

    con lo que les dicen, y hal lando conformidad en la vida y en la doc-

    376

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    25/38

    t r ina, no han menester argufnnts para convencerlos a o que quisie

    ren hacer de el los [p. 39]. Motivo, pues, que Garci iaso i r repi t iendo

    todava muchas veces en el resto de su historia en contextos que con

    t ienen referencias al comportamiento opuesto, a este respecto, de los

    espaoles, como ya se ha visto.

    En el pasaje citado, el primero en el que el autor habla del fin

    gimiento de los Incas, este pretexto se presenta como un medio t i l

    por el cual estos reyes adquirieron con los indios la autoridad nece

    saria para hacerles aceptar su enseanza y doctrina. Pero, en el t rans

    curso de su historia , Garci iaso hace notar repet idas veces que los Incas

    sol an abusar, para fines propios, de la fama que tenan de ser hi jos

    del Sol, revestidos de la misin divina de sacar los hombres de la

    vida ferina que tenan. El autor afi rma: sustentando esta opinin,

    tomaron por pr inc ipa l b lasn e l reducir los indios a su imperio, encu

    briendo su ambicin con decir que lo manda ba el Sol

    [p. 68].

    Qu es lo que incitaba a Garciiaso a restar valor a la obra civili

    zadora de los Incas , zah i r indola como es tando fundada en d is imula

    das ambic iones d ins t icas de imperio un iversa l? Y has ta qu grado

    ha incorporado en el conjunto de su historia la act i tud cr t ica, el

    d i s tanc iamiento que adopta aqu an te la mater ia de su h is tor ia?

    En pr imer lugar , hay que sealar que h is tor iadores como Las Casas

    y Ac osta ha bl an i gu alm en te del fingimiento de los Inc as (16). L a tesis

    de ambos h is tor iadores es que lo na tura l s i rve de preparac in a l Evan

    gelio, tesis que Garciiaso, al comienzo de It |s

    Comentarios,

    t amb in

    hace suya. Los esfuerzos real izados por las civi l izaciones prehispnicas

    por levantar a los indios a un plano ms elevado de vida son as inte

    grados re t rospect ivamente en la gran empresa evangel izadora de Es

    paa. Por tanto, esta idea rel igiosa, generalmente aceptada en su t iem

    po ,

    forz a Garci lazo a adoptar este punto de vista .

    Sin embargo , tambin es posib le enfocar desde un ngulo muy d is

    t into la censura de las intenciones dudosas de los reyes Inca que en

    contramos en la obra garci lasiana. El anl isis del juego de las asocia

    ciones de ideas y representaciones en conexin con el cuadro de refe

    rencias de nuest ro au tor pone a l descubier to e l hecho i r reba t ib le de que

    el verdadero objeto de su censura no

    (

    son los reyes Inca, sino los

    espaoles . Para es ta aseverac in podemos aduci r p ruebas te rminantes .

    Ya hemos establecido relaciones asociat ivas entre los intentos de

    resistencia india contra la conquista espaola

    (Historia de la Florida)

    y los dirigidos contra la dominacin incaica (Comentariosj . Lo s mo tivos

    que los indios dan para estos intentos de resistencia contra el domi-

    ( 1 6) A C O S T A : V e r B . A . E . , t . 7 3 , p . 19 9 . L A S C A S A S : V e r B . A . E . , t . 1 0 6 , p . 3 9 8 .

    377

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    26/38

    nador espaol

    (La Florida)

    e incaico

    (Comentarios)

    son, en el fon do,

    idnt icos. Luego se ha puesto de rel ieve que estas mismas imputaciones

    de los indios contra el invasor extrao integran igualmente la act i tud

    cr t ica de Garci aso respecto a la dominacin de los reyes Incas. El

    problema, una vez enfocado as , no deja la menor duda acerca de la

    interpr etaci n que se fia de da r a un pasaje como, el s igu iente : por

    que el principal blasn de que aquel los Incas se preciaban y el velo

    con que cubran su ambic in por aumentar su imperio era dec i r que

    les mova el celo de sacar los indios de las inhumanidades y bes

    t ial idades en q ue vivan y reducirlos a vida m or al , y pol t ica y al

    conocimiento y adoracin de su padre el Sol , que el los predicaban

    por dios [p. 291]. Pues este mismo argumento, repet ido innumerables

    veces en los cronistas espaoles, de sacar los indios de las inhuma

    nidades y bestialidades- en que vivan era elemento esencial en la jus

    tificacin de la conquista espaola.

