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Nora Lustig
América Latina a fines de Siglo, II Crisis de la deuda, crecimiento y
desarrollo social en América Latina durante los años 80
Introducción.
“A partir del desencadenamiento de la llamada crisis de la deuda externa, en
1982, la mayoría de los países de América Latina han sufrido un marcado
deterioro económico y social” (61). Esta crisis es transversal a todos los modelos
económicos de los países, por ello “se argumenta, por ende, que la crisis de la
deuda tiene carácter sistémico, es decir, que es el resultado de un cúmulo de
errores cometidos tanto por deudores como por acreedores, y que las
advertencias del mercado previas a la crisis no fueron suficientemente
informativas. En este trabajo se presenta, por un lado, una síntesis de los
orígenes de la crisis, las respuestas a la misma por parte de gobiernos deudores
y de países donde residen los acreedores, y de las diferencias y semejanzas de
esta crisis con las anteriores; por el otro, se analizan las implicaciones del
proceso, de ajuste interno de los países deudores y la repercusión de la crisis en
los niveles de pobreza y los indicadores sociales” (61)
“La crisis de la deuda es resultado tanto del sobreendeudamiento de los países
receptores de crédito como del excesivo optimismo de los acreedores en el
otorgamiento de créditos durante los años 70. En principio, se pueden distinguir
2 etapas en la oleada de préstamos de ese período. La primera cubre desde el
primer aumento brusco en el precio internacional del petróleo, en 1973, hasta
aproximadamente el segundo “choque petrolero”, en 1979. Durante esta etapa
la readjudicación de préstamos hacia los países menos desarrollados, y en
particular hacia los latinoamericanos, fue producto de la combinación de cambios
en las condiciones de oferta y demanda del crédito internacional” (61-62). “Por
un lado, el aumento del precio del crudo generó grandes entradas a los países
exportadores en gran escala (…). Al mismo tiempo, como los países
industrializados respondieron al choque petrolero con políticas recesivas (…) y los
países menos desarrollado incrementaron su avidez por el uso del crédito
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externo para financiar sus programas de desarrollo, o incluso para hacer frente al
propio choque petrolero” (62)
“La segunda etapa comenzó alrededor de 1979 y acabó aproximadamente a
mediados de 1982. La reacción de los países industrializados, de los EE.UU en
particular, al segundo choque petrolero fue diferente a la de 1973. La política
interna fue expansiva en lo fiscal, pero acompañada de una política monetaria
restrictiva cuyo objetivo era disminuir la tasa de inflación” (62).
“Los países menos desarrollado que habían acumulado deuda en los años previos
continuaron endeudándose pero, cada vez en mayor medida, dicho
endeudamiento se dirigía a dar servicio a la deuda acumulada previamente. Al
mismo tiempo, a principios de los 80 los precios de las materias primas
exportadas por países deudores entraron en su fase descendente. Y, para colmo
de males, muchos de los países deudores habían seguido políticas internas
expansivas en exceso que condujeron a complejos desequilibrios en el ámbito
externo y fiscal (62)
“La situación hizo explosión a mediados de 1982, cuando México se declaró en
moratoria de pagos involuntaria. Esto desató el pánico en el mundo de los bancos
acreedores y, a partir de entonces, se acabó la época de otorgamiento de
créditos motu proprio” (62)
“La respuesta frente a la crisis de la deuda también ha pasado por varias etapas.
El diagnóstico inicial fue que se trataba de una crisis de liquidez, no de solvencia.