    Ur^a prueba menos directa, pero por eso no menos concluyeme,

    reside en el hecho de que la act i tud cr t ica de Garci aso ante los

    Incas no hal la cabida en la lgica interna de su obra; r io est en

    armona, no esta corporizada en su visin de la obra civi l izadora de

    los Incas. Segn el test imonio de

    los, Comentarios,

    las finalidades de

    los reyes Incas quedan real izadas enteramente, a pesar de los bajos

    motivos de egosmo dinst ico, que el autor les atribuye de vez en

    cuando. En el sistema de gobierno incaico, el poder pol t ico y el

    rel igioso estn estrechamente unidos, y los efectos del equi l ibrio arm

    nico entre estas dos fuerzas son experimentados por los indios como

    beneficiosos. No hay ningn indicio en los

    Comentarios

    de qu e los

    indios se resint ieran de una preponderancia del elemento pol t ico en

    el gobierno incaico ni que los Incas hubieran fal tado jams a las exi

    gencias procedentes del poder rel igioso que el Sol les haba confiado;

    ningn indicio, salvo una docena de pasajes en los que Garci aso

    fustiga el abuso de los Incas. Pero ya se ha visto cmo stos han de

    ser interpretados. Y cierto es que esta manera disimulada, torcida,

    de censurar abusos y contradicciones que por va de la rel igin se

    infi l t raban en la t rama del vivir hispnico de aquel t iempo no t iene

    nada que pueda sorprender a los que estn algo famil iarizados con lo

    que los socilogos ' l lam an el co m po rtam ien to inst i tucional izad o en

    la sociedad espaoU del Siglo de Oro. A este respecto, nos permit imos

    remit i r al lector a la interpretacin que hemos dado a las protestas

    contra el imperat ivo del honor y el juego caprichoso entre el honor-

    opinin y el honor-virtud en la

    Comedia Nueva

    (17).

    , (17) Ver ob . a'/., pp. 104-168, aoa-aia. . ,

    378

    1 : ' *

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    27/38

    :

    Lo que s ofrece dificultad es creer en la insinceridad de las con

    vicciones religiosas de Garci

    1

    aso. Pero no parece que se haya de i r

    hasta tal extremo. Todo Jo que se puede sacar de los datos inmediatos

    de su obra histrica es que Garcilaso, a travs de su censura de la

    Ins incer idad fundamenta l con que los Incas impusieron su doct r ina a

    los indios, cri t icaba la manera de que los espaoles pusieron por obra

    su conquista del Nuevo Mundo; es decir , que bajo la apariencia de

    la religin, dieron rienda suelta a sus ansias de oro, de tierra, de ri

    quezas materiales. Pues bien, esta opinin ya haba perdido en t iem

    po de Garci laso casi por completo su acento de novedad revolucionaria

    desde las publ icaciones y polmicas no slo de Las Casas, s ino tam

    bin de historiadores como Acosta, Cieza de Len, Gomara e incluso

    Oviedo, cronista tan duro a veces para con los indios.