La solución, por tanto, implicaba una combinación de ajuste interno de los países
deudores más disponibilidad de crédito externo suficiente para reciclar el
principal y pagar parte de los intereses. (…) Los países deudores continuaban
inmersos en crisis y sin posibilidad de crecer, surgió el llamado Plan Baker –se
llama así por el secretario del Tesoros de los EE.UU– El Plan partió del supuesto
de que pagar la deuda requería crecimiento económico en los países deudores y
de que esto último no era posible sin financiamiento externo en cantidades
suficientes (…) Se puso como objetivo reunir una cantidad considerable de
crédito externo, tanto oficial como privado, que en la práctica nunca llegó a
lograrse” (63). “El financiamiento externo necesario era de montos muy
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superiores a los vigentes y, para cumplir este objetivo, el plan se propuso reunir
20.000 millones de dólares de crédito neto de la banca privada y 9.000 millones
de dólares de crédito de la banca oficial en un lapso de 3 años destinados a los
llamados “17 países Baker” (73)
“Ante dicho fracaso, el Plan Baker entró en una nueva etapa, conocida como el
“menú de opciones”, que incorporó a la estrategia una serie de mecanismo
orientados a reducir el stock o el servicio de la deuda, como los llamados bonos
de salida, las operaciones de capitalización de deuda y las operaciones de
recompra. Sin embargo, estas operaciones abarcaron a partes relativamente
pequeñas de la deuda. En marzo de 1989, la estrategia fue modificada de nueva
cuenta con el anuncio del llamado Plan Brady (...) Por primera vez, los gobiernos
acreedores aceptaron hacer uso de fondos oficiales, principalmente a través de
los organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial, para apoyar operaciones de este tipo. Por primera vez,
también, los organismos oficiales trataron con mayor tolerancia a los deudores
que habían acumulado atrasos en el servicio de la deuda con acreedores
privados. Hasta entonces, la condicionalidad de dichos organismos incluía que los
países deudores hubieran llegado a acuerdos previos con los acreedores privados
antes de tener acceso a fondos de origen público. Esto había dado al tratamiento
del problema de la deuda externa un carácter fundamentalmente asimétrico”
(63).
“En la práctica el Plan Brady ha producido algunos resultados, pero a todas luces
modestos (…) El financiamiento disponible es claramente insuficiente para lograr
una verdadera solución del sobreendeudamiento de los países deudores en
América Latina y otros lugares. Por ende los países deudores tomaron la posición
de la “suspensión unilateral de pagos y esperar mejores condiciones internas y
externas para dar algún tipo de solución a su problema” (64)
La gran diferencia entre la crisis del 30 y la del 80, reside en el “papel
desempeñado por los gobiernos donde residen los acreedores. Si bien los
gobiernos siempre tuvieron algún papel durante crisis similares, la postura de
éstos no fue sistemática en un sentido u otro. Durante los 80, por el contrario, los
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gobiernos de los bancos acreedores estuvieron indefectible y activamente del
lado de éstos” (64).
“Al iniciarse los años 80 los países latinoamericanos se enfrentaron a una
situación sumamente complicada. Por un lado, gran parte de ellos tenía que lidiar
con fuertes desequilibrios fiscales o con la sobrevaluación de su moneda. Por el
otro, todos tuvieron que enfrentarse a condiciones externas negativas: caídas en
los términos de intercambio y alzas en las tasas de interés mundial a nivel sin
precedente. Y, justo cuando la situación se había vuelto más complicada, vino el
brusco recorte de los créditos externos” (65)
“El proceso de ajuste ha estado acompañado de profundas caídas en el
crecimiento económico y explosiones inflacionarias en prácticamente todos los
países de la región. Por otra parte, como los principales deudores son los propios
gobiernos, esto ha tenido serias consecuencias en la gestión pública misma, al no
contar los gobiernos con recursos suficientes para llevar a cabo incluso las
actividades normales con mínima eficacia” (65)
Antecedentes y Desencadenamiento de la crisis de la deuda externa
La oleada de préstamos del período 1974-1981: cambios en el ambiente
internacional y la política económica interna de los países deudores.
La crisis posee un “carácter sistémico y suponer que factores externo a estos
países – incluyendo errores de cálculo de la banca internacional – contribuyeron a
su génesis de manera fundamental” (66)
¿Por qué se dio ese cambio tan notorio en los flujos de crédito externo hacia los
países menos desarrollados, incluyendo los países de América Latina, durante los
años 70? “La explicación más frecuente asocia el incremento en la disponibilidad
del crédito al impacto causado por los choques petroleros de 1974 y 1979,
cuando el precio del curso subió varias veces prácticamente de la noche a la
mañana (…) En primer lugar, el rendimiento del capital puede haber aumentado
en términos relativos en los países de menor desarrollo porque ellos utilizan
técnicas menos intensivas en capital y petróleo. En segundo lugar, la propensión
marginal al ahorro de los países afectados de manera positiva por el aumento del
precio del crudo puede haber sido superior a la de los afectados de manera
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negativa, aumentándose en esta forma la disponibilidad de ahorro total y
generando una disminución en las tasas de interés. En tercer lugar, los precios de
las materias primas exportadas por los países en desarrollo subieron en términos
reales, factor que hizo más atractivo invertir en éstos. Por último, tal vez sea éste
el facto de mayor importancia, a raíz del choque petrolero y las medidas
adoptadas para enfrentarlo, los países industrializados sufrieron una
estratificación que se tradujo en una menor demanda de fondos prestables por
parte del mundo industrializado” (67)
“Este conjunto de factores dio pie a la época de crédito barato y fácil para los
países latinoamericanos; el período de la “plata dulce”, como se le llamó
popularmente, n que casi todos los países de la región acumularon deuda
externa a tasas sin precedente. No obstante, este período terminó – en cierto
sentido – a partir de 1979, cuando sobrevino el 2do. Choque petrolero. Desde
entonces, la reasignación de fondos hacia los países en desarrollo, incluidos los
latinoamericanos, fue mucho menos, casi ínfima si se descuentan los pagos de
intereses sobre la deuda acumulada (…) En contraste con 1974, la respuesta fue
claramente expansiva, y en particular los EE.UU. se convirtieron en un creciente
demandante de crédito. Al mismo tiempo, la política monetaria de dicho país se
modificó por 1era vez desde la II guerra mundial. En vez de fijar la tasa de
interés, la Reserva Federal se concentró en el control de la oferta monetaria. Con
miras a combatir la inflación, la tasa de expansión de dicha oferta se redujo y –
como consecuencia – las tasas de interés nominales y reales subieron de manera
históricamente inusitada” (68)
“El alza de las tasas de interés fue un elemento inesperado en el sentido cabal
(…) El aumento de éstas causó serias presiones en las balanzas en cuenta
corriente de los países deudores. Dicha presión aumentó por el comportamiento
de los precios de bienes primarios los cuales a partir de 1980 entraron en una
trayectoria descendente (...) Inicialmente los países deudores enfrentaron las
presiones endeudándose aún más, con la esperanza de que las tasas de interés
volvieran a bajar y los precios de los productos básicos de exportación volvieran
a subir (o por lo menos se estabilizaran) (68)
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“Por otra parte, una porción importante del endeudamiento externo a partir de
1979 también se explica por la salida de capitales privados. La combinación de
políticas fiscales y cambiarias incongruentes con la creciente fragilidad externa,
fueron marco propicio para la fuga de capitales. Por cierto periodo los gobiernos
optaron por “financiar” la fuga de capitales en vez de modificar la política
interna, sobre todo la cambiaria y fiscal” (69)
Las respuestas frente a la crisis de la deuda
“Ante las nuevas condiciones externas, los gobiernos deudores tuvieron la opción
de aceptar la situación en toda su magnitud o aminorar su impacto mediante un
manejo selectivo del servicio de la deuda a través de una moratoria explícita o