    Las razones por las cuales Garci laso ha encubierto sus ideas con

    los ve-os de la transposicin son manifiestas: era un retoo de san

    gres mezcladas, y por el lo , un observador marginal , ret i rado en el

    refugio seguro que, como hemos visto, se haba acomodado, lejos de

    los bul l icios 'del mundo y fuera del alcance de las pel igrosas fricciones

    entre Crist ianos Viejos y Nuevos. No cabe duda que, desde esta pos

    tura, no le era permit ido cri t icar la empresa espaola en el Nuevo

    Mundo ni los valores normativos que regan la sociedad espaola de

    su segunda pa t r ia

    III. SEGUNDA PARTE DE LOS CO M EN TA RIO S: UN A CONQUISTA MALOGRADA

    No hay nada ms significativo para la visin trgica de Garcilaso

    sobre el dest ino del pueblo indio del Per que la comparacin de la

    situacin histrica.)) en la que se encontraba a la llegada de los espa

    oles en 1531 y la que describe en

    la segunda parte de los Com enta-

    " rios, bajo el virreinato de Francisco de Toledo (1569-1581).

    Como resultado final de la obra civilizadora de los reyes Inca,

    vemos a un pueblo prspero que, en una sumisin afectuosa a su prn

    cipe,

    a quien l lama amador y bienhechor de pobres, goza de los

    frutos pacficos de un gobierno ordenado y estable.

    Al final de la segunda parte es como si un torbellino de viento

    hubiera pasado por aquel escenario apacible: los reyes Inca, muertos

    cruelmente en la picota de la infamia, han dejado hurfanos a sus

    indios, a merced de los nuevos conquistadores, quienes, sobre sus cer

    vices dobladas, deciden por las armas sus rival idades intest inas. La

    nueva raza, brotada de la unin entre las ant iguas Pal las y los nue

    vos dominadores, que pensaba poder sacar redoblados t tulos de honor

    379

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    28/38

    y scuuao ae esta mezcla de glorias antiguas y nuevas, es echada fuera

    de su patria, esparcida por el nuevo y el viejo mundo en el exilio, la

    soledad, la nostalgia. Y los indios que quedaban, lloraban sus reyes

    m uertos, enajenado su im perio y acab ada su repblica [p. 26].

    En esta segunda parte de los Comentarios se dira que se asiste

    a una

    Umwertung aller Werie,

    una inversin de todos los valores:

    los vnculos de la lealtad, de la fe dada, del orden, se han deshecho

    bajo la accin disolvente de la traicin, inseguridad, anarqua. Entre

    los muchos rasgos negativos de la conquista espaola, tales como

    estn descritos en esta parte de los Comentarios, no hay ninguno que

    no encuentre su contraparte positiva en la historia del reino incaico.

    Todos los elementos que en la

    primera parte

    han concurrido en la

    creacin del e stado m odelo de los Inc as, ^resultan estar provistos de

    una finalidad retroefectiva inesperada en esta

    segunda parte.

    El objeto perseguido por Garcilaso en esta segunda parte no es

    contestar circunstancialmente la legitimidad de la conquista de los

    espaoles. Desde la primera parte, su llegada ha sido anunciada repe

    tidamente. Los Incas han recomendado a sus subditos que obedezcan

    a lo nuevos dominadores, porque su doctrina sera mejor que la de

    los Incas. La rpida victoria que los espaoles alcanzaron sobre los

    indios se debe al mandato de Huayna Capac, ltimo rey Inca: que

    los indios no ofreciesen resistencia, sino que se sometiesen al nuevo

    conquistador. Como siempre, Garcilaso expresa esta idea veladarhente.

    Sin embargo, lo que se hace patente en esta

    segunda parte

    es un cam

    bio de tono. A medida que adelanta en su historia de la conquista

    espaola del Per manifiesta con ms libertad sus ideas y opiniones.