implícita con la banca comercial o con los otros acreedores. Inicialmente la
decisión de la mayoría de los gobiernos de la región fue asumir el compromiso
del servicio de la deuda prácticamente en su totalidad. Por otro lado, la respuesta
de los acreedores externos privados fue reprogramar los pagos y otorgar
préstamos “involuntarios” que permitieran reciclar el principal y cubrir en parte
el pago de intereses. La respuesta de los acreedores externos oficiales fue
aumentar la disponibilidad neta de recursos para compensar la reducción en los
fondos disponibles de la banca comercial” (72)
“Al comienzo la respuesta tanto interna como externa frente a la crisis de la
deuda respondió al diagnóstico vigente que la caracterizó como de liquidez, no
de insolvencia. E aquí que la “solución” inicial impulsada desde gobiernos e
instituciones financieras oficiales fuera la reprogramación de pagos y el
otorgamiento de préstamos en montos suficientes para poner en práctica dicha
reprogramación. Esto tenía la gran ventaja de evitar pérdidas contables para los
bancos acreedores y el desencadenamiento de una crisis financiera de alcance
global” (72)
“A medida que se agudizaron las dificultades en los países de la región, fueron
cambiando las estrategias, tanto por parte de los deudores como de los
acreedores. Si bien fracasaron los intentos por parte de los deudores de poner en
práctica acciones concertadas para obligar a una solución definitiva del problema
de la deuda, en la práctica la evolución de la situación ha implicado que la
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mayoría de los gobiernos de la región haya ido optando por una llamada solución
unilateral: la acumulación “silenciosa” de atrasos” (72)
Plan Baker; Menú de opciones y Plan Brandy, es lo mismo.
Dentro de la implementación del pal Brady se necesitan 2 factores importantes.
“primero, el uso de fondos oficiales de las instituciones financieras multilaterales
(Banco mundial Y FMI) para apoyar operaciones orientadas a reducir la deuda o
su servicio. Segundo la mayor tolerancia en el otorgamiento de giros por parte
del FMI y préstamos del Banco Mundial a países que se encontraran en atrasos
con la banca comercial, pero con políticas interna coherentes (…) En la práctica
este mecanismo había generado una importante asimetría en las reglas del juego
a favor de la banca acreedora, la cual tenía capacidad implícita de bloquear el
acceso a otros fondos prestables si no se atendían sus demandas”(74)
“Si bien es prematuro hacer un juicio final sobre el Plan Brady, un análisis
minucioso reciente de la CEPAL destaca su insuficiencia (…) Hay 2 limitantes
importantes. Por una parte, los montos comprendidos resultan insuficientes para
resolver de manera comprensiva el problema de la deuda en la región. Según los
cálculos de dicho documento los 30.000 millones de dólares propuestos tendrían
que ser al menos triplicados para lograr acuerdos que eliminen el
sobreendeudamiento de los países de la región de una vez por todas. Por la otra,
el acceso a los fondos necesarios para llevar a cabo una operación dentro del
marco del Plan Brady depende de que previamente el país firme un acuerdo con
el FMI y acate las condiciones delineadas en dicho acuerdo. Esto lleva a que
infortunadamente, varios de los países de la región se encuentren en un callejón
sin salida: para tener acceso a una solución negociada de la deuda deben tener
un desempeño macroeconómico aceptable, pero para lograr dicho desempeño
requerirían un financiamiento adecuado y una solución negociada de la deuda”
(74-75)
“En suma, si bien el problema de la deuda no ocupa el mismo lugar de
importancia en los discursos y documentos, tanto de los deudores como de los
acreedores, hacia finales de 1990 el problema persiste. (…) Por otro lado, el
camino de la acumulación de atrasos no es tampoco una solución deseable por la
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desventaja de que disminuye la capacidad de los países de atraer cualquier tipo
de flujos externos, incluidos los que los propios ciudadanos tienen depositados en
el exterior en espera de tiempos mejores. No obstante, hay que admitir que este
efecto negativo tenderá a perder fuerza en la medida en que los países logren
arreglar sus economías en el frente interno” (75)
La crisis de endeudamiento externo en el pasado y en el presente:
Similitudes y Diferencias
“Un hecho curioso que revela el análisis histórico es la similitud del patrón
observado en los años 70 con los de épocas anteriores; comenzado por la oleada
de préstamos, que dura aproximadamente un decenio y es seguida por una
drástica reducción en la disponibilidad del crédito externo, y terminado por el
cúmulo de defaults por parte de los países deudores” (76)
“La repetición de este patrón ha llevado a preguntarse por qué los acreedores
vuelven a cometer el error de sobre extenderse en los préstamos otorgados una
y otra vez. La historia también muestra que los deudores cumplidos no son
necesariamente recompensados por su buen comportamiento; la pregunta
evidente es entonces por qué no todos los deudores deciden simplemente dejar
de pagar”
“La caída de los términos de intercambio enfrentada por América Latina, en
promedio, fue mayor de los 30 que en los 80 (76)
“Hacia el final de los 70 la caída fue menos abrupta para los no exportadores de
petróleo. Si se incluye a los exportadores de petróleo, de hecho los términos de
intercambio hasta 1981 subieron y la caída de los precios del petróleo en gran
magnitud ocurrió apenas en 1986” (76)
“Las tasas de intereses alcanzaron niveles de récord histórico. Algunos podrían
argumentar que el problema en los 80 fue peor porque las tasas de interés reales
se mantuvieron altas durante más años que en los 30. Sin embargo, en los 30 la
tasa de interés sobre deuda de largo plazo subió más que la de corto plazo – al
revés que en los 80 – ejerciendo presión sobre los deudores durante mayor
tiempo” (77)
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“Otro factor citado como explicación de la crisis de la deuda son los
desequilibrios fiscales en los países deudores. Cuando el déficit fiscal alcanza
niveles inmanejables existe un incentivo adicional para que el país deudor deje
de dar servicio a la deuda externa (…) La crisis de la deuda estaba
correlacionada tanto con la caída de términos de intercambio como con la
imprudencia fiscal. En suma, ni los choques negativos del exterior ni las causas
internas asociadas a la crisis de la deuda fueron muy diferentes en los años 30 de
los años 80”. (77)
¿A qué se debe la aparente falta de aprendizaje de los mercados de crédito
internacional? La primera respuesta es que los banqueros tienen en realidad
poca memoria. En segundo término, los préstamos a gobiernos soberanos en el
pasado no fueron tan mal negocio como podría parecer a primera vista. Las sobre
ganancias obtenidas de los deudores no morosos cubrieron las enormes pérdidas
por las deudas no pagadas. En 3er lugar, los gobiernos tampoco eran del mismo
tipo en los 30 que de los 80. Por último, lo que en realidad importa a los
acreedores son las condiciones macroeconómicas imperantes en los países
deudores en el presente, independientemente de la historia” (77-78)
“Por otra parte, hay indicios de que los banqueros siguen cierto comportamiento
inercial o 2de rebaño”. Cuando se está en la ola expansiva de crédito, la mayoría
de los bancos está ansiosa de participar y no perder las jugosas ganancias
anticipadas, sin prestar mucha atención a las diferencias en la calidad” de los
deudores. De la misma manera, cuando algunos de los deudores grandes entran
en problemas, todos los bancos se muestran ansioso por salirse cuanto antes”
(78)
“En cuanto al comportamiento de los deudores, los testimonios indican que
cuando la moratoria es resultado de una crisis global, en el futuro los países
moroso no suelen ser tratados de peor manera que los países de buen
comportamiento. Entonces ¿cuál es el mecanismo que ha llevado a que los
gobiernos deudores hayan continuado pagando su deuda durante gran parte de
los años 80, aun a costa de drásticas caídas en los niveles de vida de su
población?