    El tono cuasi bblico que ha usado para describir el buen gobierno

    de los Incas en la primera parte desaparece ahora que pisa el terreno

    de una experiencia vivida, de una realidad concreta. Apartando ahora

    la vista del panorama de ensueo incaico por el que se trazaron los

    movimientos armnicos de la conquista india, vuelve ahora los ojos'

    a su tierra natal, sacudida por sangrientas luchas y regada por las

    corrientes mezcladas de sangre india y espaola. En el ocaso de su

    vida, Garcilaso vuelve a tomar el camino que le lleva al escenario

    de su juventud pasada, punto de partida de una existencia que pu

    diera haber sido brillante s el rumbo vacilante de la historia de

    su patria se hubiese torcido en otra direccin, a un momento preciso

    del pasado. A este punto retorna Garcilaso en la segunda parte de los

    Comentarios,

    porque n esta encrucijada de posibilidades histricas

    hay una de la que en toda su yida no se han apartado sus pensa

    mientos nostlgicos. Esto, que no pas de ser ms que potencialidad

    de un momento histrico, esperanza efmera, va a ser revivido ahora

    330

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    29/38

    por la imaginacin, recreado por el arte de Garci laso el Inca. Porque

    slo el arte permite ser al hombre el hechicero atrevido, capaz de vol

    ver a moldear lo que el t iempo ha cuajado ya en inexorable real idad:

    And L ove Could you and I with Him conspire

    Tro grasp this sorry Scheme of Things en tire,

    Wou ld nt we shatter it to bits-and then

    Rem ould it nearer to the Heart's Desire

    (O MA R K H A Y Y A M:

    The Ruba iyat.)

    Este principal motivo al que aludimos est formado por las capi

    tulaciones entre indios y espaoles y la posibi l idad de real izarlas bajo

    Gonzalo, Pizarro. Este es el fondo, ya no velado, sino expl ci to , contra

    el cual se destaca el encuentro histrico entre indios y espaoles, ta l

    como el autor lo relata en esta

    segunda parte.

    Todo lo dems es de

    importancia secundaria y se ajusta a esta perspect iva.

    Afirma Porras Barrenechea: la redaccin de una especie de t ra

    tado de paz entre espaoles e indios, que es pieza fundamental en la

    conce pcin h istric a garc ilasian a (.. ), no figura en n in gu na ot ra cr

    nica de la conquista. Con tan ta m s atenci n diramos conviene

    examinar lo .

    Los acontecimientos inmediatos que dieron ocasin a las capi tula

    ciones entre indios y espaoles fueron la prisin por Ti tu Atauchi ,

    hermano de Atahualpa, de Snchez Cul lar, escribano que fue de

    la informacin, sentencia y muerte de Atahualpa, y la de Francisco

    de Chaves, que era uno de los caudillos, con otros seis conquista

    dores principales, ms otros de menos cuenta, cuyos nombres ha bo

    rrado el olvido; prisin efectuada por Quizquiz, capi tn famoso de

    los min is t ros de Atahualpa .

    Titu Atauchi y Quizquiz se juntan y se dirigen con sus prisioneros

    a Cajamarca. All dan garrote al escribano Cul lar, a l mismo palo al

    que los espaoles mataron a Atahualpa, para vengarse as de la muer

    te del Inca. En cambio, Francisco de Chaves y sus compaeros son

    tratados por los indios con la mayor cortesa y amistad. Antes de

    devolverles la l ibertad, los indios les proponen el famoso t ratado de

    paz. Estas capi tulaciones comprenden siete puntos:

    i.

    Qu e todas las injurias, del i tos y agravios hasta entonc es suce

    didos de una parte a otra se borrasen y olvidasen perpetuamente.

    i.

    Que hubiese paz entre indios y espaoles par a no hacerse m al

    los unos a los otros.

    3.

    Que los espaoles no contradi jesen la corona del imperio a

    Manco Inca porque era e l l eg t imo heredero .

    381

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    30/38

    4-

    Que indios y espaoles, en sus t ratos y contratos, se hubiesen

    como amigos y que quedasen confederados para socorrerse y ayudarse

    unos a otros.

    5. Qu e los espao les soltasen los indios que ten an presos en cad e

    na y de all adelante no los aherrojasen, sino que se sirviesen de ellos

    l ib remente .

    6. Qu e las leyes de los Inca s pasad os, hech as en beneficio de los

    vasallos, que no fuesen contra la ley cristiana, se guardasen inviola

    b lemente .

    7.

    Que e l gobern ador don Francisco Pizarro , den t ro en breve tiem

    po,

    enviase estas capi tulaciones a Espaa para que la Majestad imperial

    las confirmase [III, p. 88].

    Los espaoles, impresionados por la generosidad de los indios, quie

    nes , en lugar de matar los , hab an curado sus her idas y , por l t imo,

    les pedan partidos y condiciones tan justificadas y tan puestas en

    razn , se confundieron y admiraron de l todo . Y como hombres que

    por horas haban es tado esperando la muerte y es taban compungidos

    de los descuidos que en la doctrina de los indios y predicacin del

    santo Evangel io haban tenido, piden l icencia a los indios para, en

    nombre del gobernador y de todos los espaoles, agregar dos puntos

    a las capitulaciones: Primero, que los indios recibiesen la ley de los

    cristianos

    .

    y adm it iesen la predicacin de l Evan gel io en todo el im

    perio. Seg und o, que. pue s los espao les eran extra njero s y no ten an

    pueblos ni t ierras d e que m ante ner se, les diesen, al ime ntos como a

    los dems natura 'es de aquel reino y les diesen indios e indias de

    servicio que les sirviesen, no como esclavos, sino como criados.

    Los indios aceptan estos puntos de buena gana, y depus que las

    capi tulaciones son consignadas por los historiadores en su udo,

    da n licencia a los espaoles p ara irse. Por el. cam ino , stos hab la n d e

    lo que acaba de suceder les . Es te t ra tado de pazdecanno es obra

    de brbaros idlatras, s ino milagros e inspiraciones de Dios nuestro

    Seor, que andaba disponiendo los nimos de aquel la gent i l idad para

    que con amor y suavidad recibiesen su doctrina y santo Evangel io.

    Se proponen persuadi r a l 'gobernador y los dems espaoles que acep

    ten es te t ra tad o de paz . Pero , aunq ue Francisco ' Pizar ro se m uest ra

    dispuesto a el lo , el demonio'dice el autor, enemigo del gnero

    humano, dec id i en cont ra , impid iendo con sus malas obras la con

    versin de los indios y causando las guerras que luego empezaron

    entre indios y espaoles: Y as levantaron las guerras que poco des

    pus hubo entre indios y espaoles

    por no cum plirse estas capitula

    ciones, porqu e la soberbia no consinti la restitucin del reino a su

    382

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    31/38

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    32/38

    encerrado el Inca heredero de este imperio, pidindole salga a rest i

    tuirse en su majestad y grandeza y de su mano d a vuesa seora

    por mujer la hi ja o hermana que tuviere, que bien sabe vuesa seora

    cu nto es t imar aque l p r nc ipe su . paren tesco y amis tad .

    As

    Pizarro

    ganar el amor universal de los indios. El rey Inca volver a gozar

    de la obediencia de sus indios, como lo hicieron sus antepasados, y

    Pizarra con sus ministros y capi tanes ejercern la gobernacin sobre

    los espaoles. En caso de guerra, los indios, mandados por su rey,

    acudirn a su socorro como al iados fieles, en vez decomo ha suce

    dido hasta aquservir de espas dobles, complicndoles la vida a

    los espaoles. E sta t ierra dice Carvajal pertene ce ia los Inc as, y

    ahora, en rest i tursela al Inca, hace lo que debe en ley natural.

    Por l t imo, Carvajal le representa a Pizarro que, una vez rey coro

    n a d o , ya no tendr nada que achacarse; y no repare vuesa seora

    en que le digan que hace t i rana al rey de Espaa, que no se la

    hace; porque, como el refrn lo dice,

    no hay rey traidor.

    Estos son los t res puntos del discurso de Carvajal ante Pizarro.

    No cabe duda que las ventajas del sistema de confederacin propuesto

    aqu son del lado espaol, as como fueron a favor de los indios en

    las capitulaciones que stos hicieron con ios espaoles aprisionados.