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“Cuando el grupo más poderoso de un país está conformado por banqueros y
exportadores, cabe esperar que la presión dominante vaya en el sentido de
mantener el servicio de la deuda. Éste puede haber sido el caso de Argentina en
los 30. Sin embargo, cuando el grupo poderoso está formado por aquellos que
tienen que pagar más impuestos para mantener el servicio de la deuda, la
presión por dejar de servirla será mayor” (78-79)
“La configuración política internacional también tiene su importancia. En el
pasado la amenaza de represalias en el ámbito del comercio internacional, o
incluso de intervención militar, puedo haber frenado alguna que otra moratoria.
Pero lo que más distingue esta crisis de la deuda de sus predecesoras, según
parece, es el papel desempeñado por los gobiernos donde residen los
acreedores. La diferencia no radica en la participación de los gobiernos per se, ya
que ésta de alguna u otra manera existió en todas las crisis anteriores. La
diferencia reside en la orientación y cobertura de dicha injerencia. En el pasado
los gobiernos no se inclinaron a apoyar o desoír de manera sistemática los
intereses de sus ciudadanos. A veces los intereses de política exterior incluso
iban en contra de los de sus acreedores, y en ocasiones la insistencia de éstos
pudo haberse convertido en un obstáculo para el logro de las metas de seguridad
nacional. Durante la crisis de los 80, en cambio, los gobiernos acreedores han
desempeñado un papel activo a favor de los acreedores privados, ya sea
directamente o a través de las instituciones multilaterales de crédito. La premisa
durante mucho tiempo fue buscar el pago total de la deuda y que los deudores
hicieran el ajuste macroeconómico necesario para lograrlo” (79)
“A diferencia del pasado, en que los acreedores eran un número disperso de
tenedores de bonos de deuda pública, el crédito externo de los 70 estaba
altamente concentrado en manos de los grandes centros bancarios del mundo,
en particular de los 9 bancos más importantes de los EE.UU. (79-80)
“Mientras los países industrializados siguieron creciendo y los bancos
internacionales reacomodaron sus carteras para robustecer su posición
financiera, los ´países deudores se han ajustado y han enfrentado la peor crisis
de los últimos 50 años” (80)
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Implicaciones del proceso de ajuste
El significado del proceso de ajuste
“El llamado ajuste consiste precisamente en el proceso de adaptación a las
nuevas condiciones externas. El ajuste no responde a una decisión voluntaria de
los gobiernos, una vez que las restricciones externas se aceptan con plenitud”
(80)
“En la práctica el ajuste implica, indefectiblemente, aumentar la disponibilidad de
ahorro interno para producir la transferencia neta de recursos hacia el exterior
determinada por las nuevas condiciones internacionales. Es decir, la parte del
producto que puede “usarse” internamente disminuye” (81). “En otras palabras,
el ajuste implica la reducción del nivel de demanda interna y su reasignación
hacia los bienes no sujetos al comercio exterior y a la reorientación de la oferta
hacia la producción de exportaciones para poder incrementar las exportaciones
netas” (81)
“El aumento del ahorro público significa una sola cosa: la reducción del déficit
fiscal. Es decir, se requiere aplicar fuertes modificaciones en la política fiscal
orientadas a incrementar los ingresos y reducir los gastos del sector público. De
ahí los grandes aumentos en precios y tarifas del gobierno, la elevación de los
impuestos y la reestructuración y privatización de empresas públicas, que
acompañan a todos los procesos de ajuste en la región. El ajuste de las finanzas
públicas, sin embargo, no se circunscribe a la magnitud del déficit fiscal, sino que
también comprende la composición del gasto público total” (81)
“El aumento del ahorro privado requiere la reducción del consumo privado que, a
su vez, implica una redistribución del ingreso desde los sectores con alta
propensión al consumo hacia aquellos que tienen una baja propensión al
consumo (…) La reducción del consumo interno conlleva una mayor
concentración del ingreso. En la práctica, dicha redistribución se logra mediante