    Carvajal est ipula que las t ierras sin dueo deben ser repart idas entre

    los amigos y val idos de Pizarro, y no para dos vidas, como hizo el

    rey espaol , s ino en mayorazgo perpetuo. Adems, t iene la vista

    -puesta en la creacin de un gnero de nobleza criolla, con t tulos

    y Ordenes multares similares a las de Espaa, con sus hbi tos y pen

    siones.

    Quiz un dejo de hipocresa se perciba en la proposicin de la

    al ianza con los indios. Lo que Carvajal parece esperar ante todo del

    parentesco de Pizarro con la casa real de los Incas es un poder indi

    recto sobre los indios, y luego, con el concurso de stos, apoderarse

    de todo el oro y plata del Per, pues ellos no lo tenan por riquezs

    ni tesoro.

    Estas segundas capi tulaciones entre espaoles e indios presentar

    todava otra diferencia ms con las primeras entre indios y espaoles

    *y es el paren tesco de G onza lo Piza rro con un a princesa Inc a. Es qui

    por esta al ianza, la rest i tucin del reino Inca a su leg t imo hereder

    adquiere un carcter especial que no dejara de crear condiciones favo

    rabies a la elevacin a niveles insospechados de la raza mestiza. Est

    fue el sueo qu e Garci laso el Inca m uer tas sus espera nzas de pod e

    gozar honores y aplausos en plena luz de la vida de su pocah

    soado durante toda su existencia. Un sueo que, por fin , ha contad-

    y expuesto con todos sus smbolos, asociaciones de ideas, transicione

    384

  • 7/26/2019 Nueva Interpretacion de Los Comentarios

    33/38

    abruptas y si lencios, como si fuera en un t ratamiento teraput ico

    freudiano, a lo largo de los torcidos derroteros de sus historias,

    Qu son los factores que han conducido a Gonzalo Pizarro y los

    suyosy, en pos de ellos, al autor de los Comentariosa aquel la

    encruci jada de la Historia , en la que vieron surgir ante sus ojos la

    perspect iva fascinante de un Per independiente de la corona de Es

    paa y cuyos dueos seran los que haban conquistado esta t ierra

    con sus propios esfuerzos?

    El pujnto de part ida de la rebel in de Gonzalo Pizarro se hal la ,

    segn el test imonio de los Comentarios, en la introd ucci n de las Or

    denanzas de 1542. Por la aplicacin de estas leyes, los antiguos con

    quistadores se vean privados de sus encomiendas y del servicio de

    los indios.

    Dqspus de la derrota de Diego de Almagro, el mozo, en la

    batal la de Chupas, hubo en el Per un periodo de paz y quietud bajo

    el buen gobierno del l icenciado Vaca de Castro. Pero, una vez ms,

    el demonio viene a interrumpir la predicacin del Evangel io y la quie

    tud de la que go zab an indios y, espaoles.

    Antes de describir las consecuencias nefastas de la introduccin

    de las huevas leyes y ordenanzas, Garci laso dirige una franca adver

    tencia a prncipes, reyes y monarcas: que se abstengan de hacer

    leyes muy rigurosas ni hacerlas ejecutar por magistrados cuyo extremo

    rigor induce a los vasal los a negarles obediencia y a que busquen

    y pretendan otros prncipes que les manden y gobiernen. Dice el

    autor que va a mostrar que en el Per han estado muy cerca de

    recurri r a este extremo: Que el Per, por el r igor que en l se us,

    estuvo tan en canto de perderse y enajenarse de la corona de Espaa,

    como por la Historia se ver, s i la benignidad del emperador no vol

    viera a restituirlo. [Til, p. 211].

    Cuando se t rata de las Ordenanzas de 1542 surge inevi tablemente

    la figura de Bartolom de las Casas. Por la primera vez le vemos

    mencionado en los

    Comentarios

    a prop sito de estas nue vas leyes,

    Garc i laso hace a l c lebre dominicano e l mismo reproche que Fernn

    dez de Oviedo, a saber: falta de sentido realista e impericia en las

    cosas de las Indias. Aunque no vemos en los

    Comentarios

    los lati

    gazos de sarca