una contracción del salario real. La reasignación de la demanda hacia bienes que
no están sujetos al comercio exterior requiere una alteración de los precios
relativos, donde los bienes no comerciables se tornen más baratos que los bienes
comerciales. Tanto la reducción del salario real como el cambio en los precios
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relativos entre bienes comerciables y no comerciables se logra, principalmente, a
través de devaluaciones de la moneda nacional” (82)
“La modificación de los precios y tarifas del sector público, el
redimensionamiento de los gastos del gobierno y la devaluación de la moneda
nacional proporcionan una elevación inicial en el nivel de precios cuya
persistencia depende de la tenacidad de los mecanismo de la “solidez” (82)
“Los intentos de ajuste estarán acompañados de presiones y episodios
inflacionarios de magnitudes antes no vistas. De ahí que un ingrediente
insalvable de los procesos de ajuste sean los programas de estabilización. Pero,
de hecho, las medidas necesarias para lograr el ajuste hacen mucho más difícil
conseguir la estabilidad. 1ero., porque el ajuste implica cambios en precios
relativos muy fuertes y súbitos, cambios que indefectiblemente tendrán un efecto
inflacionario. 2do, porque el esfuerzo fiscal requerido para mantener la
estabilidad financiera se vuelve tanto mayor en la medida en que parte de los
egresos públicos no son programables y aumentan en términos reales” (82)
La repercusión del ajuste
“En término generales, el proceso de ajuste en América Latina se ha traducido en
marcadas caídas en el nivel de actividad, niveles de inflación inusitados y notorio
deterioro social. No es sorprendente que la década de los 80 haya sido llamada la
“década perdida” de América Latina” (83)
“El orden de magnitud de los choques negativos y su velocidad han sido tan
abrumadores que en parte han contribuido a impedir que se produzcan los
movimiento Necesarios para dicha adaptación, principalmente porque la
reestructuración requiere nuevas inversiones que no pudieron llevarse a cabo de
las restricciones externas y el abatimiento generalizado de la iniciativa
empresarial frena al caos y la incertidumbre reinantes” (84)
“Cuando la oferta es rígida o depende de importaciones no sustituibles, el ajuste
afecta también la producción. Dicha situación se ve agravada por la inestabilidad
financiera que se genera durante el ajuste que conlleva una contracción del
crédito y su encarecimiento y el desplome de la inversión privada” (84)
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“A partir de 1982 los gobiernos latinoamericanos se encontraron ante una
situación poco manejable: tener que combinar la gobernabilidad con la adopción
de medidas de alto costo inmediato para grandes parte de la población” (85)
El desarrollo social de América Latina durante los 80
“Era de esperar que una crisis de la magnitud experimentada por casi todos
países de la región se viera reflejada en un marcado descenso en los niveles de
vida, un aumento en la incidencia de la pobreza y un deterioro considerable en
los indicadores sociales. (…) Los datos sobre indicaciones sociales se concentran
en medidas que en el nivel agregado poco reflejan el efecto de una crisis en
países de ingresos medios como los de la región”
“La tasa de desempleo parece seguir un patrón de “U invertida”. Primero
asciende y luego desciende, alcanzando su pico en el período de 1982-1985
aproximadamente en casi todos los países. El efecto de la crisis parece haberse
concentrado más en la caída de los salarios reales” (86)
“Una consecuencia del sobreendeudamiento y del aumento de la tasa de interés
ha sido un aumento de la carga del rubro de pago de intereses en el presupuesto
de los gobiernos” (86)
Aumenta la desnutrición. “También es posible que aumente la deserción escolar
y, sobre todo, que la calidad de la educación sufra un descenso asociado a la
mala remuneración de la planta docente” (87)
“Alrededor de 1970 con 1986, la incidencia de la pobreza urbana se ha
incrementado, la rural ha bajado y la total ha subido (…) algo similar ocurre con
la extrema pobreza” (87)
“En general, los indicadores apuntan a que hubo un incremento de la proporción
de hogares viviendo por debajo de la línea de la pobreza en la mayoría de los
países” (88)
Comentarios Finales
“La crisis de la deuda sin duda ha sacudido a la región. La caída en el producto
per capital, las tasas de inflación galopante, la baja de los salarios reales, la
reducción del gasto social, han golpeado a la población de maneras que en gran
medida quedan fuera de las estadísticas. A ningún observador escapan el
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aumento en la mendicidad, el deterioro en los servicios sociales y la
desesperación que acompaña la vida cotidiana de muchos hogares en su intento
por mantener niveles de vida decorosos o simplemente por sobrevivir”(89)
“Si bien el origine del problema de la deuda es claramente sistemático, la
repuesta internacional ha producido resultados asimétricos. Los bancos
acreedores han contado con el tiempo suficiente para llevar a cabo un ajuste
relativamente “suave”, y esto ha contribuido a no minar la prosperidad reinante
en los países acreedores durante la década de la los 80. Mientras tanto, los
países deudores de América Latina han tenido que atravesar por caídas en el
producto, grados de inestabilidad y deterioro de los ingresos inadmisibles,
impensables en los países acreedores.” (89)
“El sobreendeudamiento continúa generando inestabilidad y entorpeciendo el
proceso de reforma estructural en muchos de los países deudores. Aun cuando
gran parte de los países haya elegido la vía de la restricción unilateral del
servicio de la deuda para reducir la transferencia de recursos hacia el exterior, la
solidificación de las estrategias de reforma económica requerirá la reanudación
de relaciones normales con la banca internacional” (90)
“Las recomendaciones más importantes son 3: Primero: Aumentar la
disponibilidad de fondos utilizables como garantías de dichas operaciones a u
monto de 90.000 millones de dólares, o sea, 3 veces el nivel estimado en la
actualidad. Segundo, que el FMI actúe como una especie de árbitro determinando
la capacidad de pago de los países sobre bases objetivas, según el supuesto de
una tasa de crecimiento económico mínima aceptable. Tercero, se recomienda la
creación de un mecanismo que coordine la gestión de la eliminación del
sobreendeudamiento y que garantice un uso eficiente de los fondos públicos en
dicho proceso” 90)
“La reanudación del crecimiento y la consolidación de los procesos de reforma
estructural requerían un a mayor disponibilidad de ahorro externo. En la medida
en que el acceso al crédito de la banca comercial sea escaso, como es de
esperarse a la luz de los acontecimientos pasados, dicho ahorro externo tendrá
que provenir de fuentes oficiales o de otras fuentes privadas, como la inversión
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extranjera directa, la adquisición de acciones en los mercados bursátiles y la
repatriación de capitales. Por acciones en los mercados bursátiles y la
repatriación de capitales. Por ello gran número de países en la región han llevado
a cabo procesos de liberalización comercial, desregulación de los flujos de capital
y desincorporación de empresas públicas. Estas medidas buscan, por una parte,
modificar las reglas del juego para atraer la inversión privada, tanto nacional
como extranjera y, por la otra, propiciar aumentos en la productividad sujetando
la producción interna a la sanción de la competencia internacional” (92)
“Por otra parte, los procesos de apertura comercial de integración económica
marcan el fin de un “modelo de desarrollo”, el de la sustitución de importaciones,
y el nacimiento de otro, el de las economías abiertas” (93)
“Si bien las perspectivas económicas y políticas para la región son menos
ominosos de los que se pensaba hace unos años, subsistirán algunos serios
problemas. En primer lugar es posible que más de un país de la región no logre
salir exitosamente del atolladero económico y mantener una situación política
estable. En segundo lugar, aun en los afiancen, la pobreza y la depauperación
tardarán muchos años en erradicarse. Probablemente el mayor desafío de los
gobiernos latinoamericanos en el futuro sea lograr la erradicación de la pobreza y
la rampante desigualdad, y al mismo tiempo mantener el delicado equilibrio
económico y el consenso político suficiente para llevar adelante sus programas”
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